Está en la página 1de 16

Alteraciones del procesamiento

fonológico en el habla: patrones de


error y modelos. Una revisión
M. L. SÁNCHEZ BERNARDOS
Universidad Complutense de Madrid

Resumen
El estudio de las alteraciones fonológicas presentes en el habla de pacientes que han padecido
lesiones cerebrales constituye uno de los temas centrales en el estudio de la patología del len-
guaje. Aunque fueron detectadas desde muy al principio de la configuración del campo de es-
tudio, es a finales de los años sesenta cuando las alteraciones fonológicas comienzan a ser abor-
dadas a través del análisis del propio output de los pacientes. Ello ha permitido establecer los
distintos patrones selectivos de alteración en las diferentes categorías clínicas, así como explicar
dichos patrones a la luz de las propuestas explicativas generadas en el estudio del procesamien-
to normal del lenguaje. El presente artículo revisa los principales hallazgos y su explicación a
través de los modelos más pertinentes.

Abstract
The study of phonological impairments displayed in the speech of aphasic patiente is one of
the most prominent topics of the pathology of language. Althougt these impairments were
known since the first moment aphasia becomes matter of study, it was not until 60's that they
were analyzed using the own patien's output. In this way, it has been possible to distinguish
different selective patterns of impairment across clinical categories and to explain them through
the various models generated in the study of normal processing of language. This paper re-
views the principal findings and its explanation through the most relevant models.

Agradecimientos: Queremos agradecer la participación del Prof. José E. García-Albea como


Director de la Tesis Doctoral a partir de la cual se ha elaborado la presente revisión. Este tra-
bajo ha sido financiado en parte con la beca PB 87-0531 (DGICYT).
Dirección de la autora: Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Psicología. Dpto.
de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Campus de Somosaguas, 28023 Ma-
drid.

Recibido en noviembre de 1988. Estudios de Psicología, 1990, 41, 95-110


96
Un hecho bien conocido desde finales del siglo pasado, es la tendencia
que los pacientes afásicos manifiestan a producir emisiones anómalas en su
«output». Fue S. Freud, en su pionera monografía de 1891 sobre la afasia,
quien llamó la atención sobre este hecho y le puso nombre: «Por parafa-
sia (1) debemos entender un trastorno del lenguaje en el cual la palabra
apropiada es reemplazada por otra menos apropiada, la cual no obstante
conserva aún cierta relación con la palabra correcta» (pág. 38) (2).
Estas emisiones anómalas se producen tanto si el paciente está hablan-
do espontáneamente, como si responde a las preguntas del examinador,
nombra objetos o repite aquello que se le dice. Asimismo, otra observa-
ción común es que tales emisiones parecen mostrar un amplio abanico de
posibilidades. Así, supongamos que el examinador pregunta: ¿De qué co-
lor es el carbón?, (pasando por alto el hecho de que los paciente podrían
responder adecuadamente o no responder en absoluto) distintos paciente
pueden dar diferentes respuestas entre las que podrían estar las siguientes:
(a) «blanco», (b) «begro», (c) «¿El gorsón?... pues noire». A partir de es-
tos ejemplos parece claro que las dificultades del sujeto que contesta «blan-
co» no son las mismas que las del que responde «begro», ni de las del que
pregunta por el «gorsón» y termina respondiendo «noire». Mientras que el
primer caso nos llevaría a plantear las dificultades para encontrar palabras
relacionadas con el significado de los elementos léxicos (la «relación» entre
la palabra emitida y la palabra correcta a la que se refería Freud, es de na-
turaleza semántica), los casos segundo y tercero nos introducen directa-
mente en el tema de las alteraciones fonológicas, objeto del presente trabajo.
El objetivo de este artículo es revisar los principales resultados obteni-
dos por los estudios llevados a cabo sobre las alteraciones fonológicas pre-
sentes en el habla de los pacientes afásicos; así como relacionar dichos re-
sultados con algunos de los modelos del procesamiento del lenguaje que pa-
recen más pertinentes a la explicación de dichas alteraciones.

LAS PARAFASIAS LITERALES O FONÉMICAS

Una parafasia literal, o fonémica, es toda adición, omisión, sustitución


o transposición de fonemas dentro de una palabra. El resultado suele ser
una pseudopalabra, esto es, una secuencia de sonidos que no pertenece a la
lengua del hablante pero sigue pareciéndose a la palabra pretendida (a la
que en adelante llamaremos «target»). Los siguientes son algunos ejemplos
de parafasias literales emitidas por pacientes afásicos: marodo por «mora-
do», babril por «abril», espantapájoros por «espantapájaros», tu//illo por
«tobillo», chitjeras por «tijeras» (3). Las parafasias literales afectan a pala-
bras de clase abierta (nombres, verbos y adjetivos). Conviene señalar que
los meros trastornos de articulación no se consideran parafasias fonémicas
(si bien es posible que algunos pacientes emitan parafasias fonémicas que,
además, estén mal articuladas).
Uno de los puntos más llamativos en el estudio de las emisiones de los
pacientes fue constatar que las emisiones de los pacientes diagnosticados
con afasia de Broca y de aquellos otros diagnosticados con afasia de Con-
ducción eran muy semejantes. Este dato no sería muy llamativo de por sí,
97
si no fuera porque la afasia de Broca es una afasia «anterior» y «no fluida»,
mientras que la de Conducción es «posterior» y «fluida».
La constatación de la semejanza entre los transtornos anómicos de uno
y otro tipo de afasia data de los arios setenta. Lecours (1974) y Hecaen y
Albert (1978) las pusieron juntas al considerarlas el primero como un
«transtorno de la segunda articulación» (realización fonémica) y como «afa-
sias expresivas» los segundos.
Las preguntas que subyacen parecen ser: ¿cómo es que afasias tan di-
ferentes se muestran en este aspecto concreto tan semejantes?, ¿es posible
encontrar un patrón en cada uno de estos tipos de afasia en- cuanto a la di-
ficultad para encontrar palabras se refiere? y, en última instancia, ¿tradu-
cen las emisiones de estos pacientes el malfuncionamiento del mismo me-
canismo de procesamiento del lenguaje, o traducen alteraciones de meca-
nismos diferentes?

