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EL PRÍNCIPE PÍCARO, o, EL HERMANO DEL REY

Una consideración sobre la juventud, aventuras, fechorías, y matrimonios del Príncipe Daemon
Targaryen, como fue narrado por Archimaestre Gyldayn de la Ciudadela de Antigua.

Por George R. R. Martin.

Era el nieto de un rey, hermano de un rey, marido de una reina. Dos de sus hijos y tres de sus nietos
se sentarían en el Trono de Hierro, pero la única corona que Daemon Targaryen llevó nunca, era la
corona de Peldaños de Piedra, un reino magro que él hizo con sangre y acero, y fuego de dragón, y
que pronto abandonó.

Durante siglos, la Casa Targaryen ha producido a grandes hombres y monstruos. El Príncipe Daemon
era ambos. En sus tiempos, no había un hombre tan admirado, tan querido y tan odiado en todo
Poniente. Él era hecho de luz y oscuridad en partes iguales. Para algunos era un héroe, para otros el
más negro de los villanos. No es posible verdaderamente entender la más trágica masacre conocida
como la Danza de Dragones, sin considerar el papel crucial jugado antes y durante el conflicto por
este príncipe pícaro.

Las semillas del gran conflicto fueron sembradas durante los últimos años del prolongado reino del
Rey Viejo, Jaehaerys I Targaryen. Del propio Jaehaerys, no es necesario comentar aquí, salvo que
después de la muerte de su amada esposa, La Buena Reina Alysanne, y de su hijo Baelon, Príncipe
de Rocadragón, —La mano del Rey, y evidente heredero del Trono de Hierro— Su Gracia era solo
una cáscara del hombre que había sido. Después de la muerte del Príncipe Baelon, el Rey Viejo tuvo
que buscar en otra parte un compañero para sus labores.

Designó a Ser Otto Hightower como su nueva Mano, el hermano más joven de Lord Hightower de
Antigua. Ser Otto trajo a la corte a su esposa e hijos, y sirvió fielmente al Rey Jaehaerys durante
todos los años que permaneció con él. Cuando las fuerzas y la mente del rey empezaron a fallar, a
menudo fue confinado a su lecho. Alicent, la hija de quince años de Ser Otto, fue la compañera
constante de Su Gracia, llevándole la comida, leyéndole, ayudándole a bañarse y vestirse. El Rey
Viejo a veces la confundía con una de sus hijas, llamándola por sus nombres; y cerca del fin, creyó
que ella era su hija Saera, que había retornado desde más allá del Mar Angosto.

Por el año 103 CA el Rey Jaehaerys I Targaryen murió en su lecho, mientras Lady Alicent le leía la
Historia Antinatural del Septon Barth. Su Gracia tenía sesenta y nueve años, y había reinado los Siete
Reinos en el Trono de Hierro desde los catorce años.

Sus restos fueron incinerados en el Monte Dragón, sus cenizas enterradas con los de la Buena Reina
bajo la Fortaleza Roja. Todo Poniente lamentó su muerte. Incluso en Dorne, dónde su regencia no
se había extendido, los hombres lloraron y las mujeres rasgaron sus vestidos.

De acuerdo con sus propios deseos, y la decisión del Gran Concilio del 101, le sucedió su nieto
Viserys, subiendo al Trono de Hierro como Rey Viserys I Targaryen.

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En el momento de su ascensión, Rey Viserys tenía veintiséis años. Durante una década había estado
casado con su prima, Lady Aemma Arryn, una nieta del Rey Viejo y la Buena Reina Alysanne a través
de su madre, la difunta Princesa Daella (82 CA). Lady Aemma había sufrido varios abortos y la muerte
de un hijo en la cuna, pero también había parido una hija saludable, Rhaenyra (nacida en 97 CA). El
nuevo rey y su reina chocheaban con la niña, su única hija viviente.

