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Testigos •

del mundo
Ciencia, literatura
y v1aJes en
la Ilustración
Juan Pimentel

Marcial Pons Historia Estudios


ÍNDICE

Pág.

INTRODUCCIÓN.......................................................................... 11

l. VIAJES, EXPERIMENTO Y METÁFORA....................... 25

CAPÍTULO l. IMPOSTORES Y TESTIGOS: VEROSI-


MILITUD Y RELACIONES DE VIAJE.......................... 27
Viajeros, poetas y ladrones ................................................. 32
Credibilidad, testimonio y evidencia.................................. 47

CAPÍTULO 2. QUIRÓS, COOK Y EL DOBLE DESCU-


BRIMIENTO DE AUSTRALIA....................................... 71
Tradiciones retrospectivas ................................................. 75
Nullius in Verba: la ficción de la transparencia .................. 91

CAPÍTULO 3. EL NOROESTE DEL ALQUIMISTA:


BÚSQUEDA Y FÁBRICA DE UN ESTRECHO NE-
CESARIO.......................................................................... 111
Del mito al logos: orto y ocaso de una leyenda .................. 114
De los tropos posibles y las tramas verosúniles .................. 129

11. LUGARES DEL TEATRO NATURAL.............................. 145

CAPÍTULO 4. LA NATURALEZA REPRESENTADA:


EL GABINETE DE MARAVILLAS DE FRANCO
DÁVILA............................................................................. 147
Coleccionismo, metonimia y extrañeza.............................. 152

CAPÍTULO 1
IMPOSTORES Y TESTIGOS: VEROSIMILITUD
Y RELACIONES DE VIAJE ''

'' Una versión del segundo epígrafe de este capítulo ha sido publicado en
el volumen colectivo J. L. BARONA, J. Moscoso y J. PrMENTEL (eds.), La Ilustración
y las ciencias. Para una historia de la objetividad, Valencia, Universitat de Valencia,
2003.
«En mis años mozos leí con gran placer varios
relatos de viajes; pero, después de haber visitado
muchas partes del globo, y habiendo podido desmen­
tir, gracias a mis propias observaciones, muchas his­
torias fabulosas, he contraído una gran aversión hacia
esa clase de lecturas, y me ha indignado ver de qué
modo tan descarado se abusa de la credulidad de
los hombres».
J. Swift, Los viajes de Gulliver.
«Que la imaginación, en oratoria, cumple una fw1-
ción distinta de la que desempeña en poesía es un
hecho que no se te oculta, como tampoco que su
propósito es en poesía provocar el asombro y en prosa
la evidencia».
Longinos, Sobre lo sublime.

Odiseo. Escifo beocio, siglo IV a. C., Ashmolean Museum, Oxford, 262


(según I. Th. Kakridis, Elinikí Mithología, Atenas, 1987) Como cualquier capítulo de la historia de la ciencia y el cono­
cimiento, la literatura de viajes estuv� siempre envuelta en serias
controversias epistemológicas. Las cuestiones sobre verdad, tes­
timonio y evidencia sobrevolaron un género capaz de cautivar
muchos públicos y de encolerizar a más de un sabio. Sin duda,
los libros de viaje fueron durante siglos el medio por excelencia
de conocimiento de tierras y pueblos lejanos. Pero también nada
más cierto, como apuntaba Swift, que las historias fabulosas o
el abuso de la credulidad de los hombres estuvieron a la orden
del día. Al fin y al cabo, ¿qué distingue un hecho natural de
un hecho fabuloso? ¿Cómo escindir el conocimiento cierto del
falso? ¿Dónde hay una relación verídica y dónde no?
Nunca fue fácil responder a estas preguntas. Las verdades
geográficas o antropológicas son -como todas- verdades cul-
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OdíseÓ. Escifo beocio, siglo IV a. C., Ashmolean Museum, Oxford, 262


(según I. Th. Kakridis, Elinik.í Mithología, Atenas, 1987)

«En mis años mozos leí con gran placer varios


relatos de viajes; pero, después de haber visitado
muchas partes del globo, y habiendo podido desmen­
tir, gracias a mis propias observaciones, muchas his­
torias fabulosas, he contraído una gran aversión hacia
esa clase de lecturas, y me ha indignado ver de qué
modo tan descarado se abusa de la credulidad de
los hombres>>.
J. Swift, Los viajes de Gulliver.
«Que la imaginación, en oratoria, cumple una fun­
ción distinta de la que desempeña en poesía es un
hecho que no se te oculta, como tampoco que su
propósito es en poesía provocar el asombro y en prosa
la evidencia».
Longinos, Sobre lo sublime.

Odiseo. Escifo beocio, siglo IV a. C., Ashmolean Museum, Oxford, 262


(según I. Th. Kakridis, Eliniki Mithología, Atenas, 1987) Como cualquier capítulo de la historia de la ciencia y el cono­
cimiento, la literatura de viajes estuvo siempre envuelta en serias
controversias epistemológicas. Las cuestiones sobre verdad, tes­
timonio y evidencia sobrevolaron un género capaz de cautivar
muchos públicos y de encolerizar a más de un sabio. Sin duda,
los libros de viaje fueron durante siglos el medio por excelencia
de conocimiento de tierras y pueblos lejanos. Pero también nada
más cierto, como apuntaba Swift, que las historias fabulosas o
el abuso de la credulidad de los hombres estuvieron a la orden
del día. Al fin y al cabo, ¿qué distingue un hecho natural de
un hecho fabuloso? ¿Cómo escindir el conocimiento cierto del
falso? ¿Dónde hay una relación verídica y dónde no?
Nunca fue fácil responder a estas preguntas. Las verdades
geográficas o antropológicas son -como todas- verdades cul­
turales, contingentes. De manera coloquial, podría decirse que
toda verdad tiene denominación de origen y fecha de caducidad.
Conceder carta de naturaleza a un hecho siempre fue una tarea
30
Juan Pzmentel
delicada. E ntre otras Impostores y testigos: verosimilitud y rela
ciones de viaje
que ha visto, su experi
cosas, porque cuando
un
encia, la distancia en viajero relata lo sino lo que la imaginación colecti
• 31
lo ficticio resulta un p
roducto, una consecue tre lo verdadero y como posible.
va de su cultura pod
ía admitir
el que hay entre un ncia de otro recorrid
falsario y un hombre o, La anécdota procede del Ensay
impostores y testigos. digno de crédito. E o sobre el entendimiento
ntre de John Locke (1690). Poco des humano,
En boca, o m ejor pués Leibniz y m ucho.
dicho, en la pluma Hume también la rescataron en más tarde
de crédito, un hecho
ficticio p asaba por
de un tes tigo digno los suyos, hasta el
cierto. Y viceversa; podríamos calificarla como un punto de que
hecho real contado por lug ar común, un verdad
un
refiere- a un hecho rig ero topos
un farsante no tenía 2
de credibilidad. La , no podía tener vis literario • No se refería -ni se
historia del embaj os cierto. Y sin embargo, como m uro
de Siam, una anécdo ador
ta que circuló en v de Holanda y el rey uchas historias apócrifa sam ente
bién encierra una gran verdad. s, ésta tam­
del siglo XVII y el XVIII arios tratados de fin Nin
, ilustra bien todo e
ste asunto.
ales pero todos la consideramos pos gún lector espera que sea cierta,
Según parece, cierto ible. Y eso es lo impor
día el rey de Siam Leibniz y Hume lo sabían. Es tante. Locke,
en palacio escuchan pasó la tarde entera tan plausible que par
do los relatos del e Es decir, podía haber sucedi ece verosí mil.
relatos de su país nat mbajador de Hola do. Pod ría suc eder cua
ivo, un lugar lej ano nda. Eran no ha tenido lugar -pensam lquier día. Si
y sus súbditos. El y extraño p ara el so os- mañana mismo
rey le seguía con ber Es factible. podría suceder.
aseguró que en Hola atención. El embaja ano
nda, durante la est dor le Mucho de esto ocurrió con
recía tanto que los ación fría, el agua se las novedades del
hombres caminaba endu­ en la literatura occidental mundo recogidas
volvía tan sólida que n sobre su superfi de viajes a lo largo del
incluso un elefante, cie. Se el rey de Siam, los euro siglo XVIII. Como
Holanda, podría ca de haber elefantes peos recibie ron las pri
minar sobre ella. «H en fenómenos tan inauditos m eras noticias de
interr umpió el rey asta este momento como el hielo para quie
- he creído las -le visto jamás. Como él, esc n no lo hubiera
relatado, porque vi cosas extrañas que ucharon incrédulos m
en ti un hombre s me has tas y las tomaron por uchas noticias cier­
ahora estoy seguro ensato y de honor; falsas. Y al contrario:
por bien fundadas numer siguier
que mientes» 1. pero osas patrañas, abultadas on tomando
La historia muestr y fábulas increíbles. Increíb exageraciones
a el vínculo entre cr les para nosotros, pu
La verosimilitud de e dibilidad y testim mente, resultaron verosú es para ellos, obvia­
un hecho procede onio. niles.
a la inversa: su in de quien lo enunc La historia de las relacio
verosimilitud fo co ia. Y nes de viaj es y las expl
un i mpostor. A raíz nvierte automáticam gráficas en el Setecient oraciones geo­
de la i ncreíble hist ente en os es, en buena parte,
dejó de ser visto co oria del hielo, el em el sentido común y la im la hist oria de cómo
mo un hombre «se bajador aginación colectiva hub
Nosotros, a diferenci nsato y honorable». y acomodarse ante los ieron de reajustarse
a del nuevos hechos. Pero es
da el agua se cong rey de Sia m, sabemos que la historia de cómo más: es también
ela y que se puede en Holan­ los viajeros dejaron
embargo no culpa caminar sobre ella. convertirse en testigo de ser impostores para
jadores holandeses se las la historia de cómo los numerosos emba­
mos al rey de Siam Y sin s. Es
había estado en H de su escepticismo. compusieron para prob
olanda y nunca nad Nunca como la existencia del ar cosas tan insólitas
semejante. Su actitu ie le había hablado hielo.
d es tan científica de algo ·
se congela en Hola como cierto es que
nda. Le h ubiera cre el agua
dicho que en Hola ído al embajador si
nda -pongamos le hubier a
reencarnan en pája por caso- los ho
ros. P ero no lo otro: mbres se
el umbral de sus la hist oria del hielo
expectativas. Supe rebasaba
raba no sólo sus co 2
Tanto en los Nou veaux
nocimientos, essais sur l'entende
como en la Enquiry Con ment humaine, de G. WU.HELM
LEmNiz (1693-1696),
1
John LocKE, Ensayo David HUME (1748), cerning Human Understa
sobre el entendim ntes vers iones de la mis nding, de
se pueden leer difere
aparece en el capitul iento humano, México, FCE, 1999,
p. 660. La historia Cfr. Steven SHAPlN, A
soci
tury England, Chicago al History o/Truth. Civility and Science in Seven historia.
ma
nocimiento (libro N, o ded icad o a la probabilidad dentro
del libro sobre el co
cap. XV, pp. 657-661
, The University of C teenth-Cen­
quien resc ata la anécd hica
). ota y se ocupa de sus go Press, 1994, pp. 228 y ss.,
que califica como el «de im plicaciones en el terr
coro epistemológico». eno de lo
.32 Juan Pimentel Impostores y testigos: verosimilitud y relaciones ge viaje 33

resada p or lo irreal. Desde la perspettiva del conocimiento y la


VIAJEROS, POETAS Y LADRONES percepción, poetas, mentirosos y ladrones -sancionaba Locke­
eran sospecho sos, inclinados a lo vt"l (sic) y por descontado a
5
A la altura de 1700 los viajeros arrastraban una considerable la ret óric a .