Patrones

La búsqueda de regularidades en el estudio de los transtornos fonoló-


gicos en el habla de los pacientes afásicos ha seguido dos líneas de trabajo
complementarias e interdependientes. La primera de ellas es el análisis de
los tipos de error que cometen distintos pacientes, la segunda está relacio-
nada también con los tipos de error, pero además examina en qué medida
el sujeto tiene información sobre el «item» que no logra producir correc-
tamente. A continuación revisaremos cada una de ellas.
Uno de los primeros intentos por detectar un patrón en el «output» afá-
sico es el de Blumstein (1973) que llevó a cabo un estudio con 17 pacientes
(Broca, Wernicke y Conducción) en el que comparó las emisiones erróneas
que hacían en una tarea de habla espontánea. Desde el punto de vista cuan-
titativo no se observaron diferencias dignas de ser tenidas en cuenta: las pro-
porciones relativas de errores eran muy semejantes para los tres tipos de
afasia. Tampoco parecía haber diferencias en términos del tipo de error (los
tipos más frecuentes eran sustitución de un fonema por otro, y simplifica-
ción de grupos consonánticos). Aunque los resultados no fueron muy alen-
tadores, este estudio inauguró el análisis del «output» en pacientes afásicos,
frente a los trabajos anteriores más interesados por detectar qué variables
del «target» hacían difícil su recuperación (p. ej., Goodglass, Klein, Carey
y Jones, 1966; Goodglass, Hyde y Blumstein, 1969).
El problema fundamental del estudio de Blumstein radica en que la au-
tora descartó del análisis muchos datos «irreconocibles», esto es, emisiones
espontáneas del sujeto que, precisamente por el hecho de utilizar una tarea
de habla espontánea, no pueden ser utilizadas tomando como punto de re-
ferencia la palabra «target» ya que el examinador la desconoce.
Con este primer trabajo se plantea la necesidad de analizar el material
a partir de tareas en las que el examinador controla el «target». Así, cono-
ciendo éste, en la mayoría de las ocasiones será posible estimar en qué me-
dida el error se aleja de él, mientras que en la situación de habla espontá-
nea, el «target» es sólo accesible al sujeto con la consiguiente dificultad para
determinar si lo dicho por éste corresponde o no con la intención. Ello no
significa desterrar de los análisis el material recogido en la situación de ha-
98
bla espontánea, ya que es importante tomar muestras de habla espontánea
para comprobar en qué medida el rendimiento del sujeto difiere de una si-
tuación en la que puede hablar sin limitación alguna a otra en la que tiene
que limitarse a decir aquello que el examinador le indica.
Un trabajo semejante al de Blumstein, pero, utilizando el japonés como
idioma de estudio, es el de Monoi, Fukusako, Itoh y Sasanuma (1983) en
el que compararon la actuación de afásicos de Broca y de Conducción a
partir de la frecuencia relativa de errores que afectaban a vocales y conso-
nantes, y a partir del tipo de errores en tareas de repetición y denomina-
ción. Los resultados obtenidos parecen apuntar a una serie de parámetros
que marcan la diferencia entre ambos grupos clásicos. Los afásicos de Con-
ducción cometían sobre todo errores de transposición y sustitución de fo-
nemas, tanto en consonantes como en vocales, mientras que los pacientes
de Broca hacían más sustituciones que afectaban sobre todo a las conso-
nantes. El porcentaje de errores siempre era mayor en los Broca en ambas
tareas.
Estos resultados llevaron a concluir que los errores de transposición,
presentes en la afasia de Conducción, son índice de déficit en el procesa-
miento fonológico, esto es, en lo que se refiere a la selección y secuencia-
ción adecuada de fonemas. Por su parte, los resultados obtenidos con los
afásicos de Broca, indicarían un deterioro en el nivel de programación ar-
ticulatoria que afectaría más a la articulación de las consonantes que a la
de las vocales. En estos pacientes, el deterioro sería, además de fonológico,
de naturaleza fonética. El trabajo de los autores japoneses que acabamos
de esbozar arroja unos resultados semejantes a los obtenidos en inglés un
poco antes por Trost y Cantes (1974) y Burns y Canter (1977). En el es-
tudio de los primeros se había puesto de manifiesto que la frecuencia de
ocurrencia de fonemas en inglés estaba significativamente correlacionada
con la precisión articulatoria de sujetos con «apraxia del habla» (afasia de
Broca). Mientras que, en el trabajo de Burns y Canter, se observó que di-
cha correlación no existía en sujetos con lesión posterior y «output» para-
fásico (que podríamos identificar con los afásicos de Conducción) en los
cuales se supone que no hay déficit en la etapa de codificación motora del
habla.
Más recientemente, Canter, Trost y Burns (1985) han intentado aclarar
en qué medida el patrón de habla de la afasia de Broca (a la que denominan
«apraxia del habla») difiere del patrón observado en la afasia de Conduc-
ción (grupo de «parafasias fonémicas»). El análisis del «otuput» de estos su-
jetos reveló que ambos grupos tenían más dificultad con las consonantes
(tanto aisladas como en grupos) en la tarea de nombrar dibujos que en la
de repetición. Si bien el orden de dificultad en términos del porcentaje de
errores era el mismo para los dos grupos (lo más fácil eran las vocales, lue-
go las consonantes, y lo más difícil los grupos consonánticos), se observó
cierto patrón diferencial. Esto es, al grupo de Broca le resultaba más difícil
las consonantes en posición inicial (tanto aisladas como en grupos), y al gru-
po parafásico, las consonantes en posición final. De nuevo se observó que
el tanto por ciento de errores cometido por los pacientes de Broca era ma-
yor y que la complejidad articulatoria influía más en ellos que en los afá-
sicos de Conducción.
Por lo que respecta al tipo de error, en el grupo llamado «parafásico»
99
dominaban los errores de secuenciación mientras que en el grupo de los
Broca abundaban las distorsiones de fonemas. Los errores de sustitución
eran, no obstante, la forma de error más frecuente en ambos grupos. A la
vista de sus resultados, los autores mantienen que el análisis fonológico es
un buen instrumento sensible a diferenciar entre tipos de afasia.
Junto a este bloque de resultados, se encuentran los aportados por una
segunda línea de trabajo complementaria: el análisis del conocimiento de
que dispone el paciente sobre aquello que no logra emitir correctamente.
Con el estudio de Brown y MacNeill (1966), con sujetos normales, que-
dó patente que aunque en ocasiones las palabras no se pueden recuperar,
es posible acceder a ciertas propiedades formales de ésta; se trata del cono-
cido fenómeno de «tenerlo en la punta de la lengua». En el caso de los pa-
cientes afásicos, el estudio de dicho fenómeno conlleva un problema me-
todológico, ¿cómo hacer para que el sujeto nos proporcione la informa-
ción que tiene disponible de un elemento léxico que no puede producir?
Dos han sido las estrategias empleadas para hacer frente a este problema.
La primera es la que utilizaron Goodglass, Kaplan, Weintraub y Acker-
man (1976). En síntesis, consiste en presentar dibujos al paciente para que
los nombre, cuando el sujeto falla se le pide que identifique la letra inicial
en un alfabeto y que indique el número de sílabas que contiene elemento
léxico en una tarjeta marcada con puntos separadas por barras (p. ej.,
--/-por «casa»). Con este procedimiento los autores encontraron que los
cuatro grandes grupos clásicos de afasia (Broca, Wernicke, de Conducción
y Anómica) tenían aproximadamente el mismo número de errores de de-
nominación. Sin embargo, los afásicos de Conducción disponían de mucho
más conocimiento sobre la palabra que no podían producir que los Wer-
nicke y Anómicos. Estos últimos tenían muy poca información sobre el nú-
mero de sílabas o la letra inicial. En general, todos los pacientes eran me-
jores en identificar la letra inicial que en identificar el número de sílabas.
La segunda estrategia de investigación es la que tiene en cuenta la
«aproximación al target», esto es, los intentos repetidos que el sujeto lleva
a cabo para acercarse cada vez más a la emisión del elemento pretendido.
Joanette, Keller y Lecours (1980) estudiaron la conducta de aproximación
de afásicos de Broca, Wernicke y Conducción a lo largo de una serie de
tareas (nombrar dibujos, lectura y repetición de palabras) y observaron que
si bien todos los grupos exhiben dicha conducta, el grupo de los afásicos
de Conducción es el que más consigue acercarse al elemento pretendido.
Los mismos tres grupos se incluyeron en el trabajo de Kohn (1984) en
el que se utilizó como unidad de análisis secuencias de intentos en las que
éstos tienen alguna relación fonológica con la palabra pretendiad (parafa-
sias fonémicas, neologismos, fusiones de palabras de naturaleza fonológica,
fragmentos de palabra, etc.). Los resultados de esta autora ponen de mani-
fiesto, en primer lugar que las secuencias fonémicas muestran estabilidad a
lo largo de los diversos intentos, (p. ej., /spaeragats, spaeragas, spaeragas,
spaeraga por «asparagus» (Kohn, 1984); momodeilio, momodilio, modilio,
domedelio, dromedelio por «dromedario») y, en segundo lugar, que el afá-
sico de Conducción muestra más secuencias que el de Broca y Wernicke
y además son más largas en términos del número de intentos incluidos en
cada una de ellas. Dichos resultados constituyen para Kohn un indicador
indirecto que el afásico de Conducción tiene más información sobre el ele-
loo
mento pretendido que los demás afásicos y cierta conciencia de su error,
aunque la mayor parte de las veces no tenga mucho más éxito para corre-
girlo que los otros tipos de pacientes.

