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Durante seis años, Sawney Marshall no pudo reclamar a su pareja debido

a los límites de maniobra y políticas de la manada. Él esperó por su


momento, el trazo y planifico. Cuando una llamada le dice que Ricky está
en problemas, Sawney corre para salvarlo a pesar de las consecuencias.

Pero, Ricardo de Luca se había rendido. Parecía que su vida había


sido una serie de angustias, sometido a los abusos por parte de sus
compañeros de manada y no poder ser reclamado por su compañero.
Cuando se retira la protección de su padre y los abusos que ha sufrido
durante años se intensifican, Ricky se desespera por volver a ver a su
compañero de nuevo.

Cuando Sawney reclama a Ricky, él pone en movimiento una serie


de eventos que pondrán a prueba su vínculo, así como las relaciones que
existen entre las manadas. ¿Puede depender de sus hermanos para ayudar
a rescatar a Ricky o va a estar solo a medida que avanza después de que
su compañero sea un nacido omega?
Capítulo 1
—Ricky está en peligro.
Sawney Marshall frunció el ceño mientras trataba de
reconocer la voz femenina en el teléfono. Estaba bastante
seguro de que sólo había una que sabía de su relación con
Ricardo de Luca. —¿María?
—Sí. —María habló en un susurro roto, como si ella no
quisiera que nadie le oyera—. Tienes que venir y llevarte a Ricky
antes de que sea demasiado tarde.
—¿De qué estás hablando? —Sawney espetó, su voz cada
vez más áspera por la ansiedad que se apoderó de él—. ¿Por qué
esta Ricky en peligro?
—Él no te lo dijo la última vez que hablaste porque él no
quería que te involucraras. Sabía cómo eran de precarias las
cosas entre nuestras manadas. Ni siquiera estaba seguro de que
tu nuevo alfa te permitiría tener contacto con él, teniendo en
cuenta la participación de nuestro padre en ese fiasco con tus
hermanos.
—Hugh no tiene problemas con Ricky. —Por lo menos,
Sawney esperaba que él no lo hiciera. Él no había crecido en el
mismo hogar que Hugh, pero si en la misma manada. Aun así,
Hugh Marshall estaba lejos de ser el imbécil que su padre había
sido—. Ahora, dime lo que está pasando con mi pareja.
—Nuestro padre ha retirado su protección, Sawney. Si
Ricky sale de su casa por cualquier razón, él es atacado. Es
como si esperaran que él deje la propiedad. La última vez fue
todavía peor. Tenía moretones arriba y abajo en los brazos y la
espalda. Yo estaba preocupada de que pudiera tener algunas
lesiones internas pero él no me dejo llevarlo al médico para que
lo revisara.
—Infierno Santo. —Sawney se pasó la mano por la cara, y
se recostó pesadamente contra el mostrador de la cocina. La
idea de su dulce ángel en cualquier tipo de peligro hizo rodar el
estómago de Sawney—. ¿Está bien ahora? ¿Todavía necesita ver
a un médico?
—No creo que un chequeo le hiciera daño. Ha perdido
mucho peso porque no puede ir a la tienda de comestibles para
conseguir comida. Demonios, ni siquiera puede pagar los
comestibles. Él perdió su trabajo el mes pasado porque no podía
ir a trabajar debido a sus lesiones.
Sawney apretó su mano libre cuando la ira se arrastró
sobre él como una segunda piel. —¿Por qué tu padre quito la
protección después de todo este tiempo?
—Creo que finalmente se hartó de la negativa de Ricky
para aparearse con quien nuestro padre escogió para él. Culpó
a Ricky cuando los planes para juntar a nuestras manadas
fracasaron. Él piensa que fue debido a la debilidad de Ricky y él
quiere que Ricky sea castigado. Es sólo que no quiere tener que
explicar sus acciones. Es más fácil dejar que otros hagan el
trabajo sucio por él.
Bueno, mierda. Sawney suspiró. —Así que, si yo voy y lo
hago, ¿tu padre va a enviar a alguien detrás de nosotros?
—Más que probable. Yo creo que él espera deshacerse de
Ricky, pero no creo que ni siquiera quiera que Ricky viva en
alguna otra manada. Creo que lo único que quiere, es que Ricky
se vaya.
Esto se estaba poniendo mejor y mejor. Sawney golpeó con
su puño cerrado sobre el mostrador. —Tu padre sabe que Ricky
es un omega, ¿verdad? Él es un activo para la manada.
—Lo único que a mi padre le importa es el poder, y Ricky
no cumple con sus requisitos para un hijo adecuado. Los dos
sabemos que Ricky no asumirá como alfa después de que mi
padre se haya ido. Y mi padre no puede soportarlo. Odia el
hecho de que su semilla produjera a alguien que es débil a sus
ojos.
Sawney gruñó. Ser un omega no significa ser débil. Deseó
que la gente entendiera eso. Ricky era probablemente uno de los
hombres más fuertes que conocía. No importaba lo que le
lanzaba el mundo, él sobrevivió.
—Si voy por Ricky, María, voy a traerlo a casa conmigo
para siempre. —La voz de Sawney espesó mientras hablaba,
tanto con temor como con entusiasmo ante la perspectiva de
poder ver a Ricky de nuevo—. Él no va a volver.
María tenía que entender eso. Ella nunca podría llegar a
ver a su hermano gemelo de nuevo, especialmente una vez que
el Alfa de Luca se enterara de que Sawney se había llevado a su
hijo. La animosidad entre sus manada aumentaría a niveles
peligrosos. Sawney tendría que hablar con Hugh antes de que él
trajera Ricky a casa. Él necesitaba el permiso de su alfa antes
de empezar una guerra sin cuartel con otra manada.
María suspiró. —Es con lo que estoy contando, Sawney.

