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Delito de Incumplimiento PDF
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Primera parte
Introducción
Entre las denominadas “leyes penales especiales” encontramos aquellas que protegen las
relaciones familiares y alimentarias, como la Ley 13.944, promulgada en 1950, que en su art. 1º
establece “pena de prisión de un mes a dos años o multa ...a los padres que, aún sin mediar
sentencia civil, se substrajeren a prestar los medios indispensables para la subsistencia a su hijo
menor de dieciocho años, o de más si estuviere impedido”.
Con frecuencia, la victimización por parte del alimentante suele llegar a límites tales, que debió
además incorporarse a la mencionada ley el art. 2º bis, por el cual se castiga con mayor severidad
a aquel obligado que se insolventa o simula insolventarse con el dolo específico de frustrar la
acreencia alimentaria. Así, entre las maniobras fraudulentas se hallan, por ejemplo, la venta
simulada de un inmueble con cómplice incluido (el aparente comprador) o la renuncia a su empleo
o el hacerse pagar su sueldo en negro, en estos dos últimos casos, para liberarse de las
retenciones de una parte de sus haberes.
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Introducción de una Edición Especial de elDial sobre el tema.
Sin dudas se trata de una cuestión delicada en la que se encuentran involucrados niños. Ellos son
las víctimas más vulnerables en este tipo de infracciones.
Esta previsión de la ley es una trágica realidad social. Quien no convive con sus hijos tiene franca
tendencia a declarar, de por sí, la caducidad de su estado de padre o madre.
Consideramos necesario revalorizar al niño como “sujeto de derechos propios”, en vez de objeto
de derechos de sus padres, disputado como un bien más en litigio; como un botín de guerra.
Es común escuchar por parte de los denunciantes: “quiero que esté preso/a”, cuando en realidad
debiera decirse “quiero que alimente a mi hijo”.
La denuncia es concebida como un instrumento de venganza en lugar del medio para lograr la
prestación asistencial debida. Se pretende el castigo (la pena privativa de la libertad) más que la
reparación del daño (el cumplimiento del deber alimentario)
Tenemos claro que la obligación alimentaria debe ser constante y no sometida a condiciones
impuestas por el alimentante, ya que pesa sobre ambos padres y no puede pretenderse que la
prestación de los medios corra exclusivamente por parte de uno de ellos. Sabemos que los
progenitores tienen la obligación y el derecho de criar a sus hijos, alimentarlos y educarlos
conforme a su condición y fortuna, con los bienes propios, según indica la ley... ¿pero hasta dónde
puede inmiscuirse el derecho penal?; ¿puede o podrá solucionar conflictos que surgen de lazos de
familia deteriorados?; ¿la amenaza de pena puede disminuir la lista de “morosos alimentarios”?;
¿debe la ley penal ocuparse de esto?
Marcia Rillos