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ALMACENANDO ENERGÍA (I): Guardando el calor.

julio 26, 2015

Molinos en la niebla. Fuente de origen: propia.


Uno de los principales problemas de las energías renovables más
extendidas, fundamentalmente la solar y la eólica, es que su generación
depende de la presencia del recurso en sí mismo, un hecho que presenta
estacionalidad e inestabilidad, fluctuando mucho en términos de
capacidad de generación en función de condicionantes externos, y sin
tener por qué coincidir con el consumo que hace el usuario final de la
energía.

Esta falta de control sobre el suministro del recurso, razón principal del
problema, hace que el aprovechamiento de las principales energías
renovables sea deficitario y que, en cualquier caso, no puedan plantearse
como verdaderas alternativas a las energías clásicas, no renovables, que
hoy por hoy disponen del recurso a su antojo y funcionan a demanda.

Y esta es la razón por la que muchos expertos en la materia concluyen


que el verdadero desarrollo de las energías renovables, como una
auténtica alternativa energética, pase necesariamente por el desarrollo
de sistemas de almacenamiento de la energía.
O aprendemos a controlar la radiación solar, la
presencia de nubes y la generación de viento, sin
ser dioses, o aprendemos a almacenar toda la
energía que tenemos el potencial de generar con
estos recursos para utilizarla cuando la
necesitemos.

De hecho, si bien es cierto que, como defienden muchos, no todas las


energías alternativas son tan fluctuantes o estacionales, pudiendo
adaptarse alguna de ellas a la demanda al igual que los modelos de
generación tradicionales, el problema es que el mix eléctrico por lo
general depende fundamentalmente de la energía eólica (en España un
23% aproximadamente) y la hidráulica (un 13%), seguidas por la
solar (en España un 7.5%), y en este mix la inestabilidad debida a la
generación por renovables es manifiesta.

Por otro lado, no es que no existan formas y medios ya inventados para


almacenar energía. Sencillamente es que el almacenamiento de energía
a gran escala ha sido siempre un área de la generación abandonada por
unos gestores eléctricos que preferían hacer fluctuar la generación en
función de la demanda antes que buscar alternativas para compensar ese
consumo fluctuante mediante sistemas de almacenamiento que, se
quiera o no, siempre tendrán un rendimiento menor que la generación
directa.

En cualquier caso, atendiendo a la necesaria proliferación de las energías


renovables, y a un consumo que sigue siendo muy fluctuante y que
además continúa creciendo año tras año, almacenar energía es una
necesidad cada día más acuciante a la que la sociedad moderna debe
enfrentarse cuanto antes.

Desde el punto de vista técnico, este almacenamiento de energía puede


llevarse a cabo mediante tres formas, fundamentalmente:
1. En procesos de generación térmicos, almacenando energía térmica
(calor) directamente del sistema para poder generar energía
eléctrica cuando el suministro de térmica original no esté disponible.
2. Transformando la energía eléctrica en energía potencial y
almacenándola en algún sistema que nos permita su posterior
recuperación.
3. Transformando la energía eléctrica en energía química y
almacenándola igualmente en baterías, convertida en combustible,
etc.

ALMACENANDO EL CALOR.

Espejos de concentración solar - Fuente propia


La energía solar presenta una clara fluctuación diaria y una
estacionalidad más o menos marcada según su ubicación geográfica, algo
que le obliga a ser mas o menos productiva o incluso a efectuar paros
diarios en su generación.

Este problema es especialmente grave en el caso de la energía solar


térmica, ya que esta fluctuación podría suponer paros diarios en la
producción que un proceso así no se puede permitir, no sólo desde el
punto de vista de la pérdida de generación, sino por los problemas de
mantenimiento que esto supondría (congelaciones, atascos, etc), un
problema que se solventa en muchas ocasiones hibridando la planta con
un sistema de generación con gas natural, habitualmente calderas para
calentar el fluido caloportador.

Sin embargo, estos sistemas de hibridación de las plantas con


combustibles fósiles no renovables terminan por suponer ratios superiores
al 25% de la generación de las plantas, lo que en muchas ocasiones ha
propiciado el rechazo de ciertas organizaciones y el recelo de algunas
administraciones.

Pero, ¿por qué no almacenar el calor que se genera durante el día


y, en lugar de utilizar un combustible fósil, utilizar este calor para
generar energía cuando no se dispone del recurso renovable
original?.