****
—Hablé con Sawney hoy.
Ricardo "Ricky" de Luca se quedó inmóvil, con los dedos
deslizándose por el suelo. El corazón le latía con fuerza,
haciendo que su pecho doliera. Había pasado tanto tiempo
desde que había oído ese nombre, o permitido siquiera pensar
en el hombre que rondaba sus sueños durante tanto tiempo.
—Me preguntó por ti.
Ricky tragó bruscamente. —¿Sí? —Su voz sonaba
desgastada. Él estaba cansado. Le tomaba demasiada energía
casi todos los días la mera función. Él no tenía la fuerza para
hacer algo más que eso. Desde luego, no tenía la fuerza para
dominar a los deseos que constantemente comían su control.
Sólo cuando estaba dormido, y su guardia bajaba lo
suficiente como para romper el muro que había construido
frenéticamente a su alrededor, solo para que pudiera sobrevivir
y respirar otro momento.
—Quería saber cómo estabas.
Ricky volvió la cabeza hasta que pudo ver las vívidas flores
de color rosa en el regazo de su hermana. Ella amaba llevar los
colores más brillantes que podía encontrar. —¿Qué le dijiste?
María se encogió de hombros. —¿Qué iba a decirle? —La
voz de María era agria, amargada, pero no renunciaba—. Te
despiertas. Juegas con tus plantas. Te vas a la cama. A veces
medio comes, pero no lo suficiente. No había mucho más que
contar.
—María-
—Lo que sea. —María se dio la vuelta y echó a andar hacia
la puerta del invernadero. Se detuvo en la puerta, mirando
hacia atrás sobre su hombro, su cara angelical llena de
preocupación—. Te amo, Ricky. Lo sabes. Pero estoy cansada de
ver que te desvanezcas en la nada. Si deseas continuar
suicidándote, estás por tu cuenta. Yo voy a irme a quedar con la
tía Clara.
—¡No, espera, yo... María, por favor! —Puro pánico no
adulterado se disparó a través del sistema de Ricky como un
tren de carga fuera de control en dirección a la pista rota.
Necesitaba a María. Él no podría funcionar sin ella. Ella era el
único punto brillante en su vida, la única razón por la que
continuaba respirando. Sin ella... —María, no pued-
Los ojos color caramelo de María eran sospechosamente
brillantes cuando ella respondió—: Puedo y lo hago. Llámame
cuando decidas volver a la tierra de los vivos.
María se volvió y se alejó antes de que Ricky pudiera
encontrar las palabras para responder. Cuando finalmente lo
hizo, salió un suave grito que se volvió lentamente un sollozo
desgarrador que sacudió el cuerpo de Ricky hasta que sus
músculos se casaron y finalmente se derrumbó en el suelo.
Pasaron las horas, tan lentamente como el paso de una
tortuga. El tiempo vino y se fue. Salió el sol, luz que se filtraba a
través de paneles de vidrio en el alto techo del invernadero. La
oscuridad finalmente se estableció sobre el valle, cubriendo el
cielo con puntos de luz de un millón de millas de distancia, y
Ricky aún estaba en el suelo, inmóvil.
No tenía nada que lo moviera. María se había ido. Sawney
Marshall estaba fuera de su alcance. Su madre se había ido por
más años de lo que quería recordar. Sólo su soledad y la
desesperación se mantuvieron, aferrándose a Ricky como una
segunda piel. Nunca lo dejaba, siempre aferrándose a él,
impregnando todos sus movimientos y cada uno de sus
pensamientos.
No tenía nada, solo las estrellas en el cielo y la noche para
hacerle compañía hasta que se desvaneciera en la nada. No
debería tomar mucho tiempo. Estaba prácticamente muerto
desde hacía meses. Solo su cuerpo no había captado el mensaje
todavía.
—Vamos, bebé. —Manos suaves alcanzaron a Ricky,
tirando de él fuera de la tierra, sosteniéndolo cerca de un pecho
musculoso y amplio, envuelto en una camiseta de algodón
negro. Un mechón de pelo suelto en la mejilla de Ricky fue
ligeramente tocado—. Es hora de que vuelvas a casa.
Ricky inclino la cabeza hacia arriba, volviendo la cara
hasta que sus labios rozaron la piel caliente que sabía a
almizcle y al mejor hombre del mundo. Aspiró profundamente,
dejando que el olor fuerte de Sawney invadiera sus sentidos y se
hundiera en su alma. Las manos de Sawney eran ásperas en su
cuerpo dolorido, pero aun así le dio a Ricky un sentido de
protección que no había sentido en mucho tiempo.
Él inclinó la cabeza hacia atrás para mirar a los ojos que
tenían la capacidad de robar todo pensamiento de su cabeza.
Los ojos azules de Sawney eran oscuros, llenos de humo,
sorprendentes contra su piel dorada y espeso pelo negro como
el carbón. Había toques de humor en las líneas alrededor de la
boca y cerca de sus ojos. Él estaba aún más impresionante y
viril que nunca.
—Sawney. —susurró, con ganas, necesitado, mientras se
frotaba la cara contra la piel de Sawney.
—Estoy aquí bebe.
Ricky se limpió las mejillas con manchadas de lágrimas
con el dorso de la mano. No se le secaba la evidencia de su
ruptura. Era demasiado tarde para eso. Todo el mundo sabía
que era frágil, a punto de caer por el borde de la realidad y
nunca volver. Estaba colgado demasiado apretado, sus
emociones caóticas y fuera de control. Pero sus mejillas estaban
frías.
Sawney se puso de pie, levantando ligera forma de Ricky
en sus brazos. Hubo un giro descontento en sus labios que
hablaba de su disgusto por lo delgado que estaba Ricky. Sawney
no hizo un sonido, sin embargo. Él simplemente se dirigió a la
puerta del invernadero, la misma puerta por la que María había
salido horas antes.
—Oh, Sawney, no puedo, lo sie… —Dios, estaba
aterrorizado. La espesa emoción lo consumía.
Las cejas oscuras de Sawney se inclinaron en un ceño
fruncido, un músculo chasqueaba airadamente en su
mandíbula. —Déjame cuidar de todo, Ricky.
Siempre lo hacía.
Ricky recordó el momento en que se convirtió en la
obsesión de Sawney. Tenía diecinueve años, un joven
aprendiendo acerca de la vida. Sawney había sido un hombre
hermoso de la manada vecina, destinado a cosas mucho
mayores que Ricky.
Sawney había estado en una misión para su alfa. Ricky
había estado trabajando en su puesto de trabajo a tiempo
parcial en los supermercados locales. Había estado barriendo la
acera frente al edificio de ladrillo cuando Sawney se detuvo en
su motocicleta. Se había sentado allí y miró a su alrededor, el
rey de todo lo que encontró.
Y entonces sus ojos azules llenos de humo habían
aterrizado en Ricky, y el mundo de Ricky cambio para siempre.
El calor que se había encendido al instante en los ojos de
Sawney chamuscó a Ricky hasta los huesos. Todavía tenía las
cicatrices, por lo menos en el interior. Ellas fueron quemados en
cada fibra de su ser.
—Estoy cansado, Sawney. —Apenas podía levantar los
párpados para mirar a Sawney. Tomó mucho esfuerzo y energía,
y él solo tenía lo suficiente como para aferrarse a Sawney,
curvando los dedos alrededor de la camisa del hombre en caso
de que alguien tratara de separarlos.
—Lo sé, Ricky. —El pecho de Sawney comenzó a hacer
ruido, un ronroneo profundo llenando el aire, envolviendo a
Ricky con el suave y acogedor sonido—. Cierra los ojos y
descansa. Voy a mantener a salvo.
—Nadie puede mantenerme a salvo.
Y ahí radicaba su problema.
No estaba seguro. Él nunca estaría a salvo. Sólo tenía que
permanecer en su invernadero, sin salir de casa, sin sacar un
solo pie fuera de su vallado en la propiedad, recordando que la
gente lo quería lastimar, que podía hallar la muerte en manos
de los que tienen malas intenciones.
—Puedo mantenerte a salvo, bebé bonito.
Ricky suspiró mientras la mejilla de Sawney se frotaba
contra la parte superior de su cabeza. Él sabía que el shifter
estaba frotando su olor por su cuerpo, marcándolo. Ricky
vendería su alma para oler como Sawney. Necesitaba el aroma
embriagador del hombre más fuerte, que se hundiera en sus
poros hasta que oliera más como Sawney que como él mismo.
Cuando llegaron a la parte delantera de la propiedad y
Sawney comenzó a llevarlo más allá de los límites de su casa,
Ricky se puso rígido. El miedo, crudo y vivo, arañó en él. Él
comenzó a luchar, necesitaba la seguridad que su casa le había
dado. Sus gemidos se hicieron más fuertes.
—Ssshh, bebé. —Sawney apretó la cara de Ricky en su
cuello, donde su olor era más fuerte—. Sólo respira.
Ricky no tenía otra opción, no porque Sawney sostuviera
su cabeza en su lugar, sino debido a que su cuerpo le exigía que
inhalara grandes tragos de la fragancia única de Sawney hasta
que no pudiera respirar.
Ricky respiró profundamente una bocanada de aire, del
aroma adictivo de Sawney, y luego contuvo la respiración,
negándose a dejarlo salir. Él podía sentir su cuerpo absorbiendo
el olor masculino como si fuera aire, en sus células cerebrales
privadas de oxígeno.
Relajando a Ricky, su shifter interno calmado en presencia
de un león fuerte. Cuanto más respiraba, más tranquilo estaba,
hasta que su cuerpo se sentía lánguido, caído. Sus
pensamientos revoloteaban de un lado a otro, flotando como si
rebotaran en una nube.
—Eso es todo, Ricky, termina de respirar. —La calidez de
la sonrisa de Sawney se hizo eco en su voz—. Vamos a estar en
casa pronto y luego por fin podremos descansar.
Ricky estaba demasiado somnoliento como para discutir,
no es que lo fuera a hacer de todos modos. Nadie discutía con
Sawney, Ricky aún menos. Los omegas no discutían. Eran
sumisos, mansos y dóciles.
Ellos seguían.
Ellos aceptaban.
Ellos obedecían.
Y Ricky nació omega.
Capítulo 2
Sawney supo el momento en que Ricky se entregó a las
feromonas calmantes que salían de su piel, empapando el
sistema de Ricky. Su cuerpo perdió toda rigidez, desplomándose
contra Sawney. Su rostro enterrado en el cuello de Sawney. Sus
labios rozando la piel caliente de Sawney, presionando allí como
si Ricky necesitara ese contacto íntimo para seguir existiendo.
La opresión en el pecho de Sawney disminuyó, pero sólo
hasta cierto punto. Todavía era difícil respirar, la presión en el
pecho era como si un elefante estuviera sentado encima de él,
cuando en realidad se trataba de un mero desliz de un hombre.
Había sido así desde el momento en que Sawney puso los ojos
en su hermoso ángel. Había tomado solo una mirada del dulce
rostro de Ricky y había caído por el hombre más rápido que un
ancla arrojada por la borda en el profundo mar oscuro.
Ningún otro podría jamás hacer algo así.
Ricky había sido la obsesión de Sawney durante los
últimos seis años. Ricky había llenado todos sus pensamientos
con vigilia y emoción. Todo lo que Sawney hizo, todo por lo que
trabajo, era por Ricky, y sin embargo, el hombre que le
pertenecía en cuerpo y alma estuvo a punto de perderse para
Sawney.
Sus momentos juntos habían sido pocos, robados cuando
los demás estaban mirando para otro lado. En el último par de
años, se había vuelto cada vez más difícil ver a Ricky debido a la
agitación en su propia manada y la animosidad entre el alfa
actual de Sawney y el padre de Ricky. Un día aquí y allá, una
hora, una llamada telefónica, era todo lo que tenía hasta que ni
siquiera tenían eso. En los últimos seis meses, sólo había tenido
sus recuerdos para seguir adelante. Y nada de lo que había
fantaseado estaba siquiera cerca de la realidad de sostener al
hombre dulce en sus brazos.
La mandíbula de Sawney se apretó, sus ojos se
estrecharon ligeramente mientras examinaba la calle frente a la
casa de Ricky. Había unas pocas casas a cada lado con las
luces del porche encendidas, pero el resto de la calle estaba a
oscuras. Aun así, Sawney podía sentir las miradas de los que
miraban a escondidas a través de sus cortinas, como pequeñas
hormigas corriendo por su piel, su intención más curiosa que
amenazante.
Él los despidió mientras caminaba hacia el SUV negro que
lo esperaba. Él asintió con la cabeza a una de las figuras
oscuras de pie junto al vehículo. —Abre la puerta.
Sawney se negó a liberar a su precioso paquete. Aceptó la
manta que Harper le entregó, asintiendo su agradecimiento a su
amigo, incluso mientras envolvía el material blando alrededor
de Ricky. Era suave. Sawney había escogido enredar la
microfibra en sí mismo. Se negó a permitir que algo le impidiera
tocar la piel sedosa de su ángel.
—¿Dónde, Sawney?
Lamentablemente, Sawney retiró su mirada de la belleza
en sus brazos y miró hacia arriba para cumplir con los ojos
azules que lo miraban desde el espejo retrovisor. —María reunió
la mayor cantidad que pudo de las cosas de Ricky después de
que hablamos. Ella nos espera en The Boot and Boogey, una
taberna en el borde de la ciudad, para poder darnos las cosas.
Una ceja arqueada negro oscuro indico la humorística
sorpresa de Boston. —¿The Boot y Boogey? Suena como mi tipo
de lugar.
—Normalmente, estoy de acuerdo contigo, pero en el
momento en que el Alfa de Luca sepa que Ricky es libre, él va a
enviar a los ejecutores tras él. Tenemos que poner la mayor
distancia posible entre nosotros.
Los vivos ojos azules de Boston cayeron al hombre
abrazado con fuerza en los brazos de Sawney. Había una línea
sospechosa en la esquina de sus labios. —¿Estás seguro de que
esto es lo que quieres hacer, Sawney? Una vez que esto suceda,
nunca podrás volver atrás.
Si él no supiera que Boston solo quería lo mejor para él,
Sawney lo habría golpeado en el boca. —Llevar a Ricky a casa
conmigo y reclamarlo como mi compañero es en lo que he
estado trabajando durante los últimos seis años. No tengo
ninguna intención de volver.
Boston y Harper sabían de la obsesión de Sawney con
Ricky. No había manera de que no lo supieran. Los tres
hombres trabajaban juntos como ejecutores de su hermano
Hugh, junto con algunos otros en la manada. En el principio,
habían preguntado por qué Sawney nunca cedía a las miradas
de ligue que enviaban en su camino, pero después de un
tiempo, se dieron por vencidos. Finalmente uno de ellos había
hecho la pregunta que los demás tenían miedo de preguntar.
Sawney no sabía cuánto tiempo había pasado hablando de
Ricky, describiendo sus hermosos ojos color caramelo, su
exuberante pelo color miel que parecía enroscarse alrededor de
su rostro en suaves olas, o la tímida sonrisa que iluminaba el
mundo de Sawney cada vez que la veía. No había habido final
de las cosas sobre su dulce Ricky.
Después de eso, nadie cuestionó su decisión de quedarse
solo.
La sonrisa de Boston era amplia, con aprobación. —Solo
comprobaba —dijo mientras se giraba y encendía el SUV.
Corrían por la carretera como si hubieran estado corriendo
durante mucho tiempo, apenas haciendo ruido—. Deberíamos
estar allí en unos diez minutos.
—Seguro que es una cosa pequeña —dijo Harper en el
asiento del acompañante.
Sawney miró a Ricky. Alisó uno de los rizos salvajes del
hombre en su pálida cara. —Él siempre ha sido pequeño, pero
nunca tan frágil. María me dijo que apenas come. Si ella no va a
la tienda por él, él no lo hace.
—¿Agorafobia? —Preguntó Harper.
—En una manera de decirlo —Sawney respondió mientras
continuaba cepillando los dedos por los rizos suaves de Ricky—.
Él no tiene miedo de salir a la calle con exactitud. Tiene miedo a
salir de su casa porque… —Sawney tragó la bilis que se levantó
en su garganta—. Cada vez que sale es atacado.
Ricky debió sentir su profunda furia ardiente. Sus oscuras
cejas se unieron en un ceño a pesar de que no había abierto los
ojos. Él gimió, acercándose a Sawney, como buscando la
tranquilidad de que estaba protegido y seguro.
—Sshhh. —Sawney apretó la cara de Ricky en el espacio
blando entre el cuello y el hombro. Él curvó su otro brazo
apretado alrededor del cuerpo de Ricky, tirando de la forma
ligera más cerca de él cuando empezó a ronronear.
A Ricky le gustaba cuando él ronroneaba.
Después de un momento, Ricky se calmó, su cuerpo se
relajó una vez más. Sawney dio un suspiro de alivio. No
necesitaba que Ricky se despertara todavía. El hombre seguro
iba a tener un ataque de pánico en el momento que se diera
cuenta del hecho de que Sawney lo había llevado lejos de su
zona de seguridad.
Sawney no tenía otra opción. Una vez que María llamó y le
contó lo que había estado sucediendo cuando él no estaba
alrededor, Sawney no había podido evitar volver y reclamar a
Ricky. Permitir que Ricky continuara siendo abusado iba en
contra de todo en lo que Sawney creía. Saber que él podría
haberlo evitado antes, hacia a Sawney tan culpable como el
pueblo que abusaba del dulce hombre. Esa culpa se alojó en su
garganta como un puño.
—Ellos no saben lo que es, ¿no? —Preguntó Harper.
—Ellos lo saben —respondió Sawney. Su boca tomó un
giro desagradable cuando aspiró, tratando de mantener la
calma por el amor a Ricky—. El alfa de Luca tuvo cuatro hijos.
Tres de ellos son mujeres. Ricky era el único varón. Cuando se
supo que él era incapaz de dirigir la manada, de Luca lo había
separado del resto de los miembros de la manada, encerrándolo
para que otros no supieran de su vergüenza.
—Si él estaba tan disgustado con el estado de Ricky, ¿por
qué no simplemente desterrarlo?
—Creo que él tiene miedo de reconocer abiertamente el
estado de Ricky como un omega, así que no lo puedo desterrar
oficialmente. Por suerte, también es demasiado miedoso para
matar a Ricky, pero eso no significa que él no tratara de hacer
la vida de Ricky un infierno.
—Por lo tanto, ¿él sólo sigue encerrando a Ricky?
—No es encerrado, exactamente. —¿Cómo explicar el
infierno que Ricky había vivido durante tanto tiempo? —. Ricky
fue criado por su madre hasta su muerte hace varios años.
Después de eso, de Luca traslado a Ricky a una casa en las
afueras de la ciudad. La casa fue pagada, pero Ricky tuvo que
cuidar de sí mismo. María fue capaz de deslizar dinero y comida
de vez en cuando, pero la mayoría vino de su trabajo de medio
tiempo en el supermercado local. Pero incluso eso fue tomado
cuando los planes de mi padre para juntar a las dos manadas
fracasó. De Luca culpó a Ricky.
—¿Por qué?
Sawney se encogió de hombros. —¿Porque él es un idiota?
¿Debido certificado del hombre? ¿Debido a que el cielo es azul?
¿Quién conoce el infierno? El hombre le dio a toda la manada
rienda libre para hacer lo que quisieran con Ricky, siempre y
cuando no lo mataran. Creo que es más o menos igual que mi
padre. Insano.
—¿Por qué no buscarlo antes de ahora? —Harper preguntó
con una voz que estaba engrosada, en el borde de la ira—. ¿Por
qué lo dejaste continuar en ese infierno?
—Sabes lo que ha sucedido en estos últimos años. Antes
de que Hugh y Otto se hiciera cargo, vivir en la manda Marshall
era el infierno. No se nos permitía tener compañeros del mismo
sexo. Si hubiera reclamado a Ricky, no podría haberlo traído a
casa.
—Bueno, sí, pero las cosas están mejor ahora —Harper
insistió—. Tu padre se ha ido y Otto elimino a todas las malas
semillas en la manada.
—Y tenía toda la intención de traer a Ricky a casa tan
pronto como fuera posible. Yo estaba trabajando en todo eso
cuando mi padre apareció. Yo no quería llevarlo de nuevo a otra
situación como la que ya se encontraba.
Los labios de Harper se adelgazaron mientras digerían las
palabras de Sawney. —Supongo que simplemente no entiendo
cómo alguien podría tratar a un miembro más débil de su
manada así. Se supone que deben ser protegidos, no atacados.
—No creciste por aquí, Harper. No tienes absolutamente ni
idea de lo que era cuando mi padre estaba a cargo. Relaciones
con el mismo sexo no fueron prohibidas por el consejo, pero
estaban muy mal vistas en esta área. El apareamiento era sólo
para la procreación. Para los hijos de Aldo Marshall, se les
prohibió incluso las relaciones entre personas del mismo sexo.
La cabeza de Harper se inclinó hacia un lado. —Entonces,
¿cómo se conociste a Ricky?
—Fui enviado en una misión para la manada de Luca por
mi padre. Yo estaba allí simplemente para cumplir con De Luca
y dejar unos papeles que mi padre no se sentía cómodo
enviando por correo o por Internet. Nunca se supuso que
tuviera contacto con Ricky. De Luca quería encontrar hombres
para casarse con sus hijas, no un compañero para su hijo.
—¿Y fuiste uno de esos hombres?
—Al principio no. Hugh había sido elegido para las dos
hijas mayores. Y el acuerdo que se hizo con nuestro padre, era
que Hugh se haría cargo tanto de la manada Marshall como de
la manada De Luca cuando llegara el momento. Boone iba a
aparearse con María. Otto, Reece, Tre, y yo éramos los
compañeros de reemplazo si Hugh o Boone no funcionaban.
—Y ¿qué pasa con Simon y Trevor?
—Simon fue negociado con otro alfa para que mi padre
pudiera tener conexiones a través del apareamiento. Pero yo
creo que se suponía que nunca nos enteráramos de Trevor. Él
fue un error a los ojos de mi padre.
—Joder, tío, tu padre era un imbécil.
—Aldo Marshall era uno de los hombres más inteligentes
que he conocido, pero era tan loco como inteligente. Si hubiera
utilizado un poco de su genio loco para el bien, podría haber
unido a todas las manadas. En su lugar, optó por utilizarlo para
destruir la vida de las personas. —La voz de Sawney se rompió
mientras miraba hacia al hombre que había sufrido tanto por
hombres como su padre—. Incluso ahora, después de su
muerte, todavía estamos pagando el precio de su locura.
—¿Crees que todo se terminó? —Preguntó Harper.
—No en mi vida.
—Creo que estamos aquí, Sawney —dijo Boston mientras
tiraba la camioneta a una parada en el estacionamiento de
grava fuera de un edificio de ladrillo de dos pisos. La música
country en voz alta era un buen indicio de que efectivamente
habían llegado al The Boot y Boogey.
—Sí, eso es todo. —Sawney se había sentado en el interior
de ese bar más de una vez a la espera de ver a Ricky. La música
estaba muy alta, la cerveza fría, y la pista de baile casi siempre
llena. Era un pueblo pequeño y la taberna occidental. Si no
estuviera justo en el medio de las tierras de la manada de De
Luca, a Sawney le habría encantado el lugar—. Tenemos que
entrar y salir. Nosotros no tenemos exactamente permiso para
estar en el territorio de De Luca.
Era en contra de la ley de las manadas entrar en el
territorio de otra manada sin presentarse y solicitar los cinco
días de tiempo de licencia. Y encima de eso, fueron básicamente
a secuestrar al único hijo del alfa, un omega. Si ellos fueran
capturados, ni siquiera sus conexiones con Hugh Marshall, Otto
Marshall, Stellan Minhos, o incluso el Regal Elder mismo
podrían salvarlos.
Sawney apoyo a Ricky en el asiento junto a él. Tomó la
capa enrollada que Harper le ofreció con una rápida inclinación
de cabeza y luego lo metió debajo de la cabeza de Ricky. Sabía
que se estaba quejando cuando metió las mantas alrededor de
Ricky por tercera vez. Era sólo difícil para él, dejar a Ricky
ahora que por fin tenía al hombre en sus brazos. Estaba
aterrorizado de que si salía, nunca volvería a suceder.
—Vamos, hombre —dijo Harper—, tú eres el único que
sabe cómo se ve esta chica María. Tienes que ir.
Boston se volvió en su asiento y le devolvía la mirada. —
Vamos a tener a Ricky seguro para ti, Sawney. Sólo tienes que ir
hacer lo que tienes que hacer para que podamos salir de aquí.
Sawney estaba molesto por la transparencia de sus
sentimientos. Era un ejecutor de Potter´s Creek. Había vivido en
el reinado de terror del Alfa Aldo Marshall. Él debería ser más
fuerte que esto. En cambio, él tenía miedo de dejar que Ricky
saliera de su vista.
Sabiendo que no había otra opción, Sawney escondió las
mantas más apretadas alrededor de Ricky por última vez y
luego se deslizó fuera del vehículo. Él tenía otra una opción,
pero no era una buena.
Él sólo podía alejarse con Ricky y no conseguir sus cosas,
pero eso significaría que todo lo que era importante para Ricky
se quedaría atrás. Ricky estaba perdiendo conexiones con su
familia y todo lo que había conocido. Sawney no podía tomar
eso de él, también.
—Si yo no estoy de vuelta en treinta minutos, en el coche.
Lleva a Ricky con mis hermanos. Ellos lo van a mantener a
salvo.
—Sawney. —Boston le dio una mirada que dijo que pensó
que estaba loco—. No vamos a dejarte atrás.
—Sacar a Ricky de aquí es más importante que yo. Puedo
tomar cualquier plato que el Alfa De Luca tenga. —La
mandíbula de Sawney se apretó por un momento cuando él
volvió a mirar a la figura dormida en el asiento trasero—. Yo no
creo que Ricky sobreviva a otra semana en este agujero del
infierno.
—Él está muy flaco, Sawney —Harper respondió mientras
miraba al duende dormido en el asiento trasero—. Tenemos que
llegar a casa y conseguir que él engorde antes de que salga. —
La diversión en los ojos de color marrón oscuro cuando él
levantó la vista—. Y he oído que hay una tormenta de viento que
viene el martes.
Sawney no tenía tiempo para responder a eso. Sabía que
Ricky estaba más flaco de lo que debería ser, y eso le destrozó
en el interior. Se suponía que debía proteger al hombre, y era
evidente para cualquiera que no lo hacía bien.
Ricky no se merecía eso.
—Regresaré.
Capítulo 3
Sawney cuadró los hombros y se dirigió hacia el interior de
la taberna. La música se hizo más fuerte cuando entró en el
interior del edificio. Casi levantó las manos y se tapó los oídos.
Tenía miedo de que pudiera comenzar a sangrar. A Sawney le
gustaba la música country, tanto como a los demás, pero le
gustaba ser capaz de escucharlo. Tan alto, se mezcla en una
enorme explosión de ruido.
Se acercó a la barra y pidió una cerveza, no le sorprendió
en lo más mínimo cuando le sirvieron en una lata. Era esa clase
de lugar. Al menos la cerveza estaba fría. Sawney abrió la tapa y
tomó un sorbo, volviéndose para inspeccionar la habitación
mientras se recostaba casualmente contra la barra superior.
Era bastante temprano así que el lugar sólo estaba medio
lleno, pero todavía estaba saltando. Parejas —todas
estrictamente heterosexuales— bailaban alrededor de la pista
en el centro de la habitación. Las seis mesas de billar en la
parte trasera del bar estaban totalmente ocupadas con la gente
jugando. Las mesas que salpican el exterior de la pista de baile
estaban medio vacías, pero Sawney no tenía ninguna duda de
que estarían llenas para el final de la noche.
Si Sawney no estuviera allí para un solo propósito y se
dirigiría fuera de la ciudad como si los perros del infierno le
pisaran los talones, podría haber disfrutado el lugar, tal vez
incluso pegado alrededor por un tiempo.
Pero eso no estaba destinado a ser.
Sawney escaneó la habitación hasta que sus ojos se
posaron en la mujer que estaba buscando. María De Luca era
tan guapa como su hermano gemelo, y si Sawney no fuera
estrictamente un hombre de polla, él habría hecho un juego
hacia ella en un santiamén. Ricky tenía el alma de Sawney en
sus delgados y pequeños dedos, por lo que era, pero al menos
María apoyaba su relación con su hermano.
Sawney comenzó a empujar fuera de la barra para dirigirse
hacia María cuando vio a un hombre de pie junto a la puerta
principal en el borde de la pista de baile. Estaba viendo a María
con una mirada intensa. Un rápido vistazo a la sala le mostró
que había otro hombre en el otro lado del escenario también
viendo María. Sawney no sabía si estaban allí por María o por
él.
No podía correr el riesgo.
Sawney comenzó a caminar hacia la puerta para salir
cuando la cara de Ricky llenó su mente. Ya podía ver las
lágrimas rayar por sus mejillas si algo le pasaba a María. Ricky
no era cercano a sus hermanas mayores. Eran diez años mayor
que él, y por lo que Sawney sabía, estaban en pleno apoyo de
las travesuras de su padre. María era la gemela de Ricky. Ellos
eran muy cercanos. Ricky estaría destruido si algo le sucedía a
su hermana.
Tenía que salvar a María.
Sawney se volvió y caminó de regreso a su bebida. Levantó
los dedos, para pedir dos cervezas más. Mientras esperaba por
ellas, él inclinó la otra a sus labios y vació la lata. Después de
lanzar algo de dinero sobre la mesa, cogió las dos cervezas que
el camarero le trajo y comenzó bordeando la pista de baile
mientras se abría camino hacia la mesa de María.
—Hola, preciosa. —Sawney pego una sonrisa en su rostro
mientras se deslizaba en la cabina junto a María y puso una
cerveza delante de ella—. Mi nombre es Sawney. Te vi sentada
aquí sola y pensé que podrías querer compañía.
María parecía demasiado sorprendida por las palabras de
Sawney como para ofrecer alguna objeción. Ella tomo la cerveza
que se había puesto delante de ella, sosteniéndola con ambas
manos. —Gracias.
Sawney tomó un sorbo de su cerveza y luego asintió hacia
la multitud de personas que se desplazan por el suelo de
parquet en el centro de la habitación. —¿Baila, hermosa dama?
Los ojos de María se abrieron, pero rápidamente los bajó y
escondió su expresión de sorpresa. Cuando levantó la vista un
momento después, una sonrisa vibrante adornaba sus labios
cubiertos de lápiz labial. —Me encantaría bailar.
Sawney se deslizó fuera de la cabina y luego tendió la
mano, ayudando a María a salir. La llevó a la pista de baile y la
tomó en sus brazos. Por un momento, balancearon sus caderas
hacia atrás y hacia adelante al ritmo de la música. Entonces
una melodía lenta se encendió y Sawney fue capaz de rodear a
María con sus brazos y presionar su cara contra la parte
superior de su cabeza.
—¿Qué está pasando, Sawney? —María preguntó mientras
lentamente la movía alrededor de la pista de baile.
—Estamos siendo observados —Sawney respondió con una
voz en apenas un susurro—. Uno por la puerta principal. Uno
por las mesas de billar. Yo no sé si ellos están aquí por ti o si
están aquí por mí, pero están definitivamente viéndonos.
La postura de María se tensó, tropezándose con los pies.
Sólo el brazo de Sawney, que había envuelto alrededor, evito
que María cayera al suelo en un montón sin gracia.
—Continua, María. —Sawney echo un vistazo a los dos
hombres a través de sus pestañas. Estaban viendo, pero
parecían estar perdiendo el interés. Uno de los hombres estaba
más interesado en la camarera bastante rubia caminando en
pantalones cortos y una camisa blanca sin mangas que estaba
atado en un nudo bajo sus muy abundantes tetas. Desde la
sonrisa lasciva en el rostro del hombre, Sawney sabía que
planeaba estar más involucrado con ella en unos pocos minutos
que en ver a Sawney y a María.
El otro, sin embargo, mientras que él comenzaba a parecer
menos interesado en lo que estaban haciendo Sawney y María,
no estaba buscando una distracción. Sus ojos parecían
deambular por la habitación como si estuviera disfrutando del
ambiente de la taberna, pero cada pocos minutos, él los veía de
nuevo.
Sawney sabía que él y María sólo tendrían una
oportunidad en esto. No podían colarse por la puerta. Tenían
solo segundos hasta de que los hombres se dieran cuenta de
que se habían ido y vinieran a buscarlos. Y era más que
probable que iban a llamar por respaldo una vez que se dieran
cuenta de Sawney y María se habían ido.
Necesitaban un plan mejor.
—¿Hay una puerta trasera aquí?
—Tal vez a través de la cocina —contestó María.
—Entonces, ¿cómo te sientes acerca de obtener una
hamburguesa en el bar?
Las cejas de María se elevaron. —¿En serio?
—Tenemos que tirar a estos chicos fuera para que
podamos salir de aquí.
—Sawney, dudo seriamente que estén aquí en busca de
mí. Estoy aquí todos los sábados por la noche. Ellos lo saben.
Todo el mundo lo sabe. Es por eso que te pedí que me
encontraras aquí.
—Odio tener que decirte esto, María, pero están
definitivamente viéndote. Cualquiera de ellos saben que me
estás ayudando con Ricky o están tratando de ver porque estás
colgada de mi o porque no me prestaste atención hasta que me
senté y empecé a hablar contigo.
—Pero ellos no tienen ninguna razón para estar
mirándome —María insistió.
—¿Estás segura de eso?
—Bueno. —María frunció el ceño, su lengua saliendo a
lamer sus labios mientras miraba al hombre por la puerta—.
Supongo que no. El hombre en la puerta es Luis. Es uno de los
ejecutores de mi padre.
—¿Qué pasa con el otro? —Sawney giró en torno a María
para que ella pudiera ver bien—. ¿Es uno de los ejecutores de tu
padre?
—¿A quién exactamente se supone que debo estar
mirando?
Sawney miró por encima. El hombre que había estado
mirando a la camarera se había ido, pero también la camarera.
Esperaba que significara que se habían ido juntos.
—Él se fue. Esperemos que se quede fuera. —Sawney
sonrió cuando una canción más rápido se encendió. Él agarró la
mano de María y comenzó a bailar más rápido, moviéndolos
más lejos de la puerta principal—. Hemos de tener un baile,
María. Cuando termine la canción, vamos a ir al bar y conseguir
un par de hamburguesas, sólo dos personas para llegar a
conocernos unos a otros.
—Todavía creo que estás equivocado acerca de esto, pero
yo te seguiré el juego. No quiero que nadie te detenga de
conseguir a Ricky fuera aquí.
Después de escuchar a María, Sawney estaba empezando
a tener la idea de que los hombres que habían estado
observándolos a ellos estaban tratando de evitar que se fuera
con Ricky. Él simplemente no entendía cómo lo sabían. Él no le
había dicho a nadie que iba a venir por Ricky, excepto a su alfa,
y Hugh nunca le diría a nadie.
Los nervios de Sawney se encadenaron apretados para el
momento en que la canción llegó a su fin y pudo caminar con
María hacia la barra. Por el rabillo del ojo, vio al hombre de la
puerta ver todos sus pasos. Había perdido su look casual e
incluso se empujó lejos de la pared mientras seguía su progreso
a través del cuarto.
—Quiero que vayas al baño —dijo Sawney al llegar a la
barra—. Vamos a ver si este tipo está viéndote a ti o a mí.
María asintió con la cabeza y se dirigió al pasillo a la
derecha de la barra que llevaba a los baños. Sawney se sentó en
uno de los taburetes y saludó al barman para pedir un par de
hamburguesa y unas cervezas.
Cuando su cerveza llegó, abrió la tapa y giró sobre el
taburete, una vez más la espalda apoyada en la barra superior
de madera mientras examinaba la habitación, con indiferencia
bebiendo su cerveza.
El hombre en la puerta se había relajado de nuevo, pero
definitivamente estaba viendo a Sawney. Por desgracia, el otro
hombre estaba de vuelta. Él se dirigía a la barra y directo a por
Sawney.
Sawney fingió que no tenía ni idea de que el hombre lo
había estado observando a él y a María. Incluso cuando el
hombre se sentó junto a él, Sawney continuó observando a la
multitud como si él fuera sólo otro cliente allí para pasar un
buen rato.
Al instante supo que el hombre era un ser humano por su
olor. Había algunos shifter en la taberna, pero este hombre no
era uno de ellos. Sawney estaba bastante seguro de que el que
estaba en la puerta era un shifter, sin embargo, muy peligroso.
Él sólo tenía esa mirada, como si viera más que la persona
promedio.
—Ella no es para ti.
Sawney se detuvo con la mitad de la cerveza a la boca. Se
volvió para mirar al hombre. —Lo siento, ¿Me dijiste algo?
—La mujer, no es para ti.
Sawney parpadeó deliberadamente, poco a poco, con el
ceño fruncido. —¿Qué mujer?
—María.
—¿Quién?
El hombre puso los ojos. —La mujer con la que estabas
bailando. María.
—¿Ese es su nombre? —Sawney sonrió mientras tomaba
otro sorbo de su cerveza.
—Ella no es para ti.
—¿No crees que eso depende de ella?
—No. —Dijo con la mandíbula apretada—. Vete o haremos
que te vayas.
Sawney se dio la vuelta y puso su cerveza abajo en la barra
superior. —Amigo, ¿cuál es tu problema?
El hombre se acercó y agarró la muñeca de Sawney que
había descansando en la parte superior de la barra, las uñas
clavándosele. —Deja a María sola.
—¿Por qué debería? —Sawney espetó—. Es un país libre.
—María no es libre.
Sawney sacó su muñeca libre, mirando al hombre. —
Amigo, tienes que tomar un Quaalude y relajar la mierda. Sólo
estoy pasando por la ciudad y me detuve por una cerveza y una
hamburguesa y un poco de relajación. No estoy pensando en
asentarme. Yo no hago vallas blancas.
—María De Luca no es alguien para jugar mientras estás
de paso en la ciudad. Su padre dirige este territorio y tiene
grandes planes para María que no son involucrarse con algún
forastero que está de paso por la ciudad.
Y eso era por qué necesitaba conseguir a María fuera de
aquí, así como a Ricky. El Alfa De Luca hacía planes que
involucraban a sus hijos sin consultarles.
El tipo era escoria.
—Peter, ¿qué estás haciendo aquí?
Sawney quería golpear su cabeza contra la barra superior
cuando oyó la voz de María detrás de él. Al volverse, sintió su
mano en su costado, quedando su reacción.
—María. —El rostro del hombre se sonrojó mientras se
apresuraba a ponerse de pie—. Estaba hablando con tu amigo.
—Ah, ¿sí? —La mirada de María se volvió hacia Sawney—.
¿Te acordaste de pedir mi hamburguesa con tocino?
Sawney resopló. —¿Es realmente es una hamburguesa si
no tiene tocino en ella?
No tenía ni idea de cómo iban a salir de este lío. En lugar
de hacer las cosas más fáciles, habían llegado con más fuerza.
Una palabra mal y estarían hasta la mierda.
—¡Pelea!
La cabeza de Sawney subió cuando alguien gritó.
—¡Pelea!
La multitud se dirigió hacia la puerta, la gente corriendo
afuera. Sawney sabía que corrían para ir a ver la pelea. Él sólo
rezó con todo lo que tenía para que la pelea no implicara a
Harper o a Boston.
Sawney cayó a sus pies, el escaneo la multitud y sus
alrededores, en busca de un camino claro y una salida. Miró
hacia abajo cuando sintió a María agarrar su mano y empezó a
tirar hacia la multitud de personas que todavía estaba tratando
de salir a la calle.
En un abrir y cerrar de ojos fueron tragados por la
multitud. Sawney pasó un brazo por la cintura de María y
comenzó a correr hacia la puerta hasta que vio al hombre que
se había parado allí estirando el cuello, mirando a través de la
multitud. Era obvio que los estaba buscando.
—Por aquí —dijo María mientras conducía a Sawney de
regreso por donde vinieron sólo que esta vez, caminaron por el
otro lado de la multitud en el bar mientras se apresuraban
hacia la parte posterior del edificio.
Se dirigieron por el pasillo que conducía al cuarto de baño.
María siguió su camino, pasando tanto los baños de hombres y
mujeres y hasta una puerta al final del pasillo que decía sólo
para empleados.
Ella parecía saber a dónde se dirigía así que Sawney la
siguió hasta que llegaron a una puerta de pantalla que llevó a la
parte trasera del edificio. En el momento en que estaban afuera,
