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F.C.S.
ESCUELA DE OPTOMETRÍA
ESTUDIANTE:
DOCENTE:
04 de diciembre de 2017
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SÍNDROME DE NORRIE –AUDICIÓN: PROGRESIVA; VISIÓN: PROGRESIVA.
Las manifestaciones oftalmológicas de los varones afectados suelen ser bilaterales y simétricas.
El iris, la cámara anterior y la córnea pueden ser normales al nacer, pero a menudo se observan
masas grisáceo-amarillentas elevadas o "pseudogliomas" detrás de la lente junto con disgenesia
vascular retiniana y leucocoria. Durante las primeras semanas o los primeros meses de vida se
desarrolla un desprendimiento parcial o total de la retina. En la infancia los pacientes pueden
desarrollar cataratas, nistagmo, sinequias anteriores/posteriores, queratopatía en banda y una
cámara anterior superficial con aumento de la presión intraocular. Más adelante se observa tisis
bulbar (atrofia del globo ocular), junto con córneas opacas y órbitas hundidas. La visión varía
entre la percepción de la luz y la ceguera completa congénita. Los varones más afectados
desarrollan pérdida de audición neurosensorial asimétrica progresiva que empieza en la niñez
(la edad media de inicio es de 12 años). La pérdida de audición puede ser intensa y bilateral a
mediados de la edad adulta. Entre un 20 % y un 30 % de los pacientes presentan retraso en el
desarrollo y discapacidad intelectual. Algunos presentan trastornos cognitivos y psicosociales,
incluida la psicosis. El resto de manifestaciones asociadas son muy variables e incluyen
retrasos del crecimiento, microftalmia, trastorno de convulsiones crónicas (en el 10 % de los
casos), vasculopatía periférica (úlceras periféricas) y disfunción eréctil. Se han registrado casos
muy raros de mujeres portadoras con problemas retinianos como desprendimiento de retina,
vasculatura retiniana anómala con pérdida de visión asociada o pérdida de audición
neurosensorial leve.
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de una infección viral. En raras ocasiones, comienza en adolescentes y adultos. Los signos y
síntomas suelen progresar rápidamente y pueden empeorar durante cualquier infección viral.
Los primeros síntomas son la falta de succión en los bebés y la pérdida de control de la cabeza
y de los movimientos voluntarios. Estos síntomas pueden ser acompañados con pérdida de
apetito, vómitos, irritabilidad, llanto continuo y convulsiones.[1] A medida que la enfermedad
progresa, los síntomas incluyen debilidad generalizada, falta de tono muscular, espasticidad,
trastornos del movimiento, incapacidad para coordinar el equilibrio, la marcha o los
movimientos de los ojos (ataxia cerebelosa) y neuropatía periférica con episodios de acidosis
láctica, que puede conducir a un deterioro de la respiración, del corazón y de la función renal.
En algunos casos hay un aumento en el tamaño del músculo cardíaco
(cardiomiopatía hipertrófica)
Síntomas
Los síntomas del síndrome de Leigh varían mucho de persona a persona. Aunque se han
documentado casos de personas con síndrome de Leigh con hallazgos neurológicos casi
normales, estos casos son muy raros. La mayoría de los pacientes se presentan con problemas
del sistema nervioso central y alteraciones del sistema nervioso periférico, sin problemas en
otros órganos. Los siguientes hallazgos neurológicos pueden estar presentes en pacientes con
síndrome de Leigh:[1][5]
Atrofia óptica
Retinitis pigmentosa
Debilidad
3
Tono muscular pobre (hipotonía)
Anomalías respiratorias
Perdida auditiva
Polineuropatía
Miopatía.
Aunque el síndrome de Leigh por lo general sólo causa alteraciones neurológicas, hay pacientes
que también tienen alteraciones en otros órganos. También hay algunos pacientes que tienen
alteraciones en otros órganos y muy pocas alteraciones neurológicas. Algunas de las
anormalidades no neurológicas del síndrome de Leigh son:[1]
Diarrea.
Problemas de equilibrio
4
Dolores de cabeza
Hipoacusia
Debilidad facial
5
BIBLIOGRAFIA: