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Canciones
Canciones
MARCHANDO LIGERITO
Marchando ligerito Adiós mi señorita,
salimos del jardín adiós lindo jardín,
por ese caminito adiós compañeritos
alegre y saltarín. tachín, tachín, tachín
NARANJA DULCE
Naranja dulce, limón partido
Te doy un beso y me despido
Porque el jardín ya se queda solo.
Me da tristeza pero no lloro.
Lara, Lara, Lara, Lara (se aplaude mientras se canta).
SOL SOLECITO
caliéntame un poquito jueves
hoy y mañana viernes
y toda la semana son 5 días para trabajar
lunes sábado y domingo
martes para descansar
miércoles
LA VENTANA
Por esta ventanita Y se va al mercado
Puedo yo mirar Baña a mi hermanito
Lo que en las mañanas Y viene por mí
Hace mi mamá Mamacita linda
Lava, plancha, barre Por aquí te vi.
Hace la comida
BUENOS DIAS SEÑORITA
buenos días señorita y otras tantas con los pies
buenos días tenga usted y oyendo en piano podremos (puedes
amiguitos buenos días hacer variación)
alegres todos estén muchas vueltas dar después.
5 palmadas daremos poesías
SALUDO DEDOS
Con una sonrisa Con mucho cariño
Y una inclinación Te saludo hoy.
De esta manera El ritmo del piano
Se ponen de pie Clin, clin, clin, clin, clin
Y dicen los dedos De esta manera
¿Cómo está usted? Los oigo chasquear
De esta manera M, m, m, m, m, m, m, m, m, m, m
Los oigo llevar
CORRE TRENECITO
Corre trenecito Pu, pu, pu, puuuu
Corre por el campo Que suba un pasajero
Corre y se para Pu, pu, pu, puuuu
Frente a la estación El niño ya subió.
EL PERIQUITO AZUL
En la tienda hay Buenos días, tralalá
Un periquito azul Buenos días, tralalá
Entre pajaritos Así nos saludaremos
Es muy popular Buenos días, tralalá
Y platicador Buenos días. Tralalá
Y también muy bonito Así nos contestaremos
Juegos
La rueda de San Miguel
Número de integrantes: Ilimitado
Material: Ninguno Instrucciones:
Se unen todos de las manos y se forma una ronda (círculo).
Se va girando y se empieza a cantar la canción.
En el momento en que cada uno escucha su nombre se da la vuelta y comienza a
girar de espaldas, así se queda hasta que el juego termina.
El juego termina cuando todos quedan al revés.
La canción que se canta durante el juego es:
A la rueda, rueda
De San Miguel, San Miguel Todos cargan su caja de miel A lo maduro, a lo seguro
Que se voltee (Nombre del niño) de burro.
Cuando acaba la canción, el niño que quedó fuera trata de separar los brazos
unidos, para romper el círculo.
Mientras hace eso pregunta: "¿De qué es este pilar?" y le contestan: "de oro", "de
plata", etc.,
Hasta que logra romper el círculo y persigue a la niña del centro.
Cuando la alcanza, se eligen otros dos niños y se recomienza el juego.
La canción que se canta durante el juego es:
Doña Blanca está cubierta de pilares de oro y plata, romperemos un pilar
para ver a Doña Blanca.
-¿Quién es ese jicotillo
que anda en pos de Doña Blanca?
Yo soy ese jicotillo
que anda en pos de Doña Blanca.
Romperemos un pilar para ver a Doña Blanca.
El patio de mi casa
Participantes: Ilimitado
Material: Ninguno Instrucciones:
Los niños se colocan en círculo y uno de ellos en el centro.
Al comenzar la canción todos avanzan hacia la derecha y al decir "agáchate" los
del círculo se agachan.
Al decir "Y vuélvanse..." todos se paran.
Mientras el que está en el centro se coloca las manos en la cintura y va
poniéndose delante de cada uno de ellos hasta que se termina la canción.
El niño que quedo frente al que se estaba moviendo dentro del círculo pasa al
centro y se repite la canción.
Gallinita ciega
Participantes: Ilimitado
Material: ninguno Instrucciones:
Es un juego infantil en el que se le tapan los ojos a un jugador seleccionado.
El resto de los jugadores lo hacen girar y van cantando alguna canción similar a
esta: Coro: Gallinita ciega, que se te ha perdido.
Gallina: Una aguja y un dedal.
Coro: Da la media vuelta y lo encontrarás.
La gallina intenta tocar con la mano, un palo o una cuchara grande de madera a
alguno de los jugadores mientras estos intentan zafarse.
Cuando un jugador es tocado pasa a ocupar el lugar de la gallina.
En algunas versiones avanzadas del juego hay que identificar por el tacto al
jugador atrapado.
Los encantados
Participantes: Ilimitado
Material: Ninguno Instrucciones:
Un niño o una niña "se la queda".