Modelos explicativos
Los modelos más influyentes en la explicación de las parafasias literales
(en general y de la afasia de Conducción en particular) han sido el modélo
clásico de desconexión (Canter, Trost y Burns, 1985), derivado de las pri-
meras propuestas de los «constructores de diagramas» (Wernicke y Licht-
heim, fundamentalmente), y el modelo de producción de Garrett (1980,
1982), del que se han derivado los modelos más específicos que veremos.
Estos modelos permiten contemplar las parafasias fonémicas en relación a
otros tipos de emisiones anómalas relacionadas con los aspectos formales
de las palabras.
Para el modelo clásico de desconexión las parafasias fonémicas del afá-
sico de Conducción se explicarían en función de una desconexión anató-
mica entre el área de Wernicke (representaciones fonológicas) y el área de
Broca (representaciones motoras). Esta forma de explicación asume una pri-
mera etapa de procesamiento en la que se recuperaría el patrón fonológico
del elemento léxico, en esta primera etapa tendría un papel crucial el área
de Wernicke. Dicho patrón se transmitiría al cortex anterior en el que el
área de Broca habría de traducir dicho patrón fonológico en una represen-
tación motora que, a su vez, seleccionaría el patrón de movimientos arti-
culatorios adecuados y enviaría, por último, las instrucciones pertinentes a
los órganos periféricos de producción del habla.
Según este modelo, la lesión anterior daría lugar a errores de selección
de fonemas y a errores fonéticos. Los errores de secuenciación, por su par-
te, indicarían un déficit en la recuperación de la forma fonológica de la pa-
labra, a la vez que supondrían un sistema de codificación motora intacto,
como se desprende de la facilidad con la que muchos parafásicos emiten las
palabras. Parece que estos grupos no difieren entre sí encuanto a la presen-
cia-ausencia de tipos de error, sino en función de la distribución de los mis-
mos.
En esta misma línea, Blumstein, Baker y Goodglass (1977) han sugeri-
do que el patrón de habla observado en los afásicos de Conducción podría
representar la posición central en un continuo de conductas fonológicas,
mientras que los patrones tipificados como propios de Broca y de Wernic-
ke ocuparían los puntos extremos. Una afirmación semejante, desde una
perspectiva neuroanatómica, es la de Damasio y Geschwind (1984) quienes
a partir de la revisión de diversos estudios sobre los correlatos anatómicos
de la afasia de Conducción afirman que este es un «síndrome intermedio
entre las afasias de Broca y Wernicke. La situación estratégica de la lesión
total o parcial, bien sea del área de Broca o de Wernicke, da lugar a una
notable preservación de la comprensión auditiva y de la producción del ha-
bla» (pág. 134).
El modelo de Garrett da cuenta tanto de la producción de palabras ais-
ladas como de oraciones y consta de 5 niveles de representación (nivel de
mensaje, nivel funcional, nivel posicional, nivel fonético y nivel articulato-
rio). Para los objetivos presentes, lo más interesante son las operaciones
1 01
que tienen lugar a partir del nivel funcional. Una vez recuperado el signi-
ficado de los elementos léxicos en el nivel de representación funcional, se
procede a: a) el establecimiento del marco sintáctico (especificación de la
entonación de la frase y de los morfemas de clase cerrada libres y ligados);
b) recuperación de las formas léxicas, y c) asignación real de las palabras
de clase abierta a sus lugares específicos. Es importante tener en cuenta que
tal como se propone el modelo, el marco sintáctico establecido en el nivel
posicional contiene espacios vacíos que serán ocupados por los elementos
de clase abierta en una fase posterior. Esto es, los elementos de clase cerra-
da se sitúan en su posición antes de seleccionar y situar los elementos de
clase abierta. Este es el punto importante para entender las parafasias foné-
micas.
Buckingham (1981) señala que las parafasias fonémicas ocurren durante
la selección y ubicación de los elementos de clase abierta en los marcos de-
terminados en el nivel posicional, esto es, en la fase (c). Esta explicación
serviría, además, como argumento explicativo acerca de la inexistencia de
parafasias fonémicas en «items» de clase cerrada que ya fuera puesta de ma-
nifiesto por Blumstein. La razón, según el modelo de Garrett, es que las
palabras funcionales están ya ocupando sus posiciones en el marco, perte-
necen a otro mecanismo distinto, presumiblemente intacto. El mismo
Garrett (1984) sugiere que el problema del afásico de Conducción estriba
en el proceso de acceder totalmente a la forma de las palabras, que se re-
cupera en el nivel posicional, a partir de la recuperación de su significado.
Para reforzar este argumento apela a los resultados obtenidos por Good-
glass y cols., sobre el fenómeno de «tenerlo en la punta de la lengua» que
hemos expuesto anteriormente. El afásico de Conducción recupera el sig-
nificado del elemento léxico y sólo parcialmente su forma.
Las parafasias fonémicas representan, pues, una ruptura del procesa-
miento entre el nivel funcional y el nivel posicional, mientras que otras pro-
ducciones anómalas supondrían la alteración de otros mecanismos. Así, las
emisiones del afásico de Broca consistirían en una combinación de trans-
tornos fonológicos y fonéticos.
Un modelo que da cuenta de manera más específica de las parafasias fo-
némicas es el modelo de Shattuck-Hufnagel (1979). Dicho modelo podría
considerarse intercadado entre los niveles funcional y posicional del mo-
delo de Garret ya que postula mecanismos necesarios para la selección y
ubicación de los elementos de clase abierta.
El modelo de Shattuck-Hufnagel postula, en primer lugar, un «meca-
nismo de copia» (scan-copier) cuya misión será asegurar que la emisión va
a ser un reflejo de aquello que se representó y que opera sobre el elemento
léxico mientras éste se encuentra en algún tipo de «retén» o almacén de me-
moria operativa. Y, en segundo lugar, un «monitor» que registra los ele-
mentos que ya han sido copiados y, por tanto aseguraría que, una vez los
elementos se han copiado en su orden de produción, ya no se copian más.
Esto es, eliminaría de la memoria a corto plazo los segmentos ya utilizados
e impediría la aparición de secuencias fonológicas anómalas.
Durante el proceso de selección, el mecanismo de copia podría hacerse
muy sensible a: a) el conjunto de segmentos fonológicos semejantes a aquel
que se está copiando, hecho que daría lugar a la aparición de una parafasia
fonémica en la que el «target» y el «output» tienen mucho en común; b) a
102
las ocurrencias repetidas en el retén del segmento que se está copiando (en
circunstancias normales, el monitor podría evitar estos errores de copia,
pero en algunos casos de afasia, el mal acoplamiento de este mecanismo po-
dría dar lugar a errores de movimiento, sobre todo perseveraciones (Buc-
kingham, 1985), y c) a qué segmentos son vocales y cuáles consonantes,
de este modo, las vocales se sustituirán por vocales y las consonantes por
consonantes.

