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toxicocinética

La Toxicocinética estudia el proceso que sufre un tóxico desde el ingreso a un organismo


hasta su eliminación. Dada la exposición, la sustancia genera toxicidad siempre y cuando
supere las estrategias de protección a los tejidos diana (inmovilización, inactivación y
eliminación), que el organismo le presenta (Peña et al., 2001). Este proceso ha sido
dividido en cuatro etapas principales: Absorción, Distribución, Metabolismo y Excreción,
por lo que es conocido como ADME.

Absorción:

Es la etapa inicial, el paso del exterior a la circulación dentro del organismo. El tóxico debe
traspasar en ésta etapa las barreras y membranas biológicas, lo cual realiza a través de
mecanismos de transporte como:

 Difusión simple, para moléculas polares de bajo peso, preferiblemente hidrófobas, que
depende del gradiente positivo entre el medio contaminado y la sangre (o sistema
circulatorio del organismo).

 La Difusión facilitada, en la cual se requieren de proteínas especializadas para


transportar moléculas hidrofílicas.

 Transporte Activo, en el que las proteínas transportan solutos de alto peso molecular en
contra del gradiente de concentración, consumiendo energía (Curtis y Barnes, 2000).
Figura 5. Tipos de transporte en la membrana celular.
a
Fuente: Curtis, H & Barnes, N.S. (2000). Biología (6 Ed.). Buenos Aires: Editorial Medica Panamericana.

Los tejidos que recubren el tracto gastrointestinal y el aparato respiratorio, así como la
piel, son las superficies más comunes de absorción, dado que estas son las principales vías
de exposición. Estos tejidos además de estar particularmente expuestos a tóxicos, son
aquellos responsables del intercambio de sustancias vitales para el organismo, siendo
eficientes en este proceso, gracias a su alta irrigación sanguínea, al aumento en la
superficie de absorción (ej. Vellosidades del intestino), al bajo espesor de la membrana
(ej. Los alvéolos pulmonares) y a un periodo prolongado de exposición (O’ Flaherty, 2000;
Peña et al., 2001).

Dentro de los mecanismos de protección o defensa contra la absorción de contaminantes


desarrollados por estos tejidos encontramos:

 Para el tracto gastrointestinal: pH bajo, degradación y/o transformación por la actividad


enzimática y microbiana (flora intestinal).

 En el aparato respiratorio: Filtrado de los vellos nasales, expulsión física (estornudo),


producción de moco nasal.

 En la piel: Baja permeabilidad, disposición de varias capas, baja irrigación sanguínea en


las capas externas, ausencia de transporte activo.
Distribución:

En ésta etapa el tóxico deja de estar en el sistema circulatorio para pasar a ubicarse en
otros tejidos y órganos del cuerpo. Los compartimentos de destino pueden ser órganos de
almacenamiento o el blanco del tóxico.

Algunos contaminantes tienen afinidad por ciertos tejidos, lo cual influye en su


distribución, como es el caso de los hidrocarburos aromáticos policíclicos y su
especificidad hacia la melanina del ojo, o de algunos metales que se fijan a las proteínas
hepáticas para posteriormente depositarse en huesos y dientes, otros ejemplos citados
por Vallejo (1997) se observan en la Tabla 3.

Los mecanismos de defensa en esta fase, que logran proteger a órganos más susceptibles
e importantes del cuerpo, están dados por la acumulación en órganos especializados y por
la existencia de membranas o barreras de exclusión que impiden la entrada del tóxico.

Teniendo en cuenta las propiedades físicas y químicas antes mencionadas, el


contaminante puede estar almacenado temporalmente o ser rápidamente eliminado
(Landis & Yu, 2003). Los órganos de depósito son principalmente los pulmones, los
riñones, el hígado, el tejido óseo y el adiposo. En el caso de los riñones y el hígado, debido
al predominante mecanismo de transporte activo y su alta irrigación, se favorece la
tendencia a la acumulación del tóxico y por ende su susceptibilidad a una intoxicación.

En el tejido adiposo pueden quedar atrapados contaminantes hidrofóbicos, no obstante


esta acumulación no es permanente y permite que el tóxico vuelva a circular en el cuerpo,
ligado a los lípidos que se movilizan en la sangre, producto de una actividad prolongada
del organismo. En el tejido óseo específicamente, se tiene el depósito de potasio y el sitio
de acción de los fluoruros (Peña et al., 2001).

Como ejemplo de las barreras de exclusión, está la barrera cerebro-sangre o BBB (Blood-
Brain Barrier), cuyo mecanismo de protección consiste en una membrana constituida por
células capilares estrechamente unidas que no permiten la difusión pasiva, dada la
ausencia de poros o espacios, una capa adicional de células gliales, y una baja
concentración de proteínas transportadoras de lípidos (Barile, 2008).
Nota. Fuente: Vallejo, M. (1997). Toxicología ambiental: Fuentes, cinética y efectos de los contaminantes. Bogotá: Fondo
Nacional Universitario.

