Está en la página 1de 138

'lltulo

de l¡t edición oriEinal:


Le bal des célibataires -
O Editions du Seuil
París,2002

Publicadq con la ayuda del Ministerio


francés
de L'ulturd-Cento Nacional del Liiro

Diseño de la colección:
Julio Vivas
Ilustración: Photo DR

@ EDITORIAL ANAGRAMA, S. A. 2OO4


Pedró de la Creu, 5g
08034 Barcelona

ISBN: 84-339-62t2-4
Depósito Legal: B. 42708-2004

Printed in Spain

Liberduplex, S. L., Constitució, 19,0g014


Barcelona
El baile de Navidad se celebra en el salón rn-
terior de un cafe. En el centro de la pista, brillan-
temente iluminada, bailan una docena de parejas,
al son de unas canciones de moda. Son, principal-
mente, oestudiantesr, alumnos de secundaria o de
Ios institutos de las ciudades vecinas, en su mayo-
rla hijos del lugar. Y también hay algunos solda-
dos, muchachos de la ciudad, obreros o emplea-
dos, que visten pantalón vaquero y cazadota de
cuero negro y llevan la cabeza descubierta o som-
brero tirolés. Entre las bailarinas hay varias mu-
chachas procedentes de los caseríos más alejados,
que nada diferencia de las demás nativas de Les-
quire que trabajan en Pau como costureras, cria-
das o dependientas. Varias adolescentes y niñas de
diez o doce años bailan entre sí, mientras los cha-
vales ie persiguen y se zarandean entre las parejas'
Plantados al borde de la pista, formando una
masa oscura, un gruPo de hombres algo mayores
observan en silencio; todos rondan los treinta
años, llevan boina y visten traje oscuro, pasado de
moda. Como impulsados por Ia tentación de par-
ticipar en el baile, avanzafi a veces y estrechan el
espacio reservado a las parejas que bailan. No ha
sala tlc lafirnd¡, doncle sc ¡ronilrán a beber scnta-
faltado ni uno de los solteros, todos están allí. Los
rlos un<¡s ficnte a otros. Cantatán a voz en grito
hombres de su edad que ya están casados han de-
antiguas canciones bearnesas prolongando hasta
jado de ir al baile. O sólo van por la Fiesta Mayor
q*.ár, afónicos unos acordes discordantes' mien-
o por la feria: ese día todo el mundo acude al Pa-
*"r, d lado, la orquesta toca twists y chachachás'
seo y todo el mundo baila, hasta los uviejosr. Los
Y, en grupos de dos o de tres, se alejarán lenta-
solteros no bailan nunca, y ese día no es una ex-
mente, cuando acabe la noche, camino de sus re-
cepción, Pero entonces llaman menos la atención,
cónditas granjas.
porque todos los hombres y las mujeres del pueblo PIERRE BOURDIEUI
han acudido, ellos para tomarse unas coPas con
los amigos y ellas para espiar, cotillear y hacer con-
jeturas sobre las posibles bodas.
En los bailes de ese tipo, como el de Navidad
o el de Año Nuevo, los solteros no tienen nada
que hacer. Son bailes upara los jóvenesr, es decir,
para los que no están casados; los solteros ya han
superado la edad núbil, pero son, y lo saben, nin-
casablesr. Son bailes a los que se va a bailar, pero
ellos no bailarán. De vez en cuando, como para
disimular su malestar, bromean o alborotan un
poco.
Tocan una marcha: una muchacha se acerca
al rincón de los solteros y le pide a uno que baile
con ella. Se resiste un poco, avergonzado y encan-
tado. Da una vuelta por la pista de baile subrayan-
do deliberadamente su torPeza y fala de agilidad,
un poco como hacen los viejos el día del baile de
la asociación de agricultores y ganaderos, y hacien-
do guiños a sus amigos. Cuando acaba la canción,
va a sentarse y ya no batlará más. uÉser, me dicen,
ues el hijo de An... fun propietario importante].
La chica que Io ha invitado a bailar es una vecina.
Lo ha sacado a dar una vuelta por la pista para que
esté contento., Todo vuelve a la normalidad. Se-
de-la
guirán allí hasta la medianoche, casi sin hablar, en 1. Véase uReproduction interdite' La dimension symbolique
domination économique', en Érud'es rurales' ll3-ll4' enero-junio de 1989'
medio del ruido y las luces del baile, contemPlan-
pá9.9.
do a las inaccesibles muchachas. Luego irán a la
IN'I'RODUCCIÓN

Los artículos recopilados aquí remiten en tres ocasiones al


rrrismo problema, pero cada vez con un bagaje teórico más pro-
firndo porque es más general y, no obstante, tiene mayor base
r:mpírica.1 Y, por ello, pueden resultar interesantes para aquellos
t¡ue deseen seguir una investigación de acuerdo con la lógica de
su desarrollo y llevarlos al convencimiento, que yo siempre he
tcnido, de que cuanto más profundiza el análisis teórico, más
cerca está de los datos de la observación. Creo, en efecto, que,
cuando se trata de ciencias sociales, la trayectoria heurística tie-
ne siempre algo de viaje iniciático. Y talvez no sea del todo ab-
surdo ni esté del todo desplazado considerar una especie de Bil'
dungsroman., es decir, de nouela de formacióz intelectual, la
historia de esta investigación que, tomando como objeto los pa-
decimientos y los dramas asociados a las relaciones entre los se-
xos -así rezaba, más o menos, el título que había puesto, mucho
antes de la emergencia de los gender studies, al artículo de Les
Temps ntodernes dedicado a este problema-, ha posibilitado o ha
obrado una auténtica conversión. El término conversión no es,
a mi parecer, exagerado para designar Ia transformación, alavez

1. Pierre Bourdieu, "Célibat et condition Paysanne», en Études rurales,


5-6, abril-septiembre de 1962, págs. 32-135; ul-es stratégies matrimoniales
dans le systéme de reproduction», ei Anndles,4-5, julio-octubre de 1972'
págs. 1105-1127; «Reproduction interdite. La dimension symbolique de la
domination économique,, op. cit., págs. 15-36.

11
irrtr'lc'ctrrul y rrrcctivu, (Jrc
,lc rra ilcvrrrr. .rc. rrr rcr.mcnorogía
la vic{a afccriva (fruto tambié., de l,r ¡r.sturu clcl observador es el uso intensivo al que recurro en-
;"1 iJ, u" los afecros y
de las
se ,.rr"b" j;;.gr. sabiamente),
aflicciones de la vida, que tor(cs cle la fbtografía, del mapa, del plano y de la estadística;
visión del mundo social y a una totkr (icrne cabida allí: aquella puerra esculpida ante la que ha-
a. h p.,i.J. l^ rrrmás distanciada
y realista, y.ello gracia, , .r., ,ri¿r,i."?rp.ri,l;;;;..,_.r,rl
^^ lrÍrr ¡xrsado mil veces o los juegos de la fiesta del pueblo, ia edad
para propiciar la transformación y l:r rnarca de los automóviles y la pirámide de las edades, y en-
del Ertebn¡s .; ;il;;;;;,
decir, del saber en experiencia. ,, trc¡¡o al lector el plano anónimo de una casa familiar en la que
Ert, -udr.rza interecrual conlle-
vaba muchas imolicacio".r jrrgué clurante toda mi infancia. El ingente trabajo, infinitamin-
ro.ái., ;;;," que se efectuaba me_
dianre el paso a. rr-ñr*""rrffi'.ffi1*a tc irrgrato, que requiere la elaboración estadística de numero-
dentro de ésra, a la sociologf, , a la sociorogía y,
,rrrt, ,iruada en el peldaño inFe_ sísin-ros cuadros de gran complejidad sobre poblaciones rela-
rior dentro de Ia jerarquía social tivrrrnenre importantes sin la ayuda de la calculadora o del
de las discipmJrür. U ..
nuncia electiva que implicaba ,,rclenador participa, como las no menos numerosas entrevistas
ese desplazamiento negativo
espacio universitari en el rrs«¡ciadas a amplias y profundas observaciones que llevo a cabo
er,,#o .o.,ru,o
de una reintegració; ::Ti
;'#;..::Ii:*tida r'lrtonces, de una ascesis de aire iniciático.
En el primer rexro, esc¡iro a
principio de los años sesenra,
A través de la inmersión total se realiza una reconciliación
en un momenro en er que (:on cosas y personas de las que el ingreso en orra vida me había
Ia.ernografía de ras ,".i.1"á*
peas es casi inexistenre y.en .r."_ ale.lado insensiblemenre y cuyo respeto impone la postura etno-
.l qr.i" sociología.";i;.;Ji;_
ne a una distancia considerable'del gráltca con la m:íxima naturalidad. El regreso a los orígenes va
uterre
un artículo acogido entusiásticamenre parejo con un regreso, pero controlado, de lo reprimido. De
lsaac CIiva. (¿qu"ien.pondría
::'';;:o:"rl"i:f:, -ir""r"ííl?rri
;; todo ello apenas quedan huellas en el texto. Si algunos comen-
vesrigador desconociáo_.rri
hoy , áarrl.;J,
tarios finales, imprecisos y discursivos, sobre la distancia que
solver ese enigma social que-.áio ",li.r"
de una revista?), re_
., .i;Iil; media entre la visión primera y la visión erudita permiten adi-
de los primogénitos
en una sociedad conocida vinar el propósito de reflexividad que presidía inicialmente
por su apego furiburdo ,l d?;;;-h;
de primogenitura. Todavía muy ...'.;;; de Ia toda la empresa (para mí se trataba de uhacer un Tristes trópicos
de la que, sin embargo, pretendo visión ingenua,
al revésr), nada, salvo talvez la ternura contenida de la descrip-
disociarme, me lanzo a una
especie de descripción
toial, ción del baile, evoca el clima emocional en el que se llevó a
d.r..rf*nada, de un mundo
"lgo
social que conozco ,i, .o.ro..ilo, cabo mi investigación. Pienso, por ejemplo, en el punto de par-
universos familiares. Nad, -"-1,
--o''o.urre con todos los tida de la investigación: la foto de (mi) curso, que uno de mis
quien descubre con una_especie
.scap" fr.i, cientificista de condiscípulos, empleado en la ciudad vecina, comenra con un
objetivar tal como en¡eñ,a i?
i. enajenamiento el placer de
¿r;;r-;;;;;;ue escueto ydespiadado nincasable, referido a aproximadamente
d,étade directe da
(í!:#:;:;':!":!ii;It:^!,,#l::;;*lr,*x#t: la mitad de los que salen en ella; pienso en todás las entrevisras,
a menudo muy dolorosas, que he mantenido con viejos solreros
elaboraciones esrrucrurariror
J.-ér"Jl'anr.,-s,rauss (y de de la generación de mi padre, que me acompañaba con fre-
que da fe suficienre mi artículo la cuencia y que me ayudaba, con su presencia y sus discretas in-
,.br. ;;;
cabileña, que escri_
bo más o menos en esa época). tervenciones, a despertar la confianza y Ia confidencia; pienso
Er signo más manifiesto de la
transformación del punto en aquel antiguo compañero de escuela, al que apreciabá mu-
de q"? r.plica Ia adopción
"lr* de cho por su finura y su delicadeza casi femeninas, y que, retirado
12

r3
corl su madre en una_casa espléndidamenre
cuidada, habla ins_ tlc krs rrntiguos intcrcamlrios matrimonialcs controlados por las
criro en Ia puerta del estabro las fechas
d. n".i-i.rrto-¿';r, lirnilias. '['odo, en cierto sentido, estaba, pues, presente, de en-
terneras y los nombres de mujer
que les h"bi" pu.rto. V f" .""_ tr¡rrln, cu la descripción primera, pero de una forma tal que,
se debe, ,á j;J;,;;;r.
tención objetivista de mi propósiio
tonr«r clirÍan los filósofos, la verdad sólo se manifestaba ocul-
al
f:cho de que tengo la sensación d. .o-.t., una especie de
traición,
tlrrdose.
fo que me ha llevado a rechazar hasta la fecLa cual- No Io que se perdería obviando, lisa y llanamehte,
es baladí
quier reedición de rexros que la publicación
en revista, .rráir", cl apéndice del primer artículo, que pude elaborar con la cola-
de escasa. difusión protegía .orro las
lecturas malintencionadas lroración de Claude Seibel y gracias a los recursos del Instituto
o voyeuristas.
lrrctón de Estadística: Ileno de gráficos y de cifras, plantea una
No.tengo gran cosa que añadir sobre los
artículos ulteriores trlrnprrobación y una generalización puramente empíricas apli-
que no haya sido dicho ya..Sin
duda, porque to. progr.ro, qr. c,acl¿rs al conjunto de los departamentos bretones de los resulta-
reflejan se sitúan dentro der orden
d. I" r.R.ririiJ".";;ii;" d«rs obtenidos a escala de un municipio bearnés (y ya compro-
como objetivación científica del sujeto
d. la ob¡.tirr".;; r;;; bados a nivel del cantón, a requerimiento meramente rutinario
que la conciencia de los cambios
á. pur,o de vista teórico del c ingenuamente castrador de un cátedro sorbonero al que tuve
que son consecuencia se expresa en
eilos con bastante clue consultar). Especie de impecable callejón sin salida, limita
El segundo,_ que marca d. form" harto manifi*r" craridJ.
con el paradigma estructurarista, a través
r, ,rf,"." la investigación a una comprobación positivista que fácilmente
der paso de la reela a podría haberse coronado con una conformación y una formula-
la estraregia, de la estru*ura al ha-birysy
;l il;, i ción matemáticas. El empeño de investigación teórica y empíri-
po, l" .r,ru.,,r." "*tJr;
socializado, a su vez animado o influido
á.1", ca podría, sin duda, haberse limitado a eso, para satisfacción
relaciones sociales de las qus es fruto,
se !ub[có en una revista general: ¿no descubrí, acaso, al albur de unas lecturas que te-
de historia, Les Annales,.o-o p"r";;"i",
respecto al sincronis-o
mejor úil;i; nían que servir para preparar un viaje al Japón, que los campesi-
.rrrr.r,i.alista; pr.p"r"áo po. h nos japoneses conocían una forma de celibato muy similar al de
posdata histórica, escrita en .olabora.ió., ffi
Bourdieu, del primer ardculo, contribuye
.o., Marie_Claire los campesinos bearneses? En realidad, sólo el establecimiento
considerablemente a de un modelo general de intercambios simbólicos (cuya robus-
una comprensión justa, es decir, historizada,
a. un -u"áo q.r. tez he podido comprobar en múltiples ocasiones, en ámbitos
se desvanece. EI último texto,
que se inscribe., .l _od.fo ,i¿, tan diversos como la dominación masculina y la economía do-
general, es también el-que p.rLi,.
comprender a. Ar_, Ái, méstica o la magia del Estado) permite dar cuenta a la vez de
9i:.:r." lo que se desvehta f ,. o.,rlr"t" L b urren el escenario las regularidades observadas en las prácticas y de la experiencia
inicial: el
_pequeño baile que yo había observado y descrito v parcial y deformada que tienen de ellas los que las padecen y las
1u., .:1 la despiadada obligatoriedad implíci;;
,lil;¿ viven.
nincasabler, me había hechJintui,
q,r. .rtrb" ,rr.i..fro El recorrido, cuyas etapas señalan los tres artículos recopi-
social muy significativo, era, en .f..to, "rr,. concreta
una realización lados aquí, me parece adecuado para dar una idea bastante
y perceptible del mercado de bienes
se a escala nacional (como hoy
simbólicos qr.,
"i
;;ft.;;: exacta de la lógica específica de la investigación en ciencias so-
en d.ía, con .f..io, il;i;;, ciales. Tengo, en efecto, la impresión, que se fundamenta, tal
a escala mundial), había conáer"do yez, en las particularidades de un habitus, pero que la experien-
á una rependna y brutal
devaluación a quienes tenían que ver
con el _¿r.;á;;í.ü;; cia, al cabo de tantos años de investigación no ha dejado de co-

t4 T5
rroborar, que sólo la atención prestada a los datos más triviales, Primera parte
que orras ciencias sociales, que también hablan de mercado, se
sienten legitimadas a obviar, en nombre de un derecho a la abs- Celibato y condición campesina
tracción que sería constitutivo del proceder científico, puede
llevar a la elaboración de modelos comprobados de modo em-
pírico y susceptibles de ser formalizados. y ello, en especial,
porque, cuando se trata de cuestiones humanas, los progresos
en el conocimiento del objeto son inseparablemente piogr.-
sos en el conocimiento del sujeto del conocimierrto qu. palarr,
quiérase o no, sépase o no, por el conjunto de los trabajás hu-
mildes y oscuros a rravés de los cuales el sujeto .ogrror.í..r,. ,.
desprende de pasado impensado y se impregr, á. las lógicas
_su
inmanenres al objeto cognoscible. eue el sociólogo qr..ráib.
el tercer artículo poco renga en común con el que escribió el
primero tal vez se deba, en primer término, qtl. ,. ha cons-
" l. ha permiti-
truido a trayés de una labor de investigaciór, q,r.
do reapropiarse intelectual y afectivamente de la part., ,in
duda, más oscura y más arcaica de sí mismo. y también a que,
gracias a ese trabajo de objetivación anamnéstica, ha podldo
reinvertir en un rerorno sobre el objeto inicial de su investiga-
ción los recursos irreemplazables adquiridos a lo largo de rira
investigación que romaba como objeto, indirectamenle, me-
nos, el sujeto de la investigación, así como en los estudios"l ulte-
riores que la reconciliación inicial con un pasado que represen_
taba un lastre le facilitó llevar a cabo.

París, julio d"€ 2001

t6
¿l'or qué paradoja el celibato masculino puede representar
¡,rrlrr los propios solteros y para su entorno el síntoma más rele-
v,rrrtc de la crisis de una sociedad que, por tradición, condena-
lrir a sus segundones a la emigración o al celibato? No hay na-
.lic, cn efecto, que no insista en la condición y la gravedad
cxr:c1'rcionales del fenómeno. nAquír, me dice un informador,
,,vco primogénitos de 45 aí,os y ninguno está casado. He esta-
.kr en el departamento de Altos Pirineos y allí pasa lo mismo.
llay barrios enteros de solterosr. 0.-P. A.,85 años). Yotro in-
lirrmador comenta: «Tienes montones de tíos de 25 a 30 años
(pre son "incasables". Por mucho que se empeñen, y poco em-
1rcño le ponen, ¡pobres!, no se casaránrl (P. C.,32 años).
Sin embargo, el mero examen de las estadísticas basta para
convencerse de que la situación actual, por graye que sea, no
carece de precedentes: entre lB70 y 1959, es decir, en casi no-
venta años, constan, en el registro civil, 1.022 matrímonios, o
sea, una media de 10,75 matrimonios anuales. Entre 1870 y
1914, en cuarenta y cinco años, se celebraron 592 matrimo'
nios, una media de 13,15 matrimonios anuales. Entre 1915 y

1. Este estudio es el resultado de investigaciones efectuadas en 1959 y


1960 en el pueblo que llamaremos Lesquire y que está situado en el Bearne,
en el centro de la zona de colinas, entre los ríos Gave de Pau y Gave de OIo-
rón.

t9
l().19, c, vci.ricinco años, 307 marrimonios, 12,80 de media.
l. lrt- SISTEMA DE LOS INTERCAMBIOS
l\rr últi,ro, entre 1940 y 1959, en veinre años, se contrajeron MATRIMONIALES EN IA SOCIEDAD DE ANTAÑO
173 matrimonios, una media de 8,54. No obstante, debidá
a la
merma paralela de la población global, la caída del índice
de
nupcialidad se mantiene relativamente baja, como muestra el A los que prefieren permanecer en el hogar pa-
cuadro siguiente:1 terno [este régimen sucesorio], proporciona la
tranquilidad del celibato con las dichas y alegrías
Evolución del número de matrimonios e índice de nupcialidad de la familia.

Año de Población FnÉoÉruc LE, Pr"ry,


Número de Índice ¿le
censo ghbal L'Organisation de la famille, pág. 36
matrimonios nupcialidad
(2M/P x 1.000)
1881 2.468 l1 8,92 0/o
1891 2.073 l1 Antes de l9l4 el matrimonio se regía por unas reglas muy
10,60 0/o
896 2.039 ('strictas. Porque comprometía todo el futuro de la explotación
1
r5 14,60 0/o
1901 r.978 11 11,66 0/o lrrr'¡riliar, porque era ocasión de una transacción económica de
1906 1.952 18 19,44 0/o lrr rnáxima importancia, porque contribuía a reafirmar la jerar-
1911 1.894 t6 16,gg o/o r¡uía social y la posición de la familia dentro de esa jerarquía,
1921 1.667 r5 17,98 0/o cra un asunto que competía a todo el grupo más que al indivi-
193t r.633 7 9,56 0/o duo. La familia era la que casaba y uno se casaba con una fa-
1936 t.621 7 8,62 0/o rnilia.
1946 1.580 r5 rg,gg o/o
La investigación previa que se lleva a cabo en el momento
1954 1.35r 10 14,90 0/o
clel matrimonio abarca a toda la familia. Porque llevan el mis-
mo apellido, los primos lejanos que viven en orros pueblos
A la vista de estas cifras, uno tiende a concluir que todos los
tampoco se libran: «Ba. es muy rico, pero sus parientes de Au.
informadores caen en el engaño o en la inconsecuencia. Er mis-
Ipueblo vecino] son muy pobres., El conocimiento profundo
mo que afirmaba: n[...] veo primogénitos
[...] y ninguno esrá ca_ de los otros que requiere el carácter permanente de la coexis-
sado», añade: uHabía ,.g,rrdones viejos y lo"s hay ahora.
".tt., tencia se basa en la observación de los hechos y gestos ajenos
[...] Había muchos que ,o .rt"tm casados., ."pli.rr, .r,
estas condiciones, que el celibato masculino
¿Cámo -se hace broma a costa de esas mujeres del lugar que se pasan la
,.a per.ibido como vida, ocultas tras los postigos entornados de sus yentanas, es-
algo excepcionalmente dramático y absolutamente insólito?
piando la calle-, en la confrontación constante de los juicios re-
feridos a los demás -lo que constituye una de las funciones de
1' El índice de nupcialidad (entendido como el núme¡o de matrimo- los ncotilleos»-, en la memoria de las biografías y de las genea-
nios en un año por mil habitantes) se sitúa alrededor der 15 o/o logías. En el momento de tomar una decisión tan seria como la
todos los años
en Francia. Hay que introduci¡ algunas correcciones a los índices
qu. ,. p..- de escoger una esposa para el hijo o un esposo para la hija, es
sentan aquí. Así' en 1946 y en 1954 el número de matrimonio, normal que se movilice todo el arsenal de esos instrumentos y
f,rá r.ror,'rl-
mente alto. En 1960 el índice de nupcialidad sólo alcanzó
el 2,94. esas técnicas de conocimiento, que se utilizan de forma menos

20
2t
sistcmárica en el transcurso de la vida cotidiana.r Este es el con- mctálico. Por supuesto, Ia costurnbrc tnanclaba que me dieran
t.IIg .l que hay que comprender la cosrumbre, vigente hasta un ajuar, que no se consideraba dote. ¡Eso hacía que por fuerza
1955, de «quemar los pantalones» dsl hombre qrr.l hrbi.rrdo se me abriera alguna puerta (que hesé urbi ue porte)r. Mi novia
tenido relaciones con una mujer, se casa con otra. tenla una hermana. En estos casos, la primogénita obtiene el
La primera función del matrimonio consiste en asegurar la tercio de todos los bienes con el acuerdo de los padres. Según
continuidad del linaje sin comprometer la integridad dá patri- es costumbre, mi dote de 4.000 francos debía ser reconocida
monio. En efecto, la familia ,rr,. todo, un-apellido, irrdi.. mediante capitulaciones. En el supuesto de que se vendiera la
de la situación del individuo "r,
dentro de la jerarqula social y, a finca dos años después de la boda por un importe total de
este respecto, manifestación de su preeminencia o recordatorio 16.000 francos, el reparto habría sido el siguiente, una Yez res-
de su humilde condición: «Q¿§6 decir que cada individuo, en tituida la dote (tourned.ot): primogénita, ll3 + 1/3 = 8.000
el campo, tiene una aureola que procede de su familia, de sus francos; segundona, ll4 = 4.000 francos. Las capitulaciones
títulos de propiedad, de su educación. De la grand eza y de la instituyen que el reparto definitivo no se hará hasta el falleci-
proyección de esa aureola depende todo su futuro. Hasta los miento de los padres. Llegamos a un acuerdo mi futuro suegro
cretinos de buena familia, de familias cotizadas, se casan con fa- y yo. Otorgará un tercio a su hija mayor mediante capitulacio-
cilidad, (A. B.). Pero el linaje consisre, anre rodo, en una serie nes. Ocho días después, en el momento de firmar las capitula-
de derechos sobre el patrimonio. De todas las amenazas que se ciones ante notario, se echa atrás. Da su consentimiento al ma-
ciernen- sobre él y que la costumbre tiende a il,ejar,l"
-,í, grr_ trimonio, pero se niega a conceder el tercio, aunque "reconoce
ve, sin lugar a dudas, es la que se plantea con el matrimoniol Se la dote". En este caso, el yerno tiene los poderes limitados. Me-
comprende, pues, que el acuerdo entre ambas familias se pre- diante el reintegro de la dote, pueden obligarle a irse. Es un
sente en forma de una transacción regida por las reglas más ri_ caso más bien raro, porque las mejoras suelen otorgarse de una
gurosas. yezy para siempre con las capitulaciones. El padre de mi novia
fue víctima de la mala influencia de una tercera persona allega-
nCuando tenía26 años [1901], me puse en relaciones con da de la casa que pensaba que mi presencia en el hogar men-
una muchacha que se llamaba M.-F. Lou., mi vecina, de 2L guaría la influencia en la familia de su "amigo". "La tierra es
Mi padre habla fallecido, así que se lo comuniqué a mi madre. mala, y tu yerno tendrá que buscarse algún empleo; irá de un
Habla que solicitar la autorización paterna y materna y, hasta lado para otro, y tú serás su criado." La negativa en el último
Ios 21.años, había que firmar una "notific".iórr,, que se presen_ momento a concedernos el tercio por contrato nos hirió en
taba al alcalde. Y la chica igual. En caso de oposición, ,. ,.qr._ nuestro amor propio, a mi novia y a mí. Ella dijo: "Vamos a es-
rlan tres nnotificaciones». Qs-o yo erael segundón, mi herma- perar... Vamos a buscarnos una casa (ue case). No vamos a ser
no mayor, el primogénito, que estaba casado, vivía en casa. Mi aparceros ni criados... Tengo dos tíos que viven en París, los
novia era heredera. Normalmente, tendría que haberme instala- hermanos de mi madre, me encontrarán un empleo [en bear-
do en casa de mis suegros. Yo tenía 4.000 francos de dote, en nés]." Yo le dije: "Estoy de acuerdo. No podemos acePtar ese
rechazo. Además, siempre nos sentiríamos resentidos." Ella:
1. Véase Marcel Maget, nRemarques sur le village comme cadre de re_ "Pues me marcho a París. Nos escribiremos." Fue a hablar con
.
che¡ches anthropologiqtes,, Bulletin ie psychologie digroup, d¿s étudiants
de el alcalde y con el cura y se marchó. Yo proseguí mi aprendizaje
psychohgie de luniuersité d¿ Paris VIII, n." 7-g, Árit ¿."f Si¡, págs. de capador en B. [un pueblo cercano].
375_382.

22 23
»Yr¡ intcntrrba ct¡locarmc cn algún lacl¡. (lomo era segun- lnstituyc a una hembra conlo hcrcclcra. Si sc prefiere que el he-
ck'rn rnenor, y no había podido casarme, tcnía que encontrar un r.'.1.'ro sc¿l url varón, es porquc así sc ascgura la continuación
empleo, una tienda. Fui a las Landas y a los departamentos pró- .lt'l rrpcllid«r y porque se considera que un hombre está mejor
ximos. Encontré la casa de la viuda Ho., I se la quise comprar. t;rlxrcitado para dirigir la explotación agrícola. La continuidad
Estaba a punto de firmar los papeles (passh papiil con otra per- rlc'l lirraje, valor supremo, puede quedar garantizada indistinta-
sona. Monté una tienda, un caÍé, y seguí con mi oficio de capa- nr('ntc por un hombre o por una mujer, puesto que el matri-
dor, y, en cuanto pude, me casé con mi novia, que regresó de ¡rrr¡nio entre un segundón y una heredera cumple esa función
París. Mi suegro venía todos los domingos a casa. La "calderilla" ('xrct¿rmente igual que el matrimonio entre un primogénito y
que su hija rechazaba, se la daba a los niños. Cuando falleció, rrrur scgundona. En ambos casos, en efecto, las reglas que rigen
mi mujer cobró su parte de la herencia sin mejora legal. No ha- hrs intercambios matrimoniales cumplen su función primera, o
bía tenido ajuar ni dote. Se había ido de su casa y se había libe- st'rr, la de garantizar que el patrimonio se rra a mantener y a
rado de la autoridad paterna. Su hermana, más dócil y cinco tlansmitir en su integridad. Encontramos una prueba suple-
años más joven, había obtenido el tercio al casarse con un cria- rrrcntaria de ello en el hecho de que cuando el heredero o la he-
do de la comarca. "Éste está acostumbrado a que le manden", lcdcra abandonan la casa y la tierra, pierden su derecho de pri-
dijo mi suegro. Pero se equivocaba, porque tuvo que alquilar la rrrogenitura porque éste es inseparable de su ejercicio, es decir,
finca a su yerno, y marcharse de la granja, 0.-P.A.). rlc la dirección efectiva de la hacienda. Se pone así de manifies-
to que este derecho no está vinculado a una persona concreta,
Este caso, por sí solo, ya plantea los problemas principales. hombre o mujer, primogénito o segundón, sino a una función
En primer lugar, el derecho de primogenitura integral, que tan- s«rcialmente definida; el derecho de primogenitura no es tanto
to podía favorecer a las hembras como a los varones, sólo puede un derecho de propiedad como el derecho, o mejor, el deber de
comprenderse relacionado con el imperativo fundamental, es actuar como propietario.
decir, la salvaguarda del patrimonio, indisoluble de la continui- Asimismo era necesario que el primogénito fuera no sólo
dad de la estirpe: el sistema bilateral de sucesión y de herencia capaz de ejercer su derecho, sino de gafautizar su transmisión.
conduce a confundir el linaje y la ncasa, como conjunto de las Como si se tratara de una fábula, resulta significativo que se
personas poseedoras de derechos permanentes sobre el patrimo- pueda contar hoy en día que a veces, en los casos en que el pri-
nio, aunque la responsabilidad y la dirección de la hacienda in- mogénito no tenía hijos o fallecia sin descendencia, se le pidiera
cumban a una única persona en cada generación, lou meste, el a un segundón ya mayor, que permanecía soltero, que se casa-
amo, o la daune, el ama de la casa. Que el derecho de primoge- Ía para asegurar la continuidad de la estirpe 0.-P. A.). Sin tra-
nitura y Ia condición de heredera (heretére) puedan recaer en tarse de una yerdadera institución sancionada por el uso, el ma-
una hembra no significa, en absoluto, que el uso sucesorio se trimonio de un segundón con la viuda del primogénito, al que
rija por la igualdad entre los sexos, lo que contradiría los valo- heredaba, era relatiyamente frecuente. Después de la guerra de
res fundamentales de una sociedad que otorga la primacía a los l9l4-l9l} los matrimonios de este tipo ftriro.r bastanie nume-
yarones. En [a realidad, el heredero no es el primogénito, hem-
rosos: nSe arreglaban las bodas. En general, los padres presiona-
bra o varón, sino el primer varón, aunque llegue en séptimo lu- ban en ese sentido, en interés de la familia, para que tuviera des-
gar. Sólo cuando hay únicamente hembras, para desespero de cendencia. Y los jóvenes aceptaban. Los sentimientos no
los padres, o bien cuando el primogénito se ha marchado, se contaban, (A.B.).

24 25
[.a rcgla imponía que el título de hcrcclcro recayera auto- t'strrbu crrr¡rcíracla, y c:l cabcz,a «lc firrrrilil ¡rodía rcscatarla me-
máticamente en el mayor de los hijos; sin embargo, el cabeza rlirrntc ul)a cantidad fijada prcviarrrcntc. (luando una familia
de familia podía modificar el uso establecido en aras del interés srikr tcnílr cl«rs hijos, como €n cl caso analizado aquí, el uso local
de la casa: así sucedía cuando el hijo mayor no era digno de su cst;rblccía (luc cn las capitulaciones se otorgara un tercio del va-
rango o cuando existía una ventaja real en que uno de los otros l.rr tlcr ll finca al hijo menor. Cuando habia n hijos (n > 2),la
hijos heredase. Aunque el derecho de modificar el orden de la ¡,rrrtc rlc cada segundón era (P -Pl4)ln, y la del primogénito,
sucesión no le perteneciera, el cabeza de familia poseía una au- ltl4 t (P -Pl4)ln, donde P designa el valor atribuido a la ha-
toridad moral tan grande, y aceptada de modo tan absoluto por ,it'rrrlu. l,a clote se calculaba de la manera siguiente: se hacía
todo el grupo, que el heredero según el uso no tenía más re- rrrrrr val«¡ración estimada lo más precisa posible de la finca, oca-
medio que acatar una decisión dictada por el afiín de garantizar si.rrrrrlr¡rcnte recurriendo a peritos locales, para lo que cada par-
la continuidad de la casa y de dotarla de la mejor dirección po- tc u¡r«rltaba el suyo. Como base de la valoración se tomaba el
sible. plccio clc venta de una finca del barrio o del pueblo vecino.
Alavez linaje y patrimonio, la ocasa, (la maysou), perma- l,rrr'1¡<r sc estimaban a tanto el njornal, (journade) los campos,
nece, mientras pasan las generaciones que la personifican; es los bosc¡ues o los helechales. Eran unos cálculos bastante exac-
ella la que lleva entonces un apellido mientras que los que la r()s, y por ello todos los aceptaban. «Por ejemplo, para la finca
encarnan a menudo sólo se distinguen por un nombre de pila: l'r., la valoración estimada fue de unos 30.000 francos [hacia el
no es infrecuente que llamen oYan dou Tinour, es decir, Jean rrtr«r I 900]. Eran el padre, la madre y seis hijos, un varón y cin-
de Tinou, de la casa Tinou, a un hombre que figura en el regis- co hcrrrbras. Al primogénito le dan el cuarto, o sea, 7.500 fran-
tro civil, por e.iemplo, con el nombre de Jean Cazenave; puede trrs. (]uedan 22.500 francos que hay que dividir en cinco par-
ocurrir a veces que el apellido siga unido a la casa incluso cuan- tt's. [.a parte de las segundonas es de 3.750 francos, que puede
do ha quedado deshabitada, y que se les dé a los nuevos ocu- corrvcrtirse en 3.000 francos en efectivo y 750 francos en ropas,
pantes. En tanto que es la encarnación de la casa, el capmay sf lranas, toallas, camisones y edredones, es decir, en quar, lou

sou?, el jefe de la casa, es el depositario del apellido, y de los ubinet (el armario), que siempre aporta la novia, 0.-P. A.).
intereses del grupo, así como del buen nombre de éste. Así, l(csumiendo, el importe de la dote era siempre una función de-
todo concurria a favorecer al primogénito (el aynat, o el hérété tc'r'rninada del valor del patrimonio y del número de hijos. No
o el capmaysoué). Sin embargo, los segundones también tenían ohstunte, las normas consuetudinarias no sólo parecían variar
derechos sobre el patrimonio. Virtuales, estos derechos sólo se c'on cl tiempo y según los pueblos, sino que nunca se aplicaban
volvían reales, las más de las veces, cuando se concertaba su (orr un rigor matemático, en primer lugar porque el cabeza de
boda, que siempre era objeto de capitulaciones: ul-os ricos liunilia siempre conservaba la potestad de incrementar o de re-
siempre hacían capitulaciones, y los pobres también, a partir de tltrcir la parte del primogénito y los segundones, y después por-
500 francos, para "invertir" la dote (coulouca l'ad.ot).,, 0.-P. A.). r¡trc la parte de los solteros no dejaba de ser virtual y, por lo
Por ende, l'adnt designaba a la vez la parte de la herencia co- tilnto, permanecía integrada en el patrimonio. La observación
rrespondiente a cada hijo, varón o hembra, y Ia donación efec- rlc Ia realidad recuerda que no hay que caer en la tentación de
tuada en el momento de la boda, casi siempre en efectivo, para cstablecer modelos demasiado sencillos.
evitar la fragmentación del patrimonio, y sólo excepcionalmen- El ureparto,¡ solía llevarse a cabo de forma amistosa, en el
te en tierras. En este último caso, se consideraba que la tierra lnomento del matrimonio de alguno de los hijos. Entonces se

26 )7
«itrstituía» al primogénito en su funcicln dc ca/trnaysoué, de ca- cstrrba donlinaclo p<>r la cscascz clcl dinclro llc¡riclo, a pesar de la
beza de la casa y de sucesor del padre. A veces, la uinstitución ¡rosillilidad, prevista por la costurnbrc, de cscalonar los pagos a
del heredero, se efectuaba por testamento. Así obraron muchos hr largo de varios años, y que a veces podía alargarse hasta el fa-
cabezas de familia en el momento de marchar al frente, en lk'c:inliento de los padres, ocurría en ocasiones que resultara
I9l4.Tras la valoración de Ia hacienda, el cabeza de familia en- irrrposible efectuar el pago de una compensación y que no que-
tregaba a aquel de los segundones que se iba a casar un importe rlirra r¡rás remedio que proceder al reparto cuando se casaba
equivalente a su parte de patrimonio, y definía al mismo tiem- rnr«rs de los segundones, cuya dote tenía que pagarse entonces
po la parte de los demás, parte que recibían bien en el momen- (()r) tierras. Asl se llegó a la liquidación de muchas haciendas.
to de casarse, bien tras el fallecimiento de los padres. Dejarse u'l'ras los repartos, dos o tres familias vivían a veces en la misma
engañar por la palabra re?arto consrituiría una grave equivoca- (:rsrl, y cada cual disponía de su rincón y de su parte de las tie-
ción. De hecho, la función de todo el sistema consisre en reser- rr':rs. La habitación con chimenea siempre revertía, en estos ca-
var la totalidad del patrimonio para el primogénito, pues las sos, al primogénito. Así ocurrió con las haciendas de Hi., Qu.,
«partes» o las dotes de los segundones tan sólo son una com?en- t)i. En el caso de An., hay trozos de tierra que nunca se han
sación que se les concede a cambio de su renuncia a los dere- rt:integrado. Algunos pudieron recomprarse después, pero no
chos sobre la tierra.l toclos. El reparto creaba unas dificultades terribles. En el caso
Buena prueba de ello es que el reparto efectivo era conside- .lc la finca Qu., que se repartieron los tres hijos, uno de los se-
rado una calamidad. El uso sucesorio se basaba, en efecto, en la gundones tenía que rodear todo el barrio para poder llevar sus
primacía del interés del grupo, al que los segundones renían caballos a un campo alejado que le había correspondido, (P.
que someter sus intereses personales, bien contentándose con 1,.). uHabía primogénitos que, para ser dueños, tenían que ven-
una dote, bien renunciando a ella cuando emigraban en busca clcr propiedades y también se dio el caso de que vendieran la
de empleo, bien, si se quedaban sokeros, viviendo en la casa del casa y luego no la pudieran recuperarrl $.-P.A.).
primogénito y trabajando las tierras de sus antepasados. Por O sea, la lógica de losmatrimonios está dominada por un
ello, sólo en última instancia se lleva realmente a cabo el repar- propósito esencial: la salvaguarda del patrimonio; actúa en una
to, o bien cuando, debido a desayenencias familiares, o a la in- situación económica particular, cuyo rasgo principal estriba en
troducción de nuevos valores, se acaba tomando lo que no es la escasez de dinero, y está sometida a dos principios fundamen-
más que una compensación por un derecho verdadero sobre tales, como son la oposición entre el primogénito y el segundón,
una parte de la herencia. fuí, hacia 1830, las rierras y la casa de por una parte,y, por otra, la oposición entre matrimonio de aba-
Bo. (casona de dos plantas, de dus soulés) acabaron reparridas jo arriba y matrimonio de arriba abajo, punto de encuentro don-
entre los herederos, que habían sido incapaces de llegar a un
acuerdo amistoso; desde entonces está «toda surcada por zanjas 1. En aplicación del principio según el cual los bienes de abolengo per-
y setos» (toute croutzad¿ de barats y d.e plech).2 Como el sistema tenecen más al linaje que al individuo, el retracto de sangre, o gentilicio,
otorgaba a cualquier miembro de un linaje la posibilidad de recuperar la po-
1. El carácter gracioso que debía de tener la dote antiguamenre se refle- sesión de bienes que hubieran sido alienados. La ucasa madre, (la maysou
ja en el hecho de que el padre era muy libre de fijar su imporre según sus mayrane) conservaba oderechos de retracto, (lous drets de retour) sobre las tie-
preferencias, pues ninguna regla estricta establecía sus proporciones. rras cedidas como dote o vendidas. Por ello, ncuando se vendían esas tierras,
2. Había unos especialistas, llamados barad¿s (de barat, zanja), que ve- y como se sabía que tales casas tenían derechos sobre ellas, el vendedor se las
nían de las Landas y cavaban las zanjas que dividían las fincas. ofrecía en primer lugar a sus propietarios, (].-P. A.).

28 29
tlc sc crttz,an, por una parte, la lógica clcl sistcnra cconómico, que
,l l,r r'slrit't:r l<'rliica «lc la ccrltlotttÍ4. I)«rr l¡tctlirtci<'rn de la dote la
ticnclc a clasificar las casas en grandes y peclueñas, según el tama-
lri¡1r r .r rl t' los i tr tclc,a m tri«ls matri ntotr iltlcs dcpende estrechamen-
íro de las haciendas, y, por otra parre, la lógica de lás relaciones
tr' rlr' l,rs l,rrsr's cc«rtt15micas de la sociedad.
entre los sexos, según la cual la primacía y la supremacía pertene-
li,n t'lt'r'to, los imperativos económicos se imponen al pri-
cen a los hombres, particularmenre, en la gestión de los asuntos
rigor muy particular porque ha de conseguir,
rrrrr1,1"¡¡i¡,, ('()rr r.lll
familiares. De lo que resulta que todo matrimonio es función,
,'rr ,'l nr,rlncnt«r cle su matrimonio, una dote suficiente para po-
po1 una parte, del lugar que ocupa cada uno de los contrayenres
rlr't l),tli:u llr rlotc de sus hermanos y hermanas menores sin tener
en la línea sucesoria de su respectiva familia y del tamaño de ésta,
,¡rr,' rccrrrrir',rl reparto ni a Ia amputación de la hacienda. Esta
y, por otra, de la posición relativa de ambas familias en la jerar- n,', r'sirlrrrl cs igual para todas las «casas», ricas o pobres, porque
quía social, a su vez función del valor de su hacienda.
l.r ,l.tt' .lc l<ls segundones crece proporcionalmente con el valor
Debido a la equivalencia enrre la parte del patrimonio here-
,1,'l ¡rrrtrirnoni«r, y también porque la riqueza consiste esencial-
dada y la dote (l'adot; del verbo adouta, dot"i), el importe de
rlcnr(' .'n bicnes raíces y el dinero en efectivo es escaso. La elec-
ésta queda definido de forma casi matemátical al mismá tiempo
, r,',rr rk' lu csposa o del esposo, del heredero o de la heredera, tie-
que las pretensiones del beneficiario; de igual modo, las preten-
lr(' unrl irnportancia capital, puesto que contribuye a determinar
siones de la familia del futuro cónyuge respecto a la dáte que
,'l irrr¡rorte cle la dote que podrán recibir los segundones, el tipo
calcula recibir se rigen de forma esrricta por el tamaño de la ha-
rlr'nrlrt'irnonio que podrán contraer e incluso si les será f,íciI
cienda. En consecuencia, los matrimonios tienden a celebrarse ( (,nrrrlcrlo; a cambio, el número de hermanas y, sobre todo, de
entre familias equivalentes desde el punto de vista económico.
Ir.'r'rr¡:uros menores por casar influye de forma considerable en
Sin duda, una gran hacienda no basta para que una familia sea
,'r,r t'lcc:ción. En cada generación se plantea al primogénito la
considerada grande. Nunca se otorgará carta de nobleza a las ca-
.rrn('n:rz,:l del reparto, que ha de conjurar a toda costa, bien ca-
sas que sólo deben su elevada posición o su riqueza a su codicia,
r,írr«krse con una segundona provista de una buena dote, bien
a su empecinada laboriosidad o a su falta de escrúpulos, y que
lri¡rotccando la tierra para conseguir dinero, bien obteniendo
no saben poner de manifiesto las virtudes que l.gíti-"-.rt.
cabe esperar de los poderosos, parricularmente, h dftnidad en el
lrrrirrogas y aplazamientos. Se comprende que, en circunstan-
r i;rs scmejantes, el nacimiento de una hija no sea recibido con
comportamiento y el sentido del honor, la generosidad y la hos-
t'ntrrsiasmo: oCuando nace una hija en una casa», rezael Prover-
pitalidad. Y, a la inversa, la calidad de gran familia puede sobre-
lrio, use desploma una viga maestra» (Cuan bat ue hilhe hens ue
vivir al empobrecimiento. Por mucho que en la vida cotidiana
tutt.lslu, que cat u pluterau). No sólo la hija constituye una ame-
la riqueza represente sólo un aspecto más en la consideración
rrrz:r de deshonor, además hay que dotarla: encima de que uno
que merece una familia, cuando se trata de matrimonio la situa-
s(' g¿rna el sustento» y no trabaja fuera de casa como un hombre,
ción económica se impone como factor primordial. La transac-
s.' rnarcha una vez casada. Durante el tiempo que Permanece
ción económica ala que el matrimonio da pie es demasiado im-
s,rltera constituye una carga, mientras que un hijo aporta una
portante para que la lógica del sistema de valores no ceda el paso
valiosísima ayuda, pues evita tener que contratar criados. Por
cll<¡ casar a las hijas se convierte en una prioridad.
1. Así estaban las cosas hacia 1900 en el pueblo de Lesquire, pero el sis_ Los análisis anteriores permiten hacerse una idea de 1o es-
tema no funcionaba, en un pasado más lejano, de una fo¡ma tr., .igid", pr,.. trecho que es el margen de libertad.
la libertad del cabeza de familia era mayor.

30
31
nHe visto renunciar a una boda por cien francos. El primo- irrterés. No es infrecuente que los padres se encarguen de hacer
f lrrcasar los proyectos de matrimonio. Podían desheredar
(des-
génito deseaba casarse. "¿Cómo rras a pagar a tus hermanos me-
nores? Si quieres casarte, vete." En la casa de Tr. había cinco se- Ittreta) al primogénito que se casara en contra de su voluntad'
,, lrtrgéne B". qu..í, casarse con una chica, guapa pero pobre'
gundonas, los padres trataban al primogénito de un modo
especial. Le reservaban los mejores bocados y lo colmaban de Srr madre le dijo: "Si te casas con ésa, hay dos puertas; ella en-
atenciones. Su madre no dejó de mimarlo hasta que empezó a trirrá por éstayyo saldré por aquélla, o tú." La chica se enteró,
hablar de casarse... Para las hijas no había carne ni bocados ek- ,,,, .1r'riro esperar a que él la delara y se marchó a América' Eu-
quisitos. Cuando llegó el momento de casar al primogénito, 1,,.'r.|c ,rino ,t,r.ram casa, lloraba. Mi mujer le dijo: "Si le haces
"
,,,r., mamá..." "¡Pues me casaré, a Pesar de todo!" Pero la
tres de sus hermanas ya estaban casadas. Quería a una joven de "
La. que no tenía un céntimo. Su padre le dijo: "¿Quieres casar- ,lricir se había ido sin despedirserl (J'-P. A.) La madre desem-
¡rcliaba un papel capital en la elección de
la esposa. Y se com-
te? He pagado [por] las hijas menores, tienes que traer cuartos
en cuenta que ella esla daurte, el ama de la
para pagar [por] las otras dos. La mu.ier no está hecha para que i,,"rr,le,,..ti.ttdo
( irsu, y que la mujer de su hijo tendrá que someterse a su auto-
la pongan en el aparadorl [es decir, para ser expuesta] ' No tiene
, i,l,rd. Silía decirse de las mujeres autoritarias: nNo quiere sol-
nada. ¿Qué va a aportar?" El chico se casó con una chica de E.
r,r r cl cuchar 6no (nou boou pas decha la gahe), símbolo de la au-
y recibió una dote de 5.000 francos. El matrimonio no funcio-
nó bien. El primogénito empezó a beber y desme.ioró. Murió tr»r'idad en el gobierno de la casa.2
(lue los matrimonios eran mucho más asunto de las familias
sin descendencia. Tras una serie de conflictos, hubo que devol-
yer la totalidad de la dote a la viuda, que se volvió a su casa. ,¡rrc de los individuos es algo que evidencia todavía el hecho de
Poco después de la boda del primogénito, hacia 1910, una de ,¡rrc la dote, por lo general, se entregaba al padre o a la madre del

las hijas menores se casó en La., con una dote de 2.000 francos. .'.i,ryr.rg. y sólo excepcionalmente, es decir, sólo en el caso de que
Cuando estalló la guerra, hicieron volver a la hija que se había ,,,. 1r.ár., ya no vivieran, al propio heredero. Algunas capitula-
casado en S. [a finca colindante] para que ocupara el lugar del
primogénito. Las otras hijas, que vivían más lejos, en Sa., La. y l. El mismo informador cuenta un montón de casos similares, entre
Es., se disgustaron mucho ante esa decisión. Pero el padre ha- l,,r trr:rlcs destaca el siguiente: «B. tenía novia en su barrio. Él no contaba
ésa, qué aporta? Si entra por
bía escogido a una hija casada con un vecino para incrementar f,r,ilr cosa. Su madre le dijo: u¿Te vas a casar con
,.,,, ¡,,,".r", yo saldré por aquélla con mi hija [la hermana pequeña]"' Vino a
su patrimonio,z (|.-P. A., 85 años). "Perdiou!(¡Válgame Tú, tú estás casado; quiero ca-
u,,,,i. y me dijo: Dios!)
,.rr rilc. ¿[)ónde tengo que ir?" La chica se marchó a América' Volvió muy re-
La autoridad de los padres, custodios del patrimonio que lir;rrll y bien vestida, y ni siquiera se dignó a mirar a B' ¡Ya ves"'l
hay que salvaguardar y aumentar, se ejerce de forma absoluta 2. Fll manejo dei cucharón es prerrogativa de la dueña de la casa' A Ia
cada vez que hay que imponer el sacrificio del sentimiento al Ir0r,r tlc senrarse en la mesa, mientras el puchero hierve, es ella quien echa las
iol),rs (lc pan a la sopera. EIla es quien sirve el cocido y las legumbres; cuan-
,1,, t,,,1.¡ cl mundo se ha sentado, coloca la sopera encima de la mesa, remue-
l. Lou bachire, mueble que solía colocarse frente a la puerta de la habi-
v,' Lr s.rpa con el cucharón, Para que se enfríe un Poco, y luego deja el man-
tación noble (lou salou) o, más a menudo, en la cocina, y en el que se exPo-
,1,, ctr tlirccción al cabeza de familia (abuelo, padre o tío), que se sirve en
nía Ia mejor vajilla.
menesteres. Para re-
2. Los Tr. poseen la mayor hacienda de Lesquire (76ha). Varias casas ¡,riilrcI lug:rr. Mientras tanto la nuera se ocupa en orros
,,,r,l,t, , I,, n,r.., quien manda y ponerla en su lugar, la suegra le dice: uTo-
antaño habitadas (Ho., Ha., Ca., Si., Si.) fueron agregándose progresiva-
rl.rvf;r no suclto el cucharón.,
mente a su patrimonio.

32
))
ciones prevén que en caso de separación el suegro puede limitar- la gestión. La esposa tenfa sobre los biettcs dorales aportados por
se a pagar los intereses de la dote; la hacienda no sufre merma y su marido derechos idénticos a los de un hombre sobre la dote de
el yerno puede volver a casa si hay reconciliación. Toda dote lle- su esposa. Más exactamente, eran sus padres quienes, mientras vi-
va inherente un derecho de devolución (tournedot) en el caso de ,ieran, disponían de las rentas producidas por los bienes aportados
que se extinguiera la descendencia del matrimonio en vista del por su yerno y los administraban.
cual se había constituido, y ello durante varias generaciones. Por De modo que la dote tenía una triple función. En primer
regla general, si el primogénito fallece sin hijos, su esposa puede Iugar, confiada a la custodia de la familia del heredero, o de la
quedarse y conservar la propiedad de la dote; también puede re- hcredera, que se encargaba de su gestión, tenía que integrarse en
clamar la propiedad de la dote y marcharse. Si la esposa fallece cl patrimonio de la familia fruto de ese matrimonio; en caso de
sin hijos, también hay que devolver la dote. El tournedo, repre- tlisolución de la unión, como consecuencia de la separación de
sentaba una seria amenaza para las familias, especialmente para los cónyuges, un supuesto harto infrecuente, o del fallecimiento
las que habían recibido una dote muy elevada. Lo que significa- rle uno de ellos, si había hijos, iba a p^rar a éstos, pero el cónJT r-
ba una razón de más para evitar los matrimonios demasiado des- ge supérstite conservaba el usufructo, y si no los había, volvía a
iguales: nSupongamos que un hombre desea casarse con la hi.ia ia faÁilia de quien la hubiera aportado. En segundo lugar, por
de una familia rica. Ella le aporta una dote de 20.000 francos. la dote ,port"á", la familia garantizaba los derechos de uno de
Sus padres le dicen: "Tomas 20.000 francos, convencido de ha- los suyos en el nuevo hogar; cuanto más elevada era la dote, en
cer un buen negocio. De hecho, vas a labrar tu ruina. Has recibi- cfecto, más asegurada quedaba la posición del cónyuge sobreve-
do la dote por capitulaciones. Vas a gastar una parte. Si te ocurre nido. Aquel o aquella que aporta una dote considerable «entra
un accidente, ¿cómo vas a devolverla si tienes que hacerlo? No como "amo" o como "ama" (daune) en el nuevo hogar'.l Lo
podrás." Los matrimonios salen caros, hay que hacer frente a los clue explica la renuencia a aceptan una dote demasiado elevada.
gastos del banquete, mandar arreglar la casa, ercétera, (P. L.). Iior último, por muy cierto que fuera, como se ha dicho más

Un gran alarde de protecciones consuerudinarias tiende a garan- arriba, que el matrimonio es un asunto demasiado serio para ex-
tizar el carácter inalienable, imprescriptible e intocable de la cluir o relegar a un segundo plano las consideraciones económi-
dote: la costumbre autorizaba al padre a exigir una garantía para cas, también es preciso implicar unos intereses económicos im-
la salvaguarda de la dote; la mayoría de las capitulaciones incluían portantes para que el matrimonio se convierta de verdad en un
unas condiciones de ucolocación, del importe total de modo que serio. En el momento de crear un nuevo uhogar' la
"rtl.rto
estuviera seguro y conservara su valor. En cualquier caso, la nue- transacción económica sancionada mediante capitulaciones asu-
va familia no tocaba la dote por remor a que uno u otro cónyuge me a la vez el papel de compromiso y de símbolo del carácter sa-
pudiera fallecer antes de que nacieran los hijos. La esposa conser- grado de las relaciones humanas instauradas por el matrimonio'
vaba la propiedad de la dore y el marido sólo tenía el usufructo. De todo lo que antecede se desprende que el primogénito
En realidad, el derecho de usufructo sobre los bienes muebles, el no podía casarse ndemasiado arribar, por temor a tener que de-
dinero, por ejemplo, equivalía a un derecho de propiedad, pues .rolver algún dla la dote y perder toda autoridad sobre el hogar,
el marido sólo estaba obligado a devolver el equivalente en canti-
dad y en valor. Tanto es así, que un primogénito podía utilizarlo 1. El importe de la dote adquiere una relevancia especial cuando se tra-
para dotar a sus hermanos menores. En cuanto a los bienes in- ta de un hombre, por ejemplo, un segundón que entra en el hogar de una
muebles, sobre todo, la tierra, el marido sólo tenía el usufructo y heredera.

35
34
rri «1lc¡¡¡¿ti"clo abajo», por temor a dcsho.r¿rrse con una unión
tlttuu( rlcstlc r¡ttc 1-ronc los pics crt lu c,asa gracias asudot.e (qu'ey
lra.trir,onial desacertada y enconrrarse en la imposibilidad de
rtttrttlr ¡lilunr), cs rcspetada desdc cl principio, (P. L.). Pero, en
dotar a sus hermanos y hermanas más jóvenes. pero si, cuando se
r ,ns('c ucncia, la autr¡ridad del marido queda en entredicho, y es
habla de umatrimonio de abajo arriba, (maridadje de bach
m r.rlri.lo r¡rrc narda hay peor, desde el punto de vista campesino
haul o de nmatrimonio de arriba abajo, (de haut ta bach), se
toma siempre la perspectiva del varón (como muestra la selec_
(
lu(' unr cxplotación agrícola dirigida por una mujer.
l'll rcspcto de este principio adquiere una importancia deci-
ción de ejemplos), ello se debe a que la oposición no tiene el mis_
..iv;r t'r¡:rnclo se trata de un matrimonio entre un segundón y
mo sentido según se trate de un hombre o de una mu.ier. Como
rrrr,r lr.'rc.lera. En el caso de Eugéne Ba., analizado anterior-
el sistema de valores confiere una preeminencia absoluia
lor r"- nr('nl(' (prig. 33), Ia autoridad absoluta de la madre procedía del
rones, ranro en la vida social como en la gestión de los "asunros
lr,'tlro tlc que era la heredera de Ia casa y de que su marido era
domésticos, resulta que el matrimonio dJ un hombre con una
.lt'rrrigctr más humilde. uElla erala daune. Era la heredera. Ella
mujer de condición más elevada es visro con muy malos ojos;
l¡¡ t'ru t«rclo en aquella casa. Cuando un segundón se instala en
por el contrario, el matrimonio inverso cumple cár, los dá..,
,'l lr,r1¡rrr de una gran heredera, ella sigue siendo la dueña, (|.-P.
profundos de la sociedad. Mientras Ia mera lógica de la econo-
A.). lil c¿rso límite es el del hombre de origen humilde, el cria-
mía tiende, por la mediación de la dote, a propiciar el matrimo_
,1,r, prlr cjemplo, que se casa con una heredera. Así, uuna hija
nio enrre familias de riqueza sensiblemente equivalente, ya que
.1,'lruetra familia se casó con uno de sus criados. Ella tocaba el
los matrimonios aprobados se sitúan ent.e dorlmbraler,
á rpfi_
cación del sistema que se acaba de definir introd,uce una disime_ lliirno, y el armonio en la iglesia. Su madre estaba muy bien re-
lrr.i«rrrada y recrbía a gente de la ciudad. Tras diferentes inten-
tría en el sistema según se trate de hombres o de mujeres. para
r.s tlc matrimonio, finalmente, se casó con su criado, Pa. Éste
un varón la distancia que media entre su condición y Í" d. ,, .s_
ricrrrpre fue considerado de casa de Pa., nunca de Ia de su espo-
posa puede ser relativamente grande cuando juega a su favor,
s,r. [.e decían: "Tendrías que haberte casado con una buena
pero ha de ser muy reducida cuando juega en su conrra. para
( iuul)csinita; habría significado otra ayuda para ti." Vivía dis-
una mujer el esquema es simétrico e invertido.
De lo que resulta que el heredero ha de evitar a toda costa litrstado consigo mismo; Io consideraban como el último mono
,lt' Irr casa. No podía relacionarse con las amistades de su mujer.
tomar por esposa a una mujer de condición superior a la suya;
No pertenecía al mismo mundo. Quien trabajaba era é1, mien-
en p-rimer lugar, como se ha mencionado, porque la importán_
ttrrs ella dirigía y se lo pasaba bien. Siempre se sentía molesto y
cia de la dote recibida consrituye ,rr" p^r^la hacienda, tr¡hibido, y también resultaba molesto para la familia. Ni si-
pero también porque todo el equilibrio"-.r", ^
de las relaciones domés_
r¡tricra tenía suficiente autoridad para imponerle la fidelidad a
ticas resulta amenazado. No es infrecuente que la familia
especialmente, la madre, principal interesada, se oponga
/, muy srr rnujerrl 0.-P. A.). De aquel que se casa con una mujer de
r.*._ rltrgo más elevado se dice que se coloca como ncriado sin suel-
jante matrimonio. Las razones son evident.r, t'rrr" "
-*]., ex_
tracción humilde se some e mejor a la autoridad de ia suegra.
de tl<», (baylet chens soutade).

Siempre se le recordará, si falta hace, su origen: nCon lo qtl.im l. P. L. cuenta otro caso: «H., criado en una casa, estaba enamorado de
aportado..., (Da? Co qui as ?ourtdt...). SólL cuando fallezca su l;¡s tierras que cultivaba.Súría (pasabe mau) atando la lluvia no llegaba. ¡Y el
suegra podrá decirse de ella, como suele hacerse, nahora la nuera lilanizo! ¡y todo lo demás! Acabó casándose con la dueña. Todos esos tíos
es dauna,. La hija de familia acomodada, por el contrario, «es ,¡ue hacen "matrimonios de abajo arriba" están marcados de por vida. Se
sicnten molestos y cohibidos.,

36
37
Si, tratándose de una mujer, se dc:sagrrucba cl matrimonio r ftmilia cons(:t'vil la intcgridad de su pa-
rrllrrralc:s: grecias a é1, la
dc arriba abajo, sólo es en nombre de la moral masculina, moral tlinr»lio y pcrpctúa su nombre. I)ara comprobar que el matri-
del pundonor, que prohíbe al hombre casarse con una mujer de urrlrrio cntre una heredera y un segundón, por el contrario, corre
condición superior. Del mismo modo, obstáculos económicos rit'rrr¡rrc cl ricsgo de contradecir los imperativos culturales, basta-
aparte, nada se opone a que la primogénita de una familia mo- r;1 r'on ¿rrralizar la situación familiar resultante de ello. Para em-
desta se case con un segundón de una familia acomodada,
lx'zirri (:se matrimonio determina una ruptura definitiva y clara
mientras que un primogénito de familia modesta no puede ca- ¡'rr cl f nlbito de los intereses económicos, entre el segundón y su
sarse con una segundona de familia acomodada. Resulta mani- f;rrrrilia de procedencia; mediante una compensación, hecha
fiesto, pues, que si los imperativos económicos se aplican con el rli't'tiva cn forma de dote, el segundón renuncia a todos sus de-
mismo rigor cuando se rrara de hombres o de mujeres, la lógica r,'.'lr«rs sobre el patrimonio. La familia de la heredera, a cambio,
de los intercambios marrimoniales no es exacramente idéntica rc' t'rrri«¡uece con aquello que la otra familia acaba de perder. El
para los hombres que para las mujeres y posee una autonomía y('rno sc desprende, en efecto, de todo lo que aporta en beneficio
relativa porque se presenta como el punto donde se cruzan la ,1,'srr suegro quien, a título de aval, puede otorgarle una hipote-
necesidad económica e imperativos ajenos al orden de la eco- ( .rsol)re todos sus bienes. Si ha aportado una dote considerable y
nomía, concretamente, aquellos que resultan de la primacía rt' lur impuesto por su trabajo y por su personalidad, se le honra
otorgada a los varones por el sistema de valores. Las diferencias
v s.' lc trata como al verdadero amo; en el caso contrario, tiene que
económicas determinan imposibilidades de hecho, y los impera- s,rr'rificar su dote, su trabajo y, a veces, incluso su apellido en bene-
tivos culturales, incompatibilidades de derecho. lit io del nueyo hogar, sobre el cual sus suegros piensan seguir
Así pues, como el matrimonio entre herederos quedaba rrrirrrrcniendo su autoridad. No es infrecuente que el yerno pierda,
prácticamente excluido, debido, sobre todo, a que implicaba la ,lt' hccho, su apellido y sea designado por el nombre de la casa.l
desaparición de un nombre y de un linaje,r y también, por nazo-
nes económicas, el matrimonio entre segundones, el conjunto
del sistema tendía a propiciar dos tipos de matrimonio, concre- l.
Así, en la familia Jasses (nombre ficticio), a los yernos sucesivos
\r('nrl)r'c se les ha llamado, hasta la fecha, por su nombre de pila seguido por
tamente, el matrimonio entre primogénito y segundona y el ma-
,'l ;rpcllido de un antepasado, cabeza de familia de importante proyección,
trimonio entre segundón y primogénita. En estos dos casos el lr,rst;r cl punto de dar nombre a la casa: uAunque era un hombre honrado y
mecanismo de los intercambios matrimoniales funciona con el l,r¡t'no, el nombre de Jan de Jasses, procedente de Ar., poco comunicativo,
grado máximo de rigor y de simplicidad: los padres del heredero .rl)r'n:rs se mencionaba (mentabut). Del yerno actual se habla algo más, pero
(o de la heredera) instituyen a éste (o a ésta) como ral, los padres l' l. conoce como Lucien de Jasses, 0.-P. A.).
del hijo menor (o de la hija menor) le constituyen una dote. El
matrimonio entre el primogénito ylahyamenor cumple perfec- Jessrs

tamente los imperativos fundamentales, tanto económicos como C lA Jacques de J,tssts


(apellido en el registro civil: Lasserre)
|
1. Exceptuando, tal vez, el caso en el que ambos herederos sean hijos fallecido joven Ai O Geneviéve deJessrs
únicos y sus fincas estén próximas, este tipo de matrimonio está mal conside-
rado. uEs el caso de Tr., que se casó con la hija de Da. Se pasa el día yendo y
viniendo de una finca a otra. Siempre está en camino, siempre en todas par- fallecido en 1918 A CiA Jan deJnsses (Lacosre)
tes, nunca en su casa. La presencia del amo es necesaria, (P. L.). C =A Lucien deJasses (Laplume)

3B
39
Adcrnlis, como henlos visto, por rrrtr'rtis llersrlnal ¡rucdan iumiscuirsc. Asl, y a pcsar de que, por Io
Poco r¡uc lircra su fámilia más
htrr¡ilde c¡ue la de su mujer, po, pt.u <.¡r" r,,ui"." rk'rrr.ls, crrul cllos los árbitros encargados de hacer respetar las reglas
una personali_
dad más bien discreta, .l ,egundán tlc prohibir los matrimonios desacertados y de imponer,
asumiendá un papel ,1,' ¡rrcg«r,
subalterno en un hogar que nunca era ".rb^b"
del todo verdad.r"Á.i* ¡trt's.'irrrliendo de los sentimientos, las uniones conformes a las re-
el suyo. Para aquellos segundones que no
conseguían casarse con Hl,rs, uk¡s padres, para favorecer a un segundón o una segundona
una heredera gracias a la dote,
"
r...,
incremeitada con un pe- ¡rr,'rlilcct<rs, les permitían amasar un pequeño peculio (lou cabau);
queño peculio (lou cabau) laboriosamente amasado, .ro hrtí" l,'r t'rrrccdían, por ejemplo, un par de cabezas de ganado que, en-
más salida que la de marcharse a buscar oficio
y.-pt." .., r.rrra trr'¡1rr«lrs cn gasalhes,t reportaban sus buenos beneficiosr.
empresa, en la ciudad o en América.r Era *try Así pues, los individuos se mueyen dentro de los límites de
po.o frecuente,
en efecto, que se arriesgaran a arrasrrar r", inc..iiáumbres
de una l.rr rr'¡4las, de tal modo que el modelo que se puede construir no
boda con una segundona, el nmarrimonio del
h"*br..o.ri;;;_ r('l)rcscnta lo que se ha de hacer, ni tampoco lo que se hace,
nas de.comerr; algunos de los que contraían
semejante enlace nse rrrro lt¡ que se tendería a hacer al límite, si estuviera excluida
colocaban con su esposa.como criados a pensión
io^plrt^, (bny- , rr,rk¡uier intervención de principios ajenos a la lógica del siste-
lets á pensiou) en las explotaci-o1es ,grí.á1",
o en la .i,-,a"a, y ,á_ nrir, tales como los sentimientos.
solvían así el problema más dificil, él d. .rr.o., (fue los elementos de las diagonales principales de la ma-
trar vivienda (ue
case)y empleo. Para los-demás, y sobre todo rriz c¡ue figura a continuación sean nulos, salvo dos (probabili-
los -á, pobr.r, t".r_
to si eran criados o empleados por cuenta ajena .ltd ll2), se debe a que los matrimonios entre dos herederos o
o en su propia fa_
milia, sólo- quedaba el celibatá, puesro qr.r. .rt"b" ,'ntre dos segundones están excluidos en cualquier caso, y más
.r.irido qr.
pudieran fundar un hogar p..-"r..i..rio en
la .rr" p",.rrir.i ,rrin cuando a ello se suma la desigualdad de fortuna y de rango
Ése era un privilegio ..é*rdo al primogénito. .ocial; la disimetría que introduce el matrimonio entre una pri-
En cuanro a las
segundonas, parece que su situación ,i.ápr. nrogénita de familia humilde y un primogénito de familia
fue más llevadera
que la de los_segundones. Debido, principalmerr,.,
, q,r. ñ;: por el hecho de que las barreras sociales
,rcaudalada se explica
sentaban un lastre, había prisa por."r"rlrr,
y r.r, dot.r, ., gár._ rro se imponen con el mismo rigor a las mujeres y a los hom-
ral, solían ser mayores q.r. 1", d. lo, ,."ro.r.r, lo
q,r. i.r...-?.rt"- lrres, pues aquéllas pueden casarse de abajo arriba.
ba considerablemente sus posibilidades
de matrimonio.
Pese ala rigidezy al rigor con el que impone acaudakda
,
larmente a los varones, soÁetidos lá, ,r..áid"a.,
su lógica, particu_ Familia Familia humilde

"
..3ra.riür 1,
Primogénito Segundón Primogénito Segundón
ao*o'.r,"
los imperativos del honor, ese sisrema no funciona
mecanismo. Tiene siempre suficiente njuego»
nunca l;amilia JPrimogénita 0l 00
para que el afecto o el ,rcaudalada Isegundona t0 00
1. En el barrio de Ho., hacia 1900, sólo había una casa F-amilia JPrimogénita O ll2 0
que no conrara 1
con un emigrado a América, por lo menos. Había
en olorón reclutadores humilde lsegundona 1/2 0 1 0
que animaban a los jóvenes a marcharse: hubo
muchos q,r. .. fr.ro., árr"rr_
te los malos años entre 1884 y 1g92.
Hasta cierto punto, los imperativos propiamente 1. Contrato amistoso mediante el cual se entrega a un amigo de confian-
.2. . culturales, concrera
y.principalmente la prohibición del
nían a los segundones con menos rigor.
-"triÁo.,io de abajo ,.ibr,'r. irrpo_ za, tras haber hecho una valoración, una o varias cabezas de ganado; los pro-
ductos se comparten) así como los beneficios y las pérdidas que da la carne.