Léxico

Monitor
Formas
fonológicas

Orden de
Mecanismo producción
de
copia

FIGURA 1

Modelo de Shattuck-Hufnagel (1979)

En la base de esta propuesta, se encuentra la idea de que para que este


macanismo funcione, el sujeto tiene que recuperar, al menos parcialmente
la forma del elemento léxico en cuestión.
Un modelo muy similar al anterior, pero con un desarrollo mayor en
lo que se refiere a los procesos postléxicos, es el modelo de producción de
palabras aisladas de Kohn (1984) basado en un léxico o almacén de repre-
sentaciones abstractas de las palabras a partir del cual se recupera, en pri-
mer lugar, el significado de los elementos léxicos y, a continuación, su for-
ma fonológica. A partir de este punto, la información recuperada del léxi-
co, en forma de representaciones fonológicas, se transmite a la memoria
operativa donde se mantiene mientras tiene lugar las etapas siguientes: por
una parte, la etapa de «programación prearticulatoria» convierte las repre-
sentaciones fonológicas en secuencias de elementos específicas; a su vez, el
«output» de esta estapa se transforma en órdenes motoras concretas en la
103
etapa siguiente o de «programación articulatoria». Según este modelo, un
déficit en la etapa de programación prearticulatoria daría lugar a parafasias
fonémicas bien articuladas, tales como las que manifiesta el afásico de Con-
ducción y el de Wernicke. En cambio, si el déficit afecta a la etapa de pro-
gramación articulatoria, su manifestación sería la producción propia del afá-
sico de Broca.

