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Internet y educación: La gestión de la identidad


cultural de género

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Agnès Vayreda Francesc Núñez


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Rocío Jiménez Cortés


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CULTURA & POLÍTICA @ CIBERESPACIO

1er Congreso ONLINE del Observatorio para la


CiberSociedad

Comunicaciones – Grupo 15
Identidad y género en línea
Coordinación: Agnès Vayreda y Francesc Núñez
(fnunez@uoc.edu)

http://cibersociedad.rediris.es/congreso

Internet y educación:
La gestión de la identidad cultural de género

Rocío Jiménez Cortés


Universidad de Sevilla21

Resumen
Esta comunicación presenta una reflexión sobre la configuración de la identidad de
género desde los fundamentos de la Teoría Sociocultural como referente clave que
se proyecta en el estudio de las relaciones entre cultura, contexto y cognición.
Desde esta perspectiva se desvelan las funciones de los instrumentos culturales en
el estudio de los procesos educativos. Partiendo de este planteamiento se realiza
un análisis de Internet como herramienta cultural y espacio privilegiado para la
construcción de identidades culturales de género.

Abstract
This paper presents a reflection on configuration of gender identity as contributed
by the foundations of Sociocultural Theory. This theory is a basic reference for
study in culture, context and cognition. From this perspective, the functions of
cultural instruments are shown in study of the educational processes. From this
starting point, this paper analyses Internet as a cultural instrument and a privileged
space for the construction of cultural gendered identities.

1. CONSIDERACIONES INICIALES.

La pluralidad de fenómenos sociales que acontecen en la actualidad (como los


debates públicos sobre los movimientos migratorios, la globalización, las quiebras
familiares, las funciones sociales de la escuela, la revolución de las nuevas
tecnologías o la violencia hacia la mujer, etc.) inciden en el ámbito científico-
educativo. La atención cada vez más generalizada hacia los estudios de género y la
construcción de la identidad es un buen ejemplo de la necesidad de respuestas por
parte de la educación a la reivindicación de la diversidad a nivel social.

Fruto de estos acontecimientos se acentúa la mirada sobre el campo


educativo impulsando el desarrollo de propuestas globales y ambiciosas sobre la
formación de la ciudadanía. En este sentido, los cambios asociados a la transición de
la sociedad del bienestar a la sociedad de la información, al fenómeno social de la
emigración o a la persistencia de una desigualdad jurídica, social, política y cultural
entre los géneros promueven, según BARTOLOMÉ Y COLS. (2000), nuevas
conceptualizaciones de ciudadanía que repercuten en el ámbito educativo.

Para COLÁS (2001) estos aspectos están determinados por la emergencia de


movimientos sociales y enfoques epistemológicos como el Postmodernismo y/o el
Feminismo. A lo cual hay que añadir el Movimiento de Ciencia, Tecnología y
Sociedad (CTS). Por su parte, PÉREZ (1997) considera el feminismo como una de las
perspectivas que más ha contribuido a la reflexión y análisis crítico de las relaciones
entre la tecnociencia y la sociedad.

Esta dinámica entre el plano social y el científico plantea nuevos retos a la


investigación educativa abocándola hacia la apertura a nuevas influencias. Estas
determinan tanto los contenidos de la investigación educativa como sus patrones
metodológicos y fundamentos disciplinarios (CONSTANS, 1998ª).

La incidencia de corrientes teóricas como el Enfoque Sociocultural, la Teoría


Feminista o el Postestructuralismo impacta en la temática objeto de estudio de las
investigaciones educativas. Así, la construcción de la identidad constituye hoy una
temática emergente en los ámbitos académicos y científicos en multitud de campos
disciplinares, como la psicología, la sociología, la antropología, etc. Específicamente
en educación, el abordaje de ésta define toda una línea de trabajos, como muestra
la numerosa y variada producción de los últimos años (SORIANO, 2001; BUTLER, 2001;
REBOLLO, 2001; BARTOLOMÉ Y COLS., 2000; MCDOWELL, 2000; AGUADO, 1999; DE
PABLOS, 1999; HOLLAND, Y OTRAS, 1998).

