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La Vision Celestial Cap 1
La Vision Celestial Cap 1
CONTENIDO
1. La visión de Cristo
2. La visión de la iglesia
3. La visión del Cuerpo
4. La visión del yo
5. La visión del mundo
6. La visión de la consagración
PREFACIO
Este libro se compone de los mensajes dados por el hermano Witness Lee en
Los Angeles California, en el verano de 1965.
CAPITULO UNO
LA VISION DE CRISTO
Lectura bíblica: Hch. 26:19; Gá. 2:1-2a; Ro. 1:9a; 2:29; 2 Co. 3:6
Sin embargo, existe una gran diferencia entre el servicio que Pablo llevó a cabo
antes de haber sido salvo, y el servicio que rindió después. En primer lugar,
antes de ser salvo, Pablo servía sin ninguna visión. En segundo lugar, podemos
afirmar a ciencia cierta que Pablo, en lugar de servir de acuerdo con una visión,
servía conforme a la tradición y a la religión. En tercer lugar, él servía según el
conocimiento que tenía de las Escrituras, es decir, según la letra, los
mandamientos y los preceptos del Antiguo Testamento. En cuarto lugar, él
servía con la actitud de una persona que se justifica a sí misma; en otras
palabras, servía apoyándose en su propia justicia y méritos. En quinto lugar, él
servía con la plena convicción de hallarse en lo correcto. En sexto lugar, servía
lleno de entusiasmo; Pablo no servía de manera fría e indiferente, sino con un
gran fervor y con todo su corazón. En séptimo lugar, él tenía una meta y un
propósito bien definidos; así pues, servía decidido a cumplir tal propósito.
UNA CEGUERA BENDITA
Quisiera hacer una pausa para hacer una pregunta: ¿En qué momento de
nuestra vida cristiana tenemos la experiencia de quedar ciegos e
imposibilitados? Tiene que haber un momento en nuestra vida cristiana en el
que nos demos cuenta de que estamos ciegos, que hemos perdido la vista, que
no sabemos hacia dónde ir y que, por ende, necesitamos que otros nos dirijan.
¡Somos bienaventurados si experimentamos esta clase de ceguera! ¡Bendita
ceguera! Si no hemos experimentado esto en nuestra vida cristiana y nunca
hemos quedado ciegos e impotentes, entonces, nuestro servicio a Dios es similar
al de Pablo antes de ser salvo. Quienes sirven de esta manera, asumen la actitud
de entenderlo todo claramente y siempre tienen la plena confianza de estar
haciendo lo correcto, y de saber cómo seguir adelante. En cambio, esta bendita
ceguera viene sobre aquellos que se han encontrado con la visión celestial.
Después de que esta ceguera nos haya sobrevenido, tendremos la unción y la
iluminación en nuestro interior. La visión interior aumentará y cambiará
radicalmente la manera en que servimos al Señor.
Primeramente vemos que, en lugar de servir sin visión alguna, Pablo servía
ahora conforme a la visión que recibió. Tanto en los asuntos más insignificantes,
como en los más decisivos, él servía conforme a esta visión. Por ejemplo, en
Gálatas 2:1-2a él relata su regreso a Jerusalén, el centro de la religión judía,
diciendo: “Pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé,
llevando también conmigo a Tito. Subí según una revelación”. El hecho de que
dicho viaje fuera originado por una revelación, nos muestra que el servicio de
Pablo era dirigido por una visión.
Sirvió espiritualmente
Sirvió en espíritu
Sirvió en fe
Sirvió fervientemente
Servir con entusiasmo no es servir con fervor. El que sirve a Dios fervientemente
no es entusiasta en sí mismo, sino que es ferviente, pues arde interiormente en
el Espíritu Santo.
Sirvió guiado por el Señor
LA VISION ES NECESARIA
Quisiera animarlos a que oren al Señor pidiéndole que les revele ciertas
visiones. Primero que nada, necesitamos la visión de Cristo. Todos necesitamos
ver a Cristo, no simplemente tener conocimiento acerca de El. Además,
necesitamos la visión de la iglesia, la visión del Cuerpo, la visión del yo y la
visión del mundo. Con respecto al yo, necesitamos una visión que lo ponga en
evidencia.
Necesitamos la visión de Cristo para ver que El es el centro del plan eterno de
Dios. Además, El es el centro de todo lo relacionado con Dios.
Cristo es la corporificación misma del Dios Triuno (Col. 2:9). Aunque sabemos
esto, reconocemos que hay una gran diferencia entre saber esto, y tener la visión
de Cristo como la corporificación del Dios Triuno.
El conocimiento, los formalismos y los dones sólo deben ser medios por los
cuales impartimos a Cristo a los demás. Podríamos decir que tales cosas son la
“envoltura” que se usa para “empacar” a Cristo; y así, en diversas
presentaciones, ofrecemos el verdadero contenido que es Cristo. Supongamos
que compra un diamante, el cual viene en un estuche, y a la vez, viene envuelto
en papel de regalo. Ni el estuche ni el papel son la realidad del diamante
adquirido. La realidad de la envoltura y del estuche es el diamante. Si uno se
deshace de “la envoltura” y “el estuche”, tendrá el diamante. Sin embargo, en
muchos “ministerios” de hoy; una vez que se elimina la envoltura de sus
enseñanzas, sus prácticas y sus dones, no queda nada. No existe ningún
diamante. Debido a que ésta es la situación, les insisto que necesitamos la visión
de Cristo como la realidad de nuestro servicio y ministerio.
LA BIBLIA SE CONVIERTE
EN UN LIBRO ACERCA DE CRISTO
Muchos me han dicho que hablo demasiado acerca de Cristo y que debería ser
más equilibrado y abordar también otros temas. A los que dicen esto, les
respondería: “Hermano, no hables así. Eres tú el que necesita ser equilibrado,
pues hablas demasiado de otros temas que no son Cristo. Tal vez yo no tengo las
envolturas ni el estuche, sino sólo el diamante, por eso es lo único que exhibo;
pero tú sólo tienes la envoltura y el estuche vacío. No me digas que necesito las
envolturas y el estuche; más bien, tú necesitas el diamante”.
Debido a que existen muchas cosas que reemplazan a Cristo, necesitamos ser
restaurados radicalmente para Cristo. Necesitamos la visión de Cristo; así que
debemos acudir al Señor, y decirle: “Señor, concédeme la visión de Cristo”.