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CUMPLIR NUESTRA COMISIÓN


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Servir en el espíritu humano
CONTENIDO
PARTE I — LA BASE DE NUESTRO SERVICIO
1. Debemos servir al ser edificados en el Cuerpo
2.Las pruebas que muestran que vemos el Cuerpo
3.La relación que existe entre nuestro espíritu y el
Cuerpo
4.Servir en nuestro espíritu humano
5.Servir por medio de oración
PARTE II — UNA APLICACIÓN PRÁCTICA
6.El servicio del sacerdocio
7. Servir en el espíritu a fin de ministrar a Cristo a
los demás
8. Servir en coordinación

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PREFACIO
Por ser hijos del Señor, necesitamos llevar una vida
espiritual apropiada y también necesitamos tener un
servicio espiritual apropiado. Este libro contiene
mensajes dados por Witness Lee en 1963 y 1969 en
Los Ángeles, California, y abarca los tres asuntos
cruciales para servir al Señor en la iglesia
mostrándonos que para tener el servicio cristiano
apropiado debemos servir en el Cuerpo, en nuestro
espíritu humano y por medio de oración.
La Biblia revela que el fundamento de todo servicio
cristiano genuino es la iglesia que ha sido edificada. La
meta única de Dios consiste en obtener un Cuerpo
para Cristo. Él no nos regeneró para que fuéramos
unidades completas en nosotros mismos (Col. 3:15),
sino para que fuéramos miembros de este Cuerpo
único (1 Co. 12:12, 20), el cual es una entidad
corporativa, una casa espiritual, un sacerdocio santo y
real (1 P. 2:5, 9). Hemos sido colocados en el Cuerpo
(1 Co. 12:18) y como miembros debemos ser
concertados mutuamente (v. 24), y como piedras vivas
debemos ser edificados juntos (1 P. 2:5). Nuestro
servicio nunca debe llevarse a cabo de una manera
independiente o individualista, sino en coordinación
con los demás miembros en el Cuerpo (Ro. 12:4-5).
Nuestro servicio debe ser algo del Cuerpo, en el
Cuerpo, con el Cuerpo y para el Cuerpo. A fin de
entrar en la realidad y sentido práctico de este
servicio, se necesita el crecimiento en vida. Sin el
crecimiento en vida, la iglesia no puede ser edificada
(Ef. 3:21; 4:15-16), y sin que la iglesia sea edificada no
se puede tener el servicio genuino.

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Además, sin el Espíritu Santo no tenemos la manera
de servir. Sin embargo, para aplicar al Espíritu Santo
en nuestro servicio, debemos servir a Dios en nuestro
espíritu humano (Ro. 1:9), incluso en la novedad del
espíritu (7:6). Cuando fuimos regenerados, nacimos
del Espíritu Santo en nuestro espíritu (Jn. 3:6) y
llegamos a ser un solo espíritu con el Señor (1 Co.
6:17). Desde ese momento en adelante necesitamos
vivir, andar, actuar y servir en el espíritu. El propósito
principal de nuestro servicio es ministrar a Cristo
como vida a otros; por tanto, mientras servimos al
Señor en el Cuerpo, debemos usar nuestro espíritu
para tener contacto con el Dios Triuno (Jn. 4:24). En
el libro de Efesios, que trata del Cuerpo de Cristo,
Pablo habla de nuestro espíritu regenerado en cada
capítulo (1:17; 2:22; 3:16; 4:23; 5:18; 6:18). Cuando
servimos al Señor predicando el evangelio, orando,
ministrando la Palabra, visitando a los santos o
pidiendo un himno en la reunión, debemos ejercitar
nuestro espíritu. Por medio del ejercicio de nuestro
espíritu nos apropiamos del Dios Triuno cada vez que
servimos.
Además, debemos servir por medio de oración. El
libro de Hechos revela que los cristianos al principio
de la era de la iglesia servían por medio de oración
(Hch. 1:14, 24; 2:42; 3:1; 6:4; 10:2-4, 9; 11:5; 12:5;
13:1-3; 14:23; 16:25; 20:36; 28:8). Éste fue el único
medio que ellos usaron para llevar a cabo la obra del
Señor. Por tanto, todos necesitamos tener un apetito
por la oración, ya que sin ella habrá pobreza en
nuestro servicio. Necesitamos mucha oración de
forma individual y corporativa, y nunca debemos
iniciar algo o hacer algo sin ella, y siempre debemos
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orar en nuestro espíritu (Ef. 6:18). Hoy en día
necesitamos la oración prevaleciente, la cual procede
del Cuerpo, se identifica con el Cuerpo y se halla en
nuestro espíritu.
Los conceptos y las enseñanzas acerca del servicio que
la mayoría de los cristianos han recibido han llegado a
ser velos que les obstaculizan la visión y los
confunden. Muy pocos han entrado en la realidad del
servicio cristiano apropiado. Que el Señor quite todos
los velos que tenemos y nos muestre la visión
contenida en este libro. Que todos lleguemos a ser
aquellos que sirven en el Cuerpo, en nuestro espíritu y
por medio de oración. Todos debemos orar para que
en estos días el Señor obtenga este servicio único y
genuino en muchas localidades en todo el mundo.
Diciembre de 1984
Benson Phillips
Irving, Texas

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CAPÍTULO UNO
DEBEMOS SERVIR
AL SER EDIFICADOS EN EL CUERPO
Lectura bíblica: Ro. 12:1-5, 11; 1 P. 2:5; 1 Co. 12:18,
20, 24-27; Col. 3:9-15
La intención de Dios en todo el universo es obtener un
Cuerpo para Cristo. En las Escrituras a este Cuerpo
también se le llama casa espiritual y sacerdocio (1 Co.
12:27; 1 P. 2:5, 9). El significado de estos diferentes
términos es que nosotros, los creyentes, hemos sido
regenerados para formar parte del Cuerpo, y que
ahora necesitamos ser mutuamente concertados y
edificados como un Cuerpo para cumplir la intención
de Dios. Cuando llegamos al asunto de servir al Señor,
todos debemos entender claramente que necesitamos
el Cuerpo, y que necesitamos una visión celestial en
cuanto al Cuerpo. Que el Señor nos otorgue a todos tal
visión a fin de que nos introduzca a un pleno
entendimiento que necesitamos estar en la realidad
del Cuerpo, incluso que no podemos servir sin el
Cuerpo, y de hecho, que no podemos vivir, no
podemos existir espiritualmente en vida, fuera del
Cuerpo. Sólo esta visión celestial del Cuerpo nos
puede introducir en el servicio genuino del Señor.
Hablando con propiedad, en el Nuevo Testamento no
se menciona el servicio de una manera clara y definida
hasta Romanos 12. En este capítulo se usa tanto la
palabra servicio como servir. En Romanos 12:1 Pablo
nos exhorta a que presentemos nuestros cuerpos en

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sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es nuestro
servicio racional. En el versículo 7 él menciona el
servicio, y en el versículo 11 habla de servir al Señor
como esclavo. Sólo en Romanos 12 el asunto del
servicio se nos revela de una manera muy definida. A
partir de este capítulo podemos darnos cuenta de que,
como cristianos, nuestro servicio al Señor debe
llevarse a cabo en el Cuerpo. El servicio cristiano no es
algo individual, sino algo corporativo. El servicio
cristiano es algo del Cuerpo, en el Cuerpo, con el
Cuerpo y para el Cuerpo.
UNA VISIÓN CELESTIAL DEL CUERPO
Si vamos a servir al Señor, nuestro servicio debe
llevarse a cabo en el Cuerpo. Tenemos la carga de que
todos seamos introducidos en esta visión celestial, la
visión según la cual nadie puede servir al Señor sin el
Cuerpo. Todo nuestro servicio debe desempeñarse en
el Cuerpo porque, como cristianos, todos hemos sido
regenerados para ser miembros del Cuerpo. Cada uno
de nosotros es un miembro del Cuerpo. Ninguno de
nosotros forma una unidad completa, una persona
completa, un ser completo: ninguno de nosotros solos
es el Cuerpo. Todos nosotros hemos sido re-creados,
regenerados, para ser miembros del Cuerpo.
Los miembros de nuestro cuerpo físico nos presentan
un cuadro de cuánto cada miembro necesita al
Cuerpo. Es imposible que un dedo sea una unidad
completa en sí mismo. De la misma manera, los ojos y
las orejas no son unidades completas. Cada miembro
necesita al cuerpo, y cada miembro necesita estar
unido al cuerpo. La parte del cuerpo que
consideramos como la más hermosa sería aterradora
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si estuviera separada del cuerpo. Apreciamos la
belleza de los ojos humanos, pero si viéramos estos
ojos fuera del cuerpo, estaríamos aterrorizados. Si
estuvieran separados del cuerpo, no sólo
desaparecería su belleza, sino que también
desaparecería su función y serían inútiles.
Hoy muchos queridos cristianos deberían tener una
belleza genuina en el Cuerpo. Sin embargo, no tienen
esta belleza simplemente porque se han separado de
la realidad del Cuerpo. Sólo por esta razón, la
separación de la realidad del Cuerpo, ciertos
miembros que deberían ser hermosos y útiles llegan a
ser aterradores e inútiles.
La intención de Dios en el universo es obtener un
Cuerpo. Se puede usar diferentes palabras para
expresar esto mismo: el Cuerpo, la casa o el
sacerdocio, pero todas simplemente significan que
nosotros, los que hemos sido regenerados,
necesitamos ser concertados mutuamente y edificados
como un solo Cuerpo. Ésta es la intención de Dios. Si
vamos a servir al Señor, necesitamos entender este
punto claramente.
Antes de todo, necesitamos la visión celestial en
cuanto al Cuerpo. Espero que durante estos días
nuestros ojos sean abiertos a fin de que todos seamos
introducidos en el pleno entendimiento de cuánto
necesitamos estar en la realidad del Cuerpo. Tenemos
que darnos cuenta de que no podemos servir sin el
Cuerpo y que incluso no podemos llevar una vida
espiritual fuera del Cuerpo. Tal visión nos capturará,
nos arruinará, nos estropeará y nos impedirá llevar a
cabo cualquier obra individualista o cualquier servicio
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independiente. Por medio de la visión celestial, por lo
que vemos acerca del Cuerpo, seremos introducidos a
un servicio genuino. Todos debemos orar para que
podamos ver esta visión.
Para llevar a cabo el servicio cristiano necesitamos al
Cuerpo, y necesitamos ver el Cuerpo. Éste es el primer
punto que debemos abarcar si vamos a hablar acerca
del servicio. Realmente creo que muchos entre
nosotros han visto que no existe manera, ni base, ni
fundamento ni terreno alguno para que sirvamos al
Señor sin el Cuerpo. Necesitamos al Cuerpo, y
alabamos al Señor porque ya hemos sido regenerados
para formar parte del Cuerpo. Lo único que
necesitamos ahora es la visión celestial que nos
permita darnos cuenta de que ya estamos en el
Cuerpo. Estamos en el Cuerpo, pero carecemos de este
entendimiento. No podemos obtener tal
entendimiento del Cuerpo por medio de enseñanzas.
Yo no confío en mi enseñanza, y no creo que mi
enseñanza pueda tener algún efecto en este asunto.
Sin embargo, pongo los ojos en el Señor, la Cabeza del
Cuerpo, a fin de que Él les otorgue al menos un
vislumbre pequeño, para que sus ojos sean abiertos y
vean el hecho de que ya están en el Cuerpo. ¡Ya están
en el Cuerpo! Cuando vean esta visión, considerarán
cuán absurdo es el hecho de que hayan sido cristianos
por tantos años sin darse cuenta de que están en el
Cuerpo. Han sido regenerados para formar parte del
Cuerpo y con tan sólo un una mirada fugaz de la visión
entenderán claramente que ya están en el Cuerpo.
Algunos de nosotros emigramos a los Estados Unidos
de otros países y obtuvimos la ciudadanía

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estadounidense. Después de obtener la ciudadanía,
recibimos felicitaciones de parte del presidente y de
varios agentes del gobierno. Sin embargo,
necesitamos celebrar mucho más el hecho de que
somos miembros del Cuerpo, más de lo que
celebramos el ser ciudadanos de los Estados Unidos.
Necesitamos celebrar nuestra “ciudadanía en el
Cuerpo” y regocijarnos debido a que hemos visto al
Cuerpo y porque estamos en el Cuerpo.
Después de haber sido regenerado por muchos años,
me di cuenta que estaba en el Cuerpo y empecé a
apreciar “la ciudadanía en el Cuerpo”. Fui regenerado
en 1925, pero después de casi diecisiete años, mis ojos
fueron abiertos y vieron el Cuerpo. Me di cuenta de
que estaba en el Cuerpo entre 1940 y 1942. Por casi
diecisiete años había sido un cristiano genuino, un
buscador que estudiaba, uno que buscaba e incluso
escudriñaba la Biblia. A pesar de ello, no tenía el
entendimiento de que estaba en el Cuerpo. Cuando vi
la visión del Cuerpo, todo el universo llegó a ser un
cielo nuevo y una tierra nueva para mí. Ya había
estado en el Cuerpo por algún tiempo pero no tenía el
entendimiento del Cuerpo. Todos necesitamos ver
esta realidad: cada uno de nosotros es miembro del
Cuerpo. Estamos en el Cuerpo. Una vez que hayan
visto la visión del Cuerpo, nunca podrán negar que la
han visto, de la misma manera que si han visto la
ciudad de Los Ángeles, no podrían decir que no la han
visto. Todos necesitamos ver la visión del Cuerpo.
EL SENTIDO PRÁCTICO DEL CUERPO
Después de ver la visión del Cuerpo, se preguntarán
espontáneamente: “¿Dónde está el Cuerpo?”. Existen
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muchas organizaciones cristianas y muchos grupos
cristianos, pero ¿dónde está el Cuerpo? Muchos
cristianos están vagando porque no han visto el
Cuerpo. Quizás hablen acerca de la vida del Cuerpo,
pero no han visto el Cuerpo. Una vez que hayan visto
el Cuerpo, se preguntarán: “¿Dónde está el Cuerpo?”.
El terreno de la iglesia
La pregunta acerca de dónde está el Cuerpo está
relacionada con el asunto del terreno de la iglesia. El
hermano Watchman Nee en Pláticas adicionales
sobre la vida de iglesia aborda el asunto del terreno
de la iglesia en detalle. Les recomiendo enfáticamente
que lean y vuelvan a leer este libro hasta que
entiendan claramente el asunto del terreno de la
iglesia. Entonces sabrán dónde encontrar el Cuerpo.
El asunto del terreno de la iglesia es algo muy serio: es
un asunto de vida o muerte, y no sólo un asunto de
doctrina. Incluso les animo a que lean Pláticas
adicionales una y otra vez a fin de que por medio del
libro y por medio de estos mensajes puedan ser
introducidos a la visión celestial en cuanto al Cuerpo y
al lugar donde pueden encontrar al Cuerpo.
Nuestro cuerpo es presentado,
nuestra alma es transformada,
nuestro espíritu es ferviente
Supongamos que hemos visto el Cuerpo, que hemos
encontrado el Cuerpo y que estamos en la realidad del
Cuerpo. En este momento, necesitamos Romanos 12.
Este capítulo fue escrito con el propósito de indicarnos
lo que debemos hacer. Los dos primeros versículos de
Romanos 12 dicen: “Así que, hermanos, os exhorto por
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las compasiones de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que
es vuestro servicio racional. No os amoldéis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación
de vuestra mente, para que comprobéis cuál sea la
voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable y lo perfecto”.
Primero necesitamos presentar nuestro cuerpo.
Después necesitamos que nuestra alma sea
transformada por medio de la renovación de nuestra
mente. Finalmente necesitamos que nuestro espíritu
arda y esté ferviente todo el tiempo (v. 11). El cuerpo
necesita ser presentado, el alma ser transformada y el
espíritu debe arder y estar ferviente, ardiendo todo el
tiempo. Quizás ya haya presentado su cuerpo, pero
puede carecer de la transformación de su alma por
medio de la renovación de la mente. Además necesita
ser ferviente en espíritu. Pero aún se requiere de algo
más.
PERDER LA VIDA DEL YO
POR CAUSA DE LA UNIDAD
Si sus ojos han sido abiertos y ven el Cuerpo, si han
encontrado el Cuerpo y se dan cuenta de que están en
el Cuerpo, será necesario que renuncien a su yo, que
pierdan la vida del yo. El yo es un verdadero problema.
El yo es la verdadera división, el verdadero pecado y la
verdadera secta. Si han visto el Cuerpo, esta visión les
exigirá que pierdan la vida del yo, que renuncien al yo.
Los cristianos están divididos porque están muy
inmersos en su yo. El yo causa división, pero el
espíritu une. Por tanto, si renunciamos al yo, si
perdemos el yo, y nos volvemos al espíritu, estaremos
inmediatamente en la realidad del Cuerpo. Cuando

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estamos fuera del yo y nos encontramos en el espíritu,
estamos en la realidad del Cuerpo. Es necesario que
renunciemos al yo, que perdamos el yo. No es
suficiente sólo conocer la doctrina de perder el yo; es
necesario perder el yo de una manera práctica,
abandonar la vida del yo. Necesitamos más oración en
cuanto a este punto. Necesitamos orar: “Señor, ten
misericordia de mí en Tu Cuerpo para que pueda
perder el yo, para que pueda abandonar la vida del yo”.
Si tiene la intención de discutir con la iglesia o con
algunos santos acerca de cierto asunto, debe
examinarse a usted mismo para ver si sus argumentos
tienen su origen en el espíritu o en el yo. Quizás su
punto de vista esté correcto, pero su motivo, el
instrumento o el medio que usa no lo esté. Lo correcto
debe proceder de la fuente correcta y debe llevarse a
cabo con los medios correctos. Un punto de vista
correcto no es suficiente. Se necesitan la fuente
correcta y los medios correctos. El espíritu es la fuente
correcta y el espíritu también es el medio correcto. Si
está discutiendo acerca de algún asunto que tiene su
origen en el espíritu y se lleva a cabo por medio del
espíritu, no hay ningún problema con que discuta. De
otra manera tiene que dejarlo. En el Cuerpo todos
tenemos que perder el yo.
Quizás hablemos acerca de la unidad, pero todos
tenemos que darnos cuenta de que la unidad genuina
no es nada menos que Cristo mismo como nuestra
vida de una manera práctica. Cristo es la unidad.
Cuando estoy viviendo en Cristo como mi vida y no en
mi yo, tengo la unidad y estoy en ella. Cuando todos
estamos viviendo en Cristo como nuestra vida, Cristo

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es la unidad. Si ésta es nuestra condición, entonces
tenemos la realidad del Cuerpo, y entonces también
estamos equipados para el servicio. Romanos 12
recalca que sin el Cuerpo no podemos servir, pues
cada uno de nosotros es solamente un miembro.
Pedro nos dice que el Cuerpo es el edificio, la casa, y
que nosotros somos las piedras vivas. “Vosotros
también, como piedras vivas, sois edificados como
casa espiritual hasta ser un sacerdocio santo, para
ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por
medio de Jesucristo” (1 P. 2:5). Sin la edificación, las
piedras vivas no pueden hacer nada, son inútiles. Las
piedras que no son edificadas son inútiles. Las piedras
necesitan ser edificadas en una casa que le será útil a
Dios. Esta utilidad es el servicio, y esta casa es el
sacerdocio.
Dos palabras griegas diferentes se traducen como
sacerdocio. La palabra griega que se traduce como
sacerdocio en 1 Pedro 2:5 y 9 significa un cuerpo
sacerdotal, un cuerpo de sacerdotes, pero la palabra
que se traduce como sacerdocio en Hebreos 7 significa
el oficio sacerdotal, la función sacerdotal. La casa
espiritual mencionada en 1 Pedro 2:5 es el sacerdocio,
el cuerpo sacerdotal y no el oficio sacerdotal.
La Concordancia de Strong indica que el significado
de esta palabra es fraternidad sacerdotal. Existe la
necesidad de un cuerpo sacerdotal, un grupo
sacerdotal, a fin de ofrecer los sacrificios espirituales.
Si no somos edificados como tal cuerpo sacerdotal, no
reuniremos los requisitos para ofrecerle nada a Dios.
Por tanto, si no somos edificados, no reuniremos los

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requisitos para servir. Para el servicio, requerimos del
Cuerpo.
SER CONCERTADOS MUTUAMENTE
Ahora es necesario entrar en más detalles. Los asuntos
que estamos considerando no son simples. No es
suficiente decir que hemos visto el Cuerpo y que
estamos viviendo por Cristo como nuestra vida, y que
por tanto tenemos la unidad y que estamos unidos y
estamos en el Cuerpo. Tenemos a Romanos 12 y a 1
Pedro 2, pero necesitamos continuar para llegar a 1
Corintios 12, especialmente para fijarnos en una
palabra del versículo 24: “Dios concertó el cuerpo,
dando más abundante honor al que le faltaba.” Cuánto
aprecio la palabra concertar. Dios concertó el cuerpo.
Debemos comprobar en nosotros mismos cuánto
hemos sido concertados. Estamos todos aquí juntos,
hemos visto el Cuerpo, estamos en el Cuerpo, estamos
viviendo en Cristo y por Cristo como nuestra vida,
pero necesitamos comprobar en nosotros mismos
cuánto hemos sido concertados mutuamente.
Los que saben cocinar, saben cómo concertar a los
diferentes ingredientes cuando cocinan. Concertar va
más allá que mezclarse o combinarse. El Amplified
New Testament [Nuevo testamento amplificado]
proporciona varias palabras para la
palabra concertar en este versículo: acoplados,
mezclados, armonizados y proporcionar sutilmente
las partes del conjunto entero. En la aplicación
práctica, el ser concertados significa que una persona
rápida necesita estar puesta junto con una persona
lenta para que la rapidez de aquélla se pueda concertar

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con la lentitud de la otra. Entonces en el Cuerpo no
habrá nadie ni muy rápido ni muy lento.
En la iglesia tanto el orgullo como la humildad
necesitan concertarse hasta que sólo quede Cristo. Un
hermano puede sentir que él es muy humilde y que los
demás son muy orgullosos. Cuando su humildad se
haya concertado con el orgullo de ellos, no habrá nada
humilde ni nada orgulloso en la iglesia. Para algunos
de los hermanos y hermanas, es muy fácil ponerse de
pie y funcionar en la reunión, y para otros es fácil
quedarse sentados y permanecer callados. Estos
santos también necesitan ser concertados
mutuamente. En estos días tengo muy presente que
necesito ser más concertado con todos los santos. No
importa cuál sea la característica distintiva suya,
necesito ser concertado con ustedes en cuanto a eso.
Todos necesitamos ser concertados mutuamente.
Si no somos concertados mutuamente, no hay
posibilidad de que seamos edificados juntos. Si no
somos concertados, una persona rápida nunca podrá
llevarse bien con una persona lenta, y nunca podría
haber edificación entre ellas. Si no somos concertados,
no podríamos coordinar con otros. Un hermano es
demasiado orgulloso, pero otro es demasiado
humilde. Estos dos nunca podrían coordinar juntos a
menos que ambos estén dispuestos a ser concertados.
Dios no sólo ha colocado a los miembros en el Cuerpo,
Él ha concertado el Cuerpo.
Cuando se cocina, no es suficiente simplemente
mezclar ciertos ingredientes para preparar un platillo
que tenga un buen sabor. Al preparar ciertos platillos,
es necesario concertar los ingredientes para darles un
17
sabor delicioso. Todos hemos sido colocados aquí en
la iglesia juntos, pero no habrá ese sabor delicioso si
no somos concertados mutuamente. Dios ha colocado
a los miembros, cada uno de ellos en el Cuerpo, y
también ha concertado al Cuerpo mutuamente (1 Co.
12:18, 24). Nuestra necesidad actual no es
simplemente ser introducidos y colocados aquí en la
iglesia, sino que también necesitamos ser concertados
mutuamente con aquellos que el Señor haya escogido
y cuya manera de ser sea bastante diferente a la
nuestra. Una y otra vez el Señor nos coloca con la
persona adecuada a fin de que seamos concertados en
el Cuerpo.
LAS VIRTUDES DE CRISTO
PARA LA VIDA DEL CUERPO
Ahora llegamos a una frase especial en Colosenses
3:15: “fuisteis llamados en un solo Cuerpo”. Leí
Colosenses 3 por muchos años sin darme cuenta que
todas las virtudes mencionadas ahí son para la vida
del Cuerpo: compasión, bondad, humildad,
mansedumbre, longanimidad o perseverancia,
comprensión, perdón, amor y paz. La frase “fuisteis
llamados en un solo Cuerpo” indica claramente que
todos estos asuntos son para el único Cuerpo, para la
vida del Cuerpo. Nosotros los cristianos, tenemos el
concepto natural según el cual debemos ser humildes
en nuestro vivir humano. Sin embargo, según la
Biblia, la humildad no es para la vida humana, sino
para la vida del Cuerpo. La compasión no es para la
vida humana, sino para la vida del Cuerpo. En el
Cuerpo necesitamos la compasión. En el Cuerpo
necesitamos la bondad, la humildad, la

