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Ñ Revista de Cultura

Ideas
08/01/14
Alain Touraine: “Lo que llamamos ‘política’ es hoy una realidad muy degradada”
En su último trabajo, "El fin de las sociedades", el sociólogo francés explica que el
dominio del capitalismo financiero pone en duda y vuelve inservibles todas las
construcciones sociales del pasado.
Por Fabio Gambaro
Desde hace muchos años, Alain Touraine se impuso como uno de los observadores más
atentos y finos del devenir de nuestra sociedad. En un libro tras otro, el sociólogo
francés analiza los caracteres y las transformaciones de un mundo que, de post-
industrial, ha pasado a ser “post-social”. Una evolución que constituye también el centro
de su último trabajo, El fin de las sociedades, un ensayo donde explica que el dominio
del capitalismo financiero pone en duda y vuelve inservibles todas las construcciones
sociales del pasado. Ante este verdadero “fin de la sociedad”, donde hasta los
movimientos sociales parecen no tener asidero en lo real, lo único que nos queda, según
este estudioso que hace poco cumplió ochenta y ocho años, es confiar en la resistencia
ética, única capaz de devolver un sentido al vivir y al actuar colectivo.
–¿Qué cambió en las últimas décadas?
–A partir de los años 60 asistimos al ocaso progresivo del capitalismo industrial.
Prevaleció el capitalismo financiero y especulativo, que resta capitales a las inversiones
productivas. Esta transformación del capitalismo vació de contenido las categorías
político-sociales en las que estábamos acostumbrados a pensar.
–¿Eso qué significa?
–Hoy, todas las categorías y las instituciones que nos ayudaban construir la sociedad –
Estado, Nación, Democracia, Clase, Familia– se han vuelto inutilizables. Eran hijas del
capitalismo industrial. Ya no nos ayudan a pensar las prácticas sociales ni a gobernar el
mundo.
–¿Existe una alternativa?
–Es necesario encontrar nuevas categorías. Antes, lo social se fundaba en la idea de la
relación con el otro, hoy hay que reconocer la prioridad de la relación con uno mismo.
Por ese camino, el individuo puede volver a ser un actor social. No pasando ya por lo
social, por la política o por la religión, sino pasando por uno mismo, en tanto sujeto.
–En el plano individual son importantes la conciencia y la responsabilidad...
–Naturalmente. Y cuando se habla de sujeto se habla de derechos. En el centro de la
reflexión deben estar los derechos fundamentales, porque los derechos constituyen lo
social. Respeto a Stéphane Hessel –el inspirador de los indignados–, pero la indignación
no basta. En este momento, es necesario volver a partir de los derechos y de su defensa,
como ya ocurre en muchas partes. Y como hace también el nuevo Papa, que parece
adoptar con gusto el vocabulario de la ética. Hannah Arendt subrayó el derecho a tener
derecho, yo agrego que los derechos están por encima de las leyes.
–¿A través del sujeto es posible oponer resistencia al fin de las sociedades?
–La cuestión de los derechos es fundamental. La libertad, la igualdad, pero también el
derecho a la dignidad, que impide que el cuerpo humano pueda venderse como una
mercadería. Defenderlas recrea lazos sociales. Estas preocupaciones éticas no son
aspiraciones abstractas, dado que ya están presentes en la sociedad civil mucho más de
lo que podemos imaginar.
–Promoviendo la resistencia ética a la descomposición social, ¿no se corre el riesgo de
contraponer la ética a la política?
–La contraposición hoy es necesaria, dado que lo que llamamos “política” es ahora una
realidad muy degradada y distorsionada. El carácter noble de la acción política puede
renacer sólo de la ética. No de una política de clase, no de una política de la nación, no
de una política de los intereses, no de una política de lo sagrado. Utilizando esas
categorías del pasado, la política no sabe y ya no puede hablarle a la gente.
–¿Cómo se puede hacer, entonces, para volver a tomar decisiones que nos afectan a
todos?
–La idea de la política que toma decisiones en nombre del interés común ya no
funciona. Hoy es necesario partir de una exigencia ética que se transforme en acciones
concretas y en instituciones. Pensemos en los derechos de las mujeres. La condición
femenina ha pasado a ser uno de los elementos determinantes para evaluar el grado de
desarrollo de una sociedad.
Traducción de Cristina Sardoy

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