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CAPÍTULO VIII:
Palabras clave
* - CONICET – UNC.
Introducción a los Estudios de la Carrera de Abogacía
Unidad Temática Nº 1 Capítulo Nº 8
restituir la vida democrática. Por eso Lanusse aprobó la Hora del Pueblo y abrió el ca-
mino para el Gran Acuerdo Nacional [GAN], formalizado el 1 de mayo de 1971, que
proponía restablecer las tradicionales instituciones de la vida cívica y política con el fin
de desactivar la convulsión social. Ahora sí había seguridad que los militares cumplirían
su parte y entregarían el poder.
En julio se dejaba sin efecto el decreto de proscripción de los Partidos Políticos
dictado por Onganía en el '66, se prometió el llamado a elecciones y Lanusse, rompien-
do con el tradicional antiperonismo de las Fuerzas Armadas, inició conversaciones con
los miembros del partido Justicialista.
En ese mes, Lanusse anunció tres medidas importantes: su autoproscripción, de-
safió a Perón a regresar del exilio antes del 25 de agosto señalando que nadie podía ser
candidato a desempeñar un cargo público si no estaba en el país en esa fecha y aplicó el
peso de la ley de Asociaciones Civiles a la C.G.T., suspendiéndole su personería gre-
mial.
El discurso de Lanusse donde lanzó su desafío a Perón fue extenso y, entre otras
cosas, señaló:
El gobierno ¿cómo puede actuar?. Enfrentando al mito con realidad y de frente.
No se crearon argucias rebuscadas para marginarlo, sino que, por el contrario,
se lo trató y se lo trata de poner en el tiempo y en el espacio dándole iguales po-
sibilidades que a todos los argentinos (...). El famoso retorno de Perón. Seño-
res: o regresa antes del 25 de agosto o tendrá que buscarse un buen pretexto
para mantener el mito de su eventual e hipotético retorno.... En mi fuero íntimo,
diré que a Perón no le da el cuero para venir.
Los partidos políticos se pusieron en movimiento una vez más, pero Perón tenía
su propia visión de los hechos y los aprovecharía para restablecer su preeminencia. Ese
año, desde el exilio, creó el Frente Justicialista de Liberación [FREJULI] en el que con-
vergieron democristianos, intransigentes de Oscar Alende, conservadores populares,
frondicistas y peronistas y afirmó su decisión de intervenir en los próximos comicios
por derecho propio después de 18 años de proscripción. A principios de 1972 la Juven-
tud Peronista lanzó la campaña del Luche y Vuelve, por el regreso de Perón a la Argen-
tina, convocando a actos y concentraciones que terminaban con corridas, gases y deten-
ciones.
Perón regresó al país transitoriamente el 17 de noviembre, se reunió con los
miembros del FREJULI y con los interlocutores de la Hora del Pueblo, siendo el más
destacado Ricardo Balbín.
El 15 de diciembre de ese año el partido Justicialista realizó un congreso para
designar la fórmula peronista, pero era inútil habida cuenta que antes de su partida a una
gira latinoamericana Perón dio instrucciones a Juan Manuel Abal Medina: el candidato
sería Héctor J. Cámpora. La elección tuvo consenso dentro del peronismo porque era un
hombre de larga trayectoria en el partido y por ser fiel al líder. Cámpora iría acompa-
ñado de Vicente Solano Lima, un conservador popular.
El 11 de marzo de 1973, el pueblo argentino concurría a las urnas para elegir un
nuevo gobierno, registrándose en esa jornada el porcentaje más alto de votantes de la
historia electoral del país y consagrándose en casi todos los distritos los candidatos del
FREJULI. En esas jornadas el candidato justicialista obtuvo el 49,5 % de los votos, se-
guido del radical Ricardo Balbín con el 21,50 %, los federalistas Francisco Manrique-
Rafael Martínez Raymonda con el 14,50 % y por el centro izquierda liderado por Oscar
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Alende - Horacio Sueldo quien obtuvo el 7,13 % y otras cuatro fórmulas que sumaban
un 6 %.
