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Una caída, aunque sea de una altura muy pequeña (como al andar),
puede producir una lesión muy grave. Y la lesión puede ser tan grave
como la de un paracaidista que se echa desde un avión a dos kilómetros
de altitud. Pero las caídas que podemos sufrir aquí en nuestra planta
cayéndonos del primer peldaño de una escalera pueden ser a veces
más graves que la que puede sufrir un paracaidista después de tocar
tierra. ¿Cómo es esto posible?.
Los paracaidistas saben muy bien que el peligro no está en lanzarse del
avión o descender, sino en el impacto de aterrizaje. El impacto de
aterrizar a 23 kilómetros por hora es el peligro mayor. El mismo peligro
se aplica a cualquier clase de caída, sea en el hogar o aquí en nuestra
planta. No es la caída en sí, pues, sino el aterrizaje.
Quizá algún día alguien invente un dispositivo a prueba de fallo que nos
ayude a subir y bajar con plena seguridad de lugares elevados. Pero
hasta que llegue ese día, es importante que al ascender o descender de
algún lugar lo hagamos con la mayor precaución posible.