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Su objeto y su método
Los estudios en torno a los hechos del lenguaje han llegado a construir un cuerpo de teorías y leyes a
través de la investigación científica; han determinado su objeto y su método, lo que le da carácter de
ciencia.
No obstante, lo anterior, como toda disciplina teórica contemporánea, el interés por las cuestiones
relacionadas con el lenguaje tiene su origen en la especulación filosófica de los griegos. Las
especulaciones de estos se mantienen hasta el siglo XVIII. Es en el siglo XIX, con Ferdinand de
Saussure que los estudios en torno al lenguaje adquieren su carácter de ciencia. Las ideas científicas
a partir de Saussure evolucionan con los planteamientos de Noam Chomsky hasta las más modernas
de la teoría del texto o análisis discursivo. Para ampliar la información de este tema, hagan clic aquí.
El ser humano ha dejado marcado a lo largo del tiempo sus pensamientos, su visión del mundo y sus
sentimientos a través de la escritura.
El lenguaje
Luego de leer este apartado usted será capaz de responde a interrogantes como ¿es
específicamente humana la facultad del lenguaje?, ¿se puede hablar con propiedad de lenguaje
animal?, ¿cómo adquieren y desarrollan los niños el lenguaje?, ¿cuál es la razón de que hablar sea
una manifestación propiamente humana?, ¿cuál es el rasgo esencial que permite diferenciar los
sistemas lingüísticos del ser humano de los sistemas de comunicación animal?
Concepto
El ser humano tiene algún grado de semejanzas con otros seres vivos y otras especies, tanto en
aspectos anatómicos como conductuales. ¿Pero qué lo caracteriza?, ¿qué lo particulariza y lo hace
ser humano?
Basta el sentido común para darnos cuenta de las semejanzas anatómicas entre el ser humano y los
grandes monos (chimpancé, gorila, etc.); sin duda, como se ha planteado, “una relación de
semejanza estructural condicionada por un parentesco de origen”, pero de evolución en sentidos
diferentes. Por otra parte, es innegable, la capacidad de expresividad, de socialización y de
abstracción de algunas especies. Por ejemplo, en estudios llevados a cabo con chimpancés, éstos
muestras capacidad de comunicación social, la cual nos informa de una capacidad expresiva,
comunicativa e intelectual; sin embargo, se encuentra en un punto del cual no evolucionará jamás,
según los estudiosos del tema.
Otro ejemplo son los estudios llevados a cabo con las abejas o las hormigas; las cuales tienen una
organización social muy compleja y desarrollada. Esto también implica, además de capacidad de
socialización capacidad comunicativa. Los animales superiores, por su parte, dan muestra de un
cierto grado de abstracción. Para el caso, los perros diferencian entre un individuo como tal _su
dueño_ y un individuo como representante de la especie _un humano (hombre o mujer). Toda
especie de vida orgánica supone algún procedimiento de comunicación, la cual implica el uso de
señales (acústicas, visuales, olfativas, etc.); procedimientos estos necesarios tanto para la
reproducción de la especie como para la vida de grupo.
La danza que llevan a cabo las abejas para indicar a sus compañeras la dirección y la distancia a que
se encuentra el polen que han encontrado.
Entonces, ¿cuál es el rasgo exclusivo de lo humano? ¿Es específicamente humana la facultad del
lenguaje?
Ahora, ¿qué se entiende por lenguaje? Como todo conocimiento científico, en la teoría de la ciencia
lingüística, esta categoría teórica presenta algunas acepciones amplias y algunas restringidas. Tales
concepciones y definiciones han variado de acuerdo con las ideas de la época en que fueron
planteadas o con la concepción filosófica e ideológica del autor.
Entre los conceptos que se han dado al término lenguaje a lo largo de la historia de la ciencia
lingüística están:
Conjunto de signos que transmiten algún mensaje y que sirven de medio de comunicación entre
los seres humanos.
Se sabe que las reflexiones que chlos griegos llevaron a cabo acerca del lenguaje fueron
“estrictamente especulativa y filosófica”, pues la gramática se estudiaba como parte de la filosofía.
sPor este motivo ellos entendieron el lenguaje como “expresión del pensamiento” (logos) por medio
de la unión del onoma (nombre) y el rhema (verbo).
