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Rubert de Ventós, Xavier - Por Qué Filosofía PDF
Rubert de Ventós, Xavier - Por Qué Filosofía PDF
escuela, para que ... como un rectangulo al que se han cortado los la-
dos superiores, o como un cuadro colgado en la
E.ste es el momento en que los mayores no sa- pared, o como ... »
bemos ya qué contestar y apelamos a la auto-
ridad: Con ~oque, en lugar de aceptar y dar por buena
la cuestIón, el muchacho denunciaba que la pre-
gunta presuponía e imponía ya cierto tipo de res-
puesta.
Pero son precisamente estas preguntas tontas
las que no deja de hacerse el filósofo toda su Pero a menudo no es sólo el interlocutor sino
vida. Y en este sentido tendría razón quien dijera nuestra ~ropia tentación de ver claro, la qu~ nos
que son filósofos las personas que no han sabido lleva a SItuar los problemas, a definir los acon-
asumir ni superar la crisis de la adolescencia. tecimientos y a poner las preguntas allí donde
~Pues hay una cosa que los niños intuyen y que quisiéramos que estuvieran, para no tenemos de
los filósofos saben: que toda pregunta llevada un veras, que cuestionar. Recortamos así elmu~do
poco más allá de la cuenta no tiene respuesta, a la medida de nuestras necesidades, es decir, a
la medida de los compartimientos mentales o cul- grave es el del paro», y al volver a casa comenta
turales que tenemos ya preparados para enten- con su mujer que «hoy no hay manera de encon-
derlo. ¿La inquietud de los adolescentes?: un pro- trar empleadas de hogar». Claro está que estas
blema de identidad o de educación; ¿la crisis eco- dos afirmaciones parecen contradecirse, pero
nómica?: un problema de reconversión industrial nuestro hombre no se inmuta, porque él tiene
o de control monetario; ¿la delincuencia?: un pro- una «mentalidad de oficina» y una «mentalidad
blema policial o judicial ... Pero con eso de pre- doméstica» perfectamente aisladas, claras y dis-
tender que el problema está donde puede solucio- tintas. Es el mismo hombre que puede decir a su
narse o cuando menos entenderse, nos portamos mujer: «Mira, el problema más grave que tene-
un p~co como aquel borracho del chiste que bus- mos hoyes el de la mentalidad autoritaria ... ¡Y no
caba algo bajo un farol: se hable más del asunto!» Lo que este hombre
piensa y lo que le ocurre, o lo que sabe y lo que
«" 'Qué busca usted?", le pregunta un peatón. hace, son compartimientos totalmente estancos.
é
»" Es •
que he perdido cmco d uros,"d' Ice e1b0-
Para él, una cosa es leer y otra recordar; una seno
rracho. tir y otra experimentar. Y así podrá pasarse la
»"¿Y los ha perdido usted aquí?" vida: «teniendo principios», «hablando como un
»"No --contesta-, no los he perdido aquí, pero libro)), «comportándose como un señor», «hacien.
es que sólo aquí hay luz suficiente para buscar- do carrera» o «teniendo ideas al respecto».
los ... "» Filosofar, por el contrario, es llegar a poner
en contacto lo que sabemos con lo que sentimos,
Con frecuencia actuamos todos así, como el bo- lo que pensamos con lo que hacemos; es descon.
rracho, queriendo hacemos la ilusión de que el fiar de las explicaciones que satisfacen; arries-
problema está donde nosotros lo podemos con- garse a menudo a ver más, o menos, de lo que
trolar. Pero lo que la perplejidad filosófica puede quisiéramos ver. Menos, en todo caso, de lo que
enseñamos es que a menudo el problema está podríamos ver si osáramos prescindir de la segu-
donde no se deja captar ni manipular. O que está, ridad y la claridad que nos proporcionan cada
por lo menos, fuera de esos ámbitos de nuestra uno de estos ámbitos de experiencia por separa-
experiencia -la «cuestión» económica, la «cues· do. «Cualquier oficio se vuelve poesía -escribió
tión» sentimental, la «cuestión» profesional, et- Eugeni d'Ors- cuando el trabajador entrega a él
cétera- que nos resistimos a olvidar y, más aún, su vida, cuando no permite que ésta se parta en
a mezclar. dos mitades: una, para el ideal, y la otra, para el
y esto nos ocurre no sólo al teorizar. También menester cotidiano.» También es así cómo cual.
