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Palabras claves
Mal, mal físico, mal moral, perfección, felicidad, orden del mundo,
libertad, maniqueísmo, privación.
Abstract
Keywords
Evil, physical evil, moral evil, perfection, happiness, arder of the world,
freedom, manicheism, deprivation.
Presentación
Está recogido, en dos entregas, en una revista interna del Estudiantado Franciscano de Filosofía y
de Bogotá, pro manuscrito, y nunca publicado hasta hoy. La Revista se llama Renovación. Volúmenes
XIII. Se encuentra en el Archivo Provincial Franciscano, de la Provincia de la Santa Fe, Bogotá. Calle 16
7-35.
Citado por SERTILLANGES, O. p.. A. D. El Problema del Mal. Madrid: EPESA, 1951, p. 10.
"... nos hiciste para Vos, Señor, e inquieto estará nuestro corazón mientras
no descanse en VOS"4.
Pero es claro que no se da un dolor subsistente en sí mismo: primero
tengo yo que existir para darme cuenta de que existo como enfermo, o sea,
para ser consciente de que siento dolor; pues siempre será un ser, algo,
que según las palabras del Génesis (1,31), "es bueno", el que experimente
el sufrimiento, o sienta, o quiera o piense: nadie conoce un dolor puro, ni
un sentimiento puro ni un querer o pensamiento pllros 5 • No puede
tendencias, sentimientos, voliciones o pensamientos aislados dada
potencia, así como éstas no pueden separarse de sus respectivos órganos
materiales o espirituales (si puede hablarse de.órganos espirituales) ni
éstos de sus respectivos organismos para los que están ordenados.
Esto, por lo que se refiere al mal materialfísico: igual cosa pueda de-
cirse del mal formal en las acciones: carencia de rectitud.
Yen aquel "ordenados" del penúltimo párrafo hallamos otra palabra
clave para interpretar al problema del dolor: el dolor y el mal sólo pueden
existir en lo finito y lo creado, según aquel axioma presentado por Escoto:
"Quod non est finitum, non est effectum//6 , en donde finitum yeffectum
se entienden como el término de una causa eficiente que per se intenta
una cosa, dependiendo ésta en su contenido ontológico de aquella; y en
ese intentar o dirigir u ordenar puede entenderse todo lo intentado o sólo
una parte. En nuestro caso del dolor se entenderían las partes del todo o
las notas de una naturaleza que están ordenadas al todo esencialmente;
caso en el cual, al perderse o arrebatarse al todo por cualquier agente
externo o interno aquella parte, ese todo quedará clamando por lo que es
elemento esencial de su naturaleza; ya su turno, la parte estará clamando
por el todo.
4 Confessiones I, 1, 1. Nota: todas las citas de San Agustín, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. (Hay va-
rias ediciones y fechas: 1958... 1993... ).
5 "Los bienes pueden existir solos en alguna parte, pero los males en sí solos, nunca". SAN AGUSTÍN. De
Civitate Dei XII, 3.
6 Cl. scoruS. De Primo Principio, Cap. II. In: Opera Omnia. Civitas Vaticana, 1950, p. 12-14.
ras IIQuod non dependet a priori, nec dependet a posteriori" et ultra: Quod
non est causatum causae prioris, nec posterioris, quia posterior in causan-
ero do dependet a priore causante"7. La dificultad se soluciona teniendo en
ea, cuenta que esta causalidad de la causa primera en la segunda no destruye
go, la libertad de ésta; problema éste del que nos ocuparemos al final. Aquí
o.te sólo digamos que por voluntad de Dios, por la cual fueron hechas todas
, ni las cosas, y más próximamente, por Cristo, las cosas están ordenadas a la
Jer perfección, o sea a la integridad, de su naturaleza tanto física como moral,
su lo que en último término viene a coincidir en la dirección u ordenación
lOS
esencial de todo el ser a su plena perfección posible como criatura. Y si
ni es voluntad de Dios la perfección de sus criaturas y ese fue su deseo ini-
cial, mal puede provenir el mal, de Dios, ya que Dios de ninguna manera
1e- puede contradecirse.