Esta concepción pasa incólume durante el periodo romano y la edad media y es lo que en la historia
de las ideas de la ciencia lingüística se conoce como gramática Tradicional. Esta primer atapa en los
estudios del lenguaje se caracteriza por entender el lenguaje como expresión del pensamiento, su
carácter de gramática especulativa; centrada, por una parte, en el examen de la relación entre el
lenguaje y el pensamiento; por la otra, una gramática práctica, que concede prelación al lenguaje
escrito sobre el oral y por ser una gramática prescriptiva o normativa al considerar que las formas
escritas deben ser los modelos a imitar; es decir, la gramática enseña a hablar y escribir.
Ya para el siglo XVII, los estudiosos de la Escuela de Port-Royal, quienes exponen sus planteamientos
en la obra Grammaire générale et raisonée, entienden el lenguaje como comunicación, pero
entienden que las estructuras gramaticales no son más que copias fieles de las estructuras del
pensamiento y así, el lenguaje es concebido como imagen del pensamiento. Para ellos el lenguaje es
“vehículo o expresión del pensamiento y está fundado en la razón” (Castro R. et al; 1999, pág. 5).
En el siglo XVIII, Wilhem von Humboldt (1767-1835) plantea que “…el lenguaje es una facultad del
hombre que le permite, de un lado, representar el mundo y, de otro, comunicarse.” para este autor
“el lenguaje “es el órgano creador del pensamiento: así como los números nos ayudan a calcular, las
palabras nos ayudan a pensar”
A finales del siglo XIX, Ferdinand de Sausurre (1857-1913) le da carácter de ciencia autónoma e
independiente de la especulación filosófica al estudio acerca del lenguaje. Establece que “Tomado
en su conjunto, el lenguaje es multiforme y heteróclito; a caballo en diferentes dominios, a la vez
físico, fisiológico y psíquico, pertenece además al dominio individual y al dominio social… el ejercicio
del lenguaje se apoya en una facultad que nos da la naturaleza…” (Saussre; 1983: 74-75). Como ya se
ha mencionado, en el conjunto del lenguaje, Saussure diferencia lo social - la lengua- y lo individual
-el habla-.
Con las propuestas de Humboldt y Saussure se empieza a definir el lenguaje como facultad; pero
será Noam Chomsky, quien desde una postura neorracionalista precise esta concepción. Para este
autor el lenguaje es una capacidad mental común a toda la especie humana, que le permite al
hablante comprender y hablar una lengua.
Para efectos de nuestro curso, entenderemos el lenguaje “como aquella capacidad del ser humano
que le ofrece los recursos para abstraer, conceptualizar y representar la realidad”. (Jorge Vidal
Castro R, 1999). Gracias a la facultad lingüística los seres humanos construimos, por una parte, un
universo conceptual en nuestra mente/cerebro y, por el otro, diferentes sistemas sígnicos (la lengua,
los gestos, la música, la escritura, la pintura, etc.) para el fin de la comunicación, es decir, para dar a
conocer ese mundo conceptual y la realidad.
Como se deduce el lenguaje es una facultad biológica y psicológica que caracteriza al homo sapiens.
El lenguaje es la dimensión esencial, propia y definitiva de lo humano.
Como se decía en párrafos anteriores, el conjunto del lenguaje se desdobla en una parte social y una
individual; es decir, la facultad del lenguaje presenta tanto una dimensión social como una
dimensión individual.
Para Saussure la lengua es la parte social del lenguaje; es el sistema de signos que los hablantes
aprenden y retienen en su mente y completa sólo está en la mente de todos los hablantes de una
comunidad lingüística; es una entidad abstracta. Por ejemplos, la lengua española completa sólo
está en la mente de todos los hablantes de la comunidad lingüística de la lengua española
(hablantes de España, América Latina, Filipinas, sefardíes, los hablantes del español que están en
Norteamérica). Como hablantes individuales sólo manejamos una pequeña parte de ese sistema.
Esta categoría, más o menos, se corresponde con lo que Chomsky llama competencia, la cual es
concebida por este autor como “en el conocimiento que los hablantes y oyentes tienen de su lengua
nativa”.
El habla, por su parte, es el uso individual que el hablante hace de su lengua. Es decir, de acuerdo
con sus necesidades comunicativas el hablante hace uso de la lengua; o sea, selecciona los
elementos lingüísticos que le son precisos para comunicar lo que desea.
La relación entre el lenguaje, el pensamiento y la realidad ha sido uno de los problema objeto de
interés de la filosofía en todos las época y de estudiosos de diferentes disciplinas en la ciencia actual.