fama de tramposos. Su reputación era escasa; su credibilidad, Pero aunque Locke, como muchos otros modernos, los redi­
prácticamente nula. Su status venía a ser como el de los poetas miera, a pesar de las campañas de propaganda por sacarlos del
y los mentirosos. Esto era lo que decía Richard Brathwait, autor apartado de los mentirosos y los poetas, a casi nadie se le �$Capaba
de uno de los muchos manuales de cortesía del período, quien que los viajeros pad�?ían sus mis!11os vicios, aunque ?ºr distintos
consideraba «una gran indiscreción» dar crédito a cualquier noticia motivos. Su propens1on a la mentira era un lugar comun.
procedente del extranjero: Veamos algunos ejemplos. Rousseau, defensor del viaje como
forma de pedagogía en el Emilio, se quejaba de haber pasado
«Pues no hay en el mundo ningún tipo de hombre más inclinado la vida leyendo libros de viaje. Sin embargo -decía-, jamás
a la moda de las relaciones extrañas y novedosas que los viajeros, quienes había encontrado a dos que dieran la misma idea del mismo pue­
suelen arrogarse con el derecho a inventar en virtud de su propia auto­ blo 6• El ginebrino exhortaba al género humano a viajar y reconocer
ridad, lo que explica el dicho de "viajeros, poetas y mentirosos son sólo el planeta y sus pueblos, pero se hacía eco de la pésima reputación
tres palabras para un mismo significado"» 3• de unos autores dados a la mentira. Su «mala fe» era cosa sabida.
El naturalista prusiano Cornelius De Pauw también fue otro
La asociación entre viajeros y mentirosos era un lugar común lector incansable de libros de viaje que se quejó de la ignorancia
en la cultura del xvn. Así lo indica la existencia en varias lenguas y credulidad de casi todos ellos, «ese tejido de contradicciones
de ciertos refranes: en castellano, por ejemplo, «el que de lejanos eternas que han hecho luchar a la fábula contra la verdad durante
lugares viene cuenta lo que quiere y cuesta menos creerlo que dos siglos y medio». De Pauw, por ejemplo, le reprochaba a Pernety
ir a verlo»; en inglés, el muy gráfico «travellers may tell Romances que tomara por cierta la información de la Histoire naturelle y
ar untruths by authority», etc. 4 morale des Anti/les, de Rochefort, una obra menor «llena de exa­
Para Locke, sin embargo, según dice en otro de sus ensayos, geraciones y de relatos novelescos», compuesta por un hombre
los sujetos que no merecían credibilidad eran los poetas, los men­ sin estudios, que no sabía ni latín ni griego, un autor que escribía
tirosos y los ladrones (y no los viajeros, ausentes en esta enu­ sobre historia natural sin conocer siquiera los nombres de las plan­
meración). Esta trilogía encarnaba el tipo de gente poco preo­ tas ni de los animales.
cupada por representar las cosas de manera fidedigna, gente inte- Y el blanco de sus iras se dirigía contra los estafadores -po­
dríamos decir- de nacimiento: el grado de falsedad de un viajero
venía generalmente implícito en su nacionalidad, en su profesión,
3 Richard BRATIIWAIT, The English Gentleman, 1630, p. 137, cit. en SHAPIN,
por descontado, en su religión. Si las cuestiones de fe y crédito
1994, p. 246. La traducción, como siempre que no se indique lo contrario, es están instaladas en el corazón de cualquier proceso de conoci­
nuestra.
4 La asociación entre viajeros y mentirosos cuenta con una amplia literatura. miento, sobra recordar lo que éstas representan en el ámbito de
El trabajo de referencia sigu e siendo Percy G. AoAMs, Travelers and Travel Iiars, la religión, la íntima conexión entre ambas esferas. Así, los viajeros
1660-1800, Berkeley, University of California Press, 1962. Ligado a ello, la relación españoles -como en otras muchas cuestiones- salían mal parados
entre la literatura de viajes y la novela también ha merecido un amplio número
de estudios, algo de lo que nos ocupamos en los capítulos séptimo y octavo
de este libro. En todo caso, del mismo autor, Percy G. AoAMs, Travel Iiterature 5
John LocKE, Some Thoughts Concerning Education, 1690, sec. 174 (hay
and the Evolution of the Novel, The University Press of Kentucky, 1983. Jan edición en castellano: Akal, 1986).
WAIT, The Rise o/ the Novel, Londres, Pelican, 1972, otro gran clásico, también 6 La posición de Rousseau, como la de otros autores de su época, refleja
trata el tema. Y más recientemente Michael McKEON, The Origim of the English una clara dicotomia entre las virtudes educativas del viaje como forma de cono­
Novel, 1600-1740, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1987, de donde cimiento -es uno de grandes preceptos aconsejados en el Emilio- y la sospecha
procede el refrán citado (p. 100). sobre la credibilidad de los viajeros.
.34
Juan Pimentel
' -
en este tipo de clasificacion Impostores y testigos: verosimilitud y relaciones de viaje
origen: «tristemente supers
es de falsarios con denomi
ticiosos, exageradores,
nación de • .35
prolijos». mortalmente «valioso». En las tres lenguas el campo semántico es semejante
¿y qué decir entonces de los y remite a la conexión �ntre validación y valor, entre legi idad
édifiantes -continúa De jesuitas? Leyendo sus !�
Pauw- «se cree uno Lettres y autenticidad. Es dectt, un hecho falso (una exagerac1on, un
centro de los absurdos y de transportado al error, una mentira) concedía valor (autenticidad, credibilidad)
los prodigios», y resulta a
que tengan que reprochárs sorprendente su autor. Y más que de una paradoja, estamos ante una con­
eles «tantas mentiras a
dicen, se fueron a predicar quienes, según secuencia más del parentesco entre viajeros, poetas, mentirosos
puede establecer como la verdad al fin del m
regla general -conclu undo». «Se y ladrones, un parentesco ciertamente estrecho, pues los cuatr
viajeros hay sesenta que mien ía- que de cien o
ten sin interés, como si de alguna forma son verdaderos autores, sujetos que actúan
ciles, treinta que mienten fueran imbé­ sobr e
por interés, o si se prefi la realidad para modificarla. No para retratarla como es, sino
y por último diez que ere por malicia, para
dicen la verdad y que recrearla: para apropiarse de ella (eso es lo que hacen los ladr
En fin, parafraseando su son ho 7 ones),
que los viajeros sólo aba estilo envenenado, pod mbres» . para cambiarla (los mentirosos) o para embellecerla
Oos poetas).
ríamos decir Los viajeros, y los viajeros científicos también, part
ndonab an su condición iciparon de
red omados cuando pas de mentirosos estos tres procedimientos, de estas tres acciones que
aban
No todos fueron tan dur os a ser unos completos analfabetos. a lo que en apariencia era un mero testigo en un
convertían
como él, eso es cierto, y autor, en un
tan ácidos. Jean-Frédéric m
Bernard, compilador de ucho menos verdadero autor, en alguien que hace algo, un
sujeto que actúa
viajes a Oriente y Am cole cciones de sobre la realidad.
érica de la primera mita
aporta un juicio muy int d del xvm, nos Ettiene Rey, un teórico de la literatura de prin
eresante: «El mundo de cipios del siglo xx,
repleto de exageraciones los viajeros está decía algo que viene muy al caso:
e
to presentar a los autore infinitas falsedades que tienen por obje­
s como valiosos a los ojos
El giro es interesante porque de los lectores» 8• «La gran atracción de la mentira consiste
viene a expresar que los en
impostores habituales,
adq viajeros, Le pertenece a uno, es su trabajo, su obra. Cuando que es algo personal.
samente a base de men uirían crédito ante sus lectores preci­ en el orden de las cosas, las cambia, las disp
uno miente interviene
tir. Es decir, de manera one en el orden que le
le sucedió al embaja inversa a lo. que parece conveniente. Te conviertes entonces
dor de Holanda, quien en un poeta, en un dios.
cierto pero inverosúnil p or rela tar un hecho Así, mientras uno es el maestro de la men
fue
viajeros Ies ocurría Io con tomado por un impostor, a muchos un esclavo de la verdad» 9.
tira, el otro es simplemente
y falsedades (pero ben trario, que gracias a sus
trovatas, por supuesto) exageraciones
lectores como autores aparecían ante sus En efecto, pues si viajar fue siempre
«valiosos». de por sí un acto asociado
El término no deja lugar a la creación (a la fundación de imp
en la traducción inglesa a dudas. Bernard esc ribe erios o ciudades, al ensan­
la palabra es «worthy», «précieux», chamiento del mu.p.do, al descubr
en castellano sería imiento de nuevos lugares y
hechos), no cabe dµda de que el mom
ento culminante del viajero
7 Los com como creador, como autor de algo
entarios .de De Pauw en propio, llegaba a la hora de
en el Siglo de las Luces, Michele DucHEr, Antropol
ogía e histo ria relatar su viaje, generalmente, de pon
México, Siglo XXI, 1984, erlo por escrito, de narrar
unas Observations sur les
voyageurs, incluidas en unapp. 89 y ss. De Pauw redactó lo visto y vivido, es decir, a la hor
a de componer su relación
yentes Recherches philo de la ediciones de sus
soph
además de Duchet, ver iques sur les Américains (1768-17 69). Para influ­ de viaje. Es entonces cuando el
viajero se hace autor, cuando
Anto n ello GERBI, La De Pauw, Ia geografía de los lugares visitado
de una polémica, 1750-19 disp uta del Nuevo Mundo. s se convierte en su obra. De
00, México, FCE Historia
de teni damente
del prusiano en vir tud de , 1982, pp. 66-102, quien se ocupa ahí que hablemos de la India de
la inferioridad d e la natu su protagonismo en la Ctesias, el Perú de Cieza, el
raleza america polémica sobre Hawai de Cook o el estrecho de Fer
8 Jean
-Frédéric BERNARD, Recu na. rer Maldonado. Y es entonces,
et aux progres de la Comp eil des voyages
ag nie des lndes orientales, qui ont servi a l'établissement
La cursiva es nuestra. vol. I, Amsterdam, 1725, 9 Etienne
p. cxlv. REY, Eloge du Mesonge, París, 1925,
reciente Maria BEITETINI, Breve histo p. 11. Véase i almente la
ria de la mentira. De Ulises a Pinogu
cho, Madrid,
Cátedra, 2002.
37

Juan Pimentel itud y relaciones de viaje
.36 Impostores y testigos: verosimil

en el momento de la representación, cuando aparecen esas apti­ y de ahí también la importancia del refrán inglés antes citado:
tudes tan denostadas: su afición a lo irreal, a la retórica y a todas travellers may tell Romances or untruths by authority, una expresión
esas tácticas sustantivas de todo proceso de representación, las que conecta esta madeja formada por autoría, autoridad y fal­
mismas que pueden considerarse tanto «hallazgos» como «trucos», sedades autorizadas. Un viajero, por tanto, era visto como alguien
según el caso y sobre todo según en qué contexto y ante qué que mentía, pero �fo manera legítima. Su mentira estaba justificada:
audiencia. era su prerrogativa y en tanto que autor poco menos que su
Los hubo más condescendientes que Bernard (y no digamos obligación.
que De Pauw) con ese tipo de taras consustanciales al arte apo­ En Macan·a, una de las mejores utopías inglesas del siglo XVII,
démica, el arte de viajar. Si, como en el caso de los poetas, la se recogía también este asunto vinculado al de la versosimilitud.
propensión de los viajeros hacia la transformación de las cosas Presentada bajo la fórmula al uso del diálogo, cuando el viajero
procedía de un deseo por embellecerlas, nada más lógico que comenzaba su relato sobre una isla maravillosa, el estudioso le
hubiera gente dispuesta a disculparles e incluso a reconocer en interrumpía y le advertía sobre la importancia de presentar su
ello un cierto mérito. Al fin y al cabo un viajero era alguien que relación como digna de crédito:
había hecho un largo recorrido, alguien que había sufrido pena­
lidades, lo que en opinión de ciertos autores les daba cierta licencia «Vosotros los viajeros debéis seguir dos principios en vuestras rela­
para,memir. ciones: primero, no decir nunca nada que parezca imposible; y segundo,
Esta era la opinión de Samuel Butler, un tratadista y poeta vigilar que vuestra relación no contenga contradicciones, o de lo contrario
satírico de la época de la Restauración, conocido por su poema cualquiera pensará que hacéis uso del privilegio de los viajeros, dar tes­
Hudibras, pero autor también de dos traducciones canónicas de timonio, es decir, mentir por autoridad» 12•
la !liada y la Odisea en lengua inglesa. Ligando la actividad de
los viajeros y la de los historiadores, Butler razonaba: En fin, hasta el Barón de Munchausen, el personaje de Raspe,
lanzaba esta consigna:
«Si a los viajeros se les permite mentir como recompensa por haber
sufrido tantas penalidades para poder traer a casa extrañas historias de «Un viajero tiene el derecho a relatar y a embellecer sus aventuras
lugares remotos, no hay razón por la que no podamos reconocerles a como le plazca, y no resulta de buena educación negarles tal deferencia
los anticuarios, que no son sino viajeros en el tiempo, el mismo pri­ ni reconocerles que no lo merecen» 13.
vilegio» 10•

La mentira, o si se prefiere «el embellecimiento», era y sigue Y es que Los viajes portentosos del Barón de Munchausen fue
siendo el derecho, el privilegio de todo viajero y de todo historiador una obra destinada a ridiculizar las increíbles historias que con­
en tanto que autores, algo así como el justo botín de los ladrones tenían los libros de viajes, algo así como la parodia que el Quijote
esforzados. Así, por ejemplo, el novelista Henry Fielding, en el contenía sobre los libros de caballería, lo que da idea de la popu­
prólogo de su Diario de un viaje a Lisboa, daba por descontado laridad del género y de la dimensión del tópico que venimos comen-
que «algunos embellecimientos le están permitidos a todo his­
toriador, y parece suficiente con que cada hecho tenga cierto fun­ 12
Gabriel PLATIES, A Description o/ the Famous Kingdom o/ Macaría, 1641,
damento en la verdad» 11• pp. 2-.3; texto reproducido en fascímil en Charles WEBSTER, Utopian Planning
ami the Puritan Revolution: Gabriel Plattes, Samuel Hartlib, and «Macart'a», Oxford,
Wellcome Unit, 1979, pp. 65-7.3.
10 A. R. WALLER (ed.), The Collected Works o/ Samuel Butler, vol. II, Characters 13 Gottfried August BuERGER, Baron Munchausen's Narrative o/ his Marvellous
and Passages /rom Note-books, Cambridge, Cambridge English Classics, 1908, Travels and Campaigns in Russia, 1785, cap. X (hay edición en castellano: Códice,
p. 270. 1995). Aunque circularon varias versiones ampliadas y el original aparece bajo
11 Henry FlELDING, Journal o/ a voyage to Lisbon, 1755; cit. en Percy G. pseudónimo, se suele atribuir su autoría al erudito y naturalista alemán afincado
ADAMs, 1962, p. 9. en Inglaterra Rudolph Erich Raspe.
gos: verosimilitud y relaciones de via}J? 39
38 Juan Pimentel Impostores y testi

tanda. Pese a los esfuerzos de Locke y del resto de los defensores los relatos de los viajeros y bendecía en c�mbio a Daría, el rey
de la filosofía natural moderna, empeñados en reubicar el status p ersa que había elegido al reputado Escílax para explorar las costas
de credibilidad de los viajeros y sus relatos, para 1785, fecha del Índico, pues Daría buscaba siempre «exploradores que le mere­
15
en que se editó bajo seudónimo el libro de Raspe, los viajeros cieran gara ntías de que le iban a decir la verdad» . También