Este es precisamente el principio que ha seguido alguna de las nuevas


centrales termosolares que han surgido en la última década, y quizás una
de las razones del nuevo impulso que han tenido en los últimos años
determinados sistemas y líneas de investigación para el almacenamiento
de energía térmica (calor), hasta ahora abandonadas debido a que
siempre es más rentable y eficiente generar calor a partir de fuentes de
energía primaria que almacenarlo.

De hecho, alguno de estos sistemas de almacenamiento de calor, ya se


han vuelto imprescindibles para determinadas centrales, que consiguen
alcanzar la generación de energía renovable continua (24 horas) gracias
al almacenamiento de calor a escala industrial.

¿Cómo podemos almacenar el calor?

El calor puede almacenarse de tres formas distintas, ya sea como calor


sensible (incrementando la temperatura del medio elegido para
almacenarla), como calor latente (haciendo que cambie de estado un
material concreto), o utilizando el calor para favorecer una reacción
química reversible de la que luego puede aprovecharse el calor
desprendido en su inversa.

Hasta el momento han triunfado en el mercado los sistemas de


almacenamiento en forma de calor sensible en medios líquidos o fluidos,
o lo que es lo mismo, almacenar calor calentando un fluido para guardarlo
y disponer de el cuando se le necesita. Esto ha sido así gracias a la
existencia de un mayor conocimiento y control de estos procesos, lo que
hace que su diseño y construcción sea más fácil y asequible
comercialmente, y por lo tanto tenga un menor coste.

En el caso de las centrales termosolares, el fluido caloportador


normalmente utilizado es un aceite térmico preparado específicamente
para trabajar a unas temperaturas lo suficientemente altas como para
que permitan mejorar la eficiencia en el ciclo de potencia. Este aceite
térmico (HTF) consiste habitualmente en una mezcla de dos
hidrocarburos aromáticos derivados del benceno (el bifenilo, al 26,5%, y
el óxido difenílico, al 73,5%).

El problema con este fluido, de cara al almacenamiento de calor, es que


el HTF tiene una elevada presión de vapor, por lo que su almacenamiento
en caliente encarecería las instalaciones necesarias, que tendrían que
diseñarse a presión, unido a que su relación calor latente y densidad no
es la mejor (con un calor latente de 2.52 kJ/kg K contra una densidad de
690 kg/m3, que nos daría una relación de 1738 kJ/m3 K)

Para solventar este problema las centrales termosolares han


buscado otros materiales para el almacenamiento térmico, tendiendo en
la actualidad a la utilización de las conocidas como "sales solares",
una mezcla eutécnica de nitratos, que suele estar compuesta en un 60%
por NaNO3 y en un 40% por KNO3, y que se calienta mediante
intercambiadores (sal - aceite) con el HTF en los momentos de máxima
radiación.

Estas sales ofrecen una buena combinación de características, como son,


una alta densidad, una baja presión de vapor, uncalor específico
moderado - alto, una relativamente baja reactividad química en unas
condiciones de funcionamiento adecuadas, y ante todo un muy bajo
coste, ya que son materiales de alta disponibilidad (aunque sólo "llenar"
el sistema con las aproximadamente 28.000 Tm de sales que lo forman
puede salir ya por unos 20 millones de euros).

De hecho, estas sales, además de eliminar el problema de la presión de


vapor, que se daba con el HTF, presentan unamejor relación entre
densidad (1899 kg/m3) y calor específico (1.45 kJ/kg K), lo que nos daría
una relación de 2753 kJ/m3K, superior al HTF.
Esquema figurativo representando los flujos
de un campo con un sistema de almacenamiento de sales
(Elaboración propia)
Las sales en los sistemas termosolares se encuentran en forma de sales
fundidas (molten salts), que funcionan como un líquido con temperaturas
de operación que podrían estar entre los 260ºC y los 550ºC (teóricos).

El sistema habitualmente utilizado es el de circulación entre dos


tanques de sales fundidas, uno de "sales frías" y otro de "sales
calientes", que acumulan o ceden el calor mediante un intercambiador.
Así, durante las horas de radiación solar (flechas rojas del esquema), el
campo solar va cargando el sistema de sales con calor mediante un
intercambiador en el que el aceite térmico cede temperatura a las sales
que provienen del tanque de sales frías para luego conducirlas a un
tanque de almacenamiento en caliente.