Viserys I Targaryen tenía una naturaleza generosa, amable y era querido por sus señores y pueblo
llano por igual. El reino del Rey Joven, como lo llamaron en su ascensión, sería pacífico y próspero.
La mente abierta de su Gracia era legendaria, y la Fortaleza Roja se tornó un lugar de canciones y
esplendor. El Rey Viserys y la Reina Aemma organizaron muchos banquetes y torneos, y
despilfarraron oros, títulos y honores en sus muchos favoritos.

El centro de la alegría, apreciada y adorada por todos, era la Princesa Rhaenyra, la chiquilla que los
bardos reales pronto llamaron el Deleite del Reino. Aunque de sólo seis años, cuando su padre subió
al Trono de Hierro, Rhaenyra era una niña precoz, brillante intrépida y bonita como solamente una
de la sangre de dragón puede serlo. A la edad de siete, fue jinete de dragón, elevándose en el cielo
sobre el joven dragón al que llamó Syrax, el nombre de una diosa de Antigua Valyria. A los ocho,
como muchas otras doncellas nobles, la princesa sirvió como escanciadora… pero para su propio
padre, el rey. Después de esto, en la mesa, torneos y en la corte, el Rey Viserys raramente se vio sin
su hija a su lado.

Entretanto, el aburrimiento de la regencia afectaba al Pequeño Concilio del rey y su Mano. Ser Otto
Hightower había continuado en ese cargo, sirviendo al nieto igual que al padre; un hombre capaz,
era el consenso general, aunque muchos lo encontraban orgulloso, brusco, y altanero. Se
comentaba que Ser Otto se había vuelto más autoritario, y muchos grandes señores y príncipes
resentían su comportamiento y envidiaban su acceso al Trono de Hierro.

El más grande de sus rivales era nuestro príncipe pícaro: Daemon Targaryen, el hermano más joven
del rey, ambicioso e impetuoso.

Tan encantador como arrebatado, el Príncipe Daemon había ganado sus espuelas de caballero a los
dieciséis, y el rey Viejo le había dado la Hermana Oscura en reconocimiento a su proeza. Aunque
contrajo nupcias con Lady de Piedra de las Runas en 97 CA, durante el reino del Viejo Rey, el
matrimonio no había sido un éxito. El Príncipe Daemon consideró aburrido el Valle de Arryn (“En el
Valle los hombres se follan a las ovejas,” escribió. “No puedes culparlos. Sus ovejas son más bonitas
que sus mujeres.”), y pronto provocó el disgusto de su esposa a quien llamó “mi perra de bronce”,
después de que ver la armadura de bronce con runas de los señores de la Casa Royce.

Luego del ascenso de su hermano al Trono de Hierro, el príncipe solicitó el divorcio. Viserys rechazó
la petición, pero le permitió a Daemon volver a la corte, otorgándole un asiento en el Pequeño
Concilio, con el cargo de Consejero de la Moneda de 103 a 104, y Consejero de Leyes durante seis
meses del año 104.

Sin embargo, el gobernar aburría a este príncipe guerrero. Lo hizo mejor cuando el Rey Viserys le
nombró Comandante de la Guardia de la Ciudad. Al descubrir que los guardias estaban mal armados
y vestidos en harapos, Daemon equipó a cada hombre con un puñal, espada corta, y porra, los

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acorazó en negra malla de anillos (con petos para los oficiales), y les dio largas capas doradas que
podrían llevar con orgullo. Desde entonces, los hombres de la Guardia de la Ciudad fueron conocidos
como los Capas Doradas.

El Príncipe Daemon asió ávidamente las actividades de los Capas Doradas, y a menudo rondaba por
las callejas de Desembarco del Rey con sus hombres. Que hizo la ciudad más ordenada, ningún
hombre podría negar, pero su disciplina era brutal. Se complacía cortando las manos de los rateros,
capando a los violadores, y cortando las narices de los ladrones, y mató a tres hombres en reyertas
callejeras durante su primer año como comandante. Pronto, el príncipe era conocido en todos los
bajos suburbios de la ciudad. Se volvió una cara familiar en las tabernas (donde bebía gratis) y
jugando en las casas de apuestas (donde siempre salía con más monedas que cuando entraba).
Aunque se folló a innumerables prostitutas en los burdeles de la ciudad, se decía que tenía una
afición especial por desflorar a las doncellas, y pronto una bailarina de Lys se volvió su favorita.
Mysaria era su nombre, aunque sus rivales y enemigos la llamaban Miseria, el Gusano Blanco.