Desde el punto de vista legal, debía realizarse una segunda elección ya que
Cámpora no había obtenido el 50 % de los votos, según el sistema electoral de ballotta-
ge adoptado para estas elecciones por el gobierno militar presidido por Lanusse y su
ministro del interior Arturo Mor Roig, pero no hizo falta pues Balbín le anunció a Cám-
pora que retiraría su fórmula en la segunda vuelta, en tanto consideró que “la victoria
tiene como destino la reconstrucción nacional, ya que no se trata de un triunfo perso-
nal, sino de la unidad de la Nación, por la cual seguiremos trabajando”. La decisión de
Balbín fue apoyada por otros candidatos presidenciales quienes comprendieron que el
resultado de Cámpora había sido categórico como para evitar una segunda vuelta. Con
este acontecimiento terminaba un ciclo: el proceso iniciado en 1966. Perón, que había
sido proscrito una vez más, lograría volver al poder tras la argucia de la fórmula: Cám-
pora al gobierno, Perón al poder.
El 25 de mayo Cámpora asumió el poder en medio de un clima de fervor popu-
lar. Una de sus primeras medidas fue decretar la amnistía a todos los presos políticos y
lanzar un pacto social entre empresarios, trabajadores y Estado para suavizar los
conflictos existentes.
La democracia volvía pero sería por un corto tiempo pues pronto se abriría en el
país una nueva instancia, las cosas se complicarían y comenzarían a vivirse horas difíci-
les.
El 8 de junio y de manera inédita en la Argentina cuatro de los máximos líderes
del grupo guerrillero ERP, Mario Santucho el hombre más buscado del país, Enrique
Gorriarán Merlo, Benito Urteaga y Jorge Molina, efectuaban una conferencia de prensa
en Buenos Aires asegurando que proseguirían con sus actividades revolucionarias hasta
el triunfo de la revolución socialista.
Por su parte el FAR liderado por Roberto Quieto y los Montoneros por Mario
Firmenich prepararon una declaración conjunta donde se exhortaba a continuar con la
movilización popular en favor del gobierno de Héctor Cámpora y donde se anunciaba
que seguirán "combatiendo al imperialismo, las empresas monopólicas, las oligarquías
nativas, los gorilas activos, los traidores al frente y al movimiento, los restos de la ca-
marilla militar pro imperialista y todos aquellos que conspiren contra el programa de
liberación".
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ral se dudaba de su capacidad en caso que hubiese necesidad de reemplazarlo, tal como
lo expresaba el diario La Opinión cuando decía:
El sentido obvio e inmediato de la candidatura de la señora de Perón es la nece-
sidad de asegurar la unidad justicialista. Profundamente dividido entre mode-
rados y radicalizados [...] el peronismo habría absorbido difícilmente cualquier
candidatura sectorial.[...] Designar una figura políticamente idéntica a la figura
de Perón en la vicepresidencia tiene, además, un sentido más profundo que el de
soslayar la división partidaria. El sentido de afirmar antes que nada el rol in-
sustituible de Perón dramatizando el vacío sucesorio que lo rodea. La posibili-
dad de una efectiva presidencia de Isabel Perón en caso de sucesión es vista hoy
con escepticismo por todos los sectores. (10 de agosto de 1973).
La elección favoreció a la fórmula Perón-Perón con el 65,1 % de los votos, con
lo cual sobrepasó ampliamente los resultados obtenidos anteriormente con la candidatu-
ra de Cámpora, y fue votado no sólo por el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI)
sino por el Frente de Izquierda Popular (FIP) que adhería a la candidatura a vicepresi-
dente de Abelardo Ramos.
Entretanto, el 24 de septiembre el poder ejecutivo nacional, por decreto, declaró
ilegal las actividades del ERP, prohibiéndole realizar proselitismo, adoctrinamiento y
difusión así como requerir ayuda para su sostenimiento o expansión de su actividad.
Además y también por decreto dispuso prohibir la introducción al país por vía aduanera
de todo tipo de literatura impresa, manuscrita, grabada o en películas cuya finalidad
fuese la difusión de ideologías, doctrinas o sistemas políticos o sociales tendientes a
derogar la forma republicana y representantiva de gobierno o contraria a los principios
consagrados por la cuestión nacional. La medida causó estupor en los círculos políticos
y se pensaba que Perón la anularía.
De manos de Raúl Lastiri, en ejercicio del poder ejecutivo el 12 de octubre y
después de 19 años de ausencia del país, Perón asumía por tercera vez como presidente
de los argentinos. Pocas veces se contó con un respaldo popular tan importante y pocas
veces las fuerzas políticas opositoras se mostraron tan predispuestas a colaborar con la
mayoría.