El mayor placer de Dios al haber creado fue contemplar y ver que
lra "todo era bueno" (Génesis 1,31); esto es, que todo gozaba de la aptitud
en para "hacerse conforme a la imagen de su hijo", según las admirables
to: palabras de San Pablo (Romanos 8,29), extendidas por nosotros a toda la
1m
Creación. Pero el máximo placer de Dios, el máximo deleite que pueda
Lta
otorgar el dar y darse, lo tuvo Dios cuando dijo al hombre por boca de
en
>10
Ezequiel: "Juro que no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta
la y viva" Ezequiel 18,23).
te; Porque en el primer caso, Dios estaba satisfecho de hacer su volun-
lte tad, de haber perfeccionado su obra; había experimentado el gozo de la
es sabiduría. Pero en el segundo caso, al haber realizado el hombre una obra
:lo tan única y personal, que con razón pudo llamar "suya", Y que, aunque
indignado, hizo asombrar a Dios, éste experimentaba el gozo inefable de
la misericordia y la generosidad.
7 íDEM, Ibídem.
El mal y la libertad
9 Como es sabido, son numerosos los buenos tratados de la filosofía neoescolástica, en sus dos vertientes
las Escuelas Tomista (a veces Suarizta, en varias tesis) o Franciscana. Me permito remitir a DONAT.
Joseph (Professor in Universitate Oenipontana). Summa philosophiae Christianae. Por ejemplo, Ont,~log.ia.
Editio 4." et 5.° aliquantum immutata. Oeniponte (Innsbruck). Typis et Sumptibus Feliciani Rauch, 1921.
lo referente al mal, p. 121-131; por la Escuela Tomista, en general; ya VAN DE WC)ES,TYINE,
ZACHARIAM. Cursus Philosophicus: in breve collectus (Scholae Franciscanae Aptatus) Tomus 1. Mechliniae,
1921; Tomus n. Mechliniae, 1925; para casi todos los tratados acostumbrados de la Filosofía; por 1<1 L'><:ll"l<1
Franciscana.
~ra "imperativo categórico", nos han dicho qué.es la libertad. Solamente nos
.os la han descrito, pero nadie ha entrado o entrará al fondo del problema de
>ll. la libertad. Aclarar el misterio de la libertad, sería aclarar el de la predes-
en tinación, el de la gracia, el del mérito y el demérito, el de la justicia, de
el los que todos tenemos conciencia, y de los que supieron la mayoría de los
Ire pueblos; pero sin que sepamos a ciencia cierta qué son.
is- Tampoco, entonces, podremos nosotros aquí saber qué es la libertad.
~y
Pero, no obstante, diremos con San Agustín que "el silencio... solamente
se siente no oyendo" y que estas cosas se "las comprende no conociéndo-
la las... "10, porque así como "los delitos ¿quién los conoce?" (Psalmus 18,13),
lal de la misma manera el mérito y una de sus raíces, la libertad, ¿quién los
:lo comprenderá?
Con lo que hasta aquí hemos dicho creemos que queda claramente
la establecido que el mal formalmente considerado, ya sea física o moralmen-
la te, no es algo positivo; que su caUsa no es Dios; la relación entre el mal, y
en último término, la libertad, con láProvidencia; y cómo se relaciona el
pecado con el orden del mundo. También hemos visto, al mismo tiempo,
que Dios por medio del mal cumple sus fines, aunque no intente el mal en
sí sino que lo utilice y permita: o sea, elproblema de la redención del mal
,y
y del dolor. Esta es, en términos generales, la doctrina que hoy tenemos
d. acerca del problema del mal, y que ha sido tomada de los santos padres.
re
)s y con esto llegamos al máximo exponente de la doctrina cristiana
m sobre el mal: San Agustín, quien sistematizó de una manera definitiva,
la podemos decir, tal doctrina.
re Estando aún San Agustín en el maniqueísmo (el que con los persas,
o.i y aumentando el dualismo, admitía dos principios: uno del bien, Ormuz;
a, y otro del mal, Ahrimán) era con frecuencia impresionado por el dilema
que su amigo Ne- bridio solía proponerle l l , y que podemos resumir en
la estos términos:
de
J.,
!F.