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mansedumbre, la longanimidad y la comprensión. No
debemos pensar que es imposible soportar a un
hermano o una hermana. Incluso si sentimos que
quedarnos con ese santo en particular es como si
entráramos en la muerte, no intentemos escaparnos
de esa situación. Lo que el Señor requiere es que
hagamos morir nuestra vida natural. Debemos
permanecer en dónde estamos para soportar e incluso
ser comprensivos, a fin de tomar la copa que el Padre
nos ha dado. Pareciera una copa amarga, pero llega a
ser muy dulce. Pareciera una copa de maldición, pero
llega a ser una copa de bendición. De esta manera
veremos la vida del Cuerpo.
No debemos pensar que a las personas se les hace fácil
estar juntas. No importa cuánto nos amemos, cuanto
más tiempo pasemos juntos, más nos daremos cuenta
de que no sólo necesitamos longanimidad, sino
también comprensión y perdón para la vida del
Cuerpo. Si permanecemos juntos para llevar una vida
de reunión por un período de tiempo, ciertamente nos
ofenderemos mutuamente una y otra vez. Ninguno de
nosotros es tan santo, tan perfecto, que no puede
ofender a otros. Cuando se presenten las ofensas,
debemos perdonarnos unos a otros. En vez de
quejarnos, debemos perdonar una y otra vez.
Colosenses 3:12-13 dice: “Vestíos, pues, como
escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de
compasión, de bondad, de humildad, de
mansedumbre, de longanimidad; soportándoos unos
a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tiene
queja contra otro. De la manera que el Señor os
perdonó, así también hacedlo vosotros”. Yo valoro la
compasión más que la misericordia. La compasión es
19
muy tierna. Después de la compasión, el versículo 12
menciona la bondad, la humildad, la mansedumbre y
la longanimidad. El versículo 13 continúa con la
comprensión y después con el perdón. Después está el
amor y le sigue la paz. “Y sobre todas estas cosas
vestíos de amor, que es el vínculo de la perfección. Y
la paz de Cristo sea el árbitro en vuestros corazones, a
la que asimismo fuisteis llamados en un solo Cuerpo;
y sed agradecidos” (vs. 14-15). Si no perdonan a los
demás, nunca tendrán paz. En vez de paz, estarán
molestos todo el tiempo. Le molestarán las ofensas de
los demás y no tendrán la paz como árbitro dentro de
ustedes. Pero si perdonan a otros y se olvidan de sus
ofensas, si los aman sin importar cuánto ellos les
hallan ofendido, tendrán paz. Simplemente recibirán
todo lo que los demás les hagan como si fuera algo que
proviene del Señor para ustedes, algo que necesitan.
No le importarán las ofensas, pero sí se preocupará
por todos los queridos hermanos y hermanas. Cuando
tengan ese amor, entonces vendrá la paz.
Todos los asuntos mencionados en Colosenses 3 son
expresiones precisas de la vida de Cristo en nosotros.
Con tal expresión de Cristo en la práctica, llevamos la
vida del Cuerpo. Entonces seremos edificados juntos y
reuniremos los requisitos para servir al Señor. Sin la
edificación adecuada, todo esfuerzo por alcanzar a
otros, por predicar el evangelio, o por ayudar a otros
cristianos, será en vano. Solamente cuando reunamos
los requisitos, al ser edificados juntos, nos resultará
fácil guiar a alguien al Señor o ayudar a otros
miembros. Para llevar a cabo el servicio, es necesario
que estemos en la realidad del Cuerpo, que seamos
edificados, que reunamos los requisitos y que seamos
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equipados. Por experiencia propia sabemos que estar
realmente equipados para pelear la batalla como un
servicio para el Señor consiste en ser edificados en el
Cuerpo.
CAPÍTULO DOS
LAS PRUEBAS QUE MUESTRAN
QUE VEMOS EL CUERPO
Lectura bíblica: Ef. 4:1-4; 1 Co. 1:10; 3:1-4; Fil. 2:1-4;
Jn. 17:21, 23
El servicio cristiano genuino se basa en la edificación
del Cuerpo de Cristo. La base, el fundamento, de toda
obra cristiana genuina es la edificación del Cuerpo. El
servicio cristiano verdadero está basado sobre el
fundamento del Cuerpo. La intención única de Dios en
este universo es obtener un Cuerpo, una entidad
corporativa que le sirva a Él. Dios desea que nosotros
le sirvamos, pero no quiere que le sirvamos de una
manera individualista. La intención de Dios es
obtener un sacerdocio, un cuerpo sacerdotal, un
pueblo corporativo que ha sido juntamente edificado
para que le sirvan. Por tanto, necesitamos ver
claramente que sin edificación, no habrá posibilidad
de lograr el servicio cristiano genuino. No debemos
considerar lo que llaman “servicio” en la historia de la
iglesia como algo normal, y no debemos tomar lo que
vemos entre los cristianos hoy en día como un modelo.
La mayor parte de lo que vemos en la historia de la
iglesia y en la situación actual es algo fuera de orden,
algo que va totalmente en contra de la manera en que
Dios hace las cosas. La intención de Dios consiste en
obtener un Cuerpo que le sirva a Él. Por tanto, no nos
21
ha regenerado a fin de ser unidades perfectas, cada
uno completo en sí mismo, sino que nos ha
regenerado a todos nosotros para que seamos
miembros de un solo Cuerpo. ¡Cuánto necesitamos ver
el Cuerpo!
Es posible que piensen que han visto el Cuerpo por
haber escuchado mensajes acerca del Cuerpo o debido
a que hemos dedicado mucho tiempo a este asunto en
estos días. Sin embargo, no tengo la seguridad que
hayan visto el Cuerpo. Tengo una gran duda en cuanto
a esto; dudo que hayan visto realmente el Cuerpo.
Durante un período de por lo menos dos años, de 1940
a 1942, el hermano Watchman Nee presentó un
mensaje cada semana en cuanto a la necesidad de ver
el Cuerpo. No hablaba del Cuerpo, sino de ver el
Cuerpo ¿Han visto el Cuerpo? Cada semana en aquel
entonces él daba un mensaje, y cada semana pasaba
tiempo con nosotros los que estábamos en su
entrenamiento. Durante las tres horas que duraba el
entrenamiento por la mañana, el hermano Nee no nos
hablaba como si estuviera dando un mensaje. Más
bien, cuando nos reuníamos con él después del
mensaje que presentaba a toda la congregación, nos
pedía a cada uno de nosotros que diera su testimonio
acerca de la manera en que habíamos visto el Cuerpo.
Después de cada testimonio, él meneaba la cabeza y
nos decía que no habíamos visto el Cuerpo. Entonces
nos indicaba cómo nuestras propias palabras nos
exponían, cómo nuestras propias palabras
comprobaban que no habíamos visto el Cuerpo. Entre
los muchos que tomaron su entrenamiento uno o dos
solamente recibieron su aprobación en cuanto al

22
asunto de ver el Cuerpo. El hermano Nee podía ser
muy severo con nosotros los que estábamos en el
entrenamiento porque le habíamos dado permiso
cuando fuimos aceptados al entrenamiento. Yo no soy
tan severo como era el hermano Nee, pero sí quiero
pedirles que consideren seriamente si han visto el
Cuerpo o no.
YA NO SOMOS DIVISIVOS
Existen algunas maneras para comprobar si han visto
el Cuerpo o no. Les animo a que se examinen con estos
medios. En primer lugar diría que si han visto el
Cuerpo, nunca serían divisivos. Ser divisivos significa
que no han visto el Cuerpo. Si han visto el Cuerpo,
nunca serían divisivos, ni podrían ser divisivos de
ahora en adelante. Ser divisivos significa que no han
visto el Cuerpo. ¿Puede haber más de un Cuerpo en el
universo? ¡Sólo hay uno! ¿Han visto este Cuerpo, el
Cuerpo único? Si han visto este Cuerpo único, esta
visión los cegará de tal manera que nunca podrán ser
divisivos.
La razón por la cual existe tanta división entre los
cristianos hoy es que no han visto el Cuerpo. Cuando
algunos cristianos se reúnen y no están contentos
unos con otros, frecuentemente dejan de reunirse y
empiezan su propia reunión. Esto se llama división e
indica que aquellos que hacen tales cosas son
divisivos. Ellos no han visto el Cuerpo. Todos aquellos
que han visto el Cuerpo jamás podrían ser divisivos.
Existe un solo Cuerpo, y yo soy parte de ese Cuerpo.
Es imposible que esté separado de este Cuerpo y es
imposible que me separe de este Cuerpo. Es muy
23
importante que todos veamos el Cuerpo. Sin embargo,
quizás nos imaginemos que hemos visto el Cuerpo
cuando no lo hemos visto en absoluto.
Desde que comencé mi ministerio en este país en
1962, oí a muchas personas hablar acerca de la vida
del Cuerpo y del ministerio del Cuerpo, pero me di
cuenta de que hablaban acerca de algo que no habían
visto y que no conocían. Por supuesto, no tuve la
audacia de decirles que no habían visto el Cuerpo,
pero ahora les pregunto a ustedes que comprueben si
han visto el Cuerpo o no. ¿Han visto el Cuerpo? Si han
visto el Cuerpo, han visto la unidad y ya no podrán ser
divisivos.
El terreno de la iglesia
Ver el Cuerpo tiene mucho que ver con el asunto del
terreno de la iglesia. El Cuerpo es uno solo, y este
Cuerpo único se expresa en las iglesias locales y por
medio de ellas. ¿Dónde está el Cuerpo? ¿Dónde está el
Cuerpo único? El Cuerpo está en las iglesias locales.
Tanto la realidad del Cuerpo como el sentido práctico
del Cuerpo están en las iglesias locales. Si no existen
las iglesias locales, no puede existir la realidad del
Cuerpo. Puede existir la terminología, la enseñanza, el
concepto del Cuerpo, sin que exista la realidad. Antes
de que llegue la Nueva Jerusalén, la realidad del
Cuerpo no estará en la llamada iglesia celestial ni en la
iglesia universal, sino en las iglesias locales. Hoy la
realidad y el sentido práctico del Cuerpo están en las
iglesias locales. Sólo podemos llevar el Cuerpo a la
práctica por medio de las iglesias locales. Las iglesias
locales son el sentido práctico del Cuerpo.

24
¿Qué es una iglesia local? Algunas denominaciones y
grupos cristianos se consideran a sí mismos como
iglesias locales, sin embargo, pueden tener varios
grupos que se reúnen independientemente unos de
otros en la misma ciudad. Aunque estos grupos se
consideren a sí mismos iglesias locales, cada uno
tendría que ser la iglesia en determinada calle y no la
iglesia en una determinada ciudad. Por tanto, según
las Escrituras, tenemos que decir que no son iglesias
locales. En la Biblia está la iglesia en Jerusalén (Hch.
8:1), la iglesia en Antioquia (13:1) y la iglesia en
Corinto (1 Co. 1:2; 2 Co. 1:1). El apóstol Pablo
estableció o nombró ancianos en cada iglesia (Hch.
14:23), y le dijo a Tito que nombrara ancianos en cada
ciudad (Tit. 1:5). En la Biblia existen los ancianos de la
iglesia y los ancianos de la ciudad, pero no existen
ancianos de una iglesia en una calle en particular. Tal
vez otras personas usen los mismos términos que
nosotros, pero ellos los usan con otras definiciones.
Cuando nosotros usamos la expresión la iglesia
local, la usamos según las Escrituras. En Apocalipsis
1:11 se le dijo a Juan: “Escribe en un libro lo que ves, y
envíalo a la siete iglesias: a Efeso, a Esmirna, a
Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea”.
Enviar algo a las siete iglesias significa enviarlo a las
siete ciudades, y las sietes ciudades equivalen a las
siete iglesias. A Juan no se le dijo que enviara el libro
a una calle en particular y luego a otra calle. Se le dijo
que lo enviara a la siete ciudades de la única provincia
de Asia. En este versículo la revelación es muy clara.
Valoramos el libro de Apocalipsis, y especialmente
valoramos esta revelación en el capítulo 1: siete
iglesias equivalen a siete ciudades.
25
¿Qué es una iglesia local? Una iglesia local son los
cristianos que se reúnen sobre el terreno único de la
unidad en su localidad, en su ciudad. Los cristianos
que se reúnen como grupo en cierta calle, en cierta
zona, en cierta universidad o en cierta casa no pueden
considerarse como una iglesia local. Una iglesia local
está formada por los cristianos que viven en una
ciudad y que se reúnen juntos sobre el terreno de la
unidad, el terreno único de la unidad, y no sobre
ningún otro terreno. Ésta es la iglesia local en esa
ciudad, y en tal iglesia local están la realidad y el
sentido práctico del Cuerpo. Si han visto el Cuerpo de
esta manera, ya no serán divisivos.
No depende de la condición
Tenemos que ver detalladamente este asunto: cómo la
visión del Cuerpo nos guarda de ser divisivos. En estos
días, todas las reuniones de la iglesia aquí han sido
muy vivas, muy animadas. Pero supongamos que el
nivel de las reuniones baja, incluso llega a un nivel
muy bajo, y que las reuniones ya no son vivientes, sino
lentas y aun pobres. Entonces, ¿qué harían?
¿Hablarían con otro hermano acerca de la mala
condición en que se encuentran las reuniones y
considerarían establecer otra reunión en su casa? El
mero hecho de tener tal consideración comprueba que
no han visto el Cuerpo.
Algunas veces nuestro cuerpo físico está sano y fuerte,
pero otras veces está débil y enfermo. Aunque yo tengo
un cuerpo físico fuerte, hace poco tiempo estuve
enfermo por varias semanas. Sin embargo, cuando mi
cuerpo se debilitó, aún era el mismo cuerpo que
cuando era fuerte. Nunca podría decir que
26
abandonaría ese cuerpo débil debido a su debilidad y
que tomaría otro cuerpo que fuera fuerte. Tener tal
consideración implicaría que no conozco mi cuerpo. Si
he visto lo que es mi cuerpo y lo conozco realmente,
por muy fuerte o débil que sea, me daría cuenta de que
mi cuerpo es mi cuerpo y es el único que tengo.
Desde el principio del otoño de 1943 estuve
gravemente enfermo por treinta meses. Durante ese
tiempo no trabajé para nada, estuve en reposo
absoluto. Sin embargo, mi cuerpo débil aún era mi
cuerpo, aunque estaba muy débil y enfermo. No
renuncié a mi cuerpo débil, más bien durante esos
treinta meses hice todo lo posible por nutrirlo,
cuidarlo con ternura y quererlo aún más. Mi cuerpo
nunca había sido tan precioso, tan querido y tan
valioso para mí como en esos treinta meses. Nunca he
amado mi cuerpo como lo hice durante ese tiempo.
¿Hoy ustedes aman a la iglesia en Los Ángeles?
Ciertamente todos amamos mucho a la iglesia en estos
días. Pero me gustaría preguntarles por qué aman a la
iglesia. Es fácil amar a la iglesia cuando está muy
viviente, muy animante, muy edificante y cuando las
reuniones son maravillosas, incluso estupendas. Si la
iglesia fuera simplemente un edificio material,
permanecería igual año tras año, cambiaría muy poco.
Sin embargo, la iglesia se puede comparar con
nuestros cuerpos físicos, que a veces son vivientes y
fuertes, y que en otras ocasiones son débiles y no muy
vivientes. Debemos amar a la iglesia puesto que es el
Cuerpo; incluso es nuestro Cuerpo. Si aman a la iglesia
por ser maravillosa y muy viviente, les preguntaría
qué harían si la condición de la iglesia no fuera tan

27
buena después de un período de tiempo. ¿Irían a otro
lugar donde la situación no fuera tan pobre? Si es así,
eso comprobaría que no han visto el Cuerpo.
Si han visto el Cuerpo, les daría lo mismo si las
reuniones son vivientes y maravillosas, o si son débiles
y pobres, y les daría lo mismo si consideran que los
que llevan la delantera son buenos y si ellos piensan
de igual manera que ustedes. Cualquiera que sea la
condición, ustedes reconocerían que éste es el Cuerpo.
Actualmente, los líderes en la iglesia aquí están
aprendiendo a llevar la delantera. Alabamos al Señor
que ellos están dispuestos a aprender y que no son
presumidos pensando que son los mejores líderes. Sin
embargo, si algún día la actitud de algunos líderes no
es muy apropiada, ustedes serán puestos a prueba por
esa situación y eso comprobará si realmente han visto
el Cuerpo o no. Si se van y empiezan otra reunión
debido a que la situación es pobre, se pone en
evidencia que nunca han visto el Cuerpo. Cuando mi
cuerpo físico es fuerte, es mi cuerpo. Cuando está
enfermo o débil, sigue siendo mi cuerpo. No puedo
renunciar a mi cuerpo por su debilidad. ¿Han visto el
Cuerpo? Si han visto el Cuerpo, es imposible que
vuelvan a ser divisivos.
No podemos esperar que la vida de iglesia sea como
una luna de miel permanente. En la vida matrimonial
la luna de miel sólo dura poco tiempo. En nuestra
propia experiencia, pasa lo mismo en la vida de iglesia.
Yo he estado en la vida de iglesia por más de treinta y
siete años. ¿Ustedes creen que he tenido una luna de
miel durante todos estos años? ¿Creen que todo ha
sido maravilloso e incluso estupendo en la vida de

28
iglesia por todo este tiempo? Sin embargo, a pesar de
lo que ha ocurrido en todos estos años, puedo
testificar firmemente que éste es el Cuerpo. He visto el
Cuerpo, y no puedo decir que no lo he visto. Sea bueno
o malo, fuerte o débil, rico o pobre, fructífero o estéril,
es el Cuerpo. ¡Oh, he visto el Cuerpo! No tengo otra
alternativa. Sólo hay un Cuerpo en todo el universo.
Aquí tenemos una prueba muy clara para comprobar
si hemos visto el Cuerpo. Nada nos puede atar tanto
como lo hace el Cuerpo. Cuando oyen a otras personas
hablar de manera suelta acerca del Cuerpo, se darán
cuenta que ellos nunca han visto el Cuerpo porque son
sueltos. No tienen ninguna limitación. Si han visto el
Cuerpo, nunca podrán ser divisivos. Los miembros del
Cuerpo nunca podrán ser sustituidos. Sería imposible
cambiar la posición de las orejas en nuestro cuerpo
físico, ni siquiera un poco. La visión del Cuerpo nos
guardará de ser divisivos.
YA NO PODEMOS SER INDIVIDUALISTAS
Ahora abordaremos otro asunto. Si han visto el
Cuerpo, nunca pondrán ser individualistas, nunca
podrán ser independientes. Se darían cuenta que
como cristianos no podrían vivir sin el Cuerpo. No
podrían actuar, no podrían trabajar, no podrían servir
sin el Cuerpo, puesto que han visto el Cuerpo y se dan
cuenta que simplemente son un miembro en el
Cuerpo. En nuestro cuerpo físico, es imposible que la
nariz exista, funcione o sirva sin el cuerpo. Tampoco
podría la mano vivir, actuar o trabajar sin el cuerpo.
Alabo al Señor que por Su misericordia, como un
hermano entre ustedes, nunca he sido independiente
29
ni individualista en el servicio que he desempeñado
por más de treinta y siete años. Quizás sienta que
tenga toda la razón y que los demás estén
completamente equivocados, sin embargo, tengo que
actuar según el sentir del Cuerpo. Siempre que el
Cuerpo sienta que algo no se debe hacer, no lo hago.
No se trata de que un asunto sea correcto o incorrecto,
sino de si somos individualistas o si estamos en el
Cuerpo.
Si tienen presente todas estas pruebas, se darán
cuenta que no han visto el Cuerpo debido a que son
muy individualistas. Pareciera que pueden hacer todo
lo que quieran de forma independiente. Si ven el
Cuerpo, sería imposible que se comportaran de esa
manera.
Durante ese período de 1940 a 1942, todos nosotros
estábamos sorprendidos cuando el hermano Nee nos
decía que no habíamos visto el Cuerpo. Habíamos
dado testimonios muy fuertes para comprobar que
habíamos visto el Cuerpo. Inmediatamente algunos de
nosotros le preguntamos al hermano Nee cómo
podíamos ver el Cuerpo. Él no respondía a nuestra
pregunta directamente, sino que simplemente
respondía: “Si lo han visto, lo han visto”. Entonces le
pedíamos que nos dijera cómo podíamos ver el
Cuerpo. “Si lo ven, lo ven. Si no lo ven, no lo ven”.
Entonces él le pedía a otro más, tal vez a una hermana,
que diera un testimonio de lo que ve del Cuerpo.
Nosotros pensábamos que ya habíamos visto el
Cuerpo. De la misma manera, si ustedes se examinan
a ustedes mismos, se darían cuenta de que no han

30
visto el Cuerpo. Si ven el Cuerpo sería imposible que
fueran individualistas.
Si vemos o no vemos el Cuerpo depende de la
misericordia del Señor. Finalmente, ésta fue la última
respuesta que nos dio el hermano Nee. Él nos dijo que
no tratáramos de verlo por nosotros mismos, sino que
dependiéramos de la misericordia del Señor. Si lo ven,
lo ven; si no lo ven, no lo ven; eso es todo. Creo que
esto es totalmente cierto. Espero que todos
busquemos al Señor para que nos conceda Su
misericordia a fin de poder ver el Cuerpo.
En este momento, siento la carga del Señor de
quitarles la confianza personal que ustedes tengan en
lo que respecta a ver el Cuerpo. Ustedes consideran
que ya han visto el Cuerpo, pero de hecho, no lo han
visto. Prepárense para estar un poco desilusionados y
reconocer que aún no lo han visto. Busquen al Señor y
Su misericordia, y confíen en Él para recibir Su
misericordia; Él les mostrará Su Cuerpo.
¿Cómo pueden saber que han visto el Cuerpo? La
prueba más fuerte de que han visto el Cuerpo es que
ya no pueden ser individualistas. Cuando ya no
puedan ser individualistas, entonces han visto el
Cuerpo. Mientras no tengan limitación, mientras se
sientan libres, mientras sean independientes,
mientras escojan fácilmente lo que quieren, por
mucho que sepan acerca del Cuerpo y por muy seguros
que estén de haber visto el Cuerpo, no han visto el
Cuerpo.
DISPUESTOS A SER CONCERTADOS

31
Ahora llegamos a una prueba más en cuanto a tener
una visión del Cuerpo. Si han visto el Cuerpo, estarán
dispuestos a ser concertados. Pablo usó la
palabra concertar en 1 Corintios 12:24: “Dios concertó
el Cuerpo”. No estar dispuestos a ser concertado es
otra prueba de que no han visto el Cuerpo. Dios no
solamente nos ha colocado en el Cuerpo, sino que aún
más, nos ha concertado.
No hay manera de que dos creyentes puedan ser uno
de manera práctica sin ser concertados. En nuestra
propia experiencia somos concertados muchas veces
en las situaciones prácticas cuando laboramos juntos
en coordinación. Por ejemplo, un hermano y yo
trabajamos juntos para preparar el himnario. Habían
muchos detalles que requerían de comunión, y habían
muchas decisiones que tomar. En cada uno de los
asuntos dependíamos el uno del otro y ninguno de los
dos trabajamos de forma individual. Seleccionamos
himnos que fueron escritos por otros, tradujimos
muchos himnos del chino al inglés y mejoramos el
significado de las estrofas de muchos himnos. El
hermano con el que trabajaba tenía muchas
preferencias debido a su trasfondo, y yo tenía muchas
dificultades puesto que el inglés no es mi lengua
materna. Había problemas con el metro, problemas
con los acentos y problemas con las rimas. En todo el
proceso ambos cometimos muchos errores y muchas
veces nos corregíamos el uno al otro. En esta
coordinación detallada que se necesitaba para
preparar el himnario, los dos aprendimos muchas
lecciones y fuimos concertados en gran medida. No
puedo describirles cuánta bendición recibimos al ser
concertados en esa labor del himnario.
32
Cuando se trabaja juntos de esta manera práctica, se
pueden aprender muchas lecciones. Todos debemos
aprender a no insistir mucho en hacer las cosas de
cierta manera. Quizás se cometan errores, pero eso no
es lo más importante. La vida de iglesia es una vida de
ser concertados todo el tiempo. Incluso si tienen la
razón cien por ciento, aún tienen que ser concertados.
Sin murmuraciones, quejas o críticas
Si realmente hemos visto el Cuerpo, no
murmuraremos ni criticaremos a ninguno de los otros
miembros. Tan sólo un poco de murmuración, la cual
indica que no están contentos, comprueba que no han
visto el Cuerpo. Incluso si critican un poco a un
miembro del Cuerpo, esto comprueba que no han
visto el Cuerpo. Si han visto el Cuerpo, nunca se
quejarían, murmurarían, criticarían ni dirían algo en
contra de algunos de los miembros. La condición de
algunos miembros puede ser muy pobre, pero si
ustedes dicen que su condición es pobre eso
comprueba que no han visto el Cuerpo. Ésta es una
verdadera prueba. Una pequeña queja, un pequeño
descontento o un poquito de crítica comprueba que no
han visto el Cuerpo. Debido a esto, Pablo habla de la
humildad, la mansedumbre y la longanimidad en
Colosenses 3:12-15 y en Efesios 4:2-4. Necesitamos
longanimidad para sobrellevar a nuestros queridos
miembros en amor. La longanimidad en Efesios 4:2
no se dirige a los perseguidores, sino a los otros
miembros, e incluye un sufrimiento, no por un lapso
corto, sino por un largo período de tiempo.
Perdonar con amor

33
Si hemos visto el Cuerpo, no habrá más quejas, ni
pleitos, ni murmuraciones ni críticas. En lugar de eso,
habrá perdón. Esto no significa que nadie va a ser
ofendido. En muchas ocasiones alguien se va a
ofender, pero todas las ofensas serán absorbidas por
el perdón. No habrán quejas, sino que el perdón con
amor y compasión desvanecerá todas las ofensas.
Puede ser que un hermano me ofenda, pero yo tendré
compasión de él. Me daría cuenta que él tiene cierta
disposición, cierta constitución natural, y tendría
compasión de él. En lugar de críticas y quejas, habría
compasión y perdón. En lugar de condenación, habría
amor. Perdonaría a mi hermano y le amaría.
Aunque muchas personas piensan que al que se le
quiere más en una familia es al menor, mi madre me
dijo hace muchos años que los padres siempre aman
más al hijo que es más débil. Ahora que soy padre,
estoy de acuerdo con lo que dijo. Los que son fuertes
no necesitan tanto el amor de los padres, puesto que
pueden cuidar de sí mismos. Los que son débiles, sin
embargo, tienen muchos problemas. Ellos necesitan la
compasión y el amor de los padres.
No obstante, muchas veces en la vida de iglesia
amamos a los que son fuertes y descuidamos de los
que más necesitan de nuestro amor. A nuestros ojos,
hay algunos en la vida de iglesia que son débiles y
pobres. Su disposición no es como la nuestra y tal vez
tengan un rasgo peculiar. No deberían quejarse de
ellos, porque fueron hechos así. Si quieren quejarse de
ellos, tendrán que quejarse con Dios, puesto que Él los
ha creado de esa manera. Todos tenemos que
aprender a tener compasión de los más débiles, de

34
aquellos que tienen un rasgo peculiar. Yo tengo que
tener compasión de usted y le pido que por favor usted
tenga compasión de mí, puesto que tengo mi propia
peculiaridad.
Longanimidad por amor al Cuerpo
Si aprendemos esta lección y estamos dispuestos a
sufrir incluso por los errores de los demás miembros
del Cuerpo, esto quiere decir que hemos visto el
Cuerpo. Estamos dispuestos a sufrir debido a los
errores de los otros miembros porque son miembros
del Cuerpo. Si hemos visto el Cuerpo, podremos
experimentar la longanimidad, es decir, podremos
sufrir por un largo período de tiempo, incluso hasta la
Nueva Jerusalén. Este sufrimiento no se relaciona con
los incrédulos o con ciertos asuntos, sino con los otros
miembros del Cuerpo. Si algún miembro de mi cuerpo
físico es débil, aun así es un miembro de mi cuerpo.
Necesito amar a este miembro, protegerlo y hacer todo
lo posible para mantenerlo en una buena condición.
EL IMPACTO QUE TIENE EL SERVICIO EN
EL CUERPO
En este mensaje, les he dado tres pruebas para
comprobar que hemos visto el Cuerpo. Si han visto el
Cuerpo, ya no serán divisivos, no serán individualistas
y estarán dispuestos a ser concertados sin quejarse,
murmurar o criticar, sino que tendrán amor, perdón,
compasión, comprensión y longanimidad. Si éste es el
caso tendrán la vida del Cuerpo. Esta vida del Cuerpo
causa que nuestro servicio realmente tenga impacto.
Aunque algunas veces el Cuerpo es débil, solamente lo
que procede de la vida genuina del Cuerpo es lo que
35
puede producir un servicio al Señor que tenga un
verdadero impacto. En Juan 17:21-23 el Señor Jesús
dijo que si todos los creyentes fueran uno como el Dios
Triuno es uno, como Él y el Padre son uno, el mundo
creería. Éste es el impacto que produce la unidad. Si
los creyentes son perfeccionados en unidad, el mundo
conocería que el Hijo fue enviado por el Padre. La
unidad es el impacto que causará que el mundo crea.
Ser concertados es el poder que existe en el servicio; el
verdadero poder en el servicio proviene de ser
juntamente concertados.
Supongamos que hay tres hermanos que están
sirviendo juntos, predicando el evangelio y cuidando
de los nuevos creyentes. Sin embargo, el primer
hermano ha estado criticando al segundo, y el segundo
no ha estado contento con el tercero. Cuando se
reúnan, no pueden fingir que son uno. Tarde o
temprano la falta de armonía entre ellos será patente
a los incrédulos y a los nuevos. Un poco de crítica
destruirá lo que han edificado con su predicación y el
impacto se perderá.
Sin embargo, si tenemos la unidad genuina con amor
mutuo, esta unidad con el amor sería el impacto de
nuestra predicación. Alabado sea el Señor, hoy aquí
entre nosotros en la iglesia en Los Ángeles hay unidad
genuina y amor. Muchas personas nos han informado
que han sido influenciados e impresionados con el
amor y la unidad que han experimentado aquí. Sin
embargo, ¿que pasaría si un día perdiéramos esa
unidad y aún mantuviéramos que somos la iglesia en
Los Ángeles? Aún seríamos la iglesia en Los Ángeles,
pero no tendríamos impacto en nuestro servicio. No