Una vez Perón en el poder, se erradicaron los últimos vestigios del experimento
izquierdista de Cámpora, los gobernadores de las provincias de Córdoba, Salta, Mendo-
za y Santa Cruz fueron destituidos y el de Buenos Aires debió renunciar haciéndose
cargo el vicegobernador.
En la Universidad de Buenos Aires se designó rector al ex vice presidente
Vicente Solano Lima, de ideología centro-derechista y en el ejército a un comandante
políticamente neutro, aceptable para la jerarquía militar tradicional. En Córdoba, el
interventor de la Universidad Dr. Francisco Luperi presentó su renuncia, la que fue
rechazada habida cuenta su militancia peronista.
Pero la respuesta a esta política por parte de los grupos de organizaciones arma-
das adoptó diversas actitudes. Montoneros en principio evitó en cierta medida los en-
frentamientos abiertos, sin embargo poco después se adjudicó la muerte del secretario
de la C.G.T. José Ignacio Rucci, una figura influyente para acercar los gremios a la polí-
tica económica de Perón. Este asesinato fue un hito en la pendiente que caería la Argen-
tina de aquellos días.
Mientras que el ERP, de tendencia trotskista, en ningún momento abandonó la
lucha armada produciendo el 19 de enero de 1974 el ataque a los cuarteles militares de
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Azul, golpe que precipitó la caída del gobernador bonaerense y que endureció la posi-
ción de los sectores opositores dentro del gobierno y de las Fuerzas Armadas; entre las
medidas que se tomaron se efectuó una drástica reforma del Código Penal lo que motivó
la renuncia de ocho legisladores peronistas a sus bancas.
del peronismo y aún más hacía aceptable el gobierno para la oposición tradicional, se
vislumbraba un período que resultaría de difícil tránsito institucional.
Isabel no estaba particularmente dotada para gobernar y desde el primer momen-
to se recostó sobre la figura de José López Rega, ministro de Bienestar Social, ex comi-
sario, adicto a las sectas y representante
de la extrema derecha, quien adquirió un
poder significativo y que, tal como pos-
tuló Guido Di Tella, basó su acción en
cinco objetivos definidos con los mandos
militares. En primer término finalizar
con el problema de la subversión, para lo
cual la Triple A se hacía cargo en buena
medida del trabajo sucio; el segundo, era
eliminar la infiltración izquierdista en la
educación, en tal sentido se designó co-
mo nuevo Ministro de Educación a Os-
car Ivanisevich, antiguo militante pero-
nista y como rector de la Universidad de
Buenos Aires a Alberto Ottalagano, de-
rechista de línea dura.
El tercer objetivo era de corte
económico y consistía en producir un
vuelco decidido hacia la economía de
mercado, abandonando algunas prácticas
proteccionistas e insistiendo en la disci-
plina industrial, lo cual obviamente iba
en contra de la conducta tradicional de
los sectores sindicales. El cuarto objetivo
suponía el sometimiento de los líderes
sindicales, para lo cual se destituyó a
algunos tratando de lograr una jefatura
sindical más permeable.
El quinto objetivo, y uno de los más importantes, era lograr que los militares
abandonaran una actitud de prescindencia política y adoptar una más favorable al go-
bierno, para lo cual en mayo de 1975 se designó Comandante en Jefe al General Numa
Laplane, que estaba dispuesto a brindar su apoyo al gobierno.
El gobierno de Isabel tuvo un desgaste rápido, no sólo porque las circunstancias
políticas y económicas del momento dificultaban la situación general del país, sino por-
que ella y su grupo de influencia se comprometieron en manejos desordenados y arbitra-
rios que enlodaron su imagen con un aura de corrupción.
Isabel Perón mientras era presidente según la portada de la Revista Chaupinela
de aparición quincenal.
La subversión mantuvo e intensificó sus ataques durante el año 1975 y el cuerpo
social en general estaba atemorizado ante lo que se reflejaba en la opinión pública como
una guerra abierta con grupos facciosos. El ERP se instaló en Tucumán y, a fines de ese
año, se produjo el ataque a la guarnición Monte Chingolo en la provincia de Buenos
Aires, que tuvo un desenlace cruento.