María echó a correr hacia un pequeño Volkswagen Bug azul.
Ella abrió el maletero en la parte delantera y comenzó a tirar
bolsas negras a los pies de Sawney.
—Esto es algo de Ricky. Tienes que estar cargado y
largándote de aquí antes de que pare la lucha y la multitud se
dirija de nuevo al bar. Pagué a esos dos tipos para luchar, pero
sólo estuvieron de acuerdo en mantener el ritmo durante diez
minutos. Tienes que estar fuera para entonces.
—¿Y tú? —Preguntó Sawney mientras recogía las bolsas.
—Puedo mezclarme con la multitud. Si Peter y Luis ven
que entro, no te seguirán. Creo que Peter compró tu historia
acerca de estar de paso por la ciudad.
Las cejas de Sawney se alzaron. —¿Has oído eso?
—Por supuesto que he oído eso. Tengo un excelente oído.
Soy un shifter y una experta en espionaje.
—Entonces ¿te enteraste de que Peter estaba hablando de
los planes que tu padre tiene para ti? Él te va a casar con
alguien, te guste o no.
María puso los ojos. —Ya sé algo de eso. Mi padre está
planeando que me aparee con Diego Sánchez, el alfa de la
manada del sur.
—¿Y cómo te sientes acerca de eso? —Preguntó Sawney.
Bajo circunstancias normales, la sonrisa taimada que
apareció en el rostro de María habría sido divertida para
Sawney. En este caso, asustó la mierda en él. —¿Quién crees
que atrajo la atención de mi padre hacia el alfa Sánchez?
Capítulo 4
Ricky no abrió los ojos cuando la conciencia volvió a él
lentamente, lo que le permitió acostumbrarse a su entorno.
Sabía que lo estaban llevando a algún lugar y estaba
aterrorizado de descubrir quien estaba haciendo el transporte.
Lo último que recordaba era estar en su invernadero, molesto
porque María lo había dejado. Si se lo estaban llevando, eso
significaba que alguien había entrado en su santuario.
Los músculos de Ricky se apretaron. Trató de relajarse,
para seguir pareciendo dormido. Estaba demasiado
aterrorizado. Él no pudo detener un pequeño gemido que se
deslizo de sus labios.
—Sshhh, ángel —alguien dijo con una voz que era como el
roble de seda—. Te tengo. Estás seguro.
¿Seguro?
Ricky abrió los ojos solo lo suficiente como para mirar a
través de sus pestañas. Cuando vio un rastro oscuro sobre una
fuerte mandíbula cincelada, su corazón latió un poco más
rápido. Él conocía esa mandíbula. Él la había trazado con sus
dedos suficientes veces como para conocerla hasta en la
oscuridad.
—Sawney —respiro.
—Hey, ángel. —La voz de Sawney era baja y suave, su
sonrisa tan íntima como un beso, sus ojos como las nubes de
tormenta de verano—. Baja la voz hasta llegar dentro. Mientras
menos personas sepan que estas aquí, mejor.
Cómo alguien podía no ver un cuerpo deslizándose en un
edificio, Ricky nunca lo sabría, pero él mantuvo su voz baja, no
obstante. —¿Dónde estamos?
—En un hotel entre nuestros dos territorios. —Ricky se
puso rígido de nuevo, miedo golpeando a través de él más
rápido que una daga—. Sshhh, Ricky. Está bien. Me aseguré de
que no estuviéramos en el territorio de tu padre antes de que
nos detuviéramos para pasar la noche.
—Pero… —Eso no era lo suficientemente bueno. Ir a la
otra punta del planeta podría no ser lo suficientemente bueno.
El Alfa De Luca nunca se daría por vencido. En especial no se
rendiría una vez que supiera que Ricky había desafiado su
palabra y se fue de casa.
—Estás a salvo, Ricky —Sawney insistió—. Te voy a llevar
a casa.
—¿En serio? —Ricky tenía miedo de creerlo. Había estado
soñando con estar con Sawney durante tanto tiempo que había
empezado a creer que era algo que él imaginó. No había manera
de que pudiera ser real—. ¿Cómo?
—María me llamó y me dijo que estabas en problemas.
Ricky agachó la cabeza, metiendo la barbilla hacia el
pecho. Nunca quiso que Sawney supiera sobre eso. Ya se le
consideraba lo suficientemente débil como un omega. No
necesitaba el recordatorio. Desde luego, su compañero no tenía
que saber cuán patético era en realidad.
—Yo iba a venir pronto por ti, de todos modos, Ricky —dijo
Sawney—. Las cosas finalmente han comenzado a establecerse
en casa, y yo te quería a mi lado, donde deberías estar desde
hace años.
—Tu padre… —Ricky apretó los labios cuando Sawney le
lanzó una mirada. Al parecer, se había perdido algo.
—Ricky, mi padre está muerto. —La mandíbula de Sawney
se cerró por un momento. Ricky no creía que Sawney estuviera
triste de que su padre estuviera muerto, por lo que no entendía
la ira del hombre—. Mi hermano menor, Trevor, se vio obligado
a matarlo cuando Aldo amenazó la vida del compañero de Otto.
Las cejas de Ricky subieron. —¿Tu hermano Otto?
—Sí. —La boca de Sawney tomó un giro desagradable—. El
consejo lo puso a cargo como alfa de la manada Marshall
después de que enviaron a Aldo a la cárcel.
—Pero pensé que habías dicho que estaba muerto.
—Él lo está, bebé. Aldo escapó de prisión y se dirigió hacia
Otto. Atacó la casa alfa y tomó como rehenes a los compañeros
de Otto. Otto estaba cambiando para atacarlo cuando Trevor
pasó una espada por la espalda de Aldo.
—Oh. —Simplemente no parecía haber nada que decir a
eso. Después de enterarse de cómo el hombre había tratado a
sus hijos, Ricky se alegró de que estuviera muerto. No era
necesario un lo siento por matar a un hombre que trato así a
sus hijos. Eso no era algo que una persona olvidara fácilmente.
—Otto todavía está a cargo. De hecho, el lugar se ha
convertido en un santuario para los cambiaformas no aceptadas
por otras manadas. —Sawney se encogió de hombros como si
no significara nada, cuando Ricky sabía que era bastante
grande—. Patch, el compañero de Otto, es un ocelote. Resulta
que su hermano gemelo es un Regal Elder.
Ricky inhalado. —Pensé que eran mitos.
—Nop. —Sawney sonrió—. Y Jude es un viaje. Vas a
amarlo. Me recuerda mucho a ti.
—¿A mí?
—Bueno, él es pequeño como tú, y adorado por su
compañero, igual que tú.
Ricky consiguió esbozar una sonrisa trémula. —¿Me
adoras?
—Yo lo hago. —Sawney inclinó para frotar su mejilla sobre
la parte superior de la cabeza de Ricky—. Siempre te he
adorado.
Ricky se cegó cuando sus ojos se humedecieron. —¿Sí?
—Desde el primer momento en que te vi de pie en frente de
la tienda, barriendo la acera.
—Oh, eso es cuando... —Ricky escondido sus labios, sin
saber si debía decir algo. Hablar de Sawney o cuando se
conocieron había estado estrictamente prohibido. Su padre
había inculcado esa regla en la cabeza de los ejecutores del
hombre para asegurarse de ello. Ricky ni siquiera tenía que
pensar en Sawney, y sin embargo, era más o menos lo que
había hecho.
—¿Ahí es cuando que, ángel?
—Ahí es cuando nos conocimos.
—Lo es. —Una luz vino a los ojos de Sawney como si se
alegrara ante el recuerdo—. Lo recuerdo como si fuera ayer. Tú
eras el hombre más impresionante que jamás había visto.
Ricky hizo una mueca mientras miraba hacia abajo a sus
extremidades finas y manchas en la pálida piel. —Supongo que
no soy tan bonito nunca más.
—Podría serte útil un par de buenas comidas, pero
siempre serás hermoso para mí, Ricky.
El corazón de Ricky tartamudeó mientras miraba hacia
arriba y veía la verdad en los ojos azules llenos de humo de
Sawney. —¿Sí?
—Voy a demostrártelo tan pronto como me asegure de que
no tienes ninguna lesión.
Sintió que su cara se inundaba con color cuando él bajó
los ojos. —Son sólo algunas contusiones. —Realmente deseaba
que Sawney no supiera nada de esa pesadilla en particular. Le
hacía parecer aún más débil—. Voy a vivir.
—Estoy aquí para asegurarme de que lo hagas. —Había
tanta dureza en la voz de Sawney, él no podía dejar de mirar al
hombre. La mandíbula de Sawney estaba apretada, una
palpitante vena en la sien.
Ricky le acarició la mano por la barba áspera en la mejilla
de Sawney. Estaba claro Sawney había hecho todo el camino en
un día. Él estaba en grave necesidad de una afeitada. —Hey,
estoy bien.
—Nunca deberían haberte tocado, Ricky.
—Mi padre dijo-
Hubo un atisbo de un gruñido profundo en la voz de
Sawney cuando él respondió—: Tu padre estaba equivocado.
Ricky apretó los labios cuando Sawney se detuvo frente a
una gran puerta blanca. El nudo que se había ido acumulando
en su garganta creció más grueso cuando Sawney golpeó la
puerta y la puerta fue abierta por un desconocido alto, de pelo
negro recortado.
El hombre dio un paso atrás, mirando a los ojos de Ricky
mientras Sawney lo llevó a la habitación del hotel. La sonrisa
repentina que dividió los labios del hombre era tan
sorprendente como la amabilidad que Ricky podía sentir.
—Soy Boston —dijo el hombre mientras cerraba la puerta
y luego los siguió más en la habitación—. El hombre estoico
calvado en la ventana es Harper.
—Ricky.
—Sí. —La sonrisa del hombre se hizo más grande, más
amable—. Nosotros lo sabemos. Sawney habla de ti cada vez
que puede.
Ricky cogió aliento mientras giraba la cabeza hacia atrás
para mirar hacia Sawney. —¿Hablas de mí?
Sawney se encogió de hombros como si no fuera gran cosa,
pero el rubor llenando sus mejillas dijo otra cosa diferente. —
Eres mi compañero. ¿Por qué no iba a hablar de ti?
Por un breve momento, Ricky deseó tener buenos amigos
para compartir historias de Sawney. Con la excepción de su
hermana, María, no tenía a nadie para hablar de su compañero.
Eso era un poco triste.
—No te preocupes, amigo —Sawney susurró mientras
inclinaba sus cabezas juntas—. Vas a hacer amigos y vas a
chismear acerca de mí en algún momento.
—¿Eso crees? —Preguntó Ricky, dispuesto a preguntar
cómo Sawney siquiera sabía lo que estaba pensando. A veces, el
hombre sólo sabía.
—Lo sé.
Cuando Sawney lo llevó a otra habitación y fue a
establecerlo en la cama, Ricky se aferró a sus hombros,
luchando para moverse hacia atrás contra el cuerpo del hombre
más grande. La idea de estar en cualquier lugar excepto en los
brazos de Sawney lo aterrorizaba.
—No, por favor —rogó.
—Hey, está bien. —Ricky hundió el rostro en el cuello de
Sawney y respiró el olor de su compañero cuando Sawney lo
acunó acercó una vez más—. Ricky, bebé, necesito estirarte en
la cama para que pueda ver tus lesiones. Tan pronto como
hayamos terminado voy a abrazarte otra vez.
Ricky sollozó pero poco a poco aflojó sus brazos. Se echó
hacia atrás, pero no se atrevía a levantar los ojos y mirar a
Sawney a la cara. Estaba aterrorizado, pero no pudo superar su
vergüenza por sentirse tan necesitado. No se merecía un
compañero tan fuerte como Sawney.
—¿Lo prometes?
Los ojos de Sawney se arrugaron en las esquinas cuando
sonrió. —Lo prometo, ángel.
Ricky soltó la camisa de Sawney y poco a poco se recostó
contra las almohadas. Mantuvo sus ojos en el hombre más
grande, observando el rostro de Sawney mientras el hombre le
desenrolló de la manta.
—No soy tan bonito como yo solía ser.
Los ojos de Sawney subieron, para encontrarse con él. —
Eres hermoso y siempre lo serás.
Ricky se rió. —Y tú eres un poco loco.
—Él te conoce bien, Sawney —Boston sonrió desde donde
estaba apoyado en la pared cerca de la puerta—. Aunque, me
debato la parte ligeramente. Creo que está al cien por cien loco.
Ricky miró al hombre de cabello oscuro y de gran altura.
Quería decirle que no era de buena educación hablarle a
alguien de esa manera, excepto que había dicho la misma cosa,
lo que significaba que era tan malo como Boston.
—Lo siento, Sawney —murmuró—. Eso fue malo de mi
parte. No estás loco.
—No, él lo está —Boston insistió.
—No deberías decir eso. —Ricky frunció el ceño ante el
hombre. Él realmente quería hacer más, pero eso no sería
educado. Además, prefería mantener la cabeza unida a sus
hombros—. No es agradable.
—Ricky, él sólo está bromeando —dijo Sawney—. Boston y
Harper son dos de mis amigos más cercanos. Ellos nunca dicen
nada que sea malo de mí. Sólo están bromeando.
Ricky se sintió como si su rostro estuviera en llamas
cuando volvió la cabeza en otra dirección. Es sólo que él nunca
tuvo a alguien para bromear un poco, pero la situación de
hecho hacía evidente que sus habilidades sociales apestaban.
Haría mejor en mantener la boca cerrada.
—Ricky. —La voz de Sawney era baja, casi una caricia
sobre su piel—. ¿Confías en mí?
Ricky miró al hombre con sorpresa. —Por supuesto. —
Confiar en Sawney llegaba tan fácilmente a Ricky como respirar.
—Entonces créeme cuando te digo que no tienes ninguna
razón para estar avergonzado, sobre todo, no conmigo o Boston
y Harper. Estás a salvo aquí, de todo.
—Yo no quiero que estés avergonzado de mí.
—Eso nunca va a suceder, ángel. —La suave sonrisa de
Sawney se presionó contra los labios de Ricky—. Voy a gritar al
mundo que eres mi compañero si eso te hará sentir mejor.
Ricky se rió.
—Oh, ahora, ese un sonido hermoso. —Los ojos de Sawney
brillaron con alguna emoción con la que Ricky no estaba
familiarizado, pero hizo que el hombre se viera aún más
devastador de lo que normalmente era, y Ricky no estaba
preparado para eso. Lo único que podía hacer era mirar a
Sawney mientras el hombre continuó comprobando a lo largo de
sus lesiones, su polla endureciendo con cada caricia de las
manos de Sawney.
Durante un tiempo, se sintió fascinado por el brillo en los
ojos de Sawney hasta que se dio cuenta de que su piel estaba
empezando a sentir un hormigueo donde Sawney lo tocaba.
Había pasado tanto tiempo desde que se había hecho más que
sólo soñar con el otro. Ansiaba sentir el cuerpo musculoso de
Sawney presionado contra el suyo.
—Bueno —dijo finalmente Sawney mientras se sentaba de
nuevo—, creo que estabas un poco magullado. Unas cuantas
libras, y descansar un poco, y estarás como nuevo.
Fiel a su promesa, Sawney alcanzó a Ricky, para
levantarlo. Con un pequeño grito de alegría, Ricky agarró la
camisa de Sawney con la mano y hundió el rostro en el cuello
del hombre. Ricky respiró profundo, los latidos de su corazón
calmándose.
—Gracias —murmuró contra piel caliente de Sawney.
Sawney escondido un nudillo bajo la barbilla de Ricky y
levantó su cara hasta que sus ojos se encontraron. El mismo
brillo misterioso estaba en sus ojos azules llenos de humo.
—Yo siempre voy a mantener mis promesas contigo, ángel,
siempre.
Capítulo 5
Los moretones en el cuerpo de Ricky preocupaban a
Sawney pero no tanto como la delgadez de su cuerpo. Había
pasado mucho más tiempo desde que Ricky había comido una
comida decente de lo que admitía. Sawney planeaba rectificar
ese problema inmediatamente.
—Boston, ¿puedes encontrar el menú del servicio de
habitación? —Preguntó mientras metía a Ricky en su pecho y
miró a su amigo—. Estoy seguro de que Ricky podría comer una
cena y sé que me estoy muriendo de hambre.
Boston se quedó por un momento, como si no pudiera
concebir lo que le estaba pidiendo Sawney. Entonces sus ojos se
dirigieron a Ricky y de repente parecía entenderlo. —Sí, claro —
dijo después de eso—. Me vendría bien algo para comer
también.
Sawney esperó hasta que Boston salió de la habitación
antes de levantar a Ricky y llevarlo al cuarto de baño. Había
encontrado a su pareja acurrucado en la suciedad en su
invernadero. Ricky necesitaba un baño.
Y Sawney quería lavar el olor de la tristeza y la
desesperación fuera de su compañero. El león de Sawney no
estaba tan inquieto como lo había estado, pero no estaría
totalmente satisfecho hasta que su compañero oliera igual que
él.
Estableció a Ricky sobre el mostrador y se agachó para
tirar los zapatos del hombre fuera. Él los dejó caer al suelo y se
levantó. Ricky lo miró con sus ojos de gacela mientras
alcanzaba el dobladillo de la camisa de Ricky y la puso sobre su
cabeza.
Cuando llegó a los botones de los pantalones de Ricky, los
ojos del hombre estaban redondeados. Sawney se detuvo. Se
habían engañado un tiempo, pero no mucho. Había sido
demasiado peligroso. Cualquier persona que estuviera cerca de
ellos habría sido capaz de oler el uno en el otro.
Y Sawney no estaba seguro de que hubiera tenido
suficiente control para no reclamar a Ricky si le daba
oportunidad. Quería al hombre demasiado. Una mordida, y todo
el mundo sabría que había reclamado Ricky. Los olores tendía a
mezclarse con los compañeros.
—¿Quieres hacerlo tú mismo, Ricky? —Preguntó Sawney.
Orando. Con esperanza. No podía pensar en otra cosa que
quisiera más que ver a su compañero desnudándose y
lavándose—. Puedo salir y esperar fuera.
—No, yo sólo... —Una sombra de rubor corrió por sus
mejillas—. Yo nunca…
Sawney gruñó, su pecho retumbando mientras intentaba
tragar el sonido. Ricky estaba intacto. Sawney apretó los puños
para evitar el levantar a Ricky y follarlo en la pared más
cercana. Ricky necesitaba ternura y cariño, no las hormonas
que rabiaban en Sawney.
Él respiró calmadamente, dejando salir el aire lentamente.
—Me hace sentir muy orgulloso saber que soy el único que te ha
visto como así. —Paso la punta de los dedos a lo largo del borde
del omóplato de Ricky. La piel sedosa, tan ligera y caliente al
tacto—. El único que te ha tocado.
—Lo eres —susurró Ricky—. Después de encontrarte, yo
nunca... —Los hombros de Ricky se movieron bajo los dedos de
Sawney—. Nunca quise a nadie más.
—No ha habido nadie más desde el primer momento que
puse los ojos en ti, Ricky. —Fue una admisión que Sawney
gustosamente hacía. Después de encontrar a Ricky, no había ni
un alma en el planeta que deseara—. Solo tú.
Ricky tragó duro, lágrimas calientes se reunieron en sus
gruesas pestañas. —¿En serio? —Susurró con tanta reverencia
que hizo que Sawney interiormente se encogiera. Ricky nunca
debería de cuestionar la fidelidad de Sawney.
Sawney no fue insultado por la duda en la voz de Ricky.
Sabía que no vino de la falta de fe en él, sino más bien por la
falta de fe de Ricky de que alguien le quisiera tanto.
—De verdad, ángel. No he tocado otra alma desde aquel
día en frente de la tienda de comestibles. Sólo tú. —E incluso
así, habían sido pocos y distantes entre sí. Ellos tenían que
ocultar su relación de todos, y luego sólo podían disfrutar del
contacto ocasional, raramente un beso.
—Me puedes tocar ahora... —Ricky contempló a Sawney
con tanto anhelo que le quitó el aliento—. Si quieres, quiero
decir.
—¿Es eso lo que quieres, Ricky? —Él nunca haría nada
que pudiera hacer sentir incomodo Ricky.
—Yo sólo quiero ser tuyo —la voz de Ricky era un mero
susurro.
—Hey. —Sawney agarró la barbilla de Ricky y ladeó la
cabeza de su compañero—. Eres mío, Ricky. Siempre has sido
mío, y ningún poder en la tierra va a cambiar eso.
Los ojos de Ricky bajaron, y luego se dirigieron hacia
arriba. Cada vez que sus ojos se encontraron, el corazón de
Sawney retumbaba. Ricky se veía tan nervioso, el lento toque de
sus labios daba a Sawney fantasías sensuales que hicieron que
su polla se pusiera dura y dolorida.
—¿Eso significa que no quieres tocarme? —La llama
ardiente que Sawney vio en los ojos de Ricky lo sobresaltó.
Sawney sabía que tenía que tener cuidado con Ricky, pero
al mismo tiempo quería devorar al hombre. Ricky era todo lo
que Sawney jamás había querido en su vida y no sabía que
quería hasta que el hombre se puso de pie justo en frente de él.
Desde el primer día, Sawney nunca había imaginado estar con
alguien más. Su mundo giraba en torno a Ricky y encontrar
una manera de traerlo a casa.
—Oh, Ricky, no tienes idea de lo mucho que te quiero,
pero-
Ricky presionó sus dedos contra los labios de Sawney. —
No hay peros —dijo con una voz que temblaba—. Solo Bésame.
Sawney gimió mientras hundía sus dedos en el cabello
marrón miel de Ricky y ladeó la cabeza hacia arriba, su lengua
trazando la plenitud suave de los labios de Ricky.
Sawney inclinó su boca sobre Ricky, haciendo todo lo
posible para devorar al hombre. Apretó suavemente en Ricky,
familiarizándose de nuevo con la boca sexy que había estado
soñando desde hacía varios meses.
La polla dura de Ricky se apretó contra él mientras tomaba
los labios del hombre en un beso lleno de necesidad. Su propia
polla se sacudió con la anticipación. Él no era capaz de tener
suficiente de Ricky. Él quería consumir. Estaba encantado con
la respuesta ansiosa de Ricky cuando sus lenguas se deslizaron
juntas y enredadas.
Ricky gimió cuando Sawney levantó la cabeza. Por mucho
que él quisiera besar a su compañero, tenía otros planes para el
pequeño hombre magnífico.
Sawney observó cómo los ojos de Ricky se ensanchaban y
se llenaban de alegría cuando él levantó la camisa y se la pasó
por la cabeza. Ricky inhaló un suspiro tembloroso, con los ojos
clavados en el pecho de Sawney.
Sawney sonrió mientras agarraba la mano de Ricky y la
llevaba a su pecho, presionando la palma contra su musculosa
piel caliente. —Me puedes tocar así, ángel.
El trazo suave de los dedos de Ricky en su carne envió
sacudidas agradables a través Sawney. Contuvo el aliento y se
quedó inmóvil mientras Ricky exploraba, pasando de la
clavícula hasta el suave oleaje de sus músculos pectorales, y
luego a sus pezones. Los pequeños brotes se afirmaron al
instante, se estremeció de placer tras el toque de Ricky.
—Eres tan fuerte —Ricky susurró con aire ausente
mientras sus dedos se movían sobre el pecho muscular de
Sawney. Sus ojos cayeron a su delgado, pálido, pecho—. Yo no
soy-
—Eres perfecto —Sawney argumentó.
Ricky se quedó sin aliento cuando Sawney ahuecó su cara,
tirando de ella hacia si de nuevo. Los ojos de Sawney fijos en los
deliciosos labios de Ricky. Estaban perfectamente hechos para
besarse. Fueron hechos para él.
Sawney agarró las caderas de Ricky y luego lentamente se
deslizó hacia arriba, por los lados de Ricky, y las envolvió
alrededor de él, tirando de su cuerpo más cerca mientras
presionaba sus labios. Ricky se abrió, permitiendo que la lengua
de Sawney hiciera lo que quisiera.
Un gemido de éxtasis se escapó de sus labios mientras sus
cuerpos se frotaban contra el otro, la fricción enloquecedora,
pero no era suficiente. Las manos de Sawney se deslizaron por
el cuerpo de Ricky hacia los botones de sus pantalones. El
sonido de una cremallera que se bajó rebotó a través del
pequeño cuarto de baño como un tiro.
Sawney levantó la cabeza y miró a los ojos color caramelo
de Ricky. Lo que pasaba entre ellos en ese momento era más
que deseo. Sawney podía ver su alma reflejada en los ardientes
ojos color caramelo de Ricky. Había una conciencia allí, una
profunda conexión que abrasaba a Sawney y lo quemaba.
—Te quiero, Ricardo.
Los ojos de Ricky brillaban en la pálida luz del baño, poco
a poco comenzando a brillar con lágrimas contenidas. —Nunca
me dejes —murmuró en un aliento roto—. Ni se te ocurra
dejarme de favor.
Sawney recorría con un nudillo la suave piel a lo largo de
la curva del pómulo de Ricky. —Lo prometo.
Un sollozo cansado cayó de los labios de Ricky mientras
alcanzaba a Sawney. El frío nudo que se había formado en el
estómago de Sawney hacia seis años, cuando se dio cuenta que
no podría reclamar a su compañero, lentamente se desplego y
se desvaneció mientras tiraba a Ricky en sus brazos.
—Siempre te amaré, ángel —Sawney susurró contra el
cuello de Ricky. No podía concebir que alguna vez no amara a
Ricky. El hombre había sostenido su corazón durante tanto
tiempo, que no podía recordar cuando no pertenecía a Ricky.
Sawney levantó a Ricky, luego lo puso en pie. Él bajó la
cremallera de los pantalones y los empujo hacia abajo de sus
piernas, Ricky salió de ellos. Cuando Ricky se cubrió la ingle
con la mano, Sawney negó con la cabeza, cayendo de rodillas.
—Nuh-uh, dulzura, esto es mío ahora.
La cara de Ricky flameaba de rojo mientras lentamente
dejaba caer las manos de nuevo a su lado.
Sawney inhaló un suspiro tembloroso. —Lo he sentido a
través de tu pantalón, bebé, pero nunca le di un buen vistazo.
Esa es una polla impresionante la que tienes ahí.
La gruesa erección de Ricky se paró orgullosa,
sobresaliendo de un nido de rizos color miel como si estuviera
diciendo hola. Sólo en una corazonada, Sawney estiró y rodeo la
amplia circunferencia con la mano.
—Maldita sea, bebé. —Sus dedos no se tocaron. La de
Ricky no era muy larga, pero lo compensaba con ese espesor—.
No puedo esperar a sentir esta hermosa cosa en mi culo.
Ricky se quedó sin aliento, con los ojos cada vez más
amplios. —Tú dejarías qu-
Sawney ahuecó el lado de la cara de Ricky. —Eres mi
compañero. Te dejaría hacer cualquier cosa. —De hecho, lo
estaba esperando. Antes de conocer a Ricky, nadie se había
metido en su culo, pero estaba empezando a creer que acababa
de salvarse a sí mismo para su compañero—. Tú serás mi
primero.
La polla de Ricky se sacudió.
Sawney sonrió. —Te gusta la idea, ¿no?
El rubor en la cara de Ricky se profundizó. —Puede ser.
Sawney dudaba de que hubiera una tal duda. A Ricky le
gustaba la idea de él follando a Sawney. Tan pronto como
hubiera reclamado a Ricky como suyo.
Sawney se puso de pie. Podía sentir los ojos de Ricky en él
mientras se desabrochó los pantalones y los empujo hacia abajo
en sus piernas. Eran como una caricia caliente sobre su piel.
Sawney tiro sus botas y luego empujó sus pantalones por
las piernas antes de patearlos fuera. Cuando se levantó, el calor
ardiente en los ojos de Ricky le hizo cuadrar sus hombros y
erguirse de pie más alto. Hubo un fuerte sentido de orgullo
dentro de él por encender tal fuego en su compañero.
—¿Listo para mí reclamo, ángel?
Ricky asintió vigorosamente.
Sawney volvió y encendió la ducha, sosteniendo su mano
en el chorro de agua. Después de regular el agua, Sawney entró
en la cabina de ducha. Se volvió y le tendió la mano, ayudando
a Ricky dentro, tirando del hombre más pequeño en sus brazos,
él volviéndose hacia el otro lado.
Empezó a acariciar los hombro de Ricky y luego
descendiendo hasta el fondo de su espalda, ahuecando su nalga
derecha. Le acarició el culo a Ricky, arrastrándose sobre la
hendidura entre sus mejillas. Ricky gritó cuando él abrió las
piernas separadas, arqueó la espalda, y apretó su culo en la
mano de Sawney.
Ricky se estremeció contra él, cuando dejó caer besos a lo
largo de la nuca de su cuello y hasta el hombro. Sawney nunca
había visto algo tan erótico, nunca sintió una necesidad tan
dolorosa en su vida. Ricky se apartó de sus brazos.
—Tan hermoso.
—¿Estoy soñando, Sawney? —Ricky susurró por encima
del hombro—. ¿Es esto real?
—Esto es real, ángel, muy real. —Sawney apretó sus labios
contra la piel húmeda de Ricky. Ricky apoyó la frente contra la
pared de azulejos, jadeando mientras Sawney continuó
acariciándolo. Los dedos de Sawney se deslizaron entre las
nalgas de Ricky, el efecto fantasma en el apretado agujero de
Ricky. —Esta noche voy a estar aquí y voy a reclamarte.
Sawney alcanzó detrás de Ricky y agarró el gel de baño
fuera de la plataforma de ducha. Abrió la parte superior y luego
generosamente cubrió su polla. A continuación, frotó el gel de
baño entre las nalgas de Ricky y poco a poco puso uno, dos y
luego tres dedos dentro de él, mientras Ricky se empujaba
contra él, gimiendo.
Se detuvo cuando oyó a Ricky jadear. —Ahora, Sawney, te
necesito ahora.
Sawney bajó la cabeza, la lengua exigiendo contra los
labios de Ricky. Se agarró de las caderas de Ricky y los llevó
más cerca. Acarició la boca de Ricky con su lengua, él sabía, y
sin embargo, él quería más. Giró a Rick alrededor y lo levantó,
presionando a Ricky en la pared, su cuerpo insinuándose entre
los muslos de Ricky.
Cuando Sawney levantó la cabeza, miró a Ricky con calor
abrasador en sus ojos. Era todo lo que podía hacer para no
enterrarse duramente, mientras presionaba la cabeza roma de
su pene contra el agujero estirado de Ricky y empujó
lentamente en él.
Él comenzó a empujar hacia arriba, conduciendo su polla
profundamente en el culo de Ricky. De repente, él estaba en
todo el camino. Era lo único que podía hacer para no estallar
allí mismo. Enterró la cara en el cuello de Ricky y gritó al sentir
a Ricky envuelto alrededor de su polla dolorida. Nunca había
sentido nada igual en el mundo.
Olas de placer lamían mientras él comenzó a moverse,
empujando sus caderas en el culo de Ricky. Su cuerpo se
inclinó ante las sensaciones que disparaban a través de él.
Creció más frenético, con ganas de ser uno con Ricky,
necesitaba estar más cerca. Sus golpes se hicieron más duros,
su polla llenando a Ricky una y otra vez.
Sawney se inclinó y rozó sus labios sobre el cuello de
Ricky, burlándose de la piel mojada con la punta de los dientes.
Él giró sus caderas, conduciendo su polla dentro y fuera del
culo apretado de Ricky justo antes de que hundiera sus
colmillos en el cuello de Ricky.
Ricky gritó cuando Sawney bebió de él. Sintió un repentino
calor inundando todo su cuerpo, y entonces él podía sentir a
Ricky, no sólo física sino emocional y mentalmente también.
Desde ese día en adelante, estarían unidos para siempre, para
nunca más ser separados. Sus almas se habían fusionado,
convirtiéndose en uno.
Sawney finalmente soltó a Ricky y lamió la herida antes de
levantar la cabeza para mirar hacia abajo en la cara vuelta
hacia arriba de Ricky cuando él gritó. —Sawney. Oh Dios mío.
¡Sawney! —Ricky gimió entre cada palabra, su semen brotando
entre ellos.
Sólo viendo el orgasmo de Ricky puso a Sawney sobre el
borde. Su cuerpo se puso rígido. Un gruñido hambriento
arrancado de los labios de Sawney antes de que él condujera su
polla y enterrara su cara en el cuello de Ricky, su grito ahogado
cuando entró en el culo apretado de Ricky por primera vez. Su
polla se hinchó, encerrándolo en su lugar dentro de su
compañero mientras vaciaba disparo tras disparo de semen
dentro de él.
Era el más intenso clímax que Sawney jamás podía
recordar tener.
Ricky se desplomó en sus brazos, la cara hundida en el
cuello de Sawney, su respiración agitada. Sawney lo sostuvo,
saboreando la sensación de que por fin sostenía a su
compañero en sus brazos.
Cuando su polla finalmente se suavizó y el nudo se
desvaneció, Sawney tiró suavemente de su compañero y dejó las
piernas del hombre caer al suelo mientras envolvía sus brazos
alrededor de él, tirando de él cerca. Presionó besos sobre el
cuello y el hombro de Ricky en medio de palabras de amor.
Pensó que su corazón se rompería cuando vio las lágrimas
en las mejillas de Ricky. Se inclinó y besó suavemente a Ricky,
sosteniéndolo cerca. Durante un minuto no había sonido
distinto del de sus besos, pero luego, a regañadientes, Sawney
se apartó. Tomó una respiración profunda y luego miró a Ricky.
—¿Estás bien, amor?
—Puedo sentirte… —Ricky toco con los dedos su pecho,
justo por encima de su corazón—, aquí —se tocó la sien—, y
aquí.
Sawney parpadeó rápidamente para mantener las lágrimas
a raya. —Eso es porque nuestras almas se fusionaron, Ricky.
Desde este día en adelante, estaremos atados juntos para
siempre, para nunca más ser separados.
—¿Eres mío ahora? —Preguntó Ricky—. ¿Cierto?
—Sí.
Ricky respiró lento y profundo, una sonrisa maravillosa
propagándose en sus labios. —Ya era tiempo.
Una carcajada salió de los labios de Sawney. Tiró de Ricky
en la curva de sus brazos y le dio un beso en la parte superior
de la cabeza. —Te adoro.
Capítulo 6
Ricky estaba bastante seguro que ser adorado por Sawney
Marshall era una maldita buena cosa. El hombre lo miraba
como si en realidad fuera algo especial. Ricky temía el día en
que Sawney se enterara de la verdad.
Sentado en la cama, con Sawney dándole de comer
bocados de carne, Ricky tenía un asiento de primera fila para
ser atendido por el guapo ejecutor. Sawney era atento, amable,
y con la intención de asegurarse de que Ricky sólo tuviera lo
mejor.
Sawney tomó un bocado de todo antes de servirlo a Ricky,
una bebida, y a veces incluso lo olfateaba. Si su nariz se
arrugaba y lo apartaba, Ricky sabía que no lo estaba recibiendo.
Quería reír, pero era lindo. Ricky sabía lógicamente que Sawney
estaba reaccionando a su apareamiento. Estaba siendo sobre-
protector.
Por suerte, Ricky estaba bien con eso. Si pudiera vivir en el
bolsillo trasero de Sawney, lo haría. La idea de siquiera estar en
una habitación diferente del hombre hizo que la garganta de
Ricky se apretara con el comienzo de un ataque de pánico.
—Entonces, ¿qué pasa ahora? —Preguntó Ricky mientras
se limpiaba la boca con una servilleta, mirando a Boston y
Harper, que estaban sentados en las sillas cercas a la ventana.
—Vamos a ir a casa en Potter´s Creek —respondió Sawney.
—¿Qué piensa tu hermano sobre que vaya a ahí? —
Después de saber lo que el padre de Sawney había sido, estaba
aterrorizado de conocer al resto de su familia, no importaba lo
bonitos que Sawney dijera que eran.
Los labios de Sawney se curvaron en las esquinas. —Él va
a estar feliz de que por fin te lleve a casa.
Las cejas de Ricky se dispararon. —¿Tu hermano sabe de
mí?
—Por supuesto que sí —dijo Boston—. Como hemos dicho
antes, Sawney habla de ti todo el tiempo. —Él resopló con buen
humor cuando él se metió una patata en la boca—. Uno
pensaría que ya se aparearon. Quiero decir, esta como,
obsesionado o algo así.
Ricky golpeó la mano sobre su boca cuando él se rió.
Que embarazoso.
—Yo lo admito libremente. —La risa de Sawney era baja y
ronca mientras se encontraba con los ojos de Ricky—. Estoy
obsesionado.
La cara de Ricky seguía sonrojada mientras bajaba la
mano a su regazo. Colocó un mechón de pelo detrás de su oreja
con la otra mano mientras miraba a través de sus pestañas a
Sawney. —No creo que la obsesión sea tan mala.
—No —dijo Sawney cuando él apuñaló a un pedazo de
carne y lo levantó hacia Ricky—. Aquí, el último bocado.
—Adelante —dijo Ricky mientras se frotaba el estómago—.
Si yo como otro bocado, voy a explotar.
—Es posible que desees guardar el estallido para más
tarde. —Boston hizo un guiño a Ricky—. Yo no creo que tengan
servicio de limpieza para eso.
Ricky se rió de nuevo, pero esta vez no intentó ocultarlo. Si
Sawney realmente quería mantenerlo, el hombre necesitaba
saber todo sobre él, incluyendo el hecho de que él se reía... y
roncaba... y se masticaba la uña del pulgar cuando estaba
nervioso. Había un montón de cosas que hacía que otras
personas encontraban inaceptables.
Ricky estaba bastante seguro de que era por eso por lo que
muchas personas en la manada de su padre lo odiaban. Él
realmente no quería pensar en eso, pero tenía miedo de que él
se encontrara con lo mismo cuando llegara a la manada de
Sawney. Tener un compañero tan grande como una casa no era
un impedimento para ser condenado al ostracismo por ser
diferente.
Más que nada, Ricky deseaba que pudieran ir a donde
nadie los conociera. Pero a diferencia de Ricky, Sawney formaba
parte de su manada. Necesitaba la conexión, el vínculo que se
hallaba en la pertenencia de una manada. Ricky nunca había
tenido eso. Él había vivido la mayor parte de su vida al margen
de su manada, sabiendo que él nunca fue plenamente aceptado,
y nunca sintió el vínculo entre los miembros de la manada del
que había oído hablar tanto.
Sólo necesitaba a Sawney.
—¿Dónde vamos a vivir, Sawney?
Sawney levantó la vista de donde él estaba limpiando los
platos de la cena. —Bueno, por ahora, tengo una habitación en
la casa de mi hermano, pero espero que podamos comprar una
de las casas cercanas. Potter´s Creek es bastante pequeña por
lo que una gran cantidad de personas se han trasladado a la
ciudad. Hay varias casas que han salido recientemente a la
venta.
—¿Vas a comprarnos una casa?
Sawney encogió de hombros mientras él volvía a apilar los
platos. —No nos podemos comprar una mansión ni nada, pero
voy a ser capaz de proveer para ti, Ricky.
Los parpados de Ricky se deslizaron sobre sus ojos. —
Puedo ayudar. Tengo un poco de dinero ahorrado.
En previsión de su apareamiento con Sawney, había
guardado hasta el último centavo que había ganado que no
había ido para sobrevivir diariamente. Había bastante ahorrado
en el pequeño nido de huevos. Había tenido la suerte de
comenzar su huevo nido con una herencia que recibió después
de que su madre murió. Su padre había sido reacio a
entregársela cuando Ricky se convirtió en un adulto, pero el
hombre no había tenido otra opción. Nunca le había pasado un
centavo a Ricky.
—¿Cuánto podría haber guardado? —Boston se rió como si
pensara que eso era lindo que Ricky tratara de guardar el
dinero en su alcancía.
Ricky tuvo el repentino deseo de sacar la lengua al
hombre.
—Doscientos sesenta y ocho mil cuatrocientos treinta y
dos dólares y cincuenta y seis centavos.
La mandíbula de Boston cayó.
—¿Cuánto? —Preguntó Sawney.
—Doscientos sesenta y ocho mil cuatrocientos treinta y
dos dólares y cincuenta y seis centavos.
—¿Hay más de un cuarto de millón de dólares escondido
en alguna parte?
Ricky asintió.
—¿Entonces por qué diablos no comprabas en una tienda
de comestibles? —Sawney estaba claramente enfadado, con los
ojos en llamas.
—Yo no podía salir de la casa —Ricky respondió
rápidamente—. Todo el dinero del mundo no iba a impedirme
tener mi cabeza entregada si me iba de mi casa. Maldición,
podría haberme ido y trasladado a un estado diferente, pero
primero tendría que conseguir pasar más allá de los ejecutores
para salir de la ciudad, y confía en mí cuando digo que siempre
están a la espera de mí. —Ricky frunció el ceño—. Me sorprende
que salieras por delante de ellos, Sawney.
Los ojos azules llenos de humo de Sawney brillaron de
indignación. —Soy bueno en lo que hago, pero lo que me
molesta es que tuvieras dinero para comprar comida, pero no
podías porque recibías una paliza cada vez que dejabas tu casa.
—Bueno, honestamente, solo lo he pasado muy mal
durante los últimos seis meses o así. Antes de eso, de vez en
cuando iba a conseguir los alimentos, pero eran pocos y
distantes entre sí. Desde que mi padre retiró su protección, me
atacaban apenas salía de mi propiedad.
—Explica algo para mí —dijo Boston—. Si esperaran por ti
para que salgas, ¿por qué esperar hasta que salgas de tu casa?
¿Por qué no ir y vencerte ahí?
—Mi hermana María. Nadie la cruza. —Ella se había
asegurado de que todos supieran que se debían mantenerse
alejados de su casa.
Cualquier persona que la atravesara, conseguía todo el
peso de su ira, y eso nunca era lindo.
Boston frunció el ceño. —¿Entonces por qué ella no
evitaba que te atacaran cuando salías de tu casa?
—Porque nadie desafía a mi padre tampoco.