Al caer la radiación solar (flechas azules), el campo se desconecta y la


fuente de energía son las sales almacenadas en el tanque de sales
calientes, que ahora circularán en sentido contrario para calentar el aceite
térmico y generar energía.

De esta forma, el almacenamiento en sales fundidas presenta la


posibilidad de ampliar la capacidad de generación hasta en 7 horas
(aproximadamente).

A futuro una de las tendencias podría ser la de eliminar el HTF como fluido
de transferencia de calor, dado su rango de temperatura y la problemática
que se da en su manejo, que en muchas ocasiones tiene una fuerte
componente ambiental,sustituyendo el mismo por el uso de sales
solares en sistemas mejorados que permitan incrementar el campo solar,
mejorar la eficiencia en el almacenamiento del calor, eliminar
intercambios de calor intermedios y alcanzar mayores rendimientos de
generación, para lo cual deben conseguirse:

 Nuevos materiales que puedan almacenar calor a temperaturas


superiores a las actuales (algunos ya están incluso alcanzando los
1200 ºC).
 Nuevos materiales o mezclas que sean menos corrosivos, presenten
una mayor estabilidad térmica y un punto de fusión más bajo.
 Nuevos sistemas de generación termosolar habilitados para el uso
de sales directamente y la operación a mayores temperaturas.
 Nuevas configuraciones de generación, con hibridaciones con
biomasa o ciclos combinados que permitan complementar la
generación termosolar y alcanzar mayores rendimientos.

De alcanzar estos logros, los mayores rendimientos en la generación de


energía obtenidos harían que los costes asociados a la generación
termosolar pudiesen incluso disminuir por debajo de la mitad (según
cifran algunos expertos), algo que incrementaría considerablemente la
competitividad de esta tecnología, pasando de los objetivos de los
proyectos actuales de 0.08 €/kWh de electricidad producido, a un coste
de 0.04 €/kWh.

Esta es la razón por la cual ya están trabajando en esta opción centros


tecnológicos como el CENER (Centro Nacional de Energías Renovables)
que coordina un proyecto internacional para validar un modelo de
simulación en centrales cilindro-parabólicas para el uso de sales fundidas,
la Agencia Italiana para las nuevas tecnologías, la energía y el medio
ambiente (ENEA), en el mismo empeño, o Proyectos Europeos como
HYSOL, comandado por Cobra (Grupo ACS) en Castilla-La Mancha, cuyo
objetivo es la ejecución de un lazo de prueba de 2,5 MW térmicos
alimentado con sales e hibridado con un sistema de generación con
biomasa.
Tanque de sales en central termosolar (foto de BINE: Energy research)

Pero las sales fundidas no parece que sean la única alternativa ni la más
ideal para el almacenamiento térmico, ya que siguen suponiendo un coste
elevado en la inversión inicial necesaria (casi un 15% de la inversión total)
sin llegar a evitar la necesaria hibridación de la planta, y plantean aún
retos en su uso como son su solidificación a bajas temperaturas, el
desgaste y la fatiga de materiales por el choque térmico que se produce,
o la corrosión debido a las altas temperaturas. En esta línea surgen en la
actualidad alternativas mucho más interesantes que
incluso plantean inversiones por debajo de los 20 Euros por kW de
capacidad de almacenamiento útil.

Una de estas propuestas está basada en el almacenamiento del calor


como calor sensible en matrices estáticas sólidas, por las que se hace
circular el fluido caliente para que se "carguen y descarguen" en función
de las necesidades de la planta, evitando así la circulación del fluido entre
dos almacenamientos (frio / caliente), y los caros sistemas que esto
supone en cuanto a bombas, tuberías, intercambiadores, tanques e
incluso traceados eléctricos.

Para esta alternativa se usan materiales con la mejor relación entre calor
específico y densidad, que acepten elevados saltos térmicos y que
presenten además un coste de inversión bajo.... y en esta vertiente
parece que los "hormigones"podrían ser el futuro desde que el Centro
Aeroespacial Alemán (DLR), un pionero en estas tecnologías, empezase a
demostrar la viabilidad de sus módulos de almacenamiento de 20 m3, en
sus pruebas realizadas en Andasol (España), incluso por delante de otros
materiales como el cerámico (con una capacidad de almacenamiento un
20% mayor y un 35% más de conductividad).

