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Autoayuda Habilidades Sociales UD 1 PDF
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Por el contrario, las personas que se enfrentan a las relaciones interpersonales con
miedos, con sentimiento de incompetencia, percibirán estas relaciones como insatisfactorias y,
por consiguiente, tendrán menos interés en favorecer encuentros sociales y participar en ellos.
Este sentimiento de ineficacia en las interacciones con los demás les llevará a tener un
concepto más pobre de sí mismos y a un retraimiento cada vez mayor, con la sensación
“derrotista” de que eso es así y las cosas no cambiarán.
Pero ¿de veras es así?, la persona con poca competencia social ¿está “condenada” a
seguir siéndolo? La respuesta es un rotundo NO. La capacidad de interactuar con los demás
no es una característica innata, ni predeterminada genéticamente, sino un conjunto de
habilidades que, como tales, son susceptibles de aprendizaje, con un buen entrenamiento. Del
mismo modo que cuidamos otra serie de aspectos de nuestra vida, nos preocupamos en
formarnos académicamente para tener éxito en el ámbito profesional, debemos preocuparnos
en mejorar nuestras habilidades sociales, pues esto será determinante en nuestro éxito
personal, en todos los niveles de nuestra vida.
Esto es lo que pretende este curso, conocer cuáles son las herramientas para mejorar
en nuestras relaciones sociales a través del conocimiento de las habilidades sociales, las
técnicas para mejorarlas, cómo y dónde aplicarlas y la manera en que pueden ayudarnos en el
día a día.
Son muchos los autores que han intentado definir las habilidades sociales (HHSS), sin
embargo, no existe una definición unitaria universalmente aceptada. Esto se debe a que no hay
un criterio unitario debido a la diversidad de variables que entran en juego en cualquier
interacción y a que la conducta socialmente habilidosa no constituye un rasgo unitario ni
generalizado y está determinado situacionalmente.
Es decir, y en esto sí que coinciden todos los autores, una conducta competente
socialmente lo es dentro de un contexto determinado y puede no serlo en otro; hablaríamos,
por tanto, de especificidad situacional. Por ejemplo, se considera una conducta socialmente
habilidosa, y en eso nadie tendrá duda, pedir ayuda con una sonrisa y el tono de voz adecuado
a un compañero si no sabemos cómo resolver un problema de matemáticas; sin embargo, esta
misma conducta no tiene sentido, o al menos no tendría los mismos resultados, si hacemos
esto en mitad de un examen de matemáticas.
Por lo tanto, encontramos un primer punto en el que coinciden todos los autores, la
dependencia del contexto, es decir, las HHSS deben considerarse dentro de un marco cultural,
y dependiendo de factores como la edad, el sexo, la clase o situación social…
Así, para muchos autores, las conductas socialmente habilidosas deberían definirse en
términos de su efectividad en una situación concreta.
Veamos algunos ejemplos de definición que nos ofrecen varios de los autores más
representativos:
Para Combs y Slaby (1977), esta sería: “La capacidad para interactuar con los demás
en un contexto social dado de un modo determinado que es aceptado o valorado socialmente
y, al mismo tiempo, personalmente beneficioso, mutuamente beneficioso, o principalmente
beneficioso para los demás”.
Para Pelechano (1989), las HHSS son: “Un patrón complejo de respuestas que llevan a
un reconocimiento social por parte de los demás y resultan autoeficaces para ejercer un
autocontrol personal, así como una influencia (directa o indirecta) sobre los demás, con la
utilización de medios y procedimientos permisibles”.
Esto significa definir las HHSS en función de su utilidad para las personas. Una de las
consecuencias más reforzantes de las HHSS es que facilitan el establecimiento de relaciones
con los demás, esto es, reforzantes en sí mismas para la mayor parte de las personas (hacer
amigos, iniciar relaciones con personas nuevas…).
Hay ocasiones en que el refuerzo que se obtiene más que social es material. Por
ejemplo, nos ponemos en contacto con otra persona porque nos interesa que nos deje un libro,
probablemente, más que la interacción en sí, lo que nos resultará finalmente recompensable es
la obtención de ese libro.