seguían arrastrando una considerable reputación como impostores Polibio fue un gran escéptico de los viajeros. Mucho antes de
de primer orden, un lugar común que aparece en los manuales que Brathwait y los refranes los alinearan con poetas y mentirosos,
de civilidad y cortesía, en la literatura y en la prensa de la época, el gran historiador había escrito que las composiciones de los
en los tratados de filosofía, en las historias naturales y hasta en viajeros eran propias de poetas, mitógrafos, navegantes y comer­
las propias compilaciones de viajes. ci antes. Y otro tanto le ocurría a Estrabón, enemigo declarado
Esta afición a tergiversar o amplificar los lugares y los hechos de un género que no hacía sino sepultar las verdades geográficas
observados, así como su desenmascaramiento, la denuncia de de los poemas homéricos.
semejante impostura, eran ambas tradiciones bien antiguas. Tan Porque para el mundo griego los poemas homéricos no eran
antiguas que, como suele ocurrir, en la literatura de viajes de ficción, sino todo lo contrario. Y aunque obviamente no podemos
la cultura grecorromana están ya casi todos los ingredientes, los entrar aquí en una polémica que se nos escapa, lo cierto es que
mismos que se encuentran después, elaborados o desarrollados la propia Odisea y cómo fue leída después (mucho más tarde
a lo largo de toda la historia de Occidente. de haber sido sólo recitada y escuchada durante siglos, natural­
Así, siglos antes de que lo señalara Butler, Plutarco ya había mente) contiene en germen todo cuanto venimos diciendo.
puesto en relación el derecho de los viajeros con la autoría, el Sin duda, entre todos los ejemplos posibles, ninguno como
placer de contar y las fatigas sufridas durante el periplo: la propia Odisea. Los romanos ya la tomaron por el producto
clásico de los relatos de viaje de los griegos, quienes según sus
<<A los que han recorrido mundo y navegado les agrada mucho que clichés eran expertos consumados en la fabulación y en el arte
se les pregunte, y hablan apasionadamente de una región alejada, de de mentir. Juvenal, por ejemplo, habla de Graecia mendax para
un mar extraño, de costumbres y leyes bárbaras y describen golfos y referirse al relato de Ulises, y Plinio el Viejo emplea el mismo
lugares, por estimar que en. esto encuentran cierta gratificación y consuelo sustantivo acompañado ahora por el adjetivo que Raspe escogería
a sus fatigas [. .. J y esta clase de enfermedad se produce sobre todo en para sus viajes del Barón de Munchausen: portentosa Graeciae men­
la gente de mar» 14• dacia. Según Plinio, los relatos mitológicos griegos se reducían
a eso, a unas «portentosas mentiras de los griegos» 16•
Ya desde entonces la literatura de viajes había gozado de popu­ ¿Quién había sido Ulises, al fin y al cabo, .sino el mayor de
laridad, había estado asociada a la geografía y a la historia, pero los impostores? Los griegos ya le habían bautizado como el taimado
también a la utopía, a la épica y a los compendios de mirabilia. Odisea. Al principio del poema Homero emplea un término a
Y ya de antiguo muchos venían considerando que tal afición al todas luces revelador: Odisea polytropos, «el de los ardides», «el
relato podía ser sospechosa, generar ciertos vicios o enfermedades de los muchos recursos», literalmente, el que emplea tropos, aquel
como prefiere Plutarco. Herodoto, por ejemplo, desconfiaba de que usa palabras en sentido figurado, con sentidos diferentes a
los que les corresponden y con los que sin embargo guardan o
establecen cierta conexión, correspondencia o semejanza.
14 Cit. en F. Javier GóMEZ ESPELOSÍN, El descubrimiento del mundo. Geografía
La principal habilidad de Ulises, el de los muchos tropos,
y viajeros en la antigua Grecia, Madrid, Akal, 2000, p. 12. Gómez Espelosín
vincula este testimorúo con otro muy posterior de Pascal sobre la relación entre
radicaba en saber engañar a sus rivales con historias verosímiles.
las mentiras de los viajeros con la vanidad, algo también suscrito por Fielding,
quien cifraba el origen de la mentira en la «vanity o/ knowing more than other 15 Cit. en GóMEz EsPELOSÍN (2000), p. 14 n.
man». Igualmente, el historiador Geoffroy·Atkinson, experto en viajes anteriores 16 Ibidem, pp. 15 y ss., de cuyos conocimientos nos estamos sirviendo aquí
al siglo xvm, advertía: «Those who make long trips owe it to their selfesteem to
insist on the beauty o/far away places» (cfr. P. G. iIDAMS, 1962, p. 10). para los orígenes antiguos del bajo crédito de los viajeros.
40
Juan Pimentel
,. •
Impostores y testigos: verosimtlitud y relaciones �e viaje 41
Su arte supremo -como el de tod
o viajero- era decir mucha
mentiras semejantes a verdades. s
Porque a diferencia del embaj debieron leer sus primeras noticias en las relaciones de viajes,
de Holanda, Odiseo no decía dos ador
verdades seguidas. Y a diferen más O menos, como los griegos que no habían salido del Peloponeso
suya, él sí que lograba persuadir cia
a su auditorio, atraerlo, mo habían escuchado recitar la Odisea. Lo dicho: como la primera
Si el rey de Siam hubiera ten verlo.
ido enfrente a Ulises en lug vez que el rey de Siam oyó hablar del lúelo.
del embajador de Holanda, le ar
hubiera dicho lo que el rey Así pues, vemos que desde sus orígenes el arte apodémica
le dijo al héroe: Alcínoo
tu mucho que ver con la administración de la verosimilitud
vo
«Odiseo, al mirarte de ningún y con el arte de embaucar, aquello a lo que -en la Antigüedad,
modo sospechamos que seas en la Ilustración y siempre- se han dedicado los poetas, los ladro­
y mentiroso como muchos hom impostor
bres dispersos por todas par nes y los mentirosos, todos los homeros, ansones y barones de mun­
alimenta la negra tierra, ens tes, a quienes
ambladores de tales embus
podría comprobarlos» 17. tes que nadie chausen habidos y por haber.
Los eruditos, los hombres de conocimiento, siempre sospe­
Nuestro compilador de viajes charon de ellos. Pero lo cierto es que nunca dejaron de utilizarlos
sentado a Odisea como eje del xvm, Bernard, hubiera para componer sus propias obras.
pre­
mplo de una autor valioso. Plinio el Viejo, el que hablaba de las portentosas ment
por él, en efecto, el rey de Contado iras
Siam sí que hubiera creído de los griegos, dio carta de naturaleza a un sinfín de prodigios.
existencia del hielo. Como en en la
la historia apócrifa, la cuestió En su empeño por levantar acta de todo lo extraordinario y curioso
caba en las tácticas narrativa n radi­
s y en el grado de verosimil que hay en el orbe, Plinio confirmó la existencia de peces que
relato, y no en la veracidad itud del
de la información en sí, sin tenían un guijarro en la cabeza, centauros conservados en
bien al contrario, pues com o más miel
o estamos viendo la propia o plantas que nacían de una lágrima propia. En materia de etno­
de tropo supone un engaño, noción
un giro. grafía geográfica, Plinio resultó ser uno de los causantes
Todo ello guarda relación de la
con el conjunto de conocimie conversión de la disciplina en una especie de feria de los fenóm
y el horizonte de expectativ ntos enos
as del público, con los lím vivientes. El padre de la historia natural recogió un catálogo
imaginación colectiva del aud ites de la monu­
itorio. Y aquí, como señalan mental de hechos asombrosos, al que no fueron ajeno
cialistas, es obligado record los espe­ s los hombres
ar que la literatura griega· de un solo ojo que disputaban las minas de oro a
manejaba una realidad en de viajes los grifos,
la mayoría de los casos leja los habitantes de los bosques que corrían velozmente
cesible para su audiencia, un na e inac­ con los pies
público que no tenía ni la opo del revés, en fin, los propios andróginos de Nasamona
ni seguramente el interés po rtunidad , que alter­
r comprobar sobre el terren naban un sexo por otro cuando se acoplaban 19•
tidumbre o falsedad de dichas o la cer­
relaciones 18. Pero el paradigma de viajero impostor en la Grec
Se puede decir algo semejante ia clásica
para la Edad Moderna. Aunq fue Ctesias de Cnido, un médico cuyo Tratado
los canales de información
y el conocimiento natural ue sobre la India se
progresado mucho, depend hubieran convirtió en el ejemplo de todas las extravagan
iendo de qué materias y cias y amplifica­
regiones o fenómenos hablas sobre qué ciones de los viajeros: Estudiado con detalle por Góm
e un viajero, sus lectores po ez Espelosín
al alcance algún medio de ver dían tener -a quien estamos siguiendo en estas líneas-,
Ctesias mereció
como la Patagonia, la nueva
ificación o no. Tratándose de
esp el desprecio de autores como Aristóteles, Luciano,
California y la costa Noroeste acios Plutarco. Sus relatos de la India pasaron a la histo
Estrabón y
rosas áreas del interior del , nume­ ria como arque­
Nuevo Mundo y, no digam tipo máximo de la literatura de viajes, ese arte
tándose de África o del Océan os ya, tra­ legendario que
o Pacifico, la mayoría de los consistió siempre en figurar lugares y embaucar audit
europeos orios. Parece
17
Cit. ibidem, p. 16. 1� PLINIO EL
18 VIEJO, Histon'a Natural, 4 vols., Madrid, Gredos,
Luis A. GARCÍA MORENO y 1995-1998.
viajes en la literatura gn'ega anti F. Javier GóMEz EsPELO Aunque abreviada, pues sólo recoge los libros dedica
gua, Madrid, Alianza Editori SÍN (ed.), Relatos de asociada a ella, también es muy recomendable la
dos a la fauna y la farmacopea
al, 1996, p. 9. reciente edición de Cátedra
(2002).
verosimilitud y relaciones de via/é 43
42 Juan Pimentel Impostores y testigos:
el
ser que Ctesias jamás viajó a la India. Y sin embargo, si hubo los hechos fabulosos y maravillas contenidas en libro habrían
un artífice de la India como espacio extraño y maravilloso ése ido cosecha de su otro autor, Rusticello, lo cual estaría avalado
fue Ctesias, el causante de que desde entonces la India, y por ;or las diferent es ocupaciones de ambos. Mientras Marco Polo
extensión Oriente, fuera lo que durante siglos fue para Occidente, era un merc ader, viajero y diplomático, un hombre de acción
el lugar exótico y opuesto por excelencia. Y esto es lo importante: que gustaba de la descripción precisa de las cosas, de su mate­
que Ctesias, con todas sus patrañas y su desmedida afición por rialidad, Rusti cello era un hombre de cultura libresca, literato de
los tropos, formó la idea de una India verosímil, transformándola corte, afici onado a la novela caballeresca y por tanto inclinado
en un verdadero topos literario, esto es, en un tópico, en un lugar hacia lo maravilloso, lo imaginario, lo exótico. Pero como señala
común 20• Vladimir Acosta, se trata más bien de que lo fabuloso en los
Siglos después, los herederos de la saga de Odiseo y Ctesias Viajes de Marco Polo encuentra su proyección en el propio terreno
fueron el Pseudo Calístenes, Marco Polo y John Mandeville. El de lo m aterial, en las riquezas, los tesoros y las piedras preciosas,
primero fue uno de los autores del gran mito de Alejandro. Su en el lujo desaforado de las cortes asiáticas, en sus ciudades y
Vida y hazañas de Alejandro de Macedonia es una obra temprana pala cios resplandecientes. En todo aquello, en fin, donde como
(s. m d. C.) pero de muy largo recorrido, pues originó multitud es lógico un mercader pondría su vista y haría uso de sus recursos
de versiones y derivados de gran éxito, así en el Occidente cristiano literarios (de sus tropos) con el objeto de cautivar a un auditorio
22
como en el Islam. La figura de Alejandro Magno, sus viajes y de cortesanos y comerciantes .
conquistas reales o imaginarios, las regiones fantásticas que visitó Los milagros y leyendas, por demás, desfilaban por sus páginas,
y sometió (de nuevo la India a la cabeza) fueron el estereotipo muchos de ellos relacionados con lo que la tradición cristiana
de relato donde cabían prodigios, países fabulosos, seres mito­ esperaba o deseaba encontrar en Oriente (vestigios de los Reyes
lógicos, animales insólitos y todo tipo de fantasías naturales 21• Magos, historias bíblicas ligadas a los santos lugares, etc.). En
todo caso, su lugar prominente en el capítulo de los viajeros dados
Marco Polo es capítulo aparte en cualquier listado de viajeros,
a lo maravilloso está fuera de duda. El Marco Polo de Rusticello
por apresurado que sea. El comerciante veneciano de finales del
(y aún más el de Ramusio) fue entendido y leído como una relación
siglo xm adquirió renombre gracias. al relato que compuso en
novelesca cargada de descripciones fantásticas, y no como un relato
colaboración con Rusticello, la sonadísima Devisement du Monde
fidedigno de la geografía de la China mongol. De hecho fue pro­
(Descripción del mundo), y el hecho de que sea más conocida verbial el desprecio que mereció entre los cosmógrafos y los car­
por otro de sus títulos, el Libro de las .Maravillas del Mundo, es tógrafos de la Baja Edad Media y el Renacimiento.
suficientemente elocuente. La gran fama de Marco Polo, sin Mandeville, por fin, sería el último representante en este apre­
embargo, llegaría más tarde y se debe a la inclusión de dicha
tado repaso de los viajeros vistos como impostores y, sin duda,
relación en la posterior y célebre compilación de Ramusio, Del/e quien más hizo en este sentido. Desde que vio la luz por primera
Navigazioni e Viaggi (1550-1559). Fue gracias a la colección de vez su Tratado de las cosas más maravillosas y notables que existen
Ramusio por la que Marco Polo logró convertirse para el Rena­ en este mundo (c. 1536), una multitud de versiones primero manus­
cimiento en poco menos que el epítome de los viajeros. critas y más tarde impresas recorrieron toda Europa hasta el mismo
Suele mantenerse que Marco Polo era un observador escru­ siglo XVIII. Su difusión y fama excedieron incluso las de Marco
puloso, alguien que manifestaba un culto positivista por los hechos, Polo. La identidad de su misterioso autor ha sido siempre una
es decir, un personaje más cercano a la figura del testigo fidedigno cuestión muy debatida: seguramente un caballero inglés que aban­
que al del impostor. Según dicha interpretación, la más extendida, donó la isla y viajó a Oriente para acabar sus días en Lieja; quizás
uno de los dos vecinos de la ciudad flamenca donde apareció
20
Ver GóMEZ ESPELOSÍN, pp. 253 y ss. el texto y con quienes, al parecer, Mandeville entró en contacto,
21 V1adimir AcOSTA, Viajeros y maravillas, 3 vols., Caracas, Monte Ávila, 1993.
Verdadero tour de force en materia de viajes antiguos y medievales, su primer 22
volumen está dedicado a las diversas versiones de los viajes de Alejandro Magno. V1adimir AcoSTA, vol. III, pp. 165-191.

