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PREFACIO
La idea de elaborar un COMPENDIO DE PALEONTOLOGIA surgió cuando estudiaba el libro de JAMES SCOTT
de introducción a la paleontología, y algunos artículos del museo de LONDRES, queriendo entender al cien
por ciento y en corto plazo, y entendí que la paleontología es una ciencia muy compleja, amplia y muy
descuida en nuestro país. Topándome con todos lo mencionado decidí hacer un resumen claro y conciso como
para que los lectores no tengan dificultades en la hora en que se inicien en esta ciencia que es la
paleontología.
Este COMPENDIO DE PALEONTOLOGIA es dedicada a los estudiantes que recién se inicien estudiando esta
ciencia, este trabajo es una recopilación de los textos que se mencionan en la bibliografía, adaptándolos a un
modo más sencillo y comprensibles para el lector, así mismo consiguiendo fotografías de los fósiles vía
internet para que los lectores tengan una idea, y relacionándole con la geología y especialidades afines.
A través de este libro ofrezco al lector interesado y menesteroso de redoblar conocimientos con la
paleontología, pero como es obvio, no estoy a salvo de errores, ni de incoherencias u omisiones; desde ya
quedo muy agradecido a los lectores expertos que podrían apoyar en la mejora de pequeños errores
inadvertidos, o que podrían mejorar la redacción de algunas partes del texto.
Espero es este texto sea de vuestro agrado y con el mayor gusto recibiré sus valiosas observaciones y
sugerencias.
ATENTAMENTE
COMPENDIO DE PALEONTOLOGIA
1. INTRODUCCIÓN
Paleontología, estudio de la vida prehistórica animal y vegetal, que se realiza mediante el análisis de
restos fósiles. El estudio de estos restos permite a los científicos determinar la historia de la evolución
de organismos extintos, de la misma manera que si fueran organismos vivos. La paleontología también
desempeña un papel principal en el conocimiento de los estratos rocosos o capas de la Tierra. Esta
ciencia contribuye a la elaboración de mapas geológicos muy precisos, esenciales en la prospección
de petróleo, agua y minerales. Para ello se utiliza información minuciosa sobre la distribución de los
fósiles en los estratos y diferentes métodos de datación para estimar la edad de las rocas.
Hasta comienzos del siglo XIX, en que se establecieron los principios básicos de la geología moderna,
no se conocía la verdadera naturaleza de los fósiles. Desde el siglo XVI, los eruditos debatían sobre
el origen de los fósiles. Algunos ya postulaban la concepción moderna de que los fósiles eran restos
de animales y vegetales prehistóricos, aunque otros los consideraban rarezas de la naturaleza o
creaciones del demonio. Durante el siglo XVIII se creía que los fósiles eran reliquias del diluvio
universal, citado en la Biblia.
La Paleontología es la ciencia que estudia los fósiles, y los fósiles son restos de los seres vivos
que han poblado la Tierra en épocas pretéritas. Aunque el Homo sapiens (el hombre), apareció sobre
la Tierra mucho después de la desaparición de los Dinosaurios, es capaz de determinar la edad de las
rocas que contienen sus restos, mediante el estudio de los fósiles, lo cual puede llevarse a cabo, aun
en el caso de que las rocas hayan perdido su disposición horizontal primitiva, apareciendo plegadas o
dislocadas por los movimientos internos de la Tierra. Por ejemplo, los restos de hombres fósiles, se
sitúan constantemente sobre las rocas que contienen restos de Dinosaurios, y de aquí se deduce, que
estas últimas rocas, son de una edad anterior a las que contienen fósiles humanos.
Esta última observación, nos lleva a uno de los conceptos básicos de la Paleontología, a saber,
que las rocas de la misma edad, contienen los mismos tipos de fósiles. Si quisiéramos conocer la edad
de una roca, cuantitativamente, entonces los fósiles solos no bastan y tendríamos que recurrir a otros
métodos, como la radiactividad mineral. Los fósiles, en general, se utilizan para determinar las edades
relativas, y suelen ser bastante precisos para este propósito; las edades relativas son muy útiles para
determinar la edad geológica de los terrenos: un geólogo que trabaje fuera de su territorio, partiendo
del reconocimiento de los fósiles contenidos en la roca expuesta, puede determinar con gran
aproximación la edad de la roca que aflora en la superficie: las rocas que contienen fósiles humanos
son de edad cuaternaria; si contienen restos de Dinosaurios son mesozoicas, y así sucesivamente.
Sin embargo, constantemente surgen problemas. Ciertos fósiles son más característicos que
otros, en lo que a relacionar edades geológicas se refiere, o puede darse el caso de que la roca no
contenga fósiles, o quizás los contenga, pero sólo pueden ser identificados por un especialista. Estos
problemas, que acosan continuamente al geólogo, se suelen resolver mediante la utilización de un
servicio internacional de información, que está muy desarrollado, y rara vez son insolubles. Los fósiles
también pueden estudiarse consultando publicaciones monográficas, o enviándolos a un especialista
para su estudio e identificación.
La Paleontología no es una ciencia fría y muerta, sino un elemento de trabajo constantemente
empleada por el geólogo, para profundizar sus conocimientos sobre la Tierra, y puede decirse, sin
exagerar, que en el interior de la Tierra hay tesoros fabulosos. Por ejemplo, el petróleo se encuentra
utilizando una combinación de métodos, entre los cuales, la Paleontología y su moderna rama, la
Micropaleontología, es uno de los más importantes. La presencia de petróleo en el subsuelo, se
establece estudiando la estructura de las rocas de la corteza terrestre, y esta estructura, se determina
conociendo previamente la edad geológica de las rocas. Este método, está ilustrado en la Figura 1, en
la que se describen: (a), la secuencia de fósiles encontrados, de más antiguos (en la parte inferior) a
más modernos (en la parte superior), que el geólogo debe establecer, como un estudio preliminar al
más detallado de la región; (b), los afloramientos locales, tal como se presenten en la superficie, donde
las rocas aparecen, en parte claramente visibles, al descubierto, y en parte cubiertas por derrubios y
por la vegetación; y (c), las predicciones geológicas sobre la estructura de los materiales en
profundidad, basadas en las consideraciones de (a) y (b). La secuencia de fósiles, ha permitido al
geólogo establecer las relaciones de edad de las rocas, observando al propio tiempo, que los estratos
A, B, C y D no se continúan de forma ininterrumpida, como cabría esperar, y que, por lo tanto, han
debido ser fracturados por movimientos internos de la Tierra que han originado una falla, la cual al
desplazarse, ha permitido el paso del petróleo observado en la superficie, ya que este fluido, puede
rezumar a través de la roca fracturada de la falla, y posiblemente, la arenisca del estrato B, dado que
es permeable, podría servir de almacén al petróleo.
No es necesario que expongamos aquí detalles sobre la geología del petróleo; lo que se trata
de resaltar, es que el estudio de los fósiles ha contribuido a esclarecer la estructura de los materiales
del subsuelo.
Asimismo, el agua, el hierro, el carbón, y muchos otros recursos y materias primas naturales,
serían mucho más difíciles de obtener, a no ser por la información que aporta la Paleontología. El
paleontólogo, por otra parte, no es el único que aporta datos para un estudio geológico: los mapas
topográficos y geológicos tienen la misma importancia y, en realidad, hay un verdadero ejército de
profesores, investigadores, directores de Museos, y otras muchas personas, que contribuyen al
conjunto de conocimientos, sobre los que se basan los geólogos para obtener sus deducciones.
Independientemente de todo este trabajo, del estudio de los fósiles surgen, en ocasiones
aparentemente por casualidad, indicios y datos sobre la Historia de la vida y en la Tierra, lo cual es
propiamente el objetivo de este libro.
Para cualquiera suele resultar un momento memorable cuando encuentra su primer fósil,
aunque el entusiasmo subsiguiente puede quedar ligeramente empañado, al enterarse de que el fósil
encontrado, en muchos casos, no es más que un "molde" ( ), a pesar de lo cual, estos fósiles son
igualmente válidos para su estudio, lo mismo que las simples huellas e impresiones dejadas por
antiguos seres vivos. La mayoría de los fósiles, son conchas de animales inferiores marinos; los huesos
y cráneos de grandes Vertebrados, son mucho más raros. No obstante, muchos fósiles conservan el
material original que perteneció al animal vivo, y no es raro encontrar, por ejemplo, huesos de
Vertebrados que conservan la estructura y composición originales.
Unas cuantas semanas de trabajo en el campo, en sitios adecuados, con la ayuda de una guía
geológica o acompañado por alguien que conozca el terreno, permitirán encontrar una gran cantidad
de fósiles a cualquier aficionado. Por otra parte, los fósiles, no tienen preferencia para ser encontrados
por una determinada persona, de forma que, un principiante, puede hacer un hallazgo importante, lo
mismo que un paleontólogo experto, siempre que sepa de antemano dónde ha de buscarlo.
La fosilización puede realizarse de varias formas:
Son raros los organismos perfecta y completamente conservados. Un ejemplo de esto serían
los Mamuts congelados, hallados en Siberia, que son especies extinguidas de Proboscídeos, parecidos
a los elefantes, que aparentemente han quedado conservados para siempre entre los hielos. Los
primeros cadáveres de estos Mamuts fueron exhumados por los perros y lobos al excavar en la tierra,
en busca de carroñas; estos "fósiles" no sólo han conservado el pelo y la carne aún intactos, sino que,
en algunos casos, incluso la hierba de que se alimentaban, estaba aún medio triturada entre los
molares del Mamut.
Con mayor frecuencia, la materia original de las conchas y esqueletos de animales marinos, se
ha conservado en los fósiles incluidos en las rocas, los cuales, excepto por falta de la carne y partes
blandas, están casi inalterados. Tales fósiles pueden ser de cualquier edad geológica, aunque son
más frecuentes en los terrenos más modernos.
Como acabamos de ver, una de las principales condiciones para la fosilización, es la presencia
de partes esqueléticas duras en el animal. Así, un animal cualquiera, un caballo pongamos por ejemplo,
después de muerto pronto queda reducido a su esqueleto, por la acción de diferentes animales que se
alimentan de carroñas (buitres, perros, larvas de insectos, etc.), y por acción de ciertas bacterias que
destruyen las partes orgánicas blandas. Y aún el mismo esqueleto, puede reducirse eventualmente a
polvo, por efecto de la meteorización. Tal suele ser el destino de la mayoría de los animales muertos
sobre el continente; pero si el caballo se hubiese enterrado en una ciénaga o hubiese quedado cubierto
Este es, probablemente, el tipo de fosilización más frecuente. Una vez que las partes
esqueléticas han quedado enterradas, y han llegado a incorporarse a la corteza terrestre, tarde o
temprano, por lo general, son afectadas por el agua que penetra y circula por grietas y fisuras de las
rocas, empapándolas y disolviendo a su paso ciertos componentes solubles. Este agua, también
entrará en contacto con el fósil contenido en la roca, haciendo que el material que formaba la concha
recristalice o sea sustituido por nuevos minerales llevados hasta allí en disolución por el agua. De este
modo, una concha ordinariamente formada por carbonato cálcico, puede ser reemplazada, por
ejemplo, por sulfuro de hierro, en forma de pirita o de marcasita, la primera estable en contacto con la
atmósfera y la segunda inestable. Ambas formas de sulfures de hierro, tienen un hermoso color
bronceado, que hace a tales fósiles mucho más apreciados por los coleccionistas, pero
desgraciadamente, los fósiles de marcasita se alteran rápidamente, a menos que sean tratados y
barnizados, poco después de extraerlos de la roca que los contenía.
La alteración de la sustancia original, no implica necesariamente su reemplazamiento por un
material distinto. Así, por ejemplo, la transformación de la madera para formar carbón, no precisa de
ningún aporte extraño, sino simple pérdida de oxígeno, hidrógeno y también parte del carbono que
formaban los hidratos de carbono (celulosa, lignina, etc.).
Las partes duras de un organismo, pueden conservarse a veces con increíble detalle, si el agua
que lo empapa después de muerto, o la que se infiltra a través de la roca que lo contiene, lo impregna
aportando minerales que van rellenando sus poros. Como puede comprenderse, sólo los materiales
porosos, sus susceptibles de este tipo de fosilización: la madera y las esponjas, pueden ser dos buenos
ejemplos. La impregnación de la madera por ópalo da lugar a auténticos bosques petrificados, en los
que algunos de los árboles aún permanecen erguidos, en su lugar de crecimiento.
Si la roca que contiene el fósil, es particularmente porosa, una concha incluida en ella puede
llegar a disolverse por completo, por efecto del agua que circule a través de la roca. De esta forma,
quedará una cavidad donde anteriormente estuvo el fósil, pero la roca puede aún conservar la
impresión del exterior de la concha en la superficie de la cavidad, o un molde del interior de la misma
concha. De esta forma, podemos encontrar moldes externos o internos de los fósiles, los cuales,
aunque no sean más que impresiones dejadas por las conchas, son aún fósiles en cierto sentido, y
pueden aportar casi tanta información como los verdaderos fósiles.