****
—Ricky.
Ricky bateó las manos que sacudieron su hombro. No
quería despertar. Él había tenido el más maravilloso sueño.
Sawney había estado allí y -Ricky gruñó cuando las mantas
fueron arrancadas fuera de él y el frío se arrastró por su piel. Él
trató de agarrarlas, sólo para que sus manos agarraran y
llevaron a cabo juntos.
—Ricky. —Su nombre fue susurró contra su oreja—.
Tenemos que irnos.
Ricky parpadeó rápidamente para conseguir fuera el sueño
de sus ojos. Volvió la cabeza y se dio cuenta que Sawney estaba
sentado a su lado en la cama, completamente vestido.
No había sido un sueño.
—¿Qué está pasando? —Susurró porque parecía que era lo
que había que hacer.
—Harper escuchó un par de hombres en el vestíbulo del
hotel preguntando por nosotros. Él piensa que son ejecutores de
tu padre. Tenemos que irnos antes de que descubran en que
habitación que estamos.
El mundo de Ricky se redujo a cuatro palabras, ejecutores
de su padre. De todas las personas que lo habían atacado y
hecho de su vida un infierno viviente, los ejecutores de su padre
habían sido los peores. Parecían tener un gran placer
torturándolo. Empezó a temblar mientras imágenes temerosos
de lo que le harían si lo atrapaban comenzaron a construirse en
su mente.
—Ricky, bebé. —Sawney lo sacudió de nuevo—. Hay que
moverse.
—Yo...yo... no puedo —Ricky respondió en voz baja,
asustado. Él parpadeó con una sensación de mareo, como si su
corazón trabajara horas extras para bombear sangre a través de
su sistema afectado—. No sé qué hacer.
—Deja que te ayude, ángel.
Ricky asintió, demasiado asustado para hacer nada más.
El pánico fue disturbio a través de él, manteniéndolo inmóvil.
—Pon tus brazos a través de los agujeros. —Cuando
Sawney sacó la camisa por encima de su cabeza, Ricky levantó
los brazos y las metió a través de los agujeros.
—Bueno —dijo Sawney con dulzura—. Ahora pon tus
piernas por un lado de la cama.
Ricky sacó las piernas por el lado del colchón. Su garganta
se apretó mientras observaba a Sawney arrodillarse a sus pies.
Sawney subió las piernas de los pantalones por sus piernas,
una a la vez, y luego deslizó sus zapatos en sus pies.
—Está bien, nene. —Sawney se puso de pie, agarrando la
mano de Ricky y tirando de él a sus pies. Cogió rápidamente los
pantalones de Ricky antes de que pudieran deslizarse por sus
piernas y los anudo arriba.
Ricky no tenía ni idea de dónde Sawney saco la chaqueta
que le ayudó a poner, pero olía a Sawney. Todo lo que Ricky
tenía que hacer era volver la cabeza y podía oler el aroma de
Sawney en la tela. Eso calmó Ricky como nada más podía.
Enterrado en el abrigo de gran tamaño de su compañero, Ricky
se sintió seguro.
—Está bien, ven conmigo, y mantén la cabeza hacia abajo
—Sawney dirigió mientras tomaba la mano de Ricky y lo llevaba
a la sala principal de la suite en donde estaban—. Vamos a
tomar las escaleras traseras. Boston y Harper van a salir por el
frente y nos encontraremos en el callejón con el coche. —
Sawney hizo una pausa para mirar a Ricky—. ¿Estás listo para
esto?
Ricky asintió. ¿Qué otra cosa podía hacer?
Él sostuvo la mano de Sawney en un abrazo de muerte
cuando él lo siguió fuera de su suite y por el pasillo hacia el
ascensor de servicio. Los ojos de Ricky se redondearon cuando
Sawney pasó una tarjeta de seguridad y las puertas del
ascensor se abrieron.
—¿De dónde sacaste eso?
—Harper se hizo amigo de uno de los mozos.
Ricky dio una palmada de su mano en su boca cuando
una risita nerviosa amenazaba con escapar. Ahora
definitivamente no era el momento de estar riendo.
—Date prisa, ángel —dijo Sawney mientras empujaba a
Ricky en el ascensor—. Alguien está subiendo en el ascensor de
invitados.
Ricky contuvo el aliento. Las puertas del ascensor de
servicio se cerraron en el mismo momento que la campana sonó
en el ascensor de invitados. Ricky oró que hubieran hecho una
escapada limpia, pero había aprendido que las cosas rara vez lo
eran. Cuando el ascensor llegó a la planta baja, cada instinto
que Ricky había perfeccionado con los años le gritaba.
Así como las puertas comenzaron a abrirse, Ricky se lanzó
a través del pequeño recinto y tiro a Sawney en la pared,
interfiriendo con el dedo en el botón repetidamente. Las balas se
estrellaron contra la pared donde Sawney había estado de pie.
Ricky chirriaba cuando Sawney le dio la vuelta,
poniéndose entre Ricky y las balas en el ascensor. Cuando las
puertas se cerraron y el ascensor comenzó a moverse de nuevo,
Sawney miro hacia él.
—¿Cómo lo supiste?
—Marcus no es como las demás personas, Sawney. Piensa
como mi padre, tortuoso. Si los ejecutores se dirigen a nuestra
habitación, Marcus se dirigió a la salida menos probable.
La cabeza de Sawney se inclinó hacia un lado, con un ceño
en su rostro. —¿Por qué la menos probable?
—¿Saldrías por la puerta de adelante?
Las cejas de Sawney subieron. —Yo lo haría ahora.
—Es posible que haya más ejecutores esperándonos en el
frente. —Ricky odiaba señalarlo, pero era un hecho.
—Entonces estaremos listos para ellos.
Sawney puso a Ricky contra la pared y se paró delante de
él cuando el ascensor se detuvo. Cuando las puertas se
abrieron, ambos contuvieron la respiración y esperaron.
Cuando no pasó nada, Sawney se asomó por el borde de la
puerta.
—Vamos. —Sawney alcanzó atrás y agarró la mano de
Ricky, tirando de él desde el ascensor.
Ricky trató de mantenerse al día con Sawney cuando él fue
sacado por un largo pasillo. Parecía como si no hubieran hecho
una gran distancia del piso en el que habían estado antes, pero
no estaban en el primer piso tampoco.
—¿Cómo vamos a conseguir ir a abajo? —Preguntó cuándo
pasaron otro conjunto de ascensores sin parar. No tenía ni idea
de a dónde Sawney lo llevaba.
—Hay unas escaleras abajo por este camino. —Sawney
señaló el pasillo, delante de ellos—. Hay escaleras en cada
extremo del hotel en caso de emergencia.
Eso tenía sentido, sobre todo teniendo en cuenta que esto
parecía una emergencia real. Ricky no estaba seguro de que iba
a irles mucho mejor. Los ejecutores del Alfa De Luca estan tras
ellos, y eso significaba que estaban bastante jodidos.
Capítulo 7
Sawney sabía que Ricky estaba asustado, y eso solo lo
enojo. Él estaba malditamente cansado de que Ricky tuviera
miedo todo el tiempo. Tenía que ser feliz, sin preocupaciones.
No necesitaba estar corriendo por su vida.
Sawney se prometió a sí mismo que iba a asegurase de que
Ricky tuviera felicidad en su vida, y pronto. Y él tomaría a cada
maldito alfa psicótico en el mundo para lograrlo.
Sawney corrió por el pasillo, manteniendo a Ricky cerca de
su lado. Dijo una oración silenciosa, con la esperanza de que
pudieran escapar. Él no quería luchar con los ejecutores del
padre de Ricky hasta que su compañero estuviera a buen
recaudo en algún lugar en el que no pudiera ser dañado. No
podía soportar la idea de que Ricky pudiera ser herido de nuevo
o asesinado. Ahora que tenía a su valioso compañero a su lado,
Sawney tenía la intención de mantenerlo allí.
Cuando llegaron a la puerta, Sawney contuvo el aliento.
Esta era su única salida. Agarrando el asa, se retorció y
empujó. Sawney olfateo el aire, en busca de cualquier indicio de
peligro, pero no había ninguno. Él mantuvo su brazo alrededor
de Ricky cuando comenzaron a bajar las escaleras.
Se movían con rapidez.
—¿Crees que van a encontrarnos? —Ricky le preguntó, su
voz temblando de miedo.
Sawney quiso consolar a su compañero. Quería tomarse
un momento para tranquilizar a Ricky, pero él no quería mentir.
Y no iba a hacer ninguna promesa que no pudiera cumplir.
—¿Sawney? —Ricky susurró en voz temblorosa.
—Yo te protegeré. —Con su último aliento. Al bajar la
escalera, Sawney miró a la señal de salida por sólo un segundo.
Él apretó su agarre alrededor de la cintura de Ricky—. Una vez
que la puerta se abra, vamos a correr en línea recta hacia la
camioneta.
Ricky asintió con la cabeza, y Sawney realmente esperaba
que Boston y Harper los esperaran en el callejón. Cuando él
abrió la puerta, los neumáticos chirriaron y Sawney sonrió. Sus
amigos no lo dejaron atrás.
Sawney balanceó a Ricky en sus brazos mientras saltaba
en el vehículo grande y cerraba la puerta, deslizándose sobre el
piso en el que no podían ser vistos. Cubrió a Ricky con su
chaqueta para ocultarlo de cualquier mirada indiscreta.
Se quedó en el suelo, sosteniendo a Ricky cerca mientras
Boston conducía como un murciélago del infierno. Sawney no se
movió. Mantuvo a Ricky cubierto, esperando la palabra de
Boston y Harper. A medida que los segundos pasaban, también
lo hizo el nivel de estrés de Sawney.
—Está limpio —dijo Harper, sin mirar hacia él—, pero
permanece abajo por si nos siguen.
Sawney tiró de la chaqueta de la espalda y sonrió a Ricky.
Pasó sus dedos a través de la mejilla de Ricky, tocando su suave
piel de bebé.
—Estoy muy orgulloso de ti. —Antes de que Ricky pudiera
decir una palabra en respuesta, Sawney inclinó y capturó los
labios de su pareja—. Te amo.
Ricky suspiró y se apoyó en Sawney. —Yo también te amo.
—No puedo esperar llegar a casa. —Sawney había estado
soñando con Ricky en su casa y en su cama durante más
tiempo del que podía recordar. Pero más que eso, Sawney
quería proteger a su compañero. Con su manada rodeándolos,
Sawney sabía que podían asumir cualquier enemigo.
—¿Qué vas a hacer cuando me lleves ahí? —La cara de
Ricky se sonrojó mientras miraba hacia él.
Sawney se rió con diversión. —Eres adorable.
Prefería a este despreocupado Ricky, el joven, bromeando y
riendo. Se aligeró su corazón y le dio esperanza de que fueran a
estar bien.
—No sé por dónde empezar. —Sawney movió sus ojos
hacia arriba y hacia abajo el cuerpo de Ricky, y su compañero
se rio—. Puede que no dejes nuestra cama durante días.
Ricky gimió y un estremecimiento vibro por todo su
cuerpo. Se acercó, frotándose contra Sawney. El olor de su
excitación llenó la cabeza de Sawney, nublando su mente.
Gruñendo, Sawney agarró un puñado de pelo de Ricky y levantó
la cara del joven, conectando sus labios, conquistando y
besando a Ricky como si su próximo aliento dependiera de ello.
—Uh... —Boston se aclaró la garganta mientras bajaba la
ventanilla. El aire frío se precipitó en el vehículo, ayudando a
despejar la cabeza de Sawney.
—Más tarde —Sawney susurró contra los labios hinchados
de Ricky—. Lo prometo. Tan pronto como llegamos a casa,
vamos a terminar esto.
Las mejillas de Ricky se pusieron rojas, sus ojos dando
vueltas y brillando. Pero la dulce sonrisa que cruzó sus labios
era todo lo que Sawney necesitaba para que se sintiera como si
su mundo se hubiera completado. Tiro a Ricky cerca de su lado
y metió la cabeza del hombre bajo su barbilla.
El zumbido sordo del motor tenía a Ricky dormido en tan
sólo unos minutos, o tal vez fue la adrenalina que se dreno
fuera de él. Ricky había estado bajo tanto estrés durante tanto
tiempo, que se merecía una buena noche de sueño. Infiernos,
un mes entero de sueño.
—Creo que es seguro que te levantes —dijo Harper—.
Estamos a punto de golpear la carretera.
Sawney se escabulló hasta que pudo sentarse en el
asiento, tirando de Ricky con él. Levantó las piernas de Ricky
para arriba sobre el asiento y luego suavemente puso la cabeza
de Ricky en su regazo. Ricky se movió por un momento, su
rostro volviéndose hacia Sawney. Su mano le dio unas
palmaditas y lo acarició hasta que encontró su camino bajo el
dobladillo de la camisa de Sawney. Una vez que la palma de su
mano golpeó la piel de Sawney, Ricky suspiró y se acomodó
como si todo lo que necesitaba para calmarlo era el contacto
físico con su pareja.
Sawney sabía cómo se sentía.
Acarició suavemente con sus dedos a través de los
hermosos rizos color miel de Ricky. Simplemente tocar a su
compañero calmaba a su león. Demonios, estaba prácticamente
ronroneando. A Ricky le gustaba cuando él ronroneaba.
—¿Cómo lo lleva? —Harper preguntó desde el asiento
delantero.
—Él va a estar bien. —Ricky siempre estaba bien. Sawney
no sabía cómo el hombre continuaba levantándose de la cama
cada mañana, cuando su vida apestaba desde el momento en
que se despertaba hasta que se iba a la cama. Sawney esperaba
cambiar eso. Quería que Ricky esperara cada día, no que los
temiera.
—Nos llevará aproximadamente cuatro horas llegar a
Potter´s Creek —dijo Harper—. Si tenemos que parar para
cualquier cosa, sólo háznoslo saber.
—Te lo agradeceré.
—Tu manto se encuentra en la parte posterior.
Sawney asintió mientras se daba la vuelta y se acercaba al
asiento. Plegado muy bien situado en la esquina estaba la
manta de microfibra suave que había recogido con tanto
cuidado para Ricky. La sacudió hacia fuera y luego la extendió
por encima de Ricky, metiendo los bordes para detener el frío.
—¿Alguna idea de cómo esos ejecutores nos encontraron?
—Preguntó Boston—. Parecían saber que estábamos dentro de
ese hotel.
—Es cierto lo que dice Boston, Sawney —dijo Harper. Sus
ojos eran graves, oscuros—. Cuando llegaron a la recepción en
el vestíbulo, no preguntaron si estábamos allí. Preguntaron en
qué habitación estábamos, como si ya supieran que estábamos
allí.
—¿Qué preguntaron específicamente? —Esa era la
pregunta para la que Sawney quería respuestas. Podía cambiar
la forma en que manejara las cosas.
—Preguntaron por ti y Ricky, aunque usaron su nombre
completo, no Ricky.
Sawney trató de detener su ingesta rápida de aire para no
despertar a Ricky, pero no pudo evitar el pequeño
estremecimiento que paso por su cuerpo. —Está bien, entonces
saben que tengo a Ricky.
Harper asintió. —Se ve de esa manera.
—¿Alguna idea de cómo? —Preguntó Sawney.
—Sospecho que alguien nos vio salir de la casa de Ricky y
anotó la matrícula. Dependiendo de qué tan bien conectado esta
el Alfa De Luca, probablemente conecto contigo. O eso, o
alguien les está filtrando la información.
Sawney no podía pensar en una sola persona que fuera a
entregarlo a él de esa manera, y Ricky no conocía a muchas
personas. —Vamos a suponer que es tanto por el momento. Una
vez que lleguemos a casa, podemos discutir la situación con
Hugh y Boone. Ellos sabrán cual es el mejor plan de acción.
Sólo tenían que llegar a salvo.