36
tendríamos poder, puesto que no habría terreno, base
ni fundamento para nuestro servicio. Habríamos
perdido el fundamento de nuestro servicio. Que el
Señor tenga misericordia de nosotros.
Todos tenemos que ver el Cuerpo. Para poder servir,
es necesario ver el Cuerpo. Que el Señor nos revele
este asunto a todos nosotros.
CAPÍTULO TRES
LA RELACIÓN QUE EXISTE ENTRE
NUESTRO ESPÍRITU Y EL CUERPO
Lectura bíblica: Ef. 1:17; 2:22; 3:16; 4:23; 5:18; 6:18;
1:22-23; 2:6; Hch. 232-33, 36
En este mensaje, abordaremos seis puntos cruciales
que aparecen en el libro de Efesios, el cual es un libro
sobre la iglesia, el Cuerpo de Cristo. Hemos visto que
la edificación del Cuerpo de Cristo es el fundamento
de todo servicio cristiano genuino, y hemos recalcado
nuestra urgente necesidad de ver el Cuerpo. Que el
Señor tenga misericordia de nosotros para que
podamos ver el Cuerpo a fin de servirle de una manera
apropiada.
El Cuerpo de Cristo no es algo insignificante, y el
servicio cristiano es algo que ocurre en el Cuerpo.
Finalmente, veremos que Cristo y la iglesia, la Cabeza
y el Cuerpo, administran todo el universo. Nuestro
servicio al Señor se basa sobre este hecho.
EL CUERPO DE CRISTO
Y NUESTRO ESPÍRITU REGENERADO EN
EFESIOS
37
Primero, tenemos que ver que el Cuerpo es un asunto
absolutamente en el espíritu, en nuestro espíritu
humano. En nuestro espíritu regenerado mora el
Espíritu Santo, pero el énfasis con el Cuerpo de Cristo
hoy es nuestro espíritu humano más que con el
Espíritu Santo. Por tanto, en cada capítulo del libro de
Efesios se menciona algo acerca de nuestro espíritu
humano regenerado. Efesios es un libro acerca del
Cuerpo, y cada capítulo tiene un versículo relacionado
con el espíritu humano. Necesitamos orar-leer estos
versículos una y otra vez.
UN ESPÍRITU DE REVELACIÓN PARA VER
EL CUERPO
En Efesios 1:17 Pablo habla de Dios como “el Dios de
nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria”. Este
título es diferente a todos los títulos que usó el pueblo
judío para con Dios. Pablo no se refirió a Dios como al
Dios de los Hebreos, sino como el Dios de nuestro
Señor Jesucristo y el Padre de gloria. Tales palabras
son profundas y llenas de significado. En la
encarnación el Señor Jesucristo, Dios mismo (Fil.
2:6), se hizo un hombre. Como hombre, Él está
relacionado con la creación de Dios; por tanto, Dios el
creador es Su Dios. Su encarnación introdujo a Dios el
creador dentro del hombre, la criatura de Dios. Él es
un hombre que tiene al Dios encarnado dentro de Él.
Además, puesto que la gloria es Dios expresado, el
Padre de gloria significa que Dios es expresado a
través de Sus muchos hijos.
Pablo oró para que el Padre de gloria “os dé espíritu
de sabiduría y de revelación” (Ef. 1:17). El espíritu aquí
es nuestro espíritu regenerado en el cual mora el
38
Espíritu de Dios. Es necesario que vean el Cuerpo,
pero nunca podrán ver el Cuerpo si no están en el
espíritu. Si no tienen la visión en el espíritu, si no
tienen un espíritu de revelación, un espíritu que pueda
ver, no podrán ver el Cuerpo. Si sus ojos carecieran del
sentido de la vista, no podrían distinguir un color de
otro, y no podrían ver el paisaje. El Cuerpo de Cristo
es diferente de todos los paisajes que podamos ver, es
diferente de todos los colores que podamos ver de
forma natural. Es una visión celestial. Por tanto,
necesitamos un espíritu de revelación, un espíritu que
pueda ver, un espíritu que vea, para poder ver el
Cuerpo. No estoy diciendo que necesitamos una
mente inteligente para entender. Lo que necesitamos
es un espíritu transparente para ver, un espíritu de
revelación, un espíritu que vea a fin de ver el Cuerpo.
El espíritu de revelación para ver el Cuerpo es el
primer punto relacionado con nuestro espíritu en este
libro que trata de la iglesia.
Muchos maestros cristianos han escrito muchas
exposiciones del libro de Efesios. Sin embargo, no he
podido encontrar ninguna que recalque este punto, a
saber, que el Cuerpo es algo que está en nuestro
espíritu. Aunque ustedes puedan hablar de ciertos
paisajes o vistas, si no tienen ojos para ver, ¿cómo
podrían verlos? ¡La iglesia es algo muy profundo, muy
elevado, muy misterioso, que va más allá, mucho más
allá de nuestro entendimiento!
En los siguientes versículos Pablo habla de la
supereminente grandeza de Su poder que hizo operar
en Cristo resucitándole y sentándole a la diestra de
Dios, sometiendo todas las cosas bajo Sus pies y

39
dándole por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia
(Ef. 1:19-22). Necesitan prestar mucha atención a la
palabra a en la frase a la iglesia en el versículo 22. Ésta
no es una preposición insignificante, sino una de las
más importantes de este capítulo. Pablo no dijo “para
la iglesia”, sino “a la iglesia”. La iglesia es el Cuerpo de
esta Persona (vs. 22-23). ¡Éste es el Cuerpo! El Cuerpo
es el Cuerpo de tal Persona quien ha sido entronizado
y hecho Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. Este
asunto es profundo y misterioso, y no se puede ver con
nuestros ojos físicos ni se puede entender con nuestro
entendimiento natural. Para ver este asunto
misterioso, necesitamos otro órgano; necesitamos un
espíritu de revelación. Nuestro espíritu debe ser un
espíritu de revelación.
Usar el órgano adecuado
Para poder ver la iglesia o conocer la iglesia, no
pueden permanecer en su mente. Usar la mente es
usar el órgano inadecuado para ver la iglesia y no la
podrán ver. Mientras permanezca en su mente, no
recibirán la revelación de la iglesia. Su espíritu debe
ser un espíritu de revelación. Nunca podrán entender
la iglesia con simplemente el uso de su mente. Cuanto
más traten de entenderla, más confusos estarán.
Aunque escuchen a diferentes personas y lean libros,
más confusos estarán. Pero si simplemente cerraran
sus ojos a todos los libros, cerraran su mente a todas
las enseñanzas, cerraran sus oídos a todas las voces de
los diferentes maestros y se volvieran a su espíritu y
permanecieran allí, entenderían claramente lo que es
la iglesia.

40
Sin embargo, muchas veces nosotros los cristianos
somos insensatos porque no usamos el maravilloso
espíritu que tenemos dentro de nosotros. Tenemos un
espíritu y este espíritu es un espíritu de revelación,
pero cuando abordamos el tema de la iglesia y de la
iglesia local, ni siquiera nos damos cuenta que
debemos usar nuestro espíritu. En lugar de volvernos
a nuestro espíritu para tener claridad en cuanto a la
iglesia, acudimos a los eruditos o a los escritos de los
grandes maestros del pasado. Pero algunos esos
escritos velan nuestros ojos y nos impiden ver la visión
de la iglesia en nuestro espíritu. Para tener claridad en
cuanto al asunto de la iglesia, necesitamos usar el
órgano adecuado. Solamente en nuestro espíritu
podemos ver la iglesia.
Usar nuestra mente para intentar entender el asunto
de la iglesia en lugar de volvernos a nuestro espíritu
para ver la revelación de la iglesia puede compararse
con tratar de ver un color en particular con nuestros
ojos cerrados en lugar de abrir nuestros ojos para ver
ese color. Con los ojos cerrados, sin la facultad de la
vista, no se puede ver ningún color. La facultad del
entendimiento no sirve para ver los colores. Pero si
ustedes abren los ojos, desaparecerán todas las dudas
y todas las preguntas, y podrán conocer cuál es ese
color en particular. Quizás no puedan explicar lo que
ven, pero sus ojos podrán reconocer los colores y
distinguir un color de otro. Para ver los colores,
necesitamos abrir nuestros ojos. Para ver la iglesia,
necesitamos volvernos a nuestro espíritu.
Necesitamos volvernos a nuestro espíritu y respetar el
hecho de que nuestro espíritu es un espíritu de

41
revelación. Ver la iglesia es fácil cuando se usa el
órgano adecuado. En el espíritu el asunto de la iglesia
queda muy claro. La iglesia local es diferente de todas
las denominaciones. Quizás no puedan explicar cuál
es la diferencia, pero cuando se vuelven al espíritu y
vean la iglesia, sabrán cuál es la diferencia y que han
visto la iglesia.
Quitar los velos
Podemos hablar de Efesios 1:18-23 y hacer caso omiso
del espíritu de revelación en el versículo 17. El espíritu
de revelación no es algo que desciende de los cielos
sobre ustedes después de que hayan orado por tres
noches. El espíritu de revelación ya está dentro de
ustedes, pero necesitan quitar todos los velos para
poder ver. Para reconocer un color en particular, sería
absurdo que ayunaran y oraran, que clamaran y
lloraran, y que esperaran que el Señor les diera una
visión. Tienen ojos para ver; simplemente quiten
todos los velos y abran los ojos. De la misma manera,
si quitan todos los velos de sus ojos espirituales y se
vuelven a su espíritu verán la iglesia. Dentro de
ustedes está el espíritu de revelación que Dios creó y
que el Espíritu Santo regeneró. Basado en mi propia
experiencia y en la experiencia de muchos otros, les
puedo decir que nuestra necesidad es volvernos a este
espíritu y quitar todos los velos que impiden nuestra
visión.
Muchos de los conceptos y de las enseñanzas que
hemos recibido en el pasado han llegado a formar
capas de velos que obstaculizan nuestra visión y nos
confunden. En cuanto al asunto de ver el Cuerpo,
pareciera como si todos lo viéramos a través de lentes
42
de colores. Nuestra visión está afectada por el color de
algunas de nuestras experiencias particulares o por las
enseñanzas de aquellos que nos trajeron al Señor. A
veces pareciera que esta influencia está en nuestra
propia sangre y es difícil eliminar esos conceptos y esa
influencia, a fin de venir a la Palabra con un espíritu
puro, sin que nada coloree nuestra visión y sin que
ningún velo impida nuestra vista. Si venimos a la
Palabra pura con un espíritu transparente, sin ningún
concepto de nuestro trasfondo, sería muy fácil que
tuviéramos claridad acerca del Cuerpo. Yo puedo
testificar que me tomó casi veinte años eliminar la
influencia de todos los conceptos y enseñanzas que
recibí en el pasado. Que el Señor nos otorgue a todos
tal espíritu para ver el Cuerpo.
El tema del Cuerpo es un asunto en el espíritu, no un
asunto en la mente o en la parte emotiva. Es natural
que los hermanos estén en su mente y que las
hermanas estén en sus emociones. Las emociones de
muchas hermanas creyentes les impiden tener
claridad acerca de la iglesia. Ellas toman decisiones
acerca de sus reuniones con cristianos basándose en
sus emociones, en sus sentimientos. A menos que
estas hermanas se vuelvan al espíritu y se olviden de
sus emociones, no podrán tener claridad acerca de la
iglesia local. Las decisiones que toman en cuanto a la
iglesia no se basan en el espíritu, sino en la parte
emotiva. Nunca podremos tener claridad en cuanto a
la iglesia si no estamos en el espíritu.
Los hermanos necesitan volverse al espíritu y
olvidarse de su mente, y las hermanas necesitan
volverse al espíritu y olvidarse de su parte emotiva.

43
Además, algunos son tan fuertes, tan obstinados, en
su voluntad, que tampoco pueden tener claridad
acerca del Cuerpo. Cuando toman una decisión,
cuando se proponen hacer algo, no están dispuestos a
cambiar jamás. Pareciera que ni el Señor podría
cambiarlos. Tal persona es tan determinada en su
voluntad que nunca podría ser convencida, ni siquiera
por la palabra clara de Dios. Aquellos que son
obstinados en su voluntad de esta manera, nunca
podrán ver claramente el Cuerpo. Todos necesitamos
olvidarnos de lo que sentimos, lo que pensamos y lo
que decidimos, y volvernos al espíritu sin dejar ningún
velo. Si nos volvemos al espíritu, si nos volvemos al
Señor de esta manera y venimos a la Palabra,
inmediatamente tendremos claridad acerca del
Cuerpo.
JUNTAMENTE EDIFICADOS EN EL
ESPÍRITU
Ver la iglesia es un asunto en el espíritu, y la
edificación de la iglesia también es en el espíritu En
Efesios 2:22 Pablo dice: “En quien vosotros también
sois juntamente edificados para morada de Dios en el
espíritu”. Mientras permanezcamos fuera del espíritu,
estamos divididos y también somos divisivos.
Mientras que no estamos en el espíritu, somos
individualistas. No es nada difícil ser divisivo o
individualista. Somos divisivos, individualistas y no
estamos dispuestos a ser concertados simplemente al
alejarnos de nuestro espíritu, simplemente al
demorarnos en nuestra mente para considerar las
cosas, o al permanecer en nuestra parte emotiva. Hay
cosas que nos gustan y otras que no nos gustan,

44
tenemos nuestros gustos y nuestras preferencias,
nuestras opiniones acerca de los hermanos y
hermanas, y preferimos quedarnos en casa que estar
en las reuniones con los santos. Mientras
permanezcamos alejados de nuestro espíritu, no
veremos la necesidad de ser juntamente concertados,
y sentiremos que es necesario que cada uno de
nosotros sea distinto a los demás, cuide de su
personalidad individual creada por Dios y se aferre a
su propio prestigio. Es imposible que seamos
concertados juntos mientras permanecemos fuera del
espíritu con tales conceptos. Sin embargo, si nos
volvemos al espíritu, inmediatamente veremos que
necesitamos ser concertados, estaremos dispuestos a
ser concertados e incluso clamaríamos al Señor
pidiendo Su misericordia para que Él nos concierte.
Sin embargo, después de sólo unas horas de haber
orado de tal manera, quizás regresemos a nuestro
entendimiento, a nuestra mente, y a nuestra parte
emotiva y pareciera que somos otra persona. En la
vigilia matutina éramos una persona en el espíritu
completamente a favor de la edificación mutua, pero
después de cinco horas estamos fuera del espíritu y no
hay edificación. Si vamos a ser juntamente edificados,
necesitamos estar en nuestro espíritu.
FORTALECIDOS EN EL HOMBRE INTERIOR
Además, necesitamos ser fortalecidos en el hombre
interior, es decir, en nuestro espíritu humano
regenerado. En Efesios 3 Pablo oró: “Para que os dé,
conforme a las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos
con poder en el hombre interior por Su Espíritu” (v.
16). No sólo el Cuerpo se ve y se edifica en el espíritu,
45
sino que el fortalecimiento en el hombre interior
también se lleva a cabo en el espíritu. A fin de ser
fortalecidos en el hombre interior, necesitamos estar
en nuestro espíritu. Somos muy fuertes en la parte
emotiva, en la voluntad y en la mente, pero no somos
lo suficientemente fuertes en el hombre interior, en el
espíritu. Necesitamos ser fortalecidos en el hombre
interior. El fortalecimiento que Dios efectúa se lleva a
cabo en nuestro espíritu.
RENOVADOS EN EL ESPÍRITU DE NUESTRA
MENTE
Entonces, en Efesios 4, después de ser fortalecidos en
el hombre interior, se encuentra la renovación del
espíritu de nuestra mente (v. 23). Cada parte de la
mente necesita ser renovada completamente,
renovada en el espíritu que se apodera, ocupa y posee
nuestra mente y llega a ser el espíritu de nuestra
mente. Quizás no nos demos cuenta de cuánto nuestra
mente controla a nuestro espíritu e incluso controla al
Espíritu Santo. Sin la cooperación de nuestra mente,
el Espíritu Santo no puede obrar en nosotros. En este
sentido, el Espíritu Santo está bajo el control de
nuestra mente. Sin embargo, éste no es el orden
correcto. Tanto el Espíritu Santo como nuestro
espíritu humano deberían estar por encima de nuestra
mente y deben controlarla por completo. La mente
debe estar puesta en el espíritu (Ro. 8:6), y el espíritu
debe gobernar, poseer, ocupar, apoderar, controlar y
sujetar a la mente. Entonces, este espíritu, será el
espíritu que renueva la mente.
Todos necesitamos ser renovados una y otra vez,
diariamente, cada hora, momento a momento, todo el
46
tiempo, en el espíritu, con el espíritu y por medio de
tal espíritu renovador. Si así es el caso, entonces la
vida de iglesia local sería algo real y precioso para
nosotros, y nos daríamos cuenta de que no hay otra
manera de seguir adelante y que no hay otro camino
en el que podamos seguir.
LLENOS EN EL ESPÍRITU
En los primeros cuatro capítulos de Efesios tenemos:
ver en el espíritu (1:17); la edificación en el espíritu
(2:22); el ser fortalecidos en el espíritu (3:16); y el ser
renovados en el espíritu (4:23). En el capítulo 5 Pablo
nos indica que tenemos que ser llenos en el espíritu.
Según 3:19, ser llenos en el espíritu significa ser llenos
hasta la medida de toda la plenitud de Dios. Cuando
Cristo haga Su hogar en nuestros corazones, y seamos
capaces de comprender con todos los santos cuáles
son las dimensiones de Cristo y conozcamos por
experiencia propia el amor que excede todo
conocimiento, seremos llenos hasta la medida de toda
la plenitud de Dios. Toda esta plenitud mora en Cristo
(Col. 1:19; 2:9). Él mora en nuestro interior y por
medio de esto Cristo imparte lo que Dios es en nuestro
ser. Podemos ser llenos de Dios hasta tal medida y
estándar, incluso hasta la medida de toda la plenitud
de Dios.
Pablo dice en Efesios 5:18 que no debemos
embriagarnos con vino como los incrédulos, que están
llenos de vino en el cuerpo, sino que nosotros los
cristianos necesitamos ser llenos de Dios en nuestro
espíritu. No sólo es un asunto de ver la iglesia en
nuestro espíritu, de ser edificados en el espíritu, de ser
fortalecidos en el espíritu, de ser renovados en el
47
espíritu, sino también de ser llenos con todo lo que
Dios es en Cristo en nuestro espíritu.
Pareciera que frecuentemente estamos llenos en
nuestra mente, pero vacíos en el espíritu. Nuestro
espíritu se parece a una llanta desinflada, pero tanto
nuestra mente como nuestra parte emotiva están
llenos. Necesitamos orar para que se vacíen nuestra
mente y nuestra parte emotiva, y que seamos llenos
hasta la medida de la plenitud de Dios en nuestro
espíritu. Entonces la vida de iglesia será algo valioso
para nosotros; valoraremos la vida de iglesia.
ORAR EN ESPÍRITU
Por último, en Efesios 6, Pablo dice que necesitamos
orar en todo tiempo en el espíritu (v. 18). Esta oración
es la oración de un miembro del Cuerpo que se
identifica con el Cristo que está en el trono, que en
todo tiempo clama, proclama, da órdenes al Señor y
ata al enemigo. Ésta no es la oración de un mendigo ni
una oración en la que se rezan plegarias, no es la
oración de un pobre pecador, no es la oración que
hacen los santos pobres y débiles rogándole al Señor,
sino la oración del Cuerpo, la oración de los miembros
del Cuerpo que están identificados con la Cabeza.
Estos seis puntos en los seis capítulos de Efesios son
cruciales, y podríamos dedicar mucho más tiempo a
cada uno de ellos. Necesitamos ver el Cuerpo en el
espíritu, ser edificados en el espíritu, ser fortalecidos
en el espíritu, ser renovados en el espíritu, ser llenos
hasta la medida de la plenitud de Dios en el espíritu y
orar en el espíritu como miembros del Cuerpo,
identificados con la Cabeza. Si tal es el caso,
48
espontáneamente tendríamos la vida de iglesia. Si no
es así, sería difícil tener la vida de iglesia. Quizás
hablemos mucho acerca de la vida del Cuerpo y
tengamos muchas enseñanzas acerca de la iglesia,
pero no tendríamos manera de entender lo que
realmente es la iglesia. Les insto una y otra vez a que
se vuelvan al espíritu debido a que la vida de iglesia
está en su espíritu.
EL SERVICIO DEL CUERPO
SE IDENTIFICA CON LA CABEZA
Quizás se pregunten qué tiene que ver este asunto con
el servicio. El servicio es un asunto en el Cuerpo, y el
Cuerpo no es un asunto insignificante. El Cuerpo es el
Cuerpo de Cristo, Aquel que ha sido entronizado y a
quien se le ha entregado el señorío y la autoridad en el
cielo y en la tierra e incluso debajo de la tierra. Él ha
recibido toda autoridad, y como el Cuerpo estamos
identificados con Él. Por tanto, estamos en los lugares
celestiales, tenemos la autoridad y podemos ejercer la
autoridad. Si es así, nosotros los que servimos al
Señor, serviremos no sólo con poder, sino también con
autoridad.
Consideren la situación en el Día de Pentecostés.
Pedro y los demás servían a Dios, no solamente con
poder, según el concepto de muchos cristianos en la
actualidad, sino con autoridad. Pedro y los demás
declararon: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa
de Israel, que a este Jesús a quien vosotros
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hch.
2:36). Él es la Cabeza, y nosotros somos el Cuerpo,
somos uno con Él. Por tanto, no sólo tenemos el poder,
sino también la autoridad sobre todas las cosas.
49
La autoridad es más grande que el poder. Podemos
usar el siguiente ejemplo. Los automóviles son muy
poderosos, y muchos circulan en la calle. Pero con la
indicación de un policía, todos los automóviles
poderosos se detienen. Los autos tienen poder, pero el
policía tiene autoridad.
¿Van a servir al Señor solamente con poder o van a
servirle con autoridad, la cual pertenece a otra
categoría? Y, ¿cómo pueden obtener la autoridad?
Toda autoridad en los cielos y en la tierra ha sido dada
a la Cabeza, y la Cabeza se identifica con el Cuerpo. Si
no están en el Cuerpo, ¿cómo podrían tener
autoridad? Pero si están en el Cuerpo, ¿cómo
carecerían de autoridad?
Si hemos visto el Cuerpo y nos damos cuenta de que
somos miembros en el Cuerpo, diríamos: “Aleluya, no
tengo que servir solamente con poder. La autoridad
está en el Cuerpo. Tengo la autoridad que es más
grande que el poder”. En Lucas 10:19 el Señor Jesús
dijo: “He aquí os doy potestad [...] sobre todo poder
del enemigo”. Lo que tiene el enemigo solamente es
poder, pero el Señor nos ha dado la autoridad. La
manera de predicar el evangelio es con autoridad. En
Mateo 28:18-19 el Señor Jesús dijo: “Toda potestad
me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id,
y haced discípulos a todas las naciones”. Necesitamos
predicar el evangelio, no sólo con poder, sino con
autoridad.
Cuánto necesitamos darnos cuenta de que somos los
miembros del Cuerpo, el Cuerpo que se ha
identificado con la Cabeza. Todo lo que la Cabeza ha
logrado, todo lo que la Cabeza ha obtenido, todo lo que
50
la Cabeza ha alcanzado, todo es a la iglesia, la cual es
el Cuerpo. Todo esto no es solamente para la iglesia,
sino que a la iglesia. Todo esto es trasmitido mediante
el Espíritu Santo y en el Espíritu Santo a la iglesia, la
cual es el Cuerpo. Si se dan cuenta de que son
miembros de tal Cuerpo, el cual está identificado con
la Cabeza, dirían: “Ya no hay necesidad de que
roguemos más. Daremos órdenes al Señor y al
enemigo. Somos miembros del Cuerpo que está
identificado con el Cristo que está entronizado como
Cabeza y es el Señor de todos. No hay motivo para
rogar; más bien, damos las órdenes. Nosotros atamos,
desatamos, dirigimos, proclamamos y reclamamos”.
En esto consiste la autoridad para el servicio, la
autoridad que es más grande que el poder. Ésta es la
manera en la que debemos servir al Señor. El
verdadero servicio se lleva a cabo en el Cuerpo.
El hecho de estar en el Cuerpo no es algo pequeño.
Tenemos que darnos cuenta de qué clase de
administración existe en el universo. Cristo y el
Cuerpo, Cristo y la iglesia, la Cabeza y el Cuerpo, son
la administración de todo el universo. Ahora debemos
preguntarnos si nos encontramos en esta
administración o no. ¿Cómo podemos afirmar que
estamos en ella? Podemos decir que estamos en la
administración de hoy puesto que estamos en el
Cuerpo. ¿Se han dado cuenta de que Cristo y Su
Cuerpo hoy son la administración de todo el universo?
Sobre este hecho, nos basamos para servir; sobre este
hecho, nos basamos para predicar el evangelio; y
sobre este hecho, nos basamos para edificar la iglesia.
CAPÍTULO CUATRO

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SERVIR EN NUESTRO ESPÍRITU HUMANO
Lectura bíblica: Hch.17:16; 18:25; 19:21: 20:22; Ro.
1:9; 2:29; 7:6; 12:11; 1 Co. 2:4; 4:21; 5:3-4; 2 Co. 2:13;
Gá. 6:1; Col. 2:5; 2 Ti. 1:7
En varios versículos el apóstol Pablo nos dice que él
servía a Dios en su espíritu, que él ejercitaba su
espíritu de muchas maneras diferentes en su servicio
al Señor. Si oramos-leemos todos estos versículos
podemos recibir una impresión profunda en cuanto a
la manera en que el apóstol Pablo servía al Señor. En
la narración que hace Pablo de la manera en que servía
al Dios de sus antepasados en la religión judía antes
de su conversión, él no mencionó nada acerca de su
espíritu en relación con el servicio a Dios. (Véase Hch.
22:2-4; 26:4-5, 9-11; Fil. 3:5-6; y Hch. 9:1-2). Sin
embargo, existen muchos versículos que nos dicen de
qué manera o con qué órgano, él servía a Dios después
de su encuentro con el Señor Jesús en el camino a
Damasco. Queda muy claro que el apóstol Pablo servía
a Dios en su espíritu.
CÓMO SERVIR: EN NUESTRO ESPÍRITU
En estos mensajes estamos considerando cómo
debemos servir. El primer punto que hemos abordado
es que tenemos que servir en el Cuerpo. En este
mensaje abordaremos el segundo punto, a saber, que
tenemos que servir en nuestro espíritu. Estamos
hablando aquí de nuestro espíritu, nuestro espíritu
humano. Quizás pensemos que servir en espíritu
significa servir solamente en el Espíritu Santo y es
posible que descuidemos completamente el asunto de
servir a Dios en nuestro espíritu humano. En el Nuevo
52
Testamento hay muchos versículos que aclaran el
asunto del espíritu humano.
El Espíritu Santo y nuestro espíritu humano:
el poder y el interruptor
Sabemos, como cristianos, que para servir a Dios
necesitamos al Espíritu Santo. Sin el Espíritu Santo,
no tendríamos la posibilidad de servir a Dios. Sin
embargo, necesitamos una visión, una revelación, y
ésta es, que para servir a Dios es necesario que además
conozcamos nuestro espíritu humano. El Espíritu
Santo es el poder para que podamos servir a Dios, y el
espíritu humano es el órgano, el medio, el
instrumento, para que nosotros recibamos y
contengamos el poder y lo apliquemos.
La manera de usar nuestro espíritu humano puede
representarse con la aplicación de la electricidad.
Antes de todo, es necesario que se instale la
electricidad en un edificio. Después de que la
electricidad se instala, ¿qué tenemos que hacer para
usarla? Sería absurdo llamar a la compañía eléctrica y
pedirles que envíen algo de electricidad. Lo que
necesitamos hacer es simplemente usar el interruptor
para aplicar la electricidad. Si nos damos cuenta que
la electricidad ya ha sido instalada, simplemente
necesitamos ir al lugar donde exista algún medio para
que apliquemos la electricidad. Cuando encendemos
el interruptor, inmediatamente la electricidad trabaja
para nosotros.
Podemos compararnos con el edificio, y el Espíritu
Santo con la electricidad celestial y divina. Esta
“electricidad” espiritual es el Señor mismo, y Él ya ha
53
sido instalado en nosotros. Tenemos que darnos
cuenta de que ya tenemos la electricidad celestial
instalada en nosotros. ¡Aleluya realmente ya tenemos
esta instalación! Recibimos esta maravillosa
instalación de Cristo en nosotros cuando le
aceptamos. Ahora sabemos que necesitamos al
Espíritu Santo, pero tal vez no entendamos
claramente cómo aplicar al Espíritu Santo, el cual ha
sido instalado en nosotros como la electricidad
celestial. No hay necesidad de que ayunemos y oremos
por tres días y tres noches sin dormir. No hay
necesidad de que oremos fervientemente en voz alta y
que derramemos lágrimas. La electricidad celestial ya
ha sido instalada en nosotros y existe un interruptor
dentro de nosotros. Cuando necesitamos la
electricidad para algo, simplemente vamos al lugar
adecuado a fin de tocar el órgano apropiado, que es el
medio para aplicar la electricidad. Tocamos el
interruptor y se enciende la electricidad. Es así de
sencillo. Éste es el secreto maravilloso de aplicar la
electricidad celestial.
La pregunta crucial entonces es dónde podemos
encontrar el interruptor, dónde podemos encontrar el
órgano, el medio para aplicar la electricidad celestial.
Es evidente que el órgano adecuado no son nuestros
ojos ni nuestra mente ni siquiera nuestro corazón.
Dios creó el espíritu humano como el órgano
específico para este propósito. “Dios es Espíritu; y los
que le adoran, en espíritu [en el espíritu humano] [...]
es necesario que adoren” (Jn. 4:24). Algunos se han
opuesto al énfasis que ponemos en el espíritu humano
puesto que ellos sólo prestan atención al Espíritu

54
Santo y no reconocen la diferencia entre el espíritu, la
mente y el corazón.
No hay manera de explicarles a las personas cómo
pueden ser regenerados si no reconocen que Dios ha
creado nuestro espíritu humano para tener contacto
con Él. Ciertamente una persona que no es salva no
puede ser regenerada en otra parte de su ser, ¡ni en su
mente ni en su corazón! La regeneración se lleva a
cabo en el espíritu humano. Juan 3:6 nos dice: “Lo que
es nacido del Espíritu, espíritu es”. En este versículo
vemos dos espíritus: el Espíritu Santo y el espíritu
humano. Lo que es nacido del Espíritu Santo es el
espíritu humano. El espíritu humano es el órgano
específico que nos sirve para tener contacto con Dios,
quien es el Espíritu. Nuestro espíritu humano es el
interruptor, el órgano adecuado o el medio para
aplicar la electricidad que ha sido instalada en
nosotros.
Hoy en día sabemos dónde podemos encontrar el
interruptor y sabemos cómo usar el interruptor, cómo
usar nuestro espíritu humano para tener contacto con
el Señor, quien es la electricidad divina. ¡Qué lástima
daría si no pudiéramos encontrar el interruptor o no
supiéramos cómo accionarlo, cómo usarlo, para tener
contacto con el Señor! El interruptor es el espíritu
humano. Cuando hablamos de manejar, usar o tocar
el interruptor, estamos hablando de ejercitar nuestro
espíritu humano. Es tan sencillo. Si pudiera dejar en
ustedes una profunda impresión en cuanto al ejercicio
del espíritu humano, no necesitaría hablar más. ¡Qué
importante es que aprendamos a usar nuestro espíritu
humano, que sepamos cómo usar el interruptor!

