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Ironía, Sarcasmo y Cortesía en El Agradecimiento Político PDF
Ironía, Sarcasmo y Cortesía en El Agradecimiento Político PDF
Xavier Laborda
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Pasqual Maragall fue teniente de alcalde en el consistorio del alcalde Narcís Serra constituido en abril
de 1979, a quien substituyó en el cargo el 2 de desembre de 1982 cuando Serra fue nombrado ministro de
Defensa. Después Maragall revalidó la confianza de los electores en los comicios municipales de 1983,
1987, 1991 i 1995 (Mauri y Uría 1998:449).
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Se publicó una primera versión en catalán de este escrito, bajo el título “Quan agrair és reprendre”, en I.
Riquer et alii (Laborda 2000:456-462).
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La asertividad que vemos reflejada en esta pugna verbal permite al vaquero mostrarse
firme ante el interrogatorio de un cantinero insistente y dado a la sorna. “Quién lo sabe”
es un bonito lugar, replica irónicamente el cantinero para manifestar su disconformidad
con las respuestas de un vaquero que no acepta la calificación discriminatoria de
forastero y que cierra el duelo verbal con una escéptica afirmación: “Yo aún no
[conozco ese bello lugar]”. Es una lucha de ingenio, en la que cada cual muestra dos
rasgos simbólicos de la pericia de control propia de gente batalladora: determinación y
reflejos para reaccionar. Otro diálogo entre el mismo vaquero forastero y el juez local,
en el que destaca la humorística e intencionada falta de empatía, expresa la misma
voluntad de los personajes de medirse en duelo dialéctico (Laborda 1996:54).
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Véase la obra de Olga Castanyer (1996:21) y su definición de asertividad como “capacidad de afirmar
los propios derechos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás”.Esta concepción psicologicista,
trasladada a la conducta verbal, se traduce en la capacidad de expresar sentimientos, defenderse sin
agresividad, discrepar, pedir aclaraciones, decir “no” o reconocer errores.
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Diálogo de la película del oeste La dama de la frontera o Frontier Gal, de Charles Lamont (1945),
extraído del magnífico libro de Ángel Fernández-Santos (1988). Precisamente, nuestres epígrafes son
referencias a títulos del western que quieren invocar afablemente un trasfondo simbólico: Tierras lejanas
(The far country, Anthony Mann), La pasión de los fuertes (My darling Clementine, John Ford), Misión
de audaces (The horse soldiers, John Ford), El rostro impenetrable (One Eyed Jacks, Marlon Brando).
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El juez no parece asertivo pues no se muestra interesado por entender el punto de vista
de su interlocutor. Pero esta disfunción en la empatía y la desconsideración por el
finado supone una forma elaborada de cooperación, ya que comunica un diferente
horizonte moral: la muerte violenta es algo habitual; la muerte de un individuo causa
menos problemas que la convalecencia de los heridos; la muerte del sheriff no es
ninguna excepción a las anteriores suposiciones.
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Arcadi Espada, “Relevo en la alcaldía”, El País, 27-10-1999, Cataluña, p. 3.
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Cualquiera de las interpretaciones que se brinde puede ser acertada, por la sencilla
razón de que el sujeto sugerido ambiguamente presiona el fantástico mecanismo de la
inclusión. Es decir, que ofrece a la audiencia la posibilidad de identificarse con el
orador y sentirse que forma parte de un colectivo extenso y cohesionado.
Por otra parte, llama la atención el silencio de Maragall respecto de quiénes son los
merecedores de su agradecimiento. Por la situación, se ha de entender que se trata de
aquellos que le han pitado durante la sesión plenaria. Pero esta explicación es
insatisfactoria, porque el conjunto (el colectivo de trabajadores del Metro) es superior a
las partes (gente que protesta con una pitada) y porque la protesta no representa la
totalidad de las acciones sindicales reivindicativas durante años.
Al evitar Maragall dar nombre a los emisores de la “música” juega con sagacidad pues
evita con ello concederles entidad colectiva y sentido a su ruidosa intervención. Sin
rostro y sin nombre, los manifestantes apenas son una molestia pasajera e insubstancial.