Como el Rey Viserys no tenía ningún hijo, Daemon se consideró el heredero justo al Trono de Hierro
y codició el título de Príncipe de Rocadragón que Su Gracia se negó a concederle… pero a finales del
año 105 CA, fue llamado por sus amigos el Príncipe de la Ciudad, y por los ciudadanos el Señor del
Lecho de Pulgas. Aunque el rey no deseaba que Daemon le sucediese, seguía encariñado con su
hermano más joven y rápidamente perdonaba sus muchas ofensas. La Princesa Rhaenyra también
estaba enamorada de su tío, a pesar de que Daemon jamás le prestó atención.

Siempre que cruzaba el Mar Angosto en su dragón, a su regreso traía algún regalo exótico. El Rey
Viserys nunca exigió otro dragón después de la muerte de Balerion, ni era aficionado a las justas,
caza, o esgrima, considerando que el Príncipe Daemon le aventajaba en estas esferas, y éste
aparentaba todo lo que su hermano no era: delgado y fuerte, guerrero experto, enérgico, atrevido,
un poco más peligroso.

Aunque los orígenes de su enemistad son muy discutidos, todos están de acuerdo que Ser Otto
Hightower, la Mano del Rey, profesaba gran antipatía al hermano del rey. (Champiñón, el bufón del
rey, afirmó que la riña empezó cuando el Príncipe Daemon desfloró a Alicent, la joven hija de Ser
Otto, la futura reina, pero este cuento no tiene apoyo de ninguna otra fuente). Ser Otto había
convencido a Viserys de que le quitara el cargo de Consejero de la Moneda al Príncipe Daemon, y
luego el de Consejero de Leyes: acciones que pronto lamentó. Como Comandante de la Guardia de
la Ciudad, con dos mil hombres a sus órdenes, Daemon se volvió más poderoso que nunca.

“Bajo ningún concepto se debe permitir que el Príncipe Daemon suba al Trono de Hierro”, la Mano
le escribió a su hermano, Lord de Antigua. “Él sería un segundo Maegor el Cruel, o peor”.

Era el deseo de Ser Otto (entonces) que la Princesa Rhaenyra suceda a su padre. “Mejor el Deleite
del Reino que el Señor del Lecho de Pulgas”, escribió. No era el único que opinaba de esta manera.
No obstante, su facción enfrentó un obstáculo formidable. Si se seguía el precedente puesto por el
Gran Concilio de 101, un heredero masculino debía prevalecer sobre uno femenino. Debido a la
ausencia de un hijo de nacimiento legítimo, el hermano del rey estaba por delante de la hija del rey,
como Baelon estuvo por delante de Rhaenys en 92 CA.

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En cuanto a las propias opiniones del rey, todas las crónicas coinciden en que el Rey Viserys odiaba
la discordia. Aunque estaba lejos de ignorar las fallas de su hermano, prefería recordar al muchacho
de libre espíritu, aventurero que Daemon había sido. A menudo dijo que su hija era la gran alegría
de su vida, pero un hermano es un hermano. En varias ocasiones trató de promover la paz entre el
Príncipe Daemon y Ser Otto, pero la eterna enemistad entre ambos hombres se ocultaba debajo de
las sonrisas falsas que llevaban en la corte. Cuando fue importunado en ese asunto, Rey Viserys sólo
dijo que estaba seguro que su reina pronto le daría un hijo. Y en 105 CA, él anunció al Pequeño
Concilio y a la corte que la Reina Aemma estaba embarazada una vez más.

