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Pueblos indı́genas y usos

contra-hegemónicos de la ley en la disputa


por la justicia: La Policı́a Comunitaria de
Guerrero
By
Marı́a Teresa Sierra
Resumen
En México y América Latina, en general, aumentan los casos en que los pueblos
indı́genas hacen un uso contra-hegemónico de la ley para disputar la justicia y de-
fender sus derechos. Esto sucede con la Policı́a Comunitaria de Guerrero, institución
emblemática de los pueblos indı́genas de México que desde 1998 garantiza de manera
autónoma la seguridad y la justicia en un amplio territorio del sur occidente del paı́s. A
partir de un juicio público inédito en el que por primera vez actores no estatales juzgan
a autoridades judiciales del Estado analizo el sentido en que consejeros y autoridades
de la Comunitaria recurren a la ley oficial para exigir el respeto a su propio derecho
y a sus instituciones. Desnudan de esta manera el carácter ambiguo y fragmentario
de la ley, la impunidad de la justicia oficial ası́ como la fragilidad del poder soberano
que termina negociando con las autoridades indı́genas. Esto sucede en contextos de
aumento drástico de la inseguridad y la violencia en la región y en el paı́s, al mismo
tiempo que actores estatales, del crimen organizado y de compañı́as mineras transna-
cionales, presionan por acceder a los territorios indı́genas. [Pueblos indı́genas, policı́a
comunitaria de guerrero, usos contrahegemónicos del derecho, acceso a la justicia,
inseguridad, violencia, neoliberalismo]

Abstract
Indigenous peoples in Mexico and elsewhere in Latin America are increasingly making
counter-hegemonic uses of the law to fight for justice and their own rights. As an
autonomous movement not fully recognized by the state, the Community Police in the
state of Guerrero, Mexico, has been granting justice and security for their communities
across a vast territory in the Mexican south since 1998. Taking a unique case in which
they prosecute state officers of the judiciary system in a public trial, I analyze how the
The Journal of Latin American and Caribbean Anthropology, Vol. 20, No. 1, pp. 133–155. ISSN 1935-4932, online ISSN
1935-4940. 
C 2015 by the American Anthropological Association. All rights reserved. DOI: 10.1111/jlca.12107

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Community Police claims respect for their own rights and institutions. I will show in
which way they disclose the ambiguous and fragmented character of existing laws, the
emblematic impunity of state officers when handling the law, as well as the fragility
of the sovereign power obliged to negotiate with indigenous authorities. This occurs
in the context of growing insecurity and violence, at a time when the state, organized
crime and mining corporations increase their external pressure on indigenous territory.
[Indigenous peoples, Community Police of Guerrero, counter-hegemonic uses of the
law, acces to justice, insecurity, violence, neoliberalism]

“Son 17 años de ser perseguidos por el Estado, en estos años hemos afrontado
las órdenes de aprehensión. (..) Siempre decimos que le hemos ganado al Estado
pero siempre esperamos la guerra sucia (..) Al gobierno no le conviene que los
pueblos construyan un gobierno alternativo y que garanticen la paz porque dentro
del gobierno está la mafia.”1
En el contexto actual de espiral de la violencia y la inseguridad en el paı́s como
producto de la guerra contra el crimen organizado y de una nueva fase de saqueo de
recursos naturales, ante el incremento de la demanda mundial—acumulación por
desposesión (Harvey 2003)—los pueblos indı́genas desarrollan estrategias para
activar sus instituciones comunitarias y defenderse del acoso que afecta de manera
principal a sus territorios. Ellos buscan alternativas para enfrentar las agresiones
por parte del narcotráfico, empresas transnacionales y los órganos del Estado.
Como instrumento central de sus estrategias, apelan al discurso de la ley y de los
derechos con el fin de confrontar los poderes estatales y la impunidad con la que
éstos actúan. En ese proceso desnudan el carácter ambiguo y fragmentado de la
ley ası́ como el simulacro de la justicia. Al mismo tiempo los pueblos indı́genas
invocan sus derechos colectivos para poner en práctica sus formas autonómicas
de gobierno, seguridad y justicia propia, y de esta manera, confrontar la legalidad
instituida y disputar la soberanı́a del Estado.
La experiencia de la policı́a comunitaria de Guerrero, una institución
pluriétnica de los pueblos Me’phaa, Na’savi y mestizos del suroccidente de México,
constituye un importante referente para mostrar estos procesos. A lo largo de
sus 18 años de existencia, la Policı́a Comunitaria ha construido una jurisdicción
autónoma, al margen de las instancias del Estado, que garantiza la seguridad y
la justicia en un amplio territorio. Los Comunitarios han puesto en juego una
pluralidad jurı́dica que rebasa en mucho los lı́mites jurisdiccionales establecidos
por el Estado mexicano, que no obstante se ha visto obligado a reconocerlos de
facto y a negociar con ellos los alcances de su autoridad. Al igual que otras expe-
riencias autonómicas similares en América Latina, como es el caso de las Rondas

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Campesinas en el Perú2 y las Guardias Indı́genas de los pueblos Nasa en Colombia,3
la Policı́a Comunitaria ha potenciado sus tradiciones colectivas e identitarias para
garantizar la paz social y hacer frente a la violencia, asumiendo las tareas que el
Estado ha sido incapaz de realizar. Para lograrlo, los Comunitarios apelan también
a la ley y los derechos, finalmente, al lenguaje de la modernidad occidental que les
abre opciones para enfrentar al poder soberano del Estado.
En otros trabajos he analizado el ejercicio autonómico del Sistema Regional de
Seguridad y Justicia Comunitaria de la CRAC-PC, dando cuenta de los principios
éticos y polı́ticos que lo estructuran y lo hacen diferente al sistema de justicia
del Estado (Autor 2010, 2013). Me interesa aquı́ abordar una de las dimensiones
importantes que inciden en la práctica de la justicia comunitaria: el recurso a la
legalidad oficial y al discurso de los derechos que han permitido a las autoridades
de la CRAC-PC confrontar al Estado al mismo tiempo que fortalecen sus propias
instituciones de seguridad y justicia, su propio derecho. En particular mostraré
como la Comunitaria desde una posición de fuerza ejecutiva y judicial, consigue
enjuiciar incluso a las autoridades formales del Estado poniendo en evidencia la
impunidad y el racismo judicial. De esta manera podré analizar el sentido en
que los Comunitarios hacen uso de la ley oficial para reclamar el respeto a sus
derechos en tanto pueblos indı́genas. Esto sucede en un momento donde ellos
enfrentan las nuevas caras de la violencia institucional y del crimen organizado
junto con el aumento de la desigualdad y la presión sobre su territorio por parte
de actores económicos transancionales—como las empresas mineras—y actores
ilegales vinculados al trasiego de drogas.
Me propongo analizar en qué sentido la disputa por la legalidad abre o cierra
opciones a la defensa de los derechos colectivos.4 Retomo en este sentido la paradoja
destacada por Jane and John Comaroff (2009) al señalar que, junto con el incre-
mento de la violencia y el caos en el sur global hay una tendencia a reivindicar
la ley, a exigir derechos, como una manera de generar orden en el caos, lo que
ellos llaman el “fetichismo de la ley” (Comaroff and Comaroff 2009). Me interesa
asimismo debatir sobre el papel de la ambigüedad legal como tecnologı́a de poder
recurrida por el Estado en su relación con los pueblos indı́genas, y los usos de la
misma ambigüedad legal que hacen los actores indı́genas para exigir respeto a sus
instituciones en contextos donde priva la impunidad y la violencia; esto revela las
formas que asume la ley en los márgenes del Estado y su eficacia simbólica.5 Como
bien señala Julieta Lemaitre (2009), analizando el caso de Colombia, derecho y vio-
lencia se construyen mutuamente en el marco de significados sociales compartidos
y en disputa.6 En ese sentido el derecho ejerce funciones simbólicas que generan
expectativas y justificaciones incluso cuando es incumplido; más allá de mandatos
coercitivos cumple una función de comunicación social.7 Dicho planteamiento re-
sulta relevante para comprender las apuestas de la policı́a comunitaria por definir

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sentidos contra-hegemónicos de la justicia y los derechos y sus esfuerzos continuos
por establecer los lı́mites en la relación con el Estado y generar esperanza de paz
social. En este sentido, las acciones de la Comunitaria contribuyen a discutir el
lugar central de las justicias indı́genas como referentes clave del proyecto descol-
onizador del Estado nacional, cuestionando en su médula el modelo universalista
de la justicia liberal. Asimismo, dichas acciones convergen con reclamos similares
de distintos pueblos indı́genas en México y en América Latina que apelan al dere-
cho para exigir el reconocimiento de sus autonomı́as y prácticas de justicia propia
(Santos y Exeni Rodrı́guez 2012; Santos y Grijalva Jiménez 2012; Sierra, Hernández
y Sieder 2013).
A continuación me refiero brevemente a la policı́a comunitaria de Guerrero
y al contexto actual de inseguridad y violencia que enfrentan las comunidades
indı́genas, para enmarcar el juicio popular de la Comunitaria a autoridades ju-
diciales del Estado. Dicho juicio me permite analizar los sentidos disputados de
la justicia y la ley, la eficacia simbólica del derecho y las modalidades que asume
la “coordinación” práctica de las jurisdicciones: indı́gena y estatal. Finalmente,
propongo una elaboración sobre esta experiencia y cómo revela la fragmentación
del derecho, la pluralidad jurı́dica y la justicia en los márgenes del Estado.8

(1) La Policı́a Comunitaria de Guerrero ante los nuevos contextos de inseguridad


y violencia.