en la vida práctica nos resistimos a mezclar nues- quier pensamiento se vuelve filosofía.
tras experiencias. Es el caso del economista que Hasta aquí hemos tratado de explicar de dón-
llega a su oficina y dice: «El problema actual más de provenía nuestra obsesión por ver más claro
de la cuenta, y cómo la filosofía comenzaba a 2. DESDE LA PERCEPCIÓN
encontrar problemático lo que para los otros era Y LAS IMAGENES
evidente, claro y transparente. Con ello empeza-
mos a descubrir un hecho inesperado: que a me-
,nudo el afán de certeza y la búsqueda de la ver-i
~dad se excluyen. A continuación veremos de qué
medios nos servimos para hacernos esta idea tan
clara de las cosas que nos posibilita no atender
de verdad a ellas mientras nos construimos, ina-
sequibles al desconcierto, una sólida ignorancia Decíamos que la voluntad o la necesidad de
ilustrada. ver claro era una actitud más primitiva o neuró-
tica que intelectual o teórica. Y añadíamos que la
filosofía ha de comenzar por ver un poco más
oscuro aquello que de antemano todo el mundo
ve claro -demasiado claro, de hecho, para que
no sea sospechoso. Hay que reconocer, con todo,
que hoy todos somos algo más filósofos que hace
unos años, y que seguramente las crisis vividas
nos han ayudado u obligado a este cambio.
Desde la crisis cultural de los años sesenta, la
crisis económica de los setenta y la política de
los ochenta, no nos ha quedado otro remedio que
comenzar a hacemos preguntas más radicales. An-
tes nos preguntábamos, por ejemplo, ««cómo»ha-
cer la revolución u ordenar la economía, organi.
zar el Estado o reformar la Universidad. Hoy ya
no nos preguntamos sólo cómo se hacen estas co-
sas (como si supiéramos ya de qué tratan) sino
que, mucho más radicales, nos preguntamos qué
caramba son: «qué» es el Progreso, «qué» es la
Universidad, etc. Cuando menos, la crisis nos ha-
brá servido para subir el techo de nuestras pre-
guntas, para elevar el tono de nuestras perpleji-
dades.
••• Pero no adelantemos acontecimientos. Lo que
Imagen Imagen
Palabras Palabras
reproducida reproducida
Imagen oMas por el oídas por el
por el grupo por el grupo
grupo A grupo B
A B
Diamante
lQ] Cortinas en
una ventana (Oj en un
rectángulo
@] y si, además, todos los que le escuchan asienten,
el pobre desgraciado que ve que un par de ellas
O Botella {J Estribo
Ó
son más largas acabará pensando que se equivoca
y -adecuando así su percepción misma al .engaño
( Luna
creciente
<L Letra .C.
ee generalizado. ¡Atanto llega el poder de lo con-sen-
tido sobre el mismo buen-sentido!
Hemos apuntado cómo lo que sabemos, espe-
-O Colmena
ti Sombrero t:D:, ramos u oímos puede deformar lo que vemos efec-
tivamente. Pero esta deformación puede proceder
también de nuestra propia estructura psicológica.