Durante ese mismo año fatal, Ser Criston Cole fue designado a la Guardia Real para llenar el puesto
que dejó el fallecido legendario Ser Ryam Redwyn. Ser Criston, hijo de un mayordomo al servicio de
Lord Dondarrion de Refugionegro, era un apuesto joven caballero de veintitrés años. Llamó la
atención de la corte cuando ganó la justa en Poza Doncella en honor al Rey Viserys. En los últimos
momentos de la lucha, Ser Criston logró quitar la Hermana Oscura de la mano del Príncipe Daemon
con su Estrella de la Mañana (morningstar) para el deleite de Su Gracia y la furia del príncipe.
Después, recibió el laurel de vencedor de la mano de la Princesa Rhaenyra de siete años, y rogó su
favor para llevarlo en la justa. En las justas, derrotó al Príncipe Daemon una vez más, y descabalgó
a los dos famosos mellizos Cargyll, Ser Arryk y Ser Erryk de la Guardia Real, antes de ser derrotado
por Lord Lymond Mallister.

Con sus pálidos ojos verdes, pelo negro como el carbón, y fácil encanto, pronto Cole se volvió el
favorito de todas las señoras en la corte… y de Rhaenyra Targaryen. Impresionada por los encantos
del hombre, al que llamó su caballero blanco, Rhaenyra le pidió a su padre que nombrara a Ser
Criston su propio escudo personal y protector. Su Gracia la complació en esto, como de costumbre.
Después de esto Ser Criston siempre llevó su favor en las listas y se instaló a su lado durante las
fiestas y juegos.

No mucho después de que Ser Criston se pusiera la capa blanca, el Rey Viserys invitó a Lyonel Strong,
Lord de Harrenhal, a unirse al Pequeño Concilio como Consejero de Leyes. Un hombre grande,
corpulento y calvo, Lord Strong disfrutaba de una reputación formidable como guerrero. Aquéllos
que no lo conocían a menudo lo tomaron por un bruto, confundiendo sus silencios y lentitud de
discurso por estupidez. Esto estaba lejos de ser verdad.

Lord Lyonel había estudiado en la Ciudadela en su juventud, ganando seis eslabones de su cadena,
antes de decidir que la vida de un maestre no era para él. Era instruido y sabio, con exhaustivos
conocimientos de las leyes de los Siete Reinos. Tres veces casado y tres veces viudo, el Lord de
Harrenhal trajo a la corte dos hijas solteras y dos hijos. Las chicas se volvieron las criadas de la
Princesa Rhaenyra, y su hermano mayor, Ser Harwin Strong, llamado Rompehuesos, fue designado
capitán en los Capas Doradas. El hermano más joven, Larys el Patizambo, se unió a los espías del
rey.

Así estaban los asuntos en Desembarco del Rey a finales del año 105 CA, cuando la Reina Aemma
murió en su lecho en el Torreón de Maegor, dando nacimiento al hijo que Viserys Targaryen había
deseado durante tanto tiempo. El niño (llamado Baelon, como el padre del rey) la sobrevivió solo
por un día, dejando al rey y la corte desconsolados… salvo quizás al Príncipe Daemon que fue visto

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en un burdel en la Calle de Seda, ebrio y bromeando con sus camaradas nobles sobre “el heredero
por un día.” Cuando eso llegó a los oídos del rey (la leyenda dice que fue la prostituta que estaba
sentada en el regazo de Daemon quien lo comentó, pero la evidencia sugiere que realmente fue
uno de sus ebrios compañeros, el capitán en los Capas Doradas ávido por el ascenso), Viserys se
puso lívido. Su Gracia finalmente se había hartado de este hermano ingrato y sus ambiciones.

Una vez terminado el periodo de su luto, el rey decidió rápidamente resolver el problema de la
sucesión largamente postergado. Desatendiendo los precedentes establecidos por el Rey Jaehaerys
en 92 y el Gran Concilio en 101, el Rey Viserys I declaró que su hija Rhaenyra era su heredera justa,
y la nombró Princesa de Rocadragón. En la fastuosa ceremonia en Desembarco del Rey, cientos de
señores homenajearon a Rhaenyra, cuando ella se sentó a los pies de su padre en la base del Trono
de Hierro, jurando honrar y defender su derecho a la sucesión.