Como vimos en el apartado anterior la facultad de lenguaje, que tiene todo ser humano “normal” –
con esto queremos decir, todo ser humano que al nacer no presente limitaciones físicas o
psicológicas o que en el transcurrir de su vida no sufra alguna lesión cerebral o de su aparato
fonador – le permitirá, por una parte, abstraer y conceptualizar la realidad y por la otra, la de
representar esa realidad por medio de algún tipo de señal o signo. Pero, ¿qué significa esto?
Desde la neuropsicología, se entiende que el lenguaje es una de las funciones esenciales del cerebro,
gracias al cual son posibles los procesos de generalización y abstracción; entendiéndose estos como
procesos cognoscitivos, es decir procesos que permiten aprehender el mundo. La abstracción es el
proceso por el cual se separa mentalmente lo que en la realidad es inseparable; se caracteriza por
seleccionar algunas propiedades y características de un conjunto de cosas del “mundo real”, de las
cuales se excluyen otras no pertinentes. La abstracción es anterior a la generalización, o como lo
consideran algunos autores, la abstracción es el instrumento de la generalización. Por este último
proceso mental el ser humano descubre las relaciones de semejanza que existen entre los objetos o
fenómenos de la realidad y se llega a la noción de lo que les es común; es decir, es el proceso
mental por el que de una serie de objetos o fenómenos parecidos de “del mundo real” se obtienen
las características comunes.
Los procesos de abstracción y de generalización (lea las 4 primeras páginas de la lectura “Abstracción
y Generalización”, haciendo clic sobre el título de la misma) están estrechamente unidos y no
pueden existir sin la palabra, es decir, sin el lenguaje. Es esta facultad específica de la especie
humana la que le permite llevar a cabo estos procesos mentales. A partir de estas dos operaciones
mentales es que se organizan los conceptos. De esta manera tenemos organizada la realidad en
nuestra mente.
“El hombre, en el proceso de conocimiento del mundo, traspasa los límites de la experiencia
sensorial y penetra en la esencia misma de las cosas; crea conceptos a partir de la abstracción de las
características de los objetos de manera aislada y capta los enlaces y relaciones que entre éstas se
establecen” (Fajardo Uribe, 1999).
Por ejemplo:
Existe un “búho americano muy grande y fuerte, con la región superior negruzca, con rayas grises, y
la región inferior entre blancuzca y leonada, con listas de color negro intenso, y patas totalmente
emplumadas”, al que aquí en Honduras llamamos “estiquirín”. En la realidad, hay muchos de estos
animales, pero tenemos un concepto (el enunciado anteriormente) de ellos y a todos ellos los
llamamos con este significante “estiquirín”. Y esto es así, con cada uno y todos los conceptos que
manejamos de los objetos – materiales o abstractos – que conocemos. De esta manera el lenguaje
nos simplifica la realidad.
Otro ejemplo:
El concepto de animal es más general que el de perro o el de león, vaca, ratón, etc.; estos últimos
quedan incluidos en el primero. O el concepto de ser vivo es más general que el de animal y este
último queda incluido dentro del concepto de ser vivo. El lenguaje jerarquiza y nos organiza la
realidad.
Luz Ampara Fajardo Uribe (1999) parafraseando a Luria (1984) considera que:
“…el hombre dispone no sólo del conocimiento sino del conocimiento racional, el cual le permite
reflexionar y hacer deducciones a partir de sus impresiones inmediatas. El ser humano vive,
entonces, tanto en el mundo de sus impresiones inmediatas como en el mundo de los conceptos
abstractos y es esto lo que le permite acumular, además de su experiencia visual, la experiencia del
mundo social a través de las abstracciones. Esta particularidad caracteriza la conciencia del hombre
diferenciándola de la psiquis de los animales...” (pág. 37)
“El proceso de conceptualización consiste en abstraer y generalizar impresiones de los sentidos. Esto
es función del pensamiento” (Tamayo, 1999, pág. 38). La serie de conceptos que de la realidad nos
hacemos organizan nuestro “universo conceptual”.
La serie de conceptos que nos hacemos de la realidad conforman nuestro pensamiento. El
pensamiento es un proceso psíquico socialmente condicionado y está indisolublemente ligado al
lenguaje. El pensamiento como tal implica la abstracción y la generalización. Recordemos que estos
dos procesos se efectúan gracias a la facultad de lenguaje que tenemos los humanos. El
pensamiento se define como un reflejo generalizado de la realidad. El pensamiento como reflejo de
la realidad adquiere forma en las palabras o signos lingüísticos, es decir, “se encarna” en ellos. El
lenguaje es la forma del pensamiento. Así, pues, lenguaje y pensamiento son mutuamente
dependientes; “…el pensamiento abstracto en términos de conceptos es imposible sin el lenguaje”
(Schaff, 1983). Es tan íntima la relación entre lenguaje y pensamiento que muchos autores hablan
más bien de lenguaje-pensamiento.