La persona que se la queda, persigue a sus compañeros.
Si toca a alguien este debe quedarse parado, "encantado" hasta que otro jugador
lo vuelva a tocar y lo desencante.
El juego termina cuando todos los jugadores están encantados.
Reglas:
El jugador que "se la queda" debe cuidar que a las personas que encantó para
que no las desencanten sus compañeros.
Las personas encantadas no deberán correr si no son tocadas por alguien más, si
corren o se mueven quedarán descalificados.
Sugerencias para el juego:
Una sugerencia es adoptar otra variante, por ejemplo: Si el niño que se la queda,
toca a uno de sus compañeros, este se unirá al compañero e irán formando una
cadena de persecutores hasta encantar a la última persona, esto con el fin de que
el evitar que un solo niño se canse demasiado y para dar agilidad al juego.
Stop
Participantes: Ilimitado
Material: Gis (Tiza) Instrucciones:
Primero se dibuja un círculo y luego uno más chico en medio, luego se divide en
varias partes.
Cada uno de los jugadores pone un nombre de país, estado, frutas, animales o su
propio nombre en cada una de las divisiones que se hizo en el círculo. En el
círculo de en medio ponen Stop.
Cada uno pone un pie en donde puso su nombre, su fruta, etc.
Deberán elegir a una persona que para que comience el juego, esta comienza
diciendo "Declaro la guerra en nombre de mi peor enemigo que es 'sandía' o el
nombre de un país.
El niño tiene ese nombre, debe que pisar el círculo más chico y decir "Stop", los
demás tienen que correr lo más que puedan y cuando digan "Stop" se paran y se
quedan ahí.
El niño que dijo "Stop" escogerá a un niño (a) parado fuera del circulo y deberá
adivinar cuántos pasos tiene que dar para llegar hasta el compañero, sí, sí llega
con los pasos que dijo, al que le adivinaron la distancia se le pone un punto o
piedrita en su parte del circulo, y si no, se le pone a que no llegó con los pasos.
Al primero que lleve cinco puntos, se le pone un castigo que deciden entre todos.
La cuerda
Participantes: Ilimitado
Material: Una cuerda gruesa y suficientemente larga. Instrucciones:
Dos jugadores toman la cuerda, uno por cada extremo.
Los demás se colocan en fila para ir pasando a saltar.
Mientras que un compañero salta, los demás cantan una canción y según como
sea ésta, se da a la comba a un ritmo diferente.
El jugador perderá si:
"No salta cuando le toca.
"Tropieza con la cuerda.
"Pisa la cuerda mientras está brincando.
Sugerencias para el juego:
El juego de la cuerda casi siempre se acompaña de una canción determinada, si
usted tiene una canción conocida puede jugar la cuerda cantando esa canción.
Es recomendable que se juegue en grupo, dos cogen la cuerda y los demás
saltan.
Los movimientos de la cuerda deberán ser lentos, balanceos de un lado a otro y
las canciones que acompañan también como corresponde al movimiento de la
cuerda, para que a los niños se les facilite el brincar.
Para jugar a la cuerda puede introducir las siguientes variantes como: brincar por
parejas o bien brincar todo el grupo y eliminar a quien se vaya equivocando.
El Avión
Participantes: Ilimitado
Material: Gis (tiza), ficha. Instrucciones:
Se dibuja en el piso con un gis (tiza) un dibujo de cuadros con números
consecutivos, como se muestra en la imagen de la izquierda.
Los jugadores se enumeran según su participación en el juego, el uno, el dos, el
tres y así sucesivamente.
Cada jugador deberá tener una ficha que servirá para saber en qué recuadro se
encuentran.
Los jugadores tendrán que brincar en un solo pie dentro de los recuadros
siguiendo los números, primero en el uno, después el dos
Al llegar al número diez darán la vuelta y regresarán hacia el número uno
siguiendo el mismo procedimiento, el diez, luego el nueve, el ocho
En la primera vuelta, los jugadores no utilizarán la ficha, primero dan una vuelta
sencilla al avión.
De la segunda vuelta en adelante cada jugador antes de empezar a brincar,
deberá arrojar su ficha en el recuadro número uno, comienza a brincar, da la
vuelta y antes de salir recoge su
ficha.
El jugador perderá si:
Pisa el borde de los recuadros (líneas) Si sale sin recoger su ficha
Si pisa los recuadros ocupados por las fichas de los compañeros.
Si comete mano negra (apoyarse en el suelo con la mano para recoger la ficha).
Si al momento de arrojar la ficha esta sale del recuadro que le corresponde se
pierde el turno.
Si el jugador dura mucho tiempo parado en un recuadro, porque no sabe como
recoger su ficha.
Sugerencias para el juego:
Las fichas que se elijan pueden ser de cualquier material, sin embargo se
recomiendan fichas planas y con un poco de peso, como monedas; no se
recomiendan fichas redondas, como canicas o piedras porque a la hora de arrojar
ruedan y podrían salirse de los recuadros.
