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Reporte de lectura # 1 OMAR ULISES SERRANO MANZANO

22/01/18
Nota: Antes de comenzar con el trabajo, quisiera pedirle una disculpa por no
separar las ideas principales que maneja el autor, de mi opinión sobre el texto. Le
ofrezco la justificación para mi decisión: me gusta escribir de tal forma que se vea
lo más orgánico posible. Espero que no haya mayor problema con mi forma de
desarrollar el trabajo.

LA ESCUELA A EXAMEN

Me parece que el objetivo principal del autor es mostrar al lector que, a


diferencia de lo que el Gobierno, el Banco Mundial, muchas otras instituciones y
varios teóricos nos cuentan, las instituciones educativas no son independientes al
orden de “x” o “y” sociedad, sino que ellas están dirigidas a tratar de reproducir las
condiciones que posibiliten y legitimen la permanencia de dicha sociedad; es decir,
la educación es una herramienta para la legitimación y reproducción del orden
social.

¿Cómo es que, por medio de la educación, la sociedad y sus instituciones


buscan mantener el statu quo? Para poder dar una respuesta satisfactoria a esta
pregunta, habrá que remitirnos al concepto de “reproducción social” y al de
“control social”. Estos conceptos están íntimamente relacionados. Ya hemos
mencionado que la reproducción social es la forma en la que una sociedad
mantiene y legitima el orden social por medio de inculcar valores y conductas que
permitan su reproducción, mientras que el control social es el proceso, o quizá
podríamos entenderlo como una herramienta del proceso de socialización, con la
cual se trata de regular el comportamiento no útil para la reproducción social. Por
ejemplo, en una sociedad capitalista como la nuestra, no sólo se necesita que la
institución educativa genere intelectuales clásicos y orgánicos1 —para
expresarnos con términos de Gramsci— sino que ambos tipos de intelectuales
deben de tener un cierto comportamiento. Supongamos que alguien interesado en

1 Los intelectuales clásicos son aquellos que sobreviven a la transición de una forma histórica de organización

social: Filósofos, Matemáticos, Biólogos, etc. Mientras que los intelectuales orgánicos son los inherentes a
una clase y momento histórico determinada. Por ejemplo, en el capitalismo se tuvieron que generar
Administradores de empresas, Mercadólogos, etc.
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desestimar la idea de que la educación es una herramienta utilizada por el sistema
para la reproducción y legitimación social, nos podría decir que los planes de
estudios son neutrales, ya que, por ejemplo, en economía se enseña tanto la
teoría socialista como la liberal, y que si por alguna razón los individuos prefieren
—por lo menos la mayoría— insertarse y comportarse de una forma que es
conveniente para la sociedad en que dichos individuos se desarrollan, no es otra
cosa más que la recta razón en su libre uso, la que los hace, al encontrar al
sistema vigente como el más adecuado, optar por seguir la brecha ya abierta. Sin
embargo, como bien dice Mariano Fernández E., “más importante que lo que se
enseña, puede ser la forma en la que se enseña”. La frase anterior es maravillosa
para mostrarnos el papel del control social.

Recordemos que hace algunos años, en nuestro amado país, se hizo un


intento por desaparecer las materias de Ética, Lógica, Estética, entre otras, de los
planes de estudio de la Educación Media Superior (EMS). Uno puede pensar que
basta con evitar la desaparición y la consecuente enseñanza de estas materias
para que el egresado de la EMS adquiera un espíritu crítico hacia la sociedad. Sin
embargo ¿de qué sirve tener este tipo de materias si el sistema educativo es
propio de una educación bancaria, como la denominó Paulo Freire? Resultan ser
materias estériles, ya que los actores sociales interpretan roles tales que el
profesor resulta ser una autoridad incuestionable y única entidad que posee el
conocimiento, mientras que el alumno es un recipiente vacío al cual hay que llenar
de dicha información. Aquí podemos ver la gran importancia de la frase del autor y
lo eficaz que puede resultar el control social, ya que si bien el sistema permite que
estás clases se impartan, se imparten bajo cierto esquema que limita el trabajo
reflexivo que debería de realizar el alumno al enfrentarse a los problemas que
plantean dichas materias. Entonces encontramos que las instituciones sociales
garantizan la reproducción social al generar intelectuales orgánicos con valores
útiles para la sociedad, y una forma de control social cuando la enseñanza de
ciertas materias que deberían de desarrollar un espíritu crítico (considerado inútil
desde la perspectiva de la reproducción social) son castradas al enseñarlas bajo
un esquema que impide el desarrollo de dicho espíritu en el alumno.

Lo anterior demuestra que es un error estudiar a la educación como algo


aislado de todo el entramado social; lo mismo que partir del individuo como
fundamento de la sociedad. El yo cartesiano, que tuvo eco en la teoría
epistemológica kantiana con el sujeto que crea la realidad, es un mal análisis
filosófico. Me parece que la postura hegeliana-marxista es la correcta para
analizar todo fenómeno social. El individuo no es el fundamento de sí mismo, sino
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que él se debe a un horizonte más amplio, es decir, a toda la sociedad. Sólo
dentro de ella y por ella es.

La visión histórica y las teorías epistemológicas que nos proporcionan


Hegel y Marx, nos ayudan a comprender puntos importantísimos que toca el
autor: a) la falacia naturalista de la que parten las teorías liberales, b) la
historicidad de toda la acción humana, c) el estudio de la educación como
institución que está inmersa en una totalidad, d) la determinación de un rol social
en función del otro y a su vez del todo. Estos dos gigantes del pensamiento
filosófico nos muestran que a el hombre nunca es un ser dado, sino que es un su
obrar en donde él mismo se va autodeterminando. A través de sus dialécticas nos
muestran que el ser trae consigo al no-ser, su contradicción, y que por lo tanto
ninguna forma social es eterna, sino que todo lo contrario, a cuestas del pesar de
algunos “espadachines a sueldo” —como llama Marx a los defensores posteriores
a Adam Smith y David Ricardo— que nos tratan de hacer creer lo contrario. Aún
en nuestros tiempos hay quienes creen que el capitalismo ha llegado para
quedarse, sin embargo, hay señas, o por lo menos eso nos gusta creer a un
puñado de personas, de que la sociedad capitalista se encuentra cada vez más
desgastada. Creemos que “vivimos en tiempos de nacimiento y de transición
hacia una nueva época” (Hegel, 1807).

No es suficiente, como bien lo dice Mariano Fernández, proponer una


nueva pedagogía, sino que hay que cuestionar los principios filosóficos sobre los
que se edifica nuestra sociedad, para crear las bases de una sociedad mejor. Al
mundo hay que verlo como eso, como mundo, como un todo orgánico que sólo
tiene sentido entendiéndolo como totalidad y no como como fragmentos sin
ninguna conexión entre sí. Al individuo hay que verlo como un resultado y no como
punto de partida. Sin duda que el ser humano se debe a sí mismo, pero sólo
cuando se le entiende como especie. El individuo nunca puede explicarse en sí y
por sí mismo, sino que siempre habrá que recurrir a un marco, a un horizonte más
amplio que él. El individuo es un resultado social. Lo anterior no anula la diferencia
entre los individuos, no pretende homologarlos, porque no pretende decir que
todos los individuos han vivido al mundo de la misma manera. Esta idea se la
debemos de achacar al pensamiento liberal, que nos pone enfrente a una igualdad
formal que lo único que provoca es desigualdad.

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