Por todo lo expuesto en párrafos anteriores, se dice que tanto el pensamiento como el lenguaje
constituyen formas exclusivamente humanas de reflejar la realidad. Son totalidades dinámicas que
aparecen y viven en el ser humano como procesos, como movimiento. Siendo que ellos ocurren en
el tiempo, el lenguaje y el pensamiento se relacionan con otras formas temporales históricas, que
sitúan al ser humana como un complejo de actitudes: culturales, estéticas, afectivas, psicológicas,
políticas, etc. (Espejo, 1986).
Se plantea que tanto en la filogénesis como en la ontogénesis lenguaje y pensamiento se dan por la
existencia de unas determinadas condiciones biológicas y objetivas de vida.
En la filogenia se sabe desde la ciencia biológica, que la constitución orgánica del ser humano fue
precedida y acompañada de una larga evolución de los animales y que el origen del pensamiento
también está antecedido por la historia del modo cognoscitivo de los mismos. Es decir, la evolución
de la unidad de pensamiento y lenguaje en la filogénesis presupone la existencia de premisas
biológicas y sociales comprobadas y estudiadas en los animales superiores. Esas premisas sociales se
relacionan específicamente con la necesidad de cooperación en las actividades de supervivencia, es
decir, con lo que en su momento constituía el trabajo.
El ser humano experimentó una serie de transformaciones orgánicas incluyendo la del cerebro y
aparato fonador.
Los signos
Como parte de ese universo creado por el ser humano se pueden mencionar la religión, la ciencia, el
arte, la literatura. Se dice que la propia sociedad es creación de la capacidad simbólica humana. “En
el lenguaje, el hombre descubre un poder inusitado, la capacidad de construir un “mundo simbólico”
(Nubiola, 1999, pág. 24).
Según Piaget la función simbólica es una capacidad que desarrollamos los seres humanos y que
radica en poder representar algo, por ejemplo, un objeto, un acontecimiento, un significado
cualquiera, un concepto, etc., por medio de un significante, que solo sirve para esa representación.
Por tal función los humanos podemos aprehender cognitivamente la realidad, representarla,
transformarla, enriquecerla o referirnos a ella.
Es necesario, en este momento, que intentemos precisar qué se entiende por signo. En la
literatura semiótica o semiológica no solo se denomina de diferentes formas lo que aquí
denominamos signo, sino que, también, este término se entiende de maneras diferentes; por
ejemplo Umberto Eco (1981) cita 14 sentidos de signo.
Consideramos que las definiciones presentadas permiten, por una parte, tener una
conceptualización lo suficientemente general, pero al mismo tiempo clara de lo que es el
signo. Importa reiterar que, por una parte, la cosa representada o evocada por el signo puede
ser tanto un objeto material como un objeto conceptual o idea o la propiedad de un objeto, un
sentimiento, etc. Por otra parte, el término alguien alude a cualquier organismo capaz de
utilizar signos, aunque en principio nos referimos con él a los seres humanos.
El signo lingüístico
Como ya apuntábamos en párrafos anteriores, de todos los signos los más importantes son los
signos lingüísticos o signos verbales. Los signos lingüísticos son las que el hablante común y
corriente llama “palabras”. Es decir, que signo lingüístico es el término técnico usado por la
ciencia lingüística.
Ya Saussure decía que la lengua es un sistema de signos solidarios e interdependientes. Estos
signos que la estructuran son los signos lingüísticos o palabras.
Para Saussure el signo lingüístico es una unidad de dos caras -como una moneda o una hoja
de papel-; es decir, una entidad compuesta por dos elementos: el significado y el significante.
Y al igual que la moneda o la hoja de papel no existe sin una de las dos caras, no hay
significado sin significante ni significante sin significado para que exista el signo lingüístico
como tal. El signo lingüístico es la combinación del significado o concepto y del significante
o imagen acústica.
En palabras textuales de Saussure “El signo lingüístico es, pues una entidad psíquica de dos
caras…” (Saussure, 1983, pág. 183). Es decir, que tanto el significado como el significante
son entidades psíquicas. La imagen acústica la entiende como la huella psíquica del sonido
material.
Con lo anterior se quiere decir, que el significante tiene una parte abstracta o psíquica y una
parte material; ya que al igual que cualquier signo debe ser percibido por uno de los sentidos.