40 41
Si sc adopta el princi¡rio dc dif'crc.cirrc:it¡. utilizado por los qtlc l)o solt ttcccsllrialllclltc las más ri-
l,rs.liulrilitrs rclcv¿rtrtcs,),
pr.¡rios habitantes de Lesquire, uno sc vc ab.cado a oponer las
r ,rs rlcl rt)on1ento, son pcrcibidas y §c percibetl a sí mismas
ucasas relevantes» y las ncasas humildesr, o también los ncampe-
, orrro l«¡rnlando parte de una auténtica nobleza' De lo que se
sinos relevantes» y los uc¿r¡ps5inos humild es, (lous paysantits).
,lcspt'cttclc que la opinión pública tarda en otorgar su reconoci-
¿Se corresponde esta distinción con una oposición manifiesta ,,,i,lrrt,, a lrx nnuevos ricosr, al margen de su riqueza, estilo de
en el ámbito económico? De hecho, aunque la distribución de
vitl¡r o óxito.
los bienes raíces permita diferenciar tres grupos, las fincas de
llcsulta de todo ello que las jerarquías sociales que la con-
menos de 15 hectáreas, que alcanzan la cifra de l75,las fincas
. it,rrt.irr común distingue no son ni totalmente dependientes ni
de 15 a 30hectáreas, 9ue suman la cifra de96, y las fincas de
rr¡trrlrrrcnte independientes de sus bases económicas' Ello es pa-
más de 30 hectáreas, que llegan a la cifra de 31, las separaciones
rt.lttc cuando se trata de contraer matrimonio. Nunca falta, sin
no son demasiado insalvables entre las tres categorírr. Lo,
,lutlrr, cn el rechazo de las uniones que se tienen por desacerta-
ceros y los granjeros son poco numerosos; las fincas diminutas "p"r-
.l;rs ll consideración del interés económico, debido a que en el
(menos de 5 ha) y los latifundios (más de 30 ha) constituyen
rrr:rtrinronio se produce una transacción de gran relevancia' Sin
una proporción ínfima dentro del conjunto, respectivamente,
,'nr[rargo, de igual modo que una familia de poco renombre
12,3 o/o y el 10,9 o/o. De lo que se desprend. qtr. .l criterio eco- de sus hijos en
nómico no tiene entidad suficiente para determinar por sí soro 1,,,.,1.-h".., gándes sacrificios para casar a uno
rrrr,r familia ielerante, el primogénito de una casa relevante
diferenciaciones sensibles. sin embargo, la existencia de la je-
¡rrrcde rechazar un partido más ventajoso desde una persPectiva
rarquía social es algo que se siente y se afirma de forma mani-
t'trltrómica para casarse según su rango.
fiesta. La familia relevante no sólo es reconocible por la exten-
Como más bien distingue jerarquías sociales que clases es-
sión de sus tierras, sino también por determinados signos
- trictamente determinadas por la economía, la oposición entre
exrernos, tales como la importancia de la casa: se distinguei las
.,usas relevantes y humildes se sitúa en el orden social y es relati-
casas de dos plantas (maysous de dus soulés) o «casas de
vafnente independiente de las bases económicas de la sociedad.
(maysous dr mest) y las casas de una sola planta, residencia "-o,
de Aunque no sean nunca del todo independientes, hay que dis-
granjeros, de aparceros y de campesinos humildes. La «casona,
ti,rguir las desigualdades de rango y las desigualdades de fortu-
se define por el gran portón que da acceso al patio. nl.as muje-
,r",-porq,r. ircid.n de manera muy diferente sobre la lógica de
resr, afirma un soltero, nmiraban más el portón (lou pourtalé)
los intercambios matrimoniales.
que el hombre., La familia importante también se áirti.rg,re
La oposición basada en la desigualdad de rango separa de la
por un estilo de vida; objeto de la estima colectiva y ho.rrád* masa campesina a una aristocracia rural distinta no sólo por sus
por todos, tiene el deber de manifestar en grado m¿íximo el res_ nnobleza' de su origen, por
propiedades, sino, sobre todo, por la
p.ro po, los_valores socialmente ,e.orocid'os, si no por respeto
su estilo de vida y por la consideración social de la que es objeto;
del honor, al menos por miedo de la vergüe nza (pir hounie o,
implica la imposibilidad (en derecho) de determinados matri-
per aunou). El primogénito de una familia releyanre (lou gran unas razones
aynat) ha de mostrarse digno de su nombre y del ..nombrl de
-.rnios considerados desacertados, en nombre de
primero sociales y luego económicas. Pero, por -otra parte, las
su casa; y para ello, más que cualquier otro, tiene que encarnar
Jesigualdades de fortuna se manifiesran con cada matrimonio
las virtudes del hombre de honor (homi d'aunou), es decir, la
p"rtl.llr., incluso dentro del grupo al que se pertenece por la
generosidad, la hospitalidad y el sentimiento de la dignidad. jerarquía social y a pesar de la homogeneidad de las extensiones

42 43
Si sc adopta el princi¡rio dc dlfl.rcnciaci«in urilizado
por los l,r¡,,l,rrrrilius rclevantcs,), que uo son ncccs¿rriarncnte las más ri-
propi«rs habitantes de Lesquire, uno .sc vc abocado
, upo.r., las , ur rlcl nlot¡lcl)to, son percibidas y sc pcrciben a sí mismas
ucasas relevanres»y las u6¿5¿s humildesr, o también los ucampe-
¡ trrrro irrtnltttdo prarte de una auténtica nobleza. De lo que se
f
sinos relevantes» y los ocampesinos humild es, (lous
paysantits), rl*¡rtttrrlc quc la opinión pública tarda en otorgar su reconoci-
¿Se corresponde esta distinción con una oposición manifiesia rrrrrirrto rl k» unuevos ricos», al margen de su riqueza, estilo de
en el ámbito económico? De hecho, ,.r.qu. la distribución
de vtrlit o I'xitt¡.
los bienes raíces permita diferenciar tres g.r.rpor, las
fincas de Itcsrrlta de todo ello que las jerarquías sociales que la con-
menos de 15 hectáreas, que alcanzan la cilra Áe
U5,las fincas , r,.lrt iu crrrnún distingue no son ni totalmente dependientes ni
de 15 a 30 hectárear, q,ré suman la cifra de 96, y U, nr.""á.
ror,rlnrcr)tc independientes de sus bases económicas. Ello es pa-
más de 30 hectáreas, que llegan ala cifrade
31, lá ,.p"r".iorr., r(,¡t(. (.¡atrdo se trata de contraer matrimonio. Nunca falta, sin
no son demasiado insalvables entre las tres categorírr.
Lo, ,1il,1,r, cn el rechazo de las uniones que se tienen por desacerta-
ceros y los granjeros son poco numerosos; la, ñrrcrs "p"r_
diminutas ,l;rs l:r cotrsideración del interés económico, debido a que en el
(menos de 5 ha) y los latifundios (más de
30 h") .orrrtitry.., llr;rrrinronio se produce una transacción de gran relevancia. sin
una proporción ínfima dentro del conjunto, respecrivr_.rr,.,
,'rrrlrrrr'¡¡,o, de igual modo que una familia de poco renombre
12,3 o/o y el 10,9 o/o. De lo que se desprend. q,r.
.i criterio eco- ¡,rrctlc hacer grandes sacrificios para casar
a uno de sus hijos en
nómico no tiene entidad suficiente prr" d.t.i-inar por de una casa relevante
sí solo irrr,r fimilia relevante, el primogénito
diferenciaciones sensibles. Sin embargo, la existencia una perspectiva
de la je_ ¡,rrcrle rechazar un partido más ventajoso desde
rarquía social es algo que se sienre y se afirma de forma
_rái t't onómica para casarse según su rango.
fiesta. La familia relevante no sólo es reconocible por
la exten- Como más bien distingue jerarquías sociales que clases es-
sión de sus tierras,. sino también por determinado, ,igro,
rictumente determinadas por [a economía, la oposición entre
externos, rales como la importancia dL la casa: se
distinguei las ,,irs¿rs relevantes y humildes se sitúa en el orden social y es relati-
casas de dos plantas (mayous de dus soulés)
o «casas d". ,*o, vrllnente independiente de las bases económicas de la sociedad.
(maysous de. mesa) y las casas de
una sola planta, residencia de Aunque no sean nunca del todo independientes, hay que dis-
granjeros, de aparceros y de campesinos humildes. La «casona,
ri,',gui. las desigualdades de rango y las desigualdades de fortu-
se define por el gran portón que da acceso al patio.
"Las muje_ ,r",-porqrl. inciden de manera muy diferente sobre la lógica de
res,,, afirma un solrero, «miraban más el por,ó., (tou
pourita) los intercambios matrimoniales.
que el hombre., La familia importante tmbién ,.
áir,irrguá La oposición basada en la desigualdad de rango separa de la
por un estilo de vida; objeto de la estima colectiva y horrrfd" distinta no sólo Por sus
rnasa campesina a una aristocracia rural
por todos, tiene el deber de manifestar en grado
-á"ímo .l ,.r_
peto por los valores socialmente reconocid-os, si no por
propiedades, sino, sobre todo, por la nnobleza' de su origen, por
respeto r,., eitilo de vida y por la consideración social de la que es objeto;
del honor,. al menos por miedo de la vergüe n (pi
houni, ou implica la imposibilidad (en derecho) de determinados matri-
^
per aunou). El primogénito de una familia ..l.rr"rrt. (lou gran mánios considerados desacertados, en nombre de unas razones
qtndt) ha de mostrarse digno de su nombre y del ,.rror.rbrl
d. primero sociales y luego económicas. Pero, por otra parte, las
su casa; y para ello, más que cualquier orro, ii..r.
q.r. encarnar áesigualdades de fortuna se manifiestan con cada matrimonio
las virtudes del hombre á. horroi (bomi d,aunou),
es decir, la particular, incluso dentro del grupo al que se pertenece por la
generosidad, la hospitalidad y el sentimiento de la jerarquía social y a pesar de la homogeneidad de las extensiones
dignidad.

42 43
rlr'tir'rr'rs,«r51'[1[;¡'5' L:r rl,.siti<irr t'rrl(. l¡ril f:rariri:¡
rrn:r f .r¡nili:r rn(.lr()s ,.i.,r ,1,, (.s lrr;is l,,r y . i ,,r, ¡ r l r .r',,, ¡,r,r t'it'rrr¡rlo, rlc l«rs Plirrrogórritos víctimas de la
lttur(.r r.l t..¡uiv,rlr.ru.. tlt. l.r ,,l,,,rr
cirin c.lltrr.r Ios urclcvrultcs, y los ,,r:,,¡i,lr,l ,,,,,,rr'.r .1,'l.rs p:rtlt'cs. ul). [,.-M. Iartcsano del pueblo,
ulrrrrrriltlt,sr.
Ar¡n a.sí, rlt,lrrrl,¡,¡l
riÍa.r c,,
cl clue Ia neccsicracr cc()r)(illrica
rr<l,ri,a l«ls irrr.r¡.rrr
l, tir, rir,,. ,1, ,,l,r,ll rrrrrrcu rlisponía clc clincro para salir; no salía
bios matrimoniales, e.l ii!,r1:rtlrrr,,..,r'lr,rl,rí:rrrlcbcladocolltraelpadre,habríantratado
J. Jirp".,.f"cl aclnrisi[rk:
nece siempre restringido ,nrargen
de*tal modo'.¡u., rrá, a,¿í crc,.
l)(.rnr,r l; ¡..u r., un lxxt, tlt'tlincro fuera de casa; é1 se dejó dominar.
bral determinado, Iar diferenciar ,l!r li *ir ur, r,r.r,ll,'y rrrn hcrrnana que estaban al tanto de todo lo
.."".'-i."s hacen crrc r.(,srrr,r
la barrera, e imoiclen, de hecho,
l;r;;;..r. Así, junt. a I. lÍrr..r lrrr .rr,,,lr, , rr ,l ¡rrrt'bkl, fuera cierto o falso (a tor ou a dret), sin
de separación q.r. dos grupos jerárquicos rlor,r«1r,, =Jll ,rrrr.r l)orrrirr;rlran l¿r casa. Cuando él habló de casarse, se
cie.a permanencia ¿Árao :.pii, ,1, rlr' ¡',,,,,,, l l,.r.l r.'. "¿ l):rra qué quieres una mujer? Ya hay dos en
u J"rária"d relativa de sus rr:rs,.,,
económicas' las desiguardades " t r I I r, r.r rr,rvill«rs cn la escuela. Nunca le decían nada. Se lo to-
d. fortun" tienden a dercrrr¡irr,,
punros de segmentación particulr..r, r**l,, r r I rr (,r r.r. l .l r:rrlpa de todo Ia tiene la educación,, 0.-P. A).
y .llo ,,"t.;p;;i,rr";;;,
r

cuando se rrara de contraer


matrimonit. La complejidad qr,rc
sulta de estos dos tipo de opori.-ior r., i l r,l.r rrr,ir ilustretivo que este testimonio de un viejo soltero
r."jupri." debido ar hctrr,,
de que las reglas g..r.r"1.,
,rr.";. r;i.; de la casuística es¡rrrr ,l \ l r,.r, r.lo cn lBB5, artesano domiciliado en el pueblo:
tánea; ello es así porque
e] matrimonio no se sitúa
lir,l.r nr.rs.rtrrbrtr la escuela, me puse a trabajar con mi padre
menre en la lógica nunca pler,r , n, I r.rll, r. l;ui ¿rl servicio en 1905, serví en el XIII Regimiento
de las alianzas o de l^idgrr^d.l.r;;;;;.., ,1, , r,.r,l,rt's rrl¡rinos, en Chambéry. Conservo muy buen re-
Conjunto de bienes muebles
base económica de la familia,
. i.r_u.Uf.s que forman ll , ,, rrl, tlt' nris cscaladas en los Alpes. Entonces no había esquís.
p;;"i, que ha de manrenerst.
indiviso a lo largo d., h^, ll,',.rr.rlrrunos a las botas unas tablas redondas, lo que nos per-
#.;;i;;;r,
que cada miembro de la fariilia
entidad colectiva a ta
rrrrr.r .,rrlril hasta la cima de los puertos. Al cabo de dos años de
tr" a. ríuo.dinar sus intereses y
sus sentimientos, la «casa» , r \ r( r() rlrilitar, volví a casa. Tuve relaciones con una muchacha
es el yalor de los valor.r,
cual todo el sistema se organiza. ;;;;;"J ,1, li,:. I labíamos decidido casarnos en 1909. Ella aportaba una
Bodas tardías que contribuyen
a limitar la natalidad, red"ucción ,lrrrl rlt' 10.000 francos y ela¡nr. Era un buen partido (u bou
¿l ;,f"r... de hiios (dos o.,.
pareja como media), r¡glas
q,r. ..g.rü, i;l,.ñ.i];.,ffff: ¡',rttit). Mi padre se opuso formalmente. En aquel entonces, el
nes, celibato de los ,,,rrs.'rrtimiento del padre y de la madre era imprescindible.l
-a, ;ar.,.,.r, ,;J;;;"ibuye a asegurar la
permanencia de la casa. N(), no debes casarte." No me dijo sus motivos, pero me los
,Ignorar que ésa es también la función
primera de los intercamblo, ,lr, :r cnt€nder. "No necesitamos a ninguna mujer aquí." No
..,rr.'i_orill-es ,ignificaría vedarse
la comprensión de su esrructura. , r.urros ricos. Había que alimentar una boca más, cuando ya te-
ní;unos a mi madre y a mi hermana. Mi hermana sólo estuvo
fucla de casa seis meses, después de casarse. Volvió en cuanto
Con semejante lógica, .'nviudó y sigue viviendo conmigo. Por supuesto, podía haber-
¿quiénes eran los célibes? Sobre todo,
Ios segundor.r, .ro..ilr-.n,., .;l;;;;;i;s rrrc marchado. Pero, en aquel entonces, el primogénito que se
numerosas y en ras
familias pobres. EI celibaro
d.l;;p;;;*n",.r, raro yexcepcio_ 1. A ia vez njurídicamente)'y materialmente. Sólo la familia podía ga-
nal, se presenra como ligado
, t;.;;?;;iento demasiado rí- r:rntizar un uhogar equipado, (lou ménadje garnit), es decir, el mobiliario do-
"" ;;;;;i;;
gido del sistema v a raiplica.ió" rnéstico: el "aparador", el armario; la caja de la cama (l'arcailliey), el somier,
de ciertos imperati_
ctcétera.
44
45
la pro-
instalal'¡¿r con su esposa en una casa indcllcncliurtc era una ver- lr,tr. Arlt.|lrfs, r¡licntrin [0s pacl[c,s vivicsen, sus clc¡:echos a
¡,rt',l.r,l tt,r pitsatxttt dc
virtultlcs. u[,tls paclrcs soltaban el dinero con
güenza [u escarni,l es decir una vergüenza (lue desacredita y ridi-
r rrlrrt;rg,otrrs... l-os jóvenes a mcnudo llo tenían
ni para salir' Ellos
culiza tanto al autor como a la víctima]. La gente habría dado salían a ga-
t,,,1,,,i,,i,,,,, y los vie.ios se cluedaban el dinero' Algunos
por supuesto que se había producido una pelea grave. No había
,,.,'r..j ,,,'.,. .'lincrillos p"r" ,r, gastos fuera; se colocaban
durante
que mostrar ante los demás los conflictos familiares. Por su- di-
puesto, habría tenido que irse lejos, alejarse del avispero (tiras de un,r t('llllx)ra.l,,.o*o .o.he.o, o jornaleros' fuI, hacían algún
A veces' cuando tenía
la haille: literalmente, "zafarse del brasero"). Pero era dificil. Me ,,..',,,, .,l"i c¡r-rc poclían disponer a su anto.io'
pecu-
r¡rrc il u ll,i..t.1servicio militar, daban al hijo menor algún
afectó mucho. Dejé de bailar. Las chicas de mi edad estaban to-
das casadas. Las otras ya no me aüaían. Ya no me interesaban lir, (tt ,',tb¿u).: o bien un rinconcito de bosque que podía explotar'
las chicas para casarme; antes, sin embargo, me gustaba mucho
,, lricn un par de ove.!as, o una Yaca, lo que le permitía ganar un
a un
bailar, sobre todo, los bailes antiguos, la polca, la mazurca, el prr o rlc .linero. Por ejemplo, me dieron una vaca que le dejé
vals... Pero la quiebra de mis proyectos de boda había roto algo: ,,,,,i¡¡,, üt gdsdhles. Los primogénitos, muy a menudo' no tenían
se me habían pasado las ganas de bailar, de tener relaciones con
y no"podían salir. "Tú á quedarás con todo" (qu'at ab-eras
".,,1,, Muchos'
otras chicas. Cuando salía, los domingos, era pafa ir a jugar a las t,tttt )',Jccíanlos padresl y, mientras, no soltaban nada'
,rnt('s, se parabarrioda la vida sin salir de casa' No podían salir
por-
cartas; a veces echaba un vistazo al baile. Trasnochábamos, en- a
(luc no tenían ni un céntimo que fuera suyo, para.invitar unas
tre chicos, jugábamos a las cartas, luego regresaba a casa hacia buena
,'.,1r"r. Y eso que entonces con cuatro perras te pegabas una
medianoche., (Entrevist a r ealizada en bearnés. )
iuerga con tres o cuatro amigos.
Había familias así donde siempre

Pero, sobre todo, era entre los capmayoués,los primogénitos i,.lri"n tenido solteros. Los ióvenes no tenían personalidad; esta-
l»rn acogotados por un padre demasiado duro' (J'-P'-A')'
de las familias campesinas relevantes, donde los imperativos eco-
Qr'.I primogénitos estuvieran condenados al celiba-
nómicos se ejercían con más fierza, donde más abundaban los ca- "[r.os
t,,,.IÁidoá h excesiva de los padres, no quita que'
sos de ese tipo. Quienes querían casarse en contra de la voluntad "rrtoridad
de los padres no tenlan miís remedio que marcharse, exponiéndo-
Irrrrmalmente, hicieran buenas bodas. nBl caprnaysouitiene don-
se a ser desheredados en beneficio de otro hermano o hermana.
tlc escoger, (P. L.). Pero las posibilidades de matrimonio se re-
Pero marcharse le resultaba mucho menos fác1l al primogénito de .lucen [ar"lel"m.nte con el nivel social' Sin duda' al contrario
una familia campesina relevante que a un segundón. «El primogé-
qu. , lá, primogénitos de las familias relevantes, los segundones
j" o.ig.t -ás hlmilde, ajenos a las preocupaciones de los enla-
nito de la familia Ba. [cuya historia se relata en la página 33, el ma-
yor de Lesquire, no podía irse. Había sido el primero en el pueblo .., d..I"...tados y a las tiabas suscitadas por el pundonor o el
que llevó chaqueta. Err rrn hombre importanie, concejal deiay.rn-
orgullo, tenían, en ese aspecto, una libertad de elección mayor'
tamiento. No se podía ir. Y, además, tampoco eru capaz de mar- SiI embargo,Y z p.rr. á. la sentencia que reza que más vale
gente que ái.r..o (qrt ba, mq) $en qu'argen), también.
tenían'
charse para ganarse la vida. Estaba demasiado enmoussurit ("eruse-
ira, poi necesidad q.r. pot orgullo, que tomar en consideración
ñoritado" de mousstt, señor), 0.-P. A.). Obligado a mostrarse a la
altura de su circunstancia, el primogénito era víctima, más que la importancia de la dote que la esposa aportaría'
cualquier otro, de los imperativos sociales y de la autoridad fami-
1. Una sentencia que se pronuncia a menudo irónicamente' Porque se

1. El verbo escarni significa «imitar burlonamente, caricaturizar,. Presentacomoelslmbolodelaarbitrariedadydelatiraníadelosancianos.

4/
46
!
. f rtrtto rrl scguudón que huyc: dc lir r,lrsu lirrrriliar y se rnarcha
r¡ lrr cirrrlad, cn busca de algún enrplcn rrroclcsto, o
¡nils cu¿rntas pacas de hentt, r¡uc Itttllítrr t¡tte,tl:rclo al raso a mer-
a América ,,',1 .lc la tormenta, y que habría rccogido si hubiese estado allí.
lxrr:r hacer fbrtuna,l también existe el que se queda junto al pri_ Y:r sc me había pasado la edad de casarme. Las chicas de mi
rnogénito por apego a la patria chica, al patrimonio familiai,
a ,',1;rrl se habían marchado o estaban casadas; con frecuencia me
la casa, a la tierra que siempre ha trabajado y que .orrrid.r,
\r'rrtía triste en mis momentos de asueto; me los pasaba bebien-
suya. Entregado absoluramente, no piensa en el matrimonio.
,l.r c«rn los amigos, que, en la mayoría de casos, estaban en la
Su familia rampoco tiene prisa ., ,,.rlo casado y üataa
menu- rrrisma situación que yo. Le aseguro que, si pudiera volver atrás,
do de retenerlo, durante un dempo, por lo
-é.ror, al servicio ,|.'irrría a mi familia sin pensármelo dos veces y me colocaría en
de la casa; algunos condicionab", 1" .r,r.ga de la dote
a la con_ ,rlgtin sitio, y aI vez me casaría. La vida sería más agradable
dición de que el segundón se ayiniera , ,.i'b"¡", junto al pr;;_ familia independiente, sólo
¡rrrra mí. Para empezar, tendría una
génito durante un número determinado d. ánor; o,ro, ,. li-i_
rrría. Y, además, el segundón, en una casa' nunca trabaja lo su-
taban a prometer un aumento de la parte. En ocasiones,
se f iciente. Siempre tiene que estar en la brecha. Se le echan cosas
llegaban a firmar auténticos conrratos de trabajo ,rrr,-
,t ,oj_ ('n cara que un patrón jamás se atrevería a reprochar a sus cria-
mayouéy el segundón cuya situación era la de un criado.
,k¡s. Mi único refugio, para tener un poco de tranquilidad, es
('ncerrarme en casa de Es.;l en el único rincón habitable he ins-
«Yo era elúltimo de una familia de cinco hermanos. Antes r,rlado un catre» (testimonio recogido en bearnés).
de la guerra de l9l4 (nació en 1g94), esruve de criado
en casa Por sendas opuestas, el segundón que se marchaba a la ciu-
de M., y luego en casa de L. Guardo muy buen recuerdo
de esa .lad para ganarse la vida y el hijo menor soltero que se quedaba
época. Después hice la guerra. Cuando volví, me encontré
una cn la casa g^rantizaban la salvaguarda del patrimonio campesi-
familia mermada: un hermano muerro, el primogénito,
el ter_ no.2 nHabía unos segundones ancianos en unas casas que esta-
cero amputado de una pierna, el cuarto t'r., po.o ,,ontado
por ban a unas dos horas de camino (unos 7 u 8 kilómetros), en
la guerra. Estaba conrenro de haber vuelto a casa. Mis herma-
casa de Sa., en casa de Ch., en el barrio Le., que venían a misa
nos me mimaban, los tres eran pensionistas, mutilados
de gue- a[ pueblo, sólo los días de fiesta y que, a sus setenta años, nunca
rra. Me daban dinero. El que estaba enfermo de los p,rl-J.r.,
habían estado en Pau o en Oloron' Cuanto menos salen, me-
no podía valerse solo, yo le ayudaba, le acompañaba a las ferias
nos ganas de salir tenían. Claro, tenían que ir caminando. Y
y a los mercados. Tras su muerre, en 1929, p"sé a depender
de para ir caminando a Pau, hay que tener ganas. Si no tenían
la familia del segundo de mis hermanos, que se había
converti_ nada que hacer allí, pues, sencillamente, no iban. Y no tenían
do en el primogénito. No tardé .., drr-. cuenta de lo aislado
nada que hacer allí. El primogénito era el que salía. Ellos eran
que estaba en esa familia, sin mi otro hermano ni mi madre,
los pilares de la casa. Aún quedan algunos, 0.-P.4.).
que ranto me mimaban. por ejemplo, un día que me
tomé la li_ La situación del criado agrícola se parecía bastante a la del
bertad de ir Pau, mi hermano me echó ., ."rá que se perdieran
segundón que se quedaba en casa. A diferencia del obrero agrl-

7. Cadettou, el segundón, es un personaje de la tradición popular en el 1. Ejemplo de casa que ha conservado su nombre, a Pesar de haber te-
que a los bearneses les gusta reconocerse. Vivo, astuto, malicioso,
,. lr, ,r.._ nido diversos propietarios y de estar abandonada en la actualidad.
gla srempre para hacer que el derecho re favorezcay salir
airoso de las adver- 2. El segundón tenía, en principio, el usufructo vitalicio de su parte'
sidades gracias a su ingenio.
Cuando moría, si se había quedado soltero, ésta revertía al heredero'

48 49
es decir los rebaños' el co-
cola jornalero, que sólo consigue «jornales, (journau) en vera- menddje garnit) de nuestros padres'.
ercétera, lo que le facili-
no y se queda a menudo sin trabajo durante todo el invierno y rral, la casa, las h.r;;;;;s'agrlcolas,
los días de lluvia, que con frecuencia no tiene más remedio que taba las cosas para La Jhit" con la q"t Io tenía relacio-
t"ottt'
las chicas no esperan'
aceptar trabajos a destajo (á preys-heyt) paru llegar a final de ;; *"r.hó a la ciudad; suele ocurrir' "colocarse" en la ciudad
mes (ta junta), y que gasta prácticamente todo lo que gana Lo tienen más fiácil ;;;;'il' para
(ucinco céntimos al día, y la comida, hasta 19t4") para com- .ri"¿rr, d.rlut"b'"da' poi alguna amiga' "o',**1tj":i
""-" estaban en el
prar pan o harina, el criado (lou ba/et) goza de mayor seguri- me divertía a mi manera, con otros chicos que
enteras (nouqrtEtd'
dad.l Contratado para todo el año, no tiene que temer la llega- ;i;; caso que yo. Nos pasábamos.noches
noueyt) el el
da del invierno ni los dlas de lluvia, pues tiene comida y techo literalmentet "p"r",,t Jt i"ttg"'- toda la noche''
el amanecer' haciendo pequeñas
y le lavan la ropa. Con su salario, puede comprarse tabaco e ir a ;;¿;,"g""do " l,' t"t"' h"tf otilll
«tomar una copa» los domingos. Pero, a cambio, el viejo criado "comilonas". Casi ti;;; hablábamos de muieres'
tenla que resignarse al celibato las más de las veces, ora por ape- Y al día siguiente 't
ponÍamos veroes
-o, *,ry mal, por suPuesto' de t' anterior' (N'' criado
go a la casa y devoción por sus patrones, ora porque no dispo- ;l;t;p;n..", at"[ ¡"erga "oJht
nía de suficiente dinero para establecerse y casarse. Para el cria- ;rcido en 189á; en"trevista realizada en bearnés)'
;illr,
do, casi siempre un segundón de familia modesta, como para el
y en las bodas era donde
obrero, el matrimonio era muy diflcil, y en estas dos categorías En las relaciones entre los sexos
la conciencia de la jerarquía social'
sociales es donde más abundaban antes los solteros.2 más se ponla de -'"ifi;;
«Como era segundón, me colocaron muy temprano, a los nEn el baile, ningún segundón de
familia humilde (u cadd¿t
diez años, como criado en Es. Allí tuve relaciones con una chi- a, prrlr,garbure)" ítt""ü demasiado l'-li:-"::t"*,:#
ca. Si nos hubiéramos casado, habríamos hecho, como dicen, iuí ."t"ñoino importantel' ""
Los otros segundoles:T:?:11i
cametarsela
"el matrimonio del hambre con las ganas de comer" (hu mari- irrrUi.r"" dicho: ¡Menudo pretenciosol ¡Pretende
sacaban a ve-
tenían buena planta
q"t
daje de la hami dop l" se). Éramos tan pobres el uno como la ;;; t;¿,.1 Los criados
otra. El primogénito, claro está, ya tenía la "casa con todo" (lou ces a bailaru U, nt"Jt'"t pt'o
no solía ocurrir' Había un cria-
por Ia buena sociedad; iba
do bien parecido q;;;"*Ptado
1. Se distinguía antes entre bu¡ rnestes o capmaysoués, es decir, los detrás de la herede'" dt E'' Y "
t"'ó con ella' Todo el mundo
«amos», relevantes o modestos; hus bourdés-mieytadis, los aparceros; lous con ella' Era algo ex-
"puso el grito en .itioi ver que se casaba
't convencido de que serla su
traordinario. Todo mundo t't'b"
bourd.és en aferme,los granjeros; hus oubré¡, los obreros, y lous baylets, los cria-
dos. Un criado muy bien colocado ganaba de 250 a 300 francos anuales antes "i remotamente así: adoptó el com-
de 1914. Si ahorraba mucho, podía esperar poder comprar una casa con unos esclavo. De hecho, no fue ni
de su mujer'-,que acabab-"n de
volver
diez o doce años de salario y, con la dote de alguna muchacha y un poco de plt.r-r*itá. lo, p¿ttt
dinero prestado, comprar una granja y algo de tierra. El jornalero, por el con- de América y vivlarde renta' se
convirtiá en un señor y no vol-
trario, no tenía prácticamente ninguna esperanza de prosperar. En cuanto ha-
bían hecho la primera comunión, a los niños y a las niñas los colocaban como
;;""b;É. Todo' los viernes iban a Olorón' 0'-P'A')'
criados o sirvientas (gouye). tiende a salva-
2. La difercncia de edad entre los cónyuges era, como media, mayor La lógica de los intercambios matrimoniales
Pero' más nt**"-
antes que ahora. No era infrecuente que hombres maduros, pero ricos y de guardar, n"'0""';;l;l;*tq"ía social'
" de determinadas personas se encuentra
rnte-
familia relevante, se casaran con muchachas de 20 a 25 aios. L.n..' .i ".lib"io
51
50
grado en la coherencia del sistema social y, por ello, tiene una llrrt t' f)ár?. que también se practique, en la sociedad de antaño y
flunción social evidente. Por mucho que constituyera una espe. ¡nrr ('n la actual, una segregación de los sexos brutal. Desde la
cie de fallo del sisrema, el celibato de los primogénito, no .rr, lrrl,urcia, chicos y chicas están separados en los bancos de la es-
en el fondo, más que el efecto lamentable d. urrr rfir*ación ex- n('l;r y en el catecismo. De igual modo, en la iglesia, los hom-
'
cesiva de la autoridad de los padres, piedra angular de la socie- lrrt's sc agrupan en el coro o en el fondo de la fila central de
dad. En lo que a los demás se refiere, segundon.s e individuos Ir,rur'os, cerca de la puerta, mientras las mujeres se acomodan
de origen humilde (de petite garbur), granjeros, aparceros, ,'rr Lrs bancos laterales y los primeros de la fila central. El caft
obreros agrícolas y, sobre todo, criador, ,,, ..iib"ro se inscribe ,'r rrtr lugar reservado a los hombres, y cuando las mujeres de-
en la lógica de un sistema que rodea profusamente de protec- q,'.ur decirles algo a sus maridos no van ellas personalmente,
ciones al patrimonio, valor supremo. En esa sociedad e*la que rrro que mandan a sus hijos. Todo el aprendizaje cultural y el
el dinero es escaso y caro,l donde lo esencial del patrimonio lo nn,unto del sistema de valores tienden a desarrollar en los
'
constituyen los bienes raíces, el derecho de primogenitura, cuya urie'rnbros de uno y otro sexo actitudes de exclusión recíprocas
función estriba en garantizar las tierras trasmitidaJpo. lo, y ;r crear una distancia que no puede cruzarse sin turbación.l
pasados, es inseparable de la dote, compensación oiorgada "rt.-
a los l)c tal modo que la intervención de las familias era, en cierto
segundones para que renuncien a sus derechos sobre Ias tierras rrrorkr, impuesta por la lógica del sistema, y también la del nca-
y la casa. Pero, a su vez, la dote conlleva una amenaza: por ello hurrcntero» o «casamenterar, llamado trachur (o takmi, en el
se hace todo lo posible para evitar un reparro que arruina ría ala v;rllc del Gave de Pau). nHacía falta un intermediario para ha-
familia. La autoridad de los padres, la fuerza áe las tradiciones, r cI que se encontraran. una vez se han hablado, ya marcha.
el apego a la tierra, a la familia y al apellido determinan al se- llay muchos que no tienen oportunidad de conocer a chicas o
gundón a sacrificarse, ora marchándose a la ciudad o emigrando r¡rc l'ro se atreven a ir a su encuentro. El anciano cura ha arre-
a América, ora permaneciendo en la finca, sin esposa ni sIlario.2 glrrclo muchos matrimonios entre familias relevantes de biem-
Basta, para explicar que el matrimonio constituye un asun- pcr)santes. Por ejemplo, B. no salía, era tímido, apenas iba al
to que pertenece más a la familia que al individuo, y que se lle_ llirile; el viejo cura ya verle: "Te has de casar." La madre: "Ha-
va a cabo según los modelos estrictamente definidos por la tra_ llrfa que casarlo, pero no encuentra con quien, es diftcil." "No
dición, mencionar su función económica y social. Lo que no es lrrry que mirar la dote", dice el cura: "hay una chica que será para
rrsted [a madre] un tesoro." Lo casa con una chica pobre, con
1. Todos los informadores suelen insistir en la escasez der dinero líqui-
do: oNo había dinero, ni para las salidas de los domingos. S. gast"ba poco.
la hija de unos aparceros a los que conocía a través de una tía
Una tortilla y una chuleta o un pollo era todo lo que pedíamol qrr. ,rá. hi- nruy devota. El cura también ha arreglado el matrimonio de L.
cieran [en la fonda], (A. A.). uAhora hay una ,brrrdrn.ia de dineio que en- l'ln muchos casos ha conseguido que antiguas familias que no
t:nces no habla. La gente no es más rica, pero circula más dinero; qrri.r, po- cst¿rban dispuestas a rebajarse aceptaran una boda con hijas de
dla vivir en su casa y ahorrar unos céntimos era feliz, pero no q,ri.., ,áí,
lirrnilias pobres. Muy a menudo, el vendedor ambulante (crou-
que comprarlo todo, el obrero, por ejemplo. Ére em e[ más desáichado de
todos, (F. L.). litayre) hacla las veces de nachur. La madre le decía: "Quiero
2. A la inve¡sa de otras regiones rurales, Lesquire ignoraba las bromas
rituales que suelen hacerse a los solteros, varones o h.-bir., du¡ante los ca¡- 1. El lenguaje es revelador: las expresiones ha bistes (literalmente: ulan-
navales, por ejemplo. (Véase. A. Van Gennep, Manuel de folhlore zrtr miradas,) y parla ue gou)tate (literalmente: nhablar a una chicar) signifi-
tomo I, I y 2, París, Editions Auguste picard,1943-t946.) ' fangais,
t:rn ucortejatr.

52
53
nri hiio." H,l lo hablaba cor) fl,c,ntcs t¡uc rcnfarr hijas casa-
cil.sa, a l¡,¡nrlllc rtrclo, y tcnía quc salrcr c<ltrr¡r()rtiu'sc crlmr¡ uh<ltrrlrrc
dcras cn Ar., Ga., Og., y los demás lugarcs p«rr los clue él pasa- ',,,. irrblcr; lo quc uo quita que sicrnllrc sc insistiera cn las cuali-
ba. Muchos matrimonios se arreglaban así. ()tras veces, .i qu. ,l.r,lt's rlc,campesino. Sobre todo, hablando de matrimonio, l<r
hacía de intermediario era un pariente o algún amigo. Se habla- ,'r¡rcr:rdo cra que un hombre fuera trabajador y supiera trabajar,
ba el asunto con los padres de la chica y luego se le decía al v ,¡rrt' fircra capaz de dirigir su explotación, tanto por su corrr-
mozo: "Vente conmigo, rramos a pasear, te voy a presentar.,,, ¡rt'tcrrcia como por su autoridad. Que no supiera trabar amistad
(P. L., BB años). Era costumbre, una vez el üato concluido, ¡,uui,qtilha\) con las mujeres y que pusiera tanro empeño en cl
ofrecer algún obsequio al *achur y convidarlo al banquete de tr.rlrrj«r clue descuidara sus deberes sociales no solía tenérsclc
boda. De quien había arreglado el marrimonio solía decirse: ,lt'rnasiado en cuenta. El juicio colectivo era inmisericorde, por
nSe ha ganado un par de botas, (que s'a gagnat u pa de bottirue). ,'l t.orrtrario, con quien se atreyiera a ndárselas de señor, (mous-
En este contexro ha de comprenderse el tipo de matrimo-
'rrt't'yi)en detrimento de sus tareas de campesino. uEra dema-
nio llamado barate en la llanura del Gave y crouhouen Lesqui- ri.rtlo scñorito (moussu); no era bastante campesino. Muy buen
re, por el que se unen dos hijos de una familia (dos hermanos o rn()zo para salir a pasear, pero sin autoridad, (F. L., BB años).
dos hermanas, o un hermano y una hermana) con dos hijos de l'r,tll [a educación básica preparaba a las muchachas a percilrir
otra. nla boda de uno de los hijos proporciona a los demás la t, :r considerar a los pretendientes en función de las normas ad-
ocasión de conocerse, y se saca buen provecho de ella, (p. L.). r¡riticlas por la comunidad.l nAl "señorito" que Ie hiciera Ia cor-
Nótese que, en esre caso, salvo si una de las familias tiene más tt', la joven campesina le habría contestado como la pastora de
de dos hijos, no hay entrega de dote. l,r c'rrnción: " You q'aymi mey u bet hilh dr pa1sd" (Yo prefiero un
La restricción de la libertad de elección riene, pues, tam- l,rrt:n hijo de campesino).r2
bién su lado positivo. La intervención directa o mediata de la
familia, sobre todo de la madre, hace que se vuelva innecesaria l. De igual modo, el varón sólo podía admitir y adoptar el ideal c«r-
la búsqueda de una esposa. Se puede ser bruro, patoso, rosco y It'ttivo, según el cual la esposa ideal era una buena campesina, apegada l lrr
t it rra, laboriosa, ((apta para traba.jar dentro de la casa y fuera, en el canrpo,
grosero sin perder todas las posibilidades de llegar a casarse. El
rirr r¡riedo a que le salgan callos en las manos y capaz de conducir el ganado,
más joven de la familia Ba., uceloso, arisco, cascarrabias (roag- (l;. L.).
nayre), desagradable con las mujeres, malo»,
¿no fue novio de ia 2. u¿Quieres, hermosa pastora, darme tu amor?
hija de An., la heredera más guapa y rica de la comarca? y tal 'fe seré fiel hasta el final de mis días.
vez no sea una exageración pensar que, gracias a ese mecanis- You q'aymi mey u bet hilh de paysá...

mo, la sociedad garantiza la salvaguarda de sus valores funda- ¿Por qué, pastora, eres tan cruel?
Et bous moussü ta qu'et tdn amourous?
mentales, en concreto, las uvirtudes campesinas».
¿Acaso no (¿Y usted, señor, por qué está tan enamorado?)
opone la conciencia tradicional el ncampesino, (hu paysá) al No me gustan todas esas señoritas,..
«señor» (lou moussü)i Sin duda, de igual modo que se oponía al Eyou moussü qu'emfoutis de bous... (y yo, señor, me río de usted), (re-
campesino enmoussurit, naseñoritingador, el buen campesino se .opilado en Lescquire en 1959).
oponía al campesino empaysanil, «acampesinador, al hucou,t al
Existe una retahíla de canciones que, como ésta, presentan a una pasto-
rx que, astuta y sin pelos en la lengua, dialoga con tn fancltimán de la civ
'I Este término tiende a designar en la actualidad al soltero, literalmen- tlad (nombre peyorativo aplicado a quien se esfue¡za en hablar fuancés, fan-
te, al ugato que maullar. chimandeyt).

54 55
2. (l()N'I'I{ADICCIIONL,S lN't't1t{NAS y AN()MtA
t"rrrir lrimt¿t en sus consecuenci¿rs nr/ts cxtremas, y por ello podía
rt'r pr:rcit'rido como el sacrificio tratural.del individuo al interés
trlt:c(iv«r; en la actualidad, el celibato se padece como un des-
tirro lrbsurdo e inútil. En un caso, acatamiento de la regla, es
,lt'r'ir', anomalía normal; en el otro caso, desajuste del sistema,
Las manos que aplauden en los reatros y los cir- ,'s tlccit', anomia.
cos dejan descansar los campos y los viñedos.

CoruuEu I ( )S NUT.]VOS SOLTEROS

til celibato se presenta como el signo más manifiesto de la


, risis clue aqueja al orden social. Mientras en la antigua socie-
A todas las familias campesinas se les plantean fines conrra-
,l,rrl cl celibato iba estrechamente ligado a la situación del indi-
dictorios: la salvaguarda de la integridal del patrimonio y el
vi.lrr«r en la jerarquía social, fiel reflejo, a su vez, del reparto de
respeto de la igualdad de derechos enrre los hijos. La imporian-
krs bienes raíces, aparece hoy en día como ligado, ante todo, a
cia relativa que se otorga a cada uno de estos dos fines varía se-
l,r tlistribución en el espacio geográfico.
gún las sociedades, así como los métodos empleados para alcan-
.Sin duda, la eficacia de los factores que tendían a propiciar
zarlos. El sistema bearnés se sitúa entre los dos extremos: la
,'l c,clibato antiguamente no ha quedado en suspenso. La lógica
herencia de uno solo, habitualmente el primogénito, y el repar-
.1.' krs intercambios matrimoniales sigue dominada por la jerar-
to equitativo entre todos los hijos. No obstante, la compensa_
r¡rría social. Un cuadro que diferencia a los solteros nativos de
ción otorgada a los segundones no es más que una coniesión
krs pueblosl según la categoría socioprofesional, la edad, el sexo
debida al principio de la equidad; la costumbre sucesoria privi-
y la cuna evidencia a las claras que las posibilidades de matri-
legia abiertamente la salvaguarda del patrimonio, otorgáo
"l rrronio menguan paralelamente con la situación socioeconómi-
primogénito, sin que lleguen a sacrificarse totalment., .o-o
t"t (uéanse páginas sigu.ientes).
ltigulmgnte en Inglarerra, los derechos de los segundones.
con el celibato de los segundones y la renuncia a la trerencia el
El porcentaje de solteros crece regularmente a medida que
sistema se cumpliría en toda su lógica y alcanzaría el extremo
sc va hacia las categorías sociales inferiores: el 0,47 o/o de los sol-
hacia el que tiende, pero que nunca alcanza, porque eso equi-
r(:ros son grandes hacendados, el 2,Blo/o son hacendados media-
valdría a exigir de toda una categoría social ,r., i".rifi.io absolu-
rros, el 8,45o/o son hacendados pequeños (es decir, el lI,73o/o en
to e imposible.
cl conjunto de los propietarios de tierras), el 4,22o/o son obreros
Que el mismo fenómeno que, andguamente, parecía caer
rtgrícolas, el 2,Blo/o son aparceros y granjeros, el 11,73o/o son
po-r su propio peso sea percibido ahora como algo anormal sig-
criados y el69,500/o son ayudantes familiares. Hay que ponde-
nifica que el celibato de ciertas personas, que se áceptab" y .oi-
tribuía a salvaguardar el orden social, i.pr.r..rt" ahora una
amenaza para los fundamentos mismos de este orden. El celiba- 1. La población aglomerada (que se designará de ahora en adelante
to de los segundones no hacía más que cumplir lalógicadel sis- lrajo el nombre de pueblo) es de 264 personas; la población dispersa (case-
ríos) es de 1.090 personas.

56
57
r'll. cstirs c:ifras tc,ic.<lo cn crterrrlr llr itrt¡rrlrtrarr.iu
,rrrérica clc: llts ,solteros nativos dc los cascrí«rs «lc l'esquire
rlifcrc'lltcs ca_tegorías.t_ Entre aparccr,r, y
gr",r¡"r«ls, cl porcentajc
de solte¡os llega al 28,57o/o; *t." u[rrá.á,
agrí.olas al Bl,gl %rl Ranso
ol Por
el nrcinie11911ex9-
entre criados al l00o/o.2Aunque,-como antiguamenre,
t tttttltt ititt sttt'ial edad V H Totales
las posibi_ I
lidades de matrimonio son mucho menores Priruo- Segun'
para Ios individu«¡s Primo- Segun-
que pertenecen a las categorías más desfavor..idrr,
obreros agrf- génito dón génita dona
colas y criados en particular, resulta que
el índice d. ,olteroí",
relativamente elevado entre los propieiarios { . r.rrrrl('s lr,rcendados
de fincas. Lo, ZA .r_
bezas de explotación solteros yi", ZZ trrr,¡', rlt'.J0 l.ra)
primogénitos que, con los
padres vivos, han sido incluido, .r... los l .lll25aios
ayudant., f"*ilir..r, .' .l(r rt 30 años
represenran a|22,32o/o del conjunto
de propietarios agrí.ola, J.: l .ll a 35 años
los caseríos.
,t. .)(r a 40 años
',. 4l arños y más
I l,rr cntl¿dos medianos
t l', ,r .i0 ha)
L 2l a25 aios
1'
véase apéndice III: nTaille des familles
seren la catégorie socioprofes-
26 a 30 años
sionnelle des chefs de famiile,, cuadros III t. 31 a 35 años
A y B, en p. Bourdieu, ucéribat et
condition paysanne», op., cit. págs.123_124. 4. 36 a 40 aios
2. A pesar de haberse convertido en algo muy
escaso (y po¡ ello muv 5. 41 años y más
,aI;
Ilj.::l'^, :,'_:.lados
n_o goza n de u na si ruació"n ,-,
Dan hace crncuenta años. Totalmente sometidos
;;í,;;:;; ; ü_;;1 I l:rccndados Pequeños
a unos amos a menudo au_
toriarios que procuran denigrarlos en público (r¡rcnos de 15 ha)
se los quiten, ni siquiera.pu.d.., p.rr.rr..,1".r.r..
para depreciarl.,
;;"i;r; ; ;; l. 2l a25 aí,os 1
2
Es posible hacerse una 1
idea más cabal de su condición grr.ir, ,l 2. 26 a 30 años 1
,.r,i,,orrio de uno de ellos, nacido
en 1928: uFui a la escuela hasta io, on.. años, 1
en el ba¡¡io d.
ü üi;;;;. 3. 3l a 35 años 1
tenía una pequeña finca de ocho hectáreas, 2
de helechos y bo.q,l., 4. 36 a40 años 1
algunos prados y tres fanegas d_e maí2. yo
tenía,',r, "*..¿.r,
h.rÁrrro;";;;;;; l2 T2
hermana retrasada;
5. 41 años Y más
-. purL.o., a trabajar .., ."r" d. L., como criado. Es
un
puesto arduo, los patrones ,o, .r,ig.rt.r. Estuve Apareceros y gran.,eros
allí.._" ;;;;;;; d;;-
te seis años. Estaba molido, fisica y moralmenre.
Me quedé deshecho. Había l. 2l a25 aios
que reírle todas las gracias al .o,,o un cretino. con el consentimiento
"-o,del amo 2. 26 a 30 años
de mis padres conseguí liberarme
e ir a casa de R., un prri.rr; J; 3. 3l a 35 años
rante ocho meses anres de marchar al servicio
ron,,trabajé de obrero agrícola. Es duro, pero
militar. cuando me licencia- 4. 36 a 40 años
no es una esclavitud como ha_ 5. 41 años Y más
cer de.criado. Después, trabajé en.vari",
.-pr.r", d. lo, ,I..d.Jo..; f;;brÉ
qa.11 el grupo escolar, para.la traíd,a d. ,gurr. Ahora estoy en
la f,íbrica de la_
drillos. ¿Casarme? ¡Ay, si fuera poli, enco"nt.a.l"
á.r. novias! ¡Mire qué gor_
das están las mujeres de los geniarmesl No dan golp. ,

5B 59
Solteros nativos de los pueblos de l,est¡rrirc (c.ontirruación)
l,r.rrito crrrre pelig«1. Aunque, evidcntcmcnte, el capmaysoui se
,,rr.r ruris fllcilnlente que el criado o el obrero agrícola, no es in-
Irr'trrr'rrtc quc sc quede soltero, a pesar de todo, mientras el se-
Condición social y edad
Totales ¡,,rrtrtL'rtr rle fámilia modesta encuentra esposa.
Prirno- Segun- Primo- Segun- l't'ro [o esencial es que la oposición entre los primogénitos
génito dón génita dona lror urr lado, y los segundones, los obreros y los criados, por el
Obreros agrícolas
,tr., t¡treda relegada a un segundo plano, sin quedar abolida,
l. 2l a25 aí,os '¡rr ('f frl)argo, por la oposición entre el ciudadano del pueblo y
1 I tl
2. 26 a 30 años rirtrtftcsino del caserío.
I I
3. 31 a 35 años I I
4. 36 a40 años Estado civil de los habitantes de Lesquire
I 1
5. 4l años y más en función de la edad, del sexo y de la residencia
5
Criados Caseríos
l. 21 a25 aítos r2
2. 26 a30 años lirl,tl Totales
6 Soberos Casados Soberos Casados
3. 31 a 35 años
4. 36 a 40 años ll VH V H V H VH
2
5. 41 años ymás 312 15
N,rt idos entre:

Ayudantes familiares
t').\.\y1929 4 2 30 t4 5" t3 76
(.'}la25años)
1. 2l a25 ailos 15 143t3 45
2. 26 a 30 años 14 919 )3
). tt a J) anos t2 63 2T
l'))B y 1924 36 75 t4 20
4. 36 a 40 años 4 3l l0
(.1(r a 30 años)
5. 41 años y más l0 14213 39 l'))3 y l9l9 203 13 24* 71
7t 45 213
(ll a35años)

Hay que observar, por_ otra parte, que se cuentan 89 pri_


l')18 a l9l4 t43 t4 14
(.i(r a 40 años)
mogénitos solteros (o sea, el55,60/o), entre los cuales hay 4l
de
menos de 35 años, contra Zl segundones (o sea, el 44,4;/o),
en_
¡rlltes de 1914 9 9 5467 63 15 204*257** 679
tre los cuales hay 38 de menos áe 35 años. En cuanto a las
'l'otales 15 t3 75 86 163 50 250 328
chi_
cas, la relación se invierre, pues las primogénitas
sólo represen_
tan el 15 %o de las solreras, contra el g4o/o J. lr, ,.g,r.rdonas. * Entre ellos un viudo.
D. ** Entre ellas una viuda.
lo que cabe exrraer unas primera conclusiónr las"posibilidades
*** Entre ellos 16 viudos.
de matrimonio dependen menos de la situación socioeconómi-
.*+- Enrre ellos 95 viudas.
ca que andguamente. El privilegio del propierario y
del primo_

60 6t
q
i
l'olthción dc l,etquire l?esidentt,tn lltsirlrttrr r, ----l¿rrrh, (('\ ,lccir', tuta rclación tlc I a 1,9). Así' t:rientras la oposi-
., r r,,1
ot 1954 el pueblo uuulos
1

hts t,,,, r r r r,' .'l ¡rrtcbl«l y ltls caseríos está muy marcada en lo que a los
Menores de 21 años 75 299-- 374 lr,,rrlrr'\ r.' r't'f icrc, rcsttlta igual a cero si consideramos el conjunto
Mayores de 21 años 199 791 980 .1, I r ¡,,,1 ,l'r, irin lcnlenina adulta, aunque, con todo, las mujeres de
Toales 264 1.090 1.354 1,,, r ,rrr'rios tlt' lu j«rven generación están desfavorecidas respecto a
.l.l rr,t1,rlr('s, llcr«r infinitamente menos que los hombres.l
Mientras los soltero.s varones mayores de 2l años ',r r',,r,rhk'ccnlos un balance de los resultados obtenidos has-
represeu- r.r r I nr()nr('nt(), parece manifiesto, en primer lugar, que las po-
tan sólo el t6,44o/o de la población masculina del
p*bi;;fb" ¡l,rlr,l,r,h's rk' r¡ratrimonio son siete veces mayores para un
man el 39,760/o de la población masculina de lor'."r..ío,
decir,2,4 veces más),..yTdo el porcentaje para.l
1". lr,,rrrlrrr',k' lrr ioven generación (de 31 a 40 años) residente en
.onju.rto ic ,l ¡,rr,'l rlo (luc para uno de la misma generación nacido en los
la población alcanza el35,3To/o. En el grupo
que tiene entre 3l ,.rrr rtr\i y, ('t1 segundo lugar, que la disparidad entre las mu-
y 40 años las diferencias son má, notoñar.l L*
solteros forman , lr * lr,rs rlt' kls caseríos y las del pueblo es mucho menos impor-
8,1: o/o de la población masculina del pueblo y el
:l 55,73o/o i r,rnr{ (¡r('e,tttre los mozos, pues las chicas del pueblo sólo tie-
la población masculina de los caseríor, y.l hecho
esencial con_
siste en que el índice de solteros h, p"ádo r,, rr ,l,rs vcccs menos de posibilidades de quedarse solteras que
d,el Zl,6olo para l'o,
yarones de los caseríos de más 1,r., , lrit,;rs ,lc los caseríos.2
d. cuarent" años, es decir, la vie_
ja generación, a 55,73o/o para los hombres
entre 31 y 40 aíros,
.: la joven generación, o sea, un crecimiento l.
Si t:onsideramos la población femenina ¡esidente en Lesquire (pres-
9.:i"
al doble.
áel simple
, ilrrlr( il(l() tlc las mu.ieres nacidas en Lesquire y casadas o domiciliadas en la
Entre las mujeres el fénómeno presenta un aspecto , rrr,l.r,l), ,¡rrccla patente que, en el pueblo, una mujer de más de 2l años de
muy dife-
rente. Partiendo de que el número de mujeres ,.r,l.r rir'lc cs soltera, y el índice sube a dos de cada l1 para las mujeres de 21
que emigra d.l ..ru_ r l(l ,rtros. [i,n los caseríos la proporción es la misma para las mujeres de más
nicipio, para trabajar en la.ciudad o para."r"rr.,
., -ri.ho mayor ,1, .r| ;rlros: alcanza ll3 paralas mujeres de21 a40 años. La influencia de la
que el número correspondiente de ño-br.r, la comparació;;"_
r,1r,l('n('i:r sobre las posibilidades de matrimonio también afecta, pues, a las
tre el índice de solteros de los varones y el índice
.";.rp;;;i.;,. .rrl( !( s (lue permanecen en Lesquire.

de las mujeres. no se justifica. No ,,r..á. lo mismo .1. (i¡nsideremos sólo la distribución marginal de los datos siguientes:
.o., l, .o_p"-
ración entre el índice de mujeres solteras del pueblo
y a. _";ío Hombres Mujeres
de los caseríos. Las mujeres solteras ..pr.r..ri"r,
el áeb
i3,13o/o Soheros Casados Total Soheras Casadas Total
población femenina del pueblo *"yor., de 21 años, .orrrr, .l
| 'r rr'lr lt r r5 75 90 t3 86 99
13,22o/o en los caseríos; partiendo de que
el porcentaj. p"r" .i (.rst'r'los t63 250 413 50 328 378
conjunto.del municipio es del 13,20yo, ü diferen.i".,
á.rpr..i"_ I r ¡t:tl 178 325 503 63 414 477
ble. En el pueblo las solteras constituyen el17,39o/o
de la pobla_
ción femenina enrre 2l y 40 años de edad, conúa l,a residencia y el estilo de vida correlativo influyen (de forma muy sig-
el 33 % en los
ilifit:rrriva, x2 = 16,70) en el estado civil: hay cinco veces más hombres casa-
en el pueblo y sólo dos veces más (l'99) en los caseríos' Por
1. La edad media en el momento del matrimonio
es. de 29 aios para 'lt's t¡ue solteros
los hombres y de 24 para las mujeres. ,'l ,r,ntrario, la residencia no influye de forma significativa (x2 = 0,67) en el
¡'sratlo civil de las mujeres.

62
63
L( )S liA(l'l'()lttis eLJt: liAN 'l'l{ANSt;( )ttMAt)() [,t. St.S.l.tiMA
¡,llrr \'r'l ((|nt:u'()n nlcnos. Hoy dím casi nadie les concede im-
1)t, L()S INI'ITRCAMBIOS MAt't{lM()N rAl_trs
l,ntt!rrrr r.r. ;(]tri'vrtklr tiene el dinero? Habría que pedir mucho.
l,¡,r lr.r, r,'rrrlu r¡rrr, valía 20.000 francos antes de 1914 vale ahora
La aparición de esos fenómenos anormales revela que
el sis. ,lrro rrrrllorrt'.s. Nadie podría pagar unas dotes en proporción.
tema de intercambios matrimoniales, en su conjunto, ha
sufiicl,, 'lrl¡¡r' rt'¡rt'sc'rrtu ¿hora una dote de 15.000 francos? Así que a
una profunda transfo.rmación cuyas causas esenciales hay «¡rrc
rr,r, lr,' l,' irrr¡rortrr» (P. L.-M.). Por todo ello, la dependencia de
conocer antes de analizar la situación actual. Ere ,ist.ma
émp" 1,,,, rrr.r. ,rrnbi«rs rrratrimoniales respecto a la economía mengua
zó a tambalearse cuando se resquebrajó la institución
de ra dár., f ,. urf 'f.r rlirho, cambia de forma; enyez de la posición en la je-
que era su clave de bóveda. En efecro, con la inflación
si- Que r,rr¡lt.r rr».'irrl clefinida por el patrimonio agropecuario, es ahora
guió al final de la Primera Guerra Mundial, la equivalená"
nrrr lr() truis lrt condición social -y el esdlo de vida que lleva apa-
tre la dote como parre del patrimonio y la dot. .o-o ",,_
donacil¡lr t' ,.lrln lo t¡trc determina el matrimonio.
otorgada al que se casa no pudo ,.g,.i, manteniéndose. «Des-
l'r'ro no sólo se tambalea la base económica del sistema:
de la guerra pensábamos que aquellos ,.precios de locura"
¡ujs r,rrrrl'r,in lr:r habido una profunda transformación de los valores.
bajarian. Hacia l92l la vida empezi abajar,- y los cerdos
y las I n ¡,rirrrt'r lugar, la autoridad de los mayores, que se basaba, en
terneras bajaron; pero sólo fue un movimiento aislado
q.rá n, rrlrr¡r.r irrstancia, en el poder de desheredar, se debilita, en parte
tuyo conrinuidad en el tiempo. pocos meses después, los
precios
volvieron a dispararse. Y eso significó una ,..daá.." revoiución: 1,,,r r.lroncs económicas, en parte debido a la influencia de la
,,lrr,;rr irin y de las ideas nuevas.l Los padres que han pretendido
los ahorradores quedaro.r ar.,.rir"dos;
icuántos pleitos y peleas rrr,urrli'star su autoridad amenazando a los hijos con desheredar-
entre propietarios y aparceros, entre granjeros y amos! pasó
lo 1,,', lr;ur provocado la dispersión de su familia, pues los jóvenes
mismo con los repartos: las segundonar, ."r"dm desde hacía
tiempo, pretendían una revisión al alzade la herencia de ' rrrl,r'rur a la ciudad. Y eso es cierto, sobre todo por lo que refie-
acuer- rr' ,r lrrs chicas, que antes estaban encerradas en casa y se veían
do con los valores del momento. para los matrimonios, las
dotes ,,1,1i1,,;rtlas a aceptar las decisiones de sus padres. u¿Cuántas chi-

'.r lriry hoy día que se queden en casa? Ni una. Como tienen
Reagrupemos ahora los datos marginales refe¡idos
a los solteros:
rrr,,rlrrcción, todas tienen empleo. Prefieren casarse con un em-
¡r[';rrkr, les da igual. Trae un "salario" todos los días. De lo con-
Solteros Casados Total r r,rr io, hay que trabajar todos los días en la incertidumbre.
¿An-
Pueblo 15 13 trsi ¿Y adónde había que marcharse? Ahora pueden, saben
28
Caseríos 163 50 213 ,'s., r'ibir..., 0.-P. A.). nl-as chicas salen tanto como los chicos; y
Total t78 63 ,,()n a menudo mucho más espabiladas... Eso es por la instruc-
241

- De lo que cabe concluir que la residencia no ejerce la misma influencia l. Hay familias en las que la autoridad de los padres sigue siendo abso-
sobre los hombres que sobre Ls mujeres, ni sobre ros
hombres d.l p,rebro lrrt:r. uRecientemente, a una de las chicas Bo., la mayor, aún la casaron con
que sobre los hombres de los caseríos. Co*o ya quedó
establecido qll. U Ji_ ,rr chico de la montaña; el muchacho vino a vivir a Lesquire. La madre ur-
vergencia no depende de la diferencia de situación
enrre las mujeres'der pue- ,li,i la boda de su hija pequeña, que cenía i6 años, con el hermano mayor del
blo y las mujeres de los caseríos, ni entre los hombres
del puebío y tr, ,ri,r;._ r¡rurido de su hija mayor. Solía decir: "Hay que casarlas jóvenes, luego quie-
res del pueblo, sólo puede deberse a ra situación
parti.urar de lo, Éo-b... i. r,rr clegir ellas", Q.-P. A.). A este tipo de boda se lo llama barate (ha ue ba-
los caseríos.
rt te).

64
65
ción. Antes había chicas colocadas cn lu t:itrclrrcl, por supuesto. rrr¡r,rtlcr'íu s<ln inexistentes. No hay relaciones constantes entre
Ahora tienen un empleo; incluso estudian fi,rmaiión piofesio- l,r¡ .l¡icr¡s y las chicas. El matrimonio cumple la función de se-
nal y todo eso... Antes muchas chicas se colocaban para ganarse nn('l(). Arrics tal vez funcionara, pero ahora ,ro. El matrimonio
algún dinero para el ajuar, y luego volvían. ¿Por qué iban a vol- *n ult campesino está desvalorizado. Se han quedado sin argu-
ver ahora? Ya no hay costureras. Con la instrucción, se marchan nr('¡rt()s clc scducción, (P. C., 32 aítos, aldeano). El mero hecho
cuando quieren, (P. L.-M.). rh' ,rt clcrrrsc a una chica y dirigirle la palabra es todo un proble-
El debilitamiento de la autoridad parerna y la apertura de nrJ, Aun(lue -y tal yez pot ello- se conocen desde la infancia,
los jóvenes a nueyos valores han privado a la familia de su papel rl rrr.is in.significante acercamiento adquiere la m¿íxima impor-
de intermediario activo en la conclusión de los matrimonios. trln( iir l)orque quiebra bruscamente Ia relación de mutua igno-
Paralelamente, la intervención del casamentero (lou trachur) se rrrt( il y clc mutuo retraimiento que caracteriza el trato entre los
ha vuelto mucho más infrecuenre.l Así, la búsqueda de un f
rlv('rf ('s rlc uno y otro sexo.1 A la timidez y ala torpeza del chi-
compañero es algo que depende ahora de la libre iniciativa de r, §(' sunlan las sonrisas bobas y la actitud avergonzada de la
cada cual. Con el sistema anriguo se podía prescindir de ncorre- r lu.,¡. No disponen del conjunto de modelos gestuales y verba-
jaro y se podía ignorarlo todo del arte de hacer la corte. Hoy l,'r t¡rrt' podrían propiciar el diálogo: estrecharse la mano, son-
todo ha cambiado. La separación entre los sexos no ha hecho rr'Ír, lrr«rrnear, todo resulta problemático. Y, además, está la opi-
más que ampliarse con la relajación de los vínculos sociales, rrrrirr t¡trc observa y jtzga, que otorga al encuentro más trivial el
particularmente en los caseríos,2 y con el espaciamiento de las vrl,,r tlc un compromiso irreversible. Si se dice de dos jóvenes
ocasiones de coincidir y conocerse. Más que nunca, los uinter- rlu(' «sc hablanr, lo que se quiere, realmente, decir es que van a
mediarios, serían ahora imprescindibles; pero «los jóvenes son r ll\.usc... No existen, no pueden existir, las relaciones neutras.

más "orgullosos" que antes; se sentirían de 1o más ridículos si Arlcrnás, todo tendía antes a favorecer al buen campesino,
los casaran, 0.-P. A.). La generación joven, en general, ha deja- ¡,rr,'s cl valor del dueño de una hacienda dependía del valor de
do de comprender los modelos culturales anriguos. Un sistema rlrt,r, y viceversa. Las normas que regían la selección de la pareja
de intercambios matrimoniales dominado por la regla colectiva ¡'r¡rr vhlidas, por lo menos a grandes rasgos, para el conjunto de
ha dado paso a un sistema regido por la lógica de la competi- l,r r onrunidad: el hombre cabal había de reunir las cualidades
ción individual. En esre conrexto el campesino de los caseríos
está especialmente indefenso. l. uCarecen de confianza en sí mismos. No se atreven, después de ha-
lrr rl.r t'stado contemplando durante quince años, a acetcarse a una chica.
Alavez porque son infrecuenres y porque todo el aprendi- "N. ts para mí", se dicen para sus adentros. Van a la escuela. Trabajan des-
zaje tiende a separar y a enfrentar las sociedades masculinay fe-
,rl,.rri,r¡:rclamente. Tienen el certificado de estudios o el nivel elemental. Si
menina, las relaciones entre los sexos carecen de naturalidad y l,,i ¡,;¡11¡95 no los empujan, es la norma (las cosas están cambiando, desde
de libertad. nPara seducir a las chicas, el campesino promete el lrlrr (' unos años), se vuelven a la finca y poco a Poco se van amodorrando.
matrimonio, o deja que lo supongan; el compañerismo y la ca- I h'v,rr trna vida tranquila, disponen de un poco de dinero de bolsillo los do-
rrnrli()s. Se van al servicio militar, se hunden un poco más, se conforman.
llr¡,¡1'r,,,,, van pasando los años y no se casan, (A. B.). nHay que verlos. Se
1. Un hecho significativo: las jóvenes generaciones no conocen el tér- llIr('srr:rn tensos en presencia de las chicas. No saben exPresar sus sentimien-
mino trachur, ni las costumbres de anraño. Todavía hay personas que pre- rrrr. listán avergonzados. Y no les falta razón. Tienen la oportunidad de ha-
tenden arreglar matrimonios. Pero se las considera con cierta ironía. l,l.r¡ rlurante cinco minutos cada quince días con una chicas en las que tal
2. Véanse págs.93 ysiguientes. ,', ¿ rro han parado de pensar durante esos quince dias, (P. C.).