****
—Sawney —dijo Harper en voz baja mientras sus ojos
bajaban hasta el hombre durmiendo en el regazo de Sawney—.
Hay un vehículo que viene rápidamente detrás de nosotros.
Sawney volvió, mirando por la ventana trasera. Sus manos
se apretaron alrededor del hombre durmiendo en su regazo
mientras miraba faros avanzar a ellos a una gran velocidad. El
vehículo se movía demasiado rápido para ser una persona al
azar conduciendo por la autopista.
—Muévete, Boston. —Sawney odiaba esta parte. Fue con
una gran cantidad de pesar, pero aún más preocupación, que
sacudió suavemente el hombro de Ricky—. Ricky, bebé, tienes
que despertar.
Los ojos Ricky se abrieron. Ellos no parpadean. Ellos no
revolotean. Simplemente se abrieron, como si hubiera estado
despierto todo el tiempo—. Nos encontraron, ¿no?
Sawney asintió, incapaz de mentir a su pareja. —Yo creo
que sí, cariño.
Ricky contuvo un gran aliento, dejando que se fuera
mientras se sentaba. —¿Qué es lo que tengo que hacer?
Sawney sonrió mientras envolvía una mano alrededor de la
nuca de Ricky y tiraba de él para darle un beso rápido. —
Necesito que te quedes a salvo —dijo tan pronto como él levantó
sus labios.
Tan pronto como las palabras salieron de sus labios fueron
alcanzados por detrás. Ricky gritó cuando fue arrojado hacia
adelante, cayendo de nuevo en el piso de la camioneta. Sawney
trato de llegar a él, pero fueron alcanzados de nuevo. El sonido
del metal contra el metal moliéndose fue uno que Sawney
nunca olvidaría, pero no estaba ni siquiera cerca del terror que
cruzó el rostro de su compañero cuando el SUV comenzó a
desviarse.
Esa mirada fue quemada en el alma de Sawney.
—¡Sawney! —Gritó Ricky cuando el vehículo de repente
volteó a través del aire. El grito de alguien rasgó a través del aire
mientras el SUV rodó una y otra vez antes de llegar a algo
sólido, y luego se detuvo.
Todo se detuvo.
Las pestañas de Sawney revolotearon mientras inhalaba.
Alzó la mano para limpiar la humedad de sus ojos sólo para
darse cuenta que era sangre. Eso explicaba el dolor por encima
de su ceja. Sawney apretó su mano sobre la herida. Empezó a
sentarse hasta que se dio cuenta de que estaba colgando boca
abajo por el cinturón de seguridad.
Sawney agachó y empujó el cierre del cinturón de
seguridad. Tuvo el tiempo justo para tirar sus manos en frente
de él antes de que se estrellara en el techo del vehículo, que
ahora era el suelo.
Él empezó a ponerse sobre sus manos y rodillas para
arrastrarse fuera de la camioneta cuando su mano rozó algo
suave y lujoso. El corazón de Sawney dolía como si hubiera
dejado de latir mientras curvaba los dedos en la manta de
microfibra y escudriñaba el vehículo por su compañero.
—¿Ricky? —Sus ojos bruscamente giraron de lado a lado,
de adelante hacia atrás, cuando el pánico comenzó a crecer—.
Ricky —levantó su voz—. Ricky, ¿dónde estás?
La parte trasera de la camioneta estaba vacía. En el frente
había dos cuerpos, Harper y Boston, los dos hombres
empezando a moverse. Y él era el único en el asiento trasero.
Sawney se movió hacia la puerta abierta, observando mientras
se agarraba para ayudarse a subir fuera del vehículo debido a
que la puerta estaba inclinada en un ángulo antinatural, como
si alguien la hubiera tirado abierta.
Sus piernas temblaban mientras se ponía de pie. Estaban
en un pequeño barranco a un lado de la carretera. El SUV había
venido a descansar contra un gran árbol. Los lados estaban
aplastados, el motor humeaba. Estaban al revés. Estaba claro
que no iba a ninguna parte.
Sawney se empujó lejos del vehículo y comenzó la
búsqueda de Ricky. Estaba aterrorizado de que Ricky hubiera
sido arrojado de la camioneta durante el accidente. Podía estar
tendido por ahí en algún lugar de la oscuridad, sangrando,
muriendo. Todo lo que podía oler era el olor de la sangre y el
caucho quemado, algo humeante sobre el motor caliente.
Apenas podía recoger cualquier rastro de Ricky.
—¡Ricky! —Gritó una y otra vez, alzando la voz cada vez
que no hubo respuesta hasta que estaba gritando. Hubo un
dolor cada vez mayor en el centro de su pecho como si su
corazón hubiera sido arrancado a través de su caja torácica—.
¡Ricky, respóndeme, maldita sea!
Nada.
Estaba tan silencioso como lo estaba cuando Sawney abrió
los ojos. Tragó saliva y contuvo las lágrimas que comenzaron a
reunirse en sus ojos. No había señales de Ricky en cualquier
lugar, sólo el vehículo, algunos vidrios rotos en el suelo, dos
shifter que subían fuera de la parte frontal de dicho vehículo
roto mirando un poco aturdidos a Sawney.
Era como si Ricky nunca hubiera estado allí en absoluto.

