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CAPITULO TERCERO Fragmento La Ciudad de La Muerte
CAPITULO TERCERO Fragmento La Ciudad de La Muerte
PARTIR DE ELLA.
faltante:
es en cuanto poder-ser comprensor al que en tal ser le va este ser como suyo
propio. El ente que es de esta manera lo soy cada vez yo mismo. La elaboración del
momento esencial del ser del Dasein, sólo podrá ser aclarada en forma radical una
vez que el ente a cuyo ser ella pertenece haya sido originariamente interpretado en
del ente temático.[...] La manera previa de ver que apunta hacia el ser debe, más
entero”.2
de una falla esencial. Existencia quiere decir poder-ser, pero también poder-ser
interpretación existencial.” 4
y la muerte”.5
existencia “de cabo a rabo” ni siquiera pueda ser penetrado a cabalidad por el
2
Ser y tiempo, §45, pág. 252.
3
Cfr., Ser y tiempo, §32.
4
Ser y tiempo, §45, pág. 253.
5
Ibidem.
pensar teorético. Puede ser que, precisamente por la forma de ser que define al
Dasein – ser una pura posibilidad de ser - no sea posible poner bajo la mirada
ontológica fundamental [la pregunta por el sentido del Ser en general] debe llegar
a ser originaria, entonces ella tendrá primero que sacar existencialmente a la luz el
fenomenología de un ente que nunca está del todo ante nuestra mirada, de un
ente que despliega sus posibilidades de ser en cada instante, en tanto está
¿Cómo obviar que nuestro ser es siempre algo inconcluso en tanto está
por nuestro poder-ser y que, por tanto, no “entra” de modo alguno en la mirada
6
Ibidem.
7
Cfr., Ser y tiempo, §46, pág. 257.
“descubrirlo” en su vida, existiendo.
el-mundo - en tanto ella clausura toda posibilidad de ser -, no cabe duda que,
existencial de la muerte.” 9
ser tempóreo. Ya que, aun cuando en la analítica del cuidado que hiciera
8
Ser y tiempo, §46, pp. 257-258.
9
Ser y tiempo, §45, pág. 254.
Heidegger en primera sección de Ser y tiempo, él ya había anunciado que en
que permite a Heidegger afirmar que el sentido del ser del Dasein es la
entienda esto como una ironía) una mascota muy querida 11. Cuando los
“vimos” morir, nuestros padres nos explicaron que ellos “ya no estarían más
con nosotros”, que “estarían en otro lugar”, que “ya podríamos volver a jugar
con ellos, hasta que nuestro Tata en el cielo nos quisiera llevar junto a él”. Vale
10
Ibidem.
11
Cuando murió mi hermano Martín, mi mamá no pudo asistir al funeral de su hijo, pero sí nos
acompañó en el “funeral” del Milarepa, nuestro gato. Mis padres hacían una distinción
inexpresa entre esas muertes, que no alcancé a comprender en aquel entonces.
nuestra incorporación social, nuestros padres y la comunidad educativa nos
“en carne propia” para comprender su sentido. Parece ser que nos basta
“enterarnos” de ella a través de otros, pues, mal que mal, lo primero que se nos
a mí.
De este modo, pareciera que podemos ser testigos de “un llegar del Dasein
sustituto para el análisis de la integridad del Dasein, al Dasein de los otros que
los otros, no es “mi” muerte en sentido propio. Y tampoco ellos, los muertos,
han experimentado la suya. Pues, para hacerlo – para poder ser sujeto de
el morir de los otros se puede experimentar ese extraño fenómeno de ser que cabe
12
Cfr., Ser y tiempo, §47, pág. 259.