La idea es utilizar un hormigón de alta densidad, llamado así quizás más


por su aspecto que por su propia composición,con cargas y agregados que
le permitan tener una serie de propiedades interesantes como son un
elevado calor específico (con mínimos de 0.85 KJ/kg.K, que además
aumentan con la temperatura), y una alta densidad (de 2200 kg/m3 o
incluso superior), y conductividades térmicas de hasta 1,5 W/m.K. De
hecho, si nos fijamos, el hormigón presentaría mejores cualidades como
sistema de almacenamiento que el propio HTF con una relación calor
específico y temperatura de 1870 kJ/m3)

Este sistema de almacenamiento, mediante hormigón de alta densidad,


una vez superado su arranque o calentamiento inicial (en el que las
temperaturas deben ser cuidadosamente controladas para evitar colapsos
de la estructura), ha demostrado tener un buen comportamiento
mecánico y térmico, siendo un sistema de alto interés para su aplicación
enalmacenamientos térmicos entre 300ºC y 400ºC (como los empleados
en termosolar).

El sistema, en todo caso, sigue requiriendo de grandes cantidades de


hormigón para cubrir una demanda de una termosolar de unos 1.100 Mwh
de almacenamiento, con cerca de 50.000 m3 de hormigón, aunque los
costes caen por debajo de lo requerido para el almacenamiento en sales
fundidas, resultando en una tecnología más competitiva.
La tendencia en la actualidad está en la mejora del diseño de la matriz de
almacenamiento, optimizando aspectos como su dimensionamiento, la
disposición y número de los tubos de carga, el diseño de sistemas para
un adecuado control de las cargas y descargas, o la composición de estos
hormigones, quizás una de las áreas donde más se está mejorando
actualmente, utilizando para los mismos nuevos compuestos añadidos y
cargas, entre los cuales se cuenta con una serie de materiales de cambio
de fase (PCM, según sus siglas en inglés), agregados al hormigón a través
del uso de materiales de alta porosidad, y que podrían favorecer las fases
de carga y descarga del calor, además de incrementar su control.

Precisamente, estos materiales de cambio de fase (PCM) son, por sí


mismos, una de las soluciones que se está evaluando en materia de
almacenamiento de calor, y que con anterioridad se ha denominado
como almacenamiento en forma de calor latente.

Y es que la energía que se consume en el cambio de fase, de sólido a


líquido, o de líquido a gas, más conocida como calor latente de la
materia, es superior a la que habitualmente es necesaria para elevar la
temperatura de la misma, un fenómeno que en el caso de los materiales
de cambio de fase (PCM) es aún más acentuado, y que se produce sin las
problemáticas variaciones de temperatura que se dan en los
almacenamientos como calor sensible.

La cantidad de energía que es necesaria para que


un cubito de hielo se derrita en nuestra bebida fría
sería la equivalente a la que se precisaría para
elevar a 80ºC esa misma cantidad de agua, una
energía nada despreciable.

El estado del arte en este tipo de materiales está mucho más desarrollado
para aplicaciones de baja y media temperaturaque para las
altas temperaturas que se precisarían en el campo del almacenamiento
energético (termosolar). Sin embargo, este tipo de almacenamiento,
según muchos expertos, también podría reservar buenas sorpresas para
este sector, y de hecho, actualmente ya se están estudiando diversos
materiales, entre los que se encuentran sales de fluoruros, cloruros,
sulfatos o nitratos hidratadas, o combinaciones de las mismas, que
podrían dar una respuesta a este modo de almacenamiento.

Planta piloto para el almacenamiento térmico en sales de cambio de fase.


En C.T. Carboneras (España) 14 t de NaNO3 con cambio de fase a 302ºC
Hidden Energy Storage , by DLR.

En la selección de los materiales de cambio de fase, a la hora de utilizarlos


como sistemas de almacenamiento de energía térmica a altas
temperaturas, es importante tener en cuenta dos factores esenciales:

 La capacidad de almacenamiento de calor, que viene dada por el


volumen de material almacenado y el calor latente del mismo, y

 La potencia térmica disponible, que vendrá dada por el coeficiente


global de transmisión térmica (en función de la conductividad
térmica del material) y el salto de temperatura.

En este sentido, si bien los materiales de cambio de fase presentan una


densidad energética mayor que los sistemas vistos hasta el momento de
almacenamiento como calor sensible, y por lo tanto son capaces de
almacenar mayor cantidad de energía en un menor volumen de material,
presentan un problema crucial en su capacidad de transferencia térmica.