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El espíritu humano de Pablo
fue provocado por los ídolos
El apóstol Pablo no sólo podía decir que servía a Dios
en su espíritu, sino que también podía ser provocado
en su espíritu humano cuando vio que toda la ciudad
de Atenas estaba llena de ídolos (Hch. 17:6). No fue
provocado en su parte emotiva, ni en su corazón
ferviente, sino en su espíritu. El pronombre su indica
de manera definitiva que fue el espíritu de Pablo el que
fue provocado. No fue el Espíritu Santo dentro de
Pablo el que fue provocado al ver los ídolos, sino el
espíritu humano de Pablo, el cual había sido
regenerado por Dios el Espíritu y en el cual moraba
Dios el Espíritu. Tal espíritu humano fue provocado al
ver la idolatría de Atenas.
Quizás no sepamos cómo enojarnos en el espíritu, en
el espíritu humano. Existe una gran diferencia entre
enojarse en la parte emotiva y enojarse en el espíritu.
Sabemos cómo enojarnos en la parte emotiva, pero
quizás no sepamos cómo enojarnos en el espíritu.
Supongamos que un hermano me mira con cara larga;
esto puede ofenderme y causar descontento en mí. Mi
tristeza ciertamente está en mi parte emotiva.
Entonces supongamos que él me reprende un poco y
eso causa que me enoje con él. Mi enojo también
proviene de mi parte emotiva. Entonces, supongamos
que más adelante yo veo una debilidad en este
hermano, y en cierto sentido, me siento algo contento
al ver el defecto del hermano, puesto que él me
reprendió, me ofendió y causó que me enojara con él.
El gusto que me dio el defecto en este hermano
también surge de mis emociones. Todos estos

56
sentimientos, mi tristeza, mi enojo y mi descontento
provienen de mi parte emotiva. Por otra parte,
supongamos que me usted me causa tristeza e incluso
me reprende. Sin embargo, cuando le veo como un
querido hermano en una situación donde ha
fracasado, en lo más profundo de mi espíritu
realmente siento lástima por usted. Tal sentimiento
debe ser de mi espíritu. A pesar de que me ha
ofendido, me duele profundamente ver su debilidad.
Existe una gran diferencia entre los sentimientos en la
parte emotiva y los sentimientos en el espíritu.
Muchas veces en la vida de iglesia, nuestros
sentimientos son los que tenemos en la parte emotiva
y no en el espíritu. Cuando algo corresponde con lo
que a nosotros nos gusta tenemos cierto sentimiento
en nuestra parte emotiva y abandonamos a nuestro
espíritu. Incluso cuando vamos a la reunión pareciera
que dejáramos nuestro espíritu en casa. Estamos
presentes en la reunión, pero todos nuestros
sentimientos están en la parte emotiva y no en el
espíritu. Todos tenemos que aprender a ejercitar
nuestro espíritu hasta el grado de saber cómo ser
provocados en el espíritu y enojarnos en nuestro
espíritu. Nunca nos ofenderemos si aprendemos a
permanecer en nuestro espíritu. No debemos
enojarnos excepto cuando este enojo provenga del
ejercicio del espíritu.
Si ustedes son personas que siempre están en su parte
emotiva serán ofendidos por otros en todo tipo de
situaciones. A veces yo ofendo a las personas por no
hablarles, y a veces las ofendo simplemente por
hablarles. Finalmente no sé si hablar o no hablar,

57
puesto que los demás se ofenden tan fácilmente. Es
muy fácil ofender a cualquiera que está en la parte
emotiva. Si por naturaleza ustedes están en gran
medida en la parte emotiva, se ofenderán muy
fácilmente. Sin embargo, les digo a los hermanos, e
incluso con más énfasis a las hermanas, que si están
en su espíritu nadie podrá ofenderlos jamás. Incluso
si alguien les reprende, en lugar de ofenderse,
alabarán al Señor y lo recibirán como algo para su
beneficio, algo que ha sido medido para ustedes por el
Dios que está en el trono.
Ejercitar el espíritu para poner fin a los
chismes
En cualquier sociedad humana, y también en la
iglesia, es muy fácil chismear. Cuando un chisme se
propaga, siempre cambia un poco; se omite algo o se
añade algo. Esto siempre sucede cuando se propaga
un rumor. Por ejemplo, una persona le dice a otra que
algo probablemente sucederá pronto. La segunda
persona repite la historia pero omite la
palabra probablemente. La tercera persona repite la
misma historia, pero como si ya hubiera ocurrido.
El chisme, los rumores y tergiversar las palabras son
medios que propagan muerte. Incluso entre los
hermanos y hermanas se puede presentar esta clase de
problemas. Como un ejemplo de tergiversar palabras
que propagan muerte, quisiera relatarles que en
algunas reuniones les dije a las personas que orar en
el nombre del Señor debería ser una realidad y no una
formalidad. Simplemente añadir las palabras: “En el
nombre del Señor Jesús” al final de una oración puede
ser una formalidad. Mis palabras fueron
58
tergiversadas, y más tarde me acusaron por escrito de
haber dicho que no había necesidad de orar en el
nombre del Señor Jesús. Nunca les dije a las personas
que no había necesidad de orar en el nombre del Señor
Jesús, pero sí les dije que no hicieran de esto una
formalidad. De hecho, yo mismo muchas veces digo en
mi oración: “En el precioso nombre del Señor”. Éste es
un ejemplo de cómo los rumores tergiversan las
palabras y propagan muerte.
Si aprendemos a estar en nuestro espíritu, estaremos
alerta contra los rumores que propagan muerte.
Durante muchos años de experiencia y sufrimiento he
aprendido un secreto para evitar estas situaciones: no
me gusta comunicar las palabras de una persona a
otra. Más bien, he aprendido a aconsejarles a los
hermanos y hermanas que escriban sus mensajes y los
envíen por correo en lugar de depender de mí para
comunicar el mensaje. No me considero confiable,
puesto que es fácil que se me olvide e incluso si me
acuerdo, quizás omita algo, o incluso puede ser que
añada algo a sus palabras. Esto perjudicaría su
mensaje. Si nunca pasamos las palabras de una
persona a otra evitaremos este tipo de sufrimiento en
la vida de iglesia.
Si estamos en el espíritu, muchas cosas llegarían a su
fin. Nunca habría mortandad o situaciones de muerte
en la vida de iglesia producidas por los chismes. En la
vida natural nos gusta conocer las cosas y los asuntos
de otros y como resultado hay chisme. Si estamos en
el espíritu, seríamos tan sencillos. No nos interesaría
saber cosas de los demás, y el chisme llegaría a su fin.
Preferiríamos no saber nada acerca de los demás a

59
menos que fuera necesario debido a la carga que el
Señor nos dio por ellos.
Las riquezas divinas en el espíritu mezclado
Debemos dedicar tiempo a leer y orar-leer todos los
versículos referentes a la manera en que el apóstol
Pablo servía a Dios en su espíritu. Antes Pablo había
sido una persona celosa en su servicio al Dios de sus
antepasados, pero era celoso en sus emociones
naturales. Ahora ya no es celoso en sus emociones
naturales, sino que es ferviente en su espíritu
regenerado y tiene carga en su espíritu.
Hechos 19:21 dice que “Pablo se propuso en espíritu ir
a Jerusalén”, y Hechos 20:22 dice que él iba a
Jerusalén “ligado en espíritu”. Algunas versiones de la
Biblia escriben la palabra espíritu con mayúscula en
estos dos versículos, puesto que en el griego aparece
con el articulo definido: el Espíritu. Es muy difícil
determinar si el espíritu mencionado en Hechos 19:21
y 20:22 es el Espíritu Santo o si es el espíritu humano
de Pablo, puesto que en aquel entonces el Espíritu
Santo era un solo espíritu con el de Pablo. El apóstol
Pablo era una persona que tenía un espíritu mezclado.
Según 1 Corintios 6:17: “El que se une al Señor, es un
solo espíritu con Él”. ¿Quién puede decir si este
espíritu es humano o divino?
Necesitamos ver que todo lo que el Padre es, está
ahora en el Hijo, y todo lo que el Hijo ha obtenido,
logrado y realizado, con todo lo que el Padre es, se
halla ahora en el Espíritu Santo (Jn. 16:14-15), y el
Espíritu Santo, que es la electricidad celestial, ha sido
instalado en nuestro espíritu. ¡Esto es estupendo, es
60
algo muy maravilloso! Estamos unidos al Señor quien
es el Espíritu vivificante. Por tanto, somos un solo
Espíritu con Él (1 Co. 6:17). Siempre que ejercitemos
nuestro espíritu, incluso un poco, el Espíritu divino y
todo-inclusivo con toda la plenitud y las riquezas de la
Trinidad de la Deidad, se mueve inmediatamente
dentro de nuestro espíritu. Todo lo que está incluido
en esta electricidad celestial se mueve y opera en
nosotros. No es algo insignificante prender el
interruptor. Cuando encendemos el interruptor,
obtenemos todos los elementos de la electricidad. Si
ejercitamos nuestro espíritu, todas las riquezas, toda
la plenitud de la Trinidad de la Deidad—el Padre, el
Hijo y el Espíritu— están disponibles a nosotros.
EJERCITAR NUESTRO ESPÍRITU
PARA EL CUERPO DE CRISTO
Hemos visto claramente que el Cuerpo de Cristo está
absolutamente en el Espíritu Santo y que el Espíritu
Santo está absolutamente en nuestro espíritu. Por
tanto, el Cuerpo de Cristo es un asunto totalmente en
nuestro espíritu. El libro de Efesios confirma esto.
Efesios 1 nos dice que sólo podemos ver la iglesia en
nuestro espíritu (vs. 17-23). Efesios 2 nos dice que la
edificación de la iglesia, el Cuerpo, tanto universal
como localmente, es en nuestro espíritu (vs. 20-22).
Después el capítulo 3 nos dice que tenemos que ser
fortalecidos en nuestro hombre interior, el espíritu
humano regenerado (v. 16). El capítulo 4 nos dice que
somos renovados en el espíritu de nuestra mente (v.
23), y el capítulo 5, que tenemos que ser llenos en
nuestro espíritu humano hasta la medida de la
plenitud de Dios (v. 18, con 3:19). Por último, el

61
capítulo 6 nos dice que tenemos que orar como la
iglesia, como el Cuerpo, en el espíritu (v. 18). En todos
estos versículos, podemos ver que el Cuerpo es algo
que es completamente en nuestro espíritu.
Siempre que nos volvemos a nuestro espíritu y
ejercitamos nuestro espíritu, tocamos el Cuerpo,
puesto que el Cuerpo está en nuestro espíritu. Cuando
ejercitamos nuestro espíritu y tocamos el Cuerpo, no
sólo obtenemos poder, sino también la autoridad,
debido a que el Cuerpo se identifica con la Cabeza que
está en el trono, con el señorío, con la posición como
cabeza y el reinado. La autoridad de la Cabeza se halla
en el Cuerpo. Cuando ejercitamos nuestro espíritu,
tocamos el Cuerpo, y cuando tocamos el Cuerpo,
estamos en la autoridad de la Cabeza. Al realizar
cualquier negocio se necesita trabajar con cierto
capital. Podríamos decir que la autoridad de la Cabeza
es el capital para nuestro servicio. El capital que
necesitamos para servir es la autoridad de la Cabeza,
y la manera de tocar esta autoridad es por el ejercicio
de nuestro espíritu. Tocamos el poder de la
electricidad al encender el interruptor. De la misma
manera, tocamos la autoridad de la Cabeza cuando
ejercitamos nuestro espíritu. Esto no es un asunto
insignificante.
Muchos queridos santos son débiles puesto que dañan
su espíritu. Entonces, en la práctica, se encuentran
fuera de la realidad del Cuerpo. Cuando estamos fuera
de la realidad del Cuerpo, somos impotentes,
carecemos de poder porque hemos perdido la
conexión práctica con el Cuerpo. Nuestro espíritu
puede ser dañado por un poquito de chisme, una

62
pequeña murmuración o un pequeño descontento.
Incluso un pedazo de papel muy delgado que se mete
entre los cables del interruptor puede cortar la
corriente eléctrica. Cuando esto ocurre, se pierde el
poder. Alguna murmuración, algún chisme o estar un
poco descontentos con ciertos hermanos es suficiente
para cortarnos del fluir de la electricidad divina.
Quizás pensemos que un chisme o alguna crítica de
otros no tiene importancia. Pero tal como un pedazo
de papel muy delgado puede cortar la corriente
eléctrica, un solo chisme o crítica es suficiente para
sacarnos del espíritu, y por tanto, sacarnos de la
realidad del Cuerpo. Por experiencia, conozco muy
bien que un asunto muy pequeño en mi espíritu puede
desconectarme del fluir de la electricidad celestial.
Entonces mi experiencia del poder y de la autoridad se
acaba, se termina por completo. Ya no hay poder ni
autoridad, puesto que el poder y la autoridad de la
Cabeza están en el Cuerpo y no en mí de forma
individual, y el Cuerpo es un asunto totalmente en el
espíritu. Por tanto, todo el tiempo necesitamos
mantenernos en nuestro espíritu conectado al
Espíritu Santo. Entonces no sólo tendremos el poder,
sino también la autoridad de la Cabeza. Cuando nos
volvemos al espíritu, entramos en la realidad del
Cuerpo, y en el Cuerpo somos vigorizados y
autorizados por la Cabeza.
Ministrar a Cristo
a los demás al ejercitar el espíritu
El propósito principal del servicio espiritual consiste
en ministrar vida a los demás, ministrar a Cristo a los
demás. Este Cristo está en nuestro espíritu como vida.
63
Si no sabemos cómo ejercitar nuestro espíritu, cómo
aplicar nuestro espíritu, nos resultará imposible
ministrar a Cristo como vida a los demás. Quizás no
ministremos vida, sino que ministremos
conocimiento, enseñanzas teóricas, puesto que no
sabemos cómo ejercitar nuestro espíritu y debido a
que no estamos en nuestro espíritu. En esa clase de
ministerio no hay vida y no se ministra al Cristo
viviente.
Demostración del Espíritu
En 1 Corintios 2:4 Pablo dice que, cuando fue a los
corintios, él no usó palabras atractivas y persuasivas,
sino que fue a ellos con demostración de su espíritu.
“Ni mi palabra ni mi proclamación fue con palabras
persuasivas de sabiduría, sino con demostración del
Espíritu y de poder”. Las palabras persuasivas de
sabiduría provienen de la mente humana y salen de la
boca; la demostración del Espíritu procede del
espíritu humano. Las palabras de Pablo procedían de
su espíritu con la liberación del Espíritu y por tanto
con poder. Quizás los corintios pensaban que Pablo
era un insensato, pero ahí estaba la demostración del
Espíritu. Donde está la demostración del Espíritu, allí
también está el poder. No se trata de hablar con
palabras persuasivas de sabiduría mediante el
ejercicio de nuestra mente, sino de ejercitar nuestro
espíritu para liberar a Cristo como vida y ministrarlo
a otros.
En la reuniones de la iglesia, todos debemos actuar
con la demostración del Espíritu. No nos debe
importar hablar con elocuencia. Todos tenemos que
demostrar nuestro espíritu. En vez de elocuencia,
64
necesitamos expresión. La expresión es diferente de la
elocuencia. La elocuencia es algo natural. Algunas
personas nacen con elocuencia y otras carecen de
elocuencia y son torpes al hablar. Sin embargo, es
posible que sepan como demostrar el Espíritu y tener
la expresión adecuada. La expresión procede del
espíritu.
Nuestra única necesidad es aprender a ejercitar
nuestro espíritu humano. Cristo ha logrado todo, ha
obtenido todo y ha alcanzado la posición de ser
Cabeza. Todo está terminado, todo está listo, y gracias
a Él todo ha sido instalado en nosotros. Por mi propia
experiencia, puedo decirles que lo necesario es
aprender a ejercitar nuestro espíritu.
El bautismo del Espíritu Santo
sobre el Cuerpo
Hoy muchos cristianos que hablan del bautismo del
Espíritu Santo. Por más de cuarenta años he prestado
atención a este asunto en diferentes grupos de
creyentes que intentaban de diferentes maneras
experimentar el bautismo del Espíritu Santo. Ahora
puedo darles las buenas noticias que el bautismo del
Espíritu Santo ya se ha llevado a cabo completamente
sobre el Cuerpo, de la misma manera que la
crucifixión de Cristo ya ha sido realizada. Al final de la
crucifixión el Señor Jesús dijo: “Consumado es” (Jn.
19:30). Para llevar a cabo la redención, la crucifixión
ya ha sido consumada. Por tanto, la redención hoy es
un hecho consumado. No hay necesidad de que
hagamos algo o de que Él haga algo. Simplemente
necesitamos recibirla. El bautismo del Espíritu Santo
sigue el mismo principio. La Cabeza ascendida ha
65
bautizado a toda la iglesia, Su Cuerpo, en el Espíritu
Santo (1 Co. 12:13). Este bautismo es un hecho
consumado y se ha realizado sobre el Cuerpo.
En el Día de Pentecostés la Cabeza bautizó la parte
judía de Su Cuerpo directamente introduciéndola en
Sí mismo (Hch. 2:4). Después, en la casa de Cornelio,
la Cabeza ascendida bautizó la parte gentil de Su
Cuerpo introduciéndola en Sí mismo (10:44-47).
Puesto que la Cabeza bautizó al Cuerpo directamente
en estas dos ocasiones no hubo imposición de manos.
Por medio de estos dos pasos, con estas dos secciones
del bautismo que Él realizó, la Cabeza ascendida ya ha
llevado a cabo el bautismo del Espíritu Santo sobre el
Cuerpo. De ese momento en adelante, todos aquellos
que son salvos y se unen al Cuerpo disfrutan del
bautismo sobre el Cuerpo. En algunos casos en
particular existe la necesidad de la imposición de
manos, como en Hechos 8:14-17; 9:17; y 19:2-7.
Imponer las manos sobre alguien significa representar
al Cuerpo y aceptar al nuevo miembro para
transmitirle lo que está sobre el Cuerpo. Como hemos
visto, el Cuerpo está en nuestro espíritu. Por tanto,
siempre que nos volvemos a nuestro espíritu, tenemos
derecho a reclamar el bautismo del Espíritu Santo. El
bautismo del Espíritu Santo es nuestro. Lo único que
todos necesitamos aprender es a ejercitar nuestro
espíritu.
Una vida flexible en el espíritu
Hemos cubierto dos aspectos principales del ejercicio
del espíritu. Número uno, que para tocar el Cuerpo y
tener la autoridad en el Cuerpo, necesitamos
volvernos al espíritu. Después, número dos, que para
66
ministrar a Cristo como vida a otros necesitamos
volvernos al espíritu. Este último punto requiere más
ejemplos. Supongamos que tengo la carga de visitar a
cierto hermano. Como norma general, antes de ir
oraría y consideraría qué iba a hacer y qué le iba a
decir. Entonces llevaría a cabo lo que había decidido.
Pero digo enfáticamente que esto es incorrecto. Con el
tiempo aprendí la lección de orar solamente: “Señor,
voy a visitar a mi hermano. Señor, Tú ven conmigo. No
sé qué decir, pero Tú sabes”. Muchas veces en el
pasado decidí decirle algo a un hermano, pero cuando
me encontré con él, había algo diferente en mi
espíritu. Si hubiera llevado a cabo lo que había
decidido, habría estado en la mente y no en el espíritu.
No debemos hacer esto. Debemos estar abiertos a que
el Señor nos guíe y ser flexibles hacia Él. Muchas veces
antes de ir a ver a un hermano, tenía la carga de decir
algo, pero cuando llegó el momento no dije nada.
Simplemente estaba allí, eso es todo. El hermano me
preguntaba por qué había venido y le decía que
simplemente había venido para estar allí con él.
Finalmente, esto acabó siendo la mejor manera. Todos
necesitamos aprender a estar en el espíritu. A veces
tuve que cambiar lo que iba a decir a la mitad de la
oración. Después de haber enunciado el sujeto, tuve
que cambiar el predicado en lugar de lo que había
planeado. Sin ese cambio, hubiera causado daño, pero
con el cambio se produjo algo de provecho en lugar de
daño. Todos tenemos que aprender a estar vivientes
en nuestro espíritu, a ser flexibles en el espíritu, sin
haber decidido nada, sin tener nada establecido, nada
predeterminado. Ésta es una lección que tenemos que
aprender. Si ejercitamos nuestro espíritu, estamos en
el Cuerpo, tenemos derecho, obtenemos la autoridad
67
con el Cuerpo y tenemos algo de Cristo que ministrar
a los demás como vida, puesto que estamos en el
espíritu con Él. Él es el Espíritu vivificante y como tal
está en nuestro espíritu. Si ejercitamos nuestro
espíritu, Él se manifestará junto con el ejercicio de
nuestro espíritu y eso sería vida que se ministra a los
demás.
Ya no somos polvo para ser el alimento
de la serpiente
En el aspecto negativo, todos sabemos que en la Biblia
Satanás, el maligno, es representado por una
serpiente. En Génesis 3, Dios destinó a la serpiente a
comer polvo. El polvo es la comida de la serpiente.
Todos necesitamos darnos cuenta de que nuestra vida
natural es una vida compuesta de polvo. Nuestra vida
natural, nuestra vida del alma, está llena de polvo, es
muy terrenal y sirve de comida para la serpiente, el
diablo. Siempre que actuemos en el alma, calificamos
para ser la comida de la serpiente. No deben pensar
que un chisme es algo insignificante. Un solo
chismecito nos convierte en buen alimento para la
serpiente. En 1 Pedro 5:8 se nos dice que el diablo,
como león rugiente, anda alrededor buscando a quién
devorar sobre la tierra. Sin embargo, él no es tonto,
por lo contrario, es muy astuto y es muy sutil. Él puede
entrar en nosotros sin que nos demos cuenta de que lo
ha hecho, tal como lo hacen los gérmenes, los cuales
no podemos ver, entran en nosotros y nos causan
enfermedad. Antes de que nos demos cuenta de que la
serpiente está allí, él ya nos ha comido.
La única manera de escaparse de ser devorado por la
serpiente es volvernos a nuestro espíritu. Siempre que
68
vivamos, nos comportemos, actuemos, nos movamos
y hagamos cosas en el alma, somos aptos para que la
serpiente nos coma. Ésta es la razón por la cual hay
muchos miembros en el Cuerpo, pero sólo unos
cuantos ejercen su función. Muchos son comida para
la serpiente. ¡Los pequeños zorros son tan astutos, tan
sutiles! Algunos hermanos y hermanas se ofenden
porque alguien puso una cara larga. Otros se ofenden
al escuchar algunas instrucciones o comunión que no
es de su agrado. Entonces los que están ofendidos
intentan justificarse al ir a éste y a aquél para afirmar
que están en lo cierto y que los demás están
equivocados. Quizás estén en lo correcto, pero en ello
son comida para el enemigo. Una vez que nos
involucremos tan solo un poco en este tipo de
situación, experimentaremos muerte en nuestro
interior.
Por experiencia, hemos aprendido que el problema
hoy en la práctica de la vida de iglesia radica
completamente en nosotros. Si nos mantenemos en el
espíritu todo el tiempo, nunca seríamos comida para
alimentar a la serpiente. Que el Señor tenga
misericordia de nosotros. No importa si me ponen
cara larga, no importa que tipo de instrucciones o
comunión me den, debo estar en el espíritu. Mientras
esté en el espíritu, ya no sirvo de alimento para la
serpiente.
Solamente las cosas terrenales, las cosas llenas de
polvo, son comida para la serpiente. La vida carnal y
la vida del alma son aptas para servir de comida para
la serpiente. Por ello, en la vida de iglesia, no hay
posibilidad de que vivamos en el espíritu y aun así

69
haya críticas, autovindicación y auto-justificación.
Todos sabemos que siempre que decimos algo a favor
de nosotros mismos, siempre que vindicamos algo
nuestro, se termina la experiencia del espíritu. Quizás
tengamos razón según el árbol del conocimiento del
bien y del mal, pero somos aptos para servir de comida
para la serpiente. Propagamos muerte a los demás, y
nosotros mismos somos absorbidos por el enemigo.
Entonces estamos derrotados. Podemos ir a la reunión
y participar del servicio, pero no habrá vida ni
ministerio de vida. No habrá espíritu ni nada viviente.
La vida no puede imitarse ni copiarse. Si nos ponemos
de pie para hablar sin vida, los demás podrán detectar
la muerte y el efecto de la muerte, puesto que no
estamos en el espíritu, sino en el alma. La práctica de
la vida de iglesia es algo que se lleva a cabo
exclusivamente en el espíritu humano.
Siempre y cuando estemos en el espíritu humano,
estamos en el Cuerpo, tenemos la autoridad, no sólo el
poder, sino también la autoridad en el Cuerpo y somos
uno con Cristo para ministrarle como vida. También
somos liberados de la sutileza de la pequeña serpiente,
la cual nunca nos podrá comer y hacernos daño debido
a que estamos en el espíritu.
CAPÍTULO CINCO
SERVIR POR MEDIO DE ORACIÓN
Lectura bíblica: Hch. 1:14; 2:42; 3:1; 4:31; 6:4; 10:9;
11:5; 12:5, 12; 13:2-3; 14:23; 16:25-26; 20:36; 21:5;
22:17: 28:8

70
A fin de servir al Señor y a la iglesia, es necesario que
estemos en el Cuerpo y que sirvamos en el Cuerpo, y
también es necesario que sirvamos en nuestro espíritu
humano. Ya hemos abordado estos dos puntos. El
tercer punto acerca del servicio es que tenemos que
servir en oración, servir por medio de oración.
Si consideramos todos los versículos en el libro de
Hechos relacionados con la oración, veremos que los
primeros cristianos servían al Señor por medio de
oración. Si estudiamos el contenido de todos los
versículos, si los leemos y los oramos-leemos, veremos
que los que servían tomaron el camino de la oración.
Quizás nos sorprenda cuánto del servicio descrito en
el libro de Hechos era un asunto de oración. El libro
de Hechos es un libro grande, que cubre un período
largo, e incluye a muchos servidores: Pedro y los otros
discípulos quienes hicieron de Jerusalén su centro y,
después, el apóstol Pablo con sus colaboradores
quienes tomaron Antioquía como otro centro. En
todos los capítulos no se puede encontrar ni un solo
versículo que nos muestre que hicieron un plan, algún
programa, algún itinerario o incluso una convención o
conferencia para hablar acerca de la organización de
su servicio al Señor. En cada caso todos los servidores
servían de una manera, y ésta se llevaba a cabo por
medio de oración. Cada aspecto de su servicio, cada
parte de su labor para el Señor se iniciaba por medio
de oración. Éste es un punto crucial. No tenían otro
camino, no usaban otro método y no usaban ningún
otro medio para la obra del Señor, para Su servicio,
sino el camino único de la oración. El camino que
tomaron fue totalmente diferente del camino que
toman las organizaciones religiosas actuales. En los
71
primeros días de la iglesia, los apóstoles y todos los
santos servían al Señor por medio de oración. Tiene
que impresionarnos este punto crucial: no tenían otro
camino, no tenían ningún otro método, ni ningún otro
medio, sino la oración.
EL CAMINO DE ORACIÓN PARA EL MOVER
DEL SEÑOR
En cuanto a un asunto práctico entre nosotros,
sentimos que el Señor nos está guiando a que algunos
de los santos se muden de Los Ángeles a otras
ciudades el próximo año, 1970. En nuestra comunión,
le hemos llamado a este mover del Señor entre
nosotros una migración. Muchos queridos hermanos
están listos para mudarse para así extender el recobro
del Señor en este país. Sin embargo, tengo una
profunda convicción dentro de mí, de que todos
tenemos que entender claramente que la migración no
es un asunto de organización humana, no es un
movimiento en las manos del hombre, sino algo
completamente en el espíritu. Necesitamos claridad
en cuanto a muchos asuntos prácticos: quién debe
quedarse aquí en Los Ángeles para mantener un
testimonio fuerte, quién tiene que mudarse a otras
ciudades, qué ciudades necesitan ser tomadas y quién
debe ir a ésta o aquella ciudad. Realmente creemos
que éste es el mover del Señor entre nosotros, pero
para cada uno de nosotros debe ser un asunto en el
espíritu. La única manera de obtener claridad en
cuanto a todos estos asuntos prácticos es por medio de
oración, no por medio de organización ni asignación
humana.