Por último, podemos poner en marcha las HHSS para impedir que los demás eliminen
un refuerzo al que tenemos derecho. Por ejemplo, cuando estamos realizando una actividad
reforzante para nosotros, como puede ser escuchar música, otra persona puede venir y apagar
la radio, o encender el televisor; en estas situaciones usaríamos las HHSS para expresar, de
forma adecuada, nuestro desacuerdo y pedir que el otro cambie su conducta.
Las situaciones en las que poner en práctica las HHSS y demostrar nuestra
competencia social son muy diferentes, y las habilidades variarán en función de esas
situaciones. Del mismo modo, la importancia de esas habilidades cambiará en función de cada
persona; así las habilidades de iniciaciones sociales serán más importantes en personas que
llegan a un sitio nuevo y se ven en la necesidad de hacer amistades que para personas que ya
tienen un amplio grupo de amigos.
Lo que siempre se mantiene invariable es que las HHSS deben darse en situaciones de
contextos interpersonales, es decir, son conductas que se dan siempre en relación con otra/s
persona/s. La interacción social es bidireccional, interdependiente y recíproca.
Para poder definir las HHSS en términos operativos, es decir, para poder identificarlas
y aprenderlas, además de tener en cuenta los apartados anteriores, es imprescindible
descomponer esta habilidad en pasos, delimitarla describiendo sus componentes conductuales.
Veamos un ejemplo, y para ello centremos nuestra atención en una habilidad social
relativamente sencilla como es la de presentarse. Para descomponerla en pasos debemos
atender tanto a la conducta verbal como a la no verbal, y, por supuesto, tener en cuenta que el
resultado de la aplicación de la habilidad sea satisfactorio.
Punto de partida: la persona desea conocer a alguien nuevo, para ello debe:
2. ACERCARSE A LA PERSONA
4. SALUDAR
A partir de aquí se puede observar si están presentes y de modo adecuado los distintos
componentes, e intervenir y practicar aquellos que no aparezcan o no se empleen de forma
correcta.
Del mismo modo que, tal y como comentábamos al inicio del capítulo, no había un
acuerdo respecto a una definición unitaria de las HHSS, tampoco hay acuerdo en cuanto al
término que se va a utilizar. Encontramos autores que usan indistintamente términos como
HHSS, asertividad, competencia social… y, por otro lado, autores que establecen diferencias
entre ellos. Consideremos estos conceptos uno a uno:
1. Competencia social
Al igual que ocurre con la definición de HHSS, a la hora de definir la competencia social
nos encontramos distintas opiniones. Podemos decir que es un término muy usado en terapia
de conducta y ampliamente estudiado desde la psicología social.
Para Villamisar (1990): “Es precisamente en las consecuencias de las HHSS donde
hunde sus raíces el constructo denominado competencia social”.
Para Monjas (1993): “No es más hábil el que más conductas tenga sino el que más
capaz sea de percibir y discriminar las señales del contexto y elegir la combinación adecuada
de conductas para esa situación determinada”.
Según estos autores podríamos decir que la competencia social hace referencia a la
generalización evaluativa, mientras que el término habilidades alude a conductas específicas,
es decir, las habilidades sociales formarían parte de la competencia social.
2. Comportamiento adaptativo
La conducta adaptativa abarca todas las habilidades necesarias para lograr esta
independencia: las referidas a la autonomía personal (vestirse, higiene, alimentarse…), las
necesarias para funcionar en la comunidad (ir de compras, manejo del dinero, de los medios de
transporte…) y las HHSS.
Una vez más, encontramos que las HHSS entran a formar parte de un concepto más
amplio, como es, en este caso, la conducta adaptativa.
Además de esta, otra diferencia esencial entre ambos términos es que mientras que las
HHSS implican siempre una interacción, es decir, más de una persona, la conducta adaptativa
no siempre tiene por qué ser interactiva, es decir, la conducta adaptativa puede ser individual
(por ejemplo, conocer el manejo del dinero es una habilidad individual que no implica
necesariamente a otras personas, sin embargo, para hacer la compra sí debemos interactuar
en algún momento con otras personas, por ej., el cajero, lo cual hará necesario que tengamos
que poner en práctica nuestras HHSS).