Podemos citar otros ejemplos: se han encontrado huellas del paso de animales en el barro,
evidentemente conservadas antes que la lluvia o la erosión las borrase. Ciertas huellas encontradas
en Estados Unidos, indican que un Dinosaurio caminó sobre el barro bajo una tormenta de lluvia, se
detuvo y volvió a caminar de nuevo poco después. También pueden encontrarse tubos de habitación
Pese a que el rápido enterramiento y la presencia de partes esqueléticas duras, son las
condiciones normales para la fosilización, hay algunas excepciones a esta regla. Entre los fósiles, se
encuentran gusanos y medusas, conservados bajo condiciones favorables, y en el fondo de la cueva
de Wakulla Springs, en Florida (U.S.A.), se han conservado inalterados huesos de Mastodonte,
cubiertos por 25 m. de agua. Pero en general, la regla se cumple.
Bien conocido es el ámbar, un mineral ligero de color dorado, que debe su origen a la resina
rezumada por ciertas Coníferas, endurecida y fosilizada. Se encuentra, por lo general, en las costas
del Mar Báltico, y en Lituania, existe un Museo de ámbar. Muy apreciado ya por el hombre prehistórico,
como una piedra preciosa, se ha encontrado en algunas tumbas de la época Micénica en Grecia (2. °
milenio a. de C.). Más interesante quizás, para el paleontólogo, sea la presencia de insectos
conservados con todo detalle, incluso los pelos microscópicos de su cuerpo, en el interior del ámbar:
evidentemente, quedaron atrapados en la resina, y allí fueron embalsamados con toda delicadeza.
Es raro que la piel de un animal se conserve lo mismo que sus huesos; sin embargo, en algunos
casos ocurre así, como en Starunia (Ukrania), donde se encontró el cuerpo de una hembra de
Rinoceronte lanudo, del período Pleistoceno, conservado por hidrocarburos naturales y sal, cuya piel
incluso conservaba las cicatrices de heridas sufridas en luchas. Los habitantes de Salzkammergut
(Austria), refieren cómo en el siglo XVIII se encontró el cuerpo de un hombre en una de las minas de
sal gema, vestido con ropas que nadie pudo reconocer; probablemente se trataba de un hombre de la
edad del hierro (de los últimos siglos a. de C.), que habría muerto en las minas, quedando conservado
por la sal.
En el Museo de Copenhague, se conserva el cuerpo de un hombre hallado en una turbera y
perfectamente momificado por efecto del agua ácida que impregna la turba. Su piel no está arrugada,
como en las momias egipcias, sino materialmente "curtida" y ennegrecida por la turba, conservando
un aspecto auténticamente humano, que produce una fuerte impresión en el que lo contempla.
Los fósiles se encuentran en la mayoría de las rocas sedimentarias, exceptuando las más antiguas.
Estas últimas, denominadas precámbricas ( ), pueden considerarse, con algunas raras excepciones,
como completamente azoicas, es decir, sin fauna. De las demás rocas, las sedimentarias, es decir, las
depositadas sobre el terreno o bajo el agua, por procesos naturales de sedimentación, contienen —
por lo general— fósiles, al menos en ciertas regiones, aunque esto no siempre puede ser cierto. Si la
roca se ha alterado químicamente, por efecto del calor y las presiones sufridas, tiene lugar un proceso
llamado metamorfismo que, al provocar su recristalización, destruye los fósiles. Sin embargo, los
fósiles más resistentes, pueden soportar un cierto grado de metamorfismo, aunque a menudo,
presentan una fuerte distorsión, que indica la enorme presión sufrida por la roca que los contiene.
Las rocas ígneas, que por lo general se han formado al consolidarse un magma fluido, a elevada
temperatura, no pueden, lógicamente, contener fósiles; pero puede ocurrir que ciertos restos orgánicos
(conchas, vegetales, etc.), queden cubiertos por las cenizas procedentes de una erupción volcánica,
cuando ésta forma un tipo especial de sedimento.
Geográficamente, los fósiles suelen presentar una extensa distribución. Una de las razones que
movieron a realizar la expedición de Scott al Polo Sur, en 1911-1912, fue la de realizar investigaciones
geológicas en el interior de la Antártida, y efectivamente, se encontró madera fósil, evidencia de que
"A este principio, según el cuál, cualquier pequeña variación, siempre que sea útil, se conserva,
le he denominado selección natural" (CHARLES DARWIN. Origen de las especies, Capítulo 3).
Figura 2. — La escala geológica en millones de años, con sus principales divisiones estratigráficas.
Figura 3. — Evolución del caballo, representada por tres de sus etapas. El sentido de la evolución, se
entiende de izquierda a derecha.
La razón de la mayor parte de la confusión existente en los nombres de los fósiles, está en que
sólo fosilizan las partes esqueléticas duras de los organismos, y casi nunca sus partes blandas.
Los Conejos y los Roedores son homomorfos por la circunstancia de tener los dientes
igualmente cortados en bisel, pero un estudio más detallado de estos animales, revela que nos
encontramos ante dos órdenes completamente distintos de Mamíferos, llamados Lagomorfos y
Roedores, respectivamente. Los esqueltos de estos dos órdenes de Mamíferos, presentan suficientes
diferencias para poder distinguirlos con facilidad, pero, ¿qué ocurriría con las conchas marinas, en las
que a parte de su forma general, presentan pocos caracteres que permitan distinguir una de otra? La
homomorfía está, en realidad, muy difundida en la literatura que se refiere a los moluscos bivalvos, y
si bien es cierto que el conocimiento de los estados evolutivos, ayuda mucho a esclarecer alguno de
estos casos, no lo es menos que aún existen muchos ejemplos de fósiles que nos presentan problemas
de difícil solución.
La falta de documentación fósil, puede presentar otros aspectos. Fácilmente se comprende el
papel desempeñado por los animales necrófagos terrestres y acuáticos, por cuya causa, rara vez se
conservan la carne o la materia vegetal. Los mismos huesos, son roídos, la madera se pudre, las
conchas se desintegran y, en conjunto, nada llega a fosilizar, a no ser que se produzca su rápido
Figura 5. —
Evolución de
la mandíbula
en el tránsito
de Reptil a
Mamífero (los
dibujos no
están a
escala).
Por
otra parte, cada una de estas características, tiene su significado. El paladar secundario, tiene por
objeto permitir al mamífero respirar mientras come, mientras que el reptil, cuyas aberturas nasales se
abren directamente en la cavidad bucal, sólo puede respirar entre dos bocados; la sencillez de la
mandíbula inferior en los mamíferos, implica su mayor fortaleza y la hace apta para masticar: en la
Figura 5, puede verse cómo, el número de huesos de la mandíbula de los reptiles, ha ido reduciéndose,
en el transcurso de la evolución, hasta quedar reducidos a uno solo en los mamíferos.
El oído fue, originalmente, un órgano del equilibrio, función que aún conserva, pero con una
serie de modificaciones que permiten percibir vibraciones del exterior, esto es, oír. En los peces, el
equilibrio se controla mediante ciertos huesecillos (otolitos), situados en cámaras repletas de líquido:
cualquier desequilibrio hace sentir al pez el movimiento del otolito sobre la superficie interna, sensible,
de la cámara, y su cerebro registra el desequilibrio, que seguidamente puede ser corregido. Tal como
puede verse en la Figura 6, existe también en el pez un huesecillo especial, el hio-mandibular, también
llamado columelar, que conecta el oído interno con el interior del cráneo, y sirve para trasmitir las
vibraciones del agua, pasando por el cráneo, hasta el oído interno.
Resultaría de gran utilidad para el paleontólogo, que cualquier grupo de animales o plantas
fósiles, fuese un indicador seguro del clima y demás condiciones ambientales del pasado, pero por
desgracia, tal cosa pocas veces resulta posible. Si, por ejemplo, un futuro paleontólogo, dijese de todos
los tigres, que fueron habitantes de la jungla tropical, tendría que hacer la salvedad de que, el más
corpulento de todos, el "tigre de Manchuria", habitó el SE de Siberia, donde existe un clima nada
tropical: en realidad, este tigre se encuentra tan al Norte como la ciudad de Irkutsk, a una latitud de 53
°N.
Si describiésemos los Limulus actuales, que viven en las costas, como habitantes de "aguas
marinas someras", tal cosa no serviría de gran ayuda cuando quisiéramos interpretar su historia: En el
Devónico, los Limulus eran principalmente marinos, en el Carbonífero, habitaban de preferencia las
aguas dulces; en el Mesozoico, también poblaban abundantemente las aguas dulces, pero algunos se
adaptaron a vivir en las aguas salobres de los estuarios; y ahora, han vuelto a ser marinos.
Sin embargo, algunos grupos sí que nos proporcionan una información segura: así, por todo lo
que sabemos, ningún Cefalópodo (pulpos, calamares, etc.), puede vivir en aguas dulces. Por tanto, la
presencia de Cefalópodos fósiles, es una indicación segura del medio marino.
Figura 7. — Reconstrucción del
Archaeopteryx.
Es posible llegar a conocer las temperaturas de los mares antiguos, a partir de las proporciones
de los isótopos de oxígeno, que forman parte del material constitutivo de los fósiles. De los dos
principales isótopos del oxígeno presentes en la atmósfera (y por lo tanto, también disueltos en los
mares y lagos), el más común es el 0-16, mientras que el 0-18 está presente sólo en la proporción de
1/500. Como quiera que la concentración de iones CO3= presente en el agua del mar, que contienen
ambos isótopos del oxígeno, varía con la temperatura, y puesto que tales iones pasan a formar parte
de las conchas, en forma de CO3Ca, se comprende que la determinación cuantitativa de los isótopos
del oxígeno en el carbonato cálcico de los fósiles, nos dará una medida exacta de la temperatura del
agua del mar cuando se formó la concha.
El análisis de las temperaturas del mar en épocas pasadas, se basa en el razonamiento anterior
aunque, por supuesto, para simplificar el método, no se han tenido en cuenta algunas dificultades que
suelen presentarse; por ejemplo, la recristalización de las conchas fósiles, es un fenómeno muy
frecuente que falsea los resultados, porque el agua que circula por la corteza terrestre, no tiene la
misma proporción de isótopos del oxígeno que la del mar donde se formó la concha. Sin embargo,
teniendo en cuenta todos estos factores, se pueden llegar a obtener algunas deducciones muy
importantes: así, del estudio de los Belemnites del Jurásico de Gran Bretaña, se ha deducido que la
temperatura media del mar, en aquélla época, era aproximadamente de 18°, siendo así que, en la
actualidad, los mares que rodean las Islas Británicas, tienen una temperatura que oscila entre 8° y 12°.
La terminología empleada en este caso, corresponde a la forma y al interior de la concha (Figura 9): la
condición de "equilátera" o "inequilátera", se refiere a la simetría de la concha, mientras que "equivalvo"
o "inequivalvo", se refiere a las dos conchas similares o distintas. Los términos terminados en "miaría",
se refieren a las impresiones dejadas por los músculos aductores en el interior de las conchas. Los
Pelecípodos o Bivalvos, suelen tener dientes en la charnela, que son salientes de la concha, mediante
De la posición de las
conchas en los estratos, se puede
obtener alguna información
adicional, como por ejemplo, el
transporte sufrido por las mismas,
que se manifiesta en el porcentaje
de conchas que presentan la
convexidad hacia arriba o hacia
abajo, y el de conchas a3 - Los
primeros comienzos
Pocas veces se encuentran fósiles con indicaciones sobre las causas de su muerte. Cerca de
mi propia ciudad de Portsmouth (Inglaterra), se encontraron no hace mucho algunos huesos humanos
de Sajones, que debieron ser asesinados, porque uno de ellos tenía un clavo metido en el oído.
Retrocediendo a tiempos más remotos, podemos referirnos a los peces del Oligoceno de Rumania,
que murieron con las bocas abiertas, por lo que, al parecer, perecieron asfixiados debido a las
condiciones del agua contaminada, y es de notar, que cerca de esta localidad, se encuentra el campo
petrolífero de Ploesti.
Fósil guía, nombre que reciben los restos de plantas o animales prehistóricos que aportan información
sobre el estrato rocoso en que se encuentran. Los fósiles guía pueden utilizarse para determinar la
edad de los sedimentos que forman las rocas o el medio ambiente en el que se depositaron tales
sedimentos. También se emplean para comparar o relacionar rocas expuestas en lugares distintos. A
los geólogos y paleontólogos les sirven para trazar la historia de los seres vivos y la evolución geológica
Los restos fosilizados de organismos que vivieron durante un periodo breve de tiempo geológico
pueden indicar la edad del estrato rocoso que los contiene. Así, una roca que contenga restos fósiles
de arqueociátidos, que sólo vivieron durante el cámbrico (hace entre 570 y 510 millones de años) debe
haberse originado durante ese periodo.
Los restos de organismos que sólo vivieron en un medio son indicadores valiosos de dicho medio. Si,
por ejemplo, un coral determinado vivía sólo en mares cálidos, limpios y de poco fondo, la roca que
contenga sus restos fósiles tendrá que haber estado expuesta a ese medio.