10 De Civitate Dei, XII, 7.
12 BOECIO. De Consolatione Philosophiae. Prólogo y selección de Juan David García Bacca. México: Sec:retal:ía
de Educación Pública, 1945, p. 23.
15 Confessiones XII, 7.
31 No hay mal "metafísico", como sostiene Federico Leibniz: éste sería la negación de la criatura, yya sabemos
que toda criatura es buena (1 Timoteo 4,4; Génesis 1,18) Tampoco existe la nada absoluta, que constituiría el
mal metafísico.
al orden creado, por ser finito. Tampoco parece interpretar muy bien a San
Agustín, Federico Sciacca, cuando le hace establecer un mal metafísic032 ,
por la misma razón aducida de Leibniz. El mal metafísico de Leibniz,
aunque es clara y lógica consecuencia de su sistema de las "mónadas" y
del de la "armonía preestablecida", se basa en una falsa interpretación
de lo creado, si bien se fundamenta en éste y tiene su más íntima raíz en
la tendencia de todo lo creado hacia lo absoluto, según a.quellas palabras
de San Pablo, ya citadas al principio de este escrito: "La creación entera
hasta ahora gime y siente dolores de parto">(Romanos 8,22) o aquellas
otras ya mencionadas de San Agustín "Porque nos hiciste para Vos, Señor,
e inquieto estará nuestro corazón hasta que descanse en VOS"33.
Pero no existe el mal absoluto o metafísico: 10 opuesto a la nada absoluta
es el ser absoluto. O sea: lo opuesto al no-ser absoluto es el ser absoluto.
Pero ¿qué será lo opuesto al no ser relativo, o lo que es lo mismo: al ser
relativo, o sea, a la criatura? ¿Será otro absoluto relativo o lo que se ha
dado en llamar en la filosofía absoluto secundum quid? ¿Esto es, un ser
perfecto en determinada escala y en determinado orden de seres? Parece
que esto fuera lo más razonable y que fuera lo que Dios intenta y quiere
de sus seres creados. Pero entonces, ¿qué sucedería, una vez perfectos los
seres en su respectiva escala? ¿Acaso una quietud absoluta, un "nirvana"
silencioso e inactivo?
Mas, lterminará en eso el constante anhelar de las criaturas? ¿Sus
dolores de parto? Aunque esto sucediera, permanecería el mal metafísico
ya que ningún ser o mónada sería el infinito y todas le entablarían lucha
a ésta y entre ellas mismas. Pero, dejado esto, preguntamos, si ¿no con-
sistirá el culmen de la perfección en el estar, sin perder la individualidad,
constantemente unidos, en el cielo, los sarmientos a la vid? En este estado,
el mundo inferior, asumido en el cuerpo glorioso como en su resumen,
habrá quedado atrás: "Nox praecessit" y ya no habrá "ni clamor, ni luto,
ni dolor" (Apocalipsis 21,4).
Porque el mal no es simple negación. El mal es corrupción; pero sólo
se corrompe lo que existe, y todo lo que existe es bueno, aunque no ab-
32 Cf. SCIACCA, Federico. Historia de la Filosofía. Tradución de Adolfo Muñoz Alonso y Juan José Ruiz
3a. Edición. Barcelona: Luis Miracle, 1959, p. 190-193.
33 Confessiones 1,1,11.
Conclusión
37 ÍDEM, Ibídem.
