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VERSIFICACION
ESPAÑOLA
MSÉfe::íli
RBi
H
III. MANUALES, 25
RUDOLF BAEHR
M A N U A L DE VERSIFICACIÓN
ESPAÑOLA
TRADUCCIÓN Y ADAPTACIÓN DE
&
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
EDITORIAL GREDOS, S. A.
MADRID
© EDITORIAL GREDOS, S. A., Sánchez Pacheco, 83, Madrid, 1973, para
la versión española.
Título original: SPANISCHE VERSLEHRE AUF HISTORISCHER
GRÜNDLAGE, M ax N iemeyer V erlag, Tübingen, 1962.
El texto de la edición original alemana fue revisado y completados los
datos bibliográficos por el autor antes de la traducción.
R eim presión .
R udolf B a e h r
IND ICE DE ABREVIATURAS
A) OBRAS Y REVISTAS
NOTAS PRELIMINARES
E ste ejem plo clásico, tom ado de Bello, deja ver en p rim er lugar
que lo que d eterm ina el tipo rítm ico del verso no es el núm ero
de sílabas, .sino el período rítm ico.
E l período rítm ico depende en su am plitud de la extensión
del verso y de la n atu raleza de la anacrusis; en los versos m ás
usados se com pone casi siem pre de dos pies de verso, de los
cuales el p rim ero tiene u n acento m ás m arcado que el segundo.
E sta m an era de a lte rn a r pies de tono fu erte y de tono débil se
re p ite tam bién cuando el período rítm ico está com puesto de
varios grupos de pies. Si el período rítm ico se com pone unifor
m em ente de troqueos o de dáctilos o de su mezcla, se distinguen
incluso d en tro de cada clase, tipos de verso: trocaicos (óo óo),
dactilicos (óoo óoo) o tipos de verso m ixtos (óo óoo, óoo óo). El
em pleo p referid o de determ inados tipos puede se r consecuencia
de u n a intención artística, y hay que in terp re tarlo en cada caso
en relación con el significado y con la form a expresiva del
verso.
Elisa, ya el preciado^
cabello que del oro escarnio hacía
(Luis de León)
CLASES DE CESURA
Forma normal:
Quiero seguir
Ley de Mussafia:
Gran fianzá
sin tardanzá
EL ISO SILABISMO
Los versos, definidos p o r los elem entos rítm icos que se han
citado, ad o p tan u n a fo rm a estrictam ente regular cuando están
com puestos de u n n úm ero fijo de sílabas. El isosilabism o, sin
em bargo, no es condición previa ni necesaria p a ra que exista
un verso com pleto desde el punto de vista rítm ico.
M ientras F ran cia e Italia adoptan m uy p ro n to desde el co
mienzo de su época lite ra ria el sistem a isosilábico, los versos de
las lenguas vulgares de E spaña pueden dividirse en dos grandes
grupos o sistem as. Uno abarca, como en F rancia e Italia, los
versos m étrico s (regulares, isosilábicos), m ientras que el o tro
com prende los versos am étricos (irregulares, anisosilábicos, asi
lábicos, acentuales, fluctuantes). Observando el conjunto de la
m étrica española re su lta que u n a considerable p a rte de la poe
sía (sobre todo en sus m anifestaciones m ás im portantes desde
un pu n to de v ista artístico ) sigue el principio de los versos con
m edida silábica. Sin em bargo, el anisosilabism o fue m uy frecuen
te en la E dad M edia, y su elim inación de la poesía a rtística acon
teció sólo d u ra n te los siglos xv y xvi. Y adem ás, p e rd u ra h asta
hoy en la poesía p o pular, y en la poesía a rtística que se in sp ira
en las form as y tem as de ella.
E xpondrem os con brevedad en el lu g ar conveniente las m ás
Im portantes clases de versos de la versificación irreg u lar (véa
se m ás abajo, págs. 177-197).
Capítulo II
NOTAS PRELIMINARES
o artic u la to ria con respecto a las o tras: buey [b w ^ i], lim piáis
[l¿m -pjáis] 3.
Las vocales iguales, cualesquiera que sean, no se ju n ta n en
pronunciación cuidada, dando plen itu d artic u la to ria a las dos:
alcohol [al-ko-ól], piísim o [pi-í-si-mo].
C) o t r a s l i c e n c i a s . — Ju n to a la sinéresis y a la diéresis
hay
las de la sinalefa.
1) La i y la «, las conjunciones y y o (con las form as equi
valentes e y u) que quedan situadas en tre vocales, p a ra el efec
to de la m edición de las sílabas se h an de co n sid erar como
sonidos consonantes, y establecer con las vocales extrem as los
enlaces silábicos correspondientes a la condición de sem iconso
nan te o sem ivocal y aun de consonante plena que to m an en
esta posición; la le tra h no im pide esta conexión: 12
Es su / amo un caballero.
(Calderón)
PARTICULARIDADES EN LA MEDIDA DE
LAS SÍLABAS DÉ VERSOS SEGUIDOS
LA RIMA
NOTAS PRELIMINARES
ciencia en las rim as. Ya en los Cancioneros del siglo xv los versos
esdrú ju lo s llegaron a servir p a ra efectos análogos a los de la
rim a, y esto se hizo m ás sistem ático en el R om anticism o. A p esa r
de que existieron ya en el Cancionero de Baena (especialm ente
en V illasandino), los versos sueltos y rim ados acabados con
p alab ras esd rú ju las fueron descubiertos com o recurso artístico
intencionado sólo en el R enacim iento p o r influencia italiana, y
em pleados so b re todo en casos com o la poesía p asto ril italiana,
en tercetos y en versos sin rim a. Siguiendo el ejem plo del esdru-
ju lis ta m ás im p o rtan te, B artolom é Cairasco de Figueroa, las
rim as esd rú ju las se pusieron de m oda p o r algún tiem po en
o tras form as de poesía italianizante; a fines del siglo xvi y p rin
cipios del x v n alcanzó esta m oda su culm inación. En tiempos-
posteriores las rim as esd rú ju las desaparecen casi p o r com pleto,
salvo en algunos casos especiales donde se m antienen p o r razo-,
nes de estilo. Sin em bargo, siguen usándose generalm ente sin
rim a y esparcidas, p o r sus efectos rítm icos. La poesía II cinque
maggio de M anzoni, im itada en todo el m undo, da lugar a u n a
ola del uso del esd rú ju lo en el R om anticism o español e hisp a
noam ericano 8.
b) La rim a consonante llana o grave (llanto: santo) es la
form a m ás com ún y norm al de todas, conform e al predom inio
de las term inaciones paroxítonas en el español. P or sinéresis
y diástole puede ab so rb er tam bién palabras esdrújulas, y p o r 1
A) LA CONSONANCIA.
1. Consonancia perfecta. — Exige la exacta coincidencia fo
nética, no necesariam ente gráfica, de todos los sonidos de la
rim a: cariño: niño. Algunos teóricos de los Siglos de Oro, b a
sándose en la g ran ab undancia que ofrece el español p a ra la
rim a, la recom iendan de m anera exclusiva p a ra todos los que
no qu ieren que se les considere com o poetas p o b re s 13. No obs
tante, tan rigurosas prescripciones no fueron cum plidas ni aun
p o r los poetas m ás cuidadosos, ya que el valor de la rim a no
se red u ce sólo a su aspecto fonético, sino que se la h a de
juzgar m uy especialm ente p o r su sustancial fuerza expresiva.
A p esa r de su perfección fonética, las rim as hom ónim as (de
14 En español antiguo sus grafías generales son -s-, z y )' (con sus
variantes gráficas i y g ante e e i, la última).
15 En español antiguo, con las siguientes grafías: s- o -ss-, g, x. Sobre
las diferentes grafías y la procedencia etimológica de los sonidos aquí
citados véase A. Zauner, Altspanisches Elementarbuch, 2." ed., Heidelberg,
1921, págs. 10 y sigs. Estudio de su establecimiento en M. Pidal, Orígenes
del español, 4.“ ed., Madrid, 1956, págs. 46-70. Sobre la pronunciación pro
blemática de la época de transición, véase D. Lincoln Canfield, Spanish
C and s in the sixieenth century: a hiss and a soft whistle, Hisp., XXXIII,
1950, págs. 233-236, con bibliografía.
56 Sonido castellano moderno de ce, ci, za, zo, zu; ejemplo: cielo.
17 Amado Alonso, Historia del ceceo y del seseo españoles, BICC, VII,
La rima 69
co rrien te en el S u r de E spaña y en H ispanoam érica, ni tam poco
ai yeísm o (cab alio: rayo), am pliam ente divulgado tam bién en
E spaña, com o no sea que se in ten te d ar a la poesía u n colorido
po p u lar o d ia le c ta l18.
Como fo rm a especial de la consonante p erfec ta hay que
m encionar finalm ente u n a especie de rim a intensa, en la que
adem ás de la coincidencia de los sonidos posteriores al acento,
se exige tam bién la igualdad en uno o m ás sonidos anteriores
al m ism o, p. e. abarrida: corrida; gentileza: nobleza. E sta rim a
nun ca tuvo en E spaña la im portancia que había tenido en F ran
cia a fines de la E d ad M ed ia19.
TIPOS FUNDAMENTALES EN
LA DISPOSICIÓN DE LA CON
SONANCIA Y LA ASONANCIA
LA RAREZA DE LA RIM A
VERSOS S IN RIMA
NOTAS
PRELIM INARES
LOS
VERSOS SUELTOS
VERSIFICACION ESP. — 6
SEGUNDA PARTE
CLASES DE VERSOS
Capítulo I
EL BISÍLABO
EL TRISÍLABO
EL TETRASÍLABO
A una Mona óo óo
Muy taimada óo óo
Dijo un día [...]
Cierta Urraca:
[...]
(Iriarte, Fdb. XLVII)
óoo óoo óo
Ay qué grand mal pasa- redes
EL PENTASÍLABO
P or d istin ta posición del acento del verso, resu ltan dos tipos
rítm icos en el pentasílabo.
EL HEXASÍLABO
EL HEPTASÍLABO
EL OCTOSÍLABO
VERSIFICACIÓN ESP. — 8
114 Manual de versificación española
se reg istra u n fu erte predom inio del tipo trocaico, de tal m anera
que en la Cantiga del Ave María constituyen el 79 % del con
ju n to ; en la Cantiga de loores «S anta Virgen escogida», el
77 %; y en «M iraglos m uchos faze», el 91 %. E n el siglo xv
el octosílabo autóctono asim ila p o r com pleto al trovadoresco.
L a fluctuación en el nú m ero de sílabas se hace m enos fre
cuente, y los d istintos tipos se hacen m ás p aten te s y se em plean
intencionadam ente p a ra determ inados tem as y situaciones. A
p a rtir de entonces, em pieza el desarrollo del octosílabo, guiado
p o r u n a conciencia artística.
Los tires C ancioneros del siglo xv (Baena, Stúñiga y Palacio)
ofrecen u n variado cuadro. No es posible u n a separación estric
ta según los géneros literarios. No obstante, en el Cancionero
de Baena, el tipo trocaico predom ina con m ás de u n 80 % en
las poesías p u ram en te líricas (así en los núm s. 295, 357, 457,
514): en los Decires 76 b a ja la cifra a u n 50 %-70 % en favor del
tip o m ixto. E n algunos casos, el tipo dactilico desaparece p o r
com pleto (en Baena, n.° 5, Palacio, n.° 1, Stúñiga, págs. 302, 309,
312). E n otro s casos com o en el Planto de las Virtudes de Gó
m ez M anrique, en la Vita Christi de Iñigo de M endoza7677, los
tipos m ixto y dactilico predom inan sobre el trocaico. E l aum en
to de los tipos m ixto y dactilico, que alcanzan h a sta u n 50 %
de la totalidad, significa la vuelta al uso de las form as m ás an ti
guas del octosílabo autóctono.
La in tro d u cció n de form as italianas en el siglo xvi no produ
jo u n a dism inución de la poesía en octosílabos. Al contrario, el
EL ENEASILABO
EL DECASÍLABO
st Comp. Suchier, Verslehre, pág. 78: L’alba parí / umet mar / atra
sol.
VERSIFICACIÓN ESP. — 9
130 Manual de versificación española
seguro que el decasílabo no fue verso autóctono en Castilla. Si
tenem os en cuenta el hecho de que el decasílabo se consolida en
Castilla sólo en el siglo xiv, cuando al m ism o tiem po el verso
de arte m ayor p en etrab a desde Galicia, se podría su poner que
el decasílabo español procede de Galicia y Portugal. Si om iti
m os la sílaba inicial, la variante m ás frecuente de decasílabo con
acentos en tercera, sexta y novena sílabas, puede derivarse fácil
m en te del endecasílabo de gaita gallega (con acentos en cuarta,
séptim a y décim a sílabas), que tiene gran im portancia com o
verso auxiliar del de arte m ayor. La ligera fluctuación en el nú
m ero de sílabas (de m an era que se en cuentran m ezclados enea
sílabos con decasílabos), el fuerte ritm o, y su em pleo en estri
billos y canciones de baile, todo indica tam bién la procedencia
gallego-portuguesa, como sostiene H enríquez U re ñ a 93. No obs
tante, da que p en sar el hecho de que, en tre los 2376 versos de
a rte m ayor auténticos del Laberinto de Ju an de Mena, sólo se
en cuentren 39 decasílabos. P or adición de una sílaba al p rin
cipio del verso, el decasílabo b ip artito puede derivarse de u n a
fo rm a del eneasílabo, bien docum entado en la poesía gallego-
portuguésa, sin p erd er su organización rítm ica:
Mi gallego está so la rama; oo óo óoo óo
su carrilleja Menga le llama. ooo óo óoo óo
EL ENDECASÍLABO
Al desempeño / de su profecía.