Los fósiles guía sirven también para mostrar las relaciones que hay entre estratos rocosos situados en
lugares alejados entre sí. Los estratos de caliza expuestos en distintas regiones, por ejemplo, pueden
parecer idénticos. Para determinar si formaban parte de un mismo estrato o si corresponden a capas
distintas e independientes, los geólogos estudian los fósiles que contienen. Por lo general, cada estrato
encierra grupos peculiares de fósiles que lo caracterizan. Si las dos calizas contienen los mismos
fósiles guía, probablemente formaban parte de un mismo estrato y, por tanto, se formaron durante el
mismo periodo.
Por último, algunos fósiles guía pueden demostrar que dos o más tipos de roca distintos se depositaron
durante el mismo periodo geológico. Un lecho de pizarra y otro de arenisca pueden atribuirse al mismo
periodo geológico si encierran los mismos fósiles guía.
Los fósiles guía idóneos son los abundantes, fáciles de identificar, de vida corta y distribución amplia
que se presentan en muchos tipos de rocas. La abundancia es importante, porque los fósiles deben
ser fáciles de encontrar en el estrato que se está estudiando. Identificar fósiles es más sencillo si sus
formas y rasgos son característicos. Idealmente deberían ser identificables tal como se encuentran,
sin necesidad de preparaciones especiales de laboratorio.
Los fósiles guía que proporcionan información más precisa sobre la edad de las rocas corresponden a
grupos de organismos que evolucionaron con rapidez, siguieron una secuencia evolutiva conocida y
CAYO QUIRO SERGIO R. 22
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL ALTIPLANO DE PUNO INGENIERIA GEOLOGICA
se extinguieron en poco tiempo. La evolución y la extinción rápidas contribuyen a estrechar el periodo
geológico durante el que vivieron y, por tanto, aumentan la precisión cronológica. Una secuencia
evolutiva es una sucesión de formas fósiles que surgieron en el curso de la evolución del grupo. Una
secuencia de este tipo bien conocida permite colocar en ella con exactitud cada uno de los ejemplares
individuales y, por tanto, aumenta la precisión cronológica.
Los fósiles guía ampliamente distribuidos permiten a los geólogos establecer relaciones entre rocas
alejadas. Para este propósito, los mejores fósiles guía son los que tienen un área geográfica de
distribución extensa, se dispersan rápidamente y son independientes del tipo de roca. Normalmente,
los organismos de distribución más amplia son las especies marinas pelágicas (flotantes) o nectónicas
(nadadoras) durante al menos una parte de su ciclo vital. Estos organismos cubren con frecuencia
cuencas oceánicas completas y algunos son de distribución casi mundial. Se llama dispersión a la
extensión de un grupo de organismos desde una zona a otra. La dispersión rápida garantiza que los
fósiles guía llegaran a los distintos lugares que ocupan casi al mismo tiempo. La independencia del
tipo de roca significa que el fósil se presenta en varios tipos de rocas. En general, los organismos que
nadan o flotan en el agua viven sobre sedimentos muy variados. Cuando mueren, sus restos se hunden
en el fondo y se conservan en diversas rocas. Por el contrario, la distribución de muchos de los
organismos que habitan en el fondo está vinculada con el tipo de sedimento; en consecuencia, sus
restos sólo se presentan en el tipo de sedimento en el que vivieron.
Casi todos los grupos de fósiles presentan sólo algunos de estos atributos ideales. Los grupos
abundantes y de distribución amplia estaban casi siempre muy bien adaptados y vivían durante
periodos geológicos muy largos. Los de distribución más local o regional solían emigrar poco a poco,
de manera que su presencia en distintas zonas puede haberse producido en épocas muy distantes.
Un fósil podría corresponder al inicio de la evolución del grupo y otro ser varios millones de años más
moderno y haberse formado justo antes de que el grupo se extinguiera. Los fósiles más grandes son
visibles y casi siempre pueden identificarse en el propio yacimiento; pero también suelen conservarse
peor y no ser muy abundantes. En cambio, los fósiles microscópicos son abundantes y están bien
conservados, aunque sólo se pueden descubrir e identificar en el laboratorio. Los fósiles seleccionados
como guía son los que resultan más útiles para una tarea determinada.
El geólogo británico William Smith fue el primer investigador conocido en emplear el concepto de
fósiles guía. Observó que los estratos rocosos no se podían identificar con certeza basándose
únicamente en el tipo de roca. Al utilizar el tipo y un único grupo de fósiles presentes en todos los
estratos logró identificar estratos individuales en zonas geográficas muy extensas. Smith observó
también que la secuencia de fósiles aparecía siempre en el mismo orden. Esta observación se conoció
como “principio de la sucesión faunística y florística”. Smith llegó a la conclusión de que las rocas
formadas durante un tiempo geológico determinado podían identificarse por su contenido fósil
característico.
Utilizando los fósiles guía y el principio de la sucesión faunística y florística, los científicos pueden
establecer una cronología relativa o secuencia de acontecimientos. Pero la edad absoluta, el número
exacto de años transcurridos desde la formación de un estrato rocoso, no puede calcularse únicamente
a partir del registro fósil. La edad absoluta se obtiene con técnicas de datación radiométrica; éstas se
basan en la lenta pero constante tasa de desintegración de determinados elementos radiactivos para
establecer cuándo se ha formado una roca que contiene tales elementos. Una vez fijadas las fechas
Duró hasta hace 245 millones de años. Se divide en periodos: cámbrico, ordovícico, silúrico, devónico,
carbonífero y pérmico. Los fósiles guía de la primera mitad del paleozoico son algunos invertebrados
como trilobites, graptolitos y crinoideos. Los correspondientes a la segunda mitad de esta era
comprenden algunos fósiles de plantas y de vertebrados, como peces y reptiles.
Trilobites
Nombre común de un grupo de artrópodos marinos extintos. Medían desde unos pocos milímetros
hasta casi 65 cm de largo, aunque la mayoría de las especies tenía entre 3 y 7 centímetros. Vivieron
durante el paleozoico (iniciado hace 570 millones de años y finalizado hace 245 millones de años),
predominando en la primera parte de esa era. Su nombre se debe a la disposición de su exoesqueleto
o caparazón externo en tres lóbulos. El exoesqueleto, la parte del organismo mejor conservada, estaba
constituido por una sustancia dura llamada quitina, que cubría el dorso del animal.
Los trilobites tenían dos ojos compuestos que, en algunas especies, presentaban unas lentes muy
comprimidas y podrían haber servido como dispositivo de alarma sensible a la luz para detectar el
movimiento. En otras especies los ojos tenían un menor número de lentes, aunque más complejas,
que quizá eran capaces de formar imágenes y percibir la profundidad.
Estos invertebrados vivían en vertientes y plataformas alrededor de los márgenes continentales y en
los mares poco profundos que cubrían áreas del planeta que hoy son masas de tierra. La mayoría
habitaban en el fondo, aunque algunos podrían haber flotado o nadado: por ejemplo, aquellos que
poseían unos ojos muy grandes con un campo de visión amplio, como Carolinites, podrían haber sido
nadadores que habitaban en aguas de superficie. Otros, con los ojos reducidos o sin ellos, preferirían
Trilobites fosilizados
Los trilobites se extinguieron hace unos
200 millones de años. Esta formación de
esquisto silícico contiene un grupo de
fósiles bien definidos. Los paleontólogos
utilizan los fósiles de estos artrópodos
primitivos para determinar la edad
relativa de los estratos rocosos, porque
fueron organismos típicos del
paleozoico.
Graptolito
Restos de animales formadores de colonias ya extinguidos que vivieron en los mares paleozoicos,
desde el cámbrico medio hasta el carbonífero superior. Los graptolitos se utilizan en geología como
método de datación de las rocas más antiguas, en especial de los periodos ordovícico y silúrico
(paleozoico inferior), época en la que evolucionaron rápidamente.
Aunque los graptolitos son fósiles de invertebrados, ahora se considera que tenían cierto parentesco
lejano con los vertebrados. Los fósiles más comunes son impresiones aplanadas en superficies
rocosas, semejantes a diminutas hojas de sierra o señales escritas. El nombre graptolito deriva de los
términos griegos que significan ‘escritura’ y ‘piedra’.
La colonia de graptolitos se llama rabdosoma. Está formada por ramas rectas o curvas llamadas
estipes. La forma de las colonias era muy variable; había graptolitos arbustivos (orden Dendroidea)
con numerosas ramas delgadas, mientras que otros tenían unas pocas ramas o incluso una sola. Los
graptolitos dendroideos constituyen un grupo más primitivo, pero más duradero; solían vivir anclados
al fondo marino.
Graptolito
Los graptolitos son un grupo extinto de animales
coloniales que vivieron en los océanos. Los
geólogos utilizan estos fósiles para datar la edad de
las rocas más antiguas.
Al principio del periodo cámbrico, hace 570 millones de años, la vida animal estaba confinada por
completo a los mares. Al final del periodo, todos los filos (categoría máxima en taxonomía) del reino
animal ya existían, excepto los vertebrados. Los animales más característicos fueron los trilobites, unas
formas primitivas de artrópodos, que alcanzaron su máximo desarrollo en este periodo y que
comenzaron a extinguirse al final de la era paleozoica. Aparecieron los primeros caracoles, así como
los moluscos cefalópodos. Otros grupos animales representativos del cámbrico fueron los
braquiópodos, los briozoos y los foraminíferos. En el reino vegetal las plantas predominantes eran las
algas en los océanos y los líquenes en la tierra.
Los foraminíferos se reproducen asexualmente y sexualmente y poseen ciclos de vida complejos con
alternancia de generaciones. Se han catalogado más de 30.000 especies de foraminíferos, tanto vivos
como extintos. Las especies vivas se encuentran en el fondo de mares poco profundos o flotando como
parte del plancton en las zonas altas de los océanos. Su alimento consiste en bacterias y diatomeas.
Cuando las especies planctónicas mueren, sus caparazones caen al fondo, formando unos depósitos
gruesos conocidos como lodos de globigerina, debido a la abundancia en ellos de ejemplares de la
familia de los Globigerínedos (Globigerinidae). En eras geológicas anteriores se formaron rocas calizas
por compresión de lodos similares de foraminíferos. Las pirámides de Egipto se construyeron con
piedras calizas de foraminíferos y granito. Los geólogos estudian los depósitos de conchas de
foraminíferos para localizar asientos donde se haya acumulado petróleo.
Los animales más característicos de este periodo, que comenzó hace 510 millones de años, fueron los
graptolitos, pequeños hemicordados (animales que poseían una estructura anatómica precursora de
la espina dorsal) coloniales. Aparecieron los primeros vertebrados, unos peces primitivos acorazados
y sin mandíbulas, y los corales. Los animales más grandes fueron unos cefalópodos (moluscos), que
tenían un caparazón de unos 3 m de largo. Las plantas eran similares a las del periodo anterior.
Cefalópodo
Nombre común de ciertos moluscos marinos, depredadores activos, que forman la clase Cephalopoda
a la que pertenecen el calamar, el pulpo y el nautilo. La palabra cefalópodo significa ‘pies en la cabeza’,
y estos animales reciben tal nombre porque sus tentáculos rodean la boca. Son animales avanzados
en términos de estructura y fisiología, y la complejidad de su comportamiento es equivalente a la de
los peces. Desde el punto de vista ecológico son animales con éxito, y se encuentran entre los
depredadores más comunes del mar; a su vez, son presa de otros muchos animales, incluidos los
seres humanos. El calamar gigante, que puede pesar hasta 2.000 kg, es el mayor de los invertebrados.
Se conocen unas 650 especies de cefalópodos.
La clase es muy antigua; hizo su primera aparición en el registro fósil en el cámbrico. Los cefalópodos
primitivos, como otros moluscos, tenían envolturas externas de gran tamaño, las cuales fueron
haciéndose más pequeñas a la vez que el animal se hacía más rápido y activo. El cefalópodo primitivo
superviviente, el nautilo, conserva muchos rasgos arcaicos, como una cubierta externa con cámaras
llenas de aire que contribuyen a su flotación. La parte delantera del cuerpo sobresale de la abertura
de la cubierta y lleva abundantes tentáculos desprovistos de ventosas. Detrás de la cabeza se
encuentra la cavidad del manto, con cuatro branquias, y la boca presenta un ‘pico’ afilado.
El calamar y la sepia son ejemplos de cefalópodos avanzados, en los que la envoltura es reducida y
está cubierta de tejido; el calamar tiene una cubierta córnea interna delgada llamada pluma. La cavidad
del manto, con sus dos branquias, está rodeada de músculos y esto le permite una propulsión a
reacción mucho más eficaz, a la que contribuyen sus aletas. El calamar tiene diez tentáculos con
ventosas, de los cuales un par es más largo que los demás. Sus ojos tienen una estructura comparable
a la del ojo humano, y el cerebro y el sistema nervioso son bastante complejos. El pulpo y especies
En los cefalópodos la digestión es rápida, y los sistemas circulatorio y reproductor son complejos.
Básicamente, estos animales eluden a sus depredadores por medio de la huida o la ocultación, pueden
cambiar de color para camuflarse, y algunos de ellos emiten una secreción negra, llamada tinta, para
confundir a sus enemigos. Tienen sexos separados; algunas especies realizan complejos rituales de
apareamiento. Los embriones de cefalópodo se desarrollan a partir de masas de huevos, que a
menudo se encuentran al cuidado de la hembra.