72
Aquellos que tienen la claridad de mudarse necesitan
orar mucho para conocer adónde deben ir. Nadie sabe
lo que es lo que el Señor va a hacer ni nadie puede
predecir adónde lo va a guiar el Señor. Todos debemos
orar. Sería maravilloso que el Señor nos guiara de tal
manera que algunos se mudaran y que de esta manera
se cubrieran todas las ciudades principales de este
país. Sin embargo, en la etapa inicial, quizás Él guíe a
los hermanos y hermanas a cubrir solamente las
ciudades principales en la costa occidental. Tal vez en
la primera etapa, el Señor guíe a los santos a cubrir
sólo algunos de los puntos estratégicos, y después tal
vez algunos más en la próxima etapa. Todo este asunto
no está en nuestras manos. Estamos en el recobro del
Señor y tenemos que abandonar la vieja manera
religiosa y ser completamente liberados de la
influencia de esa vieja manera de hacer las cosas.
En los asuntos prácticos como éstos que se relacionan
con el mover del Señor, no debemos esperar que los
que toman la delantera o ninguna otra persona nos
diga qué debemos hacer o adónde debemos ir. El
camino de organización está mal, y tenemos que ser
liberados de su influencia, la vieja manera que se
practica en la religión. Debemos regresar a la Palabra
pura para ver cuál era el camino que tomaron los
primeros cristianos que servían al Señor. No había
organización, ni arreglos, ni itinerario, ni planes ni
recaudación de fondos. Casi no hubo mención de
dinero o finanzas, y nadie controlaba la situación. La
conferencia que se presenta en Hechos 15 no se
relacionaba con la obra, sino con la enseñanza, la
doctrina y la fe de la iglesia.

73
Si eliminan todos los itinerarios, los programas, los
planes, las convenciones, las conferencias, la
recaudación de fondos, las conversaciones acerca del
dinero y la manipulación de los hombres: si eliminan
todas estas cosas, quedaría muy poco en las
organizaciones religiosas actuales. Creo que
entendemos claramente que no deseamos tomar ese
camino en el recobro del Señor. Aunque no tengamos
la intención de seguir dicho camino, me preocupa que
algo de esa vieja manera de hacer las cosas aún
permanezca en nosotros, que nos influya de forma
inconsciente y subconsciente. Debido a esa influencia,
quizás pensemos que después de un período de
entrenamiento en Los Ángeles seremos enviados a
otra ciudad. Según nuestras consideraciones,
entonces, haríamos de nuestro entrenamiento un
seminario, una escuela bíblica o un instituto bíblico.
Pero absolutamente, ésta no es la manera en que
opera el Señor y no es el camino que estamos
siguiendo. El camino del Señor es el camino de
oración. Es muy necesario que entendamos de manera
profunda que el Señor opera absolutamente por
medio de oración.
En cuanto a los asuntos prácticos acerca de quién debe
ir a cuál ciudad, quién ira con quién, cuándo será el
momento correcto para que algunos vayan, y de qué
manera podrán ir, el Señor es quien decide. En cuanto
a estos asuntos, simplemente debemos orar. No
debemos esperar que los que toman la delantera
hagan ciertos arreglos y luego asignen. De hecho, sería
fácil que los que toman la delantera asignaran a cierto
número de familias a esta ciudad y cierto número a
otra ciudad, pero el Señor no opera de esa manera.
74
Realmente tenemos que ser muy impresionados con
la necesidad de tomar el camino del Señor. El camino
del Señor es absolutamente un camino de oración.
EL CAMINO DE ORACIÓN PARA NUESTRO
SERVICIO
El camino de oración del Señor no es solamente para
cuando nos mudemos a otras ciudades a fin de
extender el recobro del Señor, sino que también es la
manera de cuidar de todos los asuntos como la
limpieza del salón de reunión y el arreglo de las sillas
para la reunión. Para hacer estas cosas prácticas y
cotidianas, necesitamos mucha oración. Sería muy
bueno ver que muchos santos sirvan en la iglesia sin
ningún tipo de arreglo y sin ser asignados, sino que
todos sirven por medio de oración. Que maravilloso
sería que todo el servicio se llevara a cabo por medio
de oración.
Para servir por medio de oración, es necesario que
sirvamos en nuestro espíritu humano. Éste es el
asunto más importante. La oración es una actividad
totalmente relacionada con el espíritu humano. Tal
como la vista depende de los ojos, el oír de las orejas y
el caminar de los pies, la oración depende totalmente
del espíritu. Servir por medio de la oración significa
servir por medio del uso de nuestro espíritu humano.
La manera de usar nuestro espíritu humano, de
ejercitar nuestro espíritu, es orar. Por tanto, decir que
servimos por medio de oración equivale a decir que
servimos en el espíritu.
Esperamos que cada miembro sea un miembro que
ejerza su función, pero no nos gusta ver que ejerzan su
75
función debido a que fueron asignados por los que
llevan la delantera. La manera única de reunirnos y
servir es por medio de la oración. Tenemos una gran
necesidad de orar cuando servimos juntos. Cuando
venimos para arreglar las sillas para la reunión, cada
uno de nosotros tiene que venir con mucha oración.
Entonces, antes de empezar a arreglar las sillas,
necesitamos orar juntos: orar mucho por el arreglo,
orar por la manera en que los santos se van a sentar,
orar por nuestro servicio, orar por todo lo que
vayamos a hacer en el servicio de la iglesia. Existe una
gran diferencia entre el servicio que está lleno de
oración y el servicio que se lleva a cabo sin oración.
Estas dos clases de servicio son totalmente distintas:
la primera es un servicio lleno de oración, incluso con
mucha oración que se derrama sobre el servicio; y la
segunda, es un servicio que sólo consiste en hacer
muchas cosas. Existe una gran diferencia entre las
dos.
Igualmente, hay una gran diferencia si visitamos a los
santos o a los incrédulos llenos de oración o los
visitamos con muy poca oración. Sin la oración, el
servicio será pobre. Las riquezas, incluso el poder que
enriquece el servicio, provienen de mucha oración.
Necesitamos apetito por la oración. No sólo tenemos
que orar de forma individual, sino que debemos venir
para orar juntos. No debemos intentar iniciar nada,
comenzar nada, ni hacer nada sin la oración adecuada.
Necesitamos aprender a orar adecuadamente.
EL CAMINO DE ORACIÓN EN HECHOS
Si leemos el libro de Hechos, incluso si leemos este
libro una y otra vez, quizás nos sorprenderíamos al no
76
encontrar ni siquiera un solo indicio que nos muestre
que en los primeros días los apóstoles y los discípulos
intentaron usar otro medio aparte de la oración para
resolver sus problemas y llevar a cabo su labor. Cuanto
más leemos este libro, más nos damos cuenta de que
la oración era la única manera, el único camino, que
usaron para enfrentarse con todas sus situaciones.
Perseveraron unánimes en oración
Si estudiamos los versículos relacionados con la
oración en el libro de Hechos, encontraremos muchos
puntos cruciales en cuanto a la oración. El comienzo
del servicio cristiano en todo el universo está escrito
en el primer capítulo de Hechos, y ese comienzo
dependía totalmente de la oración. Los primeros
cristianos empezaron el servicio por medio de oración.
“Todos éstos perseveraban unánimes en oración y
súplica con las mujeres, y con María la madre de
Jesús, y con Sus hermanos” (v. 14). Todas las palabras
en el texto original de este versículo son muy
significativas, especialmente porque nos ayudan a
entender de qué manera empezaron a orar los
discípulos. Este versículo comienza con las
palabras todos éstos, lo cual indica que la oración que
se llevó a cabo allí, fue la oración de un grupo
corporativo, no la oración de personas individuales.
Habían ciento veinte personas, incluyendo a los doce
discípulos y a los demás. Es importante que se haya
mencionado a las hermanas aquí, y una de ellas por
nombre. Esta oración que se llevó a cabo en el
aposento alto es la oración corporativa, la oración de
un grupo corporativo y no de personas individuales.

77
Aquí vemos dos asuntos que son de especial interés.
El primero es que perseveraban en oración, y el
segundo es que oraban unánimes. La traducción no es
adecuada para poder expresar todo el significado de
las palabras de este versículo en el griego original.
Ellos se entregaron, se dedicaron a la oración con un
espíritu de perseverancia. Ellos perseveraban en la
oración. Incluso se entregaron a la oración.
Ciertamente podemos darnos cuenta de que lo que
indica este versículo no es que oraban ocasionalmente
en esos diez días. Realmente creo que en esos diez días
no hicieron nada más que orar. Se dedicaron con
perseverancia, continuamente y con persistencia a la
oración.
Espero que algunos de los hermanos que tienen carga
para mudarse a otras ciudades a fin de extender el
recobro del Señor se reúnan para dedicarse a esta
clase de oración perseverante con miras al mover del
Señor.
El segundo punto importante es que los primeros
discípulos eran unánimes en su oración. La palabra
griega homothumadónque se usa aquí tiene mucho
significado. Indica que todos tenían una misma
manera de pensar, la misma voluntad y el mismo
propósito. Todos eran uno solo, no solamente en un
solo espíritu a fin de orar en espíritu, sino que tenían
un solo sentir, una sola voluntad y un solo propósito.
Cuando venimos a orar para servir en la iglesia
tenemos que ser unánimes. Quizás nos reunamos para
servir, pero tal vez cada uno de nosotros venga con sus
propios pensamientos, voluntad y propósito. Usted
tiene su sentir y yo tengo el mío. Usted tiene su

78
voluntad y yo tengo la mía. Usted tiene su propósito y
yo tengo el mío. Entonces en la oración quizás nos
peleemos. En la oración usted pelea por su sentir, su
voluntad y su propósito, y yo peleo por los míos.
¿Acaso puede prevalecer este tipo de oración? Esta
clase de oración no puede tocar el trono de autoridad.
Cuando nos reunimos para orar, cada uno de nosotros
tiene que olvidarse de su propio sentir, voluntad y
propósito. Tenemos que adoptar el sentir de Cristo,
aceptar la voluntad del Señor y tener carga por el
propósito de Dios. Entonces seremos uno. No
solamente en espíritu, sino que también tendremos un
solo sentir, una sola voluntad y un solo propósito.
Quizás no nos hemos dado cuenta de que el Espíritu
Santo ya estaba con los discípulos antes del Día de
Pentecostés. Si el Espíritu que mora en los creyentes
no hubiera estado con los discípulos, hubiera sido
imposible que las ciento veinte personas fueran
unánimes en oración por diez días. Es cierto que aún
no habían recibido el derramamiento del Espíritu
Santo, el bautismo externo del Espíritu Santo, pero en
el día de resurrección, cuando el Señor sopló en ellos
y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”, ellos recibieron
el Espíritu de vida que mora en los creyentes (Jn.
20:22). Por tanto, aquí en Hechos 1, antes del Día de
Pentecostés, ellos eran muy espirituales. No tenían
mucho poder, pero eran muy espirituales. De ninguna
otra manera ciento veinte personas hubieran podido
tener un solo sentir, una sola voluntad y un solo
propósito por diez días.
¡Cuánto necesitamos esta clase de oración entre
nosotros! Los hermanos y hermanas tienen que seguir

79
al Señor y reunirse para orar y dedicarse
continuamente y con perseverancia a esta clase de
oración con un solo sentir, una sola voluntad y un solo
propósito. El hombre no debe arreglar las cosas
prácticas del servicio y hacer asignaciones; más bien,
todo el servicio debe proceder de esta clase de oración.
Una continuación de personas que oraban
No sólo los apóstoles, el primer grupo de servidores,
oraban de esta manera, sino también el primer grupo
de nuevos creyentes, después del Día de Pentecostés,
perseveraban en la oración de la misma manera.
“Perseveraban en la enseñanza y en la comunión de
los apóstoles, en el partimiento del pan y en las
oraciones” (Hch. 2:42). Ellos perseveraban orando de
la misma manera debido a que vieron el ejemplo. Ellos
fueron llevados al Señor por un grupo de servidores
que oraban de esa manera. Por tanto, después de
recibir al Señor, ellos llegaron a ser iguales que los
líderes. Los servidores oraban, y los que fueron
convertidos a través de ellos, también oraban de la
misma manera. En Hechos 1 podemos ver a los
servidores que oraban, y en el capítulo 2 vemos a los
conversos que oraban.
Si nosotros no somos personas que oran todo el
tiempo, nunca podremos hacer que las personas que
llevemos al Señor oren continuamente. La clase de
persona que somos determina la clase de persona que
vamos a engendrar. Las personas que llevemos al
Señor, los nuevos conversos, serán un reflejo de lo que
nosotros somos. Solamente una persona que ora todo
el tiempo puede guiar a otros al Señor y hacer que ellos
oren todo el tiempo. Lo que necesitamos ver con esto
80
es que si los hermanos que llevan la delantera en la
iglesia no son personas de oración, los demás en la
iglesia tampoco serán personas de oración. No
importa cuánto exhorten a los santos a que oren, la
exhortación de los que toman la delantera queda en la
esfera de la doctrina y enseñanza si ellos mismos no
oran. Su exhortación no guía al rebaño. En un rebaño,
las primeras ovejas siguen cierto camino y todas las
demás les siguen en el mismo camino.
En Hechos 4:31 podemos ver una demostración del
poder de la oración corporativa. “Cuando hubieron
orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y
todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con
denuedo la palabra de Dios”. Por medio de la oración
hicieron temblar la tierra, y al orar recibieron poder.
Por medio de la oración fueron capaces de hablar la
palabra de Dios con denuedo. Temo que muchas
veces, cuando los queridos hermanos ejercen sus
funciones en nuestras reuniones no tienen denuedo.
Las hermanas tratan de disculparse diciendo que son
más débiles. Pero no debe haber excusas. Todos
nosotros debemos orar adecuadamente a fin de ser
equipados y capacitados para hablar en las reuniones
con denuedo.
Hechos 6 dice que no es correcto que los apóstoles
dejen la palabra de Dios y la oración para cuidar de
asuntos relacionados con la comida. Los apóstoles les
dijeron de nuevo a las personas que iban a perseverar
en la oración (proskarteresomen, la misma palabra
que se usa en Hechos 1:14): “Nosotros perseveraremos
en la oración y en el ministerio de la palabra” (Hch.
6:4). Ellos se dedicaron con perseverancia a la

81
oración. Aquí se menciona la oración antes que el
ministerio de la Palabra, lo cual indica que la oración
es más importante que el ministerio de la Palabra. El
poder, la vida y el impacto de la Palabra provienen de
la oración. Por tanto, debemos orar antes de ministrar
la Palabra, y todos debemos orar antes de venir a la
reunión para profetizar. Sin un espíritu de oración, es
muy difícil tener un espíritu de profecía.
El Señor nos habla en la oración
En Hechos 10 nos debe impresionar mucho que tanto
Pedro como Cornelio tenían una hora específica
apartada para la oración, un tiempo de oración. Este
asunto ya había sido mencionado en Hechos 3:1,
cuando Pedro y Juan fueron al templo a la hora de
oración. En ese entonces ellos no entendían todo
claramente. Al principio, no se daban cuenta de que ya
no había necesidad de ir al templo físico. Pero más
adelante, en el capítulo 10, Pedro estaba en la azotea,
y la azotea era su templo (v. 9). Cornelio oraba en su
casa, y esa casa llegó a ser un templo para él (vs. 2-4).
Tanto Pedro como Cornelio tenían horas específicas
de oración, horas establecidas para orar y guardaban
esos tiempos para orar. La visión referente a que los
gentiles iban a entrar en el Cuerpo fue revelada a los
dos por medio de oración. Por un lado, Cornelio
recibió la visión por medio de la oración, y por el otro,
Pedro también recibió la visión por medio de la
oración. Tenemos que notar que todo este asunto se
llevó a cabo por medio de oración.
Debe haber muchos testimonios entre nosotros acerca
de cómo el Señor nos ha hablado por medio de la
oración y cómo nos ha reunido para servir por medio
82
de la oración. Deseo oír tales testimonios antes de que
llegue el momento de partir para otras ciudades, para
emigrar. Quizás escuchemos que el Señor ha agrupado
a ciertas familias para Su mover, pero no por medio de
sus discusiones, sino por medio de su oración. Cosas
así han transcurrido entre nosotros en el pasado. Una
vez cuando estaba orando, el Señor me habló algo en
cuanto a un hermano. Al mismo tiempo, mientras que
el hermano estaba orando, el Señor le habló algo
acerca de mí y acerca de los dos. Entonces, cuando nos
encontramos, descubrimos que el Señor nos había
hablado a los dos de la misma manera en nuestra
oración. Según este principio, el Señor muchas veces
confirma Su hablar al decir lo mismo a dos personas
separadamente mientras éstos oran.
Un testimonio de nuestra experiencia
Recibí el llamado del Señor en 1925, pero fue sólo ocho
años más tarde que me atreví a dejar mi empleo para
servir al Señor de tiempo completo. En agosto de 1933
el Señor había arreglado ciertas cosas en mi entorno
para obligarme a dejar mi empleo. Me sentía
presionado, no sólo exteriormente, sino también
interiormente. Tenía carga debido a la necesidad que
había a mí alrededor y sentía presión debido al placer
que sentía del Señor en mi espíritu. Había un
verdadero placer en mi espíritu con la perspectiva de
dejar mi empleo. Sin embargo, en aquel entonces,
hace treinta y seis años, en la región donde vivía no
existía tal situación donde una persona seguía el
camino de servir al Señor sin ser contratado por
alguien o mantenido por alguna organización. Era
bastante difícil considerar tal aventura.

83
Durante ese mes había una gran lucha dentro de mí.
Interiormente me sentía presionado y molesto a tal
punto que sentía que no podía seguir adelante, incluso
que no podría vivir si no dejaba ese empleo; sin
embargo, no me atrevía a hacerlo. Para mí, ese
pequeño trabajo era como el pequeño barco para
Pedro. Si dejaba el barco, sería el segundo Pedro que
saltaba al mar. Por tanto, decidí que no iba a ser tan
insensato; me quedaría con el pequeño barco. En las
tres primeras semanas de agosto estaba
extremadamente molesto y perplejo, y tenía un
tiempo de lucha muy difícil con el Señor sobre este
asunto.
Después de la reunión de oración el miércoles 23 de
agosto, fui a mi estudio y me quedé allí a solas con el
Señor hasta la medianoche. En un momento
determinado era imposible orar. Pareciera que el
Señor me decía: “Hemos terminado de hablar. Si
sigues este camino, síguelo. Si no lo tomas, no lo
tomes, eso es todo; he terminado contigo. Ya no hay
nada más que hablar”. No dije “Amén” a mi oración,
con lágrimas simplemente dije: “Está bien, lo seguiré”.
Eso fue todo.
El día siguiente presenté mi renuncia y un día después
recibí una carta de Manchuria que me invitaban a que
fuese a ministrarles. Ésta fue mi primera invitación
para ir a un lugar lejano a fin de ministrar la Palabra
del Señor. Ésa fue una confirmación clara de mi
decisión. Pero fíjense lo que pasó. Cuando regresé de
Manchuria a mediados de septiembre, había una carta
que me estaba esperando en casa. Tenía la fecha del 17
de agosto, exactamente en medio de esas tres semanas

84
en las cuales yo estaba luchando con el Señor. La carta
fue escrita por el hermano Watchman Nee. La había
escrito a bordo de un barco en el Mar Mediterráneo en
su camino de regreso de Inglaterra a China, y me llegó
a mediados de septiembre, después de regresar de mi
viaje por el ministerio del Señor a Manchuria.
La carta era corta. No acostumbrábamos escribirnos y
había transcurrido mucho tiempo desde la última vez
que nos habíamos puesto en contacto. En el período
de un año quizás nos escribimos una o dos veces. De
repente una carta tan corta me llegó, escrita
exactamente durante el tiempo en que estaba
luchando con el Señor. Nunca me olvidaré lo que
decía. “Querido hermano Witness, en cuanto a tu
futuro, siento que tienes que servir al Señor a tiempo
completo. ¿Cuál es tu sentir? Que el Señor te guíe”.
¡Me emocioné y estaba lleno de alegría! Dije: “Señor,
Tú me das mucha gracia. Ésta es la segunda
confirmación”. Dos cartas confirmaron la renuncia a
mi trabajo, primero la de Manchuria, y después la del
hermano Nee.
El día que recibí esa carta tomé la decisión de ir a
Shanghái a ver al hermano Nee y descubrir por qué
había escrito esa carta. Me dijo que un día, mientras
estaba en el Mediterráneo estaba considerando ante el
Señor el mover del Señor y Su recobro en China.
Durante ese tiempo tuvo una impresión profunda
dentro de él de que tenía que escribirme esa carta. De
esta manera, el Señor le habló a dos personas muy
apartadas en cuanto al mismo asunto.

85
Deseo ver que ocurran cosas así entre nosotros una y
otra vez. En el pasado he visto esta clase de sucesos.
Cualquier clase de arreglo, cualquier clase de
organización constituye un obstáculo en el mover del
Señor. Todos debemos evitar este tipo de
frustraciones. Por tanto, necesitamos aprender a orar.
La oración nos introduce en un éxtasis
Ahora consideraremos Hechos 11:5, donde Pedro nos
dice algo bastante extraño: “Estaba yo en la ciudad de
Jope orando, y vi en éxtasis una visión”. La
palabra éxtasis es una transliteración de la palabra
griega que se usa aquí. Éxtasis puede definirse como
estar muy alegre y con el espíritu de muy buen ánimo.
Para entrar en éxtasis uno tiene que estar fuera de sí.
Pedro oró y entró en un éxtasis; estaba fuera de sí con
gran alegría y con el espíritu de buen ánimo. He tenido
muchas experiencias así en el pasado. Todos debemos
orar y perseverar en oración hasta el punto en que
estemos fuera de nosotros mismos con gran alegría y
con un espíritu no sólo de buen ánimo, sino también
trascendente hasta alcanzar el tercer cielo. En ese
momento, nos olvidaremos de nuestro nombre, de
quiénes somos y en dónde estamos. Todos
necesitamos esta clase de experiencia.
Si nunca hemos tenido tal experiencia en la oración en
la que entramos en un éxtasis, nos pareceríamos al
Pedro que vemos en los Evangelios, pero no al Pedro
que vemos en Hechos 11. Todos debemos orar,
perseverar en oración y liberar nuestro espíritu a tal
grado que no sabemos dónde estamos o quiénes
somos, sino que estamos llenos de alegría, somos
trascendentes, estamos locos e incluso fuera de
86
nosotros mismos. ¿Cómo podemos experimentar eso?
La manera única es aprender a orar y perseverar en
oración. Cuando nuestra oración nos introduce a una
experiencia que podemos llamar éxtasis, ciertamente
vendrá la visión. En ese momento, todo nuestro ser
cambiará. Nuestros conceptos, nuestro
entendimiento de las cosas del Señor, incluso nuestro
entendimiento de estas mismas palabras que estamos
hablando, será diferente puesto que ya no estaremos
escondidos en nosotros mismos, en un yo tan
pequeño, sino que estaremos fuera de nosotros
mismos. Si caminamos en alguna calle de Los Ángeles,
tendremos cierta impresión de la ciudad de Los
Ángeles. Pero si la vemos desde el aire, nuestra
impresión de la ciudad es bastante diferente. Todos
tenemos que estar fuera de nosotros mismos a fin de
entrar en la visión celestial y mirar la situación desde
arriba. Entonces todo será diferente y todo será claro.
Ahora consideraremos Hechos 12, donde Pedro fue
encarcelado y la iglesia estaba orando. “Así que Pedro
estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía
ferviente oración a Dios por él” (v. 5). La iglesia oraba,
no solamente sin cesar, sino también la palabra aquí
significa que oraba con fervor y seriedad. Éste es un
verdadero cuadro de cómo servían los cristianos a
principios de la era cristiana. No intentaron liberar a
Pedro de ninguna otra manera. La manera única que
usaron fue orar, orar seriamente, fervientemente al
Señor. Entonces vino el ángel, se abrió la cárcel y
Pedro fue liberado. “Cuando se dio cuenta de esto,
llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía
por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban
reunidos orando” (v. 12). Me gusta este versículo.
87
Pedro fue a la casa de una hermana, una hermana
llamada María, una hermana que también era madre.
Espero que todas las hermanas tengan un hogar
donde se pueda orar, y espero que todas ustedes sean
las madres de los santos más jóvenes. Pedro fue a la
casa de María, donde muchos estaban reunidos
orando. La oración seria que se hizo para liberar a
Pedro es un cuadro de su servicio al Señor.
En Hechos 13 vemos que la manera en que los
apóstoles recibían dirección, la manera cómo eran
enviados, cómo ellos eran coordinados, consistía por
completo en orar y ayunar. “Había entonces en
Antioquía, en la iglesia local, profetas y maestros:
Bernabé [...] y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y
ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a
Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron
las manos y los despidieron” (vs. 1-3). Todos debemos
prestar toda nuestra atención a este asunto, a fin de
aprender esta manera única de servir al Señor. Nadie
puede decirnos con quién debemos salir, adónde
debemos ir o cuál es la manera correcta de llevar a
cabo el ministerio. Incluso la iglesia aquí no puede
decirnos estas cosas. Todos debemos orar y perseverar
en oración hasta que el Espíritu Santo nos hable en
nuestro espíritu y tengamos claridad acerca de cuál es
la manera de salir, con quiénes tenemos que coordinar
y adónde debemos ir. El camino de oración es la única
manera de servir al Señor.
En Hechos 14:23, después de constituir ancianos, los
apóstoles oraron con ayunos: “Después que
constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo

88
orado con ayunos, los encomendaron al Señor en
quien habían creído”. No sólo oraron con un ayuno,
sino con varios, quizás muchos ayunos.
Ahora llegamos al capítulo 16. Era la medianoche y
Pablo y Silas estaban en la cárcel. “Hacia la
medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos
de alabanza a Dios; y los presos los oían” (v. 25). El
significado literal aquí es que cuando Pablo y Silas
oraban a medianoche en la cárcel, cantaban himnos a
Dios. Mientras oraban, los dos apóstoles cantaban
himnos a Dios. Quizás no nos parezca lógico que ellos
causaran tal disturbio a esa hora con tantos otros
prisioneros allí que trataban de dormir. Somos siervos
del Señor, y como tales tenemos el concepto que
debemos comportarnos adecuadamente y no molestar
a nadie. Sin embargo, esa noche en la cárcel Pablo y
Silas estaban fuera de sí. En su oración creo que en
cierto momento también estaban en éxtasis y
comenzaron a cantar himnos. ¡Aleluya! ¡Alabado sea
el Señor! Hicieron un verdadero alboroto y
molestaron a todas las personas. Entonces,
repentinamente hubo un terremoto: “Entonces
sobrevino de repente un gran terremoto, de tal
manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al
instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de
todos se soltaron” (v. 26). El primer disturbio fue
causado por el cantar de los hermanos, ¡pero el
terremoto causó otro más grande! Se soltaron las
cadenas, se abrieron todas las puertas, y los
prisioneros fueron liberados.
Tenemos que aprender que hay momentos en los
cuales no debemos ser muy lógicos, ni debemos

89
portarnos tan bien. Nuestra oración puede
introducirnos en un éxtasis que nos causará hacer
ruido que puede molestar a otros, e incluso hacerles
pensar que estamos locos. Como resultado de la
oración, quizás sintamos alguna carga por las
universidades. Puede ser que las personas en la
universidad se molesten con nuestras canciones.
Quizás como resultado de la oración sintamos
ponernos de pie en una de nuestras clases y decir algo
acerca de Jesucristo. Estos ejemplos no se relacionan
con ninguna enseñanza acerca de cómo llevar a cabo
una obra en las universidades. Esa clase de enseñanza
no funciona. Todo debe proceder de nuestra oración,
incluso de la oración que nos introduce en un éxtasis.
En Hechos 20:36 podemos ver que el apóstol Pablo
otra vez hizo algo que no era lógico. Todos los
creyentes habían ido a la playa para despedirse de él,
y después de terminar de hablar, se arrodilló para
orar, y todos los demás también se arrodillaron.
“Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas
con todos ellos y oró”. En el capítulo siguiente, los
creyentes fueron a la orilla otra vez con toda su familia
para despedirse de él. “Cuando se nos cumplieron
aquellos días, salimos y emprendimos la marcha y
todos nos acompañaron con sus mujeres e hijos, hasta
fuera de la ciudad, y puestos de rodillas en la playa,
oramos” (21:5). Cuando vamos al aeropuerto para
despedirnos de alguien, ¿alguna vez hemos
considerado ponernos todos de rodillas para orar allí
mismo en el aeropuerto? Sin duda, eso causaría un
alboroto.