13
Ibidem.
vida) a la del no-existir-más. El fin del ente qua Dasein es el comienzo de este
fenómeno en la medida en que el ente que queda no se reduce a una mera cosa
corpórea.” 14
con el que alguna vez convivimos. Este cuerpo macilento dentro del ataúd es
mero símbolo de “eso” que ya no hallamos en él: nos “falta” su vida. Heidegger
fúnebres, de las exequias, del culto a las tumbas. Y esto ocurre porque el difunto en
Nos negamos a ver ese cadáver como una mera cosa. Sigue siendo para
nosotros un sacramento, un puente entre los que todavía somos y ése que fue,
hablamos, le rogamos que no nos abandone, que nos perdone el mal que le
hicimos, que vuelva a casa junto a nosotros, que no podemos ser felices sin él. Y,
que morir es lo mejor que pudo pasarle. Y pasarán los años, y querremos ir a
que hemos estado tan solos sin él. Le contaremos que las cosas no van del todo
bien con la vieja Tere que tiene Alzeihmer, pero que ya nació su tercer biznieto,
lugares en los que estuvimos juntos para contarle a nuestros hijos cómo eran
14
Ibidem.
15
Ibidem.
sus ojos, tan parecidos al color del sol en el atardecer.
ausencia. Es que han dejado nuestro “mundo” - dice Heidegger -, y desde éste
podemos todavía mantener con ellos una relación solícita, en nada semejante a
idealizar el trato con “nuestros” muertos y, menos aún, afirmar que ésta es una
tantas matanzas en las que los cadáveres no son tratados con ni “solicitud” - en
existencial con nuestros difuntos es sólo eso, una posibilidad, pero, no obstante,
Pero, sobre todo, la referencia al morir de los otros como tema sucedáneo
para el análisis ontológico de la conclusión y de la integridad del Dasein reposa
desconocimiento del modo de ser del Dasein. Este supuesto consiste en la opinión
de que un Dasein puede, a voluntad, ser sustituido por otro, de tal manera que lo
16
Dasein y que, como tal, le da a éste su integridad. Nadie puede tomarle a otro su
morir.” 17
especie de apuesta cotidiana del propio ser la que hace posible comprenderse a
constatación empírica, pero “externa”, de que los seres humanos mueren como
16
Ser y tiempo, §47, pág. 260.
17
Ser y tiempo, §47, pág. 261.
lugar, por esencia, ninguna sustitución”.18
Sartre dice:
que nadie puede hacer por mí’. O, más bien, hay ahí una evidente mala fe en el
puede morir por mí. Pero se sigue entonces que ninguna de mis posibilidades,
tomada según este punto de vista - que es el del Cogito - sea una existencia
auténtica o una existencia inauténtica, puede ser proyectada por otro que por mí.
Nadie puede amar por mí, si se entiende por ellos hacer esos juramentos que son
mis juramentos, experimentar las emociones (por triviales que fueren) que son mis
replicarnos que, precisamente, me es necesario ser ‘libre para morir’ para que un
amor que experimento sea mi amor y no el amor del ‘Se’ en mí), sino, simplemente,
esa ipseidad que Heidegger reconoce expresamente a todo Dasein - exista de modo
auténtico o inauténtico - cuando declara que Dasein ist je meines. Así, desde este
punto de vista, el amor más trivial es, como la muerte, irremplazable y único: nadie
puede amar por mí. [...] En una palabra, no hay ninguna virtud personalizadora
que sea particular a mi muerte. Al contrario ella no se convierte en mía a menos que
18
Ibidem.
Cogito prerreflexivo, hace de mi muerte algo subjetivo irremplazable.” 19
Pienso que lo que Sartre no reconoce, es que sólo porque nos hemos adelantado
reemplazarme en nada de lo que yo haga, piense, desee o diga; pues todos estos
propio e “individual”.
posibilidad de ser. Esto significa que es imposible hablar del género Dasein.
19
Sartre, J.P., El ser y la nada, Editorial Losada, Bs.As., 1976, pp. 652-653.
“Yo soy una especie única.” 20
no hay en nosotros nada que pueda ser fijado como una esencia substancial,
una metafísica que no reconoce que, justamente porque nuestro lenguaje tiende
coestar del de los demás coestar, se abre un “para-sí”, se abre un “yo soy”. Sólo
modo.
fenómeno de la vida.”22
vida, sino en el cual ya estamos siempre instalados. Hace unos años pude ver en
mismo modo como sabemos que se perdieron muchas reses producto de una
setenta años, tal como sabemos que una mata de tomates no sobrevivirá en
aunque en el ámbito del puro vivir del Dasein se anuncie un sentido ontológico
esta razón, es importante distinguir entre fenecer, dejar de vivir y morir. Según
22
Ser y tiempo, §49, pág. 267.