000 óo 00 óo óo
Cuelga sangriento / de la cama al suelo
el hombro diestro / del feroz tirano.
Los req u isito s 3.° y 4.° son de necesidad absoluta; todos los
o tro s pueden dispensarse al poeta, pero és m enester que use
so b riam en te de esta licencia, y sobre todo de la que consiste
en ju n ta r p o r m edio de la sinalefa los dos h em istiq u io s» 1U.
Un ejem plo que cum ple todos estos requisitos es el p rim e r
verso de la oda Al Céfiro, de Villegas:
Dulce vecino de la verde selva
111 Obras completas, VI, pág. 183 (De los versos sáfico y adónico).
112 El sáfico clásico Integer vitae scelerisque purus
se reprodujo en la baja latinidad como Integer vitae scelerisque púrus
(óoo óo/oo óo 6o) conforme a la prosodia natural.
113 Véase: estrofa sáfica.
Clases de versos: el endecasílabo 141
esta c u a rta sílaba es la tónica de u n a p alab ra aguda;
y en el caso excepcional de que esta tónica sea la de
u n a p alab ra llana, la sílaba postónica no cu en ta en
la m edición de las sílabas del verso (cesura épica).
b) E l acento obligatorio en la octava sílaba del tipo
n o rm al B 2 cabe pasarlo tam bién a la sexta, pudiendo
q u ed ar á to n a la octava.
Ejem plo:
copia gentíí/ imagen de mi amada,
prenda de amor, pues amor la adquirió.
(A. Lista, El retrato)
12* Los metros de los cantares de Juan Ruiz, AUCh, CX, 1902, pági
nas 200-201; y El endecasílabo castellano, RFE, VI, 1919, pag. 138; Estu
dios, pág. 288, respectivamente.
127 Recherches sur le Libro de buen amor de Juan Ruiz, París, 1938,
páginas 93 96.
U8 y así lo publican los más recientes editores críticos, como Chiarini
(1964, pág. 332) y Corominas (1967, pág. 620, de donde procede esta versión).
129 Por ejemplo, en los versos 18-19:
Ya se demuestra sallidlas a ver
: vengan las damas la fruta coxer
[...] (Cañe, de Palacio, n.° 16)
130 En algunos pasajes de los Vicios y virtudes, en el himno A Nuestra
Señora y en la Oración a Nuestra Señora, en fin de toda la obra (Virgen
'Preciosa), Cañe, siglo XV, NBAE, XIX, págs. 587 y sigs., en varios luga
res, página 704 (n.° 305) y pág. 705.
ni Esta opinión la defiende en especial Le Gentil (Formes, págs. 402
y sigs.). Burger se inclina hacia la suposición de que Guzmán adoptó este
tipo de Galicia y Portugal, donde puede documentarse ya desde Alfonso
el Sabio (Recherches, pág. 130 y pág. 59).
Clases de versos: el endecasílabo 149
esta form a del endecasílabo, pues el decasílabo lírico tuvo gran
im p o rtan cia en la poesía francesa de los siglos x r v y X V , al lado
del o cto sílab o 132. E l decasílabo lírico sólo ocasionalm ente m ues
tr a en F rancia la llam ada cesura épica; sin em bargo, la fre
cuencia con que se da en Pérez de Guzm án puede explicarse
com o la im itación de un verso procedente de u n a lengua de
ca rác te r oxítono, verificada en u n a lengua paroxítona. Como
apoyo a esta h ipótesis puede servir la traducción al castellano
de las obras del valenciano Ausias M arch, hecha p o r B altasar
de R om aní (1539). E n u n intento p o r m an ten er en la traducción
el decasílabo provenzal de Ausias, R om aní se vale en u n a m edida
considerable de la cesura épica. E n la cita que M artín de Ri-
q u e r 133134ofrece de la traducción de Rom aní, aparece cinco veces
la cesura épica en ocho versos.:
b) E n la poesía de la época alcanza m ayor proporción el
endecasílabo gallego-portugués (B 3); está representado en las
poesías populares, anónim as, del Cancionero de Herberay; y se
m antiene vivo hoy día en canciones populares:
Tanto bailé con la moza del cura,
Tanto bailé que me dio calentura.
Es m uy im p o rtan te su em pleo (aunque no autónom o) com o va
rian te cataléctica del verso de arte m ayor, que en el siglo xv
alcanza su m ás alto florecim iento.
c) E n el m ism o siglo xv el endecasílabo italiano e n tra p o r
p rim era vez en E sp añ a m ediante los ensayos de los seguidores
de Dante. E n F rancisco Im perial, genovés de nacim iento, estos
intentos son aú n tím idos e im precisos ,34. E n tre los tipos de ende
casílabos de las cincuenta y ocho coplas del Decir de las siete
virtudes, em plea en p rim er lugar el sáfico (B 2); luego el ende
casílabo gallego-portugués (B 3 ) , afín al de arte m ayor, y final
m ente los del tipo A, con preferencia p o r el enfático (A i). P ara
el exam en del endecasílabo en Im perial, cuentan de m anera
135 Véase Edwin E. Place, Present status of the controversy over Fran
cisco Imperial, «Speculum», XXXI, 1956, págs. 478-484, en especial pág. 483.
136 Métrica, pág. 133.
137 Cf. M. Penna, Notas sobre el endecasílabo en los sonetos del Mar
qués de Santillana, en «Estudios dedicados a Menéndez Pidal», V, Madrid,
1954, págs. 253-282.
m Comp. H. Keniston, Garcilaso de la Vega. A critical study of his
Ufe and works, New York, 1922, págs. 277-349. Angel Valbuena Prat, Histo
ria de la literatura española, I, 5.° ed., Barcelona, 1957, pág. 517, nota 1,
ofrece sugerencias para la eliminación de estas irregularidades silábicas.
Clases de versos: el endecasílabo 151
Los tipos A:
E n lo que resp ecta al grupo del tipo, b a sta la orientación
expuesta en las págs. 142-144.
Los tipos B:
El tipo B i (con acento en la cu a rta sílaba y cinco sílabas
átonas h asta la décim a) re su lta u n endecasílabo del tipo B 2
*42 D. Alonso, Poesía española, ob. cit., págs. 60 y sigs., 94 y sigs., 106
y sig., 279 y sigs., ofrece sugerencias sobre el valor expresivo de algunos
tipos acentuales del endecasílabo en los siglos xvi y xvn.
Clases de versos: el endecasílabo 153
o B 3, no d esarro llad o claram ente, pues el tono secundario
aparece p o r alguna p a rte en la sexta, octava o tam bién e n la
séptim a sílabas. E ste tipo existe desde los com ienzos del ende
casílabo y se da tam b ién después de B oscán, aunque cada vez
con m enos frecuencia, y al comienzo del siglo xix desaparece
p o r com pleto. A p e sa r de que tam bién aparece en la poesía
italiana, nin g u n a poética española (ni siquiera la de M aury,
1826) lo ad m ite com o form a posible del endecasílabo. Rengifo
y el Pinciano no lo m encionan, y otros preceptistas lo rechazan
expresam ente com o deficiente. Sólo R ubén Darío, y siguiendo
su ejem plo U nam uno, Juan Ram ón Jim énez, los dos M achado
y otros, u san com o verso de com binación el tipo B i teniendo
en cu en ta su indefinido carácter rítm ico.
El tipo B 2 y sus formas especiales.
Después de h a b e r trata d o an tes del tipo B 2 , sólo queda d ar
aquí alguna referen cia sobre sus dos form as especiales.
* a) E l endecasílabo sáfico en la e stro fa sálica está ta n u n i
do a esta fo rm a poética, que de él se tra ta rá en el estudio de la
tal estrofa.
b ) El endecasílabo a la francesa. Sus antecedentes poco
seguros rem o n tan h asta el periodo am étrico. Sobre su existen
cia ocasional, en los siglos xv y xvi, véanse págs. 148-149. Lista
(1775-1848), sin c o n tar con la tradición de este verso en España,
lo recoge nuevam ente p o r im itación d irecta de m odelos fran
ceses, lim itándose exclusivam ente a la césura m asculina. En
La vergüenza lo com bina con eneasílabos agudos, y en El re
trato 143 lo u s a com o m etro único. Ju an R am ón Jim énez en
Mañana de la Cruz lo em plea nuevam ente, aprovechando la po
sible cesura épica, com o a finales de la E dad Media.
El tipo B 3.
I. En el resum en histórico general ya nos referim os a la
existencia del tip o B 3 en la E dad Media. P or influjo de la poe-
EL DODECASÍLABO
EL TETRADECASÍLABO
(VERSO ALEJANDRINO)
162 S o b r e e l im a g in a r io v e r s o y á m b ic o d e tr e c e s íla b
a s , en E s t u d io s d e
m é tr ic a e s p a ñ o la , Santiago de Chile, 1929, págs. 13 75.
163 M é tr ic a , n.° 256 y nota 21.
164 A r te m é tr ic a , en O b r a s c o m p le ta s , VI, pág. 158.
165 «Yámbico», según la terminología de Bello.
166 Sobre la historia del alejandrino: RFH, VIII, 1946, pág. 9; también
H. Ureña, E s t u d io s , págs. 358-359.
168 Manual de versificación española
o tra aislada que queda al final. Debido a esto, el acento carac
terístico' del alejandrino tradicional en la sexta sílaba h a per
dido su im portancia.
167 M a lh e u r el v o u s ! M a lh e u r á m o i! M a lh e u r á to u s !
168 a m e p e ig n e r ’n o n c h a la m m e n t' d a n s u n m ir o ir
(Mallarmé). Comp.
Suchier, V e r s le h r e , págs. 66-67.
im En Francia, el llamado alejandrino aparece por primera vez en el
transcurso del siglo xn, en L e p é le r in a g e d e C h a r le m a g n e . Comp.
Stengel,
V e r s le h r e , § 60. M. E. Porter, T h e g é n e s is o f a le x a n d rin a s
a m e tr ic a l
t e m í , MLN, LI, 1936, págs. 528-535.
no Véase M. Pidal, C id I, pág. 87.
Clases de versosi el tetradecasílabo
169
escrib ir en alejandrinos en el caso de los versos de quince
y trece sílabas y que, p o r la insuficiente técnica o ta l vez p o r
el efecto tardío de la tradición am étrica popular, no se hubiese
logrado del todo.
La aparición tem p ra n a del alejandrino en E spaña p lan tea la
cuestión de si h ay que suponer necesariam ente u n préstam o de
la poesía francesa m . Tam poco se debe olvidar que la epopeya
fran cesa m ás rep resentativa, cuyo influjo p o r razones cronoló
gicas viene al caso, está escrita en d ec asílab o s m. M enéndez
Pidal fecha el Poema del Cid hacia 1140. Sin em bargo, com o
verso épico, el alejan d rino no alcanza realm ente gran im p o rtan
cia h asta después d e m ediados del siglo x n . Su alcance es es
caso en la lírica m edieval fra n c e sa *17273. Si p o r las m uchas dudas
que se p resen tan en las fechas, no se puede confiar en criterio s
de orden cro n o ló g ico 174, no debe, sin em bargo, d escartarse la
suposición de que el alejandrino antiguo español se haya des
arro llad o en fo rm a autónom a desde los m ism os fundam entos
la tin o s 175, lo m ism o que en F rancia; cuestión que siem pre se
discutió. A parte de la fluctuación en el núm ero de sílabas que
es característica en todos los versos autóctonos, cuenta en fa
vor de u n d esarro llo de esta n atu raleza el p aten te ca rác te r po-
lirrítm ico del alejan d rin o antiguo español, fren te a la condición,
en la m ayoría de los casos, trocaica del alejandrino m edieval
176 Sobre el hecho de que Ayala se separe en la parte final del Rimado
de Palacio de una forma silábicamente correcta del alejandrino, véase
página 56.
Clases de versos: el tetradecasílabo 171
usa com binado con heptasílabos, y le da u n ritm o trocaico, con
tra rio a la an tigua polim etría; añádase que él m ism o denom ina
sus alejandrinos versos franceses 177178. El influjo francés se explica
p o r el gran increm ento que, gracias a la Pléyade, to m a el ale
jan d rin o a p a rtir de 1555. E sto debe de h ab er sido tam bién deci
sivo p ara el p rim e r soneto español en alejandrinos, que se
en cu en tra en la introducción de la com edia Dorotea (1572) de
P edro H u rtad o de la V e ra ,78.
Escaso es el uso del alejandrino en los Siglos de Oro. G. Gil
Polo llamó versos franceses (Diana enamorada, IV) a estancias
que com binan alejandrino con heptasílabo, y Carvallo así los
m enciona en el Cisne de Apolo (1602). C ontados son los poetas
que los usan, y estos en m ínim a proporción: Pedro E spinosa
(1587-1650) escribe con ellos u n Soneto a la Santísima Virgen;
Alonso Carrillo, sueltos, en el Libro de erudición poética de su
herm ano Luis (1611); y Am brosio de Salazar, pareados (1614).
Ju a n a Inés de la Cruz los u sa com o estribillos de villancico.
