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ABRAHAM VALDELOMAR

Escritor peruano. Nació en la ciudad de Ica el 27 de abril de 1888 y murió en Ayacucho el


3 de noviembre de 1919. Abraham Valdelomar fue hijo de Anfiloquio Valdelomar Fajardo
y de Carolina Pinto. Siguió sus estudios primarios en la ciudad de Pisco y en la Escuela
Municipal Nº 3 de Chincha, y los secundarios en el Colegio Nacional de Nuestra Señora de
Guadalupe de Lima (1900-04), donde fundó la revista La Idea Guadalupana (1903) al lado
de su compañero Manuel A. Bedoya.

En 1905 Valdelomar se matriculó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero


dejó las clases al año siguiente para emplearse como dibujante en las revistas Aplausos y
silbidos, Monos y Monadas, Actualidades, Cinema y Gil Blas, donde también trabajó como
director artístico.

En 1909 publicó sus primeros versos de estilo modernista en la revista Contemporáneos y


al año siguiente decidió reanudar sus estudios, aunque la universidad nunca le interesó
mucho, y en 1913 terminó por abandonarla definitivamente.

En 1910, a raíz de un conflicto con Ecuador, Abraham Valdelomar sentó plaza de soldado
como integrante del "Batallón Universitario", formado por estudiantes de San Marcos, y
durante el acuartelamiento escribió una serie de crónicas bajo el título "Con la argelina al
viento" que fueron publicadas en El Diario y La Opinión Nacional de Lima entre abril y
junio de 1910, y que le valieron un premio por parte del Municipio de Lima;
posteriormente viajó con una delegación universitaria al sur del país, visitando Arequipa,
Cuzco y Puno.

El mismo año de 1910 aparecieron publicados los primeros cuentos de Valdelomar en las
revistas Variedades e Ilustración Peruana, y al año siguiente aparecieron por entregas en
las mismas revistas sus novelas cortas La ciudad de los tísicos y La ciudad muerta -donde
hizo manifiesta la influencia recibida por parte del escritor italiano Gabriele D´Annunzio-,
iniciando también su colaboración con el diario La Prensa de la capital peruana. En 1912
participó en la campaña presidencial de Guillermo Billinghurst, siendo elegido presidente
del Centro Universitario billinghurista, y, luego del triunfo de su candidato, llegó a ser
nombrado administrador de la Imprenta del Estado y director del diario oficial El Peruano
(X-1912 a V-1913).

Valdelomar renunció a ambos cargos luego de ser nombrado Segundo Secretario de la


Legación del Perú en Italia (12-V-1913), embarcándose con destino a Europa el 30 de
mayo. Después de pasar por Panamá, Cuba y Nueva York, llegó a Roma (7-VIII-1913),
asumiendo inmediatamente sus funciones. Su estancia en esta ciudad la aprovechó para
escribir una serie de artículos que bajo el nombre de "Crónicas de Roma" publicó en los
diarios limeños La Nación (XI-1913 a I-1914) y La Opinión Nacional (V-1914 a VII-
1914), pero definitivamente lo más importante de su estancia en Italia fue su participación
en el concurso literario organizado por La Nación con el cuento "El Caballero Carmelo",
que resultó ganador del primer premio (3-I-1914). Luego de enterarse del derrocamiento
del presidente Billinghurst, renunció a su cargo diplomático (6-II-1914) y regresó a Lima.

De nuevo en la capital peruana, y luego de una fugaz detención por conspirar contra el
nuevo gobierno (VI-1914), Valdelomar comenzó a trabajar como secretario personal del
polígrafo peruano José de la Riva-Agüero (1914-15). Bajo la influencia de Riva-Agüero
escribió su primer libro titulado La Mariscala (Lima, 1914), biografía novelada de
Francisca Zubiaga (1803-35), esposa del presidente Agustín Gamarra y figura importante
de la política peruana durante algunos años. Para entonces Valdelomar ya era un
colaborador frecuente de numerosas publicaciones limeñas como los diarios El Comercio y
La Crónica, y las revistas Balnearios, Mundo Limeño y Variedades, en las que publicaba
sus poemas, cuentos y artículos.