44 Juan Pimente l os: verosimilitud y relaciones-de viaje 45


Impostores y testig

el notario Jean d'O utremeuse,23 o tal vez el médico, naturalista habría que decir de Mandeville es que fue un
l0 primero que
y astrólogo Jean de Bourgogne i aordin a rio co mo los hechos por él descritos. Su
Sea com o fuere, lo importante es subrayar la doble y perenne escr tor tan extr . . . . ,
libro posee un gran d es arro 11o narrativo, se sigue con mueh o mte res
impronta que Mandeville logró consolidar en el género de la lite­
ratura de viajes. Por un lado, desde el Tratado de las cosas más avanza con pulso a medida que el lector se introduce en el
maravillosas, la baja credibilidad de los viajeros pasó a ser un �exto. Es un relato dotado de un orden interno. Su leitmotiv,
asunto de dominio público, y por otro, esto no impidió su cir­ «las cosas ma ravillosas y notables», adquiere presencia según pro ­
culación, más bien lo contado, la favoreció, pues si M andeville gresa la lectura, esto es, según el viajero -y con él el lector­
consiguió algo -algo realmente difícil- fue ser un autor leído, avanza en su itinerario y accede a lugares cada vez más lejanos.
extraordinariamente leído, podría decirse 24• A pesar del carácter Desde Occidente a Palestin a, desde los lugares santos a la India,
fantasioso del relato (muchos dudan de que ni siquiera hubiera y des de las tierras del Preste Juan y la China del Gran Kahn
viajado, incluso de su existencia) los eruditos y hombres de ciencia hasta las proxím.idades del Paraíso Terrenal, l o prodigios o y lo
lo leyeron, y con bastante más respeto con que leyeron a Marc extraord inario ganan terreno. Desde lo conocido a lo desconocido,
Polo . Es decir, gracias a su catálogo de prodigios y maravill
o
el territorio idóneo para la fabulación encuentra su escenario natu­
as,
y no a su pesar, Mandeville logró ser un escritor estimado, a ral en las partes más r ecónditas del tnundo : una opción lógica,
p re­ por otra parte, pues en esas regiones los lectores, como sucedía
ciado en virtud de tamañas falsedades, lo que nuestro Bern
ard
del siglo xvm -según veíamos antes- hubiera calificado como en los relatos griegos, jamás podrían ve rificar la realidad o falsedad
un autor valioso, enormemente valioso. de los sucesos. En una palabra: la ve rositnilitud de lo m aravilloso
El éxito de Mandeville entre l os círculos cultos de la Europa estaba determinada por la inaccesibilidad de los lugares donde
renacentista se multiplicó entre l as clases populares. Aquí, en se producía. Nadíe lo hubiera tomado en serio de haber situ ado
la -por ejemplo-- a los cinocéfal os a ntropófagos en la Toscana .
modelación del imaginario colectivo en geografía y etnografí
a de Sin embargo, per didos en un archipiélago de un rrtar oriental,
l o maravill oso, la huella de Mandeville fue duradera. Está prob
ado, en la lejana isla de Nacubera, su existencia sí que p arecfa factible.
por ejemplo, que el mundo del propio Menocchio, el ento nces
anónimo m olinero friulano del Quinientos Además de por su lejanfa, la posi bilidad de un hecho extraor­
hoy célebre gracias a
la investigación de Carla Ginzburg, estuvo marcado por l as ma dinario venía avalada por una estrategi a narratíva adecuada. Man­
ra­ deville, mezclando leyenda s y fuentes diversas, narra el viaje en
villas de Mandeville. Pero dicho influjo va más alla, pudiéndose
rastrear incluso en l os chap-books y en la literatura popula primera persona. Introduce lo maravilloso en el rel ato de la propia
r de experiencia y no por tercero interpuesto. Mandeville se presenta
toda l a Ilustración 25.
Es difícil calibrar las razones de tan extendido éxito, desde como un testigo ocular, un recurso tan efectivo como moderno,
los legos a l os expertos y desde el siglo XVI hasta el xvm. Ciertamente de ahí que en el mundo anglosajón se le considere un precursor
de la narrativa moderna, p or cóm o logra esa sensación de realismo
23 Ibídem, vol. III, pp. 214-218 mediante la narración en primera pers ona. Más aún: el viajero
24 Sobre Mandeville, . no experimenta lo extraordinario como tal, sino que lo introduce
como sobre Marco Polo, la bibliografía es anchísima. sin inmutarse, impasible, sin apenas most rar asombro ante hechos
Además de Acosta, nos pemútimos recomendar el ya citado Percy G. AnAMs,
Travel Literature and the Evolution o/ the Novel, The University evidentemente asombrosos. Mandeville col oca lo inaudito en el
1983. Igualmente, en castellano, la reciente Ana PINTO (ed.),Press of Kentucky,
Los viajes de Sir ámbito de lo cotidiano , trasladando sobre el lector la sensación
John Mandeville, Madrid, Cátedra, 2001. Sobre viajes medievales, de que se halla efectivamente tan abso rbido por el ambiente que,
KAPPLER, Monstruos, demonios y maravillas a fines
también Claude
de la Edad Media, Madrid, como los propios nativos, admite lo sobrenatural cort el mismo
Akal, 1986.
2'
Cario GINZBURG, El queso y los gusanos: el cosmos según un molinero del gest o de indiferencia -digamos- con que un ho landés observaría
siglo XVI, Barcelona, Muchnik, 1981. Sobre literatura popular una placa de hiel o.
sajón, ver Víctor E. NEUBURG, Popular literature: A History and en el mundo anglo­
Gutde, Harrnonds­ Con este procedimiento Mandeville conseguía t ransportar al
worth, Penguin, 1977.
lector al lugar de los hechos, esto es, el sortilegio de los sortilegios,
46
Juan Pimentel
el truco de cualquier viajero, de cualquier Lmpostore1 y testigos: verosimilitud y relacion esde viaje
• 47
hablarle al lector como si éste estuvier narrador que se precie:
hacerle creer que las cosas se está a delante de los hechos, h cía ser vistos como unos mentirosos proverbiales, pero también
ojos, provocándoselas de hecho en
n produciendo delante de sus suª único bálsamo posible, el único remedio con que un viajero
su imaginación. y presentarse ante su pu'blico, en vez de como
Por consiguiente, la imaginación -l Podía redimirse un autor val'toso e me ·
bién la de sus lectores, por extensió a de Mandeville, pero tam­ un imp ostor, como · 1uso como un testigo
todo lector- no era una facultad
n la de todo viajero, la de digno de crédito.
similitud. Por el contrario, era su
ajena a la obtención de vero­ Consciente de ambas cosas, desde 1725 en adelante Jonathan
de los primeros tratados de poética
motor. Longinos, autor de uno Swift se convirtió en uno de los primeros autores modernos que
lo sublime, nos lo recuerda con esta
conocido en Occidente, Sobre cautivó un gran éxito editorial a base de parodiar io que llamó
sentencia: «el hábito infernal de los viajeros por la mentira». Y no deja
«Que la imaginación, en oratoria
de ser un gran sarcasmo que un autor de ficción arremetiese contra
, cumple una función distinta tan venerable arte. Al final del cuarto viaje de Gulliver, Swift
la que desempeña en poesía es un de
tampoco que su propósito es en
hecho que no se te oculta, com
o se despachaba contra todos los truhanes y viajeros apócrifos, e
la evidencia» 26•
poesía provocar el asombro y en
prosa incluso proponía que se promulgara una ley mediante la cual todo
viajero, antes de publicar su relato, debería jurar delante del Gran
Canciller la veracidad de lo escrito. «Y es que hay autores --con­
La capacidad de la imaginación cluía- que con tal de que sus obras sean mejor aceptadas por
para producir evidencia en
el terreno de la prosa es un hecho el público, llevan al lector no precavido a creer las más burdas
sobre el que merece la pena
detenerse. Es una afirmación váli falsedades» 28.
da no sólo para los narradores
de literatura, de ficción, sino par
a todo tipo de narradores, para
todo escritor de prosa, incluidos los
cien
tada como causa que hacía de los viaj tíficos y los viajeros. Denos­
eros una gente tan sospechosa CREDIBILIDAD, TESTIMONIO Y EVIDENCIA
como los mentirosos, los ladron
es y los poetas, la imaginación
era también la herramienta para
fab
así como el mismo instrumento con ricar hechos memorables 27, Así pues, era bien poderosa la tradición que operaba en su
que los lectores podían creer
en los hechos relatados, fueran ésto contra, una tradición que persistía -según hemos visto- en fecha
s maravillosos o no. La ima­
ginación, en fin, venía a ser como tan tardía como 1785, cuando se publicaron los viajes del Barón
el
también su virtud, la única virtud pecado de los viajeros, pero de Munchausen. Pero en realidad esto es sólo la mitad del asunto,
con que poder armar y hacer
funcionar sus tropos para presen pues para entonces ya estaba muy consolidado el tópico opuesto,
tar los hechos, ciertos o no, de
manera verosímil. el gran movimiento impulsado desde el empirismo y la ciencia
A la altura de 1700, por tanto, moderna para convertir a los viajeros en testigos autorizados, en
la imaginación era el origen
de la en/ennedad a la que se refe recopiladores fidedignos de hechos naturales. Desde el siglo XVI
ría Plutarco, aquello que los
en adelante se observa una reubicación de su status, un esfuerzo
26 José Ar.s por dotar de crédito a quienes al fin y al cabo se estaban lanzando
INA (ed. ), Anónimo, Sobre lo sublime. sobre el mundo para cumplir el mandato central de la ciencia
Bosch, 1996,pp. 67-209, p. 123. Aristóteles, Poética , Barcelona,
27 Puede
ser interesante hacer notar que en moderna: leer directamente el Libro de la Naturaleza. Este movi­
para anteponer los hechos a las pala inglés la expresión caracter miento cuajará en el siglo XVIII, la gran época de los viajeros natu­
bras es deeds, not words, fórmula que ística
de la imposición del lenguaje expe
rimental frente a la retórica esco procede ralistas y los navegantes hidrógrafos, quienes recorrieron el globo
revelador que deeds tenga también lástica. Es con el arsenal necesario para construir hechos ciertos: iconografía,
una acepción jurídica (como hech
y que también signifique hechos os probados)
memorables, hechos dignos de ser
hazañas, poco más o menos,algo recordados,
que parece confirmar el vfuculo entr
y la memoria. e los hechos 28 Jonathan Swwr,
Tercer y cuar ot viajes de Gulliver, Barcelona, Fontamara,
1981,cap.XII,p. 151.
Juan Pimentel
J,npostor.es y testigos: verosimilitud y relaciones d!viaje 49

rigonometría esférica, lenguaje de otra naturaleza, en ningún caso piezas para
:isión 29• er n ya cuestiones filosofía natural. Los hechos singulares no
�crir una verd adera . .
.ón de su status corrió paralela ertb- 1 ar lo que entonces se entendía por conocuruento
: consideraba un hecho cierto, 5 an para evant
rví
plano de lo ordinario. Y de
ferto algo siem pre situado en el
'.rascendentes en la formación �echds sin gula res estaban formadas la mayor parte de las relaciones
a. Hablamos de experiencia y de viaj e: fe n ómenos aislados, hechos asombrosos, asociados al
.es y evidencias, un tema que mundo de lo extr aordinario, lo curioso, lo maravilloso. Nada más
:sulta imposible omitirlo puesto lógi co, pue s, que los hechos descritos por los viajeros estuvieran
imposibilidad de los viajeros en vuelt os duran te siglos en el terreno de lo milagroso y los mira-
no es más que un apartado bilia JI.
:ia moderna, esa historia social Dicha perspectiva -como es sabido- se vio modificada con
1apin 30. la aparición del empirismo y la doctrina del Libro de la Naturaleza,
)rdar que para la escolástica, corrientes ciertamente tan antiguas como se quiera, pero no asen­
ltural antigua, la verdad venía tadas en la cultura occidental hasta bien entrada la Edad Moderna.
, por el sentido común. Un Aunque siempre hubo valedores de la observación directa y del
t avalado por el orden regular conocimiento fundado en los hechos singulares y en la experiencia
)rma general en la Naturaleza. privada y sensible del mundo, no fue hasta los siglos XVI y XVII
ho singular, no pudiera jamás cuando dichas formas de conocimiento empezaron a desempeñar
eneral. Los hechos singulares un papel preponderante como lenguaje científico. Y lo mismo
idades, pero no como fuente se puede decir del segundo aspecto: aunque la creencia en que
1terial para construir ciencia, la naturaleza es un texto legible y descifrable, un libro prefe­
norma. Lo científico era lo rentemente escrito en lenguaje matemático, era una vieja creencia
ocurría siempre y podía ser -está en Pitágoras, en la tradición hero:i.ética, en el pensamiento
!Za. presocrático-, no fue hasta la Edad Moderna que adquirió el
aterial con que los viajeros rango que desde entonces ha tenido y tiene. Si hubo algo que
o de por sí. Algo que había realmente distinguió a los modernos de los antiguos fue su decla­
había ido a un lugar, cuya ración programática de hacer conocimiento no desde el testimonio
podía ser tomado como un de los hombres, sino desde las evidencias del mundo, desde los
verdad científica. Tan sólo hechos y no desde las palabras 32.
echo singular y excepcional. No es casual que ello coincidiera con el descubrimiento del
Nuevo Mundo y el ensanchamiento del horizonte, con la avalancha
!n cambio, sí fue un hecho
de nuevos hechos que dieron al traste con los viejos sistemas
, pues todos los seres huma-
ptolemaico y aristotélico. Gracias a las novedades fruto de los
que los hombres tuvieran descubrimientos, los hechos aislados, los que no tenían lugar en
que la fuente de la eterna
el curso ordinario de la naturaleza, se abrieron paso como fuente
Preste Juan (Mandeville)
31 Ver AcOSTA (1993).
rtance. Art, Science, Nature, and 32 Para todas estas cuestiones, ver Steven SHAPIN, La Revolución Científica.
dge, MIT, 1984, pp. 31-59. Una interpretación alternativa, Barcelona, Paidós, 2000, un texto que sintetiza
zás la mejor hecha, la de Shapin la revisión historiográfica sobra la constitución de la ciencia moderna en los
:rita en su conjunto, sólo parcial, últimos veinte años y que problematiza la dialéctica entre antiguas y nuevas
,s. formas de conocimiento.
48 * Juan Pimentel

nomenclatura linneana, cálculo, frigonometría esférica, len guaje


experimental, instrwnentos de precisión 29.
Ciertamente, dicha reorientación de su status corrió paralela
a otra mayor, relativa a lo que se consideraba un hecho cierto,
una alteración de consecuencias trascendentes en la formación
de la denominada ciencia moderna. Hablamos de experiencia y
sentido común, de hechos naturales y evidencias, un tema que
excede a nuestro asunto pero que resulta imposible omitirlo puesto
que lo engloba. La posibilidad o imposibilidad de los viajeros
para producir conocimiento cierto no es más que un apartado
de una historia mayor, la de la ciencia moderna, esa historia social
de la verdad apuntada por Steven Shapin 30•
En este sentido es preciso recordar que para la escolástica,
para los partidarios de la filosofía natural antigua, la verdad venía
dictada por la experiencia, esto es, por el sentido común. Un
hecho natural cierto era el que venía avalado por el orden regular
de las cosas, lo que se producía por norma general en la Naturaleza.
De ahí que un hecho aislado, un hecho singular, no pudiera jamás
sustentar una verdad, un principio general. Los hechos singulares
podían valer a lo sumo como curiosidades, pero no como fuente
de conocimiento cierto. No eran material para construir ciencia,
sino aberraciones, excepciones a la norma. Lo científico era lo
otro, lo normal, lo habitual, lo que ocurría siempre y podía ser
apreciado comúnmente en la Naturaleza.
Desde este enfoque, pues, el material con que los viajeros
trabajaban era un material sospechoso de por sí. Algo que había
sido visto por alguien que decía que había ido a un lugar, cuya
existencia era también hipotética, no podía ser tomado como un
hecho cierto, no podía constituir una verdad científica. Tan sólo
era una observación particular de un hecho singular y excepcional.
Que el sol giraba sobre la tierra, en cambio, sí fue un hecho
probado para Occidente durante siglos, pues todos los seres huma­
nos podían apreciarlo. Sin embargo, que los hombres tuvieran
cola o cabeza de perro (Herodoto) o que la fuente de la eterna
juventud se alojara en las tierras del Preste Juan (Mandeville)