La Policı́a Comunitaria es una institución de los pueblos indı́genas de la Costa


Montaña de Guerrero, creada el 25 de octubre de 1995, que garantiza la seguridad
y la justicia de manera autónoma con base en el derecho propio. Esto lo hace
desde un complejo sistema regional que incluye cuatro sedes de justicia, más de
100 comunidades y alrededor de 100,000 personas. Tal cantidad de actores se
distribuyen a través de 12 municipios de la Costa y Montaña de Guerrero. Al
frente del sistema se encuentran dos estructuras de autoridad que articulan a las
comunidades con el nivel regional: La Coordinadora Regional de Autoridades Co-
munitarias (CRAC), conjunto de comisarios electos en asamblea encargados de la
administración de justicia—y la Comandancia Regional de la Policı́a Comunitaria
(PC)—quienes coordinan a los policı́as comunitarios y se encargan de las tareas
de seguridad.9 La Comunitaria (como ellos mismos se nombran) ha desarrollado
un conjunto de estrategias diversificadas para reconstruir sus tradiciones comu-
nitarias, implementar la vigilancia y el ejercicio de la fuerza pública, implementar
un debido proceso en la práctica de la justicia y cuidar de la re-educación de los
infractores. La re-educación se define como el proceso por el cual quienes son
juzgados culpables realizan un trabajo social en las distintas comunidades del sis-
tema, de manera rotativa durante 15 dı́as (Ortega 2009). A lo largo de sus 18 años,
la Policı́a Comunitaria ha conseguido una verdadera hazaña; reducir los ı́ndices

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de inseguridad en un 90% y ofrecer una alternativa de justicia que responda a las
necesidades y a la cosmovisión de los pueblos, opuesta a la justicia corrupta, racista
e impune del Estado.10 Los Comunitarios han construido un sistema jurı́dico inter-
legal que combina sus propias tradiciones jurı́dicas y su cosmovisión como pueblos
indı́genas, con el lenguaje de los derechos y la legalidad estatal e internacional. El
sistema Regional de Seguridad y Justicia Comunitaria atiende todo tipo de delitos,
incluidos homicidios, secuestros, violaciones, entre otros, rebasando con ello los
marcos permitidos por la legalidad del Estado. Esto propicia una tensión continua
y el acoso de funcionarios judiciales y de seguridad pública estatales que contin-
uamente les giran amparos y órdenes de aprehensión por razones diversas (Sierra
2013a). Para realizar sus tareas de seguridad los policı́as comunitarios cuentan
con armas, las cuales son registradas y controladas por el Comité Ejecutivo de la
Policı́a Comunitaria.11 Lo distintivo es que la Comunitaria ha conseguido legiti-
marse y ser reconocida por la población indı́gena y mestiza de la región y por el
mismo Estado. Son además notorios los logros en el contexto de un estado como
el de Guerrero, con historias estructurales de violencia polı́tica, represión militar,
“guerra sucia”12 contra dirigentes sociales y extrema pobreza, pero también con
fuertes procesos organizativos campesinos e indı́genas (Bartra 2000; Flores 2007;
Sánchez 2011) y con importantes tradiciones comunitarias (Dehouve 2001). Por
esto mismo las apuestas por una salida de paz a la inseguridad y la violencia cobran
especial relevancia (cfr. Sierra op cit).
En los últimos tres años, desde 2010, ha emergido un nuevo contexto para
el Sistema de Seguridad y Justicia Comunitario ante el incremento de la conflic-
tividad social debido a la presión de actores diversos sobre el territorio y sobre la
misma institución. Estos nuevos escenarios se aprecian, por ejemplo, con la in-
cursión de compañı́as transnacionales mineras, que han conseguido la concesión
de hasta 50 años de terrenos asentados en partes importantes de la Montaña;13
con el incremento de la presencia del ejército ante supuestas labores de vigilancia
contra el narcotráfico; con el acoso del crimen organizado sobre la población y la
misma CRAC; y con el agudizamiento de conflictos agrarios entre comunidades
producto de deslindes sobrepuestos que han provocado enfrentamientos entre
comunidades. Tales hechos revelan las formas que asume la violencia sobre los
territorios indı́genas pero también la presión del Estado sobre una institución que
constituye un actor incómodo y un obstáculo a las lógicas neoliberales de acumu-
lación del capital. Dichas lógicas pueden llevar al despojo de recursos naturales
en amplios territorios, con efectos perniciosos sobre la población local y el medio
ambiente, lógicas que se insertan en lo que David Harvey denomina: “acumulación
por desposeción.”14 Todos estos hechos tienen un fuerte impacto sobre el sistema
comunitario por lo que la Comunitaria se ha visto obligada a responder para de-
fenderse ante actores diversos que actúan muchas veces con la protección de la ley
o de actores estatales. Es en ese contexto que las autoridades de la Comunitaria,

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la CRAC, decidieron enfrentar al Estado ante un nuevo agravio: la detención y
encarcelamiento de uno de los Coordinadores de la CRAC de la sede matriz, en la
ciudad de San Luis Acatlán.

(2) La activación de la justicia comunitaria ante el acoso del Estado: Juicio popular
a autoridades judiciales estatales.

El pasado 29 de agosto de 2012, en la Casa de Justicia de San Luis Acatlán


de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), tuvo lugar
un juicio popular en contra de 4 funcionarios judiciales del Distrito Judicial de
Altamirano:15 el Juez Mixto de Primera Instancia, el Agente Titular del Ministerio
Público, junto con dos de sus auxiliares, por haber ejecutado una orden de apre-
hensión en contra de Máximo Tranquilino Santiago—indı́gena na’savi-, uno de
los Coordinadores de la CRAC, en ese momento, a quien se le acusó de ejercicio
indebido de funciones al haber detenido a una persona.16 De acuerdo a las au-
toridades de la CRAC, la detención de las autoridades judiciales estatales fue una
respuesta a la ilegal detención de uno de los coordinadores de la CRAC sin mediar
ninguna averiguación previa y ni un aviso sobre el supuesto delito cometido. Para
las autoridades de la CRAC fue claro que se trató de un acto de presión más hacia la
Comunitaria, vinculado a hechos previos de acoso hacia la institución, relaciona-
dos con el clima de inseguridad y violencia que prima en el Estado de Guerrero.
Con esta acción se violó la ley 701 de la constitución estatal, es decir, la nueva
ley sobre derechos y cultura indı́genas que reconoce los actos de autoridad de la
CRAC, aprobada el 8 de abril de 2011 (ver infra). Al mismo tiempo, se violaron
los acuerdos no escritos de respeto de la institución comunitaria con el Estado que
ha permitido mantener una coordinación de facto a lo largo de varios años entre
las autoridades judiciales estatales y la CRAC.17 Las declaraciones a los medios
de comunicación de los coordinadores de la CRAC dan cuenta de sus propios
motivos:

. . . han incumplido los acuerdos de no agresión y de coordinación en materia de


impartición de justicia y de seguridad con nuestro sistema comunitario, además
de transgredir la Ley Número 701, promulgada desde abril de 2011, en la cual se
reconoce la legalidad y legitimidad de nuestras instituciones comunitarias, y en el
que se establece la obligatoriedad para las dependencias del Estado de hacer valer
y respetar las actuaciones de la CRAC y Policı́a Comunitaria. (El Sur August 29,
2012:8)

Máximo Tranquilino Santiago fue detenido la mañana del 28 de agosto, al


salir de su comunidad cuando se dirigı́a a las oficinas de la CRAC, por miembros
de la policı́a ministerial adscrita al Ministerio Público, cumpliendo una orden de
aprehensión del Juez de Distrito. Esto se debió a la denuncia de una vecina de la