Se recomienda también que las fichas sean distintas para cada jugador, esto
facilita que no se confundan a la hora de recoger su ficha.
El maestro podrá formar equipos, si lo considera conveniente, para que los niños
no duren mucho tiempo de una participación a otra.
El Caracol
Participantes: 6 niños
Material: Gis (tiza), fichas. Instrucciones:
Se dibuja con un gis en el piso una figura en forma de caracol, divida en 10
espacios.
A cada espacio se le pone un número del 1 al 10 de forma consecutiva,
empezando por fuera, como la
figura.
Cada niño deberá tener una ficha diferente (monedas, fichas, corcholatas, piedras)
Los niños se forman por fila.
El primer participante colocará su moneda en la casilla del número 1. Con el pie
izquierdo flexionado y el derecho empuja la ficha tratando de llegar a la siguiente
casilla.
El jugador perderá si:
La ficha se sale del número siguiente. La ficha quedará en la casilla donde perdió
el turno, a partir de ahí volverá a formarse en la fila a esperar nuevamente su
turno.
Gana el niño que llegue primero al número 10.
Sugerencias para el juego:
Las fichas que se elijan pueden ser de cualquier material, sin embargo se
recomiendan fichas planas y con un poco de peso, como monedas; no se
recomiendan fichas redondas, como canicas o piedras porque a la hora de arrojar
ruedan y podrían salirse de los recuadros.
Se recomienda también que las fichas sean distintas para cada jugador, esto
facilita que no se confundan a la hora de recoger su ficha.
El maestro podrá formar equipos, si lo considera conveniente, para que los niños
no duren mucho tiempo de una participación a otra.
Trabalenguas
Lado, ledo, lido, lodo, ludo, Si el caracol tuviera cara como tiene
decirlo al revés lo dudo. el caracol,
Ludo, lodo, lido, ledo, lado, fuera cara, fuera col, fuera caracol
¡Qué trabajo me ha costado! con cara.
LA PRIMAVERA
Hoy las golondrinas platicando están, es que la primavera ha llegado ya.
es que la primavera ha llegado ya.
Hoy las mariposas vienen a volar,
Hoy los pajaritos vienen a cantar, es es que la primavera
quela primavera ha llegado ya. ha llegado ya.
ABUELITA
¿Quién subiera tan alto como la luna y elegir entre todas la más bonita
para ver las estrellas una por una, para alumbrar el cuarto de la abuelita?
A LA RUEDA RUEDA
A la rueda, rueda de la caracola
duermen los cangrejos y ríen las olas.
Los peces chiquitos, juegan en la arena. Se quedan dormidos junto a las ballenas.
Los peces despiertan, saltan por las rocas, burbujas de risas, hacen en el agua
sus palabras cortas.
PASTORCITO Y PRESIDENTE
En casa lejana de barro y de paja,
el niño Benito nació una mañana.
Y aquel indiecito, calmando sus ansias, valiente se marcha con rumbo a Oaxaca.
CABALLITO
Caballito sin crines, caballito de mar, dime si los delfines pueden llorar.
Dime si dan granadas Los huertos de coral; Dime si donde nadas Dulce es la sal.
PIECECITOS
A doña lsaura Dinator Piececitos de niño, azulosos de frío,
¡cómo os ven y no os cubren, Dios mío!
El hombre ciego ignora que por donde pasáis, una flor de luz viva
dejáis; que allí donde ponéis
la plantita sangrante, el nardo nace más fragante.
Sed, puesto que marcháis por los caminos rectos, heroicos como sois perfectos.
EL NIÑO ROBOT
Abrió sus ojos de cristal una mañana cariño
en un baúl y vio su cuerpo de metal Cuando mamá, dice te quiero.
Él no era un niño como tú. Sus torpes Tener un amigo fiel
pasos al andar un corazón de soledad, a quien contarle secretos un abuelo y
sus lagrimitas de tristeza Reclamaban un hogar
tu amistad. Y un montón de sueños.
Se miraba de reojo en el espejo y Un día tú, te diste cuenta de su
quería ir al parque y al colegio, soledad entre tus manos chiquitas
sus tuercas y sus tornillos lo impedían le abrazaste más y más
Y luchaba inútilmente por tener vida. Y se abrió el cielo de su libertad.
Quisiera viajar contigo, compartir
todos tus juegos y sentir el cálido
Cuentos
Ceferino va al colegio
Erase un osito que vivía en el pueblo con sus papás. Hasta hace poco había vivido
en el bosque pero le gustaba mucho más el pueblo ya que allí tenía muchos
amigos con los que jugar y lo pasaba muy divertido. Un día los niños le dijeron que
al día siguiente empezaba el colegio y que ya se verían allí en vez de en la calle
como hasta ese momento.