Por otra parte, asistimos en la actualidad a una revolución tecnológica en la


que se producen cambios rápidos y bruscos en la forma en que la gente vive,
trabaja, etc. estos cambios han propiciado convulsiones radicales en la organización
del conocimiento, en las formas de organización social y, por ende, en el propio
sistema cognitivo humano; dentro de este aspecto lo que atañe a la subjetividad y a
la formación de la identidad. En este sentido, la sociedad de la información ha
situado las tecnologías y los nuevos medios de comunicación (entre los que forma
parte Internet) en una posición privilegiada en referencia al estudio de la identidad.
Dan cuenta de ello numerosos trabajos (WOLMARK, 2002; IRAIN, 2001; MACDOUGALL,
2000; GOVER, 1997).

Siguiendo en esta línea, esta aportación se basa en el Enfoque Sociocultural


como sistema teórico estructurador. Esta teoría constituye un referente clave, tanto
conceptual como metodológico, que se proyecta en el estudio de las relaciones entre
cultura, contexto y cognición, desvelando las funciones de los instrumentos
culturales en el estudio de los procesos educativos. Desde esta perspectiva, las
personas quedamos definidas socialmente por rasgos como el género, la etnia, la
clase, etc. Estos órdenes sociales afectan potencialmente a la visión de cada persona
sobre las instituciones culturales y condicionan su disposición a asumir los valores e
interpretaciones generados en diversas actividades culturales. Por su parte, DE
PABLOS (1996) considera que este enfoque proporciona un soporte epistemológico
para concebir el desarrollo de la Tecnología Educativa en la que el marco social y los
contextos culturales cobran relevancia para la explicación de determinados procesos
de enseñanza-aprendizaje.

2. CULTURA, TECNOLOGÍA E IDENTIDAD CULTURAL DE GÉNERO.


Uno de los principales cometidos que nos planteamos al abordar la construcción de
la identidad cultural de género a través de medios tecnológicos es su delimitación
conceptual y el tratamiento terminológico de las nociones implicadas.

Los criterios fundamentales tenidos en cuenta para conceptuar la cultura en


los últimos años han sido múltiples y diversos. Aquí presentamos algunas
definiciones que se ajustan al modelo teórico-conceptual de partida. En este sentido
y de acuerdo con REBOLLO (2001) la cultura asume dos características inherentes, la
estabilidad y la emergencia. La primera de ellas hace referencia al reconocimiento
por parte del grupo de significados dominantes y la posesión de conocimientos
compartidos (como las estructuras de participación social o las finalidades que
presiden las relaciones sociales particulares, entre otras). La segunda alude a la
reconstrucción cultural que tiene lugar en procesos interactivos. Este último aspecto
nos aproxima al concepto de ciudadanía evocado anteriormente, en tanto que, recae
sobre las personas la posibilidad de participar activamente en la creación de
significados.

Coherentemente con esta perspectiva DE PABLOS (1996) hace hincapié en la


importancia de los logros tecnológicos (como la televisión, la radio, la informática o
la prensa escrita) en la culturización de los grupos sociales.

En esta misma línea, entendemos la cultura desde la interconexión de dos


dimensiones esenciales, la ideológica (compuesta por valores, creencias,
conocimientos y significados compartidos) y la praxiológica (forman parte de ella los
modelos de acción e interacción acordes con el patrón de comprensión del mundo).

Desde el análisis antropológico de la cultura emprendido por LAGARDE (1996,


1998) adquiere vital importancia el reconocimiento de la multiplicidad de
cosmovisiones sobre los géneros mantenidas por todas las culturas, en este sentido
cada sociedad, cada pueblo, posee su propio concepto de género. Esta cosmovisión
de género actúa como estructura y como contenido de la autoidentidad de cada cual.
Para LAGARDE (2002) la formación cultural de las mujeres se basa en una cultura
dominante que privilegia las acciones y los hechos masculinos y legitima el
patriarcalismo, no es equitativa al rechazar las aportaciones de las mujeres a la vida
social.

Para entender las relaciones entre tecnología y género, entre Internet e


identidad cultural, entre dimensión social e individual hemos de delimitar la
conceptualización de género y de tecnología. En este sentido, la tecnología es algo
más que un conjunto de artefactos u objetos físicos ya que incluye una cultura, un
conjunto de relaciones sociales legitimadas. Por ello, Internet se convierte en un
terreno privilegiado para la articulación y el mantenimiento del poder.