Léxico

Memoria
«Input» operativa

Programación
prearticulatoria

Programación
aruculatoria

1
«Output»

FIGURA 2

Modelo de producción de palabras aisladas (Kohm, 1984)

Como se ve, el modelo de Kohn sugiera procesos de «feedback» entre


la memoria operativa y las etapas postléxicas o previas a la realización mo-
tora (programación prearticulatoria y programación articulatoria). En este
marco, una secuencia fonémica se entendería como un intento por acceder
a la información contenida en el léxico que iría seguido de intentos repeti-
dos para dar con el programa articulatorio correcto; el mecanismo volvería
en repetidas ocasiones a la información mantenida en la memoria operati-
va. Esta funcionaría como un retén a corto plazo de naturaleza verbal se-
mejante al propuesto por Shattuck-Hufnagel. Aunque en el modelo de
Kohn las secuencias fonémicas se explican como trastornos postléxicos, no
se excluye la posibilidad de que algunas de dichas secuencias se debieran a
trastornos de recuperación léxica.
La estabilidad de las secuencias fonémicas a que nos hemos referido an-
tes, vendría a indicar, por un lado, un buen funcionamiento de la memoria
104
operativa capaz de mantener la información durante el tiempo que el suje-
to emite la secuencia y, por tanto, el déficit correspondería a una etapa pos-
terior del modelo.
Por otro lado, la estabilidad de las secuencias sugiere que el mecanismo
de control del habla (monitoring) está relativamente preservado ya que per-
mite «comprobar» que lo dicho no corresponde a lo que se pretendía de-
cir. Algunas propiedades de este sistema de control del habla son las si-
guientes: En primer lugar, operaría tanto sobre le propio «output» como
sobre el «output» de los otros. En términos estructurales, este mecanismo
no es muy diferente del llamado «retén», un almacén a corto plazo que re-
coge secuencias de materiales lingüísticos codificados fonológicamente. Di-
cho mecanismo operaría sobre los «outputs» lingüísticos del nivel prearti-
culatorio, permitiría corregir los errores del hablante y podría ser depen-
diente del sistema de comprensión (Levelt, 1983). En segundo lugar, sería
sensible a segmentos de distinto tamaño, entre los que la sílaba ocupa lugar
de excepción. Una posible manifestación de esta sensibilidad a la sílaba se-
ría una especie de «silabificación» dentro de la palabra (frecuentemente ob-
servada en el afásico de Conducción) que el sistema llevaría a cabo para fa-
cilitar el control del propio «output». Y, por último, podria ser sensible
también al estatus no marcado de CV. Todos los pacientes afásicos tienden
a cometer todo tipo de error pero dejan intacta la estructura CV, sugirien-
do así que la forma CV es la forma silábica más estable.
El modelo, tal como está expuesto en la figura 2 permite, además, su-
gerir algunos correlatos neuroanatómicos. El funcionamiento de la memo-
ria operativa, esto es, el almacenamiento transitorio de las formas fonoló-
gicas, suele relacionarse con el lóbulo temporal (Ojemann, 1978). La etapa
de programación prearticulatoria se asocia con el área parietal; y, por últi-
mo, la fase de programación articulatoria, esto es, la fase que corresponde
a la codificación del lenguaje en órdenes articulatorias suele adscribirse al
lóbulo frontal (Damasio y Geschwind, 1984).