Sin embargo, el Príncipe Daemon no estaba entre ellos. Furioso con el decreto del rey, el príncipe
dejó Desembarco del Rey, renunciando a su cargo en la Guardia de la Ciudad. Primero fue a
Rocadragón, llevando a su amante Mysaria con él en el lomo de su dragón Caraxes, la enjuta bestia
roja que la gente llamaba Blood Wyrm. Allí permaneció durante seis meses hasta que Mysaria parió
a un niño.

Cuando comprendió que su concubina estaba embarazada, el Príncipe Daemon le regaló un huevo
de dragón, pero fue demasiado lejos. El Rey Viserys le ordenó devolver el huevo y regresar a su
esposa legal o sería considerado traidor. El príncipe obedeció, aunque de mala gana, despachando
a Mysaria (sin el huevo) de regreso a Lys, mientras volaba a Puerta de las Runas en el Valle y hacia
la indeseable compañía de su “perra de bronce”. Pero Mysaria perdió a su hijo durante una
tormenta en el Mar Angosto. Cuando el Príncipe Daemon se enteró, no dijo nada respecto de su
pena, pero su corazón se endureció contra su hermano, el rey. Después de esto sólo habló del Rey
Viserys con desdén y empezó a pensar día y noche en la sucesión.

Aunque la Princesa Rhaenyra había sido proclamada la sucesora de su padre, muchos en el reino
todavía esperaban que Viserys podría engendrar un heredero masculino, porque el Joven Rey
todavía no había cumplido treinta años. Gran Maestre Runciter fue el primero en instar a Su Gracia
de volver a casarse, incluso presentó una opción conveniente: Lady Laena Velaryon de doce años.
Una bella doncella joven, recién florecida, Lady Laena había heredado la belleza de una verdadera
Targaryen de su madre Rhaenys y un valiente espíritu aventurero de su padre la Serpiente del Mar.
Mientras él amaba navegar, Laena amaba volar, y había exigido para ella nada menos que montar
al poderoso Vhagar, el más viejo y grande de los dragones Targaryen desde la muerte de Terror
Negro en 94 CA. Tomando a la muchacha por esposa, el rey podría sanar la grieta que se había
ensanchado entre el Trono de Hierro y Marcaderiva, Runciter señaló. Y Laena sería una reina
espléndida ciertamente.

Viserys I Targaryen no era un rey de firmes determinaciones, debe decirse; siempre amable y
ansioso por agradar, confiaba en el consejo de los hombres que le rodeaban y a menudo procedía
según sus consejos. En este caso, sin embargo, Su Gracia tenía su propia opinión, y ningún
argumento lo oscilaría de su curso. Él se casaría de nuevo, sí… pero no con una chica de doce años,

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y no por razones de estado. Otra mujer había cogido su ojo. Él anunció su intención de casarse con
Lady Alicent Hightower, la inteligente y encantadora hija de dieciocho años de la Mano del Rey, la
misma que había leído al Rey Jaehaerys cuando se estaba muriendo.

Los Hightower de Antigua eran una antigua y noble familia, de estirpe impecable; no podría haber
ninguna posible objeción a la elección del rey de su novia. Aun así hubo quienes murmuraron, que
la Mano deseaba encumbrarse, que había traído a su hija a la corte con esta perspectiva. Unos
dudaron de la virtud de Lady Alicent, sugiriendo que ella había dado su virginidad al Príncipe
Daemon y después también había dado la bienvenida al Rey Viserys en su cama, incluso antes de la
muerte de la Reina Aemma.

En el Valle, el Príncipe Daemon azotó al sirviente que le dio las noticias hasta casi matarlo, según
informes recibidos. Tampoco agradó a la Serpiente del Mar. La Casa Velaryon había sido pasada por
encima una vez más, su hija Laena fue despreciada, igual que su hijo Laenor por el Gran Concilio en
101, y su esposa por el Viejo Rey en 92 CA.

(Lady Laena se veía tranquila. “La Lady muestra mucho más interés en volar que en los muchachos”,
su maestre observó).