Como apunta VARELA (2000) en su análisis sobre las relaciones entre


cultura, tecnología y poder, la tecnología es producto de una cultura, su
imposibilidad para compartirla con otros radica en el hecho de no compartir
conocimientos e información, valoraciones, emociones, sentimientos, ilusiones y
utopías, en definitiva, en el hecho de no compartir la cultura. Esto a su vez, implica
un uso diferenciado de la tecnología en tanto que las personas que interaccionan
(por ejemplo con y a través de Internet) parten de significados y valoraciones
diferenciales fruto de los contextos culturales de referencia.

De acuerdo con MCDOWELL (2000) el género se define a través de las


interacciones sociales que tienen lugar en una gran diversidad de contextos y
situaciones (en el trabajo, en la casa, etc.). Asimismo, las distintas formas de
pensar y representar el lugar y el género se relacionan entre sí y se crean unas a
otras. A través de estos procesos interactivos se gestiona la propia identidad de
género. Esta es el fruto de la dialéctica continua entre los sujetos y los mundos
culturales con las identidades que nos ofrecen.

Los procesos de interacción que tienen lugar en los diversos contextos, entre
los que incluimos Internet, proveen de una serie de roles, valores, pautas y normas
predefinidos por la cultura dominante que dotan de contenido y de valor a aquello
que debemos ser. A su vez, existen una serie de instancias o contextos que poseen
legitimidad en la construcción de la identidad y de la afirmación del sujeto, como son
el espacio público, que comprende el ámbito, educativo, político, laboral y mediático
(televisión, prensa, Internet, etc.) y el espacio privado o la familia.

Bajo estas referencias ORTEGA (1999) considera que la identidad de género


como una dimensión de la personalidad se proyecta en ambos espacios, público y
privado. La construcción de la identidad de género se vincula a una serie de
referentes culturales y de instrumentos simbólicos. Entre los primeros se encuentran
los grupos y colectivos sociales de pertenencia, los modelos institucionales como la
familia, la escuela, el trabajo, los mass media etc. y entre los segundos la escritura,
la pintura, etc. (REBOLLO, 2001).

A nuestro juicio, la identidad de género se basa en dos aspectos conceptuales


claves y bien diferenciados aunque relacionados. Por un lado, se sustenta en un
modelo sociopolítico de opresión que implica una pérdida de derechos políticos,
sociales y jurídicos con respecto al grupo dominante, en tanto que las definiciones de
género son construidas socialmente. Y por otro, la identidad de género se ocupa de
los vínculos personales y asume un sentido de pertenencia con respecto al grupo del
mismo género.

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Identidad de género como Identidad de género como


modelo de referencia proceso de negociación y
exterior al sujeto reconstrucción

Posición del sujeto con Posición del sujeto con


respecto a: respecto a:
Orden Cultural. Orden Cultural.
Coherencia con los símbolos y Resistencia a los símbolos y signos
signos legitimados para la legitimados para la construcción del
construcción del imaginario social. imaginario social
Orden Social-genérico. Orden Social-genérico.
Identificación plena con los Identificación parcial o paradójica con
contenidos, estructura y discursos los contenidos, estructura y discursos
legitimados socialmente para cada legitimados socialmente para cada
género. género.

Rol de la herramienta Rol de la herramienta


cultural (Internet): cultural (Internet):
Soporte de los mecanismos de Reinvención de los mecanismos y
transmisión y permanencia de reconstrucción de nuevas
modelos de género. significaciones a los modelos de
género.
3. LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD DE GÉNERO EN INTERNET: UNA
APROXIMACIÓN SOCIOCULTURAL.

Los planteamientos de la Teoría Sociocultural se inscriben en una concepción del ser


humano como ser histórico, construido socialmente en interacción con los escenarios
culturales. En estos contextos prevalecen unas formas de organización social, un
conjunto de significados, sistema de valores, normas de participación y conducta
legitimadas a nivel social. A pesar de que hombres y mujeres partimos de bases
culturales similares las interpretaciones que realizamos del mundo y sus significados
retornan de subculturas genéricas concretas que determinan las experiencias vitales
de unos y de otras. En este sentido, las aportaciones de la Teoría sociocultural
adquieren relevancia en el estudio de los procesos interactivos entre el sujeto y la
cultura, entre el mundo psíquico y el mundo exterior.