LOS NEOLOGISMOS

Para algunos autores (Ellis, Miller y Sin, 1983) los neologismos no cons-
tituyen una categoría distinta de las parafasias literales o fonémicas expues-
tas antes, como parece desprenderse del hecho de que utilicen el término
«neologismo» de manera genérica para referirse a ambas formas de emi-
sión. En nuestra opinión, existen características distintivas que justifican la
consideración de estas producciones erróneas por separado.
El neologismo es una palabra nueva, una pseudopalabra en realidad, sin
sentido, perfectamente articulada que respeta las constricciones fonológicas
de la lengua del hablante, es insconsistente, y el sujeto parece no tener con-
ciencia de su emisión. Ejemplos de neologismos quídigue por «quince», co-
larón por «azul», estematei por «insistir», alflados por «flecos», tíngulo
por «triángulo». Los neologismos constituyen la forma de expresión do-
minante en la afasia de Wernicke (Sánchez-Bernardos, Sánchez-Casas y
García-Albea, 1985), aunque también se manifiestan en menor medida en
otras afasias posteriores como la afasia de Conducción y la Anómica (Buc-
kingham, 1979).
105
La idea más generalmente aceptada sobre los neologismos es que su emi-
sión podría estar traduciendo la dificultad que el sujeto experimenta para
encontrar la palabra deseada; una estrategia para compensar un déficit de
la que, por supuesto, el sujeto no es consciente (Butterworth, 1979, 1985).
El interés de la investigación ha recaído en dos temas. Por un lado, las ca-
racterísticas de los neologismos y, por otro, su tipología. A continuación
revisaremos estos dos apartados.
A través de los distintos estudios que se han ocupado directamente de
analizar las características que presentan los neologismos emitidos por su-
jetos afásicos es posible extraer las siguientes conclusiones:
a) Casi sin excepción, los neologismos se ajustan a las constricciones
fonológicas de la lengua del hablante (Buckingham, Kertestz, 1976).
b) Aunque en ocasiones son irreconocibles, es posible establecer la ca-
tegoría gramatical a la que pertenecen ya que el contexto en el que se emi-
ten (palabras de clase cerrada) está preservado (Buckingham, 1979; Butter-
worth, 1979; Ellis et al., 1983).
c) La mayor parte de los neologismos sustituyen a palabras de clase
abierta, sobre todo nombres (Buckingham y Kertestz, 1976; Lecours y
Rouillon, 1976).
d) La frecuencia de uso parece ser una variable importante (Ellis et
al., 1983; Caramazza et al., 1983), de tal manera que los «items» de baja
frecuencia serían más susceptibles de dar lugar a la emisión de neulogis-
mos. En otras ocasiones, sin embargo, lo que se ha puesto de manifiesto
no es la importancia de la frecuencia de uso, sino, la longitud del elemento
léxico, al menos en lo que a la tarea de denominación escrita se refiere (Frie-
derici, Schoenle y Goodglass, 1981).
e) Los errores escritos se asemejan ortográficamente al «target», de la
misma forma que el neologismo emitido en el «output» oral comparte al-
gunas propiedades fonológicas con el «target». Tales errores escritos no
«suenan» como el «target», ni constituyen la transcripción de lo que el su-
jeto ha intentado decir.
f) En general, la tarea de denominación escrita está mejor conservada
que la oral (Hier y Mohr, 1977; Ellis et al., 1983; Caramazza et aL, 1983).
Es decir, el sujeto puede escribir palabras que es incapaz de producir oral-
mente. Sin embargo, también en ese punto los resultados son contradicto-
rios: Friederici et al. (1981) no encontraron en un sujeto diferencias signi-
ficativas entre denominación oral y escrita.
g) Aunque los sujetos con neologismos parecen rendir bien en tareas
de comprensión escrita (p. ej., emparejar dibujo-palabra), manifiestan un
déficit de comprensión auditiva, si bien el locus funcional de dicho déficit
sigue siendo incierto.
h) A pesar de la preservada capacidad para comprender palabras es-
critas, estos sujetos emiten neologismos cuando intentan leer palabras en
voz alta (Ellis et al., 1983; Caramazza et al., 1983).

Los distintos tipos de neologismos y su explicación


El segundo tema de interés para los estudiosos de los neologismos ha
sido el de clarificar cuántos tipos de neologismos se producen en el «out-
put» del paciente afásico e intentar explicarlos.
106
Una primera división importante es la que distingue entre neologismos
cuyo «origen» puede reconocerse fácilmente, y neologismos de «origen des-
conocido». Los primeros, llamados a veces fusiones (blends) o «híbridos»
(Lecours, 1982) parecen estar generados a partir de la codificación simul-
tánea de dos elementos léxicos. Estos elementos pueden estar relacionados
fonológicamente (apfe por «apfel + affe», Freud, 1891), o fonológica y se-
mánticamente (grisping por «gripping + grasping», Fay y Cutler, 1977), o
sólo relacionados semánticamente (heresy por «heritage + legacy», Fay y
Cutler, 1977). Estos neologismos no representan en sentido estricto difi-
cultad para encontrar palabras.
Frente a estos, los neologismos de «origen desconocido» (véase los ejem-
plos citados al principio de este apartado) son aquéllos en los que no es po-
sible detectar claramente su composición y constituyen el material funda-
mental a partir del cual se han extraído las conclusiones que hemos expues-
to anteriormente. Este segundo bloque de neologismos podría subdividir-
se, a su vez, en dos categorías: neologismos relacionados con palabras rea-
les y neologismos relacionados con neologismos (tipo A y B respectiva-
mente, Butterworth, 1985). El siguiente esquema resume las distintas cate-
gorías expuestas:
— Neologismos generados a partir de la codificación simultánea de dos
elementos léxicos con relación:
• Fonología.
• Semántica.
• Fonología y Semántica.
— Neologismos de «origen desconocido»:
• Relacionados con palabras reales (tipo A).
• Relacionados con otros neologismos (tipo B).
Si el neologismo se considera una emisión para rellenar el vacío de un
elemento léxico al que no se consigue acceder totalmente, cabría esperar
que se produjera en aquellos puntos en los que el «item» léxico apropiado
no está disponible, esto es, inmediatamente después de las pausas que se
supone son los puntos en los que ha tenido lugar una búsqueda léxica in-
fructuosa (veánse los trabajos de Goldman-Eisler sobre las pausas). Con
esta idea, Butterworth analiza el caso de K. C. un paciente con neologis-
mos en una tarea de denominación de dibujos y de habla espontánea.
No es arriesgado afirmar que el estudio de Butterworth sobre las emi-
siones de un paciente tipo Wernicke constituye uno de los elementos clave
de los últimos diez arios en el tema que nos ocupa.
Dos son los elementos cuya relación interesan a Butterworth, a saber,
las pausas del «output» del paciente, y el tipo de error que comete: para-
fasias semánticas y neologismos (relacionados con palabras reales y relacio-
nados con otros neologismos). Para explicar este último grupo, Butterworth
postula un mecanismo que genera fonemas al azar seleccionándolos del in-
ventario de la lengua del hablante y los engarza respetando las restricciones
fonológicas de la misma. Tras esta operación, los almacena en un retén has-
ta que llega el momento de incluirlos en el «output». Una vez emitido, el
neologismo permanece en dicho retén disipándose lentamente. Cuando la
107
Buscar en el léxico
fonológico

CICC.C< ( < (« IC C

NO Parar
búsqueda
H.5 Comprobar
si adecuada
cacc««««

Neologismos
Tipo A
NO
Rellenar I ¿Adecuada?
huecos
SI
1'

NO SI

Utilizar Neologismos
Tipo B
mecanismo
generación
,Output»

