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EL SOCIALISMO UTÓPICO

Las ideas llamadas socialistas, que buscaban la igualdad de condiciones para todos los hombres, no eran
nuevas para entonces. Su origen se remontaba al mundo griego, especialmente la obra de Platón, y a autores
del siglo XV que plantearon teóricamente esa posibilidad como Tomas Moro en La utopía y Tomás de
Campanela en La ciudad del sol, entre otros. Muchas de tales ideas fuero retomadas por la ilustración.

Las duras condiciones de la revolución industrial y la gran injusticia social que generó estimularon una nueva
forma de pensamiento igualitario: el socialismo utópico, llamado así por su romanticismo e idealismo.
Concebía, una sociedad perfecta y la creación del reino de la felicidad, del cual debían participar todos los
hombres sin excepción. El socialismo utópico tuvo así un marcado carácter moralista y ético.

Uno de sus principales representantes fue robert Owen (1771−1858), una excepción para su época. Rico
empresario, duelo de fábricas, creía en la bondad natural del hombre y que en él influía el medio ambiente.
Por eso se dedicó a mejorar las condiciones de vida y de trabajo de sus obreros, creó escuelas y sistemas de
salubridad, disminuyó el consumo de alcohol, moderó el trabajo infantil y mantuvo salarios altos. Como
socialista utópico se opuso radicalmente al individualismo, al que consideró fuente del mal social. Con su
fortuna intentó hacer experimentos aún más radicales teniendo en cuenta sus éxitos iniciales: creó
cooperativas, introdujo el trabajo social y fue el padre de la legislación industrial.

Por otro lado, el francés Claude Henri, conde de Saint − Simon (1760−1825), participante en la guerra de
independencia norteamericana, pensaba que la nueva sociedad debía asentarse sobre la industrialización y que
sus dirigentes debían ser científicos. Su tarea consistía en dirigir la sociedad hacia un bien común, basado en
el derecho comunitario al trabajo, la propiedad, la herencia, la libertad personal y el derecho a competir.

Otros socialistas utópicos importantes fueron Louis Blanc (1811−1882), que propuso sustituir la industria
privada por almacenes de trabajo social a la manera de un socialismo de Estado; Pierre − Joseph Proudhon
(1809−1865), para quien la propiedad era un robo, por lo que proponía sociedades mutualistas basadas en la
libertad y la igualdad.

Por esta época también comenzaron a tomar fuerza los `clubes de mujeres' que preconizaban la necesidad de
rescatar los derechos de la mujer. Se distinguieron en esta tarea Flora Tristán, las hermanas Charlotte y Emily
Bronte (1816− 1855,1818−1848), George Sund (Aurore Dupin, 1804−1876) y otras que contaron con el
apoyo de los socialistas.

EL DERECHO

Tomando como base la tesis de Marx acerca del derecho, que "se desarrolla conjuntamente con la propiedad
privada, como resultado de la desintegración de la comunidad natural" (La ideología alemana), Lenin
consideró que el derecho también debía adaptarse a las condiciones de transición al socialismo, es decir, debía
legitimar la abolición de la propiedad privada. Pero al igual que el Estado, el derecho también debía
desaparecer una vez alcanzadas las premisas de la sociedad comunista Lenin redacte la primera constitución
socialista, en la cual el Estado y el derecho se consagraban a la estructuración y defensa del socialismo.

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