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comunidad de Yoloxóchitl en contra de la CRAC por la supuesta detención ilegal de
su esposo; esta persona estaba acusada de estar involucrada en el homicidio de un
vecino. La autoridad judicial giró una orden de aprehensión en contra de los coor-
dinadores de la CRAC por abuso de autoridad, entre ellos Máximo Tranquilino.18
La detención de don Máximo y su inmediata disposición en el Centro de Reclusión
de San Luis Acatlán (CERESO), generó el enojo de las autoridades y consejeros de
la CRAC, por lo que en respuesta, y como medida de presión ante hechos previos
de acoso a la Comunitaria, decidieron detener también a las autoridades judiciales
involucradas en la detención del Coordinador de la CRAC. Es por ello que horas
después comandantes de la policı́a comunitaria arrestaron, en sus propias oficinas,
al Juez de Primera Instancia y al Secretario de Acuerdos del Juzgado, ambos miem-
bros del Tribunal Judicial del Estado. Adicionalmente, arrestaron al Agente Titular
del Ministerio Público y al Agente Subalterno, funcionarios de la Procuradurı́a
Judicial del Estado. La acción fue sorpresiva y generó una movilización de policı́as
ministeriales y municipales en las entradas a la ciudad de San Luis Acatlán, sede de
la CRAC, sin que impidieran los hechos. Todos los detenidos fueron trasladados a
una comunidad de la Montaña donde pasaron la noche. Tal experiencia fue de gran
impacto para los funcionarios judiciales, algunos de los cuales reconocieron más
tarde que era la primera vez que conocı́an las comunidades de la Montaña; una de
las zonas más pobres del paı́s. Después de 24 horas, estos fueron presentados a la
Asamblea Regional para ser juzgados.
El juicio fue un evento público, único e insólito en la historia de la PC y del
paı́s, que revela la fuerza de la institución comunitaria para obligar al Estado a
cumplir con acuerdos previos de coordinación y aplicar la ley. Desde temprano
por la mañana bajó la gente de las comunidades a presenciar el juicio, tal como
suele suceder cuando la institución es asediada, lo cual revela la gran legitimidad de
la Comunitaria entre sus miembros. El patio de las oficinas de la CRAC, en San Luis
Acatlán, fue el escenario donde se reunieron más de 500 personas provenientes de
distintas comunidades integradas a la Comunitaria y vecinos de la misma ciudad
de San Luis Acatlán. El encuentro contó con la vigilancia de alrededor de 200
policı́as comunitarios, ası́ como la presencia de medios de comunicación y de
organizaciones sociales de la región. En las calles aledañas se encontraban también
policı́as municipales y ministeriales esperando órdenes oficiales, lo cual revela la
tensión en la que se desarrollaba el evento. El juicio generó mucha expectativa a
nivel estatal y nacional al enjuiciar al poder judicial del Estado, algo insólito, pero
también porque el acto fue visto por algunos como una osadı́a por parte de los
Comunitarios ya que esto podrı́a significar una respuesta represiva por parte del
Estado.19
Al frente de la Asamblea estaban los Coordinadores de la CRAC, una mujer
y dos hombres, acompañados por consejeros de la Comunitaria y miembros de
la Comisión de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan. Varios vecinos

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de las comunidades estaban sentados formando un semicı́rculo mientras que mu-
chos otros se hallaban de pie, protegidos a su vez por policı́as comunitarios que
vigilaban el encuentro. Se respiraba un aire formal y de respeto que se mantuvo
a lo largo de toda la sesión. Tal como suele suceder, la asamblea se organizó con
una mesa de debates coordinada por uno de los Consejeros de la CRAC, quien
sistemáticamente daba la palabra. El juicio se inició con el recuento de los agravios
hacia la Comunitaria vinculados al caso concreto de don Máximo Tranquilino,
recluido en ese momento en el CERESO de San Luis Acatlán. Luego se hicieron
referencias sobre el contexto de acoso que ha vivido la institución en los últimos
tiempos. Más adelante los detenidos dieron su declaración ante la asamblea y ex-
presaron su molestia y desacuerdo por haber sido privados de su libertad, acto
que consideraron arbitrario. Por su parte, vecinos de la Comunitaria expresaron
su reclamo y les solicitaron explicaciones por la detención del Coordinador de la
CRAC. Durante todo el juicio se mantuvo el contacto vı́a telefónica con las autori-
dades judiciales estatales, del Tribunal Superior de Justicia y de la Procuradurı́a
de Justicia de Guerrero, quienes presionaban para que se liberara a los detenidos.
Finalmente a través de un representante del Tribunal Superior de Justicia se hizo
llegar un acta en donde se retiraban los cargos imputados a don Máximo por falta
de pruebas. Lo interesante del caso es que el acta fue firmada por el mismo juez
detenido. Esto permitió que más adelante la CRAC decidiera también liberar a
las autoridades judiciales. La decisión de detener a los funcionarios estatales en
lugar de negociar la liberación de don Máximo Tranquilino Santiago, como ha
sucedido en otras ocasiones, es decir sin llegar a la detención de los funcionarios,
significó una acción arriesgada pero contundente para oponerse al creciente acoso
del Estado sobre la institución en los últimos tiempos..
El juicio devino verdaderamente en una performance de poder por parte de
los Comunitarios, al poner ellos en juego el tipo de relación que el Estado ha
construido con la CRAC, basada en un aparente respeto que sin embargo puede
transformarse en cualquier momento en acoso e incluso represión. Tal situación
en el fondo revela la fragmentación y la ambigüedad que marca el poder estatal, ası́
como su incapacidad para garantizar el orden social y su propia legalidad. El caso
me permite analizar dos aspectos centrales de dicha relación: por un lado, el papel
de la ley como referente para disputar el poder del Estado, en el campo mismo de
la justicia; por otro lado, los usos contra-hegemónicos del derecho por parte de la
Comunitaria.

(3) Entre la amenaza y la negociación: el péndulo de la relación con el Estado y los


usos de la legalidad.

De manera recurrente, desde la creación de la policı́a comunitaria y poste-


riormente de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC),

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el Estado ha buscado la manera de domesticar y controlar a la CRAC: primero
subordinándola a las estructuras policiacas y militares, luego presionándola para
su desarme y finalmente buscando encuadrarla en determinadas leyes que frag-
mentan al sistema comunitario. Más recientemente se ha incrementado el acoso a
las autoridades de la CRAC a través de la ejecución de las órdenes de aprehensión
como una manera de mantenerla en vilo. Junto con estas estrategias de acoso el
gobierno del Estado se ha visto obligado a establecer estrategias de negociación
y diálogo ante la misma presión de los Comunitarios y el respaldo de las comu-
nidades que ha impedido, en buena medida, una represión (Sierra 2010). De esta
manera la relación del Estado y la Comunitaria se ha dado en una especie de
péndulo que va de la amenaza a la negociación, similar a la estrategia descrita
por Deborah Poole (2004) en sus estudios sobre los campesinos kechwas de los
Andes peruanos en su relación con el Estado, que ella ha denominado como la
estrategia de la “amenaza a la garantı́a”. Lo particular de la CRAC-PC, a diferencia
del caso estudiado por Poole, es que se trata no sólo de individuos indı́genas que
enfrentan a los funcionarios estatales sino de pueblos indı́genas organizados que
defienden sus derechos colectivos y desde esos referentes confrontan la legalidad
oficial. La estrategia de péndulo—o de vaivén—revela la ambigüedad legal que
define la relación del Estado con la policı́a comunitaria. Esto ha marcado la forma
en que la Comunitaria se enfrenta a la legalidad estatal y los usos que hacen de ella
para defender su libre-determinación como pueblos indı́genas.
El Estado de Guerrero ha sido uno de los últimos en reformar su constitución
en materia de derechos y cultura indı́gena, siguiendo los lineamientos establecidos
en el artı́culo segundo a nivel federal (2001), a pesar de ser el tercero con población
indı́gena en el paı́s. La nueva constitución se aprobó el 24 de abril de 2014. No
obstante el 8 de abril del 2011 se aprobó la ley 701 de Reconocimiento, Derecho
y Cultura de los pueblos y comunidades indı́genas del Estado de Guerrero.20
Dicha ley reglamentó el artı́culo 10 de la constitución estatal (ahora abrogada),
artı́culo de corte integracionista que no reconoció derechos a los pueblos indı́genas,
lo cual en su momento reveló una contradicción: el hecho de ser una ley que
rebasó lo establecido en el artı́culo 10 constitucional., al cual reglamentó. Esto sin
embargo no impide que la ley 701 pueda ser evocada por los pueblos indı́genas
como sucedió durante el juicio popular referido. De hecho, la nueva ley tiene
aspectos innovadores en su formulación, incluyendo el reconocimiento en su
capı́tulo 37 del Consejo (sic) Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) y
del cuerpo de seguridad de la Policı́a comunitaria como auxiliar de la CRAC, y el
reconocimiento de los actos de autoridad de ambas instancias de autoridad de la
Comunitaria.21 Es decir, se trata de reconocimientos en un sentido autonómico
que abren importantes vetas legales para el ejercicio de la seguridad y la justicia del
sistema comunitario. Dichos reconocimientos revelan las formas ambiguas que
caracterizan a la regulación estatal que por un lado restringe derechos y por otro