FIGURA 3
Mecanismo explicativo de la generación de neologismos (Butterworth, 1979, 1985)

búsqueda del siguiente elemento fracasa, el mecanismo se pone en marcha


de nuevo. En esta ocasión todavía pueden quedar en el retén algunos fo-
nemas de la emisión anterior. El nuevo neologismo hará uso de tales «re-
siduos», de tal forma que el «output» se parecerá al anterior. Si entre una
ocasión y otra transcurre un tiempo suficiente, todos los fonemas del retén
habrán desaparecido y entonces el neologismo no se parecerá al anterior.
Los resultados muestran que las pausas previas a las parafasias semán-
ticas son significativamente más cortas que las que preceden a los neolo-
gismos relacionados con palabras reales, y éstas, a su vez, más cortas que
las que preceden a los neologismos generados por el mecanismo hipoteti-
zado. Parece, pues, que la longitud de la pausa depende de la cantidad de
información fonológica que el paciente pueda recuperar. Cuanta menos in-
formación esté disponible, más larga es la pausa.
La Figura 3 es un bosquejo de una estrategia del siguiente tipo: supon-
gamos el caso de un paciente que recupera el significado de la palabra que
está buscando. Ello le proporcionaría una dirección en el léxico fonológi-
co. A partir de aquí hay varias posibilidades. Esto es, puede recuperar la
forma adecuada de la palabra correcta (trazo grueso, lo que equivale a un
108
período de latencia medio de 80 msegs.), el resultado es una respuesta
correcta. Si recupera la forma adecuada pero de un elemento léxico in-
correcto, el resultado es una parafasia semántica (tiempo medio de
135 msegs.). Si no puede recuperar una palabra completa, sino tan solo una
parte del «target», entonces hay que rellenar el hueco. En tal caso, la emi-
sión resultante será un neologismo a partir de palabras reales (trazo fino,
neologismos tipo A: 295 msegs.). Pero, si ni siquiera puede recuperar un
fragmento del elemento léxico, entonces se pone en marcha el generador
de neologismos (trazo discontinuo, neologismo tipo B: 494 msegs.). Las di-
ferencias en latencia se deben a que las últimas opciones operan sólo cuan-
do las primeras han fracasado.
Finalmente, la emisión de neologismos puede considerarse como un in-
dicador de la dificultad que experimenta el sujeto para supervisar su propio
habla (monitoring; fallo de la unidad «comprobar si adecuada» en la Figu-
ra 3.

CONCLUSIONES

En este trabajo hemos revisado dos grandes categorías de alteraciones


relacionadas con el aspecto fonológico de los elementos léxicos: las para-
fasias literales y los neologismos. Hemos omitido una tercera categoría de
emisiones, las llamadas «sustituciones de palabras basadas en la forma» (p.
ej., «montón» por «mantón», «contador» por «comedor») porque, además
de no existir un acuerdo sobre si se trata de parafasias literales que fortui-
tamente dan lugar a una palabra, son muy escasas las ocasiones en que tales
sustituciones aparecen en el «output» de los pacientes.
La inmensa mayoría de los estudios que se han ocupado de los déficits
fonológicos han analizado parafasias literales y neologismos. Las primeras
aparecen sobre todo en la afasia tipo Broca y tipo Conducción, los segun-
dos en la afasia tipo Wernicke. Lo que los resultados expuestos apuntan es
que ambas categorías de error parecen estar bien consideradas como alte-
raciones que se producen en alguna etapa posterior a la recuperación léxica
propiamente dicha del elemento en cuestión (recuperación del significado
y, posteriormente recuperación de la forma).
El hecho de que tanto las parafasias literales como los neologismos se
observen en una diversidad de tareas de producción del lenguaje puede con-
siderarse un indicador adicional de que los mecanismos afectados deben de
ser de una naturaleza tal que participen en todas estas tareas. Más intere-
sante, no obstante, es comprobar en qué medida tales mecanismos sirven
también al otro proceso en el que se manifiesta el lenguaje, a saber la com-
prensión (auditiva) del mismo. En este sentido, los resultados aquí expues-
tos apuntan una prometedora vía de investigación si bien todavía incipien-
te. Las secuencias de aproximación al target de los pacientes diagnosticados
como afásicos de Conducción (posterior, fluida y con buena comprensión)
han puesto de manifiesto la posibilidad de un retén que parece funcionar
adecuadamente, en la medida en que permite mantener la información, ob-
tenida previametne del léxico mental, a fin de volver en repetidas ocasiones
para comprobar si lo dicho corresponde con la información almacenada en
él. Una hipótesis plausible en que tal sistema de control sirviera tanto para
109
supervisar el propio habla como para almacenar transitoriamente el habla
de los demás, como primera etapa para la comprensión (auditiva). Frente
a esto, se ha sugerido que los neologismos de la afasia de Wernicke (pos-
terior, fluida y con mala comprensión) traducen un déficit para supervisar
el propio «output». Este déficit supondría, por el lado de la producción, la
emisión de neologismos y, por el de la comprensión, dificultades para com-
prender el «output» de los otros. Los estudios futuros darán respuesta a
estas cuestiones que ahora se plantean y a muchas otras que irán surgiendo
en el desarrollo de este campo de estudio.

Notas
(1) El subrayado es mío.
(2) El número de página corresponde a la fecha de la edición en español que figura en la
bibliografía.
(3) A menos que se especifique la fuente de donde se han tomado, deberá entenderse que
los ejemplos corresponden a emisiones reales de pacientes afásicos hablantes de español.