E n el últim o cu arto del siglo x v m el alejandrino resurge en
ios poetas neoclásicos. E n su form a po lirrítm ica se encuentra
p o r p rim era vez (y en m ayor proporción en 1774) en El poeta
filósofo, de C ándido M aría Trigueros. E ste escrito r creía hab er
en contrado u n a nueva clase de verso, que él llam ó pentám etro;
y esto d em u estra h asta qué grado el alejandrino h ab ía desapa
recido en la conciencia de los poetas de entonces. El ya olvi
dado Loor a Gonzalvo de Berceo (1780), escrito en la cuaderna
vía p o r Tom ás Antonio Sánchez, y publicado en su edición de
las obras de B erceo, ha de juzgarse com o poesía de filólogo De
m ás alcance p a ra el fu tu ro que este arcaizante ensayo de un
eru d ito , es el em pleo y cultivo del alejandrino que llevó a cabo
Iria rte en las Fábulas literarias de 1782179; a él se le debe el
desarrollo del alejan drino a la francesa (La campana y el es
quilón). Aún m ás cerca de este tipo, Leandro Fernández de
M oratín en el epigram a A una señorita francesa 180 acab a sus
EL VERSO ÉPICO
7 Tomás Navarro (en Métrica, pág. 35, nota 16) muestra cómo es
tas cifras divergentes pueden concordarse; el examen fonético experi
mental de los primeros cinco versos del Cid arrojó el siguiente resultado:
«aj dos tiempos marcados en cada hemistiquio; b) períodos de duración
análoga, aunque de distinto número de sílabas; c) pausas entre los he
mistiquios y entre los versos, más breves las primeras que las segundas;
d) período de enlace de hemistiquios y de versos, de extensión semejante
a la de los períodos ordinarios. La mayor o menor rapidez de la lectura
afecta al valor de las cifras, pero no altera sus proporciones».
8 W. E. Leonard trata de defender con argumentos filológicos la pro
cedencia visigoda "del verso de la épica juglaresca apoyándose en R. A. Hall,
Oíd Spanish stressed time verse and Germanic superstratum, «Romance
Phijology», XIX, 1965, págs. 227-234 (con rica bibliografía).
182 Manual de versificación
española
q u e no se discuten, corresponden precisam ente a estas condi
ciones, sin necesidad de alterarlos. P or esto, la tesis de H. Gavel
es m uy plausible p o rq u e busca el m odelo y origen del verso
del Cid en los salm os de la iglesia, aú n m ás en cuanto que exis
te n las condiciones históricas y tem áticas del influjo del salm o
ec lesiástico 9.
E l verso épico en lo fundam ental se encuentra con las m is
m as características en el. Poema del Cid y en el fragm ento
del de Roncesvalles. E n Los Infantes de Lara y Las Mocedades
de Rodrigo, de tran sm isió n fragm entaria, se hace p a te n te la
pen etració n del octosílabo en los hem istiquios, sin p e rd e r p o r
esto la a m etría antigua. El verso épico antiguo desaparece
cuando el ca n ta r de g esta tiende hacia form as m ás co rtas,
com o se anuncia en Las Mocedades de Rodrigo de la segunda
m itad del siglo xiv.
EL VERSO DE SEGUIDILLA
E l núcleo rítm ico de este tipo ideal puede rep resen tarse p o r
la disposición ~ ó o o ó ~ . Al p rim er y al últim o acentos pueden
p re ced e r o seguir dos, u n a o ninguna sílaba, sin que se altere
su ca rác te r rítm ico fijo 30. El gran predom inio de este tipo r ít
m ico, especialm ente en la o b ra de Ju an de Mena, la m ás estu
diada, no puede in te rp re ta rse en el sentido de que cu atro
acentos fu ertes y el ritm o dactilico sean im prescindiblem ente
necesarios p a ra la form ación de cada verso de arte m ayor, pues
innum erables ejem plos dem uestran lo contrario. E stos versos
no pueden clasificarse, en co n tra de su acentuación n atu ra l, en
el esquem a rítm ico de u n p resunto tipo ideal y exclusivo, tal
com o p ropuso M orel-Fatio3I. Una tal clasificación, en todo caso,
sería posible p a ra la poesía cantada, pero no en la poesía culta
hablada, en la que se em plea sobre todo el verso de a rte m ayor,
a no se r que se tra te de la acentuación ad m itid a de sílabas con
acento secundario o enclíticas.
El tip o trocaico del hem istiquio en hexasílabos obtuvo cier
ta individualidad:
fablan las estorias ÓO OO óo
menos en la lid óo OO ó
gente babilónica óo OO óoo
«Ro
p o é s ie c a s tilla n e d u X V e s ié c le e t d u c o m m e n c e m e n t d u
X V I c s ié c le ,
manía», XXIII, 1894, págs. 209-231. Menéndez Pelayo, E s tu d io s , II, pági
nas 111-118; A n t., X, págs. 173-179. R. Foulché-Delbosc, É tu d e s u r le L a
b e r in to d e J u a n d e M en a , RHi, IX, 1902, págs. 75-138, en especial págs.
81
y sigs. John Schmitt, S u l v e r s o d e a r te m a y o r , «Rendiconti della R.
Acca-
demia dei Lincei. Classe di scienze morali», XIV, 1905, págs. 109-133, y
L a m é tr ic a d i E ra J a c o p o n e , «Studi Medievali», I, 1905, págs. 513-
560. F.
Hanssen, E l a r te m a y o r d e J u an d e M en a, AUCh, LXVIII, 1906, págs, 179-
200. J. Saavedra Molina, E l v e r s o d e a r te m a y o r , AUCh, CIII, 1945,
pági
nas 5-127 (como libro, Santiago de Chile, 1946). Ch. V, Aubrun, De la
m e s u r e d e s v e r s a n is o s y lla b iq u e s m é d ié v a u x . L e « C a
n ta r d e R o n c e s v a lle s » ,
BHi, LUI,- 1951, págs. 351-374, en especial págs: 355 y sigs. Le Gentil, F o r
m e s , págs. 363 439, y D is c u s s io n s s u r la v e r s if ic a tio n e s p a
g n o le m é d ié v a le
- á p r o p o s d ’u n liv r e ré c e n t, «Romance Philology», XII, 1958, págs. 19
y sigs.
Joaquín Balagucr, A p u n te s , págs. 25-188. T. Navarro, M é tric a , en
especial'
páginas 91-99. Michel Burger, R e c h e r c h e s , págs'. 30-46 y. 122-130. D. C.
Clarke,
T h e c o p la d e a r te m a y o r , HR, VIII, 1940, págs. 202-212; E l e s d r ú
ju lo e n e l
h e m is tiq u io d e a r te m a y o r , RFH, V, 1943, págs. 263-275; N o te s o n
V itla sa n -
d in o ’s v e r s if ic a tio n , HR, XIII, 1945, págs. 185-196. Edwin J. Webber,
A r te
m a y o r in th e e a r ly S p a n is h d r a m a , «Romance Philology», V, 1951-
1952, pá
ginas 49-60.
TERCERA PARTE
COMBINACIONES DE S E R IE S NO ESTRÓFICAS
LA. «LAISSE»
VERSIFICACIÓN ESP. — 14
210 Manual de versificación .española
1. a La asonancia continua en los versos p ares del rom anc
que corresponden con el final del verso épico largo; al m ism o
tiem po falta la rim a asonante en los versos im pares ls.
2. a La -e paragógica, m uy antigua en la term inación agud
de la asonancia.
3. a La m ezcla a rb itra ria de rim as consonantes y asonantes.
4. a La fluctuación, poco frecuente, en el núm ero de sílabas d
los versos.
5. a La coincidencia en el desarrollo sintáctico y la dispos
ción m étrica, que form a unidades expresivas de dos a cuatro
hem istiquios (esto es, de uno o dos versos largos), sin que esto
d iera lugar a u na form ación regular de estrofas.
6. a La extensión indeterm inada de los rom ances.
Los adversarios de la teo ría épica (Cejador, R ajna, Geers,
V ossler y otros) defienden cada uno su propia hipótesis sobre el
origen del rom ance; sólo tres de ellos (Lang, M orley y Clarke)
in sisten en apoyarse tam bién en criterios m étricos. Indicios
de u n a procedencia diferente de la épica en los rom ances son:
1. ° La d istin ta condición del verso del rom ancero que di
cilm ente puede originarse en form a directa del verso am étrico
del ca n ta r de gesta.
2. ° El hecho de que en las poéticas antiguas se consider
casi únicam ente el verso del rom ancero como octosílabo autó
nom o (con la n o table excepción de N ebrija), y la m anera de
escribirlo en la transm isión, que lo copia en versos cortos.
3. ° E l em pleo de desfechas en o cto sílab o s1819, tam bién con
27 W. J. Entwistle (L a c h a n s o n p o p u la ir e fra n p a is e e n E s p
a g n e , BHi,
LI, 1949, págs. 255-257) intenta explicar, mediante la historia de la música,
la disposición en cuartetas como influjo de la canción popular francesa.
28 Según M. Pidal (C a n c io n e r o d e r o m a n c e s im p r e s o en A m
b e r e s s iri
a ñ o , 2." ed., Madrid, 1945, pág, V), hay que fecharlo entre 1547 y 1549.
Bibliografía y lista de las antiguas colecciones de romances, en José Simón
Díaz, B ib lio g r a fía d e la L ite r a tu r a H is p á n ic a , III, Madrid,
1965, págs. 1-130.
29 Comp. Diego Catalán Menéndez-Pidal, D o n F ra n c isc o d e la C u e v a
y S ilv a y lo s o ríg e n e s d e l t e a t r o n a c io n a l, NRFH, III, 1949,
págs. 130-140,
en especial pág. 138.
El romance 215
gada a la com edia, y antes de m ediados del siglo x v n h ab ía de
vencer el predom inio de la redondilla.
E n su aspecto form al, el rom ance se establece definitivam ente
e n la poesía cu lta del siglo xvi com o u n verso octosílabo isosi-
lábico; y se red u ce considerablem ente la asonancia aguda en
favor de la llana bisílaba. Desde G abriel Lobo Lasso d e la Vega
(1589) se asegura la disposición en c u a rtetas com o u n id a d de
com posición, y a ella se asp ira en fo rm a con secu en te30.
P ara enriq u ecer el rom ance con interm edios líricos se re
c u rre tam bién, ju n to a las form as tradicionales, a los endeca
sílabos y h eptasílabos introducidos de Ita lia en form a de p area
dos (7 + 11; 11 + 11) que van intercalados o añadidos d en tro
d el rom ance en lugares regulares, y con el cual se un en tam bién
p o r la rim a.
E l rom ance alcanzó su m ayor perfección form al y su m ás
am plia divulgación sobre todo gracias a su uso en el teatro
desde fines del siglo xvi h asta m ediados del xvii. Los grandes
m aestro s son Lope de V ega31, G óngora y Quevedo; apenas hay
u n p o eta conocido de los Siglos de O ro que no haya cultivado
el rom ance. Los adelantos m étricos se deben a su regularización
consecuente; ya no se adm iten las rim as consonantes o sólo en
el caso de q u e estén m uy d istantes; la asonancia aguda se to
le ra ta n sólo en rom ances satíricos o religiosos, en el prim ero
com o recu rso de efecto cómico, y en el segundo p o r la m úsica,
y en las o tra s clases de rom ance desaparece. La organización
sintáctica, con la disposición obligatoria en cu artetas, se vuelve
m ás fluida. E n cada cu a rte ta sólo e n tra u n a frase con unidad
oracional, sim ple o com pleja; o b ien dos, con la extensión de
dos octosílabos cada una. E sta ú ltim a m anera re su lta sobre
todo adecuada p a ra el diálogo dram ático.
La in terp o lació n de largas poesías líricas cae en desuso.
35 Los dos sobrinos: I: i-o; II: a-a; III: i-a; IV: e-a; V: e-o; A Madrid
me vuelvo: I: a-e; II: e-a; III: e-o.
218 Manual de versificación española
Tam bién en la poesía actual el rom ance m antiene su vigor,
y P. Salinas lo testim o n ia en estos térm inos: «Entendem os
que el siglo xx es u n extraordinario siglo rom ancista... l.° P or
el g ran n úm ero de poetas que u san el rom ance. 2.° P or la
calidad de estos poetas, ya que ninguno de los buenos falta
en la lista de rom ancistas. 3.° P or el valor de la poesía que p ro
d u jero n em pleando esta form a; no es que la usaron p a ra tem as
m enores, es que les sirvió p a ra lo m e jo r de su obra, en repe
tidos caso s» 36. La o b ra m aestra es el Romancero gitano de G ar
cía Lorca, y gozan tam bién de m ucho aprecio los Romances
del 800 de F ernando V illalón (1929). H ay que citar, adem ás,
Cántico de Guillén, cuya ú ltim a p a rte está escrita en teram en te
en rom ances.
E n el aspecto form al vuelve el em pleo de la antigua agru
pación de dos versos en lugar de la cuarteta; así en G arcía
L orca (El lagarto está llorando). El uso de pies quebrados si
guiendo el m odelo de R ubén Darío se encu en tra en algunas oca
siones en Guillén (Alborada, Tarde m uy clara y o tras), y ro-
m ánces con estribillo se dan con frecuencia en G arcía Lorca.
Hermana Marica,
mañana, que es fiesta,
no irás tú a la amiga
ni yo iré a la escuela.
Pondráste el corpiño,
y la saya buena,
cabezón labrado,
toca y albanega;
220 Manual de versificación española
y a mí me pondrán x
mi camisa nueva, a
sayo de palmilla, x
media de estameña; a
[...]
(Góngora)
l a r e d o n d i l l a . •— E n su fo rm a norm al la redondilla es u n a
Recuérdate de mi vida a 8
pues que viste b 4
mi partir e despedida a 8
ser- tan triste. b 4
[...]
(Otra canción, Cañe, siglo XV, I, n.° 240)
LA CUARTETA ASONANTADA
to BAE, XLII, págs. 566-569, n.°s VIII-XII; trad. de Juan Owen, n.° VI;
y los epigramas de Marcial, Ausonio, Sannazaro y Owen, el segundo.
n La jardinera, BAE, LXVII, pág. 355.
72 BAE, LXVII, págs. 542 y sigs.
73 Sobre su extraordinaria divulgación en la poesía popular, véase
T. Navarró, Métrica, pág. 541.
248 Manual de versificación española
dere to d as las m odalidades de su larga historia. P artiendo de
la form a que tiene versos. de u n m ism o núm ero de sílabas m an
tenido con rigor, pueden distinguirse dos tipos fundam entales.