90
En 1935 predicábamos el evangelio en la calle por las
tardes, con muchos de los hermanos y hermanas allí.
Algunos predicaban de pie, otros mantenía el orden,
pero la mayoría de los santos se arrodillaban en la
calle para orar. Otra vez en 1946 en Nanking, la capital
de China, hicimos lo mismo. Antes de la predicación,
muchos hermanos y hermanas se arrodillaban en la
calle para orar, para gritar, para clamar al Señor.
Incluso mientras se predicaba, muchos continuaban
de rodillas allí apoyando la predicación hasta que se
terminaba. Ésa fue una demostración maravillosa de
la oración que sometió a los espíritus malignos y
derrotó al espíritu rebelde.
En verdad, los cristianos deben ser personas
entusiásticas, no personas lógicas. Tenemos que estar
fuera de nosotros mismos. En un sentido correcto, no
debemos ser personas que pasan mucho tiempo en su
mente sobria, sino ser personas de oración en un
éxtasis celestial. Hacer estas cosas de manera externa
para seguir una enseñanza no funciona. Pero si
tenemos la oración apropiada en el espíritu, nuestra
oración nos introducirá en un éxtasis como en el caso
de Pablo y de Pedro. Pablo nos dijo que estaba en
éxtasis cuando estaba orando en el templo (22:17).
Después en Hechos 28:8 vemos al apóstol Pablo orar
para sanar a una persona enferma: “Entró Pablo a
verle, y después de haber orado, le impuso las manos,
y le sanó”. Ésa no fue una demostración del don de
sanidad, sino de una actividad normal de una persona
que sirve al Señor. Si es que tenemos un don de
sanidad o no, adondequiera que vayamos tenemos que
orar por cualquier persona enferma. La sanidad en

91
Hechos 28 no fue algo extraordinario, sino el
resultado de la oración normal de un servidor.
Si consideramos todos estos versículos del libro de
Hechos, veremos muchos aspectos de la vida de
oración para servir al Señor. Podemos orar a cualquier
hora, en cualquier lugar y de cualquier manera: en la
playa, en el templo, en casa, en la azotea, en la ciudad,
solos o con otros, en cualquier lugar, a cualquier hora,
a la hora sexta, a la hora cuarta, a la hora novena o a
la medianoche. Debemos orar hasta tal grado que la
oración nos introduzca en un éxtasis. Si nunca hemos
tenido esta clase de experiencia, simplemente
tenemos que orar, orar y olvidarnos de nosotros
mismos, olvidarnos de nuestro entorno, poner los ojos
en el Señor, alabando, declarando, proclamando Su
trascendencia y Sus virtudes. Si hacemos esto, sin
duda nos encontraremos en un éxtasis.
CAPÍTULO SEIS
EL SERVICIO DEL SACERDOCIO
Lectura bíblica: 1 P. 2:5, 9; Ro. 12:1-2, 4-6
En la vida cristiana siempre existen dos aspectos, el
aspecto de la vida y el aspecto del servicio. Somos hijos
del Señor, como tales, necesitamos una vida espiritual
apropiada y necesitamos el servicio espiritual
apropiado. El servicio cristiano apropiado es un
asunto de vida y se encuentra en el Cuerpo. Dicho
servicio espiritual se presenta como el sacerdocio en 1
Pedro 2:5: “Vosotros también, como piedras vivas,
sois edificados como casa espiritual hasta ser un

92
sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales
aceptables a Dios por medio de Jesucristo”.
El sacerdocio santo en este versículo es la casa
espiritual. La casa espiritual que ha sido edificada con
los santos juntos es el sacerdocio santo. La casa es el
sacerdocio, y el sacerdocio es la casa. Éstos son dos
aspectos de una sola cosa, dos aspectos de la
edificación de los santos. Esta edificación es la casa de
Dios y es el sacerdocio de Dios, no solamente
sacerdotes, sino un sacerdocio.
El versículo 9 continúa con el real sacerdocio: “Mas
vosotros sois un linaje escogido, real sacerdocio,
nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios,
a fin de que anunciéis las virtudes de Aquel que os
llamó de las tinieblas a Su luz admirable”. Este real
sacerdocio es la casa espiritual. Estos tres asuntos son
cruciales: la casa espiritual, el sacerdocio santo y el
real sacerdocio. Por una parte, el sacerdocio es santo;
por otra, el sacerdocio es real.
Pablo trata con el asunto de la vida cristiana y el
asunto del servicio cristiano en el libro de Romanos.
El servicio se encuentra en Romanos 12. “Así que,
hermanos, os exhorto por las compasiones de Dios,
que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es vuestro servicio
racional. No os amoldéis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestra
mente, para que comprobéis cuál sea la voluntad de
Dios; lo bueno, lo agradable y lo perfecto” (vs. 1-2).
Muchos cuerpos son ofrecidos como un solo sacrificio
único, no muchos sacrificios, sino un sacrificio con
muchos cuerpos.
93
La voluntad buena, agradable y perfecta de Dios
continúa en el versículo 4: “Porque de la manera que
en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no
todos los miembros tienen la misma función, así
nosotros, siendo muchos, somos un solo Cuerpo en
Cristo y miembros cada uno en particular, los unos de
los otros. Y teniendo dones que difieren según la
gracia que nos es dada, si el de profecía, profeticemos
conforme a la proporción de la fe; o si de servicio,
seamos fieles en servir; o el que enseña, en la
enseñanza”. Todo servicio cristiano se encuentra en el
Cuerpo. Si se tiene al Cuerpo con la práctica del
Cuerpo, la expresión del Cuerpo y la vida del Cuerpo,
entonces se tiene también el servicio cristiano.
VIDA Y SERVICIO
En este capítulo, estamos abordando el aspecto
práctico de la vida cristiana, a saber, el servicio.
Nosotros los cristianos siempre estamos relacionados
con dos aspectos. El primer aspecto trata de la vida
cristiana, un asunto de vida, y el segundo aspecto trata
del servicio cristiano, un asunto de servicio. Como
hijos del Señor que somos, por una parte necesitamos
llevar una vida apropiada, una vida espiritual, y por
otra necesitamos un servicio apropiado, un servicio
espiritual.
En Mateo 25 el Señor habló con dos parábolas, la
parábola de las diez vírgenes, que tiene que ver con la
vida cristiana, y la parábola de los talentos, la cual se
relaciona con nuestro servicio. En cuanto a nuestra
vida, debemos ser vírgenes con el testimonio de luz en
la mano mientras dejamos este mundo para salir a
encontrarnos con nuestro Novio. Ésta es nuestra vida,
94
el aspecto de vida. Necesitamos el aceite y necesitamos
el testimonio de luz. Necesitamos salir de este mundo,
esperar la venida del Señor y salir a Su encuentro
cuando Él venga. En esto consiste la vida cristiana.
Inmediatamente después de esta parábola, el Señor
nos habló con la parábola de los talentos, la cual tiene
que ver con nuestro servicio. Debemos usar el talento,
el don que el Señor nos ha dado, para negociar y
obtener una ganancia para el Señor. Los hijos del
Señor siempre están relacionados con estos dos
aspectos, la vida y el servicio. Debemos crecer en vida
con el aceite, con la luz, y al dejar este mundo para
salir a Su encuentro cuando Él venga. También
debemos usar de una manera apropiada lo que el
Señor nos ha dado como don, como talento.
En la Epístola a los Romanos, el apóstol Pablo cubre
estos dos aspectos. En la mayor parte de este libro, el
apóstol trata con el aspecto de la vida. Romanos nos
describe la secuencia del andar cristiano, de la vida
cristiana. En el principio, en los dos primeros
capítulos y medio, se encuentra un pecador ante Dios.
Después en los capítulos 3, 4, y la primera parte del
capítulo 5, este pecador es justificado, perdonado,
redimido, y salvado por medio de la redención de
Cristo. Desde la segunda parte del capítulo 5 hasta el
8, esta persona redimida, justificada y perdonada
anda en la vida nueva, en el Espíritu. Él se da cuenta
que el viejo hombre ha muerto y que en el viejo
hombre no hay nada bueno. El viejo hombre, la vieja
naturaleza ha sido puesta en la cruz. Ahora el Espíritu
Santo de Cristo, la corporificación de Cristo como
nuestra vida, está viviendo dentro de nosotros.

95
Debemos andar en pos de Él y andar en Él. De modo
que esta misma persona que originalmente era un
pecador es ahora un santo que anda en pos del
Espíritu. Luego en el capítulo 12, muchos de los
redimidos andan en el Espíritu y están concertados
juntos en el Espíritu como un solo Cuerpo. Ellos son
miembros de este Cuerpo único.
EL CRECIMIENTO EN VIDA
Primero tenemos el aspecto de la vida, y después el
aspecto del servicio. Primero resolvemos el aspecto de
la vida, y después, con base en este hecho, tenemos el
aspecto del servicio. Sin la vida y sin el crecimiento
adecuado en vida, no podemos tener el servicio. Los
niños pequeños pueden hacer muchas cosas, pero no
pueden servir, debido a que simplemente no tienen el
crecimiento en vida adecuado.
Para servir al Señor se requiere que tengamos un
crecimiento en vida adecuado. El servicio no se
menciona en Romanos 6 y 7. No se menciona hasta el
capítulo 12, donde vemos que los pecadores han sido
redimidos, justificados, liberados de la vieja
naturaleza y que andan en el Espíritu. Ellos tienen el
verdadero crecimiento en vida. Ahora son los
miembros prácticos del Cuerpo que ejercen sus
funciones. El servicio cristiano es un resultado del
crecimiento de vida.
Si no tenemos vida, no podemos servir. Incluso si
tenemos la vida, pero carecemos de crecimiento en
vida, y somos jóvenes, como niños, aún como bebés,
no podemos servir. El servicio requiere de vida y del
crecimiento en vida, la madurez en vida. Es un asunto
96
de la vida y es un asunto del crecimiento en vida. No
podemos servir al Señor sin crecer en la vida del
Señor. Esto es algo muy básico. Y por esto hemos
estado recalcando el asunto de la vida con la
expectativa en mente de llevar una vida de iglesia con
el servicio. Sin crecimiento en vida, no existe
posibilidad de que la iglesia sea edificada, y sin la
edificación de la iglesia, no existe posibilidad de tener
el servicio de la iglesia, el servicio cristiano.
EL SERVICIO EN EL CUERPO
El servicio cristiano es un asunto de vida y en el
Cuerpo. Es un asunto en el Cuerpo y un asunto del
Cuerpo. No se puede servir al Señor como un cristiano
individual. Para servir al Señor, es necesario darse
cuenta de que servir al Señor es algo en el Cuerpo.
Todo creyente es un miembro del Cuerpo, una parte
del Cuerpo. Una persona individual no es el Cuerpo.
Un miembro del Cuerpo no puede ejercer sus
funciones sin el Cuerpo. Nuestra mano es buena, muy
útil, pero si se corta del cuerpo, no sólo muere, sino
que se vuelve fea, terrible e incluso aterradora. Quizás
le guste darme la mano, pero si esta mano estuviera
separada del cuerpo, sería terrible.
Hoy muchos cristianos están apartados, separados de
la realidad del Cuerpo. Pareciera que fueran
miembros incorpóreos. Los miembros del cuerpo son
hermosos siempre y cuando estén unidos al lugar que
les corresponde en el cuerpo, pero en cualquier otro
lugar, son terribles. Que triste es que muchos
cristianos hoy son como orejas que han sido separadas
y colocadas sobre los hombros. ¿Cómo pueden servir
97
al Señor? ¿Cómo podemos nosotros servir al Señor sin
ser edificados juntos como los miembros del Cuerpo?
Es imposible.
No estoy hablando de este asunto según el
conocimiento o la doctrina. Por la misericordia del
Señor, puedo testificarles por mi propia experiencia,
que por muchos años simplemente he sido incapaz de
servir al Señor sin el Cuerpo. Es imposible servir al
Señor sin el Cuerpo, sin la vida de iglesia, sin la
práctica de la iglesia.
La vida del Cuerpo se encuentra en Romanos 12, y el
servicio de la iglesia se halla en esta vida del Cuerpo
con los miembros del Cuerpo, de la iglesia, que ejercen
sus funciones y sirven. Este asunto está muy claro en
la Palabra. Debemos examinarnos a nosotros mismos
para comprobar si tenemos la realidad de la vida del
Cuerpo. Si no la tenemos, somos santos que estamos
deambulando. Si ustedes dicen que están en la
realidad del Cuerpo, deben considerar seriamente
dónde está el Cuerpo de forma práctica. Si podemos
abandonar el servicio del Señor, no habría necesidad
de hablar acerca del Cuerpo, acerca de la vida de
iglesia. Pero si tenemos un corazón sincero de servir al
Señor, tenemos que darnos cuenta de que el servicio
se lleva a cabo en el Cuerpo.
EL SACERDOCIO Y EL CUERPO
El servicio cristiano es el servicio de los sacerdotes.
Sabemos que todos los creyentes son sacerdotes, y que
la función, el deber, la responsabilidad de los
sacerdotes es servir al Señor. El servicio de los
sacerdotes en el Antiguo Testamento no se llevaba a
98
cabo por sacerdotes individuales que servían al Señor.
Todos los sacerdotes que sirven al Señor tienen que
ser edificados juntos como un solo cuerpo. El servicio
sacerdotal no es un servicio de personas individuales,
sino el servicio de un cuerpo colectivo. Para servir al
Señor, tenemos que ser edificados con otros como un
cuerpo colectivo. Pedro nos dijo que seríamos el
sacerdocio, después de haber sido edificados juntos
como casa espiritual (1 P. 2:5).
EDIFICADOS Y COORDINADOS
La palabra griega que se traduce “sacerdocio” es
bastante difícil de traducir. Pero según la realidad
espiritual, el sacerdocio es la edificación de los
sacerdotes, la coordinación, la cooperación de todos
los sacerdotes. Ningún sacerdote sirve de manera
individual, sino que todos sirven en coordinación.
Mientras estoy ministrando, todo mi cuerpo está
sirviendo en coordinación. Mi boca no habla sin tener
ninguna expresión en mis ojos o sin que mueva mis
manos. Incluso la boca necesita a los pies, a las piernas
y a todo el cuerpo como apoyo. La boca necesita las
manos y los pies, y las manos y los pies necesitan la
boca y los ojos. Éste es el cuerpo en coordinación, y
éste es el principio básico del servicio cristiano.
Muchos de nosotros estamos interesados por la
predicación del evangelio. Si vamos a predicar el
evangelio, necesitamos ser edificados. Primero
necesitamos la coordinación. Cuando seamos
edificados juntos como casa espiritual y tengamos la
coordinación de los sacerdotes, entonces podremos
predicar el evangelio.
99
La primera vez que se predicó el evangelio fue en el
Día de Pentecostés, cuando ciento veinte personas se
edificaron y entraron en coordinación. Esas ciento
veinte personas eran ciento veinte sacerdotes, que
como un solo cuerpo actuaba en coordinación. Yo creo
que ese día, cuando Pedro se levantó, no sólo era
Pedro, ni tampoco Pedro con los otros once, sino
realmente Pedro con los ciento veinte. Cuando Pedro
les dijo a los judíos: “A este Jesús a quien vosotros
crucificasteis”, estoy seguro que todos los ciento
veinte dijeron: “¡Amén!”. “El Dios de nuestros padres
levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis”. Otra vez
dijeron: “¡Amén!”. No sólo era un miembro del
Cuerpo, no era solamente la boca de Pedro la que
hablaba, mientras que los demás dormían o
charlaban, dejaron que el pobre Pedro hablara solo.
No, el evangelio no se predicó de esa manera en aquel
día. Más bien, predicaron el evangelio de una manera
prevaleciente, en una coordinación de todos los
santos, donde todos estaban coordinados como uno
solo. Por tanto, su predicación fue poderosa y
prevaleciente.
Para que el evangelio se predique de manera
prevaleciente, no se necesita tanto a los gigantes
espirituales o a los evangelistas poderosos, sino al
Cuerpo, un Cuerpo edificado bajo una coordinación.
Grupos de personas serán conducidos al Señor por
medio de la iglesia edificada. Si todos nosotros
estuviéramos unidos en el Cuerpo y nos pusiéramos
de pie juntos, incluso el más débil entre nosotros que
está en la coordinación sería más fuerte que
cualquiera que es fuerte por sí solo.

100
Algunos están preocupados porque no tienen un don
especial o porque no saben cómo servir al Señor. Esas
cosas no son importantes. Siempre y cuando estemos
en la realidad del Cuerpo, es maravilloso. Todos
necesitamos ser edificados en el Cuerpo. Si llegamos a
ser una casa edificada, entonces seremos un
sacerdocio que lleva a cabo el servicio, un sacerdocio
que sirve en coordinación. Esto es lo que necesitamos,
a saber, una coordinación por medio de la edificación.
SACERDOTES SANTOS Y SACERDOTES
REALES
Por una parte somos el sacerdocio santo, y por otra el
real sacerdocio. En el Antiguo Testamento existen dos
tipos de órdenes sacerdotales: el orden de Aarón y el
orden de Melquisedec. El orden de Aarón es el orden
santo. Ser santo es estar apartado de las cosas
comunes, de las cosas mundanas, para el Señor. El
orden santo es un orden separado del mundo, de las
cosas comunes, para que el Señor lo pueda usar. Para
obtener el servicio de la iglesia, todos necesitamos ser
juntamente edificados, y debemos ser personas
apartadas, separadas del mundo, de las cosas
comunes, del camino común. Estar apartado para
Dios es ser santo para Dios. Ser santo simplemente
significa ser santificado, y ser santificado
simplemente significa estar apartado de las cosas
comunes para las cosas divinas. Éste es el orden santo,
el sacerdocio santo.
El orden de Melquisedec es el orden real. Melquisedec
era un rey y era un real sacerdote. Por una parte,
somos los hijos de Aarón, los sacerdotes santos que

101
están apartados del mundo para el Señor. Por otra
parte, somos Melquisedec, los reales sacerdotes.
Permítanme dar el siguiente ejemplo. Supongamos
que la iglesia aquí va a predicar el evangelio. Antes que
todo, tenemos que ser edificados juntos en un solo
cuerpo; debemos ser formados como un ejército.
Entonces todos tenemos que apartarnos del mundo
para el Señor. Todos tenemos que ir ante el Señor y
orar un tiempo, como los ciento veinte en Hechos
quienes oraron por diez días. Ellos se apartaron de las
cosas mundanas para el Señor y permanecieron con el
Señor por diez días. Como consecuencia, todos fueron
llenos con el Señor. En ese momento eran los
sacerdotes santos. Después de aquellos diez días,
cuando salieron a decirles a las personas que Jesús es
el Señor, el Salvador, lo hicieron de una manera real.
Cuando fueron ante el Señor, eran santos. Cuando
salieron de la presencia del Señor con la autoridad
celestial, eran reyes, eran reales.
Cuando somos edificados juntos, apartados del
mundo para el Señor y oramos ante el Señor, seremos
los sacerdotes santos. Después de mucha oración,
todos seremos llenos del Señor y llenos con el Señor
de autoridad. Entonces salimos como reales
sacerdotes, como reyes y sacerdotes con la autoridad
celestial para decirles algo a las personas acerca del
Señor. Cuando nosotros como Cuerpo vamos ante el
Señor y permanecemos en Su presencia, somos los
sacerdotes santos, los que están apartados, los que son
santos delante de Dios. Después de orar y de recibir la
carga del Señor y de ser equipados con la autoridad
celestial, salimos de la presencia del Señor para ir a las

102
personas y servirles, incluso ministrarles al Señor. En
ese momento, somos los reales sacerdotes, los reyes y
sacerdotes, los que somos celestiales con la autoridad
celestial como reyes celestiales que ministran al Señor
a los demás. Lo que procede de nosotros no es
solamente la predicación de la palabra o del evangelio,
sino la predicación del evangelio con la autoridad real
y celestial.
Los sacerdotes del orden de Aarón siempre le
presentan a Dios las necesidades de las personas; ellos
son santos. Pero un sacerdote del orden de
Melquisedec presenta a los demás algo de Dios, para
suministrar a otros. En esto consiste el real
sacerdocio.
Cuando abandonamos el mundo y vamos al Señor y
oramos por los pecadores: “Señor, ten misericordia,
acuérdate de ellos, sálvalos, rescátalos”, entonces
somos los sacerdotes santos. Pero cuando salimos de
la presencia del Señor después de mucha oración para
ministrar algo del Señor como vida de una manera
poderosa, con autoridad celestial, somos los reales
sacerdotes.
TRES ASUNTOS VITALES
Si queremos servir al Señor en el servicio de la iglesia,
tenemos que prestar toda nuestra atención a estos tres
asuntos. Primero, necesitamos ser edificados como un
Cuerpo. No podemos tener ningún servicio fuera de la
vida de iglesia, fuera del Cuerpo. Tenemos que ser
edificados.

103
En segundo lugar, cada uno de nosotros debe
ejercitarse para poner a un lado todo lo que es
mundano. Debemos separarnos de las cosas comunes
y apartarnos para el Señor, a fin de aprender a
permanecer en la presencia del Señor y a orar
trayéndole al Señor las necesidades de las personas,
las necesidades del mundo pecaminoso. Entonces
seremos los sacerdotes santos.
Después de ofrecer suficientes oraciones al Señor,
salimos de Su presencia para ministrarlo al mundo
con poder, como Salvador, la vida, el suministro de
vida y la luz. En ese momento somos los reales
sacerdotes.
Es necesario tener coordinación, de ser apartados y
tener autoridad celestial. Necesitamos la coordinación
del Cuerpo, la separación de los sacerdotes santos del
mundo para el Señor y la autoridad celestial de los
reales sacerdotes. Entonces estaremos capacitados y
tendremos el poder para ministrar al Señor a los
demás como reales sacerdotes, como reyes y
sacerdotes con la autoridad celestial. Para tener el
verdadero servicio de la iglesia, estas tres cosas son
básicas e incluso, vitales.
Si usted siente la carga de ministrar algo a la iglesia,
primero tiene que examinarse para comprobar si ha
sido edificado en la realidad del Cuerpo y si está en la
coordinación. Si no es así, sería como un miembro
separado. Entonces, ¿como podría ejercer su función?
Después necesita confirmar si está apartado para el
Señor, y si ha pasado suficiente tiempo en la presencia

104
del Señor para orar. Sin esto, no reuniría los requisitos
para servir, puesto que no sería un sacerdote santo.
Después comprueben el tercer punto: ¿tiene la
autoridad, la autoridad celestial? ¿Tiene algo que el
Señor realmente le ha encomendado? Si es así
entonces su ministerio al pueblo del Señor no será
solamente con palabras, sino con autoridad. Todo lo
que diga y cada vez que lo diga, tendrá peso. El
mensaje, las palabras, el ministerio tendrán peso
debido a que la autoridad celestial del real sacerdote
está presente.
La coordinación, la separación y la autoridad: estos
tres son los requisitos, el equipo que necesitamos para
ministrar. No se trata simplemente de saber algo o de
tener la carga de hacer algo. Necesitan confirmar que
han sido edificados en la realidad del Cuerpo, que
están en la coordinación del sacerdocio. Esto es algo
vital. Nunca podrán mantenerse firmes por sí mismos
contra las fuerzas malignas de las tinieblas. Los
poderes malignos, los espíritus malignos saben donde
se encuentran ustedes.
En Hechos 19:13-16 los siete hijos de Esceva
intentaron echar fuera a los espíritus malignos usando
el nombre del Jesús que predicaba Pablo. Sin
embargo, el espíritu maligno les dijo: “A Jesús
conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes
sois?”. El nombre de Jesús en boca de Pablo es
poderoso, pero quizás no lo sea en nuestra boca. Pablo
estaba coordinado, edificado con los santos. Él estaba
en la coordinación del sacerdocio, y tenía la
separación y la autoridad.