29 Barbara M. STAFFORD, Voyage into Substance. Art, Science, Nature, and


the Illustrated Travel Account, 1760-1840, Cambridge, MIT, 1984, pp. 31-59.
,o SHAPIN (1994), pp. 243-247. Con ser quizás la mejor hecha, la de Shapin
es una historia social de la verdad, más que descrita en su conjunto, sólo parcial,
puesto que se centra en casos y problemas ingleses.
48 Juan Pimentel J,npo stores y testigos: verosimilitud y relaciones de viate 49

nomenclatura linneana, cálculo, trigonometría esférica, lenguaje


er an ya cuestiones de otra naturaleza, en ningún caso piezas para
experimental, instrumentos de precisión 29• erigir una verdadera filosofía natural. Los hechos singulares no
Ciertamente, dicha reorientación de su status corrió paralel a servían para levantar lo que entonces se entendía por conocimiento
a otra mayor, relativa a lo que se consideraba un hecho cierto, cierto, algo siempre situado en el plano de lo ordinario. Y de
una alteración de consecuencias trascendentes en la formación hechos singulares estaban formadas la mayor parte de las relaciones
de la denominada ciencia moderna. Hablamos de experiencia y de viaje: fenómenos aislados, hechos asombrosos, asociados al
sentido común, de hechos naturales y evidencias, un tema que mundo de lo extraordinario, lo curioso, lo maravilloso. Nada más
excede a nuestro asunto pero que resulta imposible omitirlo puesto lógico, pues, que los hechos descritos por los viajeros estuvieran
que lo engloba. La posibilidad o imposibilidad de los viajeros envueltos durante siglos en el terreno de lo milagroso y los mira-
para producir conocimiento cierto no es más que un apartado bilia 31,
de una historia mayor, la de la ciencia moderna, esa historia social Dicha perspectiva -como es sabido-- se vio modificada con
de la verdad apuntada por Steven Shapin 30• la aparición del empirismo y la doctrina del Libro de la Naturaleza,
En este sentido es preciso recordar que para la escolástica, corrientes ciertamente tan antiguas como se quiera, pero no asen­
para los partidarios de la filosofía natural antigua, la verdad venía tadas en la cultura occidental hasta bien entrada la Edad Moderna.
dictada por la experiencia, esto es, por el sentido común. Un Aunque siempre hubo valedores de la observación directa y del
hecho natural cierto era el que venía avalado por el orden regular conocimiento fundado en los hechos singulares y en la experiencia
de las cosas, lo que se producía por norma general en la Naturaleza. privada y sensible del mundo, no fue hasta los siglos XVI y XVII
De alú que un hecho aislado, un hecho singular, no pudiera jamás cuando dichas formas de conocimiento empezaron a desempeñar
sustentar una verdad, un principio general. Los hechos singulares un papel preponderante como lenguaje científico. Y lo mismo
podían valer a lo sumo como curiosidades, pero no como fuente se puede decir del segundo aspecto: aunque la creencia en que
de conocimiento cierto. No eran material para construir ciencia, la naturaleza es un texto legible y descifrable, un libro prefe­
sino aberraciones, excepciones a la norma. Lo científico era lo rentemente escrito en lenguaje matemático, era una vieja creencia
otro, lo normal, lo habitual, lo que ocurría siempre y podía ser -está en Pitágoras, en la tradición hermética, en el pensamiento
apreciado comúnmente en la Naturaleza. presocrático-, no fue hasta la Edad Moderna que adquirió el
Desde este enfoque, pues, el material con que los viajeros rango que desde entonces ha tenido y tiene. Si hubo algo que
trabajaban era un material sospechoso de por sí. Algo que había realmente distinguió a los modernos de los antiguos fue su decla­
sido visto por alguien que decía que había ido a un lugar, cuya ración programática de hacer conocimiento no desde el testimonio
existencia era también hipotética, no podía ser tomado como un de los hombres, sino desde las evidencias del mundo, desde los
hecho cierto, no podía constituir una verdad científica. Tan sólo hechos y no desde las palabras 32•
era una observación particular de un hecho singular y excepcional. No es casual que ello coincidiera con el descubrimiento del
Que el sol giraba sobre la tierra, en cambio, sí fue un hecho Nuevo Mundo y el ensanchamiento del horizonte, con la avalancha
probado para Occidente durante siglos, pues todos los seres huma­ de nuevos hechos que dieron al traste con los viejos sistemas
nos podían apreciarlo. Sin embargo, que los hombres tuvieran ptolemaico y aristotélico. Gracias a las novedades fruto de los
cola o cabeza de perro (Herodoto) o que la fuente de la eterna descubrimientos, Ios hechos aislados, los que no tenían lugar en
el curso ordinario de la naturaleza, se abrieron paso como fuente
juventud se alojara en las tierras del Preste Juan (Mandeville)

29 Barbara M. SrAFFORD, Voyage into Substance. Art, Science, Nature, and H Ver AcosrA (1993).
,2 Para todas estas cuestiones, ver Steven SHAPIN, La Revolttción Científica.
the Illustrated Travel Account, 1760-1840, Cambridge, MIT, 1984, pp. 31-59. Una interpretación alternativa, Barcelona, Paidós, 2000, un texto que sintetiza
'º SHAPIN (1994), pp. 243-247. Con ser quizás la mejor hecha, la de Shapin la revisión historiográfica sobra la constitución de la ciencia moderna en los
es una historia social de la verdad, más que descrita en su conjunto, sólo parcial, últimos veinte años y que problematiza la dialéctica entre antiguas y nuevas
puesto que se centra en casos y problemas ingleses. formas de conocimiento.
50 Juan Pimentel Impostores y testigos: verosimilitud y relaciones dt viaje 51

de conocimiento cierto. Y en buena medida fue gracias a ellos asombrosos, singulares o extraordinarios, los hechos naturales
que los modernos pudieron
_ situarse en una posición de supe­ �ue p oblaban las relaciones de los viajeros -hechos tan alejados
rioridad sobre los antiguos. del público como los que se producían en un laboratorio- empe­
Las ideas de Francis Bacon ilustran este punto. Convencido zaron a ser vistos como hechos científicos, como fundamentos
de que la Verdad había sido erosionada con el paso del tiempo, de un conocimiento natural legítimo.
en su proyecto milenarista por restaurarla a su condición primitiva, Por otra parte, viajar para conocer, viajar para explorar el
a la condición que guardaba el conocimiento humano adámico,
mundo y practicar la lectura del gran Libro de la Naturaleza,
anterior al pecado original, Bacon creyó llegado el momento
de fue un tópico presente en muchos lugares del pensamiento durante
derribar la filosofía natural antigua y de levantar un Novum Orga­
la Edad Moderna: en la propia portada de la Instauratio Magna,
num, tal y como reza el título de la primera parte de su Instau sin ir más lejos, donde unos barcos cruzaban las columnas de
ratio
Magna (1620). Bacon era partidario de reescribir la historia natura Hércules bajo un lema extraído del Libro de Daniel: Multz' per­
l
de todos los fenómenos; el edificio de la sabiduría humana debía transibunt et augebitur Scientia («Muchos lo cruzarán y la ciencia
ser levantado ex novo. Y no desde la autoridad del testimonio crecerá»). El viaje aparecía así entendido como metáfora misma
de otros hombres (los antiguos, los sabios), sino, como enunciarán de la modernidad, como empresa donde se conjugaba el doble
ya todos los modernos, desde la lectura directa del gran Libro aliento por conocer y dominar, por penetrar -como dijo Bacon­
de la Naturaleza, desde los hechos 33. mediante la acción o la teoría en el orden de la Naturaleza 35.
Dentro de los hechos, el interés de Bacon y de gran parte Los viajeros comenzaron a presentarse ante los ojos de los
de la filosofía natural moderna se centrará no sólo en los hecho modernos como los encargados de realizar esa labor recopilatoria
s
corrientes, en los que ponían de manifiesto el curso ordina de todos los hechos del mundo, los pacientes recolectores de datos
rio
de la Naturaleza, sino también en los hechos naturales extrao con que formar nuevas historias naturales de todos los fenómenos,

dinarios, por un lado, y en los hechos artificiales, por otro. el corpus desde el que, a su vez, poder fundar una igualmente
En
efecto, los hechos naturales extraordinarios revelaban la varied renovada filosofía natural. Si el telescopio y el miscroscopio habían
ad
y curiosidad de los productos naturales, daban cuenta de lo excep dotado al hombre de nuevas facultades para observar lo lejano
­
cional y lo monstruoso, de lo raro y lo singular, versiones y dimen y lo diminuto, el viaje venía a ser el otro gran instrumento con
­
siones de la realidad que acapararon la atención del empir que ensanchar el horizonte del saber.
ismo
y las nuevas corrientes en filosofía natural. Lo mismo se podría
La credibilidad de los viajeros se veía reforzada, pues, por
decir, a su vez, de los hechos artificiales, los producidos por
obra la confianza en la experiencia sensible del mundo y por el programa
del hombre, esto es, los hechos fabricados en un laboratorio:
ilus­ empirista, por la certificación de que el edificio nuevo del saber
trarían no lo que ocurre normalmente en la Naturaleza, sino
lo sólo podía proceder de una lectura directa y ¡:enovada del Libro
que ocurriría si se la pone a prueba, si la sometemos a condic
iones de la Naturaleza. Aunque no de forma exclusiva, ésta fue la pers­
extremas. El moderno empirismo y en general las doctrinas
empa­ pectiva pregonada y vaticinada por Bacon, instaurada luego por
rentadas con el libre escrutinio del Libro de la Naturaleza
se Boyle en el seno de la Royal Society en el último tercio del siglo XVII
volcaron sobre estos dos tipos de hechos como expresión de
un y difundida finalmente por academias a lo largo de toda la Ilus­
renovado interés hacia lo particular, lo concreto, lo excep
cional, tración. Contra el testimonio de los antiguos, desde el manda­
lo no aparente, lo nunca visto 34. Apenas habían contado
en la miento central del nuevo credo cientifista, los viajeros aparecieron
escolástica. Paulatinamente fueron constituyéndose en la materi
a a los ojos de los filósofos de la naturaleza como los agentes por
prima por excelencia de la actividad científica. Los hechos curios
os
35 BACON (ed. 1985), p. 87. Es el primer aforismo sobre la interpretación
33 Francis BACON (ed. de Miguel
Ángel GRANADA), La Gran Restauración, de la naturaleza: «El hombre, núnistro e intérprete de la Naturaleza, sólo es
Madrid, Alianza, 1985. capaz de actuar y entender en la medida en que con la acción o con la teoría
34 Steven SI-!APIN (2000), pp. 119-13
1. haya penetrado en el orden de 1a naturaleza. Más, ni sabe ni puede».
52
Juan Pimentel
antonomasia del gran banco Impostores y testigos: verosimilitud y relaciones de viajé' 53
de
Magna. Si de lo que se tratab datos al que exhortaba la Instauratio
a, Dicho fortalecimiento de su capacidad para registrar y dar
una nueva historia natural - en primer lugar, era de confeccionar
en el sentido amplio con qu t de hechos naturales se consiguió por medio de diversas y con­
empleaba el término--, si la e
superioridad sobre los antigu Bacon v:rgentes e�trategias. Se advierten episodios d� este m imi nto
cimentarse sobre una lectur os debía . ?� �
a
jeros parecían destinados a ocudiversa y nueva del mundo, los via­ des de pri nc1p1os de la Edad Moderna. Los primeros v1a¡es cien­
par un papel deci�ivo. tíficos patrocinados por las cortes europeas (las expediciones de
Los viajeros aportaban y
relatos a partir de los cuales apo rtarían noticias, descripcion Francisco Hernández a Nueva España, Walter Raleigh a Virginia
es
nuevo edificio del saber. De ser ia posible levantar el tan ansiad y y Georg Markgraf al Brasil holandés) están marcados por esta
bid o
recolectores y observadores amente armados para ejercer como preocupación. Amparados por tres grandes mecenas (Felipe II,
de hechos naturales, los via Isabel I y el príncipe Juan Mauricio de Nassau), sus historias
ban llamados a desempeñar jer
el papel de testigos del mund os esta­ naturales fueron el resultado de unos proyectos planeados y eje­
Y ahí estaba el problema o.
de la ciencia moderna era , sin duda, porque si el mandato cutados con gran detalle. Instrucciones sobre la prioridad de los
lee
Naturaleza, había que aprend r directamente en el Libro de la productos naturales a observar, formación científica en sus pro­
esa práctica que consistía er a hacerlo, había que sistematizar tagonistas y acompañamiento de artistas capaces de representar
en viajar observando, recole
describiendo hechos natura
les, una práctica muy anti ctando y de manera rigurosa las formas de la naturaleza como complemento
ahora, en virtud de las menci
onadas novedades, se revela gua pero que imprescindible al texto escrito fueron algunas de las pautas que
una práctíca fundamental ba como inauguraron dichas empresas, unas pautas destinadas a perdurar
para hacer y difundir con
natural. ocimiento y a convertirse en exigencias de ahí en adelante para todo viajero.
Claro que armar debidame Mención aparte merece el programa de Relaciones Geográficas
de recolectores y observad nte a los viajeros para que ejercieran impulsado por la Monarquía Hispánica, seguramente el esfuerzo
ore
fácil. Recordando la fama qu s de hechos naturales no era tarea más sistemático de todo el Renacimiento por someter a un método
e
contár con ellos para levant teman, su reputación de úµpostores, las observaciones de los viajeros y la recolección de hechos natu­
ar el nuevo registro de todos
vema a ser algo así como los hechos rales en tierras extrañas. La formación d� cuestionarios, el meti­
con
en un juicio sumario, como fiar en unos perjuros para declarar culoso programa elaborado por Juan de Ovando y López de Velas­
con
para que custodiaran la hac fiar en unos ladronzuelos de barrio co desde el Consejo de Indias, nos habla de la necesidad ins­
para sistematizar una prácticienda pública. Crear una preceptiva titucional de ordenar la ingente información sobre la naturaleza
a
secularmente asociado al mu tan poco reglada, para un género y las culturas del Nuevo Mundo, una empresa si no idéntica a
una empresa compleja. Po nd o de la mentiras y los tro
nerles ahora a los viajeros pos, eta la actividad de los viajeros, sí muy directamente emparentada con
verdades, a levantar acta a fabricar
de ella 36. El arte apodémica comenzó a generar quizás no algo como
historia natural de las reg las realidades de la geografía y la
ion un corpus doctrinal homogéneo, pero sí materiales destinados a
un punto de temeridad. Era es más alejadas del planeta, tema
una em reglamentar la práctica viajera, una actividad ligada tanto a los
De ambas cosas fueron con presa necesaria pero arriesgada:.
su día sobre este tema de scientes quienes escrib intereses de las metrópolis como. al crecimiento de los saberes,
la veracidad y el conocimi ieron en es decir, una actividad instalada en el mismo corazón de la cons­
en las relaciones de viaje. A ento natural
pe
no les abandonaron, pued sar de que las dudas y las sospechas trucción política, económica y cultural de Occidente.
e
el reconocimiento de la im decirse que en términos generales En cualquiera de las lenguas occidentales se pueden rastrear
portancia de los viaJes y la las huellas de esta clase de preceptos. Las grandes colecciones
de los víajeros fueron aum cre
entando a lo largo de tod dibilidad de viajes de Ramusio (1550-1559), Hakluyt (1589), Purchas (1625)
Moderna, hasta llegar a su a la Edad
apo
con la denominada segunda geo en el último tercio del siglo xvnr o Thévenot (1663-1672) incluían en sus introducciones recomen-
ciclo de viajes y exploracion era de los descubrimientos y el gran
gainville, Cook, Malaspina es científicas que culmina con Bou­ 36
y Humboldt. Francisco SOLANO (ed.), Cuestionarios para la /ormac16n de las relacione
geográficas de Indias, siglos XVIIXIX, Madrid, CSIC, 1988. s
54 Juan Pimentel 55
Impostores y testigos: verosimilitud y relaciones de viaje:
<ladones y disertaciones sobre el arte de viajar 37. Theodor Zwinger
ortes y ejércitos, a frecuentar la sociedad de personas de diversos humores
sistematizó una serie de preceptos morales y científicos en su e condici ones, a recoger diversas experiencias, a ponerme a mí mismo
Methodus Apodemica (1577). Henrick Rantzau lanzó en 1608 otro y prueba frente a las circunstancias que la fortuna me proporcionaba,
librito con idéntico título. Vicenzo Coronelli, a su vez, tambié n ; a reflexion ar en toda ocasión sobre las cosas que se me presentaban
dejó escritos unos cuantos consejos y recetas para aprovechamiento de tal manera que pudiese sacar de ellas algún provecho» 38.
del viaje en su Viaggio d'Italia in Inghilterra (1697). Esta literatura
insistía en la observación y en la fidelidad hacia lo visto corno
base de la representación, corno obligación casi deontológica, el En el otro extremo de Descartes, partiendo de supuestos e
, el caso bien nota­
deber ineludible de todo viajero. Frente al gusto por lo maravilloso intenciones completamente diferentes tenemos
y lo novelesco se fue imponiendo una mirada racional, un escrutinio ble de Montaigne, precursor de otra modernid ad bien distinta,
severo y preciso de las cosas del mundo. La afición por el orden pero igualmente confeso devoto del viaje como forma de cono­
y las clasificaciones no sólo fue acaparando los productos de la cimiento. Nada más normal que así fuera: Montaigne , descubridor
naturaleza, esas grandes cuadrículas que culminarían en los sis­ y experim entador del yo y del continuo movimiento al que está
temas de clasificación de la Ilustración. También el modus operandi expuest a la existencia humana, fue también autor él mismo de
de los viajeros recibió el mismo aliento. Lo que un viajero tenía una impor tante relación de viaje a Italia, y cualquiera que se acer­
que hacer, qué debía observar y de qué forma, con ayuda de que a sus Ensayos encontrará sobradas pruebas del gusto por los
pintor del pasar y no del ser 39.
qué instrumentos y cómo debía redactar su diario de observaciones viaj es de quien se consideró
fueron asuntos que también recibieron un tratamiento específico En Inglaterra Francis Bacon y sus herederos también le dedi­
en dichos éscritos. Como sucedió en otros frentes de la ciencia caron un tratamiento específico al asunto de cómo realizar viajes
moderna, la renovada confianza en los sentidos como medio de rentables para el conocimiento. En uno de sus Ensayos (1625),
conocimiento hubo de combinarse con una disciplina de los mis­ titulado «Of Travel» y a propósito del Grand Tour, Bacon acon­
mos, con el tutelaje que suponía el empleo de uno o varios métodos. sejaba a los jóvenes viajar bajo una serie de preceptos ( «El viaje
El propio y genuino príncipe del método, Descartes, también en la juventud forma parte de la educación; en la vejez, de la
abogó por el viaje como fuente de conocimiento cierto. Contra experiencia»). Les recomendaba conocer la lengua del lugar visi­
la palabra escrita y el conocimiento adquirido por vía ajena, contra tado, ir acompañado por algún instructor, tutor o sirviente, alguien
la autoridad de los antiguos y los maestros, proclamaba su exal­ que conociera previamente el país vi�itado, y por supuesto, hacer
tación de la experiencia individual en forma (naturalmente) auto­ uso de un diario. Bacon establecía una prelación de asuntos mere­
biográfica: cedores de atención: las cortes de los prmcipes, los tribunales
de justicia, las iglesias y monasterios, las murallas y fortificaciones,
«Así que la edad me permitió salir de la sujeción de mis preceptores, los arsenales, las comedias, etc. En general -concluía-, «cual­
abandoné por completo el estudio de las letras y, decidido a no buscar quier cosa que sea memorable en el lugar que se visita y sobre
otra ciencia que aquella que pudiera encontrar por mí mismo o en el las cuales los tutores o sirvientes deberían hacer diligentes inda­
gran libro del mundo, dediqué el resto de mi juventud a viajar, a ver gaciones» 40.