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tidos políticos de derecha, como la Iglesia y los grupos económicos defensores del libe-
ralismo. El presidente del nuevo gobierno de facto fue el general Jorge Rafael Videla.
Hasta 1955 el gobierno peronista desalojó del poder a la oligarquía, pero, a partir
de entonces, los herederos de aquella oligarquía conquistaron el poder manteniendo
durante 30 años su injerencia a través de ciertos personajes que gobernaron casi siempre
en regímenes que suprimieron las garantías constitucionales, prohibiendo huelgas y sin
Congreso. Una persona relacionada con ese grupo juró como ministro de economía:
José Alfredo Martínez de Hoz (h) quien prometió reducir la inflación como prioridad
número uno.
Los tres comandantes en Jefe: Videla, Massera y Agosti por Flax en 1976.
La prensa y el
régimen
entonces se suprimió toda forma de evaluación y durante ese año y los dos siguientes se
admitió a todos los aspirantes aunque con la aprobación del llamado Tríptico Nacional.
Después de 1977 se estableció un sistema común de ingreso a las universidades nacio-
nales con sucesivos ajustes en el cupo de ingreso.
Con la vuelta a la democracia después de 1983 comenzó una nueva etapa en la
Universidad.
pués Costa Méndez asistió a una reunión del Consejo de Seguridad con una contrapro-
puesta que, lógicamente, no fue aceptada por Gran Bretaña. El 26, el Consejo de Segu-
ridad sancionó la resolución 505 encomendado al secretario que continuara las gestiones
de paz, pero cuando se anunció una propuesta de cese del fuego Gran Bretaña anunció
que vetaría cualquier resolución al respecto, lo que así hizo.
Por mucho esfuerzo que hizo la Fuerza Aérea la guerra terminó con la rendición
argentina el 14 de junio, pero fue decisiva en varios aspectos. Por un lado, sus repercu-
siones afectaron a la OTAN, Europa, las Naciones Unidas y trastornaron las relaciones
de Estados Unidos con América Latina. Por otro, puso a prueba la estrategia y material
bélico de las fuerzas que intervinieron en el conflicto y demostró el desgaste de la cúpu-
la gobernante en Argentina, que había perdido hacía tiempo la confianza de la que hacía
gala en los primeros meses de 1976.
No cabe duda que la derrota cambió a Argentina. La Prensa, en julio, publicaba
una carta que señalaba: Nunca más podemos consentir que un gobierno que no hemos
elegido nos arrastre a una guerra que no hemos deseado.
La desilusión consiguiente hundió al país en una profunda conmoción y lógica-
mente había que destituir al general Galtieri quien, el 1 de julio, fue reemplazado por el
general Reynaldo Bignone, en cuya designación intervino sólo el ejército. Su misión era
entregar el mando a los civiles en un plazo relativamente corto y en consecuencia el país
entero se preparó para la nueva contingencia.
Desde los altos niveles nacionales se anunció que, a mediados de año, se sancio-
naría el Estatuto de los Partidos Políticos. Luego se iniciaría un período de reorganiza-
ción de los mismos y tras conversar con sus representantes, se proyectaría el gran acuer-
do político y un plan electoral.
Entretanto ¿qué pasaba con los partidos políticos?. El silencio impuesto por el
proceso militar los había acallado por un tiempo, pero el fracaso del régimen contribuyó
a hacerlos renacer con mayor fuerza.
El año 1983 fue un año político. Discursos, críticas, diagnósticos sobre el pasado
y el porvenir ocuparon las columnas periodísticas y los espacios de radio y televisión.
de los hechos más dolorosos que había vivido el país como consecuencia de la acción
represiva desatada por el régimen militar instaurado en 1976.
La Comisión debía recibir las denuncias sobre desapariciones y secuestros de
personas ocurridos en ese período y elaborar un informe sobre su labor. Entre las perso-
nalidades que formaron parte de dicha comisión se eligió al escritor Ernesto Sábato co-
mo presidente y a Graciela Fer-
nández Meijide como uno de
los secretarios. La Comisión
entregó su informe al presiden-
te el 20 de septiembre de 1984
y dio por concluida su misión.
De todos los testimonios reco-
gidos se infiere que los dere-
chos humanos fueron violados
por la represión de las Fuerzas
Armadas.