1. La seguidilla simple. — Es u n a estro fa de cuatro versos
en que altern an heptasílabos y pentasílabos; sólo el segundo
y cuarto versos se enlazan p o r la rim a asonante (o tam bién con
sonante). La rim a cam bia de estro fa en estro fa.
Ejem plo:
Esquema
Lavaréme en el Tajo a 7
muerta de risa, b 5
que el arena en los dedos c7
me hace cosquillas. b 5
(Lope de Vega)
(A. Machado)
85 Primera parte, Libro III, cap. VII, CC, 83, pág. 242.
86 El Refranero general español, IV, Madrid, 1875, págs. VIII y sigs.
La estrofa de cuatro versos 253
m idad, que p arece poesía nueva»87. C orreas afirm a p o r u n lado
la gran antigüedad de la seguidilla, y p o r otro su increm ento des
de 1600, que h a de a trib u irse acaso a u n a nueva e stru c tu ra m usi
cal y a u n a afo rtu n ad a fo rm a de baile, u nida a fines del siglo xvi
con la an tigua fo rm a de la seguidilla.
Con este auge y su m ayor divulgación en la poesía culta, se
extendió la seguidilla en los años de 1600 a 1675. Con Lope de
Vega ad q u iere im p o rtancia en el te a tro nacional, especialm ente
en los entrem eses. E n co n tra de la observación de C orreas refe
re n te a su reg ularidad y en oposición a los ejem plos isosilábicos,
el tipo flu ctu an te tam bién prevalece de m anera m anifiesta en la
poesía cu lta h a sta m ediados del siglo xvn. Así en Lope, Tirso,
Valdivielso, Quiñones d e B enavente y la m ayoría de los dem ás
p o etas que escribieron antes del año 1650; sólo C alderón re p re
sen ta u n a notable excepción, y en su o b ra la seguidilla alcanza
su definitiva fo rm a co rrecta en el núm ero de sílabas (heptasí-
labo — pentasílabo — heptasílabo — pentasílabo), que h asta el
M odernism o se m an ten d rá en la poesía culta y, en gran p ro p o r
ción tam bién, en la popular.
H acia los años tre in ta del siglo x v n es probable que apare
ciese la seguidilla com puesta. C orreas (1626), que alega m uchos
ejem plos de d iferentes clases de seguidillas, no la m enciona
todavía; el p rim er ejem plo se en cu en tra en Ruiz de Alarcón
(m u erto en 1639)88, y esta form a tiene poca im p o rtan cia en el
siglo X V I I .
La estim ación y la am plia divulgación de la seguidilla en
el siglo x v m se fu n d a en gran p a rte en el hecho de que fue
em pleada especialm ente en las tonadillas, u n a especie de en
trem és m usical que se había puesto de m o d a 89; es notable
el g ran predom inio de la form a de siete versos. F uera de la
tonadilla, la seguidilla queda arrin co n ad a casi p o r com pleto.
LA CUADERNA VÍA
La cuad ern a vía, que algunos teóricos llam an tam bién te-
trá stro fo m onorrim o alejandrino, es u n a e stro fa de cu atro ver
sos alejandrinos de u n a sola rim a consonante.
E jem plo:
Esquema
Gonzalvo fue su nomne, qui fizo est tractado, A 14
en Sant Millan de Suso fue de ninnez criado, A 14
natural de Berceo, ond Sant Millan fue nado: A 14
¡Dios guarde la su alma del poder del pecado! A 14
(Berceo, Vida de San Millan, copla 489)
94 A. Restori, O s s e r v a z io n i s u l m e t r o ... d e l P o e m a d e l
C id , «Propu-
gnatore», XX (1887), págs. 125-130. M. Pelayo, A n t., I, págs. 158-161.
95 P o e s ía ju g la r e s c a y o r íg e n e s d e la s lite r a tu r a s r o
m á n ic a s , 6 * ed.,
corregida y aumentada, Madrid, 1957, págs. 277-278.
96 Comp. los ejemplos reproducidos por M. Pelayo, A n t., I, pági
nas 158-160.
97 Véase M. Pidal, ob. cit., pág. 354, nota 1. Comp., además, G. Naete-
bus, Die n ic h t-ly r is c h e n S tr o p h e n f o r m e n d e s A ltfr a n z o s
is c h e n , Leipzig,
1891, págs. 56 y sig., y Suchier, V e r s le h r e , pág. 181.
98 A excepción de la H is to r ia tr o y a n a y del L ib r o d e m is e r ia d
e o m n e ,
260 Manual de versificación española
Después de ta l florecim iento llegó a p erd erse casi p o r com
p leto a fines del siglo xiv.
E n tre las colecciones del siglo xv sólo el Cancionero de
Baena ofrece en el n.° 518 b unas pocas estrofas de la cua
d ern a vía; p erten ecen todavía al siglo an terio r, pues no son m ás
q u e las coplas 1291-1296 y 1298 del Rimado de Palacio de
A y ala99. La copla de a rte m ayor a d o p ta esta función de la
cu a d ern a vía en la poesía erudita.
Sólo el M odernism o sacó a la cu ad ern a vía del com pleto
olvido en que se hallaba desde hacía unos quinientos años y
la reanim ó, sobre todo en H ispanoam érica. La iniciativa se
debe a R. Jaim es F reyre (1870-1933), teórico del M odernism o
y co fundador de la «Revista de América». Siguieron su ejem plo
González M artínez (en la poesía A una estrella ignorada), Alfon
so Reyes (en algunas p a rte s de su Cuento alemán), Pérez de
Ayala (La par. del sendero) y otros. E n tre la actual poesía es
p a ñ o la , hay que m encionar los Tetrástrofos a nuestro señor
Santiago de D. del Castillo E lejabeytia.
EL CUARTETO
Esquema
Un pastorcico solo esta penado, A
ajeno de placer y de contento, B
y en su pastora puesto el pensamiento, B
y el pecho del amor muy lastimado. A
(San Juan de la Cruz, El pastorcico)
1. ababa 3. abaab
2. abbab 4. aabba
108 Primer verso del soneto Salvador Díaz Mirón (Azul, ed. 1890). Véase
A. Coester, Díaz Mirón’s famous quatrain, Hisp., XI, 1928, págs. 320-322,
1<w Sin embargo, como base de una estrpfa más larga, la de cinco
versos no está sometida a esta regla.
La estrofa de cinco versos 265
Ejem plo: Esquema
Madrid, castillo famoso a
que al rey moro alivia el miedo, b
arde en fiestas en su coso, a
por ser el natal dichoso a
de Alimenón de Toledo. b
(N. F. de Moratín, Fiesta de toros en Madrid)
A) TIPOS PLURIMÉTRICOS.
C) EL SEXTETO AGUDO.
LA ÉSTROFA DE O C H O VERSOS
161 Métrica, pág. 260. Allí figura un conjunto de los pocos ejemplos
de los Siglos de Oro y la crítica de los mismos.
162 «Salid de lo hondo del pecho cuitado», BAE, I, pág. 41.
163 En la escena 10: «Al muy poderoso señor de Castilla» y «Amores
me dieron corona de amores», procedentes de las coplas 1 y 106 del
Laberinto.
16-» BAE, XXXIII, pág. 152.
165 Sobre las diferentes formas mixtas, realizadas con la copla de arte-
mayor, por un lado, y con la octava real y otras clases de estrofas, por
otro, véase Julio Caillet-Bois, Dos notas sobre Pedro de Oña, RFH, IV,
1942, págs. 269-274.
166 BAE, LXIII, pág. 13.
161 BAE, II, pág. 583.
282 Manual de versificación española
evolución, procedentes en últim o lugar de la m ism a prim itiva
fo rm a provenzal. Se distinguen en las form as tan sólo p o r el
n úm ero de las rim as. La diferencia en la term inología rem o n ta
sólo a T. N avarro, el cual, según creo, basándose en usos del
siglo xvx -propuso el térm ino de copla castellana p ara la form a
de cu a tro rim as; en todo caso la distinción es práctica.
1. La copla de arte menor. — E sta copla de arte m en o r es,
en pocas p alabras, la de a rte m ayor com puesta en octosílabos.
Como ella, es habitu alm ente u n a estro fa de ocho versos, aunque
puede ser de o tro núm ero, en especial de siete (abba cea). Se
caracteriza p o r ten er dos o, en la m ayoría de los casos, tres
rim as. El esquem a de rim as predom inante (en el Cancionero de
Baena, el 50 % de la totalid ad ) es ab b a acca, com o el de la
copla de arte m ayor. P or lo dem ás hay gran lib ertad en la disposi
ción de las rim as 168, m ayor aú n que en la copla de Ju an de
M ena.
E jem plo:
Esquema
Al tiempo que va trenzando a
Apolo sus crines d’oro b
e recoxe su tesoro, b
faza el oriente andando, a
Diana va demostrando a
su cara resplandeziente, c
me fallé cabo una fuente, c
do vi tres duenyas llorando. a
(Marqués de Santillana, Cañe, de
Palacio, n.° 94)
E jem plo:
Esquema
Quando la Fortuna quiso, a
señora, que vos amasse, b
ordenó que yo acabasse b
como el triste Narciso ; a
non de mí mesmo pagado, c
mas de vuestra catadura d
fermosa, neta criatura d
por quien vivo y soy penado. c
(Santillana, Cañe, siglo XV, n.° 232)
179 Cañe, siglo XV, n.° 637. Comp. D. C. Clarke, Notes on Villasan-
dino’s versification, ob. cit., págs. 185-196.
180 Cañe, siglo XV, n.° 166 (Coplas: comienzan por el estribillo pa
reado «De tu resplandor, o Luna,»); n.° 232 (Dezir: «Quando la Fortuna
quiso,»); con pie quebrado en el sexto verso, n.° 164 (Diálogo de Bias
contra Fortuna); n.° 217 (Los gofos de Nuestra Señora: «Gógate, golosa
Madre,»).
181 «Gran trovador y hombre de asaz elevado espíritu». Carta proe
mio, XIII, Ant., IV, pág. 25.
182 Cañe. General, 1511, n.°s 61 y 63
183 BAE, XLII, págs. 165-173.
La estrofa de ocho versos
287
B ib l io g r a f ía : D. C. Clarke, R e d o n d illa a n d c o p la d e a r t
e m e n o r , HR,
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1966, págs. 213-219. Le Gentil, F o r m e s , págs. 34-51. T. Navarro, M é tric a ,
Indice de estrofas: copla de arte menor y copla castellana.
186 H. Keniston (G a r c ila s o d e la V ega, New York, 1922, pág. 331) atri
buye a Garcilaso la prioridad en el uso de la octava.
187 Véase A n t., X, págs. 206 y 278-292.
188 Véase R. Lapesa, L a t r a y e c to r ia p o é tic a d e G a r c ila so ,
Madrid, 1948,
página 171.
189 F á b u la d e A d o n is , H ip ó m e n e s y A ta la n ta , BAE, XXXII,
págs. 68-73.
w® BAE, XXXII, 99.
191 BAE, LXIX, págs. 287-297. Véase la ed. y est. de María E. Malfatti,
Barcelona, 1964.
192 En el A ra u c o d o m a d o (primera parte, 1596), el chileno Pedro de
Oña usa una forma mixta de octava real y copla de arte mayor con el
esquema ABBA :ABCC; esta forma se distingue de la italiana por la in
versión del tercer y cuarto versos. Antes hizo un intento semejante Diego
Hurtado de Mendoza (en las mencionadas E s ta n c ia s ) . Este tipo mixto no
La estrofa de ocho versos 289
198 Pierce, The canto épico of the 17'h and 18‘h cehturies, HR, XV, 1947,
páginas 1-48.
199 Ejemplos en N. F. de Moratín, Vaca de Guzmán, Lista, Reinoso, en
BAE, XXIX.
200 BAE, LXI, págs. 261-267.
201 Por ejemplo, Égloga, BAE, C, págs. 6-9; El paso honroso, ídem,
páginas 69-94; Florinda, ídenj, págs. 273-310; Maldonado, VI (La lid), ídem,
páginas 474-478.
202 Por ejemplo, en El Pelayo, BAE, LXXII, págs. 3 y sigs., y El
diablo mundo, ídem, págs. 99 y sigs.
La estrofa de ocho versos 291
están divulgadas, se refieren a su procedencia de Italia, p ero
no establecen n inguna distinción fren te a la octava real, tam
bién italiana.
La elección del m etro y la disposición de las rim as en estas
estro fas de ocho versos dependen del gusto del poeta. De ahí
resu lta que existe u n gran núm ero de variantes que tienen p o r
característica com ún las term inaciones agudas en las rim as del
cu arto y octavo versos. Un corte del sentido que, p o r lo gene
ral, se p resen ta después del cu arto verso, divide la estro fa en
dos sem iestrofas sim étricas. E n u n a de las variantes m ás ha
bituales, el p rim e r y quinto versos quedan sin correspondencia
en la rim a (ABBÉ CDDÉ o abbé cddé). No obstante, hay tam
bién form as que no dejan ningún verso sin correspondencia;
así abbé accé.
La octava aguda isom étrica de endecasílabos con el m en
cionado esquem a ABBÉ CDDÉ se denom ina berm u d in a p o r
Salvador B erm údez de Castro, que la puso de m oda desde 1835.
E n el caso de que se usen versos plurim étricos, u n heptasílabo
agudo sustituye al endecasílabo en el cu arto y octavo verso.
E jem plo de la octava aguda (berm udina):
Esquema
Tu aliento es el aliento de las flores; A
Tu voz es de los cisnes la armonía; B
Es tu mirada el esplendor del día, B
Y el color de la rosa es tu color. ÉÉ
Tú prestas nueva vida y esperanza CC
A un corazón para el amor ya muerto; D
Tú creces de mi vida en el desierto D
Como crece en un páramo la flor. É
(G. A. Bécquer, A Casta)
209 Así en La passione (Inni sacri) y en la oda Marzo 1821, las dos e n
decasílabos.