37
Ver Horado CAPEL, «Geografía y arte apodém.ica en el siglo de los viajes», ' René DESCARTES (l." ed., 1630), Discurso del método, Barcelona, Bruguera,
8

Geocrítica, 56, 1985, y Rafael VARGAS-HIDALGO, El breviario de/vagabundo. Álbum 1981, p. 73.
de curiosidades, maravillas, invenciones y descubrimientos, Madrid, Compañía Lite­ ' Michel DE MoNTAIGNE, Diario del viaje a Italia, Madrid, CSIC, 1994.
9

raria, 1998, p. 183. Los títulos de las colecciones aludidas son: Giovan Battista Aunque escrito en 1580-1581, el diario no fue publicado hasta 1774; Michel
RAMusro, Delle Navigationi et Viaggi, Venecia, 1550-1559; Richard HAf<tUYr, The DE MONTAIGNE, Ensayos, 3 vals., Madrid, Cátedra, 2001.
principal Navigations, Voyages and Discoveries o/the English Nation, Londres, 1589; 4
° Francis BACON, Ensayos, Buenos Aires, Aguilar, 1965, núm. XVIll. El
Samuel PURCHAS, Purchas his Pilgrimes, Londres, 1625; Mekhisédech THÉVENOT, ensayo, muy breve, es un pequeño clásico de la literatura de viajes. Lo comenta
Relations des divers v0yages curieux, 1663-1672. con buen criterio Vargas-Hidalgo (1998), p. 183.
..
56 : verosimilitud y relaciones de viaj,; 57
Juan Pimentel Impostores y testigos
Estos comentarios --como hemos dicho- se referían al Grand ra «servir de fundamento a una filosofía sólida
natura! que pudie marinos
Tour, ese tipo de viaje inaugurado en 1572 por Sir Philip Sidney útil» 42. En nueve puntos concretos se prescribía a los
ones y medicion es sistemátic as sobre
que se consagró más tarde en poco menos que una obligación �fectuar una serie de observaci la condiciones
lugares, el aspecto de las costas,
en la formación de los jóvenes de la gentry británica, un capítulo la posición de los de las aguas. Inspiradas
de la historia de los viajes muy importante pero que excede a climáticas, el flujo de las mareas o la calidad
Consejo de Indias había repartido en�re sus pilotos
nuestros propósitos. Nos interesa, sin embargo, aquí el acento en lo que el
que ponía Bacon en la observación de cualquier cosa memorable. atrás, estas instruccion es de la Royal Society estaban pen
un siglo
los navegantes a sus Indias Orientales y Occidenta les
La memoria en Bacon era una de las tres facultades del alma sadas para
racional, una cualidad asociada a la historia, mientras que las otras recib ieron el interés de otros círculos científicos, como
y pronto
dos eran la razón (vinculada a la filosofía) y la imaginación (a demuestra el hecho de que fueran traducidas al francés en un
la poesía). Al identificar la práctica viajera con la observación número del]ournal de Savants del mismo año de 1666.
y la memoria, Bacon no hacía sino reorientar esa tendencia antigua El propio Robert Boyle, al final de sus días, cansado de que
que comentábamos antes, intentar aplacar los usos y abusos de sab ios, eruditos y físicos se dirigieran a él para preguntarle cómo
la imaginación, tan ligada tradicionalmente al quehacer de los afrontar sus viajes, dejó escritas también unas General Heads for
impostores y falsificadores. Quizás por eso le resultara extraño the Natural History o/ a Country, Great or Small, un trabajo seme­
que en los viajes por mar, «donde no se ve otra cosa que cielo jante al anterior. En ellas reconocía la historia natural como la
y mar», los hombres redactaran diarios, mientras que en los viajes «única fundación sólida de la filosofía natural», cuyos mayores
por tierra, «donde hay tanto que ver», a menudo los omitieran, progresos se habían debido, precisamente, a la actividad de los
«como si lo casual fuera más digno de ser registrado que la obser­ hombres de mar, navegantes y demás viajeros. Sin embargo -venía
vación» 41• Es decir, como si la escritura en los viajes hubiera a decir-, el problema más común entre los viajeros era su des­
estado dominada hasta entonces por un espacio donde no ocurría conocimiento de las cosas de las que debían levantar testimonio,
nada, o donde ocurría poco, las largas horas en el mar, un tempo así como su falta de sujeción a un método universal sobre el
-sobra decir- dado a los vuelos de la imaginación, lo que Bacon que sistematizar las investigaciones, carencias que le habían4 llevado
reclamaba era la prioridad de la observación fidedigna de los fenó­ a él a redactar esas «directrices para uso de los viajeros» 3. Estas
menos y la necesidad perentoria de retratarla, de registrarla. directrices de Boyle consistían también en ciertas indicaciones
En la Inglaterra de la Restauración, Hooke, Boyle y los primeros sobre los datos más importantes a observar y medir en lo referente
integrantes de la Royal Society volvieron sobre el tema con reno­ a los cielos, el agua, la tierra y los habitantes de las regiones.
Procurando eludir las «anticipaciones de la mente», con ese estilo
vado interés. Así, por ejemplo, varios artículos de los primeros
dominado por la neutralidad de la mirada científica que el propio
números de las Philosophical Transactions estaban dedicados a la
Boyle había impuesto como lenguaje apropiado del laboratorio,
preceptiva viajera. En 1666 la revista de la Royal Society publicó
aconsejaba a los viajeros tomar nota primero de la latitud y longitud
unas instrucciones para el uso de viajeros y marinos. Dichas ins­ del lugar en cuestión, después la duración de sus días más largos
trucciones (seguramente obra de Robert Hooke, quizás de Boyle, y los más cortos, apuntar los aspectos de su, clima, el nombre
en todo caso tenían un cariz institucional) mencionaban el «deseo de las estrellas fijas visibles, etc.
de servir a la investigación de la naturaleza y la observación de Thomas Sprat, el entusiasta propagandista de la nueva filosofía
los diversos fenómenos», la necesidad de levantar acta de «las experimental y autor de la apologética History o/ the Royal Society
cosas notables», las «grandes ventajas que se podrían obtener (1667), también depositó su fe en las noticias y hechos recogidos
de los viajes hechos en todas las partes del mundo» y -recogiendo
el testigo de Bacon- la posibilidad de componer una historia
42
Philosophical Transactions, abril 1666, pp. 140-143.
43
Robert BoYLE, General Heads for the Natural History o/ a Country, Great
41 Jbidem. or Small, Londres, 1692.
58 ..
por los viajeros. A la vista
Juan Pimentel

Impostores y testigos: verosimilitud y relaciones de viaje
de los grandes avances que 59
ciencia suponían los sucesiv para la
os descubrimientos geográfico
auguraba un futuro inmedi s, Sprat l ámbito de las relaciones de viaje fueron igualmente trascen­
ato en que todos los días dentes. Si los viajeros estaban pasando a ser vistos como los autores
cargado de noticias sobre nu un barco
evas regiones cruzaría las agu del gran registro de hechos naturales de un mundo en expansión,
Támesis. Como el resto de as del
los abanderados de la nueva como los genuinos lectores del Libro de la Naturaleza en virtu
Sprat ponía el acento en ciencia, d
la experiencia sensible del del nuevo credo empirista y experimentalista, nada más
en la manera de retratar los mundo y lógic o
hechos naturales. Y aquí, el que se les exigiera la adopción de su estilo a la hora de retr
contra el estilo ornamentado ataque atarlo.
, «la superflua palabrería», La desnudez y naturalidad del lenguaje propuesto por
un papel destacado. En la jugaba Spra t, su
descripción de un hecho nat retorno a la pureza y brevedad primitivas, aquel intento
adquisición de verosimilitud ural, la de acer ­
venía determinada por la aus carse en lo posible a la sencillez matemática y al
del lenguaje. En uno de los teridad lenguaje d�
borradores de su preámbu los artesanos, los campesinos y los comerciantes, adq
estatutos de la Sociedad, Ho lo a los uirieron carta
oke ya había declarado que de naturaleza como las formas apropiadas para abo
de la Royal Business era per el asunto rdar la inves­
feccionar el conocimiento de tigación de los fenómenos naturales así en el laborato
naturales sin entrometerse las cosas rio, el espacio
en la divinidad, la moral, característico de la experimentación, como fuera
la gramática o la retórica 44 la política, de él.
• Ahora Sprat, en En efecto, las estrategias de verosim
del estilo de esa suerte de su encendido elogio ilitud empleadas por
modestos y fidedignos not Robert Boyle en sus experimentos del vacío en
la Verdad, proclamaba la nec arios los primeros años
esidad de «separar el conocim de de vida de la Royal Society fueron trasladadas
de la Naturaleza de los col iento al ámbito de la
ores de la Retórica, los cap observación de los fenómenos naturales en
la imaginación y los placenter richos de campo abierto. El
os engaños de las fábulas».· Y empleo de la tercera persona en la redacció
añadía: n de los experimentos
como fórmula para generar una visión
«Ellos Oos miembros de 1a Roy objetiva y distante de la
poniendo en práctica el único al Society) han sido los más rigurosos realidad fue una práctica consagrada ento
nces, una práctica tre­
remedio que puede hallarse mendamente efectiva y transportada con
extravagancia. Y esto ha sido para esta éxito a muchos ámbitos,
una constante resolución par entre los que figuran las relaciones de
todas las amplificaciones, dig a rechazar viaje, donde se combinó
resi
retornar a la pureza y la breved ones y tumefacciones del estilo; para -tal y como había hecho también
Boyle- con la voz de una
ad
nicaban tantas cosas casi con igu primitivas, cuando los hombres comu­ primera persona del singular que refo
rzaba el componente tes­
al
a todos sus miembros una for número de palabras. Ellos han exigido timonial y con la primera del plural,
que convertía la experiencia
ma de hablar ajustada, desnud privada en un testimonio público 46
expresiones positivas; sentidos a, natural; . Otro tanto puede
clar decirse
todas las cosas a la sencillez ma os; una simplicidad innata; acercando del empleo de instrumentos de pre
cisión, del registro detallado
temática tanto como puedan y y prolijo de observaciones de tod
el lenguaje de los artesanos, pre
los campesinos y los comercian firiendo natural a cifra y medida.
o tipo, de la reducción de lo
que el de los ingeniosos o los eru tes antes
ditos» 45• Y por supuesto todo lo que se
diga en este sentido de la
Expuestas en diferentes ver exhaustiva utilización de la icon
siones en muchos otros lug ografía no resultaría exagerado.
estas ideas deben considera ares, La asociación entre la visión de un
rse programáticas respecto hecho y su constitución como
que persiguieron los partid a los fines evidencia científica es algo presen
arios de la nueva ciencia y te en todo el programa de la
que había que procurar par los medios filosofía experimental. Bacon ya
a obtenerlos. Sus implicacio había cifrado en la vista la posi­
nes en bilidad de levantar aquella historia
natural:
«Todo consiste en mantener 1a vist
a bien fija en los hechos de la
44 Cit. en
naturaleza y recibir así sus imágen
David LocKE, La ciencia com
es simplemente tal como son. Pue
p. 33. o escritura, Madrid, Cátedra,
s
1997,
45 Thomas
SPRAT (ed. de J. I. COPE y
Royal Society o/ London /or H. W. JONES), The History o/ the
the Improving o/ Natural Kno 46 Para todo
hington University Press, 1958, wledge, St. Louis, Was­ este asunto, Chri
p. 113. scientifique. Le discours de l'experienstian LICOPPE, La /ormation de la practique
ce en France et en Angleterre (163
París, La Découverte, 1996. 0-1820),
60 Juan Pimentel itud y relaciones de viaj!
J,npostor es y testigos: verosimil
61
no quiera Dios que vayamos a hacer pasar un sueño de nuestra úna.