3. Asertividad
Para Wolpe (1958), la asertividad es: “La expresión adecuada, dirigida hacia otra
persona, de cualquier emoción que no sea la respuesta de ansiedad”.
COMPORTAMIENTO ADAPTATIVO
GENERAL
Habilidades de autoayuda
Habilidades comunitarias
Habilidades vocacionales-laborales
Habilidades interpersonales
Competencia social
Habilidades sociales
Asertividad
Si bien era complicado hallar una definición unánime para el concepto de HHSS, no
sucede lo mismo al contestar esta cuestión. Todos los autores y estudiosos del tema coinciden
al afirmar que la conducta socialmente hábil se aprende. Es decir, no nacemos siendo asertivos
o tímidos, sino que una serie de aprendizajes y experiencias a lo largo de nuestra vida nos van
a llevar a ser de una manera o de otra.
Si las HHSS son conductas que se aprenden, significa que también pueden ser
enseñadas, esto es, que existen procedimientos concretos de entrenamiento
en HHSS que permiten su adquisición o mejora.
Teniendo siempre presente la idea de que las HHSS se pueden aprender, veamos, de
una forma más detenida qué componentes influyen en este aprendizaje:
1. Refuerzo directo
Resulta más que evidente que tendemos a repetir aquellas conductas que han tenido
una consecuencia positiva, mientras que evitamos las que nos han reportado consecuencias
negativas.
cada vez que tenga hambre; si el niño sonríe y obtiene atención, aprenderá a sonreír para que
le hagan caso, pero si al sonreír no obtiene ninguna respuesta, la sonrisa acabará
desapareciendo de su repertorio de conductas sociales.
Así, mientras el niño crece, va ensayando una serie de conductas cada vez más
elaboradas que irá incorporando a su repertorio en la medida que su consecuencia sea un
refuerzo positivo, e irá eliminando de la misma manera aquellos comportamientos que sean
castigados o que deriven en consecuencias negativas.
1. Componentes motores
2. Componentes cognitivos y afectivo-emocionales (en relación con los procesos
internos de la persona)
1. Componentes motores
Nos referiremos únicamente a aquellas conductas que pueden ser observables. Ante la
conducta de las personas nos formamos una impresión global (a la que llamamos molar), y
que a su vez está formada por miniconductas específicas (llamadas moleculares).
Contacto ocular
Nos referimos a la mirada. Para que exista contacto ocular debe establecerse un
contacto entre nuestra mirada y la del otro. Mirar a los ojos, o de forma más general, a la parte
superior de la cara.
Los significados y las funciones del contacto ocular pueden resumirse en:
Actitudes: las personas que miran más a los ojos de los demás son percibidas
como más agradables, sin embargo, mantener esta mirada de forma fija y
extrema puede percibirse como hostil o dominante.
Expresión de emociones: a través de la mirada podemos intensificar ciertas
emociones, por ejemplo, dejar de mirar o mirar menos puede dar a entender
sumisión, timidez o vergüenza, mientras que mirar más o de forma más fija e
intensa puede denotar ira.
Acompañamiento del habla: mantener el contacto visual durante una
conversación es fundamental para denotar seguridad, generar más respuestas
en el otro y denotar interés.
Sonrisa
Al igual que el contacto ocular, la sonrisa debe estar presente en todas las HHSS de
acercamiento, las de hacer amigos, solicitar favores, etc. Por ejemplo, cuando nos acercamos
a alguien que nos parece atractivo con la intención de presentarnos, tendremos más
probabilidades de éxito si mantenemos un contacto ocular adecuado y una sonrisa que si
nuestra mirada es huidiza y no somos capaces de sonreír.
Expresión facial
Como se suele decir: “la cara es el espejo del alma”, es decir, se constituye en el
principal sistema de señales para mostrar emociones.
De esta forma, podemos hablar de seis emociones principales que han sido descritas
como:
Alegría
Sorpresa
Tristeza
Miedo
Ira o enfado
Asco o desprecio
Una conducta socialmente hábil requiere que haya correspondencia entre lo que se
dice (lenguaje verbal) y la expresión facial que acompaña al mensaje. Es decir, no podemos
acercarnos a pedir un favor con una expresión de hostilidad, puesto que así probablemente no
obtengamos más que una respuesta hostil.