La Policı́a Comunitaria de Guerrero 141


lado los reconoce, rebasando incluso el propio marco constitucional. Los espacios
de la justicia y la seguridad de los pueblos indı́genas son ámbitos fuertemente
disputados de producción interlegal donde el discurso performativo de la ley
puede servir para fines contrapuestos. En el caso analizado, esto se aprecia en la
apelación al discurso de la ley 701. Mientras que el discurso legal fue determinante
en la defensa de uno de los coordinadores de la CRAC, Máximo Tranquilino
Santiago, lo fue también para juzgar al Juez de Primera Instancia y al Titular del
MP, por violar dicho precepto legal que reconoce jurisdicción a las autoridades
comunitarias. Con ello se demuestran los usos contra-hegemónicos del derecho
para la defensa de los derechos colectivos.
Durante el juicio los detenidos, funcionarios judiciales mestizos, tuvieron la
oportunidad de dar sus propios testimonios y reflexionar sobre su actuación ante
la mirada molesta y desconfiada de los vecinos de las comunidades, acostumbrados
a las prácticas discriminatorias de los operadores de la justicia estatal. Los Comu-
nitarios pusieron en evidencia el tipo de justicia que realiza la CRAC que siguiendo
un debido proceso abre el espacio al diálogo permitiendo que las partes expresen
sus puntos de vista. Esto contrasta con la experiencia de los indı́genas al verse en-
frentados a la justicia del Estado: una justicia generalmente mediada por el dinero,
con fuertes sesgos racistas y exclusión para los indı́genas que no hablan el español
ni cuentan con recursos para pagar los múltiples costos judiciales. Finalmente,
la liberación de don Máximo, el coordinador de la CRAC detenido en la prisión
estatal, se dio después de una larga participación de vecinos de las comunidades,
algunos de los cuales dieron lecciones a las autoridades judiciales de cómo hacer
justicia.
El juicio se desarrolló en el patio de las oficinas de la CRAC, en San Luis Acatlán,
bajo la sombra del Tamarindo. Fue conducido por consejeros y coordinadores
de la CRAC, con la participación de al menos 500 vecinos provenientos de las
comunidades y de la ciudad de San Luis, quienes estuvieron presentes todo el
tiempo del juicio, algunos sentados y otros parados resguardados por los policı́as
comunitarios. Prevalecı́a una gran tensión en el ambiente ante el hecho que policı́as
miniseriales y municipales rodeaban las calles aledañas. Los funcionarios judiciales
acusados, estaban sentados en uno de los costados del semicirculo frente a la mesa
de las autoridades. Se les veı́a cabisbajos y molestos pero también con la disposición
a dar su versión de los hechos. En todo momento quienes llevaron el juicio cuidaron
las formas de respeto en la interlocución haciendo evidente que en la Comunitaria
se respeta la dignidad de las personas detenidas.
En lo siguiente retomo algunas de las intervenciones del juicio con el fin de
ilustrar sus dinámicas y los dichos de las personas; en las propias palabras de los
actores puede verse el reclamo hecho a las autoridades judiciales y las formas en
que los Comunitarios apelan al discurso de la ley para exigir sus derechos:22
Pablo Guzmán (Coordinador de la CRAC):23

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Filomeno Vázquez Espinoza. Es doctor en derecho, seguro que conoce el derecho
internacional y los artı́culos de la constitución polı́tica de los Estados Unidos
Mexicanos, pero sobre todo como es un doctor, ha de conocer mejor la ley 701
donde se reconoce a la CRAC ( . . . ) Aquı́ están mis compañeros coordinadores, con
la facultad que han otorgado los pueblos, en una especie de Ley popular, para que
la región de la Montaña pueda seguir viviendo en tranquilidad. Nuestro interés es
retomar una relación de respeto, coordinación y trabajo. Seguramente se sentirán
atropellados en sus derechos pero nosotros también ( . . . ). La ley dice que hay una
coordinación (entre el MP y la CRAC) y por qué no lo hicieron ası́. ( . . . ) “Les
voy a pedir que rindan la declaración ante los comisarios, coordinadores . . . que
nos expongan los fundamentos, las pruebas, el sustento del porqué se integró la
averiguación y se giró una orden de aprehensión en contra de Máximo Tranquilino
que es una autoridad comunitaria.”

Después de esta intervención el coordinador de la Mesa da la palabra a los


detenidos:
Oscar Sandoval (Agente Titular del Ministerio Público):

( . . . ) Tengo un mes que llegué a este lugar a la Agencia del MP, cuando llegó aquı́
el compañero auxiliar me dice que está una averiguación integrada donde está
privada de la libertad una persona que está delicada de salud, y grave, que sólo
falta mandarla a juzgado y que la persona que está detenida puede perder la vida,
y por eso hay que enviar. Por lo demás no me informaron de la coordinación (con
la CRAC) y no conozco la ley 701, no la conocı́a, no nos pusimos a trabajar en
coordinación.

Después de la intervención del Agente del Ministerio Público, toma la palabra


Filomeno Vazquez (Juez Mixto de Primera Instancia):

( . . . ) En el expediente se actuó como debe ser porque atrás hay una vı́ctima que
pide justicia. No hay ningún elemento en el expediente que diga que la persona
que acusa sea parte de la Coordinadora, no hay documento que acredita. Todos los
demás elementos están en el expediente. Si ustedes consideran que con esto se hace
justicia estoy de acuerdo, para no vulnerar la independencia.. y actualidad de los
juzgadores ( . . . ), porque yo no puedo seguir trabajando como juez en este juzgado.

Ambas intervenciones ilustran la tensión durante el juicio y permiten recon-


struir el enojo y las justificaciones que cada autoridad elabora ante un público
molesto.
Posteriormente se da la palabra a los presentes como parte del juicio. Retomo
solamente dos de las intervenciones que ilustran el sentido del reclamo.
Cirino Plácido, Consejero de la CRAC:24

La Policı́a Comunitaria de Guerrero 143


Usted dice (se dirige al juez) que no analiza nomás libera la orden, quiere decir que
como juez no pregunta, no investiga, entonces sólo el MP es el que investiga, pero
usted también tiene la responsabilidad ( . . . .) pero qué carrera estudió doctorado,
no puede decir cuando usted sabe que para liberar una orden tiene que conocer
si tiene suficiente elementos. Cómo dice que no sabı́a, debe investigar qué tipo de
gente están deteniendo.

En seguida toma la palabra Felicitas Martı́nez, Consejera de la CRAC:25

Se me hace muy extraño que no sepan que existe la CRAC, si en los medios sale
mucho..( . . . ) El sr. Licenciado que usted lleva años de servicio, que tipo de justicia
tenemos. En cuestión del MP, eres costeño tienes un grave error, si llegas como
titular tiene que reunirte con tu gente para saber en qué estado se encuentra cada
expediente, es un error y lo tiene que asumir.