Sin embargo, su labor como periodista estuvo ligada al diario La Prensa, donde tuvo a
cargo la sección "Palabras" desde julio de 1915 hasta su alejamiento del diario en 1918.
También publicó en La Prensa sus "Crónicas frágiles", donde hizo conocido su seudónimo
de El Conde de Lemos; y los "Diálogos máximos", a manera de conversaciones entre dos
personajes, Manlio y Aristipo, a través de los cuales descubrimos las personalidades de
Valdelomar y del escritor José Carlos Mariátegui.

Abraham Valdelomar también publicó en el mismo diario sus crónicas tituladas


"Impresiones"; la columna "Fuegos fatuos", donde desplegó todo su humorismo e ironía; y
finalmente sus comentarios sobre la guerra mundial, aparecidos en 1917 bajo el rótulo de
"Al margen del cable". En 1917 ganó el concurso organizado por el Círculo de Periodistas
del Perú con su artículo "Ensayo sobre la sicología del gallinazo".

Valdelomar, quien a su regreso de Europa se había convertido en el líder de un grupo de


jóvenes escritores, decidió fundar su propia revista literaria, donde pudiera exponer los
trabajos que estuvieran acordes con los gustos literarios de la nueva generación que
representaba. Así, el 15 de enero de 1916 apareció el primer número de Colónida, revista
dirigida por Valdelomar que a pesar de su corta duración -sólo publicó cuatro números, el
último de mayo de 1916- tuvo una gran repercusión en el ambiente cultural peruano, al
punto que comenzó a hablarse de un "movimiento Colónida".

Sin embargo, la importancia de esta revista no puede ser magnificada. Se ha sostenido que
la revista pretendía ser una bandera de revolución estética y un intento de dar a conocer a
los nuevos escritores provincianos, pero es indudable que sus resultados no fueron siempre
los deseables. A pesar de todo, habría que reconocerle el mérito de rescatar del olvido la
figura de José María Eguren (1874-42), el primer escritor peruano que merece con justicia
el calificativo de poeta.

El mismo año se publicó el libro Las Voces Múltiples (Lima, 1916), que reunía poesías de
ocho escritores vinculados a Colónida, entre ellos Valdelomar. El libro recoge los poemas
"El hermano ausente en la cena de Pascua ..." y "Tristitia", considerados los mejores de su
producción poética, donde se describe el ambiente familiar y la sensación de ausencia y
soledad que embarga al poeta.

Posteriormente publicó los que serían sus últimos libros: Belmonte, el trágico, Ensayo de
una estética futura a través del arte nuevo (Lima 1918), sobre la filosofía estética del toreo
en Juan Belmonte -tema sobre el que confiesa no encontrarse versado-, y su exitoso primer
volumen de cuentos bajo el título de El Caballero Carmelo (Lima, 1918).

En enero de 1918 renunció a su puesto de redactor en La Prensa y comenzó una breve


colaboración con la revista Sud América. Es entonces cuando el escritor decide recorrer el
territorio peruano como conferenciante, para lo cual emprendió un viaje al norte del país
(V-1918 a XII-1918) visitando las ciudades de Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Piura, así
como diversos pueblos en los cuales dio charlas sobre temas estéticos, patrióticos y
sociales. Mientras, tanto había postulado a la diputación regional de Ica y, al ser elegido
para el cargo (24-VIII-1919), viajó a la ciudad de Ayacucho, sede del Congreso Regional
del Centro.

El 1º de noviembre de 1919 Abraham Valdelomar sufrió un accidente mientras participaba


en la segunda sesión preparatoria del Congreso, a consecuencia del cual murió al cabo de
dos días, siendo trasladados sus restos a Lima, luego de ser embalsamados. Póstumamente
se publicó Los hijos del sol (cuentos incaicos, Lima, 1921), conjunto de relatos escritos
alrededor del año 1910, y Tríptico heroico (Lima, 1921), libro de poemas patrióticos
dedicados a los niños de las escuelas del Perú. Su obra literaria, formada por los pocos
libros que publicó y sus trabajos que se encuentran desperdigados en numerosas
publicaciones periódicas, ha sido objeto de diversas recopilaciones, la última -y también la
más completa- con el título de Obras (2 vols., Lima 1988).