Pulpo común
El pulpo común tiene tres regiones corporales: manto,
extremidades y cabeza. El manto, un saco bulboso grande y
musculoso, contiene la mayoría de los órganos internos,
incluidos el tracto digestivo, las branquias, el saco de la tinta y
los órganos reproductores. Tiene ocho tentáculos con una doble
hilera de ventosas equipadas con receptores táctiles y olfativos.
En los machos, el extremo del tercer tentáculo de la izquierda
carece de ventosas y se emplea en el apareamiento para la
fecundación interna. La cabeza, una región entre el manto y las
patas contiene la boca, el cerebro y los ojos.
Nautilo
Este corte de la concha del nautilo muestra los compartimentos
que alojaban al animal. Estas cámaras de menor tamaño,
conectadas por un pequeño tubo calcificado, regulan la
flotabilidad del nautilo mientras nada. Los compartimentos están
llenos de nitrógeno producido por el nautilo.
Sepia
La sepia es un molusco cefalópodo de aguas abiertas que
nada ondulando su aleta marginal. Se alimenta de peces e
invertebrados y desde el punto de vista comercial es
importante en muchas partes del mundo. Un soporte de
carbonato de calcio que hay en el interior de su cuerpo, la
pluma, se usa como agente de pulimento y como fuente de
calcio y sales para aves cautivas y otros animales.
Anatomía
interna del
calamar
El calamar,
cefalópodo
representativo,
exhibe ciertas
variaciones
respecto a la
estructura
corporal de los
moluscos. Los
tentáculos con
ventosas están
especializados
para llevar los
alimentos
hasta la
mandíbula del animal en forma de pico. Otra adaptación es el manto. Muy musculoso, emite agua a
presión a través del sifón tubular para impulsar a gran velocidad al animal. Tal vez la diferencia más
notable sea la pluma o concha interna, reducida en comparación a la de otros moluscos y que está
ausente en el pulpo.
Este periodo se inició hace 439 millones de años. El avance evolutivo más importante fue la aparición
del primer animal de respiración aérea, un escorpión. Se han encontrado fósiles de este organismo en
Escandinavia y Gran Bretaña. El primer fósil clasificado de una planta vascular (plantas terrestres con
tejidos que transportan el alimento), pertenece a este periodo. Eran plantas simples cuyos tallos y hojas
no estaban diferenciados.
Se forma una capa atmosférica de ozono que protege al planeta de la letal radiación ultravioleta
Las formas de vida animal predominantes en este periodo, que comenzó hace 408,5 millones de años,
fueron varios tipos de peces, que abarcaban tiburones, dipnoos, peces acorazados y una forma
primitiva de peces con escamas ganoideas, a partir de los cuales evolucionaron probablemente los
ancestros de los anfibios. Algunos restos fósiles encontrados en Pensilvania y Groenlandia, indican
que ya existían los primeros anfibios. También había corales, estrellas de mar, esponjas y trilobites. El
primer insecto conocido se ha encontrado en rocas devónicas.
Dipnoo
Nombre común de los miembros de un pequeño grupo de peces primitivos que pueden respirar el aire
atmosférico. Se les conoce también como peces pulmonados. Este grupo era dominante y estaba muy
Se conocen tres géneros vivos de peces pulmonados. Viven en áreas de agua dulce del este de
Australia, el suroeste de África y el noreste de Sudamérica en donde recibe los nombres de piramboia,
loloch y pira-cururú. El término de 'pulmonado' se debe a la presencia de un pulmón especializado, el
principal órgano respiratorio del pez. Las especies africanas y americana necesitan salir a la superficie
para respirar; la especie australiana puede obtener suficiente oxígeno del agua, a menos que ésta se
estanque durante mucho tiempo. Las crías de los dipnoos africanos y americanos tienen verdaderas
branquias externas, pero degeneran con la edad. Los dipnoos son de color castaño, moteados y su
cuerpo es similar al de las anguilas. Suelen medir entre 61 cm y 1 m de largo, aunque algunas especies
alcanzan los 2 metros. El dipnoo de África occidental queda en estado latente durante los periodos
secos, por lo general sólo durante unos cuantos meses, pero puede aguantar hasta más de cuatro
años. El pez se entierra en el fango (lodo) y segrega una cubierta mucosa a su alrededor. El moco se
endurece, dejando una pequeña ventana respiratoria que el animal cierra. Este 'capullo' se reblandece
cuando al final de la estación seca se humedece, entonces el pez sale de él y vuelve a vivir en el agua.
Dipnoo australiano
El dipnoo australiano, Neoceratodus forsteri, vive en ríos de
Australia oriental. Aunque respira el aire atmosférico, puede
obtener suficiente oxígeno del agua, a menos que ésta
permanezca estancada durante mucho tiempo.
Dipnoo africano
El dipnoo africano está equipado con un pulmón y con
branquias rudimentarias. Durante la estación seca, es capaz
de sobrevivir enrollándose sobre sí mismo, formando una
bola compacta con su cola y tapándose los ojos. El barro se
adhiere a su cuerpo mucoso y forma una envoltura
impenetrable. Entonces, el dipnoo permanece aletargado
durante la época seca hasta que la nueva estación de lluvias
llena las charcas, disuelve la corteza de barro y libera al pez.
Equiseto mayor
El equiseto es muy adaptable, y se encuentra
en muchos hábitats de todos los continentes,
salvo Australia. Es capaz de sobrevivir y
medrar en suelos muy contaminados por
productos químicos. Tiene un tallo segmentado
característico, con hojas aciculares que irradian
de cada uno de los nudos. Carece de raíz
verdadera.
Selago
El periodo carbonífero comenzó hace unos 362,5 millones de años. Durante la primera parte de este
periodo había una gran variedad de equinodermos y foraminíferos en los mares, que incluso superaban
a las formas animales que aparecieron en el devónico. Extraños tiburones, como los estetacándidos,
predominaron entre todos los grandes organismos marinos. Los anfibios se extendieron y
diversificaron. Crassigyrinus era un anfibio con forma de reptil, cabeza y boca grandes y patas de
tamaño reducido, adaptado a la vida acuática. Diversas plantas terrestres comenzaron a diversificarse
y a aumentar de tamaño, sobre todo en zonas pantanosas.
Equinodermos
El término equinodermo significa de piel
espinosa. Estos animales difieren de otros en
que disponen de un sistema vascular que usa
el agua de mar para llevar a cabo la
respiración, la locomoción y la reproducción.
Entre ellos hay grupos marinos como la estrella
de mar (arriba, izquierda), el pepino de mar
(abajo, izquierda), la ofiura (arriba, centro), el
dólar de arena (abajo, centro), el lirio marino
(derecha), el erizo de mar y otros.
Este periodo comenzó hace 290 millones de años y durante el mismo ocurrieron sucesos tan
relevantes como la desaparición de gran parte de los organismos marinos y la rápida evolución y
expansión de los reptiles. Los reptiles de este periodo fueron, a grandes rasgos, de dos tipos: reptiles
semejantes a los lagartos, completamente terrestres, y reptiles semiacuáticos lentos. De entre todos,
fueron un pequeño grupo, los Terápsidos, los que dieron lugar a los mamíferos. La vegetación estaba
constituida sobre todo por helechos y coníferas.
Terápsido.- Miembro de un grupo de reptiles a partir de los cuales evolucionaron, con el tiempo, los
mamíferos. Los terápsidos vivieron desde finales del paleozoico hasta principios del mesozoico;
después comenzaron a extinguirse. Eran animales terrestres con cuatro patas. Ciertos terápsidos
tenían el tamaño de pequeños roedores, otros eran tan grandes como los actuales hipopótamos.
Algunos eran herbívoros y otros carnívoros. Los terápsidos presentaban determinados atributos típicos
de los mamíferos; por ejemplo, entre los dientes de algunas especies se diferenciaban incisivos
cortantes, caninos desgarradores y molares trituradores.
3. LA ERA MESOZOICA
También se denomina con frecuencia la era de los reptiles, debido a que esta clase animal dominó la
Tierra durante todo este tiempo. Comenzó hace 245 millones de años e incluye los periodos triásico,
jurásico y cretácico. Los fósiles guía de esta era son un grupo de cefalópodos extintos, llamados
amonites, y ciertas formas extintas de los dólares de arena y los erizos de mar. Mesozoica significa
vida media
Amonites.- Nombre común de un grupo de cefalópodos extinguidos que solían tener un caparazón en
espiral enrollado sobre sí mismo. Estos animales, parecidos a los calamares, aparecieron durante el
devónico, hace unos 380 millones de años, y desaparecieron junto a los dinosaurios al final del
cretácico, hace 65 millones de años. El caparazón de los amonites tenía cámaras, igual que la de su
pariente vivo el nautilo. El animal podía moverse hacia arriba y abajo bombeando el agua hacia dentro
Los amonites abundaron en medios marinos de aguas poco profundas en los márgenes de los
continentes, aunque fueron unos nadadores bastante lentos y evitaban las aguas de las orillas,
dominadas por las olas. También se desarrollaron en los mares continentales, como los que cubrían
el interior de Norteamérica durante el periodo cretácico superior, y el antiguo mar Tetis, que una vez
ocupó el sur de Europa, el norte de África y partes de Asia.
Los amonites experimentaron distintos cambios reconocibles fácilmente a lo largo del tiempo, y por
tanto, son muy útiles como indicadores de la edad de los hábitats marinos. La comparación de los tipos
fósiles de amonites en las distintas capas de rocas indica la edad relativa de éstas.
Clasificación científica: los amonites pertenecen al filo de los Moluscos, clase de los Cefalópodos,
subclase Ammonoidea.
Fósil de amonites
Los extintos amonites fueron moluscos cefalópodos con una concha
que, por lo general, tenía una forma espiral. La extinción de los
amonites coincide con la extinción de los dinosaurios. Habitaban en
los mares de todo el mundo y sus fósiles aparecen en rocas marinas.
Debido a su rápida evolución y a su amplia distribución, los amonites
constituyen una herramienta muy útil como indicadores y datadores de
estratos rocosos.
Los reptiles mesozoicos más destacados, los dinosaurios, aparecieron por primera vez en este
periodo, que comenzó hace 245 millones de años. Los dinosaurios del triásico no eran tan grandes
como lo serían sus descendientes al final de la era. Eran animales de pequeño tamaño que corrían
sobre sus dedos posteriores, balanceando su cuerpo con fuerza; tenían una cola carnosa y rara vez
excedían los 4,5 m de longitud. Otros reptiles del periodo son criaturas acuáticas como el ictiosaurio y
reptiles voladores como el pterosaurio.
En este periodo aparecieron los primeros mamíferos. Los restos fósiles de estos animales están muy
fragmentados, pero parece que eran de pequeño tamaño y de apariencia similar a un reptil. En el mar
surgieron los teleósteos, los primeros ejemplares de los peces óseos modernos. La vida vegetal del
triásico incluía una gran variedad de algas marinas. En tierra, la vegetación predominante incluía
especies de hoja perenne como los ginkgos, las coníferas y las palmeras. También había pequeños
equisetos (colas de caballo) y helechos, que ya existían antes, aunque comenzaron a extinguirse los
miembros de mayor tamaño.
Comienza a dividirse el súper continente pangea y a principios de jurásico ya existían dos grandes
masas terrestres separados por el mar de Tetis. Laurasia en el norte, que comprendía Europa, Asia y
América del Norte y en el sur Gondwana, formada por África, América del Sur, la Antártida y la India.
La fisura entre el norte de África y la costa oriental de Norteamérica abrió el oceano Atlántico norte.
Los continentes que formaban Gondwana empezaban a girar entre sí augurando la disgregación que
más tarde se produciría.
El periodo jurásico empezó hace 208 millones de años y durante este periodo los dinosaurios
continuaron evolucionando con gran variedad de tamaños y diversidad de formas. Una clasificación
general de los mismos incluye: los saurópodos, que eran cuadrúpedos corpulentos como el
Apatosaurus (antes Brontosaurus); dinosaurios carnívoros bípedos, como el Tyrannosaurus;
dinosaurios herbívoros bípedos, como el Trachodon; y los dinosaurios acorazados cuadrúpedos, como
el Stegosaurus. También había reptiles alados como el pterosaurio (pterodáctilo), que durante el
jurásico desarrolló sus pequeñas alas hasta alcanzar una envergadura de 1,2 m. Los reptiles marinos
eran los plesiosaurios, de cuerpo aplanado como el de las tortugas, cuello largo y aletas anchas para
nadar; los ictiosaurios, parecidos a los delfines, y unos cocodrilos primitivos.
Los mamíferos del jurásico eran menores que cualquier perro de pequeño tamaño y se incluían en
cuatro órdenes. Había ya insectos de órdenes actuales que incluían polillas, moscas, escarabajos,
saltamontes y termitas. Los crustáceos estaban representados por langostas y camarones y los
moluscos por grupos hoy extintos como amonites y belemnites. Estos últimos presentaban, al igual
que los calamares, un caparazón interno. La vida vegetal durante el jurásico estuvo dominada por las
cícadas, plantas de troncos gruesos parecidas a palmeras. Los fósiles de plantas del jurásico están
distribuidos tanto en zonas templadas de la Tierra como en las regiones polares, lo cual indica que el
clima era suave y uniforme.