Los discursos citados revelan la complejidad del evento y dan cuenta entre
otras cosas de la impunidad con la que se aplica la justicia y la ley en las regiones
indı́genas. Los errores del proceso judicial, relativos a la violación a los derechos
de don Máximo se hacen evidentes mientras que se revela la ignorancia de las au-
toridades judiciales de la misma ley (Ley 701), reformada recientemente y referida
expresamente a la CRAC y a la Policı́a Comunitaria. Sin embargo, del lado de las
autoridades y consejeros de la Comunitaria, también se hace evidente la claridad
con la que éstos exigen cuentas a las autoridades judiciales por su mala actuación
y a través de ellos muestran los abusos del sistema judicial y el sesgo discrimina-
torio que lo atraviesa. Las autoridades comunitarias hacen ver también la afrenta
que significa que sean ellos mismos, la mayorı́a campesinos indı́genas, quienes
dan lecciones de cómo hacer justicia a las experimentadas autoridades judiciales,
inclusive a aquellos que cuentan con doctorados en derecho.
Es ası́ que el juicio popular a las autoridades judiciales y el uso estratégico
y polı́tico de la ley 701 que hicieron los Comunitarios revela su destreza para
desnudar el poder del Estado desde los propios argumentos de legalidad oficial.
Ellos consiguen de esta manera usar el lenguaje mismo de la hegemonı́a (Roseberry
1994) para sus propios fines, cuestionando ası́ la condición de ilegalidad bajo la cual
funcionarios estatales han querido descalificarlos. Pero también el hecho revela la
importancia que tiene un reconocimiento legal que otorgue certeza jurı́dica a sus
acciones. La ley 701 constituye efectivamente un oxı́moron legal, a pesar de abrir
importantes consideraciones en torno a lo que es la institución comunitaria. La
ambigüedad misma de la ley en Guerrero, sin embargo, no ha impedido que los
Comunitarios insistan en la legalidad de su institución con base en los marcos
del derecho nacional e internacional. Entre estos últimos se cuentan el Convenio
169 de la OIT,26 el propio artı́culo 2 de la constitución federal, que reconoce
los derechos de autonomı́a y libre-determinación de los pueblos indı́genas, y el

144 J ournal of L atin A merican and C aribbean A nthropology


artı́culo 39 constitucional, que habla del poder soberano del pueblo, tal y como
lo hicieron ver en el juicio y lo han estado sosteniendo en diversos documentos.
Especialmente, la posibilidad de exigir derechos como pueblos indı́genas se ha
facilitado por la reciente reforma al artı́culo primero constitucional que reconoce
legalidad a los tratados internacionales en materia de derechos humanos firmados
por México.27
En suma, de manera contundente, los Comunitarios hicieron valer la ley que
el legislativo aprobó y que el gobierno del estado promulgó bajo un marco de am-
bigüedad legal. La ley 701 constituye un referente legal central que permitió acusar
a los funcionarios judiciales de violación a la misma, al tiempo que exhibieron su
ignorancia de la ley y les exigieron su respeto. La combinación de dicho uso polı́tico
de la ley, en sus diferentes niveles, junto con el soporte activo de la movilización
de los pueblos constituyen el motor central de las acciones contra-hegemónicas
exitosas de los Comunitarios, limitando con ello el poder regulador del Estado.
Es también por estos motivos, que la Comunitaria suele manifestar su preferencia
por el Respeto al Reconocimiento, una retórica que no niega la importancia de un
reconocimiento legal siempre que sea en términos de sus derechos plenos como
pueblos indı́genas con jurisdicción sobre su territorio.28

(4) Las respuestas desde los pueblos: la fuerza de la legitimidad.

El juicio que ha sido discutido anteriormente sucede en un contexto de agre-


siones hacia la Comunitaria. Éstas se han incrementado en los últimos tiempos
producto del momento de crisis polı́tica y de seguridad que se vive en el paı́s y en
el Estado de Guerrero en particular. En esto inciden actores diversos que involu-
cran a representantes de transnacionales, funcionarios agrarios, militares y policı́as
ministeriales, pero también miembros del crimen organizado que imponen su reg-
ulación ante la incapacidad del Estado para mantener el orden público, e incluso
moviéndose bajo su protección.29 Tales actores por motivos diversos buscan actuar
sobre el territorio Comunitario generando conflictos y divisiones internas en las
mismas comunidades. Para los comunitarios, ya no se trata solamente de aten-
der asuntos de homicidios, violaciones, lesiones, riñas, robo o explotación ilegal
de madera, abigeato o conflictos diversos entre vecinos, como tradicionalmente lo
habı́an hecho, en las instancias de la justicia local y regional. Deben ahora enfrentar
nuevos conflictos de carácter federal como es el caso del narcotráfico o la presión
de las transnacionales mineras, ası́ como el agudizamiento de históricos litigios
agrarios que enfrentan a las comunidades, obligándolos a desarrollar nuevas es-
trategias para responder a ellos. Se trata sin embargo de conflictos que los rebasan
y que difı́cilmente pueden asumir por sı́ mismos. El Estado por su parte responde
incrementando la presencia militar y de la fuerza pública, sin capacidad—o in-
terés—para resolver de fondo los problemas, generando aún más incertidumbre.

La Policı́a Comunitaria de Guerrero 145


Además los Comunitarios viven el acoso directo de las autoridades judiciales
que en los últimos años han vuelto a aumentar la presión sobre la CRAC por ser
actores que estorban al ser un obstáculo a distintos intereses. Por esa razón se han
reactivado las órdenes de aprehensión en su contra. Es también por ello que los
coordinadores de la CRAC decidieron poner un alto al Estado, tomando la decisión
de detener y juzgar a los funcionarios judiciales.
El juicio popular a las autoridades judiciales estatales cristaliza efectivamente
una historia de acoso hacia la Comunitaria por parte del Estado, historia que revela
también la respuesta contundente y masiva de los pueblos de la Costa Montaña en
defensa de sus autoridades y su institución.
Desde su surgimiento la Comunitaria ha sufrido la presión del gobierno con
el fin de controlarla, subordinarla y desarticularla. Los momentos más impor-
tantes que los mismos comunitarios suelen destacar se enumeran a continuación.
En primer lugar, el hostigamiento que siguió a la decisión de la Comunitaria de
establecer su propio sistema de justicia y no limitarse a juzgar a indı́genas sino
también a mestizos involucrados en delitos, como sucedió con la detención de
un vaquero trabajador de caciques ganaderos (1998). Posteriormente, el acoso a
través de órdenes de aprehensión y amenazas hacia las autoridades de la comuni-
taria por ejercer funciones de autoridad consideradas ilegales. Finalmente, como
consecuencia de esto último, la detención de dirigentes de la institución en el año
2000, seguida por la detención de 5 comisarios de la CRAC en el año 2002, am-
bas por motivos similares a los que actualmente se activan en el caso de Máximo
Tranquilino, esto es, el ejercicio de actos de autoridad. En todos estos casos las
autoridades han sido liberadas. Seguido a esto, también en 2002, el gobierno del
estado puso un ultimátum a la Comunitaria para que entregase las armas, lo cual
fue rechazado por las comunidades. Esto generó una fuerte presión sobre la insti-
tución que finalmente llevó a una negociación, la cual permitió el establecimiento
de los acuerdos de coordinación con la policı́a comunitaria.30 Vino con ello un
periodo de calma que permitió el desarrollo de la institucionalidad comunitaria,
posibilitando por ejemplo la elaboración y discusión del Reglamento Interno,31
la base del derecho comunitario. Ello se mantuvo hasta que medidas de presión y
amenazas volvieron a ejercerse, vinculadas tanto al contexto regional de violencia
y guerra sucia, como a la operación misma del sistema de justicia y seguridad
comunitaria. Un ejemplo de este nuevo momento fue en 2009, cuando el ejército
ingresó en territorio comunitario en busca de supuestos secuestrados y guerrilleros
del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), lo que sucedió en un
momento de agresión a la OPIM (Organización del Pueblo Indı́gena M’epha), en
Ayutla.32 Más recientemente el acoso vuelve a manifestarse y asume nuevas caras
por el carácter federal de los asuntos involucrados. Esto tiene que ver, por un lado,
con las concesiones mineras y la presión sobre el territorio comunitario con la ve-
nia del gobierno, y por otro, con los hechos actuales de impunidad y protección al