Y es que el coeficiente de transferencia de calor de los materiales PCM


utilizados hasta el momento viene a estar dominado fundamentalmente
por el estado sólido del material, por lo que el mismo material al enfriarse
bloquea la transferencia de calor desde el líquido, un problema que hoy
por hoy sigue siendo el principal obstáculo para el desarrollo efectivo y la
aplicación de esta tecnología.

Incrementar la potencia térmica disponible es pues el reto a superar para


el uso de los materiales PCM, y en este sentido ya hay lanzadas varias
líneas de trabajo buscando soluciones a través de la combinación de
materiales PCM con fluidos de transferencia de calor, su encapsulación en
medios conductores, la creación de composites de matrices con base de
carbono, o incluso la realización de cambios en el diseño de los sistemas
de almacenamiento que permitan un incremento en la disponibilidad de
energía (aunque estos últimos podrían suponer un incremento en los
costes de implementación).

Planta Solar de tecnología de torre de SOLUCAR PS10. Gentileza de afloresm.

Como alternativa a lo expuesto hasta el momento, y puesto que como


hemos visto, nos queda una tercera línea de almacenamiento de
calor (según lo comentado anteriormente), hablaremos del
almacenamiento químico, en lo que se podría denominar como "pilas
termoquímicas", que lo que hacen es aprovechar la energía desprendida
o acumulada en las reacciones químicas reversibles que se producen
entre ciertos elementos.

Este almacenamiento se puede llevar a cabo de diversas formas, y en


principio cualquier reacción exotérmica reversible podría ser objeto de
desarrollo de un sistema de almacenamiento térmico, aunque en este
punto hay que tener en cuenta que su selección deberá contemplar
aspectos como:

 La cinética de la reacción, un factor relevante junto con la


conductividad térmica del material, ya que ambos deberán permitir
una rápida recuperación de la energía almacenada.

 El rendimiento alcanzado en la carga y descarga del sistema.

 La aparición de reacciones paralelas que puedan degradar los


productos químicos o generar subproductos indeseados, uno de los
principales problemas en este tipo de almacenamiento de energía.

 La temperatura termodinámica de reacción y la entalpía (o cantidad


de energía absorbida y cedida por el sistema), parámetros que
marcan la adecuación del sistema seleccionado al de generación o
al de consumo posterior.

Existen muchos estudios basados en la disociación térmica (termolisis) de


un compuesto dado, la descarbonatación o ladeshidratación de
compuestos, basados todos ellos en, mediante el calor y en ciertas
condiciones de presión, generar dos compuestos separados, que pueden
almacenarse independientemente, para ser utilizados con posterioridad
en una reacción reversible que vuelve a generar el primer compuesto
original liberando la energía acumulada.
En almacenamiento termosolar se están estudiando procesos como:

 La deshidratación del hidróxido cálcico para dar óxido de calcio mas


agua, un sistema que tiene una temperatura termodinámica de
507ºC y una entalpía de reacción de 104,2 kJ/mol (una capacidad
de almacenamiento de cerca de 1.5 MJ/kg), lo que lo hace muy
atractivo para centrales termosolares cilindro-parabólicas, aunque
presenta un problema por su reactividad con el CO2, que le obliga a
llevar a cabo la reacción en atmósferas inertes.

 El cambio de estado de oxidación del manganeso, de Mn2O3 a


Mn3O4 mas oxígeno, un sistema que tiene una temperatura
termodinámica de 980ºC que podría ser aplicable a centrales
termosolares de torre, a pesar de tener una capacidad de
almacenamiento menor.

 El uso de determinadas sales de amonio y su disociación


térmica también parece que podría presentar cierta utilidad e
interés para las centrales termosolares cilindro-parabólicas, con
temperaturas termodinámicas que estarían entre los 310ºC y los
450ºC, y capacidades de almacenamiento de 2000 KJ/kg o incluso
superiores.

 Ciertos procesos de carbonatación, como el del propio calcio que


anteriormente hemos comentado, y que de buscarse como sistema
de almacenamiento tiene una entalpía de formación de 178.3
kJ/mol, aunque para temperaturas cercanas a los 900ºC.