Al día siguiente el osito cogió una mochila de su casa, se hizo un bocadillo y se
fue para el colegio, como no había ido nunca no sabía que tenía que llevar,
decidió ir echando todo lo que encontrara, cogió una flor, después convenció a
una mariposa blanca para que se fuera con él, intento llevarse a un árbol que no
pudo ir pero se llevo una rama que se le había caído, más tarde hecho un lagarto
enorme que se encontró, una piedra muy bonita, etc. etc. (irán diciendo lo que se
les ocurra)
El pez no quería ir todos los días se escapaba para no asistir a las clases que
daba un pez muy viejo y muy sabio. Una de las cosas que aprendían era a
entender las señales que ponían en el fondo del río y que indicaban los peligros.
Las había que indicaban el peligro de rocas sueltas que podían caer y hacer daño,
otras las corrientes peligrosas, también las había que avisaban de la presencia de
pescadores, etc. Como nuestro pez no iba, no las entendía, un día que estaba
paseando sólo, los demás estaban en clase, vio una de ellas pero paso de largo
porque no supo lo que indicaba.
Era una de las que avisaban de que había pescadores en un puente cercano, el
pez vio un gusano muy apetitoso y se tiro a por él, noto un dolor terrible en la boca
y se puso a hacer mucho ruido, el pescador era un viejo burro que vivía cerca del
río y que a pesar de ir muy a menudo, nunca pescaba nada (gracias a las
señales), se puso muy nervioso y empezó a tirar del sedal mientras se asomaba a
ver lo que había pescado. Muchos peces acudieron al oír al pequeño y le
agarraron unos a él y otros del hilo; a una señal tiraron todos y el pobre burro cayó
al agua, no sabía nadar y empezó a hundirse, a los peces les dio pena y lo
sacaron a la orilla. Al pececito le quitaron el anzuelo pero no se le olvidó el susto y
desde entonces no falto nunca más a clase y en cuanto al burro sólo fue a la orilla
de paseo y jamás volvió a meter su caña en el río.
FIN
Tras muchos intentos, se dieron cuenta de que no eran capaces de volar pero si
sabían hacer otras muchas cosas: así la gallina demostró que ella podía poner
huevos, el pingüino podía nadar y chapotear en el agua como un pez y el avestruz
dejó boquiabiertos a todos cuando comenzó a correr a una gran velocidad.
Ninguno de los tres había conseguido volar pero se mostraron muy satisfechos y
contentos de saber hacer otras cosas.
FIN
Doña conejo y Colorín
Mamá coneja, recogía las zanahorias del huerto y las echaba en su cestita.
Camino de casa se encontró con Colorín que era un pajarito de brillantes colores.
¡Buenos días Colorín!, dijo Doña Coneja.
¡Si, si buenos días! Colorín dio un traspié y se lanzó sobre la cestita de la coneja.
Y se
le quedó una zanahoria pegada en la nariz, parecía como si de repente se hubiera
convertido en un pájaro-zanahoria.
Ja, ja, ja rió Doña Coneja. ¡Qué raro estás! Pero colorín se enfadó un poco porque
pensaba que se estaba riendo de él.
Doña coneja le explicó que no pretendía burlarse de él sino que era muy divertido
verlo con esa nariz tan grande que se le había puesto.
Colorín se miró y remiró y la verdad que a él también le hacía gracia verse así. Se
miraron los dos y volvieron a reír.
Colorín ayudó a Doña Coneja a recoger zanahorias después de librarse de la que
tenía en el pico. La acompañó hasta su madriguera y luego se fue.
Al caer la tarde colorín salió a dar un paseo por el bosque pues la tarde era muy
agradable y no hacía frío. De repente vio que algo se movía en los matorrales y se
oían unos gemidos extraños.
¡Me acercaré a ver! Se dijo:
Vio dos enormes orejas sobresaliendo de la maleza, y le resultaron conocidas, en
efecto eran de Doña Coneja, que había resbalado y se había caído en una
pequeña poza que había cerca de un riachuelo. Tenía cubierta la cara con una
espesa masa y parecía una estatua de barro. Su lindo cuerpecito blanco estaba
ahora cubierto por una pastosa capa de lodo.
Colorín, empezó a reír, sin parar, ja, ja, ja,
¡Pues yo no veo la gracia, dijo la coneja! ¡Estás muy divertida!, respondió colorín.
¡No me estoy burlando de ti, no te enfades, me río porque estás graciosa!
¡No, no y no, se que te burlas de mí, no eres un buen amigo!
Esta mañana me dijiste que no me enfadara y yo lo entendí y no me enfadé. Ahora
tú debes hacer lo mismo. Colorín continuó diciendo:
Si haces bromas o te ríes con los demás, también debes saber reírte de tus
propias gracias.