146 J ournal of L atin A merican and C aribbean A nthropology


crimen organizado que se dan en el contexto de violencia e inseguridad que afecta
también al territorio Comunitario. Finalmente un nuevo momento de alta tensión
fue provocado por la detención de Máximo Santiago, coordinador de la CRAC, y
en respuesta a ello la detención y el juicio popular a las autoridades judiciales del
Estado, antes referido.
En todos estos momentos el Estado ha debido recular en sus intentos de
someter, controlar y reprimir a la Comunitaria, lo que tiene ver con la respuesta
de las comunidades que rápidamente se movilizan, tal como sucedió en 2002,
cuando 5.000 vecinos bajaron a exigir la liberación de su autoridades ante el
Ministerio Público de San Luis Acatlán. Ello da cuenta de la gran legitimidad
que goza la institución. Pero también es cierto que el Estado se ha cuidado de
no reprimir a la Comunitaria por el hecho de que garantizan la seguridad y la
justicia en un amplio territorio de difı́cil acceso y control. Esto le ha concedido a la
Comunitaria el reconocimiento no sólo de las comunidades indı́genas sino también
de la población mestiza y acomodada de la región. Generalmente los momentos
de acoso han llevado a fases de negociación y diálogo con altos funcionarios de los
diferentes órdenes del gobierno estatal para definir acuerdos, como los establecidos
después del ultimátum que llevaron a reconocer una coordinación de facto entre la
CRAC y la Procuradurı́a del Estado de Guerrero. Tales acuerdos establecieron que
los casos tratados por cada instancia de justicia, la CRAC y el Ministerio Público,
serı́an respetados por cada autoridad. En el momento actual en que la Comunitaria
vive una nueva coyuntura de acoso y tensiones, se vuelve a plantear la necesidad
de definir acuerdos de coordinación con el Estado que tengan sustento legal. Esto
sin embargo sucede en un contexto de fuertes divisiones internas en la misma
Comunitaria debido al impacto de factores diversos, antes mencionados.
El incremento de la inseguridad y la violencia en la región afecta de man-
era directa la vida de las comunidades que después de un tiempo de relativa
tranquilidad—casi 17 años—se han visto enfrentadas una vez más a la violencia
y ante delitos que habı́an logrado controlar,y, sobre todo, a un nuevo clima de
divisiones y venganzas internas. Por esta razón los Comunitarios han decidido
tomar acciones concretas que puedan detener las agresiones sobre su territorio,
sean de las mineras, del gobierno mismo, como también del crimen organizado. En
este contexto se enfrentan a la necesidad de desarrollar acciones contundentes, tal
como sucedió con el juicio a las autoridades judiciales del Estado. De esta manera
además de poner un alto al acoso del Estado consiguen mostrar públicamente su
fuerza como institución colectiva y reactivar una discusión interna para enfrentar
los retos actuales desde la defensa de su derecho y su autonomı́a. La prioridad
es sobre todo reconstituirse como pueblos desde su tejido comunitario más que
pensar en alternativas legales que pudieran reconocerlos en la ley oficial.33
+

La Policı́a Comunitaria de Guerrero 147


(5) Lógicas jurı́dicas plurales y contra-hegemónicas en nuevos contextos de in-
gobernabilidad y soberanı́as fragmentadas: ¿la rearticulación de los pueblos?
Conclusiones.

¿Por qué se apela a la ley para resistir en un contexto social cada vez más
dominado por la violencia, la impunidad y la falta misma de estado de derecho?
¿En qué sentido el lenguaje de los derechos abre opciones para confrontar los
poderes instituidos? ¿Qué nos revela la experiencia analizada sobre la soberanı́a
del Estado y las justicias indı́genas? ¿Es el derecho un contrapeso a la violencia para
los pueblos indı́genas?
La relación del Estado con la policı́a comunitaria ha estado marcada por un
vı́nculo oscilante que va de la amenaza a la negociación. Desde su surgimiento
como organización, la ley ha sido usada por los gobernantes en contra de la
Comunitaria con el fin de controlarla y someterla, lo cual reproduce una de las es-
trategias del poder para colonizar a los pueblos indı́genas. Apelando a su condición
de ilegales, al etiquetarlos como actores “fuera de la ley,” los Comunitarios han
sido descalificados, perseguidos y acusados de violar los derechos humanos. Con-
tinuamente se les ha querido desarmar y pesan sobre las autoridades de la CRAC
y los comandantes Regionales órdenes de aprehensión que ya constituyen parte de
los imaginarios del ser “autoridad regional” que sin duda generan incertidumbre
para quienes aceptan el cargo. Esto es por ejemplo lo que doña Asunción expresa
en sus declaraciones una vez elegida como Coordinadora Regional de la Comu-
nitaria en marzo de 2010: “Dónde está la orden de aprehensión para firmarla.”
Lo cierto es que doña Asunción terminó efectivamente su compromiso llevando
consigo una orden de aprehensión que le sigue provocando preocupación al saber
que en cualquier momento puede ser activada. A pesar de todo, los Comunitarios
han resistido a dichas agresiones haciendo valer sus derechos a ejercer su libre-
determinación como pueblos indı́genas, sin dejar de apelar al mismo marco legal
definido por el Estado. Ha sido la fuerza de la Comunitaria para oponerse a ser
sometidos y a ser encuadrados en leyes que buscan fragmentarlos lo que final-
mente ha llevado a negociar acuerdos de facto con las autoridades estatales; esto ha
significado establecer ciertos marcos de coordinación para las tareas de justicia y
seguridad. Los acuerdos suelen no respetarse por parte de las autoridades oficiales,
lo que ha obligado a los Comunitarios a una continua negociación y a redefinir
constantemente los términos de la relación con el Estado. De esta manera, como
bien destaca Julieta Lemaitre (op cit), al analizar la paradójica relación entre ley
y violencia en contextos altamente polarizados como es el caso de Colombia, el
derecho se convierte en un fetiche—con el poder de engañar y al mismo tiempo
generar esperanza—lo cual canaliza la terca batalla de los movimientos sociales
por la paz y la justicia. Esto es justamente lo que revela el insólito juicio popu-
lar de la CRAC que llevó a juzgar a funcionarios del poder judicial—el Juez de

148 J ournal of L atin A merican and C aribbean A nthropology


Primera Instancia y el Agente del Ministerio Público del Distrito Judicial de Al-
tamirano, Guerrero—como una manera de poner en escena a la justicia y usar
el mismo lenguaje jurı́dico para reclamar agravios diversos, y con ello desnudar
las acciones impunes del Estado. La función simbólica de la ley y sus imaginarios
van efectivamente más allá de su poder coercitivo al generar significados culturales
compartidos que apelan a la dignidad humana y a la ética de la justicia. Sin duda
es la legitimidad de la institución comunitaria lo que permitió poner a un mismo
nivel la autoridad judicial del Estado con la autoridad judicial de la CRAC, durante
el juicio popular referido.
Los Comunitarios han construido un complejo sistema de seguridad, justicia
y re-educación, cuya eficacia para controlar la delincuencia y la inseguridad ha
sido incluso reconocida por las propias autoridades judiciales estatales. Por estas
razones más que preocuparse por atender los reclamos y las continuas amenazas
del Estado, los Comunitarios han buscado fortalecer sus instituciones y su propio
derecho con el fin de construir orden y paz social en su región. Sin duda se trata
de un esfuerzo titánico gestado desde el compromiso de los pueblos.
Hoy en dı́a ante la nueva ola de acoso que pesa sobre ellos, como consecuencia
del incremento exponencial de la violencia en el contexto nacional, el acoso del
narcotráfico y la presión sobre los recursos naturales en el territorio comunitario,
la ley vuelve a ser usada por los Comunitarios para enfrentar al Estado y mostrar
la fuerza de su institución. Las limitadas leyes multiculturales en Guerrero que
reconocen derechos indı́genas, aún en su inconsistencia y ambigüedad, son usadas
por los Comunitarios para exigir al Estado su cumplimiento; en este sentido
revierten la propia estrategia oficial de usar las leyes en su contra. Tal como lo
reveló el juicio a las autoridades judiciales, la apelación a la ley 701 sobre Derechos
y Cultura Indı́gena de Guerrero, permitió a los Comunitarios desnudar al poder
estatal desde los propios marcos miopes de la ley oficial. Pero junto con la apelación
a esa ley, que por primera vez reconoce a la CRAC y a la PC capacidad de ejercer
actos de autoridad, los Comunitarios recurren también al derecho internacional—
Convenio 169 y a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de los
Indı́genas-, para exigir sus derechos en tanto pueblos. Más recientemente han
estado también apelando al artı́culo 1 de la constitución mexicana, el cual ha
abierto un nuevo marco legal de gran importancia al constitucionalizar los derechos
humanos y al reconocer legalidad al derecho internacional, lo que abre nuevas
perspectivas a la defensa de los derechos colectivos de los indı́genas en el paı́s. De
esta manera los pueblos indı́genas han ampliado sus repertorios jurı́dicos lo que
les permite hacer un uso contra-hegemónico de la ley y con ello exigir respeto a
sus instituciones y fortalecer la autonomı́a de su sistema de justicia.
La experiencia de la policı́a comunitaria de Guerrero muestra que las estrategias
jurı́dicas para exigir derechos tienen sentido en la medida que cuentan con el apoyo
de una institución sólida que es capaz de rearticularse y poner en primer plano

