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Unidad 1, lectura 4 1

Ruptura entre religión y fe: François Varone


8 “Se te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno,
lo que Yahvé de ti reclama:
tan sólo practicar la equidad,
amar la piedad
y caminar humildemente con tu Dios.”
Míqueas 6, 7-8

Según la idea central de François Varone, la ruptura entre religión y fe debe


ser objeto de un análisis detenido. El punto de partida es la diferenciación
entre un sentido estricto y objetivo frente a un sentido subjetivo de la
religión. En el primer sentido, la religión se define como “el conjunto de
textos, ritos, organizaciones sociales y costumbres, mediante las cuales la
relación del hombre con Dios adquiere presencia, dimensión celebrativa e
irradiación en la vida, en la sociedad y en la historia”. De otro lado, en el
sentido subjetivo de la religión, esta es: “la relación concreta que el hombre
vive con su Dios, el rostro que se le atribuye, sea cual sea, por tanto, la
religión objetiva”. El contraste entre las dos definiciones es lo que le permite
al autor exponer la ruptura entre la religión y la fe, como dos actitudes
distintas de percibirse y relacionarse con Dios. La religión es una relación con
Dios, que los seres humanos y la sociedad producen espontáneamente;
mientras que la Fe es una experiencia de Dios transformada por la
revelación. La siguiente frase es pertinente al respecto: En cualquier religión
(objetiva) se accede a la fe convirtiéndose radicalmente de la religión
(subjetiva).

La preocupación del autor por la diferenciación objetiva y subjetiva de la


religión, se basa en que la religión objetiva dejó de ser una realidad evidente,
justa y santa, desde el momento en que la religión ya no fue punto de crítica
y sospecha. Hombres y mujeres no saben distinguir entre religión y religión.
En consecuencia, el autor trae a colación dos textos bíblicos con el fin de
significar esta ruptura.
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En Miqueas, existe una expresión casi definitiva del problema. Los tres
elementos imprescindibles son: 1. La revelación de Dios; 2. La acción del
hombre; y 3. El reconocimiento de Dios. En resumen, el profeta se alza frente
a la religión, en nombre del Señor, siendo su revelación lo que rompe con la
religión humana y abrir para el creyente un espacio distinto. El escenario
principal parte de una iniciativa, en el que la acción del hombre sobre Dios,
tiene el fin de provocar una reacción favorable para el hombre. Sin embargo,
la acción del profeta lleva a cabo un proyecto distinto: el primero que actúa
es Dios, quien hace valer al hombre sin consideraciones o méritos. Lo que
espera Dios del hombre es que no deje de reconocer el carácter nuevo de la
relación. Este espacio no lo puede concebir la religión, por lo que se abre
espacio para una ruptura; el profeta corrige la relación, en tanto, fe. Y esto
implica actuar con justicia, ser humilde, amar. La tarea del profeta es
recordar y reconocer los actos de Dios, permitiendo un espacio diferente en
el que la justicia de Dios hace vivir al hombre: es la Vida en favor del hombre
donde la Justicia de Dios nunca deja de actuar. En síntesis, no es ante Dios
sino con Dios. Es la manera en que el hombre se redescubre a sí mismo a
través de Dios.

Este punto de vista es el contrario a aquel en que la religión sin una


experiencia de fe, nos separa de Dios. En la medida en que exista una
experiencia de fe, es Dios quien hace vale al hombre. El texto bíblico sobre
Jesucristo y Zaqueo, permite entender esta perspectiva. Jesús conforme al
hijo de Dios; actúa como Dios para con el hombre y actúa como hombre para
con Dios y revela al hombre. El evangelio de Marcos, reconoce que la
proclamación de Jesús, a la vez palabra y acción, son inseparables del actuar
profético.

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