Abraham Valdelomar es un caso excepcional dentro de la literatura peruana. Elogiado y


atacado en vida como ningún otro escritor de su país, estuvo decidido a triunfar en su
medio para lo cual no dudó en adoptar posturas desafiantes y escandalosas a la manera de
Oscar Wilde, a quien seguramente quiso imitar. Sin embargo, detrás del decadentismo que
solía mostrar en público y su apego a las frases brillantes e irónicas, se descubre un
auténtico temperamento artístico, lleno de sentimiento y nostalgia, que se manifiesta en sus
mejores poemas y en los cuentos criollos que forman su libro El Caballero Carmelo. Este
contiene algunos de los mejores relatos escritos en el Perú.

Pregunta resueltaVer otra » ¿personajes principales, secundarios, idea principal,


secundario y mensaje de la obra el caballero carmelo? urgente por favor hace 9 meses

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El Caballero Carmelo es una obra de Abraham Valdelomar Nacido en Ica- PERÚ, el 27 de


abril de 1888.

Las reac-ciones estéticas ante el paisaje con el recuerdo de la vida simple del pequeño
pueblo costero donde pasara su infancia lo llevan a la colección de cuentos, encabezados
por El Caballero Carmelo, donde refleja su ternura que podemos llamar universal o
panteísta. Su lenguaje es claro, expresivo y breve, trasladando al lector al mundo narrado.

No hay otro prosista en la literatura peruana, en quién el recuerdo de la infancia esté


presente con tanta fuerza en sus narraciones. En El Caballero Carmelo evoca el hogar, la
oración antes de las comidas, los pasos suaves de su madre, los animales en el corral
incluso la fragancia del pan caliente.

Basadre (considerado como uno de los mejores críticos literarios), considera que
Valdelomar funda el cuento criollo en el Perú con “El caballero Carmelo”. Cuando habla
de este tipo de relato, hace referencia al cuento costeño que retrata la vida del hogar
provinciano. Por tales razones, Basadre piensa que a Valdelomar le tocó el papel de ser el
introductor de la atmósfera costeña no circunscrita a Lima, sino que testimonia el
funcionamiento de otros referentes.

Este punto de vista de Basadre es medular, porque sitúa a Valdelomar como un escritor
fundacional en el proceso de la literatura peruana y considera que él se acercó al mundo
costeño a través de sus recuerdos de niño. En sentido riguroso, Basadre opina que con
Valdelomar aparece el niño en la narrativa peruana. Es indudable que cuentos como este
evidencian una profundización en la psicología del niño como personaje literario. Este
trabajo en el nivel de la caracterización psicológica y en la construcción de la atmósfera
hace de Valdelomar un escritor excepcional

PERSONAJES:

-El gallo Carmelo un gallo engreido pero orgullo de la familia.

-Roberto el mayor de los hermanos y que fué quien le regalo el gallo Carmelo a su papá.

-Ají seco que era el gallo más temido.

-Los hermanos de Roberto (2 varones y 1 niña) que vive con sus padres en Pisco.
-La mamá de Roberto

-El padre de Roberto

-El juez

-El dueño del paladín "Ajiseco".

Es esta historia, una contada por uno de los personajes, el niño mismo.

Quién sabe, el propio Valdelomar, quien en la vida real fue parte de una familia numerosa,
de seis hijos la clave del cuento está al final. En lo que dice Valdelomar: «así pasó por el
mundo aquel héroe ignorado, aquel amigo tan querido de la niñez, el Caballero Carmelo,
flor y nata de los paladines». En definitiva, es el recuerdo de la infancia del autor. Luego,
es la defensa de un «héroe ignorado». Por último, es importante el adjetivo que le da al
Carmelo, de «paladín». ¿Y qué es un paladín? El diccionario dice, primero, que es
«Caballero que en las guerras se distingue por sus hazañas». Pero también dice «defensor
denonado de una causa

Sobre “El Caballero Carmelo”

La acción se desenvuelve en la zona rural de la provincia de Pisco, al sur de Lima; narrado


por un niño de 12 años (el autor). El cuento transmite el ambiente pueblerino, la época y el
tono conmovedor del niño y de sus hermanos que tratan de salvar a un viejo gallo de pelea
“El Carmelo”, que debe enfrentarse a otro más joven, para salvar el honor del dueño (padre
de los niños), cuyo orgullo fue menoscabado al ser acusado de fanfarrón. El Carmelo,
sacando fuerzas de flaqueza, gana. Esto lo convierte en héroe, pero al día siguiente muere a
consecuencia de las heridas recibidas.