105
Incluso para orar en la reunión de oración o en la mesa
del Señor, se necesitan estos tres asuntos básicos: la
coordinación, la separación y la autoridad. Si estamos
en coordinación con los santos, apartados del mundo
para el Señor, y somos uno con la autoridad celestial,
cuando oramos algo corto, los demás detectarán el
dominio, el poder y la realidad en la oración. De otra
manera oramos con palabras vanas, sin peso, sin
poder y sin la autoridad que respalde nuestras
palabras.
El verdadero servicio, el servicio prevaleciente no
depende del conocimiento, de la habilidad,
elocuencia, o de los llamados dones. Aunque estos
asuntos se llevan a cabo en el servicio del Señor, no
son básicos. Los asuntos básicos son tres: la
coordinación, la separación y la autoridad.
Si está dispuesto a ser edificado con los demás,
simplemente debe perderse, piérdase en la edificación
de la iglesia. Cuando abandonamos el yo para llevar a
cabo la edificación de la iglesia, estamos en la
coordinación. Entonces, con los santos nos apartamos
del mundo para el Señor, y tenemos la autoridad de
los cielos. Ésta es la manera de llevar a cabo el servicio
de la iglesia de forma poderosa y prevaleciente.
Pedro sólo era un pescador inculto. Antes del Día de
Pentecostés yo dudo que Pedro tuviera algún don.
Pero en el Día de Pentecostés, Pedro era uno que
estaba en la coordinación y estaba unido a la
separación y a la autoridad celestial. ¡Qué poderoso
era! Él habló algo corto, con oraciones cortas, sin
mucho conocimiento, pero sus palabras estaban llenas
de poder. Él tenía la coordinación, la separación y la
106
autoridad. Él estaba en la coordinación, era uno de los
sacerdotes santos y era uno de los reales sacerdotes.
Cuando esas ciento veinte personas permanecieron en
la presencia del Señor por diez días, todas ellas eran
los sacerdotes santos. Cuando llegó el Día de
Pentecostés, todos salieron a hablar con las personas
para satisfacer sus necesidades con el suministro
celestial. Puesto que eran reales sacerdotes, incluso el
poder más elevado en la tierra les temía debido a su
autoridad. Ellos tenían el poder celestial con la
autoridad celestial.
Ésta es la manera de servir en la iglesia. Hasta que no
nos ocupemos de estos tres asuntos básicos —la
coordinación, la separación verdadera y la autoridad
celestial— simplemente no estaremos listos para
empezar ningún servicio en nuestra localidad.
Necesitamos la edificación, necesitamos la
coordinación, necesitamos la separación y
necesitamos la autoridad celestial. Necesitamos la
realidad del Cuerpo, necesitamos el sacerdocio santo
y necesitamos el real sacerdocio. Cuando un grupo de
santos son juntamente edificados como Cuerpo en
coordinación con la separación y la autoridad
celestial, entonces comenzará el verdadero servicio de
la iglesia.
CAPÍTULO SIETE
SERVIR EN EL ESPÍRITU
A FIN DE MINISTRAR A CRISTO A LOS
DEMÁS
Lectura bíblica: Ro. 7:6; 2 Co. 3:6, 8

107
TRES PUNTOS VITALES
En el capítulo anterior, vimos tres puntos vitales en
cuanto al asunto del servicio. El primero es que en la
iglesia todos los que sirven tienen que ser juntamente
edificados como casa espiritual, el sacerdocio (1 P.
2:5).
Todos los sacerdotes del Antiguo Testamento servían
al Señor de una manera corporativa. Ninguno servía
al Señor de manera individual o independiente. Todos
estaban coordinados y todos cooperaban
mutuamente. Ellos estaban edificados como un solo
cuerpo. Por medio de ese cuadro tipológico en el
Antiguo Testamento, sabemos que los santos
neotestamentarios tienen que ser juntamente
edificados como casa espiritual, y esa casa espiritual
es un cuerpo de sacerdotes, un sacerdocio.
El sacerdocio es la edificación de todos los sacerdotes,
todos los que sirven, para formar un cuerpo. Entre
ellos existe un sacerdocio, un cuerpo sacerdotal, una
corporación, una coordinación de un grupo de
creyentes que están edificados juntos y que sirven al
Señor. Para servir al Señor primero necesitamos ser
juntamente edificados.
En segundo lugar, tenemos que ser el sacerdocio
santo, los que están apartados, los que son santos, los
creyentes, los que sirven, apartados del sistema del
mundo para Dios, para servir al Señor. Tenemos que
estar apartados a fin de que podamos ser santos.
Después tenemos que ser el real sacerdocio. Hemos
visto la diferencia entre el sacerdocio santo y el real

108
sacerdocio. El sacerdocio santo consiste de un grupo
de servidores que han sido apartado del sistema
satánico del mundo para servir a Dios. El real
sacerdocio es un grupo de sacerdotes, un grupo de
servidores, quienes han pasado tiempo en la presencia
del Señor, quienes han sido ungidos y a quienes se le
ha encomendado la autoridad celestial. Son el canal de
gobierno del Señor con autoridad celestial. Cuando
salen de la presencia de Dios para ir a las personas,
ellos llegan con autoridad celestial como reales
sacerdotes.
Por un lado, los sacerdotes son santos; por otra, son
reales, de la realeza. Son aquellos que han sido
apartados para Dios, y son aquellos a quienes se les ha
encomendado con la autoridad celestial para servir al
Señor. Puesto que están apartados del mundo y han
sido encomendados con la autoridad celestial, son
capaces y están equipados para servir al Señor. Ya
hemos visto estos tres puntos.
APRENDER A SERVIR EN EL ESPÍRITU
Ahora consideraremos un punto crucial, a saber, que
tenemos que aprender a servir en el espíritu. Éste es el
cuarto punto relacionado con el servicio de la iglesia.
Romanos 7:6 dice: “Ahora estamos libres de la ley, por
haber muerto a aquella en que estábamos sujetos, de
modo que sirvamos en la novedad del espíritu y no en
la vejez de la letra”. Tenemos que aprender a servir en
el espíritu y no en la letra, no en la ley ni en la doctrina,
sino en el espíritu.
En 2 Corintios 3:6 se nos indica que el servicio
neotestamentario es un asunto del Espíritu y no de la
109
letra: “El cual asimismo nos hizo ministros
competentes de un nuevo pacto, ministros no de la
letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, mas el
Espíritu vivifica”. El versículo 8 continúa: “¿Cómo no
con mayor razón estará en gloria el ministerio del
Espíritu?”.
Nuestro espíritu regenerado
Temo que muchos creyentes simplemente no saben lo
que significa servir en el espíritu. Antes de ser salvos,
estábamos muertos en nuestro espíritu. Por una parte,
éramos muy activos en nuestra mente y en la parte
emotiva; sin embargo, estábamos muertos en el
espíritu. Pero, alabado sea el Señor, en el momento de
nuestra salvación, el Señor regeneró nuestro espíritu
y lo vivificó. De ese momento en adelante,
necesitamos aprender a vivir, a andar, a actuar en el
espíritu, y no en la mente, ni en la parte emotiva ni en
el alma.
No sólo tenemos que aprender a andar y a vivir en el
espíritu, sino también a servir en el espíritu y servir en
la novedad del espíritu. Mi carga consiste en ayudarles
a conocer algo de manera práctica, no de manera
doctrinal o teórica.
¿Qué significa servir al Señor en el espíritu y en la
novedad del espíritu? Un espíritu ha sido creado en
nosotros y hemos sido regenerados. Nuestro espíritu
ha sido renovado, y el Espíritu de Dios está morando
ahora en este espíritu vivificado y renovado. Por tanto,
el espíritu es ahora un factor determinante en nuestro
ser. Por haber sido renovado y vivificado, y debido a
que ha sido fortalecido por la presencia del Espíritu
110
Santo, ciertamente este espíritu constituye un factor
importante en nuestro ser. Sin embargo, puesto que
carecemos de la enseñanza apropiada, simplemente
no nos damos cuenta de que tenemos tal espíritu
renovado donde mora el Espíritu Santo. Sin embargo,
ya debemos entender algo, debido a todo el hablar
sobre este tema que hemos recibido del ministerio.
Por una parte, tenemos que andar y vivir en este
espíritu. No estamos hablando del Espíritu Santo, sino
de nuestro espíritu renovado en el cual mora el
Espíritu Santo. Andar y vivir en nuestro espíritu
significa que estaremos en el Espíritu Santo puesto
que el Espíritu Santo está morando ahora en nuestro
espíritu. Tenemos que vivir en el espíritu y tenemos
que aprender a servir en el espíritu.
Escoger un himno en el espíritu
Supongamos que vamos a escoger un himno para una
reunión. Existen dos maneras de escoger un himno:
en la letra o en el espíritu. Supongamos que el día del
Señor por la mañana estamos celebrando la reunión
en la letra y que hemos escogido a alguien para
encargarse del servicio. Hemos invitado a otro para
que venga a darnos un sermón. Es posible que antes
de la reunión nos enteremos de cuál va a ser el tema
su sermón. Y a partir de ese momento consideramos
qué himnos debemos cantar, tal vez dos o tres, y
escribimos esos números en la pizarra, para que
cuando todos lleguen los vean. Actuar de esta manera
es actuar en la letra.
Quizás pensemos que nunca haríamos algo similar en
nuestras reuniones. Pero por lo menos, es posible que
en principio hayamos practicado esto en las
111
reuniones. En la reunión de oración, quizás
consultemos el índice del himnario para seleccionar
un buen himno relacionado con la oración,
simplemente según la letra. Actuar en la letra es un
camino que lleva a la muerte.
Entonces, ¿cuál es la otra manera de escoger un
himno? Existe una manera que no es según nuestra
mente, nuestro entendimiento, sino según el sentir
interior en nuestro espíritu. Debemos ejercitarnos
para detectar el sentir interior del espíritu. Si no hay
un sentir interno por un himno en particular, no
debemos seleccionarlo. Cuando hemos encontrado un
himno apropiado, lo sentiremos por medio del sentir
más profundo de nuestro espíritu.
Ministrar una palabra en el espíritu
Tenemos que aprender a no actuar o servir según el
conocimiento, sino actuar y servir según el sentir más
profundo. Supongamos que va a dar un mensaje en la
reunión. Tiene que aprender la lección de no sólo
hablar según su conocimiento.
La primera vez que me pidieron hablar frente a una
congregación grande fue en 1927; era un joven, de
aproximadamente 22 años. Preparé un sermón y lo
practiqué por varios días. Fui a la orilla del mar y
practiqué darle el sermón al mar. Después subí al
púlpito el día del Señor por la mañana y di ese mensaje
según mi mente. Después me di cuenta de que se me
había olvidado una gran parte del mensaje. Más
adelante descubrí que la manera en la actué fue
totalmente según la letra; era algo muerto. En ese

112
entonces era tan joven, tan inmaduro, simplemente
no sabía cómo ministrar en el espíritu.
Pero gradualmente el Señor me llevó a ministrar en el
espíritu, según el espíritu y no según mi mente ni
conocimiento. Puedo testificar que muchas veces en el
pasado incluso cuando iba de camino a la reunión, no
sabía qué iba a ministrar, simplemente porque estaba
planeando servir en el espíritu. Cuando acababan de
cantar los himnos y las oraciones, tenía que ponerme
de pie para ministrar. Mientras me ponía de pie e
incluso cuando estaba diciendo las palabras: “Vamos
a leer”, ni yo mismo sabía qué iba a leer. Hablé
despacio: “Vamos a leer”, mientras pronunciaba muy
despacio la palabra “leer” tuve un sentir: un libro, un
capítulo, un versículo. Mientras leía esa porción, hubo
una unción dentro de mí. Palabra por palabra, oración
por oración, salió el mensaje, no fue según mi
entendimiento, sino según la unción. ¡Oh, eso es
maravilloso y es poderoso! No puedo decirles cuántas
veces ha ocurrido esto.
Ofrecer una oración en el espíritu
Asimismo, existen dos maneras de ofrecer una oración
en la reunión. Una manera es ofrecer una oración
según el conocimiento, según la rutina, algo muy
parecido a ir a una oficina para hacer un trabajo
rutinario. Cuando ciertos hermanos oran, a veces me
dan la impresión que han llegado a la oficina para
hacer su trabajo rutinario. Pero tenemos que
olvidarnos de toda clase de rutina, de toda clase de
conocimiento y de toda clase de letras. Cuando nos
reunimos para orar, tenemos que ejercitar nuestro
espíritu para sentir la unción interior. No debemos
113
orar según el conocimiento ni la rutina, sino según el
sentir interno, el sentir más profundo de la unción.
Muchas veces podemos detectar que un hermano está
ministrando en la letra. También podemos detectar
cuando un hermano está ministrando por la unción,
cuando está ministrando en el espíritu. En tal caso,
podemos detectar algo vivo, algo que unge, algo que
alumbra, y no solamente algo que enseña. Lo mismo
ocurre con la oración. Por medio del sentir interior
sabemos cuando un hermano o hermana está orando
en el espíritu o solamente en la letra, según el
conocimiento.
Muchas veces, cuando estaba orando con hermanos
vivientes que oraban en el espíritu, tuve que decir:
“Amén”, después de sólo una oración, puesto que
había un eco profundo en mi espíritu que respondía a
su oración en el espíritu. No podía contener el amén
puesto que algo ardía dentro de mí. Cuando alguien
expresa una oración que procede del espíritu, se
suscita una expresión espontánea de armonía en el
espíritu de los demás.
Algunos cristianos no están de acuerdo con decir:
“Amén”, mientras que otros están orando. Dentro de
ellos hay un amén, pero solamente debido a su
opinión lo reprimen, no lo liberan. Sin embargo, si lo
expresan o no, cuando alguien ora en el espíritu,
siempre se produce un eco en el espíritu de los demás.
Sin embargo, muchas veces un hermano ora en el
entendimiento, en el conocimiento, en la letra, en la
mente, e introduce muerte. Cuanto más ora, más
muerte reciben los demás. Cuando oramos,
114
necesitamos sentir si hay un eco en el espíritu de los
demás. Cuando no hay eco, tenemos que dejar de orar
inmediatamente. Tenemos que aprender a ejercitar
nuestro espíritu mientras servimos y aprender a servir
en el espíritu.
Visitar a los santos en el espíritu
Cuando vayamos a visitar a uno de los santos, tenemos
que aprender a hacer la visita en el espíritu. Siempre
que nos encontremos con otro santo, existe una gran
necesidad de ejercitar el espíritu. Simplemente hablar
según el entendimiento, según el conocimiento, no
edifica a otros en el espíritu. Tenemos que aprender a
ejercitar nuestro espíritu, a sentir la unción dentro de
nosotros y seguirla. Puesto que tenemos un espíritu
renovado en el cual mora el Espíritu Santo, tenemos
la unción dentro de nosotros. Tenemos que cuidar de
esta unción y tener comunión con los santos según el
sentir interior, el sentimiento interior. Entonces
serviremos y tendremos comunión con los santos en
el espíritu y no en la letra.
Debemos considerar algunos detalles puesto que este
asunto es muy importante. Supongamos que una
hermana a la cual está visitando le cuenta a usted sus
problemas familiares. Decirle algo según las
enseñanzas de las Escrituras no es de provecho.
Mientras la esté escuchando tiene que ejercitar su
espíritu para sentir el espíritu de ella y sentir la unción
dentro de usted. Si hace esto, mientras está
escuchando y está detectando la unción el Espíritu
Santo dentro de usted le revelará algo muy espiritual
y celestial. Entonces podrá ayudarla de una manera
viva. En ese mismo instante tiene que olvidarse de su
115
conocimiento de las Escrituras y de las enseñanzas
cristianas y poner ese conocimiento a un lado. Tiene
que ejercitar su espíritu volviéndose al Señor.
Mientras está escuchando, tiene que tener comunión
con el Señor y sentir tanto lo que está en el espíritu de
ella, como cuál es la unción en el espíritu de usted.
Ésta es la manera de hacerlo.
Predicar el evangelio en el espíritu
Todos tenemos que aprender a practicar, a
ejercitarnos, a conducirnos en el espíritu cuando
estamos en el servicio del Señor. Supongamos que
estamos predicando el evangelio. Tenemos que
ejercitarnos más en el espíritu. No debemos predicar
solamente según las verdades del evangelio ni según
nuestro conocimiento del evangelio. Si nos limitamos
a predicar que todos somos pecadores y que el Señor
Jesús es el Hijo de Dios quien murió en la cruz por
nuestros pecados, no lograremos nada. Ésa es la
predicación en la letra. Nuestra predicación debe
llevarse a cabo en el espíritu.
Necesitamos ejemplificar este asunto con algunas
experiencias. Muchas veces en la predicación del
evangelio he hablado algo que fue exactamente lo que
una persona presente necesitaba oír, aunque yo no
tenía conocimiento de la situación. Describí su caso y
exactamente lo que habían hecho, junto con sus
sentimientos y reacciones. Esta clase de hablar fue
usado por el Señor para conducir a los necesitados a
Él.
En una reunión para predicar el evangelio, después de
haber seguido la manera de predicar según el sentir
116
interior del espíritu, mientras hablaba, sentí que debía
decir: “¿Tú dices que no eres un pecador? Pero yo te
digo, que tú te robaste la tiza de la escuela”. Unos días
después me enteré que una madre había llevado a un
joven estudiante de la secundaria a la reunión.
Mientras que yo hablaba, él estaba pensando, “Bueno,
yo no soy un pecador. No he cometido ningún
pecado.” Justo y cuando él se decía esto, yo dije las
palabras: “¿Tú dices que no eres un pecador? Pero tú
te robaste la tiza de la escuela”. Y de hecho se había
robado la tiza de la escuela, pero cuando escuchó estas
palabras, se dijo así mismo: “Eso no importa”. En ese
mismo momento, dije: “¿Dices que no importa? Tú te
llevaste la tiza a tu casa y allí dibujaste círculos sobre
el suelo”. Esta frase lo puso a temblar, puesto que eso
fue exactamente lo que hizo y consecuentemente fue
salvo. Más tarde le preguntó a su madre si alguien me
había contado su historia y cómo fue que yo podía
saber todo lo que él había hecho. De hecho, ni conocía
su nombre ni nada de lo que había hecho. También
hemos tenido otras experiencias parecidas a esta.
En otra ocasión durante la predicación del evangelio,
me dirigí a cierta sección de una congregación grande
y dije: “¿Tú dices que eres una buena persona?
Simplemente considera lo cruel que eres. Tu marido
trabaja arduamente para mantenerte y al final de año
tú lo obligaste a comprarte un par de zapatos de tacón
alto. Él no tenía el dinero, pero tú lo obligaste a
hacerlo”. Una semana más tarde, una de las hermanas
que hacía la obra de visitación nos dijo que una joven
fue salva debido a esas palabras. Al principio, esas
palabras le habían enfadado mucho, puesto que pensó
que su vecino me había contado la historia y que yo la
117
había menospreciado públicamente. Cuando ella
descubrió que ése no era el caso, esa mujer joven fue
convencida por el Señor.
Al dar un ejemplo en otra ocasión dije: “Supongamos
que usted tiene setenta y seis años de edad”. Más tarde
supe de alguien con esa misma edad recibió ayuda.
Existen historias vivientes de tales experiencias en la
predicación del evangelio según el sentir interior del
espíritu.
Todos tenemos que aprender a servir en el espíritu y
no en el conocimiento ni en la letra. Si tomamos este
camino, entonces en muchas ocasiones al estar
sirviendo en el espíritu, el Espíritu Santo será muy
viviente para nosotros.
Cada vez que nos pongamos de pie para hablar
tenemos que olvidarnos de nuestro conocimiento. Por
una parte, necesitamos el conocimiento, pero cuando
nos levantamos a servir, tenemos que olvidarnos del
conocimiento. Si en ese momento mantenemos
nuestro conocimiento en la memoria, haremos mucho
daño y seremos un obstáculo para el Espíritu.
Mientras hablamos, tenemos que olvidarnos de
nuestro conocimiento y regresar al espíritu para
ministrar en el espíritu. Ésta es una lección que
requiere de mucho ejercicio. Quizás pensemos que no
sabremos qué decir si ponemos nuestro conocimiento
a un lado. Y esto puede ser verdad; sin embargo, todos
tenemos que ejercitarnos para servir, para ministrar
en el espíritu.
MINISTRAR A CRISTO EN EL SERVICIO
PRÁCTICO
118
El propósito de todo lo que hacemos en el servicio de
la iglesia consiste en ministrar a Cristo a los demás.
Todo lo que hagamos debe ministrar vida a los demás.
Éste es el quinto punto en el servicio de la iglesia.
Supongamos que vamos al salón de reunión para
cuidar de algunos asuntos prácticos, arreglar las sillas,
limpieza u ocuparnos de la cocina. No importa lo que
hagamos, todo es una oportunidad para ministrar a
Cristo a los demás. Si estamos limpiando, lo debemos
hacer ministrando a Cristo a los demás. Si estamos
enseñando, nuestra enseñanza debe ministrar a Cristo
a los demás. No es suficiente ministrar conocimiento
a los demás. Tenemos que ministrar a Cristo por
medio de la enseñanza. Lo mismo ocurre cuando
cocinamos, incluso al cocinar debemos ministrar a
Cristo.
La manera de ministrar a Cristo
El siguiente ejemplo puede ayudarnos a entender
cómo ministrar Cristo al cuidar de todos los asuntos
prácticos. En 1948 hubo una conferencia en Shanghái
con muchos colaboradores de muchos lugares de todo
el país, y hubo una cena para tener comunión con
todos los colaboradores y los santos locales. Una
hermana que era muy competente y que en ese
entonces era una enfermera principal en un hospital
grande, se encargó de muchas cosas relacionadas con
el servicio, la preparación, la cocina y los arreglos. Ella
era de carácter fuerte y sobresalía mucho en todo lo
que se hizo toda esa noche. Sin embargo, nadie podía
detectar a Cristo en ella. Ella tenía mucha habilidad e
hizo muchas cosas buenas, sin embargo, nada

119
relacionado con la vida fue ministrado a través de ella,
y los santos no recibieron ninguna ayuda de su parte.
Había otra hermana que estaba sirviendo en la misma
cena y fue la única de las que servían que cometió un
error. Ella cometió un grave error y todos allí se dieron
cuenta de lo que hizo. Sin embargo, todos podían
detectar a Cristo en esa hermana. Ella había
aprendido algo de Cristo, cómo vivir en Cristo, cómo
actuar en Cristo, e incluso cómo corregir sus errores
en Cristo. Todos los colaboradores allí recibieron
ayuda de la que cometió un error grave, pero no
recibieron ayuda de la hermana que era competente y
que hizo tantas cosas bien. Es posible que hagamos
muchas cosas en el servicio del Señor y aun así no se
ministre nada de Cristo a través de nosotros ni por
medio de nosotros.
La meta y el medio
Hay muchas lecciones que aprender cuando
ministramos a Cristo a los demás al limpiar, al cocinar
y al hacer muchas diferentes cosas prácticas. Cuando
nos reunimos, parece que somos tan espirituales, que
parecemos iguales a Cristo, pero cuando estamos en la
cocina parece que somos cualquier cosa, menos
iguales a Cristo. Tenemos que aprender la lección de
servir a otros y servir a Dios al ministrar a Cristo a los
demás sin importar lo que estemos haciendo. Si usted
está en el espíritu cuando toca el piano, al tocar el
piano estará ministrando a Cristo a los demás. Somos
la iglesia, y como tal, no estamos aquí para hacer
ninguna otra cosa, sino ministrar a Cristo a los demás.
Cocinar una buena comida para los santos, preparar
un buen lugar para la reunión, tocar el piano con
120
habilidad, ninguna de estas cosas tiene valor a menos
que ministren a Cristo a los demás. Todo lo que
hagamos en el servicio del Señor debe ministrar a
Cristo a los demás. Tenemos mucho que aprender
acerca de este asunto.
En Shanghái había una hermana mayor que pasaba
mucho tiempo con el Señor. Ella tenía el hábito de
invitar a las misioneras jóvenes que acababan de llegar
a China para tomar té por la tarde. Al servirles té a esas
jóvenes misioneras, esa hermana les ministraba a
Cristo. Muchas de esas hermanas jóvenes podían
testificar que mucha vida del Señor había sido
ministrada en ellas durante este tiempo en que la
hermana les servía té. Esa hermana no les enseñó
nada ni les dijo nada para corregirlas, sino que
ministró vida a aquellas que eran más jóvenes.
En una ocasión, algunas de esas jóvenes misioneras
estaban usando vestidos de moda, con faldas un poco
cortas. Esta hermana mayor les invitó a tomar té.
Mientras tomaban el té, esta hermana varias veces jaló
su falda hacia abajo para cubrirse más. Finalmente,
las otras hermanas empezaron a ajustar sus propias
faldas. Sin que se dijera ni una palabra, esas jóvenes
fueron corregidas de gran manera. Servir el té no era
el propósito de esta hermana mayor. Simplemente era
el medio por el cual Cristo podía ser ministrado.
Ministrar a Cristo a los demás debe ser la meta de todo
lo que hacemos, ya sea que limpiemos, arreglemos,
cocinemos, visitemos, ministremos la Palabra,
cantemos u oremos. Todos los asuntos prácticos en la
vida de iglesia no son más que los canales, son el

121
medio a través del cual, por el cual y en el cual
podemos ministrar a Cristo a otros.
Si los demás no pueden detectar a Cristo en la cocina
mientras está cocinando, es dudoso que realmente
detecten a Cristo en las reuniones. Para que Cristo sea
ministrado en las reuniones tenemos que ejercitarnos
al hacer todas las cosas prácticas, de tal modo que
Cristo sea ministrado en el quehacer de las cosas
prácticas. Cada aspecto del servicio de la iglesia debe
ministrar a Cristo como vida.
Tenemos que aprender a servir en el espíritu, y
tenemos que aprender a hacer todas las cosas
relacionadas con el servicio de la iglesia de una
manera que ministra a Cristo a los demás. Ésta es
nuestra meta y nuestro propósito.
A menos que aprendamos las lecciones en estos
asuntos, la vida de iglesia será dañada y se introducirá
muerte por medio de los asuntos prácticos. Por una
parte, los santos pueden estar juntos encargándose de
los asuntos prácticos, pero por otra, pueden decir
tonterías o estar chismeando. El hecho de hablar y
chismear durante el servicio de la iglesia traerá muerte
a la vida de iglesia y la extenderá, si los santos no
aprenden a servir en el espíritu y a ministrarse a Cristo
el uno al otro. En este caso, cuanto más se reúnan los
santos para el servicio práctico, más será dañada la
vida de iglesia.
Que todos aprendamos a ministrar a Cristo como vida
a los demás siempre que nos reunamos para servir en
la vida de iglesia. Que todos aprendamos a servir en el
espíritu para ministrar a Cristo como vida a los demás.
122
CAPÍTULO OCHO
SERVIR EN COORDINACIÓN
Lectura bíblica: Ro. 7:6
Ya hemos visto que tenemos que servir al Señor en el
espíritu, y que en nuestro servicio lo único que
tenemos que hacer es ministrar a Cristo como vida a
los demás. Todo lo que hagamos en el servicio del
Señor lo debemos hacer en el espíritu. Romanos 7:6
nos dice que tenemos que servir al Señor no sólo en el
espíritu, sino también en la novedad del espíritu:
“Ahora estamos libres de la ley, por haber muerto a
aquella en que estábamos sujetos, de modo que
sirvamos en la novedad del espíritu y no en la vejez de
la letra”.
Existe algo de diferencia entre el espíritu y la novedad
del espíritu. Sin embargo, si servimos al Señor en el
espíritu, ciertamente tendremos la novedad del
espíritu. Todo lo que está en la carne es viejo; todo lo
que está en el espíritu es nuevo. Siempre que un
hermano o hermana sirve en la carne, se puede
detectar algo viejo, incluso que tiene seis mil años de
edad, tan viejo como Adán. Pero cuando alguien sirve
en el espíritu, hay algo nuevo, algo fresco y
refrescante.
Muchas veces he visto que los hermanos y hermanas
jóvenes sirven de una manera vieja. Algunos
hermanos de diecinueve años sirven como si tuvieran
noventa y nueve años de edad. Su servicio es viejo
puesto que sirven en la carne. Por otra parte, algunos
hermanos y hermanas mayores sirven de una manera

123
fresca y nueva. Ellos sirven de esa manera tan nueva y
refrescante, debido a que sirven en el espíritu. Todo lo
que está en el espíritu es fresco, nuevo y refrescante.
Todo lo que está en la carne es viejo. No es refrescante,
sino más bien es agotador.
Cuando escuchamos un mensaje que se da en el
espíritu, no nos importa el tiempo. Después de
escuchar por media hora, queremos oír más. El
tiempo pasa rápido. Pero cuando escuchamos un
mensaje que se da en la carne, en la vejez de la letra,
diez minutos parecen una hora, y nos sentimos
aliviados cuando se termina el mensaje. Todos
nosotros tenemos que aprender a servir en el espíritu
y en la novedad del espíritu.
Es necesario ser maduro, pero nunca debemos ser
viejos. Ser viejo es una cosa, ser maduro es otra.
Nosotros debemos buscar ser maduros, pero nunca
debemos ser viejos. Dios nunca es viejo. Por lo
contrario, Él siempre es nuevo. La Biblia muestra la
madurez del Señor de una manera y Su novedad de
otra, pero el Señor nunca es viejo. Por tanto, debemos
aprender a servir en el espíritu y en la novedad del
espíritu.
Todo lo que hagamos lo debemos hacer en la novedad
del espíritu, y debemos hacerlo todo de manera que
Cristo sea ministrado como vida a los demás. No
debemos ministrar doctrinas, religión, reglas,
regulaciones ni formas. Incluso no debemos ministrar
ninguna clase de enseñanzas sanas a los demás si no
tienen a Cristo como vida. Nuestra meta es ministrar
a Cristo como vida a los demás. Cuidamos de las
enseñanzas sanas por el mero hecho de que esas
124
enseñanzas tienen mucho que ver con el asunto de
Cristo como vida. Si las doctrinas y las enseñanzas no
están relacionadas con Cristo como vida, no nos
importarían y no hablaríamos de ellas.
Necesitamos aprender a servir en el espíritu y
necesitamos ministrar a Cristo como vida a los demás.
Ya hemos visto estos dos asuntos.
EL CAMINO DE LA COORDINACIÓN
Queda más por decir acerca de servir en la novedad
del espíritu y ministrar vida a los demás. Sin embargo,
en este capítulo mi carga está con otro asunto del
servicio, que es, la coordinación. En el servicio
necesitamos coordinar con otros. No quiero decir que
tenemos que estar organizados. Estar organizados es
una cosa y estar coordinados es otra. A lo que nos
referimos con la palabra coordinación es simplemente
ser edificados juntos, servir de manera en que seamos
juntamente edificados.
Cuanto más servimos, más seremos edificados con
otros. En estos días estamos hablando de la
edificación de la iglesia. La edificación de la iglesia se
lleva a cabo en el servicio coordinado. Si estamos
sirviendo al Señor siguiendo el camino de la
coordinación, mientras servimos estamos siendo
edificados.
Tenemos que ver qué es lo que significa esto de
manera práctica. Supongamos que soy una hermana
que sirve al Señor entre los santos en la iglesia. Tengo
que servir al Señor de tal manera que cuanto más
sirvo, más sea edificada con otros, y cuanto más sirvo,

