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El Folclor y Su Falsa Evolución 2
El Folclor y Su Falsa Evolución 2
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Escribe: Luciano Revoredo.- La concepción del folclor como algo vivo admite que en el devenir
del tiempo este vaya incorporando algunos elementos y también evolucionando en algunos
aspectos. Sin embargo el criterio de esta “evolución” no puede ni debe ser el comercial, ni el
simplemente estético.
El folclor abarca las tradiciones, formas de actuar y conocimiento popular que compone a la
identidad de una comunidad, tiene que ver con el modo de ser de un pueblo. Lo que lo
identifica como unidad de tradición y destino.
Cuando hablamos de folclor en relación a la danza, nos referimos al hecho cultural mismo de la
práctica de esa danza en su contexto cultural y toponímico. Cuando la llevamos a un escenario
automáticamente deja de ser folclor en su estado puro y se convierte en la proyección estética
del mismo. Por ejemplo una danza agrícola que se ejecuta para determinada cosecha en
alguna parte de la serranía del Perú, cuando es ejecutada en un escenario de Lima. Ya pasó por
el tamiz del coreógrafo, se le hizo un montaje para ser apreciada en un escenario, etc. Ya no es
folclor en el sentido estricto del término sino proyección.
La Marinera es el baile nacional del Perú, esto debido a que se le baila en todo el país con
características e influencias de cada lugar, así es que tenemos la Marinera Limeña, que es la
original y que viajando por el Perú va adaptándose a cada lugar y dando inicio a la Marinera
Arequipeña, a la Puneña, la Ayacuchana y también a la Norteña. Siendo esta última también
notablemente influenciada por el Tondero.
Lo más lamentable es cuando esa creatividad desbocada nos lleva a buscar el aplauso fácil
destruyendo la esencia misma del baile, es decir su condición de baile de pareja. Esto llega a su
máxima distorsión cuando se ve bailando por ejemplo hombres solos. Es el caso de un reciente
invento llamado Zapateo Trujillano, especie de contrapunto en que bailarines hombres
ejecutan zapateos de Marinera Norteña solos y en contrapunto, acompañados de un cajón.
Lamentablemente su espectacularidad llama al aplauso cómodo de un público ávido de
tradición y que sin saberlo rubrica con sus vítores el deceso de una gran tradición y la
destrucción del folclor.