Este experimento muestra cómo lo que hemos La psique humana ha desarrollado ciertas Gestal-
oído decir se mezcla inextricablemente con lo que ten o «formas preferenciales», es decir, formas cla-
vemos. Pero otras veces es aun lo que creemos, o ras, precisas y conocidas que resultan «cómodas»
16que queremos ver, aquello que nos impide iden- y-.hacia las cuales tendemos a reconducir las que
tificar o valorar justamente las cosas que tenemos se les parecen:
00
Estas figuras, claro está, no acaban de ser ni
un círculo ni un cuadrado (la redonda no tiene el
mismo radio en todo su perímetro, al cuadrado
, le falta un trozo), pero es más fácil y consistente
verlas como un círculo o como un cuadrado: «pre-
ferimos» verlas así. Lo preferimos, entre otras co-
sas, por razones de estabilidad o, como decía
Freud, de «economía psíquica». Y fue precisamen-
te el olvido de esta «economía» lo que costó mu-
cho tiempo y dinero a la RTF cuando construyó Pues bien, los técnicos en productividad com-
su nueva «Maison de la Radio» en París, y tam- probaron que en estas nuevas oficinas la gente
bién lo que sin duda ha provocado más de un in- trabajaba o rendía mucho menos que antes. Y a
farto a los parlamentarios europeos en el Palacio alguien se le ocurrió que podía deberse a que los
de Europa de Estrasburgo, obra del mismo ar- empleados gastaban buena parte de su energía en
quitecto. El problema en la Casa de la Radio fue «querer ver» aquella habitación como rectangular
el siguiente: puesto que el «original» diseño -ver A como B- para estar en ella más cómodos
del edificio era redondo, las oficinas no podían y seguros.
ser rectangulares, sino que resultaban trapezoi-
dales:
o I
,
I
I
I •
I
I
I
A B
D
El esclavo -como en general los interlocuto-
de Sócrates- cree que el problema es sencillo
pero comprobaremos, frustrados, que siempre nos y que lo solucionará en un santiamén. Pero los
queda un punto descolgado. Ahora bien, lo que frustrados se suceden. Seguramente em-
nos estará bloqueando la solución será una y otra por dibujar una forma así
vez el propio planteamiento o el intento de solu-
ción iniciado. Para resolver con éxito el problema,
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0
será preciso reconocer que hemos «entrado» mal
en él: que hemos presupuesto que el trazo no po- "" I
I
día salir del área que cubrían los puntitos. Pero I
11
eso nadie nos lo había exigido; habíamos sido no- --
~
con lo que la superficie es doble, en efecto, pero 'f de buscarla: reculer pour mieux sauter, como di.
no se trata ya de un cuadrado sino de un rectán· cen los franceses, o rezar un padrenuestro, como
gulo. Y luego algo así aconsejaban, más corifesionales pero no menos
I
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I
,
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tegia es la del gorrión de la fábula de Esopo, reto.
maclapor el mismo De Bono. El pajarito, agarrado
al borde de la jarra, quería beber de su conte·
nido. Pero como el nivel del agua era muy bajo,
íel animalito tenía que bajar más y más la cabeza
de manera que es un cuadrado, pero no hay me· ,para alcanzarlo con su pico, y ya estaba a punto
dio de saber si es doble más que midiéndolo. de resbalar y acabar ahogándose en el agua...
Sócrates espera a que el esclavo se sienta pero 1 cuando se le ocurrió la idea de no seguir haciendo
plejo y descorazonado para indicarle entonces que ,más o mejor, lo que ya hacía, sino todo lo con~
la solución la tiene en la propia figura... por poco ~trario. En vez de bajar el pico al agua, voló a bus.
que sepa darle a su visión de la misma un giro 'car piedrecitas que fue arrojando dentro de la
de 90 grados. El cuadrado doble, en efecto, es el ,ljarra, hasta que el nivel del agua subió a la altura
que tiene por lado la diagonal del sencillo. ,de su pico. Este mismo principio es el que sirve
,en los laboratorios de etología para medir la in.
iteligencia de los chimpancés o de las ratas. Se
'trata de comprobar su capacidad para dejar de
:darse con la cabeza contra el cristal que les separa
?de la comida y buscar en cambio un camino o
,l,todeo que, de momento, los aleja del estímulo
;'?~ro que, de hecho, les ha de permitir acceder
;1:i,másfácilmente a él.
'i~¡A'i~'
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,:;,:":'1;::':( ,:~
",1,,1, E ~o rat6n
l. Nescere audere .
1. De la importancia de no vedo claro
2. Desde la percepción y las imágenes .
3. .Entre el ienpje y las frases hechas .
4. Hacia la mol'al y la filosofía