66 67
(llt(: lc c()nvct'tíalr ct) rrn l)uclr (.ilnll)(.sin()
y (.n un «holnllrc.,io. Ir.lr rrrr,r,, l,rrt'lt:ts (l()tcs para "c<llo.,ltrllts" clt las clrsas dc los cam-
ciablc, y alcanzar un jus«r ec¡uili'ri<,
crat; h)tt ,toussü y to, i,,r. ,,,rl,t'rr t1ttc, cOn el clillcr<l clc ah<lra, csa dote, que tantos
cou:e:tú,e el patán y el hombre
cle ciuclacl, a fin cle.uárrr"r.'t',n l't {ilrr,,,
sociedad actual está dominada por i{' rllr r,,s l,'s ltlt costaclo, ya no vale nada. Prefieren mandar
sistemas d. rr"lo.., i;;;.;,.
tes: además de los.valor., propi"*.nte {lrr,r.r .r ',rrs lriius c()n un pequeño apar y cuatro chavos en el
rurales, como 1".;1;;,. I,rl,rllr,; ,rsí srrbcn c¡r-re después no se les quejarán de que traba-
acabamos de definir, hry
otro, f.o..dentes del enror.no
urbano y "irom
adoptados principalm.rrr. l4rr , nln(, rulrt csclava a la que siempre tratan igual que a una ex-
pJ, la, mujereq il;;; :1. l.rrr r,. (l'. 1,. M.). (Véase también apéndice V.)
esta lógica, quienes ,alen piirrilegiados
de sociabilidad urbana,
son el náRo,,, y .i iá".f l,'rros vinculadas a la tierra que los varones (que los primogé-
N
tát"l-.ite
distinto aa iJ."f,rr,ig,r;,
que tenía que ver, sobre todo, con urn,,, r'ir , u:rk¡uier caso), pertrechadas con la instrucción mínima
las relaciones .r,r. lo, hirr-
bres; juzgado según estos criterios, ilr¡rrr,,1 rrr.liblc para adaptarse al mundo urbano, parcialmente li-
er campesino se convierre err
el hucou. 1,, r r,l,r,, ,1.' lls obligaciones familiares gracias al debilitamiento de

Pero el hecho esencial es, sin duda, l.r¡ rr.rrlrtioncs, más rápidas a la hora de adoptar los modelos
que esta sociedad, anra_ rlr r,rrrpol'turniento urbanos, las chicas pueden emigrar a las ciu-
ño relativamenre cerrada sobre sí
clara hacia el exterior- De lo que
-irá,'r. ha abierto de fornla ,l.r,l, ', ,, ,r l,rs pueblos más fácilmente que los chicos. Para calibrar
,.rd,á, en primer lugar, que
los primogénitos, atados a un l,r rlr¡,,,rtrrncia relativa de la migración de los hombres y de las
donar sin deshonor, tienen
ir"i*."1" que no pueden aban- trult r('s, lrusta comparar el número de chicos y de chicas nacidos
-..ru¿o _1, difi.utir¿.r;;;- r n I .tt¡rrilc durante un periodo determinado y que fueron censa-
sarse -sobre todo, cuando "se trata de pequeños hacend.ados_
que sus hermanos menores que han ,f ,,,, , rr I 954, conel número de chicos y de chicas cuyo nacimiento
ab"rrd'on"do il;i;;r.
han marchado a la ciudad o 1", Ir, rrrst lito en el registro civil durante el mismo periodo'
próximas. pero
"
el éxodo es, esencialmente, algo "gl"-.r".i"nes
6-.rriro, porque las mujeres, Cornparación de los nativos y de los censados
como hemos visro, ertán mucño mejor
p.rtr..h"d^ q,r.
para enfrenrarse a la vida. urbana
y ,i.Ápr. aspiran, y cada";;;;vez Años de nacimiento
más, a alejarse de la servidumb..
d. lrl,iá" campesina. nl-as chi_ 1923 1928 1933 1938
cas ya no quieren ser campesinas.
No les resulta fli.il .rr.o.rtr, aaaATotal
muchos jóvenes, hijos de granjeros, 1927 1932 1937
T.:]:rÍ
cruso de hacendados, sobre todo,
de aparcero, . in- 1942
cuando la haciendr.rtá., un | ,
( llricos
lugar perdido en el campo, lejos de
t" .r.u.l" y d. l" i;L;;, ;; [ ].r, itlos en Lesquire 88 80 65 40 273
,1*,' á. p"ío, y,";,;;; l,l, ritlr:ntes en Lesquire e¡ 1954 49 44 33 r93
f':,*: ll-u,y dura de trabajar.
ra rrerra escasa
si el sitio es asresre,
Todo emperO d.rp,ie, d. f r,ri1,,rldos
67
2l 3121780
191.9. Cuando los hijos de c"mpárino I'rrrtt'rrtáje de emigrados 24o/o 3\o/o 32o/o l7o/o 29o/o
que no llevaban el amor a
11 uer,ra en.la sangre empezaron
a marcharse en busca de em_ .1. ( lhicas
Il.j:.lT lircas
pudieron.encontrar partidos que Ies
g r^rtiÁ- l.l,¡. irlas en Lesquire 86 65 71 47 269
Dan una vrda de ocio y más acomodada, una .rm
do.rá. podían It.side ntes en Lesquire en 1954 40 4r 40 35 156
ser "dueñas" (daunes) desde er pri-..1á-Anraño,
anres de ra | ' rr r igradas 46 24 3r 12 113
inflación, los padres de las chicas ."r"d.r", l'olcentaie de emigradas 53o/o 27 o/o 43o/o 29o/o 42o/o
(maridaderesl les da_

6B
69

I
u
l',stc: ctrarl...<l s<'rl<l cvicrcrrc.iu rrrr
irrr¡r,r-trr,tc rrcsccr.lso crc r:r ,1" rr,r:.( ulino). Así ¡rtrcs, las tttttit'rt's t'stf tt I¡l<ltivatlas para pre-
netalidad (cs decir, superior al 50,X,.,,rr"
l9l-) y I94Z), sino I u.lrr. ¡,,u'rt llt trtarcha tlcsclc ltrs Postt'itttcrílts dc [a adolescencia
quc pone de manifiesto que las mujercs crrrigran
dc'Lesquire nrrr r r .rp.u.(ru'sc clc los hrlrnbres dcl ptrcblo, mientras que los hom-
cho más que los hombrei: .ntr. la, p.rro.,"i
de 27 a3 i años t,r, l¡rr', ll:rlrur clc, cstal'¡lecer su poruenir en la comarca natal.
7954, emigraron 2,22 veces más
ces en lo que se refiere a los años 1923
-rl;.r., que hombre, (y t,4 *_ Un ;rniilisis dc la ratio por sexos de las diferentes categorías
a ti<Z).A grr.rdá ;;qg;r, ,1, ,',l,rrl (scgún el censo de 1954) confirma estas observaciones.
seis mujeres y cuatro hombres abandonan
.l p.rJblo ."d, ,?,,.
Las mujeres se marchan pronro, desde la
adolescencia. L., h;;,, llatio por sexos y distribución según la residencia
bres tardan más; sobre todo .rrt.. los 22 y
los 26 años, es decir,
después del servicio militar. La magnituá
d.l é*odo f.-.rin,, Pueblo Caseríos Conjunto
(42o/o, es decir, casi una de cada t ,tlt,l'ttl Ratio Ratio Ratio
dos"mujeres) no ha de ocultar ra ltl
emigración masculina (29o/o, o ,.", ."rí uno p. sex. p. sex. ?. sex.
de cada tres hom-
V H VH VH
!res), pues si no resultaría incomprensible el crecimien,o ..r"rirn
del celibato femenino de la joven generación
que ha p.r_rrr.-
\r,r, r ,lt' 1893 24 41 61,53 r05.r25 86,06 r29 166 80,12
.i9: los caseríos, y cabriala tent"'ción de |il,rr 1902 16 18 88,88 70 52 r34,6t 86 70 122,85
:" .*pli.ar a f"ai..
If"- l,)ot t912 19 19 100 87 74 117,56 106 93 1t3,97
tológico de celibato masculino por una p..ru.iá
de mujeres.r
Con todo, los habitantes de Lesquire tienen una perceD_ l,tl \ l()'22 13 t4 92,82 63 42 t50 76 56 135.7r
1932
¡,r.rr¡ 19 13 146,15 97 67 t44,77 116 80 145
ción correcta de la situación objetiva: no hay info.maio. r89 187 96,25
ó 1954
t,t \.t. 32 36 88,41 r57 r5r 103,98
no invoque el éxodo de las mujeres, sobreestimándolo
de las veces. De lo que resulta ql'r. la, mujeres
1", Áá, lrrt.rl 123 r41 88,48 579 5tt 113,97 702 652 108,53
tienen l" .rp._ 1.354
ranza de marchar de Lesquire, mienrras
qú. l" mayoría d. jo,
hombres se sienten condenados , qu.dr.s.
allí (y ello ,"rrro _i, Si recordamos que, para el conjunto de Francia, es en 1954
cuanto que se tiende a minimizar, en rérminos
ielativos, el éxo_ ,lt'()2, vemos que la ratio Por sexos de la población de Lesquire
,', ,rnormalmente elevada; bap para las personas de más de 60
l. Las causas del celibato de las mujeres no son exactamente las mismas
que las del celibaro de los homb¡er. No iry ,ur()s y para las de menos de 22, demasiado jóvenes para emigrar,
duda de que algunas ;"ñ;.;-
guen sometidas a dete¡minismos parecidos ('s nluy alta para todas las categorías intermedias, lo que permite
a los que propician el ceribato de
los hombres. Es el caso de muchachas ,*)o1,rrr;d"r,¡ústicas, mal ves_ ,,,ncluir que el índice de emigración es más importante para las
"lgunrs
tidas, torpes; como sus compañeros de infortuniá, ,. qu.dr., _,,l..rdo p"ro rrrrrieres que para los hombres, y, sobre todo' en los caseríos,
en el baile y para vestir santos. Es el caso de vive en el pueblo es
en casa para no abandonar a sus padres, o .l
algunas hered..a, q". ,;;;:Jr; 1,trcs la ratio por sexos de la población que
d. Ias mujeres' qu. J. qu.- sir:rrrpre inferior a 100, excepto los años 1923 a 1932-
dan junto a un hermano condenado al celibato;
hay parejas de solteros de esta
índole en una rreinrena de casas. También .rtár-,
ir. chicas que tienen mara
famay a las que los jóvenes, por miedo al ridículo
vcn a cortejar. Po¡ último, para algunas muchacha,
I al qué di'rán, no ," ;;;;_ (
clel pueblo, el celibato se ]( )NTRADICCIONES INTERNAS
debe a la imposibilidad de encontrar un partido
que corresponda a sus aspira-
ciones y a su estilo de vida, de modo qu.
p."fi.rá., permanecer solre¡as antes Así, por la acción de diversas causas, una auténtica reestruc-
que casarse con un campesino de los caseríos.
turación se ha llevado a cabo. Sin embargo, aunque sus condi-
70
7l
T

('ioncs dc cjcrcicio scan dcl toclo tlistirrrls, t'l lrrinci¡rio firnda- , r,rl t('ní11 ttrlrt lr¡rrci<irt cscncial sc ha clcslllt¡ron¿rclo, lo único que
r.¡rcntal que dornina la lógica de los intclcanrbios rnarrimoniales, lr.rt t' r'str' ¡rrincipio cs incretncl-tt:rr la alr«lt¡tia. uAhora la necesi-
es decir, la oposición entre los matrimonios de abajo arriba y los ,l.rrl rlt'trrra t'nujcr es m¿ryor. Ni se plantea ahora rechazar un ma-
matrimonios de arriba abajo, se ha conservado. Y ello porque rrr¡rrnio, como antes, por una cuestión de dote, (J.-P. A.). Y'
ese principio está estrechamente vinculado a los valores funda- .r,,Í y toclo, aunque la necesidad incite a transgredir los principios
mentales del sistema cultural. En efecto, por mucho que la n r illu()s, éstos actúan todavía, en cierto modo, como un freno y
r

igualdad sea absoluta entre los hombres y las mujeres en lo refe- urr,r rónrora. Las madres, por ejemplo, se preocupan mas de uca-
rente a la herencia, todo el sistema cultural sigue dominado por ,..rr,, :r les hijas que a los hijos, 1o que ahora debería ser prioritario
la primacía conferida a los hombres y a los valores masculinos. I

¡,,rr:r cllas. Las normas antiguas


(convertidas en nprejuicios,) si-
En la sociedad de antaño, la lógica de los intercambios ma- l,,r('n obstaculizando más de una boda entre el primogénito de
trimoniales dependía estrechamente de la jerarquía social, que, rrrr,r l:rrnilia relevante y una muchacha de baja cuna.1 Por ello,
en sí misma, constituía un reflejo de la distribución de los bienes , rrrr.c los hombres de los caseríos, globalmente desfavorecidos,
raíces; más aún, su función social estribaba en salvaguardar esa .rll,,rrros lo están por paftida doble; aquellos que ya lo estaban
jerarquía y, a través de ella, el bien más valioso, el patrimonio. ,,,n cl sistema antiguo, los segundones que se quedan en casa y
De 1o que resulta que los imperativos de orden económico eran l,,s rrr¿is pobres, aparceros, granjeros, criados.
al mismo tiempo imperativos sociales, imperativos de honor. [.a exagerada preocupación por el importe de la dote, el te-
Casarse de arriba abajo no sólo significaba poner en peligro la rn,rr a los gastos que acarrean los fastos de Ia boda, el banquete
herencia de los antepasados, sino también, y sobre todo, rebajar- , rr la casa, que es de tradición en el momento del casorio, la
se, poner en entredicho un apellido y una casa y, con ello, poner r «rlrprá del ajuar, que se expone ante los invitados, la renuencia
en peligro todo el orden social. El mecanismo de los intercam- ,1.' las muchachas ante Ia perspectiva de soportar la autoridad
bios matrimoniales era el resultado de la conciliación armoniosa , xccsiva de los suegros, que conservan el control del presupues-
de un principio propio de la lógica específica de los intercambios r., cle gastos y de la explotación agrícola, son obstáculos o im-
matrimoniales (e independiente de la economia) y de principios ¡,t'climentos que a menudo hacen fracasar los proyectos de ma-
pertenecientes a la lógica de la economía, es decir, las diferentes
normas impuestas por el afán de salvaguardar el patrimonio, ra- 1. Toda una categoría de solteros (sobre todo entre los hombres de 40
les como el derecho de los primogénitos o la regla de la equiva- ,r 50 años) surge como uproducto, de este desfase entre las normas antiguas y
lencia de las fortunas. Sin duda, la influencia de las desigualda- l.r nueva situación. uAlgunos jóvenes de familias relevantes que no quieren
rclrajarse y que no se habían dado cuenta del cambio de situación se han
des económicas sigue siendo perceptible. No obstante, mientras
,¡,redado así, solteros. Es, por ejemplo, el caso de Lo.' uno de esos campesi-
que antaño, porque se integraba en la coherencia del sistema,
rros de Lesquire que, después de la guerra, tuvieron el viento en popa. Hijo
este principio sólo impedía unos matrimonios para propiciar ,lc una familia acomodada, con dinero en el bolsillo, siempre bien vestido,
otros, todo sucede hoy en día como si la necesidad económica se lr:r fiecuentado el baile durante bastante tiempo. Forma parte de esos campe-
ejerciera sólo de forma negativa, impidiendo sin propiciar. Y, sinos, hijos de buena familia, adinerados, que tenían cierto éxito por todas
( sas razones y que todavía no habían tenido "fracasos" por ser campesinos.
porque sigue funcionando, mientras que el sistema dentro del
Irs indudable que alguna de las muchas chicas a las que "miró por encima del
lrombro" no le vendría mal ahora. Sin embargo, no Parece lamentar haber
1. La existencia de una diferencia de edad importante (cinco años, co- ,leiado pasar Ia ocasión. Se consuela, todas las semanas, con un pintou (1arra
mo media) a favor del marido constituye otro índice. rle medio litro de vino) con sus compañeros de desgracia...,, (P. C.)'

72 73
r T
(r'irrronio. Va l,.rrr rr.lo nlc:nos nutlrcroslls c¡ttc los ltcrctlct-«ls, ticnden a
¡r:rsando el tienrlro; l:r chirl, crrtrc tanto, ha ol.rcs- eSCa-
cad,, al gcndarme o al carrero. (lon cll.s t<¡clo es sencillo: ,,¡
" ,lt .llin nl:'ls.
hay problema de dote, de ajuar, de cercmonias ni de despilfir- Mit'rru'rts qtle para los alde¿rnos, y rnás generalmente para
rros en fiestas, ni, sobre todo, de cohabitación con la ru.grr. 1,,,, .rs.rl:rt iltclos clc los sectores no agrícolas, la mayor parte de los
Aunque sigue ejerciendo una influencia determinante so- desaparecido, éstos siguen vigentes
rrrr
¡,,'r I i nren t()s antiguos han
bre el mecanismo de los intercambios marrimoniales, la opo- 1,,. c'etn¡-rcsinos de los caseríos, como pone de manifiesto la
¡,.,,'.,
sición enrre los primogénitos y los segundones tiene hoy urr , \rr,r()r(linlrria escasez de uniones entre dos herederos (4o/o).
significado funcional muy diferente. El estudio de cien matri- I o,, rn:r(rirnonios entre herederos y segundonas y, menos fre-
monios inscritos en el registro civil entre 1949 y 1960 es escla- r ilt'trr('rrlcnte, entre herederas y segundones, siguen siendo la
recedor: se cuentan, en efecto, 43 matrimonios entre un here- r, ¡,,1,r. l'ct'o la existencia de un índice de solteros elevado, inclu-
dero y una segundona, 13 entre un segundón y una heredera, ',. ('rrlrc los herederos, evidencia, una vez más, que el sistema
40 entre dos segundones y sólo 4 entre dos herederos. Así, los rrrtil,.rro lla conservado suficiente vigencia para imponer la ob-
matrimonios entre segundones, excepcionales antaño, se han .,,'rviur(i1l cle los principios fundamentales, pero no para propi-
vuelto ahora casi tan numerosos como los matrimonios entrc r r,u tlt' fbrma efectiva aquello que esos principios pretendían
herederos y segundonas. Resulta comprensible si se observa, tendía a hacer que,
1,,.r:urtiza.r. En efecto, la lógica del sistema
por una parte, que los segundones casados con segundonas sue- el patrimonio no pudiera ser alienado, parcelado
¡r.,r rilr:.r parte,
Ien estar empleados en sectores no agrícolas, y, p; la otra, que, ,, ,rl,rrnrlonado y que, por otra parte' el linaje se Perpetuase; con
para la gente del pueblo, la oposición entre el primogénito y el ,',tc fln casaban siempre al heredero o a la heredera, quienes,
segundón tiene una función muy secundaria én los-intercam- , r¡.ur(lo no tenían hijos, cedían sus derechos a un segundón'
bios matrimoniales, pues los diferentes tipos de marrimonio se !rr, (l('estas dos funciones, la primera se cumple -más eftcaz'
distribuyen al azar. Mucho menos depenáientes que antaño de ,r('ntc, talvez, que nunca, porque la marcha de los segundones
la ncas¿, porque se han garantizado otr"s fue.rt.1 de ingresos r' ,lc mujeres alejala arr,enaza del reparto y deia la tierra al
l¿rs
que les permiten instalarse en otro lugar, mucho celibato del primo-
-.rroJp.rr- ¡,rirrrogénito o a quien ocupa su lugar-,1 el
dientes del importe de la dore, los segundones no dudan ., ."- sólo que-
1i,'rrito anticipa el final del linaje. Del antiguo sistema
sarse con segundonas sin bienes. ,l,rn para los campesinos de los caseríos los determinismos ne-
La escasez relativa de matrimonios entre herederas y segun-
1l.rtivos.
dones se debe, esencialmenre, a que, por el mero hecho'de Áar- Así pues, aunque el índice de solteros haya crecido percep-
charse de casa, muchas herederas que se casan fuera del pueblo rilrlcmente en los últimos años, la transformación de los inter-
o en el propio Lesquire renuncian al derecho de primogenitura,
que recae las más de las rreces en un hermano menor. Es el 1. Los segundones que han emigrado a la ciudad están mucho menos
caso, principalmente, de las primogénitas de familias numero_ la rierra. o¿Qué quieres que haga con la tierra
.r¡r..gados a sus derechos sobre
sas que no pueden esperar para casarse a que sus hermanos me- ,.i ..gundó, que se ha marchado a la ciudad, que tiene un empleo de obre¡o
nores hayan alcanzado la mayoría de edad y que prefieren mar- ,,,Ie funcionario? De todos modos, lo único que puede hacer es venderla.
charse a la ciudad. También es el caso, Mtrchos prefieren una comPensación en dinero, pero también los hay que
-.ry fi..uentemente, de ri.'r.r qrre conformarse con Promesas, (A. B.).Otros factores tienden a
las uherederas modestas», que ceden la primogenitura a un her-
,rll,rnzarla posición del primogéniro, como la reducción del tamaño medio
mano menor. Por todo ello las herederas, gue desde siempre ,lc las familias en los caseríos (Véanse págs' 98-99).

74 75
?

cambios matrimoniales no pucclc clcscribirsr. c()rl() ura rrrcr.ir rr.(,cc scnsil)lcrncnrc (un ti,0ll(xr). si se clistritruycn los matri-
modificación cuantitativa de la distribuciri, dc los distintos ti- ilronios con un cónyuge dc fucra clcl n-runicipio según la dis-
pos de matrimonio. Lo que se observa, en efecto, no es la clc- t;rnc:ia que media entre el lugar dc procedencia de éste y Les-
sagregación de un sistema de modelos de comportamiento c¡uc ,¡rrirre, se constata que el área principal de los intercambios
se verían sustituidos por meras reglas estadísticas, sino una vcl.- ,',,incide, hoy como antaño, con el círculo de 15 kilómetros de
dadera reestructuración. Un sistema nuevo, basado en la oposi- r,rtlicr dentro del cual se llevaban a cabo elgr'33o/o de los ma-
ción entre el aldeano y el campesino de los caseríos, tiende ,¡ r|inronios, contra solo el 80,31o/o hoy,1 y, por oüa parte, que la
ocupar, el lugar del sistema anriguo, basado en las oposicioncs radio superior a 30
¡rroporción de matrimonios dentro de un
entre_el primogénito y los segundones por una parre, y enrre el i.il«'rmetros (área VII), desde siempre relativamente elevada, ha
g_rande y el pequeño hacendado (o el no hacenáado), por otra. r l t:cido de manera considerable en el transcurso del período re-
Considerado aisladamenre, el sisrema de los intercamLios ma- . icnte (véase el cuadro siguiente)
trimoniales de los campesinos de los caseríos parece contener
dentro de sí mismo su propia negación, t^l uu porque sigue Variación del rírea matrimonial según la residencia
funcionando en ranro que sistema dotado de reglas prlpirrJ",
de tiempos pretéritos, cuando se encuenrra ,,ro'ido .r, ,rn ,ist.- 6 6 Am- Am- 0-5 5,1 10,1 15,1 20,1 25,1 j0,1 Total
Pue- Case- bos bos hm -10 -15 -20 '25 -30 -l
ma estructurado según principios diferentes. km km km km km
¿No será precisa- blo- río- del del más
mente porque continúa constituyendo un sistema por lo que case- ?ue- case- pue-
este sistema resulta autodestructivo? rio? bh? río blo

rn7r-1884 r, 12 56 11 39 27 25 10 196

lin o/o del

CAMPESINOS YALDEANOS rrúmero


rotal de
rn¿lttimo-
Para definir la función de la oposición recientemente surgi-
n ios 7,65 6,12 28,57 5,61 19,89 t0,71 12,75 r,53 1,02 1,02 1,10 100
da entre aldeanos y campesinos de los caseríos bastará .o.,
"ri"-
lizar, por un lado, los intercambios matrimoniales enrre unos I 941-1960 4r548252122 2 3 3 25 168
y
otros, y, por otro lado, sus áreas de matrimonio respectivas.l l'.n % del
Entre 1871 y IBB4los matrimonios enrre narivos dei munici- número
total de
pio representaban el 47,95o/o del número total de matrimo_ matrimo-
nios. En el período de t94t a 19G0, sólo representaban el nios 2,38 0,59 32,14 4,7614,9412,50 t3,09 r,t9 1'78 1,78 t4,94r00
39,87o/o. Los intercambios matrimoniales entre el pueblo y los
caseríos han disminuido considerablemente; si antes represen- Para explicar la extensión del área de los matrimonios, y
taban el 13,77o/o de los matrimonios, sólo represe.rt", ahora.l también la práctica desaparición de los intercambios entre el
2,97o/o. Paralelamente, el índice de matrimonios con el exterior pueblo y los caseríos, hay que estudiar la proporción de los ma-
1. El número de matrimonios consanguíneos es mínimo: sólo nueve
1. Véase la pirámide de edad de los habitantes de Lesquire, suprimida en
dispensas fueron concedidas por la Iglesia entre 1908 y 196l,.ambos inclusi-
esta edición, en P. Bourdieu, uCélibat et condition paysanne», op. cit. pág.73. ve, para matrimonios entre primos de primero y segundo grado'

76 77
t
i!

trimonios de cada tipo en función dcl ,ú*cr«r t.tal de merri- l,r¡r lrLr, y krs alclclnos e[ 45,5,Xr clc srrs cslx)slls cn los caseríos
monios de cada una de las cuatro categorías, lo clue evidenciarl i¡,,,, u 1,, ¡xrblrtcitin dcl pueblo rcplcscr)ta el24o/o de la pobla-
el crecimiento relativo de las áreas respecrivas de matrimonio y ,¡,,rr,1,'l,,s cascrítls); en función del número total de matrimo-
al mismo tiempo la estrucura de la distribución de los diferen- *1,,,, l,¡s rrli.ncs entre un hombre del pueblo y una mujer de
tes tipos de matrimonio para cada categoría (véase el cuadro si- l,ru ,,rst'tírrs rc,presentaban el 7,650/o y las uniones entre un
guiente). rrr,,r,,,lc los cascríos y una mujer del pueblo, el 6,120/o'
Aurr,¡ttc, cn el período reciente, los aldeanos sigan tomando
Hombres de d Caserío- ó Caserío- 3 Caserío- .rl '1,.1 'X, rlc rrrr.rporm en los caseríos, contra el 45,5o/o deanta'
hs caseríos ? Pueblo ? Caserío ? Exterior rr,r, Lrr rrrlrtrirnonios entre hombres de los caseríos y mujeres de
1,,. ¡rtrt'[rkrs son excepcionales, ya que la última boda de este
tipo
r87t-1884 (n = t2) (n = 56) (n = 38)
(n = 106) 11,20/o 52,80/o 35,80/o lr,rr' ,¡rrt'lrttscarla en el año 1946.\ ljn mozo de los caseríos no
194t-1960 (n= (n = 54) ,,,',,,', 1,,,.,r, prácticamente ninguna posibilidad de casarse con
1) (n = 43)
(n = 98) lo/o 55,1o/o 43,9o/o nn,r .¡ltlr'lrtta, pues ésta considera este tipo de matrimonio como
6 Pueblo- ,rl¡,,,, irrrrrnceÚibl., it.lnto aunque tuviera que quedarse soltera'
Hombres del pueblo d Pueblo- ó Pueblo-
I Caserío ? Pueblo ? Exterior l',',,, 1,, Pcrsistencia de un flujo de intercambios en una única di-
l87t-1884 r{ r ( r(;rr no debe ocultar que la masa global de los intercambios
(n = 15) (n = 1l) ("=7)
,'r r r (' cl pueblo y lo, careiíos experimenta una caída brutal;
res-
(n = 33) 45,50/o 33,3o/o 21,20/o
r

a 1900, los matrimonios entre el pue-


194t-1960 (n=4) ("=8) (n = 17) lh'( l() rl los años anteriores
(n = 19) 21,20/o 42,1o/o 36,70/o 1,1,, y l,,s caseríos representaban el 13,77o/o del número total de
ttt,ttrir¡ronios' contra el 2,97o/o en el período reciente' Paralela-
ó Pueblo- ó Pueblo- ó Pueblo-
ilt(.nre, se observa, por una parte, una intensificación de los in-
Mujeres dcl pueblo
? Caserío ? Pueblo ? Exterior
tt'r t ;rrrbios dentro áel pueblo y dentro de los caseríos, es
decir' la
I871-1884 (n = t2) (n = ll) (n = 14)
matrimoniales, y, por
(n = 37) 32,40/o 29,7 0/o l,r¡lrración de dos núcleos de relaciones
37,80/o
194t-1960 (n=l) I |t tir parte, un crecimiento de los intercambios con
el exterior.
(n=8) (n = l0)
(n=9) 5o/o 42,60/o 53,20/o []ste crecimiento de la proporción de matrimonios exterio-
Mujeres de r,.s nO adquiere el mismo significado para las diferentes catego-
6 Caserío- ó Caserío- 6 Caserío-
los caseríos Pueblo ,í,,r, se manifieste en grados distintos en cada una de
? ? Caserío ? Exterior "r.rrql.
1871-1884 (n = 15) ,.ll:rs. La existencia de un doble marco de referencia, de dos sis-
(n = 56) (n = 43)
(n = 114) 13,l o/o rcrrras de valores contrastados, urbano y rural, implica que
4g,to/o 37,7 0/o

194t-1960 (¡=4) ( ()nrportamientos o regularidades similares puedan ocultar sig-


(n = 54) (n = 4l)
(n = 99) 4,1o/o 54,50/o 4I,3 o/o
1. Obsérvese que, por mucho que los intercambios matrimoniales en-
rrc el pueblo y lor."r.río. fueran antaño bastante más importantes y equili-
La comparación entre ambos períodos pone de manifiesto l,.".los que en la actualidad, los hombres del pueblo siempre han tomado
que la distinción entre el pueblo y los caseríos influía muy poco ¡,,,r. .rpo.", a más mujeres
de los caseríos que los hombres de los caseríos a
i
en el antiguo sistema de intercambios matrimoniales. Los c"m- ,,,'.r¡.r.. del pueblo, tÁd.,rci" que no ha hecho más que afianzarse en el de-
pesinos de los caseríos tomaban el ll,2o/o de sus esposas en el . ,,r.o de los úlrimos años.

79
78
il
rrif ic:arlrs totalnrcnte. crifcrcrtcs.
AsÍ, P.r r.jcrrrpr., [a extc,rrriir,¡tr
rlcl rire¿,latrimonial de las nrujcrc.s, 1.rro ir¡.lo rrr,l,, ,rlr'¡,r,1:rs, lrlrbida cucntll clc tltrc cl attrttcrlto ¡rrinci¡ral se
c. er puebr. c,rrr, *ll, r, ,r 1,,, nr.ltrinronios cn tut racli«l sttperior a 30 kilómetros.
en los caseríos, se debe qr. 1., resulta relativamente
" lácil lrrr I rt r I Ittlttrinronios fi-tera dcl municipio representa-
.:T. ld?plar por un habitante ¡, r',.r,1,,, l,rs
de la ciudad y ,drpr"rr.: ,, iu
vida ciudadana, mienrras que cuesra imaginará Ir¿n ,r, rrrllr(' un,l ¡rr.«r¡xrrci(ln elevada del total; en efecto, en la ló-
,n .r_¡r.*, gt,,r rI I ,,r,,1,'nr.r lrrti¡iuo, sólo el primogénito y, generalmente,
no de los caseríos, ., eJ ,upu.sto de que consiga"
tener r¡n ;r¡ r*r,,,1, 1,,', ,,,'¡,rrrrrloncs sc casaban dentro del municipio o en los
pecto suficienremenre ciudadano p"r, Árult"r rár.,or, .1,,";:,,, i ++l r tr ri , ,,lrr,l:rntcs. Los segundones que no querían quedarse
capaz de hacer que una ciudadará
"..pr. adopte l" rrld"<'l. 1,,
y
gran)a.l =,,1r, r,,r n{r r('níilr) nrás remedio que buscar mujer lejos. Una vez
,.¡,',¡,1,,.. tr.rl,.rj:rIlrn ¿l veces en pueblos más o menos lejanos,
De lo que resulta que la extensión del área matrimori¡rr
puede serimputable a razones opuesras l,¡ l r r, r,rr,,, r r',rlr;rrl rrnos vínculos estrechos con su casa y por ello
según se trate de las rrrrr ,,r, rr.1., citrdadanos de Lesquire. Ahora, dado que mu-
jeres y de los hombres y, en otro =r t¡irr ur
sentido, á. lo, .r_p.;i".;
los aldeanos. puede ocurrir que uno ,. ;;i , 1r,,. ¡ ,r rr r, r1,,t:rr it «rs se quedan solteros mientras que los matrimo-
r

.rr. má, §o, por<.¡,,,. *l,rr I lu,' r.'1,-rrn«lones se multiplican, es normal que la propor-
quiere.y puede, porque el mairimonio en
un pueblo . r,rrr rlr rrr,¡r.irnr¡rtios en un radio superior a 5 kilómetros haya
más aún, en la ciudad, es anhelado como "f.;ra. i,
un" iib.r"ció";;;;.í.. r r, r rrIr,,,,rrsitk'rrtblemente (del 18,7o/oal34,57o). Buscando pa-
ocurrir, exactamenre a la inversa, que uno
esté obligado ao_,,, * ¡, l, ¡,,.,, ¡rlcf t'rcntemente en un caserío remoto o «atrasado», el
"
-ujT en un lugar alejado porque no lr.rr.u.nrra más cerca. r.tlltlr¡'\¡n(l tlc l«rs caseríos espera escapar al yugo de las reglas tra-
Basra con analizar er áreamatrimonial
de los hombres de rirs rlrr r¡rn,rlr's (vóesc cuadro siguiente).
caseríos para convencerse.de la importancia
de esa oposición. l'.rr.r l.rs lrombres del pueblo el fenómeno presenta un as-
¿No resulta evidente que la propor.iór, de los matrimonios e,l
r f r' ,rl)s()lururnente diferente. Que el 73,8o/o de ellos se casen
un radio de 5 kilómetros se ha reducido de forma f 'r
.orrria.."ur.l , l r r r r .r« li«r cle 5 kilómetros basta para evidenciar que no tienen
(del 76,90/o al9,lo/o)? Debería ser
suficiente para evidenciar la
dificultad que la gente de los caseríos tienr ¡r.lrl('rnrr a la hora de tomar esposa, incluso en el interior de
,a, s uponi.ndo qí. se ign orara lr .*ir..,r.áTJi:,"Tf nn,r .u('ir rcstringida; y es conocido que el índice de solteros es,
teros elevado. Se constata, paralelamente,
:::'.ll l,r,r L, tlt'rrrris, muy bajo. El incremento de la proporción de ma-
un crecimiento, d.istri_ rr rrrrrrrios cxteriores, correlativo con la caída (ll2) de los inter-
buido de forma muy homo génea, d. io, matrimonios
en las ,,mrlrros.rrn los caseríos, pone de manifiesto que el pueblo se ha
l.En lo que a las mujeres respecta, las cifras
no son plenamente signifi-
rrl,r .rprrrtando progresivamente de sus caseríos y abriéndose ha-
cativas porque. una.importante proporción ()rr1)s pueblos o hacia las ciudades. En efecto, aunque el
lorar con precrsión) se celebra fuera del
de los matrimonios (dificil de va- ' r,r
municipio y, por lo o.rio, ,ro fig,.." , nr uLr cle 15 kilómetros de radio, dentro del cual se realizaba
en el registro civil. Cabe sin embargo,
a título iiái.r.iro, comparar los datos ,urr.¡ir() la totalidad de los matrimonios, siga constituyendo el
estadísticos referidos a las muje-res
áel pueblo y .1".
la proporción de matrimonio. fr.r, -.r¡...s de ros caseríos: rrr'.r ¡rr-incipal de los intercambios, se constata una importante
d.i -urrr.ípio ., craramente más elevada
ó3,2o/o) que en éstas (41,3%o),
-i.nt.r, que en el pasado las ci_ I'r()lx)rción de matrimonios que supera los 30 kilómetros el
::"r:"1111
rras eran prácrrcamenre idénticas (37,go/o ( I 0,5(/o). Prueba ello que el aldeano, cuyo espacio social es mu-
contra 37,ío/o). S. .á_p...rd.
fii_
cilmente, puesro que las chicas del pueblo
o,arr, po. lo general, más nurbani- , l¡,, rnás amplio que el de los caseríos, tiene la posibilidad de to-
zadas, que las de los caseríos (es sabido,
por'o',o parre, que el índice de ,r,u' ('sposa lejos e incluso a veces en las ciudades.
mujeres solteras es más elevado en los
caseríos que en el pueblo).
[)e hecho, una definición geográfica de los matrimonios tal
BO
B1
u
rl
Distribución por catcgoríl rlc l»atrinronios exteriorcs
rr ¡,,rirr cl alejamiento del lugar de origen del cón¡rge
Área l Area ll Area Ill
0-5 km 5,1-10 hnt 10,1-15 hnt
.1tr,t lV Área V tirea VI Área VII
+: t ,,1 -10 hm 20,1-25
Hombres de 1871-1884 (n = 18) (n=7) (n=6) bm 25,1-30 km 30 km y más Total
los caseríos (n = 106) 16,g o/o
6,60/o
(rr l) ("=1) (n=1) (n = 38)
9,40/o
t94t-1960 (n=9) (n = 1l) (n = 12) ll,t)t\t 0,9o/o 0,90/o 35,8o/o
n=98) 9,t o/o
ll,2o/o 12,20/o
(rr )) (n=2) (n=7) (n = 43)
=I .Itt/\t 2o/o 7,lo/o 43,8%
Hombres del l87t-1884 (n=4) ("= 1) ("=2)
pueblo (n = 33) t2,t o/o 3o/o 6,20/o (n=7)
t94t-r960 (n=2) (n=2) (n=1) 21,2
n = 19) 10,50/o 10,50/o 5,20/o ("=2) (n=7)
del t0,5% 36,7 0/o
Mujeres 1871-1884 ("=4) (n=2) (n=2)
pueblo (n = 37) 10,9% 5,40/o 5,40/o
(n=1) ("=2) (n=3) (n = t4)
1941_1960 (n=2) (n=3) 2,60/o 5,40/o 8,1o/o 37,80/o
(n = tg) 10,50/o 15,7 0/o ("=2) (n=3) (n = l0)
10,50/o 15,7 0/o
Mujeres de 1871-tBB4 (n = 13) (n = l1) (n = 1l)
53,20/o
los caseríos (n = I 14) ll,4o/o 9,60/o 9,60/o
(rr 2) (n=6) (n = 43)
1941-1960 (n= t2) (n=5) (n=9) Lll(Zr 5,20/o 37,7 0/o

(n = 99) l2o/o 5o/o 9 o/o (n=l) (n= l) (n = 13) (n = 4t)


I o/o
I o/o
13o/o 41,30/o
vez no dé cuenta de lo esencial. El matrimonio de una mujer dc
u¡ caserío de Lesquire con un hombre de otro caserío, poi ¡lr(' ir urla muJer, por muy campesina que sea, acostumbrada al
alejado que se encuentre en el mapa, debería colocarse .r, l",rrir-
-uy r r.rlr,r j. fiicil.de la llanura del
Gave, le va a cosrar acosrumbrarse a
ma categoría que un matrimonio con un hombre de otro caserío l,r , , rrrtlición que le tocaría en suerte en una remota grailaperdi-

de Lesquire, y claramente diferenciado del matrimonio con un ,l,r t'¡rlrc los caseríos y, a mayor abundamiento, a una chica de la
hombre de la ciudad vecina. Las áreas geográficas no coinciden ' ,r(l:r(l; habituadas ya a una existencia análoga,las muchachas de
con las áreas sociales. Para el campesino delos caseríos el área de lr,', t ;rsr'ríos vecinos o de los pueblos de la zona de las colinas eran
n r.r\
los matrimonios se extendía anres hasra las regiones de colinas l)ropensas a aceptar esta vida y a conformarse con ella. Naci-
entre los dos Gaves, donde abundan los municipios compuesros ,1.r.' y criadas en una región relativamente cerrada a las influen-
por.un pequefis pueblo y una población dispersa muy numero- , r,r\ ('xtcriores, eran menos exigentes y valoraban a sus parejas
sa, distribuida en granjas construidas en las laderas y., 1", *orr_ ' \'r'lrruilles según unos criterios que a ellos les resultaban menos
,1, ',l.rv«rrables. Además, el área de los matrimonios
tañas Hay varias razones para ello: en primer lugar, los coincidía con
_bajas.
modelos.implícitos que orientan la elección de u.r" espola inci- l,r ¡orrr cn la que no se senrían demasiado desplazados.l Allí se
taban a buscar una buena campesina, acostumbrada al trabajo
duro y dispuesta a aceprar la vida diftcil que re espera; es evidenie l. I)ala los habirantes de la llanura del Gave, la gente de la región de las
,,'lrrr.rs sr¡rr lltoutdgnoous, es decir, urústicosr, ubastosr.
Son motivá de burla
B2
B3

&
u
i1

celebran bailes a los que se atreven a ir, y r¡rrc: crlrrtribuyen a dc ,,rrrr¡rr',,i¡¡1¡, l)alll crrpczar, por(lu(:, scgtirr la lt'lgica rnisma del
finir las relaciones de ucamaradería, de las que se siguen los in" ,rrrr nr,t, *,,rr rrllas las que circulan, después porque asimilan con
tercambios matrimoniales. Por ello las ciudades que se frecucn, nr,rr,,r r.rgritl('l, que los hombres algunos aspectos de Ia cultura
tan con mayor asiduidad, sobre todo, por los mercados, no son, rul,,rrr,r (tosa c¡uc habrá que explicar), y, por último, porque la
en absoluto, aquellas con las que esos intercambios son más in- r, ¡il,r rrrrplír'itrr c¡ue prohíbe a los hombres el matrimonio de
tensos. rr ul,,r ,rlr.ri«r stilo puede favorecerlas.
Pero, desde hace unos años, ese mundo cerrado en el quc I )t' l. t¡uc se deduce que los intercambios matrimoniales
uno se sentía entre los suyos y en su casa se ha abierto. En l<ls , nn('l()s r':rscríos campesinos y la ciudad tienen que efectuarse,
caseríos del área principal de los matrimonios, como en los ca- l,,r lrrr'r'zrr, cn una sola dirección. Por ejemplo, así como a un
seríos de Lesquire, Ias mujeres vuelven la mirada mucho más n rlrvo ,1r.' krs caseríos ni se le ocurriría, salvo excepciones, ir al
hacia la ciudad que hacia su caserío o hacia los caseríos vecinos, l¡ lL .rr r¡n¿r ciudad próxima, los ciudadanos acuden a menudo
que sólo les prometen más de lo mismo, de eso de lo que precisa- ,, l,rrl)() a los bailes campesinos, donde su aspecto ciudadano
mente quieren escapar.l Los modelos y los ideales urbanos han l, ,, ¡,r,»¡xrrcir)na una ventaja considerable sobre los campesinos.
invadido el ámbito reservado del campesino. De lo que resulta, l'.r .rrtlc, aun en el supuesto de que su área de bailes fuera tan
en primer lugar, que las muchachas se muestran renuentes a ca- r,,lrlirl:r como Ia de los mozos, de todos modos las chicas de
sarse con un campesino que sólo puede proponerles una vida 1,,,, r,¡.1'¡'(1¡5 podrían conocer a los chicos de la ciudad. Muy es-
que ellas conocen demasiado bien. Además, cada vez acepran r ,r\.rs sor), por el contrario, las chicas de la ciudad que, salvo
con mayor dificultad la idea de someterse a la autoridad de los ' u,ur(lo se celebra Ia fiesta mayor del pueblo, acuden a los bailes
padres de su marido, que «no están dispuestos a dimítir, (nous ,.rnl)('sinos, aunque, llegado el caso, hay grandes probabilida-
bolin pas drsmite), y, en parricular, se niegan a renunciar anre 'l''\ l)irrrr que desprecien a los campesinos. Simplificando, Po-
notario a sus derechos a la propiedad. Temen a menudo la tira- ,lrÍ,r tlccirse que cada hombre se encuentra situado en una área
nía de la anciana daune, que pretende conseryar el mando en la ,,,,, i;rl de matrimonio , y la regla establece que puede tomar es-
casa, particularmente cuando el padre carece de autoridad por- ¡,,,s,r fricilmente en su área y en las áreas inferiores. De lo que
que ha hecho un matrimonio de abajo arriba (véase apéndice ,,rlr.írr deducir que mientras el habitante de la ciudad puede, teó-
VI: caso de la familia S.). De lo que resuha, en segundo lugar, r( .ur)cnte, casarse con una chica de la ciudad, del pueblo o de
que la movilidad espacial y social de las mujeres, más dispues- l,rs t'aseríos, el campesino de los caseríos está limitado a su área.
tas, en general, a adoptar los modelos y los ideales urbanos, ha Un nativo de Lesquire tenía antes más del 90o/o de posibili-
aumentado mucho más que la de los hombres. Tienen muchas ,l,r.krs de escoger esposa en un radio de 15 kilómetros alrededor
más posibilidades de encontrar un parrido fuera del mundo ,1,'su residencia. Cabría, por lo tanto, esperar que la amplia-
, irirr reciente de esta áreavayapareja con Lrn incremento de las
su facha, su habla ruda y gangosa (la gente del llano dice you (yo), los de los ¡,,,sibilidades de matrimonio. De hecho, no es eso lo que ocu-
cerros dicen jou). rt'. La distancia social impone unas limitaciones mucho más
1. Todos los fenómenos constatados en los caseríos pueden observarse
ligurosas que la distancia espacial. Los circuitos de los inter-
también en los demás pueblos del cantón, que están, en relación con el pue-
r rrrnbios matrimoniales se desgajan de su base geográfica y se
blo de Lesquire, en la misma situación que los caseríos. Así, la población del
cantón pasó de 5.260 habitantes en 1836 a 2.880 en 7936. El éxodo feme- ,rrganizan en torno a nuevas unidades sociales, definidas por el
nino es en todas partes muy importante. lrccho de compartir algunas condiciones de existencia y un esti-

84 B5

::

I&¡
lo de vida determinado. EI campesino dc krs crrscríos de Lesqtri-
t. l.A OPOSICIÓN !lN't'RI1 [it, l'util]1.()
Y LOS CASE,RÍOS
re tiene hoy tan pocas posibilidades de casarse con una chica de
Pau, de Olorón o incluso del pueblo vecino como las que tenfa
antaño de casarse con una chica de cualquier caserío remoto del Como antaño, el alma del campesino está en la
País Vasco o de Gascuña. idea alodial. Odia por instinto al hombre de la
ciudad, al hombre de las corporaciones, de los gre-
III mios y cofradías, como odiaba al señor, al hombre
Posibi- Presti- Posibi- Presti- de los derechos feudales. Su gran preocupación, de
lidad de gio lidad de gio acuerdo con una expresión del antiguo derecho
matri- mati- que no ha olvidado, consiste en expulsar al foras-
monio monio tero. Quiere reinar en solitario sobre la tierra y,
ó Cas.- I Cas. ++ ó Pueb.- I Cas. + gracias a esa dominación, hacerse el amo de las
9 Otro caserío ++ I Otro caserío + ciudades e imPonerles su leY.
I Pueblo -+ I Pueblo + +
PRouDHoN, La Capacité Politique
I Otro pueblo -+ 9 Otro pueblo + +
t des classes ouariires, Pág. 18.
I Gran ciudad -+ I Gran ciudad +

ry
Posibi- Prati- Posibi- Presti-
lidad de gio lidad de gio Esta reestructuración del sistema de intercambios matrimo-
ma*i- matri- rriales podría ser correlativa de una reestructuración de la socie-
monio monio dad global en torno a la oposición entre el pueblo y los caseríos
? Cas.-éCas. + ? Pueb.- é Cas. + t¡ue sería a su vez, el producto de un proceso de diferenciación
ó Otro caserío + é Otro caserío + t¡ue tendería a conferir al pueblo el monopolio de las funciones
d Pueblo + + éPueblo + +
r-rrbanas. Así, pues, antes de analizar el papel que representa'esa
é Otro pueblo + + óOtro pueblo + +
é Gran ciudad t + ó Gran ciudad + + oposición en la experiencia de los habitantes de Lesquire y, al
rnismo tiempo, en sus comportamientos, hay que describir, a
l)artir de los datos objetivos, sus génesis y su forma.
En una pequeña depresión, donde confluyen los valles de
los ríos Baise y Baisole, las casas del pueblo se aprietan forman-
do una línea de fachadas continua a lo largo de la calle mayor,
ir ambos lados de la iglesia y de la plaza central donde se agru-
pan los organismos principales de la vida del pueblo: ayunta-
rniento, estafeta de correos, oficina de la caja de ahorros, escue-
la, comercios y cafés. Situado en el límite de la ladera y de [a
depresión húmeda, el pueblo parece haber surgido a causa del
atractiyo de los prados que bordean el río y de los viñedos que
cubren las colinas circundantes.

i 87
86 I
A str lrlrcclctl«rr, sobrc las llrrlr.r..s tlt, llrs t.lirrlls, cr.lya lrlritrlrl ¡l*: n, r,rllt'
(1,:rlxrgni:rc). I,,xtcnclicl<¡ a lo largo de varios kilóme-
var'ía crrrrc 200 y 4oo metros, sq cs[)1lrc(:. Ias grarrjas crc, r.s .,r
*trrr lrr l,rs , olirlrs, cl barrio constituía en el pasado una unidad
seríos, situados a distancias que oscilan cntrc 200 mcrros y
tr.¡ ltt,tl lrtu\, ..oncttrrida.
'tl
kilómetro. construidas casi siempre en la cumbre de las ..,ii,,..,0
i\rur,¡rr«', ¡rol cl mero hecho de su situación, el pueblo
y en las laderas más altas, están rodeadas de viñedos, clc c.rrrr clll¡lr' lr,r rlt'serrrpcírado un papel de centro administrativo,
pos, de huerros y de bosques. Aunque así evita la humeclarl, l;¡r
4rrru,ur,rl v t.r¡rcr-cial, la oposición que domina hoy toda la vida
nieblas y, sobre todo, las heladas del fondo de los valles, la clc,
ción de este emplazamiento dificulta, a menudo, el acccso ,¡, ¡,rt. l,l, un.r lrr ickr adquiriendo su forma actual progresivamen-
lr, ,¡llrlr'totlo, tlcsde 1918.
obliga a buscar agua excavando pozos que superan l,r,
15 o 20 metros de profundidad. caminos vecinales,",r..". asfalra.l,,r I )istlibución de los cabezas de familia por categorías
parcialmente en 1955, unen las casas al pueblo, pero las nr;is socioprofesionales
alejadas sólo disponen de pistas foresrales en mejoi o peor csrir
do, a veces impracticables en invierno porque, con frecucnci,¡, 1881 1911 1954
bordean los barrancos (arrecs).*.rr"dos po, lo, arroyos (lr¡(. .,,,,,'¡' t,, f i''i ottrt lu Caseríos Pueblos Caseríos Pueblos Caseríos Pueblos
descienden hacia el Balse. Se trata del arquetipo d.l p"irrj. ,.,, I lrrr r lrrl,trlos 345 t3 280 t5 224 6
en el que cada finca está cuidadorr-.rr* deliÁit"da \l'tlt lt't,
1al, 1,.,, '
frondosos setos. Cada finca constiruye un pequeño ámbito ,ris :rl,llllr l{r\ l8 25 21 1

lado, con sus campos generalmente dispuestos ., lo alto del cc, lrr,rrr,, .r¡1r'ícolas 20 122 10 11 4
rro o en los rellanos, sus viñedos en la ladera expuesta al sol, strs I )l'tr t() t7 304 3 56
bosques en las pendientes empinadas y en losialles encajona- I nlrtr.tr iillltCS 2 203 t3 12
dos, sus prados en las hondonadas húmedas. La homogenáidarl l'r,,f r',,iont's liberales 8- 9 -)
de las condiciones fisicas, consecuencia de una tierra demasiaclr \ ¡ r, ',.u tos 31 36 27 29 11 23
compartimentada para facilitar la formación de fincas extensas,
t rr.rtllos I
permite a cada granja aislada disponer de diversos elemenros
lililr t()nlu-iOS 4 136 14 810
I ¡, r, tto, policía 5 5
del paisaje agrario, de modo que, en distancias reducidas, coc-
xisten los cultivos más variados. Muchas fincas antaño cultiva-
lrr,r, tivr¡s 32 r5 26
lrrl'rl.rtlos 5 82 3 617
das son ahora yermas, y los matorrales invaden los campos quc
rodean las granjas abandonadas. Incluso el viñedo, org.,llo i.l l,rt,rl 442 t32 371 116 288 95
campesino, ha rerrocedido mucho tras las crisis filoxéricas dcr
lrn el7\,4o/o de los cabezas de familia residentes en el
191 7
1880 y de 1917, y debido a la penuria de mano de obra como
¡,rr.'[rlo viven de ingresos no agrícolas, contra el BB,4o/o en
consecuencia de la Primera Guerra Mundial.
l')5/t. De hecho, las cifras minimizan la amplitud del proceso
En un radio de 6 a7 kilómeros alrededor del pueblo, el há_
,ll trrbanización. En realidad, sólo el 7,3o/o de los cabezas de fa-
bitat se distribuye de forma muy homogénea. Ná obsrante, se
r,¡ilia residentes en el pueblo se dedican efectivamente a profe-
distinguen algunos caseríos o barrios qr., , grandes rasgos, co-
',iones agrícolas (cuatro de los seis hacendados no explotan por
rresponden a unidades morfológicas, por ejemplo, una ron" d.
rÍ rnismos sus tierras), contra el 21,5o/o en I9l1 . Además, antes
colinas delimitada por dos depresiones (barrio Rey) o un pe_
,t 1914, exceptuando los funcionarios, los habitantes del pue-

B8
B9
l¡1. r'r';rr ur.rl,s,._rx)c() c'rrrrrll.sirrrs,,(r.
rillll()s y tetrdcro.s dcl
r,.A.).'rir«r.s r.s,rr,. 1,, t,rtur unl)ltt:u llt strltr.rticic l'cst,rvlttltt l l,r vivictltl¿r restán-
¡lucblo tcrrí:¡l y
ll.y,ll,r
ti(.r.r.ir g:rrrlrrl«r; 1,,1, , I rrr, l',,,|t'l qrrrsillo.¡tre clalllt:lcccs() tlcscle la c¿rlle hasta el
aunqtlc el cotllercitl haya c<ltrscrvlrrl<l
i,clili r.rr l,r,l,r
sr¡ cerlíctcr
Er *r¡ r, ,rt[.](l(] .'tt la llartc trascr¿l clc la casa, antes que muti-
pues las tiendas de ultramari,.s
ta'rbién pucdc, .scr c,¡lr.ai..¡r,ro ir, ,11,,,, rl,. y.r trrtty cstrccho' restáudole el ancho de un cami-
o panaderías, o cafés, o bazares, todos los .u-.r.i,,,u",,
como los artesanos,r han renunciado
nr, rl,t I r,l ¡,,¡111¡ ilttcri<tr, a veces en la parte trasera de Ia casa,
Los prados junto a la orilla del río,
a sus acrividatl.,s :r¡¡r.ít.l,rt ¡=,l,,r l.r ¡,,,,il1',rt y cl gallinero; más allá, el granero, con el es-
muy cocliciad,r. 1r,1r,1,,,: ,l r,l,l,, ,l Lrli.rr y cl henil; después, el huerto, lengua de tierra
heno es escaso y caro, y-también porque se pueclen
¿ln.(.rrrl,lr ,1,L,,, 1,,, ,1..'l:t casa y de un centenar de metros de longitud,
durante el invierno para los rebanos
q.L U";"r, a. l" ,r.r,,,,,,,n,, .1, l,,,rr ,,1,,.r ,ttltl><¡s lados por una hilera de parras.l Pese a las
pertenecían en-su práctica totalidad
a seis famili* d.t;,,"i;l:, rr lr l,rrn.r.iotics, el interior de las casas sigue organizado en
casi todas las familias tenían vacas. No
había casa.; lrln' r,,r ,l, los ittrperativos técnicos de la agricultura' ya que la
que no tuviera su viñedo (donde siempre "i r;,;.i,i,, priorita-
les frutales, melocotoneros, cerezos
crecían algun<,s ,ír,1,,, I,, ',,,1,.r, iritt por el confort no es, ni mucho menos'
y manzanos) en las llrrft,r,r., ,,, l',,, ,ll.r, las fáchadas ciudadanas ocultan el pasado campe-
vecinas. En cuanto un habitante
dll pueblo alcanzaba r.ior,r .ir,, (r'r:.tst' lig. 1).
holgura económica, compraba un viRedo
o, mejor aún, trn
¡rr,r I'rr l')l l, cl 13,1olo de los cabezas de familia de los caseríos
do; siguiendo un sisrema de r"lo.., ,ipi."_..rr. o/o en 1954'3 Pero
campesino, rr. , r\ ' n {l(' irrgrcsos no agrícolas, contra el 11,5
el prestigio, como el aldeano de hoy,
9i:t""iU"
laclon
.ooi"-;.J;,,'; lr' rrrrrr;rt iones acaecidas en los últimos veinte años son más
o la osrentación de bienes de consumo,
id., .o_o ,,,, l,r,,lrrrr,l;ts cle lo que expresan los números.
Antes, hacia 1900,
tomóvil o la televisión, sino la extensión
a.,ú prr.i_""i, "l.1,ri lr rl,¡.r ,lt'scis a diez nposadas, por barrio; el de Lembaeye, por
cola. Y todo el mundo, así en el pueblo
como en los caserío.s, s.. , ¡, r,r¡,l,,.londe hoy no queda ninguna, contaba con una dece-
enorgullecía de no seryir .. ,, Á.r, más que el vino de su vi ,,,, ,.r.lrr rtna tenía st quillier, su bolera.4 La gente también acu-
ñedo, o supuestamente tal...
,lr.r l,.rr:r jugar las cartas. Se celebraban bailes. A lo largo de la
Las casas conservan,todavía hoy la
huella de ese pasackr: , ,,,,',,','. d. pru a Olorón había unaveintena de posadas don-
casi todas han mantenido el gr"r,
io.tó., con arco de mecli«r
punto que se abría para dar paso a los
carros cargados de hen<¡. I. l.a mayoría de huertos conservan algunas vides aunque, debido a las
1,, l,r,l.rs y a la edad de los pies, la cosecha es prácticamente inexistente'
,1. l)odría considerarse otro indicio de una mayor interpenetración entre
",,.,1;i', i:,xfi ,':: ;i,* l.i: : :: . ::
ult¡amarinos y a la carnicería,_y dor,
;if #'i.1 ff T"ol.il;,.ff .í: , I l,,,.lrlo y los caseríos el hecho de que catorce casas del pueblo pertenecían'
po. .il,i_o, ,-ia posada. Dos tiendas clc 1,,,, i., 1g00, a campesinos de los caseríos. once de ellas carecían de puerta
co-
ultrama¡inos hacen a l^ uez dL pr,.,"á..í".
atgu.,l, to._", de artesanía han , lr,.r.r, cosa que se comprende porque sólo hacían las veces de vivienda ocasio-
desaparecido o experimentan.una c¡isis profr"rdr, por
ejemplo, por orden, rr.rl r¡ sc ,lqr,il"brr-, p.or., agrícolas o a pequeños artesanos; cuatro de ellas
los tejedores (dos en rB81),.los rrprr.ri.;i;, "
ll-"d."R.ro. (I2 en IBBr 1.,, ,,.,trpaban su, propietarios, que habían abandonado los caseríos' A
falta de
cont¡a siere en 191 1 y dos, sin t."úrjo,
en'1954); enrre los herradores v los , .,r,,, ,.r.ho, .^-p.ri.ro, de los caseríos tenían una familia amiga que podía
her¡e¡os.1os hay qr. Árn podiclo
la planchistería del automóvil. ",i"É,;r;.
álJil;;',lá* ;:ffi.I."j .rl,rjrrrlos (prra calra.s., almorzar, etcétera) los domingos y los días de fiesta'

2., Los prados han permanecido hasra 3. Ei número de peones agrícolas se ha reducido aproximadamente un
., hoy (salvo una exceoción) en nn_ ,0 o,, e fltre l 88l y 1954.
sesión de esas seis lamilias relevanres
de Ia, quJ,
do la mayoría de alcaldes y de concejaler. '---' -'--
d.,t;;..;;,[,;,'ffi ,il_ El quiltie:r,la bolera, es el lugar techado colindante con la posada don-
4.
,lc está dibujado el espacio cuadrado en el que se disponen los nueve bolos.

90 91
Figura l. l)lano rípico tlc ulr¿r (,asl dc pueblo
Cr ¡r,tr,rl'.ur l,rs r.:urtcteros y la gcntc t¡trc irc,rrclílt a[ nrercado. f'o-
da¡ lr'rrr rlt's;r¡lrrcc:iclo. Hasta 1914, y ell«r a ¡resar de que había
Hleill ¡rurrl(l('r'l:ls cn el pueblo, todas las casas (en el mismo
FHFlrl'r) r.rrf,ur su horno y hacían su pan, cada ocho días, para
B*ls I'r \('nr;uril;l sólo en las fiestas o las ocasiones excepcionales
Cuarto de esai
r llrrr ,r Irusr';rr' llan a la panadería. Eran numerosos los campesi-
Hlr r¡r(' si¡¡rric:ron haciendo su propio pan durante mucho
"Salón" Cocina tlrrrr¡rrr rlt'sptrés de 1914. Hasta 1920 los panaderos no empe-
t
a!
crc
,áltrtt .t tcl)ilrtir el pan por el campo, con una carreta tirada por
urr r¡lr,rllo. l)c igual modo, tampoco se compraba carne en la
Pasillo lJ
o
I
r{rrr{('r'f;r, salvo en las grandes ocasiones; el ncocido, de buey
tta r'l ¡rl,rto cle los días de fiesta y de las bodas.2 El resto del
tlr-rrr¡ro l;r gcnte se alimentaba con lo que producía la granja,
lrtut. ul:llrr)cnte conservas de tocino, de oca y de pato, pues la
r,u n(' §(' trrnsideraba un lujo, y a mayor abundamiento, por su-
Irrrr',,to, le de la carnicería. El café se conocía desde 1880, pero
rr1l,r st' lrcbía los días de fiesta. El consumo de azicar (que se
!
'd ,,,rrr¡,r'rr[ra en terrones) era mucho más reducido que hoy día.
I rr ¡rrt::rs palabras, la aparición de nuevas necesidades y lafaci-
I
!
Irrl,r.l rlc los transportes han ido incrementando progresivamen-
O r,' l,r tlc¡rendencia económica respecto al pueblo de los barrios
,rnl,rrkr.s. A cambio, la dependencia de una parte de la pobla-
, r,,rr dcl pueblo respecto a su clientela campesina también se ha
rrr. r.'rnentado. Por lo tanto, desde una perspectiva económica,
l,r r¡r{ranización del pueblo ha ido pareja con una «campesiniza-
, i.n,de los caseríos.
Y así sucede en todos los ámbitos de la existencia. El barrio
('ril antes una unidad muy viva. Constituía, en primer lugar, un
Cobertizo de
herramientas llrrr¡ro de vecindad que se reunía para llevar a cabo labores co-
urunes durante las celebraciones familiares y las fiestas. En los
Salida
al huerto l.La mesture, un pan basto de maí2, se consumía hasta 1880-1890.
¿ l;t¡c sustituida por la biaude, un pan a base de trigo y de maí2.
2. En 1881 había en Lesquire dos carniceros. Vendían, como media,
rlc una a dos terneras cada domingo. Para Navidad, antes de 1900, mataban
rrna docena de vacas. La costumbre exigía que se hiciera una daube, un esto-
fido que se comía al sali¡ de la misa del gallo.

92
93
t
('rli('r'r1),s,
lx)r' cicarplo, los uprirrc',s v«.t irr,s, il¡lrr cas¿r por c¿ls1l
ir¡vita.d. l',r lrrrsra e[ atnanecer. uLa cspcrourlu]rc era la fiesta de la juven-
al c.njunro cle las fhnrilias dc,r [r.rrir. ul labía rr"..r"-
¡ral" del barrio [es decir, unas refbre.ciirs cluc indicaban sus lí- turl. Sc comía poco: castañas, pimientos. Ahora hay que servir
r.rf d, c1ueso... Pero se hacían batallas a golpe de peroques. Nos re-
rnites]. Los ancianos se la decían a los jóvenls. Ello representaba
i.rlrros. A veces hacíamos la "mascarade". Cogíamos una calabaza
mucha genre, porque el barrio era muy grande. Hacían falta
v;rr'Ía y encendíamos una vela. ¡Lo que nos reíamos!, 0.-P. A).
bastantes hombres para llevar el cuerpo, io qr. era muy pesado;
[.as labores colectivas no eran el único motivo de alegría.
el cadáver iba envuelto en un s,rdario de lino t.jido en'I" c"rá
(lou lingou dou lan), y ese sudario, a su vez, iba
,,1 labía muchos menos bailes en el pueblo que ahora. Pero se ha-
envuelto en una , í,rn muchos bailes en el campo. Entre los 17 y los 30 años bailé
sábana que llevaban seis hombres, sujetándola por los nudos
de rrrrrclro, el mounchicou, la crabe (la cabra). Nos reuníamos cuatro
las esquinas. A partir de 1BB0 empieza .oro..rr. el ataud (lou
" ,r c:inco vecinos en una granja o en una esquina de un prado.
babut), hecho con cuatro tablonei de madera. Su utilizaban dos ( lrrsi cada semana. Había músicos (lous bakdis) que tocaban el
barras bien pulidas que se pasaban por las ,,dos asas d.e mimbre,,
lrrrile, o alguien que cantaba, y marcaba el compás con el timbal.
que había acopladas en cada lateral del ataúd. Los portadores,
l.os jóvenes se frecuentaban mucho más que ahora. La gente se
que eran cuatro, se turnaban hasta haber completado el camino
.otrocía más por barrios. Se trababa conocimiento aprovechan-
que llevaba al cementerio. El ataúd ro r....r"ta hasta el último
rl«r las fiestas. La gente vivía más junta (lou mourudr que bibén mey
momento, para que todos pudieran ver al finado. No se podía
tt/ndss€), barrio por barrio. Ahora cada cual vive más encerrado
cerrar el ataúd antes de que toda la gente del barrio hubiera lle-
('n sí mismo. Ahora todo el mundo se queja, a pesar de que hay
gado. Uno llegaba, decía las oraciones, echaba agua bendita con
el.laurel y_lyego estrechaba la mano a todo el"mundorr tlinero... Antes, la gente vivía mucho más feliz. Las "peleas" (lous
0.-p. Todo eso se acabó. La gente ya no
patacs), el trabajo, las fiestas...
A.). La solidaridad entre los miembros del mismo barrio iam-
bién se manifestaba en el momento de ras labores colectivas: vive feliz como antes. Tampoco hay juventud ahora. Vivíamos
rnás felices, nos creíamos felices, 0.-P.A.).
(de.houdja, binar) y ligulre, binado y nligado, de la
ltydj»e vid, Así pues, debido a que los vínculos de vecindad (lou besiat,
labores en el transcurso de las iuales los g.,rpo, á. t."baj"dores
se respondían con sus canros de una ladeia , o.r", petéri
c:onjunto de los vecinos, besis) y de barrio eran muy fuertes, la
o péle_
tlensidad social era muy grande en esos caseríos donde hoy la
?orc, baffére, trilla, esperouquire, deshojado a.f maiz (de
gente se siente perdida y aislada.r Desde 1918 el barrio ha deja-
?eroques, las hojas ásperas que envuelven la mazorca). Las es_
clo de constituir una verdadera unidad. Muchas labores colecti-
perouqu?res, por ejemplo, duraban tres semanas o un
mes en vas han desaparecido, ora debido a la introducción de maquina-
otoño. Todo el barrio, es decir, entre cuarenta y cincuenta mo_
zos y mozas, se juntaba para deshoj ar el maiz. Iban de casa
ria, ora porque las fiestas a las que daban lugar resultaban
en demasiado caras. ¿No es acaso corriente hoy día que los campe-
casa, todas las tardes, hasta el Día de Difuntos. Cuando
se fina-
lizaba el trabajo en una casa, un sábado habitualmente, se hacía sinos más ricos y más conocidos por su sentido del honor y su
una fiesra (las acabiailhes, de acabá, concluir). Se jugaba y barla- hospitalidad manden matar a su cerdo por el carnicero del pue-
blo? Organizadas por los jóvenes del pueblo, las grandes fiestas,
I . En el pueblo dos vecinas iban casa por casa, cada
_ una por una acera
l. El primer vecino, uaquel al que se llama en primer lugar en caso de
de la calle, para convidar al enrierro. Esta costumbr. ,. .orr..*Z
hasta 1950,
más o menos. nMuchas mujeres no querían hacerlo. Lo encontraban defunción, es el de la casa de enfrente. Con ese primer vecino se puede co-
ridícu_
lo, (A. B.). municar mediante señales, signos. El segundo vecino (lou connebesi) es el de
la casa de al lado, 0.-P.A).

94
95
Irrril.' rlc Ilr as.cirrci<in clc ng'icult()r.cs
1,,;rlr:l(lc*rs, clc N,virl,r,l r
.,! 1,,,,,, ,llltrlltr sctll-acltls c,n los Irrtltcr¡s tlc lrlatlcra dispuestos
rlc Aíi<¡ Nucvo, dc la Virgen dc Ag,,sr.,, crcétcra, sc c:clchr.:rrr .,rr ,, lr .r,,.1,1, ,lclalrtc clc [a rnayrtría tle, clrsrrs. I]n cst<¡s bancos se
clpueblo. ¡i ¡r ¡¡ r:¡¡l)iút lpus carrérens (los habitantes de la calle, carrire)
En la sociedad de antaño la dispersión en el espaci«r rr. t,r,r 1., rlotiltrr[]{)s por la nrañana para conversar, mientras miran
percibida como ral, debido a la fuerie densidad social vir. rrl,r,l¡ t,r rr .r l.,s tlttttpesinos uendomingados'. Para éstos, los bancos
a la intensidad de la vida colectiva. Hoy día, como la.s rrrlr,r,', ,,r' ,l .,itrrlrol,,.l. 1" mala ideay de la ociosidad de la ngente de
comunes y las fiestas de barrio han desaparecido, las f¿rrrrilr,r, ,,r,1.r,1,,. Mttcl-ros campesinos, para no tener que desfilar ba.io la
campesinas perciben más concretamente su aislamiento. l,ls rrr ,rir rrl.rirrí,ica de los aldeanos, prefieren pasar por los estrechos
dudable que el automóvil ha acortado ras distancias, sobrc r,rr, rrrlrr()s .¡trc llevan a la plaza principal dando un rodeo, tras
desde que se han asfaltado los caminos vecinales princiPrrr,.r, 1,,1,, r l,,»rlcado los huertos situados detrás de las casas' Por li-
pero el alejamiento npsicológico, sigue tan grande .orn,, l¡ir..,,, ,ilrt,¡rl., ([tc sea el horizonte, por amortiguado que llegue el fra-
pre, I ello se manifiesta a rravés de la función otorgada al arrr,, 1 rr r lt l,r ciudad y
, de la vida moderna, la población aglomerada
móvil. A un campesino, salvo en contadas e*cepciones, no st, k, ,lr,,l,'.krt' ciel campanario conforma una sociedad abierta a las
ocurriría coger el coche para asistir a ,rrr" ..,r.rió., del cl,b ,1., ,r,llrrt'rrrias exteriores. Debido a su aislamiento, los campesinos
portivo o del comiré de fiestas, ni tampoco para ir al cine el rl.r ,rl, r ut'ntrrfl, las más de las veces, con las ocasiones que el pue-
mingo por la tarde. Es significativo que las ieuniones que ¿rnrc 1,1,, lt's .rfi'cce, es decir, la misa de los domingos y las fiestas' Su
ceden a las elecciones municipales ycantonales se ..Iábr"n ,,,, ,,r,r,,r luente de información sobre el acontecer municipal pro-
el pueblo, pero también en los diferentes caseríos. A la ciurrrrtr i I' n('(ler los aldeanos.l
se va en coche, como antes se iba en carro; más deprisa,
pcr,{r
Así, la barrera entre la ciudad y el campo, entre el campesi-
no más a menudo ni por razones nuevas. ,o ," h" ..r,,r ,,,, t,l ciudadano, que pasaba antes entre las gentes de Pau y
y
¿Acaso
vertido el coche en el heredero de las funciones del carro? sc ( )k¡rón y las gentes de Lesquire sin distinción, separa ahora
'1,
utiliza en primer lugar para el transporte de los productos de I;r r l,,s:rldeanos, lous carrirens, y a los campesinos de los caseríos'
tierra y para los desplazamienros puram.rrt. ,rtilit"rios. Mien. Lr oPosición entre el campesino y el ciudadano se inicia en lo
tras que el 41,4o/o de los coches de los aldeanos tienen menos r,,.is lrondo de la comunidad aldeana.
de cinco años y están destinados al rransporte de personas (con_ No estará de más, antes de describir las formas más mani-
tra el 14,60/o en los caseríos), el 63,40/o de los coches perrene_ lr('stirs que reviste hoy esa oposición, mostrar cómo se traduce a
cientes a los campesinos tienen más de veinte años (según
datos ,,,, ,,iuel más profundo, el de la demografía por ejemplo' Mien-
del impuesto municipal de circulació n d,e 1956).1
l. A propósito de una área rural dividida en doce distritos escolares
La concentración del hábitat mantiene una fuerte cohesión ,¡rr,,rienen un nombre tradicional y que forman una comunidad consciente
social a pesar de que las técnicas tradicionales de ocio colectivo ,i,..í misma, J. M. \Tilliams evidencia la disolución de estas unidades de ve-
hayln desaparecido: el pueblo es el campo del chismorreo; las ,,,r.lad. (neighbourhoods), que tienden a fundirse en la comunidad aldeana.
noches de verano, los vecinos se reúnen, ., g.trpo, de dos o l,ilrre los f..ró-..ro. correlatiros del cambio de estructura y de función de
de ,.s,rs unidades, observa la emigración de los artesanos de los distritos rurales
I
lr,rcía el centro de la aldea, la concentración de las actividades uculturales' en
1. Véase cuadro, suprimido en esra edición, en p. Bourdieu. uCélibat .l pueblo, y la diferenciación social de la población (véase An American
et condition paysanne», op. cit., pág. 97. I t¡wn, NtevaYork, 1906).