SOBRE LA OBRA

Descripción:

El Caballero Carmelo del autor peruano Abraham Valdelomar; este cuento es considerado
su mejor ficción; publicada en 1918, es de los primeros testimonios del cuento “criollista”
peruano. En el Caballero Carmelo, el autor, utiliza un vocabulario antiguo y una retórica
propia de las novelas de caballería para narrar la triste historia de un gallo de pelea amado
por los niños de la casa.

Argumento:

Contado en primera persona por un niño de 12 años, este cuento transmite el ambiente
pueblerino y rural de la provincia de Pisco, al sur de Lima; el tono conmovedor del niño y
de sus hermanos que tratan de salvar a un viejo gallo de pelea llamado Carmelo, que debe
enfrentarse a otro más joven, sólo por lavar el honor del padre de los niños, cuyo orgullo
fue menoscabado al ser tildado de ser un fanfarrón; el niño y sus hermanos menores, tratan
de hacer que su padre desista de hacer pelear a su gallo sin conseguirlo. El Carmelo,
sacando fuerzas de flaqueza, gana. Esto lo convierte en héroe, pero al día siguiente muere a
consecuencia de las heridas recibidas.

ABRAHAM VALDELOMAR

(1888-1919)

Nace en Ica el 27 de abril de 1888. es el sexto de seis hermanos; su Padre, por motivos de
trabajo, se au-sentó del hogar, lo que hizo que la familia viviera en una constante estrechez
económica.

Los primeros años los vivió en Ica, en una aldea de pescadores, como él mismo lo
menciona: "Yo soy aldeano y me crié a orillas del mar, viendo mis infantiles ojos de cerca
y permanentemente la naturaleza. No me eduqué en los libros sino en el crepúsculo. Ml
profesor de religión fue mi madre; y lo fue después, el firmamento.

"Mis maestros de estética fueron el paisaje y el mar; mi libro de moral fue la aldehuela de
San Andrés de los Pescadores, única filosofía la que me enseñara el cementerio de mi
pueblo. Yo dejé el pueblo amado de mi corazón a los nueve años".

Viaja a Lima a continuar sus estu-dios en el colegio Guadalupe, donde funda y dirige un
periódico escolar: "La Idea Guadalupana".

Terminados sus estudios secunda-rios ingresa a la Escuela de Ingenieros, sin embargo,


poco después se traslada a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos.

Ingresa a la política en defensa de las ideas de Guillermo Billinghurst. Escribe en El Perú


Ilustrado, Aplausos y Silbidos, y Gil Blas. Alterna su vocación literaria con el dibujo y la
caricatura.

Llegado Billinghurst al poder lo nombra director de El Peruano, en octubre de 1912. Al


año siguiente es nombrado secretario de la Legación del Perú en Italia. El contacto con el
viejo mundo amplía y enriquece su cultura estética y literaria, al mismo tiempo que
despierta su anhelo por la patria lejana, y sus recuerdos de infancia toman forma en sus
cuentos y narraciones.

De regreso a Lima ingresa a colaborar en la plana de redacción de La Prensa, firmando con


el seudónimo de "El Conde de Lemos". A su alrede-dor reúne un grupo de intelectuales de
gran renombre. En esa época publica La Mariscala, en 1915, dedicado a José de la Riva
Agüero, luego publicaría El Caballero Carmelo y Belmonte el Trágico.