La Policı́a Comunitaria de Guerrero 149


su condición como pueblos indı́genas. Ha sido finalmente el arraigo y soporte
popular al sistema comunitario lo que ha permitido mantener en la “raya” al
Estado y al mismo tiempo desarrollar de facto una jurisdicción autónoma. Esto a
pesar de que los Comunitarios saben que están expuestos a amenazas y presiones
continuas e incluso a la posibilidad de ser reprimidos en cualquier momento. Esta
misma fuerza es clave para enfrentar la agresión de los nuevos actores del crimen
organizado y de representantes de las empresas mineras que actúan en su territorio.
En los últimos tiempos se han incrementado acciones similares que buscan em-
ular a la institucionalidad comunitaria ante el aumento exponencial de la violencia
en distintas regiones, bajo la mirada impune de las fuerzas de seguridad estatales.
La emergencia de respuestas organizadas de los pueblos indı́genas en defensa de su
seguridad y recursos naturales, como ha sido el caso de las autodefensas purépechas
en Cherán, Michoacán, desde julio de 2010, y más recientemente la proliferación
de grupos de policı́as comunitarias y de seguridad ciudadana en diferentes esta-
dos del paı́s, especialmente en Guerrero y en Michoacán, ponen en el centro de
la discusión pública la importancia del tejido comunitario y la organización de
los pueblos para coordinar las acciones de seguridad ante el acoso externo.34 Las
respuestas son diversas, ası́ como también los alcances y retos que enfrentan, pero
todas ellas coinciden en mostrar la ineficacia, debilidad y las formas que asume
el Estado en zonas donde el control territorial es altamente disputado por actores
estatales y no estatales generando inseguridad y violencia. Es en ese contexto donde
cobran aún más relevancia las instituciones autónomas de los pueblos indı́genas
como es el caso de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias y sus
policı́as comunitarias. En este proceso las justicias indı́genas se enfrentan al gran
reto de desmontar las visiones liberales arraigadas que tienden a descalificarlas
como atávicas y violadoras de derechos humanos, y a mostrar su potencial cre-
ativo para dar salida a la conflictividad social desde visiones plurales de derechos,
considerando también las garantı́as individuales. Deben por tanto ser vistas como
una contribución de los pueblos indı́genas al orden y la paz social. Un resultado
más de estos procesos ha sido la revitalización de las identidades comunitarias y las
identidades étnicas como pueblos indı́genas originarios, y con ello la revalorización
de sus cosmovisiones y modelos de sociedad, que se distinguen en mucho de los
imaginarios impuestos por la civilización occidental. Contribuyen de esta manera
al proceso de descolonización de los Estados nacionales en América Latina y a la
valorización de nuevas ecologı́as de saberes interculturales (Santos 2010) desde el
campo de la justicia.
En suma, las apuestas de la Comunitaria impactan de raı́z al Estado revelando
las formas en que éste se actualiza en las zonas porosas de la legalidad donde
prevalece la impunidad, la ambigüedad y un control débil de las instituciones.
Como sucede en otros contextos, más que debilidad estatal la experiencia de la
Comunitaria revela las formas que asume la ley en los márgenes del Estado (Dass

150 J ournal of L atin A merican and C aribbean A nthropology


y Poole 2004) y las representaciones que conlleva para los actores; en este caso
propiciando una disputa polı́tica e ideológica por la definición de la justicia y el
derecho (Sharma y Gupta 2006). Contextos similares de fragmentación del dere-
cho, incremento de la violencia y desregulación neoliberal, suceden en paı́ses como
Guatemala y dan pie a lo que autores como Sieder (2013) llaman soberanı́as dis-
putadas. Estas últimas bien pueden entenderse como soberanı́as fragmentadas en
palabras de Jean y John Comaroff (2009b), es decir, en términos de un campo de
fuerzas donde el poder hegemónico del Estado y su derecho se ve confrontado con
otras regulaciones legales, paralegales e ilegales que disputan el control del territo-
rio. De esta manera la ley efectivamente se convierte en un motor de las disputas
polı́ticas por la justicia y para enfrentar la violencia, pero también en el referente
para invocar otras fuentes de legalidad que conllevan imaginarios del deber ser,
basados en el derecho propio. Es aquı́ donde se centra la fuerza contra-hegemónica
de la institución Comunitaria y su derecho (Santos y Rodrı́guez 2005), al cues-
tionar el modelo de legalidad, justicia y seguridad oficial, y con ello la idea misma
de Estado unitario y su soberanı́a (Hansen y Stepputat 2001). Son estos procesos de
construcción socio-jurı́dica desde abajo los que ponen en jaque el sistema de justi-
cia del Estado, al mismo tiempo que revelan el peso de las dinámicas inter-legales
que impactan y re-definen las normas comunitarias de los pueblos indı́genas.

Notes

1 Palabras de Cirino Plácido, consejero de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias

de la Policı́a Comunitaria (CRAC-PC), previo al juicio popular a funcionarios judiciales del Estado, 29
septiembre de 2012.
2 Las Rondas Campesinas son instituciones comunales andinas que ejercen funciones de gobierno

local, justicia, desarrollo, interlocución con el Estado y articulación regional. Surgieron en la región de
Cajamarca Perú en la década de los 70, para enfrentar el robo de ganado y se extendieron por distintos
departamentos del norte andino (Gitliz 2013; Yrigoyen 2002).
3 La Guardia indı́gena es una institución de los pueblos nasa del Cauca, Colombia, que cumple

funciones de seguridad con el fin de contribuir a la paz social. Sobre la Guardia Indı́gena en Colombia
ver http://www.cric-colombia.org/portal/guardia-indigena/ (consultada, 20 de junio de 2013).
4 Magdalena Gómez (2012) discute los alcances de la justiciabilidad de los derechos colectivos en

contextos actuales de acumulación neoliberal, donde la desregulación y la privatización propiciada por


el Estado, afectan de manera directa a los pueblos indı́genas y minan la base material para el ejercicio
de sus derechos.
5 De acuerdo a Dass y Poole, los márgenes son espacios no geográficos donde priva la ilegibilidad

de la ley. En ellos la ley se vuelve borrosa ante la incapacidad del Estado de imponer su regulación (Dass
y Poole 2004).
6 Julieta Lemaitre se refiere también al fetichismo legal para destacar la dimensión paradójica del

derecho en paı́ses periféricos como Colombia: el derecho no sólo tiene el poder de engañar, dominar,
sino también de dar sentido al mundo, de crear esperanzas (Lemaitre 2009:392).
7 De esa manera sintetiza César Rodrı́guez los aportes de Lemaitre en el prólogo a su libro

(Rodrı́guez Garavito 2009).

La Policı́a Comunitaria de Guerrero 151


8 La investigación se basa en un trabajo de campo de corte antropológico que he realizado desde
2006, cuando inicié un estudio sobre jurisdicción indı́gena y Estado en la experiencia de la Policı́a
Comunitaria de Guerrero, en el marco de un proyecto colectivo de investigación en varias regiones del
paı́s. El proyecto fue financiado por el CONACYT (U51240-S) y sus resultados han sido publicados
(Sierra, Hernández y Sieder 2013). Personalmente, la investigación la he realizado en comunidades del
municipio de San Luis Acatlán y de Malinaltepec, Guerrero. El estudio ha tenido varias fases de trabajo
etnográfico y colaborativo con actores diversos de la CRAC, hombres y mujeres, para discutir temas
de justicia y derechos y apoyar procesos organizativos especialmente de las mujeres, las promotoras de
justicia (cfr. Sierra 2013b). El acompañamiento del proceso de la Policı́a Comunitaria me ha permitido
documentar momentos diferentes de la institución y de su relación con el Estado. He podido acceder a
espacios diversos de investigación a nivel comunitario y regional e incluso acompañar a las autoridades
en espacios de encuentro con autoridades estatales en Chilpancingo y en otros contextos (Sierra 2013a).
9 Desde febrero de 2013, debido al crecimiento exponencial de grupos de autodefensa y policı́as

comunitarias en el Estado de Guerrero ante la ola de violencia e impunidad, creció el número de


comunidades involucradas en la CRAC-PC, en un contexto de tensiones internas. Según información
de la misma CRAC la institución ha casi duplicado el número de comunidades y municipios vin-
culados al sistema comunitario; de 107 comunidades y 13 municipios, se pasó a 190 comunidades
y 22 municipios, para fines de junio de 2013 (cfr Información CRAC, 5 de julio de 2013); Lo
que desarrollo en el presente texto se basa en información previa a febrero de 2013. Ver también
http://www.policiacomunitaria.org/content/quienes-somos (consultada 12 de julio de 2013).
10 Varios trabajos de investigación abordan dimensiones diferentes del sistema de seguridad y

justicia comunitaria y su expresión como sistema autónomo (Gasparello 2009; Mercado 2009; Reyes
Salinas y Castro Guzmán 2008; Sandoval 2005).
11 Las armas suelen ser de bajo calibre, si bien en los últimos tiempos el armamento ha evolucionado

a piezas más equipadas. Las listas de armas de los policı́as comunitarios se entregan al 48 Batallón del
Ejército en Cruz Grande, para su conocimiento.
12 “El periodo que en México es conocido como de ‘guerra sucia’ y que abarca década y media –desde