Las plantas con flor aparecieron por primera vez a mediados delJurásico y supuso una auténtica
revolución en botánica.
Dinosaurios
INTRODUCCIÓN
Dinosaurio, grupo de reptiles que apareció hace unos 230 millones de años (durante el triásico) y se
extinguió hace unos 65 millones de años (a finales del cretácico). Se conocen por sus restos fósiles
unas 350 especies diferentes. La mayoría de los dinosaurios se clasifican en dos tipos: los del orden
Ornitisquios (con cadera de ave), por ejemplo el Iguanodon y el Triceratops, y los del orden Saurisquios
(con cadera de reptil), por ejemplo el Apatosaurus y el Tyrannosaurus.
Los primeros restos de dinosaurios se descubrieron en Inglaterra en 1820. En 1840 ya eran conocidos
algunos de estos grupos y el gran anatomista comparativo Richard Owen les dio el nombre de
Dinosauria (en griego ‘lagartos terribles’). De esta manera los reconocía como un grupo de reptiles de
gran tamaño, de hábitos terrestres y de postura erguida. Sin embargo, hasta 1880, con la exploración
del oeste de los Estados Unidos y la recuperación de esqueletos fósiles completos, no se reconoció
que los dinosaurios habían sido casi todos bípedos. Esta postura, tan inusual para un reptil, provocó
numerosas opiniones acerca de su locomoción, comportamiento y fisiología.
Huellas fosilizadas
En 1880, H. G. Seeley manifestó que los dinosaurios podían dividirse en dos grupos basándose en la
disposición de sus huesos pélvicos. Los ornitisquios presentaban huesos púbicos parecidos a los de
las aves. Los saurisquios más convencionales los tenían semejantes a los de los reptiles existentes.
Sin embargo, las aves no evolucionaran a partir de los ornitisquios, sino de los saurisquios, en concreto
a partir de dinosaurios carnívoros de pequeño tamaño emparentados con el Deinonychus y el
Compsognathus.
ORÍGENES
Los reptiles que comúnmente se conocen como dinosaurios, dominaron la Tierra desde el final del
triásico, hace unos 210 millones de años, hasta el final del cretácico, hace unos 65 millones de años.
Sólo existen cuatro órdenes de reptiles descendientes de los dinosaurios: el orden Escamosos, que
incluye a los lagartos y a las serpientes; el orden Quelonios, que incluye a las tortugas marinas y
terrestres; el orden Crocodilios, que incluye a los cocodrilos, aligatores, caimanes y gaviales; y la
tuátara, un fósil viviente que es el único miembro existente del orden Rincocéfalos.
Los antepasados de los dinosaurios fueron un grupo de arcosaurios primitivos llamados tecodontos
que aparecieron a principios del periodo triásico. Algunos arcosaurios se convirtieron en verdaderos
cocodrilos y otros en pterosaurios, reptiles voladores con alas compuestas de membranas finas de piel
apoyadas sobre un solo dedo en forma de palo. También otros arcosaurios adoptaron la postura bípeda
(sostenidos sobre dos patas) y ciertas especies de estos reptiles evolucionaron finalmente en
dinosaurios.
Pterosaurio
Los restos fósiles más antiguos, pertenecientes a ambos órdenes de dinosaurios —los saurisquios y
los ornitisquios— se han datado en 230 millones de años. Esto sugiere que los primeros dinosaurios
deben haber aparecido hace unos 240 millones de años; tenían aproximadamente medio metro de
longitud y se alimentaban de pequeños animales así como de plantas tiernas. El Eoraptor fue uno de
los primeros saurisquios, con 1 m de longitud y cráneo primitivo. El Herrerasaurus, de 3 m y unos 250
kg, era un saurisquio (según algunas clasificaciones) relativamente grande que se alimentaba de carne
y presentaba una pelvis primitiva.
A partir de la segunda mitad del periodo triásico, los saurisquios fueron aumentando lentamente en
tamaño y número. Los ornitisquios empezaron a diversificarse a principios del periodo jurásico. Hacia
mediados de este periodo, la mayoría de las variedades de dinosaurios ya había aparecido, incluidas
aquellas que superaban en tamaño a los elefantes actuales. Se habían convertido ya en la especie
animal de mayor tamaño y más abundante de la Tierra, y la era de los dinosaurios había comenzado.
COMPORTAMIENTO
Cráneos de
dinosaurios
Un examen de
los cráneos de
un carnívoro,
Allosaurus, un
herbívoro,
Diplodocus, y
un omnívoro,
Massospondylus, muestra diferencias anatómicas relacionadas directamente con el tipo de
alimentación de cada dinosaurio. Los largos y aserrados dientes del Allosaurus, eran adecuados para
capturar, reducir y matar a otros animales. Los finos y reducidos dientes, del Diplodocus estaban, en
especial, adaptados para arrancar las hojas de las plantas. Los dientes del Massospondylus eran
relativamente pequeños, bastos y multifuncionales, adecuados para comer plantas o animales.
El comportamiento de los dinosaurios estaba regido por su metabolismo y por su sistema nervioso
central. El metabolismo, es decir, la transformación de los alimentos en energía, afectaba a sus niveles
de actividad. No está totalmente claro si eran puramente homeotermos (endotérmicos o de sangre
caliente), como los modernos mamíferos, o poiquilotermos (ectotérmicos o de sangre fría), como los
reptiles de la actualidad. Los primeros regulan la temperatura corporal mediante el metabolismo y no
dependen de la temperatura del medio ambiente. Como resultado, presentan mayores niveles de
actividad y mayores requisitos de energía que los ectotérmicos. Éstos tienen un metabolismo más lento
y regulan la temperatura corporal aprovechando las variaciones de la temperatura exterior y
poniéndose al sol para mantenerse calientes, o a la sombra para refrescarse. Si fuera posible
determinar si los dinosaurios eran de sangre caliente o de sangre fría, los paleontólogos podrían
descubrir si se comportaban como los mamíferos actuales o como los reptiles.
Los cambios graduales en la anatomía de los dinosaurios sugieren que los ritmos metabólicos y los
niveles de actividad se incrementaron a medida que evolucionaban; algunos científicos opinan que
esto es una señal de que los dinosaurios fueron cada vez más endotérmicos. En general, el tamaño
del cuerpo del dinosaurio fue disminuyendo a lo largo de la última mitad de la era de los dinosaurios,
su necesidad de actividad y las reacciones metabólicas para mantenerse calientes fueron
incrementándose. Los animales más pequeños disponen de más superficie corporal en proporción con
su volumen, lo que les hace perder más calor al irradiarse éste a través de la piel. Las hileras de dientes
de los dinosaurios aumentaron de tamaño, permitiéndoles masticar mejor los alimentos; los conductos
En 1998 los científicos iniciaron el estudio de un fósil encontrado cerca de Nápoles, Italia, que
mostraba claramente la estructura y la ubicación de algunos órganos internos de dinosaurio. El fósil
correspondía a un animal que vivió hace 113 millones de años y que pertenecía a una nueva especie
denominada Scipionyx samniticus. Aunque encontrado a principios de la década de 1980, se le
empezó a dar importancia en 1998, cuando los paleontólogos lo examinaron por primera vez y
descubrieron partes grandes de intestino, colon, hígado y músculos.
La mayoría de los dinosaurios ponían huevos. En China y la India se han encontrado extensos
yacimientos de cascarones enteros y fragmentados, lo que sugiere que las grandes colonias de
anidación eran comunes. En Montana, Estados Unidos, se han encontrado restos que contienen tanto
huevos como crías recién salidas del cascarón. Las capas de nidos superpuestas sugieren que los
dinosaurios volvían, año tras año, a los mismos lugares de anidamiento. En Lourinha (al norte de
Lisboa, Portugal), un grupo de paleontólogos descubrió en junio de 1997 un nido de carnívoros bípedos
del jurásico superior que conserva más de 100 huevos de estos animales, algunos de ellos con los
esqueletos de sus embriones. En proporción con el peso de la madre, los dinosaurios ponían huevos
más pequeños pero en mayor número que las aves. De hecho, los huevos más grandes que se
conocen son 7.400 cm3 más pequeños que los huevos de ave más grandes que se conocen, que
tienen 12.700 cm3 de tamaño.
El gran número de huesos de dinosaurios pequeños encontrados en las colonias de anidación indica
que el índice de mortalidad entre las crías era muy alto. Los anillos de crecimiento que se conservan
en los huesos sugieren que los dinosaurios primitivos crecían más lentamente que sus descendientes.
Tras evaluar estos anillos de crecimiento junto con el tamaño del cuerpo y las tendencias de longevidad
de los reptiles modernos, algunos paleontólogos sugieren que los dinosaurios gigantes vivían una
media de más de 100 años.
DINOSAURIOS SAURISQUIOS
Los dinosaurios saurisquios se caracterizaban por tener una pelvis rudimentaria, similar a la de los
antiguos reptiles, con el pubis apuntando hacia delante. Tenían el cuello largo y flexible, y garras de
gran tamaño en los primeros dedos de las manos y los pies. Los dedos cuarto y quinto de la mano se
habían reducido o estaban ausentes (como en las aves, que sólo conservan los tres primeros dedos).
Los saurisquios se clasifican en tres subórdenes principales: los terópodos, los prosaurópodos y los
saurópodos. Estos dos últimos grupos a veces se incluyen en un grupo llamado sauropodomorfos.
Terópodos
Esqueleto de Compsognathus
Otros terópodos, llamados raptores, disponían de potentes garras, parecidas a las de las águilas, en
manos y pies. Empleaban su flexible cola como balancines para incrementar su agilidad al girar.
Muchos paleontólogos opinan que las aves pueden proceder de pequeños y primitivos terópodos que
a su vez fueron los antepasados de los raptores. Las pruebas de esta teoría se han visto respaldadas
por el descubrimiento de un nido de Oviraptor en el desierto de Gobi. El nido contiene huesos fósiles
de un Oviraptor sentado en una nidada de unos 15 huevos, en una actitud muy similar a la de las aves
modernas.
En junio de 1997 se descubrió la cría de ave más primitiva del mundo en los Pirineos, concretamente
en la sierra del Montsec, en Lleida (España). Se trata del fósil de una criatura que vivió hace 120
millones de años, durante el cretácico. Esta nueva especie ha proporcionado información a los
científicos españoles para confirmar la teoría de que los pájaros modernos son descendientes con
plumas y de cola corta de los dinosaurios terópodos. Así mismo, en mayo de 1997 un grupo de
paleontólogos argentinos informaba sobre el hallazgo de los restos fósiles del dinosaurio más parecido
a un ave que se haya descubierto hasta la fecha. Fue descubierto en la región de la Patagonia
argentina y se le ha dado el nombre de Unenlagia cornahuensis, que significa ‘medio pájaro del
noroeste de la Patagonia’ en el idioma de los mapuches.
A diferencia de los terópodos primitivos, eran herbívoros, tenían el cráneo relativamente pequeño y los
dientes en forma de hoja en vez de puntiagudos. Su cuello era largo y esbelto y, al ser bípedos, podían
fácilmente examinar los arbustos y plantas que se encontraban fuera del alcance de otros herbívoros.
La garra larga con forma de garfio del dedo pulgar probablemente la empleaban para atraer hacia sí
las ramas al alimentarse. Tenían los pies grandes y disponían de potentes garras. Los prosaurópodos
más primitivos encontrados en el registro fósil habían alcanzado ya longitudes de 3 metros. A finales
del periodo triásico, el bien conocido Plateosaurus había alcanzado unos 9 m y pesaba 1,8 toneladas.
Durante la última etapa del triásico y la primera del jurásico, los prosaurópodos se convirtieron en los
dinosaurios herbívoros de mayor tamaño.
Saurópodos
Los saurópodos, entre los que se incluyen animales tan grandes como el Apatosaurus (anteriormente
conocido como Brontosaurus) y el Diplodocus, descienden de los prosaurópodos. Hacia mediados del
periodo jurásico ambos habían superado en peso y tamaño a los demás dinosaurios. Algunos
saurópodos probablemente llegaron a medir más de 25 m y a pesar unas 90 toneladas. Eran
cuadrúpedos, es decir, caminaban sobre cuatro patas, y tenían cuello y cola largos. Las patas
normalmente presentaban garras en los dedos interiores, aunque en otros aspectos eran semejantes
a las de los elefantes. Su columna vertebral estaba formada por huesos huecos, llenos de bolsas de
aire, similares a los de las vértebras de las aves, y el cráneo era pequeño en proporción al tamaño del
animal. Trituraban la comida utilizando las piedras almacenadas en la molleja, una parte de su tracto
digestivo. De hecho, los saurópodos pueden ser comparados con los elefantes gigantes; los largos
cuellos de los saurópodos hacían las funciones de la trompa del elefante y las piedras de la molleja
actuaban como los fuertes dientes del elefante. Algunos saurópodos, como el Apatosaurus, de la última
etapa del jurásico, utilizaban sus largas y finas colas como látigo para defenderse, mientras que otros
las usaban como si de garrotes se tratase.