210 «Bermúdez usa principalmente la octava de endecasílabos en agu
dos, con abrumadora mayoría, dentro de sus preferencias del sistema de
la octava italiana, universalizado por Manzoni, y cuyo galope sonaba con
delectación en el oído de nuestros románticos», Josefina García Aráez,
Don Salvador Bermúdez de Castro, RdL, IV, 1953, págs. 115-116.
211 Métrica, pág. 349.
La estrofa de diez versos 295
212 Véase D. C. Clarke, The copla real, HR, X, 1942, págs. 163-164.
213 Un resumen sistemático de las treinta estrofas (aproximadamente)
diferentes de diez versos de Espinel lo ofrece José María de Cossío, La
décima antes de Espinel, RFE, XXVIII, 1944, págs. 428454, en especial
pág. 451. Algunas formas de la estrofa de diez versos, por lo general
posteriores, en M. Méndez Bejarano, La ciencia del verso, ob. cit., pá
ginas 288-292.
296 Manual de versificación española
1. ° E stro fas de diez versos asim étricos (4 + 6 ó 6 + 4). L
llam arem os uniform em ente décim as antiguas.
2. ° E stro fas sim étricas (5 — 5) de diez versos*. Las llam
rem os uniform em ente coplas reales.
3. ° La .décim a espinela, que en cierto m odo re p resen ta
fusión de am bos tipos. E n el N eoclasicism o experim entó diver
sas m odificaciones, que pueden reu n irse b ajo el térm ino ge
n eral de décim a m oderna.
b) décim a 6 + 4:
Esquema
Si te plaze que mis días a
yo fenesca mal logrado b
tan en breue c
plágate que con Magias a
seer meresca sepultado b
e por breue c;
do la sepultura sea d
una tierra los crió, e
una muerte los leuó e
una gloria los posea. d
(Rodríguez del Padrón, Cañe, de Palacio,
número 360, Finida).
b) Copla real 5 + 5:
Esquema
Amor dulce y poderoso, a
No te puedo resistir b
Y acuerdo de me rendir. b
Que defender no me oso a
Sin obligarme a morir. b.
Y pues de nuestra pasión c
Eres absoluto rey. d
Mi penado coragón, c
Tornado ya de tu ley, d
Reniega de la razón. c.
(Castillejo, Al Amor, CC 79, pág. 13)
225 Cañe, de Baena, n .05 1 y 120 (con distintas disposiciones de ios que
brados). El n.° 1 se reproduce en la edición de Ochoa-Pidal como estrofa
de ocho versos, y hay que descomponerlo oportunamente:
Generosa
Muy fermosa
Syn mansilla Virgen santa
[..]
226 «No puede ofrecer duda que la copla de 5-5 se formó sobre el
antiguo modelo de la de 4-4.» Métrica, págs. 108-109.
La estrofa de diez versos 303
de considerarse en últim o lugar com o estro fa reducida de doce
versos. V arias razones favorecen esta suposición. Como dijim os
en el p rim er p árrafo , la sem iestrofa de la copla de doce versos
se em pleó p a ra fo rm a r la décim a antigua. La estro fa de seis
versos aab aab com o base de la de doce versos se docum enta
ya en diez casos en el Cancionero de Baena 227. Ju an de Mena, que
quizás ha de considerarse com o el inventor de esta nueva form a
de la estrofa de diez versos, em plea la base abaab y o tra s tam
bién en u n a e stro fa de once versos ([a ] abaab cde cde) 228, que
evidentem ente no es m ás que u n a estro fa reducida de doce
versos 229. La rep etició n de las m ism as series de rim as en las
dos p artes de la estro fa de la copla real (2 X 5) tam poco con
trad ice la derivación de la estro fa de doce versos (o la de
once versos, que puede considerarse como fase interm edia),
puesto que la disposición sim étrica de las rim as fue h ab itu al en
am bas p artes de la estrofa 230. E n vista de estos argum entos,
que pueden apoyarse tam bién en análogos ejem plos en F ran
c i a 231, la derivación de la copla real del tipo abaab cdccd de la
estro fa de doce versos sería la m ás probable.
Con todo, la décim a antigua es de poca im portancia. La
copla real m ás m oderna, la arrincona, y hacia fines del si
glo xv su uso dism inuye considerablem ente. La disposición
sintáctica de la décim a espinela conserva su recuerdo.
A p a rtir de su nacim iento hacia m ediados del siglo xv la
copla real en sus dos form as (2 X 5 ,y 5 + 5 ) es, en la lírica,
el tipo m ás im p o rtan te de las estrofas de diez versos (Cancio-
FORMAS MEDIEVALES
n o t a s p r e v i a s s o b r e t e r m i n o l o g í a . — P ara el estudio
de estas
AA bbb a (AA)
estribillo mudanzas vuelta
(Gil Vicente)
Donde es gradecido c
Es dulce morir; 1.* mudanza d
Vivir en olvido c
Aquel no es vivir. 2.* mudanza
d;
V E R SIF IC A C IÓ N E S P .— 21
322 Manual de versificación española
La vuelta se corresponde en extensión con la cabeza. El p ri
m er verso recoge la rim a de las m udanzas que inm ediatam ente
le preceden en tan to que los dem ás versos, p o r lo m enos el
últim o, se enlazan m ediante la rim a con la cabeza. El enlace
puede o c u rrir m ediante la rim a usual, pero a veces se rep iten
u n a o dos palabras en teras de las que constituyen la rim a de
la cabeza, y o tras m uchas veces se recogen íntegros o con leves
variaciones el últim o o los dos últim os versos de ella.
El villancico se distingue de la form a de estribóte p o r la re
dondilla de sus m udanzas; y de la canción, p o r ren u n ciar a la
com pleta correspondencia en tre las rim as de la vuelta y la
cabeza.
Las clases de verso h abituales del villancico son el octosí
labo o el hexasílabo. E n el caso de que la cabeza tenga tres
versos, el de en m edio es m uchas veces u n verso de pie quebrado.
E n las cabezas aparecen ocasionalm ente o tra s clases de versos,
a veces fluctuantes.
E n cuanto al asunto de la poesía, en el villancico no existe
lim itación estrecha, aunque puede decirse que los m ás com u
nes pertenecen a la poesía am orosa tradicional o popular, y a
las canciones religiosas, en especial sobre la fiesta de la N ativi
d ad (villancicos de Navidad).
ver con la e stric ta form a del v illan cico n. Como térm ino mé
trico aún no se conoce en los Cancioneros de Baena y de Palacio,
que usan las denom inaciones de cantigas y canción p a ra la
m ism a form a. Sólo en el Cancionero General (1511), se im puso
generalizándose con este significado n.
E n lo que resp ecta a la cuestión de origen existe confor
m idad en la investigación actual en cuanto que se considera
al villancico casi unánim em ente com o evolución m étrica de la
form a de e strib ó te (zéjel). El siguiente esquem a sirve p ara
ilustrarlo :
E strib illo 1.a m u d. 2.a m u d. V u elta
E strib illo
Forma de estribóte. AA b b ba
AA
Estru’ tura musical. a ti V V a 0
a J3_
Villancico I ............ A BB cd cd d bb
A BB*
Villancico I I ............ AB AB cd cd de ed
AB AB**
(* Cabeza de tres
versos)
(** Cabeza de cuatro
versos)
u V illan cico a unas tr e s fija s su yas, Cañe, siglo X V , n.° 255. Se des
conoce en qué fecha se dio el nombre de villancico a esta poesía.
13 Sobre la historia de la palabra «villancico», véase Le Gentil, For
mes, págs. 245-247. Un breve resumen de las diferentes definiciones del
villancico desde Juan del Encina lo ofrece Mary Paulina St. Amour, A
s tu d y of th e villa n cico u p to L ope de Vega, Washington, D. C. (tesis
doctoral), 1940, págs. 1-4.
13 Pormenores y referencias de citas en- T. Navarro, M étrica, pági
nas 150-154.
324 Manual de versificación española
M. Pidal defiende la procedencia y desarrollo castellanos del
villancico; aunque la teo ría no puede com probarse positiva
m ente, tam poco puede rechazarse p o r principio. Con todo la
afinidad de este tipo con la canción gallego-portuguesa (cantiga
de refram) en notables coincidencias de constitución, asunto
y nom bre, sugiere la idea, fundam entada en la h isto ria literaria,
de que el villancico recibió un decisivo influjo de la poesía de
esta p a rte o cc id e n tal14.
E l tipo, en cierto m odo clásico, del villancico con tre s ver
sos en cabeza, claram ente distinto de la form a de estribóte y
de la canción, ocupa el p rim er lugar en el Cancionero Gene
ral (1511), y en especial en el Cancionero siglo XV, sin a rrin
co n ar al o tro tipo de cuatro versos. O tra p artic u la rid ad de
tip o m ás reciente es la represa, que en el Cancionero de
Baena falta aún p o r com pleto, y q u e en los poetas cultos
del Cancionero musical, com o S antillana y Juan de Mena, se
cultivó y divulgó desde m ediados del siglo xv. De m odelo sirvió
acaso la dansa am refranh de los provenzales tardíos (tal vez
a través de la m ediación c a ta la n a )1S. Son poco frecuentes los
villancicos con una cabeza de dos versos (p. e., AA bccb ba),
m ien tras que cabezas de siete y m ás versos se em plearon en el
siglo XVIT.
A p esa r del carác te r popular de la cabeza y del estilo llano
de la poesía, el villancico es por su procedencia un género aris
to crático, «un pastiche littéraire» com o dice Le Gentil, y p o r
esto p arece que hay que suponer influjos de fuera de Castilla.
El que fuese poesía d estinada al c a n to 16 justifica que se reco-
14 Un breve resumen sobre las más importantes opiniones de los in
vestigadores hasta 1940 (M. Pelayo, Ribera, M. Pidal, Rodrigues Lapa), en
M. P. St. Amour, ob. cit., págs. 4 y sigs.
>5 Sobre las relaciones de este tipo más importante del villancico con
las formas de canción de baile de la antigua poesía francesa y provenzal,
en especial del virelai, hay información en los estudios comparativos de
Le Gentil, F orm es, págs. 244-262 (L e villan cico d u X V ‘ siécle), y Le virela
i
e t le villan cico, ob. cit.
16 «El villancico es un género de copla que solamente se compone
para ser cantado; los demás metros sirven para representar, para en
señar, para describir, para historia y para otros propósitos, pero éste
sólo para la música», Rengifo, A rte p o ética , ed. 1592, cap. X X IX .
El villancico 325
Esquema
Face de maniera quiere florecer: C
ya se demuestra; salidlas a ver: C
a lg o s e le a n to x a . a E
Ya se demuestra; salidlas mirar. B
Vengan las damas las fructas cortar: B
a lg o s e le a n to x a . a
E
Ya se demuestra; salidlas a ver; C
vengan las damas las fructas cortar: C
a lg o s e le a n to x a . a
E
(Diego Hurtado de Mendoza, C añe, d
e P a la c., n.° 16)
FORMAS Y
DERIVACIONES DE
LA CANCIÓN
PETRARQUISTA
I. (II). III.
jronte (divisible) + verso de enlace + sirima (indivisible)
1° pie + IIo pie + eslabón, llave + sirima <5 (sirma, coda)
(chiave)
[...]
Danubio, río divino,
Que por fieras naciones
Vas con tus claras ondas discurriendo, fronte
Pues no hay otro camino
Por donde mis razones
Vayan fuera de aquí, sino corriendo
LA SEXTINA
3
a
4
5
6
A F C E D B
B A F C E D
C E D B A F
D B A F C E
E D B A F C
F C E D B A
100 BAE, XXXII, págs. 260, 264, 266 y 269. Véase el comentario de
Oreste Macrí, Fernando de Herrera, Madrid, 1959, págs. 514-515, con res
pecto a la sextina IV, antes citada.
101 Ed. 1592, cap. LV. Véase Diez Echarri, Teorías, págs. 241-244.
102 Caramuel; citado por Diez Echarri, Teorías, pág. 244.
La canción alirada 359
h eb ras de o ro » 103, atrib u id a a Francisco de R ioja (1583-1659),
sea realm ente o b ra de este poeta. En cam bio, se dice que el
Príncipe de E squilache (1581-1658) escribió sextinas. Poco des
pués de principios del siglo x v n había desaparecido casi p o r
com pleto de la lite ra tu ra española; al m enos había perdido
su im portancia lite raria en esta época. E n co n tra de lo acon
tecido en Italia, la sextina no volvió a ser u sad a en España.
P etrarca ofreció el m odelo de la doble sextina, poco fre
cuente, en Mia benigna fortuna e'l vivir lieto; en E spaña esta
fo rm a se en cu en tra en el quinto libro de la Diana de Monte-
m ayor y en G utierre de C etina («Tantas estrellas no nos m u estra
el cielo » )104.
LA CANCIÓN ALIRADA
A) EL CUARTETO-LIRA.
f o r m a s e s p e c ia l e s d e l c u a r t e t o -l i r a . — Las estrofas
sáfica y
de la T orre pertenecen, p o r el ca rác te r e historia de su origen,
a la fam ilia de las canciones aliradas, y se destacan de en tre
ellas p o r im ita r aú n m ás rigurosam ente las form as de estro fa
horacianas, y esto se m anifiesta (p o r lo m enos en su origen) en
el hecho de que p rescinden de la rim a. E n el tran sc u rso de
su desarrollo la estro fa sáfica p reten d e adem ás re p ro d u cir
de la m an era m ás exacta posible el ritm o de los versos de
la Antigüedad. P o r su disposición, la estrofa de la T orre se
acerca m ás al cuarteto-lira; la estro fa sáfica es an terio r. Nos
atendrem os, pues, al orden cronológico, aunque las dos form as
se influyeron m u tu am en te en el tran sc u rso dé su historia. Su
diferencia m ás n o table es que la estro fa sáfica term in a en u n
pentasílabo, y la estro fa de la T orre en u n heptasílabo.
