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Esta falta de control sobre el suministro del recurso, razón principal del
problema, hace que el aprovechamiento de las principales energías
renovables sea deficitario y que, en cualquier caso, no puedan plantearse
como verdaderas alternativas a las energías clásicas, no renovables, que
hoy por hoy disponen del recurso a su antojo y funcionan a demanda.
ALMACENANDO EL CALOR.
A futuro una de las tendencias podría ser la de eliminar el HTF como fluido
de transferencia de calor, dado su rango de temperatura y la problemática
que se da en su manejo, que en muchas ocasiones tiene una fuerte
componente ambiental,sustituyendo el mismo por el uso de sales
solares en sistemas mejorados que permitan incrementar el campo solar,
mejorar la eficiencia en el almacenamiento del calor, eliminar
intercambios de calor intermedios y alcanzar mayores rendimientos de
generación, para lo cual deben conseguirse:
Pero las sales fundidas no parece que sean la única alternativa ni la más
ideal para el almacenamiento térmico, ya que siguen suponiendo un coste
elevado en la inversión inicial necesaria (casi un 15% de la inversión total)
sin llegar a evitar la necesaria hibridación de la planta, y plantean aún
retos en su uso como son su solidificación a bajas temperaturas, el
desgaste y la fatiga de materiales por el choque térmico que se produce,
o la corrosión debido a las altas temperaturas. En esta línea surgen en la
actualidad alternativas mucho más interesantes que
incluso plantean inversiones por debajo de los 20 Euros por kW de
capacidad de almacenamiento útil.
Para esta alternativa se usan materiales con la mejor relación entre calor
específico y densidad, que acepten elevados saltos térmicos y que
presenten además un coste de inversión bajo.... y en esta vertiente
parece que los "hormigones"podrían ser el futuro desde que el Centro
Aeroespacial Alemán (DLR), un pionero en estas tecnologías, empezase a
demostrar la viabilidad de sus módulos de almacenamiento de 20 m3, en
sus pruebas realizadas en Andasol (España), incluso por delante de otros
materiales como el cerámico (con una capacidad de almacenamiento un
20% mayor y un 35% más de conductividad).
El estado del arte en este tipo de materiales está mucho más desarrollado
para aplicaciones de baja y media temperaturaque para las
altas temperaturas que se precisarían en el campo del almacenamiento
energético (termosolar). Sin embargo, este tipo de almacenamiento,
según muchos expertos, también podría reservar buenas sorpresas para
este sector, y de hecho, actualmente ya se están estudiando diversos
materiales, entre los que se encuentran sales de fluoruros, cloruros,
sulfatos o nitratos hidratadas, o combinaciones de las mismas, que
podrían dar una respuesta a este modo de almacenamiento.
Ni que decir tiene también que el uso de alternativas como los materiales
de cambio de fase (PCM), dadas sus prestaciones como
termoreguladores, podría suponer en un breve plazo de tiempo
una revolución en sectores como la construcción, donde su incorporación
a ciertos materiales ya ha demostrado tener unas interesantes
propiedades de cara a la eficiencia energética pasiva de los edificios, así
como en sectores como la climatización, ACS, acumuladores térmicos de
baja temperatura, etc. (en estos sectores de hecho ya existen propuestas
comerciales más que interesantes).
Resulta evidente pues que el calor, como una forma mas de energía, en
cualquier rango de temperaturas, es susceptible de ser almacenado y
aprovechado, y que una de las principales líneas de trabajo de la
tecnología debería orientarse precisamente a esta línea de trabajo, una
de las que más potencial tiene actualmente en su desarrollo y aplicación.