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Los protozoos o protozoarios (del griego πρῶτος

«primero» y ζῷον «animal») son organismos


microscópicos,
unicelulares eucariotas; heterótrofos, fagótrofos,
depredadores o detritívoros, a
veces mixótrofos (parcialmente autótrofos); que
viven en ambientes húmedos o directamente en
medios acuáticos, ya sean aguas saladas o aguas
dulces, y como parásitos de otros seres vivos.
La reproducción puede ser asexual
por bipartición y también sexual por isogametos o
por conjugación intercambiando material genético. En este grupo encajan taxones muy
diversos con una relación de parentesco remota, que se encuadran en
muchos filosdistintos del reino Protista, definiendo un grupo parafilético, sin valor en la
clasificación de acuerdo con criterios cladísticos.
El protozoólogo Thomas Cavalier-Smith ha recuperado la versión latina de este nombre
para denominar a un reino eucariota, el reino Protozoa, cuyos límites no coinciden con el
concepto tradicional.1
Los protozoos se extienden generalmente desde los 10-50 μm, pero pueden crecer hasta
algunos milímetros, y pueden fácilmente ser vistos a través de un microscopio. Se mueven
con unas colas en forma de látigo llamadas flagelos. Se han encontrado cerca de 30.000
especies. Los protozoos existen en ambientes acuosos y en el suelo, ocupando una gama
de niveles tróficos. Como depredadores, cazan algas, bacterias, y microhongos
unicelulares o filamentosos. Los protozoos desempeñan un papel como herbívoros y como
consumidores en el acoplamiento del proceso de descomposición de la cadena
alimentaria. Los protozoos también desempeñan un papel vital en el control de biomasa y
población bacteriana. Pueden absorber el alimento a través de sus membranas celulares.
Todos los protozoos digieren su alimento en el estómago -tienen gusto de los
compartimientos llamados las vacuolas. [2] Como componentes del micro- y del
meiofauna, los protozoos son una fuente importante del alimento para los
microinvertebrados. Así, el papel ecológico de protozoos en la transferencia de la
producción bacteriana y algácea a los niveles tróficos sucesivos es importante. Los
protozoos tales como los parásitos de malaria (Plasmodium spp.), trypanosomes y
leishmania son también importantes como parásitos y simbiontes de animales
multicelulares. Algunos protozoos tienen etapas de la vida el alternar entre las etapas
proliferativas (e.g. trophozoites) y los quistes inactivos. Como quistes, los protozoos
pueden sobrevivir condiciones ásperas, tales como exposición a las temperaturas
extremas y a los productos químicos dañinos, o largos periodos sin el acceso a los
alimentos, al agua, o al oxígeno por un período. El ser un quiste permite a especie parásita
sobrevivir fuera del anfitrión, y permite su transmisión a partir de un anfitrión a otro.
Cuando los protozoos están bajo la forma de trophozoites (el Griego, trophé = alimentar),
alimentan y crecen activamente. El proceso por el cual los protozoos toman su forma del
quiste se llama encystation, mientras que el proceso de la transformación nuevamente
dentro del trophozoite se llama excystation. Los protozoos pueden reproducirse por la
fisión binaria o la fisión múltiple. Algunos protozoos se reproducen sexualmente, otros lo
hacen asexualmente, mientras que un tercer grupo utiliza una combinación de ambos
procesos (eg. Coccidios). Un protozoo individual es hermafrodita. Otro nombre para los
protozoos es Acrita (R. Owen, 1861). Pueden causar malaria o disentería amébica.

Historia
El primero en observar protozoos fue Leeuwenhoek, que en 1674 los descubrió al utilizar
microscopios de fabricación propia. Al mostrarlos ante la Royal Society se les
denominó animálculos. Este descubrimiento lo efectuó en un lago de su ciudad
natal Delft, donde observó especialmente ciliados como Vorticella y algas
unicelulares como Euglena y Volvox.