DINOSAURIOS ORNITISQUIOS
Heterodontosaurus
Los dinosaurios ornitisquios se distinguían por su “cadera de ave”, con el pubis apuntando hacia atrás;
por la presencia de un hueso, el “predentario”, en el extremo de la mandíbula inferior; y por presentar
dientes con la corona en forma de hoja. Todos eran herbívoros; el hueso predentario parece haber
servido para recolectar la vegetación, como lo hacen los camellos y caballos. También conectaba las
dos mitades de la mandíbula inferior, permitiendo la transmisión y amortiguación de la fuerza durante
la masticación del animal. En los dinosaurios con pico de pato y ceratópsidos, las mandíbulas sostenían
docenas de dientes dispuestos de forma apretada para formar un único conjunto biselado como
En sus inicios eran bípedos y ágiles, de aproximadamente 1 m de longitud, pero luego fueron
apareciendo gran variedad de formas. Estos animales dieron lugar a cinco clases de descendientes:
los estegosaurios, los anquilosaurios, los ornitópodos, los paquicefalosaurios y los ceratópsidos.
Estegosaurios
Tuojiangosaurus
El estegosaurio de China, o
Tuojiangosaurus, fue un enorme
herbívoro, con uno de los cerebros
más pequeños de todos los
dinosaurios. Aunque sus grandes
placas, dispuestas en hileras a lo largo
de su dorso, parecen una defensa
contra los depredadores; su función
era, más bien, ayudar a disipar el calor
y enfriar al animal.
Algunos ornitisquios pasaron rápidamente a ser cuadrúpedos (caminaban sobre las cuatro patas) y
para protegerse utilizaban más la coraza de su cuerpo y otras defensas físicas antes que la velocidad.
Los dinosaurios acorazados, como el enorme Stegosaurus de la última etapa del periodo jurásico,
disponían de una doble fila de placas óseas triangulares a lo largo del dorso y la cola. Estas estrechas
placas estaban irrigadas por abundantes vasos sanguíneos, lo que les permitía irradiar el exceso de
calor corporal o calentarse al sol. Tenían una apariencia similar a la del puercoespín gigante y
probablemente se defendían haciendo girar la cola vertebrada contra sus agresores.
Anquilosaurios
Esqueleto de un Ankylosaurus
Ornitópodos
Cráneo de un
Parasaurolophus
La prolongación que
presenta la parte de arriba
del cráneo de los machos
de Parasaurolophus, debe
haber actuado como
elemento de resonancia,
intensificando las llamadas
de estos dinosaurios
herbívoros, con el fin de
atraer a la pareja, o para
avisar a otros ejemplares
de peligros inminentes. El
cráneo fotografiado aquí muestra el lado derecho.
Los ornitópodos se incrementaron en variedad a partir de la mitad del jurásico y durante el cretácico, y
llegaron a ser los dinosaurios herbívoros más abundantes. Su tamaño oscilaba entre los 2 m de
longitud y los 15 kg de peso de los pequeños corredores como el Hypsilophodon, y los enormes
paquidermos de 10 m de largo y hasta 4 t de peso, como el Edmontosaurus. Estos animales tenían la
mandíbula flexible y dientes molares que superaban a los de las vacas modernas en su disponibilidad
para masticar plantas fibrosas. Las hileras de dientes se hicieron más grandes, el lomo más fuerte y
las extremidades anteriores se alargaron hasta que los brazos se convirtieron en una especie de
bastones de apoyo, aunque los ornitópodos nunca dejaron de ser bípedos. Entre los fósiles
pertenecientes a finales del periodo cretácico se encuentran grandes cantidades de huesos de
ornitópodos anegados por riadas, lo que indica que este tipo de dinosaurios solía emigrar en manadas.
En el sureste de Wyoming se han descubierto unos cuantos esqueletos de Edmontosaurus
perfectamente conservados y recubiertos con restos de piel.
Paquicefalosaurios
Los paquicefalosaurios eran pequeños ornitisquios bípedos de cráneo grueso. En muchos de estos
dinosaurios, por ejemplo, en el Pachycephalosaurus —un espécimen enorme de más de 4 m de
longitud— el cráneo estaba coronado por una cúpula de hueso sólido. Algunos paleontólogos han
sugerido que los machos seguramente desgastaban las gruesas cúpulas al darse topetazos durante
las peleas de apareamiento. Se han encontrado algunos cráneos erosionados de paquicefalosaurios
en depósitos de cuencas pertenecientes a finales del periodo cretácico.
Ceratópsidos
riceratops
Los ceratópsidos cuadrúpedos, o dinosaurios con cuernos, normalmente tenían cuernos sobre la nariz
y los ojos, además de una especie de volante óseo que se extendía desde el cráneo hasta el cuello.
Estos volantes óseos se desarrollaron en el Triceratops de finales del cretácico, un dinosaurio que
podía llegar a medir hasta 8 m y a pesar más de 12 toneladas. El mencionado volante tenía dos
propósitos: proteger el vulnerable cuello y contener una red de vasos sanguíneos bajo su superficie
para irradiar el exceso de calor. Los grandes yacimientos de huesos fósiles sugieren que los
ceratópsidos vivían en manadas.
EXTINCIÓN
Existe cierta polémica acerca de la extinción de los dinosaurios. Según una de las teorías propuestas,
los dinosaurios se extinguieron lentamente como consecuencia de los cambios medioambientales
ocasionados por la retirada de los mares poco profundos a finales de la era de los dinosaurios. Sus
defensores postulan que los dinosaurios fueron reduciéndose en variedad y número durante un periodo
que duró varios millones de años.
Los recientes descubrimientos que indican el impacto de un gran asteroide o cometa en el límite entre
el periodo cretácico y la era terciaria, hace unos 65 millones de años, han favorecido la hipótesis de
que tal impacto podía haber desencadenado cambios climáticos que provocaron la extinción de los
dinosaurios. Se supone que la mayor parte del territorio que comprende América del Norte y del Sur
quedó absolutamente devastado por el fuego del impacto. Los efectos medioambientales que sufrió el
planeta durante un largo periodo de tiempo fueron, en última instancia, más letales que el propio fuego.
El polvo no dejó pasar la luz del sol durante varios meses. El sulfuro quemado procedente del lugar
del impacto, el vapor de agua y el cloro de los océanos, y el nitrógeno del aire se mezclaron y
produjeron una intensa lluvia ácida que cayó sobre todo el planeta. Los científicos postulan que la
oscuridad y la lluvia ácida detuvieron el crecimiento de las plantas y, como resultado de ella, tanto los
dinosaurios herbívoros, que dependían de las plantas para alimentarse, como los carnívoros, que se
alimentaban de los herbívoros, quedaron exterminados. Por otro lado, es probable que sobrevivieran
otros animales como ranas, lagartos, tortugas y mamíferos insectívoros de tamaño pequeño, que
dependían de los organismos que se alimentaban de plantas en descomposición. Entre las pruebas
que confirman esta teoría está el descubrimiento de un cráter de impacto de unos 200 km de diámetro
en la península de Yucatán en México. En noviembre de 1998 se descubrió un pequeño fragmento de
meteorito en el Pacífico que se ha relacionado con el cráter de Chicxulub (en la península de Yucatán)
y con la extinción de los dinosaurios. El análisis geoquímico y petrográfico de este fragmento revela
que no fue un cometa, sino un asteroide de más de 10 km de diámetro el que provocó, hace 65 millones
de años, la desaparición de los dinosaurios. Este asteroide pudo provenir del cinturón de asteroides
que giran entre las órbitas de Marte y Júpiter.
Aún durante este periodo, que se inició hace 145 millones de años, los reptiles fueron las formas de
vida dominantes. Los cuatro tipos de dinosaurios que se encontraban en el periodo anterior aún
subsistían y además surgió el grupo de los dinosaurios con cuernos. A finales del cretácico, hace 65
millones de años, todas estas criaturas comenzaron a extinguirse. El pterosaurio más grande que ha
existido vivió en esta época. En Texas (Estados Unidos) se descubrió un fósil de este animal con una
envergadura de alas de más de 1,5 metros. Otros reptiles eran las serpientes y los lagartos. Se han
descubierto también varios tipos de aves cretácicas, como el Hesperornis, un ave buceadora de 1,8 m
de largo que tenía alas vestigiales y era incapaz de volar. Los mamíferos incluían a los primeros
marsupiales, muy parecidos a las zarigüeyas actuales, y a los primeros animales placentarios,
pertenecientes a un grupo de insectívoros. Aparecieron también los cangrejos y varias clases de peces
modernos.
Durante el Cretácico, la placa africana, se separó de Gondwana, derivó hacia el norte y se hundió bajo
la de Laurasia, creando Los Alpes, se formó en la zona de contacto una franja de actividad volcánica
que aún hoy en día continua en la península italiana y Sicilia.
El oceano Atlántico continuó creciendo a lo largo de toda su dorsal aumentando la distancia entre
América del norte y Europa y separándose América del sur de África. Ambas placas americanas en su
desplazamiento hacia el oeste entran en colisión con la placa oceánica del Pacífico montándose sobre
ella, como resultado de estas presiones se forman las Montañas Rocosas en el norte y los Andes en
el sur.
En el este de Gondwana, se separa la placa India y deriva hacia el norte, donde en su encuentro con
la placa de Laurasia pliega los sedimentos del mar de Tetis y comienza a formar la cordillera del
Himalaya, mientras, las placas de la Antártida y Australia todavía unidas comienzan su migración hacia
el sur
4. LA ERA CENOZOICA
La era cenozoica comenzó hace 65 millones de años. Se divide en dos periodos, el terciario y el
cuaternario, que abarca hasta nuestros días. Sin embargo, debido a la cantidad de información que
manejan los paleontólogos sobre esta era, se tiende a dividir cada periodo en épocas. Durante la
primera parte de esta era, tuvo lugar una brusca transición de la edad de los reptiles a la edad de los
mamíferos, ya que desaparecieron los grandes dinosaurios y otros reptiles que habían dominado la
vida durante el mesozoico.
Los fósiles guía del cenozoico suelen ser microscópicos, como por ejemplo las diminutas conchas de
los foraminíferos. También se utiliza el polen fósil para la datación de los estratos rocosos de esta era.
De esta época se conocen siete grupos de mamíferos y todos parecen ser originarios del norte de
Asia, desde donde migraron a otras partes del mundo. Estos mamíferos primitivos tenían muchas
características en común. Eran pequeños y ninguna especie superaba la talla de un oso. Eran todos
cuadrúpedos, caminaban sobre la planta de los pies, con cinco dedos cada uno. Es probable que
tuvieran la cabeza pequeña y el hocico estrecho y por tanto una cavidad craneal reducida. Los
mamíferos predominantes del periodo fueron los miembros de tres grupos ya desaparecidos: los
creodontos, ancestros de los carnívoros modernos; los amblípodos, pequeños pero pesados; y los
condilartos, herbívoros de cuerpo ligero y cerebro pequeño. De los grupos del paleoceno, sobreviven
los marsupiales, los insectívoros, los primates y los roedores. Continuando con las explicaciones
anteriores sobre tectónica de placas, durante este período se separan definitivamente la Antártida y
Australia, y en el norte fruto de la expansión del lecho oceánico del Atlántico se separa definitivamente
Groenlandia de Ámerica del norte, en el mismo proceso Ámerica del sur se distancia más de África,
aunque todavía no se han unido ambas Ámericas. Los Andes y el Himalaya continúan su elevación
debido al empuje de las placas suramericana sobre la del Pacífico y de la India sobre Laurasia.
Cría de Mamut
Es raro que los paleontólogos encuentren especímenes del pasado tan perfectos como esta cría de
mamut. Se descubrió congelada en una excavación del noreste de Siberia, en 1977. La escena de la
derecha muestra cómo eran los mamuts hace más de 10.000 años. Los dibujos normalmente se basan
sólo en los fósiles porque no existe ninguna otra prueba de su existencia.
Durante el eoceno, que comenzó hace 56,5 millones de años, aparecieron una serie de ancestros que
evolucionarían hasta animales de nuestro tiempo. Eran de pequeña estatura, algunos de ellos
parecidos a caballos, rinocerontes, camellos, roedores y monos. Los creodontos y los amblípodos
continuaron evolucionando durante esta época; sin embargo, los condilartos se extinguieron antes de
finalizar la época. Surgieron los primeros mamíferos acuáticos, antecesores de las ballenas actuales,
y algunas aves, como las águilas, los pelícanos, las codornices y los buitres. Las variaciones que
tuvieron lugar en la vegetación respondían a las distintas adaptaciones de las plantas a los cambios
climáticos.
Durante este período continúa la expansión del lecho Atlántico, la dorsal oceánica es el lugar donde
crecen las placas al este y el oeste, por este motivo las Américas y Groenlandia cada vez están más
lejos de Europa y África. Ligado a este fenómeno, en el norte de la dorsal se producen grandes
erupciones con gran efusión de lava, cuyos lechos basálticos todavía se pueden observar en
Groenlandia, Islandia, Irlanda y Escocia. En el Este de Laurasia, la India continúa su deriva hacia el
norte y sigue elevando la cordillera del Himalaya, en la zona de contacto entre estas placas también
tienen lugar continuas y abundantes erupciones de basalto que cubren el noreste de la India y Siberia.
En el sur las placas Australiana y Antártica separadas en la anterior época continúan con su migración
hacia las posiciones actuales.