Cf. TERTULIANO. El Apologético. Traducción de Gonzalo S. Martín Lastra. Santiago de Chile: Ed. Erci-
l1a, 1938, p. 81 Y 156-157; SAN AGUSTíN. De Civitate Dei XVIII, 14 y 37; SAN JUSTINO. Apologia Prima
XLIv.
con la imagen de su Hijo, para que Éste sea el Primogénito entre muchos
hermanos; ya los que predestinó, a esos también llamó, ya los que llamó,
a esos los justificó; ya los que justificó, a esos también los glorificó" (Ro-
manos 8,29-31; Cf. Coloseses 1,13-20). Es decir, que Dios perfeccionó en
nosotros su obra no obstante nuestras maldades y prevaricaciones pues
"donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, para que, como reinó
el pecado por la muerte, así también reine lagraciaporJa justicia para la
vida eterna por Jesucristo nuestro Señor" (Romanos 5,20-21).
Si por la libertad había pecado el hombre, Cristo, por quien fue hecho
el mismo hombre, a imagen de Dios,lédevolvió esa libertad. Por la de-
bilidad de la criatura, su voluntad pudo\inclinarse a las cosas inferiores.
Pero si el hombre haciendo su voluntad faltó a la de Dios, Cristo dice a su
Padre por boca del Salmista: "In capite libriscriptum est de me ut facerem
voluntatem team: Deus meus, volui;eUegem team in medio cordis mei"
(Psalmus 39,11).
y el apóstol San Pablo, como ponderando la impotencia, no sólo de
Israel sino también de todo el universo, al comentar estas palabras, dice:
pero en esos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados, por ser im-
posible que la sangre de los toros y de los machos cabríos borre los pecados.
Por lo cual, entrando en este mundo dice: no quisiste sacrificios ni oblaciones,
pero me has preparado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no
los recibiste. Entonces yo dije: heme aquí que vengo -en el volumen del libro
está escrito de mí- para hacer, Oh Dios, tu voluntad (Hebreos 10,3-7). Así pues,
'como por la transgresión de uno solo llegó la condenación a todos, también por
la justicia de uno solo llega a todos la justificación de la vida' (Romanos 5,18).
La libertad, pues, del hombre que nos perdió, no tiene solución y ex-
plicación sin la de Cristo que nos salvó. Es más aún, ni el mismo hombre
pudiera explicarse sin el que es prototipo o modelo primero esencial
hombre y del universo y cabeza del Cuerpo Místico de la Iglesia (Cf. Colo-
senses 1,18). Sí, por la venida de Cristo al mundo y después por su muerte
y resurrección, la persona humana reconquistó su valor ante Dios y ante
la historia. Jesucristo, Hijo del Padre "que habita en una luz inaccesible"
(1 Timoteo 6,16) vino a manifestarnos y descubrimos el misterio oculto en
Dios desde el principio, que no es otro que el de las personas y libertades
humanas y divinas fundamental, misteriosa y profundamente encerradas
y comprendidas en Dios, en su inefable arcano delaBeatísimaTrinidad,
No se trata de que habiendo sido hechas todas las cosas por el Verbo,
y habiendo el hombre como desnaturalizado su persona, su naturaleza
y su libertad, otra vez se hiciera también por Cristo una completa nueva
creación, como podría pensarse: porque si el pecado es cosecha única y
exclusiva del hombre, pudiera imaginarse que éste desbarató los planes
primeros de Dios que eran hacer todo por el Verbo y para el Verbo. No.
Simplemente "plugo al Padre que en Él (Cristo) habitase toda la plenitud
y por Él reconciliar consigo, pacificando por la Sangre de su Cruz, todas
las cosas, así las de la tierra como las del cielo (Colosenses 1,19-20). Lo
único que hizo el Rey de cielos y tierra fue, pues, pacificar a sus hijos in-
subordinados. De tal suerte, que el hombre que estaba muerto con todas
sus facultades, pudo ahora hacer obras de vida eterna y adquirir méritos
sobrenaturales, no por sí mismo, sinO en cuanto obra e injerta sus meritas
en los de Jesucristo Nuestro Señor.