Doña Coneja después de quedarse un rato, pensativa, se dio cuenta de que
colorín tenía razón, hay que saber disfrutar de las bromas graciosas de los demás
y nuestras propias bromas pero siempre cuando se hacen con buen corazón y no
las bromas pesadas que pueden hacernos daño.
FIN
Un pollito llamado Llito
Hace muchos, muchos años vivía con su familia un pollito llamado Llito. Todos los
días Mamá Gallina salía con sus pollitos a pasear.
Mamá Gallina iba al frente y los pollitos marchaban detrás. Llito era siempre el
último en la fila. De pronto vio algo que se movía en una hoja. Se quedó
asombrado ante lo que vio. Era un gusanito.
Mamá Gallina y sus hermanos ya estaban muy lejos. Llito al ver que no tenía su
familia cerca se puso a
llorar.
- ¡Pío, pío, pío, pío!
- ¿Qué te pasa? - pregunto el gusanito.
- Mi mamá y mis hermanos se han ido y estoy perdido.
- No te preocupes amiguito. Vamos a buscarlos. - le dijo el gusanito.
La mamá salió a ver que pasaba fuera, mientras Saulis estaba agitada e
impresionada.
Saulis corriendo se escondió bajo su cama. La mamá pensó que Saulis mentía
pero en realidad Saulis había visto los abogados de su padre, los cuales venían a
buscar a la pequeña Saulis para que se fueran con ellos.
FIN
EL GATO DORMILON
Había una vez un gato muy dormilón que se pasaba los días y las tardes enteras
echado en el sofá. Siempre se preguntaban que es lo que hacía para quedar tan
exhausto, pero nadie lo veía haciendo otra cosa que no fuera descansar.
Una noche su dueño tuvo la idea de ir a buscarlo y ver si también dormía toda la
noche, pero mientras bajaba la escalera pudo verlo… ahí estaba él, sentado frente
al acuario, viendo cómo dormía la tortuga. Sólo se quedó allí mirando en silencio a
su gato, despierto y sereno estaba cuidando el sueño de su amiga tortuga.
FIN
EL SEÑOR ZAFIRO
Había una vez un señor con un nombre muy bonito, se llamaba Zafiro. A Zafiro le
gustaba vender papaya, zapotes, etc.
Realizaba estas labores porque quería ser alguien en la vida. Realmente, lo que
más le gustaba y tenía el gran sueño de ser escritor y lo consiguió gracias a su
tesón, a su continuo trabajo duro, su esfuerzo y su afán de superación.
FIN
FIN
Adivinanzas
As no soy, Antes huevecito,
as no fui, después capullito,
as no seré más tarde volaré
hasta el fin. como un pajarito.
Respuesta: el asno. Respuesta: la mariposa.
Respuesto: el conejo.
Fábulas
El cisne tomado por ganso
Un hombre muy rico alimentaba a un ganso y a un cisne, juntos, aunque con
diferente fin a cada uno: uno era para el canto y el otro para la mesa.
Cuando llegó la hora para la cual era alimentado el ganso, era de noche, y la
oscuridad no permitía distinguir entre las dos aves. Capturado el cisne en lugar del
ganso, entonó su bello canto preludio de muerte. Al oír su voz, el amo lo
reconoció y su canto lo salvó de la muerte.
El león y la zorra
Un anciano león, incapaz ya de obtener por su propia fuerza la comida, decidió
hacerlo usando la astucia. Para ello se
dirigió a una cueva y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiendo que estaba
enfermo. De este modo, cuando los otros animales pasaban para visitarle, los
atrapaba inmediatamente para su comida.
Habían llegado y perecido ya bastantes animales, cuando la zorra, adivinando cuál
era su ardid, se presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la
caverna, preguntó al león cómo le iba con su salud.
-- Mal -- contestó el león, invitándole amablemente a entrar.
-- Claro que hubiera entrado -- le dijo la zorra -- si no viera que todas las huellas
entran, pero no hay ninguna que llegara a salir.
El león
Un león hambriento, viendo que no le era fácil subir a los riscos en que pacía una
cabra, se fue acercando poco a poco. Pronto se dio cuenta que le sería imposible
llegar hasta la cabrita y, entonces, le dirigió cariñosas frases invitándola a pasear
juntos por la fresca y aromática hierba de la pradera.
- ¡Deja esas peñas estériles, le decía, y baja a los prados donde yo habito, amiga
mía!
- Tienes razón, contesto la cabra, así lo haré con mucho gusto, pero cuando
estés muy lejos de estos lares.
El lobo y la grulla
A un lobo que comía un hueso, se le atragantó el hueso en la garganta, y corría
por todas partes en busca de auxilio.
- Oye amiga - dijo el lobo - ¿ No crees que es suficiente paga con haber sacado tu
cabeza sana y salva de mi boca ?
El caballo y el asno.
Un hombre tenía un caballo y un asno.
Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al
caballo:
La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con
tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo
al máximo sus alas no logró soltarse.
Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus
alas, se lo llevó a sus niños.
Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y les dijo:
El médico ignorante
Érase un enfermo al que muchos médicos habían asegurado que, aunque no
estaba en peligro, su mal sería de larga duración; pero había un médico ignorante
que le dijo que tomara todas sus disposiciones porque no pasaría del día
siguiente.
Al cabo de algún tiempo, el enfermo se levantó y salió pálido y caminando con
dificultad. Nuestro médico le encontró y le dijo:
- Tranquilos - contestó -, porque han bebido el agua del Lecteo. Pero últimamente
Hades y la Muerte proferían terribles amenazas contra los médicos porque no
dejan morir a los enfermos, y a todos los apuntaban en su libro. Iban a apuntarte a
tí también, pero yo me arrojé a sus pies jurándoles que no eras un verdadero
médico y diciendo que te habían acusado sin motivo.
El avaro y el oro
Un avaro vendió todo lo que tenía de más y compró una pieza de oro, la cual
enterró en la tierra a la orilla de una vieja pared y todos los días iba a mirar el sitio.
Uno de sus vecinos observó sus frecuentes visitas al lugar y decidió averiguar que
pasaba. Pronto descubrió lo del tesoro escondido, y cavando, tomó la pieza de
oro, robándosela.
En casa de herrero, cuchillo de palo.A veces falta una cosa en el lugar donde
nunca debiera hacer falta.
A mal tiempo, buena cara. Hay que saber sobrellevar los problemas de la vida.
A pan duro, diente agudo. Para superar las dificultades, es necesario esforzarse.
A falta de pan, buenas son tortas. Cuando falta de algo, se valora lo que puede
reemplazarlo.
Unos nacen con estrella y otros nacen estrellados.. Es diverso el destino de los
hombres
A palabras necias, oídos sordos. No hay que hacer caso del que habla sin razón.
No se debe escupir al cielo. No se debe ofender a Dios, ni desear a otros cosas
nefastas.
Ojos que no ven, corazón que no siente. No se sufre por lo que no se sabe.
Leyendas
El hada del viejo pino (leyenda para niños)
Hubo una vez, en unas lejanas llanuras, un árbol antiquísimo al que todos
admiraban y que encerraba montones de historias. De una de aquellas historias
formaba parte un hada, que había vivido en su interior durante años. Pero aquella
hada se convirtió un día en una mujer que mendigaba y pedía limosna al pie del
mismo pino.
Muy cerca, vivía también un campesino (al que la gente consideraba tan rico como
egoísta), que tenía una criada. Aquella criada paseaba cada mañana junto al viejo
pino y compartía con la mujer mendiga todo el alimento que llevaba consigo. Pero
cuando el campesino se enteró de que la criada le daba el alimento a la señora
que mendigaba, decidió no darle ya nada para comer para no tener así que
regalárselo a nadie.
Tiempo después, el campesino avaro acudió a una boda en la que tuvo la ocasión
de comer y beber casi hasta reventar cuando, regresando a casa, pasó cerca del
pino y de la mujer que mendigaba a sus pies. Pero en lugar de un árbol, el
campesino vio un palacio precioso que brillaba a más no poder. Animado aún por
la boda, el campesino decidió entrar y unirse a lo que parecía otra fiesta. Una vez
dentro del palacio, el campesino vio a un hada rodeada por varios enanitos
disfrutando de un festín. Todos invitaron al campesino a compartir la mesa con
ellos y no lo dudó dos veces, a pesar de que había acabado muy lleno de la boda.
El campesino, ya sentado en la mesa, decidió meterse todo cuanto pudo en los
bolsillos, puesto que ya no le cabía nada en el estómago. Acabada la fiesta, el
hada y los enanitos se fueron a un salón de baile y el campesino decidió que era
el momento de volver a casa. Cuando llegó, quiso presumir de todo cuanto le
había pasado ante su familia y sus criados y, para demostrarlo, sacó todo cuando
había metido en sus bolsillos. Pero, oh, oh…de los bolsillos no salió nada.
El campesino, enfurecido por las risas de todos, ordenó a la criada que se fuera de
su casa y que comprobara si quisiera cuanto le había contado. La pobre joven
salió de la casa entristecida, y acudió hasta los pies del pino. Pero, de pronto,
poco antes de llegar, notó algo muy brillante en los bolsillos de su delantal. Eran
monedas de oro.
Tan contenta se puso la criada que decidió no regresar nunca más al hogar del
campesino egoísta, y fue a ver a la mujer que mendigaba en el pino para darle
algunas monedas.
Tome señora, unas pocas monedas que tengo, seguro que le ayudarán. –
Dijo la joven.
Y en aquel mismo momento la falsa mendiga retomó su forma de hada,
recompensando la actitud de la joven con un premio todavía mayor, su libertad y
su felicidad eternas.