fines de los sesentas a principios de los ochentas-, es llamado ası́ en referencia directa a la forma en que el
Estado mexicano condujo las acciones de contra-insurgencia para contener la insurrección popular” [en
lı́nea]. http://www2.gwu.edu/nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB180/060˙Guerra%20Sucia.pdf (consultado
4 de julio 2014).
13 Desde octubre de 2010, la CRAC se enteró que una buena parte de su territorio habı́a sido con-

cesionado por 50 años para la explotación minera (oro, zinc, plata, plomo) a empresas transnacionales
canadienses e inglesas: Camsin y Hotschild, ambas sucursales de Gold Corp, la transnacional minera
más importante del mundo. Para información sobre concesiones mineras en el territorio comunitario
ver: http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2012/03/05.
14 David Harvey utiliza el concepto de acumulación por desposesión para referirse al nuevo im-

perialismo, que implica la privatización de los bienes comunes con un fuerte impacto sobre el medio
ambiente y los recursos naturales globales (cfr. Harvey 2003).
15 El Distrito Judicial de Altamirano, con sede en la ciudad de San Luis Acatlán, es uno de los

dieciocho Distritos Judiciales que integran el poder judicial del Estado de Guerrero para la adminis-
tración y procuración de justicia. El Distrito judicial es la sede del Juzgado Mixto de Primera Instancia,
encargada de administrar justicia, por un lado, y por otro lado de la Agencia del Ministerio Público de
Primera Instancia, encargada de la procuración de justicia.
16 A esta persona se le juzgó en la Comunitaria por participar en el homicidio de un vecino, hecho

que él aceptó, por lo cual después de un juicio fue mandado a re-educación, siguiendo el procedimiento
de la justicia comunitaria (cfr. Sierra 2013). Su esposa interpuso una queja ante el Ministerio Público
por supuestas violaciones a sus derechos humanos, lo cual motivó las órdenes de aprehensión a las
autoridades de la CRAC.

152 J ournal of L atin A merican and C aribbean A nthropology


17 Desde el año de 2002, después de varios momentos de tensión y acoso del Estado sobre la Co-
munitaria con el fin de desarticularla, se establecieron acuerdos no escritos para respetar la jurisdicción
de cada autoridad y evitar juzgar dos veces un mismo delito (ver infra).
18 Es un hecho recurrente que las autoridades judiciales levanten ordenes de aprehensión en

contra de los coordinadores de la CRAC por supuestos abusos de autoridad y violación a los derechos
humanos. Tales órdenes son armas de presión que suelen activarse en momentos especı́ficos. Casi todas
las autoridades y ex autoridades dela CRAC cuentan con al menos una orden de aprehensión.
19 Las nuevas leyes en materia de Justicia Penal y de Seguridad Pública de junio de 2008 a nivel

constitucional, abren la posibilidad de criminalizar la protesta social y considerar la detención de


autoridades estatales como actos de secuestro equiparado lo que significa penas de prisión muy altas
(ver reforma en: http://www.diputados.gob.mx/cedia/biblio/archivo/SAD-07--08.pdf, accesado el 20
de junio de 2013).
20 Una copia de la ley se encuentra disponible en la siguiente dirección web: http://www.guerrero.

gob.mx/consejeriajuridica (consultada 25 de junio de 2013).


21 Artı́culo 37, de la Ley 701.—El Estado de Guerrero reconoce la existencia del sistema de justicia

indı́gena de la Costa Montaña y al Consejo Regional de Autoridades Comunitarias para todos los
efectos legales que haya lugar. Las leyes correspondientes fijarán las caracterı́sticas de la vinculación
del Consejo con el Poder Judicial del Estado y de su participación en el sistema estatal de seguridad
pública, respetando la integralidad y las modalidades de las funciones que en cuanto a seguridad
pública, procuración, impartición y administración de justicia se ejercen por el Consejo. Conforme a lo
previsto en Ley 281 de Seguridad Pública del Estado de Guerrero y la orden de supletoriedad y objeto de
la seguridad pública en ella establecidos, esta Ley confirma el reconocimiento de la Policı́a Comunitaria,
respetando su carácter de cuerpo de seguridad pública auxiliar del Consejo Regional de Autoridades
Comunitarias. Consecuentemente, los órganos del poder público y los particulares, respetarán sus
actuaciones en el ejercicio de sus funciones como actos de autoridad (Subrayados de la autora) (cfr.
Ley 701 de Reconocimiento de derechos y cultura de los pueblos y comunidades indı́genas del Estado
de Guerrero) http://www.guerrero.gob.mx/consejeriajuridica (consultado 20 junio 2013).
22 El juicio fue videograbado el Taller de Desarrollo Comunitario (TADECO), el cual permite

reconstruir las intervenciones y el contexto del juicio popular, Caso Máximo Tranquilino, Asamblea de
la CRAC, 28 de agosto del 2012. Las citas las he tomado del video (que he comparado con mis propias
grabaciones de audio), y mantienen la fidelidad de lo que ahı́ se dice. Lo que está entre paréntesis son
mis propias aclaraciones.
23 Pablo Guzmán, en ese momento coordinador regional de la CRAC en San Luis Acatlán, es

mestizo, sociólogo de formación. Fue electo como coordinador en representación de la comunidad de


Campamento, del municipio de Marquelia.
24 Cirino Plácido, es uno de los fundadores de la Comunitaria, también ex Coordinador de la

CRAC; en ese momento Comisariado Ejidal de la Comundidad na’savi de Buenavista,


25 Felicitas Martı́nez, es una mujer me’pha, originaria de la comunidad de Potrerillo Cuapinole,

promotora de justicia y Coordinadora de la CRAC en distintos momentos. Abogada de formación.


26 El Convenio 169 sobre Pueblos Indı́genas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo

(OIT), fue el primer instrumento a nivel internacional que reconoció a los pueblos indı́genas y sus
derechos colectivos (http://www.ilo.org/indigenous/Conventions/no169/lang--es/index.htm. Consul-
tada 26 de junio 2013).
27 La reforma al artı́culo 1 constitucional en materia de derechos humanos se realizó el 10 de junio

de 2011 (https://www.scjn.gob.mx/normativa/analisis˙reformas/Analisis%20Reformas/00130212.pdf.
Consultada 4 de julio 2014).
28 Junto con estas reformas constitucionales se han reformado otras leyes que desconocen la

jurisdicción del Sistema de Justicia y Seguridad Comunitaria, especialmente las referidas a la Ley 281 de

La Policı́a Comunitaria de Guerrero 153


Seguridad Pública del Estado de Guerrero que directamente menciona a la policı́a comunitaria como
policı́a municipal. Más recientemente, ante el surgimiento y expansión de grupos autodefensas y policı́as
comunitarios en el Estado de Guerrero para enfrentar la impunidad, la violencia y la inseguridad, vuelve
a retomarse el discurso del Mando Único. Con éste el Estado pretende tener el control de todos los
policı́as en el estado (ver http://www.proceso.com.mx/?p=336706, consultado 22 junio 2013).
29 El Centro de Derechos Humanos Tlachinollan (2012) documenta detalladamente dicho contexto.
30 El 22 de febrero del 2002, se estableció un Acta de Acuerdo de coordinación y respeto a la

seguridad y justicia de la CRAC y la policı́a comunitaria con el Juzgado Mixto de Primera Instancia de
San Luis Acatlán, la Agencia del Mnisterio Público y el Delegado Regional de la Procuradurı́a General
de Justicia (PGJ) con sede en Ometepec (Archivo CRAC).
31 El Reglamento Interno, es un documento donde se han registrado las normas que rigen al sistema

de seguridad, justicia y reeducación comunitaria, las cuales son producto de acuerdos discutidos en
Asamblea y en reuniones con autoridades y vecino de las comunidades que integran el sistema.
32 La intervención del ejército trajo consigo tremendas violaciones a los derechos humanos de

mujeres y hombres de la región, ante la supuesta búsqueda de guerrilleros del ERPI (Ver Informe del
Centro de Derechos Humanos Tlachinollan 2012).
33 Tal es lo que planteó durante una asamblea regional Abel Barrera, acompañante del proceso

comunitario desde su inicio y presidente de la Comisión de Derechos Humanos Tlachinollan, AC


(Asamblea Regional en Sta Cruz del Rincón, Manilatepec, Gro., del 2 de octubre de 2012).
34 Para más información ver el Número Especial sobre el tema: http://www.jornada.

unam.mx/2013/05/18/delcampo.html (acceso 25 de junio 2013).

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