****
Sawney paseaba junto al borde de la carretera, mientras
esperaba por el rescate, iba y venía en una pequeña zona. Cada
pocos minutos veía y escaneaba cualquier dirección que
enfrentaba, en busca de signos de un vehículo. Pasaron los
minutos, tal vez horas. El tiempo parecía detenerse, tan quieto
como el aliento en sus pulmones.
Ricky no estaba.
Habían sido capaces de darse cuenta de que habían sido
noqueados durante el choque. ¿Por cuánto tiempo?, nadie
estaba seguro, pero había sido suficiente para que alguien
abriera la puerta del lado del pasajero y tirara de Ricky,
tomándolo.
Sawney apretó los puños mientras pasaba otra ola de
ardiente ira a través de él. No tenía ni idea de si Ricky estaba
herido o asustado o qué. Sólo sabía que su compañero estaba
vivo. Podía sentir el vínculo entre ellos aun latiendo.
—Faros, Sawney —Boston llamó.
Sawney giró y salto por el suelo frío y duro para estar al
lado de Boston y Harper. Él echó una rápida mirada a sus
amigos, haciendo una mueca ante los cortes y abrasiones sobre
ellos. Al estar en la parte delantera del vehículo cuando se
estrelló, habían sufrido la peor parte del impacto.
—Ustedes dos se ven como la mierda.
Boston lo miró. Eres un dulce hablador.
Sawney se encogió de hombros. —Sólo estoy diciendo... —
Se veían como si hubieran estado en un accidente de auto.
Sawney fue positivo, si no hubieran sido capaces de cambiar y
sanar lo peor de sus lesiones, estarían muertos ahora.
Se dio la vuelta cuando el vehículo avanzo hacia ellos,
desaceleró y luego estaciono a un lado de la carretera. No fue
hasta que llegó a una parada completa y los faros brillantes
disminuyeron que Sawney se dio cuenta de que era un vehículo
de la policía. Cuando la puerta se abrió y un hombre alto, de
pelo negro salió, algo de la tensión en sus hombros se relajó.
—Gracias por venir, Boone. —Dudaba que alguna vez
estuviera tan agradecido de ver a su medio hermano en su vida.
El sheriff se detuvo justo en frente de ellos, sus ojos
evaluando a cada uno de ellos, ampliándose al ver a Boston y
Harper. —Ustedes dos se ven como la mierda.
Sawney escondido sus labios cuando sus amigos se
volvieron hacia él.
Boone miró el vehículo destrozado, un pequeño silbido
pasando sus labios mientras miraba a los restos. —Ellos
realmente tenían una erección por ti, ¿no?
—Se llevaron a mi Ricky —Sawney gruñó cuando su ira se
elevó a la superficie otra vez—. Yo lo estoy tomando de regreso.
Capítulo 8
Ricky se acurrucó en un rincón de su invernadero,
escondiéndose detrás de unos helechos en macetas mientras
escuchaba los sonidos de cualquier intrusión en su propiedad.
No entendía por qué lo habían traído de vuelta y lo dejaron en
su casa. Simplemente no tiene sentido. Él había estado seguro
de que iba a morir cuando lo sacaron del vehículo accidentado.
Lo habían golpeado alrededor un poco antes de llevarlo a su
casa, pero lo habían dejado.
Ricky estaba aterrorizado de que vinieran otra vez. El brillo
en los ojos de Marcus Riley cuando lo acompañó hasta la puerta
principal era demasiado malicioso. No era una cuestión de si él
estaría de vuelta. Era una cuestión de cuándo.
Ricky se frotó la muñeca dolorida, mirando brevemente
para fruncir el ceño ante las abrasiones envueltas alrededor de
ella como un brazalete rojo. Marcus se había aferrado a él como
si estar separado significaría su vida. Teniendo en cuenta que el
león shifter trabajaba como ejecutor para el padre de Ricky, esa
era una opción.
No sabía qué planes tenía su padre para él, pero sabía que
tendría que pagar con su vida si trataba de salir de nuevo. Se
había hecho muy claro para él en el viaje a casa. Su padre lo
quería aquí en casa y a él no parece importarle lo que tenía que
hacer para asegurarse de que eso sucediera.
Ricky no sabía cuánto tiempo se sentó acurrucado en un
rincón detrás de las plantas de helechos, pero fue lo suficiente
para ver el amanecer y luego el anochecer de nuevo. Lo que más
le sorprendió fue que nadie vino a ver cómo estaba. Era como
cualquier otro día antes de que Sawney hubiera llegado.
Mientras él se mantuviera dentro de los límites de su propiedad,
nadie lo molestaba.
Correteando por el borde de una de las plantas en
macetas, Ricky llegó hasta el segundo estante y tomó una
zanahoria de una de sus crecientes cajas. Como no suele
permitirse salir de su propiedad, hacer crecer su propia comida
se había convertido en una necesidad. Pero era mucho tiempo
entre la siembra y la alimentación, por lo que había pasado
hambre más de una vez.
Ricky se acurrucó de nuevo en su esquina y se sacudió el
polvo de la zanahoria antes de masticar lentamente en ella. Él
realmente hubiera preferido limpiarla y pelarla, pero eso no era
un lujo que tuviera ahora. No estaba más que agradecido de que
tenía algo de comer, incluso si se trataba de una patéticamente
pequeña zanahoria. Era mejor que nada en absoluto.
Pero no por mucho.
Ricky terminó la zanahoria y luego inclinó la cabeza hacia
atrás contra el lado del invernadero. Estaba cansado, pero tenía
miedo de ir a dormir. Tenía frío, pero miedo de ir dentro de la
casa donde estaba caliente. A él le dolía por su compañero, pero
tenía miedo de ir a buscarlo.
Él tenía miedo. Era tan simple como eso. En ese momento,
casi todo lo que le hacía era temer. Demonios, tenía miedo del
sol que entraba por la mañana a causa de las nuevas sorpresas
que podría traer. Y vendrían sorpresas. Ya no había ninguna
apelación.
Ricky dio una palmada de su mano contra su boca cuando
escuchó algo de choque en el suelo fuera del invernadero. Había
caído más que su parte justa de los potes de siembra, así que
sabía el sonido que hacía. También sabía que siempre apilaba
sus ollas con mucho cuidado justo al lado del invernadero
simplemente para que no se golpeara accidentalmente con una
de ellas, lo que había hecho la persona de afuera.
Cuando la puerta crujió al abrirse, Ricky comenzó a
buscar frenéticamente una ruta de escape, o un arma. Sólo
sabía que era Marcus, volviendo para sacar la mierda fuera de
él por orden de su padre.
Esta vez, Ricky se negaba a tomarlo. Él iba a luchar con
cada aliento en él. Estaba cansado de que su padre dictara
cómo debía vivir su vida. Puede que no fuera el hombre que su
padre quería que fuera, pero todavía era una persona que vivía
y respiraba. Se merecía un poco de respeto sólo por eso.
Además, si su padre tenía un problema con él, él estaba
más que dispuesto a irse. Su padre no tendría que mirarlo de
nuevo. Ricky no podía pensar en nada que deseara más que no
volver a ver a su padre de nuevo.
Bueno, estar de nuevo en los brazos de su compañero,
probablemente superaba a todas las listas de deseos. Pero no
tener que lidiar con el Alfa De Luca sería un sueño hecho
realidad.
El susurro de suaves pasos llegó a hasta sus oídos. Ricky
se agachó, tratando de esconderse de quien fuera que estuviera
caminando cerca de su posición. Él contuvo la respiración
cuando los pasos se escucharon más cerca. Si respiraba, él
sabía que iba a empezar a jadear por el miedo, y luego el intruso
podría oírlo y saber exactamente dónde estaba.
—Ricardo.
Ricky se estremeció. Incluso si solo era un susurró en la
oscuridad, él conocía la voz. Tenía pesadillas con esa voz.
—Ricardo, sé que estás aquí —dijo el Alfa Félix De Luca
lacónicamente, pero en voz baja—. Contéstame.
¡No había manera en el infierno!
—Ven, Ricardo.
Ricky casi resopló. Él ya estaba aquí. Podía oír los pasos
de su padre cada vez más cerca.
—Mira, hijo, sé que no tienes un montón de razones para
confiar en mí, y tal vez no deberías, pero que realmente tienes
que salir de aquí antes de que Marcus y sus hombres regresen.
Ricky frunció el ceño mientras miraba hacia arriba. ¿Qué
demonios estaba tramando su padre ahora?
—Estás en peligro, hijo.
Sabía que estaba en peligro. Esa no era una noticia de
última hora. Pero él no creería una palabra de lo que su padre
dijera, incluso si la evidencia se sentaba justo en frente de él
con una nota del Regal Elder de que todo era verdad.
—Por favor, hijo.
El aliento de Ricky se atoro. Su padre nunca le había
pedido nada de por favor en su vida. Eso realmente lo asustaba
más que el conocimiento de que estaba en peligro.
—Ricardo, te juro sobre la tumba de tu madre, estoy aquí
sólo para ayudar. Marcus y su banda de matones descerebrados
van a aparecer por aquí en cualquier momento. Si todavía estás
aquí cuando eso pase, nunca saldrás. Nunca verás a tu pareja
de nuevo.
Ricky no pudo evitar el gruñido que paso a través de su
garganta, venia de lo profundo su alma. Sawney era la única
cosa buena en su vida. Los sueños de un día estar con su
compañera eran la única razón por la que aún respiraba. Nadie
iba a tomar eso de él.
Ricky se puso de pie y saltó de detrás de las plantas en
macetas que lo ocultaban. Empezó a ir hacia su padre sólo para
tropezar y casi caer cuando él consiguió su primera buena
mirada del hombre que había hecho de su vida un infierno
durante tanto tiempo. No había visto a su padre en casi diez
años, y esos años no habían sido amables con él.
—¿Qué te pasó? —Susurró Ricky. Recordó a su padre
siendo un alfa más grande que la vida, un hombre que chupaba
el aire de una habitación cuando entraba en ella. La gente le
daba un gran rodeo, caminando suavemente alrededor de su
forma masiva.
Lo que estaba frente a él era un fantasma del hombre que
una vez conoció. El Alfa Félix de Luca ya no tenía hombros
anchos suficientes como para sostener el mundo. Ahora, eran
encorvados y frágiles, como si hubiera estado enfermo durante
mucho tiempo. Su forma débil agregaba a esa imagen. Ya no
inspiraba respeto y temor, sino lástima.
—Soy viejo.
Ricky casi le creyó hasta que vio la tristeza en sus ojos de
color marrón oscuro. Eran opacos y sin vida como si la pelea
hubiera salido fuera de él. —No me mientas. —Porqué pensó
que su padre le diría la verdad ahora, él no lo sabía. Pero él
creía que lo haría.
—No lo haré. —Félix miró por encima del hombro hacia la
entrada del invernadero—. Lo juro —dijo mientras miraba a
Ricky—: Voy a responder a cualquier pregunta que tengas,
Ricardo, después de que estés de vuelta con tu compañero. Pero
tenemos que irnos ahora.
Ricky no tenía una forma de explicar por qué siguió a su
padre fuera del invernadero. La estupidez, la curiosidad, o tal
vez una necesidad desesperada, enterrada hace mucho tiempo,
por ser aceptado por su padre. Fuera lo que fuera, sabía que la
probabilidad de que lamentara su decisión en algún momento
era muy, muy alta.
—Tenemos que ir a la parte de atrás —explicó Félix—.
Marcus tiene gente mirando en el frente.
—¿Y crees que tenga gente viendo en la parte de atrás?
—Oh, no, él lo hace.
Ricky estaba un poco sorprendido de lo rápido que había
decidido que todo era realmente estúpido. Veinte segundos
tenían que ser un nuevo récord.
—Pero todavía tengo un par de fieles seguidores en esta
manada, y se les asignó ver la parte de atrás de la casa. Esa es
la única razón por la que fui capaz de llegar a ti.
La mandíbula de Ricky casi se dejó caer. —¿Tienes alguna
idea de lo mucho que esa declaración no tiene sentido?
—Probablemente vas a escuchar un montón de cosas que
no tienen sentido aquí muy pronto— dijo Félix mientras guiaba
a Ricky a través del patio trasero de la puerta que conducía al
callejón—. Lo más importante es que entiendas que Marcus y
sus hombres son muy peligrosos. No se detendrán ante nada
para conseguir lo que quieren.
—¿Que quieren ellos?
—Mi obediencia.
Ricky dejó de caminar. —¿Discúlpame? ¿Quieren qué?
Los ojos de Ricky se redondearon cuando su padre llegó a
su espalda y lo agarró por la camisa, tirando de él hacia
delante. —Tenemos que irnos, Ricardo.
Ricky tropezó a través de la puerta de atrás después de su
padre. El miedo, del que parecía haber tomado el control en el
invernadero, volvió con una venganza cuando vio el sedán de
color oscuro en el callejón, un hombre que reconoció como uno
de sus vecinos se inclinaba hacia atrás contra él.
—Deprisa alfa —el hombre de más edad dijo mientras
abría la puerta de atrás—. Mavis llamó y él está en movimiento.
—¿Quién está en movimiento? —Ricky le preguntó
mientras miraba al chico con cautela. Podrían haber sido
vecinos, pero eso era todo. Ni siquiera se saludaban entre sí.
—Entra en el coche, Ricardo.
Ricky sacudió la cabeza ante su padre. No había manera
de que estuviera entrando en cualquier vehículo con su padre.
Simplemente no iba a suceder. Él se había ocupado de su
suegro, aunque principalmente a través de las fuerzas del
orden, y no confiaba en el hombre. ¿Cuál era la razón de Félix?
¿Por qué parecía que estuviera rescatando a Ricky?
—Dime primero por qué quieres hacerme volver con mi
compañero —Ricky demandó mientras miraba alrededor. Lo
último que quería era que un matón los atrapara fuera de la
puerta—. ¿El mismo hombre que me encerró porque yo no nací
como su hijo ideal ahora está tratando de ser mi héroe? Yo no lo
creo.
—Las cosas no siempre son lo que parecen ser. —Su padre
tiró de Ricky hacia el coche—. Por favor, te lo explicaré todo en
el viaje fuera de aquí. Debemos irnos.
Ricky oyó la desesperación en la voz de su padre. Se quedó
mirando a Félix. Habían pasado diez años desde que había visto
al hombre. Era como mirar a un extraño virtual. Aún recordaba
las duras líneas alrededor de los ojos de su padre y la boca,
pero el tiempo las parecía haber suavizado.
No tenía ni idea de lo que este hombre era aparte de lo que
los ejecutores le habían dicho. Todo lo que Marcus y sus
hombres habían sido fue por órdenes de Félix. Así que ¿por qué
su padre lo llevaba lejos?
—¿Estás sacándome de mi casa para matarme? —Ricky
tragó mientras lágrimas frescas se reunían en sus ojos—.
Después de tanto tiempo, ¿por fin has venido a acabar
conmigo?
El dolor atravesó a Ricky, y quería acurrucarse en una
bola y llorar. Sabía que no era un hombre fuerte. También sabía
que no era lo que su padre había querido. Pero si el Alfa Félix de
Luca había venido aquí a matar a Ricky, él no estaba seguro de
lo que iba a hacer.
¿Dónde estaba Sawney cuando lo necesitaba? Ricky daría
cualquier cosa por tener a su compañero a su lado,
protegiéndolo. Fue un día triste cuando necesitaba la protección
de su propio padre. Pero Ricky no iba a detenerse en eso ahora.
Tenía que llegar a un plan para escapar. Nunca había hecho
algo tan valiente antes, pero nunca había estado temiendo por
su vida. Así no.
—No estoy tratando de hacerte daño, Ricardo.
—Yo-Yo no te creo. —Ricky retrocedió—. ¿Quieres que me
crea que tú me has mantenido cautivo todo este tiempo y ahora
de repente, pop, listo para ser mi salvador?
—Ricky, no disponemos de tiempo para esta discusión. —
Su padre miró a su alrededor con nerviosismo, con los ojos
ligeramente saltones. Ricky nunca había visto esa mirada tan
asustada en el fuerte hombre.
En lugar de entrar en el coche, Ricky giró sobre sus
talones y salió corriendo por el bosque. Se agachó alrededor de
ramas bajas y saltó por encima de troncos caídos. Podía oír a
alguien dándole caza y asumió que era su padre. No había
manera de que fuera a permitir que su padre lo matara.
No esta noche. Nunca. No cuando Sawney lo amaba tanto.
No cuando su compañero le había prometido seguridad y
felicidad a Ricky, una promesa de una vida mejor. No iba a
permitir que su padre le robara esas promesas.
Ricky chilló y casi tropezó con un árbol cuando alguien
golpeó una mano sobre su boca, tirando de él bajo la espesa
maleza. Sus ojos se agrandaron cuando vio que era su padre.
Félix apretó un dedo sobre sus labios, diciéndole a Ricky que
permaneciera en silencio.
Y fue entonces cuando oyó ramitas romperse. Había
alguien más ahí fuera. ¿Podría ser su vecino en busca de ellos?
Ricky se sacudió hasta que casi se vino abajo cuando vio al
ejecutor de su padre, Marcus, moviéndose lentamente por el
bosque.
Por extraño que pareciera, sentía a su padre temblando
también. ¿Qué era exactamente lo que estaba pasando ahí?
—Hmm, dos fugitivos en mis manos —dijo Marcus, y Ricky
sabía que el ejecutor estaba hablando con ellos, incluso si el
tipo no tenía ni idea de dónde Ricky y su padre estaban
escondidos—. Voy a tener que duplicar mi seguridad si ustedes,
dos imbéciles, pueden escapar tan fácilmente.
Ricky quiso maldecir a Marcus. Él no era un imbécil. Pero
sabía que si lo hacía, iba a descubrir su escondite. Estaba lleno
de ira sin embargo. Deseó poder asumir a Marcus. Ricky le
daría al hombre una buena paliza.
Al igual que las que Ricky había conseguido.
—No sirve de nada esconderse —dijo Marcus mientras se
movía con cautela, sus ojos escaneando todo a su alrededor—.
Voy a encontrarlos.
De lo que decía Marcus, el padre de Ricky tenía que estar
diciendo la verdad, pero no estaba seguro. Ricky estaba tan
condenadamente confundido. No estaba seguro de qué creer.
¿Cómo podría su padre tiránico ser un buen tipo? Su cerebro
no se envolvía alrededor de esa información.
Parecía que todo lo que él creía hasta ahora no era como le
habían hecho creer. Ahora más que nunca necesitaba a
Sawney. Ricky quería a su compañero para envolverse en su
grande cuerpo y poder sumergirse en el olor del hombre. Estaba
tan aterrorizado ahora mismo que su corazón latía demasiado
rápido y su garganta estaba seca.
Ricky no tenía idea de qué hacer. Él no era un luchador y
nunca lo había sido. Él era un omega. No estaba en su
naturaleza luchar.
—¡No! —Gritó Ricky cuando alguien lo agarró del tobillo y
tiró de él hacia atrás por debajo de los arbustos. Pasó a su
espalda y gritó cuando vio a uno de los ejecutores que
trabajaron bajo Marcus sonriendo maliciosamente hacia él.
—Agarrado —Luis gruñó.
—¡Que se vaya! —Su padre gritó mientras subía de debajo
de los arbustos. Ricky gritó cuando Marcus se acercó por detrás
de Félix y utilizo la culata de su arma para golpear a Félix. Su
padre se derrumbó en el suelo, inmóvil.
—¡No! ¡No! ¡No! —Ricky gritó una y otra vez mientras las
lágrimas caían de sus ojos.
¿Había Marcus matado a su padre?
—Veo que voy que tener que encerrarlos en mi sótano. —
Marcus presionaba la suela de su bota en el pecho de Ricky, por
lo que le era imposible respirar—. Tú y tu padre no verá nunca
la luz del día otra vez.
Ricky luchó para liberarse cuando se le arrojó encima del
hombro del ejecutor como un saco de patatas. Pero por más
fuerte que luchó, él sabía que sus puños tenían muy poco
impacto, cuando él los golpeaba en la espalda del ejecutor.
Vio como Marcus dirigió a otro ejecutor para recoger el
cuerpo de Félix y llevarlo a su casa. Estar encerrado en su
propia casa creaba una posibilidad de que Sawney pudiera
rescatarlo. Estar encerrado en el sótano de Marcus creaba una
promesa de que nunca volvería a ver Sawney de nuevo.
Y Ricky estaba aterrorizado de cuál iba a ser su destino.
Capítulo 9
Sawney respiraba bajo y uniforme, manteniendo sus
emociones empujadas hacia abajo. Tenía años de experiencia en
mantener sus emociones para sí mismo. Por supuesto, no había
pensado que alguna vez tendría que usar esa particular
habilidad de nuevo después de que su padre murió, pero ahora
sabía que había estado equivocado. Y estaba casi agradecido de
poder reprimir sus emociones y no sentir nada. Era la única
manera de funcionar cuando todo en él era puro pánico.
Su compañero estaba por ahí en algún lugar, más que
probable siendo sometido a los mismos castigos severos que
había estado soportando durante tanto tiempo. Comía a Sawney
saber que él no había sido capaz de proteger a Ricky entonces y
no había sido capaz de protegerlo ahora. Él era un compañero
horrible. Ricky estaría perfectamente en su derecho si él
pateaba a Sawney a la acera después de la forma en que había
fallado en mantener al hombre seguro.
—¿Sawney, estás escuchándome?
Sawney empujó sus pensamientos taciturnos y se volvió
para mirar a su hermano. —Estoy escuchando.
—Si hacemos esto —dijo Boone—, tienes que ser
consciente de las consecuencias.
—Estoy al tanto. —Había estado pensando en otra cosa.
Sabía que todos ellos podrían ser sancionados por el Alfa de
Luca y el consejo si entraban en el territorio del alfa y tomaban
a Ricky de vuelta. Él lo sabía la última vez que lo hizo, también.
Pero las consecuencias de no tomar a Ricky vuelta eran peores.
—Yo no puedo dejarlo allí, Boone.
—Yo sólo quería asegurarme de que entiendes lo
arriesgado que es esto. No estamos pidiendo los cinco días de
licencia consuetudinaria. Diablos, todo sería mejor todo si el
alfa ni siquiera se enterara de que estábamos en su territorio.
Sawney tenía el fuerte deseo de golpear a su hermano. —
Obviamente, él sabe, Boone, o nunca habría enviado a sus
ejecutores detrás de Ricky.
Boone se dejó caer en la cabina opuesta a Sawney. Sus
ojos atravesaron la distancia entre ellos. —¿Por qué tiene el Alfa
de Luca una erección por Ricky? Si odia a Ricky tan
condenadamente tanto, ¿por qué no dejar que se vaya?
—Sólo tengo una teoría, pero sé que Ricky es un omega. Al
principio, pensé que estaba avergonzado de haber dado vida a
un omega.
El profundo ceño de Boone se profundizó. —Pero, los
omegas son-
—Especiales, lo sé. —Sawney levantó la mano para detener
a su hermano—. No creo que le que importe a De Luca. Él ve a
Ricky como algo de lo que avergonzarse porque no está
construido como tú o yo.
—Si está tan avergonzado, entonces ¿por qué llevarlo de
vuelta? —Preguntó Boston.
—Debido a que nos guste o no, Ricky sigue siendo un
omega. —Todos sabían lo que eso significaba.
Boone se frotó la barbilla, con la cara pensativa. —¿Crees
que está tratando de mantener a Ricky en su territorio debido a
sus habilidades omega?
—Es la única explicación —Sawney razonó. Todo el mundo
sabía que tener un omega en una manada hacia a una manada
más fuerte. Ellos eran el pegamento que mantenía a una
manada. Hacen al alfa más accesible y actuaban como
intermediarios entre los miembros de su manada.
—Durante años él ha hecho a Ricky vivir en los bordes de
la manada —Sawney explicó—, no siendo aceptado o permitido
asistir a las funciones de su manada. Infiernos, durante los
últimos seis meses, cualquiera que quería podía vencer la
mierda fuera de él, siempre y cuando no lo atacaran en su casa.
—¿Por qué no a su casa?
—Ricky parece pensar que tenía algo que ver con su
hermana María. Ella… —Sawney palideció—. Oh Dios mío,
¡María! Ella podría saber dónde se han llevado a Ricky. Tengo
que llamarla.
El teléfono celular de Boone se deslizó a través de la
cabina. Sawney lo recogió y rápidamente marcó el número de
María, agradecido de que él hubiera aprendido el número de
memoria, desde que su teléfono celular se perdió en algún lugar
en el lugar del accidente.
—María, es Sawney —dijo tan pronto como ella contestó el
teléfono—. Tu padre tomó a Ricky.
—¿Cómo demonios dejaste que eso ocurriera?
—Ellos nos perseguían y nos estrellamos. Fui noqueado.
—¿Ricky está bien?
Sawney suspiró mientras se pellizcaba el puente de la
nariz entre los dedos. —No sé, María —dijo con voz ahogada—.
Él se había ido para el momento en que recobré el
conocimiento.
—Te di a Ricky para que lo protegieras. —La voz de María
se rompió en un sollozo—. ¿Cómo pudiste dejar que mi padre
pusiera sus manos sobre Ricky de nuevo?
—Lo sé. Lo siento. —Nadie podía entender lo mucho que lo
sentía—. Necesito tu ayuda, María. ¿Dónde estaría tu padre
escondiendo a Ricky?
—No sé. —La voz de María era temblorosa como si
estuviera a punto de romperse—. No he visto a mi padre en
realidad en varios años. Siempre llama o envía a Marcus a
hablar conmigo. —María sollozó—. Al parecer, no soy digna de
su atención porque yo no soy un hijo y yo no soy el primogénito
—Se agradecida de que no eres un omega.
—¿Quién dice que no lo soy? —María cortó—. Yo soy la
gemela de Ricky por si no lo recuerdas.
—Mierda. —Sawney metió la mano por su pelo, tirando de
los extremos en su frustración—. ¿Lo sabe tu padre?
—Creo que él sospecha pero aprendí a ocultar mis
habilidades a una edad muy temprana. Puede sospechar todo lo
que quiera, pero no tiene nada concreto para seguir adelante.
He sido muy cuidadosa.
—¿Lo sabe tu alfa?
—¿Diego? Sí, lo sabe, pero ha prometido que lo mantendrá
entre nosotros dos por ahora.
Sabiendo que María estaba segura era el único alivio que
Sawney tenía en ese momento. —Que sea de esa manera, María,
al menos hasta que nos hayamos ocupado de tu padre.
—Diego y yo ya estamos acoplados —dijo María—. No hay
nada que pueda hacer.
—No dejare que tu padre te tome al igual que a Ricky.
La rápida inhalación de María se hizo eco a través de la
línea telefónica. —¿Te emparejaste con Ricky?
—Sí. —Ese vínculo con su pareja fue probablemente una
de las pocas cosas que lo sujetaban juntos ahora. Desde que se
había apareado con Ricky, ambos estarían sufriendo los efectos
de un calor de acoplamiento. La necesidad de encontrar a Ricky
era muy, muy alta. Teniendo en cuenta el grado de tensión de
que su propia piel sentía en este momento, Sawney no podía
imaginar lo que su compañero estaba pasando.
—¿Y mi padre todavía lo llevó?
—Como he dicho, yo estaba inconsciente, pero está
buscando de esa manera. —Habían buscado en un radio de
media milla alrededor del lugar del accidente sólo para estar
seguro de que Ricky no había sido lanzado desde el coche o
extraviado inconsciente. Había habido signos de lucha por los
restos del coche, pero eso fue todo. Todo apuntaba a que Ricky
fue secuestrado—. No puedo pensar en nadie más que hubiera
querido tomar a Ricky.
—No, supongo que no.
—Mira, María. —Sawney metió la mano por su pelo de
nuevo, su nivel de frustración por las nubes—. Sólo necesito
saber dónde tu padre podría haber tomado a Ricky para que yo
pueda ir a buscarlo. —Y pronto. Cada segundo sin su
compañero era un segundo demasiado largo. Sawney sentía
como si su piel se fuera a pelar justo al lado de sus huesos.
—Lo primero que hay que hacer es ir por Ricky y ver si se
puede perfumar cualquier rastro de nadie. Muy probablemente,
la última persona que estaba allí le llevará a donde Ricky se
encuentra detenido.
—Pero tomaron Ricky desde el coche —Sawney insistió—.
Cómo podría-
—Tenían que averiguar si Ricky se había ido de alguna
manera. Mi conjetura es que alguien fue a ver cómo estaba y
descubrió que se estaba perdiendo, y luego remontaron el
aroma de un lugar de Ricky. ¿Por qué no devolver el favor?
Sawney rió por la lógica de la mujer, con el deseo que
había pensado en eso. —Te haré saber lo que encontremos.
—¿Nosotros?
—No voy a correr ningún riesgo, María —dijo mientras
miraba a su hermano, que era el beta de su manada y de la
policía local de la Potter Creek—. Llamé a la caballería.
Sawney colgó el teléfono y se lo devolvió a su hermano. —
María dice que debemos comenzar en la casa de Ricky. Ella cree
que lo llevaron ahí primero. Si eso es cierto, su olor debe estar
por todo el lugar.
—Y podemos rastrear ese olor a quien se llevó a tu
compañero. —La sonrisa de Boone era maliciosa y le recordó a
Sawney demasiado a su padre. No estaba más que contento de
que el poderoso beta estuviera de su lado.
—¿Que estamos esperando entonces? —Boston preguntó
mientras empezaba a deslizarse fuera de la cabina—. Vamos a
encontrar a Ricky.
Sawney estaba listo para eso. Tiró un poco de dinero en la
mesa para la camarera y luego se deslizó de la cabina. Boone,
Harper, y Boston seguía justo detrás de él mientras caminaba
hacia la puerta y se dirigió hacia el vehículo de Boone.
—Uh... —Se detuvo cuando llegó al vehículo del sheriff
muy distintivo—. Creo que la gente nos puede recordar si ven tu
camión.
—Es por eso que no estamos tomando mi camión —Boone
respondió mientras abría el vehículo y luego tiró de la puerta del
lado del conductor abierta—. Tre y Reece se reunirán con
nosotros en el límite del territorio del Alfa de Luca con otro
vehículo.
Sawney sentía como si pudiera bombear la mano en el
aire. Reece era uno de sus mejores rastreadores. Tre era más un
diplomático, pero el chico podía luchar cuando la situación lo
justifica. Y ambos hombres eran sus hermanos. Con ellos, y sus
amigos, a su lado, en realidad podrían tener una oportunidad
de rescatar a Ricky sin morir.
Sintiéndose un poco más optimista, Sawney se deslizó en
el asiento delantero junto a Boone. Harper y Boston subieron a
la parte trasera de la cabina. En unos momentos, estaban en la
carretera y se dirigieron de nuevo hacia el territorio del Alfa de
Luca, y a rescatar a Ricky.
Tan optimista como se sentía, ese sentimiento comenzó a
disminuir a medida que cada minuto pasaba, extendiéndose en
horas. El sol estaba empezando a surgir en el horizonte cuando
Boone finalmente se detuvo en el aparcamiento de una pequeña
tienda de abarrotes. El aparcamiento estaba prácticamente
vacío, la tienda todavía no se abría. Los únicos vehículos eran
dos vehículos tipo suburbanos extranjeros de color oscuro.
Cuando se detuvieron y salieron, Sawney vio a Tre salir de
uno de los vehículos, y Reece del otro. Estaba un poco
sorprendido de ver a Neumus Minhos, el compañero de su
hermano Hugh, salir del auto de Reece también.
—Gracias por venir —dijo mientras estrechaba la mano de
todos.
Tre se encogió de hombros. —No tengo nada mejor que
hacer.
—Yo lo hago —dijo Neumus mientras sostenía la mano de
Boone—. Y me gustaría volver antes de que empiecen sin mí.
Boone se rió entre dientes mientras dejaba caer las llaves
en la mano de Neumus. Neumus no perdió el tiempo. Hizo un
gesto y se dirigió directamente al vehículo de Boone, sacándolo
del aparcamiento un momento después. Sawney sacudió la
cabeza cuando las luces traseras del vehículo desaparecieron en
la luz de la mañana.
No estaba molesto de que Neumus no estuviera pegando la
vuelta para ayudar a rescatar a Ricky. Con Boone, Tre, y Reese
aquí, dejaba muy pocas personas para proteger la manada.
Neumus se necesitaba en casa.
—Está bien, la luz del día está aquí, así que vamos a ser
visto no importa lo que hagamos —dijo Boone—. Pero si
jugamos bien, casi todo el mundo debe estar todavía en la cama
y con suerte los podremos evitar. Necesitamos movernos
tranquila y rápidamente. Estamos en territorio enemigo.
Sawney respiró hondo cuando todo el mundo asintió. Él
era un ejecutor en la manada de su hermano. Había crecido
como el hijo bastardo del alfa en la manada y temían por sus
vidas a diario. Sabía de miedo. Sabía de ansiedad. Pero no fue
hasta que conoció a Ricky que supo de la felicidad.
Y había sido tomado de él. Con los hombres que lo
rodeaban, todas las víctimas de su padre, de alguna manera,
Sawney iba a recuperar lo que se había tomado de él, y nadie
iba a interferir.
En ese momento, él era tan despiadado como su padre.
—Vamos. —Sawney se dirigió a uno de los vehículos que
Tre y Reece habían traído, subió en el asiento del acompañante
ya que sabía la ubicación de la casa de Ricky, pero quería ser
capaz de ver su entorno en lugar de tener que prestar atención
a la carretera.
Ya que estaban en el límite del territorio del Alfa de Luca,
llegar a la casa de Ricky tomó otra hora. Sawney estaba casi a
punto de gritar en el momento en que volvieron a la calle de
Ricky. Todavía era relativamente temprano, pero la gente estaba
empezando a moverse.
—No te detengas —dijo Sawney cuando el coche comenzó a
disminuir—. Conduce. Quiero ver si alguien nos está esperando.
Tre asintió y se dirigió a la casa de Ricky, frenando
bastante para que Sawney pudiera ver bien, pero nadie pensaría
que estaban fuera de lugar más de lo que ya era. Todas las
luces estaban apagadas en la casa de Ricky y dieron a Sawney
una fría sensación de hundimiento.
—Ir de vuelta al callejón. —Ellos iban a tener que aparcar
y entrar. Uno de ellos necesitaría cambiar y era mejor hacerlo
sin espectadores. Podrían estar en el corazón del territorio de
Luca, pero eso no significa que todos los que vivían allí supieran
de los shifter.
Cuando el coche se detuvo, Sawney abrió la puerta y salió.
Él levantó la nariz en el aire y tomó una profunda bocanada de
aire, olfateando la brisa que soplaba lentamente. Varios aromas
diferentes colgaban en el aire, algunos antiguos y otros nuevos.
Tomó a Sawney un momento separar los diferentes olores hasta
que encontró la que buscaba.
—Ricky ha estado aquí —dijo con un suspiro. Sintiendo el
olor único de Ricky aferrándose al aire—. Pero ha sido hace un
par de horas.
—Puedo oler otro shifter —dijo Boone mientras olfateaba el
aire—. Dos, en realidad.
—Sospecho que uno de ellos es el padre de Ricky. —
Sawney tomo otra bocanada de aire.
—¿Y el otro? —Preguntó Tre.
Sawney negó con la cabeza. —No lo reconozco. —Se volvió
cuando oyó el crujido de una puerta abierta. Un hombre mayor
estaba saliendo al callejón. Sawney podía oler el miedo del
hombre desde donde él se encontraba.
—¿Lo reconoces?
—No. —Pero la mirada vacilante en los ojos del hombre le
dijo que estaba a punto de conocer al hombre—. ¿Quién eres?
El hombre tragó saliva. —¿Estás aquí por Ricky?
Sawney gruñó, su rabia viniendo tan rápido que casi se
tambaleó. —¿Dónde está mi compañero?
—Se lo llevaron —respondió el hombre.
—¿Quién?
—Marcus y sus matones. —Las palabras fueron
susurradas como si el hombre tuviera miedo de hablar más
fuerte—. Ricky se asustó cuando su padre apareció. Corrió
hacia el bosque, pero los hombres de Marcus lo vieron y lo
persiguieron. Se llevaron a ambos.
Espere. ¿Qué?
—¿Qué quiere decir con que los tomaron a los dos?
—Marcus tomó al Alfa de Luca y a Ricky. Mavis dijo que
vio que ellos estaban siendo llevados a través de los bosques.
Sawney se pasó la mano por la cara, sintiéndose tan
frustrado que podía gritar. —¿Me estás diciendo que el Alfa de
Luca y mi compañero, Ricky fueron hechos prisioneros por el
segundo al mande de De Luca?
—Sí.
Los ojos de Sawney se estrecharon. —¿Por qué habría de
Luca de permitir eso?
—Marcus ha estado a cargo desde hace bastante tiempo,
durante años. El Alfa de Luca se ha mantenido como un
prisionero virtual, sus niños utilizados como peones para
mantenerlo en línea.
—Yo no te creo —dijo Sawney.
—No, no me imagino que lo hagas. —Esa voz se llenó de
tristeza y resignación, y sólo por eso, Sawney trato de mantener
una mente abierta—. Ricky no creía en su padre tampoco, por
lo que corrió hacia el bosque.
—¿Por qué Marcus mantenía a Félix de Luca prisionero?
—El poder, ¿por qué más?
—¿Sabes dónde está mi compañero? —Sawney estaba
cansado de jugar. Quería a Ricky de vuelta.
—Lo hago.
—¿Dónde? —Sawney gruñó.
—En el infierno.
Capítulo 10
El terror se envolvió alrededor de Ricky como el abrazo de
un amante, sosteniéndolo firmemente, el calor de ello
haciéndole sudar incluso cuando él estaba helado de miedo. Se
sentó acurrucado en un rincón del sótano de la casa de su
padre, un lugar que nunca pensó volver a ver una vez que
Sawney lo había rescatado.
Sin embargo, allí estaba.
Ricky todavía no estaba muy seguro de lo que estaba
pasando más allá del hecho de que había sido hecho prisionero,
su padre yacía en un montón inconsciente en el frío suelo de
piedra del sótano, y Marcus Riley, beta de su padre, parecía
estar a cargo.
Ricky intentó mantener sus temblores al mínimo mientras
observaba el ritmo Marcus. Mantuvo la cabeza inclinada y miró
al hombre a través de la caída de su flequillo. Una cosa que
había aprendido de todos los matones que lo habían golpeado
alrededor en los últimos años fue nunca mirar a los ojos del
enemigo. Por lo general, terminaba con él siendo golpeado
alrededor aún peor.
Y Marcus parecía particularmente agitado, otra cosa que
nunca trabajaba a favor de Ricky. Sabía que los matones no
necesitaban una excusa para golpear a alguien, pero al haber
siquiera una sola en sus propias mentes, les daba aún más
razones para iniciar.
—Quiero patrullas en los extremos norte y sur de la ciudad
—dijo Marcus—. Él va a venir por el mocoso. Quiero detenerlo
antes de que incluso llegue a la ciudad.
—Sí, señor. —El ejecutor asintió agitando la mano a los
dos hombres que estaban detrás de él. Los dos hombres
desaparecieron por las escaleras—. También me gustaría
sugerir una patrulla alrededor de la casa, señor.
—No. —Marcus negó con la cabeza—. No va a llegar hasta
aquí. —Incluso desde su posición en la esquina, Ricky sintió el
poder detrás del gruñido de Marcus mientras envolvía sus
dedos alrededor de la garganta del ejecutor—. ¿Va a?
—N-no, señor —el ejecutor se ahogó.
Ricky saltó cuando Marcus tiró al hombre al otro lado de
la habitación. Sus ojos redondeados mientras observaba al
ejecutor ponerse de pie. Se preguntó si Marcus vio el mismo
odio en los ojos del ejecutor que él, o si el hombre ni siquiera le
importaba. Parecía que Marcus disfrutaba infundir miedo y odio
en los demás.
El tipo era claramente un psicótico como el infierno.
Ricky se quedó quieto, apenas parpadeando mientras
observaba a Marcus reanudar su paseo. Sabía que Sawney
vendría por él. Sólo tenía que mantenerse con vida el tiempo
suficiente para que su compañero lo rescatara, y eso significaba
que no iba a llamar ninguna atención a sí mismo. Ceder al grito
encerrado en su garganta no mantendría a los demás en la sala
ajenos a su presencia.
Un gemido ahogado llenó la habitación. Los ojos de Ricky
fueron al hombre en el suelo a meros pies de él. Su padre
estaba despertando. Ricky rápidamente miró a los otros dos
shifter en la habitación para ver si habían oído el gemido de
Félix.
Sus sentimientos hacia su padre se mezclaron.
Obviamente, había algo que estaba pasando, pero Ricky estaba
teniendo dificultades para poner todas las piezas del
rompecabezas. Sólo sabía que él, su padre, y Marcus estaban
involucrados.
Cuando Félix comenzó a moverse y sus pestañas se
abrieron, mirando directo a él, Ricky le dio una sacudida de
cabeza. Levantó los ojos a Marcus y luego miró hacia abajo
cuando vio que el ejecutor no le estaba prestando atención.
Ricky no tenía idea de qué emoción loca tenía un
asimiento de él cuando articuló en silencio—: No te muevas. —
Su padre no había permanecido a su lado en años. El hombre
había sido el monstruo en sus pesadillas. Pero Ricky no podía
hundirse a su nivel. Incluso si lo mataba, al final, él no dejaría
que el hombre que le había dado la vida Ricky se enfrentara a
esto solo.
Escalofríos sacudieron su delgada figura, del frío, de miedo
o ambos, no importaba. Quería a su compañero. Quería estar
en los fuertes brazos de Sawney y estar protegido del mundo.
No le gustaba sentarse en el miedo, en espera de su destino.
A decir verdad, no le gustaba la espera de Sawney
tampoco. Estaba cansado de ser prisionero en algún sótano y
sólo había sido un par de horas. Quería ir a casa... donde
quiera que fuera ahora que se había apareado con Sawney.
Infierno, en este punto, incluso se conformaría con su
invernadero. Sólo sabía que no quería estar en el sótano más.
Ricky tomo aliento y lo sostuvo cuando Marcus salió del
sótano, el ejecutor rápidamente en sus talones. Cuando la
puerta en la parte superior de las escaleras se cerró, él dejó
escapar un pequeño suspiro, esperando. No confiaba en que
Marcus se hubiera olvidado de él. Eso sería demasiado fácil, y
nada en su vida había sido fácil, excepto enamorarse de
Sawney. Eso se había dado en un solo parpadeo de tiempo.
Cuando la puerta no se abrió de nuevo, Ricky se empujó
lentamente lejos de su lugar en la esquina. Con cautela él
arrastró por el piso de cemento duro hasta que llegó junto a su
padre. —¿Estás bien? —Preguntó con la voz más baja que pudo
reunir.
Félix asintió mientras él levantaba la cabeza y miraba
hacia las escaleras. —Pensé que nunca nos dejarían.
Ricky se quedó mirando a su padre mientras el hombre se
sentó. No podía recordar la última vez que había estado tan
cerca del alfa. Después de perder a su madre y, a continuación,
siendo básicamente expulsado por su padre, Ricky había
comenzado a sentirse como un huérfano.
Sin embargo, él no lo era, y la prueba se sentó justo en
frente de él.
Ricky se puso de pie y se alejó de su padre. No le gustaba
estar cerca del hombre. Sus emociones eran demasiado
conflictivas. Él sabía que el hombre era un monstruo, alguien
que había derivado el gran placer de hacer cada uno de los días
de Ricky una pesadilla. Y sin embargo, todavía anhelaba la
aprobación de su padre. Él todavía quería ser aceptado por su
padre, tal vez incluso amado.
Félix de Luca no había sido un hombre emocionalmente
demostrativo cuando Ricky era un niño. El hecho de que Ricky
era un adulto no quería decir que había cambiado. Todo lo que
Ricky realmente podía esperar era no ser golpeado.
—¿Qué está pasando? —Preguntó.
Félix tardó en volverse y mirarlo, el pecho del hombre
levantándose y cayendo en un profundo suspiro. —Supongo que
tienes derecho a saber debido a las circunstancias.
Vaya, gracias.
—Marcus Riley se unió a nuestra manada cuando eras
sólo un niño apenas fuera de los pañales. Después de un par de
años, unos cuantos hombres se unieron a nosotros. Yo no sabía
hasta más tarde, que eran amigos de Marcus, y para entonces
ya era demasiado tarde.
Ricky frunció el ceño en confusión. —¿Qué quiere decir
que fue demasiado tarde? Eres es el alfa. —Mientras que su
padre no podía desterrar a alguien sin razón, él podría
encontrar fácilmente un motivo. En el peor de los casos, Félix
podría solicitar al Consejo que dispusiera su retirada.
—Marcus comenzó a trabajar su camino hasta las filas con
bastante rapidez. Es fuerte, poderoso. —Los labios de Felix se
torcieron por un momento antes de pulsar en una línea delgada
como si tuviera un mal sabor en la boca—. Es un hijo de puta
intrigante.
—Sí, yo tengo esa clase de impresión.
—Él asesinó a tu madre.
Ricky tragó. —¿Qué?
—Marcus quería ser mi segundo al mando. Cuando me
negué a nombrarlo como mi beta, mató a tu madre.
—Pensé que ella murió de una enfermedad.
El rostro de Félix era ceniciento y blanco mientras negaba
con la cabeza. —Ella fue envenenada.
—¿Por Marcus?
Félix asintió.
—¿Entonces, por qué diablos él todavía está vivo? —Félix
se quedó tanto tiempo en silencio que Ricky empezó a
inquietarse—. ¿Por mi culpa?
—Y tus hermanas. —Félix miró hacia abajo, a sus
manos—. Después de que enterré a tu madre, amenazó con
matarte y a tus hermanas, uno por uno, si no lo hacia mi beta.
Yo quería ir al consejo, pero pequeños accidentes empezaron a
pasar. Nada amenazaba mi vida pero me dieron el mensaje. Te
mudé a tu propia casa y empecé a hacer los arreglos para casar
a tus hermanas fuera de la manada, donde estarían a salvo.
La cabeza de Ricky se inclinada hacia un lado, cuando una
ola de mareo barrió a través de él. —¿Estabas intentando
protegernos?
—Yo no he dicho que hice un buen trabajo —Félix
protestó—. Marcus se colocó en una posición donde podría
actuar, pero en última instancia, asumió la responsabilidad de
todo lo que pasó. Soy el alfa sólo de nombre. —La carcajada de
Félix era amargada—. Diablos, ni siquiera se me permitió salir
de mi propia casa sin escolta. Todo el mundo pensaba que eran
mis guardaespaldas.
Ricky se dejó caer al suelo cuando sus piernas se volvieron
demasiado débiles para sostenerlo. —¿Cuánto tiempo ha estado
sucediendo esto? —¿Y él lo creía?
—Como he dicho, se unió a la manada cuando eras un
niño y poco a poco se abrió camino hasta las filas. No fue hasta
que me negué a colocarlo como mi segundo al mando que él se
puso violento.
Ricky oyó las palabras de su padre, pero él todavía no
sabía si podía creerles. Diez años de odio y miedo no se
terminaban con una conversación. —Soy un omega.
—Lo sé. —Félix suspiró—. Lo supe en el momento en que
naciste.
—¿Me odias?
Las cejas de Felix se dispararon. —¿Porque eres un
omega?
Ricky asintió.
—Sospecho que tienes razones para hacer esa pregunta,
pero la respuesta es no. Siendo un omega te hace especial.
Nunca te podría odiar por eso.
—¿Entonces por qué siempre parecías tan avergonzado de
mí?
—Porque yo no quiero que nadie sepa de ti. El consejo
podría haberte tomado lejos o, Dios no lo quiera, Marcus podría
haber aprendido lo que eres y quién sabe lo que ese bastardo
hubiera hecho.
Ricky se estremeció, teniendo una muy buena idea.
—Tu compañero vendrá por ti, Ricardo —dijo Félix—. Él te
llevará lejos de todo esto. Tienes que creer en él.
—¿Cómo sabes de Sawney?
—Marcus no es tan inteligente como él quiere creer, y
todavía tengo amigos en la manada. Han ayudado a mantener
un ojo en ti lo largo de los años.
—¿Entonces por qué no conseguir que uno de ellos se
acerque al Consejo?
—No tenían razones para creer que Marcus estaba
trabajando con el Alfa Aldo Marshall para negociar un pacto de
compañeros entre nuestras manadas. El Alfa Marshall tiene
amigos en el consejo. —Félix se encogió de hombros—. No era
seguro ir a ellos.
—Aldo Marshall está muerto. —El alivio que apareció en el
rostro de su padre no podía ser falsificado—. ¿No lo sabías?
—No. Marcus ha duplicado mis guardias los últimos seis
meses. No he sido capaz de conseguir cualquier información. Me
acabo de enterar de lo que estaba pasando contigo por un golpe
de suerte.
—Tiene sentido —respondió Ricky—. Eso es
aproximadamente el tiempo que Marcus retiró su protección.
Félix se obligo a sus pies, sus rasgos oscurecidos. ¿De qué
estás hablando?
—Hace seis meses, retiró su protección. Mientras estuve
en mi propiedad estaba a salvo, pero si yo sacaba un pie en la
acera, yo era presa fácil para cualquier persona que necesitara
soplar un poco de vapor. Perdí mi trabajo porque no podía ir a
trabajar. María hiso mis compras de comestibles o me hubiera
muerto de hambre. No podía ir a ninguna parte a menos que yo
quisiera ser golpeado.
—Nunca lo pedí, Ricardo. Yo no lo haría. —Los ojos de
Félix eran salvajes, desesperados—. Todo el mundo sabía que
tenían que dejarte en paz. Di esa orden cuando te envié a vivir
allí.
Ricky suspiró mientras miraba hacia abajo a sus dedos,
recogiendo una de sus uñas. Su corazón quería creer en su
padre. Su cabeza tenía miedo. Había pasado tantos años de
tener miedo de su padre que era difícil verlo como algo más que
un monstruo.
—¿Cómo sé que estás diciendo la verdad?
—No lo haces —Félix admitió con un tono de resignación
en su voz—. Y no tengo manera de demostrarlo.
Ricky se cruzó de brazos. —Entonces creo que estamos en
este aprieto, ¿verdad? —La mandíbula de Ricky casi cayó al
suelo cuando su padre se rió entre dientes—. ¿Crees que es
gracioso?
—No. Me recordaste a tu madre por un momento. Ella
tenía una gran cantidad de fuego en ella también. —La sonrisa
rápidamente se deslizó de la cara de Félix—. Tu madre era una
omega como tú. ¿Lo sabías?
Ricky sacudió la cabeza. Apenas recordaba a su madre,
recuerdos simplemente vagos aquí y allá de una mujer con el
pelo rubio que solía cantar con él. La única razón por la que
realmente recordaba como su padre se veía era porque el
hombre actuó en muchas de sus pesadillas.
—El consejo sabía de ella, por supuesto. Es por eso que no
les informe a ellos sobre ti. Tu madre no tenía buenos recuerdos
de su tiempo con ellos. Ella no quería eso para ti y ella me hizo
prometer que nunca les haría saber que eras un omega.
Ricky estaba perplejo. Dio unos pasos, frotando la parte
posterior de su cuello. —Pensé que el consejo se supone que
nos ayude.
—En general, creo que eso es cierto —respondió Félix—.
Pero siempre hay unas cuantas manzanas podridas cuando se
tiene un barril lleno.
—¿Qué quieres decir?
—Creo que la mayoría de los ancianos en el consejo
general son buena gente y sólo quieren lo mejor para nuestro
pueblo, pero hay algunos que ven sus posiciones como una
manera de ganar poder. Por lo tanto, son las manzanas
podridas.
Ricky no podía negar que era cierto. No sabía mucho sobre
el consejo de ancianos, pero la base de la teoría de su padre
podría ser utilizado con todo el mundo, incluido él.
—Tenemos que salir de aquí, Ricardo. —Los ojos de Félix
estaban llenos de algo que envió un escalofrío por la espalda de
Ricky—. Ahora que Marcus te tiene, no se sabe lo que va a
exigir, o cómo va a ir para conseguirlo. Por experiencia, te
puedo decir que no va a ser agradable.
Ricky se estremeció ante el temor que por un momento
brilló en los ojos de su padre. Nunca había visto esa mirada
particular sobre el rostro de su padre, ni siquiera cuando su
madre estaba muriendo. —Sawney vendrá por mí.
—No tengo ninguna duda de que lo hará —respondió
Félix—. Sólo me preocupa que no va a llegar a tiempo.
Ricky saltó cuando la puerta en la parte superior de la
escalera se abrió de golpe, chocando contra la pared. Él tragó el
miedo a que se alojó en su garganta, con miedo de que su padre
estuviera en lo cierto. Sawney no iba a llegar a tiempo. Él no
sabía si Sawney llegaría a tiempo para lo que fuera que iba a
pasar, y él no quería saber.
Ricky escaneo el sótano, en busca de un lugar para
esconderse. Sus ojos se posaron en una caja de herramientas
en el lado opuesto de la habitación. Ricky era una shifter, y en
contra de un ser humano que podría tener la oportunidad de
defenderse. Contra un león tan grande como Marcus, estaba
condenado. Un arma podría darle un poco de tiempo para tratar
de escapar.
Ricky corrió hacia la caja de metal y tiró de ella hacia
abajo desde la plataforma. Movió el picaporte y abrió la tapa.
Cinta adhesiva. Cable. Una llave. Un martillo... un martillo.
Ricky casi chilló de emoción cuando él metió la mano en la caja
de herramientas y agarró el martillo. No haría demasiado daño,
pero le haría daño.
—Ricardo, ¿qué estás haciendo? —Félix susurró en voz
alta.
—Estoy cansado de tener mi cabeza golpeada por cada
estúpido con rencor y más músculo que células en el cerebro.
Puedo ser un omega, pero por una vez, voy a defenderme a
mí mismo. —Ricky balanceó el martillo en el aire antes de
sonreír—.Y esto va a ayudarme a nivelar el campo de juego.