B) LA LIRA (GARCILASIANA).
C) LA LXRA-SESTINA.
D) LA CANCIÓN PINDARICA.
LA SILVA
La silva es u n a fo rm a poética de series continuadas de
versos, sin co n stitu ir estrofas,- y de considerable extensión; se
originó de la canción p e tra rq u ista com o resultado de tenden
cias co n trarias al sistem a de la estrofa.
Los diferentes tipos pueden dividirse en dos grandes grupos:
1. Los clásicos, que rem ontan a los Siglos de Oro.
2. Los m odernistas.
Los tipos clásicos sólo usan la rim a consonante, y com o
versos, el endecasílabo y el heptasílabo (octosílabo y hepta-
sílabo en el caso de la silva octosílaba). Los tipos m odernistas,
en cam bio, m u estran innovaciones fundam entales con el uso de
la rim a asonante y con u n a m ayor lib ertad en la m ezcla de
versos; el endecasílabo y heptasílabo se ju n ta n con versos de
3, 5, 9 y 14 sílabas.
1. Los tipos clásicos de la silva. — a) Como tipo norm al
d e la silva clásica se considera la com binación de endecasíla
bos y heptasílabos con rim as consonantes, que aparecen en
serie de extensión in d e te rm in a d a 151 con rim as enlazadas libre
m ente, y aun sin ellas. Las coincidencias con pareados, tercetos,
cu arteto s, etc., que ocasionalm ente se presenten, h an de consi
d erarse casuales; no tien en que v er con el carác te r de la silva,
p u esto que esta se originó p o r una tendencia a elim inar la es
trofa. R especto a la disposición de las rim as, existe ta n sólo
la regla general de que no se separen dem asiado los enlaces,
au n q u e esto se aplicó de m anera m uy lib e r a l!52.
isi El límite inferior es de unos veinte versos; superior no tiene. En
la presentación tipográfica los períodos de sentido pueden aparecer sepa
rados a modo de estrofas. En tanto que esto no es tan sólo una forma
tipográfica, hay algún contacto estrecho y cercano con la canción, que
es la forma originaria de la silva y que, en un sentido estricto, podría
llamarse canción libre. No obstante, estos períodos nunca tienen carác
ter estrictamente estrófico. Entre sí se diferencian, tanto en la exten
sión como en la disposición de los endecasílabos y heptasílabos.
152 La observación estricta de esta regla condujo al desarrollo de
La silva 379
¡59 Libro II, cap. V, 18, pág. 331. Véase Diez Echarri, T e o r ía s , pág.
258.
i«) BAE, XXXII, págs. 381685.
161 Por ejemplo, BAE, LXIX, págs. 302-320.
162 BAE, XLII, págs. 176 213, en diversos lugares.
163 BAE, C, págs. 19 y 25.
La silva 383
E sto s no aparecen h asta principios del siglo xx, y a p a rta ro n el
uso de las form as clásicas de la silva de ta l m an era que ya
sólo se p resen tan en ejem plos aislados.
I b ) La silva octosílaba logra independencia y m ayor al
cance ta n sólo en el M odernism o, en el que la u saro n M artí, Gu
tiérrez N á je ra y otros. E n especial fu e favorecida p o r A ntonio
M achado (Las encinas, Los olivos, Poema de un día y otras).
Su h isto ria, no obstante, rem onta a tiem pos m ás antiguos. Es
poco probable, sin em bargo, que p u ed a com enzarse ya con las
dos poesías del Cancionero de Palacio (n.os 108 y 118), que cita
Tom ás N a v a rro 164; su origen se debe m ás bien a la sencilla
transp o sició n de la form a clásica (con versos de 11 y 7 sílabas)
a la poesía octosílaba, com o se hizo tam bién con el soneto. De
esta m anera, tom ó u n aire po p u lar y logró divulgarse. E n esta
tendencia se p re sen ta uno de los prim eros ejem plos de esta
form a, en las silvas octosílabas que Góngora insertó en el diá
logo p asto ril Al nacimiento de Cristo Nuestro Señor (1615).
Tal com o se usó en los Siglos de Oro, se encuentra, de vez
en cuando, en poesías polim étricas del R om anticism o; así en
la introducción de El diablo mundo de E spronceda, y ocasio
nalm en te en Zorrilla.
M é tr ic a , pág. 128.
384 Manual de versificación española
E jem plo de la silva arrom anzada:
Esquema
¡Las figuras del campo sobre el cielo! A
Dos lentos bueyes aran b
en un alcor, cuando el otoño empieza, C
y entre las negras testas doblegadas B
bajo el pesado yugo, d
pende un cesto de juncos y retama, B
que es la cuna de un niño; e
y tras la yunta marcha b
un hombre que se inclina hacia la tierra, F
y una mujer que en las abiertas zanjas B
arroja la semilla. g
Bajo una nube de carmín y llama, B
en el oro fluido y verdinoso H
del poniente, las sombras se agigantan. B
(A. Machado, C a m p o s d e S o r ia , IV)
Esquema
Mientras por competir con tu cabello A
oro bruñido al sol relumbra en vano, B
mientras con menosprecio en medio el llano B
mira tu blanca frente el lilio bello; A
mientras a cada labio, por cogello, A
siguen más ojos que al clavel temprano, B
y mientras triunfa con desdén lozano B
del luciente marfil tu gentil cuello; A
goza cuello, cabello, labio y frente, C
antes que lo que fue en tu edad dorada D
oro, lilio, clavel, cristal luciente, C
no sólo en plata o viola truncada D
se vuelva, mas tú y ello juntamente C
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. D
(Góngora170)
EL
MADRIGAL
BAE, LXIX, págs. 48, 60, 63, 64, 82, 83, 146; están reunidos en la
ed. de Obras Completas, de J. M. Blecua, Madrid, 1963, n.os 403-411, pá
ginas 435 441.
220 Respecto a las referencias de citas en la BAE, véanse Índices ge
nerales, LXXI, págs. 67.
221 BAE, LXI, pág. 226.
222 BAE, LXIII, pág. 316.
223 Madrigales jocosos y serios, BAE, LXVII, págs. 536-538.
224 BAE, LXVII, pág. 473.
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Entwistle, William James, 66, 214, Gallego, Juan Nicasio, 368, 382, 397,
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Epístola satírica y censoria, 235. García Blanco, Manuel, 124, 154.
Ercilla, Alonso de, 39, 288. García Calvo, Agustín, 366.
Espinel, Vicente, 295, 304, 338. García Gómez, Emilio, 73, 211, 319,
Espinosa, Aurelio Macedonio, 53, 58, 320, 339.
59, 60. García Gutiérrez, Antonio, 125, 161,
Espinosa, Pedro, 171, 401, 407. 244, 267.
Espronceda, José de, 75, 87, 90, 104, García de la Huerta, Vicente, 216,
116, 125, 134, 158, 161, 224, 244, 247, 223, 228, 339, 354, 376, 397, 407.
254, 263, 268, 290, 294, 305, 311, 325, García Lorca, Federico, 35, 80, 92,
354, 382, 383, 398. 102, 117, 127, 135, 161, 162, 218,
222,
Esquiladle, Príncipe de (véase Bor- 224, 254, 256, 257, 325, 343.
ja y Aragón, Francisco de). García Lorca, Francisco, 411.
Estacio, 381. García Matamoros, Alfonso, 151.
García Tassara, Gabriel, 172.
Garcilaso de la Vega, 26, 39, 57, 66,
Faria y Sousa, Manuel, 276. 68 , 70, 71, 75, 79, 144, 145, 150,
151,
Fernández, Lucas, 95, 243. 152, 156, 234, 243, 262, 274, 288,
329,
Fernández Almuzara, Eugenio, 385, 348, 349, 350, 351, 352, 353, 359,
360,
402. 362, 372, 373, 385, 395, 396.
Fernández de Andrada, Andrés, 235. Gamelo, P. Benito, 81.
Fernández de Castro, 367. Garret, Benedetto (Gariteo), 360.
Fernández de Heredia, Juan, 243. Gauthier, Marcel, 73, 389.
Fernández de Moratín, Leandro, 80, Gavel, H., 182.
92, 101, 116, 125, 132, 155, 158, 160, Gavidia, Francisco, 172, 173.
161, 171, 281, 293, 367, 371, 373. Geers, G. J., 189, 210, 218.
Fernández de Moratín, Nicolás, 92, Geiger, A., 325.
116, 216, 267, 276, 290, 293, 305, 367. Gennrich, Friedrich, 25, 36, 53, 202,
Figueroa, Francisco de, 52. 204.
VERSIFICACIÓN ESP. — 2 7
418 Manual de versificación española
Gil Polo, Gaspar, 64, 170, 171, 325, Hartzenbusch, Juan Eugenio, 161,
329, 349, 350, 358. 237, 244, 281.
Gilí Gaya, Samuel, 28. Hazañas y la Rúa, Joaquín, 401, 406.
Gómez de Avellaneda, Gertrudis, 86, Heger, Klaus, 110, 122, 130, 251, 318,
87, 89, 90, 96, 125, 133, 134, 135, 160) 320, 409.
163, 172, 217, 221, 224, 244, 247, 254, •Hélie, Pierre, 25.
267, 268, 275, 276, 294, 305, 311, 354, Henríquez Ureña, Pedro, 11, 14, 36,
367, 371, 398. 55, 56, 57, 58, 60, 89, 94, 108,
119,
Gómez Hermosilla, José M., 80, 216, 121, 122, 123, 124, 127, 130, 131,
136,
398. 137, 138, 148, 154, 155, .156, 167,
175,
Góngora, Luis de, 52, 95, 100, 105, 175, 184, 189, 194, 215, 220, 245,
251,
132, 156, 215, 221, 234, 271, 289, 325, 255, 256, 258, 329, 401, 410.
338, 353, 358, 379, 380, 382, 383, 390, Heredia, José María de, 125, 134,
155,
396. 268, 293, 382, 397.
González, Diego, 354. Hernández, José, 273, 305.
González Climent, A., 258. Hernández, Miguel, 156, 236, 290.
González Martínez, Enrique, 80, 117, Herrera, Femando de, 66, 235, 344,
126, 134, 229, 236, 237, 245, 260, 264, 351, 352, 353, 358, 373, 380, 396.
269, 343. Hidalgo, José Luis, 127, 224.
González Prada, Manuel, 126, 127, Hierro, José, 127.
135, 155, 164, 217, 329. Hilbom, H. Warren, 66, 268.
Grammont, Maurice, 24. H is to r ia tr o y a n a p o lim é
tr ic a , 88, 99,
Graña Etcheverry, Manuel, 29. 112, 113, 123, 227, 241, 259, 269,
270.
Grazzini, A. Francesco, II Lasca, 380, Hojeda, Diego de, 289.
381. Honsa, Vladimir, 44.
Green, Otis H., 287. Horacio, 115, 191, 362, 370, 372,
375,
Grimm, Jakob, 206. 376, 381.
Guarnerio, P. E„ 365. Horozco, Juan de, 251, 304, 311.
Guevara, Antonio de, 310. Horrent, Jules, 57, 177, 182, 205.
Guillén, Jorge, 87, 96, 102, 126, 156, Hugo, Víctor, 86, 87, 125, 126, 168,
218, 227, 245, 257, 306, 385, 400. 174, 266.
Guillén Peraza, 91. Huidobro, Vicente, 80.
Guillermo IX, 108. Hurtado de Mendoza, Diego, 95, 151,
Gutiérrez, Juan María, 236, 237. 235, 244, 266, 270, 288, 329, 349,
394.
Gutiérrez Nájera, Manuel, 133, 160, Hurtado de Mendoza, Diego (Almi
172, 174, 245, 254, 277, 382, 383. rante), 131, 230, 342.
Guzmán, Francisco de, 330. Hurtado de la Vera, Pedro (Pedro
Faria), 171, 401.
Hall, R. A., 181.
Hanssen, Federico, 57, 58, 60, 148, Ibn Bassam de Santarem, 318.
154, 194, 196, 197, 251, 258. Ibn Quzman, 319.
Indice de nombres
419
Ibn Sana al-Mulk, 318. Laverde, Gumersindo, 120, 125.
Iglesias de la Casa, José, 92, 221, Lecoy, Félix, 148, 189, 196.
268. Ledesma, Alonso de, 95, 329.
Imperial, Francisco, 143, 144, 149, Le Gentil, Fierre, 11, 14, 21, 36,
69,
150, 192, 195, 232. 70, 71, 73, 77, 114, 127, 148,
186, 191,
I ni antes de Lara, Los, 98, 111, 182. 195, 197, 211, 227, 232, 237, 241,
242,
Iriarte, Tomás de, 64, 87, 89, 92, 116, 245, 250, 255, 258, 266, 268, 272,
277,
125, 133, 155, 158, 161, 166, 171, 228, 280, 281, 283, 287, 298, 301, 302,
303,
237, 276, 281, 293, 305, 333, 339, 400. 304, 306, 308, 309, 311, 312, 314,
319,
320, 323, 324, 326, 329, 330, 337,
339,
341, 343, 409, 411.
Jacopone da Todi, 192. Lemus y Rubio, Pedro, 410.
Jaimes Freyre, Ricardo, 23, 24, 48, León, Luis de, 39, 71, 261, 262,
351,
133, 162, 163, 174, 260, 410. 352, 361, 362, 372, 373, 374, 375,
376,
Janner, Hans, 335, 336, 337, 338, 339. 380.
Jáuregui, Juan de, 79, 289, 380, 381, Leonard, W. E., 181.
407. Leonhard, Irving A., 388.
Jeanroy, A., 14, 109, 232, 271, 277, 308, Levi, Ezio, 212.