Durante esta época, que comenzó hace 35,4 millones de años, desaparecieron la mayoría de los
mamíferos arcaicos de las primeras épocas del cenozoico. En su lugar aparecieron representantes de
muchos de los mamíferos actuales. Los creodontos se extinguieron y surgieron los primeros carnívoros
verdaderos, parecidos a los gatos y a los perros. También vivió un primate antropoideo en el norte de
América que desapareció al final de la época. Dos grupos de animales ya extintos, evolucionaron
durante este tiempo: los titanoterios, relacionados con los rinocerontes y los caballos, y los oreodontos,
herbívoros de tamaño pequeño emparentados con los camellos. Durante este período las placas
continuaron los movimientos relatados anteriormente. Las placas africana, arábica e india en su deriva
hacia al norte seguían empujando sobre la euroasiática continuando la elevación de las cordilleras
desde los los Alpes hasta el Himalaya, la placa Arábica cerró el Mediterráneo, que quedó como último
resto del antiguo mar de Tetis. En el sur, la placa australiana chocaba contra la de indonesia creando
en la zona de contacto una área de intensa actividad volcánica. La placa norteamericana se estaba
El desarrollo de los mamíferos durante el mioceno, que empezó hace 23,3 millones de años, estuvo
relacionado de forma directa con un importante avance evolutivo en el reino vegetal, la aparición de
las gramíneas. Estas plantas, ideales como forraje, contribuyeron al crecimiento y desarrollo de los
animales herbívoros, como los caballos y los rinocerontes, que abundaron en el mioceno. Los
mastodontes siguieron evolucionando y se generalizó la presencia del Dryopithecus, un animal
parecido a los gorilas, en Europa y Asia. Algunos carnívoros, como los gatos y una especie de perro-
lobo, se extendieron por varias partes del mundo.
Durante este período continuaron elevándose las cadenas montañosas de las que hemos hablado en
épocas anteriores motivado por la colisión entre placas, estos movimientos que empezamos a relatar
en el Mesozoico continuan hoy en día, y aunque no nos demos cuenta los Alpes, el Himalaya, y los
Andes siguen creciendo en altura, al igual que el Oceano Atlántico que incrementa su anchura por
efecto del crecimiento de las placas en su dorsal.
A principios del Mioceno se pasó por una etapa más cálida y seca que en el Oligoceno, pero al final
del Mioceno medio continuó la tendencia hacia el enfriamiento, aunque en general el clima fue más
cálidoque en la actualidad. En el norte, las grandes áreas de bosque que ocupaban Alaska, el norte
de América, norte de Europa y Siberia se vieron sustituidas por grandes praderas reduciendonse la
anchura del cinturon de selvas tropicales hacia el ecuador. En el sur comenzó a formarse un casquete
polar en la Antártida por efecto de un cambio en la circulación de las corrientes marinas
• El Pleistoceno
El Pleistoceno como dijimos en el parrafo anterior es la primera época del Cuaternario. Comenzó hace
1,8 millones de años y duró hasta hace 10.000 años.
En el Pleistoceno hay que destacar la sucesión de períodos glaciales e interglaciales en los que el
hielo llegó a cubrir una cuarta parte de la superficie terrestre emergida, durante estos períodos el agua
que se acumulaba en forma de hielo hacía descender el nivel del mar, por lo que a lo largo de esta
época este subió y bajó en varias ocasiones.
El Pleistoceno fue la edad de oro de los grandes mamíferos: Mamuts, tigres dientes de sable grandes
herbíboros, perezosos gigantes, etc. , aunque el hecho más relevante fue la evolución y dispersión de
los homínidos. En esta época hicieron su aparición el Homo erectus, el hombre de Neardental y por fin
nuestra especie, el Homo sapiens, que es la única especie de homínidos en la actualidad. Al final del
período se fueron extinguiendo los grandes mamíferos que lo dominaron, quedando la fauna
configurada como la conocemos hoy en día.
• El Holoceno
Es la segunda época del Cuaternario, comenzó hace 10.000 años y seguimos en ella, se considera
que abarca desde el fin de las épocas glaciales, aunque muchos científicos dicen que no existe como
tal y que nos encontramos en un período interglacial del Pleistoceno.
Paleontológicamente hablando no tiene relevancia, pues por convenio se consideran fósiles a los
restos de más de 10.000 años.
El plioceno comenzó hace 5,2 millones de años y el pleistoceno hace 1,64 millones de años. La
paleontología de ambas épocas no difiere mucho y es considerada por muchos zoólogos como el
clímax de la “edad de los mamíferos”. Estas épocas se caracterizaron por la abundancia de grandes
mamíferos, la mayoría de los cuales todavía perviven. Algunos de ellos eran los búfalos, los elefantes
y los mamuts. Estos últimos se extinguieron antes de finalizar el pleistoceno. En Europa hubo antílopes
e hipopótamos, carnívoros como leones, tejones, zorros, linces, nutrias, pumas, mofetas y otras
especies desaparecidas, como el gran tigre dientes de sable. En el norte de América surgieron los
primeros osos, debido a las poblaciones que migraron desde Asia. El armadillo y el perezoso terrestre
migraron del sur al norte del continente americano, y el buey almizclero se extendió hacia el sur desde
las regiones árticas. Los seres humanos, como tales, aparecieron en esta época.
¿Sabías que hasta hace apenas doscientos años casi todo el mundo creía que los seres humanos
aparecieron en la Tierra tal y como somos en la actualidad? Fue Charles Darwin quien, en su libro El
origen de las especies (1859), expuso la teoría de la evolución, es decir, la idea de que todos los seres
vivos se desarrollaron evolucionando mediante la selección natural. Aunque se le criticó utilizando una
frase que él nunca escribió: “el hombre desciende del mono”, lo que, en realidad, dijo es que los seres
humanos compartimos muchas características con los monos y que ambos (humanos y monos)
descendíamos de un antepasado común.
Hace entre 10 y 5 millones de años, vivió en la Tierra un antepasado común a los hombres y los monos
superiores. Por tanto, en algún momento de ese periodo se produjo la separación entre la línea de los
homínidos que conduce hasta nosotros y la línea de los simios que conduce a los monos actuales.
Este hecho coincidió con un cambio climático de la Tierra, que provocó más frío y más sequedad, lo
que redujo los bosques africanos y creó amplios espacios de sabana o bosque claro.
Hace entre 6 y 2 millones de años, aparecieron en el este de África unos homínidos, los
australopitecos, de estatura y cerebro pequeños, pero con dos rasgos novedosos: caminaban sobre
dos piernas y tenían colmillos pequeños.
Alrededor de hace 1,8 millones de años, y como evolución del Homo habilis, surgió el Homo erectus,
con un cerebro mayor (1.000 cm3) y con la habilidad para construir nuevas herramientas de piedra,
llamadas bifaces (hachas de mano). Fue el primero que aprendió a encender y a usar el fuego. Los
grupos de Homo erectus, siguiendo migraciones de animales, salieron por vez primera de África y se
dispersaron por Asia y Europa. Los establecidos en Europa, con algunos rasgos propios, se conocen
como Homo heidelbergensis.
Hace entre 200.000 y 150.00 años, apareció en Europa y en Oriente Próximo el hombre de Neandertal
(Homo sapiens neanderthalensis), como evolución de los últimos heidelbergensis. Los neandertales
eran bajos, muy robustos y con cerebros grandes (1.500 cm3), incluso más grandes que los nuestros.
Mejoraron las herramientas de piedra (industrias musterienses); vivieron en cuevas y campamentos al
aire libre, y fueron los primeros en enterrar a sus muertos.
Hace unos 120.000 años, aparecieron, otra vez en África, los primeros humanos modernos, los Homo
sapiens sapiens. Eran altos; de piel oscura, adaptada a los trópicos, y prácticamente iguales a
nosotros; ¡de hecho, somos la misma especie! Fabricaron instrumentos de piedra y hueso más
complejos; inventaron los primeros elementos de adorno (collares y colgantes), y crearon las primeras
manifestaciones artísticas (grabados y pinturas).
Los humanos modernos, nuestros directos antepasados, salieron de África (‘segunda salida de África’)
y se extendieron por Asia reemplazando a las poblaciones de Homo erectus. Fueron los primeros
pobladores de Australia y los primeros navegantes, alrededor de hace 60.000 años. Llegaron a
América desde el extremo de Siberia, cruzando el paso de hielo que unía Asia y América, hace entre
30.000 y 15.000 años, y en pocos milenios ocuparon todo el continente.
Hace unos 40.000 años, los primeros humanos modernos (también llamados hombres de Cro-
Magnon) entraron en Europa y ‘chocaron’ con los neandertales, que, por diversas razones, se
extinguieron, tras unos milenios de ‘contacto’, hace poco más de 30.000 años. De esta forma, solo
quedó una única especie humana sobre la Tierra: ¡nosotros! Los humanos modernos desarrollaron el
gran arte parietal (el que se plasma en paredes y techos) en muchas cuevas europeas y algunas de
Asia.
5 INVESTIGACIONES RECIENTES
La peor extinción masiva de la Tierra ocurrió mucho más deprisa de lo creído
La extinción masiva más grande en la historia de la vida animal ocurrió hace unos 252 millones de
años, acabando, según algunas estimaciones, con más del 96 por ciento de las especies marinas y
aproximadamente el 70 por ciento de las terrestres, incluyendo a los insectos más grandes conocidos
que han existido en la Tierra. Múltiples teorías han intentado explicar la causa de esa extinción. Entre
ellas figuran el impacto de un asteroide, erupciones volcánicas masivas, o una cascada catastrófica de
trastornos medioambientales. De hecho, es probable que las tres cosas ocurrieran. En cualquier caso,
localizar la causa exacta de la extinción, o el acontecimiento que lo inició todo, exige disponer de
mejores mediciones sobre la duración del periodo de extinción. Ahora, el equipo de Sam Bowring, del
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en la ciudad estadounidense de Cambridge, ha
determinado que esa extinción de fines del Periodo Pérmico ocurrió en unos 60.000 años, con un
margen de duda de 48.000 años de más o de menos, pero en cualquier caso de forma prácticamente
instantánea, desde una perspectiva geológica. La nueva cronología acorta significativamente el
periodo en el que tuvo lugar la extinción. Los valores anteriores eran mucho más imprecisos.
Recreación artística de
paisaje dantesco durante la
Gran Extinción de finales
del Pérmico. (Imagen: José
Luis Olivares / MIT)
El hallazgo aclara el
calendario de la extinción
pero rodea ésta de más
misterio, ya que, tal como
argumenta Bowring, una
aniquilación tan grande en
un periodo tan pequeño
resulta más difícil de
explicar que si se hubiera desarrollado a lo largo de un periodo más extenso. "Una extinción
excepcional requiere una explicación excepcional", resume Bowring.
Además de establecer con una precisión mucho mayor la duración de la extinción, el equipo de Bowring
también encontró que, 10.000 años antes de la hecatombe, se produjo lo que parece ser una adición
masiva de dióxido de carbono a la atmósfera. Este cambio drástico pudo provocar una acidificación
generalizada en el mar, y un aumento de 10 grados centígrados o más en las temperaturas oceánicas,
exterminando a la mayoría de la vida marina.
Hay indicios de que esa descarga masiva de dióxido de carbono a la atmósfera fue el resultado de
pavorosas erupciones volcánicas cuya lava incendió inmensos yacimientos de carbón, con el resultado
de emisiones colosales de dióxido de carbono y otras sustancias tóxicas que exterminaron a
cuantiosas formas de vida. Uno de los principales candidatos como lugar donde se originó esta oleada
imparable de daños medioambientales es una zona siberiana caracterizada por una sucesión de raras
colinas que parecen grandes escalones o terrazas, y que son conocidos como las Traps Siberianas.
El término "Traps" deriva de la palabra sueca "Trapp", que significa escalón.
Para confirmar si las Traps Siberianas son realmente una prueba definitiva del mecanismo por el que
se desencadenó la extinción, el equipo de Bowring y Seth Burgess planea obtener una cronología igual
de precisa para las erupciones de las Traps de Siberia, y compararlas con la cronología de la extinción
obtenida en el último estudio, para ver dónde los dos eventos se superponen. Los investigadores
examinarán áreas adicionales en China a fin de comprobar si la duración de la extinción puede ser
determinada con una precisión aún mayor.
Tres millones de años nos separan del polémico homínido fósil hallado en Sudáfrica en 1997
Después de 13 años de meticulosa excavación para extraer un esqueleto casi completo del fósil de
Australopithecus apodado Little Foot (Pie Pequeño), científicos sudafricanos y franceses han
demostrado ahora de forma convincente que probablemente tiene una antigüedad de unos 3 millones
de años.
Los más recientes hallazgos del profesor Ron Clarke del Instituto de Estudios Evolutivos en la
Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica, y sus colegas, rebaten afirmaciones
previas que le atribuían a Little Foot una antigüedad mucho menor.
