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Teniendo en cuenta que la lectura no es sólo un hobby, sino una habilidad vital sin la
cual es imposible integrarse socialmente, parece primordial establecer algunas de las
causas por las cuales algunos municipios de Cundinamarca permanecen en un
estancamiento en los índices de lectura, en primera medida los jóvenes influenciados
culturalmente por las características de un pensamiento rural y agrícola limitan sus
propias aspiraciones, relegando la lectura a un segundo plano, para otros las escasas
oportunidades en términos de educación superior que ofrece el entorno local puede
animarlos a emigrar a Bogotá en cuyo espacio encuentran una vida más rica con
respecto a la cultura.
El término aspiración se puede utilizar por lo general para referirse a las ambiciones
educativas de los jóvenes, pero también Para señalar las ambiciones más generales de
la vida, como Querer iniciar una familia o vivir en un área particular (Gutman y
Akerman, 2008). Es importante señalar lo anterior ya que se considera que los bajos
índices de la lectura en poblaciones rurales de Cundinamarca están directamente
relacionados con las características culturales del medio, que afectan e influyen en las
aspiraciones educativas de los jóvenes y de la población en general.
En las zonas rurales, el hombre vive privado de muchos de los recursos que pueden
contribuir en gran medida a su comodidad y bienestar. Muchas de las instituciones
que se encuentran en Bogotá no existen en los municipios de Cundinamarca. Hay
casos en que el sistema educativo es más precario que el de la ciudad y los servicios
de salud son menos eficientes y desarrollados, sin embargo las personas de estos
pueblos han encontrado una especie de confort y de seguridad que Bogotá no ofrece
y han utilizado este principio como modelo de una vida sencilla, sin mucha
preocupación por cambios significativos en la manera de transformarse
culturalmente.
Los empleadores más grandes como las industrias cercanas a los pueblos, tienen
intereses particulares en ofrecer oportunidades de aprendizaje basadas en el trabajo y
en la mano de obra, donde no es necesaria la lectura sino la repetición mecánica de
una actividad, esta oferta de empleo en cierta medida conformista, es un factor que
los jóvenes sienten que influye en sus aspiraciones, ya que no han adquirido las
habilidades apropiadas que ofrece la lectura para desarrollar el fomento de las
capacidades y los aspectos psicológicos, como son la autoestima, la capacidad de
pensamiento independiente y la iniciativa propia.
Los escasos salarios en las zonas rurales son también una causa por la cual los
jóvenes no ingresan a la lectura que implica la educación superior, Hay pruebas que
revelan que una relación entre los salarios bajos en las zonas rurales y la inversión de
una carrera universitaria o técnica, es una razón por la cual los jóvenes no se alejan
de su hogar para continuar estudiando, más aún, si los jóvenes tienen la oportunidad
de trabajar en las comunidades locales no tendrán que pensar en ir a la universidad o
alejarse para estudiar, esto implica que permanecen en su pueblo de origen
conscientes de su menor potencial de ingresos y en ultimas no desean acumular una
deuda en la universidad.
Para los jóvenes cuya zona es de origen agrícola, es posible que planeen progresar en
la agricultura, inmediatamente después de terminar el bachillerato. De hecho, un
profesor de la vereda de Riofrio de Zipaquirá señalo que “algunos alumnos están
sometidos a los intereses de los padres para que trabajen en el campo, labor donde
según ellos la lectura es una pérdida de tiempo”, cabe señalar que estos jóvenes
pertenecen a comunidades agrícolas que incluyen a aquellos grupos que son dueños
de granjas y cuyos familiares se han sostenido con esta labor tradicionalmente.