ginación por la norma del universo» 47• at ural pasaba necesariamente por su visualización directa o, en
�u defecto, por la visualización de su representación gráfica 50•
La primacía de la vista sobre otros sentidos y de los hechos
En su estudio sobre las polémicas entre Boyle y Hobbes, Shapin sobre las palabras, la búsqueda de amplias cadenas de fenómenos
y Schaffer pusieron de manifiesto la gran importancia que tuvieron por extravagantes o intrascendentes que parecieran, fueron algunas
la vista y las imágenes para el triunfo del lenguaje experimental, de las pautas que guiaron a los primeros experimentalistas de
la íntima y desde entonces duradera conexión que se estableció finales del siglo XVII en su exploración del mundo de los hechos
entre visión, iconografía y verdad 48. Tanto la astronomía como artificiales. Lo que hasta entonces no podían considerarse sino
la microscopía --dos de los auténticos pilares de la ciencia moder­ hechos que por su singularidad o excepcionalidad sólo podrían
na- hubieron de cimentarse sobre esta nueva fe que se depositaba ser calificados de entretenimientos o curiosidades, pasaron a for­
en la vista como fuente de conocimiento cierto. Robert Hooke mar parte de lo que hoy llamamos hechos científicos. Y lo mismo
definía así su manera de estudiar las cosas: podría decirse de los hechos naturales singulares descritos en las
relaciones de viaje: lo que hasta entonces constituía un material
propio de la categoría de los mirabilia, hechos insólitos que mani­
«Mostrándolas, lo que no requiere tanto una especial fuerza de la
festaban las rarezas o curiosidades de las regiones remotas, pasó
Imaginación, o rigor de Método, o profundidad de Contemplación (aun­
a engrosar el cuerpo de los productos y fenómenos de la Naturaleza
que el concurso de todo esto, cuanto fuera posible, produciría nece­
sariamente una composición más perfecta), como una Mano sincera y objeto de la investigación científica.
un Ojo fiel, para examinar y consignar las cosas tal y como ellas mismas El mundo de los viajes en el siglo XVIII .sufrió el éxito de
se presentan» 49• ese estilo y esa mirada, siendo uno de los ámbitos donde la con­
siderable inflación cientifista que vivió todo el período se dejó
sentir con mayor visibilidad 51• La práctica viajera, central para
Una afirmación como ésta, fundada en la fidelidad de la vista la política expansiva de unas metrópolis que buscaban ampliar
y en la veracidad de la escritura, es válida no sólo para aquello o rentabilizar sus áreas de expansión, recibió desde las ciencias
a lo que Hooke se refería en su Micrographia (1665). También el espaldarazo definitivo a la hora de revalorizarse como una acti­
es aplicable a un programa como el de los viajes a tierras lejanas, vidad reglada, productiva para el progreso de las naciones (y de
un tipo de empresa emparentado con la observación de las cosás la humanidad, siguiendo la retórica impersonal y colectiva de la
(unas por diminutas, otras por distantes) que hasta la fecha no época), una actividad, en fin, capaz de generar conocimiento cierto
estaban a la vista. La importancia concedida a la representación del mundo y no la interminable lista de embustes y patrañas que
gráfica de la realidad en las exploraciones del siglo XVIII (mapas, hasta entonces había dado a lugar.
grabados, perfiles de costa, ilustraciones de todo tipo) responde, Los viajeros se convirtieron en testigos fidedignos a base de
pues, a una creencia muy extendida entre los defensores de la apropiarse de las técnicas y estrategias de representación carac-
ciencia moderna, la idea de que el conocimiento de un hecho
50
Resultan muy interesantes en este sentido las implicaciones de la nueva
47 Francis BAcoN, Work.r, vol. N, pp. 32-33, cit. en Svetlana ALPERS, El ciencia en el ámbito de la pintura y la representación artística, tema del que
arte de describir. El arte holandés en el siglo XVII, Madrid, Hermann Blurne, 1987, se ocupa ampliamente ALPERS (1987).
pp. 131-132. 51
Dos estudios clásicos que tratan la mirada científica en las representaciones
48
Steven SHAPIN y Simon SCHAFFER, Leviathan and the Air-Pump. Hobbes, artísticas de los viajes de exploración en el siglo XVIII, son Bernard SMITH, European
Boyle and the Experimental Lije, Nueva Jersey, Princeton University Press, 1985, Vist'on and the South Pacific, 1768-1850, Oxford, Clarendon Press, 1960; y el
pp. 22-80, páginas precisamente tituladas Seeing and Believing. citado STAFFORD (1984). Otro estudio que también aborda la ascendencia del
49
Robert HooKE (ed. de Carlos S01ís), Micrografía o algunas descripciones lenguaje científico y la influencia del programa experimentalísta en la literatura
fisiológicas de los cuerpos diminutos realizadas mediante cristales de aumento con de viajes es R. W. FRANTZ, The English Traveller and the Movement o/ Ideas,
observaciones y disquisiciones sobre ellas, Madrid, Alfaguara, 1989, p. 125. 1660-1732, Nueva York, Octagon Books, 1968.
testigos: verosimilitud y relaciones de viaje 63
62 Juan Pimentel Impostores y

terísticas de los practicantes de las nuevas formas de conocimiento nteriores: cronómetros, barómetros, sextantes, péndulos, etc. La
natural. Huelga decir que el panorama general de los viajeros :ética de la exactitud» -según Bourguet y Licoppe- fue una
en el siglo XVIII dista mucho de ser un cuadro homogéneo. Tampoco :spiradón generalizada en el mundo de los viajes mucho antes
lo fue el de la ciencia. Los hubo armados del espíritu geométrico de Humboldt, algo instaurado ya desde el decenio 1730-17 40
y de las disciplinas deudoras del legado newtoniano: matemáticas, y que coincide con las expediciones para medir el grado de meri­
trigonometría esférica, astronomía, cálculo infinitesimal, física. Así, diano terrestre y el auge de las cuestiones 53
y los debates en torno
por ejemplo, la mayoría de los navegantes, oficiales y marinos al a m etrología y las unidades de medida •

formados en hidrografía y navegación astronómica: Anson, Byron, Los viajeros, en suma, hicieron un gran esfuerzo por abandonar
Wallis, Bougainville, La Pérouse, Cook, Malaspina. Otros muchos, así su antiguo status epistemológico y trataron de hacerse con una
generalmente los naturalistas que acompañaron a los anteriores reputación dentro de los nuevos códigos de civilidad y veracidad.
en sus viajes de exploración, estuvieron dominados por el lenguaje Pusieron el énfasis en lo particular y lo concreto, y huyeron de
y los métodos característicos de la historia natural: por la pulsión los universales, algo asociado a la filosofía natural escolástica e
taxonómica de los grandes sistemas del período ( el de Linneo incluso a la propia poesía, tal y como señalaba Aristóteles en su
a la cabeza) y el afán por rellenar las cuadrículas de la diversidad Poética al anteponer el objetivo de los poetas (expresar verdades
biológica y geológica del planeta. universales) al de los historiadores (manifestar verdadades par­
En este segundo ámbito, Linneo mismo dejó escrita W1a Ins­ ticulares) 54• No, los viajeros ilustrados no buscaron más su prestigio
tructio peregrinatoris (1759), W1 texto preceptivo sobre cómo debía en aquello que veíamos antes que los vinculaba a los poetas, los
observar y qué debía anotar un viajero naturalista. Emparentado ladrones y los mentirosos: la construcción de una obra propia.
con los consejos citados de Boyle y las Philosophical Transactions, La autoridad de W1 viajero dejó de estar ubicada en el terreno
el de Linneo comenzaba por prescribir el registro de las carac­ de lo figurado, lo imaginario o lo creativo, todo aquello que remite
terísticas físicas de la tierra, el mar y el aire. Lo primero que a la noción de autoría, sino en su opuesto: en la testificación
debía hacer un viajero era cifrar la altura de las montañas, el neutra, detallada y minuciosa de las realidades naturales. Su auto­
flujo de las mareas, la salubridad del aire, las temperaturas, etc., ridad, por tanto, crecía según disminuía o se difuminaba su autoría.
para después pasar ya a descomponer la naturaleza en los tres La búsqueda de lo extraordinario o lo insólito siguió funcio­
reinos (lithologica, botanica, zoologica), donde el objetivo no sólo nando como medio para cautivar la atención de los lectores, pero
era clasificar y nombrar las especies y los productos de la naturaleza, bajo un horizonte bien distinto. Se trataba de razonarlo e incluirlo
sino también atender sus posibles conexiones, relaciones y depen­ bajo la propia mirada, de alguna manera, de extirparle su condición
dencias, esa red de lazos y hechos que acertó a definir como de prodigio. La intención dejó de ser ya transformar lo visto, sino
«la economía de la Naturaleza» 52. más bien reproducir para. el ojo y la mente la novedad de la tierra,
Lo cierto es que unos y otros compartieron el gusto por la lo desconocido, las realidades no descritas anteriormente. Hacer
observación y la descripción minuciosa de las distintas realidades: uso de los tropos, como el viejo Ulises, dejó de figurar en el
desde el perfil de las costas hasta los caracteres sexuales de las repertorio del buen viajero. Desde el momento en que el empirismo
plantas. Ambos también apoyaron sus trabajos en materiales ico­ y el realismo se alzaron como sus herramie_ntas características,
nográficos: cartas, planos, mapas y dibujos, grabadores y pintores, parece como si la propia noción de tropo recobrara la acepción
fueron materiales y actores presentes en todos y cada uno de
los viajes del período que aspiraron a producir conocimiento cierto. 53 Marie-Noelle BouRGUET y Christian LrcoPPE, «Voyages, mesures et ins­
Y por descontado, todos ellos viajaron aferrados a W1 intrumental truments. Une nouvelle expérience du monde au Siecle des lumieres», Annales
de precisión considerablemente perfeccionado respecto a épocas HSS, núm. 5, septiembre-octubre 1997, pp. 1115-1151. Ver también la reciente
compilación Marie-Noelle BouRGUET, Christian LICOPPE y H. Otto SrnuM (eds.),
Instruments, Travel and Science: Itineraries of Precision from the Seventeenth to the
52 Lorelai KURY, Histoire naturelle et voyages scientifiques (1780-1830), París, Twentieth Century, Londres y Nueva York, Routledge, 2002.
54 AruSTóTELES (ed. de J. ALsINA), Poética, Barcelona, Bosch, 1996, p. 249.
L'Harmattan, 2001, pp. 109-111.
64 Juan Pimentel y testigos: verosimilitud y relaciones de viaje 65
Impostores