23
Hombre Muerto Caminando, filme dirigido por Tim Robbins, EE.UU., 1995. En él el personaje
principal, un condenado a muerte - encarnado por el actor Sean Penn - espera el día de su
ejecución.
24
Ser y tiempo, §49, pág. 267.
morir sin anticipación. Es un puro acabamiento, ignorante de sí. Por otro lado,
este fenecer es distinto del dejar de vivir, locución con la que Heidegger se refiere
como tal porque “camino” hacia mi morir, o bien, porque “entro” en el camino
ocurrir, por esto sigue siendo una posibilidad, una indeterminación y no una
25
Ibidem.
más penetrantes del giro fenomenológico que Heidegger nos ofrece:
acá’, en la medida en que su interpretación del fenómeno sólo mira al modo como
metodológicamente segura qué hay después de la muerte sino una vez que ésta haya
fenomenológica del fenoménico estar vuelto hacia el fin como dato inmediato,
pregunta: ¿Cuál es la estructura ontológica del estar vuelto hacia el fin que es
Dasein.”28
26
Ser y tiempo, §49, pág. 268.
27
Cfr., Ser y tiempo, §49 pág. 269.
28
Ser y tiempo, §50 pág. 270.
mismos que hay algo que aún no sucede pero que podemos anticipar, con más
inminente, que, por fin, podré abrazarlos. Cuando Germán llega con el ceño
de producción de dinero cuyo solo fin es pagar las cuentas y entra a la casa sin
una explosión de rabia. Creo poder predecir sus futuros comportamientos, pues
es una inminencia que amenaza mi propio ser. No amenaza una entre muchas
cardinal:
inminente para sí, como esta posibilidad de sí mismo, queda enteramente remitido a
su poder-ser más propio. Siendo de esta manera inminente para sí, quedan
una posibilidad extrema, en tanto que es la última que alcanzaré; irrespectiva, por
como teniendo que ser y teniendo, por ende, que padecer - en el sentido de
las desencadena.
mundo se obscurece totalmente pues nos pone fácticamente frente a nuestro no-
Ibidem.
30
más originario poder-ser. Me encuentro desnuda, sin mundo. El mundo en
cuanto tal desaparece y, con él, el sentido de mis quehaceres y de mis vínculos
[...] El estar vuelto hacia el fin no se produce en y como una actitud que surja
de ánimo). El ‘saber’ o ‘no saber’ acerca del más propio estar vuelto hacia el fin,
oculta su más propio estar vuelto hacia la muerte, huyendo de ella. El Dasein
la caída.” 31
emoción que tiene un objeto bien determinado. Puedo temer las reacciones de
31
Ser y tiempo, §50, pp. 271-272.
mi jefe cuando está de mal humor, puedo temer que mis hijos se enfermen o
cuidado a partir del estar vuelto hacia el fin, con el propósito de mostrar que es
Ser y tiempo Heidegger vuelve a revisar cómo opera el uno - el “quién” o sujeto
cotidianas.
como un mero caso. En expresiones tales como “uno se muere” o “la muerte es
muerte y se evidencia que uno comprende la muerte como un mero hecho del
todos, y, por tanto, ninguno en especial, por lo que podemos esperar que a uno
que el uno opera en su discurso público, una suerte de nivelación que convierte
oportuna. Que nuestra Fe nos salvará, que no todo está resuelto de ante mano.
indignamente, pues sería tan despreciable tal actitud. “Es cierto que
mismo:
desde aquello mismo que él esquiva, que la muerte debe ser comprendida como la
caída de la muerte, debida a la certeza inadecuada que uno tiene del estar vuelto
nuestro propio ser diciéndonos que “todavía no vendrá”, que “todavía tenemos
tiempo”, porque - ya sea que uno tenga diecisiete o setenta y cinco años -
podemos “todavía” aplazar “un poco más” el momento del fin. Olvidándonos,
posible concreción. Siempre estamos ya en ella. Mas, como uno sabe que el
morirá, es cierto, pero uno no sabe cuándo, es posible que “todavía no”, quizás
“más adelante”.
del estar vuelto hacia el fin. El Dasein puede estar entero porque está inmediata
hacia la muerte, la interpretación existencial del estar vuelto hacia el fin adolecerá
meramente especulativo.
