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La primera infancia, de los cero a los cinco años de edad, representa una

etapa decisiva en el desarrollo de las capacidades físicas, intelectuales y


emotivas de cada niño y es la etapa más vulnerable del crecimiento.

En esta fase se forman las capacidades y condiciones esenciales para la


vida, la mayor parte del cerebro y sus conexiones. El amor y la estimulación
intelectual permiten a los niños desarrollar la seguridad y autoestima
necesarias.

Para ello, su entorno y las condiciones de vida de la madre son


fundamentales.

En 1989, durante los trabajos de la Convención Internacional sobre los


Derechos del Niño, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), definía
al niño de la siguiente manera: un niño es un ser humano que tiene pocos
años, inexperto, irreflexivo. Es un afortunado que recibe trato afectivo, sin
importar su raza, color, sexo, idioma, religión, nacionalidad, si es rico o
pobre, si tiene o no padres o impedimentos físicos o mentales. Los niños -
para la ONU- son primero y están por encima de cualquier otra
consideración.

¿Cuál es la situación en México?

En México, hablar de la infancia es sacudir historias de dolor, sufrimiento,


pobreza, abandono, injusticia, miseria, humillación y desprecio.

En México hay niños que duermen en las calles, que se drogan, roban y se
prostituyen, niños que tienen hambre, están desnutridos y enfermos, con
pocas probabilidades de tener un desarrollo físico, intelectual, afectivo y
emocional adecuado y con esas condiciones están condenados a sobrevivir
con serias desventajas y limitaciones para enfrentar su vida como adultos.
También es hablar de una sociedad que olvida y margina a los niños que
ella misma produce, y con cuyo silencio y contemplación se vuelve cómplice
de la injusticia en la que los menores viven.

Según datos de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal


(ARDF), tan sólo en el Distrito Federal el número de niños que trabajan en
las calles rebasa el millón. Estos niños, a una muy temprana edad -cuando
tienen menos de nueve años- se ven en la necesidad de apoyar el ingreso
familiar con su trabajo.

De acuerdo con fuentes de las Naciones Unidas, actualmente existen en el


mundo hasta 150 millones de niños de la calle. Desplazados de sus casas por
la violencia, el abuso de drogas y alcohol, la muerte del padre o la madre, crisis
familiares, guerras, desastres naturales o simplemente por el colapso
socioeconómico, muchos niños indigentes son forzados a ganarse la vida en
las calles, hurgando, mendigando, vendiendo en los barrios de chabolas y
ciudades contaminadas del mundo en vías de desarrollo.
Existen diferentes categorías de niños de la calle. Existen aquellos que
trabajan en las calles como su único medio para obtener dinero, aquellos que
se refugian en las calles durante el día pero que a la noche regresan a alguna
forma de familia y aquellos que viven permanentemente en la calle sin ninguna
red familiar. Todos se encuentran en riesgo de sufrir abuso, explotación y
violencia por parte de vigilantes o policías, pero los más vulnerables son
aquellos que realmente duermen y viven en las calles, ocultándose bajo
puentes, en alcantarillas, en estaciones ferroviarias. Aunque es probable que
muchos posean pequeños empleos como el lustre de zapatos o la venta en
mercados para sobrevivir, muchos terminan muriendo en la acera, víctimas de
las drogas, la rivalidad entre pandillas y las enfermedades. Sin alguna forma de
educación básica y capacitación económica, el futuro es sombrío para estos
niños de la calle y su expectativa de vida es terriblemente baja.

¿Cómo se acerca la educación a estos niños que a menudo son tratados como
delincuentes y que recelan de las instituciones, la autoridad y las actividades
organizadas? Ellos pueden ver al mundo adulto como inherentemente
amenazador. La educación no formal es una manera de abordar estas
preocupaciones legítimas, al mismo tiempo que se deja la puerta abierta a la
educación establecida en el futuro. El rango de las iniciativas no formales para
los niños de la calle es inmenso. Los métodos varían desde el uso de la danza,
la música y los deportes, hasta el circo y el arte. Algunas de estas prácticas,
con el apoyo de la UNESCO, actualmente forman parte del Programa para la
Educación de Niños Necesitados.
 África
 Estados Árabes
 Asia y el Pacífico
 Europa y América del Norte
 América Latina y el Caribe
Desde 1992, se han llevado a cabo proyectos conjuntos para los niños de la
calle en los siguientes países: Bangladesh, Benin, Burkina Faso, Camboya,
Camerún, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Etiopía,
Alemania, Ghana, Haití, India, Kenya, Lituania, Malí, Mauricio, Mongolia,
Marruecos, Namibia, Pakistán, Territorios Autónomos Palestinos, Paraguay,
Perú, Filipinas, Polonia, Rumania, Rusia, Senegal, Serbia, Sudáfrica, Sri-
Lanka, Tailandia, Togo, Túnez, Uganda, Vietnam, Zambia, Zimbabwe.

http://www.unesco.org/new/es/social-and-human-sciences/themes/fight-
against-discrimination/education-of-children-in-need/street-children

Niños de la calle
Niños que viven en la calle

Se estima que en el mundo hay alrededor de 120 millones de niños viviendo


en la calle (30 millones en África, 30 millones en Asia y 60 millones en
América del Sur). Además, estos niños son a menudo víctimas de todo tipo
de abusos.

