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LA IMPORTANCIA DE LA FAMILIA EN LA EDUCACIÓN.

Educar es una tarea compleja, porque implica un proceso de adaptación


de intereses sociales, políticos, económicos y culturales, en contraste con la
percepción del individuo, su contexto y sus intereses particulares. El Sistema
Educativo Colombiano aparentemente tiene clara esta premisa, pero en la
planeación y consecución de sus metas, no ha ampliado las posibilidades y
oportunidades a la institución imprescindible en este rol de Educar, que es la
familia.

El proceso histórico desde los aborígenes, manifiesta la importancia de la


enseñanza impartida por los progenitores, especialmente la mamá, en la
adaptación a los contextos en distintas épocas. Por ejemplo, en las tribus
nómadas que poblaron el territorio americano, mientras los hombres adultos
cazaban, iban a la guerra y realizaban las labores consideradas de fuerza
motora, las mujeres y los infantes trabajaban en labores de rutina diaria como la
recolección de frutos, la elaboración de instrumentos artesanales y jugaban
mientras realizaban las labores domésticas al son de cantos ancestrales.
Cuando los infantes avanzaban a la etapa de adolescentes, el proceso de
definición de roles se daba de acuerdo con su sexo: los niños imitaban la labor
de sus padres, y las niñas se hacían expertas en las labores con sus madres.

No cabían en el contexto ni en la época que los jóvenes definieran


independientemente de sus padres, la labor a la que se dedicarían el resto de su
vida. Esto ejemplifica también las raíces del aprendizaje tradicional, o repetitivo,
donde las habilidades se desarrollan por memoria e imitación consecutiva. Pero
debido a que la realidad es dinámica y los individuos sienten, razonan y avanzan
en la praxis cotidiana, la educación familiar ha cambiado satisfactoriamente, de
manera que ya no se somete a los hijos bajo las prescripciones arbitrarias de sus
progenitores y/o personas de autoridad, sino que se reconocen las libertades
individuales amparadas bajo la ley.

La concepción de la Educación en la familia tuvo un avance cualitativo


cuando, por los cambios que trajo el Renacimiento, el Humanismo y la
Revolución Industrial, el individuo se convirtió, paulatinamente, en un sujeto
activo en su propia vida, para trabajar, especializarse en una labor y procrear,
conformando una unidad familiar nueva a la que influiría con sus ideas y
proposiciones particulares; donde cada uno de los miembros daba cuentas de
sí, con mayor responsabilidad de sus propias decisiones, teniendo en cuenta los
contenidos informativos que recibía de distintas fuentes cercanas.

Con el actual desarrollo tecnológico e informático, la enseñanza de la


familia ha sido reemplazada por otros instrumentos como los medios de
comunicación y las instituciones educativas, tanto privadas como públicas. Allí el
sujeto se concibe también como un ciudadano con derechos y deberes, que debe
asimilar y responder a su entorno con determinación y creatividad, para construir
la vida en medio de los acelerados problemas sociales, de orden nacional e
internacional; porque mientras que en el siglo XX no se tenía conciencia de los
problemas globales, con la revolución tecnológica e informática, se contrastan
fácilmente y se encausan los de orden nacional. En contraste, las personas
deben afrontar un nivel mayor de presiones de sus entornos más amplios, vividos
cibernéticamente; considerando que así como se abren posibilidades de un
mayor conocimiento, las fuertes presiones llevan a una retroalimentación
negativa de las experiencias, generando mayores problemas, si no se saben
manejar.

Sin embargo, aún hay un grito silenciado de la necesidad vigente de


reconocer e impulsar los medios e instrumentos para que la familia crezca en su
labor socializadora y formadora de ciudadanos, que a su vez formarán las
siguientes generaciones.

No es positivo pensar que los viejos tiempos fueron mejores, ni pretender


volver a ellos satisface los requerimientos sociales del presente milenio. Pero lo
que se debe hacer es rescatar esos principios naturales de Educación–
Aprendizaje, que hicieron que los antepasados avanzaran progresivamente en
el tiempo, para que cada generación escale peldaños en la comprensión del
mundo, sus sistemas e interrelaciones sub-sistémicas e interinstitucionales.

Jean Piaget en sus estudios científicos, aunque no se refirió a la familia


directamente, sí centró el objeto de sus investigaciones en conocer los procesos
mentales del neonato, que trascenderían en cada etapa de su crecimiento, para
completar su base primaria de conocimiento y estructuras mentales, hasta los
doce (12) años de edad.