96 97

É,
tras la diferencia de tamaíro c.r'c lir fhrriri. r¡lcdia «Jcl
puebkr y l,rrlrrli;r, (luc ¿lgrupaba a varios n¡:rtt-iDtttnios y it los criados; el
la del caserío era sólo de 0,94 en lgg[, crr lgll era d,e 1,79'y ililnr('r'().1" parro.tffi que viven sol,ls tro para de crecer, sobre
de 1,13 en 1954. La diferencia decreciente enrre lgll y 1954 rurLr, t'tt la categoría de jubilados e inactivos'
es
implt{le, por una parre, a un ligero incremenro (desdc l,l lcndrmeno es manifiesto cuando se considera la propor-
1945) del ramaño de la familia del pueblo y, por otrr, , lu r trtrr rlc fir¡rilias compuestas por cuatro personas y más
(inclui-
mengua regular de la familia del caserío.r ,1,,r l,,s criados) en las diferentes épocas.
l,igeramente superior en 1BB1 (l al,7),la proporción de las
Tamaño medio de la familia l,rr,rili,rs grandes es, en 1954, tres veces mayor entre los propieta-
r r, r, ,lc ,Ér.", que entre los habitantes del pueblo'
Ya en 191 i la
I88t 1911 I 954 l,rrrrilia clel pueblo tomó su forma actual, pues la proporción de
Pueblo 3,56 )<) 2,71 l,rrrrilias d..u"tro personas y más era más de seis veces inferior a
Caserío 4,51 4,31 3,84 l,r ¡rloporción correspondiente entre los propietarios de tierras
,1.. krs caseríos. Las consecuencias de esas diferencias morfológi-
En general, la familia del caserío es sensiblemenre mayor r ,rs s()n considerables, en especial, en lo que se refiere al matri-
que la del pueblo, ya que un número más elevado de personas rnonio. En efecto, además de constituir, Para la joven pareia' y
vive bajo el mismo techo. rnrry especialmente para la flamante esposa' un fardo considera-
l,l..', la gran familia.J.t.. .r, control e impone unas obligaciones
Años Número Población Número de .¡,," .rá" vez resultan menos llevaderas para las mujeres de la jo-
de casas total habirunrcs vcrr generación. ul-os jóvenes, sobre todo las mujeres, ya no pue-
habimdas por cast .1.',,Iopo.tar la gran familia. Por ejemplo, en mi casa, la muj9r,
Pueblo Ca¡eríos Pueblo Caseríos pueblo Caseríos ri.,,e qle a la abuela del marido, el padrey la madre del
97 "g,r"rá,
1881 418 t 2.468 4,8
47 4,8 ,,,,,ridá, la h.r*"ta del marido y las tías del marido, que vienen
1901 92 367 322 1.656 3,5 4,2 ,lc vez en cuando. ¡Menuda carga!' (P. C')'
1911 92 293 355 1.601 3,r 4,5
r92t 83 339 259 1.408 3,1 4,1
1954 94 )77 258 1.096 2,7 4 úerras de los caseríos de los caseríos del' ueblo

r 881 53o/o 47 o/o 3lo/o


La diferenciación entre pueblo y caserío data de los últimos r 911 46o/o 43o/o 8o/o

cincuenta años. Antes, tanto en el pueblo como en el caserío, 1954 36o/o 32o/o l0o/o
dominaba la familia grande. Al *ciudadanizarse», el pueblo ha
adquirido los caracteres demográficos de la ciudad: áir..,iruy. Para comprender, desde otro punto de vista, la oposición
el número de hijos, la pareja tiende a ocupar el lugar d. l, grá, entre el pueblo y los caseríos se ha distribuido la totalidad de

1' véanse los cuadros que represenran er tamaño de las familias


los individuos censados en Lesquire en 1954 según la distancia
de
acuerdo con la categoría socioprofesional del cabeza de familia en relación con su lugar de nacimiento.
y la reside.,cia
(pueblo o caseríos) según los censos de igg1,
191 r y 1954, suprimidos en Se ve que el73,io/o de los hombres y el 65,9o/o de las muje-
esta edición, en P. Bourdieu, op. cit., págs. ll9-124. res del han nacido en un radio inferior a cinco kiló-
-trni.ipio
98 99
u
r,ctr'o.s' cs clccir, c. cl territrlri<l rlcl túr¡1i,,,ru.icipal
o de los
nrrrnicipios colindantes. Mientras cstos índiccr, l,* profcsiottcs liberalcs, las Irllts clc las vcccs oriundr¡s del mismo
lo, la región, utilizabar"r casi siernpre el bearnés en sus
nos, son sólo del 58,5o/o para los hombres "rrr. p";;i;
y del52,60/o "1d."- ¡,,,.,:1.,1., o dc
,,'1,,.. i,,ues con la foblación campesina. La gente hablaba
francés
mujeres, resultan manifiestamente más elevados
p"o l, poUir_ ,,,n tlificultad, ,'.r, poco como un" l.ngu" extranjera' y todo el
ción de los caseríos, esencialmente rural y sedentária
, ,l i3,6i/o
para.los hombres y el69,60/o para las lrrrrrrlo era consciente de ello' Se e*perimentaba una especie de
-,r;.r.r. En el pueblo, en al ridículo, al que se expone lou
cambio, los hombres y las mujeres nacidos a
una distancia ¡,rr.l«rr al hablarlo, por miedo
supe_ francés' Después
rior a treinta kilómetr It,rttcltimán, qu. s.isfrefza en intentar hablar
yet2o,5o/od.,,,.,ffi ll,l#:i.J,?'.ij'"i3'[,T;iii:]i; ,1,' t ') I 9, debido a las mezclas habidas durante la guerra, debido
puede hablar
categorías correspondientes de los caseríos. por ,r l:r presencia de refugiados ante los cuales no se
lo ,".r,o,^..r.or_
tramos en el pueblo una población mucho 1,,',rrnés, el empleo deifrancés se expande, sobre todo en el pue-
más mezclada que,
por esta misma razón, puede estar mucho más l,lo. Desde 1939 es muy frecuente que los niños hablen francés
abierta ,.r,rrdo dirigirse a ellos'
exterior. "l (', casa y que los adultos recurran al francés para
I'or mucho que, exceptuando a algunos adolescentes y a los
Sexo y lugar de residencia Iolasteros que no son de ia región, casi todos los habitantes del
¡,rrcblo sepan hablar bearnés, .t
pr." ellos una cuestión de or-
Zonas Lugar de Pueblo Caseríos Conjunto i1,,llu .*p*rarse sólo en francés y
consideran el npatois'' el idio-
,,r" ,r.roi..rlo, una lengua inferior y vulgar; se burlan de los pa-
nacimiento

V H Total V H Total V H Total l('tos toscos .uyo b.".rrés afrancesado produce efectos cómicos'
0a5km: .¡rrc destrozan el francés aunque no cejan en su emPeño' por
- Lesquire 64 61 125 402 317 7r9 466 375 (iianchimandeyl)' Para el campesi-
- Otros
844 ¡,retensión o inconsciencia
,,,r, po, el contrario, el bearnés es el modo de expresión espon-
municipios 8 t3 21 40 39 79 rrineo, íntimamente vinculado con las preocupaciones de la
48 52 100

2 5,1 a 10 km t0 lt 21 24 42 66 34 53 87
cxistencia cotidiana; es la lengua de la imprecacíóny del insul-
J 10,1 a 15 11 16 27 52 73 125 63 B9 r52 to, de la broma y del retruécáno, del dicho y del proverbio; la
4
lcngua de la vidá familiar, del trabajo de la tierra y del merca-
15,1 a20 3 4 7 11 22 )q
11 14 r5
5 20,1 a25
,lo.-Do, campesinos serían incapaces, sin sentirse ridículos' de
3 2 5 9 2 11 12 4 16
6 25,1a30 4 5 9 4 2 t6 r7
7 30 km y más 20 29 49 37 25
8 15
tlcpartir sobre ,t., cosecha o sobre el ganado en una lengua que
62 57 54 111
8 Total 123 t41 264 579 5t1 1.090 702 652 t.354 ,,o f.r.r" el bearnés. Debido a los voiablos franceses dialectali-
zados que paulatinamente tienden a ocupar el lugar del antiguo
términl bearnés, y también a los cada vez más numerosos prés-
. Donde puede yerse la manifestación
de esta
más clara y significativa
tamos import"do, del francés, sobre todo en el ámbito de las
oposición es en el ámbito lingüístico. Antes
de l9r4 er
técnicas y d. l"t instituciones modernas, esa habla está induda-
bearnés era la lengua utilizada por el Jonjunto
de ros habitantes
del municipio, ranro dentro d. ra familia como blemente cada vez más adulterada; no obstante, conserva su
en las relaciones
sociales' La escuela era prácticamente el gracia y su fuerza, su genio, en resumidas cuentas' El francés'
único rugar do.rde ,e h"-
blaba exclusivamenre francés. Los funcionarios, án .l ptlo opuesto, .r I" l.tgt" de las relaciones con el mundo
los miembros de
,rrb"nt y, ai -ir-o tiempo, la lengua en la que uno se siente
100
101
w'
irrcr5r,,d«r, como cuirndo sc porc c'r
tr.jc trc I«ls d<lming«rs Puru la fbrma de un ho-
ir.¿la carrér¿,.es como el mundo clc las of.icinrr, ¡,,rr t'll«r se comprende que pueda rrclclr-ririr
dorr.li'u,l',, *. II t('lril ic.
siente inerme y vulnerable.l
lil filncionario suscita actitudes ambivalentes.l Por un lado,
nMuchos ahora quieren hablar francés.
Del servicio milir¡rr. r rr l:urto que encarnación concreta del Estado, es la víctima por
de, la guerra,^lo que han aprendido
es que a los jefes hav arrc .,il'ritrrción del resentimiento dirigido contra los «amos de París'
nabtartes en francés, (A. g.). El uso p5¡¿d6, «el
de la lengua Frrn..r, ., .l (l()tt.t mestes ou lous commandans de Paris) y contra.l
homenaje, a menudo forzado y renuente,
que"el .r-p.riro,,ri- ,r,ryor ladrónr. Se le considera nel gandul del pueblo' (loufenian
buta al moussü de Ia ciudad y, ,u, prp.lÉr;
y,
menudo sea capaz de expresarr. ., L, fr".r.2,
p;.;;; ;;:, ,lr' lrt utrrbre),2 el urentistar, el hombre de las manos blancas, que
.,r('nrpre está a la sombra, aquel al que le cae un buen sueldo to-
correcro, valora que se opre por dirigirse "Ur.f,"rri"r,"
a él en bearnés, marri. ,1,,s l<¡s meses, por mucho que granice o hiele, y sin cansarse,
festación, en cierto a. moao, de una.,roluntad
de establecer un¡r rr¡('ntras que los campesinos trabajan duro, sin garantíade futu-
relación más directa, más familiar y más
igualitaria. r{), l)ara producir los bienes que él consume- n¡Diablos!', dicen'
Entre las últimas casas del p.r.bro doid.
se habla francés y (que s'at bire bet!) Puede llevar camisas blan-
las primeras granjas aisladas, ,.prr"d", ,t ¡rri vidorra se dat
a veces por un centenar. , ,rr. Claro, como no suda a menudo. La pluma no produce callos
escaso de metros, donde se habia bearnés,
p"r" i, fronrera enrrc .rr llrs manos. ¡Vaya enchufe que han encontrado! El trabajo de
lo.cabe llamar, permítanme los neologisÁor,
l" nciudadanidad, ,rrr gendarme... ¡El sudor de un peón caminero! Y el cartero"'
y la ocampesinidadr.2 Así pues, .., .i
.pic.nrro mismo de su l,icn temprano acaba su horario fde trabajo]. Pueden jugar su
propio mundo, el campesino descubre ur,
dejado de estar en su casa.
-undo ." .l q;; h; Irrrrtida di .att"t. ¡Qué sí, que eso sí que son
buenos empleos,
u,rya chollo!, (P.L.-M.). Así pues, para los nativos de los caseríos,
. _ Objetivamente, el pueblo sólo existe gracias a los caseríos, ,'l hombre del pueblo es realmente el burgués, el que ha deserta-
debido a que vive, casi exclusivamenre,
de actividades del sector ,l.r de la tierra y ha roto los vínculos que lo relacionaban con su
sin embargo, esta relación de depend.rr.i"
11rciario;
aDstracra,
p.r-"r... rrrcdio o ha renegado de ellos.
de modo que no aflora a la conciencia.
El ámpesino, Pero, por otra parte, el habitante del pueblo, administrador
por el contrario, experimenta concreramente
su depená.rr.i", l«rcal o funcionario, cumple la función de mediador entre el cam-
no respecro al pueblo, en tanro que colectividad,
sino ..rp-.Jl de laAdministración
to a de_terminadas personas de las lrcsino y el Estado. A título de representante
iue riene una necesidad con_ ccntral, en tanto que depositario de la autoridad gubernamental,
creta. La relación de dependencia es inmediata
, p.r;;i-; c[ funcionario es la encarnación concreta del Estado. A medida
que se incrementa la intervención del Estado en la vida diaria del
1. Los campesinos de los case¡íos suelen hablar francés con campesino y, paralelamente, el poder de la Administración, los
un acento
muy marcado. La pronunciación de la r, muy
más característico. se conserva entre los
fuerte, que constituve su resso firncionarios van siendo más respetados y considerados. ¿Acaso
habiántes d. ü-rñ;;;;. ffi;rÍ;
el bearnés como lengua marerna, aunque desaparece
entre los jóvenes. El 1. La actitud del campesino respecro al funcionario parece conformarse
acento de las muchachas de los caseríos
2.l. ,.. r.r..ro, -rr."do que el de los ¿ un modelo más general, concreramente, el que rige las relaciones entre el
chicos. AJgunos nsemiciudadanos, del
p".bl. ;,;;-de corregir su acenro.
2.Existen, evidentemente, .*..piio.r.r. En campesino y la p.riona culta en muchas civilizaciones no industriales'
particular, el uso del bear_
nés se ha conservado entre los ,r,.ráro, (.., 2. El respeto que suscita la persona culta no excluye nunca la ironla,
.o.rtr.to más estrecho con el incluso cierto desprecio; aunque sea percibida, en determinados aspectos,
ámbito rural) y entre los trabajadores
"g.í..r1".. como imprescindible, nunca deja de ser considerada un parásito'

702
103
u-
t() cst¿i cl crrrnpcsi.o, Ias más rlc lrrs vccc.s, t., ru ,.rst't'íos esth nrtty cotrteltttl clc ptttlcr "ct¡llvcrsar en el cafe"
1l<lsición dcl s.rici- 1,,,,
ta,te? Bien porque no sabe rellc,ar úr r-i.s,l. sus document,ri.
' t,l¡'l,i¡it,r,,,'aje) cotl ttn "señor" dcl pLrcblo: alcalde, concejal,
bien porque no se aclara con las formalida«les o porque
,i... ."1r,, Irrrr, rorlrrio, cartero, gendarme, etcétera; en resumidas cuentas,
ros para llamar él mismo al veterinario, el caso
., qrl. tiene quc r.c_ rnn l(xl()s los que ostentan una parcela de la autoridad central'
currir a los escribans de la carrére, es decir, más o menor, r\rrrr sigrrcrt un poco "impresionados" por esa "élite" bien situa-
1,,*
uchupatintas de la ciudadr. El término peyorativo "
que emplerr ,1,r,'rr t'l ptreblo, por todas esas personas que están "bien coloca-
para nombrarlos basta para mostrar que nunca ,..oro..
plárr- ,1,r,,". No hay que olvidar que hace cincuenta años un gendarme
mente su superioridad. sin embargo, no se re ocurriría
ir a iobrur. una dote de 3.000 francos y podía aspirar a casarse con
su pensión, a rellenar un formulario en el ayuntamiento "\11,,Í;l
o a lu , rr,rlr¡ricr segundona de una familia importante.l Y desde en-
consulra del médico sin llevar una docena d. h,.r.,ro,
o un litro .rc rrln(('s l:r cosa ha ido a más. Cada muchacho era "sopesado" y
vino. Lo que representa, sin duda, una manera de reconocer '', Lrsilic:¿rdo". Cuando obtenía un empleo, era todo un aconteci-
urr
servicio prestado, pero también una forma de rendir homenaje.
,r('rrl(). Se convertía en un "señor". Por todo ello los campesi-
n¡No basta con leer todo ese papelamen! No se
.nti.rd" rr,,ri siguen estableciendo una resPetuosa reserva en sus relacio-
nada o se entiende todo al revés!,
ff.i._frA.¡. para el campesino rr('s ( ()n hu carr?ren. Se sienten felices de invitarlo en el cafe. El
la relación entre el individuo y la Administración ,o ", rrrrhdano" es quien lleva la voz cantante; comenta y discute
p.r.d. .r-
tablecerse, como en la sociedad urbana, a través
de unos inter- l,rs rroticias con desparpajo y seguridad. Lous brartbs (los habi-
mediarios impersonales e inrercambiabres, gendarme
o funcio- r,rrrtcs de la landa lbrane),los paletos) del rincón más alejado del
nario, depositarios anónimos de una ,uto.íd"d anónima
y sin l,,rn'io de Laring o de Lembeye se guardarán muy mucho de in-
rostro que se manifiesta a través de ellos y permanece
irreducti- rcrrumpir, pero no pierden una sílaba, para poder contarlo todo
ble a esta manifestación, pues el Estado ,ro ., má,
que un hori- l rlivertir a la familia, una.vez en casa. ¿Dónde se entera uno de
zonte siempre inalcanzable de una serie indefinida
áe términos l,¡s "secretos de Estado" si no es en el pueblo? De vuelta al ho-
medios. El campesino sustituye el desconcerrante contacto valorarlos
con 1i;rr, analizan sus relaciones con los carrbrens. Suelen
la impersonalidad masiya de la Administración por una rela_ , on claridad y buen criterio, sobre todo después de haber paga-
ción de persona a persona, con tanta más disposi.i¿., fiarse .l«r ellos la cuenta en el cafe, (A. B.).
y
a ponerse entre sus manos cuanto más inerme "
está, identifica la No es extraño, en esas condiciones, que los uciudadanos'
función con el funcionario y sólo reconoce a la Administración
sicmpre hayan monopolizado el poder político. Los sucesivos
a ravés de quienes la representan. La estafeta de correos
es el ,rlcaldes y diputados a las asambleas departamentales son siem-
cartero, y si éste está de.vacaciones no queda más remedio
que l)re maestros, médicos, secretarios de ayuntamiento o hacen-
volverse para casa sin haber rearizado la gestión
que ro habia ile- .Jados del pueblo, mientras que los campesinos no pasan de te-
vado a ella.r
nientes de alcalde o de concelales. Y eso que, al ser una amplia
Pero sería un error atribuir exclusivamente al interés
la reve-
rencia que el campesino siente hacia el «bu¡gu6r,,. ul-a
gente de
1. «En mi un gendarme, había que tener una
época, para casarse con
.
I '
Hoy día los campesinos traran de dar a sus hijos la instrucción
míni- l¡uena dote: 3.000 francos. En G. había una chica que se casó con uno' La
ma imprescindible para la vid¿ moderna. «J6ds campesino
avispado quiere Familia pasó muchas dificultades. Estuvo largo tiempo endeudada. Se exigía
tener,un hijo inteligente para hacer que estuclie... necesario pod...o__
¡Es esa dote porque la mujer de un gendarme no tenía que trabajar, no tenía que
prender las cosasl, (J. L.).
tener relaciones con el público, 0.-P.A.).

104 105
mayoría, los campesinos de los caseríos habrían podido elegir a de esos nnotables'' flnciotrarios o miem-
¡,t'sirros que algunos
complacidos una
uno de los suyos.l Lo que pasa es que el campesino suele ser i,,.", .1. 1", pr#.riones liberales, que adoptan
tan crítico y ambivalente consigo mismo como lo es con el a los salvajes de los
,r(titud patÉrnalista o Protectora respecto
y
uciudadano, o el funcionario. El orgullo de sí mismo, unido :'.,,,,;; y d. lo, borq.r.,' entre los cuales se sienten exiliadosque
al desprecio por el ociudadanor, coexisre en é1, si no con la ver- r rrytls intereses y preocupacio-nes
no. comParten; puesto
gienza de sí, al menos con una conciencia aguda de sus defi- l,,r,rr". una pequeñ" socitdad cerrada' pretenden Presentarse
a los paletos y
ciencias y límites. Por mucho que el ociudadano, se convierra ( ()nro una ,rirtoir".i" intelectual, por oposición
las ve-
en el blanco de su ironía siempre que puede, es decir cuando ,,tlt'stripaterrones» que los rodean' También' las más de
uciudadana'' las más
, t's, en las capas más bajas de la
está en grupo o entre campesinos, se siente incómodo, torpe y sociedad
lengua.ie y su men-
respetuoso cuando tiene que rratar con él de tú a tú. ( (.t canas a loi c"rrrpesinos por su cultura' su
¿No resul- del p.ay'
t:rliclad, es donde ,u.ltn ti-tt""t
ta significativo que los mejores chistes, los más graciosos, rraren más en distinguirse
se percib-"' o
de.lo torpe y de lo ridículo que es un campesino y, muy espe- tttttás, elcampesinote ridículo' En la mayoría Tát
cialmente, cuando se encuenrra entre ociudadanosr? Así pues, ,,,;,,;, e*plíáto, el sentimiento de estar en posesión {e..'1de5-
más civilizado'
cuando se trara de dirigir los intereses municipales y, a mayor ,lros de burguesía', de pertenecer a un mundo
abundamienro, de establecer relaciones con las autoridades de rrris educado Y más culto'
a la ironía o a Ia
la ciudad, al campesino ni se le pasa por la cabezadelegar en un Sin duda, el campesino da pie a menudo
campesino. Porque está al tanto de las reglas administrativas y ( ru.icarura. Desde tiempos inmemoriales,
por e.iemplo, debido
de burla' Mientras que
de las sutilezas de la vida política nacional, porque forma parte, ,rl clesfase en el atuendá, ha sido objeto
en 1885' los cam-
por su función, del mundo de las oficinas y de las administra- Ious moussüs d.e la carrbreya vestían chaqueta
blu'o"ts de [ino' tejidos' cosidos y
ciones, porque dispone de tiempo para ello /, sobre todo, por-
1,"riro, ,.grlí"n llevando "" ya estaba gene-
que nsabe hablarr, el aldeano del pueblo, y, en especial, el fun- i,,,rd"do, án .rr". Cuando el uso de la chaqueta
salían ucon Ia cha-
cionario, le parece al campesino predestinado para asumir el rrrlizado, hacia 1895, los hombres casados
en
papel de mediador entre él y la ciudad. ;;,;;;; la boda, (d.o? tq beste.d'espousar)' si todavíaelestaba blusón'
bLren estado, -i.r,t,á' los solterÁs aún
Por su parte, sobre todo cuando tiene un barniz de instruc- llevaban
enormes! Para
ción y ha adquirido el aspecto de un hombre de la ciudad, el ;¡V;y", qué i"cha tenían! ¡Llevaban unas boinas
les ponían
aldeano se muestra a veces despectivo con los oriundos de los ,j.," prr..i.ran más g'"t'dt' y se aguantaran tiesas'
url tor-
caseríos. No cabe establecer mayor distanciamiento de los cam- rr' armazón d. mim6,e' H'bi' que "'los Pasar' día,de
el blusón'
nrenta, cuando el viento les hinclaba y
les levantaba
faja roja' A veces la boina salía vo-
1. También puede conjeturarse que, debido a sus rivalidades, los cam- pt"1l¿" "f descubierto su
pesinos, en definiriva, prefieren designar a un. carriren anres que distinguir a i*do y rodaba como un túo" to'pt-ente'.trataban de
^'o,y
uno de los suyos. nClaro que no son más amables entre sí [q,r. ,..p..to , un ,..,rp.r"r1r, (P. L.-M., 88 años, habitante del pueblo)'.Todavía
la
"ciudadano"]. De un campo a otro se vigilan y se espían: "Jean, hay que pre-
parar el arado, fulano ha empezado a arar o a podar la vid." Hay quienes tie-
i-o , eso que se visten lo mejor que pueden para no llamar por sus
nen fama de ser siempre los primeros a la hora de iniciar los diversos ciclos atención, se reconoce a los campesinos endomingados
tienda
de las labores agrícolas. Otros, siempre alazaga. Los hay que son el eterno ,r"i.t rnd cortados, comprados " p"tio de saldo en una
rle confección. Con l" t'o'-t boi'a et'
ob.ieto de todos los sarcasmos. Asimismo, hay familias que tienen fama de
la cabeza' los calcetines
poco hospitalarias. ¡Nadie escarima las críticas hircia cllasl, (4. B.). y chillones asomando por debajo del pantalón mal
;;t;
106
r07

&
pla.chado y demasiaclo.co.to, r«rs zlr¡rlrr«rs
¡la,sarr<ls dc ,rr¡rru,r r*rrl..r,rs,l c,sta ciudad dc rncntiriiillas cs itrcapaz de asumir el
esconden las manos en los bolsill<¡s
.1.. I,, .ir,,,¡u"rr, .,,,.,.',r1"r0
menre arrugada en la espalda. Acosrumb.rdo, ¡,,r1,,'l .lt' lirco de incitaciórt ecouólnicl, y ello, muy especial-
toscos zuecos por rerreno dificily
, .;.ri,r;i. :;;, nrr'nr(', crr cl ámbito agrícola. La historiade los últimos años es
desigual y cargando ..,n
dos fardos, tienen una.caminar Én,o ¡r.*u. rrrr,r l,trcn:r prueba de ello. Las capas media yba)a del campesi-
n?s), moradores de Ia landa, aubiscous
ipr,o so: branass?s (tt ltr,t
rrrrrl. tk'los caseríos son las que han producido la nueva élite
nea), bouscassls (hombre del bosque,
ino,,b.. d. ,", ;,;;;;; rrl.rl, rrricntras que los notables del pueblo conservaban los po-
boirq), ,rrrroolhrr q"il.'.;
de cebolla), laparous o lagas (Sur^p^r^i,-ron rl¡'rt's trldicionales. Hogar del Campesino, CUMA (Cooperati-
ejemplos de mr¡re¡
peyorativos aplicados al paysinás r,,r ,lt' lJtilización de Maquinaria Agrícola, creada en 1956),
ie So,u b o le, rí ..J-p;;;;; ;i.
Saouboler,2 palurdo, torpe, sucio,
malcarado y _rl ,.rrido.'-
"' ( r'rrrro de Estudios Técnicos y Agrícolas (fundado en 1960):
Esa superioridad que el aldeano r.rl.rs c'stas instituciones nueYas son fruto de la iniciativa de jó-
,. ,rrág", el campesirro v,'rr.'s agricultores; son ajenas tanto a la antigua aristocracia
nunca se la reconoce plenamente.
EI aldeano no es un ciuclrr.
dano, pero pretende serlo. y eso lo r.urrl)csina, a los campesinos importantes, como a los notables
,"b. h"rr" .l _ár;ri;;.i;;,
como también sabe que el aldeano
del pueblo a.f qr. tf
,1,' llaldea, más preocupados por garantizarse la dirección de
campesino también tiene su ciudadano. hrs rrsuntos locales mediante medidas más o menos demagógi-
",
A los aires d. .iu.r,r-
rico que el n21ds¿¡. r.rs (lue por trabajar en pos de una renovación en profundidad
11T^:r:-
clo para con el, el campesino sabe"Uurgtr.rrdo,
,aop,"
"
;;,; ,1,' lrr economía rural.l Debido a que monopoliza las funciones
responder con siienciosa
nía o aludiendo a su origen común: n'¡Sabemos
ir«r_ rrrlranas, a que concentra los comercios, las posadas, las admi-
de dónde sale!,
O bien: nSu padre llevabá zuecos...» ' rristraciones, el pueblo está suficientemente nurbanizado» Para
,¡rrc los caseríos puedan parecer, a ojos propios y ajenos, por
, . El campesino sólo se percibe como campesino en presencia ( ()ntraste, campesinos. Pero está lejos de estarlo lo suficiente
del nciudadano»; pero el ciudadano, po,
su parte, sólo existe
como tal por oposición.al-campesi.ro.
b. ,r"'for.* -á, ;;;: l)ilra arrastrarlos, ni por sus iniciativas, ni por su ejemplo.
ral, la aldea sólo e. ciudadana por oposición
a sus caseríos
campesinos. Por Ia mentalidad y
.l .rtlio de vida d. ,r, h;i-
tantes, el pueblo podría parecer
una ciudad si no fuera ooro,r.
no cumple las funciones más importantes
perdido la casi totalidad de sus gr*d.,
d. éJ-ó.;;;;
hacendados, sólo cuen_
ta con notables «rerciarios», q,r. prr.d..,
aporrar ejemplos de
innovación en el ámbito.d.l .orrru-o,
ción. Residencia de funcionarios y f.ro no de la produc_ 1. En 1958, 28 de los 95 cabezas de familia que había en el pueblo vi-
de'á'.',bro, a. i"l f-f._
siones liberales, de arresanos y comercianres, vían de una jubilación civil (administración de correos, enseñanza) o militar
de jrbil"do; ¿ ; (policía, ejército) contra sólo dos en los caseríos'
1. En el campo los Trparos apenas se
desgastan, porque sólo se usan
2. La CUMA cuenta en 1958 con veinticinco miembros. Todos son ex
una vez por semana, para ir al pueblo. miembros del Circulo de Jóvenes, una organización católica. Se trata de pe-
Muchos"camp.rl.,o. ll.rr.,
,u.;;
no se^ponen los zapatos hasta llegar
al pueblo. queños y medianos propietarios; los grandes propietarios tienen medios para
de lugar imaginario .uy, p.rrd., evoca adquirir un rracror y disponen de superficies cultivables suficientes. según
..,.r.10)o-Ore un país silvestre y
diferentes informadores, se necesitan de 15 a 20 hectáreas arables, es decir,
una finca de 30 a 40 hectáreas, para que el tractor sea rentable.
108
109
F
4. EL CAMPESINO Y SU CUERPO ('sta comPetición; y, con mayor exactitud', por qué se muestra
,,,,.r po*'"aaptado, tan desconcertado'
en las ocasiones institu-
. ir¡nalizadas de encuentro entre los sexos'
Dada la separación marcada y clara que media entre la so-

Platón, en sus Leyes, considera que no hay plaga . i.dJ -"r.,rlir" y la sociedad femenina' y dadas la desapari-
,l¿,, J. los interÁdiarios y el relajamiento de los vínculos
so-
en el mundo más perjudicial para su ciudad que la
periódicamente
de permitir que la juventud se tome la libertad de , i"1., tradicionales, los bailes que se celebran
t'ecinas se han convertido en la úni-
cambiar en el vestir, en los modales, en los bailes, ,',,'.ip".Uf. o en las aldeas
en los ejercicios y canciones de una forma a otra. ('rr ocasión de encuentro aprobada socialmente' Por ende' re-
j,r.r.rro., una ocasión privilegiada para poder aprehender Ia
MoNr¿lcN¡, Ensa1os, I, XLIII
,,ríz de las tensiones y de los conflictos'
caft'
El baile de Navidad se celebra en la trastienda de un
con mucha
Por mucho que los datos de la estadística y de la observa- lln el centro de Ia pista, una docena de pareias baila.
soltura los bailes á" -od*. Son, ante todo' nestudiantes» (lous
ción permitan establecer una estrecha correlación entre la voca-
o de los cole-
ción por el celibato y la residencia en los caseríos, por mucho ,'sruiians), es decir, los alumnos de los institutos
mayoría oriundos
que la perspectiya histórica autorice la interpretación de la rees- gi.rt pti""¿.s de las ciudades próximas' en su
de
tructuración del sistema de los intercambios matrimoniales so- i"f p'r.Uf". También hay "lguno' paracaidistas' muy seguros un
sí mismos, y unos po.o, .iúd'da"o', obreros
o empleados;
bre la base de la oposición entre el pueblo y los caseríos como
una manifestación de la transformación global de la sociedad, 1r", o ,r.r'je elos
il.rr,t sombrero tirolés' pantalón Yaquero y
que bailan
aún queda por determinar si se trata de un aspecro de esa opo- .,"rrdor" de cuero de color negro' Entre las chicas
i,ry procedentes de los áseríos más remotos y alejados'
sición que esté en una correlación más estrecha con la vocación ""rirt al-
u.í,id", y ieinadas con elegancia, incluso con originalidad
al celibato; a través de qué mediaciones el hecho de residir en el
pueblo o en los caseríos, y las características económicas, socia- la,rrrrr,
hay nativas de Lesquire que trabajan en Pau o
yi"."Uie"
tienen asPec-
les y psicológicas inherentes a ello, pueden actuar sobre el me- .,n P"rir, modistas, criadas o dependientas' Todas
chiquillas de diez
canismo de los intercambios matrimoniales; por qué la influen- to de ciudadanas. Algun" -t'"h"thas' varias
rr doce años, bailan át.e ,í, mientras
los chicos se persiguen y
cia de la residencia no se ejerce de la misma manera sobre los
sc dan empujones entre las parejas que
bailan'
hombres y sobre las mujeres; si existen diferencias significativas
oscura' un
entre la gente de los caseríos que se casa y la que esrá condena- De pie, al borde de la pista, formando una masa
da al celibato; en resumen, si el hecho de haber nacido en el grr.rpodi .rp..t"dores, de más edad' observa en silencio' Como
pueblo o en un caserío consrituye una ncondición forzosa, o irlrtt"a.t'por la tentación de participar en el baile' de Yez en
el espacio
ncondición aceptada tácitamente, del celibato. cuando aYarrzan, con lo que reducen cada vez más
to-
Mientras que en la sociedad de antaño el matrimonio era, a las parejas que bailan'. Son los solteros' Están
"J;,rdi.rdo edad que ya es-
ante todo, un asunto de la familia, ahora la búsqueda de la pa- .1á, .ro falta ninguno. I-oi varones de su misma
cuando se celebra la
reja es algo que, como es sabido, perrenece a la iniciativa del in- tán casados no van al baile' Sólo acuden
ii"r," -"yo, del pueblo, la de Ia asociación de agricultores y
ga-
teresado. Lo que se rrara de comprender mejor es por qué el
el Paseo y todo
campesino de los caseríos está intrínsecamente desfavorecido en naderos. Ese día no falta nadie, todos están en

111
110


i$Ir

r'l tllrrnckl l¡ail¿r, hasta krs nvicjosr.


l)crrr k¡s soltero.s n<¡ lllril,rrr
.r.uca y esc díir rlo es una exce¡rci«ir. ¡,,,,lrt.rrr s('r nris [rijas... Voy a comer un bocado y luego volveré.
[)rrra.te las rr.chr.s,rr. i
rrlr rrr,is soy dcnrasiado viejo para bailar. Un buen vals, eso sí
fiesta mayor llaman menos la
atáción, porque rodos los ¡¡rrr ,1'r' 1,, lr:¡ilrrr.ír, pcro no tocan valses. Y los jóvenes tampoco sa-
bres y todas las mujeres d.l
pueblo iacen acro de prescrrt i,r, 1,, rr l,.rrl,rr t'l vals., u¿Y tú crees que esta noche habrá chicas de
ellos para charlar con los.amig.,
y.ff"r-prra espiar, chisnrorre,u ,,ri',,'rl,¡tli', uSí, bueno, veremos.» oY tú, ¿por qué no bailas tú?
y hacer mil conjeturas sobre l^
u"a", ofsibles. pero en l.s lr;ri I'lrr,r yo, tr: lo prometo, si tuviera mujer, bailaría., Dice el habi-
Ies menores, como el de Navid;;;iáe Ano
Nuevo, a lrs s.l rnr,' rlt'l grrrcblo: uSí, y si bailaran, tendrían mujer. No tienen
r
reros no se les ha oerdido nada.
Son bailes a l"r;;;;;;;',;,; r, nr-(lr().» ()tro: n¡Bueno, mira, por nosotros no te preocupes,
bailar y ellos no bailar¿n, y to ,

,rU*.Ton bail.s para los j«ivr. ,lr, n() kr pasamos mal!» Cuando acaba el baile, dos solteros se
nes, es decir los que_ no están
casados, I aungue ellos ya han
perado Ia edad núbil, son, y .su ! rrr l('ntilnrente. Un coche arranca; se detienen. ¿Ves? Miran el
to ,rúáo nincasablesr. A raros, ,,,, lr.' i¡iual como miraban a las chicas hace un rato. Y no tie-
como para ocultar su embarazo,
alborotan un poco. Una brrilt. ,r, rr rringtrna prisa, de verdad... Van a estar vagando, demorán-
nuevo, una «marcha»: una muchacha
se dirige ,f .i".¿" a.'i,,s ¡l,r,,r't«rrlo lo que puedan.,
solteros ytrata de arrasrrar a uno de ellos
hacia ra pista. Éste
avergonzado y encantado alavez.
.r,. llstc modesto baile campestre es, pues, el escenario de un ver-
::::._r.,acentuando
ptsta,
D, u.ro, prror;; i, ,l,r,l,'¡ o choque de civilizaciones. A través de él irrumpe en la vida
deliberadamente su tofpeza, un poco
hacen los viejos cuando bailan conro ,,rrrr¡rcsina todo el mundo de la ciudad, con sus modelos cultura-
.ldr;;.lr'fi.r;r;;;;, ñ;;, 1, .,, srr música, sus bailes, sus técnicas corporales. Los modelos tra-
riendo a sus amigotes. En cuanto
.l bail. vuelve a sentar_ ,lr, ionales de los comportamientos festivos se han perdido, o bien
se y ya no bailará *1: -.8r.,_, ".aba,
me dicen, nes el hijo d. A;. i;,,r
importante hacendado]; ra chica lr,ur sido sustituidos por modelos urbanos. En este ámbito, como
vecina. Lo ha sacado a bailar
q* il'h, ido a buscar es una , rr krs demás, la iniciativa pertenece a la gente que vive en el pue-
p"." .o_plrcerlo., Las cosas vuel- l,[r. El lugar de los bailes de antaño, que llevaban el marchamo
ven a su cauce. Allí seguirán,
hasra m.ái"noch., ,i,.[Jhr
nas, inmersos en el esiruendo r;;_ (.unpesino en el nombre (la crabe [a cabra], lou branlou, lou
y la luminosidad del baile, con_ rttounclticou, etcétera), en sus ritmos, en su música y en su letra lo
templando a las chicas ir"....'ibl.r.
posada y beberán sentados frenre
i;;g" irán ala sala de la {)( upan ahora los bailes importados de la ciudad. Y hay que reco-
, fr.;;:'. algu.,o" r.;;;;: nocer que las técnicas corporales constituyen auténticos sistemas,
tarán cantando viejas canciones
bearnesas, prolongando hasta
quedarse sin voz unos acordes tolidarios de todo un conrexto cultural. No es éste el lugar para
disonantes, mientras al lado la
orquesta toca twists y chachachás. y .rnalizar los hábitos motrices propios del campesino bearnés, ese
luego, en grupitos reduci_ lmbitus que dqail, descubierto al paysand5 al campesino pesadote
dos, emprenderán lentamenre
el .amini de regreso hacia sus y torpón. La observación popular ha sabido caprar a la perfección
granjas aisladas.
En la sala del caft tres solteros, csa hexis en la que se basan los estereotipos. ul-os campesinos de
sentados a una mesa, beben
mientras charlan. rrntaño», explicaba un anciano residente en el pueblo, osolían ca-
".rNo bailáis?, u§e, .rq pr., nosotros, perte-
nece al pasado..., üi compaRero, rninar con las piernas enarcadas, como si fueran patizambos, y
un habitante del pueblo, me con los brazos arqueados, (P. L.-M.). Para explicar esa actitud
dice disimuladamente: n¡Menudo
.mbustero! ¡No ha bailado aludían a la postura del segador. La observación crítica del ciuda-
en su vida!, Otro: uyo.espero
a que denir, ¿o... Eché un vis_
tazo hace un rato, sólo hay jóv."*. dano, hábil a la hora de percibir el habitus del campesino como
N. ., _i.
|rr" Esas jóvenes uná verdadera unidad sintética, privilegia la lentitud y la pesadez
lt2
rr3
rlcl gcst. al al'rrlar; cl h...rbrc trt'rtt /¡r,tttt,(.s,
r)ur.¡ cr habitartc der
l,,n l,,ult's rrroclcrnos lcl son de la civilización urbana; al exigir la
pucbkr, aquel qrre, aun cuanclo pi.sr: cl f innr:
al.¡uitr,rr-rado.t" l. r;r.
rrlre, sigue caminando por un r..r",,., .l.,siguai, ,r,lr,¡,, ¡1¡¡¡.lc nrrcvos usos corporales, reclaman un auténtico cam-
am.ufar" y
barrado, aqu_el que arrastra sus pesados ",,, f rirr rf1' ,,¡¡¡¡11¡ralcz.ar, pues los habitus corporales son lo que se per-
zuecos o sus recias br¡t¡rr
arrn cuando lleva puestos sus zapatos r rl* ( (,nl() natural, sobre lo que la acción consciente no tiene
nr:1s
de los domirrgor, ,,,,.
slempre camina a grandes y lentas zancadas, !rhr(l('rr). l'iénsese en bailes como el charlestón o el chachachá, en
iguj qll."ou"l
.rr,.t'.1,,
avanza con la aguijada apoyada en I'r', (¡r('l«rs dos miembros de la pareja se sitúan frente a frente y
el hombro yi. girl a.;;;;;,
cuando para llamar a los bueyes que le ,l.r¡rtlo saltitos y pasitos cortos, sin cogerse nunca.l ¿Hay algo
siguen. Indudablementc, ',r¡r
no se rrara de una descripción antrtpológila¡ rrr.ir .rjt'rro al campesino? ¿Y en qué ocupar esas manazas siempre
de verdad, o.ro. u,,,
un lado, Ja. emografia espontáne, i.l .rlrr'rrrrs, c<¡n los dedos bien separados? Además, Ia mera observa-
í¡udrJr"; ;;;;il;;ti,;_
, rln y les declaraciones dan fe de ello, al campesino le cuesta
lecnj¡1 del cuerpo como un elemento de un sistema y postulir
implícitamente la existencia de una correlación, ,lL)l)tirr los ritmos del baile moderno. nBa. ha bailado unos cuan-
al nivel;.i;ü;,i- r,,.. ¡r:rsodobles y unas javas; solía cogerle una buena delantera a Ia
ficado, entre la pesadez en el andar, la
confección barata de la rourr
o la torpeza de la expresión; y, por orro l"dr, ,ir(lu('strr. Para é1, nada de compases del dos por cuatro ni del tres
,"di.;;;;, .j;;
duda, en el nivel de los ,it-o, donde podríamos
.rr.or,rár.i l,r,r (u1rtro. Al ataque, yyaestáa pisar los pies, o lo que fuera, lo
principio unificador (confusamente intuiáo) rrnlx)r'tante era la velocidad. No tardó en verse relegado al papel
del sistema d.l* u.-
titudes corporales características der campesino. rL' ill(:ro espectador. Nunca ha ocultado su contrariedad por no
si record.amos la
anécdota de Mauss sobre ras desvenruras'de lr.rlrt'r aprendido a bailar mínimamente bien» (P. C.). El660/o de
un regimiento britá-
nico al que se.le asignó una banda militar l,,s s«rlteros no sabe bailar (contra el20o/o de los casados); pero por
fr".r..r"', ., _"riÁ.r* l, r rncnos un tercio de ellos suele acudir al baile.
que,el camp esino empaysanit, es decir,nacampesinador,
no está e¡r
su elemento cuando va albaile.2 En Además, los modales y la indumentaria son algo que los de-
bailes de antaño eran soridarios de
efecto, de igual qr. ñ, -"a, rrris, y en particular las mujeres, perciben inmediatamente
toda ra r¡u¡rii^cid, ."-piri"fi ..rrno símbolo de la condición económica y social. En efecto, la
lu'xis corporal es, ante todo, signumsocial.2 Esto resulta especial-
1' véase J'-l-' pelosse, ncontribution
á l'érude des usages t¡adition-
nels", Reuue internationale d'eth.nopsycbologie nrcnte cierto, talvez, para el campesino. Lo que se llama «aspec-
,or*ot, * errúigiqi,--lai-
tions internationales, Tánger, vol. I, i3
Z.' to campesino, es, sin duda, el residuo irreductible del que los
2. Mauss, Sociobgie et Anthropologie, pág. rrrás abiertos al mundo moderno, los más dinámicos y los más
366.
3. El deporte nos brinda u"" ople",rdlá,
ácasión para comprobar una vez
más estos análisis. En el equipo derugby, 1. Curt Sachs (\Yeltgeschichte des Tanzes, Berlín, 1933, citado por
clusivamente nciudadanos, del p,,.blol
deporte ciuiadano, ;;.t dgr; ;;:
ó. ;;;, Mauss, Sociologie etAnthropologie, pág. 380) opone las sociedades matrilinea-
.o_o .., el baile, los uestu_
diantes, y los canérens están preparador, lcs en las que se baila más bien sin moverse de sitio, contoneándose, a las so-
g.r.ir, , .u ,p rendizajecultural, para
en un iuego que e*ige habilidad, astucia ciedades patrilineales en las que, al parecer, la fuente del placer se situaria en
:::T::_jl.r:r.s y elegancia tanto
como ruerza. Uomo han presenciado partidos cl desplazamiento. Tal vez quepa aventurar la sugerencia de que la renuencia
de rugby desde t, i"r_ra.r.i", po_
seen,.anres incluso de empezaÍ ajuga¡, que manifiestan muchos jóvenes campesinos a bailar podría explicarse por Ia
el sentido d.i¡r.go. to.
practicaban antiguamente ros dias á. fi.rt, (tou 1r.go, qrJ r. reticencia ante esa especie de ufeminización, de una imagen profundamente
di i, ñorur_on*i, a1l á,
agosto, fiesta patronal del pueblo), lous arraigada de sí mismos y del propio cuerpo.
¡auts(los saltos d. iongituá), ¡r;;r;;
barres (tirar a la barra), las car¡eras, 2. Por este motivo, antes que esbozar un análisis metódico de las técni-
los bolos, .*igir.r, ante todo, cualidades
atléticas y permitían a los campesinos ha... cas corporales, nos ha parecido preferible exponer la imagen que de él se forma
grl" d. !u f*.or.
el ciudadano y que el campesino tiende a interiorizar, de mejor o peor grado.
114
t15
%=
innovadores en su actividad profi.si«lnrrl, nr¡ consiguen 1,,, l',rt¡tlt' l«t concibe como cue rPtl dc canrpcsino tiene una Per-
<Jcs¡rr«r. ',t.g"tiu,,.
derse. l Porque 1o concibc conlo «acampesinado' tiene
1 r
l'r r{ rn
, *,,,, ,,'t,, i,l tlc ser un campesino uacampesinado'' No
Pero, en las relaciones entre los sexos, esla hexiscorporirl es exagera-
hr
que constituye el objeto primero de la percepción,
a la vez. .rr ¡l ,l'¡ ,rliunilr que la toma d..o.r.ie,,cia de su cuerpo es para élla
misma y a título de signumsocial. Si es un poco ¡,, !r\r(tn de la toma de conciencia de su condición
rorpe, y vrr rrrul 1',rivilcgiada
afeitado y mal vestido, el campesino es percibido ¡,rlillx'5illa.
de inmecrirrr,
como el hucou (el búho), poco sociabL y horco, nmalcar¡rtkr i'.rt,r cr¡nciencia negativa de cuerpo, que le impulsa a desoli-
(escu), patoso (desestruc), gruñón (arrebouhiec),
a veces ;;;r;;;; ,l,l r;.r st' dc él (a diferencia del ciudadano), que le inclina a una
c1ls groussé), pr.:3ryb1: con las mujeres (chic r, rr utl introvertida, fundamento de la timidez y de la
torpeza' le
Q amisius lrt¡t
las hennes), (P. L.-M.). Se dice de él que
?ds dr hére, es tli
n,eJt 1,r,,lrí[rt'cl baile, así como las actitudes sencillas y naturales en
cir, literalmente, que «no es de feriar'(p^r^íi^la incómodo con su cuerpo' se
feria l" g.,,r. 1,,,,,,',r,,i,t de las chicas. En efecto,
solía yestirse con sus mejores galas), qr. ,o es ,,,,,"r,,'" tímido y torpe en todas las situaciones que requieren sa-
presentabtJ nrt
pues, particularmente arenras y ,.rrribl.r, debito lrr ,lt'l propio ser u ofrecer el propio cuerpo como espectáculo'
a su formir.
ción cultural, a los gestos y a las actitudes, a la vestime.r,, t )lrt'tcr el cuerpo .or.to .rp.itáculo, en el baile,. por ejemp-lo'
los modales en general, propensas a sacar conclusione, |
,,

d. l,r lnrsul)one que uno acepta exteriorizarse


y que tlene.una con-
apariencia ftsica acerca de la personalidad profunda, i ,,',r.' i" satisfecha de la piopia imagen que se entrega a los demás'
las muje-
res, más abiertas a los ideales ciudadanos, jizgan
a ros hombies l'l tt'rnor al ridículo y la timidez, por el contrario, están relacio-
en función de unos criterios ajenos: cdibíadJs
con ese p",rJo', rr,rtkrs con una conciencia aguda del propio ser y del propio
carecen de valor.
r rrclpo, con una conciencia fascinada por su corporeidad'
Así
Al yerse en semejante situación, al campesino no le queda no es más que una manifestación de
1,,,"r, L renuencia a bailar
más remedio que interi orizar la imagen de si ,'r,, .o..i.t.ia aguda dela campesinidad que se exPresa asimis-
mismo ql;. ,á for-
man demás, por mucho que se trite d. un esrereoripo. nro, como visto, medianie la burla y la ironía acerca de sí
h.*oi
]9s Acaba
percibiendo su cuerpo como cuerpo marcado p., h i;p;;;;; nrismo; particularmente, en los chistes, cuyo desdichado. prota-
s,ocjal, como-cuerp o empaysanit, acampesinado, enfrentado a[ mundo ciudadano'
ir'r. lleva ej cuño ¡lrnista á ri.*p.. el campesino
de las actitudes y de lat á.ii'idad.,
lr rid" ."-p.ri.". Así, l, .orrdi.ió, ecánómica y social influye sobre la voca-
"ro.i"dr,
Por ende, se siente incómodo con él "
t i«in al matrimonio, principalmente, a través de la mediación
y lo percibe de
como un estor_
lrr conciencia que loi hombres adquieren de esa situación. En
categoría de solteros responde a esa descripción. oBa. mu-
un ,1 f"di.una
_ chrco rnte,gente, de aspecto muy agradable, que ha
es
.'f'ecto, el campisino que toma conciencia de sí mismo tiene
sabido modernizar su
grarya y que tiene una hermosa fincr. pero
.rrrrr., h" sabido baila¡ mínima_ chas posibilidades de concebirse como campesino en el sentido
mente bien (véase el texto citado en la pág. anterior).
Siempre se ha quedado p.yoirtirro. Valga como prueba de ello el hecho de que quienes
mirando a los demás, como la or.".ro.h.] hasta las
el caso típico del chico que no ha tenido
dos d.'1" _"drd;;;. E, i.r.,r"llrt .rrtr. lo, solteros son o bien los campesinos más «acam-
oportunidades de acercaise a las pesinadosr, o bien los campesinos más conscientes y mayor
con-
cnrcas. Nada, ni su inteligencia, ni su situación,
ni su fisico, habría debido
significar un impedimento a la hora de enconr¡ar lierr.ia de lo que pervive en ellos de campesino'1
mujer» (p. C.). uCo. baila_
ba correctamente, pero sin llegar a poder pretender
nunca) a causa de su cla_
más que .,campesinas", (p- C.).
se, sacar a bailar a chicas que fueran algt el pueblo son' objetivamente' tan pale-
1. Muchos hombres que residen en
Véase también el texto citado en la pag. de los caserlos, Pero no tienen conciencia de serlo
úg, ..f.á.,r. al caso de pi. tos como algunos ."mp.riro.

116 t17
w"
Iis natrrral que el hcchr¡ clc c«¡n«rccr rr r¡na chica llevc: cl rr¡rr rm r.urll,... Nacla meior quc ltr fhlta clc' rclacit¡ues y de contactos
lestar al paroxismo. Es, en primcr lugar, grara el campcsino
l* ,,n ¡rt:r:sottas clel sexo opir.r,o para itcolllplejar al máspintado'
ocasión de sentir, con.más fuerza qr... ,ur.", l, ,orobr. ,¡rt, \ l,r t os¡ sc pone mucho más seria si el individuo es algo tími-
le produce su cuerpo. Además, debiáo a la separación entrc
ro¡ rlil rr)r' ,,"tl.,ral.ra; se puede vencer la timidez cuando se está en
sexos' la chica es todo un misterio. upi. particlpó en
rres excrrr rililrir('lo permanente con mujeres, pero también puede ag-ra-
siones organizadas por el cura. poca pl^y^, po, los bañack¡rrr \',n\('('n.i .rro contrario. El miedo al ridículo, que es una for-
provocativos. Excursiones mixtas con chicas del mismo nl,vi n',r rlt' orgullo, también puede frenar' La timidez, a veces un
mienro, la Juventud Agraria católica. Esas salidas, harto infi.c de un caserío perdi-
¡,,,,,,.|c firo orgr.rllo, el trecho de proceder
cuentes, una o dos al año, se hacen antes del servicio militur, ,1,, r'n las colinai todo eso levanta una barrera entre una chica y
Las chicas permanecen en círculos cerrados durante esas ,rrr ,ltico lleno de cualidades' (P. C.)'
salicr.s.
Por mucho que canren juntos, y se produzca algún tímido cs l,as normas culturales que regulan la expresión de los senti-
carceo, uno tiene la sensación de que allí nada prr.d. nacer
cn. nrit'rrtos contribuyen a diñcultai el diálogo' Por ejemplo' el
tre los participantes de uno y otro iexo. El compañerismo enrr'(. .rl('( to entre los padres y los hijos se expresa mucho más con
ac-
chicos y chicas no exisre en el campo. para poder tener rrrrrtlcs y gestos .orr.ráro, que con palabras' <<Antaño, cuando
una rc_
lación de compañerismo con una chica hay que saber qué ,rrirr sc ioJe.haba manualmente con Ia hoz, los segadores aYan-
es cl
compañerismo y saberla comprender. para ra mayoría de chic,s ¡,rl,rrtr en una hilera. Mi padre, que trabajaba a mi lado' si me
una chica es una chica, con todo lo que las .hi.r, tienen «ft, v.'íl cansado, cortaba en mi hilera, sin decir nada, para que pu-
misterio, con esa gran diferencia que hay ..rt.e ambos sexos,
y ,licra tomarme un respiro, (A. B.). No hace mucho, el padre y
un foso muy diffcil de franquear. Una de los mejores ,rr"dio1.l ,'l hijo se sentían incómodos si coincidían en el café' sin duda'
para codearse con mujerls [el único que existe .n .l ."r.rpo] en su presencia chis-
.s ¡,,rrq*. podía suceder que alguien contala
el baile. Tras unos tímidos intentos y r, que no tt's verdes o tuviera unas palabras subidas de tono, lo que ha-
llegó más allá de la java, pi. no insistió. Se"p..rdizaje
saca a bailaia una lrr'ía provocado, en ambos, un malestar insoportable' -El mismo
veclna que no se atreye a decir que no; por lo menos entre los hermanos y las hermanas'
un baile. 1ru.lo, domina las relaciones
Bailar una o dos veces por baill, ., d..i, cada quince días al ámbito de la intimidad, de la unatura-
o 'l'ndo lo que pertenece
cada mes, es poco, muy poco. En cualquie, ."rá, demasiado l.r"r, estiprás.rito en las conversaciones' Aunque le.gusta par-
poco para poder andar recorriendo los bailes fuera del pueblo ticipar, como Protagonista o como mero oyente, en las c.onve.r-
con alguna posibilidad de éxito. Así se convierte uno en
un es_ r;r.io.r., ,"1r.*, el iampesino es de una discreción total en lo
pectador de los que miran cómo bailan los demás.
eue los que se refiere a su propia vida sexual y, sobre todo, afectiva'
mira hasta las dos de la madrugaday que luego r. r,r.lrJ".rr" ^ E, general, lás sentimientos no constituyen un tema del
pensando que los que bailan se lo pasan la Áar de bien;
así se que esté"bien visto hablar. La torpeza verbal, que se suma a la
va ahondando el foso. Si uno tiene ganas de casarse, la cosa
se ;arpeza corporal, es fuente de malestar, tanto para los chicos
pone seria; ¿cómo acercarre a una chica que te gusta? .o-o p"r, ias chicas; sobre todo, cuando éstas han aprendido'
¿Cómo
pillar la ocasión al vuelo, sobre todo .u"rrdo .ro .i., ,., i lrrrrr_ en las ievistas femeninas y en las novelas sentimentales' el len-
do"? Pues sólo queda el baile. Fuera del baile no hay salva_ guaje estereotipado de la sentimentalidad urbana' nPara bailar'
ción... ¿Cómo empezaf a charlar y llevar la conyersacijn hacia io Ú"r,".orr r"b., marcar el paso, con poner un pie delante del
un tema que le hace sentirse violento? Mil veces mejor bailando otro. Y eso, para algunos, ya no resulta tan fácil' También hay

118 119

t
(rr('sil[)c'c().vc.sur r¡,
[)()co c(), r;¡,\ r.llit.r¡s, trc.slltris rrt. lr;rr,,,r ,l1¡,,.. tr,t lr:rz,lrrr p()r-t¡trc eStti Itlal vist«r srli:tltlrclttc. [',ll utraSOCie-
[ruilacl<¡ y clurantc cl baiie. Hay
r¡rrc srrIrt,r rrarrrar: .t..tg,,,,,,u, ,l.r,l ,l,,rrrtr:ttl,, 1r,,. l,i, valc¡rcs tltascttlilltls t,cltl contribuye, por el
mienrras se esrá bailando, que de'lrL,,rr..
agrícolas y .l"l', i",,,j,,, r ulr,.',,,, ,r lirv.lrcc,cr l¡ actitr-rd hosca y burda, tosca y batallado-
que hace..Y no hay m.r.ho, qu. ,."n
."pr.., de ellá, (l{. L.) 1¡ tlrr lr,,tttlrrc clcntasiado pendiente de su indumentaria, de su
Que las.mujeres sean mucho más capaces y más lf¡ri,l,rt .¡'¡rr r rr,, sr'tírl crltrsiderado excesivamente «enmonsieuro', «seí,ori'
que los hombres a la hora de adoptar
los modelos culrurrrr«.s r, r,, .,,. 1,, (lu('cs lo mismo, afeminado. En consecuencia, mientras
banos, tanro corporales como indu-.ntrrios,
se debe a dili.rcr¡ l',. 1,,,,,,1,k's, tlcbido a las normas dominantes en su primera edu-
tes razores convergentes. En primer
lugar, esrán much() nr,th r .r, r,,n, l,,rtlcccn una especie de ceguera cultural (en el sentido en
motivadas que los hombres, ptrqu.
Ia áudad ..pr;;;,; ,l ,¡,,, 1,,, lirrgiiistas hablan de usordera cultural')1 en lo tocante al
ellas la esp€ranza de la emanclp".iOrr. 1,,;,,,
Consecuentementt,, 1.t,, , ,l', , ,,,, .,, .ru.onjunto, desde Ia hexiscotporal hasta la
cosméti-
mujeres ofrecen un ejemplo jrivilegiado e in-
de esta , , 1.,', rrrrricres están mucho mejor preparadas para percibir
prestigiosa, de la que hablaba M".rrrj "i,rrlr,,, ¡,i,
El atractirro ,;i;;;,;;; r,1,,r., ('ll sr.l comportamiento los modelos ciudadanos, tanto en
que e.iercen los nuevos productos o las
técnica, .rua,.", d" ..,,, I', r.( .urlc al vestir como a las técnicas del cuerpo'2 La campesina
fortabilidad hogareña, los modelos d.
urbrrid"d y cortesía o lrn lr,rl,l.r lrit.u la lengua de la moda de la ciudad porque la entiende
orverslones y entretenimientos ciudadanos
..rultan en gran rll(. l,r,'n y l:t.ntiendé bien porque la uestructura' de su lengua cultu-
dida de que se reconoce en ellos el distintivo
de la civirizaciirrr r,,1 l,r prcclispone para ello. Lo que los campesinos y las campesi-
urbana, identificada, con razón o sin
ella, con la civilizaci<,r, ,r ,,.,,, ¡,.'r.ib"., ,"rr,o en el ciudadano y en el mundo ciudadano
secas. La moda viene de parís,
de la ciudad, el modelo se imlxr , ,,,,,., .,, los demás campesinos, depende, pues, de su sistema cul-
ne desde arriba. Las mujeres aspiran
.o, ru*o.-, ;;ii;.;;li,; rrrr,rl respectivo. En consecuencia, mientras que las mujeres
dana,.y esta- aspiración no es disparatada,
porque, según la lóui .rrloPtutt pri*..o los signos externos de la vida urbana, los hom-
ca misma de los intercambios marrimonlrf*,
de abajo arriba. por lo ranro, y ., pri*..
.ff"ri. ;;;:;, 1,,,', ,ruÁ., modelos culturales más profundos, en particular en
lugar, es ¿.f _r,ri 1,,' :imbitos técnico y económico' Y es comprensible que así sea'
monio de lo que esperan el cumplimiento
dius I .r r:iudad es para la campesina, en primer lugar, los grandes al-
Como depositan todas sus esperanzas en "rpir".ior,"r.
é1, están *i;;;;;..
das.para adaptarse adoptandt los modales
y el aspecto de ll l. Ernst Pulgram (Introduction n the Spectography of Speech, Mouton.et
mujer de la ciudad.
t tc. l()59)habla á. cultural dtaf-muten€ss, es decir, de usordomudez cultural''
Pero hay más: las mujeres, por su formación \',r:rsc también N. Troubetzkoy, Principes de phonologie, págs' 55-56 y 66-67 '
S.
cultural, están
preparadas para fijarse en los detalles
exrernos a. U p.^or" f, 2. La indumentaria constituye una faceta relevante de la apariencia glo-
más particularmente, en todo lo l,,rl. En ese ámbito es donde mejor se manifiesta la oceguera cultural, de los
que se refiere *"rp".,o, * lír; l,r,rDbres fespecto a determinados aspecros de Ia civilización ciudadana.
La
diferentes acepciones del término.
S. d" po, "l
,.rtrdo que poseen del pueblo'
r:reyoría de lo, soltero, viste un terno confeccionado por el sastre
el monopolio del criterio de gusto. Todo!
sistema.ui,,rraf pro_ ,,A(,,r-ro. tratan de iucir un atuendo más informal' Pero combinan unos co-
picia y favorece esa actitud. ño es extraño l,,ri q*" no pegan ni con cola. Sólo en las familias donde la madre está al
ver a una chiquilla de
diez años discutiendo con su madre
o con sus compañeras del .lía, o, mejor ,úr, .,r".rdo las hermanas -mucho más al tanto de lo que se
corte de una falda o de una blusa. Es lleva- se ocupan del asunto, se ve a camPesinos bien vestidos' (P' C')' En ge-
un dpo d. .ord,.r.t";;; i; neral, para u.t chico, el hecho de tener hermanas redunda en un aumento de

1.
,.r, poribilidrdes de casarse. Gracias a ellas puede conocer a otras chicas;
Loc. cit. pág.369.
,"..rbién ocurre a veces que con ellas aprende a bailar'

t20 121
qW
,rir(c.cs. Atrrrr¡rrc.lgra<ls, tlr. lr.r.lr.,
r,srti, l.t,scrv.c'l.s,rtr;r tttr,rt lr- r' \ r',r.r\ lt'nrt'ninas, dc l«rs follctines, del cine, de las cancio-
r)()cos' Ia rnayoría dc.conrcrci«r. r".ri,:i1i",r
que a Ia indumentaria se reficre,,,
r<ld¿rs l¿rs crascs. ur,rrr
ro ¡1r,, rlr nrr,,l.r t'rrritirlas pr>r la radio,l las chicas adoptan también
.,r,,1.,.,,, H¿rllrwach.s, «t6rftr r,l nr,r,. rrrr,, l,'los rlc rclación entre los sexos y un tipo de hombre
mundo la luce en la_calle y lo,
indirriJrr, ¿. ras .iferenrcs t.r,rs,,r irlr.rl r¡rrr. ,'r .'l p«rk> opuesto del campesino «acampesinador. Así
se confront?fl, se obr.ruan,
d. _odo qre tiende a in.starrrlu.¡r, ., ll, , ()nsriruycnclo todo un sistema de expectativas que en
cierta uniformidad a este respecto.
Existe una unidad de n.¡crr.,r,l,, 1r,,, 1,, .rll,rrr.r cl c:rmpesino podía cumplir. Mucho ha llovido
para los alimentos
¡
Partiendo del carácie*nil"t.rd
en cieita medida, para la indumenrari:¡.,, 1
,1,,,1, l,rs tiorrlros de las pastorcillas cuya única ambición con-
la ciudad, es normal que la
f ,"p..ni,rl de su percepci«írr rl,, ',i.,tr.r , ll (itsur.sc con un nbuen hijo de campesinor. Asistimos
;ou..r'.".áp.ri.r" la vida , r':r r r,r rlr,,r,r .rl tlr'st¡uitc del señorito.
a un tipo dererminado de indumeni^r:i^ "ro.i.
y a. p.inrJor, ;;;;:,;; I r,'lrirkr l Ia dualidad de marcos de referencia, consecuencia
manifiesros, en su opinión,
de Ia Uú.rr.io.r; en pocas palabrus, ,1, Lr pr'¡rclreción diferencial, según los sexos, de los modeles
que sólo vea, como suele decirse,
,u tJoiu.no; por ello se c¡rnr ,,rlrrr.rl,s rrrbanos, las mujeres valoran a sus compañeros cam-
pre¡de., por una pa*e, que r"
.iud"d q.Li rou.. elra una auté,
ca fascinación que, a través ri I. ..ilr.,s ,rPlicando unos criterios que no les dejan ninguna posi-
de ella, rá hr.. extensible a tocl<¡'r l,rlr,l.rtl. Sc comprende entonces que muchos agricultores diná-
ciudadano, y, por orrapaÍre,
copie de la ciudadana rvolos 116r
sisn«rs rr, r) s(' «¡ueden solteros. Así, entre las explotaciones agrícolas
exrernos de su condición, -que rl
'i
es dÉ.r, lo qu. ,"u.a.
JL.'rq ,l,,rrrlt'lray solteros, ell4o/o, pertenecientes todas ellas a campe-
O.rd: tiempos inmemorial.r, .á
,^. el fin de fr.prr"rlm n.,._ .r,,,, ,lc posición económica desahogada, están modernizadas.
,or para el marrimonio, y también,porqr.
no eran ran imprcs_ l rr l.r rrtreva élite rural, en particular entre los miembros de la
cindibles en Ia granja como
Ios .Éi.or, muchas familias,
ejemplo, mandaban a sus hijas p«r. l,r'', rrtrrd Agrícola Católica y de la Cooperativa de Utilización
.o-o al acabar Iu ,ll M:rtcrial Agrícola, hay muchos que no están casados. Por
enseñanza primaria, con
una cosrurera,"pr.rdizas,
por ejemplo. Desde la
implanración del bach.ill.rrro r,,rr..'lro que contribuya a otorgar algún prestigio, la moderni-
.1.*.;,;i ;; menos gravoso para ,l.r.l t'n el ámbito técnico no propicia necesariamente el matri-
las familias que lo acaben
I",
puede redundar en un ir.r.-.íto
hr;;;;'f",
f,,1.r, .:r; ;. ffi; rrlrrio. uA chicos como La., Pi., Po., sin duda, de los más in-
á; I;;r"..ión ejercida por rclil3crrtes y más dinámicos de la comarca, hay que meterlos
Ia ciudad y del desfase enrre
los sexos.2 En la ciudad, a través ,,, .'l apartado de los "incasables". Y eso que se visten bien y sa-
cre

Esquisse d'une psychologie l,'rr rnucho. Han introducido métodos nuevos, cultivos nue-
des classa sociares,parís, 1955,
our.lrf^to*achs' v.,s. Algunos han arreglado sus casas. Da la sensación de que,
2. Distribución de los alumnos ( n cste ámbito, los idiotas se espabilan me.ior que los otros»
de bachillerato_ elemenral de Lesquire
segLin el sexo y la categoría
socioprofesionrfi.l.r'o"o* s en 1962: (l'. C.).Antiguamente el soltero nunca acababa de ser conside-
Categoria socioprofesiona/ t/e
r,rdo un adulto por la sociedad, que distinguía con claridad las
los padres
Sexo Agricul- Asala- Co*r, rcsponsabilidades encomendadas a los jóvenes, es decir, a los
tores riados ciantes s¿nos me¿{ios solteros, por ejemplo, la preparación de las fiestas, y las respon-
agrh. s¿bilidades reservadas a los adultos, tales como el consejo muni-
Masculino 9 2
FemeninolT_ 52)
Toral )6-t'3231 1. Como las mujeres se quedan más en casa que los hombres, también
cscuchan más la radio.

122
r23
c:ipirl;l hoy e. día cl celibat. cs cr,sitrc,rrrcr. ' r,r,
(()r'rsccuencia de la fálta clc c:x¡rcc:tlttives tlc futuro a largo
cacr¿r vcz ur¿ís r¡lls
fátalidad, de modo que deja de ¡,l.rro. (ilsa que, una vez más, utr testitnt¡nio pone de manifies-
¡rarcccr algo irnpurabl. ; l,;, i;,.
dividuos, a sus defe.ctos y a sus imperfécciones.',,Cuancl" rrr: ,, litri a casa de Mi., en el barrio de Houratate. Tiene una casa
necen a una familia imporranre, se los ;;,;; l,r,'rr r r¡itlada, rodeada de abetos. Perdió a su padre y a su madre
disculpa; ,oUr.',r.iu,
cuando a la relevancia de la famiria hay lr¡, i.r I 954 y tiene ahora unos cincuenta años. Vive solo. "Me
que sumar ra rerevanci¡l
,rv.r.¡iiicnzo de que me vea usted vestido así." Estaba avivando la
de una personalidad fuerte. T_a gente
di.., .,E, ,,rr" p..rr, .o,.,-i,,
finca magnífica que tiene, y lo Inteligente ll,rrrrl clc un fuego encendido en el patio para hacer la colada.
que es, etc.,, Si ticne 'N1.' habría gustado hacerle pasar y hacerle los honores. No ha-
una personalidad fuerte,.acaba i*po"ie"aose
a pesar d.-;i;,
si no, queda mermado, (A. B.). El relato lrl.r v(:nido usted nunca. Pero, sabe usted, tengo mucho desor-
a. urr, _r;.-Oü-;;,
calidad de vecina, fue a ayudar en el momenro ,1,'n. (luando se vive solo... Las chicas ya no quieren venir al
de ra matanzrr
del cerdo a la casa de dos ,olt.ror, d,e 40 ,.rrnlx). Estoy desesperado, sabe usted. Me habría gustado fun-
y de 37 años, todavlr
resulta más esclarecedor: nl-es dijimos: ,,¡Ánd" ,l,rr rrna familia. Habría hecho algunos arreglos, por este lado de
que no i, O"r.
ordenl" ¡Menudos pájaros (aqui, pto) l.r ,;rs¿r les costumbre hacer algo en la casa cuando se casa el ma-
¡y sólo con rocar su.s
platos! ¡Estaban tan sucios! ño ábi"-os 1',rr'1. Pero ahora la tierra no tiene remedio. No quedará nadie.
dónde mirar. Los
echamos fuera. Les dijimos: ,,¿No os ,,¡En \'.r no tengo ánimo para trabajar la tierra. Por supuesto, ha veni-
d.a vergüenza?,, vez
de "¡eue eso lo ,.rgrrno, que hacer nosotras...!,, ,1,, rrri hermana, viene devez en cuando. Está casada con un fe-
_casaros...!"
"¡Necesitaríais una mujer qr.
,."o.up"." d. .rol,, Ellor, .rbir- rroviario. Viene con su marido y con su hijita. Pero no puede
bajos, se ale,iaban. Cuando hay un^ )ounr,las ,¡rrcdarse aquí"»1 (A. B.).Al drama del soltero hay que sumar a
mujeres, ;.;i;
o parientas, ur..r:r, para echar una mano. p..o nrt'nudo la presión de la familia, que se desespera al ver que su
"; i; r
.,r"rdá
mujeres, han de decidirlo todo, (M. p._B.). cstado se prolonga indefinidamente. «Los abroncor, decía una
Que el 42o/o de las granjas en las que hay solteros (de las rrrrdre cuyos dos hijos ya mayores siguen solteros, .les digo:
cuales el.38o/o perrenecen a campesino, "¡Menudo miedo le tenéis a las mujeres! ¡Os pasáis la vida be-
conrra el 160/o, solamente, de lai explota.iorr.s
iob..r) esrén en i..fJ. lricndo! ¿Qué haréis cuando falte yo? ¡Es cosa vuestra, yo no
pertenecientes a
individuos casados pone de manifiesto la
existencia de una co- l,tredo hacerlo por vosotros!", (viuda A., 84 años). Y otra, diri-
11iéndose a un compañero de su hijo:
rrelación evidente entre el estado de la uVas a tener que decirle
explot ación y.l .;ñr;;,
pero el declive de la finca puede ser ranro (lue se busque mujer, tendría que haberse casado al mismo
efe.ro .oáo ."ur" á.i
celibato. Percibido como una mutilación riempo que tú. Es terrible, te lo aseguro. Estamos aquí los dos
social, el celibato de_
termina en muchos casos una actitud de solos, como perdidos, (referido por P. C.). Cada cual, sin duda,
dimisión y d;;;;;; tiene su orgullo y su pundonor y trata de ocultar lo lamentable
1. El matrimonio marca una ruprura en la exisrencia. rle la situación, extrayendo tal vez de una larga tradición de celi-
De la noche a la
mañana se acabaron los bailes, las sa,áas
nocturnas. Es frecuente qr. bato los recursos de resignación que le resultan imprescindibles
que tenían mala fama cambien de repente ¡¿"*., para soportar una existencia sin perspectivas de presente ni de
de comportami.",, y, :;il ;;i;
decirse, nvuelvan al redilr. nCa. no se perdía
r'" Uril.. Se ha casado con
una chica más joven que no había ,dido "i
.r,rr_r.". Le ha h"cho ,..;-ú;, ;; 1. Las conside¡aciones de la gente suelen ser severas, pero coinciden
tres años. Ella_no sale, por mucho que
se muera de ganas. A él ni se le pasa con las conclusiones de los propios solteros. uYa no tienen ganas de trabajar.
por la cabeza llevarla al baile o .ir. ,rrrqu. Hay cincuenta así que no se casan. Son odres de vino. Sólo los quieren para
"l , áo ,." de vez en cuando.
Todo eso se acabó. Se ponen cualquier .or", .i ,;;ir", (p. C.). beber en \a carrire... La tierra está jodida, (B. P.).