¿Qué es un niño de la calle?

Son menores que viven (o sobreviven) en las calles. Muchas veces crecen en
vertederos públicos, estaciones de tren o bajo los puentes de grandes ciudades.
Por los conflictos que tienen con sus familias, estos niños no quieren o no pueden
regresar a casa.

¿Por qué un niño vive en la calle?

Hay varias razones por las cuales un niño debe o decide vivir en la calle. La
combinación de factores familiares, económicos, sociales y políticos juega un
papel importante en su situación y, por lo tanto, es muy difícil señalar de manera
determinante una o más causas.

Sin embargo, los niños a quienes se les ha preguntado afirman que la familia, la
pobreza, el abuso o la guerra, entre otras, son frecuentemente razones para irse a
las calles.

¿Qué problemas encuentran los niños en la calle?


Al crecer en un ambiente considerado
generalmente como peligroso, los niños de la calle enfrentan un gran número de
problemas.
Como consecuencia, algunos de sus derechos se ven frecuentemente
comprometidos:

Derecho a la alimentación
Los niños de la calle a menudo no tienen acceso a una dieta saludable ni
suficiente. Algunas veces, ni siquiera tienen comida, porque al vivir en las calles
no tienen cómo producirla, ni tienen dinero para comprarla.

Además, estos niños no tienen los beneficios de una dieta equilibrada: comen lo
que encuentran. Algunas veces, cuando tienen la oportunidad de elegir, se
inclinan por comidas poco saludables como el helado o los pasteles, de tal manera
que corren el riesgo de sufrir malnutrición. Los problemas de crecimiento también
son comunes entre estos niños.

Derecho a la salud
La salud de los niños que crecen en las calles está fuertemente comprometida. De
hecho, no tienen acceso a instalaciones sanitarias y a menudo están sucios e
infestados de piojos.

Estos niños están expuestos a diferentes enfermedades por falta de higiene y, con
frecuencia, su salud es preocupante. Sin una familia que se ocupe de ellos, estos
menores deben cuidar de sí mismos.

Además, los niños de la calle consumen con frecuencia cannabis y/o alcohol, o
inhalan gas natural para escapar de su realidad. Desafortunadamente, estas duras
condiciones de vida tienen un impacto negativo, no sólo en su desarrollo físico y
psicológico, sino también en su desarrollo cultural y económico.

Derecho a la educación
Los niños de la calle no reciben educación. Por esta razón, no tienen las mismas
oportunidades que otros niños. En realidad, por no poder visualizar ningún futuro
para ellos mismos y por no poder contar con formación profesional, se encuentran
impedidos para encontrar empleo y cambiar su situación.

Derecho a la no discriminación
“La gente habla mal de nosotros,
nos culpan de todo y nos llaman wad-bi o drogue-gnoudba”
Vistos como marginales, los jóvenes de la calle son, con frecuencia, víctimas de
discriminación. Generalmente, los adultos tienen prejuicios que los estigmatizan y,
en consecuencia, muchas veces se les asocia con los peligros de las calles. A
menudo para estos niños es difícil reintegrarse a la sociedad.

¿Qué se puede hacer para ayudar a los niños de la calle?

El problema de los niños de la calle depende de su situación y no de su estatus.


De hecho, cada niño tiene una historia personal con la calle que no puede ser
generalizada. Por esto, para que el cuidado de los niños de la calle sea eficiente
tiene que depender de las diferentes situaciones de las calles; en otras palabras,
de los diversos “perfiles de los niños”. Es importante analizar la relación que cada
niño tiene con la calle.

Con el objetivo de entender mejor a los niños que viven y crecen en las calles, es
esencial tanto hacerlos participar como ponerlos en contacto con instituciones o
personas clave, que busquen comprender las causas estructurales de su
situación.

http://www.humanium.org/es/ninos-calle/

Aunque son visibles físicamente, los niños y niñas de la calle son a menudo
víctimas de la desidia, el rechazo y la exclusión

Los niños y niñas de la calle se encuentran tal vez entre los más visibles físicamente, ya que viven y

trabajan en las calles y las plazas de las ciudades de todo el mundo. Y sin embargo, paradójicamente,
se encuentran también entre los más "invisibles", y son por tanto los niños y niñas más difíciles de

acceder con servicios fundamentales como la educación y la atención de la salud, y los más difíciles de

proteger.

El término "niño de la calle" es problemático, ya que puede utilizarse como una etiqueta para

estigmatizar, debido a que uno de los mayores problemas que confrontan estos niños es que la

sociedad en general les considera un peligro y una fuente de conducta criminal. Sin embargo, muchos

niños y niñas que viven o trabajan en las calles han adoptado el término, ya que consideran que les

ofrece un sentimiento de identidad y pertenencia. Esta descripción es una manera conveniente de

referirse a toda una serie de problemas, pero no debe ocultar el hecho de que muchos niños y niñas

que viven o trabajan en las calles lo hacen de muchas formas diferentes y por una serie distinta de

razones, y cada uno de ellos es único, con su propio punto de vista firmemente arraigado.

Es imposible calcular el número exacto de niños o niñas que viven en las calles, pero se estima que

hay decenas de millones; algunas sitúan la cifra en alrededor de 100 millones o más. Es muy posible

que estas cifras aumenten a medida que crezca la población mundial y la urbanización siga

avanzando: se espera que seis de cada 10 habitantes de zonas urbanas tengan 18 años en 2005.

En la práctica, en todas las ciudades del mundo hay algunos niños de la calle, incluidas algunas de las

ciudades más grandes y más ricas del mundo industrializado.

La mayoría de los niños y niñas de la calle no son huérfanos. Muchos todavía mantienen un contacto

con sus familias y trabajan en las calles para aumentar los ingresos del hogar. Muchos otros han huido

de sus casas, a menudo como consecuencia de malos tratos psicológicos y físicos o el abuso sexual.

La mayoría son niños, debido a que parece que las niñas soportan al parecer por más tiempo las

situaciones abusivas o explotadores en el hogar, aunque una vez que abandonan su hogar y su

familia, las niñas tienen menos probabilidades de regresar.

Una vez en las calles, los niños son vulnerables a todas las formas de explotación y malos tratos y lo

más probable sea que sus vidas estén muy lejos de la infancia que se describe en la Convención sobre

los Derechos del Niño. En algunos casos, aquellos que tienen la obligación de protegerlos se

convierten en los autores de los crímenes que les afectan. Los niños y niñas de la calle sufren

hostigamiento o son víctimas de palizas por parte de la policía y a menudo se encuentran en conflicto

con la ley. Algunas veces se han llevado a cabo redadas de niños para trasladarlos fuera de los límites

de la ciudad y abandonarlos allí. Otros han sido asesinados por bandas de vigilantes para "limpiar la

ciudad", a menudo con la complicidad o la indiferencia de las autoridades locales.


https://www.unicef.org/spanish/sowc06/profiles/street.php

Los datos estadísticos, por muy fríos que puedan parecer, nos muestran sin
embargo un panorama sombrío y preocupante sobre la situación de la
infancia en México; no sólo por el hecho de que los niños tengan que
trabajar, sino por las condiciones en las que se lleva a cabo el trabajo. Estas
condiciones son la mayoría de las veces injustas, y existen en ellas claros
signos de explotación.

Otro aspecto que resulta alarmante es el crecimiento del número de


menores que tiene que recurrir a la prostitución como único medio de
sobrevivencia. Según cifras del Centro Mexicano para la Defensa de la
Infancia (CEMEDIN), un millar de niñas y jovencitas, cuyas edades fluctúan
entre 14 y 16 años, se prostituyen en la ciudad de México a cambio de
cantidades de dinero que oscilan entre los 15 y 25 dólares. El fenómeno de
la prostitución infantil se agrava aún más en aquellas ciudades en donde
existen menos alternativas de trabajo y estudio, para los menores.

El trabajo infantil priva a los niños de las condiciones normales para un


desarrollo pleno, es decir, les impide gozar de la salud, la educación y el
juego. A esto se añade el hecho de que en sus diferentes trabajos, los niños
están expuestos a peligros, accidentes y enfermedades inherentes al
mismo.

Según informes del Instituto Nacional de Nutrición, la desnutrición afecta al


40 por ciento de los niños mexicanos. Los mayores índices de desnutrición
crónica se registran en los estados sureños de Quintana Roo (96.4 por
ciento), Yucatán (96.3 por ciento), Chiapas (88.6 por ciento), Campeche
(94.4 por ciento), Oaxaca (89.4 por ciento) y Guerrero (90.2 por ciento).

La desnutrición es más aguda entre los niños indígenas de todo el país,


porque la dieta que consumen consiste escasamente en productos del
maíz, como tortilla y atole.

En la actualidad son 2.6 millones de niños los que presentan síntomas de


desnutrición. La mitad de estos tienen problemas de peso y de talla. Los
menores que logren sobrevivir a la desnutrición sufrirán irreversiblemente un
deterioro físico, mental y emocional y serán susceptibles a múltiples
enfermedades e infecciones.

De acuerdo con los datos proporcionados por UNICEF, México ocupa el


decimocuarto lugar entre los países con mayor índice de mortalidad infantil
absoluta (menores de cinco años de edad). Cada año mueren en México un
total de 183 mil niños menores de cinco años.

Algunas causas de mortalidad son las relativas a ciertas afecciones


originadas en el periodo perinatal provocadas en la madre principalmente
por mala alimentación.

El índice de mortalidad en relación con nacimientos, es de 778 defunciones


por cada 100 mil niños nacidos vivos. La tasa aumenta y alcanza 1,759
muertes por cada 100 mil niños durante los primeros meses de vida. Entre
las otras causas principales de mortalidad, cuatro son de origen infecto
contagioso y ocasionan tres de cada 10 muertes; se incluye entre ellas la
neumonía, la influenza y la septicemia

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