La gente que más lee se va para Bogotá allí está la vida cultural
Bogotá en sí, les ofrece a los jóvenes más oportunidades de diversos tipos,
Universidades, numerosas bibliotecas, teatros, cines, museos, sitios históricos,
programas culturales, internet inalámbrico, vida nocturna y una mayor variedad de
ambientes recreativos, los anteriores espacios promueven amplias posibilidades de
lectura, pero así mismo una dependencia a la necesidad de infraestructura y a los
rasgos estereotipados de la vida urbana es decir, a las multitudes en las cuales el joven
lector termina por desaparecer, cuya consecuencia no solo lo ausenta a él, sino a su
municipio de origen, el cual no se beneficia del conocimiento adquirido por éste a falta
de poner en practica la experiencia de lectura vivida.
Muchas son las razones de la ausencia de los padres en el hábito lector de sus hijos en
el departamento, la principal es la falta de preparación intelectual. De acuerdo a la
observación deducimos que muchos padres no experimentaron una buena historia
con la educación, algunos tuvieron que abandonar la escuela por un período de sus
vidas porque sus progenitores pensaron que deberían ayudar en los campos u otras
tareas que complementaban los ingresos familiares. Otro contexto es debido a que sus
familias eran humildes, económicamente y tuvieron que trabajar durante el día y
estudiar de noche. Esta situación requiere de mucha fuerza de voluntad para seguir
manteniendo este ritmo y una gran mayoría optó por el trabajo y dejó los estudios.
Por otro cuando se les preguntó a algunos padres por qué razón no había hábitos de
lectura en el hogar, rápidamente señalaron que la escasez de tiempo es una razón, sin
embargo no hay que olvidar que las personas prefieren tener una cerveza en las
manos para compartirla con los amigos, ver un partido de fútbol o una película que
sentarse en una silla o un sofá con sus hijos para leer un libro.
Aunque el rol de un padre en el aprendizaje de sus hijos evoluciona a medida que los
niños crecen, una cosa permanece constante: el padre es modelo de aprendizaje, las
actitudes de éste acerca de la lectura pueden inspirar las de su hijo y eso repercute
positivamente en la vida adulta. De esta manera la participación de los padres es
fundamental, para la creación de hábitos lectores. Ningún otro factor tiene tanto
impacto en el progreso de un estudiante sino la influencia apropiada de la familia
hacia la lectura. (Cervera, 1988)
Si bien, no abundan los talleres de literatura en las escuelas secundarias, y menos aún
en las de primaria. El espacio académico que se la brinda a las practicas lectoras
dentro del currículo de la lengua castellana es muy escaso y pobre en métodos de
enseñanza, razón por la cual el estudiante asume la literatura como una cuestión para
analizar y desmembrar cosas, transcribir textos, comparar un autor con otro y en el
peor de los casos como un requisito más dentro del plan de estudio, reduciendo el
discurso literario a la teoría y a la historia.
Sin embargo culpar a los maestros es extremadamente injusto. Son parte de una
burocracia sin control real sobre qué enseñar y cómo enseñar. Los maestros no
controlan los currículos, las normas o las pruebas. Tienen que conformarse con los
materiales, las hojas de trabajo y los planes de estudios que se les dan, incluso si creen
que son ineficaces. El gobierno no debería de estar implicado en el trabajo visionario
de quienes enseñan. Este profesional debería tener más autonomía para encontrar las
metodologías apropiadas para el grupo con el que trabaja.
Los padres tampoco no están involucrados lo suficiente. De todas las cosas que se les
sale de las manos a los profesores, esta es quizás la más frustrante. El tiempo que
pasan en el aula los niños y jóvenes simplemente no es suficiente para que los
maestros desarrollen procesos lecto-escriturales con los estudiantes. Para enseñarles
lo que necesitan saber, debe haber, inevitablemente, alguna interacción con las
experiencias lectoras de sus padres fuera del horario escolar.
Otro diagnostico desalentador es que hoy en día, los estudiantes están convencidos
que estudiar es solo una necesidad para lograr una nota satisfactoria. No piensan en
realidad en el aprendizaje. El conocimiento es visto como algo inmediato para tomar
la puntuación necesaria para pasar el año. Pero ellos no son llevados a pensar
diferente ya que hay maestros que cierran los ojos a esto y dan la nota, ya estamos
viendo las consecuencias. El conocimiento se convierte en apariencia, en
superficialidad, donde el estudiante no tiene ningún dominio de lo que se presenta.