33
Ser y tiempo, §52, pág. 279.
comportamiento del Dasein propio ante su poder ser eminente. Heidegger
desaparezca en cuanto tal. Heidegger dice que la estar vuelto hacia el fin, la
muerte
ambiguamente, estando ante ella como la posibilidad que es: Estar vuelto hacia
la muerte es estar vuelto hacia una posibilidad inminente del Dasein mismo.
fin llegue a fin, y deje de ser una pura posibilidad, para ser realidad concreta.
ello de manera reflexiva. Si ahorro cada mes una parte de mi sueldo, podré
viajar a Buenos Aires este verano a ver a mi tío Gabriel, podemos hacer un
esfuerzo con los niños y Germán: calcularemos cuánto dinero necesitamos para
quedarnos allá unas dos semanas; buscaremos la fecha propicia para el viaje -
34
Ser y tiempo, §53, pág. 281.
en febrero Buenos Aires es menos caluroso que en enero; y dispondremos
manera: Puedo imaginar en el momento en que ella llegará, con quiénes estaré
de reflexión en tanto que venidera; sin embargo, ese carácter queda debilitado por
real que se espera cuando se espera algo. Partiendo de lo real y tendiendo hacia lo
sobrellevándolo como tal. Ahora bien, este modo propio de comportarnos ante
35
Ser y tiempo, §53, pág. 281.
36
Ibidem.
comportarse vital, una actitud de ejecución del acto más radical del más propio
“Estar vuelto hacia la muerte es adelantarse hasta un poder-ser del ente cuyo
bien, proyectarse hacia el más propio poder-ser quiere decir: poder comprenderse
a sí mismo en el ser del ente así develado, existir. El adelantarse se revela como
37
Cfr., Ibidem.
38
Ser y tiempo, §53, pág. 282.
sí misma y desde sí misma. El aislamiento y la irrespectividad en las que me
“La muerte no ‘pertenece’ tan sólo indiferentemente al Dasein, sino que ella
fracaso de todo estar en medio de lo que nos ocupa y de todo coestar con otros
cuando se trata del poder ser más propio. El Dasein no puede ser él mismo de un
Heidegger nos advierte, un poco más adelante de este párrafo que esta
propio poder-ser, no anula los demás existenciales, sino que los ilumina en su
entes, en el trato cotidiano que coexiste con otros Dasein, arrojada afectiva y
sino aquella estructura existencial que las fusiona en una integridad extática,
la ocupación, etc., son todos, a partir de esta apropiación de mi ser, ahora míos,
como las posibilidades que son. Mis posibilidades se muestran ahora en cuanto
39
Ser y tiempo, §52, pág. 283.
finitas.40
Sin embargo, todas estas determinaciones del estar vuelto hacia el fin
sino que me pongo en libertad para ella y, con esto, puedo proyectar todas mis
morir a los demás, sino una posibilidad surgida desde mi ser. Y, sólo porque en
mi ser pulsa esta posibilidad, puedo comprender mi coestar como mío propio,
que son. Así como sé que ahora puedo morir, sé que mis hijos, mis hermanos o
40
Cfr., Ser y tiempo, §53, pág. 283.
41
Cfr. Ser y tiempo, §53, pág. 284-285.
Al concluir Heidegger su exposición del §53 enuncia sintéticamente su
“Las características del proyecto existencial del modo propio de estar vuelto
apasionada, libre de las ilusiones del uno, libertad fáctica, cierta de sí misma y
Todos los respectos inherentes al estar vuelto hacia la muerte y que apuntan
existentivamente. Pues bien, Heidegger nos advierte que el posible estar vuelto
42
Ser y tiempo, 53, pág. 285.
interesa anticipar que Heidegger encuentra, en lo que solemos llamar “la voz de
tiempo:
angustia”43
Derivación
increyentes y agnósticos:
alguna?