La leyenda del conejo grabado en la Luna
Existe una leyenda misteriosa que nos habla del dios azteca Quetzalcóatl. Según
esta leyenda, en una tarde de verano, el dios azteca Quetzalcóatl pensó que podía
ser muy buena idea ir a dar un paseo. Pero se olvidaba de que su aspecto, en
forma de serpiente emplumada, podría atemorizar al mundo. De esta forma
decidió que lo mejor sería bajar a pasear a la Tierra tomando un nuevo aspecto
humano y común.
Caminó sin parar durante todo el día el dios Quetzalcóatl disfrutando plenamente
de todos los maravillosos paisajes que le brindaba la preciosa Tierra. Y tras mucho
caminar, cuando ya parecía despedirse el Sol entre las luces rosadas y mágicas
del atardecer, Quetzalcóatl sintió un hambre terrible que le apretaba el estómago,
además de un fuerte cansancio. Pero a pesar de todo aquel malestar, Quetzalcóatl
no se detuvo en su camino.
Finalmente cayó la noche, y junto a una hermosa y casi anaranjada Luna, brillaban
miles de estrellas que eclipsaban al mismísimo dios. Y en ese justo instante
Quetzalcóatl pensó que debía parar su paseo y descansar finalmente para reponer
fuerzas. La belleza del firmamento le había hecho darse cuenta de que el mundo
merecía contemplarse con detenimiento y verdadera atención.
Tomó asiento en aquel mismo instante sobre una piedra gruesa del camino, y al
poco tiempo se le aproximó un conejito que parecía observarle con mucha
atención mientras movía los finos bigotes.
¿Qué comes?- Dijo el dios al conejo.
Como una deliciosa zanahoria que encontré por el camino. ¿Deseas que la
comparta contigo?
No gracias, no puedo quitarle su sustento a un ser vivo. Tal vez mi verdadero
destino sea pasar hambre y desfallecer como consecuencia de ello y también de
mi enorme sed.
¿Y por qué habría de pasar algo tan terrible si yo puedo ayudarte? – Replicó el
conejo.
Eres muy amable, conejito. Sigue tu camino y no te preocupes por mí. – Exclamó
apesadumbrado y agotado el dios Quetzalcóatl.
Solo soy un pequeño e insignificante conejo. No dudes en tomarme como tu
alimento cuando creas que no puedes más. En la Tierra, todos debemos encontrar
la manera de sobrevivir.
Quetzalcóatl se quedó completamente conmocionado ante aquellas palabras del
conejo y lo acarició con mucho cariño y emoción. Después lo cogió entre sus
manos y lo alzó hacia el cielo, en dirección al brillo que despedían las estrellas en
la noche. Tal alto lo subió con sus propias manos, que su silueta quedó grabada
en la gran Luna casi anaranjada. Mientras Quetzalcóatl volvía a descender sus
brazos con el conejo entre las manos, observaba el magnífico grabado que había
quedado en el cielo. La imagen del conejito quedaría para siempre en el
firmamento, para que fuese recordada siglos y siglos por todos los hombres que
habitaran la Tierra como premio por su bondad.
Después Quetzalcóatl se despidió del conejo, y agradeciéndole nuevamente su
amabilidad, continuó su camino. El pequeño conejito no podía creer lo que había
visto. Aquel hombre tenía aspecto de humano, pero se comportaba con una
grandeza fuera de lo normal.
Y con aquella reflexión observó anonadado el brillo de su silueta en la Luna
durante mucho, mucho, tiempo.
El narrador de historias
Érase una vez un rey que tenía, por asistente y amigo, a un hombre cuya facilidad
para contar historias rebasaba casi lo imaginable. Cuando el rey se disponía a
descansar, el hombre tenía el cometido de narrar al monarca varias leyendas y
fábulas para facilitarle el sueño. Pero ocurrió que, en cierta ocasión, los problemas
del monarca eran tan grandes y numerosos que le resultaba imposible conciliar el
sueño con el número de historias acostumbradas. Quiso entonces el rey escuchar
más historias, pero el hombre decidió contarle dos menos y muy cortas.
Esta noche me gustaría escuchar una muy larga y tras ella podrás irte a
descansar- Dijo el rey a su asistente y amigo, poco satisfecho con aquellas
historias tan cortas.
Tras aquellas palabras el hombre obedeció, arrancándose de la siguiente forma:
«Un campesino tomó cierto día mil libras de monedas de penique, y compró con
ellas dos mil ovejas. Cuando las iba conduciendo hacia el refugio, el arroyo que
había que cruzar para llegar estaba tan crecido que no se podía de ninguna
manera cruzar a la otra orilla. El campesino, apesadumbrado, logró encontrar una
barca, pero era demasiado pequeña para transportar en ella a todas las
ovejas. Dándole vueltas a su cabeza, llegó a la conclusión de que podría
transportarlas de dos en dos…»
Llegados a este punto de la historia, de repente, el narrador se durmió. Pero poco
duró el descanso, ya que el rey no había quedado satisfecho aún con la historia y
decidió despertarle al momento:
Cuéntame el final de la historia.
