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Delito de incumplimiento de los deberes de asistencia familiar

Ley 13.944, art. 1º1

Primera parte

Introducción
Entre las denominadas “leyes penales especiales” encontramos aquellas que protegen las
relaciones familiares y alimentarias, como la Ley 13.944, promulgada en 1950, que en su art. 1º
establece “pena de prisión de un mes a dos años o multa ...a los padres que, aún sin mediar
sentencia civil, se substrajeren a prestar los medios indispensables para la subsistencia a su hijo
menor de dieciocho años, o de más si estuviere impedido”.

Con frecuencia, la victimización por parte del alimentante suele llegar a límites tales, que debió
además incorporarse a la mencionada ley el art. 2º bis, por el cual se castiga con mayor severidad
a aquel obligado que se insolventa o simula insolventarse con el dolo específico de frustrar la
acreencia alimentaria. Así, entre las maniobras fraudulentas se hallan, por ejemplo, la venta
simulada de un inmueble con cómplice incluido (el aparente comprador) o la renuncia a su empleo
o el hacerse pagar su sueldo en negro, en estos dos últimos casos, para liberarse de las
retenciones de una parte de sus haberes.

Incumplimiento de los deberes de asistencia familiar e insolvencia alimentaria fraudulenta,


son entonces los delitos que analizaremos en este nuevo número especial en materia penal, -
publicado en dos entregas consecutivas-, tratando de profundizar sobre algunos puntos que
consideramos de mayor interés:

• ¿Cuales son los elementos configurativos del tipo?


• ¿Cuál es el bien jurídico protegido?
• ¿Es un delito de peligro concreto o de peligro abstracto? ¿Se requiere para su
configuración algo más que el mero incumplimiento del obligado? ¿Se exige un resultado
material, un daño?. Es decir, ¿ es necesario que el sujeto pasivo se encuentre en situación
de necesidad e indigencia? ¿Y si no se encuentra en dicha situación, puede configurarse
de todas formas el delito?
• ¿Es un delito doloso? ¿Qué sucede con aquel que quiere pero no puede pagar?
• ¿Puede admitirse el dolo eventual?
• ¿Qué debe entenderse por “medios indispensables para la subsistencia”?. ¿Integran este
concepto la educación y la recreación?
• ¿Quién carga con el deber de probar el dolo y la posibilidad fáctica de cumplimiento del
acusado? ¿ La parte denunciante o el mismo imputado?
• ¿Cuál es el fin de la ley? ¿Y de la pena?
• ¿Es conveniente reprimir penalmente esta obligación?. ¿Es recomendable la aplicación de
pena de prisión de cumplimiento efectivo; o por el contrario, debemos pensar en
“reparación y compensación”?. ¿Existen otras alternativas? ¿Cuáles son?
• ¿Puede aplicarse la probation en el delito de incumplimiento de los deberes de asistencia
familiar?
• ¿Y la mediación?
• Sabemos que muchas provincias y ciudades ya han implementado un Registro de
deudores alimentarios morosos....¿funciona?
• ¿Cuáles son las circunstancias que debe tener en cuenta el juez a la hora de mensurar la
pena a imponer?
• ¿Puede un padre verse privado de la patria potestad sobre un hijo por haber cometido este
delito?

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Introducción de una Edición Especial de elDial sobre el tema.
Sin dudas se trata de una cuestión delicada en la que se encuentran involucrados niños. Ellos son
las víctimas más vulnerables en este tipo de infracciones.

La disolución de la familia nuclear, fenómeno claramente acentuado en nuestros días, trae


aparejado como indeseada consecuencia, y cada vez con más insistencia, el estado de
desprotección de los hijos, ocasionado por la falta de cumplimiento de los deberes de asistencia
familiar por parte del progenitor no conviviente.

Esta previsión de la ley es una trágica realidad social. Quien no convive con sus hijos tiene franca
tendencia a declarar, de por sí, la caducidad de su estado de padre o madre.

Consideramos necesario revalorizar al niño como “sujeto de derechos propios”, en vez de objeto
de derechos de sus padres, disputado como un bien más en litigio; como un botín de guerra.

Es común escuchar por parte de los denunciantes: “quiero que esté preso/a”, cuando en realidad
debiera decirse “quiero que alimente a mi hijo”.

La denuncia es concebida como un instrumento de venganza en lugar del medio para lograr la
prestación asistencial debida. Se pretende el castigo (la pena privativa de la libertad) más que la
reparación del daño (el cumplimiento del deber alimentario)

Tenemos claro que la obligación alimentaria debe ser constante y no sometida a condiciones
impuestas por el alimentante, ya que pesa sobre ambos padres y no puede pretenderse que la
prestación de los medios corra exclusivamente por parte de uno de ellos. Sabemos que los
progenitores tienen la obligación y el derecho de criar a sus hijos, alimentarlos y educarlos
conforme a su condición y fortuna, con los bienes propios, según indica la ley... ¿pero hasta dónde
puede inmiscuirse el derecho penal?; ¿puede o podrá solucionar conflictos que surgen de lazos de
familia deteriorados?; ¿la amenaza de pena puede disminuir la lista de “morosos alimentarios”?;
¿debe la ley penal ocuparse de esto?
Marcia Rillos

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