43
Ser y tiempo, §60, pp. 313-314.
carácter universal, en la autocomprensión existentiva de todo hombre y mujer,
las bases desde las cuales nuestras experiencias existentivas son niveladas en su
Dasein.
más allá de nosotros mismos. La muerte nos revela que somos ab-solutos, es
44
No digo posterior en su decurso temporal, sino en tanto los entiendo como ontológicamente
derivados.
estar-en-el-mundo. Aunque, tal vez, sí podríamos hallar en Ser y tiempo una
evasión constante de la pregunta por lo que “haya” o “no haya” que nos hace
pregunta.
posibilidad de proyectar una comprensión propia del morir del Dasein que la
Heidegger nos “devuelve” nuestro poder-ser como algo apremiante, como algo
que debemos en todo momento sobrellevar. La muerte no tiene otro sentido que
pura aperturidad.
Así las cosas, proponer que “hay” vida después de la vida, o que “no la
hay”, o que “no podemos decir nada de ello”, supone que ya nos hemos
posibilidad de ser lo que somos y nos desarraiga por completo de una patria
de que hay en nuestro ser algún tipo de determinación substancial que podría
deja que la muerte siga siendo “mi” posibilidad. En tanto nos adelantemos a
nuestra propia finitud radical deberemos reconocer que no sabemos nada del
“más allá”, pero tampoco podemos negar que el solo hecho de interpretarnos
existentivo fundamental: tengo esta Fe en Cristo Jesús, o más bien, debo decir,
esta Fe desconcertante me tiene agarrado por completo el ser. Por tanto, vuelvo
Algo se ha transformado.
para mí, sólo y nada más, que como una posibilidad. No puedo asegurarme en
eterna? ¿Es posible escuchar Su promesa y creer que, por su amor, no moriré?
aceptado, con Heidegger, que no soy más que lo que fácticamente soy, y que no
ser?
¡Pero esta Fe, esta confianza extraña, se abre en mi propia facticidad! Para
constituye?
pensó que su análisis del Dasein estuviera acabado, por lo que nos deja en
- antes más bien, debiera decir, ligada a aquel Jesús nazareno encarnando su
cómo entiendo este posible existencial del Dasein que le hace admisible abrirse
Admito, sin embargo, que utilizaré este término religación de una manera
un diálogo con Heidegger. Así define Zubiri lo que él entiende por religación:
“Este hacer que haya existencia no se nos patentiza en una simple obligación
obligados a existir porque previamente estamos religados a lo que nos hace existir.
religación estamos más que sometidos; porque nos hallamos vinculados a algo que
no es extrínseco, sino que, previamente, nos hace ser. […]En la religación, más que
47
Zubiri, X., “En torno al problema de Dios”. Publicado originalmente en Revista de Occidente
n°149, Madrid, 1935, pp.129-159. Edición digital de la Fundación Xavier Zubiri, http//
jlgomez@ensayo.rom.uga.edu.
y de lo que le hace ser. Propongo que en el adelantar la posibilidad de mi no-
preguntarnos por el ser – sea del ente que somos cada vez nosotros mismos, o
el sentido de la muerte. Nos dice que ella es la pregunta existencial que funda
cualquier otra pregunta existencial. Por tanto, Heideger nos pone frente a un
espejo para que descubramos que en él no se refleja nada. O, más bien, se refleja
la nada misma.
Y desde este no ver nada más allá de nosotros mismos, puede surgir esta
existencial religación.
me permite decir todavía nada acerca del “más allá” de mi existencia finita. Si
bien Zubiri piensa que en la religación hay un indicador formal de nuestro ser
Dios, y en esto, estoy absolutamente de acuerdo con él. Sin embargo, no admito
48
Cfr., Leibniz, G.W., Escritos filosóficos, Charcas, Bs. As., 1982, pág. 601.
consiguiente, un correlato en lo real.
nos da.
totalidad del Ser, a preguntarse por aquello que nos ha puesto en relación con
todo lo que es, y nos ha hecho ser lo que somos, pues tanto a partir de nuestro
que no exista. Bien podría ser que nuestra religación sea una cuestión dirigida a
lanzado más allá de las fronteras de nuestra existencial finitud, porque sigue
Misterio.
49
Zubiri, X., El hombre y Dios, Alianza editorial, Madrid, 1984, pág. 326.