Poco más tarde, Alfon-
sín envió al Congreso la ley
"Mucci", con la que pretendía
desmontar el aparato sindical,
ley que se convirtió en una de
sus primeras frustraciones y
que lo enfrentó con dicho sec-
tor a lo largo de su gestión.
El 25 de julio de 1984 el
presidente Alfonsín convocó a
una consulta popular sobre el
ALFONSIN: “Yo tengo una suerte loca, y tema del canal de Beagle, que
hace que optimista sea... Pero me toca siempre nos enfrentaba con Chile. El
bailar con la más fea”. Caricatura de Lahitte. adversario partido peronista,
La Nueva Provincia, diario de Bahía Blanca, con Carlos Menen como una de
1987. las contadas excepciones, con-
vocó a abstenerse en el Plebiscito por la firma de un tratado de paz y amistad con Chile,
que fue un éxito para el partido oficialista.
En materia de política exterior la administración radical llamó a crear en el plano
latinoamericano el Grupo de los Ocho [constituido por Argentina, Brasil, Uruguay,
México, Colombia, Venezuela, Perú y Panamá] y con el Grupo de los Seis [entre los
que se encontraban Argentina, México, Suecia, Grecia y Tanzania] se dedicó a estudiar
el tema del desarme y del uso pacífico de la energía nuclear.
En la vereda de enfrente el Justicialismo era un partido profundamente dividido
que no conseguía encontrar un mensaje creíble ni un liderazgo fuerte, situación que se
modificó a partir de 1985 cuando aparecieron en escena las figuras de Antonio Cafiero y
Carlos S. Menem.
Pero en los primeros tramos del gobierno radical, Alfonsín se sentía fuerte y en-
tre sus planes figuraba el traslado de la capital de la República al sur del país y la refor-
ma de la constitución. A partir de 1985 comenzó a gestarse un proceso reformista y los
diferentes partidos políticos presentaron proyectos al Congreso de la Nación. En virtud
de tal aspiración, el ejecutivo creó por decreto 2446, del 24 de diciembre de 1985, un
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debía comenzar a gobernar Carlos Menem quien decidido a salir de la crisis decidió
aplicar una política de shock. En su discurso ante el Congreso al hacerse cargo de su
mandato el presidente entrante instó a todos los sectores sociales a realizar un sacrificio
con esperanza y añadió que aplicaría cirugía mayor sin anestesia.
Sin embargo el nuevo presidente también debería hacer frente a una gran rece-
sión y en diciembre de ese año ‘89 el FMI consideró incumplidas las metas fiscales y
negó un crédito, hubo una nueva corrida cambiaria y reapareció la hiperinflación con
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En efecto, en los meses subsiguientes el país sintió nuevamente otro gran sacu-
dón en su economía y mostró la fragilidad de esta al no poder hacer frente a los venci-
mientos de los acreedores extranjeros y al pueblo que había confiado sus depósitos a los
bancos.
Entretanto, diariamente los argentinos fueron informados del crecimiento del
riesgo país que colocaba al mismo entre los últimos del mundo. A comienzos de di-
ciembre, Cavallo instauró lo que se conoció como “el corralito”, medida que consistía
en el congelamiento de los depósitos bancarios. El riesgo país estalló definitivamente
provocando los cacerolazos y protestas de la población ocurridos entre el 19 y 20 de ese
mes hasta obligar a dimitir sus cargos primero al ministro de economía y luego al presi-
dente De la Rúa.
Los días subsiguientes fueron terribles para los argentinos y con consecuencias
que no caben analizar en este momento, pero debemos señalar como mínimo que des-
pués de dichos acontecimientos el país presenció la asunción de cinco presidentes, entre
los presidentes de ambas Cámaras legislativas, violentas represiones, saqueos a comer-
cios e intervención de los sindicatos con sus instrumentos de lucha: la huelga y los pa-
ros.
Sumado a ello, bajo la presidencia de Adolfo Rodríguez Saa, el gobierno decretó
la suspensión del pago de la deuda externa, para proceder a su renegociación. A los siete
días de asumir, el presidente renunció siendo reemplazado por Eduardo Duhalde quien,
entre sus primeras medidas, terminó con la convertibilidad llevando a $ 1,40 el precio
del dólar para transacciones comerciales y financieras autorizadas y para las transaccio-
nes internas en dólares del sistema bancario.