124 r25
FF,

futuro. Sin.embargo, el celibato es una oportunidad privilegiada


para experimenrar la calamidad de la condición .r-páinr. ( ]ONCLUSIÓN
Que, p11 expresar su desamparo, el soltero diga que nlá tierra
está jodidar, se debe a que no puede no apr.hlnder su
condi-
ción como determinada por una necesidadque pesa como una
losa sobre la clase campesina en su conjunto. Er celibato
de los
hombres es algo que todos viren corío el indicio de la crisis
mortal de una sociedad incapaz de garantizar a los más innova-
do.res y a los más intrépidos de sus primogénitos, depositarios
del patrimonio, la posibilidad de p.rp.,rrr.1l finaje, o .r, po.r,
palabras, incapaz de salvaguardrr iu, propios cimiánto, y
di. d",
paso a la adaptación innovadora al miimo tiempo.

nlas chicas ya no quieren venir al campo..., Los juicios emi-


tidos por la sociología espontánea son, por esencia, partidistas y
runilaterales. Sin duda, la constitución del objeto de investigación
como tal presupone también la selección de una faceta determi-
nada. Pero, dado que el hecho social, cualquiera que sea éste, se
grlantea como pluralidad infinita de facetas, ya que se presenta
como un entramado de relaciones que hay que desmadejar una
l)or una, esa selección no puede aprehenderse como tal, conside-
rarse provisional y superarse mediante el análisis de otras facetas.
La primera tarea de la sociología consiste, talvez, en reconstituir
la totalidad a partir de la cual cabe descubrir la unidad de la con-
ciencia subjetiva que el individuo tiene del sistema social y de la
cstructura objetiva de éste. El sociólogo trata, por una parte, de rea-
prehender y de comprender la conciencia espontánea del hecho
social, una conciencia que, por esencia, no se replantea, y, por
otra parte, de aprehender el hecho en su propia naütraleza, gra-
cias el privilegio que le proporciona su situación de observador
r¡ue renuncia a «actuar lo social, para pensarlo. fuí pues, ha de
reconciliar la verdad del dato objetivo que su aniílisis le ha permi-
tido descubrir y la certeza subjetiva de quienes lo viven. Cuando,
por ejemplo, describe las contradicciones internas del sistema de
intercambios matrimoniales, precisamente cuando esas contra-
dicciones no afloran como tales en la conciencia de quienes las
padecen en tanto que víctimas, sólo está tematizando la expe-
r26
r27
qF*

'icrrr:ia
vivicla clc cs's h.,trrcs r¡rrr. t.xpr,r.ir.(..tir.r c()ncrcrlrr(,rrrF A., tll años, nacidtl en l'csc¡ttirc; dorniciliado en un ca-
:\
csas contradicciones en fl<rrrna clc la inr¡rosiltilidad entrevistado en
Aunque no se permita ororgar ni.gú, ..éiitu
.1., .,,rr,r* =rrtn, vnl(l(); sabc leer y escribir; campesino;
l"..r.i;,".i,,';;;;, Irr ,ll llti\
los sujetos conforman d. su ritu"c]ón, ni "
romar al pie dc I,r l.,ir,l I I ., ttti años, nacida en Lesquire; domiciliada en un case-
la explicación que de la misma facilitan, entrevistada en bear-
toma lo ,rñ.i.n,",,,.,,,* r t,,, r ,n;rrl:li sabe leer y escribir; campesina;
en serio esa conciencia para tratar de descubri^u
f,rrr.lr,r.,..,,t',', ila1
auténtico, y no se da por satisfecho hasta domiciliada en un case-
que consigue abarcrr,¡,rr | 1,., (r5 años, nacida en Lesquire;
la unidad de una comprensión la verdad 'ir-.di"á*."; en bear-
,1,,, , ,,r,t..l,t; sabe leer y escribir; campesina; entrevistada
bida por la conciencia vivida y la verdad laboriosame",. ;;.,;;
,ai¡,,'1,, ilr= 1
da por la reflexión científica. La sociología
no merecería tal vr,r It. 35 años, nacido en Lesquire; domiciliado en el pue-
1,.,
ni una hora de dedicación y esfuerzo ,i ñmit"." sus en
aspiracirrt,t l¡1,, t:rs:tclot sabe leer y escribir; comerciante; entrevistado
al único fin de descubrir los hiros que mueven
a ros ináividu,,, ,r I r,rltr ris.
los que observa, si olvidara qr. .rrá ocupándose
¿. to, t o_irr,.., Vtla. A., 84 años, nacida en Lesquire; domiciliada en un
aun cuando ésros, a imagen de los títeres, en bearnés'
estén jugando a un jtrc , ,r.'('r Ío; sabe leer y escribir; campesina; entrevistada
go cuy.as-reglas ignoran, en pocas palabras, ,i domiciliado en
áo"r. i*puri",rr i.r ll. l'., 45 años, nacido en un pueblo vecino;
tarea de devolver a esos homLres el sentido (CEP); campesi-
de sus acros. rllr t:rscrío; casado; nivel de escolaridad básico
rr,,; t'lltrevistado en bearnés'
C.,42años, nacido en un pueblo vecino; domiciliado en
1..
LOS INFORMADORES
,'l l,ueblo; casado; nivel de escolaridad básico (CEP); comer-
t r.illtci entrevistado en francés.
J.-P. A., 85 años, nacido en Lesquire; domiciliado en el L,l Iector encontrará, en otro apartado, en las declaraciones
oueblo, pero vivió toda su juventud .r, un .arerío;
viudo; nivcl ,1.' l«rs solteros, los principales datos referidos a ellos'
de escolaridad básico (CEp); entrevistado preferi-
alternativam.rr. .,, En vez de hacir urr* transcripción fonética' hemos
francés y en bearnés. el habla local' la
,l«r optar, Para transcribir las declaraciones en
P. C.,32 años, nacido en Lesquire; domiciliado lengua
en el pue_ ,,rrog."fi, ,radicionalmente empleada en la literatura en
blo; nivel de escolaridad elemental; ..r"dro medio;
entrevistado lrcarnesa.
en francés.
A. B.,60 años, nacido en lesquire; domiciliado en
el pue_
blo; casado; nivel de escolaridad .L-.rrt"l;
mando -.dir,';;-
trevistado en francés, con breves incursiones
en bearnés.
P. L., 88 años, nacido en Lesquire; domiciliado
en un pue-
blo; viudo; nivel de escolaridad básico (CEp);
."*p.ri.roi..r-
trevistado en bearnés.
P. L.-M., BB años, nacido en Lesquire; domiciliado
en el
pueblo; soltero; nivel de escolaridad Éári.o (CEp);
amesano;
entrevistado alternadvamenre en bearnés y
en francés.

t28 t29
AI'I]NDICE I ll,',tt'tt. Así, ya en el siglo XVIll, los juristas bearneses de Maria
Apuntes bibliográfi cos*
ll v 21, l,abourt [3] y Mourot 14 y 5l escribieron glosas y co-
rrrcrrtrrli«rs de los Fors de Béarn, en particular sobre las cuestio-
n,', ,1.' clote y de usos sucesorios. Pero la única edición de los
/',,¡r, rrbsolutamente mediocre [6], recopila lecciones, a menudo
rrrrry rrclulteradas, de textos de épocas diversas que deberían ser
,,I,¡cto de una labor crítica previa, como observaba Rogé [7 y
lll, lntcs de proceder a su análisis. A falta de una edición de
r'\,rs clrracterísticas, los autores modernos se han volcado, prin-
( rl);rlrnente, en el estudio del Fuero reformado de 1551, de los

.l,,tr¡rnentos de jurisprudencia que abundan a partir del siglo


\vt y, con más ahínco todavía, de los comentarios que los juris-
_ La supervivencia en las provincias pirenaicas, Bigorra, Lavc, ,,,rrsultos de los siglos XVII y XVIII han proporcionado de todos
dán, Bearne y País vasco, de un d.recho .orrr.r.t,rdlrario origi- ('s()s textos. Pese a basarse en el Fuero reformado y en la juris-
nal cuyas normas sólo podían conservarse contraviniendo clc el estudio de
¡'rrrdencia de los últimos siglos de la monarquía,
manera flagrante los principios y la legislación del Código
Ci- l,lborde sobre la dote en el Bearne [9] y.l de Dupont [10] so-
vil, no podía menos que suscitar la cluriosidad de histo"riado- lrc el régimen sucesorio bearnés Presentan un gran interés.
res y de juristas. nEl derecho bearnés
[...]r, escribe pierre Luc, l,rr voluminosa tesis de A. Fougéres [11] se limita, en lo que al
«se presenta como un derecho esencialmente consuetudinaricl, llcarne se refiere, a préstamos de las obras anteriores.
muy escasamente influido por el derecho romano, y ofrece el Los historiadores del derecho han llegado a la conclusión
gran interés de ser un derecho testimonial. Así, por ájemplo, la ..lc que los textos consuetudinarios deberían ser utilizados con
prestación del juramento probatorio con lo, .á;,rr"Á..rt"dos, prudencia porque presentan un derecho relativamente teórico,
la constitución de rehenes en mareria de fianzí,la deuda no (lue contiene unas reglas obsoletas y omite disposiciones vigen-
amortizable, la facultad de-pago en especie de las obligacio_ tcs. Las actas notariales les han merecido la consideración de
nes estipuladas en dinero efectivo ,orr, ., los siglos xIv"y fuente capaz de proporcionar informaciones sobre la práctica
xv,
de uso corrienre, cuando estas prácticas ya habíal caido á real. El modelo de este tipo de investigación lo aporta P. Luc
de-
en algunas regiones, desde hacía dos siglos e incluso más,
:ys-o, [12]. Partiendo de los registros de los notarios, estudia primero
112, págs.3-41. Que el Bearne haya suscitajo el interés de ju- las condiciones de vida de las poblaciones rurales y el régimen
ristas y de historiadores se debe a que ros usos rocares,
a diferán- de las tierras, la estructura de la familia bearnesa y las reglas que
cia de lo que ocurría en l" mayoi parte de las provincias me_ rigen la conservación y la transmisión de su patrimonio; y, en
ridionales de Francia, se mantuvieron pese d ártacto con r.r.ra ,.guttd" parte, los procesos técnicos y jurídicos de la explo-
el
derecho romano. tación del suelo, en el ámbito de la familia y en el ámbito de la
Durante mucho tiempo los estudios jurídicos o históricos comunidad, y diversos problemas de economía rural tales como
se basaron únicamente en los fueros locdás, es
decir ros Fors de el crédito y la actividad de intercambio.
La comparación entre las informaciones que se han podido
* Redactados en colaboración con M._C. Bourdieu.
obtener mediante la mera investigación etnográfica sobre el pa-

130 r31
srr(l()dc la s.cicdarl bca..csu y r.s trlrt.s t¡rrt. I.s lrist«rri.tl«lrer
jrrristas han podido exrracr de r«r"^ ! 1,,.rrtl.r ¡rg¡rtizltci«!tt social; 1)ero íl stl vc7. tLlv() (lLtc padecer la
tr.c'r¡,lc,r,s (consuctrrtrittl'r ¡,,llu, tr. il tlc l¿r lcy y cle las c<tstutnltr(:s, (ltlc hasta entonces no
rios y actas notariales) podrá servir clc base
para una rcfrcxióñ l, lr.rl,Í;rrr :tlcct¿rclo gracias a una excepcional conjunción de cir-
metodológica sobre las relaciones enrre la etnorogía,
la rrist,rrrt ,,rr,,r.rnt irrs favorables. El Código va obrando; la equiparación
y, más precisamente, la historia del derecho.
troncal ha muer-
Asimismo, en las monrañas del Bearne y de la Bigorrir I'il'l,,rr.\il: la familia troncal agoniza, la familia
donde el adversario más famoso del Código á.
ol r,' (1,;i1i. 29t3).
N"pot.irn, ilri. A krs tcóricos de la escuela de Le Play cabe objetar, además
déric Le Play, situó el modelo de la familiá tronc"l,
id.al, crr ¡u ,1, l.s rlltos de la investigación etnográfica, los trabajos de
opinión, de la institución familiar que él oponía
ar tipo i,cst¡r. ', rrrrt Mrtcary [14], quien, basándose en actas notariales de los
ble^surgido de la aplicación del Coiigo ciiit
tt¡1. Tr^ h,rlrer r¡,lrs xVIII yXIX, ha mostrado la pervivencia de los usos suce-
definido tres tipos de familia, a saber, ü a*il" p"iri"r.rl,
l, tir. ,,r rr )s y dc las reglas matrimoniales a pesar del Código civil'
milia inestable, caracte¡ística de la sociedad *od.r.r",
y l, fr,r,i_ 1,,,. .liferentes autores atribuyen a causas muy diversas la
lia troncal, Frédéric Le play trata de describir
esta últimá fp"g. i, la institución familiar y de los usos sucesorios
y. siguientes) y de poner de manifiesto 1,, ililillrcncia de
las venraja, q,r.
ciona a cada uno de sus miembros: uAl herederú ir,rp.,, ,¡,,, 1..'son inseparables. Para J. Bonnecaze, por ejemplo, uel
."'.oÁp.'nrn. ,,',,,,t(.'r,imiento de la concepción orgánica de la familia en las
ción de pesadas obligaciones [este régimen sucesorio],
le confic- único origen, a saber: la
re la consideración que se ororga Il hogar y al ¡,,rlrl:rciones rurales del Bearne tiene un
taller de los Esta ualma' se
antepasados; a los miembror qu. i. ."r"., F.r.r, ¡rr,pirl alma bearnesa de la que es el reflejo'. [15]
de la famitia, lcs , .rr.ir'rcrizaría Por un profundo misticismo que se expresa.en el
garantiza el apoyo de la casa troncal con las
gracias de la irrcle- , ull() a la.rsa y en el espíritu de sacrificio a los valores del gru-
pendencia; a los que q19fi9ren permanecer
en"el hogar p",.rn,r,
les,concede la tranquilidad der celibato ¡r., trflido a un concepto muy realista de las ventajas económi-
con las
milia; a todos les salvaguarda, hasra la vejez más"l.gií",
i; i" fá" , .,. y sociales vinculadas ala organización de la familia troncal.
extrema, la di- Otros han basado la explicación de la persistencia de los
ch1 d^e recuperar en e1 hogar paterno los ,.cu..dos
de la prime_ ilr.rdos de vida y de los usos en la incidencia de los factores geo-
ra infancia, (págs. 36-37). Á irrrtituir en cada
genera.fur, ,n fue el único Estado feudal que se
heredero, la familia troncal agrícola no sacrifica.iir,..¿, ¡,,r'ríficos e históricos. El Bearne
d. lo, ii[,cró totalmente de la autoridad del rey de Francia, y el vizcon-
segundones al del primogénito. Al contrario,
condena a ésre a ,1.' de Bearne el único que se arrogó totalmente sus derechos'
renunciar durante toda su vida, a favor de sus
hermanor, y lu._ Ahí radica la explicación de que, de todas las antiguas provin-
go de sus hijos, al fruto de su trabajo. La familia
obtiene el sa- , ias, el Bearne fuera la que más vivió al margen del reino de
crificio del interés material , tr",ré, de una compensación
orden moral: la de la consideración vinculada
de lirancia; el talante independiente y el rechazo a integrarse en la
t, por.ria, a.i ,:omunidad se mantendrán hasta la Revolución' Al cabo de un
hogar paterno, (pág. 1]4). una segunda parte," Le play
!n
senta una monografia de la familia Melouga,
pre_ siglo de la unión a Francia, los intendentes, empeñados en im-
prototipo ¿, ú A_ pán., la, leyes y los usos de la monarquía centralizadora, se-
milia troncal del Lavedán en 1856; ur, .pTlogo a.
E. Cfr.y*." guían topándose con la desconfianzay la hostilidad de los órga-
describe la desaparición de.esa familia, pir
.iirflr.r;o d,.l^'l;; y i',o, ,.pr.r..rtativos de la comunidad bearnesa, el Parlamento de
de las costumbres: nla familia Melouga se
mantuvo, hasta estos pau y los Estados de Bearne. La pervivencia de esa resistencia
últimos tiempos, como una muestra tardía de
""r'p"á.;;; nacional presuponía una poderosa cohesión interna' Y, en efec-
t32
r33
T=
to, los dos grupos que confbrmaba, la p.trlación bea'resil, l,r l,csc a estar principalmcnrc clcclicarla a lrt historia política e
pastores de los valles de la montaña y los campesinos cle la llp. rr\ritr,lcional, Ia obra de P. Tucoo-(lhrrlaa [19] aporta una con-
nura, presentaban organizaciones sociales distintas, pero car¿t(! rlrl,rrt.ior.r capital a la historia de la sociedad bearnesa de entonces
terizadas ambas por un importante grado de integración. I ilrUy particularmente a la historia de las clases rurales integrada
_ Todo induce a pensar, pues, que es en una historia origirrul ,.. l,r ¡ístoria general del vizcondado. Sin pretender presentar un
donde hay que buscar la razón de la permanencia de moJckr¡ r,.,tiltliO exhau-stivo del señorío rural, P. Tucoo-Chalaa destaca su
culturales profundamente originales. La historia del Bearnc ,,rrliinalidad; pone de manifiesto que la oposición de tipos de
nunca se ha estudiado desde esa perspectiva, por lo que nos hu r.,,1,, y inteieses que separa a los habitantes de las montañas y
d.
parecido necesario buscar en las investigaciones ya publicaclar ,1.' l.s llanur"s do-i.r" toá" l" historia del Bearne y explica' des-
los elementos de un estudio de esas características, a falta rle ,1,. rrruchos aspecros, la evolución de la sociedad bearnesa hasta
la
poder presenrar, a la vista de las carencias de la documenracitilr, l(cvr¡lución frrrr..r". La necesidad de proteger el ámbito de los
una verdadera síntesis. l,rcncs raíces de la segregación se debe en gran parte al hecho de
En lo referido a la Edad Media, los autores se han dedicado (1,('las poblaciones Áorrtañ.tat impusieron a los campesinos de
principalmente al estudio de la vida rural y de la organizacir,rrr 1,,, ll,rnuras severas servidumbres sobre las tierras incultas que
social de las poblaciones pirenaicas. Hay abundante documen-
¡,otlrían haber permitido la extensión del patrimonio a través de
tación en la primera parte de los estudios de Théodore Lefebvrc lir roturación. '

LI7) y Henry Cavaillés [18], así como buenas bibliografias. l",u sobre determinados aspectos parriculares de la historia de
historia de las poblaciones rurales de las llanuras es mucho mc- lIs clases rurales, se pueden consultar las obras de J'-B' Laborde
nos conocida. Sin embargo, la obra de Pierre Luc, anterior- l)0 y 2l), autor de un manual de historia del Bearne bien do-
mente citado [12], presenta un cuadro detallado de la vida ru- ,,,,r..r."Jo y ampliado con los resultados de diversas investiga-
ral, de las técnicas agrícolas y de la condición de las poblaciones .. iones p.rron"l.t [16]. Entre el campesinado
de la llanura figu-
rurales en los siglos XIV y XV. Aunque la obra habría mejorado , toial ía una importante proporción de siervos en la Edad
si se hubiera planteado en un conrexto histórico y hubiera recu- "b" como evideniian las obras de Paul Raymond 122 y 23)'
Media,
rrido al método compararivo. Asl, por mucho que la notablc sírlo dentro del marco del movimiento de las bastidrs (plazas
estabilidad del ámbito rural bearné s parezca ligada a los usos f irertes), que no cobró amplitud hasta época tardía, a principios
sucesorios y matrimoniales, sólo se puede dar razón de la per- del siglo XIV, les llegó la liberación.
manencia de esos usos recurriendo al estudio del señorío y de la Lá historia de las instituciones de la Edad Media constituye
comunidad de besis (lou besiato besiau). Aunque, como pensa- Llna fuente de valiosas informaciones sobre el nacimiento de
la
ba Marc Bloch, uesos dos tipo de vínculos no sean antinómi- nación bearnesa. Permite seguir, a rravés de la extensión de los
cos, sino más bien todo Io contrario, se refuercen mutuamen- fueros y de los privilegios y através del progreso de las libertades
te», ¿no habría que buscar en la investigación del señorío rural ,nunicipales, la formaci¿n de ese pequeño E'stado independien-
caracterizado por sus modestas dimensiones y por una organi- t., dot"do de una legislación notable que garantizaba a los bear-
zación simplificada (pues el enrramado de derechos feudales neses la posibilidad á. r..r" amplia participación en los asuntos
parece haber estado aquí menos enmarañado que en otros luga- públicos. Instituciones como los Estados de Bearne, o' a escala
res) una de las razones de la cohesión interna de las pequeñas municipal, las asamble as de besis y sus jurats surgen a la vez
comunidades campesinas? .o-o ,.r" fuerzade integración de la sociedad, aunque sólo fue-

r34 r35
tt

rrrlx)r su papel cll cl m¿rntcnirnicnt«r rlc lrr klngttlr lrean.rcsa y rlc rrt's ruris recientes y rnás sintétic¿rs sobrc dicho período son las de
y como la exprcsi<i, d. un" sociedad f,ertc-
l«rs r-rs.s locales, l\1:rrrrice Bordes 127,28 y 291. Al parecer, fue durante ese perío-
mente integrada. Los datos de base sobre la historia de ras insti- .1,, ctrando mejor se manifestó la estabilidad de la sociedad bear-
recopilados por P. Tucoo-chalaa en el capítul«r rr.'s;r. En efecto, mientras que en otras regiones Iaeconomiay la
_tuciones-están
XIII de \a Histoire des institutiont du Moyen Áge con eliítrkr r,r.icdad rurales experimentaron un vuelco con los inicios de la
ul-es institutions de la vicomté de Béarn rt'volución agrícola, en el Bearne las transformaciones técnicas y
1x-xv" ,I¿.1.r), [25].
Más antigua, discutida en algunos punros por p. Tucoo- ,'tonómicas parecen haber contribuido a robustecer la cohesión
Chalaa, la obra de Léon Cadier [26] sigue, no ob.ia.,t., siendo lrr rrtcnra de la sociedady areforzar las bases económicas.
obra de referencia para todo el período de establecimiento de las El hecho que domina la historia rural del siglo XVIII es la
instituciones. Saca alaluz el doble origen feudal y ndernocráti- ('Kl)ansión demográfica. Tras largos siglos de estabilidad demo-
co» ds los Estados. Aunque procedan, en efecto, de la antigulr
lilrifica (sólo había padecido una hemorragia de población a re-
corte feudal, que era a su vez una institución particul".-.n,. sultas de la Guerra de los Cien Años), el Bearne experimentó
poderosa e influyente gracias a la independencia de los vasalros t:u¡rbién un crecimiento de la población en la segunda mitad del
nobles respecro al señor feudal, el dilatado proceso de transfor- siglo XVIII, pero, si nos referimos a las cifras aducidas por J.-B.
mación de esa corte en una asamblea represenrativa de los tres l,rfond, en una proporción menor que otras regiones [31]. El
estados de Ia provincia sólo puede comprenderse en relación co.r problema estriba en averiguar si ese crecimiento fue lo suficien-
el desarrollo de las libertades municipales y burguesas; pero t(:mente importante para acarrear, como en otras provincias, la
¿aca-
so no habían hallado éstas un suelo fértil en ellspírit., d. irrd.- firrmación de una clase de braceros. Todo induce, más bien, a
pendencia que animaba a las comunidades debido a los privile-
l)cnsar lo contrario, puesto que se sabe que se tradujo en un mo-
gios y a las libertades diversas de las que los vizcondes de bearne vimiento de emigración hacia el extranjero, hacia Espaíra en
las habían dotado a partir de los siglos XitI y XIrI? particular, y que resulta, por otra parte, que esa sociedad, dada
El vigor de las antiguas instituciones feudales, el liberalis- su estructura, podía integrar este leve excedente: incluso cuando
mo del señor feudal y la importancia de los derechos y las liber- la finca familiar ya no podía alimentar a toda la familia, los hijos
tades adquiridos por las comunidades y los pueblos contribuye- que se marchaban para ganarse el sustento como empleados
ron al establecimiento de esa institución liberal qr. o,orgáb, conservaban vínculos estrechos con la casa y la hacienda fami-
-ya desde las postrimerías de la Edad Media* ,r, irgr. igual a liar. De este modo los segundones que conformaban la gente
los nobles y los plebeyos, que iba a asumi. .rn p"pJ ,"i p..- humilde de criados y braceros, seguían unidos a la organización
ponderante en el gobierno y la administración dei país y que social tradicional. La lentitud del crecimiento de población con-
iba a ejercer una influencia tan importante sobre la i.giri".ia, tribuye a explicar también el escaso desarrollo de las ciudades y,
y a estimular la resistencia a la asimilación al reino de Francia. alavez, de la industria y del comercio, como evidencia el abate
<,Pocas son las provincias de la antigua Franciar, concluye L. Roubaud en su cuadro de la economía bearnesa en 17741321.
Cadier, uque tuvieran unas instituciones tan liberales como el Debido a que siempre se mantuvo poco numerosa, la clase bur-
pequeño estado independiente del Bearne., guesa nunca se apoderó de una parte significativa del patrimo-
No existe ningún estudio de conjunto sobre la evolución de nio campesino, sino todo lo contrario, pues, tras haber inverti-
la sociedad y de la economía rural bearnesas en los últimos siglos do durante mucho tiempo sus ingresos en la adquisición de
del Antiguo Régimen y durante la Revolución. Las investigalio- ganado, se dedicó, sobre todo, a la adquisición de las tierras de

r36 r37
QF "Il

duras pe-
los nobles, por razoncs dc ¡rrcstil¡i«1. Sr,r'olrrprcnclc c1uc, crr (.§J¡ r,l, ltl() (lLrc, ctr Fratrcia, cl'11 tltll lltlcvo llltt'rt tttí c¡uc a ii

condiciones, los diversos moclos dc aprrvcchamicrrt. incrin'r't., rr,rr t'r'cía lo que veíau mis oios' LJrrlt sttc:csi«itr
de gran-número
el arrendamiento rústico en particular, nunca hayan alcarrz¡rrr, ,l, t ;rsas cl. campesinos bien construiclas' limpias y confortables'
una releyancia especial. r,,,l,rs cle piedra, con cubiertas de tejas' con su huertecito cada
con muchos
Dueño de sus tierras, el campesino puede cercarlas rclltivlr ,,,'.,, ..r.ido por setos de espinos bien recortados'
robles disper-
mente pronro, gracias a la estructura del territorio. «En cl IJc¡r. ,r('locotoneros y otros árboles frutales' preciosos
ne [...] cada municipio, o casi, poseía, iunto a su ,,llan«r',, rlc .,,s ('ntre los setos y árboles ióvenes cuidados con el delicioso es- ii

es su propietario'
tierra arable en su totalidad, sus "laderas'i cubiertas de helecl¡.¡, rrr,'r'o especial que sólo cabe esperar de quien
cercada'
de aulagas enanas, de gramíneas, donde cada año los carnllt.si, t l, cada c"s" d.p..td. ,rrr" .*piotación, perfectamente
nos desbrozaban la superficie de unos campos condenacl,rs ,r y cuidados' alrededor de
,,,rr bordes d. .ésped, bien cortados
de un cer-
una pronra desaparición, 133). Esos carrascales constituf¡ur l,,s campos de trigá, con barreras que permiten Pasar
-ho*b,e,
grandes pastos naturales cuya existencia posibilitó ra supresirlrr ( .r(lo a otro. Lo, van bien vestidos y llevan boinas ro-
de la dula y con ello de los barbechos en la, tierras rabrada*. 'I'oda la comarca está enteramente en manos de pequeños
¡,rr.
Además, los usos sucesorios y matrimoniales habían preservacr. que las-granjas resulten demasiado
¡,nrpietarios, pero evitando
abocados a una
los bienes raíces de la segregación parcelaria q,r. p,rdo, en otros
i,.ql.n* d. ,.todo que sus moradores,estén ani-
lugares, obstaculizar el movimiento de los cercados
[30]. ,,,.i" rid" d. .rtr..h..es' Todo desprende un aire de aseo'
y en sus establos'
La comparación entre los cuadros de la economía bearnc.slr rrrrrción y bienestar. Es manifiesto en sus casas
en sus setos'
presentados por el intendente Lebret en 1703 134] y por el prc_ ,lc reciente construcción, en sus pequeños huertos'
incluso en
fecto serviez l35l a finales de siglo evidencia la importancr, dc t'n los patios que se extienden dtlantt de sus puertas'
la transformación de las técnicas y de los cultivos rÉsurtantes dc ,',r, g"l'li.t.ro, y..t lo, tejados-que cubren sus pocilgas' lJn cam-
este movimiento. Paralelamente, se acometen trabajos de rotu- el bienestar de sus cerdos si su pro-
1',.riio .ro prád. pensar en
ración de tierras sin cultivar, favorecidos por los edictos de clos,
1',ia felicidad
d.pád. de un contrato de alquiler de nueve añ,os'
a pocas millas
y a veces incluso de los ejidos, obras que estimulaban los inten- Nos encontramos, efectivamente, en el Bearne'
dentes y las autoridades locales (d'Étigny, en particular). Marc cle la cuna de Enrique iV' ¿Deben los campesinos todos esos be-
de ese buen
Bloch ha mosrrado con qué egoísmo los señores bearneses lu- neficios a ese buen príncipe? El espíritu bondadoso
tiene
monarca aún parece ..i"a' sobre el país; cada
charon contra las servidumbres colectivas; pero ningún estudio campesino
146.y 147)'
indica cuál fue la actitud de los municipios en ese aiunto
[36 y una gallina p"i" ru caldo' [38, tomo II' págs' , ,
37)._La supresión de los barbechos, la introducción de las plan_ i.ri p,r.r, la mejora de las condiciones de vida parece haber
tas forrajeras, y, sobre todo, del maí2, mencionado y^ rri644 fortaleciio las bases económicas de la sociedad campesinayha-
propietarios mo-
por L. Godefroy, contribuyeron a mejorar considerablemente el ber contribuido a la pervivencia de una clase de
nivel de vida, y ello de modo ranro más notable cuanro que el destos en la que .rirt.' sin duda, una
jerarquía' pero no los en-
regiones' Q"t.1."
crecimiento demográfico había sido relativamente escaso
[17]. frentamientos brutales que se observan en otras
su originali-
Se comprende así que Arthur Young pudiera, en 7787, encon_ sociedad bearnesa haya sido capaz de salvaguardar
trarse en Bearne con el espectáculo de una prosperidad única en deba qtl. h' permanecido ajenaa los grandes
mo-
dad tal vez se
" las ciudades'
el reino de Francia. nHe tomado por el ."-l.o de Moneng vimientos .otr.*poüneos, debidos al desarrollo de
por encima
fMonein, a diez kilómetros de Lesquire] y he visro un .rp..l y, *¿t g..t.r"1*.nte, a su situación marginal' Pero'

138 r39
de todo, esa sociedad siemprc ha nrarrif cstacl«l una conciencia cla. Dc Maria, Mérnrtirts et' llthirtisst'ttt(tttt sur b Jbr et co-u'
l2l
ra de sus valores y un firme propósito de defender los fundamcn. ,,,,,,, ,1, lJéarn (obra ntanuscrit¿t, Archivcs départementales des
tos de su orden económico y social. No abundan, en efecto, las I llsses-Pyrénées) .

sociedades donde esa voluntad se haya expresado de un modo tan


(obra manuscri-
consciente y tan institucionalizado. El municipio era un besi¿u, [3] Labourt, Les fors et Coutumes de Béarn
es decir, «un conjunto de vecinos que poseían el derecho de vc- r;r, Uibliothéque municipale de Pau)'
cindadr. Cada besitenía derecho de pasto, de monranera, de tah,
principes du
de recogida de leña y de aprovechamiento de los helechos en los [4] Mourot 0.-F.), Traité des dots suiaant les

bienes comunales. Tenía el privilegio de participar en las asam- ,ln,it romain, ,onferé aues les coutumes de Béarn' de Nauarre' de
bleas del municipio y de ser sólo él elegible para las funciones de .\j;uule et la jurisirud.ence d.e Parlement
(citado por L' Laborde'
Béarn, pág' 15)
responsabilidad. El derecho de vecindad, derecho personal en las l,¿t Dot dais tes fors et coutumes de '
ciudades, era en el campo un derecho real vinculado a la posesión
por herencia de una casa y con ello de una extensión de tierras; cl [5] Mourot 0.-F.), Traité des biens ?drd?herna.ux'.de1 1ug'
municipio, preocupado por mantener un número constante dc tltcnts et des institutions contrdctuelles, auec celui de I'auitinage
besis y de fincas, regulaba muy estrictamenre el acceso al título (citado por L. LaboÁe, ibid.)'
de besi. Un recién llegado (el poublan) sólo podía adquirir el dere-
Fors de Béarn' législation
cho de vecindad con el consentimiento de la asamblea munici- [6] Mazure (A.) y Hatoulet Q),
pal, tras prestar juramento y abonar una cantidad de dinero [39 ¡"¿j¡tt du XI' au XIIP siicle, con traducción en la página opues-
y 3ll.Esas asambleas, sin duda, constituían un fiel reflejo de ra, notas e introducción, Pau, vignancour, París,
Bellin-Man-
la jerarquía social; los magistrados municipales, que solían perte- clar, Joubert, s. f. (1841-1843)'
necer a las ufamilias relevantes, campesinas, tenían obligaciones
1908'
y cargos adecuados a sus derechos y a la consideración que el [7] Rogé (P.), Les Anciens Fors de Béarn'Tolosa' París'
municipio les otorgaba. Manifestaciones todas ellas de una gran
aux anciens
integración social. Se comprende, pues, que una sociedad tan po- [8] Brissaud (J.) y Rogé (P'), uTextes additionnels
derosamente organizada para la defensa de sus propios funda- porid, Béarn,,Tolosa, tlol (n"ttet¡n de luniuersité de Toulouse'
B, n." III).
mentos haya podido conservar prácticamente intacto su acervo mérrtoires originaux d.esfacubés d.e droit et de lettres,serie
de reglas de usos y costumbres pese a los cambios profundos in-
troducidos por Ia Revolución y por el Código civil [14]. Laborde (L.), La Dot dans lesfors et couturnes du Béarn'
[9]
Burdeos,1909:

I. OBRAS successoral dans les coutu-


CONSAGRADAS A LOS USOS Y COSTUMBRES [10] Dupont (G'), uDu régime
BEARNESES mes du Béarnr, tesis, París, 1914'

[1] De Maria, Mémoires sur les Béarn, y su apéndice:


dnx d"e [11] Fougéres (A.), nl-es droits de famille et les successions
«Mémoires sur les coutumes et observances non écrites de Béarn, Pry, brrq,i. et en Béarn, d'aprés les anciens textes»' tesis'
(obra manuscrita, Archives départementales des Basses-Pyrénées). ",
París, 1938.

140 r4r
F'-

[12] Luc (P.), «Vie rurale et pratique juridique en [20] Laborde (J'-B.) y Lorber (P.), nAffranchissement des
au xlw et XVc siéclesr, tesis de derecho, Tolosa, 1923. trertiuux, fondation des bastides en Béarn aux XIII., XIV' sié-

rlcr», crr Reuue d'histoire et d'archéologie du Béarn et du Pays bas-


I13l Le Play (F.), L'Organisation d.e la famille selon le qur, lt)27.
modéle signalépar I'histoire d¿ toutes les racei et de tous les t¿
:o1yn epílogo y tres apéndices por los señores E. Cheysson, [21] Laborde 0.-8.), nl-a fondation de la bastide de Bruges
Le Play y C. Canner, 3." ed. completada con docume.rro, ni rrr llCirrnr, en Reaue d'histoire et d'archéologie du Béarn et du
vos por A. Focillon, A. Le Play y Delaire, parís, lgg4. I
I \t.ys basque, 1923-1924, y separata, P au, 1924'

[14] Saint Macary (f.),


«Les régimes matrimoniaux en nEnquéte sur les serfs en Béarn sous
[22] Raymond (P.),
arn avant et aprés le Code ciyil», tesis, Burdeos, 1942; *La d*,* ( l¡rston Phébus,, en Bulletirt de la Société drs Sciences, drs bttres
sertion de la terre en Béarn et dans le pays basquer, tesis, BurJt rl rles arts de Pau,2." serie, t. VII' 1877'1878; separata' Pau'
deos,1942. I Irt78.
.,.,1 r.:

[15]Bonnecaze (l^.), La Philosophie du Codr Napoléon apt! l23l Raymond lP.), Le Béarn' sous Gcuton Phébus' d'énorn-
pliqué au droit de k famitle. ses daiinées dars re droit ciuil cin. ltrcment d.es'maisons de la uicomté de Béarn, extracto del tomo
temporain,2.^ ed., París, 1928. tVl
d.l inventario sumario de los Archives des Basses-Pyrénées,
Itau 1873, en 4."

II. ¡sTuoIoS DE HISToRIA DEL BEARNE Y DE IA REGIÓN 124) Fay (Dr. H.), Histoire d'e la lipre en Frunce,
tomo I:'
PIRENAICA l,épreux et cagots du Sud'Oues¿ Parls, 1909'

t16l Laborde 0.-B.), Précis d'histoire du Béarn,pau,l94l, [25]Tucoo-Chalaa(P.),nl-esinstitutionsdelavicomtéde


343 págs. t)éarn (x-xv" siécles)r, en Histoire drs institutions au Moyen Áge,
publicada bajo la dirección de Lot (F') y Fawtier (R'), t'l: Les Ins-
'titutions
[17] Lefebvre (Th.), Les Modes d.e uie dans les pyrénées seigneuriales,cap. XIII, París, PUF, 1957, en 8'' XII'
athntiques orientales, A. Colin, 1933, en 8.", 77g pags, t;A
ilustraciones. 126l Cadier (L.), Les États d'e Béarn depuis leur origine jur
qu'au commencernent du NW siécle,Paris, Cadier, 1888'
ri

[18] Cavaillés (H.), La


Vie pastorale et agricole dans les
Pyrénées drs Gaues, de lAdour et des Nesles, párís, A. Colin, [27] Bordes (M.), Conffibution t l'étude de l'enseignement
1931, en 8.o,414 págs., XIII grabados. l et d) la uie intellectuelle dans les pays de I'intendance dAuch au
xwII' siécle,Auch, Impr. Cochevaux, 1958, en 8'', 83 págs'
[19] Tucoo-Chalaa (P.), Gaston phébus et la Vicomté de
Béarn (1343-1j91). [28] Bordes (M.), D'Étigny et lAdministration d'e I'inten-
d.anie d.Auch (1751-1767),-fuxh, Cochevaux, 1957' 1034

142 r43

&
tF

vols., VII grabs., despl. en carpera, tesis de letras, perh, 17BB et 1789,
?19::,
1955. [.ltll Young (A.), Voyagu en France en 1787,
, l¡tltt.:ido y editado poi Henri Sée, París, A. Colin, 1931, 3

vr ll¡.
[29] Bordes (M.), nRecueil de lemres de l,intendant d,E
en 4.o, 691 págs., tesis complementaria d. l.,r"r, parfi, 'Iucat 0.), Espoey, uillage béarnais, sa aie passée et pré-
:i1:\r,
1956.
l.)91
¡pnt* Itau, 1947.

[30] HabaLkuk (H. J.), «Family srrucrure and economlc


change in nineteentlr celtlry Europer, en The Journri r¡ E;;.
Hrytory, Londres, ñ/, 1955 (contiene ,rrra i-poitante
:!.ryit
bibliografia).

[31] Lafond (1.-8.), nEssai sur le Béarn pendant l,adminis.


tration de d'Etignyo, en Bulletin de la Société des Sciences,
d¿¡
lettres et des arts de Pau, tomo)OO§[I, 1909, págs. l_263.

_ l3Z1 Roubaud (Abate), nl'agriculture, le commerce et l,in-


dustrie en Béarn en 7774» (e*traÁ delJou:rnal dc lbgricubure, )u
commerce' des arts et dcsfnances), en Builetin dr
la soá¿t¿ des scien-
ces, dts lettres a d¿s arts dt paz, tomo )OC(IX,
191 l, págs. 207-226.

t33l Bloch (M.), Les caractires originaux d¿ I'hisnire rurale


fiangaise, París, A. Colin, 2.^ ed., 195512 vols.

. l34l Bloch (M.), memoria publicada por Soulice en el Bu_


lleiln de k Société des Sciences, drs let*a rr'd^ orr, de pau,2.,
se_
rie, romo )OC«II, 1905, págs. 55-150.

[35] serviez, statistiques du département des Basses-pyrénées,


París, año X, 140 págs.

[36] Durand (H.), Histoire des biens cornmanrtux en Béarn


et dans le Pays basque, pau, 1909.

[37) De Boilisle, conespondance des connóreurs généraux des


finances auec les intendan* des prouinces, parís, 3 ,ot] f.).G.

144 t45
ilir
Y

AI'É.NDICE II llrrvirrs, malas herr¿rnricntus, arados sin irrcg«l clclltlltcrtl (aret) y


nr) tcníamos abonos. Muchos se vicrtln obligados a pedir pres-
"los
r.r,l«1. Los campesinos estaban en manos de los acreedores,
,1.'vrrra<lores de pobres" (lous minjurs de praube) que obligaron
,r nl'rs cle uno a vender. Bo. tenía una deuda de 500 francos
¡,.'rrcliente de cobro. Se enfada
con su deudor, así que le manda
,,,' ,.qu.ri-iento para que le pague. Luego una orden de em-
l,;rlg«r. La dauney" t.rrí" t.r.t" deuda de 1.800 francos contraída
,,,,, ,r,ro acreedor. Resumiendo, a Bo. ni le pagaron' En 1892'
rrrr año pésimo, La. [importante hacendado del pueblo] :oge a
.rl¡,,trnos empleados, sin comida: los hombres, 1 franco diario'
Evolución de lapoblación entre 1836y 1954 1,,, rnujeres, 12 perras chicas [60 céntimos]' Había que trabajar
,',, ."i.r, para ir subiendo Ia tierra de los viñedos en cestos'
A-
nno Pueblo Caseríos o/oPuebb/ Total Dismi- 1,,,. hombÁs cargaban los cestos y las mujeres los pasaban de
Caseríos nución (o/o) nlrlno en mano. iuvo treinta obreros. No reclutó a más' Tenía
1836 499 2.330 21 2.829 ,l,.rrrasiada genre» 0.-P.A.). Entre 1881 y 1896la disminución
o/o)'
l 866 2.541 10,1 ,1,' poblaciJn experimenta una importante reducción (1,7
1881 47r 1.997 24 2.468 2,8 It393 todavía fue un año pésimo. Durante mucho tiempo se
1891 407 r.666 24 2.073 16 lurlrló de la nsequía de i893, (la séquire de 93)' uIB94 y 1895
1896 374 t.665 23 2.039 1,7 Irrcron años estupendos, el trigo estaba magnífico, con la llega-
1901 322 1.056 19 1.978 2,9 ,l,r de los Llovió el primero de mayo' Mientras duró la
"bonor.
1906 328 1.624 20 r.952 1,6 ,.,secha del maíz no llovió. El maíz estaba precioso'' Hasta
191 293 1.601 r.894 2,9
18
lg14 el índice de disminución permanece prácticamente cons-
1

192t 259 1.408 18 1.667 11,4


rrrnte. uAlrededor de 1905 hubo años muy buenos' Las huelgas
193r 262 1.37t t9 1.633 2
t936 ,lc los vendimiadores del Midi significaron un verdadero vuel-
258 r.363 t9 t.621 0,7
1946 )\ (o, un nuevo éxodo. Desde entonces, todo va mejor' El vino
303 1.277 I9 1.580
t954 258 1.093 18 1.35t r4,4 rro ha dejado de subir. El vino del Midi de segunda. cosecha,
,¡,," prr..í" agua, llegaba a Olorón a 5 céntimos el litro' Los
.:"-p.riro, hacen huelga contra los traficantes' Aquí no se po-
Entre 1836 y 1954Ia población del municipio se redujo a ..lía vender el vino. Antes de 1905 un buen tonel de vino se
la mitad. El éxodo rural está en relación directa con la crisis de vcndía a25 o 30 francos el litro. Apartir de 1905, a 100 fran-
la agricultura. Así, la reducción de Ia población global llega al r<rs el litro. El vino del Midi se pagaba a 20 céntimos el litro
y
16 o/o entre 1BB 1 y 1891 . Ahora bien, sabemos que hubo, enrre cl vino de aquí había subido. La gente vivía bien' 0'-P' A') La
1BB1 y 1891, varios años sucesivos de malas cosechas, lo que
guerra de tft4-tglB significa una nueva caída brutal de la po-
acarreó un importante moyimiento de éxodo rural: usembrába- irl".i¿n (11,4 o/o). En e1 conjunto del municipio se producen
mos trigo y no recuperábamos ni la simiente. Había heladas, rural ex-
')4 muertes en la guerra. Entre 1926y 1946 el éxodo
r46 147
-ffÉ*q'

penmenta otro período de reduccir'ln. [)rrrantc csos \t't Nl)lCli lll


años, s,rlr.,
1932,las cosechas son buenas. Después dc l()45 cl rrr«rvir¡rir,nlrr l rr.rl,rllr entre un habitante clcl puclllo y un soltero
de éxodo rural se reanuda, y ., .*.rp"rable en irnp.rr,,,,,,
i,, ,,1
de los años 1BB1-189I (14,4 %), pero imputable
,,,,,,1
diferentes.. Antiguamente el campesino aüandonrt"'.,,,,r,,r
.i,,,,,t,,',
huyendo de la miseria, ahora lo ú".e atraído por " "i
Ia .i,r,l,r,l,'l I
factor esencial de la sangría demográfica es .l éro,lu
h,r i.r l,r
ciudad, aunque la caída de la nataliáad también influyc
tu¡,,,,r,,
los cuadros sobre el ramaño de las familias). El B.".."
,i.,,r;;;,;.
ha sido un país de emigración para los segundones
des.lc ti,]rn
pos inmemoriales. Anres, sin embargo, ,é ib".,
por la firlrrr tlt,
tierras; ahora, en cambio, lo que falia son b."ror. nya
casi rr,r
quedan aparceros, ni empleados, ni obreros agrícolas. Aparece en la plaza de la iglesia poco después de mediodía'
Los lriinr
e hijas de auque-tarrots aus cams dous autes (lis
qr. ,o-p",, ,,, V.r crnpujando una bicicleta manchada de barro y descolorida,
rrones en los_campos de otros) han emigrado.., ,,n las alforjas llenas de comestibles (ultramarinos, etcétera), y
b,rr., i., t,,,,u
yidl-lár*Ícil o, por lo menos, de un Jueldo -ar r.g,rru, f i,, r I nrr volumin osa choyne lhogazade pan de dos
kilos] atravesada en
L'-M')' El fenómeno más recienre es el éxodo d. las'mu.r,., viste un viejo terno raído, de uso
chas, eu.1ya no quieren trabajar en oficios de
-" ,'l rnanillar. Pesadote de aspecto,
una boina
¡,rrlongado en muchos domingos y días de
campesinas. mercado,
La disminución que se consrara en Lesquire es .1.'fbrmada por las inclemencias meteorológicas, unos pantalones
un fenómc
no general en el conjunto de los cantones rurales del Bea.lc, ,lc rayas deshilachados en los bajos, que dejan al descubierto unos
Entre 1946 y 1954 el departamento de Basses_pyrénées .llcetines descoloridos enfundados en unos chanclos de goma'
ha ru
mentado su població n en 4.200 habitantes milntras u-¿Hoy no va a almorzar temPrano?
que las
ciudades han crecido el doble, lo que permite calibrar de sa-
l" *.rn'',r -Desde luego que no... Pero desayuné bien antes
de población global del campo. Lá, ."rrtorr.s a
que no se solaparr lir... Solemos comer un buen bocado por Ia mañana, eso de
con una zona urbana o que no poseen .r., ..rrtio industrial las nueve.
acti-
yo han perdido habitantes. El municipio la compra?
de Lesquire es uno clc -¿Usted es el que se encarga de hacer
los más afectados por la emigración, pr.rro
q,r. L disminución -Pues sí..., mamá tiene ochenta años.
Me ha dicho: "Tú
es del 14 o/o, contra el 11 %o en A.cour, el
7ó o/o en Aramits, el puedes montar en bici y de un salto ir a por el pan y pasar por
9 o/o en Lembeye. la tienda de comestibles."l
por donde
-¿No hay ningún tendero ambulante que pase
viven?
-Vivimos demasiado lejos, el panadero, que también
lleva
comestibles, llega hasta la granja de Pé.; por poco, pero hasta
donde nosotros no llega. Ya me fastidiaba tenerme que mudar

7. Tu qué pots courre en biryclete, ben mé coueille lou pa é las épiceries'

r48 r49
de ropa y venir hasta aquí... Hay c,rrr. rr.r«¡s scis killlmetr«ls tlo '¡[',s orgullttso y toz,udo coultt los vasc«rs! ['o vendió todo y
'.,' ,''',,rch/, a'trabajar a Pau, conro etnl'rlcadc¡ cn una
casa a la carrire.l empresa'1
-¿No tiene algún vecino que venga al pueblo? -¿lin el barrio ya no queda nadie?¿
-Imagínese..., vivo solo con mi madre. Mi vecino Ja. vicrrr -i>.rd. que la familia de 1,r., el primer vecino' se marchó'
a trabalar a mi casa. Ha abandonado su pequeña propiádrd t.¡rre r',r no nemos a nadie que pueda hacernos la compra'3.
te

-Claro, los Ju.' r'rt" f"-ili" numerosa


heredó en régimen de indiviso co.,
Ja...^¿eue q,ri.r. ,rrt.d q,,.
que hacía bulto en
haga solo en esa casa desde que murió su tío? Con cuarcirt.r r'rt' rincón remoto'
años, cómo va a encontrar o a tomar mujer. El otro vecirr«1, Los jóvenes'
-Y santamente que han hecho marchándose'
Rémi, vive solo con su madre de ochenta años. Su casa se cst,i r u:ltro hermanos y una hermana, tenían bicicletas y motocicle-
cayendo a rrozos y dentro de poco no tendrá ni una habitaci«,rrr r.rs, incluso ,r, .oáh. viejo, al final. ¡Cómo querla usted
que fue-
habitable. r,rrr al pueblo! Tenemos ochocientos metros de pésimo-
camino'
-¡Anda! ¡Qué barrio más desoladol , rrsi impracticable. lJn camiasse (mal camino) destrozado por las
.,1,,,,"r. L., ha costado pagar las máquinas y todo [o demás"' Les
1Nf Sue lo diga! La granja Di. estaba ocupada hasta martc,-
rou lTodos los Santosl por el hijo El. 1,,,n hecho un buen favor obligándolos a vender su
pequeña ex-
Además ahora todos esos jóve-
-¿También él ha abandonado la tierra? lrlotación por un bocado de pan.
-Le gustaba mucho: el lugar es alegre (gauyous), aunque ,,..' g"r".trenos sueldos y se han casado- en Pau' en Tolosa'
muy pendiente. Se había organizado. Su h.rÁ"r" del molino "-El
.a-iro ése, ¿no se podría ponerlo en condiciones?
venía a ocuparse de la colada.2 Ja. iba a vigilar el establo cuando
-Pensé hacerlo yo cuando
volví del camPo de concentra-
él venía al pueblo a comprar o a la partidá d. .r.,", ros sábados r:ión alemán. Un kiiómetro de camino no es moco de pavo'
y
por la tarde. No podía aguantar indefinidamenre ahí a solas y srilo tengo aJa., aP. y a Mo. para echarme una mano"' Si fue-
enconrrar una mujer se había vuelto una necesidad... rrr más;ár."... pero la guerra nos ha hecho perder mucho
tiem-
-Me pregunto cómo un hombre solo podía aguanrar en un 1ro... Y rd.-ás estoy
,ilo. ¿Tarto *abajo, para quién?a
rincón remoro y tan aislado. que haber encontrado una compañera"'
-Tendría
y el cautiverio en
-Tenía una volunrad de hierro, y era muy mañoso y traba_ -Sl, tiene usted ,arón.5 Pero esta guerra,
jador; ¡lloraba cuando el alguacil le trajo el deiahuciol cl campo de concentración... ¡Sí, así tendría que haber sido!
Mi
per-
-¿Le daba miedo el cambio? padre irabajaba más a gusto.6 Un hombre solo"' solo' está
-Le dolía separarse de sus animales. Las tierras estaban .1ido .r, la ii.rra. Hacei la comida, ocuparse de la colada' sacar
bien preparadas y prometían buenas cosechas. Tenía la sensa_ el ganado a pastar y vigilarlo. Encender la lumbre' ir al merca-
ción que las razones que le daban para echarle (lou counyet) no
eran uválidasr. Qua d'a benut tout et quey
1. Quey trop fier et cabourrut coum t¿ basqou!

-¿No recurrió al consejo paritario? partit ta Pau Yibailha d¿ns ue entreprbse'


2. Dens bu quarti? n'y soun pas arrés mey?
partits' n'a-
3. Despuch qué la famitk iéou Ju' -lou purmé besi- e soun
l.Mes que se l'abem manquat per prim... Oh que m,enbestiabe d,em bem pas arres nxe! t'as ha las coumissious'
chanya et dr ha lou cami... qa'y a prés de 6 hilom¿tra de nouste
á ra carrére. 4. Et puch que sou! tout soul Ta - qui ha tout dco"'
L'endret que !
gayous bien qué hére en pénen. s'ére organisat. _ La 5. Qu'abet raisou.
,2. _ eue
so déu Mouli queou biené ha la bougade. 6. Lou mé pay que úbailhabe dap mey de gous'

150 151
d', r.antener la puerta abicrta.
¡[l,y crr clíir, clc kls campesinos, lrien en el baile. Para nosotros, ltts htttlrbrcs de mi edad' esta
las mujeres no quieren saber nadal fun-
guerra, y luego el cautiverio, ha sido un gran estorbo para
I

-¿Y eso por qué? No iban a ser desdichadas con mozos se- .i", ,, hogai. Mientras todas las mujeres de nuestra edad se
rios como usted...2 que-
han instdaáo en la ciudad, y algunas en el campo' Las que
-La cosa viene de antiguo. ¡Ellas saben lo que son las cosas de la im-
claban, miraban la "posición", el "portón" [símbolo
en una granja! Oyen las quejas de sus padres. Hay que recono-
portancia de la casa] tanto o más que al hombre'1
cer que no siempre se cosecha lo que se ha sembrado. Nunca se pierda en estas
hay nada seguro. Hace falta mucha paciencia con los viejos que -Comprendo que el gusto poi el trabajo
condiciones.2
siguen guardando la llave de los dineros.
¡y el dinero ., ,r...rr_ -"Tienes que casarte", dice la gente.3 Como
usted com-
rio para poder modernizarse! Tuve que comprar una máquina sin
prenderá, lo, qr. pueden ..t.orr,rr", algo mejor, incluso
segadora y trabajo donde sea, por mucha pendiente qr. ñ"yr, ir,rr."rlo, se van, .r .1 ."ro de la familia Ju. y de muchas joven-
pero hay que caminar bien derechito pr., ,rli, y
adelantá.a citas. En otro lugar, cobra un sueldo, por exiguo que sea"'
-Pero ¿tienen ayudas?a muy
además, con razón o sin ella, el oficio de campesino está
-Sí, la Caja de Crédito Agrícola, el Departamento de Obras desprestigiado.a
Rurales.5 Pero_hay que hacer que renre, hay que reintegrar bas_
tante rápido el capital. Todo eso, las chicas lá oyen enlasa. Se -¡Es una pena, claro!
se dicen algunas cosas
discute y a menudo se acaba peleando: "El veciná se ha compra- -3í, ., t'rt" p.t" tener que oír cómo Me
que desaniman. Seguiré *iertr"s pueda, pero ¿y después?
do el tractor."6 Así que todas las chicas abandonan l" ."r, y .,o tiene cosas
voy corriendo. L. ñe entretenido... Usted también
tardan en irse a la ciudad por un salario de 20.000 frrrr.ár, y
q,r. h"..r. Venga a verme, si le apetece, pero cuando el tiempo
buena comida y buen alojamiento. ya no se les llenan lo, .h".r-
á.jore. Mamááebe de pensar qr" *. h. dt*otado bebiendo5
clos de barro y pueden ir al cine.7
[apintoua's, de pirutou, medio litro de vino].
-¿Nunca ha salido con chicas?
-Adiós, señor.»
-Había muchas chicas, antes, en mi barrio, ¡una hermosa Desaparece por el callejón detrás de la casa La'' donde
la
juventud! Mi hermana se casó bastante joven con un buen pri_ de zapatos y
.orttrrnbr. *r.rá" que los ie su barrio se cambien
mogénito del barrio de Rey. Le gustaba bailar y lo pasaba muy en-
equilibren la cargaár, ,l.r, motos o en sus bicicletas antes de
1. Guida
frentarse al largo trayecto que les sePara de sus casas'
guarda lou bestia. Ha luts dens la maysou. Ha lous mdrquats,
e
tiene k porta uberte. Ouey ne bolin pas mey d u paysa la hennes.
2. Mes perqué?... pourtan ne seren pas malerouses dap gargons serious
coum bous,..
1. Quéspiaben la pousissiou, lou portau autan coum I'homi'
3. Lou semia nby pas toust€mt lou recortat; arré défixe que cau bire t/e coundi'
- 2. Qw coumpreni qu, tou'goridru tribail ques per hens aqueros
?atlycl lat lous bieilhs qui toustem tienen lous sos. S,en y o ibnn, drs poude tions.
equipa! Qu'ey poudut ooumpam ue ,,faucheuse mécanique, et que coupi jertout
3. Quet cau maridat, se disen lou mounde.
Per tan penen qué sie (300.000) mes que cau tira de dret ta s'en sourti.
4. AithoÁ qtte toque «u m€s), Per tatx petit que sie"' Et puch
i tor ou h
4. Ma quet aydats?
raisou hu mestié de paysa quey hére descridat.
5. Oui, lou Crédit agricole, lou génie rural. *:t
6. Lou besi qu'a croumpat hu ffactur. Qu, tirerelt tan qir; pourqu;, mes aprls? Qué n'escapi"' l'
5. 4: ?:*,
uotr stp h( PMse
dre uotre temps - ror, ,ra du trauail uous aussi.., uenez tne
7. N'an pas mey ola hangue, aus escbps et que podin ana tau cinéma. apintouat"'
mis cuan hu'tems sie me1, beroy. Mama qué ba pensa quém souy

tiz r53
APÉNDICE IV r¡r.' vitlgrr. Y además están los vieios' Nadic quiere provocarles
Otro diálogo enrre un habitante del pueblo y un campesino ,i,,1,,,. A rodo el mundo le gustarfa mimarlos' acariciarlos'
Pero
preocu-
r¡' l);rsil uno la vida peleando potq"t tiene demasiadas
cansado' Las chicas quieren
¡,,,,'i.,,t"r, porque está demasiado
l,','", ,,, ind.p.ttd..rcia, poder comprarse algo que les gustesin
a vivir
rr'rrrr (lue ,.nii, .rr.rr,"r. No, ninguna va a querer venir
,tr¡ttÍ", (L.C.).

nMira, el otro día fui a casa de Ra., uno


de los más ricos «lc
la co.marca. Le dije: "Tú te crees que eres el amo
de ," g;;nj;
¿verdad? Crees que todos esos campos y esos viñedos ,.
necen. Te crees rico. pues mira lo q". ,. digo, tú
i.r,á-
eres el .r.trun
de tu tractor. ¿Qué es lo que tienás .on ,Jd",
.r", ,i.r;Jli:
tienes millones de bienes al sol, 4 o 5 millones.
¿y t.r.go qué?
Calcula lo que ganas; sí, toma papel y lápiz_ Arer
si te Errr.r.r,
los métodos de antes se han *i"úrdá; .l ."-p.riro lu.
no hace números, que no se pasa el día"hor" con la libreá y ,l É¡,
en la mano, no va a ninguna parte. Calcula lo
que f. a", p",
hora de trabajo a tu padie, , tu m"dre, tt', h..-rrr"
qrr. ,.
echan una mano, calcula lo que ganas tú. ya " verás qu. ,.ábrrá,
cogiendo la cartera y tirándoia ala barura. Supón
qu. qri.r., ,
una chica: ¿tú crees que querrá venir aquí, p"r" p"r".r.
.l dta
currando y volver por- la noche a casa y ,.rr.. que
ordeñar las :

vacas, molida (hate de mau)? Las hijas de campesino


conocen
la vida de campesino: la conocen demasiado pr."
qrr.r., , ,,
campesino. ¿Y levantarse todas las mañanas a las .lnál Aunque
te quiera, preferiría casarse con un funcionario d.
.orr.or, it.
enteras? Sí, un carrero o un gendarme incluso.
Cuando la rü,
es demasiado dura, no se tiene ni tiempo
para el ,-o.. S. pru
uno el día currando. ¿Dónde está el
"-fr? ¿eué signifiá el
amor? vuelves a casa molido. eso le llamas-tJ
¿A vidai No hay
chica que la quiera, una vida ,ri. No hay sentimiento
ni afecto
154 t55
rffi¿"

APÉNDICE V ,'t,tt,ttutt' lllt ticrrrr clc los lttrtcPasackrsl':tl hlrlritl' ¿[rtllc a otra
la pctrsi(lrr c()lllo cx combatiente y
La historia ejemplar de un segundón cle f'amilia humilde ,,.,,,,, ,, 1,,,r4 «.1t,é? Clobro
'1,,,1,'r¡ttr't(:lt[lo sesent,
y.i'''io años cl rrtiro de los trabajado-
,.' ¡,,1'11,,..1.,r. ilrroy bien de salud y me siento muy feliz ¿e P.o.
,lr rct u[rilt'rt.tc, sin que me t"ole'tt nadie' de
las labores del
, rrrl)(). i¡ui"r.,-r'r.ho a esos campos, llevo cuarenta años tra-
l, rt,rrrtlol«rs, mientras que los de las fincas
vecinas están abando-
t, ¡,1,,t.,

rI I I(( ) SII(IUNDÓN DE FAMILIA HUMILDE


rr ilNVil{SACIÓN EN BEARNÉS)
Nacido en 1885, Lo. es el primer segundón de una famili;r
[.ou., nacido el 16 de noviembre de 1896 s¡ §¿';
«En
de siete hijos que vive en una pequeña finca (20 ha. aprox.). I lir l. una
ido a la escuela hasta los 12 años. En 1916 trabaja en las min,r, ,,,,,' ,i.,*po, lavida era muy dura' Yo era el penúltimo.de
l,rrrrilia de seis hijos. Mis padres no eran muy
Essen hasta 1918 en calidad de prisionero de guerra.l uCuant|r espabilados-y-se
regresé, mi hermano mayor se había casado. Pasé dos años corr 1,,,rrrtlran la vida áo.,
difitultad' Eran aparceros en casa de Ha''
vender para
la familia, trabajando. Fuimos mucho de juerga después de ll ,l,rntlc tenían unas Pocas tierras que tuvieron que
guerra. Yo no bailaba, pero jugábamos partidas de cartas inter- l),r[,.ur una deuda.
Áí q"t, dgsde muy joven' me "colocaron"
i,,,lru , mis hermanos. Me llegó el turno cuando tenía
siete
minables y hacíamos "verbenas" en los cafes. F,n 1923 me mar-
de Ba' Guardaba el
ché de casa. ¿Por qué? Me senría incómodo teniendo que pacar .rrros y me vine a ganarme el sustento a casa
un sueldo con mis padres o con la nueva familia de mi herma- Las vi de todos los colores y pasé ham-
,,,,,,"áo en los boi'qrr.r.
no. Me marché para emplearme como criado en casa de un pa- i,r. | -i.a. @e üts benus d'e pou y de .hami)' ¿La escuela? ¡La
vecinas me
riente, en la del hermano mayor del marido de la hermana; re- ,,r.yo. parte del tiempo las mujeres de la casa o las
nía mi edad y él solo tenía que llevar toda la finca, que era rf ,,,í',"Ui" para que lle,ara las
vacas a pastar o me ocuPara de ir
a menudo ya lo
grande. Había vuelto enfermo de la guerra y tenía una familia ,, .r-p."rl ¡El zueldo, de diez ft""toi anuales'
plato fuer-
numerosa. Murió en 1960. La viuda y los hijos
-ya son mayores l,abían .obádo por adelantado (crubat d'abance)!El
patata hervida'
ahora- me consideran como el jefe de la explotación. tc era la media sardina salada, a veces con una
no saben la suerte que tienen! ¡Cuánto
-¿Por qué no se casó? iÁy, i"t jóvenes de hoy
-Tendría que haber enconrrado a una heredera. yo no te- rrrás tienen, más se qrr.¡"" (mey i dn mql es plagnen)!Ntededor

nía dinero para instalarme por mi cuenta. Y, además, me sentía cle los !2 aios hic. ia p'i-tt" comunión
en esa casa' Cuando
feliz así. Me sentía apegado a esta casa, a los hijos, a la " terre rne hicieron la revisión médica, me declararon inútil para el
r.r"Li. -ffltar por estrecho de pecho' No me gustaba bailar'
to"ocido a mujeres' madres 1: fu-
_ 1. Só1o consignamos aquí los pormenores más significativos. Las auto- ;ó";;;;iseria había! He"entregaban" por dos perras chicas'
biografías otorgan una importancia más que considerable al servicio militar y milia numerosa, que se
salir' ¡no te-
a la guerra. Con eso .ompr"b"r, el pan' Cuando habría podido

r56 t57
w
nla dinero para vestirme! La pequeña finca donde vivo desde APE,NDICE VI
hace tiempo la tengo gracias a mis abuelos. Le hablan dado ¡ Autoridad excesiva de la madre y celibato
mi madre 2.000 francos de dote con la condición de que lor
empleara con el fin exclusivo de comprar rierras que no podrfr
venderse mientras viviese. Mis hermanos y hermanas Íre acostr.
ban para conseguir su parte. Tuvieron que esperar a eue nucs.
tra madre muriera en 1929. En ese momento, les tuye que dar
su parte mientras que yo habla sudado sangre trabajando'esa
tierra.
,¿El matrimonio? No había dinero. ¿Cómo casarse? (Quin
se cal¿ marida?) Íbamos a pasar las noches en las posadas dc
Lesquire (qu'anabem, noueyteyá en Lx auberyes), e yeces a Pau,
Yo fui uno de los famosos cupelis. Llamaban así a los mozos IIAMILIA SE
que habían sido declarados inútiles para el servicio militar, pero
que fueron llamados a filas en 1916. A la vuelta, exploté mi pe. nEl padre pertenecía a una familia relevante' Discreto, muy
queña finca con la ayuda de unas cuantas empleadas. Nos he. bien educado, r.tn po.o bebedor. Se casa con una mujer más jo-
mos corrido algunas noches de juerga de espanto, con algunos ven (en parte graciás a su pensión de guerra) y de una familia muy
compinches del barrio, solteros como yo o mal casados., importante, g.trp" y algo pretenciosa. Ella le da cuatro hijos'
No se atrevía a oPonerse a los deseos de su mujer' Como
había dinero [la pensión], ella llevaba un tren de vida un Poco
disparatado. Acudía al mercado los lunes y los jueves pare man-
,.rr.rr. al corriente de los chismes locales y par?- hacer valer el
relumbrón de Ia familia en Pau.
A los críos los atan corto. Les hacían sentir que eran de
familia relevante. Estaban hechizados por la madre, que toma-
ba todas las decisiones. En los asuntos importantes, los hijos
siempre respaldan la opinión de la madre' La hija salía con un
-Cot
g.tdrr-.. el pretexto de que estaba enferma, la tuvieron
áo-o qui.r, dice secuestrada durante dos años' La madre se
opo.rla a la boda porque el gendarme era de una familia dema-
,ádo humilde. A partir de ahí, la autoridad de la madre se afir-
ma. Normalmenti, un hombre ha de pensar más en la granja
que en la casa. El ganado es sagrado. A menudo el establo y la
gra"jaestán mejoriuidados y son de mayor tamaño que la casa;
una tras otra' lJna
f,.ro ,.r.rlt" que las granjas han ido cayendo
casa dirigida pot ,rt á mujer no tarda en irse al suelo' Hay deci-

158 t59

&,
:-w€

.sroncs quc L[r¿r mujcr no puedc] ni s¿rllc t()rnar. l,a hija ¿rcll[)(1 Lr l,r¡s crlnflictos siempre vicncn rk' llrs tttttjcrcs. l-as nueras
sá'dc¡se. uno de los chicos consigui<i cas¿lrse en cl. Halrí¡r rcrrr ,,,t,r.rlcs tienen miedo de los conflictos con las suegras' Las ma-
do que marcharse, pues la pensión del padre se acabó crr¡r¡rr, ,lr,',, vicrfrrs dicen: "Tendrían que casarse'" Pero es una manera
murió (1954). Los hijos, recurriendo a un albañil, recon.srnly{, ,1,' |,,,.,.,rse valer. También hay muchos solteros que dicen:
ron una parte de su granja. Ahora el matrimonio para ell«rs ,i ¡r= '.¡N1 icrrtras esté mamá!" La madre vieja adquiere una importan-
plantea. No tienen ni asomo de personalidad. No salen. Ni lr,r , ,,, ,'*.g.r"da. La presencia de la madre reduce la urgencia
del
blar de plantearse una modernización de la maquinaria. Acrrh¡rr ,,,.,rri,,Ionio. puede ocurrir aveces que sea un.freno"'
Tr-Éié,
de comprar una segadora. Los pasros están descuidados y llcrr.t lrrr condiciones así todo va a peor' El utillaje es rudimenta-
de aulagas. Ylos árboles sin podar. Los vi, el otro día, rr:rrrt.r,,
¡a n,, y las ganancias insignificantes' El mantenimiento del utilla-
y barrancas estaban reparando un rastrillo de madera! L,a r.,*¡ ¡, ,', ,,r*y importante. Las máquinas van por
delante de la casa'
está descuidada. La madre sigue firme, empeñada en defendcr.cl i,,',, ,ruj.r no p,r.d. estar al tanto ni hacerse cargo de esas co-
prestigio de la familia relevanre, un propósito desproporcio,rrrhr ,,.r\, u.ll eje que gira mal, etcétera. La casa, tan importante ante§'
con el estado acrual de la finca, (4. B.). ,',r,i ahora á.r.Lid"d", hay goteras en el tejado' Tienen miedo
,1,' lccurrir at Crédit Agricole [caja de ahorros agrícola]
porque
y,r endeudados y' además, rnarnd ne bou pas (mamá.no
r:stán
FAMILIAJA ,1,,i"re). La madre g.riiorr", más o menos' el presupuesto'.Ellos
,,,, 1r*.d., .o-prá, prácticamente na{a' Tienen dificultades
nFl padre estaba jubilado y era muy buena persona, y oca de la madre (1959)'
1,,,." prg", el entierro
sionalmente un bebedor considerable. No tenía salud y estalr:r ' Sorirí.,imas de la educación. EI tiempo parece consumirlo
muy gordo. Pero, sobre todo, había vuelto "sonado" de la guc. r.,rlo. Los tres hermanos son más conscientes cada día que pasa
rra y no mostraba nada de carácter en casa. Su mujer se impus«r ,lc su incapacidad para reaccionar pese a contar con ayuda ex-
a toda la gente de la casa. Muy autoritaria. Iba .on much" fr"- r"rna. Proáucen una sensación de fatalidad' Están aplastados
cuencia al mercado, los lunes y los jueves, para estar al tanto clc
¡,or el peso de las ruinas.
En condiciones semejantes-el matri-
las noticias, cuidar las relaciones, manrener su influencia, dársc- ,ri se plantea. La situación financiera es difícil' la reputa-
las_de daune (dauneyfl. Con la consiguiente pérdida de tiempo, ',,o.tio
.,i<in dudosa, la boda de uno u otro de los tres hermanos
se
mayor (48
y los gastos y las compras; y, además, cuando la mujer sal., la vuelve imposible. Se habló de la boda posible del
casa queda vacía. El follón. Cotilleos, foronovelas, las mujeres rríros) con una muchacha del barrio, de origen Yasco'
veintidós
así introducen en la casa preocupaciones de otra naturaleza. La demasiado pa-
lños más joven que é1. Es un buen chico, ¡pero
casa por dentro está descuidaday dejada. La granja no esrá en rado y de*asi"do torpe para esa muchachita vasca tan vivara-
condiciones. La mujer sigue acudiendo al mercado a vender al- ,h^ i explosiva! Y .to qrl. tienen una finca preciosa junto al
la
gunas docenas de huevos y rener un pretexro para poder ir a tindéro d^.1 borq.r.. Actu"lme,tte, ellos mismos se ocupan de
Pau. Los hombres empiezan a acostumbrarse a cocinar un colada, además áe las labores del campo' (A' B')'
poco. Es una deshonra pafa un hombre y se sale de las normas Nacido en 1922, el mayor, que se convirtió' a la muerte de
establecidas. Poco a poco se van desanimando; cada vez acuden su madre, en 1959, en el jefe de una explotación de 30 hectá-
más tarde al trabajo. La mujer es quien lleva la granja. Ella se reas de las cuales hay 10 de bosques y helechos' fue a la escuela
preocupa de la comida, de que los hombres estén presentables. municipal hasta los 13 años' luego trabajó en la explotación fa-

160 161
miliar hasta el servicio milirar, ayuda«lo por sus dos hermnnEl AI'[iNDICE VII
menores. Reclutado en los campos de uaba¡o juvenil en
l94lr Urr iutcnto de generalización: el celibato en dieciséis cantones
fue enviado a Alemania como sro [serviciá aa rr"ur¡o óbG rut¡tlcs de Bretaña
gatorio] en 1943, donde estuyo empleado como rornero
en uffi
flíbrica de sajonia. oEl trabajo allí es mucho más auro qu.
,i-ii
campo.» Fue liberado en 1945.
nCuando murió la madre, nos enconrramos los tres
solol,
¿Y cómo casarse? Nunca hemos bailado. Íbamos a veces
al b¡ilc
para mirar. La vida no es muy risueña. Tenemos preocupacio.
m_ul serias,_ los gastos de reparación del tejadá. No somc¡r
1es
ricos. Yo hago la comida, arreglo la ropa y me ocupo
de lavol
los platos. Cuando matamos .l cerdo, ,i.rr.r, lo, ,.iirro, y
noi
echan una mano. No es un día muy divertido. A los r..iíor,l Con el propósito de comprobar si los fenómenos constata-
sobre todo a las vecinas, no les faltan pretextos para rLrs en el Bearrre presentan un carácter de generalidad'
hemos
dedo en la llaga.,
-.,., cl (es
oprado por estudiar dieciséis cantones del centro de Bretaña
,l.l.ir, t35.433 habitantes) cuya población se ha reducido en
Esta inves-
rirás de un 100/o enrre el censo de 1948 y el de 1954.r
rigación (efectuada en colaboración con el señor Claude Seibel'
,,i*ir,ir,r"dor del Instituto Nacional de Estadística) ha puesto
en el
tle manifiesto una marcada subnupcialidad de los hombres
t:onjunto dela zona estudiada. A falta de poder diferenciar con
¡.le la población disper-
o',"yo, precisión la población aglomerada
'h..rro, zona seleccionada' los muni-
li^, ,.prr"do, dentro de cada
cipios con -¿, d. mil habitantes aglomerados en cabecera. la
lrár último, se ha dividido la fracción rural de lazona estudiada
cn función de la categorla socioprofesional del cabeza de
familia
(véase cuadro en páginas siguientes)

cantones escogidos son los siguientes: en Cótes-du-Nord'


Bour-
1. Los
briac, Callac, Corlay, Gorrá.., Maél-Carhaix, Rostrenen' Saint-Nicholas-du-
Pleyben'-Si-
l)elem; en Finistére, Carhaix, Cháteauneuf-du-Faou' Huelgoat'
La Faouet, Gourin' Guéméné-sur-Scorff' Los
zun; en Morbihan, Cleguerec,
en
municipios siguientes, que cuentan con más de mil habitantes aglomerados.
en Cótes-du-Nord' Callac'
i, .rU.l.r", h"r' qu.dráo excluidos del estudio;
Rostrenen; en Finistére, Carhaix, Cháteauneuf-du-Faou' Huelgoat'
Pleyben;
Gourin, Guéméné-sur-Scorff' De los 123 munici-
en Morbihan, Le Faouet,
pi", a. la zonaestudiada hemos conservado I 14, todos rurales y catacteriza'
como media)'
áo, por.,, Ur¡, densidad (45 habitantes por kilómetro cuadro

t62 163
Proporciones de soltcror¡ rntlt lr Bretaña central y la ciudad dc Rennes

Zona d¿ estudio (16 Ciudad d.e Rennes

CSP del cabeza -¡$-rqrtcoks conjunto c


- sexofem'
Sexo rnasc. Sexo lrÑofem' §?2masc'
Población total 46.122 Itt,¿44 67.253 es"18o 51'203 61'514
Porcentaje 100
41.936
100
2t,t,
rrl0
'"'irió 1oo
ióó 1oo 1oo

50,9 o/o 4l,l o/o 45,2 o/o 43'!'/"-


Solteros 53,4 0/o 44,4 0/o
4t,l qt ll,tt 7o
'ü,4 "42 38'7
De los cuales: hijos 43,6 39,2 34,6 33.',7

Cabeza familia 3,7 1,1


'1lt.á
J,g
-
i,t 3,8 2,8 2'7 4'5
Otros parientes 3,r 2,9 l,{ l,l 2,,6 '
2,5 0'6 1'2
Pensionistas v criados 3 t,2 l,{ t|l 2,5 7,2 3'2 4

Casados 19.865 19.838 l0,09fi t0.390 29.961 30'228 o/o


26'702
44,3 o/o
o/o
43,1o/o 47,3 0/o
47,8 tlt \l,i-rt, 44;5 % 51,4 43,4

De los cuales: Cabezafamilia 38,7 0,3 44,A t,4 40,6 0,7 48'6 .l',l
| tg,e o'1 40
: 35,6
Esposa 42,1
Hijos 2,9 3,4 11 )7 2,9 1,8 1,7
Ascendientes 0,9
2,4 LtL

o,l 0,7 0,8 o'2 0'2


Otros 0,6 0,4
1,1 0,1
0,4 0,2 0,5 0,3 o'7
o/o
0,4
Viudos y divorciados 3,5 0/o 8,3 0/o 6,9 oit 24,5 ;Á 4,6,Á o/o
14,6 3,4 13,2 %
De los cuales: Cabezafamilia 1,9 4,6 5,7 21,8 3,1 ll,2 2'6 1',0'7

Ascendientes 1,3 J,) 0.7 1,9 1,1 2,8 0'3 1'8


Otros 0,3 0,4 0 o,a 0,4 0,6 0'4 0'7
Población de 18 a 47 aios 28.473 25.634 22.086 26.730
8.134
Porcentaje del total 42,4 37,6 43,7 43,5
31

100 100 100


100 100 100 100 100 0/o
0/o 31,6
Solteros 52 o/o
32,7 0/o o/o 48,4 0/o 30,5 0/o 29,2
38,9 0/o 26
De hs cuales: Hijos 24,8 17 17,6
38,9 27,8 2g,g 18,5 36,4 <)
Cabeza familia 4,3 0,7 4,3 1,5 4,7
4,2 3,5
Otros parientes t,) aa 1,1 t,4
3,8 2,4 1,9 t,6
Pensionistas y criados 4,4 2 6,5 7,4
5,0 1,8 2,9 2,4
0/o
66,9 o/o 69,3 0/o 64,5
Casados 47,3 0/o
65,5 0/o
59,9 0/o 69,8 0/o 50,8 0/o
De los cuales: 0,8 64,r 1,6
Cabeza familia 40.2 0,3 53,3 2 43,8
Esposa 57,8 58,5
56,4 60,7
Hijos 6,2 7,6 3'8
6,3 /,4 6 6,7
0,6
Otros 0,8 0,8 0,5 0,4 o,7 0,7

t64
Se ve que, en la población agrfc«rla, cl porcentaje de soltc-
ros de sexo masculino de IB a 47 años dc edad alcanza el 52 o/o
-de los cuales el 38,9 % de hijos del cabeza de familia y 5 o/o de
criados- contra el 38,9 o/o entre la población no agrícola y cl
29,2 o/o en la ciudad de Rennes. Para la franja de edad de 29 a
38 años, el porcentaje de solteros declarados como hijos del ca-
beza de familia es parricularmente elevado entre la población
agrícola, o sea el 28,3 o/o (sobre el4l o/o) conrra e|5,7 o/o (sobrc
el 11,8 o/o) en Rennes para la misma franja de edad.
Siempre menor que enrre los hombres, o sea el 32,7 o/o
contra el 52 o/o en las caregorías agrícolas, el 26,0 o/o contra
38,9o/o en las categorías no agrícolas, el índice de soltería de las
mujeres no parece independiente (relativamente, al menos) de
la residencia y de la categoría socioprofesional. Las curvas de Ia
Foto 1: La labranza'
gráfica derecha ponen de manifiesro una concordancia notable
entre los índices de las diferentes categorías, mientras que la Las mujeres no sólo se ocupan del corral y, en especial, del,ganado:
tamb*"
ctel heno yli:^
los
comparación enrre las dos gráficas evidencia hasta qué punto déipan de manera activa en las labores del campo, como la slega
labranza' una
difiere la situación de los hombres y de las mujeres.l ..r."1.. y l" r.rdimia. Asimismo, les toca guiar ia 1'u"t' dut"'te la
bueyes a arar recto'
tarea particularmente cansada porqrr. hry qrre obligar a los
Así, a mayor escala y en una región diferente, se observan
hechos idénticos a los constatados en Lesquire: los hombres que
viven de la agricultura y residen en regiones remotas rienen una
posibilidad sobre dos de quedarse solreros; las mujeres, por su
parte, no son tributarias de los determinismos vinculados al lu-
gar de residencia o a la profesión. Que las explicaciones pro-
puestas para Lesquire, muy probablemenre, sirvan para dar ra-
zón del fenómeno global no quita que no se puede deducir de la
identidad de los efectos una identidad de las causas y que un
análisis sociológico de las condiciones particulares resulra im-
prescindible.