Metabolismo:

Es el conjunto de biotransformaciones que sufre el tóxico dentro del organismo, que


tienen por objetivo reducir su efecto (detoxificación) y pasar de un complejo liposoluble a
uno hidrosoluble, facilitando su eliminación. Esta etapa está dada por lo general, pero no
exclusivamente, en el hígado (Vallejo, 1997) y es mediada en su totalidad por enzimas. La
biotransformación de los contaminantes se divide en dos fases (Landis & Yu, 2003):

 Fase I: Se caracteriza por la introducción de un grupo polar (hidrofílico) al contaminante,


a través de reacciones de oxidación, reducción o hidrólisis, obteniendo un metabolito
primario.

 Fase II: Son reacciones de conjugación, en las que el metabolito primario, producido en
la Fase I, es combinado con sustancias endógenas para formar un complejo más
hidrosoluble. Los sustratos endógenos utilizados en la conjugación son el ácido
glucorónico (gluconidación), ácido sulfúrico (sulfatación) y el glutatión.

Es importante decir que algunos contaminantes durante las fases de biotransformación


pasan a su forma activa (bioactivación), o logran vencer las defensas del organismo,
generando una respuesta tóxica.

Excreción:
Etapa final del proceso en la que el contaminante es expulsado del organismo. El tóxico
puede ser eliminado en su forma original o como el metabolito resultante de las fases de
biotransformación (Barile, 2008).

La excreción se da por:

 La orina: Los riñones son el órgano más importante en la eliminación de tóxicos, puesto
que remueven los contaminantes de la sangre. La excreción por este medio es
posible gracias al bajo pH de la orina y al aumento de la solubilidad en agua del
tóxico, producto del metabolismo.

 Heces: Los tóxicos transformados en el hígado, los no absorbidos, los acumulados en la


flora intestinal y los que pasan por difusión pasiva de la sangre al intestino, son
eliminados a través de la materia fecal.

 Vía pulmonar: Algunos gases y líquidos volátiles son expulsados por difusión simple a
través de la exhalación, su eliminación por este medio es inversa a la solubilidad de
estos en la sangre, así por ejemplo el dióxido de etileno al ser poco soluble en la
sangre es fácilmente exhalado, contrario al cloroformo y al etanol.

 Secreciones de la glándula mamaria: La leche producida durante la época de lactancia es


una sustancia acuosa con un elevado componente lipídico, lo que conlleva al
paso sin mayor restricción de cualquier sustancia tanto hidrofílica como hidrofóbica
a la leche, constituyéndose en un factor de riesgo para los consumidores de la
misma.

 Otras secreciones: Las lágrimas, la saliva, el sudor y los folículos del cabello, son otros
mecanismos de eliminación de contaminantes.

En plantas la toxicocinética es similar, dada la exposición a un contaminante atmosférico,


el ingreso del mismo al organismo vegetal está determinado inicialmente por la forma,
orientación y características de la epidermis de las hojas. La siguiente barrera está
mediada por el aparato estomático (Abertura de la epidermis de las hojas y tallos, rodeada
de células oclusivas que regulan el intercambio gaseoso).

Una vez el tóxico entra a la hoja se desplaza por el espacio intercelular donde puede
permanecer en su forma original o cambiar a un estado de mayor actividad, si el tóxico
entra a las células puede ser acumulado, en tejidos como el parénquima, o causar daños
directamente en las membranas, enzimas y organelos de las células, alterando procesos
tan importantes como el de la fotosíntesis. No obstante, la planta a través de sustancias
endógenas, como el ascorbato, logra neutralizar algunos contaminantes. La excreción
puede darse por el aparato estomático y/o por medio de secreciones (Landis & Yu, 2003).
Las etapas y el proceso ADME son análogos en un ecosistema, tomando a éste como un
organismo. El contaminante puede llegar a un ecosistema por medio del aire y/o las
descargas de desechos domésticos e industriales a los cuerpos de agua. Una vez se da la
exposición, el tóxico puede distribuirse libremente a través de los compartimientos del
ecosistema (aire, agua, suelo, flora, fauna) y ser secuestrado por alguno de estos (ej.
Suelos arcillosos), retrasando así sus efectos (Woolley, 2003). De las características del
contaminante, del medio en el que se encuentra y de la magnitud de la exposición,
depende la expansión, permanencia o fácil eliminación del mismo.

Figura 6. Ruta de Absorción, Distribución, Metabolismo y Excreción en Vertebrados.


Fuente: Landis, W. G & Yu M. (2003). Introduction to environmental toxicology: Impacts of chemicals upon ecological
a
systems (3 Ed.). Florida: Lewis Publishers.
Figura 7. Estructura de la hoja.
a
Fuente: Curtis, H & Barnes, N.S. (2000). Biología (6 Ed.). Buenos Aires: Editorial Medica Panamericana

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