De aquí que Jesucristo haya reconciliado al hombre con Dios, pero que
éste se reconcilie si voluntariamente quiere, o permanezca en la muerte
también de una manera libre. En esto consiste la verdadera recuperación
y redención del pecado y la auténtica rehabilitación del hombre. Porque
la gracia no destruye sino que perfecciona la libertad; y en este caso
puede permanecer aún la muerte en el mundo y en el hombre, habiendo
ya lucido "esta luz en las tinieblas" ... porque ... "Las tinieblas no la han
recibido" (Johannes Evangelium 1,5-6). Y aunque el Reino de Dios está en
medio de nosotros, muchos siguen preguntando y preguntándose cuándo
llegará (Cf. Lucas Evangelium 17,20-21) porque "desde los días de Juan
el Bautista hasta ahora es entrado por fuerza el reino de los cielos y (sólo)
los violentos lo arrebatan" (Matheus Evangelium 11,12). "Quien (pues)
no renaciere de arriba, no podrá entrar en el Reino de Dios" (Johannes
Evangelium 3,3).
Por la gracia de Dios, pues, somos lo que somos (Cf. 1 Corintios 15,10).
Los paganos fueron "infelices" porque no llegaron ano quisieron llegar,
según ya hemos probado, al verdadero servicio de Dios y a la esperanza
cierta de la resurrección de los muertos.
Si los cristianos tuviéramos la esperaIlzapuesta en Cristo mirando
a esta vida, seriamos los más infelices delóshornbres (1 Corintios 15,19);
más infelices aún que los paganos, que Ilo se mortificaron a sí mismos por
amor a esta esperanza.
"Pero no: Cristo ha resucitado de entre los muertos, como primicia
de los que mueren ... pues preciso es que Él reine hasta poner a todos
sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo reducido a la nada será
la muerte" (1 Corintios 15,20 y 25-26). y "todos seremos inmutados. En
un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al último toque de la trompeta
-pues tocará la trompeta-, los muertos resucitarán incorruptos y nosotros
seremos inmutados. Porque es preciso que lo corruptible se revista de
corrupción y que este ser mortal se revista de inmortalidad. Y cuando
ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se re~Tis1ta
de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito:
La muerte ha sido sorbida por la victoria. "¿Dónde está, oh muerte, tu
victoria? ¿Donde está, oh muerte, tu aguijón? .. " "... Pero gracias sean
a Dios que nos da la victoria por Nuestro Señor Jesucristo" (1 Corintios
15,51-55 y 57).
1) BIBLIOGRAFÍA
:)
s BOECIO. De Consolatione Philosophiae. Prólogo y selección de Juan David
García Bacca. México: Secretaría de Educación Pública, 1945.
l. DONAT, S.J., Joseph. Summa philosophiae Christianae. Oeniponte (Inns-
r, bruck), Typis et Sumptibus Feliciani Rauch, 1921.
FELLERMEIER, Jacob. Compendio de Sociología Católica. Barcelona:
Herder, 1960, p. 48.
SAN AGUSTÍN. Confessiones I,l,1. Madrid: B.A.C. (Hayvarias ediciones
y fechas: 1958... 1993...).
r
SCOTUS. De Primo Principio, Cap. n. In: Opera Omnia. Civitas Vaticana,
1950.
a
s SERTILLANGES, O. P., A. D. ELProblema del Mal. Madrid: EPESA
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n SCIACCA, Federico. Historia de ldFilosotía. Tradución de Adolfo Muñoz
a Alonso y Juan José RuizCuevas. 3. a Edición. Barcelona: Luis
Miracle, 1959.
TERTULIANO. El Apologético. Traducción de Gonzalo S. Martín Lastra.
Santiago de Chile: Ed.Ercilla, 1938.
VAN DE WOESTYNE, O.P.M., P.F.ZACHARIAM. Cursus Philosophicus:
in breve collectus (Scholae Franciscanae Aptatus) Tomus 1. Me-
u
chliniae, 1921; TomusII. Mechliniae, 1925.
lS
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