Capítulo 11
Sawney entró cuidadosamente mientras se abría camino a
través de los bosques con movimientos constantes, cada vez
más cerca de la casa del Alfa de Luca. Sus patas crujieron
contra la hierba con apenas un sonido. Sigilo era el nombre del
juego aquí. Tuvieron que pasar en silencio, y llegar lo más cerca
de la casa alfa como pudieran antes de que su enemigo los
descubriera.
La oscuridad había caído, dándoles una ventaja añadida
de ser capaz de moverse en las sombras. Sawney sabía que sólo
les daría tanta ventaja. En algún momento, los centinelas que
patrullaban los jardines alrededor de la casa alfa los
descubrirían. El truco estaba en estar tan cerca como fuera
posible antes de que eso sucediera.
Sawney se detuvo cuando un guardia camino delante de
su posición, a meros pies de él. Prácticamente podía llegar y
tocar al tipo. Él miró por un momento, su disgusto con el
hombre cada vez mayor por segundo cuando el desinterés por
cumplir con su deber se hizo evidente cuando el hombre sacó
un dispositivo de juegos portátil de su bolsillo y comenzó a
jugar.
Sería el último error que el hombre cometiera.
Sawney se abalanzó, surgiendo de entre los arbustos con
un simple susurro. Agarró al guardia y lo llevó abajo,
arrancándole la garganta antes de que pudiera pronunciar un
solo grito que alertara a los otros de la presencia de Sawney.
Sawney escupió la sangre en su boca, negándose a tragar la
sustancia repugnante.
Levantó la cabeza en el aire y lo olió. Le tomó un momento
para aclarar sus sentidos por el abrumador olor de la sangre. Él
nunca pensó en ello antes de ahora, pero el olor de la sangre
era diferente en alguien herido y alguien que había muerto.
Muerto era más grueso, con más de un aroma cobrizo.
Sawney deseó tener alguna manera de ocultar el olor
mientras él comenzaba a hacer su camino a través del bosque
de nuevo. Cualquier shifter que pasara junto a su puesto podría
oler la sangre y saber que algo había ocurrido. Lo más probable
es que diera la voz de alarma. Si no conseguían a los otros
guardias neutralizados antes de ese momento, podrían tener un
montón de problemas en sus manos.
Cuando llegó al borde de la línea de árboles, pudo ver a
sus hermanos subiendo a cada lado de él. Estaban distribuidos,
lentamente se arrastraban hacia adelante. Reece y Tre estaban
a su izquierda, Boone a su derecha. Todos estaban en sus
formas de león.
Todos ellos tenían sangre sobre ellos.
Sawney dejó escapar un gruñido subvocal bajo y comenzó
el relleno hacia la masiva casa en el medio del patio. Podía ver
las luces encendidas en varias ventanas, tanto en la planta
principal y el segundo piso. Rezó para que una de esas luces lo
llevara a su compañero.
Ya voy, bebé.
Llegaron al lado de la casa con bastante facilidad, casi con
demasiada facilidad. Sawney sabía que se había deshecho de
uno de los guardias. Él esperaba que sus hermanos se hubieran
deshecho de los otros guardias y que no hubieran más al
acecho. Él simplemente no creía que fueran tan afortunados.
Infiernos, Ricky podría incluso no estar aquí. Marcus podría no
ser el malo de la película. Y el Alfa de Luca podía no haber sido
chantajeado por que algún gilipollas psicótico para regir su
manada.
Sawney no estaba conteniendo la respiración.
Cambió y luego empujó la ventana abierta más cercana,
haciendo una mueca cuando chilló. Cuando nadie se acercó
corriendo, Sawney subió a través. Hizo un análisis rápido de la
habitación y se dio cuenta que estaba en una especie de salón.
Una gran chimenea de mármol adornaba una pared. La pintura
al óleo más horrenda que había visto nunca de un hombre con
joyas estaba enmarcada en oro y colgada encima de la
chimenea. El mobiliario era oscuro e hilado en colores chillones
tejidos en los cojines.
Nunca hubiera decorado así la habitación. Parecía como si
estuviesen en el siglo anterior, hace, un centenar de años. Se
preguntó si siempre se vio de esta manera o si alguien lo había
hecho a propósito.
Moviéndose rápidamente hasta el borde de la puerta,
Sawney observaba como sus hermanos cambiaron y subieron
en el interior. Sawney miró hacia atrás cuando oyó un chillido,
justo a tiempo para ver a Tre cerrar la ventana. Bien pensado.
Ellos no quieren dejar ningún rastro de su presencia si podían
evitarlo.
Una vez que todo el mundo estaba en el interior, Sawney
salió al pasillo. Él levantó dos dedos y luego señaló hacia arriba.
Tre y Reece asintieron y se dirigieron hacia la escalera. Sawney
hizo un gesto a Boone, quien asintió con la cabeza y comenzó a
seguirlo cuando fue por el otro extremo del pasillo.
Abrió las puertas, encontrando un baño, closet, comedor y
pequeña sala de estar como el que habían logrado colarse en
medio de la ventana. No encontraron a Ricky o cualquiera de los
otros guardias. Sawney estaba empezando a pensar que le
habían dado información falsa y Ricky no estaba incluso aquí
hasta que oyó un grito ahogado.
Sawney se congeló, su corazón tronando dolorosamente en
su pecho. Algo ácido y desagradable se hinchó en su garganta
cuando otro grito resonó en el aire. Era lo bastante alto para
que Sawney tuviera ganas de gritar. Y él estaba teniendo un
tiempo difícil para averiguar dónde venía.
—El sótano —Boone susurró cuando el grito se repitió.
Sawney asintió con la cabeza en vez de hablar. Si no
apretaba su mandíbula, empezaría rugir. Conocía el grito.
Él comenzó a buscar frenéticamente la puerta del sótano.
Al llegar a la cocina, vio un área de servicios en el otro extremo.
Sawney oyó a Boone silbar su nombre mientras corría por el
suelo de la cocina. En ese momento, Sawney no le importaba
que Boone fuera su beta o incluso su hermano mayor. Tenía
que llegar a Ricky.
Había una puerta abierta en el área de servicios con un
conjunto de escaleras. Sabiendo que un movimiento estúpido
podría terminar con Ricky perdiendo la vida, Sawney se obligó a
parar y esperar a Boone en lugar de correr por las escaleras
como sus instintos exigieron.
La espera era insoportable.
—Ve. —Una palabra liberó a Sawney.
Se dirigió por las escaleras, caminando con un poco más
de cuidado esta vez. Por mucho que quisiera correr por las
escaleras, él sabía que tenía que mantener la cabeza por él.
Ricky dependía de él.
La vista en la parte inferior de las escaleras casi lo llevo a
bajar corriendo a Sawney. Sólo la mano tranquilizadora de su
hermano y beta apoyada en su hombro le impidió caer mientras
miraba a su compañero y la pistola apretada contra su sien.
—Te he estado esperando, Sawney Marshall —el hombre
con la pistola, dijo—. Yo sabía que esos idiotas no serían
capaces de detenerte.
—Debes de ser Marcus Riley.
—Lo soy. —El hombre sonrió como si fueran dos amigos
que se encontraban en la calle—. Es tan agradable conocerte
finalmente. He oído nada más que cosas buenas sobre ti y tus
hermanos.
—Me gustaría poder decir lo mismo —dijo Sawney
mientras daba un paso más en el sótano, con los ojos cayendo
en el hombre inconsciente tirado en el suelo. Había sangre
alrededor de la cabeza del hombre, por lo que Sawney se
pregunto si Marcus le había disparado al hombre.
Su garganta se engroso con miedo, Sawney levantó la vista
y se encontró con los ojos de Ricky. Su estómago se apretó
cuando vio el miedo llenarlos. No ser capaz de tomar de
inmediato a su compañero en sus brazos era casi un dolor
físico.
—Oh, no puedes creer todo lo que oyes —dijo Marcus—.
Los rumores pueden ser útiles en ciertos momentos, pero
también pueden ser perjudiciales para el bien común.
—¿El bien común? —Las cejas de Sawney se dispararon—.
¿Y cómo una pistola en la cabeza de mi compañero, sirve al bien
común?
Marcus sonrió más amplio. —Eso es simple. Esto significa
que no vas a hacer ningún movimiento estúpido. Porque si lo
haces, ya sabes lo que va a pasar con tu bonito compañero
aquí. Y Ricky no sería lo mismo con su cerebro salpicado por
todo el suelo.
Sawney gruñó. —Un pelo fuera de lugar y vas a morir.
—Sí, sí, he oído todo eso antes. —Marcus hizo un gesto
con la mano como si alentara a Sawney para continuar. ¿Pero,
continuar con qué?—. ¿Qué más tienes?
Sawney ladeó la cabeza. —¿Qué quieres?
—Ahora veo —dijo Marcus—. Yo sabía que íbamos a
llevarnos bien.
Sawney apretó los dientes. Sus manos le dolían por
envolverse alrededor de la garganta de Marcus y apretar hasta
que no quedara ni un soplo de vida en el hombre malo. Y sin
embargo, tenía que estar allí y escuchar al hombre seguir,
seguir y seguir.
—Ahora, esto es lo que vamos a hacer —dijo Marcus—. Tú
—señaló a Boone—, vas a llamar a tu alfa y le informaras que el
Alfa de Luca está exigiendo una compensación por el insulto de
que dos miembros de su manada entraron en su territorio sin
permiso y trataron de secuestrar a uno de nuestros miembros.
Si el Alfa Marshall espera verlos vivos otra vez, él me traerá un
millón de dólares en billetes pequeños sin marcar. Tiene cinco
horas.
—¿No es cinco millones o diez millones? —Sawney
espetó—. Quiero decir, si vas a chantajear a mi alfa, ¿por qué
no ir por todo?
—He investigado a Hugh Marshall, y mientras que él es un
potente alfa, él no es un alfa rio. No tiene cinco millones de
dólares, o me habría preguntado por ello. Y yo ciertamente no
quiero su territorio. Demasiados seres humanos.
Sawney no iba a señalar el hecho de que había seres
humanos aquí en este territorio. Uno de los hombres que
trabajaban para Marcus era humano. Él no iba a señalar eso
tampoco. Marcus estaba en el borde de la locura, si no es que
ya se había deslizado. Sawney no quería hacer nada que lo
empujara sobre ese borde.
Al menos no hasta que Ricky estuviera a salvo.
—Por lo tanto, ¿se supone que te quedes aquí mientras
esperamos a que mi alfa llegue? —El corazón de Sawney
tartamudeó cuando Marcus movió el cañón de la pistola lejos de
Ricky y la agitó hacia él y Boone.
—Muévanse —dijo Marcus—. Siéntense en el suelo junto a
la pared. Las manos detrás de la cabeza.
—Va a ser un poco difícil llamar a mi alfa con mis manos
entrelazadas detrás de mi cabeza —dijo Boone mientras se
acercaba a la pared con sus dedos entrelazados detrás de la
cabeza—. Pero eres el jefe.
Sawney quería golpear a Boone. El hombre iba a lograr que
el cañón de la pistola volviera contra la sien de Ricky. Mientras
caminaba hacia la pared para sentarse junto a Boone,
examinaba la habitación. Dos pequeñas ventanas estaban justo
por encima de la cabeza de Boone, demasiado pequeñas para
que cualquiera pudiera pasar. Lo que significaba que la única
entrada y salida era en la parte superior de las escaleras. No era
probable que Tre y Reece fueran a sorprender a Marcus.
—Voy a tener que utilizar tu teléfono celular, hombre —
dijo Boone mientras dejaba caer sus ojos hasta sus piernas
desnudas—. Me olvide de traer uno conmigo.
—¿Tengo que hacer todo? —Marcus rodando los ojos era
cómico. Movía toda la cabeza. Él cavó un teléfono celular de su
bolsillo y se lo lanzó a Boone—. Yo no sé por qué todo el mundo
quiere ser alfa tan mal. Yo tengo que hacer todo, porque estoy
rodeado de idiotas incompetentes.
—Bueno, ya que no es el alfa —dijo Boone—, no debe ser
un problema, ¿Porque habría de hacerlo?
Sawney se tensó y gruñó cuando Marcus lanzó a Boone.
Sus músculos se tensaron mientras calculaba la distancia entre
él y Marcus, preguntándose si podría rasgar la garganta de
Marcus antes de que el hombre le disparara.
—Ah ah ah. —Marcus hiso un gesto con la pistola, lo que
significaba que no estaba apuntando a la cabeza de Ricky, y
Sawney estaba muy feliz con eso—. No te hagas ilusiones
estúpidas. Puedo tirar el gatillo más rápido de lo que puedes
pensar. Nunca lo hagas.
La mueca apretada que Sawney tenía en su rostro se
profundizó en una mueca cuando sus ojos se posaron en Ricky
una vez más. Lágrimas colgaban de las largas pestañas oscuras
de Ricky, evidenciándose contra sus mejillas cenicientas. Trató
de decirle a Ricky con sus ojos lo mucho que amaba al hombre.
—Mi alfa dice que puede estar aquí en seis horas —dijo
Boone mientras colgaba—. Le va a tomar un poco de tiempo
reunir el dinero.
—Llámalo de vuelta —Marcus espetó—, y dile que dije
cinco horas, ni un minuto más.
—Está bien. —Boone marcó de nuevo antes de acercar el
teléfono a su oreja—. Es Boone de nuevo. Marcus dice-
—¡No le digas mi nombre, idiota!
—Uh... el tipo con la pistola en nosotros dice-
—¡Dame el maldito teléfono! —Marcus gritó mientras
empujaba a Ricky lejos y caminaba por la habitación. Justo
cuando iba a alcanzar el teléfono, Boone lo sostuvo en alto y
lejos. Marcus tuvo que estirase para conseguirlo.
Sawney vio la apertura que Boone estaba tratando de darle
y cambio mientras él se lanzaba hacia Marcus. Oyó la pistola
pero era un sonido lejano, ahogada por los gritos mientras
desgarraba a Marcus con sus dientes y garras.
Él no tuvo piedad.
Incluso cuando Marcus comenzó a golpearlo en la cabeza
con la culata de la pistola, Sawney continuó rasgando la carne
del hombre, mordiendo y arañando. El olor cobrizo de la sangre
colgaba pesado en el aire, nauseabundo y estimulante a la vez.
—Está muerto, Sawney —dijo Boone en voz muy severa—.
Puedes parar ahora.
Sawney gruñó, sacudiendo la carne entre los dientes
afilados.
—Ricky te necesita, Sawney.
Ricky.
Sawney dejó caer el brazo que había estado mordiendo y se
volvió. Ricky estaba sentado en el suelo, con las rodillas hasta el
pecho. Lágrimas silenciosas bajaban por sus mejillas. Hubo una
especie de distancia deslumbrando en sus ojos, como si hubiera
visto un poco demasiado y ya no pudiera lidiar con el mundo
real.
Sawney se atropelló, cambiando cuando llegó a su
compañero para que pudiera tirar de Ricky en sus brazos. —Te
tengo, bebé —Sawney canturreó mientras presionaba sus labios
contra la parte superior de la cabeza de Ricky—. Te tengo.
Capítulo 12
Ricky envolvió sus brazos alrededor de Sawney y se aferró,
sin ninguna intención de dejarlo ir. Cosas malas sucedían
cuando eran separados. No estaba dejándolo ir de nuevo.
—Estás a salvo, Ricky —Sawney susurró contra su cabello.
—A salvo es un término relativo —Ricky susurró de vuelta.
Sintió la risita de Sawney través del amplio pecho del hombre
antes de que él lo oyera.
—Te adoro, Ricky.
—Entonces llévame a casa. —Ricky echó la cabeza hacia
atrás para que pudiera ver los ojos azules llenos de humo de
Sawney—. Quiero ir a casa, Sawney.
—Está bien, bebé. —Cuando Sawney fue a levantarlo,
Ricky envolvió sus brazos alrededor del cuello del hombre y
metió la cabeza bajo la barbilla de Sawney. Suspiró, parte de la
tensión salió de su cuerpo por primera vez en mucho tiempo.
—¿No es ese el Alfa de Luca? —El hombre que había
venido con Sawney preguntó.
Ricky asintió sin levantar la cabeza.
—¿Qué vamos a hacer con él?
Ricky levantó la cabeza para mirar al hombre, señalando
las similitudes con su compañero. Tenían la misma nariz
romana. —Tú eres el hermano de Sawney, ¿verdad?
Las cejas negras del hombre se levantaron. —Sí. Soy
Boone —respondió—. Boone Marshall, beta de la manada
Marshall.
Ricky le tendió la mano. —Ricardo de Luca. —Se encogió
de hombros—. Yo no tengo una manada.
La sonrisa de Boone hacía parecer mucho menos feroz y
más agradable al hermano de su compañero—. Bueno, si
Sawney no nos está tomando el pelo y es verdad que alguien tan
lindo se ha acoplado en realidad con mi hermano, entonces
estoy seguro de que nuestro alfa no tendrá un problema con
que formes parte de nuestra manada.
—Pertenece a esta manada.
Las cejas de Ricky se dispararon cuando oyó la voz de su
padre. Miró hacia abajo para verlo sentado, sosteniendo su
mano en su cabeza.
—Ricardo pertenece a la manada de Luca —dijo Félix de
nuevo.
Lo brazos de Sawney se apretaron alrededor de Ricky
mientras él gruñó en voz baja y peligrosa. —Ricky me pertenece.
Ricky se rió entre dientes mientras se acurrucaba en
Sawney de nuevo. —Y yo que pensaba que me pertenecías.
—Lo hago, bebé.
—Entonces. Llévame. A. Casa. —Él no podía ser más claro
que eso. Quería ir a donde Sawney llamara su casa y él no
quería volver. Incluso podría pedirle a su nuevo alfa para que
fuera una regla que no podía salir del territorio Marshall sin
permiso.
—Ricardo, hijo. —Ricky oyó el gruñido de su padre y volvió
a verlo subir a sus pies. Sus ojos estaban ansiosos, tristes—. No
puedes irte, no ahora. Te necesito.
El gruñido de Sawney era tan amenazante como lo había
sido cuando atacó a Marcus. Ricky tranquilizó a la bestia
salvaje, frotando las manos sobre el pecho desnudo del hombre.
—Puedes visitarme si mi nuevo alfa da permiso, pero me voy a
casa con Sawney. Él es mi compañero. Tú lo sabes.
—Quédate aquí, ustedes dos.
La mandíbula de Ricky se dejó caer. —¿Estás loco?
—Voy a hacer de los dos mis herederos. —La voz de Félix
celebró una escofina de desesperación—. Sawney es fuerte. La
manada lo seguiría. Con ustedes por su lado, nuestra manada
sería una de las más fuertes en torno.
Ricky parpadeó cuando la mano de Sawney salió
disparada, sus dedos envolviéndose alrededor de la garganta de
Félix. —Si esperas que deje a Ricky permanecer aquí después
de lo que has hecho con él, tú-
—Yo... yo no... —Tos. Tos—. Yo no lo hice. Por favor-
Las cejas de Sawney se dispararon. —¿Esperas que me
crea eso?
—¿Um, Sawney? —Susurró Ricky—. Él en realidad podría
estar diciendo la verdad.
—¿Qué? —La sorpresa brilló en el rostro de Sawney
cuando se volvió para mirar a Ricky—. ¿Le crees?
—Es algo que tiene sentido, Sawney. Quiero decir, yo
realmente no he visto a mi padre en, como, diez años. Todas las
órdenes se entregaban a través de Marcus. Y de acuerdo con mi
padre, Marcus ha estado manteniéndolo como un prisionero
virtual, usándome a mí y a mis hermanas como palanca para
conseguir su cooperación.
—Yo podría comprarlo si no se hubiera retirado tu
protección hace seis meses, Ricky. Podrías haber muerto.
—Fue una amenaza —dijo Félix—. Ese fue justo en el
momento en que Marcus duplicó la guardia. No fue hasta que
hablé con Ricardo que me enteré de la muerte de tu padre.
El labio de Sawney se curvó hacia atrás mientras gruñía.
—Me hubiera gustado haber sido el que lo mato.
—Teniendo en cuenta como Marcus admiraba a tu padre,
sospecho que muchas personas desearían haber sido quien lo
matara. —Félix se acercó y se sentó en el primer escalón.
Estaba mirándose un poco verde—. Mi oferta es genuina.
Quédate aquí y yo los haré mis herederos. Voy a anunciarlo
inmediatamente. Y en un año más o menos, después de que las
cosas se hayan calmado, voy a dimitir pacíficamente y
entregarte la manada a ti.
—¿Por qué haces esto? —Preguntó Boone—. ¿Por qué estar
de acuerdo en renunciar a su manada?
Ricky tragó saliva cuando su padre lo miró. Había orgullo
en los ojos de Félix, así como tristeza. El orgullo sorprendió a
Ricky. Era algo que jamás pensó ver.
—Amo a mis hijos, Sr. Marshall. A pesar de que yo no hice
un buen trabajo en eso, he pasado los últimos diez años
tratando de mantenerlos a salvo. —Los ojos de Félix
comenzaron a brillar con lágrimas y determinación—. Ricky es
especial. Todos sabemos eso. Por mucho que me gustaría que
fuera de otra manera, no puede llevar esta manada. Pero tu
compañero puede. Sawney es lo suficientemente fuerte como
para sostener esta manada y mantener a Ricardo seguro. Y eso
es todo lo que quería para él.
Ricky miró a su compañero cuando Sawney dio un paso
firme hacia su padre. Esperaba ver la ira en el rostro de
Sawney. En su lugar, vio la misma determinación que había
visto en los ojos de su padre.
—Hay gente en esta manada que abusó de Ricky. No sé si
fue alentado su comportamiento o si sólo eran idiotas, pero me
niego a permitir que Ricky este en cualquier lugar que no es
seguro.
—Si me puedes dar nombres —dijo Félix—, voy a ver que
sean castigados.
—Quiero castigarlos —dijo Sawney.
—No, Sawney —dijo Ricky rápidamente. Él agarró la
barbilla de Sawney y volvió el rostro del hombre hacia él—. Eso
es venganza, no justicia.
La sonrisa divertida de Félix sorprendió a Ricky, pero
estaba empezando a acostumbrarse a ser sorprendido. Parecía
estar sucediendo mucho. En cierto modo hizo a Ricky
preguntarse qué más tenía la vida reservada para él, porque
sabía que todavía faltaban cosas.
—Ricardo es sabio más allá de sus años —dijo Félix—. Ese
es un buen rasgo en el compañero del alfa. Él será un gran
activo para ti en los próximos años.
—Yo no me aparee porque es un activo.
—No. —Seriedad reemplazó el humor en el rostro de
Félix—. Yo diría que se emparejo porque es el corazón que late
en su pecho.
—Sí —respondió Sawney, aunque parecía confundido—.
¿Cómo lo sabes?
—La madre de Ricardo era mi corazón. —Félix suspiró
pesadamente, con los hombros caídos como si el peso del
mundo descansara sobre ellos—. A veces pienso que la única
razón por la que sigue latiendo en mi pecho es por mis hijos.
Por mucho que hizo que Ricky se sienta mejor, no sabía
cuánto creía. Diez años de creer que su padre era un monstruo
no se iban con una frase, o incluso dos, o una conversación
entera. Félix tendría que probarse a sí mismo.
—Ricky y yo vamos a hablar de ello y volver a ti —dijo
Sawney—. En este momento, quiero llegar a casa donde pueda
asearse y descansar. Ha tenido unos azarosos días y necesita…
necesito un poco de tiempo a solas con mi compañero.
—Sí, por supuesto —dijo Félix, rápidamente se puso de pie
y comenzó a subir las escaleras—. Voy a tener a alguien que te
acompañe a la frontera del territorio de Potter´s Creek.
—Podemos llegar por nuestra cuenta —Boone insistió.
Félix hizo una pausa, mirando hacia atrás. —Quiero decir
sin faltarle el respeto, pero si Sawney tiene razón y todavía
están aquellos que han abusado de Ricardo en esta manada,
podrían tratar de impedir su salida. Yo sólo quería asegurarme
de que no se encontraran con ningún problema para llegar a
Potter´s Creek.
—Gracias. —Ricky tragado duro—. Padre.
Ricky no sabía qué decir más allá de eso. Sabía que
tendría que hablar con Sawney en algún momento acerca de si
iban a quedarse y hacerse cargo de la manada. Él no quería
hacer frente a nada de eso en este momento.
Él sólo quería ir a un lugar que se sintiera seguro y ser
abrazado por su compañero... y reclamar a su compañero de
nuevo. Sawney era el único que parecía realmente importante.
Tal vez, algún día, estas otras cosas significarían algo para él,
pero en este momento, simplemente no lo hacían.
—¿Podemos ir a casa ahora?
—Sí. —Los labios de Sawney se presionaron contra la
parte superior de su cabeza. Y por ahora, eso era suficiente.
Ricky hundió el rostro en el cuello de Sawney y apenas
respiraba a su compañero, dejando que el mundo a su
alrededor se desvaneciera.
Nada importaba más que esto, estar en los brazos de
Sawney. Las manadas podrían hundirse en el océano por todo
lo que le importaba. Quería simplemente pasar el resto de su
vida envuelto en los brazos de su compañero. El resto del
mundo podía cuidar de sí mismo.