2: Vista aérea de la parte oeste del pueblo de


Lesquire'
Foto
continua' a
Las casas del pueblo se aprietan, formando una línea de fachadas
han conservado la puerta- de arco de
lo largo de la calle Mayor. Casi todas
medio punto que servía para dar paso a las carretas cargadas Ot.lt"o',t1,:'
1. Para Ia comparación con los datos válidos para toda Francia, véase la la pocllga' et galll-
revista Popuktion, n: 2, 1962, págs.232 y siguientes. patio interior, situado en la parte trasera de la casa, están
lagar y el henil'
nero y las conejeras. rr¡¿, Ai¿, .L granero, con el establo' el
la casa y de un centenar
L,r.gá, .l hrr..á, una lengua d. ti'.r., del ancho de
1,66 por una hilera de parras'
d. ,i.t.o, de longitud delimitada a ambos lados
;II'

Foto 5: (Ina granja aisl.ada de las colinas.

La casa y los graneros forman un patio cerra-


do por los cuatro lados, lo que confiere al con-
lunto la apariencia de una fortaleza.

Foto 3: La parte este drl pueblo de Lesquire.

Foto 4: El centro delpueblo, Foto 6: {Jna casorut dbandofiada


r

Foto 7: El baile de la asociación de agricubores ganaderos.


)/

Foto 9: El baile de la asociación de agricubores y ganaderos'


en si-
Plantados al borde de la pista, un grupo de hombres mayores observan
lencio. Como impulsadoi pof 1a rentación de participar en el baile, a'anzan
a

veces y estrechan el .rp".io reservado a las parejas que bailan' No ha faltado


de agri-
.ri ,.,á d. los solteros, iodos están allí. El día del baile de la asociación
mundo al Paseo, y todo el mundo baila'
cultores y ganaderos todo el acude
no bailan nunca, y ese día no es una excepción'
h"rt, lor',,ul.josr. Los solteros
mu-
P..o .ttor.á, flaman menos la atención, porque todos los hombres y las
Foto 8: El baile de la asociación han acudido, ellos para tomarse unas coPas con los amigos y
.ieres del pueblo
sobre las posibles bodas'
de agricubores y ganaderos. .llr. prr, ..pirr, cotillear y hacer conjeturas
Scgttrrtlit lritt'lr,

l,¿rsestrategias matrintoniales en el sistema


rle las estrategias de reproducción
El beneficiario del mayorazgo' eI hijo primogé-
nito, pertenece a la tierra' Ella lo hereda'
K. MARX,
Esbozo de una crítica de la economía política

El hecho de que las prácticas a través de las cuales los cam-


de. su
pesinos bearneses trataban de garantizar la reproducció.n
iinaje al mismo tiempo que lá reproducción de sus derechos
sobre sus instru*entos de producción presenten unas regulqri'
d.ad.es evidentes no permite considerarlas el producto
de.la obe-
ái.rr.i, a unas ogl^. tl^y que romPer, en efecto' con el juridi-
cismo que impiegna todavía la tradición etnológica y qY'
tiende .r",", .trJq,ri", prácúca como ejecución': elecuciín de
"
una orden o de un plan en el caso del juridicismo ingenuo'
que
de
actúa como si las prácticas fueran directamente deducibles
reglas jurídi.", .*pr.r"-ente constituidas y legalmente sancio-
,r"'¿", o d. pr.r.rip"iones consuetudinarias en las que se inclu-
y.n rr.r.ion., *ool., o religiosas;1 ejecución de un modelo in-

1. Entre las innumerables pruebas de que la etnologla no sólo ha toma-


do pr.rtrdo, de la tradición ;r.idic, concePtos, herramientas y problemas'
manifiesta como
sino también una teoría de la práctica que nunca resulta tan
..r la .elr.i¿r, que establece .rrir. lo, nnt-b"' de parentesco' y las oactit,d^es
d. p"..rt.r.o» bastará con citar el empleo eufemhtico que hace -Radcliffe-
Sr.;; tq* aiun deciafather-righty moiher-right' nderecho del padre' y nde-
del término
recho de i, madrer, paia ref.ri,,e ai patriarcado y al matriarcado)
nes difícil de traducir. ve-
inglés jural: uql términor, comenta iouis Dumont,
,.io, q,r. no sólo quiere decir "legal" o "jurldico". Se trata de las relaciones
q".:li.¿." definirse hablando dI dtbttt' y de derechos"' de deberes y de
á.r..ho, consuetudinarios, exista sanción legal o sólo sanción moral
even-

tualmentecomplementadamedianteunasanciónreligiosa.Setrata,ensuma,

r69
c()nscicnte, cn el caso del cstrr.rctrrrltlisnro, (lr.rc restaur.a, lr;r¡,, ,,1
, rrn, l,t l)itl'titura mttsical y su cjccrrcirill'l l)c hccho' cl sisterna
vclo de lo inconscienre, la teoría dc ra práctica del juri«ri, irrrr,,
,1, 1,,.' .lis¡r,rsiciorles inculcadas por las concliciones materiales
ingenuo al representar la relación enrre la lengua y lá pal,rl,r.r, ,,
,f, ,'.,',,.,,.i,r y Por la educación fámiliar (por ejemplo.' el habi'
entre la esrrucrura y la práctica, sobre el moJelo de la r.cl,r, r,,,r
,,,,, ,1,,,' .,r,r*ii'.ry. el principio generador y unificador
de las
que esas prácticas tienden a
¡,,,,,,i.,rs cs fiuto de
las estructuras
de las relaciones que son objeto de prescripciones precisas, formalcs,
,,1. s.
l, ¡rrrtlttcir', de modo que los agentes sólo pueden reyroducir,-1
de personas o de cosas, (L. Dumont, Introduction ) deux théories
d,ttr,ltttttl,¡, o imitar consclentemente'
logie sociale, París, Mouton , 1971, pag.40). Ni que ,1,1, rr, lcitrventar inconscientemente
decir riene que ,,,,, ,,.,1, ,,,
de la pr4rtica semejante no habría sobrevivido^en una tradicián ,,,nr():r todas luces evidentes, o como las más convenientes o'
et.rLi¡;,r, a
que más bien habla el lenguaje dela reglaque el de la estrategid,ri
nu ,,,u¡,.,u .' n( lll:lrnente, más cómodas, las estrategias ya comProbadas
afinidad con los presupuesros inscritos en la reración entre el-obserraclrr y (o' como
objeto y_que se imponen en la construcción misma del objeto
rrr rlrr', pr)retr€ han regido las prácticas desde siempre
udes-
sean explícitamenre tomados como objeto. A dife¡encia
-i.n,,,,r',,,, ,ir,,'rr los antiguos expertos dt lot usos consuetudinarios'
dei observad,rr, ,,r
rente del_dominio práctico de las reglas que trara de aprehender ,1,' ticnrpos irrm.*oriales'), parecen inscritas en la naturaleza
en las prrtr rr
,1,'l:rs cosas. Y como toda, t'a' estrategias' tanto si se trata
cas y en los discursos, el indígena sólo consigue ,pr.h..rd..
de
el sistema dc r,rr
relaciones objetivas -del que sus prácticas o r,r. ái..,rr.os represenran
orrrrr Lr,, r¡rtc pretenden Ia transmisión del patrimonio en
Sararrtizaf
i,,,"giid"d y la cánservación de la familia en la jerarquía eco.-
tantas actualizaciones parciales- mediante secciones, es decir,
en forma de r"l,¡ ',,,
ciones que sólo se presentan de una en una, o sea, sucesivamente,
ciones de urgencia de la vida cotidiana. con lo que, impulsado
en las sitrr,r ,,,,,r,i.íy ,o.i"l .o-o de las que pretenden gararlt\zar la conti-
,,,,i.I,J 6iolOgi., del linaje y-la reproducción de la fuerza de
por Ia intcrnr
gación del etnólogo a efecrua¡ una ¡econsideración reflexiva y
casi teóri,..r
,,,,tr^¡o, distai mucho de ser automáticamente comPatibles'
a
sobre su práctica con, en la mejor de las hipótesis, ra asistenciai.r
o.ror,rg.,,
sólo el habitus' en
el info¡mador mejor informado produce u., dir.r.ro que aúna dos
sistema, ¡,.r., d. la coincidencia de sus funciones' sin
,,,",-r,o sistema de esquemas que orientan todas las opciones
opuesros de lagunas: en ranro qre discurso de rafamiriiridad,silencia
tod. k¡
que no hace falta expresar porque es de cajón; .rr,r.r,o que funda-
rastero, sólo.puede seguir siendo completamenre inteligitle
discurso para er.fit. ..rnseguir la explicación cornpleta y sistemática' puede
siempre y.r".i'd,, en.cada
,',cntir Ia casuistica imprescindible para salvaguardar'
excluya todas las referencias directas a casos particulaie, (.,
de.ir, j gr*a.-
.rso, lo esencial, r.tr, costa de un quebrantamiento de
las
rasgos, todas las informaciones direcramente vinculadas
a nombres [ropin*
que evocan y resumen todo un sistema de informaciones previas).
" el
nnormas» que sólo existen como tales para .iuridicismo de los
Cor.. .l
indígena se siente tanro menos propenso a recur¡ir .onfi"d"-..rtá
l .-pt* ctnólogos.
del lenguaje de la familiaridad cuanto menos familia¡izado le prr...
á*,
quienle interroga con el universo de refe¡encia de su discurso (lo
q,r. trr.lu..
en la fo¡ma de las preguntas planteadas, particulares o generales, ob-
ij,or"rr., o -áó ,i.rrd.r, impedirle alcanztr la verdad objetiva de esa aprehensión
a
informadas), se comprende que sean ,"n po.o, los etnóiogos en efecto'
."p"á. de intui¡ jetivante: el acceso a ese conocimiento del tercer género PresuPone'
la distancia entre la reconst¡ucción científica del mundo-ind igrr^y conocimiento.obje-
l" .*f.- qll. .rto se dote del medio de percibir 1o que. hace que el
riencia indígena de ese mundo, que únicamente se revela primera
en lás siláncios,'las tiro d.l mundo social sea radtalmente irreductible a la experiencia
elipsis y las lagunas del lenguaje de la familiaridad, abocado
a una circuración deesemundoqueconstruyelaverdaddecualquierexperienciaindígenadel
restringida a un universo de conocimiento mutuo casi perfecta
donde todos mundo social.
los individuos son nombres propios y todas las situaciones nrugares
comu- 1. Citando sólo a Saussu¡s¡ «La parte psíquica tamPoco está entera-
nes'. Las condiciones mismas que conducen al etnólogo a una nunca
áprehensión mente en juego: el lado ejecutiuo no está- implicado' pues la ejecución
objetivante del mundo social (y, en particurar, ra situaJión de foárt..o, individual y el individuo siempre Ia domina;
q,"r. es obra de la masa; ,i.-p" es
implica la realización real de todas las rupturas que er sociólogo générale' Pa'
r,.n,o'"'.ro t" U"-r..-o, la pakbrÁ (F. de Saussur e' Cours de linguistique
encerrarse en las ilusiones de la familia¡idad está obligado
a ejeátar decisoria- rís, Payot, 1960, Págs' 37-38)'

170 t71
il..n rl tilt1r clistancil c<lnsiclc,retllr rlc lrt rt'rtlitlrrtl tlc
l1ls 1>rácticas,
Así pues, la transgresión del principio dc la preeminellciit
he-
masculina que constituye la cesión a las mujeres de no sólo un¡¡ ,' l,rs lttttro¡'rólogos quc, medilultc stts cstáticlts taxonomías'
falsos
parte de la herencia, sino de Ia condición de heredero (h/re' r,'rt'irr las áa, ¿1 l"s ue.e, clel dcrecho romano' plantean
14 masculino y héretlre, femenino) es la óptima para llamar ll los que engendraría aquí la distinción ca-
¡,r,,lrlcmas tales como
,',',,ricl entre los sistemas áe sucesión monolineales y
los siste-
atención del observador atento, es decir, preuenido, a todas llt
estrategias desplegadas para defender los intereses (socialmente rrr,rs bil¿rterales o de cognación'1
definidos) del linaje o, lo que es equivalente, la integridad dcl 'l'odo obliga, po, J contrario, a plantearse que el matrimo-
patrimonio. De igual modo que los etnólogos han reducido al rri. ,.., f.,rtá de la obediencia a una regla ideal, sino el pro-
los principios
matrimonio con la prima de filiación paralela el sistema matri' ,lut'r<r de vna estrategid.que' como echa mano de
inteiiorizados de una uadición particular' pue-
monial de las sociedades bereberes y árabes porque ese tipo de ¡,r'.rf undamente
ésta o
matrimonio, que no representa más que una estrategia matri' ll.' ,"p.od.r.ir, más inconsciente que conscientemente'
,,,1,,i'lia de las soluciones típicas que distingue explícitamente
esa
monial entre muchas, y no la más frecuente, forzosamente dc,'
vástagos, primogé-
bía parecerles el rasgo distintivo de ese sistema por referencia a r,,r,lición. El matrimonio á. ."da uno de sus
u1 p1o-
las taxonomías de la tradición etnológica, de igual modo la ma' rrito o segundón, varón o hembra, plantea a la familia
a todas las
yoria de analistas han caracterizado el sistema sucesorio bearnés l,lcrna paíti.ula. que sólo puede "tól"t' recurriendo
poil"t tradiciones sucesorias o matrimo-
por el nderecho de primogenitura integralr, que tanto podía fa- l,.rsibilidade, ofr..id", Como si
vorecer a la hembra como al varón, porque la sujeción a los Iri.l"s p"ra garantizat L p.'pttt'"tión del patrimonio'
función supre-
constreñimientos de su cultura jurídica los condenaba a apre- t,,.lo, lo, -Idio, fueran b,,*o' para cumplir esa
taxonomías del juridi-
hender como un rasgo distintivo de ese sistema lo que no es rrra, puede recurrirse a e,t'"ttgi"i que las
más que una transgresión de los principios en los que se mani- .. i.,-,-to untropológico inducir"ían
a considerar incompatibles'
fiesta todavíalañterza de los principios. En efecto, sólo la nece- tanto cuando se transgrede el nprincipio de la predominancia
sidad de conservar a toda costa el patrimonio dentro del lina.ie rlcl linajer, tan estimaio po' Fortts, p-ara deiar en manos
it I?:
tlende
,,r.rjerei la perpetuación del patrimonio como cuando
se
puede llevar a la solución desesperada que consiste en enco-
mendar a una mujer la tarea de asegurar la transmisión del pa- olrr.l.rro mediante artificios jurídicos si.es
" -irri-ir".Ias consecuencias
" ".r,r1".,
nefastas para el patrimonio de las
trimonio, fundamento de la continuidad del linaje, en el caso necesario,
sucesión o cuan-
áe fuerza mayor constituido por la ausencia de descendiente concesiones inevitables al régimen bilateral de
objetivamente
varón y sólo en este caso: es sabido que la condición de herede- clo, más generalmente, se somete a las relaciones
ro no recae en el primer vástago nacido, sino en el primer hijo
varón, incluso cuando ocupa el último lugar en el orden crono- de modo
1. Los errores inherentes al juridicismo nunca se Presentan
lógico de los nacimientos. Este trastrocamiento de la represen- del derecho y de los
tan manifiesto como en los trabajás de los historiadores
la naturaleza de los documentos que
tación tradicionalmente admitida se impone de manera indis- ,.,ror, , lo, que su formación, y también
p"ttit'I"', amalgama de caute-
cutible en cuanto se deja de considerar las reglas sucesorias o utilizaban (tales como, .,' las actas notariales'
de una
ir. ;"tfai.", producidas po' lo' "ot"ios profesionales' conservadores
matrimoniales como normas jurídicas, al contrario de lo que los uti-
,."ái.i¿r, .r,rdirr, y de protedimientos efectivamente ProPuestos.por
hacen los historiadores del derecho que, incluso, y sobre todo, lizadores de sus serviciás) inducían a canonizar
en forma de reglas formales

cuando se basan en el estudio de actas notariales, meros regis- sucesorias y (véanse las notas bibliográficas' en
las estrategias -'ttimo"i"les
particrlarllas números 9, 10, 12 y 14' págs' 209-10)'
tros de los fallos del sistema (actuales o potenciales), se mantie-
t73
172
inscritas en el árbol genealógico a t«rrlas las rnani¡rulacioncs nc- r;rrrto, fTtcilcs clc tollrar o, Ittci<lr tttirt, ltl t¡rtc t'l cspacitl lroclológi-
cesarias para justificar ex dnte o ex plst los paralelismos o lar .«r, cs clccir, físictl, cle lt¡s rccorrickls y clc los itincrarios realm€n-
alianzas más conformes con el interés del linaje, es decir, con lil r.'' cfcctuadt)s es para el cspacio gcométrico de un mapa como
salvaguarda o el incremento de su capital material o simbólico, r.(.1)resenración imaginaria de todos los caminos y todos los iti-
nResulta que han descubierto que son parientes muy cercalx)§ ncrarios teóricamente posibles; y, ampliando la metáfora, las re-
de los X.r, decía un informador, odesde que éstos se han convcr- lrrciones genealógicas no tardarían en borrarse, cual caminos
tido en "importantes", con la boda de su hija con el hijo de Y,, ,,lr"ndonados, si no fueran objeto de un mantenimiento conti-
Se suele olvidar que los árboles genealógicos sólo existen conro nr.ro, aun cuando sólo sean utilizadas de forma discontinua' Se
tales, sobre todo, en las sociedades que carecen de escritura, gra- rrrenciona a menudo lo difícil que resulta restablecer una rela-
cias a la labor de construcción del etnólogo, el único capaz dc tión que no se ha mantenido en buen estado mediante inter-
hacer existir tota simul, o sea, en su totalidad en la simultanci- cambios regulares de visitas, de cartas, de obsequios, etcétera'
dad, en forma de un esquema espacial capaz de ser aprehendido (*No podeÁos dar Ia impresión de que sólo vamos para pedirles
uno intuitu y recorrido indistintamente en cualquier dirección, ,r,r favorr): del mismo modo que el intercambio de obsequios
a partir de cualquier punto, la red completa de las relaciones dc oculta su verdad objetiva espaciando en el dempo unos actos
parentesco a varias generaciones, de la que el conjunto de rela- cuyo «toma y daca» revela de forma cínica su reversibilidad por
ciones entre parientes contemporáneos, que es un sistema de rela- .l -.ro hecho de yuxtaponerlos en la sincronía, la continuidad
ciones de aso db€rnatiuo, no representa en sí mismo más que una cle las relaciones mantenidas en el decurso del tiempo como si
parte.l Las relaciones de parentesco efectiva y actualmente co- sólo interesaran por sí mismas oculta la función objetiva de las
nocidas, reconocidas, practicadas y, como suele decirse, nculti- relaciones que c;n toda claridad pondría de manifiesto una uti-
vadasr, son, para la genealogía corustruidd,lo que la red de cami- lización discontinua de los beneficios que son susceptibles de
nos realmente mantenidos, frecuentados y recorridos, y, por lo conllevar en cada caso. Como el mantenimiento de las relacio-
nes incumbe, evidentemente, a aquellos que, al ser los que más
beneficio esperan de ellas, no pueden alavez mantenerlas en es-
1. Los cabileños distinguen explícitamente entre los dos puntos de vista
tado de funcionamiento y ocultar su función más que ucultiván-
que se pueden adoptar sobre las relaciones de parentesco según la situación,
o sea, según la función asignada a esas relaciones, es decir, tbaymath, el con- dolas, continuamenre, la parte de los parientes nútiles, entre los
junto de los hermanos, y thadjadith, el conjunto de los descendientes de un uparientes teóricos, detallados en la genealogía no para de cre-
mismo antepasado, real o mítico. Se invoca el thal,math cuando se trata de ..r, ,in que haga falta hacer nada para ello, a medida que uno se
oponerse a otro grupo; por ejemplo, si el clan es atacado: es una solidaridad eleva en las .ierarquías reconocidas por el grupo: en resumen'
actual y activa entre individuos unidos por vínculos de parentesco reales, que
son los sobrinos lát qu. hacen el nepotismo' Basta, en efecto'
pueden remontarse hasta la tercera o cuarta generación; el grupo que une el
thaymath representa sólo una sección, más o menos amplia, según las cir- con preguntarse por qué y cómo acuden a los poderosos todos
^roúri.tor,
cunstancias, de la unidad total de solidaridad teórica que designa el thadja- .ro, sobrirás nietos y sobrinos bisnietos para darse
dith en cuanto conjunto de relaciones de parentesco genealógicamente fun- cuenta de que si los más importantes son también los que tie-
dadas.
"Thaymath es de ahora, thadjadith es de ayerr, se dice, y con ello se nen las familias más importantes, mientras que los uparientes
manifiesta que la ofraternidad, (thaymatb) represema un papel infinitamente
pobres, son también los más pobres en parentela, es porque, en
más real que la referencia al origen común, con la que más bien se expresa el
ese ámbito como en cualquier otro, el capital va al capital, pues
esfuerzo para justificar ideológicamente una unidad amenazada que el senti-
miento de una solidaridad viva. la memoria de la parentela y la propensión a cuidarla es función

175
174
tlc l..s lre ,cflcios nratc'ialcs «r s^irrrlxiric.s (r.c ,se
guir «r;¡1l¡iy¿ndo, los lazos fámiliarcs.
¡rucdc' crrr*e rrr,rtr irrronirrltelnlrién ha de garantizar la salvaguarda del patri-
l
rrorrio, y cllo cn un universo económico dominado por la esca-
r,'¿ tlt'l rlinero.l Como la parte del patrimonio tradicionalmente

Admitiendo que el matrimonio de cada uno lr,'r,'.Lrtlr y la compensación pagada en el momento del matri-
de los hijos re, lnorri«r s«¡n, de hecho, lo mismo, es el valor de la finca lo que fija
presenre para una familia el equivalente
de una jugada ,,,,u' .l irrr¡r«rrte del adot (de adoutá, hacer una donación, dotar), el
partida de carras, se ve que el valor de esa jugadi (Jdibracl,,
",.,
se r u,rl tlctcrmina, a su vez, las ambiciones matrimoniales de quien
gún los criterios del sistema).depende d. i"".alid"d
d.l ,;;";;,, trcrrc'tlcrecho a é1, del mismo modo que el importe del adotexi-
en el doble sentido, es decir, de la mano como
conjunto rle: r,rrr
tas.recibidas, cuya fuerza es definida por las ¡ir.l., por la familia del futuro cónyuge depende de la importan-
,.g1", a.f
de la forma, más o menos hábil, de ,iilir^r las"cartas. ¡.*g", f
r r,r tlc los bienes de quien aspira a entrar en ella. De lo que resulta
Én i,rr,,_ (lu(', por la mediación del adat,la economía regula los intercam-
palabras, dado que las estrategias marrimoniales
siempr.,. ;r;;"' lrios rnatrimoniales, habida cuenta de que los matrimonios tien-
p.onen, por lo menos en las familias más favorecidas,
nbuen matrimonio» y no sólo un matrimonio,
h"..i ,,,, ,1.''¡r a celebrarse entre familias de posiciones parecidas desde una
., d..ir, optirrri. ¡rt'rspectiva económica. Indudablemente, no basta poseer una
zar los beneficios ylo minimizar ros cosres
económicos o simbrl .
licos del matrimonio en tanro que transacción lirrrn hacienda para ser una familia relevante: jamás serán consi-
de un tipo mrry .|.'ladas tales las casas que sólo deben su rango o su riqueza a su
particular, esas estrategias se rigen en cada caso
por.l ,dor.l,íl .oclicia, a su tesón en el trabajo o a su falta de escrúpulos, y que
patrimonio material y simbólico que puede
,., i.rrr.rrido .u-i, son incapaces de manifestar las virtudes que cabe esperar de los
transacción y por el modo d. tr".rr-irión
del patrimo.rio qt,.
define los sistemas de intereses propios de los lirandes, en particular, la dignidad en el porte y el sentido del ho-
difer..r,., p'r"- rror, la generosidad y la hospitalidad; y, a la inversa, la cualidad
tendientes a Ia propiedad del p"t.i-ário
asignándole, d.r.Jh,r, dc familia relevante puede sobrevivir al empobrecimiento.2 La
diferentes sobre el patrimonio según su sexo
y su rango de naci-
miento' Resumiendo, el modo de sucesión especifica,"en
funcióll
de criterios tales como el rango de nacimienio, 1. La investigación que ha servido de base a estos análisis se efectuó en
r", posibilidades
matrimoniales genéricamente vinculadas a lo, 1959 y en 1960, y se retomó luego, en 1970 y en 1971, enel pueblo al que
derc.ndi.rte, J., llamaremos Lesquire y que está situado en el Bearne, en el corazón de la co-
una misma familia en función de ra posición
de esa familia en ia rnarca de colinas situadas entre el Gave de Pau y el Gave de Olorón.
jerarquía social, identificada, d. m"rr.r,
principal, p.ro .ro .*- 2. En las ¡elaciones entre los sexos, era con ocasión de Ia celebración de
clusiva, con el valor económico de su patrimonio. una boda cuando se afirmaba con mayor rotundidad la conciencia de la jerar-
Por mucho que sufunción primera y directa quía social: uEn el baile, un segundón de medio pelo (u caddet de petite garbu-
consista en pro_
porcionar los medios,d, g r la reproducción del li"";i, y, re) no se acercaría demasiado a la segundona de los Gu. [campesino importan-

por lo tanro, la rep.odu.clón.r^otir te]. Los demás no habrían tardado en decir: "Es un pretencioso. Quiere sacar a
de su frrrr de trabajo, f" .rr.í.gí,
bailar a la primogénita de esa casa importante." Algunos criados bien parecidos
sacaban a bailar a veces a las herederas, pero no era frecuenre, fl.-P. A.). ¿Co-
ll O sea, que Ia utilización de las genealogías como ideología tendente rresponde a una oposición clara en el ámbito económico la fuerte distinción
a justificar las estrucruras políticas ,,ig..r"t.. (..r".1 establecida entre las ncasas relevantes, y los «pequeños campesinos, (lou pay-
.".o de la tribí ,r"b., ;;; santots)?De hecho, aunque el historiograma que representa la distribución de
no es más que un ."ro p"rtlul", y particularme",.
¡ielllo)
las
,ig"in.r,iJi. los bienes raíces permita distinguir tres grupos, en concreto! las haciendas de
funciones que pueden asignrrse 1". .r,rú.,ur., J. p"r.rr,...o.
" menos de 15 hectáreas (175), las haciendas entre 15 y 30 hectáreas (96) y las

176
177
w*

oposición que aleja de la masa clc krs carn¡rcsilr«rs a una «arist,- so-
l)cto por los valores dcl
horror (aurxtd,y por le consiclcración
cracia, distinta no sólo por su capital rrratcrial, sino también prr imposibili'l'd(dt,1:]::L:11:
. itl de la que es objeto, implica [a
su capital simbólico, calibrado en fu,ción del valor del conjuirt, considerados uniones desacertaoas'
rlcterminaios matrimonios
de la parentela, en ambos linajes y a lo largo de varias geneiacio-
l'lsos grupos de condición ni son del todo dependien-tes :f.::]
nes,1 por su estilo de vida, que ha de poner de manifiesto su res-
,,,do írrd.p.ndientes de sus bases económicas'
y':""H::::i
en el rechazo. oe
ta
l'rrlte la consideración del interés económico
hacer grandes-sa-
haciendas de más de 30 hectáreas (3 1 ), las líneas de división enrre esas rres circ- trnión desacertada, una «casa humilde' puede
gorías nunca son muy marcadas. Los aparcer os (bourdls-mieytadés) y ros granjc- r,rificios económicos para casar a una de sus hiias
t"rr ':l:':::
','tf:^ti.p'::.t"
ros (bourdés en ffirme) son muy poco numerosos; las haciend". diñnuia,
génito de familia ,.lJ,r"nt.' (n¡Lo que he tenido
qf
(menos de 5 hectáreas) y las grandes haciendas (más de 30 hectáreas) reprc- n"tt|"]l'
sentan una proporción ínfima en el conjunto, el 12,3 o/o y el 10,9 %0, respcc-
cnlo."rl" donde estál Con las otras no Yoy a poder pueoc rc-
tivamente. De lo que resulta que el criterio económico no tiene entidad para rnientras que un primogénito de ufamilia relevante'
ot
determinar por sí solo unas discontinuidades importantes. sin embargo, la per- chazarun partido -á;;".;;"1.'o dttdt el punto lt:l"::t-T"
el rnargen (re
cepción que se tiene de las diferencias de condición que marcan la oposición mico para^casarse de acuerdo con su rango' Pero
entre los dos grupos de familias es intensa. La familia relevante no sólo es reco-
disparidad admisible sigue siendo restringido' I'
ti:l:it
::oc
nocible por la extensión de su hacienda, sino también por todo un conjunto dc
signos, tales como el aspecto exrerior de la casa: se distinguen casas de dos plan-
r.,-irrl determinado, l"as diferencias económicas tmptoen'
tas (maysous de dus souhs) o «casonas» (mayous dr meste) y las casas de una sola hecho, las uniones. Ét ,.,,,-tt', las desigualdades *: i:t::T
parttcutTes' en
planta, vivienda de los granjeros, aparceros y campesinos humildes; la ncasona, tienden a determinar puntos de segmentación qu.e
:l
campo dei"s pareja, páiblt', es decir' Iegítimas'
se designa también por el portón monumenral que da paso al patio. nlas chi- interior del
grupos de'condi-
casr, afirma un soltero, nmi¡aban más el portón (lou pourtaté) gue el hombre., la posición d. ,r, f"-ili" l, ií;.,"'quía de los
l. Así calculabaun informador cuando se le piiió q,l. .r,pli.r." por qud ('Madeleine'
ción social asigna obietivamenit ' t'd' indiuiiuo
consideraba que una boda reciente era un nbuen matrimonior:
"El padre de la pequeña ¿. to, p.,',.;;;;;;;'u" i¿" aParar a casa de los
la chica que fue [a casarse] a casa de Po. era un segundón de La. de Ábo, qu.
vino a saint-Fausr para casarse en una buena casa. El primogénito de ra fami- M., L.o F'r).
lia, hermano de éste, había conservado la casa en Aboi; .r, Ár..t.o, pero lue- Los principios que, mediante el adot' tienden't"t1"1t^::
tolttt"t::-t1
go se marchó a la sNCF [ferrocarriles nacionales franceses] a parís. se casó *rtri-onio, .rr,r. ámilias demasiado desiguales' eI
con la hija de La.-Si., un comerciante importanre de pardies. Todo eso lo sé con Proposrr'u
de una especie de cálculo implícito de óptimos
porque se lo oí decir a mi madre. De sus dos hijos, uno es médico en pa¡ís de ser
de optimiza, ,t brr;i;;; *o*;nt -matrimt'nial
susceptible
7 'i*b'iti'o los lí-
[médico inrerno residente de un hospital], el otro es inspector de la sNCF. El dentro de
padre de la chica que fue a casa de Po. es el hermano de ese personaje., Se ha proporcionado por ía transacción
podido comprobar en muchos orros casos que los agentes poseen una infor- mites de la irrdepenáencia económica de la
familia' se combi-
mación genealógica totala escala del ámbito de matrimonio (lo que presupo- nan con los principios que otorgan la suprerni""'1":l::Y:t
las estrategtas ma-
ne una movilización y una actualización permanentes de la competencia)i de
y la primací, lot p.iÁgénitoi para definir
iri-tni"l.r. El" privilegio"oro'g'áo al primouénito'
lo que resulta que un engañoso farol es prácticamente imposible i"Ba. es muy mera retra-
importante, pero su familia, cerca de Au., es insignificante»), pues cualquier
individuo puede ser devuelto en cualquier momenro a su ,rerdad objetiá, es ducción genealógica di la pri macía absoluta"conferida:l-:'^i.
la preemt"t":]1
decir, al_valor social (según los criterios indígenas) del conjunto de sus parien- tenimienlo de la integrid"á d.l patrimonio' y como
concurren'
tes a lo largo de varias generaciones. No ocurre lo mismo cuando se trata de reconocida a lo, .rrieribro, ,"ron., del linaie. a.los
prohibir
se verá, para propiciar una homogamia t"'itt'
un matrimonio lejano: oQuien se casa lejosr, dice el proverbio, «o e¡g¿6¿ 6 .. al
que podría suscitar
hombres lo, *-",ri-o;i;r ;. abijo arriba,
engañado [sobre el valor del producto].,

178 t79
T*-

cl af'án de optir.ización del lrcncfic:i, r.atcrirrl y simbólico: cl sc liqui<la cu cl monretrto clc la lloda, casi sicrrtPrc tn t-'-ttlli::
plrra evitar el fraccio¡amieuto dc la hacielrda, y,
primogénito no puede casarse demasiado arriba, no sólo por tc- excepclonal-
entonces'
mor a rener que devolver algún día el adot, sino también, y, ,r',..r,a, en forma de parcela de tierra (mera fianza'
sobre todo, porque su posición en la estructura de las reraciir- ,i"-pr. susceptibledi ,., rescatada mediante pago de. un im-
nes de poder doméstico resultaría amenazada, ni demasiad, pur,á fi;^do d. a menudo se identifica equivocada-
abajo, por temor a deshonrarse con una unión desacertada y ".r,.-rno),
rrlente con una dote, por'mucho que no sea más
que la contra-
su renuncia a la
enconrrarse así ante la imposibilidad de poder dotar a los sc- panida otorgada lor'*grrrdones a cambio de
" en el juridicismo
gundones; en cuanto al segundón, q.r. pu.d. menos aún que cl tierra. Pero es necesario, áquí también, no caer
catasual' presen-
primogénito afrontar los riesgos y los costes materiales y simbó-
f,r., ,.rr.i,,ryendo las gerr.alogí", por la matriz de un nrégimen
licos de la unión desacertada, tampoco puede, sin exponerse a raría como 1", ,ror-"i d. universal
"pii.".ión de los inter-
una condición dominada y humillanre, caer en la teniación dc sucesorio, tan irreal .orno ü, modelos mecánicos
un
contraer un matrimonio manifiestamenre muy por encima dc cambios matrimoniales, un procedimiento que sólo.ofrecería
su condición. En la medida en que representaba para las fami- recurso úhimo al cabezade familia preocupado
por Ia salvaguar-
extrema de dine-
lias campesinas una de las ocasiones más impo.tante, de llevar ¿" ¿. t" integridad del patrimonio.i La escasez
a cabo intercambios monerarios y, al mismoiiempo, intercam- ,. frf"ia" (d"ebida, al menos en parte, a que la t\qt"zay.! to3;
bios simbólicos idóneos para afranzar la posición áe ras familias dición social se ."tiUrrb"" ..r'p,i-tt iug"' ttt .fi::tul dd
pro-
aliadas en la jerarquía social y pana reafiimar al mismo tiempo tamaño de la hacienda) hace que, a pesar de Ia postLttltdad
esa jerarquía, el marrimonio, que podía dete¡minar el ,tr*.rr,o,
la conservación o la dilapidación del capiti material y simbóli- exPertos locales',escogi-
,ibG dJ, hr.ienda recurriendo, en caso de litigio, a
co, constiruía, sin duda, la base de la dinámica y de la estática diferentes partes. Se llegaba a unacuerdo sobre el preclo del <lor-
clos por las
como base de la
de toda la esrructura social, evidentemente, dentro de los lími- nal, (journadr) a. ."-por, U*quE, o helechales.tomando
barrio o del pueblo vecino'
tes de la permanencia del modo de producción. valoración el precio ¿. á.ifguna finca del
".*,
El discurso jurídico, al que los informadores suelen recurrir Esos cálculos eran bastante .""..o". y, por ello, aceptados Pot,toqot; ::,P:t
19001'
g.*pf.,para la finca Tr. la estimación fue de 30'000 francos [hacia
para describir la norma ideal o para dar cuenra de algún caso
Vivían allí el padre, Ia madre y seis hijos, un chico y:'::^:h.tt"::1^TT:-
singular tratado y reinterpretado por el notario, ,educe a reglas 22'500 ttancos que nay
génito le d''.' tl ttt"to, o sea' 7'500 francos' Quedan
es de 3'750 francos'
formales, a su vez reductibles a formulas casi matemáti."s,"lrs que dividir .., ,.i, p"rr..i ; ;t* de las 'egundt'nas
p"gáo' en metálico y 750 francos
complejas y sutiles estrategias mediante las cuales las famirias, que puede convertirse .., ¡.oob francos
edredones' lou ca'
que son las únicas que tienen competencia (en el doble sentido de ajuar, como sábanas, toallas, trapos dt t*i"'' camisas'
binet (elarmario), que siempre ,pott'b* la novia' 0'-P.'Ai)' r -- ^-^-/
del término) en esas materias, tratan de navegar sorteando los econo-
l. Todo par.ce irrdi.ri q,. .t l' trans[ormación de las actttudes
peligros conrrarios: cada segundón tiene derecho a una parre micas y la introducción d. nr.uo,
valores lo que' Presentand"
]: :::l"t^::i
soDre
determinada del patrimonio,l el adot, que, porque, .r g.rier"l, más que una comPensación de la equidad como un derecho verdadero
cada vez más
.i frli-o,ri",h"il.r"do 1o, campt'i"os bearneses a recurrir
" lt:-tt^1lt]:' j"t
ol..i¿r, po' tl .iurídico.y i
necestdad de l::
al empleo de las armas 'itrt-' la sus
1. Igual al rercio de la hacienda cuando la familia cuenra con dos hijos, juristas que, conscientemente o no, rendían a producir
la parte del hijo menor es de (p-p/4)/n, siendo entonces la parte d.l p.iáo- propios servicios por el mero hecho de formulailas estrate8ias
matrf:::lf:
y de cargarlas ast oe
génito Pl4 + (P-P/4)/n, donde Pdesigna el valor atribuido il^h^.irid^y n o s,r..rori", en el lenguaje y lalógicadel derecho erudito
el número total de hijos. Se procedía a la estimación lo más p...im po_ virtualidades contrarias a su principio.

181
180
como suele decirse, uhaceu al prinrrtgÚrrittl', y c{ifbrentes infor-
porcionada por la cosrumbre de escalonar l«rs prrgos a lo largo clc
madores afirman que en tiempos pasados el padre era libre de
varios años, e incluso posponerlo, a veces' hasta el fállecimient«r
decidir según su santa voluntad el importe de la compensación
de los padres, el pago de la compensación resultaba a veces im-
otorgada á 1o, ,.g,rrdones, pues ninguna regla fijaba las pro-
posible: no quedaba más remedio entonces que recurrir al re-
en numerosas fami-
p"r,o .r, el momento de la boda de uno de los segundones o dc ¡-ror.ior.r; en cualquier caso, sabiendo que
iia, los jóvenes matrimonios carecían, hasta el fallecimiento de
i, *tr.r,. de los padres, es decir, saldar los adots en forma de tie-
los uviejosr, de toda información y, a mayor abundamiento, de
rras, con la esperanza de restaurar algún día la unidad del patri-
cualquier control sobre las finanzas familiares (y" qut el fruto
monio reuniendo el dinero necesario para recomprar unas tie-
rras vendidas para pagar los adots o dadas en forma de adots.l
d. todat las transacciones importantes' como las ventas de ga-
nado, quedaba bajo la custodia de la anciana dueña de la casa y
Pero la finca familiar habría estado muy mal protegida si el
ua buen recaudo» guardado en el armario -lou cabinet-), cabe
adoty, por ende, el matrimonio hubieran dependido totalmen-
la duda acefca de la aplicación literal de las reglas jurídicas, al
te y en todos los casos del valor del patrimonio y del número 1ll

margen de los casos que el derecho y sus notarios tienen que


de herederos legítimos, y si no se hubieran conocido otros me-
conocer, es decir, los casos patológicos, o los que produce por
dios para alejar la amenaza de la segregación, unánimemente
anticipación el pesimisrno jurídico I 9ue, siempre previstos en las
considerada una calamidad.2 De hecho, son los padres quienes,
capitulaciones, son estadísticamente excepcionales:1 en efecto,
el'cabezade familia siempre tiene la libertad de hacer de más y
1. En aplicación del principio según el cual los bienes de abolengo no de menos con las ureglas, (empezando con las del Código Ci-
pertenecen t"nto rl individuo como ai linaje, el rotracto de sangre, o gentili- vil) para favorecer, más o menos secretamente, a uno u otro de
cio, concedí, a cualquier miembro del linaje la posibilidad de recuperar la po-
,,r, ñi;or, con donaciones en metálico o con ventas ficticias (ba
sesión de cualesquieia bienes que hubieran sido alienados. ula "casa madre"
(la maysou maymne) conservaba "derechos de rerracto" (lous drets de retour) bente, uhacer venta»). Nada sería más ingenuo que llamarse a
,obr. i", tierras entregadas como dote o vendidas.' Es decir, ucuando se ven- engaño con el término de nreparto,) que se emplea a veces Para
dían esas rierras, se .Áí, q,r. tal o cual casa renía derechos sobre ellas y se le deiig.tat los uapaños» de familia que tratan de evitar la segrega-
ofrecían en primer lugar, fl.-P. A.). ción de la hacienda, o sea, ula institución del heredero', efec-
2. Aunque no se haya pensado, en el momento de la investigación, en
proceder urr" interrogación sistemática para tratar de determinar con qué
"
fr...r.rr.i" se producían las segregaciones en el decurso de un período deter-
,.gr.g"d" *"e tres hijos, uno de los segundones renía que dar la vuelta al ba-
minado, p"..i. qrr. Ios ejemplos son escasos, incluso excepcionales y, debido
r.rio f,"r" llevar los caballos a un campo alejado que le había sido atribuido,
a ello, fieimenre conservados por la memoria colectiva. Se cuenta así que, ha-
(P. L.). oA veces, Para seguir siendo los amos, había primogénitos que ponían
cia 1g30, las tierras y la casa de Bo. [una gran casona a dus solid fireron segre-
sus tierras en venta [para presentarse ellos mismos como comPradores]' Pero
gadas entre los herederos que no habían sido capaces de entenderse amistosa-
también pasaba a veces que no conseguían recomprar la casa' 0'-P'A')'
Áe.rt., desde ese día, está iod, ucrurada por zanjas y seros» (toute *outzade de
1. Íodo hace suponer que ias innumerables cautelas con las que las ca-
barats ! de plecbs). (Había especialistas que venían de las Landas y que cava-
pitulaciones proregen el adot, y que rraran de garantizar su uinalienabilidad,
ban zanjas para dividir las propiedades.) uA resultas de las segregaciones, ocu-
,,, i-pr.r..iptibilidad y su carácter de no embargable' (garantías- y avales,
rría a1re.es-que dos o tres matrimonios convivían en la misma casa, cada uno
ucolocación,, etcétera), son fruto de la imaginación jurídica' Así, la separa-
con sus habitaciones y con su parte de las tierras. Es el caso de las haciendas
ción de los cónyuges, es decir, Ia disolución de Ia unión, circunstancia que,
de Hi., Qu., Di. En casa de An. hay pedazos de tierra que nunca se ha podido
según las capitulaciones, implicaría la restitución de la dote, es algo descono-
reintegrar. Algunos se han podido recomprar después, pefo no todos._ La se-
cido en la sociedad campesina.
gr.g".1ó., .r."br.rn", dificultades terribles' En el caso de la hacienda dt Q"',

183
IU.).
tuada las más de las veccs arnis(os:rnrcrrrc (lo quc no cxcluye nr()nio y para cvitar las virtualidades clc clivisión de la hacienda
que se selle medianre una capitulación firmada anre notario), l;rrniliar como conjunto de relaciones concurrentes de apropia-
en el momento de la boda de uno de los hijos, y otras vccsr . irln del patrimonio que representa cada matrimonio' Todo su-
mediante tesramenro (muchos procedieron así, en 1914, al par- .. crlc como si todas las estrategias se engendraran a partir de un

tir al frente): tras valoración previa de la hacienda, el cabeza dc rrrirncro reducido de principio implícitos. El primero, la prima-
familia definía los derechos de cada cual, del heredero, que pe. , írr de los hombres sobre las mujeres, hace que, aunque los dere-
día no ser el primogénito,r y de los segundones, que aprobabau .llos de propiedad puedan transmitirse a veces por mediación
a menudo de buen grado disposiciones más ventajosas para cl ,lc las mujeres y, en abstracto, se pueda identificar la familia (la
heredero que las del Código Civil e incluso que las de los usos ,,1'¿¡;¿r), grupo monopolista definido por la aPropiación de un
y costumbres y que, cuando su boda daba pie a un procedi- t«lnjunto determinado de bienes, con el conjunto de quienes os-
miento de ese tipo, se les daba una compensación cuyo equiva- t('ntan derechos de propiedad sobre ese patrimonio, indepen-
lente recibirían los demás segundones bien en el momento clc (licntemente de su sexo, la condición de heredera sólo puede re-
su boda, bien al fallecer los padres. (acr en una mujer, como hemos visto, en última instancia, es
Pero, una vez más, también sería llamarse a engaño y cact rlccir, en ausencia de herederos varones, ya que las hijas están
en la trampa del juridicismo ir multiplicando los ejemplos dc: c<¡ndenadas a la condición de segundonas, independientemente
transgresiones anómicas o reguladas de las supuestas reglas succ- .lc su orden de nacimiento, por la mera existencia de un único
sorias: aunque no sea seguro que, como afirmaban los antigurls c:hico, aun siendo el más joven; cosa que se comprende cuando
gramáticos, nla excepción confirme la reg,lar, tiende en cualquier' se sabe que la condición de ncabeza de la casa, (capmaysoué), de'
caso, en tanto que tal, a acredit ar Ia existencia de la regla. De he- positario y garante del apellido, del buen nombre y de los inte-
cho, hay que tomar en serio las prácticas que evidencian que to- reses del grupo, implica no sólo derechos sobre la hacienda, sino
dos los medios son buenos para proteger la integridad del patri- mmbién el derecho propiamente político de ejercer la autoridad
dentro del grupo, y, sobre todo, de representar y de implicar a la
1. El cabeza de familia podía sacrificar, en aras del interés del patrimo- familia en sus relaciones con los otros grupos.l Dentro de la ló-
nio, la norma consuetudinaria que exigía que el título de heredero recayera gica del sistema, ese derecho sólo puede corresPonder (a la
normalmente en el primogénito varón: así ocurría cuando el mayor era in- rnuerte de los padres) a un hombre, o sea, al mayor de los agna-
digno de su rango o existía alguna ventaja real si heredaba otro hijo (por dos, o, en su defecto, al marido de la heredera, heredero a traYés
ejemplo, en el caso de que un segundón pudiera fácilmente propiciar por su
de las mujeres que, al convertirse en el representante del linaje,
matrimonio la unión de dos fincas colindantes). El cabeza de familia poseía
una autoridad moral tan grande y tan unánimente aprobada por todo el gru- tiene que sacrificar en algunos casos incluso hasta su apellido en
po que el he¡edero, según los usos y cosrumbres, no tenía más remedio que
acatar una decisión impuesta por el anhelo de garantizar Ia continuidad de la l. El jefe de la ucasa, tenía el monopolio de las relaciones exteriores y,
casa y dotarla de la mejor dirección posible. El primogénito perdía automáti- en particular, de las transacciones importantes, las que se trataban en el mer-
camente su tírulo si abandonaba la casa, pues el heredero era siempre, como cado, con 1o que se veía investido de la autoridad sobre los recursos moneta-
vemos aho¡a con claridad meridiana, aquel de los hijos que se quedaba en el rios de la familia y, con ello, sobre toda la vida económica. Confinado en la
terruño, en casa. E incluso vemos ahora a ancianos cabezas de familia sin hi- casa las más de las veces (lo que contribuía a reducir sus posibilidades de ma-
jos que buscan, no siempre con éxito, a un verdadero heredero, es decir a un trimonio), el segundón sólo podía adquirir cierta independencia económica
pariente, por le.jano que sea -un sobrino, por ejemplo-, que acepre quedarse acumulando (por ejemplo, con el fruto de una pensión de guerra) un Peque-
en la finca y cultivar la tier¡a. ño peculio envidiado y respetado.

184 185
tr
:tras cle la ucasa, que se lo ha apropiatkl lrl
P.ncr entre sus manos ltczca al primogénitr) y quc cl llrilrrogÚnirtl perrcnczca a la derra,
sus tierras.r El segundo principio, la prirnacía del primogénito (lue la tierra herede, pues, clc rluic. la hcreda, para establecer
sobre los segundones, tiende a hacer del patrimonio el veidade- una estructura generadora de prácticas conformes con el impe-
ro objeto de las decisiones económicas y políticas de la familia.¿ radvo fundamental del grupo, es decir, la perpetuación de la in-
Al identificar los intereses del cabeza de familia designado con tegridad del patrimonio.
los intereses del patrimonio se rienen más posibilidaáes de de- Pero seria una ingenuidad creer que, a Pesar de la labor de
terminar su identificación con el patrimonio que con cualquier inculcación ejercida por la familia y conrinuamente reiterada
otra norma expresa y explícita. Afirmar la indivisibilidad del po- por todo el grupo, que recuerda machaconamente al primogéni-
der sobre la tierra, otorgado al primogénito, equivale a afirmar io, ,obr. todo' de casa releYante, los privilegios y los deberes
la indivisibilidad de la tierra y a determinar al primogénito a vinculados a su rango, la identificación se lleva siempre a cabo y
convertirse en su defensor y garante.3 En resumen, basta con siempre sin conflictos ni dramas. Los fracasos de la labor de in-
plantear la ecuación fundamental que hace que la tierra perte- .trI.".iótt y de reproducción cultural hacen que el sistema nun-
ca funcione como un mecanismo y que no ignore las contradic-
1. Para convencerse de la autonomía relativa de los derechos políticos en ciones entre las disposiciones y las estructuras que pueden ser
relación con los derecho.s de propiedad, basta considerar las formas que adopta percibidas como conflictos entre el deber y el sentimiento, ni
la gestión del adot. Por mucho que la mu.jer siguiera conservando t.Lri.r-..r-
ios ardides üamados para asegurar la satisfacción de los intereses
te la propiedad del adot (pues la obligación de restituir el equivalente en canti-
dad y en valor siempre podía llegar a volverse efe*iva), el marido ostentaba la
individuales dentro de los límites de las conveniencias sociales.
facultad de hacer uso de él y, una vez asegurada la descendencia, podía utili- Por ello los padres, que, en otros casos, podían modificar libre-
zarlo para dotar a los segundones (las limitaciones a su derecho de usufructo mente los usos y costumbres para satisfacer sus inclinaciones
eran, evidentemente, más estrictas, ya que se trataba de bienes inmuebles, y, (permitiendo, por ejemplo, que su hijo predilecto amasara un
en particular, de tierras). Por su lado, como la mujer tenía sobre los bienes modesro peculio),1 se senrían obligados a prohibir las uniones
aportados por su marido idénticos derechos a los de un hombre sobre la dote
des".ert"áas y a imponer, pasando por encima del sentimiento,
de su esposa, los padres de la esposa disponían de las rentas producidas por ros
bienes aportados por su yerno, los cuales administraban mientras vivían. las uniones más idóneas para la salvaguarda de la estructura so-
2. Cada vez que se ponen, como sujeto de la frase, nombres colectiuos ta- cial salvaguardando la posición del linaje dentro de esta estruc-
les como la sociedad, la familia, etcétera, habría que pregunrarse si, como re- tura; o, dicho de otro modo, a conseguir del primogénito que
queriría un empleo riguroso de esa clase de conceptos, el grupo en cuestión pagarael precio de su privilegio subordinando sus propios inte-
constituye reaimente una unidad, por lo menos en el planteamiento directa-
mente considerado, y, en caso de respuesta positiva, a través de qué medios
i.*t " losdel linaje: nYo he visto renunciar a una boda por cien
se aicanza esa unificación de las represenraciones de las prácticas á de los in-
francos. El primogénito quería casarse. "¿Cómo vas a Pagar a
tereses. El problema se plantea aquí con especial agudeza, puesto que la su- tus hermanos menores? ¡Si quieres casarte con ésa, vete!" En
pervivencia de la casa y de su patrimonio depende de su aptitud para conser- casa de Tr. había cinco segundonas; los padres habían estableci-
var la integración del grupo.
3. Prueba de que el uderecho de primogenitura» no es más que la afir- 1. De los muchos subterfugios para favorecer a un hijo, uno de los más
mación transfigurada de los de¡echos del patrimonio sobre el primogénito, la corrientes consistía en otorgarle, bastante antes de que se casafa, dos o tres ca-
oposición entre primogénito y segundones sólo es pertinente en las familias bezas de ganado qu., .rrtr.grdrs en gasalhes (contrato amistoso mediante el
dotadas de patrimonio y carece de significado para los pobres, minifundistas, .,r¡ ,. .rrlr.g"na un amigo de toda confianza, tras haber evaluado su valor'
obreros agrícolas o criados (oNo hay primogénito ni segundón,, dice un in- una o varias ."b.r", de ganado, se reParten los productos entre las partes' así
formado¡, ocuando el comedero está vacío»). como los beneficios y las pérdidas sobre la carne), producían buenas ganancias.

186 t87
do un régimen de favor para el prirrrogénito. Siempre le clabnn lrrecli«ls ltcccsalios p¿lra IItlrntcttLrr stt l'llll8(), y tcnía ttretlos liber-
el mejor bocado, y lo trataban a cuerpo de rey. A menudo Lu trrcl que los segundones de su fanrilia, o clue krs primogénitos de
madres miman a sus primogénitos hasta que empiezan a hablar ,,,,rgi, irrf.rior: uEl padre "solt*ba" ¡ls cuartos con mucha parsi-
de casarse... Para las hijas, ni carne ni nada. Cuando llegó el ,,,.,ii"... A menudá, no tenían ni para salir. Los jóvenes trabaia-
momento de casar al primogénito, rres hijas ya estaban casadas, l,rrn y los viejos se quedaban los cuartos. Los había (segundones)
El chico quería a una muchacha de La. que no renía un cénri- ,¡u. ,. ganaban algún dinero de bolsillo fuera de casa: se coloca-
mo. El padre le dijo: "¿Quieres casarte? He pagado [por] tres de li",-, d.ri"nt. una iemporada como cocheros o como jornaleros'
tus hermanas, has de traer dineros para pagar [por] las dos clrre Así tenían un poco de dinero, del que podían disponer a su an-
quedan. La mujer no está hecha para ser puesra en el aparaclor to.io. A r.ces, cu"ndo se iba al servicio militar, al segundón le
(lou bachiri), (es decir para lucirla). Ella no tiene nada. claban un pequeño peculio (u cabau): un rinconcito de bosque
¿QuC
puede aportar? ¿Su sexo?" El muchacho se casó con una hija de clue podía ixplotar, o dos corderos, o una vaca, lo que le permi-
E. Y recibió una dote de 5.000 francos. El matrimonio no fun- tía ganarse algún dinero' A mí me dieron una vaca, que entre-
cionó. Él empezó a beber y se embruteció. Murió sin hijos.rr grá ,r, ,tt igo en gasalhes. Los primogénitos, muy a menudo,
Los que querían casarse en contra de la voluntad de los padrcs ,ro terría.t t rd" y no podían salir. "Lo tendrás todo" (qu'at abe'
no tenían más remedio que abandonar la casa y correr el riesgo rds tout), decían los padres' y, mientras, no soltaban ni un cénti-
de verse desheredados en beneficio de otro hermano o hermana. mo.»i Así pues, la autoridad de los padres, que constituía el ins-
Pero, obligado a mostrarse a la altura de su rango, el primogéni- trumento principal de la perpetuación del linaje cuando los
to de casa relevante, más que cualquier etro, en ningún caso po- intereses de los padres coincidían con los del linaje, el caso más
día recurrir a semejante extremo, en flagrante ruprura con todas frecuente, podía volverse en contra de su fin legítimo y obligar
las normas del grupo: nEl primogénito de Ba., el más relevante al celibato, único medio de oponerse a un matrimonio rechaza-
de Lesquire, no se podía marchar. Fue el primero del pueblo do, a los primogénitos que no podían rebelarse contra la impo-
que llevó chaqueta. Era un hombre importante, concejal del sición de sus padres ni renunciar a sus sentimientos'2
ayuntamiento. No podía emigrar. Y, además, tampoco era ca-
paz de ganarse la vida. Estaba demasiado "enseñoritingado" (en- 1. Esta fórmula, a menudo expresada irónicamente Porque viene a ser
moussurit, de moussü, señor), 0.-P.A.). Por otra parre, mientras el símbolo de la arbitrariedad y de la tiranía de los nviejosr, conduce al prin-
los padres viviesen, los derechos del heredero sobre la finca per- cipio de las tensiones específicas engendradas por todo mod.o de transmisión
il podm y de los priuilegior que' como éste, hace pasar sin transición de la
manecían virtuales, de modo que no siempre disponía de los
.1"r. d. lá, he.edero. que no tienen nada a la de propietarios legítimos:_se
rrata en efecto de conseguir que los herederos acepren las servidumbres y los
l. La continuación de la historia no es menos edificante: nTras una se- sacrificios de un estado de Áinoría de edad prolongado en nombre de las
rie de peleas, hubo que devolver la dote a la viuda, que regresó a su casa. gratificaciones lejanas relacionadas con el mayorazgo'
Poco después de la boda del primogénito, hacia 1910, una de las segundonas 2. Todala crueldad de esta situació Í teratulogica, desde el punto de vis-
se casó en La., también con una dote de 2.000 francos. Cuando estalló la ra de las normas mismas del sistema que erige la continuidad del linaje en el
guerra, hicieron volver a la segundona que estaba casada en casa de S. [una valor supremo, está presente en este testimonio, recogido en bearnés, de. un
finca colindante] para que ocupara el puesto del primogénito. Las orras se- ,riejo soitero (I. A.), nacido en 1885, artesano y domiciliado en el pueblo:
gundonas, que vivían más lejos, se enfadaron mucho por esa elección. Pero atrabi1ar en el taller justo al acabar el colegio, con mi padre' Fui
"Empecé
el padre había optado por una hija casada con un vecino para incrementar el liamado a filas en 1905 y serví en el XIII regimiento de cazadores alpinos, en
patrimonio, 0.-P.A., 85 años en 1960). chambéry [...]. Al cabo de los dos años de servicio militar, volví a casa. Em-

189
188
Pero el estudio de estos casos patológi.or, ,i.-pre excepcio" vc:r la dificultacl, haciéndola clcsallarcccr, ctlltlldo, con la compli-
nales, en los que la autoridad ha de afirmarse expresamente pari¡ cidad del azar biológico que hace c¡uc e[ primogénito sea un va-
reprimir los sentimientos individuales, no ha de hacer olvidar tr¡. rrin, se puede dejar Ia sucesión en manos de un hijo único' En
dos los casos en los que la norma puede permanecer tácita por- cfécto, lo, prdr., pueden ejercer una acción sobre la mano limi-
que las disposiciones de los agentes se ajustan objetivamente a las tando el número á. ."r,", cuando están satisfechos con las que
estructuras objetivas, pues esta nconyeniencia, espontánea obvia han recibido: de ahí la importancia capital del orden de apari-
cualquier recordatorio de las conveniencias. ¿Cómo obtener de ción de las cartas, es decir delazar biológico que hace que el pri-
los segundones, los sacrificados por la ley de la tierra, lo que n«l mogénito sea un chico o una chica. La relación que vincula las
siempre se consigue sin esfuerzo del heredero, el privilegiado del .life"rentes estrategias de reproducción que son las estrateSias de
sistema? Indudablemente, no hay que olvidar, como incitaría a f-ecundidad y las estrategias matrimoniales hace que, en el primer
hacerlo la autonomización de las estrategias matrimoniales, quc caso, se pueda limitar á ést. el número de hijos y 1o :'el otro
las estrategias de fecundidad también pueden contribuir a resol- caso. si Ia llegada al mundo de una hija nunca es recibida con en-
tusiasmo (nCuando nace una hija en una casa», dice el proYerbio'
pecé a salir con una chica de Ré... Habíamos decidido casarnos en 1909. Elln «cae una viga maestrar), es porque rePresenta, en todos los casos'
aportaba una dote de 10.000 francos con el ajuar. Era un buen partido (u bou una carta ,ial", por mucho que' puesto que se mueve de abajo
parti). Mi padre se opuso formalmente. En aquel entonces, el consentimien-
arriba, ignore los obstáculos sociales que se imponen al varón y
to del padre y de la madre era imprescindible [a la vez ujurídicamenre» y ma-
terialmente; sólo la familia podía garantizar uel menaje completo, -lou mé- pueda, J. h..ho y de derecho, casarse por encima de su condi-
nadje garnit-, es decir, los enseres domésticos: el aparador, el armario, la caja ción, heredera, es decir, hija única (un caso nada frecuente, pues-
de la cama -el arcalheyt-, el somier, etcétera].
ttNo,
no debes casarte." No me to que siempre se espera tener un uheredero'), o hermana mayor
dijo sus razones, pero me las dio a entender: "No necesitamos a una mujer de ,t ao hermanas, sólo puede garantizar la conservación
,"iim
aquí." No éramos ricos. Habría sido una boca más que alimentar, y ya esta-
y la transmisión del paüimonio exponiendo e[ linaje, puesto
ban mi mad¡e y mi hermana. Mi hermana sólo se marchó de casa durante seis
meses, después de su boda. En cuanto enviudó, regresó y sigue viviendo con-
q,r., .. caso de matrimonio con un primogénito, la ncasa' resul-
migo. Por supuesto, podría haberme marchado. Pero anres que el primogéni- á, ., .i.rto modo, anexada a otra y que, en caso de matrimonio
to se instalara con su mujer en una casa independiente era una vergienza [u con un segundón, el poder doméstico queda en manos (después
escarni, es decir una afrenta que cubre de oprobio tanto al autor como a la de la mueite de 1os padres al menos) de un forastero; a la hija me-
vlctima]. La gente habría supuesto que nos habíamos peleado. No había que nor sólo se la puede casar, y, por lo tanto, dotar, porque no es de-
exponer en público los conflictos familiares [...]. Quedé muy tocado. Dejé de
seable, como en el caso de un chico, que se Yaya lejos ni que se
ir a bailar. Todas las chicas de mi edad estaban casadas. Y las otras ya no me
atraían [...]. Cuando salía los domingos, era para jugar a las cartas; a veces quede en la casa, soltera, debido a que Ia fuerza de trabajo que
echaba un vistazo al baile. Pasábamos las veladas entre hombres, jugábamos a p.r.d. prestar no está en consonancia con la carga que impone'1
Ias cartas y luego regresaba a casa hacia media noche., El testimonio del in-
formador coincide con el del interesado: oP.-L. M. [artesano del pueblo, 86 1. podía ocurrir, en las familias relevantes que contaban con los medios
años en 1960] nunca tenía cuanos para salir: no salla nunca. Otros se habrían para permitirse ese gasto adicional, que los padres se las arreglaran Para que
rebelado contra el padre, habrían tratado de ganar algún dinero fuera de casa; ,rr, á. h, hijas se qir.dr* en la casa. «En casa de L', de D', Marie era la pri-
él se dejó dominar. Tenía una hermana y una madre que sablan todo lo que mogénita, pádtí, h"b..t. casado. Acabó convertida en la segundona y' como
pasaba en el pueblo, fuera cierto o falso, sin salir nunca. Ellas dominaban la todl .il"r, .. pasó la vida haciendo de criada sin cobrar. La embrutecieron.
casa. Cuando él habló de casarse, ellas hicieron piña con el padre. "¿Para qué No hicieron gran cosa para que se casara. Así la dote quedaba en casa, todo
una mujer? ¡Si ya hay dos en casa!", 0.-P.A.). quedaba en casa. Cuida de los padres ahora.'