Señor, el arroyo era ancho, la barca muy pequeña y las ovejas numerosas,
ya se lo he contado. Y ahora tenemos que esperar a que el campesino las
vaya trasladando de dos en dos para que sepamos cómo termina la
historia- Respondió el astuto narrador de historias, que no deseaba pasarse
la noche en vela.
Y pensando y pensado en el final de la historia, que tan extraña le resultaba al
monarca, cayó rendido sobre su almohada sin necesidad de más palabras.
LA RIQUEZA Y LA POBREZA
Existió, hará un largo tiempo, un humilde hombre que vivía en la más absoluta
pobreza. Este hombre tenía un hijo muy egoísta, que cansado de no recibir de su
pobre padre cuanto le pedía, decidió que era hora de marcharse a iniciar su propia
vida, llena de más caprichos y lujos.
Transcurridos unos cuantos años desde la partida de su hijo, el padre habría
logrado salir adelante con muy buen pie, enriqueciéndose de tal forma gracias a
sus negocios en el mundo del comercio, que se había trasladado de casa y de
ciudad, rodeado de mil y una comodidades. Su hijo, por el contrario, no había
conseguido salir de la pobreza, y caminaba mendigando de pueblo en pueblo y
viviendo gracias a la ayuda de las gentes.
Aquel padre, a pesar de haber abandonado su vida anterior y haberse convertido
en un hombre con tanta suerte, no conseguía olvidarse de su hijo, lamentándose
día a día de su marcha y soñando con su llegada:
¡Dónde estará mi hijo! Yo ya soy viejo, y ¡desearía tanto que pudiese
acompañarme en mis últimos días de vida, y heredara con mi despedida
toda mi riqueza!
Y, cosas del destino, ocurrió que su hijo buscando limosna, llegara a la ciudad a la
que se había traslado el padre y que tocara a su misma puerta. Tan cansado de
caminar de allá para acá, el hijo ni siquiera reconoció a su padre, que se
encontraba reposando placenteramente sobre un sillón de buena mimbre en el
porche ajardinado de su gran casa.
Pero el padre sí reconoció a su hijo, y muy emocionado se levantó de su sillón
para darle un gran abrazo, así como la bienvenida a su nuevo hogar. Sin embargo,
aquello no tuvo nunca lugar, porque el hijo, asustado ante tanta riqueza y
temeroso de ser humillado, salió corriendo de allí como alma que lleva el diablo.
EL POETA Y EL HERRERO
Existe una leyenda, acerca de un poeta muy famoso de la antigüedad, que
conoceréis ahora. El poeta, natural de Florencia, Italia, se llamaba Dante Alighieri.
Dice su historia que, dando el poeta una tarde un agradable paseo, quiso el
destino que se cruzase con el taller de un herrero que se hallaba batiendo el hierro
sobre el yunque, al tiempo que canturreaba. En ese momento Dante distinguió
algunas frases de la letra de aquellas canciones que el herrero canturreaba, y
pudo entender que lo que cantaba el hombre era justamente su gran e
importantísima obra de la Divina Comedia, adulterada con invenciones propias y al
ritmo de la música.
Dante entró entonces en el taller del herrero, y, agarrando su martillo lo tiró a la
calle. Arrojó después también las tenazas, la cizalla y cuantas herramientas
encontró a su alcance.
Pero, ¿qué demonios hace? – Exclamó el herrero.
¿Qué hace usted?- Preguntó a su vez Dante.
¿Pues no lo ve? Trabajar en mi oficio. Y usted, sin más, arroja a la calle mis
herramientas, echándolas a perder. ¡Debería avergonzarse!
Si no quiere que le estropee sus herramientas, no maltrate usted las mías.
Pero, ¿qué dice? Está usted loco. ¿Qué es lo que he echado a perder, si se
puede saber? Y, ¿qué tengo yo que ver con usted?
Está cantando lo que yo escribí con mucho esfuerzo un día, y no lo canta
como lo escribí yo, sino quitando y poniendo lo que se le antoja al ritmo de
una canción. De este modo usted echa a perder mi oficio, y yo no tengo
otro que el de escribir.
Entonces, tras aquella conversación, fue el herrero el que sintió que debía
avergonzarse y agachó las orejas marchándose. En lo sucesivo, el herrero tuvo
mucho cuidado de lo que cantaba, y dejó en paz la Divina Comedia de Dante.
El mejor olor, el del pan; el mejor sabor, el de la sal; el mejor amor, el de los niños.
Si la ayuda y la salvación han de llegar sólo puede ser a través de los niños.
Porque los niños son los creadores de la humanidad.