Es decir, el significante es la abstracción que de los sonidos de nuestra lengua –o fonemas-
tenemos en nuestra mente/cerebro y el sonido material mismo –sonidos-. Por ejemplo: silla,
cuaderno, religión, patriotismo, etc. y las abstracciones que en nuestro cerebro tenemos de
estos grafemas o letras y de los sonidos que representan esto grafemas.
SIGNO LINGÜÍSTICO
LENGUA EXPRESIÓN CONTENIDO
SIGNO SIGNIFICANTE SIGNIFICADO
LINGÜÍSTICO
SUSTANCIA FORMA FORMA SUSTANCIA
SONIDOS FONEMA/ Significado/ Realidad empírica
ESTRUCTURA MATERIALES/ Imagen concepto o
DEL SIGNO producidos con acústica cultural/universales
el aparado lingüísticos
fonador.
ELEMENTOS DEL HABLA LENGUA LENGUA
LENGUAJE
NIVELES FONÉTICA FONOLOGÍA SEMÁNTICA
ESTRUCTURALES MORFOLOGÍ
DE LA LENGUA A
SINTAXIS
Precisamente por esto es que Saussure dice que la lengua es forma no sustancia. Por otra
parte, para Saussure, “Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre, sino un
concepto y una imagen acústica” (Saussure, 1983). Queda claro, pues, que el significado no
son los objetos de la realidad, sino la abstracción que de ellos tenemos en la mente/cerebro.
Si bien Saussure centró sus planteamientos en torno al signo lingüístico y lo concibió como
una relación diádica, que se establece entre el significado y el significante, tal como se
observa en las explicaciones de arriba; en la actualidad, desde la semiótica se concibe, más
bien, una relación triádica. Saussure excluye de su definición de signo tanto el objeto, la
realidad, como la parte material del significante.
La línea que une el significado con el referente, también es continua; establecen una relación
directa; ya que el significado o concepto no es más que la abstracción que tenemos del
referente u objetos de la realidad. Esta capacidad de convertir en conceptos las cosas
concretas que nos brinda el lenguaje nos simplifica el conocimiento del mundo.
El proceso de la comunicación
La comunicación humana o interacción semiótica está ligada a la capacidad de producir e
interpretar signos lingüísticos de una determinada lengua, gestos, imágenes, marcas, etc.,
como signos de otras realidades, acerca de las cuales un interlocutor quiere llamar la
atención. Esto significa que este proceso se realiza no sólo por medio de signos lingüísticos,
sino también por otros medios de comunicación, auxiliares o sustitutos en relación con los
signos de una lengua. Asimismo, es un proceso por el cual se transmite información, que
quita el desconocimiento acerca de una realidad o referencia.
Tres elementos básicos establece la teoría lingüística como necesarios para que se dé una
interacción semiótica. Estos elementos controlan o regulan el funcionamiento del proceso de
la comunicación.
Ilustración por Berty Chirinos
Si bien el emisor, el receptor y el mensaje son los tres elementos básicos para que se dé la
comunicación social, no son los únicos. Cada componente del proceso cumple una función o
conducta específica para que se dé la interacción semiótica. Veamos cuál es la conducta o
función de cada uno de los componentes:
Muchas veces solo se manifiesta el primero de los dos aspectos; por ejemplo cuando el
código lingüístico no es el mismo que maneja el receptor. O cuando, aún usando signos de la
misma lengua no es del mismo nivel lingüístico.
Supongamos que usted se encuentra en un parque y se le acerca una persona y emite esta
secuencia de signos: Wie spät ist es? (¿Qué hora es? En alemán) Se produce la situación
siguiente: el emisor manifiesta voluntad de querer decir algo, pero no logra transmitir un
mensaje determinado a través de los signos usados. Por su parte, el receptor se da cuenta de la
intención del emisor, pero no comprende el mensaje que quiso transmitirle.
En realidad todas las cosas que el ser humano ha inventado para su preservación informan,
aunque no constituyan signos de un código y así se convierten en instrumentos comunicativos
o indicios. La sociedad tiene tipos de información por medio de las cosas que la conforman.
Por ejemplo, el tipo o diseño de una casa informa acerca de la condición económica de la que
goza su dueño; la calidad de las prendas de vestir indican la precedencia social de las
personas; ocurre lo mismo con las comidas, que informan acerca de la procedencia u origen
de los individuos, etc.