190 191
qr-.:

Supongamos ahora el caso en cl que en la descendencia cvitaba tocar el adot, por temor a que uno u otro de los cónyu-
hay, por lo menos, un varón, independientemente de su rango: ges pudiera fallecer antes de que nacieran los hijos.r El riesgo
el heredero puede ser hijo único o no, y en este último casr¡ que se puede llamar político está, sin duda, tomado más direc-
puede haber un hermano (o varios) o una hermana (o varias) o, tamente en consideración en las estrategias, Porque incide en
un hermano y una hermana (o varios hermanos y/o hermanas uno de los principios fundamentales de todas las prácticas: la
en proporciones variables). Cada uno de estos juegos que pre- disimetría que la tradición cultural establece a favor del varón
senta, por sí mismo, unas posibilidades muy desiguales de éxj- y que obliga a adoptar un punto de vista masculino para valo-
to con una estrategia equivalente, antoriza diferentes estrate- rar un matrimonio (ude arriba abajo, significa siempre, implí-
gias, desigualmente fáciles y desigualmente renrables. Cuand«l citamente entre un varón de rango inferior y una mujer de
el heredero es hijo único,r el único juego, desde la perspecriva rango superior) hace que, exceptuando los obstáculos econó-
de la estrategia matrimonial, estribaría en la obtención, me- micos, nada se oponga a que una primogénita de familia hu-
diante el matrimonio con una rica segundona, de un adot lo milde se case con un segundón de familia relevante, mientras
más abultado posible, es decir, en una entrada de dinero sin que un primogénito de familia humilde no puede casarse con
contrapartida (tan sólo un déficit de alianzas), si la búsqueda una segundona de familia relevante; y también hace que, de
de la optimización del beneficio material o simbólico que cabe todos los matrimonios que la necesidad económica impone,
esperar de la boda, recurriendo incluso a estrategias de engaño sólo cuenten con reconocimiento pleno las uniones en las que
mediante el farol (siempre muy difíciles y arriesgadas en un a la disimetría que la arbitrariedad cultural establece en favor
universo de conocimiento mutuo casi perfecto), no estuviera del varón se suma una disimetría de mismo sentido entre las
limitada por los riesgos económicos y políticos implícitos en situaciones económicas y sociales de los esposos. Cuanto más
un matrimonio desproporcionado o, como suele decirse, de elevado es el importe del adot, en efecto, tanto más reforzada
abajo arriba. El riesgo económico lo representa el tournadot, el resulta la posición del cónyuge adventicio. Por mucho que,
reintegro o devolución de la dote que puede exigirse si el mari- como hemos visto, el poder doméstico sea relativamente inde-
do o la esposa fallecen antes del nacimienro de un hijo, el cual pendiente del poder económico, el importe del ad.ot constituye
provoca unos remores desproporcionados con su probabilidad: uno de los fundamentos de la distribución de la autoridad en
nSupongamos que un hombre se casa con la hija de una fami- el seno de la familia y, en particular, de lafuerza de la que dis-
lia relevante, que le aporra una dote de 20.000 francos. Los ponen la suegra y la nuera en el conflicto estructural que las
padres del marido le dicen: "Coges los 20.000 francos, con-
vencido de hacer un buen negocio. De hecho, estás labrando
tu ruina. Has recibido una dote mediante capitulaciones. lJna 1. Pagado normalmente al padre o a la madre del cónyuge, y sólo ex-
cepcionalmente, es decir, sólo en el caso de que ya no tuviera padres, al pro-
parte te la vas a gasrar. Supón que suñes un accidente. ¿Cómo pio heredero, el adot rcnía que integrarse en el patrimonio de la familia resul-
vas a devolver el dinero si tienes que hacerlo? No podrás." Es tante del matrimonio; en caso de disolución de la unión, o de fallecimiento
que casarse cuesta muy caro, hay que cubrir los gastos de la de uno de los cónyuges, pasaba a manos de los hijos, cuando los había, y el
fiesta, arreglar la casa, etcérera, (P. L.). Por regla general, se cónyuge superviviente conservaba el usufructo o, en el caso contrario, volvía
a la familia de quien lo había aportado. Algunas capitulaciones prevén que,
en caso de separación, el suegro puede limitarse apagaf los intereses del adot
1. El peligro de que desaparezcael linaje debido al celibato del primo- aportado por el yerno, que puede esperar reincorPorarse a la familia en un
génito es prácticamente nulo en el período orgánico del sistema. caso de reconciliación.

t92 t93
w:

cnficnta. l Por ello, en tanto tltrc «ltrcirrr y scñora del hogar, ll str primogéuit<t sc c¿lsa con una scgtrnrklnu dc farnilia numerosa:
madre que, en otros casos, podía utilizar todos los medios a srt crr vista d"e la equivalencia aproxinrativrr (quc Pone de manifies-
alcance para impedir una boda ude arriba abajor, era la prirnc- to la anfibologi, de la palabia adot) enue el adot abonado en el
ra en oponerse a la boda de su hijo con una mujer de concli- n)omento de Ia boda y la parte del patrimonio correspondiente'
ción demasiado elevada (relativamente), consciente de que so. cstando todo a l" p", ..tti. los patrimonios que tienen posibili-
metería más fácilmente a su autoridad a una muchacha rle ,l,rdes de aparejar;e, el ad.ot de una muchacha de familia muy
origen humilde que a una de esas jovencitas de familia imp«rr- rica, pero muy numerosa, puede no ser superior al de una. se-
tante de las que se dice que «enrran [como] dueñas de la casa, g.,rrdorr, única de familia media. El equilibrio que se establece
(qu'ey entrade daune) en su nueva familia.2 El nmatrimonio dc crlronces, aparentemente, entre el valor del adot aportado y el
abajo arriba» representa una amenaza para la preeminencia quc valor del patrimonio de la familia puede ocultar una discordan-
el grupo reconoce a los miembros varones, tanto en la vida io- .i" gerre.ádora de conflictos en la medida en que la autoridad y
cial como en el trabajo y en los asunros domésticos y, al defen- la pietensión a la autoridad dependen ranto del capital material
der su autoridad, es decir, sus inrereses de dueña y senora de l,r y sirnbólico de la familia de origen como del importe de la dote.
casa, la suegra no hace más que defender los intereses de su li, i-a bod" de un primogénito .oÁ,r," primogénita plantea con la
naje de las usurpaciones exteriores.3 m¿íxima de la autoridad política en la fami-
^gudri^.IpÁbl.*"
lia, sobreiodo,.rrrndo existe una disimettiaafavor de la here-
Nunca es un importante el riesgo de disimetría que cuando
dera. Salvo en los casos en que, asociando a dos vecinos reúne
dos fincas, este ripo de matrimonio tiende a instalar a los cón-
1. Se solía decir de una mujer autoritaria: nNo quiere soltar el cucha-
rón», símbolo de la autoridad sobre el hógar. El manejo del cucharón es el yuges en la inestatilidad entre los dos hogares, cuando no es en
at¡ibuto de la dueña de la casa: en el momento de sentarse a la mesa, mien- i" Lp"r".ión pura y simple de las residencias. En el conflicto
tras la olla hierve, ella echa las ¡ebanadas de pan en la sopera, y vierte en elra abierto o lr*rdo a Propósito de Ia residencia, 1o que se dirime'
el_potaje y las legumbres; cuando todo el mundo está sentado, lleva la sopera aquí como e.t tod"s partes, es la dominación de uno u otro lina-
a la mesa, remueve la sopa con el cucha¡ón, y luego coloca el
-"rgo ., di- je, es la desaparición de una «casa» y del apellido vinculado.a
rección al cabeza de familia (abuelo, padre o tío), que se sirve e, piime, lu-
gar. Mientras, la nuera hace otra cosa. Para recordar a la nuera cuál es su lu- .llr.' T"l ,., porq*. la cuestión de los fundamentos económi-
gar, la suegra le dice: oTodavía no re doy el cucharón.,
2. La evocación de la transacción matrimonial es el argumento último l.Nodejadesersignificativoque,entodosloscasosreferidos'lasfincas
en_los conflictos por el poder doméstico: uCuando se aporta io que has apor- momentáneam..t,. ..,r.ti-d", se seParen a menudo a partir de la generaciónsi-
tado tú..., (dap 9o qui as pourtat). Y, de hecho, el desequilibrio inicial ., guiente, pues cada uno de los hiioi recibe una.de ellas como herencia'
fuí' dos
",,,.-
ces de tal calibre que sólo tras el fallecimiento de la suegra podrá decirse de la á. lr.fr-ilir.más relevantes de Lesquire habían acabado uniéndose gracias

joven nuera: uAhora ia nuera es daune., a la boda de dos herederos que seguían viviendo cada uno
en su casa (uno se
sus hijos (nacido
sabe cuándo se juntaban prm h"..i a sus hijos'): el mayor de
. 3. De hecho, el peso relativo de los cónyuges en la estructura del poder Ia de la ma-
doméstico es el fundamento de las estrategias matrimoniales de la familia, hacia 1890) ...ibi¿ l, finca del padre, ei primer hermano menor
segundona, ,r-r"h.,., heredada de un tío sacerdote' otras dos
pues la madre está tanro más en disposición de seguir la senda abierta por su dre, la primera
l3s m.a-
matrimonio, es decir, de casar a su hijo en su pueblo o en su ba¡rio de ori- ,.g,rrrdorr"., ,..tdá, ."rm en el pueblo. Cuando se Pregunta acerca de
siempre la mis-
gen, y, por lo tánto, de reforzar con ello su posición dentro de la familia, t.i"-orio, entre primogénitos, ia reprobación que suscitan es

cuanto más importante es la dote que ha aportado. Lo cual equivale a decir *" y r. .*p*r" .., 1o. áir-o. térr.ti.,o,, uEs el caso de Tr'' que se casó con lá
finca otra' Siempre está de cami-
-y veremos otras pruebas más adelante- que en cada boda se implica toda la ni;" a. O* Se pasa la vida yendo de una a la.
(P' L')'
hisroria matrimonial del linaje. ,rá, ,rrrn., .stáionde debeiía estar. La presencia del amo es necesaria'

195
194
(:()s (lcl lx)dcr cl()r1róstico sc ¡lr,rtlrr (.rr (.stc
clrso co,, ,rás rr,,r lrt¡tttritt tn¿trirnonirtl dc la f:unilirr.l A Pcsar dc las apariencias, el
listrto quc cn otros,l y porquc, c<ln cllo, las
represer-rtaci«lrrcs y r .rro tlcl prirnogénito clue tiene una hcrmana (o varias hermanas)
las esrán más ceica .c la verdad oü;.tirr", 1,.
.estrategias ,,;;, , \ nnly clifcrcnte de ac¡uel que tiene un hermano (o varios her-
dad bearnesa sugiere que la sociología de la
ámili", o,, ir,, , rrr,rrros): si, como indican espontáneamente todos los informa-
cuentemente pasto de los buenos sentimientos,
podría no s(.1 ,l,,rt's, cl adotde las chicas es casi siempre superior al de los chi-
q."..un caso particular de la sociología polii.", i_;;.;;;
Tir
ción.de los cónyuges en las relaciones i, furrr
,.s, lo que tiende a aumentar sus posibilidades de matrimonio,
ao*¿.i,i,,,* visto, que casar esas
y, hablando como Max §7eber, sus posibilidades ''\ lx)r'que no hay más remedio, como hemos
de éxi«r c.,r l¡ 1,,»t;rs inútiles, y cuanto antes mejor. En el caso de los segundo-
rivalidad por la autoridad familiar, es decir,
por el *o.rop,,li,, rr,'s, lrr estrategia puede ser más compleja, en la medida, para em-
del ejercicio legítimo del poder en los asuntos
domésdcor, ,,,,,,
ca_ es independiente del capital lx'z:rr, en que la abundancia, o incluso la superabundancia de
material y simbólico (."y;rr;;,; nrilno de obra, suscita un apetito de tierra que sólo puede redun-
raleza puede variar según las épocas y ías
socied"d.r) áu. h,,,, ,l,rr cn beneficio del patrimonio. Consecuentemente, hay menos
aportado.
Pero el heredero único sigue siendo, pese ¡rrisa por casar al segundón (salvo, talvez, en las familias relevan-
a todo, algo relati tcs, al primero de los segundones) que por casar a la segundona o
vamenre insólito. En ros orros casos, de lá
boda d.l h.rá..u.r., irrcluso al primogénito. Se puede, y es el caso más normal, y el
pende en buena medida el importe del adot
quepodrá ser enrr(,- rrlis conforme con sus intereses, o, por lo menos, el más confor-
gado a los segundones, y, poi lo ,"r,ro, ,"-úién
el matri_o,.,i,, nlc con los intereses del linaje, casarlo con una heredera: si se
que podrán hacer e incluso si conseguirán casarse:
es decir, quc (r1rsa en una familia de rango igual (es el caso más frecuente), su-
la estrategia buena consiste, en este
.r, obtener de la famiti,r
de la esposa un adot suftcienre para "áro, lroniendo que aporte un buen adoty se imponga por su fecundi-
pagar eladot del;; ;;;il,;- .lad y su trabajo, se le acaba honrando y tratando como auténti-
nesy/o.de las segund^onas sin ,uerse oUilgrdo
r..,rr.i. co dueño;2 en el caso contrario, es decir, cuando se casa ude
o a la hipoteca de la ftncay sin por.ilo " "i:;;;;;,
fra,r", patrimoniá .orl
el aba.io arriba», tiene que sacrificarlo todo a la nueva casa de la que
la amenaza de una restitución á. dot. Jr..rir,
á imposible. Lcr sus suegros pretenden «seguir siendo dueñosr: su adot, su trabajo
que, dicho sea de pasada, en conrra de la tradició"
que trata cada boda como una unidad autónoma, "¿;;;i;ñ;
y a veces su apellido (Jean Casenave pasa a ser, por ejemplo,
.qui.rd. ,iu" uYan dou Tinour, Jean de la casa Tinou).3 Dado que, por una
cada transacción matrimonial sólo puede
ser comprendida en
tanto que momenro en una serie de intercambios l. El rango de la boda en el conjunto de las bodas de los hijos de una
Lateriales y
simbólicos, pues el capital económico y simbólico misma familia puede también tener un peso determinante. Así ocurre cuando
q".
lia puede implicar .., l" bod" d. ,rro de sus Irl.¡o, ";;á;i_ el primero que se casa absorbe todos los recursos de la familia. O bien si la
a.p.rra. .n
buena medida de la posición que ese inrercamÉio hija menor se casa antes que la mayor, que a partir de entonces se vuelve más
o.rrp, ., f" difícil de ucolocar, en el mercado matrimonial, porque se recela que tenga al-
gún defecto oculto; en ese caso, se decía del padre: ul-e ha puesto el yugo a la
te.rnera más joven (l'anouille) antes que a la mayor (la bime).,
.":11, ql.,
para aitanzar su autoridad sobre la pareja,
el recién 2. El proverbio describe con mucho realismo la situación del segundón
^^"^r1 ,:-: renía poner el pie sobre el vesrido d. t" ,,orir, a
:::i::_,,:, "rbi) 1u:
srDle en el momenro de la bendición nupcial,
ser po- en el seno de su nueva familia: uSi es un capón, nos Io comeremos; si es un
mienrras que la novia terl" qu.
dedo de modo que impidiera qu.."l rorio gallo, nos lo quedaremos.,
Í:_Oll,:, le inrrodujera h;;;i 3. Aunque concebido pe;ra garantizar la continuidad del linaje y la
¡onoo la allanza.
transmisión del patrimonio, al igual que el matrimonio entre primogénito y

196
r97
a la se- l
parte, muy pocos eran los que no se echalr¿rn atrás ante las incu'- r:r tlc la farnilia, cl scguncl<itt sca ittfittitalltt:trtc Prefcrible
su matrillroni() stlclc rcsultar menos costo-
tidumbres del matrimonio con una segundona, llamado a vccc§ l,,ur)clonir, puesto que
esterlou, estéril, y también umatrimonio del hambre con las grr- ,,, qu. el áe ésta y su celibato incornparablemente más útil' La
nas de comer» (del que los más pobres sólo se podían librar colo- vcntaja que rcPresentan los mozos es tanto más importante' Por
de tres o
cándose con su esposa como ucriados con derecho a comida y tc- srrlruásto, cuanto más extensa sea la familia: la boda
más relevan-
cho», baylets a pensiou), y, por orra parre, que la posibilidacl dc .',,,,,ro hijas crea, en efecto, incluso en las familias
fundar un hogar permaneciendo en la casa paterna era un privi- tcs, una serie de dificultades casi insuperables' que
pueden inclu-
hacienda' Es decir' que todo
legio reservado al primogénito, a aquellos segundones que no ,,, ,igrrific", la fragmentación de la
de fec-un;
conseguían casarse con una heredera gracias asu ddot, incremell- sisiema se basa, en última instancia, en las estrategias
"l como prueba, negativa, de Io que antecede el
tado con un pequeño peculio laboriosamente amasado (lou ca- ..lidad:1 considérese
bau), no les quedaba más remedio que la emigración a la ciudacl
o a América y la esperanza de aprender un oficio y de establecer-
prX-heyt) para llegar a final de mes (ta juntii)' que gasta
práctica-
Ñrrqo @
se, o el celibato y la condición de criado, en casa propia o ajenrr diarios y la comida')
nrcnte todo lo que gana (th"asta 1914, cinco céntimos
(para los más pobres).1 Se comprende que, desde el punro de vis- prn o t rrirrr, el criado (lou barylet) con contrato anual tiene la
[)ara comprar
l;;;#;; [-.r", ,..ho.v ropa) asegurada' un muv buen criado ganaba
podía
cntre 250 y 300 francos ,,,í'ltt ""t' át 1914' Si era muy ahorrador
segundona, el matrimonio entre segundón y primogénita sólo es plenamentc
una con 10 ó 12 años de sueldo
admitido cuando, por su situación económica, el uyerno, osrenra una auto¡:i- ;;;.; h .r;.t"nza de llegar a comPrarse casa

la iot. ,1. una muchacha y ,,t ptqtttño p.réstamo'


adquirir una granja
dad que 1o coloca en situación de imponerse como cabeza de su nueva fami- y, con
lia. En todos los demás casos -el del matrimonio enrre el criado y la udueña,
'y'ti.rr"..
Pero estaba a menudo tond*'áo al celibato:
uComo era segundón'
Ltrf prorr,o, a los diez años, me colocaron como criado en Es' Allí tuve
rela-
no representa más que un ejemplo límite-, se transgreden los imperativos
habría sido' como dicen'
culturales fundamentales: nCuando un segundón de familia humilde se ins- ciones con una chica. Si nos hubiéramos casado'
tala en casa de una heredera de familia relevanre, ella sigue siendo Ia dueña., nlas bodas del hambre con las ganas de comer»' Et"-ot tan pobres uno
po"t podía disponer de todos. los en-
0.-P. A.). nUna chica de familia relevanre se casó con uno de sus criados. como la otra. El primogénito, "pt"tto'
Ella tocaba el piano, se encargaba del armonio en la iglesia. Su madre estaba seres de la casa (lou menadje garnir/ dle los padres'
o sea' el ganado' el corral'
de
muy bien relacionada y recibía a gente de la ciudad. Tras varios intentos de la casa, la maquinaria etcétera, lo que facilitaba las cosas a la hora
"griJoÉ,con la que yo t"ttí" relaciones emigró a la ciu-
matrimonio, acabó decidiéndose por su criado Pa. Éste siempre ha seguido pasar por la vicaría. Lr1hi."
ár¿, p'r* a menudo, la chica '-'o t'pt'"' Lo tiene más
fáctl para marcharse'
siendo considerado un hombre de la casa Pa. Le decían: "Tendrías que ha-
en la ciudad, siguiendo los pasos de alguna ami-
berte casado con una buena muchachita del campo, te habría sido bastante f"., loto."rr. como
tgr.
criada
que estaban en
más útil." Él vivía en una situación incómoda. Lo consideraban el último V", -i."r.as, me divertía a mi manera' con otros mozos
(entrevista realizada en
mono. No podia relacionarse con las antiguas amistades de su mujer. No era 3i -ir-. caso que yo' (N', criado, nacido en 1888);
la del criado' ha
bearnés). L" .orrdi.i¿., d. jo"'"lt'o, antaño más mísera que
del mismo mundo. Él era el que traba.faba, y ella la que dirigía y se lo pasaba
relativo' con la generalización de
bien. Siempre se sentía incómodo y también resultaba embarazoso parala fa- mejorado, por lo menor en valor l'-ttj.
la 'ot
mano de
milia. Ni siquiera tenía bastante autoridad para imponerle la fidelidad a su ."ábio, rnorr.t".io, y la mejora de la situación del mercado de
de la creación de algunos
mujer, (J.-P. A.). "H., criado en una casa, era un enamorado de la tierra que obra agrícola como consecuencia del éxodo rural v
de de-
trabajaba. Sufría cuando la lluvia no llegaba. ¡Y el pedrisco! ¡Y todo lo demás! .-pf"á, no agrícolas' Con ello, la situación del criado y las relaciones
Acabó casándose con la dueña. Todos esos tíos que se casan de abajo arriba p.rid..,.i" q,rl é.," implica tienden a Parecer insoportables'
1. Entre otras, el matrimonio t"dío' qt" tiende a limitar Ia
fecundidad:
acaban marcados para toda la vida, (P. L.).
l871 a' 1884' ta ádad media en el momento de ca-
1. Contrariamente al obrero jornalero, que sólo encuentra ujornales, así, durante el período de
y de25 años para las mujeres'
(journaus) durante el verano y se queda a menudo todo el invierno y los días sarse es de 31 años y medio para los hombres
contra, resPectivamente, 29 i 24 años para el período
194l-1960'
de lluvia sin trabajar, que está a menudo obligado a aceprar los trabajos a

r99
198
hecho de que los más pobres, t.ckrs pr.llictari«rs clc fincas modes- opuestas, quien sc nlarchaba a la ciuclad Parlr ganarse la vida' o a
tas,_criados y jornaleros, en cualquier ca.so excluidos del juego, se A-éri." buscando fortuna, y quicn sc quedaba en casa, a la que
excluyan ellos mismos por el tamaño excesivo de sus f"riilias. aportaba su fuerza de trabajo sin incrementar los gastos familia-
En resumen, nos quedamos cortos si decimos que nadie tie- .., y rin menoscabar la hacienda, contribuía a la salvaguarda del
ne prisa por casar a los segundones; poco empeño le ponen y, en patrimonio.l La adhesión a los valores tradicionales y a la divi-
un universo de dirigismo matrimonial, este descuido es suficien- ,ió., .o.rrr.tudinaria de las tareas y de los poderes entre los her-
te para mermar considerablemenre sus posibilidades de matri_ manos inculcada desde la infancia, el apego al patrimonio fami-
monio. Puede llegarse a veces al extremo de subordinar la entre- liar, a la casa, a la tierra, a la familia y, sobre todo, tal vez, a los
ga de la dote a la condición de que el segundón consienra a hijos del primogénito, podían inducir a muchos segundones a
fun-
trabajar junto al primogénito cierto número de años, o a estable- !ue, r.gtr, 1a formulación espléndidamente
^irpr^r.sa',,ida un dempo la quietud del celiba-
cer con él auténticos contraros de trabajo o incluso a darle espe- cionalista de Le Play, npermite a
ranzas de que su parte se verá aumentada. Había, sin duda, un to y las alegrías de la familiar.2 como todo le incita a invertir, e
sinfin de formas más de convertir a un segundón en un sorterón, incluso a invertir en exceso, en una familia y en un patrimonio
desde el matrimonio fallido hasta la actitud acomodadcia que que tiene todas las razones del mundo para considerar como su-
hacía que nse le pasara sin darse cuenta» la edad del matrimonio, ynr, .l segundón que se queda en casa rePresenta (desde el punto
con la complicidad de las familias, conscienre o inconsciente- á. rirt" d"e ta familia, es dicir, del sistema) el caso extremo uideal'
mente propensas a retener al servicio de la casa, por lo menos del criado que, a menudo tratado como nmiembro de la familiar,
durante una temporada, a naquel criado sin sueláor.l por vías acaba vienáo su vida privada invadida y, en cierto modo, anexa-
da por la vida familiar de su patrón, / ![ue, consciente o incons-

. l. Bastará como prueba un restimonio bastante típico: «yo era el menor .i.rrt.-..tt., es estimulado a invertir una parte importante de su
de una familia de cinco hermanos. Antes de la gueria d,e r9r4
[nació en tiempo y de sus afectos privados en su familia de prestado' y' en
1894], estuve de criado en casa de M., y más tarde en la de L. Guardo muy particular, en los hijos, y que dene que Pagar las más de las veces
buen recuerdo de aquella época. Luego hice la guerra. A mi regreso,
-..r_ .o, l" renuncia al matrimonio la seguridad económicay afectiva
contré con una familia mermada: un hermano, el primogénito, muerto en el
frente, el tercero, amputado de una pierna, el cuaito ,,n po.o alerado por la
guerra. [...] Mis hermanos me mimaban, los tres cobraban una pensión, por la
invalidez. Me daban dinero. El que estaba enfermo de los pulmones no podía áor-. Lr rida sería más agradable para mí. Primero, tendría una familia in-
valerse solo, yo le ayudaba, le acompañaba a las ferias y a loi mercado.. Trr.
s,,
dependiente, sólo mía. Y lu-ego, un segundón, en una casa, aunque se deslo-
ha de estar en la brecha' Se le hacen unos
muerte, e¡ 1929, pasé a depender de la familia del hermano de más edad que -á, ,trr.r., trabaja bastante. Siempre
me quedaba, el segundo, ahora primogénito. Entonces fue cuando tomé con- reproches que un patrón jamás se atrevería a hacer a sus criados''
ciencia de mi aislamiento en el seno de esa familia, sin mi hermano v sin mi 1. El segunáón tenía, en principio, el usufructo vitalicio de su parte'
madre, que ranto me mimaban. Por e.jemplo, un día que me tomé la libertad Cuando moríá, si seguÍa soltero, revertía al heredero'
de ir a Pau, mi hermano me reprochó que se perdierar urr". pr.". de heno que 2. uHabíados ancianos, segundones, que vivían en casas situadas a dos
había empapado Ia tormenta y que habría podido poner a buen recaudo si Le horas de camino (unos siete u ocho kilómetros) del pueblo, en casa de sa.,
sólo
hubiera quedado. se me había pasado la edad de casarme. Las chicas de mi en casa de Ch., en el barrio Le., y que acudían a misa al pueblo' aunque
edad se habían marchado o estaban casadas; me sentía triste a menudo y mis los días de las fiestas y que, a los setenta años, jamás habían estado en Pau o

momentos de libertad me los pasaba bebiendo con los amigotes, que, en la en olorón. cuanto menos salen, menos ganas de salir tienen [...]. El que sa-

mayoría de los casos, estaban en la misma situación que yo. Li aseguio que, si lía era el primogénito. Ellos eran los pilares de la casa' Todavía quedan algu-
pudiera volver atrás, dejarla a mi familia .rrrro pri, .olo."rÁ., y i^lu, nos, (J.-P. A.).
"rr,.,
200 201
lF--

<1uclc garantiza su participación crr la vicla clc le fámilia.r O se¿r virtud, la salucl y let hcrmosura tlc las chicls' la digniclad y el ar-
que el hijo menor es, permítaseme la expresión, la uíctima estruc- dor en el trabajo c1e los mozos, sitt por cllo dejar de identificar'
tural, es decir, socialmente designada, y, por lo tanto, resignada, bajo esos disfraces, los criterios rcalÁente Pertinentes en Ia lógi-
de un sistema que, haciendo alarde de un auténtico lu;'o p.ot".- ca del sistema, es decir, el valor del patrimonio y el importe del
cionista, despliega toda una retahíla de cautelas alrededor de la adat. Si el sistema puede funcionai en la gran mayoria de los
«casá», entidad colectiva y unidad económica, entidad colectiva casos, basándor. .r, los criterios menos pertinentes desde el
definida por su unidad económica. punto de vista de los principios reales de su funcionamiento' es'
.n prime. lugar, porque laiducación familiar tiende a garanti'
zaÍ uLna estrechísima correlación entre los sistemas primarios
Todo sucede como si las estrategias matrimoniales preten- desde el punto de vista del sistema y las características primor-
dieran corregir los fallos de las estrategias de fecundidaá: hay, diales desde la perspectiva de los agentes: de igual modo que el
sin embargo, juegos con los cuales o contra los cuales, el mejor primogénito de familia relevante tiene que encarnar más que
jugador nada puede hacer, como, por ejemplo, en el caso parri- .rrdq,rI., otro las virtudes que adornan al nhombre de honoo
cular de las descendencias demasiado numerosas y demaiiado (hoii d'aunou) y al ubuen ca-p.ri.to', la oheredera de familia
cargadas de hijas. La pericia que se manifiesta en el arte de las relevante» o la nbuena s.g,rndon» no pueden permitirse.los
estrategias matrimoniales no se refleja en el orden del discurso deslices que les están perÑtidos a las hijas de familia humilde'
porque, saluo accidrnte, tiende a excluir los conflictos entre el Y ello también es así po.qtr. la educación recibida desde que na-
deber y el sentimiento,la razóny la pasión, el interés colectivo y cen, reforzada por toá"t lás experiencias sociales, tiende a impo-
el interés individual, que, igual que la norma para resolverlos o ner unos .rq,r.-r, d. pe...piión y de valoración, en una pala-
para superarlos, proceden de los nfallos, de ese tipo de instinto bra, unos girro, qurr. entre otros, a las parejas sexuales
socialmente producido que es el habitus inculcado por las con- "pli.".r, cálculo propiamente económi-
y que, ,i"rg..rircluro de todo
"[
diciones de existencia, a su vez transcritas y transfiguradas en los co o social, tienden a rehuir la unión desacertada: como en to-
consejos y en los precepros del discurso ético y pedagógico. Se das partes, el amor feliz, es decir, el amor socialmente aprobado'
comprende lo artificial y sencillamenre exrrínseco que resulta po.io tanto predisPuesto al éxito, no es más que esa especie de
-amorfati,.se
interrogarse sobre las relaciones entre las estructuras y los senti- amo.-del propio destino social, que une-a las pare-
mientos: los individuos, y hasta las familias, sólo son capaces de j", ,oti"lmente predestinadas por las vías en apariencia azaros.as
reconocer los criterios más abiertamente confesables, como la y arbitrarias d. trt" elección liÉre. Y todo sucede como si las dis-
cordancias más manifiestas, las que hacen que se considere- es-
1. Se cuenta que, a veces, cuando el primogénito no tenía hijos o moría candaloso el matrimonio entre ,rn hombre pobre y una heredera
sin descendencia, se pedía a un viejo segundón que hubiera permanecido sol- rica, pero fea, o mucho mayor que é1, representaran la incerti-
tero que se casara para asegurar la continuidad del linaje 0.-p. A.). Sin tra_ dumb.e mínima necesaria para posibilitar el disimulo y el des-
tarse de una auténtica institución, la boda del segundón con la viuda del pri-
conocimiento de la preestableciday la transfiguración
mogénito, al que hereda (levirato), era relativamente frecuente. Después de la "r-oná
del destino en libre elección.
guerra de 1914'1918 los matrimonios de este tipo fueron bastante numero-
sos: «Se hacían arreglos, los padres, en general, incitaban a ello, en inte¡és de
la familia, por los hijos. Y los jóvenes aceptaban. No se andaban con senti- Las imposiciones que inciden sobre cada elección matrimo-
mentalismos, (A.B.). nial son tan numerosai, y fo.man Parte de unas combinaciones

202 203
tan complejas, que superan en cualquicr caso la conciencia d§
los agentes -incluso aunque se las dorrrine en otro ámbito-, ni tampoco de las estrategias de f'ecundidad, ni tan sólo de las
cstrategias pedagógicas, es decir, del conjunto de las estrategias
con lo que no hay manera de contenerlas en el marco de las re.
rle reproducciónbiológica, cultural y social, que todo grupo des-
glas mecánicas que la representación implícita de la práctica
como ejecución de normas explícitas y expresas o de modelos pliega para trasmitir a la generación siguiente, mantenidos o
inconscientes obliga a invenrar de la nada y en número infinitc¡ lumentados, los poderes y los privilegios que él mismo ha here-
clado.
para dar ruz6n de la diversidad infinita de las prácticas y, en
partieular, de las estrategias que permiten .orr.iirr, equiiibrar
y, a veces, anular dichas imposiciones. A todos los peligros con
los que el matrimonio amenaza la propiedad y, a través"de ella,
a la familia que aquél tiene la función de perpetuar
-ya que las
compensaciones concedidas a los segundones siempre amena-
zan con determinar la fragmentación del parrimonio que el pri-
vilegio otorgado al primogénito tiene É función dé evitar a
toda costa- se opone todo un sistema de paradas y de ngolpesr,
como los de laesgrima o del qedrez. Lejos de r.r'*.ror-pio..-
dimientos, análogos a los que la imaginación jurídica inventa
para torcer el derecho, y reducibles a reglas formales y explíci-
tas, esas estrategias son el fruto del habitus, como dominio
práctico del reducido número de principios implícitos a partir
de los cuales se engendran una infinidaá de práiticas q,r. p,.r.-
den regularse sin ser fruto de la obediencia a unas ,.gir,
!*.,
«espontáneamente» reguladas, dispensan de la explicación, de la
invocación y de la imposición de la regla. porque es fruto de las
estructuras que tiende a reproducir y porque, más precisamen-
te, implica el sometimienro «esponráneo» al orden eitablecido y
a las órdenes de los guardianes de ese orden, es decir los ancia-
nos, ese habitus contiene el principio de soluciones, fenoméni-
camente muy diferentes, tales como, por ejemplo, la limitación
de los nacimienros, la emigración o el celibatá de los segundo-
nes, que, en función de su posición en la jerarquía social, de su
rango en la familia, de su sexo, etcétera, los diferentes agentes
aportan a las antinomias prácticas engendradas por unoJsiste-
mas de exigencias que no son auromáticamenti compatibles.
Así pues, las estrategias propiamenre matrimoniales no debe-
rlan disociarse sin hacer abstracción de las estrategias sucesorias,

204
205
Al,[] N't'!ts Bl ItLIOGItAITt( l( )s *
nr('n(c r.nc«liocre [(r], agrul>a lcccit¡tlcs a Itrct.tLlclo mLly corruptas
(l('t(:xtos de épocas diversas que clcbcrílln ser objeto de una Ia-
l,ol crítica, como observaba Rogé 17 y Bl, antes de ser analiza-
,1.,s. A falta de una edición de esas características, los autores
nrodernos se han volcado, principalmente, en el estudio del fue-
r,, r'cformado de 155i, de los documentos de jurisprudencia,
(luc ¿rbundan a partir del siglo XVI, y, más a menudo aún, de los
.. orrrentarios que los jurisconsultos de los siglos XVIII y XVIII han

¡rltlporcionado de esos diferentes textos. Aunque se basen en el


Itrcro reformado y Ia jurisprudencia de los últimos siglos de la
nronarquía, el trabajo de Laborde sobre la dote en el Bearne [9]
La supervivencia y el de Dupont [10] sobre el régimen sucesorio bearnés presen-
.
dán,
en las.provincias pirenaicas, Bigorra, Lavt.
tan un gran interés. La voluminosa tesis de A. Fougéres [11] se
Bearne y País vasco, de u, d.r..ho consuetudinario oriui lirnita, en lo que al Bearne se refiere, a préstamos de las obras
nal que, conrrariamente a lo ocurrido .n l,
vincias meridionales de Francia, ha resistido
-ryorá;;l;r";;:; :tnteriores.
derecho romano, no ha dejado de suscitar la "t'.orr*"Lrl'"1 Los historiadores del derecho han llegado al descubrimien-
curiosidaa ¿. irir; to de que los textos consuetudinarios deberían utilizarse con
toriadores y juristas. nEl derecho bearnés
[...]r, escrib.p. i;;, prudencia porque presentan un derecho relativamente teórico,
«se presenta como un derecho esencialmente
consuetudinario, que contiene reglas obsoletas y omite disposiciones vigentes.
muy escasamente influido por el derecho romano,
y por ello Las actas notariales les han merecido la consideración de fuente
presenra el gran interés de ser un derecho
testimoniai. iri p", capaz de suministrar informaciones sobre la práctica real. El
ejemplo, la prestación del juramento probatorio
con los *j;;_ modelo de este tipo de investigación nos lo proporciona P. Luc
mentados, la constittrción de grrr.r,., en
materia de fianzás, la
fianza rescatable, la facultad d.-prgo en especie t12]. A partir de los registros de los notarios, estudia primero
de ras obrieacio- las condiciones de vida de las poblaciones rurales y el régimen
nes estipuladas en metálico son, en los siglos
XIV y XV, d1-;; de tenencia de la tierra, la estructura de la familia bearnesa y las
corriente, cuando esas prácticas ya habíari caído
en a.rt.rro, .n reglas que rigen para la conservación y Ia transmisión de su pa-
algunas regiones, desde hacía dos siglos y
más» ltZ, págs. í_q. trimonio; y, en una segunda parte, los procedimientos técnicos
Durante mucho tiempo ros estudiJs jurídicos
" Áir.¿?.", ,.
han basado únicamente en los docum.á,or.o.rr,retudinarios, y.iurídicos de la explotación del suelo, en el ámbito de la fami-
decir, en Les Fors de Béyn. por ello, ya desde.l,igl;;;;,l"rrr_
es lia y en el ámbito del municipio, y diferentes problemas de eco-
tas bearneses, como de Maria nomía rural tales como el crédito y los intercambios.
11 y 2], Labourt [3]"v trrto,r.oi f¿ ..,
5], ¡edactaron comenrarios y glosas dr lo, pori d)'B;;;;-;; En las montañas del Bearne y de Bigorra es donde el adver-
ticular, sobre las cuestiones de l, dot. y de las
;;i sario más famoso del Código de Napoleón, Frédéric Le Play, si-
."r*áur* ,í..- tuó el modelo de la familia troncal, ideal, en su opinión, de la
sorias. Pero la única edición existenre de
los fueros, ,bJ;;; institución familiar que él oponía al tipo inestable surgido de la
* Redactados en colaboración con M._C. Bou¡dieu.
aplicación del Código Civil [13]. Tras haber definido tres tipos
de familia, o sea, la familia patriarcal, la familia inestable, carac-
206
207
tcrística cle la sociedad moderna, y l, rirrrrilia rr.ncal, F'rédéric
[1] De Maria, Mémoires sur les do* de Béarn, y su apéndi-
Le Play describe esta última (págs.'29 y siguie.tes) y muesrra ras ce: uMémoires sur les coutumes et observances non écrites de
ventajas que proporciona a cada uno de sus miemtros: nAl he- Béarn, (obra manuscrita, Archives départementales des Basses-
redero, en compensación de pesadas obligaciones, este Pyrénées).
[régimen
sucesorio] confiere la consideración inherinte al hogar y aitalrcr
[2] De Maria, Mémoires et Eclaircissements sur le for et cou-
de los antepasados; a los miembros que se .rrrn i.r.rr, Ies ga- tume de Béarn (obra manuscrita, Archives départementales des
rantiza el apoyo de la casa troncal conlas gracias de la indepeir_ Basses-Pyrénées).
dencia; a los que prefieren peimanecer eriel hogar p"r.rrro, I",
[3] Labourt , Les fors et Coutumes de Béarru (obra manuscri-
permite a un tiempo la quietud del celibato y rr. de la fh- ta, Biblioteca Municipal de Pau).
milia; a todos les salvaguarda, hasta la vejez más"'l.grí",
extrema, la di_ [4] Mourot 0.-F.), Traité des dots suiuant les principes du
cha de recuperar en el hogar paterno los iecuerdos de la pri*.r, droit romain, conferé aues les couturues de Béarn, de Nauarre, de
infancia, (págs.36-37). nAl instituir en cada generación un he- Soule et la jurisprudrnce du Parlement (citado por L. Laborde,
redero, la familia troncal agrícola no sacrificf el interés de los La Dot dans les fors et coutumes de Béarn, pág. 15).
segundones al del primogénito. Al contrario, condena a éste
n [5] Mourot (J.-F.), Traité des biens paraphernaux, des aug-
renunciar durante toda su vida, a favor de sus hermanos, y lue- ments et des institutions contractuelles, auec celui d¿ l'auitinage
go de sus hijos, al fruto de su trabajo. La familia obtiene'el sa- (citado por L. Laborde, infra).
crificio del interés material a rravés de una compensación de or-
[6] Mazure (A.) y Hatoulet Q.), Fors de Béarn, législation
den moral: la de la consideración vinculada a la posesión del iruédite du XI' aa xIIr siicle, con traducción al lado, notas e in-
hogar paterno, (pág. 1]4).
!n una segunda p".,., i. play pre-
senra una monografia de la familih Melouga, prototipo
troducción, Pau, Vignancour, París, Bellin-Mandar, Joubert, s.
de É fa- a. (t94t-t843).
milia troncal del Lavedán en 1856; r,
"pilogo
de E. Cheysson [7] Rogé (P.), Les Anciens Fors de Béarn, Tolosa, París,
describe la desaparición de esa familia, pár el-influjo de la ley y 1908.
de las costumbres: nla familia Melouga se manruvo, hrrt" .rtos
[B] Brissaud $.) y Rogé (P.), nTextes additionnels aux an-
últimos tiempos, como una rn,l.r.." 1".día de una poderosa y ciens Fors d.e Béarno, Tolosa, 1905 (Bulletin de I'uniuersité de
fecunda organización social; pero, a su vez, ,rrro qr. p"dec.r
la Toulouse, mémoires originaux des facuhés de droit et de lettres, se-
influencia de la ley y de las cosrumbres qr. hrrtá .rr.or.., rie B, n." III).
nn
la habían afe^ctado gracias a una e*cepcional conjunción de
cir- [9] Laborde (L.), La Dot darus lesfors €t coutumes du Béarn,
cunstancias favorables. El Código va obrando; la equiparación Burdeos,1909.
progresa: la familia troncal agoniza,la familia ,ro.r."l h, *u.r-
[10] Dupont (G.), nDu régime successoral dans les coutu-
to, (pág. 298). Alos teóricos de la escuela de Le play cabe ob- mes du Béarnr, tesis, París, 1914.
jetar, además de los datos de la investigación etnográfica, Fougéres (A.), nl-es droits de famille et les successions
los [11]
trabajos de Saint-Macary [74], quien, basárdos. ., á.,", ,ro,r- au Pays basque et en Béarn, d'aprés les anciens textes», tesis,
riales de los siglos XWII y xx, ht mosÍado la pervivencia París, 1938.
de lo.s
usos sucesorios y de las reglas matrimoniales a pesar del
código [12] Luc (P.), uVie rurale et pratique juridique en Béarn
Civil.[15]. aux xIV'et xve siéclesr, tesis de derecho, Tolosa, 1943.
[13] Le Play (F.), L'Organisation de la famille selon le urai
208 209
FrTr

modlle signalé par I'histoire de toutes les races et d¿ tous les temp¡, ,il
&. 'fercera parte
:or_yn epllogo y tres apéndices por los señores E. Cheysson,'F. tr
ffi
Le Play y C. CanneL 3." ed. completada con documerr,o, ,ru.- § Prohibida la reproducción
r,os por A. Focillon, A. Le Play y Delaire, parís, 1gg4. ,§# La dimensión simbólica de la dominación económica
[14] Saint-Macary (J.), nles régimes marrimoniaux en Bé- ' .tfl

arn avant et aprés le Code civil», tesis, Burdeos, 1942; «La dé-, :iÍ
't
sertion de la terre en Béarn et',lans le pays basquer, tesis, Bur-
deos, 1942. r'' t.
[i5] Bonnecaze (l), La phihsophie du Code Napohon dp-
pliqué au droit de la farnilte. ses desiinées dans re droi ciuit con-
temporain, 2.a ed;, Parls, 1928.

210

. ü¡*"
El campesino sólo se vuelve nestúpido, allí don-
de se encuentra aprisionado entre los engranajes
de un gran imperio cuyo mecanismo burocrático
o litúrgico le resulta ajeno.
'\X/EBER
MAx , El judaísmo antiguo

La propuesta que me han hecho de volver, tanto tiempo


después, sobre el problema del celibato me llena de gozo y me
perturba a la vez. Pues siento un afecto muy especial por ese
arltiguo trabajol ilue, aunque tributario de todas las incerti-
dümbres de los primeros pasos, me parece contener el principio
de varios desarrollos de primera magnitud de mi investigación
posterior: pienso, por ejemplo, en nociones como habitus, es-
trategia o dominación simbólica, que, sin culminar siempre en
la explicación completa, orientan todo el texto, o en el esfuerzo
de reflexividad que lo inspira de principio a fin y que se expre-
sa, no .sin cierta ingenuidad, en su conclusión. Y si no me lo
impidiera el temor de dar la impresión de que me dejo llevar
por la complacencia, podría mostrar cómo la reapropiación de
,una experiencia social más o menos reprimida que ese trabajo
propició probablemente facilitó, a tlrulo de socioaniilisis previo,
la instauración de una relación con la cultura, culta o «popu-
larr, a la vez menos tortuosa y torturada que la que los intelec-
tuales de cualquier procedencia suelen mantener con todo lo
que se refiere al pueblo o a la culura. Pero no puedo evitar
cierto malestar en el momento de reabrir, sin contar con la dis-
posición y el tiempo necesarios para sumergirme en ellos a fon-
::.
l. P. Bourdieu, oCélibat et condition paysanne», Etud¿s rurales, 5-6,
abril-septiembre de 1962, págs. 32-135.

213
do, los archivos donde han dormido durante tanto tiempo los I. ADDENDA ET CORzuGENDA
documentos y las notas que escribl a principios de los años se-
tenta para Ia publicación en inglés (a raiz de la amable iniciati-
va de Julian Pitt-Rivers) de una versión corregida y aumentada
del artlculo de Etudes rurales: ¿cómo determinar, en el fiírrago
de esa obra abandonada, lo que sigue vigente, rras rantos traba--
jos importantes, y, en primer lugar, los reunidos aquí? ¿De qué
manera, sin reescribir de arriba abajo el artículo inicial, como
me había propuesto, podría transmitir los principios funda-
mentales de las correcciones y de los añadidos que me habrla
gustado introducir?

No volveré sobre la primera parte, donde.traté de describir


la lógica de los intercambios matrimoniales en la sociedad de
antaño, pues el artículo titulado «Les stratégies matrimoniales
dans le systéme des stratégies de reproduction» [nl-as estrategias
matrimoniales en el sistema de las estrategias de reproducciónr]
(Annales, 4-5, jrlio-octubre de 1972, págs. 1105-1127) había
sido concebido para ocupar el lugar de la antigua descripción de
la lógica de los intercambios matrimoniales tal como se presen-
taba antes de la crisis cuya manifestación más visible la constitu-
ye el celibato de los herederos: por mucho que hubiese sido
pensada contra la manera, dominante entonces, de concebir las
relaciones entre las estructuras del parentesco y las estructuras
económicas, ese análisis, en efecto, no daba cuenta de la lógica
práctica de las estrategias mediante las cuales los agentes trata-
ban de sacar el mayor partido posible de sus «triunfos» especlfi-
cos (tamaño de la haciendo, orden de nacimiento, etcétera). La
comparación entre el propósito inicial de expresar mediante una
formulación de aspecto formal la relación, materializada por el
Adot, entÍe las estructuras económicas (establecidas de acuerdo
con la distribución de las haciendas según su tamaño) y las es-
tructuras matrimoniales, y la reconstrucción final del conjunto
de las imposiciones (o de los factores determinantes) que orien-
tan las estrategias matrimoniales representa una buena ocasión
para observar, en los pormenores concretos de la investigación,

214 215
lilll

la ruptura con la visión estructuralisra que ha sido neccsario llc- durante mucho riempo excluidas dc hecho de la gran tradición
,ar a ."bo, particularmente en los procesos de interrogación y etnológica, resultan lo suficientemente próximas para permitir,
de observación y en el lenguaje empleado, Para estar en disposi- ,r.r" r"i superada Ia distancia social, una relación de proximidad
ción de elaborar una teoría adecuada de la práctica y de com- teórica .oÁ l" práctica que se opone tanto a la participación fu-
prender las uelecciones, matrimoniales de los agentes en tanto sional en la experiencia vivida por los agentes que persigue de-
que fruto de las estrategias, sensatas, pero no deseadas, de utr terminada mística populista como a la objetivación distante que
iabitusobjetivamente ajustado a las estructuras.l El progreso teó- cierta tradición antropológica, haciendo de necesidad virtud,
rico y metodológico es a su vez, inseparable de una conuersión constituye en partido metodológico.
de la relación sutjetiva del investigador con su objeto, pues la En cuanto al análisis estadístico de las posibilidades diferen-
exterioridad un poco altiva del observador ob.ietivista es susti- ciales de matrimonio o de celibato, hemos tenido, para mayor
tuida por la proximidad (teórica o práctica) que facilita la rea- rigurosidad, que rehacer los cálculos tomando como población
de las
propiación teórica de la relación indígena con la práctica' No es -'"dr. y, ,to l.o-o en el artículo de 1962) el conjunto
."rr"[, en efecto, que la introducción de un Punto de vista que personas residentes en Lesquire en el momento de la investiga-
coloca a los agentes, y sus estrategias, en posición central, ocu- lió.r, sirro el conjunto de cohortes afectadas (véase cuadro en el
pando el lugar de las estrategias sacralizadas por la visión estruc- anexo). Lo que significaba dotarse del medio para establecer los
iuralista, haya acabado imponiéndose a propósito de sociedades índices de ámigráción diferenciales según diferentes variables
que, como las comunidades campesinas del ámbito euroPeo, (sexo, año de nácimiento, categoría socioprofesional del padre,
orden de nacimiento y localización -en la población o en los ca-
1. Los descubrimienros científicos tienen a menudo el ambiguo privile- seríos- del domicitio) al mismo tiempo que las posibilidades de
gio, en antropología, de volverse evidentes en cuanto han sido adquiridos, y' matrimonio de los emigrantes y de los sedentarios según esas
I"luo irruo.rrrdo lá experiencia, a fin de cuentas meramente subjetiva, del es- mismas variables. De hecho, esas estadísticas, muy largas y difí-
fuerzo que h"n requeiido, no hay rnejor prueba, por lo menos para fines pe- ciles de establecer (pues las informaciones sobre los emigrantes
dagógicos, del trecho recorrido, que los sucesivos estados de la investigación
han de recogerse oralmente entrevistando a toda una serie de in-
qrr-. ñ",idonecesaria para alcanzarlos o las correcciones o los añadidos, apa-
.^..r,.-..,,. mfnimos, que, mejor que las autocríticas estrepitosas, permiten formadores)-, confirman, precisándolas, las conclusiones ya al-
ver la lenta progresión de la conversión intelectual. También cabe dar una canzadas: cabe, en efecto, dar por sentado (con la prudencia que
idea del ,.rori-i..r.o de la investigación evocando el estado histórico de la réquiere la exigüidad de los efectivos) que las posibilidades de
problemárica en relación con Ia cual se ha constituido (véase P. Bourdieu, ,.r"r.hrrr" son *rrcho mayores para las mujeres que para los
in Choses dites, París, Éditiottt de Minuit, 1 987) '
"D. la ,égle aux stratégies, , hombres, sobre todo, en los caseríos, donde el excedente de hom-
Llama la-atención que, en una punrualización a propósito de un artículo que
bres llega a proporciongs impresionantes; que, para los hombres,
describía la emergencia y la reciente difusión del concepto de estrategia limi-
tándose, o, uruo'i, a la producción anglosajona (G' Crow, nThe use of the lrr potibilid"des de quedarse en el terruño aumentan con el ta-
concept of "strategy" in recent sociological litterature', Sociolog,23 [l), fe' maño del patrimonio; y que aunque, en conjunto, la posibili-
b..roá. 1989, págs. l-24),David H. Morgan, que también investiga en este dad de emigrar sea claramente menor para los primogénitos que
ámbito, ,..,r..i. que los primeros usuarios de ese concepto, así como el nue- para los s.gu.rdo.r., (61 %o contra 42o/o),los efectos del derecho
vo nparadigma, que introducen en etnología y en sociología, aparecieron en
áe pri-ogenitura ya no son perceptibles para los propietarios
l, ..fem de la sociología de la historia de la familia y del personal doméstico
(véase D. H. J. Morgan, ustrategies and sociologists: a comment on Crow'' Por lo que hace a las mujeres, no se observa relación
^oá.r,or.
Sociologt,23 [1], febrero 1989' págs. 25'29). significativa.rrtr. l" emigración y el tamaño de la hacienda o el

2t6 217
lll

orclen de tracimiento, pues la ¡rroporciritt clc rttu,ieres de familia dades de quedarse soltero aumentan muchísimo con el hecho de
relevante que abandonan el terruño es incluso ligeramente süpc- no emigrar, sobre todo, en los caseríos) y estrechamente vincula-
rior a la de las otras. En cuanto a las posibilidades de matrimo- dos al mismo sistema de factores (el sexo, la categorla socioprofe-
nio son, en igualdad de circunstancias, claramente superiores para sional de origen y, paralos agricultores, el tamaño de la hacienda,
los que se van que para los que se quedan,l y, entre éstos, más el orden de nacimiento y, por último, el domicilio, en el pue-
elevadas para los habitantes del pueblo que para los habitantes blo o en los caseríos). Lo que la estadística de las relaciones entre
de los caseríos.2 Pero el hecho más importante, y que hiere pro- ese sistema de factores más o menos estrechamente interconecta-
fundamente a los interesados, es que, para los que se quedan en dos y las posibilidades de emigrar o de contraer (más o menos jo-
los caseríos, las probabilidades de matrimonio prácticamente no ven) matrimonio capta es el efecto de las transformaciones globa-
varían, en función del tamaño de la hacienda o del orden de na- les del espacio social y, más precisamente, de la unificación del
cimiento, por lo que los "primogénitos relevantes, o, en cual- mercado de los bienes simbólicos tal como se ha ejercido diferen-
quier caso, herederos de patrimonio relevantes pueden verse cialmente sobre los diferentes agentes según su a?ego obietiuo
condenados al celibato.3 (máximo entre los primogénitos de las familias relevantes) ! sub-
De hecho, la emigración y el celibato están estrechamente jetiuo (es decir, inscrito en los habitus y las hexis corporales) al
interrelacionados (en particular, en la medida en que las posibili- modo de existencia campesino de antaño. En ambos casos se ca-
libra, en cierto modo, la resultante tangible dela fuerza de atrac-
1. No ocurre lo mismo con las mujeres *pues las que se han quedado ción elercida por el campo social de ahora en adelante unificado
en el municipio tienen un índice de celibato ligeramente inferior (el 18% en torno a unas realidades urbanas dominantes, que ha conlleva-
globalmente, o sea el 22o/o en el pueblo y el 17 ,5o/o en los caseríos) que el dc
do la apertura de los núcleos aislados, y delafuerza dr inerciaqte
las que se han marchado (24o/o),lo que resulta comprensible, puesto que se
enfrentan a un mercado menos diffcil. los diferentes agentes le contraponen en función de las categorías
2. De una serie de cuadros estadísticos, establecidos a partir de los pa- de percepción, de valoración y de acción constitutivas de su babi-
d¡ones de los años 1954, 1962 y 1968 para los diferentes municipios del tus.Launificación del campo social, cuya unificación del merca-
cantón de Lesquire, se desprende que en todas partes se observan las regula- do de los bienes simbólicos y, por ende, del mercado matrimo-
ridades ya advertidas en Lesquire, pues la intensidad del celibato masculino
nial representa una faceta, se efectúa a la vez en la objetividad
alcanza índices muy elevados, análogos a los de los caseríos de Lesquire, en
los pequeños municipios aislados y remotos, y muy parecidos en los caseríos -por efecto de todo un conjunto de factores tan diferentes como
de éstos, debido a su alejamiento de cualquier centro urbano, su hábitat dis- la amplificación de los desplazamientos impulsada por la mejora
perso y su estructura socioprofesional, mientras que disminuye en el único de los medios de transporte, la generalización del acceso a alguna
municipio que está cerca de una ciudad obrera (Olorón), y posee una frac- forma de enseñanza secundaria, etc.- y en las representaciones.
ción relativamente significativa de obreros.
Cabe la tentación de decir que sólo se efectúa en la objetivi-
3. La noción de primogénito o de heredero ha de interpretarse de
dad -lo que acarrea unos fenómenos de eliminación diferencial
acuerdo con su significado social y no con el biológico. En la situación
tradicional, la arbitrariedad de la definición social podía quedar oculta: ca- de los que el celibato de los herederos constituye el ejemplo más
si inevitablemente, era el primogénito biológico quien era tratado y actua- significativo- porque se efectúa en la subjetividad de los agentes
ba como primogénito social, es decir, como heredero. Hoy día, a causa que otorgan un reconocimiento alavez arrebatado y aceptado a
de Ia marcha de los primogénitos, un segundón puede ser investido de la unos procesos orientados hacia su propia sumisión y mediante
condición de heredero. El heredero ya no es sólo el que se queda porque es
esa misma subjetividad.
el primogénito, sino también el que es el primogénito porque se ha que-
dado.

2t8 219
'\lFr

I)orcentaje de residentes en el nl.nicipio y, de éstos, de soltcrot, .I. *I)EL MUNDO CERRADO AI, UNIVL,RSO INFINITO'
según el domicilio, el sexo y el tarnaño de la hacienda, de
lar
personas nacidas en Lesquire antes de 1935r

Pueblo Caserlos
Residentes Residentes Residentes Re¡idettt¡
solteros ¡¡tlten»
Propietarios modestos
(+ criados) V 28,5* 43 57
H 50* 33,5 15,2
Medios V 75* 70,5 61,5
H 100* 50 22
Grandes V 100* 82 55,5
H 40* Al retomar el título de la famosa obra de Alexandre Koyré,
43 33,5
Otras profesiones V 58,5 14 sólo se pretende evocar el conjunto de procesos que' en el orden
33,5
H 23,5 50 36,5 cconómico, pero también, y, sobre todo, en el simbólico, han
Conjunto V 54 15,5 49,5 56,5 corrido paralelos con la apertura objetiva y subjetiva del mundo
H 33.5 22 37 t7,5 campesino (y, más generalmente, rural) y han neutralizado pro-
* Cifras nulas o demasiado pequeñas (y dadas a título indicativo). g..rirr.rr.rte la eficacia de los factores que tendían a afnnzar la
áutonomía relativa de ese mundo y a posibilitar una forma par-
1. Adoptando (en 1970) 1935 como límite superior de las cohortes con- ticular de resistencia a los valores centrales: o sea, mencionando
.
sideradas, nos situábamos por encima de la edad
-.di,d. matrimonio de los sólo los más importantes, la escasa dependencia resPecto al mer-
hombres (29 añoo y de las mujeres (24 años) y cerca del límite
edad en la que el matrimonio resurta cada ve, Áa, drfi.il (sólo
superior de ra cado, sobre todo, en materia de consumo, gracias al privilegio
se cintan 4 6 5
casos de matrimonio pasados los 35 años). otorgado a la ascesis del autoconsumo (de la que la homogamia
.o.rrii.ry" un aspecto) y el aislamiento geográfico, acentuado
por la precariedad de los medios de transporte (vías y vehícu-
los), que tendría a reducir el ámbito de los desplazamientos y a
propiciar el confinamiento en un mundo social de base local e
imponía a la vez la interdependencia y el interconocimiento
mái allá de las diferencias económicas o culturales. Ese confina-
miento objetivo y subjetivo posibilitaba una forma de particula'
rismo cubura/ basado en la resistencia, más o menos aseglrrada,
frente a las normas ciudadanas, especialmente en materia de
lengua, y una especie de localcentrisrno, en materia de religión y
de política: por ejemplo, las elecciones pollticas corrientes se
efeciuaban en gran parte por referencia al contexto inmediato,
es decir, en función de la posición ocupada en la jerarquía en el

220 221
seno del microcosmos cerrado quc tcnclírr it wl¿r como und
?dtt- sc frc¡te a valorcs clomit.rantcs 13n tallto que Arutdgonistas, al menos
talla el macrocosmos social y la posició. relativa que el
-i.,r,,- strbjetivamente, y no sólo en tanto que otros (invocando la vieja
cosmos, globalmente, ocupaba (así, a partir de un nivel dcrcr.-
oposición platónica del enantíony del héteron, que bastaría Para es-
minado de la jerarquía local, había que ser, en cierto mod«r,
practicante y conservadon, y, para un campesino orelevantcr,
.L..... muchas discusiones confusas sobre la ncultura popular')'
La dependencia limitada y velada va dando progresivamente paso
asistir de manera habitual a las ceremonias religiosas y llevarle al
,..r" d.p.ndencia profunda y vislumbrada, incluso reconocida'
cura vino de misa era una cuestión de pourtalé lpuerta principal "se ha descrito a menudo la lógica y los efectos del reforzamiento
de la casa], es decir, de rango social). En otras palabras, la pási-
de la dominación de la economía de mercado sobre la pequeña
ción ocupada en el espacio social por ese microcosmos dotad«r
agricultura (en la que se incluyen los campesinos más ugrandes' de
de sus jerarquías sociales propias, de sus dominantes y de sus
L"esquire). Para la producción, la explotación agrícola depende
dominados, así como de sus conflictos de oclasesr, no tenía efec-
to práctico en la idea que los campesinos se hacían de su mundo
, diuermás del mercado de los bienes industriales (maquinaria,
abonos, etcétera) y sólo puede hacer frente a las inversiones necesa-
y de la posición que ocupaban en é1.1
rias para modernizar el equipo productivo y optimizar los rendi-
La unificación del mercado de los bienes económicos y sim-
mientos recurriendo a préstamos que' en tanto que tales, compro-
bólicos tiene como primer efecto el de hacer desaparecer las con-
meten el equilibrio financiero de la empresa agrícola y la abocan a
diciones de existencia de valores campesinos ."p"i., de plantear- un tipo determinado de productos y de mercados' Para la comer-
cialización también depende cadavezmás estrechamente del mer-
1. Las categorías de derecha e izquierda, propias del campo político cado de productos agrícolas /, más precisamente, de la industria
central, no tienen, en absoluto, el mismo sentido en el macrocormo, y .., el alimentaiia (en el caso particular, la que se en'rga de la recogida
microcosmos local (en el supuesto de que tengan algún sentido .r, .ra. .or-
de la leche). Debido a que sus gastos de explotación dependen de
texto). A la allodóxia estrucrural, que resulta de la autonomía relativa, al me-
nos subjetiva, de las unidades de base local, y no a la dispersión espacial, la evolución general de los precios, particularmente industriales,
como sugiere Marx, con la metáfora del saco de patatas, es imputable la sin- sobre los qrr. tto tienen influencia alguna, y, sobre todo, a que los
gularidad consrante de las tomas de posición políticas de los campesinos y, beneficios dependen cadavez más de precios garantizados (como
más generalmente, de los ruralei. Para explicar totalmente esa ailidóxia, cu- los de la leche o del tabaco), los avarares de la coyuntura de los pre-
cios tienden a ocupar, en la realidad y en su visión del mundo, el
yos efectos distan mucho de habe¡ desaparecido, hay que romar en considera-
ción todo un conjunto de rasgos característicos de la condición campesina y
rural, que sólo podemos mencionar aquí: el hecho de que las imposici,cnes in-
lugar que correspondía antaño a los avatares de la naturalezai aúa-
herentes a la producción se presenten en forma de relaciones irarurales más ,o d.-1" intervención económica de los poderes públicos -/, en
que a través de relaciones sociales (pues los horarios y los ritmos de la produc- particular, del índice de precios-, es una acción política, adecuada
ción parecen determinados exclusivamente por los ritmos de ra natuialeza, e para suscitar reacciones políticas, lo que ha hecho su aparición en
independientemenre de cualquier voluntad humana; y el éxito de la empresa casi natural de la economía campesina'1 Cosa que tiene
el -tr.tdo
parece depender de las condiciones climáticas más que de las estructurr.i. l"
propiedad o del mercado, etcétera); el hecho de que la dependencia universal
1. Por mucho que siempre se oculte, ante los propios o.ios de quienes
respecto a Ia opinión de los demás adopte una forma muy particular en esos
son responsables de.[la, aduciendo.iustificaciones técnicas, Ia política de pre-
mundos cerrados donde cada cual está siempre expuesto a la mirada de los
cios depende fundamentalmente del peso del campesinado en la relación de
demás y condenado a coexistir con ellos de por vida (es el argumento «¡Bien
fuerzas políticas y del interés que represenre para los dominantes el manteni-
hay que vivir!, invocado para justificar el sometimi..rto pr,rdlrrt. , lo, i.r.- cara, pero política-
dictos colectivos y la resignación al conformismo), etcétera. -i..rto d. la existencia de una agricultura precapitalista ha descu-
mefite segura, es (y
decir renruble en otro sentido necesaria, como se

222 223
,7
lIIr

cl efbcto de inclinar hacia una visiri, ,rfs p,lirizada del mundo La subordinación creciente de la economía campesina a la
social, pero cuya tendencia antiestatal procede todavía en gra.
lógica del mercado no habría bastado, por sí sola, para determi-
parte de la ilusión de la autonomía, que es la base de la autoexlplo- ,rí lm profundas transformaciones ocurridas en el mundo ru-
,"1, .-p.r"ndo por la emigración masiva, si ese proceso no hu-
tación. La representación desdoblada, incluso contradictoria, que
estos pequeños propietarios convertidos en casi asalariados se ha-
biera estado vinculado á sí mismo' Por una relación de
cen de su condición, y que se expresa a menudo en unas tomas de
causalidad circular, a una unificación del mercado de los bienes
posición políticas alavezindignadas y conservadoras, tiene su ra-
simbólicos idónea para determinar el declive de la autonomía
zón de ser en las ambigüedades objetivas de una condición pro- ética de lo, ."-p.rir,os y' con ello, la debilitación de sus capa-
fundamente contradictoria. Todavía dueños, al menos ..,
cidades de resistenci" y á. rechazo. Se suele admitir que' de
for-
riencia, de la organización de su actividad (a diferencia"p"- del ma muy general, la emigración fuera del -sector agrícola es fun-
obrero, que aporra al mercado su fuerza de trabajo, ellos venden ción de lá relación ..r,r. lo, salarios en la agricultura y en los
producto), propietarios de medios de producción (edificios y ma- sectores no agrícolas y de la oferta de empleo en esos.sectores
quinaria) que pueden represenrar un capital invertido muy consi- (establecida áfunción del índice de no empleo indusrial)'
derable (pero, de hecho, imposible de realizar en dinero líquido), óabría así plantear un modelo mecánico sencillo de los flujos
no consiguen sacar de un trabajo a menudo duro, sacrifi-ado y migratorioi presuponiendo, por una parte, que existe IL cdm?o
poco gratificante simbólicamente, aunque cadavez más califica- de atracción con diferencias de potencial tanto mayores cuanto
do, más que unos ingresos inferiores a loi de un obrero calificado. mayor es el desfase de las situaciones económicas (nivel de in-
Debido a un efecto no deseado de la política tecnocrática, en par- g..ror, índice de empleo), /, por otra, que los agentes oPonen a
ticular en materia de subvenciones y de crédito, se han ,irto i", f*.rr* del campo wa inercia o una resistencia que varía se-
"bo-
cados.a contribuir, por sus inversiones de todo tipo, a la instaura-
gún diferentes factores.
ción de una producción tan poderosamente socializada, de hecho, " p.ro ese modelo sólo resulta del todo satisfactorio si se ol-
como la de las economías llamadas socialistas, especialmenre a rra- vidan las condiciones previas de su funcionamiento' que nada
vés de las imposiciones que se ejercen sobre los precios y sobre el pot ejemplo, el efecto del desfase en-
tienen de mecánicart
propio proceso de producció.n, pero conservando la titularidad "ií,
tre los ingresos en la agricultura y fuera de ella sólo puede ejer-
nominal y también la responsabilidad del apararo de producción,
cerse en 1á medida.t q.t. la comparación, como acto consciente
con todas las incitaciones a la autoexplotación que eilo conlleva. o inconscien rc de pueita en relación, se vuelve posible y social-
mente aceptable yi.pr.r.rrr" una ventaja para el modo de vida
bierto_ en los años 1980, para que el campo conserve sus arracrivos estéticos). ciudadano, del que el salario no es más que una dimensión en-
¿se afirmaría con idéntica brutalidad la voluntad tecnocrática de intensificar tre muchas otras; es decir en la medida en que el mundo cerra-
el éxodo rural para reducir el despilfarro e introducir en el mercado del em- do y finito se abre y empiezan a caer progresivamente. los velos
pleo industrial a los trabajadores y los capitales actualmenre udesviados, por
subjetivos qu. ,ollri"n impensable cualquier especie de acerca-
la pequeña agricultura, si la pequeña burguesía ciudadana, ávida de otro modo' las venta-
-i..rto ..rti. "-bo, universos. Dicho de existen y actúan si se
y
deseosa de respetabilidad, no hubiera ocupado el lugar, en el sistema "...r*
de las
alianzas políticas, de un campesinado que se ve así abácado hacia unas formas jas asociadas a la existencia urbana sólo
de manifestación a la vez violentas y localizadas (debido, particularmente, a lrtr.lr".t ventajas percibidas y valoradas, si, por consiguiente'
su aislamiento respecro a las demás fuerzas sociales) en ras
{rr....rpr.r"rr.o- son aprehendídrt .t función de categorías de percepción.y de
das sus contradicciones?
valoración que hacen que, dejando de pasar inadvertidas' de ser

224 225
.T r,,l

igt,r'aclas (lrasiv:r ().ctival,c.te.), st,vrt.rv¡,


rx,r(.cr)rirrrt,r t r¡ lo tl,'n'lt y ¡rtlr ll cxslr, p()rque sotr trtujcrcs, scgutrdoncs o pobres'
clescarrrcs. y, <rc. hccrr.,' r,, ,,r r,,, ,
lorables., visi[-¡lcs y i,lr rrer l\rt ¡rttcs, sigtrc sicndo el orden atrtiguo lo que define el orden en
modo de vida url-rano s<il<l pucclc c,jcrccrsc s<lbrc, ,'l .¡uc un() sc aleja de é1. Las mujeres, que, en tanto que objetos
rrrt.nlr,.
¡,,r,,*
mente convertidas a sus atractivos: la *¡rru*siótt
,r,ht,titit ,lr. l¿ ¡ir¡ilxili.os clc i,tercambio, circulaban de abajo arriba, y por ello
visión del mundo es lo que confiere al cam¡r<l , r,rrr r.sIxrnriineamente propensas a mostrarse diligentes y dóciles
s«lc:irrl ir,rrclr. elr
un proceso objetivo de unificación un pojer
sirnlrr,rlitrr l,¡¡,r,l,r r{'§1,('(t() a las conminaciones o a los atractivos ciudadanos, son,
en el reconocimiento unánimeme.rt. oá.g".1,r el caballo de Troya del mundo urbano' Me-
, r ,r r k »s sc,gundones,
a l«¡s u,,1,,,,,,, ,1,,
minantes. hombres (e incluso que los segundones) a la
,,,,, ,,1,.gJ"s que los
La revolución simbólica es el producto acumurarr«r trc ,.,,'r.liciátr campesina, y menos comPrometidas con el trabajo y
ir*lrr
merables conyersiones individual., q,r., , ,,rr lirs rcsponsabilidades de poder, o sea, por ende, menos pen-
a partir clc r¡r*,rlrr,rl
determinado, se implican mutuam.nr. ..,
una carrerll r.¡rtl;r vrr ,lit'ntcs de la preocupación por el patrimonio que hay que ucon-
más precipitada. La trivialización que
experimenra r(xro rrr¡rrr,rr, \('r'vru'», me.ior dispuestas respecto a la educación y a las promesas
a lo que acabamos por acostumbr".no, el centro del
i.rd,r.., en efcc«¡, lr'.lvi .lc nlovilidad que ésta contiene, introducen en
dar la extraordinaria l1!r rr rrrndo campesino la mirada ciudadana que devalúa y descalifica
qsr¡9lógica que presupone, r)ruy (,,r
pecialmente en la fase inicii d.l pi*o..ro,
.á" .rrio ¿"'r.,. ,í"i,, lirs uvirtudes campesinasr.
mientos de la tierra y de ra."r", y h"bría Así, la reestructuración de la percepción del mundo social
que invocar er c,sfirt rrrr
de preparación, las o.ario.r., pól.A
p"i" f"ror.... o clcscrrr ir (luc escrucial en la conversión individual y colectiva es indisocia-
denar la decisión, las etapas a. u" trl. del fin de la autarquía psicológica, colectivamente mantenida,
psíquico siorrpn,
dificil de llevar a cabo (la ocupación"f.;r-iento
prof.rlo.r"l a'medin j,,r.lr,r (lue convertía el mundo hermético y cerrado de la existencia fa'
da en el pueblo, como carrero o como chófer, illiliar en una referencia absoluta. Referencia tan absolutamente
propor.ior,r, jr,,,
ejemplo, el trampolín para dar el salto
t, .ir¿"ij ;;; il.: indiscutida que el alejamiento selectivo de aquellos que, segun-
nunca completado (como prueban los" esfuerzor,'qu. dones o segundonas pobres, tenían que abandonar la tierra, por y
dr;;r;
toda una vida, de los emigrantes a la fuerza mediante el trabajo o el matrimonio, constituía aun así un home-
para «aceÍcarse» a lil
región natal). naje tributado a los valores centrales y reconocido como tal'1 La
Cada uno de los agentes concernidos pasa, conversión colectiva que ha abocado a emigraciones cada vez más
simultánea o su-
cesivamente, por fases de confianz, .,
,i mismo, de ansiedacl numerosas y que acabará afectando a los mismísimos supervi-
más o menos agresiva y de crisis de autoestima
(que ,. .r,p..r" vientes es inseparable de lo que no queda más remedio que califi-
el lamento ritual del ocaso d.e los campesinos "u
y de la ntierrar: nla
tierra está jodidar). La propensió, a re.or..r más
o menos depri- 1. El desmoronamiento simbólico de los valores campesinos es hoy tan
sa la trayectoria psicológica que
conduce al vuelco de la tabla de absoluto, que hay que recordar algunos ejemplos típicos de su afirmación
los valores campesinos J..n¡"d. de la posición ocupada
en la an_ triunfante. Por ejemplo, esta denuncia de su degradación expresada justo an-
tigua jerarquía, a rravés de los interer., res de la segunda Guerra Mundial por la esposa de un nheredero relevante,
y d. las dirptsici";.r;;
de Denguin a propósito de otro ugran heredero': n¡X. casa a su hija c-on Yn
ffgs a.esa posición. Los agentes q,.r. ápo.r.., la resistencia más
débil a las fuerzas d. atraciiór, .*,.rr"r, que obrero!, (en realidad, un pequeño propietario de Saint-Faust que trabajaba
perciber, I como empleado en la Casa del Campesino). O esta exclamación ofendida a
mejor que los demás las ventajas asociadas "rrr.,
aquellos que sienten menos apego objetiva
a la'emigra.i;", ,;; propósito de una familia relevante de Arbus cuya hija única se había casado
y subjeti;;."r; .o., r-r, funcionario: «Dap u emplegattr, (u¡Con un empleado!')'
;;;
226 11'7
car de revolución copernicana: el lugar cenrral, inmutable, sede 3. IA UNIT.ICACIÓN DL,L MERCADO MATRIMONIAL
de una jerarquía también inmutable y única, no es más que un
punto cualquiera en un espacio más amplio, o, peor aún, un pun-
to bajo, inferior, dominado. El municipio, con sus jerarquías (la
oposición, por ejemplo, enrre los campesinos ngrandes, y los npe-
queños»), acaba resituado en un espacio social más amplio dentro
del cual los campesinos, en su conjunto, ocupan una posición do-
minada. Y aquellos mismos que copaban las posiciones más ele-
vadas en ese mundo de repente relegado acabarán, afaltade llevar
a cabo a dempo las conversiones y las reconyersiones necesarias,
por pagar todos los platos rotos de la revolución simbólica que
afecta al orden antiguo en un punto estratégico: el mercado ma-
trimonial; como Ia explotación agrícola se sitúa en un entorno En tanto que mercado absolutamente Particular donde es a
económico y en un mercado del trabajo que la condena a no re- las personas, con todas sus propiedades sociales, a lo que concre-
ner más mano de obra que la doméstica, ese mercado condiciona, tamente se pone precio, el mercado matrimonial constituye para
en efecto, muy directamente, la reproducción de la mano de obra los campesinos una ocasión particularmente dramática de descu-
agrícola y, con ello, de la empresa campesina. brir la transformación del sistema de valores y el hundimiento
del precio social que se les atribuye. Eso es lo que revelaba, de
forma especialmente dramática, el modesto baile de Navidad,
punto de partida de toda la investigación, que se manifiesta, al
cabo d. u., prolongado trabajo de construcción teórica, amplia-
do sobre Ia marcha a objetos empíricos fenoménicamente del
todo distintos, como la realización paradigmática de todo el pro-
ceso que ha abocado a la crisis del orden campesino del pasado'l
Bl baile es, en efecto, la forma visible de la nueva lógica
del mercado matrimonial. Resultado de un proceso por medio del
cual los mecanismos autónomos y autorregulados de un merca-

l. Habría que tratar, a propósito de este ejemplo, de aclarar Io que suele


llamarse intuición. La escena concfeta mediante la cual se representa el pro-
blema es un auténtico 2 aradigma conductualqte condensa, en forma sensible,
toda la lógica de un proceso comple.io. Y no es indiferente que el carácter alta-
mente significativo de Ia escena sólo se revele al principio a una percepción
inreresadá, incluso profundamente sesgada, como dicen los tratados de ome-
todologíar, pofque contiene la carga de todas las resonancias afectivas y de to-
das las colaboraciones emocionales que implica Ia participación simpática en
la situación y en el punto de vista, doloroso, de las víctimas'

228 229
il{
'l

do matrimonial cuyos límites se cxric.clc, urucho más allf rlcl tiltcilt() y hrrsta str uflsic<tr, la unificaci«5ll tlcl tnerc¿rdo neutraliza
mundo campesino tienden a ocupar el lugar de los intercarrrbir¡¡ den-
l,,o tr,,'c,t,ristrl()s s()ciales que garantizalr¿ru a cse campesino'
regulados del pequeño mercado local, subordinado a las norrrir¡ tr,,,lt'kts líntites de un -ercado restringido, un monopolio de
y a los intereses del grupo, permite uer, concfetamente, el cfec.to lrr'. l¡o, nrtry propio para proporcionarle todas las mujeres nece-
más específico -y más dramático- de la unificación del mercrrtkr ,,.u i:rs parir i^ i.ptod.r..ión social del grupo, y sólo éstas'
de los intercambios simbólicos y la transformación que, en csrc lli-r rnateria de matrimonio, como en cualquier otra especie
ámbito como en otros, corre parejacon el paso del mercado k¡c¡rl ,lt' itrtcrcambio, la existencia de un mercado no implica' en modo
a la economía de mercado.l Según la formulación de Engels, Ios .rllr,rrtto, que las transacciones sólo obedezcar,alas leyes
mecáni-
agentes nhan perdido el control de sus propias inrerrelaciones sr¡. .,,s .1" [a competencia. Numerosos mecanismos institucionales
cialesr; las leyes de la competencia se imponen na pesar de lrr tictrrlct't, .., .f.cto, a ganant\zar al grupo el dominio de los
inter-
anarquía, en y por la anarquíar.2 Los herederos de familia relc- ( iunbios y pror.g.rio contra los efectos de la nanarquía' a la
vante condenados al celibato son las víctimas de la competenciir "
(¡lc se refería Engels, y que se suele-olvidar, a causa de la espon-
que domina de ahora en adelante un mercado matrimonial hasta t,lrrca simpatía qie i"tpit" el modelo uliberal', que' como e.n el
la fecha protegido por las imposiciones y los controles, a menu- t.''atro clásico, lñ.r, " lo, .t"-orados de los imperativos de la
do mal tolerados, de la tradición. Al determinar una devaluación rrl7,¿)n de Estado doméstica. Así, en el antiguo régimen matrimo-
brutal de todos los productos del modo de producción y de re- nial, como la iniciativa del matrimonio no pertenecía a los inte-
producción campesino, de todo lo que las familias campesinas rcsados, sino a las familias, los valores y los intereses de
la «casa))
pueden ofrecer, como la tierra y la vida en el campo o el ser del y de su patrimonio tenían más posibilidades de imponerse en
campesino, su lenguaje, su atuendo, sus modales, su comporta- .orr,." de las f".rtasías o los azares del sentimiento.l Y ello tanto
jó-
más cuanto que toda la educación familiar predisponía a.los
1. Los informadores oponen explícitamente los dos modos de instaura- venes a ro*.,.rr. a las conminaciones parentales y a aprehender
ción de las relaciones que conducen al matrimonio: la negociación entre las
familias, a menudo sobre la base de vínculos anreriores, y .1 .o.r,r.to directo, a los pretendientes según las categorías de percepción propia-
cuya ocasión, prácticamente. siempre se presenra en el baile. La libertad que ment; campesinas: ya que el nbuen campesino' se reconocía por
da la interacción directa enrre los inte¡esados, así liberados de las presiones el rango d. ,,., ."r", vinculado, inseparablemente' al tamaño de
familiares y de todas las consideraciones económicas o éticas (por ejemplo, la ,u haclenda y a la dignidad de su familia, y también por unas vir-
trrd., p.rronales coÁo la autoridad, la competencia y el ardor en
ufama, de la muchacha), tiene como contrapartida el sometimiento ala, le-
yes del mercado de los individuos abandonados a su libre albedrío. la nbuena
2. La distinción que establece K. Polanyi enrre ulos mercados aislados, .1 tr"b";o, mientras que [a buena esposa era, ante todo'
(inlated markets) y ola economía de mercado, (market economy), es deci¡,
más precisamente, enrre los nrn6¡6¿d65 regulados, (regulated markets) y el l.Lainstituciónmástípicadelantiguorégimenmatrimonialera,evi.
umercado autorregulado, (selfregulatingmarket) (véase K. polanyi, The Great dentemente, el casamentero lo l' c"""ttttera- (llamado trachur o talamé)'
Transformation, the Political and Economic Origine of our Time, Boston, Bea-
prácticamenteinstitucionalizadooespontáneo.Enununiversodondelase-
con Press, 1974, págs. 56-57, 7.^ reed., 1967), aporta una importante pre- ha dejado de au-
paración entre los sexos, siempre muy nítida'. sin duda no
cisión al análisis marxisra de la u¿¡¿¡quía, de la oproducción socializada, al debilitamiento de los vínculos sociales tradicionales, parti-
(socialized production) en la que nel producto gobierna a los producto res, (the -.rr,r, debido ocasiones tradicionales
cularmente en los caseríos, y al espaciamiento de las
produyt gouerns the producers): la existencia de un mercado no basta para
de encuentro -como las labores del campo colectivas-, la
laxitud del nuevo
crear la economía de mercado mientras el grupo conserve el dominio de los redundar en un reforzamiento de la ventaf a
,.gi-.r, matrimonial sólo puede
mecanismos de intercambio.
de los ciudadanos.