que tenía en el lenguaje de los antiguos escépticos: una dificultad, . tante de toda la Ilustración (sin duda la más exten-
un obstáculo para el conocimiento cierto 55• El programa era claro: viaje más impor nérale des Voyages, 1746-1789) y señalado por
la Histoire gé
búsqueda de la verdad desnuda y singular, testimonio individual,
��chet como el refundador del género de la literatura de viajes
abandono de los tropos y del lenguaje figurado, por descontado, 56. Escritor de éxito en varios géneros, Prévost
n lengua francesa
rechazo absoluto de lo imaginario o lo fabuloso. de refundir y ampliar una colección
:cometió la ardua empresa
En este contexto la crítica de fuentes y la descalificación de Astley (1745-1747). El suyo era un encargo
inglesa, la de Thomas
noticias apócrifas y autores que no habían presenciado los fenó­ enciclopéd ico que tenía también cierto aire rei­
real un proyecto
menos descritos -o que los habían presenciado de forma defec­ vin<licativo y nacional frente a las colecciones británicas .. Entre
tuosa o interesada- fueron asuntos que estuvieron a la orden esto y que él era un escritor de altos vuelos (y bastante prolijo),
del día. Con frecuencia los ingleses tomaban por supercherías Prévost tuvo que trabajar con un material tan amplio como diverso.
las noticias recogidas por los españoles; los españoles veían en La dep urac ión de fuentes, la escisión entre lo que consideraba
los ingleses una nación de piratas y comerciantes deseosos de fidedi gno, susceptibl e de ser «reducido », merecedo r de una trans­
apropiarse de sus tesoros; los franceses tomaban en cierta con­ cripción literal o simpleme nte rechazado , le colocaron ante serios
sideración a los primeros y menospreciaban a los segundos como proble mas de orden epistemo lógico. Erigido él mismo como juez
un pueblo sin luces, los habitantes del Nuevo Mundo -en fin­ y parte del testimonio de sus viajeros, quiso dotar a su colección
solían quejarse de que en realidad ni unos ni otros sabían de de un valor histórico y documental. Califica siempre a los viajeros:
lo que hablaban. «está sujeto a imaginaciones pueriles», «el más ignorante de toda
57
Para los viajeros el afán por acreditarse como testigos de pri­ la Cristiandad», «de una burda credulida d», etc. Su objetivo
mera mano llegó a constituir una verdadera obsesión. Las intro­ era reducir la parte correspondiente a lo maravilloso y lo anecdótico
ducciones y prólogos de sus relaciones están repletas de fórmulas y componer una suerte -de sistema completo de geografía e historia
al uso: invocaciones al testimonio directo, a la verdad y a la ciencia, de los descubrimientos, un diccionario razonado de todos los cono­
al género humano, al progreso, a la nación como equivalente de cimientos que había en su época sobre las distintas regiones del
la autenticidad de un testimonio (sobre todo cuando autor y lec­ mundo, labor compleja donde las haya y sujeta en todo caso al
tores eran compatriotas), más adelante, en el último tercio de siempre esquivo asunto de la veracidad de las fuentes.
siglo, al ideal cosmopolita como garante de la veracidad de lo La suya, en realidad, era una tarea sometida a las mismas
escrito. Los propios títulos hablan por sí mismos: A true an impartía! contingencias con que se enfrenta cualquier historiador: validar
account, A /aith/ull narrative, The narrative o/ the Honourable, An hechos o invalidarlos, tomarlos por ciertos o por falsos, selec­
authentic narrative, Relation historique, etc. De hecho los términos cionarlos, ordenarlos, dotarlos de un plan y un sentido, una tarea
más comunes y repetidos entre todos (voyages, description, obser­ que en realidad pertenece al quehacer de cualquier científico o
vationes, relation, memoires y sus equivalentes en otros idiomas) de cualquier escritor. Y por descontado, al de todo viajero. En
3
remiten a la misma idea de inmediatez, actualidad y fidelidad efecto, una vez que su colección apareció en 12 , es decir, en
a los hechos. En inglés la palabra travels se vio desplazada por formato de bolsillo, una estrategia comercial habitual que buscaba
el omnipresente voyages o inluso journey, que refuerzan el com­ su comercialización y que sirviera igualmente a los propios viajeros
ponente testimonial. en su desplazamientos, Prévost se molestó en ofrecer unos consejos
El asunto de la veracidad fue el verdadero caballo de batalla a los viajeros. Las obligaciones prescritas eran tan amplias como
de casi todos los viajeros y autores de relaciones. Tomemos el meridianas:
ejemplo del abate Prévost, autor de una de las colecciones de
56 Ver DucHET (1984), pp. 73-85. Más adelante, en el capítulo sexto, dedicado
55 Los tropos también eran los argumentos aducidos por los escépticos griegos a las colecciones de viajes, nos ocupamos más detenidamente de Prévost y su
para concluir la necesidad de la suspensión del juicio. Cfr. José FERRATER MoRA, Histoire générale des voyages.
Diccionario de filoso/fa, vol. 4, Madrid, Alianza, 1988, p. 3328. 57 Ibidem.
66 Juan Pimentet
político se entrega al gobierno, el natura [,npostores y testigos: verosimt!itud y relaciones de viaje
«El
• 67
plantas y a los animales, el geógrafo a las distanciaslista se dedica a las
el historiador a los acontecimientos pasados, y a las situaciones, du monde (1771). Al revés que Prévost, Bougainville no hacía
mentos de los siglos más remotos, el el ant icua rio a los monu. allí alarde de su escritura. Todo lo contrario, se vanagloriaba de
me rcader a tod o lo que concierne
al com ercio, y cada artista al objeto no haber tenido jamás una educación literaria. La suya había sido
un verdadero viajero, que debe trab de su profesión. No es el fin de una educación ruda, propia de un hombre que había pasado la
para sí mismo, y hacer que sus ajar para la prosperidad tanto como vida entre selvas, bosques y océanos. Su maestro de juventud
Debe ponerse a componer una escritos sean útiles a todo el mundo. había sido d'Alambert, de quien había aprendido «la sencillez
rela
no falte, sino que encierre, sin disti ción no solamente donde la verdad desnuda de las verdades matemáticas». Y haciéndose eco del
y del saber» 58•
nción, todos los objetos de la curiosi bajo
dad crédito que aún tenían los viajeros, decía:
«Soy Viajero y Marino, esto es, un mentiroso y un
imb
Semejante declaración nos hab
la tanto del compromiso adq ojos de esta clase de escritores perezosos y soberbios que a laécil a los
rido con la verdad como de la
imposibilidad efectiva de llev
ui­ de su Gabinete filosofan a vista de pájaro sobre el Mundo y sus sombra
habi
a cabo. Una relación donde «la arla y someten imperiosamente la Naturaleza a sus investigaciones. tantes
Proceder
todos los objetos de la curiosida verdad no faltara e incluyera raro e inconcebible de parte de unas gentes que no habi
legítimo de todo un phtlosoph
d y del saber» constituía el tela
s cosa alguna por sí mismos, no escriben, ni dogmatiza endo observado
e como Prévost, pero tambié observaciones prestadas de los propios Viajeros a quienesn, sino siguiendo
cometido imposible para ningún n un niegan la faci­
via
empezando por él mismo, que jero. O para cualquier escritor, lidad de ver y pensar» 60.
fue acusado repetidas veces
dar rienda suelta a su estilo («en de
exceso literario») y que inclus Lenguaje sencillo, mirada escrupulosa, des
tuvo la audacia de incluir en cripción exacta, tes­
su Histoire información geográ o timonio directo: las armas que le hacían a Bou
falsa de su relato novelado sob fica
re una posición de superioridad eran las mismas gainville verse en
Lade. Por si fuera poco, la dec las aventuras del capitán Robert defendidas un siglo
laración citada de Prévost est atrás por Thomas Sprat y los acólitos de la Roy
prestada de Gemelli Carreri, aba al Society.
considerado por él como uno El propio Diderot, fascinado como med
los «viajeros más juiciosos e ilus ia
trados» y autor del Giro del mo
de cubrimientos, especialmente por su descripc Europa por sus des­
(1699-1700), un libro tan fam ndo ión de Tahití, la «Nue­
oso como controvertido: Ge va Citerea del Pacífico», le dedicó un
me opú
había dado fe de la existencia
de hombres con cola en Filipin lli au Voyage de Bougainvtlle (1796). Escrito sculo, el Supplément
los jesuitas le habían acusado as; imaginario entre dos sujetos (A y B), allí en forma de diálogo
de
del templo del emperador de Pe haber falsificado su descripción los méritos del navegante:
se pueden leer de nuevo
kín
el reputado historiador escocé ; y el propio William Robertson,
s, llegó a sugerir que en rea
Gemelli jamás había salido de lidad «B: [...] Bougainville salió con las luce
Italia, que su vuelta al mundo
sido una gran farsa 59• había que sus objetos requerían: filosofía, cora s necesarias y con las cualidades
Con todo, hubo defensores de rápido que capta las cosas y abrevia el je, veracidad; un golpe de vista
la observación fidedigna y de cunspección, paciencia, deseo de ver; de escl tiempo de la observación; cir­
la verdad con más crédito que
Carreri). Louis Antaine Bouga
Prévost (y no digamos que Ge
me del cálculo, de la mecánica, geometría, astr arecerse e instruirse; la ciencia
inville fue uno de ellos. El hom lli de historia natural. onomía y un barniz suficiente
que dio a Francia la primera bre
circ
dejó escrita su narración del unnavegación en toda su historia A: ¿y el estilo?
viaje en el clásico Voyage aut B: Sin afectación, el tono requerido:
our
cuando se conoce el lenguaje marinero» 61. sencillez, claridad, sobre todo
58 PRÉvosr, Histoire géné
rale des voyages... , vol. XI, p.
1984, p. 83. 465. Cit. en DUCHET,
60 Lo
59
Jean Paul DuvrOLs, L'Amerique espag uis Antaine DE BOUGAINVILLE, Viaje
alrededor del mundo, vol. I, Madrid,
de Christophe Colomb a Bougain nole vue et revue. Les Calpe, 1921, pp. 17-18.
vzlle, París, Promodis, 1985, pp. livres de voyages
426-429. 61
Denis DIDEROT, El sueñ
Madrid, Debate/CSIC, 1992, p.o de
62.
D'Alamberty Suplemento al viaje de Boug
ainville,
68 Juan Pimente! testigos: verosimilitud y relaciones de viaje' 69
Impostores y

Para dotar de credibilidad a los hechos narrados, pues, las del mundo, una lucha -como hemos visto- des-
r�.encia sensible mente y los fantasmas de la
imágenes y descripciones debían ser concretas y basadas en la ada a erradicar los ídolos de la
experiencia directa de los sentidos. El ideal viajero de la Ilustración ?11a nación, acabó por apoyarse en la mayor de las quimeras,
se revolvía así contra la antigua tradición de viajeros-autores. Lo gi la obtenía
�aber, que el verdadero conocimiento de Naturaleza
que durante siglos había constituido la prerrogativa de los viajeros desde un sujeto colectivo, incorpóre o, y a través
(la mentira, el embellecimiento, la autoría, el empleo de tropos)
ªu verosimilitud nte, una escritura -por
de una escritura también ausente, transpare
se desenmascaraba ahora como meros recursos, pretextos, obs­
decirlo de alguna manera- no escrita.
táculos a la verdad. Sobra decir que, pese a todo, durante el siglo XVIII las relaciones
Bougainville puede servir como ejemplo de los viajeros domi­
nados por el lenguaje matemático, uno de los perfiles dominantes de viaje bajo la égida de la nueva ciencia se hicieron eco de
La leyenda
en el siglo XVIII, navegantes y cartógrafos formados en astronomía num erosas falsedades y de hechos realmente insólitos.
de los gigantes patagones causó furor entre los medios cultos y
náutica y cálculo infinitesimal. Pero se podría decir algo semejante al nos de los éxitos más
de los viajeros naturalistas, el otro perfil de viajero ilustrado, gentes de hecho fue el motivo que garantizó gu
sonados en el género, las relaciones de Anson ( 17 40-17 44) y Byron
también gobernadas por esta ética de la exactitud, aplicada ahora
( 1764-1766). Los mitos de la Terra Australis y el Paso del Noroeste
al delicado arte de asignarle un nombre y un nicho a cada especie
fueron quizás los dos casos más notables entre las fábulas geo­
y a cada fenómeno.
gráficas que poblaron los libros de viaje en la Ilustración. Y otro
Este mismo espíritu, matemático y cartográfico si pensamos
tanto podría decirse de las tesis sobre la inferioridad o debilidad
en un tipo de ciencias, morfológico y tipológico si pensamos en
de la naturaleza americana, la gran teoría expuesta por Buffon
otras, inspiró no sólo la cartografía, las colecciones botánicas, los
y De Pauw, versionada por cientos de autores y fabricada a partir
herbarios. También se aprecia en la propia escritura, en las des­
del testimonio de historiadores, naturalistas y viajeros • El tes­
63
cripciones de las costas visitadas, los suelos, las islas, sus habitantes.
timonio individual, la observación directa y el conocimiento de
El ideal de conocimiento natural en los viajes de la Ilustración
ciertas nociones de matemáticas, astronomía e historia natural
se manifiesta a través de una prosa aséptica, transparente, cuyo siguieron dando pábulo a un sinfín de amplificaciones y distor­
propósito es precisamente la descripción objetiva del mundo. Son siones.
el ojo fiel y la mano sincera, los instrumentos con que Robert
'Pero no se trata tan sólo de que las relaciones de viaje y
Hooke se aplicó a la descripción de los cuerpos diminutos tras
su lente de aumento, los elementos que aparecen sistemáticamente los escritos científicos de una u otra época contuvieran errores
como garantes de la verosimilitud. o falsedades, algo que en todo caso juzgaríamos desde lo que
Todo este programa desembocará en una suerte de doble depu- hoy consideramos cierto o no, como cuando en la anécdota del
ración de la escritura y del sujeto, dos operaciones a las que dedi­ rey de Siam nosotros sabemos de la exi;tencia del hielo. Más
caremos comentario a propósito de los casos de Cook y Hum­ bien se trata de ver cómo se fue implantando esa retórica de
boldt 62• Se trataba, en todo caso, de dos maniobras imprescindibles la verdad, la retórica de la neutralidad y de la testificación objetiva
para la consecución de la objetividad, dos actos que nos permiten e imparcial de los hechos. Los viajeros formaron una imagen vero­
apreciar algo que nos resulta muy familiar en el lenguaje científico símil de los hechos naturales lejanos porque aprendieron a manejar
de nuestros días y que no por eso deja de encerrar una gran códigos de civilidad y veracidad adecuados. Gracias al empleo
paradoja: que lo que había comenzado por ser una acreditación
del conocimiento a partir del testimonio individual y de la expe- 63 GERBI (1982). El clásico de Gerbi, publicado originalmente en italiano
en 1955, debe confrontarse hoy día con el importante estudio que de alguna
manera lo complementa y lo reori,;:nta, entre otras direcciones, hacia las cuestiones
62 Ver, in/ra, los capítulos segundo y quinto de este libro sobre el descu­ de credibilidad que aquí estamos tratando: Jorge CAÑIZARES, How to write the
brimiento de Australia y la ascensión de Humboldt al Chimborazo, respecti­ History o/ the New World. Historiographies, Epistemologies, and Identities in the
vamente. Eighteenth-Century Atlantic World, Stanford, Stanford University Press, 2001.
70 Juan Pimentel
de tácticas de representación acreditadas, así nar
rativas como ico.

nográficas, lograron construir una imagen
Bien mirado, había dos formas verosúnil del mundo.
de convencerle al rey de Sia
de la existencia del hielo: una, llev tn.
arle a Holanda y que lo vie
con sus propios ojos, lo cual ra
probablemente le hubiera
pensar que estaba ante un hecho
prodigio, un hecho más cer
lo milagroso que a lo natura cano a
l; la otra, introducirle en el
de los estados de la materia, lenguaje
es decir, haberle preparado
haberle incorporado a unos cód antes,
igos de civilidad y veracidad
de los cuales la existencia dentro
del hielo dejaba de ser un
increíble 64. hecho
Visto retrospectivamente, est
ciencia moderna terminó por
o último es lo que ocurrió.
La
CAPÍTUL02
mundializarse generando la
de que sus enunciados eran ilusión QUIRÓS, COOK Y EL DOBLE DE
universales porque eran ver SCUBRIMIENTO
cuando en realidad el proces dadero
o fue el inverso: gracias a su s, DE AUSTRALIA 1•
versalización dichos enunciado uni.
s se convirtieron en verdadero
día en Siam no se duda de la s. Hoy
existencia del hielo.
En cuanto al embajador de
Holanda, de haber obrado
ya entonces, a finales del siglo así
XVII, se hubiera comportado
muchos de los experimentalis como
tas, viajeros y científicos mo
que le sucedieron, quienes dernos
-por encima de declaracio
gramáticas- siempre tuviero nes pro­
n presente la vieja preceptiva
tóteles sobre la disposición de Aris­
de un argumento y la constru
de la trama, una preceptiva cción
que enseña cómo la acepta
o inaceptabilidad de una his bilidad
toria no reside en la historia
sino en el sistema de valore misma,
s que regulan la vida social.
a la animadversión que suscita Pese
ron la retórica, los tropos y
ginación entre los modernos, la ima­
lo cierto es que siempre fueron
sarias poderosas palabras, ace nece­
rtadas metáforas y cuidadas
argumentales para convencer estrategias
de cosas tan insólitas como
a quien nunca lo había tocado el hielo
o sentido 65.

64 Sobre
verdad, códigos de civilidad
(1994). y lenguaje científico, ver S.
SHAPIN
65
Las cursivas aluden; ahora exp
que ha hecho creer durante mile lícit amente, al libro que aborda
el Libro * Una versión preliminar
del hielo: Northrop FRYE, Pod nios cosas aún más inverosúniles que la existencia nacional «España y el Pacífico de este trabajo fue presentada al V Congreso Inter­
erosas palabras. La Biblia y nue
celona, Muchnick, 1996. stras metáforas, Bar­ colectivo M.8 Dolores ELIZALD», en noviembre de 1999, y se publicó en el volumen
y naciones en el Pacífico
E, Josep M. FRADERA y Luis ALO
, vol. I, Madrid, CSIC, 2001. NSO (eds.), Impenos

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