Gestos
Podemos decir que un gesto es cualquier acción que envía un estímulo visual a un
observador, es decir, tiene que ser visto por otra persona y además transmitirle alguna
información.
Los gestos son básicamente culturales, por eso aquellos que son bien recibidos en
nuestra cultura pueden percibirse como agresivos o de mala educación en otros países.
La mayor parte de los gestos los hacemos con las manos y, en menor medida,
gesticulamos con la cabeza y los pies.
Postura
Posición del cuerpo y de los miembros (brazos, piernas, etc.), la forma en que nos
sentamos, en que permanecemos de pie o paseamos puede dar mucha información acerca de
nuestras actitudes, la forma de vernos a nosotros mismos y a los demás.
Categorías posturales:
También varía en función del tipo de interacción el contacto físico, cambiando el grado
de presión y los puntos del cuerpo en donde se produce el contacto.
Apariencia personal
Aun así, no hay que olvidar que el atractivo físico puede ser un elemento muy
importante en un primer momento (es algo que no debemos descuidar), sin embargo, a la hora
de establecer una relación más duradera entran en juego otros elementos (todos los que
estamos viendo en este tema) que tienen más peso.
Volumen de la voz
Su función más básica es que el mensaje llegue hasta el oyente. Un volumen alto
puede denotar seguridad y dominio; pero si es demasiado alto, puede tener consecuencias
negativas, indicar agresividad, ira o terquedad.
Otra de las funciones del volumen de voz es ayudarnos en una conversación. Los
cambios de volumen pueden ayudarnos a enfatizar ciertas partes, mantener la atención…
Alguien que mantiene un tono de voz bajo y monótono puede resultar aburrido, e incluso dar
sensación de poca seguridad o timidez.
Entonación
Una entonación monótona puede expresar aburrimiento, falta de interés, etc. Elevar la
entonación puede percibirse como alegría, mientras que bajarla demasiado puede denotar
tristeza.
Velocidad
La velocidad con que hablamos determina muchas veces el interés que los demás
puedan poner en nosotros, así si hablamos de forma muy lenta podemos llevar a que nuestro
interlocutor se aburra o se impaciente, por el contrario, si hablamos muy rápido, pueden no
entendernos.
Fluidez
El principal componente verbal sería el contenido del mensaje, sin olvidar por supuesto
la forma.
Los objetivos que se persiguen al hablar pueden ser tantos como personas (comunicar
una idea, expresar sentimientos, razonar, contar un chiste, saludar, etc.); indudablemente, el
contenido va a variar en función de estos objetivos, del contexto e incluso de lo que se quiera
lograr (por ejemplo, si vamos a pedir un favor).
Entre los elementos verbales que se han descrito como más positivos están: los
cumplidos y comentarios positivos, las expresiones de atención personal, hacer preguntas, el
sentido del humor, la variedad de temas…
Escucha activa
Iniciar conversaciones
Mantener conversaciones
Terminar conversaciones
Hacer cumplidos
Iniciaciones sociales
Resolver la vergüenza
Expresar sentimientos
Etc.
Hasta ahora hemos visto una serie de componentes de las HHSS observables. Sin
embargo, existe otra serie de componentes que no podemos observar de forma directa pero
que tiene importancia a la hora de establecer relaciones sociales de forma efectiva (las
creencias de la persona, lo que espera de la relación, la forma de verse a uno mismo…). Son
los llamados procesos internos.
Evidentemente, para poder poner en práctica las HHSS en una situación determinada
es fundamental conocer qué habilidades se requieren para esa situación en concreto. Sin
embargo, esto no es suficiente por sí solo, ya que existen otra serie de factores que pueden
llevar a no poner en práctica esas habilidades a pesar de conocerlas.