En 1918 empieza una vida de giras y conferencias por el norte y sur del país. En 1919 es
elegido representante por Ica al Congreso Regional del Centro. Marcha a Ayacucho, sede
de sus nuevas actividades. En esta ciudad es invitado a una comida de gala, sufriendo allí
mismo un accidente que le fractura la espina dorsal. Fallece al día siguiente.
RESEÑA LITERARIA

Valdelomar usó el seudónimo de "El Conde de Lemos" en sus artículos periodísticos, y en


algunas ocasiones firmó como "Val del Omar", aludiendo a un ancestro árabe.

De temperamento ágil, inquieto, extrovertido, hizo un culto de la pose, del esnobismo y el


escándalo.

Dueño de una fecunda inspiración literaria, incursionó en varios géneros literarios: poesía,
cuento, novela, ensayo y drama. Su afición por el dibujo lo lleva a enriquecer su pluma,
pues transfiere al lenguaje las cualidades propias del pintor, dando colorido y dinamismo a
sus relatos.

Se pueden distinguir dos momentos literarios en su obra.

1. En el primer momento su personalidad inquieta se adorna de poses, de gestos


presuntuosos y atre-vidos. Su pluma ágil toma temas exóticos y los perenniza en sus
cuentos: Cuentos yanquis, Cuentos chinos, La ciudad muerta y La ciudad y los tísicos; para
completar su carácter snob firma con el seudónimo de "Conde de Lemos".

2. El otro momento de su estilo aparece en sus cuentos regionales, en donde el paisaje


provinciano es expresado a través de los recuerdos de un artista puro.

Los recuerdos familiares están siempre presentes y afloran de sus líneas sentidas,
dolorosas. La nostalgia de su tierra natal durante su estadía en Italia y su reencuentro en
Pisco con la "aldea encantada" serán una constante en sus futuras composiciones.

En esta segunda etapa narrativa se distinguen tres aspectos:

a. Abandono de temas exóticos y amanerados.

b. Culto al ruralismo, en donde pinta literariamente cuadros bucólicos.

c. Predilección y ejercicio del cuento cortó.

Tamayo Vargas afirma: "Las reac-ciones estéticas ante el paisaje con el recuerdo de la vida
simple del pequeño pueblo costero donde pasara su infancia lo llevan a la colección de
cuentos, encabezados por El Caballero Carmelo, donde refleja su ternura que podemos
llamar universal o panteísta.

No hay otro prosista en nuestra literatura, en quién el recuerdo de la infancia esté presente
con tanta fuerza en sus narraciones. En El Caballero Carmelo evoca el hogar, la oración
antes de las comidas, los pasos suaves de su madre, los animales en el corral incluso la
fragancia del pan caliente.

En Yerba santa, evoca los sonidos, olores, costumbres, durante la Semana Santa, incluso
los dulces que se comían en esos días y la ropaque vestía la gente durante su visita a la
iglesia.
Otro elemento constante en su obra es el mar, que es evocado con dulce recuerdo “sobre
arena mórbida que azota sombreando la cabaña vigila una palmera y junto al pescador gira
la alba gaviota”.

No debemos olvidar que Valdelomar fue ante todo periodista, y plasmó en sus artículos
poesía y belleza, cultivando casi todos los géneros literarios.

CARACTERÍSTICAS DE SU OBRA

1. Se le puede considerar como el iniciador del cuento criollo con El Caballero Carmelo,
Yerba santa, entre otros

2. su poesía y prosa tienen un lenguaje familiar, con gratos y dolidos recuerdos de


infancia que crecen a la sombra de la casona paterna, el cercano mar, el campanario.

3. Es un pintor de costumbres, detallista y minucioso en las descripciones de situaciones,


paisajes y personajes.

4. Su lenguaje es claro, expresivo y breve, trasladando al lector al mundo narrado.

OBRAS

a) Novelas y cuentos:

Ø El Caballero Carmelo.

Ø Evaristo el sauce que murió de amor

Ø Los hijos del Sol

Ø El hipocampo de oro

Ø La ciudad de los tísicos

Ø El beso de Evans

Ø La paraca

b) Poesía

Ø Tristitia

Ø La cena pascual

Ø Confiteor

c) Otros

Ø Belmonte el trágico (ensayo)

Ø La Mariscala (drama). Biografía novelada.

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