319, 357, 359. Libre deis tres Reys de Orient, 98,
Jenni, A., 359. 123, 183, 184, 226.
Jiménez, Juan Ramón, 117, 126, 153, Libro de Aiexandre, 54, 55, 57, 170,
174, 218, 224, 227, 245, 325, 398. 258, 259.
Jorder, Otto, 7, '14, 64, 65, 66, 385, 387, Libro de Apotonio, 55, 258 , 259.
388, 389, 394, 396, 397, 402. Libro de la Infancia y Muerte de
Jovellanos, Gaspar Melchor de, 47, Jesús, 184.
132, 133, 134, 223, 367, 368, 397. Libro de miseria de omne, 56, 170,
Judá Leví, 122, 130, 131, 241. 259.
Lida, María Rosa, 79, 363.
Lista, Alberto, 126, 134, 153, 160,
172,
Kastner, L., 72. 216, 223, 247, 254, 263, 267, 290,
293,
Keniston, H., 150, 288. 305, 371, 376, 397.
Krauss, Wemer, 208. Lobo, Eugenio Gerardo, 89, 216,
292,
305, 339, 397.
Lobo Lasso de la Vega, Gabriel,
215,
Lamartine, Alphonse de, 125, 266. 304.
Lang, Henry R., 14, 74, 77, 154, 210, Lomas Cantoral, Jerónimo de,
351.
241, 251, 260, 279, 304, 314, 315, 340. López de Ayala, Pero, 47, 56, 112,
113,
Lapesa Melgar, Rafael, 63, 100, 149, 170, 195, 196, 242, 259, 260, 279,
283,
283, 393. 328.
László, Gáldi, 7. López Estrada, Francisco, 7, 81.
Lausberg, Heinrich, 61, 110. López García, Bernardo, 305.
420 Manual de versificación española
López de Mendoza, Iñigo, Marqués Marcial, 247.
de Santillana, 52, 56, 57, 66, 95, 112, March, Ausias, 34, 143, 149, 285, 286.
143, 144, 145, 150, 151, 155, 156, 161, Margarit, Luis, 243.
192, 193, 194, 197, 209, 233, 238, 243, Margueron, Cl., 177.
278, 280, 284, 286, 298, 314, 322, 324, M a ría E g ip c ia c a (véase V id a d
e S a n
328, 329, 337, 393, 394, 395, 399. ta M a r ía E g ip c ia c a ).
López Pinciano, Alonso, 124, 153. Marini, Giovanni, 288.
López de Sedaño, J. J., 366. Mármol, Manuel María del, 134, 172,
López de Toro, José, 151. 277, 294, 305, 311, 398.
López de Übeda, Juan, 329. Marquina, Eduardo, 224, 368.
Lorenz, Erika, 7, 25, 27, 411. Marrocco, W. Thomas, 345.
Lorenzo el Magnífico, 234. Martí, José, 102, 245, 254, 371, 383.
Lote, Georges, 25, 108. Martín de la Plaza, L., 407.
Lugones, Leopoldo, 102, 126, 174, 217, Martínez de la Rosa, Francisco, 223,
224, 245, 398. 263, 382.
Luna, Don Alvaro de, 232. Martínez Sierra, Gregorio, 227.
Luzán Claramunt de Suelves y Gu- Martínez Torner, E., 103, 106, 208.
rrea, Ignacio, 216, 311, 353. Maruri, Julio, 127.'
Mas, Sinibaldo de, 125, 129, 135, 155,
162, 163, 166, 172, 173, 401.
Lloyd, Paul M., 169.
Masdeu, Juan Francisco de, 36.
Matheu y Sanz, Lorenzo, 91.
Macrí, Oreste, 358. Maury, Juan María, 125, 153, 156,
Machado, Antonio, 80, 102, 117, 126, 274, 305.
133, 153, 161, 174, 217, 218, 224, 229, McPheeters, D.. W., 243, 411.
245, 247, 254, 383, 384, 398. McSpadden, G. E., 29.
Machado, Manuel, 87, 90, 92, 153, 163, Medrano, Francisco de, 362, 368, 369,
217, 224, 254, 255, 256, 399, 400, 401. 370, 407.
Madrigallus, 404. Meendinho, 251.
Mal Lara, Juan de, 304. Meierhans, Lydia, 405.
Maldonado de Guevara, Francisco, Mele, Eugenio, 81.
175, 182. Meléndez Valdés, Juan, 92, 101, 116,
Malfatti, María E., 288. 216, 221, 235, 269, 293, 354, 363,
367,
Manrique, Gómez, 114, 232, 236, 266. 371, 373 , 397.
Manrique, Jorge, 52, 151, 310, 330, Mena, Juan de, 56, 130, 131, 146, 151,
338. 185, 187, 188, 190, 197, 277, 280, 281
Manuel, don Juan, 99, 129, 131, 135, 282, 284, 286, 298, 302, 303, 310,
324.
143, 144, 146, 147, 196, 227, 240, 246. 328, 329.
Manzoni, Alejandro, 65, 294, 370. Méndez Be jarano, Mario, 62, 295.
Mapes, Erwin K., 175, 402. Méndez Planearte, A., 402.
Marasso Roca, Arturo, 175, 401. Mendoza, Iñigo de, 114.
Índice de nombres
421
Menéndez Pelayo, Marcelino, 10, 12, Moreno, Miguel, 286.
14, 66, 81, 91, 107, 113, 120, 130, 133, Moreto, Agustín, 125, 228,
304, 353.
145, 146, 151, 155, 157, 194, 196, 197, Morf, Heinrich, 209.
209, 212, 235, 240, 243, 259, 266, 278, Morillo, Gregorio, 79.
279, 280, 284, 286, 287, 288, 298, 322, Morley, Silvanus Griswold, 14,
45,
324, 325, 328, 357, 365, 366, 368, 369, 100, 103, 104, 182, 210, 212,
215, 218,
388, 401. 235, 244, 267, 280, 298, 304,
350, 397.
Menéndez Pidal, Gonzalo, 208, 211. Morley-Bruerton, 15, 221, 228,
236,
Menéndez Pidal, Ramón, 14, 39, 56, 244, 289, 304, 352.
58, 67, 68, 98, 99, 103, 107, 109, 110, Muhammad ibn Malmud, 317.
111, 131, 146, 168, 169, 177, 178, 179, Muqaddam ibn Muafa, 317.
180, 182, 183, 184, 205, 208, 209, 210, Mussafia, Adolf (véase
también, en
212, 213, 214, 216, 218, 225, 227, 259, el I ndice de materias, Ley
de
260, 270, 271, 277, 318, 320, 324. Mussafia), 35, 36.
Metastasio, Pietro, 101, 116, 133, 277, Myers, O. T., 7.
293.
Mettmann, Walter, 110. Naetebus, G., 259.
Meyer, Paul, 226, 279. Naharro, Bartolomé, 151.
Meyer, Wilhelm, 201. Naharro, Pedro de, 304.
Michaélis de Vasconcellos, Carolina, Navagcro, Andrea, 145, 151,
358.
154, 194. Navarro, Tomás, 11, 15, 24,
28, 29,
Milá y Fontanals, Manuel, 135, 141, 39, 45, 53, 60, 70, 81, 87,
94, 97, 101,
154, 157, 209, 212, 258. 103, 106, 109, 111, 113, 115,
127, 141,
Millás Vallicrosa, J. María, 336. 142, 145, 147, 150, 157, 162,
163, 164,
Millé y Giménez, Juan, 300, 304, 306. 166, 167, 173, 176. 177, 181,
186, 187,
M is te r io d e lo s R e y e s M a g o s, 59, 88, 194, 195, 196, 197, 210, 223,
230, 231,
98, 122, 168, 226. 236, 237, 241, 242, 243, 245,
246, 247,
Mistral, Gabriela, 126, 127, 134, 155, 249, 250, 251, 255, 256, 258,
277, 281,
174, 217, 264, 371, 400. 282, 287, 294, 296, 302, 309,
311, 320,
M o c e d a d e s d e R o d r ig o , L as, 182. 323, 328, 330, 337, 339, 341,
343, 369,
Monch, Walter, 386, 390, 402. 371, 374, 379, 380, 383, 385,
402, 410,
Monte, Fray Lope del, 131. 411.
Montemayor, Jorge de, 170, 213, 244, Nebrija, Antonio de, 26, 27,
53, 58,
304, 325, 329, 330, 338, 349, 350, 358, 108, 160, 187, 189, 194, 196,
206, 210.
359, 373. Ñervo, Amado, 92, 117, 126,
133, 134,
Montesino, Ambrosio de, 251. 161, 162, 163, 174, 224, 245,
254, 264,
Monteverdi, A., 177, 182. 269, 272, 275, 398, 400, 401.
Monti, Vicenzo, 370. Nora, Eugenio de, 127, 224.
Montoliu, Manuel de, 386, 402. Norberg, Dag, 21, 177.
Morel-Fatio, Alfred, 157, 189, 190, 194, Noroña, Conde de, 263, 354,
363, 367,
195, 197, 258. 368, 371.
422 Manual de versificación española
Núñez de Arce, Gaspar, 235, 269, 275, Pfandl, Ludwig, 208, 216, 219.
276, 290, 305, 398. Pícara Justina, La, 281, 400.
Núñez de Quirós, Diego, 230. Pierce, Frank, 289, 290.
Núñez de Reinoso, Alonso, 230. Piferrer, Pablo, 343.
Nykl, A. R., 318. Píndaro, 360, 377.
Piñero Ramírez, Pedro Manuel,
7.
Pisador, 131..
Obregón, Antonio de, 115. Place, Edwin E., 150.
Olesa, Jaume de, 212. Pléyade, 100, 101, 171.
Olivares, Conde Duque de, 235. Poema de Alfonso XI, 112, 113,
241.
Oliver Belmás, A., 402. Poema del Cid, 67, 74, 98, 109,
111,
Oña, Pedro de, 288, 289. 131, 146, 168, 169, 178, 179, 180,
181,
Owen, Juan, 247. 182, 183, 193, 205.
Poema de Fernán González, 55, 259.
Poema de Roncesvalles, 98, 111, 146,
Padilla, Juan de, 195. 178, 182, 205.
Padilla, Pedro de, 329.
Poema de Yúfuf, 55.
Paiva Boleo, M. de, 7.
Poesse, Walter, 40.
Palafox y Mendoza, Juan de, 228.
Poliziano, 288.
Panero, Leopoldo, 224.
Polo de Medina, Salvador Jacinto,
Pastor Díaz, Nicomedes, 294.
382.
Paz y Melia, 243.
Pombo, Rafael, 305, 368.
Pedro de Portugal, don, 251.
Pope, Isabel, 154, 193, 326.
Pellicer, Carlos, 257.
Porcel, José Antonio, 353.
Pemán, José María, 224, 368.
Porter, M. E., 168.
Penna, Mario, 27, 150, 157.
Prados, Emilio, 218.
Peralta Bamuevo, Pedro de, 155, 228,
Printz, W. K„ 404.
292.
Pulci, L., 288.
Pérez, L., 330.
Pérez de Ayala, Ramón, 229, 260.
Pérez de Guzmán, Fernán, 52, 148,
149, 164, 195, 232, 284. Querol, Vicente, 269.
Pérez de Herrera, Cristóbal, 231. Quevedo y' Villegas, Francisco de,
Pérez de Montalbán, Juan, 244, 376, 39, 52, 132, 215, 221, 276, 288, 289,
396. 325, 353, 358, 369, 370, 377, 382, 397,
Pérez de Oliva, Hernán, 228. 407.
Peri, Hiram, 22, 25. Quilis, Antonio, 32, 45.
Pesado, José Joaquín, 276, 398. Quintana, Manuel José, 216, 223, 235,
Petrarca, F., 115, 274, 344, 345, 347, 293, 382.
348, 349, 350, 351, 353, 354, 357, 359, Quiñones de Benavente, Luis, 253.
385, 393, 394, 395, 405. Quirós, Pedro de, 95, 407.
índice de nombres
423
Glosa, 246, 313, 330-339, 343, 348. Jarcha, 59 n„ 98, 110, 111 n., 122,
— burlesca, 332, 339. 130 y n„ 163, 211, 212, 246, 250,
251,
— de romance, 331, 338. 318-319.
Indice de materias 431
Kuíl, 315. Octava, 72.
— aguda, 66, 290-294.
— de arte mayor, 277.
Lai, 309. — de arte mayor antigua, 281.
Laisse, 204-205, 206 n., 209, 210, 211. . — bermudina, 291, 292, 294 y n.
Letra, 221, 330. — castellana antigua, 277.
— de invención, 320. — heroica, 287.
Letrilla, 92, 101, 221, 325. — italiana, 287, 290, 331.
Lexaprende, 340 n., 343. — de Juan de Mena, 277.
Ley de Mussafia, 35-36, 186, 193. — real, 268, 272, 276, 281, 287-290, 291,
Leyenda,. 101. 292.
Licencias métricas, 39, 41-45. — rima, 287.
Lira, 262, 353, 359, 360, 361, 372, 373 Octavilla, 101.
y n., 374. — aguda, 66,. 101, 290-294.
— de Fray Luis de León, 372. — italiana, 290.
— garcilasiana, 269, 331> 352, 359, 361, Octosílabo, 89, 94 n., 98 y n., 99, 100,
362, 372-374, 376. 102-118, 182, 183, 206, 226, 227, 229,
— de Núñez de Arce, 275. 238, 240, 249, 264, 270, 273, 282, 284,
— sestina, 274, 362, 374-376. 290, 293, 294, 295, 306, 322, 327,
328 n„ 331, 343, 378, 380, 400.
— con cesura, 104.
Llave, 345, 346.
— doble o épico, 108.
— francés, 126.
Madrigal, , 381, 382, 402-407, — italiano, 106.