Por ejemplo, deseamos conocer a una persona que en cierta medida nos impresiona,
sabemos que la habilidad correcta es la de “presentarse”, conocemos todos los pasos
(acercarse, sonreír y establecer contacto ocular…), sin embargo, el miedo a fracasar, a que la
persona no responda como esperamos, a hacer el ridículo, etc., puede llevarnos a no intentar si
quiera la interacción, con la consiguiente sensación de malestar que nos produce no sentirnos
capaces y, sobre todo, no llegar a conocer a esa persona.
Podemos resumir en dos grandes bloques los factores que influyen en las HHSS:
factores personales (cognitivos y emocionales) y factores socioambientales. Las HHSS, los
factores personales y los socioambientales se relacionan entre sí de forma permanente,
influyendo unos en los otros.
HHSS
QUERER
SABER PODER
HHSS
Supongamos que conocemos cuáles son las HHSS, tenemos las destrezas necesarias
para ponerlas en práctica, e incluso en una situación determinada decidimos usarlas, queremos
y lo hacemos. Pues bien, ¿qué hace que en un futuro ante situaciones similares volvamos a
usar las HHSS?, o bien, cuando empezamos a utilizarlas en una situación dada, ¿qué hace
que sigamos usándolas?
Para contestar a estas preguntas hay una palabra que no debemos perder de vista:
metas, esto es, la finalidad, los objetivos que perseguimos al hacer algo, es decir, la
recompensa que obtendremos por nuestra conducta.
a. Recompensas externas: aquellas que vienen dadas “de fuera” (un cumplido o
felicitación, obtener la aprobación o el reconocimiento de los demás). Pueden ser
materiales, por ejemplo, al poner en práctica la habilidad de pedir favores, lo más
probable es que nuestra meta sea conseguir algo, quizá que un amigo nos deje el
coche, en este caso la recompensa puede ser conseguir el coche, es decir, el coche
en sí.
b. Recompensas internas: aquellas que vienen dadas “de dentro”, no dependen de los
demás, sino de nosotros mismos (por ejemplo, la sensación de hacer bien las
cosas, de competencia, el aumento de la autoestima, etc.).
RECOMPENSAS RECOMPENSAS
EXTERNAS INTERNAS
Todos actuamos movidos por unas u otras recompensas (a veces por las dos), pero en
lo que a mantenimiento de las HHSS se refiere, está demostrado que existe una mayor
probabilidad de volver a usar las habilidades si nos movemos motivados por recompensas
internas. Veamos un ejemplo:
Situación: Llegamos a una fiesta y no vemos a nadie conocido, sin embargo, hay un
grupo de personas que parece estar pasándolo muy bien. Evidentemente, nos planteamos
acercarnos para unirnos al grupo.
Demos por hecho que se cumplen los tres requisitos: sabemos qué habilidades
debemos usar (iniciaciones sociales), tenemos capacidad para ponerlas en práctica y, además,
queremos hacerlo.
Tenemos también clara la meta final: integrarnos en ese grupo tan divertido.
Si atendemos solo a las recompensas externas, por ejemplo, caer bien a los
componentes del grupo, obtener su simpatía y aprobación puede ser un buen estímulo, pero
según nos acercamos podemos pensar que no caeremos bien (miedo al fracaso), o bien una
vez que iniciamos la interacción pensar que “no nos miran con buena cara”, etc. Estos temores
nos llevarán a no emplear las HHSS, o a no mantenerlas una vez iniciadas, a no ser que
tengamos una garantía total de éxito (lo cual casi nunca sucede). El resultado final será, aparte
de no conseguir la meta (y, por lo tanto, aburrirnos soberanamente si no aparece nadie
conocido), no sentirnos bien con nosotros mismos, pues acabaremos no viéndonos
competentes.
Si, por el contrario, tenemos en cuenta las recompensas internas, por ejemplo,
sentirnos bien por el hecho de intentarlo, siendo conscientes de que no se puede caer bien a
todo el mundo, pero que podemos intentarlo y ver qué pasa, las probabilidades de poner en
práctica las HHSS aumentan, al igual que la probabilidad de mantenerlas. Con ello,
evidentemente, también será más probable que tengamos éxito o que volvamos a intentarlo en
otras ocasiones si en esta no funciona (es decir, acabaremos encontrando a alguien en la fiesta
que nos ayude a pasar un buen rato).