Nombre[editar]
El nombre Protozoa (protozoos) fue acuñado por Georg Goldfuss en 1818 para agrupar a
los que consideraba animales primigenios. En 1820 propuso la clase Protozoa2 dentro del
reino Animal, en la cual englobaba a los infusorios (Ciliophora), a
los Lithozoa corales, Phytozoa (algas unicelulares pigmentadas y fotosintetizadoras)
y Medusinae (medusas y otros relacionados). Así pues, el concepto fue diferente del de
Honigberg (1964), donde sólo los ciliados son comunes a ambas definiciones.
El nombre se compone de las raíces griegas πρώτο (proto), primero, y ζώο[ν] (zoo[n]),
animal, y revela que, en su origen, el concepto expresaba la tradición de clasificar toda
forma de vida en los reinos animal o vegetal. Así pues se llamaba protozoos a las formas
muy sencillas que se consideraba animales, lo mismo que protófitas a los microorganismos
considerados vegetales.

Unicelularidad[editar]
En 1845 Carl Theodor Ernst von Siebold utilizó el nombre para designar a un filo de
animales dividido en dos clases, Infusoria, equivalentes al actual filo Ciliophora (Ciliados),
y Rhizopoda, más o menos equivalentes a los de Honigberg. Von Siebold los describió
como «animales unicelulares». Hay que tener en cuenta que en esos años estaba
recibiendo su consagración la teoría celular. No todos, en las décadas siguientes,
estuvieron de acuerdo con la interpretación de Von Siebold, viendo muchos a estos
organismos como un caso de organización acelular. Fue necesario el desarrollo de la
microscopía electrónica, a mediados del siglo XX, para que se viera confirmada de manera
definitiva la homología entre el organismo protozoario entero y cada una de las células en
que se basa la organización microscópica de los organismos complejos.3 Fue Dujardin
quien primero, en esos años, reconoció el carácter unicelular del protoplasma de
los foraminíferos, encontrando Von Siebold así la autoridad para definir como unicelulares
a los miembros del filo.
En 1858, R. Owen eleva a Protozoa a la categoría de reino para separarlo de animales y
vegetales.4

Protoctistas y protistas[editar]
Durante el resto del siglo XIX, la manera de abordar la diversidad de las formas sencillas
siguió basándose en el deseo de encontrar raíces para los dos reinos
clásicos, animales y vegetales.3 La dificultad para lograrlo hizo que por primera vez Hogg,
en 1860, propusiera un nuevo reino, el Regnum Primigenum o Protoctista, para agrupar los
primitivos seres intermedios a plantas y animales; uno de sus ejemplos era la esponja
verde dulceacuícola Spongilla, cuya fotosíntesis, aunque real, es atribuible a algas verdes
simbióticas. Poco después Haeckel propuso el reino Protista, «los primordiales», para
todas las formas unicelulares y sencillas, destacando su carácter basal e indiferenciado,
pero independiente en su evolución de plantas y animales. Los Protozoa no existen en
esta visión de la diversidad, pero en una revisión posterior Haeckel recuperó los conceptos
de protozoa (animal unicelular) y protophyta (planta unicelular), como subreinos del reino
Protista.
Así pues, Haeckel propuso el reino Protista el cuál dividió en Protozoos, Protófitos y
protistas atípicos. Sin embargo muchos tratados posteriores a Haeckel han seguido
clasificando los seres vivos en animales y vegetales, de tal manera que Protozoa ha sido
considerado un filo dentro del reino animal constituido por organismos unicelulares.
Al cambio del siglo el concepto de Haeckel, que no pretendió nunca ser más que un
concepto pragmático, fue siendo visto como excesivamente polifilético, con autores, como
Otto Butschli, que rechazaban el tercer reino, a la vez que se recuperaba la noción
de Protozoa como conjunto de organismos de tipo animal y nucleados.
H. F. Copeland abordó en 1938 la diversidad global proponiendo cuatro reinos —
Monera, Protista, Plantae y Animalia— sacando a las bacterias y cianobacterias, como
reino Monera, de Protista, donde Haeckel las había dejado. Por esos años Chatton había
mostrado el carácter anucleado de esos organismos. En sucesivas revisiones se fue
precisando la composición del reino Protista, a la vez que rescataba el nombre de Hogg
(Protoctista), ahora con un significado muy diferente. De esa clasificación de Copeland
deriva nominalmente la de R. H.Whittaker, quien separando a los hongos (reino Fungi) de
Protoctista, estableció finalmente una clasificación en cinco reinos que ha durado mucho.
Sin embargo, la definición de los reinos de Whittaker, que era sobre todo un ecólogo, se
basó excesivamente en los tipos de metabolismo.