La cultura patriarcal plantea un entendimiento del mundo desde una


epistemología binaria, es decir, los pares de opuestos constituyen la base para que
hombres y mujeres construyamos sobre ellos las respectivas identidades. Todo ello,
se proyecta en la comprensión de la masculinidad y la feminidad como modelos
sociales únicos y excluyentes. En la medida en que la organización social genérica
presente en Internet, caracterizada por el dualismo de identidades, incide sobre la
constitución de la identidad personal está influyendo también en la constitución de
la identidad colectiva al establecer estructuras y jerarquías de poder en las pautas
de interacción social.

La incorporación al plano individual, intrapsicológico, de lo que previamente


ha pertenecido al ámbito de la interacción entre el medio (Internet) y el individuo
constituye uno de los conceptos claves de la elaboración teórica de Vygotski y se
denomina internalización. Para VIGOTSKY (1979: 92) la internalización se define
como “la reconstrucción interna de una operación externa”. En esta línea, las
relaciones de poder y dominación entre géneros, las categorías que caracterizan los
modelos genéricos socialmente legitimados, en definitiva todos aquellos sistemas
que componen el orden social genérico tienden a formar parte de los esquemas de
percepción mentales de los individuos. De esta forma, contribuyen a la constitución
de su identidad personal.

Relacionado con este proceso, los sujetos generan una consciencia


perceptiva motivando la representación del mundo, la interpretación de la realidad
y la generación de opiniones sobre los hechos desde un punto de vista interno, de
acuerdo con las relaciones sociales de dominación y los modelos de género
establecidos.

Al proceso de internalización de pautas sociales se vinculan dos procesos


intermedios, el dominio y la apropiación cultural. WERTSCH (1999) los considera dos
constructos fundamentales para definir y conceptuar dicho proceso. Los diversos
contextos y escenarios culturales (núcleos como la familia, los grupos sociales, las
instancias formales, los medios de comunicación, etc.) proponen herramientas
culturales (como el lenguaje) cuyo dominio por parte de los sujetos es un
mecanismo de gran relevancia en el proceso de adaptación social. Para CUBERO
(2001) la noción de lenguaje equivale a un medio, el de las palabras al servicio de
la expresión de representaciones, pensamientos e intereses individuales, constituye
una actividad en la que se genera significado. El proceso de apropiación hace
referencia a la adopción por parte de los individuos de facultades, de formas de
comportamiento y modos de actividades constituidos históricamente.

Una aproximación sociocultural a la constitución de la identidad comienza


con el supuesto de que la acción humana está mediada y que no puede ser
separada del medio en el que se lleva a cabo. Bajo este prisma, Internet actúa
como herramienta cultural que media entre el sujeto y los patrones sociales entre
los que se encuentran los referentes al orden social genérico. Internet actúa como
instrumento cultural que institucionaliza valores, códigos de acción y discursos. La
multitud de signos (tanto lingüísticos como no lingüísticos) que aparecen en la red
constituye el eje articulador del proceso de mediación, en tanto que los signos son
poseedores de significado.

Como ha señalado DE PABLOS (1999) el reconocimiento de que el


pensamiento humano se forma mediante la adquisición, uso y dominio de
instrumentos mediadores es debido a la asunción del carácter semiótico de la
conciencia humana. Para ello, la adquisición se produce en el marco de actividades
socialmente significativas. En este sentido, VYGOTSKI, (1981: 164) entiende que “la
naturaleza psíquica de los seres humanos representa el conjunto de las relaciones
sociales interiorizadas que se han convertido en funciones para el individuo, y
forman la estructura del individuo”. Por tanto, la identidad del individuo se
constituye de acuerdo con supuestos de carácter sociocultural.

En resumen, el proceso de internalización implica una transformación de las


relaciones sociales de dominación y modelos de género establecidos en fenómenos
psicológicos. De tal manera que los pensamientos y percepciones de los sujetos
tenderán a organizarse en función de las estructuras de la relación de dominación y
de los patrones genéricos impuestos.

CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD DE GÉNERO


[Basado en la construcción de la identidad personal de De Pablos (1999)]

IDENTIDAD
IDENTIDADCOLECTIVA
COLECTIVA
DE
DEGÉNERO
GÉNERO
PLANO INTERPSICOLÓGICO
INTERNALIZ ACIÓN

INTERNET

DOMINIO
ACCIÓN MEDIADA
NEGOCIACIÓN DE
SIGNIFICADOS

APROPIACIÓN

IDENTIDAD
IDENTIDADPERSONAL
PERSONAL PLANO INTRAPSICOLÓGICO
DE
DEGÉNERO
GÉNERO
INDIVIDUO

Desde la teoría estético-literaria el filólogo ruso Mijaíl Bajtin plantea la


noción de lenguaje social entendido como “un discurso propio de un estrato
específico de la sociedad (según la profesión, edad, etc.) en un sistema social dado
en un momento dado” (HOLQUIST Y EMERSON, 1981: 430). En esta línea, BAJTÍN
(1981: 262) plantea como ejemplos de lenguajes sociales “los dialectos sociales, la
conducta característica de un grupo, jergas profesionales, lenguajes genéricos,
lenguajes de generaciones y grupos por edad, lenguajes tendenciosos, lenguajes de
autoridades de diversos círculos y de modas pasajeras, lenguajes que sirven a
propósitos sociopolíticos del momento”. Bajo este prisma, los lenguajes multimedia,
utilizados y privilegiados en Internet como medio de comunicación, constituyen un
tipo de lenguaje social, es decir, son esencialmente una determinada forma de
organización de una lengua. La importancia de los lenguajes sociales planteados
por Bajtín subyace en el poder de estos para actuar como modeladores de las ideas
que son expresadas por los agentes que intervienen en la red.

Batjín añade el concepto de ventrilocución, como un proceso clave para


generar la internalización. Este consiste en la integración en el discurso propio de lo
que denomina voces ajenas, voces que resuenan en la mente y que permiten
transportarnos a contextos y experiencias pasadas proyectadas en el presente y
que, a su vez, facilitan la representación en el futuro. Los lenguajes sociales y la
ventrilocución actúan como procesos claves en la configuración de nuestra
identidad cultural de género.

4. LAS REPRESENTACIONES DEL ESPACIO Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD


DE GÉNERO

Internet puede constituirse en un espacio de identidad en tanto que los grupos de


personas que acceden e interaccionan con el medio se reconocen y definen en
función a él. Esto implica el desarrollo de representaciones diferenciales en función
del grado de intensidad con el que ese espacio se erige en una marca de identidad
clara para el sujeto. La representación del espacio interacciona con el sistema
cognitivo y con los esquemas de acción del sujeto dando lugar a la construcción de
otros nuevos esquemas que orientan las prácticas futuras.

A continuación, presentamos una tipología de representaciones mentales


originadas en el proceso de interacción sujeto-medio y que inciden en la
construcción de la identidad de género2.

a. Representación valorativa del espacio. Permanece supeditada a las


preconcepciones que los sujetos que interaccionan aportan al flujo dialéctico
y que, a su vez, dependen de los referentes culturales y genéricos de
partida. En el caso de la mujer el acceso al espacio público al que siempre
ha estado restringida implica una serie de connotaciones que constituyen
barreras infranqueables desde el punto de vista personal e institucional.
b. Representación del ajuste identitario, radica en el grado de ajuste entre los
valores, significados y referentes del modelo de género asumido
personalmente y los que nos ofrece la red. Internet como espacio público
implica la gestión de nuevas significaciones de la identidad personal.
c. Representación orientativa de los usos, en función al grado de adecuación y
ajuste identitario de cada sujeto. Está íntimamente relacionada con la
siguiente.
d. Representación creativa de expectativas. Internet como herramienta
cultural se convierte en un espacio que tiene un doble efecto en las
acciones de los sujetos, o bien las constriñe o bien las posibilita.