125
más otros serán introducidos para ser edificados
juntamente conmigo. En otras palabras, cuanto más
sirvo, más se edifica la iglesia.
Sin embargo, en muchos lugares hoy, cuanto más
sirven las personas, más independientes se vuelven.
Cuanto más dotados son, más se vuelven gigantes e
independientes. Algunos de los dotados sienten que
han llegado tan alto que nadie les puede seguir.
Consideran que son personas muy elevadas y que los
demás son inferiores. Ellos se ponen encima y a los
demás los ponen abajo. Como resultado, se vuelven
independientes. Éste no es el camino correcto.
El camino correcto es que mientras estamos sirviendo,
estamos siendo edificados con otros. Cuanto más
servimos, cuanto más ejercitamos nuestro don, más
seremos unidos y más coordinados estaremos unos
con otros. En el servicio del Señor, nunca actuamos de
una manera independiente. Aquí hay muchas
lecciones que tenemos que aprender.
Permítanme dar este ejemplo. Supongamos que soy
un hermano con un don, y cuanto más sirvo, más
aprendo y más sé cómo servir. Cuanto más sirvo, más
soy fortalecido y más grande llego a ser. Entonces me
vuelvo orgulloso y pienso que sé esto, que sé aquello,
que lo sé todo. Por tanto, yo debo hacer todo, puesto
que soy el único que sabe cómo hacerlo. En cierto
sentido, me estoy volviendo todopoderoso. Puedo
hacerlo todo y lo hago todo. Cuanto más sirvo, más
llegan las cosas a mi bolsillo y todo está en mis manos.
Cuanto más puedo hacer, más independiente soy y
puedo hacerlo todo a mi manera. Ya no tengo
lecciones que aprender y nadie me puede enseñar
126
nada. En la reunión yo anuncio el himno, toco el
piano, comienzo el himno, conduzco la oración y hago
la predicación: lo hago todo. No hay necesidad de
nadie más. Puedo hacerlo todo. Ocupo el lugar más
alto y soy el más independiente. Los demás quizás me
admiren como un hermano maravilloso. Sin embargo,
todos nos tenemos que dar cuenta que esta clase de
hermano simplemente daña la iglesia. Cuanto más
hace, más retraza la edificación de la iglesia; incluso la
arruina y la frustra. Puesto que ese hermano es tan
capaz en sí mismo, no tiene lecciones que aprender y
no hay necesidad para que él coordine con otros. Éste
no es el camino correcto.
PERMITIR QUE LAS COSAS PASEN
A MANOS DE LOS DEMÁS
Ésta es la manera correcta: el primer día que llego aquí
a servir, quizás haga el noventa por ciento de las cosas
y deje el diez por ciento en las manos de otros. Pero
después de un mes, estoy cuidando de sólo sesenta por
ciento y el otro treinta por ciento ha pasado a las
manos de otros que han venido a servir conmigo.
Después de otro mes, quizás sólo cuide del treinta por
ciento y un mes más tarde, sólo del cinco por ciento y
un poco más tarde, del uno por ciento. El resto de la
obra de servicio es realizada por todos los hermanos y
hermanas que sirven. Una hermana se encarga del
piano, un hermano se encarga de los himnos. Uno se
encarga de esto, y el otro de aquello. Para servir al
Señor de esta manera tengo que aprender muchas
lecciones. Cada uno de nosotros naturalmente
pensamos que somos el mejor y nunca permitiríamos
que otros hagan lo mismo que nosotros. Pero si

127
aprendemos la lección de coordinar con otros,
tenemos que aprender a menospreciarnos a nosotros
mismos y a ser restringidos por otros. De otra manera,
no podríamos introducir a las personas cada vez más
en la edificación.
Había una hermana en China que era muy capaz,
educada y experimentada en muchas cosas y amaba
mucho al Señor. Sin embargo, cuando entró en el
servicio de la iglesia, cuanto más servía, más cosas
quedaban en sus manos. Después de dos o tres meses,
pareciera que todos los demás habían sido
despedidos. Un día los ancianos le preguntaron por
qué sólo había dos o tres sirviendo al Señor, cuando
hacía unos meses había un buen número. Le
preguntaron dónde estaban los demás. Su respuesta
fue que ellos no sabían cómo hacer las cosas y que no
las hacían bien. Cuanto más servía, más los otros
fueron despedidos, despedidos debido a la destreza y
capacidad de ella. Nadie podía trabajar tan rápido
como ella. Parecía tener la razón en todo, pues era
muy capaz. Pero en la realidad espiritual, ella dañó
mucho a la iglesia. Ella actuaba independientemente.
Más tarde se produjo un cáncer espiritual muy grande
con esta hermana.
El cáncer es una parte del cuerpo que se desarrolla
demasiado, un grupo de células que se descontrola,
que va más allá de su función normal. Necesitamos ser
limitados por otros para no ser un cáncer en el Cuerpo
de Cristo. Necesitamos ser limitados por otros para ser
un miembro que coordina con otros y no una célula
fuera de control.

128
Ésta es la mejor manera de servir al Señor en la iglesia.
La primera semana que servimos quizás nos
encarguemos del setenta por ciento de las cosas, y los
demás del treinta por ciento. La siguiente semana
tomamos el sesenta y cinco por ciento, y los demás,
treinta y cinco. La tercera semana, quizás tomemos el
sesenta, y los demás, cuarenta. Con nosotros, el
porcentaje siempre se va reduciendo, y con los demás
siempre va aumentando.
Desde otro punto de vista, la primera semana que
llegamos a servir, sólo cinco por ciento de los santos
sirven con nosotros. Después de una semana, hay un
ocho por ciento, luego doce, veinte, y finamente,
quizás después de un año, el cien por ciento. El
porcentaje del trabajo en nuestras manos siempre se
va reduciendo, pero el número de personas sirviendo
con usted siempre va aumentando. Después de un año
o dos, el servicio estará totalmente fuera de sus manos
y cien por ciento en las manos de todos los hermanos
y hermanas. El número de los servidores aumentará
de unos pocos a más de cien. Ésta es la manera
correcta.
Si seguimos este camino, aprenderemos a ser
limitados, a ser quebrantados y a someternos a los
demás. Si no servimos al Señor con los demás, nunca
nos conoceremos a nosotros mismos, pero al servir
con otros, será expuesto qué tan “buenos” somos en
realidad. En esta clase de servicio existen muchas
lecciones que aprender.
PUESTOS A PRUEBA POR LA
COORDINACIÓN

129
En mi propia experiencia, siempre he sido puesto a
prueba por los hermanos en el servicio. Es muy difícil
pasar por esta clase de prueba, pero simplemente
tenemos que hacerlo. Quizás le digamos al Señor:
“Señor, esta copa viene de Ti, y no tengo más opción
que tomarla”. Ésta es la manera de aprender la lección
de servir al Señor al seguir el camino de la
coordinación.
Cuando hacemos las cosas por nosotros mismos,
parece que todo es conveniente. Pero cuando hacemos
las cosas con los demás, no parece que nada es
conveniente. Por ejemplo, siempre prefiero viajar solo
para la obra del Señor. Sin embargo, en China, bajo la
soberanía del Señor y bajo la coordinación de los
colaboradores, siempre tuve que viajar con dos o más
hermanos, e incluso ser el líder del viaje. Soy una
persona que me gusta tener todo preparado de
antemano y no dejar nada para el último minuto, y les
insistía a los hermanos que tuvieran todo listo para
nuestro viaje. En cada ocasión siempre había alguien
que no estaba listo. Finalmente tenía que ayudarle a
prepararse, a hacer cosas por él y hacer todo por él, y
no estábamos listos a tiempo. Les animaba a que se
hicieran responsables por sus propias cosas y que no
fueran una carga para otros, pero no importa cuánto
les hablaba, nada funcionaba. Finalmente tuve que
someterme al Señor y aprender a ser paciente, y tuve
que encargarme de todo el equipaje y de todos los
problemas de los demás. Cuanta más gente viaje con
uno, más problemas se tiene: el equipaje, las cosas que
los demás olvidan, todas las necesidades especiales.
No nos queda otra opción que ayudar. Parece que los
demás han venido a ayudarle a uno, pero uno tiene
130
que ayudarles a ellos. Ellos se convierten en una carga
en vez de una ayuda, pero realmente son una ayuda
para que nosotros aprendamos la lección.
Uno de los problemas más grandes es visitar una
iglesia con varios colaboradores y ser recibido como
huéspedes por la iglesia. Muchos colaboradores
simplemente no saben cómo ser huéspedes. Existen
muchos problemas y muchas lecciones que aprender
en la coordinación.
¿Qué se debe hacer en estas situaciones? No puede
despedir a sus colaboradores y enviarlos a casa.
Simplemente tiene que aprender la lección en la
coordinación. Ésta es la única manera de servir al
Señor con otros, de edificar la iglesia. No debe ser un
gigante. No sea uno que está por encima de todos.
Siempre tiene que estar coordinado con otros. Si
intenta seguir este camino, ciertamente podrá ver
dónde está. No es muy fácil.
Siempre estamos listos para despedir a los demás.
Cuando algunos asuntos del servicio se les ha asignó a
ciertos hermanos y hermanas, muchas veces decían
que querían dejar en claro que nadie debía ir al lugar
dónde ellos iban a servir. Si tenían que cocinar,
insistían en que nadie más fuera a la cocina. Por un
lado, esto es correcto, pero por otro, ellos no sólo
necesitaban que otros les ayudaran, sino también que
otros fueran una carga para ellos. De otra manera, no
podrían aprender ninguna lección. Si tienen algunos
ayudantes que son una carga para ustedes en el
servicio, entonces ustedes serán limitados,
quebrantados y corregidos. Necesitan que alguien sea
su carga. Quizás sean muy rápidos y necesiten que
131
alguien sea una carga para volverlos más lentos.
Entonces aprenderán la lección y traerán a más
personas.
RODEADO DE SERVIDORES
SIN TENER LA OBRA EN SUS MANOS
Cuando servimos al Señor al seguir el camino de la
coordinación, la mejor prueba de nuestro servicio es
verificar, después de algún tiempo, cuánto del servicio
todavía queda en nuestras manos y cuántas personas
más han sido introducidas en su parte del servicio. Si
después de seis meses, todo el servicio está en sus
manos y casi todas las personas se han ido, es decir
usted es casi el único que queda, entonces está en una
situación seria. Quizás haga las cosas mejor que los
demás. Sin embargo, aunque haga las cosas mejor, la
situación en la vida de iglesia se ha empeorado. Al
haber mejorado el servicio por usted mismo, ha
dañado la vida de iglesia.
Debe introducir a otras personas, y finalmente ni
siquiera uno por ciento de la labor debe permanecer
en sus manos. Todo debe estar en manos de otros, y
finalmente quizás centenares de personas lleguen a
servir con usted. Éste es el camino de la coordinación,
la manera de introducir a las personas al servicio y de
edificar la iglesia. Cuanto más sirve, menos está en sus
manos. Cuanto más sirve, más grande es el número de
los que sirven.
No debe pensar en la clase de trabajo que ha
efectuado. Más bien, debe considerar qué porcentaje
del servicio está en sus manos y el número que hay de
los servidores. Existen verdaderas lecciones que uno
132
debe aprender en cuanto a esto. La lección más
importante es el quebrantamiento. Podemos hablar
de ser quebrantados, pero la manera de ser
quebrantados es servir al Señor con nuestros
hermanos y hermanas al seguir el camino de la
coordinación.
ESTAR ABIERTOS PARA COORDINAR
Realmente necesitamos entrenamiento en este
asunto, y necesitamos la práctica. Las cosas de las que
hemos hablado están principalmente relacionados
con la práctica. Si tomamos estos asuntos y los
practicamos, nos daremos cuenta de cuantas cosas
están involucradas aquí. Sólo estas pequeñas palabras
aquí son suficientes para mostrarnos lo que debemos
practicar por el resto de nuestra vida. Descubriremos
que hay una naturaleza dentro de nosotros que
siempre es independiente, una naturaleza que
siempre actúa en secreto. No nos gusta abrirnos a los
demás. Hay algo en nuestra sangre que siempre le
gusta ser independiente y mantener las cosas en
secreto, escondidas de los demás.
Algunos hermanos y hermanas pueden hablar de
muchas cosas sin abrirse a los demás. Ellos hablan,
pero siempre se mantienen cerrados. Podemos servir
al Señor con ellos por mucho tiempo y aún no saber en
donde se encuentran.
Si recibimos estas palabras de servir al Señor al seguir
el camino de la coordinación, entonces descubriremos
nuestra condición. Por naturaleza, somos personas
independientes que hacemos cosas en secreto, incluso
somos personas misteriosas. Nos gusta permanecer
133
escondidos en nosotros mismos como si fuéramos un
misterio. Dios causó que la iglesia estuviera escondida
en Él como un misterio en el Antiguo Testamento,
pero hoy nosotros nos mantenemos como un misterio
dentro de nosotros mismos. No es fácil abrirnos a los
demás.
Si no hay apertura, quiere decir que no hay
quebrantamiento. Cuanto más quebrantamiento
haya, más apertura habrá, y cuanto más apertura
tengamos, más nos compenetraremos con los demás.
A menos que aprendamos la lección espiritual de ser
quebrantados, de estar abiertos y de ser
compenetrados con otros, será imposible practicar la
vida de iglesia. Podemos reunirnos semana tras
semana, mes tras mes y año tras año, sin practicar
jamás la vida de iglesia. Nunca podríamos ser
edificados juntos para expresar a Cristo de manera
corporativa. Nunca podríamos ser compenetrados y
ser uno en el espíritu puesto que nuestra vida natural,
nuestra vida del alma, nuestra naturaleza humana
nunca ha sido quebrantada. Existe una sola manera de
experimentar el verdadero quebrantamiento de la
vida natural, y esto es, coordinar con otros. No
podemos simplemente encerrarnos en nuestra
habitación para leer las Escrituras, orar y alabar al
Señor porque estamos quebrantados. Cuanto más
declaremos en nuestra habitación que estamos
quebrantados, menos lo estaremos. Lo que pone a
prueba si realmente estamos quebrantados o no es la
coordinación con los demás.
Supongamos que hay una hermana que siempre le
gusta encerrarse en una habitación para buscar al

134
Señor. Ella es muy fiel en leer la Palabra, meditar,
arrodillarse y orar día tras día. Su práctica es muy
buena, pero la verdadera prueba consiste en que si esa
hermana está verdaderamente quebrantada o no. Es
posible que una persona sea muy espiritual a solas con
el Señor y sin embargo, su yo nunca ha sido
quebrantado.
Supongamos que por la soberanía del Señor, a esta
hermana se le coloca en cierta clase de coordinación
con siete hermanas. Cada una de las siete es una Marta
y simplemente no saben cómo estar quietas. De hecho,
lo único que conocen es trabajar y trabajar más, hacer
y hacer más. Soberanamente, estas ocho hermanas se
encuentran en una situación donde hay tanto por
hacer que no queda tiempo para que esta querida
hermana busque al Señor a solas en su habitación.
Esto sería una gran prueba para ella. Incluso puede ser
que se enfade puesto que no tiene tiempo para eso.
Esto es una prueba de que ella nunca ha sido
quebrantada. Después de pasar por tal prueba, ¿cómo
podría esta hermana encerrarse en su habitación
como lo hacía en su vieja manera y alabar al Señor por
haber sido quebrantada? De hecho, la soberanía del
Señor la ha llevado a tal situación para mostrarle que
tiene que ser quebrantada en esto mismo.
En la actualidad, las enseñanzas de los cristianos
recalcan mucho la espiritualidad individual, haciendo
que los cristianos sean antigüedades y piezas de
museo en lugar de prepararlos como materiales para
la edificación. Dios nunca tuvo la intención de que
fuéramos espirituales de forma individual. La
espiritualidad individual estropea y causa mucho

135
daño a la edificación de la iglesia. Si nos damos cuenta
de que el propósito eterno de Dios, la máxima
intención de Dios consiste en obtener un Cuerpo, un
vaso corporativo para contener a Cristo y expresar a
Cristo, diríamos: “Señor, sálvame, libérame de mi
espiritualidad individual. Tengo que ser quebrantado
incluso en el asunto de la espiritualidad individual.
Necesito ser liberado de esta clase de individualidad.
Necesito aprender a ser quebrantado a fin de
coordinar con otros, para ser compenetrado con otros
y llegar a ser una verdadera ayuda para ellos”.
La manera apropiada para que tal hermana espiritual
sirva al Señor es aprender la lección del
quebrantamiento, aprender cómo ser liberada por el
Señor de su espiritualidad individual, aprender a
llevarse bien con los demás. Entonces, gradualmente,
los demás también aprenderían la misma lección, y
esta hermana sería una ayuda para ellas y les
ministraría la vida de Cristo de una manera apropiada.
Todas estas ocho hermanas serían juntamente
edificadas y llevarían más y más personas a coordinar
con ellas. Entonces serían espirituales de una manera
coordinada y no de forma individual. Ciertamente se
necesita mucho aprender esta lección.
Tenemos que recalcar mucho este asunto debido a que
simplemente nos damos cuenta por experiencia, que
si no aprendemos esta lección, nunca podríamos
obtener una verdadera vida de iglesia. Sin esto,
nuestra vida de iglesia sería falsa. Podríamos
reunirnos el día del Señor y cantar un himno, orar algo
y escuchar un mensaje, y eso es todo. Nunca
tendríamos una iglesia edificada. No podríamos tener

136
un grupo de creyentes edificados como un Cuerpo
viviente y corporativo. Tenemos que aprender a servir
de una manera en que podamos coordinar con otros y
otros puedan coordinar con nosotros. Aquí hay
muchas lecciones que podemos aprender.
Además del quebrantamiento, tienen que aprender a
dejar, siempre que sea posible, que otros coordinen
con ustedes. Si todos ustedes simplemente tomaran
estas palabras y sirvieran al Señor siguiendo el camino
de la coordinación, no habría necesidad de que
hablase nada más. Hay muchas lecciones por
aprender, pero no se den por vencidos. Cuantas más
lecciones aprendan, más necesitan aprender, y cuanto
más aprendan, más lecciones continuarán llegando.
Ésta es la manera en que el Señor edifica Su iglesia.
Si en el servicio del Señor tres personas pueden
realizar un trabajo en particular, no se debe reducir el
número a dos. Sería mejor tener cuatro e incluso
cinco. Nunca se debe reducir el número, sino más bien
siempre aumentarlo, puesto que cuanto más aumente
el número de servidores, más lecciones hay que
tenemos que aprender y más edificación se llevará a
cabo.
Algunos hermanos han dicho: “Simplemente no
puedo hacer nada si hay algunas hermanas aquí. Si se
me pide hacer algo, deben decirles a estas hermanas
que no vengan a mí”. Temo que todavía tenemos
algunos hermanos en tal condición. Si usted es tal
hermano, el Señor le enviará más hermanas; y
probablemente, bajo Su soberanía, Él le enviaría las
que más problemas causan. El Señor le pondrá a
prueba para mostrarle dónde está usted. Tiene que
137
aprender la lección de hacer la labor en el servicio de
una manera corporativa. La iglesia es una prueba para
usted, y el verdadero servicio de la iglesia también es
una prueba.
Todos debemos tratar de conocer a la iglesia. Tenemos
que practicar y conocer la manera de servir en la
iglesia, el cual es un servicio de coordinación y nunca
el servicio de una persona individual. Todo el servicio
en la iglesia es un servicio de coordinación.
Muchas veces me gusta tener comunión con los
hermanos acerca de mi mensaje antes de darlo. Ésta
es la mejor manera. Es bueno reunirse con los
hermanos para tener comunión acerca del mensaje
que vamos a dar, teniendo una actitud abierta a los
demás y estar listos para ser corregidos. Si los
hermanos nos dan tan sólo una pequeña insinuación
que no debemos ministrar, debemos estar dispuestos
a aceptarlo. No debemos actuar de manera
independiente. En todo, en cada labor, en cada parte
del servicio del Señor, necesitamos tratar de abrirnos
a los demás para coordinar con ellos y tratar de hacer
todo en el servicio de manera coordinada. Entonces
aprenderemos la lección y la iglesia se beneficiará en
la edificación. De otra manera, podríamos tener
muchas reuniones sin tener la verdadera vida de
iglesia.

Nota de los herederos

138
Nosotros los herederos quienes disfrutamos y estamos en el
recobro del señor, y las iglesias locales Siguiendo el único
ministerio de la economía eterna de Dios, de los hermanos
watchman Nee y witness lee, somos las personas más
Bendecidas en toda la tierra.

Somos los herederos, de toda Las Revelaciones y visiones


divinas. Que conteniente la Biblia en su totalidad. Lo cual
Dios ha revelado durante toda la era del antiguo testamento,
Nuevo Testamento y hasta la Era presente y futura, por
medio de sus santos profetas, apóstoles y los hombres, que
Dios ha levanto, desde Adán hasta la era presente.
Nosotros como herederos de toda Las Revelaciones y
visiones divinas. Que conteniente la Biblia en su totalidad.
Somos personas más responsables de llevar y dar a conocer
las verdades profundas y cruciales que ha sido comisionada
a nosotros, de quienes estamos en el recobro del señor. Por
qué si no damos a conocer la voluntad de Dios el señor nos
va demandar como vemos en: (Lc 12:47 Aquel siervo que
conociendo la voluntad de su señor… ni hizo conforme
a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mat 24:48-51
Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor
tarda en venir y comenzare a golpear a sus consiervos,
y aun a comer y a beber con los borrachos vendrá el
señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la
hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá
su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir
de dientes).
Aquí no solo los quienes estamos en el recobro del señor y
las iglesias locales somos personas responsables sino que
también, quienes leen estos libros de este ministerio de los

139
henos watchman Nee y witness lee. Ellos también llegan a
ser parte de esta responsabilidad. Por esta causa necesitan
ser uno y llevar estas verdades a todos, porque todos se
encuentran en tinieblas, no solo los incrédulos, sino también
los cristianos en toda la tierra. Esta es la razón por lo que el
señor nos ha encomendado a nosotros, a quienes estamos en
el recobro del señor, y las iglesias locales. La
responsabilidad de La propagación de todas las verdades
cumbres que se encuentra en el recobro del señor hoy en
día. Es de urgente necesidad dar a conocer a todos. Y esta
carga y visión era de nuestro hermano Witness lee, y hoy es
también nuestra carga, Visión y práctica.
Según la visión que hemos visto y heredado al disfrutar
del ministerio neotestamentario de los hnos. Watchman Nee
y Witness lee, durante los años que hemos disfrutado
hemos recibido mucha luz, gracias a este único ministerio
de la era. Durante algunos años hemos participar en la
propagación de este precioso ministerio neotestamentario,
y también hemos ganado la visión y la carga, de continuar
en la propagación de las verdades profundas, en el recobro
del señor. También hemos visto y aprendido que Para
enseñar, las verdades cumbres que se encuentran en este
ministerio, no necesitamos predicarnos a nosotros mismos,
ni inventarnos nuestras propias enseñanzas, ni nuestra
propia doctrina con nuestra propia terminología. Sino que
simplemente tomar este ministerio, disfrutarlo y dar a
conocer conforme a lo que el señor ha revelado en su
recobro.
Por causa de participar en la propagación del ministerio de
los hermanos Watchman Nee y Witness lee, hemos visto el
establecimiento de las iglesias en toda la tierra y en sur
américa principalmente en Ecuador. Por causa de la
140
propagación de este Único y Preciosos ministerio se dio, el
establecimiento de las iglesias locales en sur américa. Por
esta causa seguimos en pro de la propagación de estas
verdades de este maravilloso ministerio de la era.
En realidad no tenemos que hacer mucho para esparcir y
propagar estas verdades que se encuentran en el recobro del
señor. Hoy en día solo debemos tener un corazón puro y
dispuesto para la propagación de estas verdades.
Simplemente tenemos que salir con un corazón puro, sin
reservar nada para nosotros mismos, poniendo todo a
disposición del Señor. Simplemente debemos salir con
todas las verdades y con la Versión Recobro para leérsela a
las personas. Sin ninguna ambición de hacer nada u obtener
algo para nosotros mismos, si salimos de tal manera
ganaremos toda la tierra, y tendremos un impacto,
tendremos la moral en alto.
Solo debemos presentar conforme, a la manera ordenada
por Dios. Solo debemos presentar conforme a lo que hemos
heredado la revelación del señor en su recobro ¿Qué hemos
heredado en el recobro del señor? Todas y cada una de las
revelaciones profundas y cumbres que contiene la biblia en
su totalidad la revelación que es desde la eternidad pasada
hasta la eternidad Futura que maravilloso es esto.
La propagación de todas las verdades cumbres que se
encuentra en el recobro del señor hoy en día es para ser
propagada y dar a conocer a todos. Y esta carga y visión era
de nuestro hermano Witness lee, y hoy es también nuestra
carga, Visión y práctica.
El hno. Witness lee, dijo en cuanto a la propagación de
las verdades en el recobro del señor dijo que Cumplir
la comisión que el señor ha dado a su recobro
141
La comisión que el Señor nos ha dado es Su recobro, y Su
recobro hoy es el recobro de Cristo como vida y de la iglesia
como nuestro vivir, es decir, que sea recobrado el disfrute
que tenemos de Cristo como nuestro todo y, además, todos
los aspectos significativos de la vida de iglesia con el
propósito de no solamente predicar el evangelio sino
también propagar la verdad. Creo firmemente que ésta es la
única razón por la cual el Señor nos ha confiado casi todas
las verdades a nosotros, de entre todo el cristianismo de
hoy. Él nos ha dado Sus verdades para que nosotros las
propaguemos, no solamente entre los cristianos, sino
también entre los incrédulos. Toda la tierra está en tinieblas.
Todo ser humano en la tierra necesita escuchar las verdades;
sin embargo, la propagación de las verdades preciosas que
hemos recibido ha sido seriamente limitada. Hemos
escuchado numerosos testimonios de cómo las personas
han sido atraídas y cautivadas por las notas de la Versión
Recobro, pero ¿quién de nosotros tiene la carga de salir y
propagar estas verdades?
El Señor nos ha encomendado Su recobro, y Él ciertamente
nos ha abierto el Nuevo Testamento y nos ha revelado
muchas verdades muy preciosas y valiosas. Lo que el Señor
necesita es que millares de Sus santos le amen, le vivan y
no les importe nada más que Su recobro y seguir un solo
camino. De este modo, aunque los santos sean de Brasil,
Australia, Nueva Zelanda, Taiwán, Inglaterra, Tailandia,
Indonesia o Estados Unidos, todos llevaremos la misma
carga, seguiremos el mismo camino y propagaremos las
mismas verdades. Impartiremos las verdades corporificadas
en la “barra de oro”, la Versión Recobro. ¡No tenemos otra
mercancía que ofrecer! Si somos así, ¡conquistaremos toda
la tierra!

142
En realidad no tenemos que hacer mucho. Simplemente
tenemos que salir con un corazón puro, sin reservar nada
para nosotros mismos, poniendo todo a disposición del
Señor. Simplemente salgan con todas las verdades y con la
Versión Recobro para leérsela a las personas. Les aseguro
que cada semana ganarán una persona. No necesitan
predicar sus propias enseñanzas ni su propia doctrina con
su propia terminología. Es preciso que veamos lo que es el
recobro del Señor. Al recobro del Señor se le ha
encomendado la gran tarea de propagar las verdades. Él nos
ha dado las verdades que ahora tenemos en nuestras manos.
Pero tenemos que ser fieles, puros de corazón, aquellos que
no tienen el deseo de vivir para sí mismos sino para Él, y
que salen a propagar las verdades contenidas en la “barra de
oro”. No es necesario que ustedes prediquen o enseñen a su
manera. Simplemente abran la Versión Recobro y lean
algunas de las notas a los que tengan más hambre.

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