Referencias
BLUMSTEIN, S. (1973). A phonological investigation of aphasM's speech. The Hague: Mouton.
BLUMSTEIN, S.; BAKER, E., y GOODGLASS, H. (1977). Phonological factors in auditory com-
prehension in aphasia. Neuropsychologia, 15, 19-30.
BROWN, R., y MCNEILL, D. (1966). The «tip of the tongue» phenomenon. Journal of verbal
learning and verbal behavior, 5, 325-337.
BUCKINGHAM, H. (1979). Linguistics aspects of lexical retrieval disturbances in the posterior
fluent aphasias. En H. Whitaker y H. A. Whitaker (comps.): Estudies in Neurolinguistics.
Vol 4. Nueva York: Academic Press.
BUCKINGHAM, H. (1981). Where do neologisms come from? En J. W. Brown (comps.): Pers-
pectives in neurolinguistic, neuropsychology and psycholinguistics. Nueva York: Academic
Press.
BUCKINGHAM, H. (1985). Perseveration in aphasia. En S. Newman y S. Epstein (comps.):
Current perspectives in dysphasia. Londres: Churchill Livingstone.
BUCKINGHAM, H., y KERTESZ, A. (1976). Neologistic jargon aphasia. Amsterdam: Swets and
Zeitlinger.
BURNS, M. S., y CANTER, G. J. (1977). Phonemic behavior of aphasic patients with posterior
cerebral lesions. Brain and language, 4, 492-507.
BurrERwoRTH, B. (1979). Hesitation and the production of verbal paraphasias and neolo-
gisms in jargon aphasia. Brain and language, 8, 133-161.
BurrERwowni, B. (1985). Jargon aphasia processes and strategies. En S. Newman y R. Eps-
tein (comps.): Current perspectives in dysphasia. Londres: Churchill Livingstone.
CARTER, G., TROST, J., y BURNS, M. (1985). Contrasting speech patterns in apraxia of speech
and phonemic paraphasias. Brain and language, 24, 204-222.
CARAMAllA, A.; BERNDT, R., y BASILI, A. (1983). The selective impairment of phonological
processing: A case study. Brain and language, 18, 128-174.
DAMASIO, A. R., y GESCHWIND, N. (1984). The neural basis of language. Annual review of
neurosciences, 7, 127-147.
ELLis, A.; MILLER, D., y SIN, G. (1983). Wernicke's aphasia and normal language processing:
A case study in cognitive neuropsychology. Cognition, 15, 111-144.
FAY, D., y CUTLER, A. (1977). Malapropisms and the structure of the mental lexicon. Lin-
guistic Inquiry, 8, 3, 505-520.
FREUD, S. (1891). Uber aphasie. Viena: Deuliche [Nueva Visión, 1973].
FRIEDERICI, A.; SCHOENLE, P., y GOODGLASS, H. (1981). Mechanisms underlying writing and
speech in aphasia. Brain and language, 13, 212-222.
GARRETT, M. (1980). Levels of processing in sentence production. En B. Butterworth (comp.):
Language production. Vol. 1. Londres: Academic Press.
GARRErr, M. (1982). Production of speech: Observations from normal and pathological lan-
guage. En A. Ellis (comp.): Normality and pathology in cognitive functions. Nueva York:
Academic Press.
11O
GARRETT, M. (1984). The organisation of processing stnactures for language production: Ap-
plications to aphasic speech. En D. Caplan, A. Lecours y A. Smith (comps.): Biological
perspectives on language. Cambridge, Mass.: M.I.T. Press.
GOODGLASS, H.; HYDE, M., y BLUMSTEIN, S. (1969). Frequency, picturability and the avai-
lability of nouns in aphasia. Cortex, 5, 104-119.
GOODGLASS, H.; KAPALN, E.; WEINTRAUB, S., y ACKERMAN, W. (1976). The «tip of the ton-
gue» phenomenon in aphasia. Cortex, 12, 143-153.
GOODGLASS, H.; KLEIN, B.; CAREY, P., y JONES, K. (1966). Specific semantic word catego-
ries in aphasia. Cortex, 2, 74-84.
HECAEN, A., y ALBERT, M. (1978). Human neuropsychology. John Willey.
HIER, D., y MOHR, J. (1977). Incongrous oral and written naming. Bram and language, 4,
115-126.
JOANETTE, Y.; KELLER, E., y LECOURS, A. (1980). Sequences of phonemic approximations in
aphasia. Brain and language, 11, 30-44.
KOHN, S. (1984). The nature of the phonological disorder in conduction aphasia. Brain and
language, 23, 97-115.
LECOURS, A. (1974). Le cerveau et le language. L'union Medicale du Canada, 103, 232-263.
LECOURS, A. (1982). On neologisms. En J. Mehler, E. Walker y M. Garrett, Perspectives on
mental representations. Hillsdale, N. J.: Lea.
LECOURS, A., y ROUILLON, F. (1976). Neurolinguistics analysis of jargonaphasia and jargo-
nagraphia. En H. Whitaker y H. A. Whitaker (comps.): Studies in neurolinguistics. Vol. 2.
Nueva York: Academic Press.
LEVELT, W. (1983). Monitoring and selt-repair in speech. Cognition, 17, 41-104.
MONO!, H.; FUKUSAKO, Y.; IT0H, M., y SASANUMA, S. (1983). Speech sound errors in pa-
tients with Conduction and Broca's aphasia. Brain and language, 20, 175-194.
OJEMANN, G. A. (1978). Organization of short-term memory in language areas of human cor-
tex: Evidence from electrical stimulation. Brain and language, 5, 331-340.
SÁNCHEZ-BERNARDOS, M. L.; SÁNCHEZ-CASAS, R. M., y GARdA-ALBEA, J. E. (1985).
Aproximación neurolingüística al estudio de la producción en pacientes afásicos. Informes
de Psicología, 4, 215-222.
SÁNCHEZ BERNARDOS, M. L. (1988). La distinción forma-significado y su contribución al es-
tudio de la afasia anómica. Tesis Doctoral inédita Facultad de Psicología. Universidad
Complutense de Madrid.
SHATEUCK-HUFNAGEL, S. (1979). Speech errors as evidence for a serial order mechanisms in
sentence production. Quarterly Journal of Experimental Psychology, 35 A, 111-138.
TROST, J. E., y CANTER, G. J. (1974). Apraxia of speech in panents with Broca's aphasia: A
study of phoneme production accuracy and error patterns. Brain and language, 1, 63-79.

También podría gustarte