Las imágenes que los sujetos poseen del presente, del pasado y del futuro
está plagada de significados a partir de los cuales construimos y reconstruimos los
hechos. Nos configuramos como hombres y mujeres en base a significados
pasados. Como señala REBOLLO (2001) los componentes retrospectivos y
prospectivos son elementales en la construcción de la identidad de género. El hecho
de recuperar experiencias del pasado aporta claves de resignificación de los hechos.
Esta recuperación de voces retrospectivas y de reelaboración de significados forma
parte de la acción futura. Los modelos que ofrecen los medios de comunicación,
como la televisión, los libros, la prensa o Internet favorecen la creación de
expectativas para imaginarnos en el futuro, es decir, ofrecen modelos diferentes a
los que se observan en la realidad. Así, para construirnos e imaginarnos
privilegiamos una serie de películas, un tipo de programas o navegamos por
determinadas páginas web que nos abren nuevos significados y nos implican en la
negociación y gestión de la propia identidad.

Durante el proceso de interacción y en función de las características de la


situación las personas hacen uso de una serie de recursos para poder establecer
una imagen coherente de sí mismas. En este sentido, De PABLOS (1999), siguiendo
a CASTELLS (1998), hace una lectura en educación de la existencia de diferentes
tipos de identidad. Por un lado, la identidad legitimadora que asume las identidades
propuestas por las instituciones dominantes en los contextos sociales. La identidad
de resistencia, por su parte, confronta la propia individualidad a la lógica de la
cultura dominante, a partir de la proposición de principios opuestos a los
establecidos por esta cultura. Por último, la identidad de proyecto conlleva una
redefinición por parte del individuo de su posición en la cultura dominante a partir
de la elaboración de nuevas propuestas que propongan una transformación del
contexto.

La identidad de resistencia y la de proyecto están relacionadas con el


concepto de actitud subjetiva evaluadora (REBOLLO, 2001). Esta autora plantea su
relevancia en la constitución de la identidad junto a otros elementos ya expuestos.
La actitud subjetiva evaluadora hace referencia a las emociones. Los sujetos
reaccionamos emocionalmente ante determinados significados sociales, rechazamos
o asumimos los recursos y herramientas culturales en función de lo que significan
desde un punto de vista social-afectivo.

En la medida en que los diferentes contextos sociales y espacios virtuales


ofrezcan y promuevan la diversidad cultural estarán impulsando contextos más
ricos para experimentar la propia identidad personal a través del conocimiento y de
la negociación con otros referentes culturales. De acuerdo con Bajtin el ser humano
es ser para otro y a través del otro para uno mismo. Los sujetos estamos
permanentemente en la frontera entre el yo y el otro.

5. PROPUESTAS EDUCATIVAS

A pesar de que la lucha por la equidad y la igualdad de representaciones en el


espacio virtual no depende sólo y exclusivamente del ámbito educativo (ya que
precisa de una serie de actuaciones vinculadas a otras áreas como la política, la
economía, etc.) consideramos necesario establecer aquí algunas de las líneas de
actuación que desde la educación se pueden emprender y que son propuestas por
COLÁS Y REBOLLO (2001).

El lenguaje y el discurso por su relación con el conocimiento, el poder y la


legitimación de la información se erigen como principales fuentes de actuación
desde el ámbito de la educación. La escasa representación del colectivo de mujeres
en los lenguajes tecnológicos genera la necesidad de incorporar diferentes
lenguajes y representaciones que promuevan modelos identitarios distintos a los
establecidos por el modelo hegemónico.

Asimismo, Internet desde el plano educativo favorece la construcción


constante de identidades personales y sociales entre las que se encuentran las
referentes al orden genérico. En este sentido, los espacios en la red (como los foros
de discusión) son escenarios privilegiados para la constitución de la subjetividad.

Para LAGARDE (1996: 13) la perspectiva de género implica una contribución a


la creación subjetiva y social de una nueva configuración a partir de la
resignificación de la historia, la sociedad, la cultura y la política desde las mujeres y
con las mujeres. Así, analizar Internet desde esta perspectiva implica no sólo un
compromiso educativo sino también una forma inestimable para la consecución de
la equidad y la justicia social.

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NOTAS

1
Universidad de Sevilla. Facultad de Ciencias de la Educación. Dpto. Didáctica y Organización Escolar y
Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación. C/ Camilo José Cela, s/n. 41018-Sevilla. E-Mail:
rjimenez@us.es
2
Esta tipología es fruto de un conjunto de reflexiones originadas a partir de la lectura del artículo GATTI
CASAL, G. y MARTÍNEZ DE ALBÉNIZ, I. “Las quiebras de la identidad: La doble faz del espacio público” en
Reis, 80/97, pp. 9-31.

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