****
—Estamos aquí, ángel.
Ricky sintió que sus entrañas se retorcían cuando levantó
la cabeza y vio a la pequeña multitud reunida en el porche de
una antigua granja. Era obvio que el viejo lugar había visto días
mejores.
Era tan obvio que alguien lo arreglo. Nuevas ventanas
habían colgado recientemente y un techo nuevo puesto en su
lugar. Pintura saltada colgaba de una de las paredes exteriores,
como si alguien que estaba pelando cuidadosamente la pintura
vieja fuera a la espera de un nuevo trabajo de pintura.
Cuando la camioneta se detuvo y el motor se apago, Ricky
tomó la mano de Sawney, necesitando el toque de su
compañero para mantenerlo conectado a tierra. Su familia no
era tan estelar. Estaba aterrorizado de encontrarse con la de
Sawney, no importaba cuántas veces el hombre le aseguró que
iba a ser recibido con los brazos abiertos.
—¿Cuál es tu alfa? —Ricky le preguntó porque era del que
tendría que tener cuidado alrededor. Ricky escudriñó la
pequeña multitud, sus ojos decidiéndose por un hombre muy
alto, de pelo negro de pie en el primer escalón, con los brazos
cruzados—. Olvídalo.
Estaba bastante seguro de que sólo había visto al alfa de
Potter´s Creek.
Sawney se rió entre dientes. —Algo así sobresale, ¿no?
—Uh-huh. —Al igual que un pulgar dolorido. El hombre
era simplemente enorme. Sawney era muy grande, pero él no
parecía como si él le dio vida y la muerte. Sawney era Sawney.
—Él es realmente inofensivo, Ricky.
—Si tú lo dices. —Ricky no creía una palabra de eso—.
¿Quiénes son esos dos tipos con él? —Uno de pie a cada lado de
Hugh Marshall.
—Los compañeros de Hugh.
Las cejas de Ricky se levantaron. —¿Ambos?
—Sí. —Sawney sonrió mientras desabrochaba el cinturón
de seguridad de Ricky y lo acercaba—. Hugh tuvo la suerte de
encontrar a Kye y Neumus en la misma noche.
—¿Estoy asumiendo que Kye es el pequeño?
Sawney se rió de nuevo. —Él es. Su hermano Kumiko es
de quien necesitas estar preocupado. Él es el beta de la manada
de mi hermano Otto, y el hombre me asusta tanto como su
hermana lo hace.
Ricky ladeó la cabeza hacia un lado. —¿Por qué?
—Kumiko es una locura. —Los ojos de Sawney se
redondearon con algo que se parecía mucho al miedo—. Cuando
se acoplo a mi hermano Trevor, y alguien amenazó a Trevor,
pensé que el mundo iba a dejar de girar.
—¿Tengo que conocerlo? —Ricky preguntó con voz muy
tranquila. No estaba seguro de que quisiera conocer al hombre
que asustó a su compañero.
—En algún momento, ángel, pero no te preocupes. Kumiko
sólo perjudica a los que lo merecen.
Ricky no se tranquilizó.
Siguió a Sawney por la parte trasera de la camioneta, y
luego se agarró con fuerza a la mano de su compañero mientras
se acercaban a la gente en el porche. Cuando se detuvieron
frente al alfa, Ricky se aseguró de que sus ojos se redujeron por
respeto por al hombre... y porque le gustaba mantener su
cabeza donde estaba.
—Este es mi compañero. —Había tanto orgullo en la voz de
Sawney que Ricky casi le pidió al hombre que estaba hablando,
y luego levantó la vista y vio el destello de alegría que brillaba en
los ojos de Sawney y sabía que era él.
Ricardo de Luca.
Ricky tragó la emoción en la garganta mientras le sonrió a
su compañero. Por primera vez desde que podía recordar, se
sentía libre. Era libre y al lado de su compañero.
La vida no le había dado nada mejor que eso,
especialmente cuando él nació omega. Los omegas no siempre
obtenían los finales felices, pero su compañero estaba justo a su
lado, mirándolo como si fuera todo el mundo de Sawney.
Ricky se apoyó en Sawney y volvió la sonrisa a los hombres
en el porche, mirando a todos a los ojos. —Hola. Soy Ricky. Es
agradable conocerte al fin.
Capítulo 13
Sawney inclinó la boca de Ricky con un dedo bajo su
barbilla y rozó sus labios sobre los de Ricky. El dulce aroma del
hombre invadió sus pulmones mientras Sawney inhalaba
profundamente. El aroma a sol embriagador de su pareja partió
pequeñas explosiones a través de su cuerpo, diciéndole a
Sawney que era adicto a este hombre como un narcótico.
Besar al hombre era un acto tan simple, pero el corazón de
Sawney latía más rápido, más fuerte, y estallaba a través de sus
venas, un placer en sí mismo. El roce de sus labios era tan
íntimo, como si sus almas se tocaran en ese momento. La polla
de Sawney se hinchó y pulsaba mientras lamía los labios de
Ricky con su lengua, en silencio pidiendo permiso para tomar el
beso más profundo.
Cuando los labios de Ricky se separaron, Sawney gimió y
se movió dentro para explorar y conquistar el calor húmedo de
la boca de su pareja. El sabor de Ricky explotó en su lengua,
sus sentidos tambaleándose. El hombre estaba volviéndose loco
de placer mientras se lavaba el cuerpo de Sawney.
A medida que su lengua se arremolinó con Ricky, su polla
palpitaba de dolor, dolor y necesidad. Las uñas de Ricky
cavaron profundo cuando él trató de estar más cerca de
Sawney. Su lengua rozó a Ricky, enredándose, y acariciándolo,
lentamente, eróticamente, y tan caliente que Sawney sentía
como si estuviera derritiéndose.
Afirmó la boca de Ricky otra vez mientras recogía a su
compañero de, levantando el cuerpo de Ricky contra su pecho y
llevándolo a la cama. Sawney colocó cuidadosamente a Ricky en
el medio de la cama y se subió sobre el colchón detrás de él.
Sus manos exploraron la suave piel del hombre cuando
Sawney movía suavemente su cuerpo protectoramente contra
su forma más leve. Con manos temblorosas Sawney acariciaba
el pecho de Ricky y sacaba los botones de su camisa. Las
pestañas de Ricky revolotearon, sus labios de despedida
mientras Sawney saco la camisa suavemente por sus hombros.
La tela se deslizó por los brazos del hombre como una caricia
erótica, y luego lo arrojó a un lado.
Sawney inhalo suavemente mientras sus ojos bebían de su
compañero tendido semidesnudo. Sus puños se apretaron por
la intensa excitación que ardía dentro de él. Sawney cerró los
ojos mientras respiraba entrecortadamente, tratando de
aferrarse a su control que se desvanecía rápidamente.
—Eres tan hermoso, Ricky. —Los ojos de Sawney se
quebraron cuando una pequeña risa cayó de los labios de
Ricky. Él arqueó una ceja en cuestión. La declaración había
sido un cumplido, no una broma, pero desde el brillo en los ojos
del hombre, Sawney sabía que Ricky no estaba burlándose de
él.
—Creo que estás loco. —Ricky sonrió tímidamente, su
rostro inundado con un tono rojo cálido que hizo que los ojos de
color caramelo brillaran como el sol poniente.
Los dientes de Sawney dolían por morder en la piel pálida
de Ricky. Cerró los ojos y sacudió la cabeza para escapar del
poder que Ricky de repente tenía sobre él. Nunca antes había
sentido algo tan intenso, poderoso. Quería correr sus colmillos
sobre la piel suave, sentir el calor de Ricky, tocarlo, y degustar
al hombre más pequeño como lo había soñado durante
semanas.
—Quiero consumirte.
—Oh, sí. —Los ojos de Ricky se iluminaron con humor—.
Estás loco.
Sawney sonrió. Le gustaba este lado más humorístico de
Ricky. Salía con poca frecuencia, y quería ver más de ello. Había
profundidades ocultas en Ricky y Sawney planificaba descubrir
todas ellas.
También planeaba descubrir cada pulgada del cuerpo del
hombre, desde la parte superior de la cabeza a la punta de los
dedos de los pies y cada maldita pulgadas en el medio. El olor
del cuerpo de Ricky empapaba sus sentidos. Era masculino,
caliente y oscuro, y cautivaba a Sawney.
Sawney levantó la mano y cogió a Ricky, pero se detuvo.
Sus ojos parpadearon hacia arriba. —¿Puedo tocarte?
—Sí. —Ricky exhaló una sola palabra en un suspiro
tembloroso.
Sawney iba a asegurarse de que esto fuera una noche que
ninguno de los dos olvidará jamás. Su polla palpitaba con las
imágenes que susurran a través de su mente. Sawney ardía en
fiebre de la lujuria, tan profunda, tan fuerte, que sentía como si
cada célula de su cuerpo fuera a explotar con la necesidad.
Tomando su tiempo dulce, besó lentamente un sendero
por el cuello suave de Ricky y el pasado de su clavícula hasta
que llegó al pezón de Ricky. Con un golpe de su lengua sobre el
diminuto brote, Sawney bromeó con el nudo endurecido antes
de engancharlo con sus labios y chuparlo en su boca. Él lo hizo
rodar entre sus dientes y luego lamió la carne sensible. Ricky se
arqueó fuera de la cama, chocando contra Sawney cuando un
gemido sin aliento escapó de sus labios.
Sawney tragó saliva cuando levantó la cabeza y miró a
Ricky. Había hecho eso. Él había llevado a ese dulce gemido de
éxtasis de la boca de su pareja. Ni siquiera el orgasmo más
placentero podría traer a Sawney a las alturas de la felicidad
más que el conocimiento lo llevó. Sawney agarró rápidamente el
lubricante de la mesita de noche y lo derramó sobre sus dedos.
Él generosamente recubrió cada dedo, su cuerpo
endureciéndose aún más al pensar en lo que estaba a punto de
hacer.
Después de colocar el lubricante de nuevo en la mesa de
noche, Sawney metió la mano en la cintura de Ricky y froto su
dedo sobre el agujero fruncido de su compañero. Los músculos
del hombre más pequeño estaban tan apretados que Sawney
estaba un poco preocupado de que le haría daño a su
compañero.
Poco a poco, sensualmente, Sawney trazó sus dedos de la
punta del coxis de Ricky por su culo y a sus bolas, y luego de
vuelta otra vez. No sólo Sawney estaba repitiendo esta acción
para relajar a su compañero, pero le traía placer
inconmensurable también. La sensación del cuerpo de Ricky
bajo sus dedos envió picos de fuego por el cuerpo de Sawney,
disparando llamas directamente a su polla.
El dolor era tan profundo que era una tortura.
Una vez que Ricky estaba relajado y Sawney sabía que su
compañero se había acostumbrado a su toque, Sawney apretó
un dedo contra la mancha de entrada cómoda del hombre. El
estrecho círculo de músculos de Ricky se apretó y pulso cuando
dibujo con su dedo, burlándose de él. Sawney presionaba más
profundo cada vez que metía sus dedos, empujando dentro y
fuera hasta que pudo añadir otro dedo sin causar a Ricky
ningún dolor.
Moviendo su mano libre hacia abajo entre sus cuerpos,
Sawney trazó sus dedos sobre la polla dura de Ricky cuando él
continuó impulsando sus dedos dentro y fuera del culo del
hombre. El profundo gemido de Ricky era como un ser vivo,
afrodisíaco de respirar por Sawney.
Él sufría por ese sonido, quería, necesitaba oírlo.
Su polla estaba tan dura que pensó que podría romperse
con el toque más pequeño. Palpitaba por la liberación, por el
derecho a reclamar a este pequeño hombre. Sawney quería
consumir a Ricky. El impulso era tan abrumador que tuvo el
aliento de Sawney a distancia.
Cuando Ricky comenzó a balancearse hacia atrás contra
los dedos, como si una polla dura ya estuviera en su culo,
Sawney gimió y empujó otro dígito. Bombea lentamente dentro y
fuera del culo de Ricky, mostrando a su compañero lo que
quería, lo que necesitaba, y lo que más deseaba.
El calor del canal apretado fue suficiente para que la polla
de Sawney estuviera imposiblemente dura. El placer era tanto,
que su orgasmo montó los bordes del abismo. Sawney respiró
irregular, alcanzando el control, aferrándose a la última pizca
de cordura que sostenía.
Cuando supo que tenía una medida de control, Sawney
sacó sus dedos libres y cogió la pierna de Ricky, tirando de ella
hacia el pecho de Ricky. La posición daría a Sawney un acceso
más fácil. Rápidamente coloco la polla en la apertura de Ricky y
empujó lentamente dentro.
Sawney apretó los dientes por el ajuste perfecto del cuerpo
de Ricky alrededor de su pene. Buen Dios, se sentía tan
jodidamente bien, perdiendo su mente. Ni siquiera estaba todo
el camino dentro del interior del hombre y su piel ya estaba
tarareando con su punto culminante. Sawney apretó los dientes
con más fuerza, negándose a venirse tan rápido. Quería
disfrutar del cuerpo de Ricky el mayor tiempo posible.
Pero el férreo control... Oh, demonios.
Dejando escapar un largo gemido, Sawney se enterró a sí
mismo en el interior de Ricky tanto como pudo, gimiendo
mientras su polla estaba envuelta en el calor apretado y
húmedo. Sintió que su corazón luchaba para mantenerse al día
con las demandas de su excitación. Una vez que estuvo todo el
camino, se detuvo, sosteniendo su control por un hilo muy
delgado que estaba desmoronándose rápidamente.
Con su mano libre, Sawney se agachó y agarró el borde de
la barbilla de Ricky, inclinando el rostro del hombre hacia él.
Todo dentro de él se apretó y flameo con anhelo mientras
miraba hacia abajo en el hermoso rostro de Ricky por un
momento.
El marrón caramelo en los ojos de Ricky estaba oscuro de
deseo. Las piscinas gemelas se calentaron con la lujuria que
Sawney sabía se refleja su propios ojos. Se inclinó para
capturar los labios hinchados por los besos de Ricky en un beso
suave, pero exigente. La boca de su compañero estaba tan
caliente y dulce como el culo apretado que agarraba su polla.
Con un gemido reacio, Sawney se apartó sólo para permitir que
el aire precioso en sus pulmones trabajara.
Sawney empezó a mover su dura longitud dentro y fuera
del estrecho agujero de Ricky, lentamente al principio, tirando
casi por completo y luego empujando su gruesa polla de nuevo.
Estaba abrumado por la tensión climatizada en torno a su eje
duro y la mirada de puro éxtasis en la cara Ricky. Suaves
gemidos escaparon de la garganta de Ricky. Las uñas de las
manos que se estaban clavando en el brazo de Sawney le
dijeron que estaba golpeando el punto dulce de Ricky con cada
embestida.
Pero no era suficiente.
Sawney necesitaba más.
Mucho más.
Moviendo sus caderas hacia atrás, Sawney salió con
cuidado de Ricky. Antes de que el hombre pudiera protestar,
Sawney envolvió suavemente a Ricky en sus brazos y luego rodó
al hombrecillo hasta tenerlo en cuatro patas.
La vista era impresionante mientras Sawney miraba la
perfecta parte trasera del hombre. El agujero fruncido de Ricky
estaba hinchado, haciendo palpitar la polla de Sawney con
ganas de volver a entrar. Alineó su polla dolorida y empujó
dentro. Sawney gimió cuando sintió que el cuerpo de Ricky le
daba la bienvenida con calor abrasador y un férreo control.
Sawney quería quedarse enterrado en el cuerpo del
hombre. Quería olvidar que el mundo exterior existía y solo
permanecer en el paraíso para siempre. Ricky era tan sensible,
tan sensualmente atractivo para Sawney, que estaba en apuros
por no mantener al hombre encerrado y lejos de todo el mundo.
Este hombre era sólo suyo, y Sawney egoístamente no quería a
ningún otro contemplando sobre él.
Pero sabía que era sólo su lado posesivo. Ricky tenía que
salir a la calle tanto como lo hacía Sawney. Enjaular a Ricky
sería como enjaular el mismo aire que respiraba. Imposible.
Tomó a Ricky con él cuando él se sentó sobre sus muslos,
tirando hacia atrás a Ricky contra su pecho, y acomodó el
cuerpo del hombre sobre sus piernas. La nueva posición tenia a
Ricky empalado en la polla de Sawney, exactamente donde
Sawney quería a Ricky.
Cuando él se recostó hacia abajo, su polla se deslizó hasta
que solo la cabeza quedó dentro. Cuando él empujó hacia
arriba, su polla se hundió profundamente en el cuerpo de Ricky.
Sawney abrazó suavemente la esbelta figura de su compañero
cuando él comenzó a moverse más duro, más rápido y más
profundo.
—Sawney —Ricky jadeó mientras Sawney le levantó y le
bajó una y otra vez. La cabeza de Ricky cayó en el pecho de
Sawney, y gritó el nombre de Sawney cuando se vino duro. Su
semen recubriendo las manos de Sawney donde estaban juntas
en el abdomen de Ricky.
Sawney enterró su cara en la suave piel entre el hombro y
el cuello de Ricky, respirando su aroma dulce y embriagador.
Ese aroma fragante de su compañero, combinado con el olor de
su liberación, estaba llevándolo a la locura.
Un temblor fino estremeció un poco la piel de Ricky
mientras Sawney pasaba sus labios a lo largo del lado de la
mandíbula de Ricky. La respuesta sensual solamente alimentó a
Sawney a mordisquear suavemente el cuello de Ricky, dejando
un rastro de marcas rojas detrás.
—Dime que eres mío, Ricky —Sawney exigió en un tono
áspero que le dijo que estaba tan cerca de su propia liberación.
Quería oír esas palabras en los labios de Ricky. Sawney estaba
desesperado por el hombre, porque Ricky le dijera que le
pertenecía.
—Sí. —Ricky gritó—. Yo soy tuyo, Sawney.
Su polla palpitaba por la proclamación que estaba
cantando el hombre. —¡Mío! —Sawney gruñó a cambio, la bestia
dentro de él empujando al frente mientras besaba el cuello de
Ricky. Sawney sentía sus dientes desenvainar. Él acarició el
cuello de Ricky, lamiendo y mordiendo la carne embriagadora
bajo sus labios. Un ruido sordo sonó en su garganta mientras
hundía sus dientes en la piel suave entre el cuello y la clavícula
de Ricky, gruñendo por el dulce sabor de su compañero que
inundó su boca.
Cuando él mordió, el delicioso sabor de su compañero llevó
a Sawney sobre el borde. Su polla, ya imposiblemente dura y
enorme en el culo de Ricky, estalló con un sinfín de chorros de
su semilla, bañando el canal de su compañero y marcando al
hombre con su aroma.
Sosteniendo firmemente a Ricky, la espalda de Sawney se
arqueó cuando su clímax lo arrastró por el borde y nubló su
visión. Sawney gritó el nombre de Ricky cuando su cuerpo se
rompió en miles de chispas de electrizante placer.
El nudo en el extremo de su pene se extendió a lo ancho
en su lugar mientras sacudía y se estremecía con lo último de
su clímax. Sawney nunca había sido más feliz de experimentar
algo así como el nudo de lo que era en ese momento.
Ricky era suyo.
No podía desbloquearse a sí mismo de su compañero,
Sawney apretó sus brazos alrededor de Ricky y se desplomó
sobre la cama, los dos rodando a sus lados. Se apoyó en un
codo y examinó la herida de la mordedura que le quedaba,
trazando la cicatriz curada con los dedos antes de lamer la
marca.
Sawney gimió en protesta cuando sintió retroceder el
nudo. Él gimió mientras su polla se ablandaba deslizándose
lentamente del culo de Ricky. Se quedaría allí para siempre si
pudiera, perdido en las profundidades del placer del cuerpo de
su pareja. Nada se sentía tan bien como tener las bolas
profundamente en el interior de Ricky.
Él sonrió con satisfacción pura mientras sentía al sexy
hombre hociquear en su pecho. Con las manos fuertes, Sawney
aparto tiernamente el pelo empapado en sudor de su cara. —Mi
compañero.
—Podría quedarme aquí para siempre —Ricky murmuró
contra su pecho.
Sawney se rió entre dientes. —Por mucho que me gustaría
eso, mi amor, hay que dirigirse hacia tu padre en un par de
horas.
Ricky gimió.
—Estuviste de acuerdo con esto, Ricky. Si no quieres ir, no
lo haremos. Voy a llamar a tu padre en este momento y le diré
que cambiamos de idea y que hemos decidido permanecer en
Potter’s Creek.
—No. —Ricky se puso boca arriba, mirando hacia Sawney
con su labio inferior sobresaliendo—. Ambos acordamos
convertirnos en herederos de mi padre y hacernos cargo de la
manada de Luca y fue la decisión correcta. Todo esto sólo da un
poco de miedo.
—No tienes nada que temer —dijo Sawney mientras él se
daba la vuelta encima de Ricky. Pasó los dedos por el lado de la
cara de Ricky, maravillándose de lo suave que era su piel. Era
como acariciar la seda—. Nunca voy a dejar que te pase nada.
—Sus labios se arquearon hacia las esquinas, divertido—.
Además, estoy tomando a Boston como mi beta y a Harper como
mi guardián, y nadie va a llegar más allá de ellos.
—No me duele que María amenazara con castrar a todos
ustedes si algo me sucedía.
—No. —Sawney tragó saliva—. Tu hermana me asusta,
Ricky.
—Sí. —Ricky se echó a reír—. Ella asusta a la mayoría de
los hombres. Si ella no tuviera su corazón puesto en casarse
con el alfa del sur, no tengo ninguna duda de que ella podría
haber tomado la manada de mi padre con facilidad.
—¿Verdad? —Sawney se inclinó y le dio un beso en los
labios a Ricky. Se sintió un poco mareado cuando levantó la
cabeza sólo una fracción y se quedó mirando a los ojos de color
caramelo llenos de amor, devoción y confianza—. ¿Tienes
alguna idea de cuánto te amo, Ricky?
Los ojos de Ricky brillaron de alegría. —Esperemos que
todo lo que yo te quiero.
—Tal vez más.
—No es posible —dijo Ricky.
—Crees que es así, ¿eh?
—Sé que es así —Ricky respondió con un guiño—. Sé de
estas cosas.
La risa brotó de los labios de Sawney. No podía recordar la
última vez que se había sentido tan alegre. Su futuro podía ser
incierto, ya que se hizo cargo de la dirección de la manada de
Luca, pero la única cosa que Sawney sabía era que podía contar
con el amor del hombre que sostenía en sus brazos—. Psíquico,
¿verdad?
—No. —Ricky sonrió—. Nací omega.
Este es un proyecto de:

Traducción: Wanda

Corrección: Yoli Carstairs

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