Es cierto que la elipsis camufla la identidad de los alborotadores, pero aún más
interesante resulta el hecho de que esta licencia sintáctica refuerce el sentido irónico de
las manifestaciones del político. ¿Por qué habría de mencionar a quien desea censurar?
Misión de audaces
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Lo que expresa el alcalde podría encajar también en el molde nominal, si dijera “Gracias por esta
música”, a la manera como el escritor valenciano Ferran Torrent titula su novela Gràcies per la propina.
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Francisco Fernández García (2001:104ss), en el artículo que recoge el estado de la cuestión en los
estudios pragmáticos, advierte con propiedad sobre la simplificación que supone la definición usual de
ironía como expresión de un sentido contrario.
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El rostro impenetrable
Sin embargo, la buena imagen del orador consiste en algo más que presentarse adornado
con unos méritos éticos. También le favorece la exhibición que hace de la pericia o
competencia retórica. Consigue esto último Maragall con notable desenvoltura merced a
tres capacidades oratorias: flexibilidad, argumentación persuasiva y asertividad.
Demuestra flexibilidad cuando menciona un hecho actual e innegable, lo incorpora a su
discurso e inmediatamente rebate su legitimidad, todo ello sin mostrar que se aparta del
guión previsto. Hace gala de sagacidad argumentativa porque presenta el contraste
descomunal entre un hecho anecdótico y un fenómeno social: la protesta sectorial, sobre
el fondo épico de la construcción de la ciudad. La comparación funciona por reducción
al absurdo. Y es asertivo cuando propone esta comparación, porque, si bien resulta
expeditivo, rehuye al tiempo la agresión verbal.
Las observaciones precedentes sobre el buen orador, que proceden de la retórica clásica
y de la interpersonal, son concordantes o, incluso, redundantes, tal como sugieren las
conexiones del siguiente cuadro:
Sin embargo, observamos un detalle que permanece aún por desvelar. En un escenario
tan magnífico como el Saló de Cent y en el curso de un canto tan ceremonioso como el
relevo en el cargo de alcalde, lo que resulta inverosímil y enigmática es la descripción
que hacía el periodista del estilo característico de Pasqual Maragall. Decía de él que era
intimista, coloquial y familiar. ¿Cómo se puede ser intimista, coloquial y familiar, en
una sesión solemne que congrega a invitados ilustres y la atención de la prensa y de los
barceloneses? La respuesta a esta paradoja puede hallarse en el tenor característico del
orador. Su tenor ligeramente informal y humorístico, como un excipiente de agradable
gusto, envolvió un discurso político planificado y esencialmente formal que, sin
embargo, se escuchaba como si se tratase de una conversación, de un diálogo dirigido
personalmente a cada oyente. Más allá de esta percepción, perfilada con buen sentido
por el periodista, lo que el público escuchó en aquella sesión de relevo en la alcaldía fue
un espléndido panegírico, sazonado con una lección moral que recuerda la fábula de la
cigarra que se abandonaba a su música y las laboriosas hormigas, en su proeza de
convertir el instinto en un valor social. Al fin y al cabo, el enunciado “agradecemos esta
música que tanto ha acompañado la construcción de la nueva Barcelona” cuenta como
un agradecimiento entonado en falsete para sugerir una historia diferente, placentera y
encomiástica (Montoya y Riquer 1998:37). O, si así lo quieren ver —volviendo al
escenario cinematográfico del westen—, un duelo bien desigual en O.K. Corral.
Bibliografía
— (2000) “Quan agrair és reprendre”, en Isabel de Riquer et alii (ed.), Professor Basilio
Losada: ensinar a aprender con libertade e risco, Barcelona, Universitat de
Barcelona, p. 456-462.
MAURI, L.; URÍA, L. (1998): La gota malaia. Una biografia de Pasqual Maragall,
Barcelona, Edicions 62.
TUSON, J. (1999): ¿Com és que ens entenem? (si és que ens entenem), Barcelona,
Empúries.