Mención aparte merecen los titánicos esfuerzos que se están haciendo a


escala internacional por la producción de hidrógeno y
su aprovechamiento en sistemas de generación como las pilas o celdas
de combustible, un área tecnológica que daría ya de por sí para un par de
artículos de los míos.
En esta línea entran también los sistemas que pretenden encontrar en la
disociación del agua por termólisis un prometedor sistema para la
generación de hidrógeno que sirva como medio para el almacenamiento
de energía térmica en sectores como el termosolar.

Para ello se han estudiado multitud de ciclos termoquímicos con


aplicaciones solares, involucrando la mayoría de ellos óxidos metálicos,
como el Zn, aunque en esta tecnología el reto sigue siendo
encontrar sistemas para el almacenamiento estable de hidrógeno a
grandes volúmenes que además sean económicamente viables.

En cualquier caso, el aprovechamiento de estos ciclos termoquímicos


aportaría una serie de ventajas frente a las anteriores alternativas
(almacenamiento como calor sensible o latente), entre las que se cuenta
con:

 Una alta densidad de energía, muy superior a las soluciones vistas


hasta el momento, o lo que es lo mismo unamayor capacidad de
almacenamiento teórico de energía por unidad de volumen, debido
a que las reacciones químicas generadas en la reacción inversa son
mucho más energéticas.

 La posibilidad de almacenar a largo plazo, e incluso a temperatura


ambiente, los compuestos o elementos disociados, una vez
enfriados, sin que por ello se produzca una pérdida de energía, algo
que además permitiría incluso el "transporte de la energía" a largas
distancias.

Queda ahora demostrar la estabilidad de estos sistemas y


su escalabilidad a un formato industrial real que permita almacenar las
cantidades de energía que requieren los sistemas de generación a gran
escala.
De entre los principales problemas para su aplicación estos son los retos
a los que la tecnología termoquímica tendrá que hacer frente en los
próximos años:

 La conductividad térmica de muchos de los compuestos utilizados,


muy baja en muchos casos, y que se está estudiando mejorar
mediante el dopaje con ciertos metales.

 El rendimiento en el almacenamiento, aún muy bajo, próximo al


60% en escala de laboratorio, aunque prometedor.

 La estabilidad del sistema, que en muchas ocasiones hace que


baje su rendimiento con las sucesivas cargas y descargas,
generalmente debido a la contaminación de las reacciones o a la
degradación de los compuestos.

Photo by Lit via photopin (license)

Y aunque muchos lectores habrán pensado en el limitado potencial de


este tipo de tecnologías de almacenamiento, que quedarían relegadas
prácticamente en exclusiva a su uso en el sector termosolar, es
recomendable ampliar las miras y ver qué opciones existen en
la recuperación y almacenamiento de calor residual en procesos
industriales o sistemas de generación.

Imaginad el potencial que podría existir en el uso de materiales de cambio


de fase en la recuperación de calor residual en procesos industriales, algo
de lo que los más fieles ya recordarán hablamos en el
artículo "Gestionando el calor residual", o las posibilidades que se
extienden con el uso del almacenamiento en hormigón para la
recuperación de estos mismos flujos, donde la tecnología del hormigón
hoy en día se encontraría en los márgenes de temperatura idóneos.

Interesante alternativa la que se abre también en el uso de determinados


compuestos como "pilas termoquímicas" y en esta línea de hecho ya se
está trabajando con algunos sistemas termoquímicos como el Hidróxido
de Magnesio, que funciona a más bajas temperaturas que los vistos
anteriormente, del orden de los 270ºC, y que sin embargo presenta una
elevada entalpía (81.02 kJ/mol).

Ni que decir tiene también que el uso de alternativas como los materiales
de cambio de fase (PCM), dadas sus prestaciones como
termoreguladores, podría suponer en un breve plazo de tiempo
una revolución en sectores como la construcción, donde su incorporación
a ciertos materiales ya ha demostrado tener unas interesantes
propiedades de cara a la eficiencia energética pasiva de los edificios, así
como en sectores como la climatización, ACS, acumuladores térmicos de
baja temperatura, etc. (en estos sectores de hecho ya existen propuestas
comerciales más que interesantes).

Resulta evidente pues que el calor, como una forma mas de energía, en
cualquier rango de temperaturas, es susceptible de ser almacenado y
aprovechado, y que una de las principales líneas de trabajo de la
tecnología debería orientarse precisamente a esta línea de trabajo, una
de las que más potencial tiene actualmente en su desarrollo y aplicación.

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