El acto sémico o acto comunicativo es posible porque los copartícipes (emisor y receptor) del
proceso pueden codificar una situación real tal y como la viven en un momento determinado,
o sea, pueden comunicar socialmente los pensamientos acerca de la realidad, como también
las experiencias emocionales, estéticas, volitivas, etc.
Al decir que pueden codificar la realidad o referencia, debe entenderse que emisores y
receptores pueden traducir un objeto, una experiencia, una idea, un sentimiento, etc. a través
de los signos que estructuran un código específico. Es decir, que no se habla de las cosas con
las cosas mismas, se comunica haciendo uso de los signos. No obstante, la forma en que
emisores y receptores codifican la realidad no es la misma. Son dos diferentes maneras de
codificación:
EMISOR RECEPTOR
1. Selecciona un referente. 1. Identifica o reconoce el signo.
2. Encodifica o elabora el 2. Percibe el mensaje.
mensaje. 3. Decodifica, es decir, interpreta el mensaje.
3. Selecciona el canal. 4. Retroalimenta o reacciona ante el mensaje
4. Emite el mensaje. recibido.
Comunicación literaria
Entenderemos aquí literatura en un sentido muy amplio: todo lo impreso. Es decir, haremos
una aproximación, en este momento, a la comunicación que se da a través de la escritura.
De igual manera, el lector decodificará el mensaje en otras circunstancias:
Como toda actividad la comunicación es un proceso que se realiza mediante las siguientes
etapas:
1. Motivación
Toda acción humana está originada por necesidades biológicas, psicosociales,
cognitivas, afectivas, etc., que nos lleva a comprometernos en un proceso social de
interacción. Este puede ser informar, pedir, explicar, persuadir, agradecer, etc.
2. Planificación
Se hace a partir de las interrogantes: ¿qué?, ¿a quién?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?,
¿por qué? y ¿para qué?
3. Realización
Es el momento cuando, utilizando los signos lingüísticos y llevando a cabo distintas
acciones y operaciones elaboramos y emitimos el mensaje.
La docente responde: _”Puede ser pasado mañana a las 11 de la mañana, que es la hora
asignada para la asesoría de esta sección. Mañana no puedo, pues, otra persona ya tiene
cita.”
Denotación y Connotación
Al momento determinado de usar (de forma oral o de forma escrita) nuestra lengua, los
signos lingüísticos pueden adquirir dos valores semánticos: denotativo o connotativo. Estos
dos valores se oponen como tal, pero en su uso cotidiano regularmente se complementan.
La edición electrónica del Diccionario de la Real Academia Española (Española, 2001)
establece que la denotación es la acción y efecto de indicar, anunciar o significar. Desde la
lingüística la denotación es el significado objetivo de las palabras; se opone a la connotación.
O como se explica en el Diccionario de Lingüística (Pottier, s/f, pág. 67) denotación es el
lenguaje en estado “bruto”, banal, sin una especial sobrecarga (ideológica o afectiva)”.
Así, pues, el denotativo es el significado primario y objetivo de los signos lingüísticos; es el
significado que encontramos en los diccionarios; el que comparten todos los hablantes que
usan ese signo. Las palabras adquieren este valor cuando las usamos con su significado
directo y preciso. Cuando indican al referente.
1. Asno: animal solípedo, como de metro y medio de altura, de color, por lo común,
ceniciento, con las orejas largas y la extremidad de la cola poblada de cerdas. Es muy
sufrido y se le emplea como caballería y como bestia de carga y a veces también de
tiro.
(Española, 2001)
2. Platero
Platero es pequeño, peludo, suave: tan blando por fuera, que se diría todo de algodón,
que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos
escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas
apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… lo llamo dulcemente: “¿Platero?”, y
viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo
ideal…
(Jiménez, 1980)
1. Pobre: “adj. Necesitado, que no tiene lo necesario para vivir.” (Diccionario de la Real
Académia Española, 2001).
3. Los pobres
Seguramente
ven en los amaneceres
múltiples edificios
donde ellos
quisieran habitar con sus hijos.
Pueden
llevar en hombros
el féretro de una estrella.
Pueden
destruir el aire como aves furiosas,
nublar el sol.
Por eso
es imposible olvidarlos.
(Sosa, s/a)
Es así que la lectura de todo texto literario o no literario se da en estos dos niveles. Un mismo
elemento de contenido puede expresarse denotativa o connotativamente, como se puede
apreciar en los ejemplos anteriores: el mismo tema (el asno o burro en el primer caso, y
pobre, en el segundo) pero expresado en diferentes niveles.