El conjunto de cuevas de Sterkfontein en Gauteng, Sudáfrica, ha gozado de fama mundial desde 1936,
por haber brindado un gran número de fósiles de Australopithecus. Sin embargo, durante 60 años, los
fósiles consistieron sólo en cráneos parciales, así como mandíbulas, dientes aislados y fragmentos de
huesos de extremidades. Estos restos se consiguieron extraer mediante perforaciones, roturas y hasta
explosiones para retirar el relleno calcificado de las antiguas cuevas, o a través de la excavación
CAYO QUIRO SERGIO R. 50
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL ALTIPLANO DE PUNO INGENIERIA GEOLOGICA
mediante pico y pala de los rellenos descalcificados más blandos.
Hubo dudas sobre la antigüedad de estos fósiles, cómo fueron a parar a las cuevas, y también sobre
cómo aparecería un esqueleto completo. Entonces, en 1997, Ron Clarke, Stephen Motsumi y Nkwane
Molefe de la Universidad de
Witwatersrand descubrieron
un esqueleto casi completo de
Australopithecus con el cráneo
incrustado en sedimento duro
y calcificado, en una cámara
subterránea de las cuevas.
Empezaron a extraer con
cuidado este esqueleto en la
cueva, al tiempo
queinvestigaban el entorno
para así poder hacerse una
idea de los antiguos procesos
que contribuyeron a su
enterramiento y preservación.
Fue la primera vez que se realizaba una excavación de Australopithecus en un antiguo depósito
calcificado. En el transcurso de esta excavación quedó claro que el esqueleto había estado sujeto a
antiguas perturbaciones y roturas por desmoronamientos parciales hacia el interior de una cavidad
inferior, y que la colada calcárea había posteriormente llenado los huecos formados alrededor de los
huesos desplazados.
A pesar de que este hecho se comunicó públicamente, otros investigadores dataron las coladas y
afirmaron que tales fechas representan la antigüedad del esqueleto. Esto creó la falsa impresión de
que el esqueleto es mucho más reciente de lo que es en realidad.
En la nueva investigación, un equipo francés de especialistas en el estudio de cuevas de piedra caliza,
integrado por Laurent Bruxelles de la Universidad de Toulouse así como de la de Witwatersrand,
Richard Maire y Richard Ortega de la Universidad de Burdeos, así como Clarke y Dominic Stratford de
la Universidad de Witwatersrand, han mostrado ahora que los huecos datados rellenos con las coladas
se formaron por la antigua erosión y el hundimiento, y que el esqueleto es por tanto más viejo,
probablemente mucho más viejo, que las coladas cuya antigüedad se determinó.Little Foot debe tener
pues alrededor de 3 millones de años, y no los 2,2 millones de años que anunciaron incorrectamente
otros investigadores. El esqueleto ha sido extraído por completo de la cueva, y el cráneo, los brazos,
las piernas, la pelvis y otras estructuras óseas han sido limpiadas casi del todo de la roca que los
aprisionaba.
Clarke ha llegado a la conclusión, a raíz del estudio del cráneo, que éste pertenece a un
Australopithecus prometheus, una especie bautizada por el profesor Raymond Dart en 1948 a partir
de fósiles sueltos procedentes de Makapansgat, en lo que es hoy la provincia de Limpopo.
Por tanto, en Sterkfontein vivieron dos especies de los homínidos a los que se ha dado en llamar
"hombres-mono": el Australopithecus africanus y el Australopithecus prometheus.
El género Australopithecus (o Australopiteco) ha sido considerado por algunos expertos como parte
potencial de la línea genealógica directa que llevó hacia el Ser Humano.
Se piensa que Little Foot cayó por algún pozo o de algún modo quedó atrapado en la cueva, y murió,
siendo luego cubierto por las capas de sedimento de las cuales se le ha sacado.
En un nuevo y exhaustivo estudio se ha investigado cuáles han sido las plantas dominantes durante
los últimos 50.000 años en las áreas de tierras árticas del norte de Rusia, Canadá y Alaska. Aunque
grandes áreas quedaron cubiertas de hielo hace entre 18.000 y 25.000 años, también había zonas
libres de hielo en esta región ártica que albergaban la así llamada estepa de los mamuts. En la fría y
seca tundra, había abundantes mamuts, rinocerontes lanudos, bisontes de estepa, caballos y bueyes
almizcleros.
Para alcanzar esa conclusión, fue decisivo el análisis no solo de muestras de tierra antigua con restos
vegetales, sino también de contenidos en estómagos de cadáveres de bestias de aquellos tiempos. El
hielo ha conservado muy bien estas reliquias del pasado.
Tras estudiar un fósil encontrado en el noreste de China que data del periodo Cretácico temprano
(hace aproximadamente 125 millones de años), un equipo internacional de paleontólogos argumenta
que las aves desarrollaron patrones modernos de vuelo mucho antes de lo que hasta ahora se ha
supuesto.
De acuerdo con el estudio, publicado en la revista de acceso abierto PeerJ, el estilo de vuelo de
L.Hongshanornis es más parecido al de las aves modernas que al modo como hasta ahora se piensa
También el tamaño y la forma en general del espécimen hallado son comparables a los de las aves
modernas. “Era prácticamente un estornino, con una cola más grande, como la de un ruiseñor”, señala
una nota de prensa de la Universidad del Sur de California (EEUU). “Un observador casual no vería
nada especial en este pájaro, a menos de que
detallase en las garras al final de las alas y en
los pequeños dientes en el pico”.
En términos darwinistas ser pequeño es maravilloso ya que el potencial reproductivo es mucho mayor,
luego: ¿qué ventajas tiene entonces ser grande? Ser grande también tiene algunas ventajas, ya que
el tamaño afecta a un montón de factores esenciales de nuestra ecología. Entre otros muchos podemos
citar: 1º) Abre un amplio espectro de posibilidades dietéticas. 2º) Mejora las posibilidades de defensa
contra los predadores. 3º) Permite subsistir con alimentos de baja calidad ([energía basal] = [peso
corporal]0,75. Y 4º) Mejora la eficacia termorreguladora. En general, en un individuo grande la relación
superficie-volumen es pequeña (poca superficie y mucho volumen) lo que ayuda a mantener el calor.
Bien, ¿y los homínidos somos grandes o pequeños? Los primates son mamíferos de tamaño medio,
pero considerando que la gran mayoría de los mamíferos son los llamados micromamíferos, resulta
que los homínidos, incluso los primeros homínidos, son a todos los efectos mamíferos de gran tamaño
y viven por tanto vidas lentas. Los primeros homínidos, a los que llamaremos de forma general
australopitecos, podemos definirlos como auténticos «chimpancés bípedos». Quizá el esqueleto de
australopiteco más famoso sea el de Lucy, de la especie Australopithecus afarensis. Las hembras de
esta especie medían alrededor de 1 m y pesaban 30 Kg., mientras que los machos medían 1,50 m y
pesaban unos 50 Kg. (algo menos que un chimpancé). Su dimorfismo sexual era muy elevado, casi
tan grande como el del gorila, en el que un macho es 1,5 veces más grande que la hembra. El
dimorfismo sexual es otra variable relacionada con el tamaño corporal y además con la biología social
CAYO QUIRO SERGIO R. 53
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL ALTIPLANO DE PUNO INGENIERIA GEOLOGICA
de las especies. El gran dimorfismo sexual de A. afarensis se puede interpretar como una adaptación
para la lucha entre machos por el acceso a las hembras. Lo más aceptado hoy en día es que estos
homínidos quizá vivían en pequeños grupos familiares en los que un macho controlaría unas pocas
hembras (quizá no más de dos o tres) y sus crías. Otro factor en el que el tamaño del cuerpo influye
decisivamente es la encefalización, o relación entre el tamaño corporal y el cerebral, que da una
medida de la inteligencia. Los primeros homínidos eran algo más pequeños que los chimpancés, sin
embargo, sus cerebros eran un poco más grandes que los de éstos. El ligero aumento de cerebro junto
con un cuerpo ligeramente menor significa necesariamente una mayor encefalización. Es decir, que
los australopitecos habían conseguido de una sola tacada dos adaptaciones cruciales, la bipedestación
y un mayor grado de encefalización respecto a los primates anteriores en el tiempo. Australopithecus
garhi, es una especie de homínido interesante para el tema que nos ocupa. Sus restos han sido
hallados en el este de Etiopía y están datados en 2,5 millones de años. Los huesos postcraneales
presentan un cambio en las proporciones entre los miembros superior e inferior. El fémur se ha
alargado sensiblemente con relación al miembro superior como ocurre en los humanos, aunque aún
presenta antebrazos largos respecto a los brazos.
Hace 1,8 millones de años aparece en escena (África oriental y Sudáfrica) un nuevo tipo humano al
que llamamos H. ergaster. El cuerpo de éste es plenamente humano y este homínido está ya preparado
para emprender la gran aventura que supone colonizar nuevos mundos. Algunos individuos de esta
especie habrían alcanzado el 1,80 m y un peso de 68 Kg., o sea, un gigante en comparación con los
homínidos precedentes e incluso grande para nuestra propia especie. Toda su anatomía es muy similar
a la nuestra y la capacidad craneal de la especie estaba entre 800 y 900 cc.
Entre el H. ergaster de 1,6 millones de años y los neandertales europeos clásicos (50.000 años B.P.)
el vacío de fósiles postcraneales era absoluto hasta que aparecieron los homínidos de la Sima de los
Huesos y la Gran Dolina de Atapuerca. La Pelvis I de la Sima de los Huesos, apodada Elvis, nos ha
aportado información crucial sobre la eficacia biomecánica de la pelvis, el dimorfismo sexual en los
humanos de hace 400.000 años, la edad de muerte, la forma del cuerpo, el peso corporal, la estatura,
la encefalización, el proceso del parto y la altricialidad de estos homínidos. Elvis tiene todos los rasgos
morfológicos masculinos muy marcados y pertenece a un varón sin lugar a dudas. Este individuo
superó los 35 años, su estatura estaría cercana al 1,80 m y su peso corporal superaría los 100 Kg. La
robustez de Elvis es exagerada y fuera de los rangos humanos actuales y además es
extraordinariamente ancha. Elvis, a pesar de ser un hombre, tiene unas dimensiones del canal del
parto enormes y podría haber dado a luz a un niño actual. Esto significa que las mujeres de su especie
con un canal del parto aún más ancho habrían dado a luz a un feto del tamaño de los nuestros de una
manera ligeramente más cómoda. A pesar de ello, la forma del parto sería la misma que en nuestra
especie, es decir, doble rotación, salida anterior, gran flexión de la columna vertebral y cara hacia
abajo.
El cuerpo de Elvis, alto, robusto y muy ancho, es el cuerpo primitivo presente en todos los
representantes del género Homo excepto uno, el H. sapiens, que se ha convertido en un humano
«light». Fuente: Boletín Informativo nº 323. Fundación Juan March.
Dijo que ese objetivo es fundamental para realizar un trabajo conjunto entre universidades y empresas
mineras, y así contar con unos cien nuevos profesionales competentes por año.
“En el Perú es importante el apoyo de las compañías mineras en la educación de los futuros geólogos,
por la incidencia que el sector tiene en la economía del país y con la finalidad de alcanzar un cabal
entendimiento de los recursos disponibles para darle sostenibilidad a esta actividad y así asegurar su
futuro”, comentó.
Es por ello, agregó, que se necesita un compromiso de largo plazo de la industria minera con los
centros de enseñanza superior para ofrecer sugerencias en la elaboración de los contenidos
académicos más sustanciales y fomentar una adecuada inserción de los alumnos en el mercado
laboral. En ese sentido, el especialista manifestó que las universidades requieren apoyo directo en el
desarrollo profesional de los estudiantes, a través de la realización de prácticas y cursos de
entrenamiento en las unidades mineras. Por su parte, Stephen Enders del Colorado School of Mines,
sostuvo que es básico planificar la formación de los futuros profesionales para aprovechar en óptimas
condiciones el súper ciclo de la cotización de los precios de los metales. “Fomentar una educación
sólida y sostenida en las geociencias, con una decidida apuesta por la investigación, es trascendental
en países mineros como el Perú donde tanto la industria como la academia deben coordinar y trabajar
en colaboración estrecha para enfrentar los desafíos que presenta el avance tecnológico”, explicó. En
ese marco, destacó que se debe construir una cadena de valor en educación y entrenamiento, sobre
exploraciones y geología de minas, operaciones mineras, procesamiento de mineral, salud y
seguridad, gestión ambiental y desarrollo de la comunidad.
Investigación
Consecuencias
Sobre las consecuencias del nivel educativo de las carreras de geología en el ámbito laboral, Gallegos
afirmó que este repercute en la escasez de geólogos con el perfil requerido por el mercado y el nivel
académico, profesional y experiencia adecuados para el puesto. “Según el nivel profesional, en el
sector minería existe una carencia de 10% de geólogos junior, 15% con cargo gerencial y 75% de
geólogos senior”, precisó. En ese entendido, manifestó que en el sector minero peruano los expertos
en geología de exploración son los más difíciles de encontrar en el mercado, seguidos por los
geotecnistas, geólogos de minas, hidrogeólogos, geoestadísticos, de control de calidad, de
modelamiento y medio ambiente.
Oferta insuficiente
7 BIBLIOGRAFIA FUNDAMENTAL
http://www.cpatagonia.com/mef/mef.htm
Microsoft Encarta 2009 Biblioteca Premium
James Scott : Introducción a la paleontología
www.noticiasdeciencia.amazonic.com