Clasificación clásica[editar]
Para una clasificación moderna, véase Protista y Protozoa (reino)
La clasificación tradicional más conocida, divide a Protozoa en cuatro grupos, tal
como reseñan Bütschli 1880,5 Delage & Hérouard 1896, Hartog 1906, Jahn & Jahn
1949 y Mackinnon & Hawes 1961, dominante en los textos de Zoología, trata a los
protozoos como un sólo filo dividido en cuatro clases basadas sobre todo en el modo
de locomoción. Debido a que todas estas formas se desarrollan por evolución
convergente, las clases son en realidad complejos grupos polifiléticos:

• Rizópodos o sarcodinos (Rhizopoda, Sarcodina). Son los


protozoos ameboides (como las amebas), que se desplazan por medio
de pseudópodos, es decir, formando apéndices temporales desde su superficie y
como proyección del citoplasma. Los pseudópodos son deformaciones del
citoplasma y de la membrana plasmática que se producen en la dirección el
desplazamiento y que arrastran tras de sí al resto de la célula. Los pseudópodos
también son utilizados para capturar el alimento, que engloban en el interior, en el
proceso llamado fagocitosis. Según los pseudópodos sean muy gruesos o muy
delgados, son de dos tipos: con lobopodios (gruesos) como Lobosea (Amoebozoa)
y con filopodios diversos generalmente acompañados de un exoesqueleto con
microtúbulos y son tales como: radiolarios, foraminíferos, nuclearias, heliozoos y
otros. Pueden generar enfermedades conocidas como amebiosis.

• Ciliados (Ciliophora, Ciliata, Infusoria). Éste es el grupo tradicional que más se


identifica como grupo natural en las clasificaciones modernas con
la categoría de filo; aunque las opalinatas que son cromistas también encuadran
dentro de este concepto. Aparecen rodeados de cilios y presentan una estructura
interna compleja pero análoga a los flagelos, los cuales también se relacionan
con citoesqueleto y centriolos. El paramecio (género Paramecium) es un
representante muy popular del grupo. Además, los cilios son filamentos cortos y
muy numerosos que con su movimiento provocan el desplazamiento de la célula.

• Flagelados o mastigóforos (Mastigophora, Flagellata). Se distinguen por la


posesión de uno o más flagelos. Los flagelos son filamentos más largos que los
cilios cuyo movimiento impulsa a la célula. Suelen presentarse en un número
reducido. Las formas unicelulares desnudas (sin pared celular), dotadas de sólo
uno o dos flagelos, representan la forma original de la que derivan todos
los eucariontes. Por eso son tantos y tan variados los protistas diferentes que
encajan en este concepto. Las plantas por ejemplo derivan ancestralmente de
protozoos biflagelados que adquirieron los plastos por endosimbiosis con
una Cyanobacteria. Varios protozoos portan plastos y son por lo tanto autótrofos o
mixótrofos como los dinoflagelados y euglenas. Los Metamonada tienen dos o
múltiples flagelos, son anaerobios y en su mayoría simbiontes o parásitos de
animales. Entre los uniflagelados están los coanoflagelados, ancestrales de los
animales y los quitridios, ancestrales de los hongos.
• Esporozoos (Sporozoa). Parásitos con una fase de esporulación (división múltiple)
y sin mayor movilidad. Hay varios grupos distintos sin mayor relación y no son
todos protistas, sino que también hay animales y hongos. El ejemplo más
conocido es el plasmodio (género Plasmodium), causante de la malaria y que
pertenece al grupo de los apicomplejos, grupo más conocido que suele reservar
para sí el nombre de Sporozoa. Los Haplosporidios se les considera parte
de Cercozoa. A estos dos grupos se les ha reunido durante mucho tiempo bajo el
nombre de Cnidosporidios. Los Ichthiosporea son un grupo más reciente y están
dentro de Choanozoa. Los microsporidios están ahora adscritos al reino Fungi y
los mixosporidios o mixozoos al reino Animal.
Por otro lado, Honigberg & col. (1964),6 divide a Protozoa en cuatro
subfilos: Sarcomastigophora, Sporozoa, Cilophora y Cnidospora; este último que
agrupaba a mixozoos y microsporidios.

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