“Alejamiento” Esta es la palabra usada por los expertos para determinar la razón de
un hecho cada vez más común en el aula. Muchos estudiantes no leen, para
profundizar contenidos. Para muchos, la lectura es una pérdida de tiempo. Un ejemplo
de la anterior situación ocurre con la búsqueda de una tarea para el colegio o la
universidad, Aquí viene la excusa de la prisa del día a día. Es más rápido “cortar y
pegar” de una página web. Las consecuencias de la falta de lectura y la falta de
profundidad en la educación son visibles.
Las prácticas juveniles de lectura han cambiado, Hay una "crisis de lectura", a causa de
leer menos libros y especialmente de leer menos por placer. Este desapego por los
libros viene influenciado por una cultura moderna, que ha disparado el acceso a los
medios digítales de comunicación y ha creado una fábrica de generaciones apenas
básica hacia la lectura (Gutiérrez, Eduardo, 2008). El desarrollo de estas tecnologías
y la lectura digital que exponen las redes sociales y la web como principales
proveedoras de información han relegado al acto de decodificar códigos desde un
texto impreso "No necesitó leer la Odisea sólo tengo que ir a internet para saber todo
lo que necesito con el resumen, leer todo el libro es una pérdida de tiempo, señaló un
joven del Colegio Bicentenario de Funza. En otras palabras la lectura en la pantalla, la
lectura de síntesis literarias y la lectura de mensajes cortos como twitters, ha
desplazado el apetito esencial para hacer frente a la profundidad del lenguaje de un
libro impreso.
Del mismo modo con la tecnología, los jóvenes tienen muchas más opciones de
entretenimiento que terminar leyendo. Los jóvenes todavía ven la televisión, pero en
su ordenador o teléfono. Blogs, foros y canales de música sustituyen las radios, las
noticias también las consume principalmente en la web, como la mayoría de los
jóvenes tiene una consola, juegan mejor un videojuego que tomar un libro y leer. "No
me gusta leer", dice un estudiante de secundaria del colegio señalado anteriormente,
“prefiero jugar, descargar un juego o una película" "No me gusta la lectura y no se ni
siquiera por qué, tal vez porque no me queda tiempo", dice una tercera estudiante.
Estos testimonios acerca de "crisis de la lectura", muestran una combinación de
factores y excusas que estos alumnos ponen de manifiesto para justificar su
descontento por la lectura.
El paso inicial para la creación de una estrategia con el fin de mejorar las prácticas
lectoras en el departamento de Cundinamarca es concienciar a las administraciones
públicas sobre la importancia de generar recursos, para aumentar en gran medida las
posibilidades de éxito y lograr la sostenibilidad de los programas. Esta
responsabilidad no recae únicamente en los entes públicos de educación y cultura
como lo promueve el mito social, sino que es compromiso de todos los sectores:
comercio, infraestructura, desarrollo social, desarrollo económico y salud, ya que
todos tienden a beneficiarse del desarrollo humano que promueve la lectura. Si todos
ellos combinan la experiencia, los recursos y la financiación, la posibilidad de
construir un programa de social que mejore los hábitos de lectura será un éxito.
Si se pone en marcha un proyecto lector en las bibliotecas, que reúna a todos los
usuarios en una sala especial de lectura, los municipios retendrán con más facilidad a
la población que busca experiencias lectoras en Bogotá, Esto significa mantener los
jóvenes en un proceso de evolución creativa en beneficio de su propia comunidad, es
decir, el desarrollo de los clubes de lectura, la creación de espacios como la semana de
la narración, las ferias de libros y charlas con escritores, son una oportunidad para
combatir la "fuga de cerebros" y atraer a los "evasores" urbanos que desaparecen en
las multitud bogotana.