J. Piaget1 identificó cuatro (4) niveles de maduración cognoscitiva:

1. Sensorio-motora: va desde el nacimiento hasta los dos (2) años de


edad, el bebé se enfoca en descubrir el mundo, experimentando
con sus sentidos a través de los reflejos, los movimientos
involuntarios y las respuestas a los estímulos visuales.
2. Preoperacional: cubre de los dos (2) a los siete (7) años del infante;
se caracteriza por el juego simbólico donde relaciona los objetos
con los conceptos de manera simple y unívoca, para avanzar en
este proceso hacia el razonamiento y la relación intuitiva de los
objetos con argumentos.
3. Operaciones concretas: abarca de los siete (7) a los doce (12)
años. El infante comienza su etapa escolar, donde sus estructuras
mentales están preparadas para dar óptimos rendimientos, deduce
y llega a conclusiones, es competente para comprender conceptos
matemáticos porque relaciona cantidades con representaciones
ordinales.
4. Operaciones formales: se da en la adolescencia, de los doce (12)
años de edad en adelante, el individuo es un sujeto en vía a la
adultez, que razona y conoce a través de lo que sus estructuras
mentales argumentan y concluyen, relacionando todo su
conocimiento adquirido previamente en la praxis cotidiana, con las
explicaciones y los conceptos que recibe lógicamente.

El individuo adulto desarrolla lo que quiere y necesita pensar, con una


capacidad asombrosa de adaptación a su entorno y de respuesta para
transformar sus contextos, de acuerdo con sus niveles de interacción social y de
influencia ideológica. Cuando se observa al adulto, se analiza su origen en la
familia y se encausan sus actitudes, palabras y hechos con su tipología familiar
y su caracterización socio-económica.

1
TIERNO, Bernabé. La Edad de Oro del Niño: Todo lo que debe saber sobre los cinco primeros
años de vida del niño. Segunda Edición. Editorial San Pablo. Madrid-España. 1994.
Es así como de acuerdo con Piaget, las bases cognitivas del pensamiento
se forman en y por el contexto familiar, teniendo la herencia y las asociaciones
mentales con las experiencias vividas como una plataforma sobre la cual piensa
y actúa el individuo.

Las instituciones educativas abordan un gran reto con la enseñanza de


los individuos, paralelamente con la familia, en la preparación de esta plataforma
a la que se hizo referencia. Por tal motivo los docentes, como orientadores de
este proceso formativo, deben establecer redes de cooperación con las familias
de los estudiantes, para potenciar sus alcances pedagógicos y lograr
satisfactoriamente los objetivos curriculares del Proyecto Educativo Institucional
(P.E.I.), manifiestos no en indicadores escritos con letras y números solamente,
sino con las palabras y las actitudes de los individuos senti-pensantes que
acuden a las aulas de las instituciones educativas, para una jornada escolar. Es
decir, que los logros se manifiesten en la transformación social de los contextos
educativos, porque el currículo se constituye por la traducción, la articulación y
la proyección de la cultura hacia la configuración de nuevas realidades.2

Educar es complejo no sólo por los procesos internos o externos que los
sujetos experimentan en el transcurso de la vida, sino porque tanto los
orientadores, evaluadores y generadores como los escolares y estudiantes, son
reflejo social de los grupos de familias que conforman los distintos sub-sistemas
sociales. Los problemas de la Educación no radican principalmente en los
docentes o en sus estrategias, sino en sus componentes personales ligados a
las Familias de las que provienen. Aunque el profesionalismo de los docentes, y
su madurez emocional ayuda bastante en el manejo de las clases y la relación
con sus estudiantes, ningún actor en este sistema educativo es exento de las
presiones familiares inadvertidas, y de la necesidad de ayuda en la búsqueda de
alternativas para la oportuna solución a los problemas emergentes.

Para concluir, es bueno recordar que aprender a vivir en familia, también


ayuda a avanzar como sociedad y escalar correctamente el peldaño de la

2
GONZÁLEZ AGUDELO, Elvia María. Una visión Holística de la pedagogía contemporánea.
presente generación, que día a día presentará nuevos desafíos en la Educación
y sus dimensiones.

LILIANA TOLOZA GUTIERREZ

ESTUDIANTE DE TRABAJO SOCIAL. UIS

BUCARAMANGA, SANTANDER

SEPTIEMBRE 26 DE 2008

BIBLIOGRAFÍA

 GONZÁLEZ AGUDELO, Elvia María. Una visión Holística de la


pedagogía contemporánea.
 TIERNO, Bernabé. La Edad de Oro del Niño: Todo lo que debe saber
sobre los cinco primeros años de vida del niño. Segunda Edición. Editorial
San Pablo. Madrid-España. 1994.
 GUTIERREZ C. Alba Nelly. Un acercamiento a la pedagogía
conceptual.
 Módulo 1 de Estrategias Pedagógicas para el Desarrollo del
Pensamiento. Cognición y Aprendizaje. Tutor Juan Camilo Barros
Ibañez.

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