Madrigale, 381. — polirrítmico, 105.
Madrigalessa, 381. — provenzal-francés, 121.
Madrigalone, 381. — simple o lírico, 108.
Marizápalos, 131. — trocaico, 106, 116.
Matla, 315. — trovadoresco, 106, 113, 114, 117.
Mester de clerecía, 55, 59, 98, 99, 111, Oda, 101, 352, 360, 362, 364.
112, 113, 122, 166, 170, 226, 259. — anacreóntica, 221.
— de juglaría, 54, 56, 122, 226, — horaciana, 360, 362, 370.
Minué, 131, 154. — pindárica, 360, 377.
Mote, 330. Ovillejo, 86 y n.
Mudanza, 312, 313, 315, 316.
Muguasaja, 211, 317-319, 336. Paragoge, 44, 66.
Muinheira, 154, 194. Pareado, 207, 215, 225-229, 246, 276,
Musammat, 336. 287, 340, 347, 348, 378, 380.
— de alejandrinos, 228-229.
— de 11 + 11 o de 11 + 7, 227-228.
Nonisílábo, 124, — de versos cortos, 226 227.
432 Manual de versificación
española
P a s t o r e la , 336. Rima, 61-77.
P a s t o u r e lle , 3 2 2 , 327 n . — abrazada o chiusa,
73.
P a u s a f in a l d e l v e r s o , 2 9 , — aguda, 63, 263.
— m é t r ic a , 30 -3 2 . — alterna (véase rima
cruzada o al
— m é t r ic a m a y o r , 3 0 . terna).
— m é t r ic a m e d ia , 30 -31 . — asonante, 63, 66-67,
70-71, 213 y n.
— m é t r ic a m e n o r , 3 1 . — asonante diptongada
o atenuada,
P e n t á m e t r o , 171. 70.
P e n t a s íla b o , 90 -92 , 133, 185, 2 4 8 , 3 0 5 , — asonante esdrújula,
71.
363, 364. — asonante perfecta o
corriente, 70.
P e r ío d o d e e n l a c e , 29 -30 . — asonante simulada o
equivalente,
— r ít m ic o , 23, 26 - 28 . 70.
P e r q u é , 229 -231 . — capfinida, 283 n.
P ie d e r o m a n c e , 102, 108. — consonante aguda,
63, 64, 66.
— d e v e r s o , 2 3 , 26 - 28 . — consonante
esdrújula, 64-65.
P o li p t o t o n , 76. — consonante
imperfecta, 69.
P r ó t e s is , 4 4 . — consonante llana o
grave, 64, 65-
66.
— consonante perfecta,
63, 67-69, 213
Q u a tr a in , 399. y n.
Q u in t e t o , 268 -269 . — consonante simulada,
69.
Q u in t il, 266. — continua, 72.
Q u in t illa , 264 - 268 , 2 6 9 , 270, 2 9 8 . — cruzada o alterna,
73.
— d o b le , 297, 298. — en eco, 73.
— d e F r a y L u is d e L e ó n , 3 7 2 .
— final, 72-73.
■— homónima, 67, 75,
76.
— idéntica, 76 y n.
R e d o n d illa , 7 2 , 7 3 , 214, 2 1 5 , 2 2 9 , 237-
— imperfecta, 63 y n.
245 , 2 6 5 , 266, 267, 268, 2 7 0 , 2 8 4 , 286,
287, 295, 296, 2 9 7 , 299, 3 0 4 , 3 1 9 , 3 2 1 ,
— intensa, 69.
327, 333.
— interior, 104.
— m e n o r , 95.
— interna, 73-75.
— d e r im a s a b r a z a d a s , 2 3 8 .
— leonina, 72 y n.
— d e r im a s c r u z a d a s , 2 3 8 . — pareada, 72.
R e f r á n , 225. — parónima, 68, 75,
76.
R e i h e n s c h l u s s , 32. — perfecta, 63 y n.
R e m a t e , 344. — rareza de la rima,
75-76.
R e p r e s a , 3 1 2 , 321, 324. Rimes plates, 228.
R e t r u é c a n o , 330, 3 3 3 . Rims empeutatz, 74.
R h y th m u s tripertitus caudatus, 271, Rims multiplicatius,
74.
3 08 . Ritondello, 239.
Indice de materias
433
Págs.
p r im e r a pa r te
C apítulo II.— M e d ic ió n d e la s s í l a b a
s ................................. 38-60
N otas p r e lim in a re
s ..............................................................
38-40
438 Manual de versificación
española
Págs.
C apítulo III.—L a r i m
a ............................................................. 61-77
N otas p re lim in a re
s .............................................................. 61-63
Clases de r i m
a .......................................................................
63-67
La calidad del s o n i d
o ........................................................ 67-71
A) La c o n so n a n c
ia ..................................................... 67-69
B) La a s o n a n c
ia .............. , ........................................ 70-71
Tipos fundam entales en la disposición de la conso
nancia y la asonancia ... ............................................
72-75
A) La rim a final ........................................................
72-73
B) La rim a in tern a ..................................................
73-75
La rareza de la r i m
a ......................................................... 75-
76
B ib lio g ra
fía ............................................................................
77
Indice general
439
Págs.
N otas p re lim in a re
s ............................................................. 78
Los versos s u e l t o
s ............................................................... 78-80
Los versos l i b r e
s .................................................................. 80-81
B ib lio g ra
fía ...........................................................................
81
S E G U N D A PA RT E
CLASES DE VERSOS
Págs.
B ib lio g ra
fía ........................... ..................... ..................... 175
Versos de m ás de catorce s í l a b a s ..............................
175-176
TERCERA PARTE
Págs.
La estro fa de tres v e r s o
s .................................................. 231-237
El terceto en la E dad M e d ia .....................................
231-233
E l terceto d a n te s c
o ....................................................... 233-236
O tras form as del terceto i t a l ia n o ...........................
236-237
B ib lio g ra
fía .................................................................... 237
La estro fa de cinco v e r s o
s ................................................ 264-269
La q u in
tilla ......................................................................
264-268
B ib lio g ra
fía ...................................................................... 268
E l q u i n t e t
o ...................................................................... 268-269
La lira g a rc ila s ia n
a ...................................................... 269
La estro fa de seis v e r s o
s .................................................. 269-277
La s e x t i l
la ......................................................................... 269-
273
E l s e x t e t
o ......................................................................... 273-
277
B ib lio g ra
fía ...................................................................... 277
442 Manual de versificación
española
Págs.
Págs.
I ndice de
nombres ..............................................................
....... 413426
I ndice de
materias ............................................ ... ...........
.... 427435
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
D ir ig id a p o r : D ámaso A lonso
I. TRATADOS Y MONOGRAFÍAS
1. Walther von Wartburg: La fragmentación lingüística de la Roma
nía. Segunda edición aumentada. 208 págs. 17 mapas.
2. René Wellek y Austin Warren: Teoría literaria. Con un prólogo
de Dámaso Alonso. Cuarta edición. Reimpresión. 432 págs.
3. Wolfgang Kayser: Interpretación y análisis de la obra literaria.
Cuarta edición revisada. Reimpresión. 594 págs.
4. E. Allison Peers: Historia del movimiento romántico español. Se
gunda edición. 2 vols.
5. Amado Alonso: De la pronunciación medieval a la moderna en
español. 2 vols.
6. Helmut Hatzfeld: Bibliografía crítica de la nueva estilística apli
cada a las literaturas románicas. Segunda edición, en prensa.
7. Fredrick H. Jungemann: La teoría del sustrato y los dialectos
hispano-romances y gascones. Agotada.
8. Stanley T. Williams: La huella española en la literatura norte
americana. Agotada.
9. René Wellek: Historia de la crítica moderna (1750-1950).
Vol. I: La segunda mitad del siglo X V III. Reimpresión. 3%
páginas.
Vol. I I : El Romanticismo. 498 págs.
Vol. III: Los años de transición. 488 págs.
Vol. IV : En prensa.
10. Kurt Baldinger: La formación de los dominios lingüísticos en la
Península Ibérica. Segunda edición corregida y muy aumen
tada, 496 págs. 23 mapas.
11. S. Griswold Morley y Courtney Bruerton: Cronología de las co
medias de Lope de Vega (Con un examen de las atribuciones
dudosas, basado todo ello en un estudio de su versificación es
trófica). 694 págs.
12. Antonio Marti: La preceptiva retórica española en el Siglo de
Oro. Premio Nacional de Literatura. 346 págs.
13. Vítor Manuel de Aguiar e Silva: Teoría de la literatura. 550 págs.
14. Hans Hórmann: Psicología del lenguaje. 496 págs.
III. MANUALES
1. Emilio Alarcos Llorach: Fonología española. Cuarta edición au
mentada y revisada. Reimpresión. 290 págs.
2. Samuel Gili Gaya: Elementos de fonética general. Quinta edición
corregida y ampliada. Reimpresión. 200 págs. 5 láminas.
3. Emilio Alarcos Llorach: Gramática estructural (Según la escuela
de Copenhague y con especial atención a la lengua española).
Reimpresión. 132 págs.
4. Francisco López Estrada: Introducción a la literatura medieval
española. Tercera edición renovada. Reimpresión. 342 págs.
5. Francisco de B. Molí: Gramática histórica catalana. Agotada
6. Femando Lázaro Carreter: Diccionario de términos filológicos.
Tercera edición corregida. Reimpresión. 444 págs.
7. Manuel Alvar: El dialecto aragonés. Agotada.
8. Alonso Zamora Vicente: Dialectología española. Segunda edición
muy aumentada. Reimpresión. 588 págs. 22 mapas.
9. Pilar Vázquez Cuesta y Maria Albertina Mendes da Luz: Gramá
tica portuguesa. Tercera edición corregida y aumentada. 2 vols.
10. Antonio M. Badia Margarit: Gramática catalana. 2 vols.
11. Walter Porzig: El mundo maravilloso del lenguaje (Problemas,
métodos y resultados de la lingüística moderna). Segunda edi
ción corregida y aumentada. 486 págs.
12. Heinrich Lausberg: Lingüística románica.
Vol. I: Fonética. Reimpresión. 556 págs.
Vol. II: Morfología. 390 págs.
13. Ándré M artinet: Elementos de lingüística general. Segunda edi
ción revisada. Reimpresión. 274 págs.
14. Walther von Wartburg: Evolución y estructura de la lengua fran
cesa. 350 págs.
15. Heinrich Lausberg: Manual de retórica literaria (Fundamentos de
una ciencia de la literatura). 3 vals.
16. (Jeorges Mounin: Historia de la lingüística (Desde los orígenes
al siglo XX). Reimpresión. 236 págs.
17. André Martinet: La lingüística sincrónica (Estudios e investiga
ciones). Reimpresión. 228 págs.
18. Bruno Migliorini: Historia de la lengua italiana. 2 vols. 36 láminas.
19. Louis Hjelmslev: El lenguaje. Segunda edición aumentada. 1%
páginas. 1 lámina.
20. Bertil Malmberg: Lingüística estructural y comunicación humana
(Introducción al mecanismo del lenguaje y a la metodología
de la lingüística). Reimpresión. 328 págs. 9 láminas.
21. Winfred P. Lehmann: Introducción a la lingüística histórica. 354
páginas.
22. Francisco Rodríguez Adrados: Lingüística estructural. 2 vols.
23. Claude Pichois y André-M. Rousseau: La literatura comparada. 246
páginas.
24. Francisco López Estrada: Métrica española del siglo XX. 226
páginas.
25. Rudolf Baehr: Manual de versificación española. Reimpresión.
444 págs.
26. H. A. Gleason, J r .: Introducción a la lingüística descriptiva. 700
páginas.
27. A. J. Greimas: Semántica estructural (Investigación metodológi
ca). 398 págs.
28. R. H. Robins: Lingüistica general (Estudio introductorio). 488
páginas.
29. Iorgu Iordan y María Manoliu: Manual de lingüística románica.
Revisión, reelaboración parcial y notas por Manuel Alvar.
2 vols.
IV . TEXTOS
1. Manuel C. Díaz y Díaz: Antología del latín vulgar. Segunda edi
ción aumentada y revisada. Reimpresión. 240 págs.
2. María Josefa Capellada: Antología de textos fonéticos. Con un
prólogo de Tomás Navarro. Segunda edición ampliada. 266
páginas.
3. F. Sánchez Escribano y A. Porqueras Mayo: Preceptiva dramá
tica española del Renacimiento y el Barroco. Segunda edición
muy ampliada. 408 págs.
4. Juan Ruiz: Libro de. Buen Amor. Edición crítica de Joan Coromi-
nas. 670 págs.
5. Julio Rodríguez-Puértolas: Fray Iñigo de Mendoza y sus «Coplas
de Vita Christi». 634 págs. 1 lámina.
6. Todo Ben Quzman. Editado, interpretado, medido y explicado
por Emilio García Gómez. 3 vols.
7. Garcilaso de la Vega y sus comentaristas (Obras completas del
poeta y textos íntegros de El Brócense, Herrera, Tamayo y
Azara). Edición de Antonio Gallego Morell. Segunda edición
revisada y adicionada. 700 págs. 10 láminas.
V. DICCIONARIOS
1. Joan Corominas: Diccionario crítico etimológico de la lengua
castellana. Reimpresión. 4 vols.
2. Joan Corominas: Breve diccionario etimológico de la lengua cas
tellana. Segunda edición revisada. 628 págs.
3. Diccionario de Autoridades. Edición facsímil. 3 vols.
4. Ricardo J. Alfaro: Diccionario de anglicismos. Recomendado por
el «Primer Congreso de Academias de la Lengua Española».
Segunda edición aumentada. 520 págs.
5. María Moliner: Diccionario de uso del español. Reimpresión
2 vols.
VIII. DOCUMENTOS
IX. FACSIMILES