230 23r
rl

,¡trc los ht¡nrbrcs tr adopt¿rr lt¡s urodckrs y l«rs idcirles


urbanos, son
campesina», resistenre y trabajadora, y prcparacla para acc¡rtrr lu
aqugllo
condición que se le ofrecía. Como nunca habían conocid«r notril r(:nucntcs a casarse con un campeslno que les Promete
Ia autoridad de
cosar, las muchachas de los caseríos vecinos y de toda la zona de r¡rismo <le lo quc quieren huir (entre otras cosas'
los suegros, que «no están dispuestos a renunciat''
y' muy espe-
colinas estaban más dispuestas a conformarse con la existcnci¡r
pretende
que el matrimonio les prometía; nacidas y criadas en una área re- cialmente Ia tiranía tradicionai de la anciana daune, que
cuando el padre
lativamente cerrada a las influencias exteriores, tenían mcl.ros c()nservar el mando en la casa, particularmente
carece de autoridad porque hizo un matrimonio
de abajo arriba)'
posibilidades también de valorar a sus evenruales parejas segtirr
y, sob.. todt, tienen más posibilidades de encontrar
criterios heterodoxos. Así, antes de 1914, el mercado matrimo- l)or último,
porque'
nial de los campesinos de los caseríos de Lesquire se extendía a un partido fuera del mundo campesino, para eÍrrpezar'
y de
toda la región comprendida entre el Gave de Pau y el Gave de ,.gá.t l" lógica misma del sistema, son ellas las que circulan'
Olorón, conjunto económica y socialmenre muy homogéneo dc De lo que resulta que los intercambios matrimonia-
"t"4" ".tiUi. y las ciudades sólo
municipios compuestos, como Lesquire, de un pequeño núcleo Ies entre los caseríos campesino' y los pueblos
la presen-
todavía muy campesino y de granjas dispersas por las laderas y pueden efectuarse en un único sentido' Como prueba
.ir, .r, los modestos bailes campesinos, de jóvenes ciudadanos a
las colinas.l El dominio del grupo sobre los intercambios se afir-
una Yentala rn-
maba en la restricción del tamaño del mercado matrimonial me- los que su desenvoltura y su aspecto proporcionan
antigua-
dido en distancia geográfica /, sobre rodo, en distancia social. estimable sobre los campesinoi, el mercado matrimonial
abierto a
Por más que, en ese ámbito, como en otros, el mundo campesino mente controlad,o y prácticamente reservado está ahora
más ür.rt"l y más desigual' Mientras que el ciuda-
jamás haya conocido la autonomíay la autarquía totales que los ir.o-p.,.ttcia
je-
etnólogos a menudo le atribuyen, aunque sólo fuera limitándose d".ro puede escoger .rr,r. áif.tt"tes mercados matrimoniales
ca'
al ámbito del pueblo, sí había sabido conservar el control de su ,*qr.rü"do, (ciuiades, pueblos, caseríos), el campesino de los
seríos está confinado a ,u átta y sometido a la competencia'
reproducción asegurando casi la totalidad de sus intercambios
por lo me-
matrimoniales dentro de un nmercado pertinente» extremada- incluso dentro de ésta, de rivales mejor pertrechados'
nos simbólicamente. La extensión reciente del área
matrimonial
mente reducido y socialmente homogéneo: la homogeneidad de
indicar el acceso a un
las condiciones materiales de existencia y, por consiguiente, de los de los campesinos de los caseríos, lejos de
de los
habitus, es, en efecto, la mejor garantíade perpetuación de los va- goJo d. [Éertad superior y de conducir, con el crecimiento
lores fundamentales del grupo. áp".io, de matrimÁnios posibles,.a un aumento de las posibilida-
Ia ne-
Ese mundo hermético en el que uno se sentía en casa y entre des de matrimonio, .*p..r", por el contrario, sencillamente'
de exten-
los suyos paulatinamente se ha ido abriendo. En los caseríos del cesidad en Ia que ,. .rr.,r.,*"n los más desfavorecidos
área principal de los matrimonios, así como en los caseríos de Les- á.r.t ar." geográfica de prospección, pero dentro de los límites de
quire, las mujeres vuelven cadavez más la mirada hacia la ciudad i" fro-ogáeiiad socialio, mejor aún, para mantener esa homo-
antes que hacia su caserío o los caseríos vecinos. Más dispuestas g.rr.id"i), y de dirigir sus expectatiyll'J'inversa de sus herma-
ias, hacia los caseríos más remotos del País Vasco o de Gascuña'l
l. Los diferentes barrios de Lesquire tenían, dentro del área común,
sectores propios, definidos por la asistencia privilegiada a los mismos me¡ca-
los.intercambios
dos y a las mismas fiesras o, más precisamenre, por la utilización de los mis- Sin pretender establecer aquí una teoría^general de
l.
en las sociedades socialmente diferenciadas' quisiéramos' tan
mos autocares (que conducían a la población de los distintos barrios en di- matrimoniales
recciones diferentes y posibilitaban contacros enrre los usuarios). ,álo,irdi.r. que la descripción de los procesos de unificación del merca-
233
232
rP"

(i¡rra strclc .currir ctra,d<l trrr .r'rlc, s.ciaI enrpieza a [ras- ,r.lucllos c¡trc, bicrt rclacionacl«rs y c«rr-tcflckrs, desperdician su
cular, sobre todo, de fbrma imperccptib[e, los antiguos domi- rn()rnento, cl fllo ile los aíros I950, cuando el matrimonio toda-
nantes contribuyen a su propio declive. por ejemplo, porque sc vía cs algo fácil para los campesinos ugrandes'» (nMuchas chicas
someren al sentido de su cora de condición social, lo que l.i inl- (lue no le parecieron un bocado digno de su paladar delicado-le
pide rebajarse y llevar a cabo a tiempo las revisiones necesarias c vcndrían anillo al dedo,, dícese de uno de ellos)' O,
incluso recurrir a las estrategias de la desesperanza que la dureza "hor".o-o
por ejemplo, porque aplican a la nueva situación principios anti-
de los tiempos impone a los más desfavorecidos. Es el caso de ros gror'q.,. los inducen a actuar a destiempo. Como esas madres
herederos de buena familia que se enclaustran en el celibato tras
yarios intentos infructuosos con muchachas de su rango o
[.r. ,. pt.o.upan de buscar un partido para su hija cuando me-
de jtr h"ria., pensando en el chico o las que, más numerosas toda-
vía, rechazan en tanto que uniones desacertadas matrimonios
do r*rtri*"ial no implica, en modo alguno, la adhesión al modelo del mer-
que tendrían que haber recibido como milagros. Las r€sPuestas
cado matrimonial unificado que actúa, en esrado implícito, en las reorías co-
munes de la «sls66i6, del cónyuge, y que, postulando la homogeneidad de áel habitus qr.ri, .r.rarrdo coincide con el mundo, pueden hacer
las funciones de la homogamia (sin ver que puede tener sentidos áp,r..ro, ,.- pensar en un cálculo racional, pueden, por el contrario, venir a
gún afecte a privilegiados o a desposeídos), erige la atracción del semejante corrtrap.lo cuando, enfrentado a un mundo diferente del que lo
por su semejante, según la intuición del sentido común (ncada oveja con su ha producid o, el habitusgira, en cierto modo, loco y proyecta so-
parejar), es decir, ia búsqueda de la homogamia, en principio universal, pero
br. .r. mundo del que han desaparecido las estructuras objetivas
sin contenido, de la homogamia. sin embargo, no se rrara ranro de caer en la
ilusión opuesta, que consistiría en tratar los diferentes mercados marrimonia- del que es fruto la expectativa de esas estructuras.
les (por e.jemplo, el mercado «campesino,, que sigue funcionando, a rrancas Indudablemente, el desfme entre los habitusy las estructuras,
y barrancas) como otros tanros universo. ..pr.ráor, libres de cualquier de- y los fallos de comportamiento consiguientes, son motivo de re-
pendencia. De igual modo que sólo se puede dar razón de las variaciones de consideraciones críticas y de conversiones. Pero la crisis no en-
salarios según las regiones, los secrores o las profesiones, siempre y cuando se
gendra automáticamente la toma de conciencia; y el tiempo nece-
abandone la hipótesis de un mercado del trabajo único y ,r.,ifi.ádo y se re-
nuncie a agregar artificialmente datos heteróclitos buscando las leyes estruc-
I"rio par" comprender el nuevo curso de las cosas es' sin duda,
turales de funcionamiento propias de los diferentes mercados, sólo se pueden ,"rr,oLá, dilatado cuanto mayores son el apego objetivo y subje-
comprender las variaciones que se observan en las posibilidades de matrimo- tivo al antiguo mundo, así como los intereses y las inversiones en
nio de las diferentes categorías sociales, es decir, del precio que reciben los los retos que plantea. Por este morivo, se invierte el privilegio con
productos de su educación, teniendo en cuenra qrr. .*irt.n dife¡entes merca-
tanta frecuencia. De hecho, los diferentes agentes recorren, a ve-
dos jerarquizados y que los precios que las diferentes categorías de ros ucasa-
locidades diferentes según los inrereses invertidos en el antiguo y
deros, pueden recibir dependen de las posibilidades q,r. ,.r,g* de acceder a
los diferentes mercados y de su escasez en ..o, en el nuevo sistema, con avances y retrocesos' la trayectoria que
-..."d*, esiecir, del valor, conduce del antiguo régimen matrimonial al nuevo, a costa de
que tengan en ellos (y que puede calibra¡se a partir del valor material o sim-
bólico del bien matrimonial contra el que han sido inrercambiados). Mien- una revisión de los valores y de las represenraciones asociadas a
tras que los más favorecidos pueden exrender el área geográfica y el área so- uno y a orro. Y el efecto más característico de la crisis revolucio-
cial de los matrimonios (dentro de los límites de la unió1 desacertada), los
naria, que se expresa en profecías profilácticas, en previsiones que
más desfavorecidos pueden verse condenados a ampliar el área geográfica
para compensa¡ la restricción social del área social en la que pueden ácon- ha..n 1", veces de exorcismo -del tipo nla tierra está jodida»-, es
trar pareja. Las oferias de solreros,, la primera de las cuales se organizó en Es- esa especie de desdoblamiento de la conciencia y del comporta-
parros' en las Baronías, en 1966, sólo se pueden comprender áent.o de esa miento que induce a actuar sucesiva o simultáneamente según los
lógica, la de las estrategias de la desesperanza. principios contradictorios de ambos sistemas antagonistas'

z)+ 235
w' l

La estadística establece, así, c¡trc krs hi.fos dc carrrpcsino.s,


§uc se exl)rcsa en la anrtrt¡ula de l«ls intercambios del
¡¡1¡¡;»,
cuando consiguen casarse, se casalr crlrr hijas de campcsirros, r¡lcrcado matrimonial, multiplica la crisis del valor del campe-
mientras que las hijas de campesinos se unen a menudo a no sino, de sus lrienes, de sus productos, y de todo su ser, en el
campesinos. Esas estrategias matrimoniales manifiestan, en sr¡ rnercado de los bienes materiales y simbólicos. La derrota inte-
antagonismo mismo, que el grupo no quiere para sus hijas lo rior, experimentada a escala individual, origen de esas traicio-
que quiere para sus hijos o, peor aún, que no quiere, en el firrr- ncs aisladas, cometidas al amparo de la soledad anónima del
do, a sus hijos para sus hijas, aunque sí quiera a sus hijas para mercado, desemboca en ese resultado colectivo y no deseado,
sus hijos. Recurriendo a estrategias estrictamente inversas sc- la huida de las mujeres y el celibato de los hombres.
gún tengan mujeres que colocar o que tomar, las familias cam- El mismo mecanismo es lo que lo que origina el cambio de
pesinas reyelan que, por efecto de la violencia simbólica, csrl xctitud de los campesinos respecto al sistema de enseñanza, ins-
violencia de la que uno es alavez objeto y sujeto, cada una clc trumento principal de la dominación simbólica del mundo ciu-
ellas está escindida en contra de sí misma: mienrras la endoga- dadano. Porque la escuela es Io que se presenta como lo único
mia ponía de manifiesto la unicidad de los criterios de evalua- capaz de enseñar las aptitudes que el mercado económico y
ción, o sea, el acuerdo del grupo consigo mismo, la dualidad el mercado simbólico exigen con una urgencia cada vez ma'
de las estrategias matrimoniales evidencia la dualidad de los yor, como la utilización de la lengua francesa o el dominio del
criterios que el grupo utiliza para calibrar el valor de un indivi- cálculo económico, la resistencia oPuesta hasta la fecha a la es-
duo, o sea su propio valor en tanto que clase de individuos. colarización y a los valores escolares se desvanece.i La sumisión
Según una lógica análoga a la que rige los procesos de infla- a los valores de la escuela impulsa y acelera el renunciamiento a
ción (o, en un grado de intensidad superior, los fenómenos de los valores tradicionales. Con ello, la escuela cumple su función
pánico), cada familia o cada agente contribuye a la deprecia- de instrumento de dominación simbólica, y contribuye a la
ción del grupo en su conjunto, pues esa depreciación es la base conquista de un nuevo mercado para los productos simbólicos
de sus estrategias matrimoniales. Todo sucede como si el gru- ciudadanos: precisamente allí donde en efecto no consigue pro-
po simbólicamente dominado conspirara conrra sí mismo. Ac- porcionar los medios para apropiarse de la cultura dominante
tuando como si su mano derecha ignorara lo que hace la iz- es donde logra, al menos, inculcar el reconocimiento de la legi-
quierda, contribuye a instaurar las condiciones del celibato de timidad de esa cultura y de aquellos que poseen los medios de
los herederos, y del éxodo rural, que por lo demás lamenta apropiársela.
como una calamidad social. Dando a sus hijas, a las que solía
casar de abajo arriba, a ciudadanos, manifiesra que asume,
consciente o inconscientemente, la representación ciudadana l. El declive progresivo del valor de las lenguas vernáculas en el mer-
cado de los intercambios simbólicos constituye tan sólo un caso particular
del valor actual y rebajado del campesino. Siempre presenre,
de la devaluación que sufren todos los productos de la educación campesi-
pero reprimida, la imagen ciudadana del campesino se impone na: la unificación de ese mercado ha resultado nefasta para todos esos pro-
incluso en la conciencia del campesino. El desplome de la cer- ductos, modales, objetos, atuendos, relegados al orden de lo caduco y vul-
titudo sui que los campesinos habían conseguido defender con- gar o artificialmente conservados por los eruditos locales, en el estado
tra viento y marea de todas las agresiones simbólicas, incluidas fosilizado de folclore. Los campesinos entran en los museos de artes y tradi-
ciones populares, o en esas especies de reservas de paletos disecados que son
las de la escuela integradora, multiplica los efectos del replan-
los ecomuseos, en el momento en el que salen de Ia realidad de la acción
teamiento que lo provoca. La crisis de los nyalores campesi- histórica.

236 237
ff

La correlación que une los índic,cs clc cscolarización y krs var¿r de nrcdir, los productos dc la cclttcacit'ltr carlpesina, y, en
con las
índices de celibato de los agricultorcs (cstablecidos a escala re- l)articular, los modales campesinos de comportamiento
gional) no ha de leerse como una relación causal. Eso signifi- ,',',uj.r.s, poco valor tienen: el campesino se Yuelve «campesi-
caría olvidar que ambos términos de la relación son fruto del ,',<.r,,, .r, ei sentido que el insulto ciudadano otorga a este adje-
mismo principio, aun cuando la educación pueda contribuir, rivo. según la lógica del racismo que se observa también entre
a su vez, a reforzar la eficacia de los mecanismos que produ- las clasei, el campesino esrá constantemente obligado a contar
cen el celibato de los hombres.l La unificación de los mer- en su práctica con la representación de sí mismo que,los ciu-
cados económico y simbólico (del que la generalización del dadanos le devuelven; y a reconocer también en los dtsmenti-
recurso al sistema de enseñanza constiruye sólo una faceta) dos que él le contrapone la devaluación a la que le somete el
tiende, como hemos visto, a transformar el sistema de referen- ciudadano.
cia respecto al cual los campesinos sitúan su posición dentro Se percibe de inmediato la aceleración que el sistema de
de la estructura social; uno de los factores de la desmo raliza- enseñanza puede introducir en el proceso circular de devalua-
ción campesina, que se manifiesta tanto en la escolarización ción. En primer lugar, no hay duda de que Posee por-sí-mis-
de los hijos como en la emigración o en el abandono de las mo un pod.t d. apartamiento que puede bastar para desbara-
lenguas locales, reside en el paulatino deterioro del velo de las tar las .rtrat.gi", de afianzamiento mediante las cuales las
relaciones sociales de base local que contribuía a ocultarles la familias tratan de dirigir las inversiones de los hijos de prefe-
verdad de su posición en el espacio social: el campesino apre- rencia hacia la tierra antes que hacia la escuela -cuando la
hende su condición por comparación con la del funcionario propia escuela no ha bastado para desanimarlos mediante sus
subalterno o del obrero. La comparación ya no es abstracta o i".riio.r., negativas-. Ese efecto de deculturización no se ejerce
imaginaria, como anres. Se lleva a cabo en las confrontaciones tanto por la virtud del propio mensaje pedagógico como por
concretas en el seno mismo de la familia, con los emigrantes y la meáiación de la experiencia de los estudios y de la condi-
sobre todo, probablemente, en las relaciones de competencia ción de cuasiestudiante. La prolongación de la escolaridad
real en las que los campesinos se las tienen que lrer con los no obligatoria y el alargamiento de la duración de los estudios co-
campesinos, cuando se produce una boda. Otorgando en la lo."l, ., .i'...o, a ios hijos de los agricultores en situación de
práctica la preferencia a los ciudadanos, las mujeres recuerdan ncolegialesr, incluso de uestudiantes', aislados de la sociedad
los criterios dominantes de la jerarquización social. Con esta
1. Cuanto más han permanecido dentro del sistema de enseñanza' más
1. Resulta prácticamente imposible restablecer, a escala regional, el sis- posibilidades tienen los hijos de los campesinos de abandonar la explotación
tema de factores explicativos que determinan las estrategias matrimoniales de agrícola. Entre los hijos de agricultores, los que han cursado una enseñanza
los agricultores. Vista la heterogeneidad de las explotaciones agrícolas, en el ¡írnir o general, secundaria o superior, son los más proclives-a apartarse de
seno mismo de la región, habría que poder tomar en consideración alavez el la agricult-ura por oposición a los que sólo han recibido una formación pri-
tamaño de la explotación, el ciclo de vida de Ia familia, el número de hijos, maria o una enseñanza agricola. Además de haber sido preparados explícita o
su dist¡ibución por sexo, su éxiro escolar respectivo, etcétera. Así, un explota- impllcitamente para ejercer un oficio no agrícola o para vivir en el entorno
,rrúrrro, .. rr.r, si se
dor agrícola que tuviera un hijo de veinticinco años y una finca de veinte Por un lucro cesante tanto más considerable,
"f..t"dos cuanro que determinados umbrales de superficie de
hectáreas no podía jubilarse a los sesenra años y dejar la grarya a su hijo, que dedican a la agricultura,
gustosamente se habría hecho cargo de ella. Si tuvie¡a una explotación algo explotación y áe capital no llegan a alcanzarse. Por último, son los más aptos
mayor, podría segregarla provisionalmente en dos; si la diferencia de edad para tenér un buen conocimiento de la oferta de empleos no agrícolas y para
entre su hijo y él fuera mayor, podría dejársela al cumplir los sesenta. á.rpl"r"r.. hacia las zonas donde las perspectivas de ingresos son mayorcs

238 z'.3e
'Mm

t(xl() su cstil() «lt'vitllr y, ('ll [)ilrt¡(ul:u, ¡ot \ur


Lrrun[)csirra p()r .,lr) (llt(.t:rnrIri/.lt tiendr:rr 1l pr()l)iciilt'l:r lprrricirirr, c:n la c()n-
ritmos tenrporales.l [:,sta nucvll cxl)clicncia ticrrrlc ,r ,l,,tr,..lll r rr'rrt i:r .lc l,ts (:illlll)csillos, clc tttra itrragctr catastrófica de su
zar prácticamente los valores transntiticlos por llr lrrr¡rili¡r y rr Iuturo t..rlccriv«¡. Y la profecía tccltocr/ltic¿r que anuncia la de-
orientar las inversiones afectivas y econón-ricas n() y:r lr,r, r,r l,t ',.r¡,.u ir'iritt tlc k¡s calnpesinos sólo puede aftanzat esa represen-
reproducción del linaje, sino hacia la reproducci«in, rt lt.tvCi ,.,, ¡.i,, conflricnclo sentido y coherencia a los múltiples indi-
del individuo singular, de la posición ocupada por cl lirrrrjt. r,rr ( rr)
l)lltcelerios que deducen de la experiencia
cotidiana' El
la estructura social. En este caso, una vez más, es, soblt, 1,,,1,r, .lct to rlc clesmoralización que ejerce una representación pesi-
a través de la acción que ejerce sobre las chicas cclrno lrr t.st ut, rrristrr rlcl futuro de la clase contribuye al ocaso de la clase que
la llega a los hijos de agricultores destinados a rcpr«rtlrrt ir l,r 1,, tlctermina. De lo que resulta que la competencia económi-
familia y la propiedad campesina: la acción de decr-rlruriz:rr irirr (,r y lx)lítica entre las clases también se lleva a cabo a través de
encuentra un terreno particularmente propicio enrrc l:rs r lrr l.r trt,tnipulación simbólica del poruenir: la previsión, esta forma
cas, cuyas aspiraciones tienden siempre a organizarsc crr lrur ,,,.,i,,,r"I dela profecía, resulta idónea para favorecer el adveni-
ción del matrimonio, y que por ello están más arenras y s()n rrricnto del porvenir que profetiza. No hay duda de que la in-
más sensibles a los modos y a los modales urbanos y al t'orr lirrrnación eionómica, cuando se limita a poner de manifiesto
junto de indicadores sociales que definen el valor de l:rs 1r,rr',' y a divulgar ampliamente, hasta a los propios uinteresados',
jas potenciales en el mercado de los bienes simbólicos; por ht i"r, l.yes á. l" ..o.omía de mercado que condenan a los pe-
tanto, son también más propensas a retener de la enseítilltzit (lueños agricultores, a los pequeños artesanos y a los pequeños
escolar, sobre todo, los signos externos de la urbanidad ciurl¡r .o-erciantes, contribuye, debido al efecto de la dialéctica de
dana. Y resulta significativo que, como si, una vez más, se hi lo objetivo y de Io subjetivo, al cumplimiento de los fenóme-
cieran cómplices de su destino objetivo, los campesinos escola- nos que describe. La desmoralizaciín es siempre una forma
ricen más y durante más tiempo a sus hijas.l particular de self-fulfilling ?rofec!,de profecía que se cumPle a
No sólo esos mecanismos tienen el efecto de separar a l<ls ií -ir-r. El campesinado representa un caso límite y, a este
agricultores de sus medios de reproducción biológica y social, título, particularmente significativo, de la relación entre los
determinismos objetivos y la anticipación de sus efectos' Por-
(".rr. p. O".rcé, G. Jegouzo, Y. Lambert, La Formation des enfants d'agricul. que han interiorizado su porvenir objetivo, y la representación
teurs et leur orientation hors de l'agricuhure. Résultats d'une enquéte exploratoi- que de él tienen los dominantes, que tienen el poder de con-
re en llle-et-Villazza, Rennes, INRA, 1971). tribuir a hacerlo mediante sus decisiones, los campesinos em-
1. En 1962, el 41,7o/o de las hijas de explotadores agrícolas entre l5 prenden acciones que denden a poner en peligro su reproduc-
y l9 años estaban escolarizadas contra sólo el 32o/o sólo de los chicos (véa-
se M.Praderie, «Héritage social et chances d'ascensionr, en Darras, Le
ción.
Partage du bénéfica, Éditions de Minuit, 1966, pág.348). Aunque los ín- El reto del conflicto sobre las representaciones del porvenir
dices de escolarización de chicos y de chicas sean similares enrre los no es más que Ia actitud de las clases en declive frente a este
10-14 años y los 2O-24 años, llama la atención que las chicas de 75 a 19 declive: o bLn la desmoralización, que conduce ala desbanda'
años, y especialmente aquellas cuyo padre dirige una explotación de más da, como suma de huidas individuales, o bien la mouilización,
de diez hectáreas, estén mucho más escolarizadas que los chicos (Véase
uEnvironnement économique des exploitations agricoles frangaisesr, Statis-
que conduce a la búsqueda colectiva de una solución colectiva
tiques agricoles, 86, octubre de 1971, págs. 156-166 [suplemento, serie de la crisis. La diferencia puede esrribar fundamentalmente en
uÉtudes,]). la posesión de los instrumentos simbólicos que Permitan ál

240 241
gnll\o haccrse con cl contrcll dc la c.r.isis y organizarsc con cl 4. OPINI()Ntis Dh,I- I'UEtll,() .SANAS,
fin de atajarla mediante una respucsra colcctiva en vez cle huir
de la degradación, real o temida, sumido en el resentimiento
reaccionario y la representación de la historia como complot.l

1. De forma general, la alienación económica que conduce a la violen-


cia reaccionaria de la sublevación conservadora es al mismo tiempo una alie- Como ya he reiterado hasta la saciedad el poco crédito que
nación logicopolítica: los agenres en declive recurren al racismo o, más gene- merece la sociología espontánea, y estoy más decidido que nun-
ralmente, a la falsa concretización que ubica en un grupo tratado .o.'o .hi.,,ro
ca a recusar todas las formas de ucháchara cotidiana» sobre lo
expiatorio (judíos, jesuiras, masones, comunistas, etcétera.) el principio de
sus dificultades actuales y potenciales porque no disponen de los esquemas de
cotidiano que vuelven a imperar hoy, al cabo de un ciclo de la
explicación que les permitirían comprender la situació n y mouilizarse colecti- moda intelectual, me siento legitimado para recordar que las la-
aamente para modificarla en vez de refugiarse en el pánico de los subterfugios mentaciones o las indignaciones de los primeros interesados de'
individuales. En el caso particular, es indudable que la reivindicación regio- signan a menudo problemas que la investigación científica con
nalista o nacionalisra constituye una réplica especÍfica y sensata a la domina-
frecuencia ignora o esquiva. Es lo que ocurre con el celibato de
ción simbólica resultante de la unificación del mercado, y ello contra las dife-
rentes formas de economicismo que, en nombre de una definición restringida
los herederos que, alrededor de la década de los sesenta, en un
de la economía y de la racionalidad, y a faka de comprender como al la-eco- momento en el que un discurso populista determinado ensalza-
nomía de los bienes simbólicos, reducen las ¡eivindicaciones propiamenre sim- ba la emergencia de una nueva élite campesina, parecía concen-
bólicas, que siempre se introducen de una forma más o menos confusa en los trar toda la angustia de las familias rurales. De hecho, si se
movimientos lingüísticos, regionalistas o nacionalistas, al absurdo de la pa- acepta la teoría según la cual la reproducción biológica de la fa-
sión o del sentimiento (véase, por ejemplo, esta declaración típica de Ray-
mond cartier en Paris-Match del 21 de agosto de 1971 a propósito de las rei-
milia agrícola forma parte de las condiciones de funcionamien-
vindicaciones de los católicos irlandeses: uNada hay más absurdo, Ia to de la empresa agrícola en su forma tradicional,l se compren-
emigración de unos o de otros significará un desastre económico. pero no es de que la crisis que afecta a la institución matrimonial, piedra
el interés, ¡lamentablementel, lo que rige el mundo, el mundo se rige por la angular de todo el sistema de estrategias de reproducción, ame-
pasiónr). De hecho, lo que resulta absurdo, y que reduce al absurdo las tres
cuaftas partes de los comportamienros humanos, es la disrinción clásica entre
1. Véase A. V. Chayanou on tl)e Theory of Peasant Economy, D. Thor-
las pasiones y los intereses, que hace olvidar la existencia de inrereses simbóli-
ner, B. Kerblay, R. E. F. Smith, eds., Homewood, Iilinois, fuchard D. Irwin
cos absolutamente tangibles y adecuados para
fundamentar en razón (simbóli- Co., 1966 (y, en particular, la introducción de B. Kerblay, publicada tam-
ca) comportamientos a primera vista tan perfectamente npasionales, como las
Lrién en Cahiers du Monde russe et soaiétique I/ [4] octubre-diciembre de
luchas lingüísticas, algunas reivindicaciones feministas (como el vaivén entre
1964, págs. 411-460); D. Thorner, uUne théorie néo-populiste de l'écono-
he y she del nuevo discurso universitario anglosajón) o determinadas formas
mie paysanne: L'École de A. V. Chayanovr, Annale¡ 6, noviembre-diciem-
de reivindicaciones regionalistas.
bre de 1966, págs.1232-1244.

242 243
o acatamiento vo-
¡azala existencia misma de la ncasa, canrpesina, unidad indiso- ¡lotlcrcs cn altcrtratiy¿rs f'rcticias, ittrposicit'rtl
ciable de un patrimonio y de toda la gente que compone la I ntario, manipr_rlación cenrralista 0 autoengaño espontaneísta,
rr

casa: muchos propietarios medios que, según las estadísticas na- irnpic{cn comprender totalmente la lógica infinitamente sutil
cionales, han sido los grandes beneficiarios de Ia leve concen- clc la violencia simbólica que se insraura en la relación oscura
y los juegos sociales
tración de tierras que el declive de las pequeñas fincas posibilitó l)ara sí misma enrre los cuerpos socializados
y que se han mostrado más modernizadores, tanto en el aspecto cn los que se hallan inmersos.l
técnico como en el ámbito de las asociaciones o de los sindica-
tos, se han visto afectados por el celibato: al dejar tantas tierras
sin herederos, el celibato de los primogénitos ha llevado a cabo
lo que los meros efectos de la dominación económica y de la
degradación, al menos relativa, de los ingresos agrícolas, no ha-
brían podido lograr.r
Por mucho que, tras la lectura de esos análisis, se llegue al
convencimiento de que la dominación simbólica que se ejerce
impelida por la unificación del mercado matrimonial ha repre-
sentado un papel determinante en la crisis específica de la re-
producción de la familia campesina, hay que reconocer que la
atención prestada a la dimensión simbólica de las prácticas, le-
jos de representar una huida idealista hacia las etéreas esferas de
la superestructura, constituye la condición sine qua noru y no
sólo en este caso, de una verdadera comprensión (que cabe cali-
ficar, si se desea, de materialista) de los fenómenos de domina-
ción. Pero la oposición entre la infraestructurayla superestruc-
tura o entre lo económico y lo simbólico no es más que la más
zafia de las oposiciones que, al encerrar el pensamiento de los

1. Al cabo de un estudio sobre los factores de desaparición de las explo-


taciones agrícolas, André Brun concluye que olas "bajas" de agricultores ex-
plotadores son, esencialmente, resultado de la mortalidad y de las jubilacio- 1. Aunque no me gusta demasiado el ejercicio, típicamente escolar,.que
nes, (véase oPerspectives sur le remplacement des chefs d'exploitation consiste ., p"rr. revista, para diferenciarse de ellas, a todas las teorías concu-
agricole d'aprés l'enquéte au 1/10¿ de 1963", en Statistique agricole, suple- rrentes del análisis presentado -entre otfas razones, porque puede hacer creer
mento 28, julio de 1967). En 1968, en Lesquire, el 50o/o de los agricultores que responde únicamente a un afán de diferenciarse-, quisiera hacer hinca-
tenía más de 45 años, de los cuales más de la mitad eran solteros, y la pobla- pie ." t, gran diferencia que media entre la teoría y la violencia simbólica en
ción campesina mostraba un neto retroceso, debido al déficir de nacimientos ,"rr,o qrr. d.r.onocimiento basado en el ajuste inconsciente de las estructu-
consecuencia del celibato y de la tardanza matrimonial. En 1989 la genera- ras subjetirras a las estructuras objetivas de la teoría foucaldiana de la domi-
ción directamente afectada por la crisis de los años sesenta concluye su ciclo, nación como disciplina y adiestramiento; o también, en otro orden de co-
y una parte muy importante de las haciendas va a desaparecer con su propie- sas, enrre las metáfo.as de la red abierta y capilar y un concePto como el de
tario. camPo.

245
244
ANEXO

Distribución de las personas nacidas en los caserlos de Lesquire antes de 1935 segrín su residencia en l97O
(en Lesquire o en otro lugar), su sexo, la profesión de su padre (y p"r" los agricultores, el tamaño de su hacienda),
su orden de nacimiento y su estado ciül

Agi cuhores
Profesión del padre Pequeño (<15 ha) Medio (15-30ha) Grande (>i0 ba) Otros* Total

¡/R Primo- Segun- Total NR Primo- Segun- Total Prirrto- Segun' Total
dón ^/R
Varones solteros ) t4 18 35 44 t6 3 2 5 2 58
R
E Varones casados 1 12 r4 27 4 10 ) 1 4 5 46
S
Total varones 4 26 32 62 \15 26 6 3 9 7 104
I
D
E Mujeres solteras 1 67 4 4 2 2 t3
N
T Mujeres casadas 3 7 26 36 2 t2 r4 ) 4 862
E
Total muieres 3 5 32 45 2 76 18 5 6 875
15
S

Total 34 64 105 r3 3r 44 15 r79


Varones solteros 2 4 814 I I 3 18

M
E
Varones casados 5 t2 5t 38 9 10 l0 90

G
I
Total varones 7 r6 59 82 10 11 13 108
R
A Mujeres solteras 4 1 11 t6 218
D
o Mujeres casadas t2 9 51, 72 10 18 2 6 8 i0 108
S
t6 10 62 88 10 18 2 6 8 t2 126
Totd 23 26 121 t70 20 29 l0 25 234
Residentes + em 185 275 40 4r3
F

L
L
Varones 1.4 | 12 27 8 4t
E
C
I
D
Mujeres 83i021 10 35
o
s Total 2242248 18 76
* Los datos referidos a los criados y obreros agrícolas, artesanos y comerciantes
y empleados (carteros, gendarmes, etcétera) no han podido detallarse aquí.

246 247
POST.SCRIPTUM
Una clase objeto

«PAGUE, PAYSA!»* (¡PAGA, :CAMPESINO!)

Si una cosa es verdad, es que la verdad del mundo social es


un entramado'de luchas: porque el mundo social es, por una
parte, representación y voluntad; porque la representación- que
ior gr.rpát tienen de sí mismos y de los otros grupos contribuye
..r gtrt medida a hacer que los grupos sean lo que son y hagan
Io (.r. hacen. La representación del mundo social no es un
d"tá o, lo que es equivalente, una grabación, un reflejo, sino el
fruto de innumerables acciones de constntcción que están siem-
pre ya hechas y que siempre hay que rehacer. Está depositada
en las palabras comunes, términos pedocucionarios que tanto
contribuyen a hacer el sentido del mundo social como e grahar-
Io, consignas que contribuyen a producir el orden social infor-
mando el pensamiento de ese gruPo y produciendo los grupos
a los que designan y movilizan. En pocas palabras, la construc-
ción social de ta realidad social se lleva a cabo en y a través de
innumerables actos de construcción antagonista que los agentes

* Expresión bearnesa que se utiliza en contextos muy diferentes para


decir,,sencillamente, que hay que pagar los platos rotos o, en un sentido. más
..p..ifi.o, que siempre es el débil, el pobre, el campesino, el que paga, el que
.l ti-rdá, el que está equivocado. Según la etimologla popular,
"p..hrrgr,
,i" ¿"d, fundada en el caso particular, podría tratarse de la exclamación que
se profiere cuando el Estado impone nuevos gravámenes.

249
tt

cflectúan, en cada momento, ell sLls luchas, individuales o co- tos como en sus métodos, a las clifcrcnrcs variantes adaptadas a
lectivas, espontáneas u organizadas, para imponer la representa- las corrientes acrualizadas de la historia de las ideas, y, en parri-
ción del mundo social más conforme con sus intereses; se trata, cular, a la que, dándose ínfulas de radicalismo crítico, se dedica
por supuesto, de unas luchas muy desiguales, ya que los agentes a derrotar a adversarios ya muertos y enterrados. uNo cuesta
poseen un dominio muy variable de los instrumentos de pro- gran cosa», afirmaba Engels, «atacar con argumentos generales
ducción de la representación del mundo social (y, más aún, de la esclavitud y otras cosas por el estilo, y descargar sobre seme-
los instrumentos de producción de esos mismos instrumentos), jante infamia una indignación moral superior. Lamentablemen-
y también porque los instrumentos que tienen a su disposición te, no se hace con ello más que enunciar lo que todo el mundo
inmediata, listos para su empleo, y en particular el lenguaje co- ya sabe, a saber, que esas instituciones antiguas ya no correspon-
rriente, son, por la filosofía social que vehiculan en estado im- den a nuestras condiciones actuales ni a los sentimientos que
pllcito, muy desigualmente favorables para sus intereses según determinan en nuestro fuero interno esas condiciones. Pero eso
la posición que ocupen en la estructura social. no nos enseña nada nuevo sobre el modo en que esas institucio-
Por ello la historia social de las representaciones sociales del nes surgieron, ni sobre las causas por las que subsistieron, ni so-
mundo social forma parte de las críticas previas de la ciencia del bre el papel que han representado en la historia.rl A falta de ser
mundo social que vehicula, en particular en las oposiciones a las capaz de volver a aprehender las necesidades que confieren a las
que recurre, ( G e m e i n s c h afi/ G es e Ils c h afi, fo I h / u r b an, etcétera) p ara instituciones y a los comportamientos su necesidad histórica, la
pensar el mundo social, o en las divisiones según las cuales se or- «irtvestigación, histórica, que debería facilitar los medios de per-
ganiza (sociología rural y sociología urbana, etc.) toda la filosofía seguir y revelar el inconsciente de clase, le facilita un velo que se
yuelye, por lo demás bastante transparente cuando, por ejem-
social que se halla inscrita en las oposiciones más corrientes de
la experiencia corriente del mundo social (ciudad/campo, ru- plo, se pretende demostrar que la Escuela, ese invento de curas y
rallurbano, etcétera). El inconsciente, decía más o menos Dur- pastores, pergeñado por pequeñoburgueses, funciona gracias a
kheim, es la historia: el único medio de apropiarse del todo el pequeñoburgueses represivos para transformar a los obreros en
propio pensamiento del mundo social consiste en reconstituir la burgueses más burgueses que los propios burgueses.2 Lo que, en
génesis social de los conceptos, productos históricos de las luchas este caso como en otros, posibilita y, pese a los reparos, vuelve
históricas que la amnesia de la génesis eterniza y convierte en necesarid, la indignación burguesa conrra los pequeñoburgueses
algo estático. La historia social o la sociología (tal vez) no sería
digna de una hora de esfuerzo si no la animara ese propósito de 1. F. Engels, Anti-Dühring París, Éditions sociales, 1971, págs. 213-
reapropiación del pensamiento científico por sí mismo que es 214. También podríamos haber citado a Antonio Gramsci, (Eeuures choisies,
constitutiyo del propósito científico más actual y activo.l París, Éditions sociales, 1959, págs. 153-155.
Esa sociología histórica de los esquemas de pensamiento y 2. Véase A. Querrien, Généalogie dts équipements collectif, les équipe-
de percepción del mundo social se opone, tanto en sus propósi- ments de normalisation, l'école primaire, Pa¡ís, CERFI, 1975. Quienes en-
cuentren el uresumen, sumario (o nprimarior...) pueden leer las páginas l1l
1. Lo que, en concreto, significa que, cuando se transforma en una y 735, para el retrato del maestro de escuela en ranro que plumífero aronra-
acumulación positivista de informaciones más o menos anecdóticas sobre los do por la labor de rellenar formularios y registros o en ranto que pequeño-
especialistas de tiempos remotos, al margen de cualquier referencia a las
burgués onanista o sadomasoquista, y las páginas 140 y 145 para la lección
obras que hayan producido, la historia social de las ciencias sociales carece de mundología burguesa para maesrros de escuela pequeñoburgueses y para
sus sueños de poder.
prácticamente de interés.

250 251
y corltra los proletarios a los c¡uc alrtrr'¡¡trcs¿lr) con sus escucl¿rs «l lrara c¡uc la historia social urcr(:zclr lrr considcración de psico-
sus sindicatos, es, además de las clisposicit¡nes del habitus 6ur- rrnllisis del espíriru cicntífico y dc [a conciencia social tiene que
gués, Ia ignorancia de las condiciones sociales de producción dc rc«rnstruir .o.r-tplet"-.nte, es decir, mediante una tarea propia-
los agentes y de las instituciones que ellos hacen funcionar o, llrenre interminable, las condiciones sociales de producción de
con mayor precisión, la indiferencia a las formas específicas quc lrrs categorías sociales de percepción y de representación del
"rr"t.rral
adopta la explotación en las diferentes categorías de explotados, ,r',,.rrrdo o social en las que puede fundamentarsela reali'
/, muy especialmente, entre los pequeñoburgueses, cuya aliena- dad. mismade este mundo cuando, transformada en lienzo artís-
ción específica reside en el hecho de que a menudo se encuen- ricamente construido y en paisaje arquitectónicamente acondi-
tran en la tesitura de hacerse cómplices obligados y consintien- cionado, la naturaleza misma impone las normas de su propia
tes de la explotación de los demás y de sí mismos.l percepción, de su propia apropiación y cuando la perspectiva
De este modo los cuentos para no dormir de las abuelas bur- deja áe ser un punto de vista ordenador sobre el mundo y pasa a

guesas se convierten en el cuento chino de las muchachitas con


veleidades rebeldes (sin causa) de la burguesía. Pero no acaba ahí la psicopedagogía' se difundirán
J.lá, ,r'r.i-i.ntos, la exigencia relacional,
la cosa: la indignación retrospectiva también es una forma de siguiendo las mismas modalidades, según el mismo interuencionismo tecnocráti'
justificar el presente. En efecto, al denunciar, como el que más,2 ,í qrr emplearon antaño para vender las- c-ajas de ahorros y la escolariza-
v
el empleo de métodos firmes en la época de los métodos suaves, ción: la inciiación promocio.ral y la culpabilización consiguie'te de ias fa-
o a las damas caritativas que leían al barón de Gerando en la épo- rnilias que, por su oposición y renuencia, echan a-perder las oportunidades
d. ,,,, ..,i.Ábros. E., el lanzamiento de la planificación familiar resuenan
ca de la asistenta social que cita a Lacan, ese cuento liberado (del (la cur-
los ecos de un discurso que tiene más de dos siglos de antigiiedad [...],,
esfuerzo de investigación histórica) contribuye a legitimar el úl- siva es mía) (J. Donzelot, op. cit., págs. 199-200)' Esa historia de pocos
timo estado de las instituciones de dominación que deben la vuelos aúna todas las condiciones de un elevado rendimiento simbólico en
parte más específica de su eficacia al hecho de que siguen perma- el mercado de los productos culturales: el vaivén incesante entre las alusio-
ugran crí-
neciendo absolutamente irreconocibles, entre otras razones, por- nes cómplices ,l p..r.nt. -ideales para producir el efecto de una
ti."r-, y la, ,eferencias inconexas y descontextualizadas al pasado -óptimas
que se definen precisamente contra la retaguardia usuperadar.3
p"r, .o.rf.ri. una apariencia ds «gran culturar- y el batiburrillo de exigen-
.ir. ...rrltrrrt. obvian a la vez \a necesidad de cualquier investigación siste-
1. El propósito mismo de aprehender las razones de ser, además de estar mática sobre el presente -que no haría más que restar altura filosófica al
excluido por el desprecio de clase, presupone algo absolutamente distinto de discurso- y d. cualquier investigación en profundidad sobre el pasado
la mera consulta de unos textos pintorescos surgidos al azar hojeando los re- -qrr., ,..it,l".rdo las instituciones y las prácticas en el sistema que les otorga
gistros de Ia Biblioteca Nacional. Basta saber a costa de qué ingente esfuerzo su senrido y su necesidad sociológica, constituiría el pasado en tanto que
los historiadores (véase J. Ozouf, Nous les maitres d'écoles, París, Gallimard/ pasado y atula.í, el objeto de indignación retrosPectiva-' Y' para. funda-
Julliard, 1967,y F. Furet yJ. Ozoú, Lire et Écrire,2 vols., París, Éditions de rn.t,r. .ro, po.o, vuelos, superficiales y objetivistas, que obvian absoluta-
Minuit, 1978) han podido responder a semejante cuestión zanjada de pasada menre el ..,rrdio de los agenies y las investigaciones a veces inte¡minables
(pág. 151) para convencerse de que, como en Jean-Baptiste de la Salle y Frei- que éste impone, b"rta .o, remitirse a esa especie de finalismo de lo peor
net según Anne Querrien, la innovación es, en Anne Querrien y en todos los q.r. ."dr.. ia historia al devenir casi mecánico de instancias intemporales e
autores de Ia misma cuerda, ufruto de la voluntad de no cansarse, (pág. 145). impersonale, de nombres alegóricos: uEn pocas palabras, fiatur de compren-
socialmente decisiuo drl tabajo social lllamado en otro lugar
ulo
2. J. Donzelo¡, La Police des familles, París, Éditions deMinuit, 1977. dr, ,t ,frao
pdrtir la combinación estratégica dr lru tres instancias que lo
3. nY naturalmente, como antañ0, es entre las familias obreras, Ias fami- arirt..r.i"lr1 a de
lias "necesitadas", donde van a ejercer su labor misionera propagando esas componen: lo judicial, lo psiquiátrico y lo educatiuo'' (J' Donzelot' op' cit''
normas nuevas que tan bien les permiten vivir. La "libertad sexual", el control págs.93-94).

)\) 253
V

scr cl orden mismo del mund«r. lil rni'rito dcl cspléndido libro de lrrryc¡ clircct¿urrcntc a esa labt¡r dc ollictivación (¡rintores, escri-
Raymond \üTilliams, The Country and tfu C)ity,t estrlba en recor- t«rrcs, pcrioclistas, etcétera), sino tanltriÚn Porque tienen los me-
dar no sólo que la percepción del propio mundo natural no tiene rli«rs clc ¡rrefigurar su propia objetivación mediante toda una la-
nada de natural -cosa que sabíamos desde hace mucho, en parti- llor dc representación, como se decía antes' es decir, mediante
cular gracias a la auténtica genealogía social de las categorías de r¡n1r teatralización y una estetización de su persona y de su
percepción del mundo natural obra de Erwin Panofsky-,2 sino colnportamiento con el objetivo de poner de manifiesto su
también que es indisociable de una relación con el mundo social; c«¡ndición social y, sobre todo, de imponer su representación'
que el punto de vista sobre el mundo natural y, afortiori, sobre el lln resumen, el dominante es aquel que consigue imponer las
mundo social depende de Ia altura social desde el que se toma. normas de su propia percepción, ser percibido como se percibe
Así, la representación burguesa del mundo, trátese del upaisaje na- ól mismo, apropiarse de su propia objetivación reduciendo su
tural, del landscape garderuing o de la psicología aparentemente verdad objetiva a su propósito subjetivo' Por el contrario, una
ahistórica de las novelas de Jane Austen y de George Eliot tales de las dimensiones fundamentales de la alienación estriba en el
como las analiza Raymond \X/illiams, revela en una forma objeti- hecho de que los dominados han de contar con una verdad ob-
vada la verdad de la relación burguesa con el mundo natural y so- jetiva de su clase que no es obra de ellos, con esa clase-para-otro
cial que, como la mirada distante del paseante o del turista, pro- que se les impone como una esencia, un destino, ln fatum, es
duce el paisaje como paisaje, es decir, como decorado, paisaje sin áecir, con la fuerza de lo que se expresa con autoridad: como
campesinos, cultura sin cultivadores, estructura estructurada sin siempre están solicitados para asumir el punto de vista de los
labor estructurante, finalidad sin fin, obra de arte. El misterio del demás, una mirada y un juicio ajenos, siempre están exPuestos
nhechizo eterno» del arte burgués se desvanece cuando se ve todo a volverse extraños para sus propios ojos, a dejar de ser los suje-
lo que, en la literatura o en la pintura (por no hablar de la músi- tos del juicio que poseen sobre sí mismos, el centro de perspec-
ca), funciona como drnegación (en el sentido freudiano) de las re- tiva de la mirada que echan sobre sí mismos. De todos los gru-
laciones sociales, predispone a la obra de arte para ser reactivada, pos dominados, la clase campesina, sin duda porque nunca se
si no indefinidamente, cuanto menos mientras no se le pida nada ha dotado, o porque nunca la han dotado, del contradiscurso
más que lo que originariamente está dispuesta a ofrecer, es decir, capaz de constituirla en sujeto de su propia veqdad, es el ejem-
una evocación neutralizada del mundo social que habla de ese plá pot antonomasia de la clase objeto, obligada a formar su
mundo de tal modo que todo sucede como si no hablara de é1. propia subjetividad a partir de su objetivación (y está muy cer-
Dominadas incluso en la producción de su imagen del ca en este aspecto de las víctimas del racismo). De esos miem-
mundo social y, por consiguiente, de su identidad social, las bros de una clase desposeída del poder de definir su propia
clases dominadas no hablan, son habladas. Los dominantes identidad ni siquiera se puede decir que son lo que son, puesto
poseen, entre otros privilegios, el de controlar su propia objeti- que el término más corriente para designarlos puede funcionar,
vación y la producción de su propia imagen: no sólo porque ante slrs propios ojos, como un insulto: el recurso al eufemis-
poseen un poder más o menos absoluto sobre quienes contri- mo, agricultor, hacendado, así 1o pone de manifiesto. Enfrenta-
do, a un" objetivación que les revela lo que son o lo que han de
1. R. \íilliams, The Counny and the City, Londres, Chatto and 'Win-
dus, 1973.
ser, no tienen más alternativa que la de asumir la definición (en
2. E. Panofsky, La Perspectiue comme forme symbolique, París, Éditions
su versión menos desfavorable) que les es impuesta o que la de
de Minuit, 1975. definirse reaccionando en contra de ella; resulta significativo

254 255
u

cirin, rluc rcrnitc cl cantpcsinaclo itl llttlsco y c¡ttc convierte a los


que la representación dominantc cst¿ l)r(:scntc etr el seno mis-
tiltiruos cam¡rcsirros ett guardiancs clc ttna naturaleza transfor-
mo del discurso dominado, en la propia lcngua en la que se ex-
rurirda en paisajc para ciudadanos, constituye el complemento
presa y se piensa a sí mismo: el upalurdo,,, el npatánr, el upale-
nccesario de la desposesión y de la expulsión. Son, en efecto, las
to», el udestripaterrones», el nrústico, que habla con uacento del
leyes del benefrcio diferencial, la forma fundamental del bene-
terruño» tiene su equivalente prácticamente idéntico (en bear-
ficio de distinción, las que asignan a los campesinos sus rrs¿r-
nés) en la expresión ?q/sdnas empaysanit, el campesinote «acam-
uas, donde podrán bailar y cantar a placer sus canciones cam-
pesinador, cuyos esfuerzos pafa chapurrear en mal francés
pesinas, para mayor satisfacción de etnólogos y de turistas
(francimandeja) son motivo de burla y que por su torpeza e in-
urbanos, mientras su existencia sea económica y simbólicamen-
habilidad, por su ignorancia y su inadaptación al mundo ur-
rc rentable.
bano se convierte en el protagonista predilecto de los chistes
Se comprende que'sean, evidentemente, pocos los grupos
más típicamente campesinos.
que mantienen unas relaciones menos sencillas con su propia
La formación de una identidad fundamentalmente heteró-
identidad, que, en una palabra, estén más condenados a la uin-
noma, reaccional y, por lo tanto, a veces reaccionaria, se torna
autenticidad» que esos nsimples, en los que todas las tradiciones
tanto más dificil cuanto que las imágenes con las que ha de
conservadoras buscan el modelo de la existencia nauténtica'. No
contar son en sí mismas contradictorias con las funciones para
es nuevo que los campesinos, siempre enfrentados a la domina-
las que quienes las producen las utilizan. Es indudable que
ción inseparablemente económica y simbólica de la burguesía
prácticamente nunca se piensa en los campesinos en sí mismos
urbana, no tengan más alternativa que la de representar, para
y para sí mismos, y que hasta los discursos que exaltan sus vir-
los urbanitas y también para sí mismos, los diversos papeles de
tudes o las del campo no son más que una forma eufemizada o
campesino: el del campesino respetuoso' que cae en el populis-
disimulada de hablar de los vicios de los obreros y de la ciudad.
mo popular, y habla de su tierra, de su casa y de sus animales
Mero pretexto para prejuicios favorables o desfavorables, el
con expresiones que remiten a las redacciones de la escuela pri-
campesino es objeto de expectativas por definición contradicto-
maria, o el del campesino heideggeriano, que piensa ecológica-
rias, puesto que sólo debe su existencia en el discurso a los con-
mente, que sabe tomarse su tiempo y cultivar el silencio y que
flictos que se resuelven referidos a é1. Así, en la actualidad, los
asombra a los residentes de fin de semana con su sabiduria pro-
diferentes sectores del campo de producción ideológica le pre-
funda, sacada de quién sabe dónde, o, también, el del campesi-
sentan al mismo tiempo las imágenes de sí mismo más incom-
no «acampesinado, que asume, con un deje de ironía y de des-
patibles. Paradoja particularmente llamativa en el orden de la
precio, el papel de usimpler, de ndestripaterrones», de buen
cultura, y, sobre todo, de Ia lengua, donde algunas fracciones
salvaje o incluso de cazador furtivo, a veces un poco brujo, que
de intelectuales, impulsados por la lógica de sus intereses espe-
asombra sobremanera a los urbanitas tanto por su habilidad
cíficos, les exigen, por ejemplo, que recuperen sus lenguas ver-
para encontrar setas o para poner trampas como Por sus dotes
náculas en el momento en el que las exigencias tácitas de los
de ensalmador o sus creencias de tiempos remotos'
mercados económico, matrimonial y escolar les imponen, más
Y la constitución de la identidad colectiva plantea a los
brutalmente que nunca, su abandono. Pero puede que la con-
campesinos (y a la ciencia social) unos problemas que no son
tradicción sea más aparente que real, puesto que las divisiones
más sencillos que los de la identidad individual. Es conocida la
más irreductibles subjetivamente pueden organizarse objetiva-
historia ejemplar de los campesinos Bocage, que, impulsores de
mente en una división de la labor de dominación: la folcloriza-
257
256
ril

las reivindicaciones más raclicalcs cn l7tt9, propr¡rcitltrarott


unos pocos años más tarde a la contrarrrevolución vandcana sus'
partidarios más encarnizados.l Obligados a constituirse contril,
primero contra el clero y sus propiedades, y luego contra lil
burguesía urbana, gran acaparadora de tierras y de revolttcitt-
nes, los campesinos (a los que hay que sumar las fraccioncs dcl
mundo rural que representan, en cierto modo, su límite, ct¡mt¡
los trabajadores de los bosques, antítesis absoluta de los habi-
tantes del pueblo) parecen condenados a esos combates de reta-
guardia contra las revoluciones a las que a veces han servido,
porque la forma específica de la dominación que padecen haccr
que estén desposeídos también de los medios de apropiarse el
sentido y los beneficios de su rebelión: sin pretender conside- Anomia, 56-57, 72-73, 183- - familiar, 46-47, 195-196.
rarlos invariantes de una condición campesina de la que sólo la r84. - moral, 26, 184 n.
ceguera ciudadana ignora Ia inmensa diversidad, el caso es que Apellido, 52.
la estrechez del campo de las relaciones sociales, que, propician- continuación del -, 26, 38- Baile, T-9, 13, 14, 46, 57, 53,
do la falsa contextualización, orienta a menudo equivocada- 39 70n, 73n, 83-84, 85, 91,
mente la rebelión, la estrechez del horizonte cultural, la igno- Véase tambiénlinqe. 95-96, 111-15, ll7, 118,
Área matrimonial, 76-77, 80- 120, 124n, L53, 162, 777n,
rancia de todas las formas de organización y de disciplina
84, 17 8 n, 232-233, 234n. 229,230n,233.
colectiva, las exigencias de la lucha individual contra la natura-
- de las mujeres, 80, 84-85. Beneficio, 17 6, 179-180, 192.
leza y de la competencia por la posesión del suelo, y tantos
otros rasgos de sus condiciones de existencia predisponen a los - de los hombres, 80-82,
85-86. Capital, 175,226.
campesinos a esta especie de indiaidualismo dndrquista que les
impide concebirse a sl mismos como miembros de una clase ca-
véase también intercambios - material y simbólico, 174,
matrimoniales; endogamia. 180,195-196.
paz de movilizarse para imponer una transformación sistemáti- Celibato, 70n, 123-126, 218'
Aristocracia campesina, 43,
ca de las relaciones sociales. Por este motivo, incluso cuando re- 2r9.
107, 109, t78.
presentan su papel de fuerza dr reuolución, corr.o en tantas Autoridad - de los segundones, 19,
revoluciones recientes, tienen todos los números para parecer, 29, 40, 44, 49, 52,
- de los antepasados, 52, 65. 56,
pronto o tarde, reaccionarios, por no haber podido imponerse * del marido, 37, 196n, t98-200,204.
co mo fue rza r eu o lu ci o n ar i a.2 de los segundones y salva-
t97. -
- de los padres, 24, 32, 39, guarda del patrimonio,
45-47, 52, 65, 66, 73, 84, 44, 48-49,20t.
1. P. Bois, Paysans de l'Ouest, des structures économiques et sociales aux
opinions politiques depuis l'époque réaolutionnaire, París-La Haya, Mouton,
1 89. - de los primogénitos, 44,
1960.
2. Véase P. Bourdieu, u(Jne classe objerr, Actes de la recherche en scien' *Este índice, así como el onomástico que viene a continuación, son
ces sociales, 17-18, noviembre de 1977, págs.2-5. obra de Valérie Janicot.

258 259
ru

- )'); Vlttst ).)tl; ué¡tst' tnnbién icrx-


csct¡l:rr, 104n, I
de primogenitura integral, t¡ttía social.
47, 52, 60,75,81, 189- - ttrn b i é tt cttscitit trz'a'
48, 52, 65-66,
l9on, 192 n,244 t72. lrrrrigrrrcir'tn, 48, 52, I 98-201 , [']*u.1,, rttral,
- de propiedad, 25, 34' 204, 21 8-21 9, 225 -227, 238. 68-69, 70, 84n, 146-148'
- de los herederos, Zl5,
199,201,224n,236'
218,230,232,241 185,186n,188. ír'rdice de -,71,217; entre -
- y distribución en el esPa- - de retracto (tournedot), los homl¡res, 69, 7 0, 217 ;
29n,34, 192. entre las mujeres, 69-70, Familia
cio geográfico, 57, 62-63, - -, 185.
división de la
ll0,218-219. - de usufructo,34. 217.
función social del ',51'52. - romano, 130,173,206. lrndogamia, 36, 794A, 236' - pequeña, 38, 41, 193;
índice de -, 57'58, 62-63, - sobre el Patrimonio,22'25, Véase también área matimo' gr* -, 30,35-36,41'42,
46, 73, 177-179, l9ln,
70, 75, 80, 81, 166, 39,176. nial.
218n,238. - sobre la tierra, 28,52. Enseñanza, 219, 236-240' Véa-
193-194.
transmisión del -, 185. modelo de la - :.:oncal, 132'
Casa (maysou), 23, 26, 29n, 7 3, setambiéneducación escolar'
Desheredaci ón, 33, 65 .
Estirpe, 24, 25, 185' 191'
r33,208.
74,244.
Dominación inier.s.s de Ia -, 172, 174, - patriarcal, 132,207 '
- como entidad colectiva Y económica, 223'225, 244, esplendor de una -,21-22'
unidad económica, 44, - 1 87, 1 89, 194, 197 .
umbién casa.
185,202. 257. reproducción de la -, 169, Véase

continuidad dela-,26. - masculina, 72, l2l, 172, 178, 240; uéase mmbién
cabeza de la - (caPmaltsoui), 179,185. genealogía; relaciones de Genealogía, 21, 174-176'
simbólica, 213, 233, 236' 178n, 179, 181,254'
24,26,28,61, 185. - Parentesco.
también linaje; relacio-
dueña de la - (daune), 24, 237,242n,244,257 ' Estrategias, 2t3, 2l6n; uéase Véase

33,35,68,84. Dote (adot), 33-34, 38-39, 47' tanrbién regla.


nes de Parentesco'
48, 54, 64,73-74, l3l, 179' de fecundidad, 190, 191'
Véase también familia. - Habitus, 14, 15, ll3, ll5,
Caserío,6t-63, 66, 70n, 71, 180, 186n, l9l-193, 196' 199, 202, 205; uéase tam'
73, 75-76, 78-85, 87-91, 197,203,215. bién indices de nuPciali- l7l, 202, 204, Zl3, 216,
98-106, 108-1 1 1, 232-233. determinación del imPorte dad. 219,232,235,252.
de la -, 26-27, 30, 177, de reProducción, 11n, 171' Heredera, 36-37, 7 4, lB5, l9l'
Véase mmbién Pueblo.
180-181n, 194-195.
- condición de la -, 24-25'
Cultura urbana, 85, 120-121, 191,205,215,232,243.
)14 funciones de la -, 27'30,35, matrimoniales' 1ln, 172, 172,185.
-
Véase umbién modelos urba- 52,177,180-181, 196. 173n, 176-177, 179' Heredero
nos. salvaguarda de Ia -, 33'34, 181n, 185, 190'192' derecho del -, 183-184'
182,183n. 194n, 202, 215, 236' condición -, 172,218n
del
Véase mmbién herencia. 238n institución del -' 27-28'
Densidad social, 95.
Véas e um b i éz matrimonio'
132, lB3-185,207 .
Derecho
Educación, 65-66,227. matrimonio entre - ,38'39'
- consuetudinario, 34, 130' l7l, 200-201.
Estructuras
40-41,74-75, 195n
131,206. - familiar,
- económicas,2l5'
mmbién régimen suce-
de primogenitura, 12,24, - campesina, 55, 237 n, 238' sociales, 14, 180, 18'' Véase
- 239.
-
52,74, 172, 186n,217;
26t
260
u
sorio; sistemas de suce- Jerarc¡ula s<¡cial, 2l
, 30, 57 , 7'2, cconomía elc -, 223, '230, l'riru«rgónito (aynat), 24-25,
sión. 140, 176, lg0, 204, 220, 241. 2U, 3t, 33, 34, 38, 42-44,
Herencia, 26-27, 56, 72. 238. rrrrrtrimonial, 196-197, 46-47, 56, 59, 69,75n, l7g,
Véase también dote. existencia de Ia -, 42-43. 218n, 221, 228-233, 184n, 186-188, 195, 203-
Hexis,7l3. - y reparto de los bienes raf- 237, 244, 256; uéase tam' 205,217-2t8.
- corporal, 1 15-l 16, 721, ces, 57, 65,72. bién intercambios matri- oposición entre el - y el se-
219. conciencia de la -, 5l , 177 n moniales. gundón, 29, 47, 60,74,
- como signumsocial, 116. véase también e§trucruras so- - escolar,256. 186n.
Homogamia, 36, 54, 177, 179, ciales. Modelos urbanos, 68-69, 84, Véase también rango de naci-
l8B, 797,227,234n I t3, t20, 721, 1.23, 225, 233. miento.
Honor Linaje, 22,26,29n, 38, 182n, 6l-63, 69, 70n, 7 l, 7 4,
Pueblo,
imperativos de *, 40,72. continuidad del -, 22, 25, Normas, 55, 67, 72, 73, ll9, 77-82, 86, 87, 88-94, 95-
valores de -, 38, 42, 177, 7\ 171, 181, 188, 204, 221, 106, 108-1 ll,
1\2-113, 232.
t78-t79,203. principio de la predominan- 230,253. oposición entre el- y el ca-
cia del *,173. serío, 87-89, 97-106,
Índices de nupcialid ad, 79-20. Véase también casa; patrimo- Objetivación, 12, 14, 16, 277, 108-110,217-218.
Véase también estrategias de nio. 254-255. Véase también caserío.
fecundidad. Orden social, 140,249.
Indivisibilidad Matrimonio crisis del -, 57,234-235. Rango,46-47.
- de la tierra, 186. como transacción económi- peligros que amenazan el -, - de nacimiento, 24-25, 30,
Intercambios matrimoniales, ca,21,35, 43. 7') 57,176,179,185, l9l-
15,93-94, 85-96,233n. - nde abajo arribar, 29, 36, 792, 215, 219; Véase tam-
- y economía, 177. 37n, 40n, 41, 72, 84, Patrimonio, 28,34-35. bién primogénito; régi-
función de los -, 25, 47. t20, lgl, lg2, 194, 797, desmenuzamiento del -, 26. men sucesorio.
lógica de los -, 29-31, 38, 198n,227,233,236. apego al -,48,201. desigualdades de -, 43.
40, 43, 51, 57, 64,71-72, - ude arriba abajor, 29, 36, integridad del-, 22,25, 39, Véase tam bién homogamia.
75, 120, 215; uéase tam- 38, 72, 95, lg3-194, 56, l7l,172, t79,781, Reflexividad, 21 3.
bién estrategia matrimo- 214. 184-t85, t87. - como objetivación cientí-
nial. - exterior, 77 -78, 79-81. - material y simbólico, 176. ftca, 14.
reestructuración de los -, función económica y social salvaguarda del -, 24, 29, propósito de -, 13.
76,78-87, tl}. del -, 2l-22, 38-39, 780. 32, 49, 56,72, 177,201. Régimen sucesorio, 131, 207.
revolución de los -, 64-65, Véase también estrategia ma- valor del -,27, 52, 176-177, Véase también rango de naci-
75-76. trimonial. 782, t95,203. miento; sistemas de suce-
sistema de los -, 66, 127. Mercado Véase tambiénlinqe. sión.
Véase también mercado ma- - de los bienes simbólicos, Poder Regla, 26, 57, 85, 130, 170n,
trimonial; modelos de los 14, 2lg, 222, 223, 225, - doméstico, 180, 191, 193- t7 t-t72, 1 80- 1 82, 203-204,
intercambios simbólicos. 237,240. 196. 207-208.

262 263
t
Yéase tambiéru estrategia. Véase tarnbién estrategias de fxoIcr oNOMASTICO
Relaciones de parentesco, 174- fecundidad.
176.
Véase también genealogía; es- Unión [matrimonial] desacer- ,
tirpe. tada,41,43, 47, i79, 180,
787,203,234n,235.
Sexo costes materiales y simbóli-
relaciones entre los -, 11, cos de la - [matrimonial]
24, 30, 51, 36, 67, 116, desacertada, 180.
123,777n. Urbanización, 89, 93, 109.
separación de los-, 53, 66,
111, 118,231n. Vida urbana, imitación de los
Sistemas de sucesión, 24-26, estilos de -, 121-122,240.
27-28, 44-45, 56, 172-174, Véase también cultura urba- Bloch, M.,734,138,144. Fay,H.,143.
183-184. na. Bois, P., 258n. Fortes,173.
Bonnecaze, J., 133, 142, 2IO. Fougéres,A., 131, 141,207,209.
Bordes, M.,137,143.
J.,141,209.
Brissaud, Godefroy, L., 138n.
Brun, A.,244n. Gramsci, 4.,251n.

L,136,143.
Cadier, Habakkuk, H.J.,144.
Cavaillés,H.,134,142. Halbwachs,M.,122.
Cheysson, 8., 132, 142, 208, Hatoulet, J., 141,209n.
270.
Chiva, I., 12. Jegouzo, G.,240n.
Columela, 56.
Crow, G.,216n. Kerblay,8.,243n
Koyré,4.,227.
Daucé, P..240n.
De Maria, 137,140, t41,206, Laborde, J.-8., 131, 135, l4l,
209. t42, 143, 207, 209.
Donzelot, J.,251n,253n. Labourt, l3l, 141,206,209.
Dumont, L., 169n, l7On. Lafond, J.-B', 137, I44.
Dupont, G., 10, 147, 207, Lambert, Y.,240n.
209. Lebret,138.
Durand, H.,144. Lefebvre, Th.,134,142.
Le Play, F., 19, 132-133, 142,
Engels, F.,230-231,251. 201,207,208,209,270.

264 265
Lévi-Strauss, C., 12. Rogé, P., l3l, l4l, 207, 209, fNprcB
Luc, P., 130, 131, 134, 142, Roubaud (abate), 137, 144.
206,207,209.
Sachs, C., 115n.
Maget, M.,12,22n- Saint-Macary, J., 133, 142,
Marx, K., 769,222n. 208,210.
Mauss, M., 114, 115n. 120. Saussure, F., 171n.
Mazure, A., 147,209. Seibel, C, 15,163.
Montaigne, M. de, 110. Serviez, 138,145.
Morgan, D. H.J.,216n.
Mourot, J.-F., 131, l4l, 206, Thorner, D.,243n.
209. Troubetzkoy, N. S., 121n.
Tucat, J.,145. 7
Exergo
Panofsky, 8.,254. Tucoo-Chalaa, P., 135, 136, 11
Introducción
Pelosse, l.-L.,ll4n. 142,143.
Polanyi, K.,230n. Primera parte
Praderie, M.,240n. Van Gennep, a., 52n. CELIBATO Y CONDICIÓN CAMPESINA 17
Proudhon, 87. 1. El sistema de intercambios matrimoniales
-Webei,
Pulgram, E., 121n. M.,196,213. en la sociedad de antaño . . . 2l
\ü/illiams,
).M.,97n. 2. Contradicciones internas y anomia 56
A., 251n, 252n. \ü7'illiams, R.,254.
Querrien, 3. Laoposiciónenfreelpuebloyloscaseríos ' ' ' ' ' ' ' 87
4. El campesinoysucuerPo . . : . . . 110
Radcliffe-Brown, 169n. Young, A.,138,145. t27
Conclusión
Raymond, P.,135,143.
Apéndice I
Apuntes bibliográficos . . . 130
Bibliografia temática . t40

Apéndice II
Evolución de la población entre 1836 y 1954 . r46

Apéndice III
Oialogo entre un habitante del pueblo y un soltero r49

Apéndice IV
Otro diálogo entre un habitante del pueblo
y un camPeslno . . . r54

266
t
}'iltw't

Apéndice V
La historia ejemplar de un segundón
de familia humilde
$6
Otro segundón de familia humilde ll7 , ,

Apéndice VI
Autoridad excesiva de la madre y celibato I5i
Apéndice VII
Un intento de generalización: el celibato en dieciséis
cantones rurales de Bretaña 163
Segunda parte
LAS ESTRATEGIAS MATRIMONIALES EN EL SISTEMA
REPRODUCCIÓN
DE LAS ESTRATEGIAS DE 167
Apuntesbibliográficos.... 206
Lista bibliográFtca . 209
Tercera parte
PROHIBIDA TA REPRODUCCIÓN. LA DIMENSIÓN
SIMBÓLICA DE LA DOMINACIÓN ECONÓMICA . . . . . . 2II
1. Addendaetcorrigenda.... 215

3. La unificación del mercado matrimonial . . . . . . . . 229


4. Opiniones del pueblo «sanas» 243
Anexo 246
Post-scriptum. Una clase objeto 249
Índice dr conceptos 259
Indice onomástico 265

También podría gustarte