Cuando el Rey Viserys tomó a Alicent Hightower por esposa en 106 CA, fue notable la ausencia de
la Casa Velaryon. La Princesa Rhaenyra supervisó el banquete para su madrastra, y la Reina Alicent
la besó y la llamó “hija.” La princesa estaba entre las mujeres que desvistieron al rey y lo
acompañaron a la alcoba de su novia. Risas y amor imperaron en la Fortaleza Roja esa noche…
aunque en la Bahía de Aguasnegras, Lord Corlys, la Serpiente de Mar dio la bienvenida al hermano
del rey, el Príncipe Daemon a un concilio de guerra. El príncipe había soportado todo lo que podía
resistir del Valle de Arryn, Piedra de las Runas, y su esposa.

“La Hermana Oscura fue hecha para tareas más nobles que matar ovejas,” se informó que le había
dicho al Señor de las Mareas. “Ella tiene sed de sangre.” Pero no era rebelión, lo que el príncipe
pícaro tenía en la mente; él vio otro camino hacia el poder.

Los Peldaños de Piedra, la cadena de islas rocosas entre Dorne y las Tierras de la Discordia de Essos,
había sido durante mucho tiempo una guarida de bandidos, desterrados y piratas. Las islas eran de
poco valor, salvo por su situación, controlaban las sendas marítimas hacia el Mar Angosto, y los
buques mercantes que atravesaban esas aguas eran, a menudo, presas de sus habitantes. Todavía,
durante siglos tales depredaciones habían permanecido sin inconvenientes.

Diez años antes, sin embargo, las Ciudades Libres de Lys, Myr, y Tyrosh habían apartado sus antiguas
enemistades para hacer causa común en una guerra contra Volantis. Después de derrotar a los
Volantenes, las tres ciudades victoriosas habían entrado en una “alianza eterna” y formaron un
nuevo poder fuerte: el Triarchy, mejor conocido en Poniente como el Reino de las Tres Hijas, o, más
rudamente, las Tres Prostitutas (ese “reino” no tenía rey, gobernándose por un concilio de treinta y
tres magistrados). Una vez que Volantis se retiró de las Tierras de la Discordia, las Tres Hijas habían
vuelto su mirada hacia el oeste. Sus ejércitos, liderados por el príncipe-almirante de Myr, Craghas

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Drahar que se ganó el apodo de Craghas Crabfeeder (alimentador de cangrejos), barrieron los
Peldaños de Piedra estacando a centenares de piratas en las arenas húmedas para que se ahoguen
en la marea creciente.

La anexión de Peldaños de Piedra por el Triarchy encontró, al principio, la aprobación de los señores
de Poniente. El orden había reemplazado el caos, y si las Tres Hijas exigían un peaje de cualquier
barco que atravesaba sus aguas, parecía un precio pequeño.

No obstante, la avaricia de Craghas Crabfeeder y sus compañeros de la conquista pronto cambió los
sentimientos en su contra; el peaje fue elevado una y otra vez, poniéndose tan ruinoso, que pronto
los mercaderes que habían pagado una vez alegremente, ahora buscaron resbalarse más allá de las
galeras de Triarchy, como una vez lo hicieran de los piratas. Drahar y sus co-almirantes de Lys y
Tyroshi parecían estar rivalizando entre sí para ver quién podría demostrar la mayor avaricia. Los de
Lys fueron los más aborrecidos, porque exigieron más que monedas de los barcos de paso, tomando
a las mujeres, chicas, y jóvenes apuestos para servir en sus jardines de placer y casas de almohadas.
(Entre aquéllos esclavizados estaba Lady Johanna Swann, una sobrina de quince años de Lord de
Timón de Piedra. Cuando su infame y mezquino tío se negó a pagar el rescate, ella se vendió a una
casa de almohadas, dónde se elevó para volverse una cortesana famosa, conocida como el Cisne
Negro, y gobernante de Lys en todo, menos de nombre. Ay, su historia, a pesar de ser fascinante,
no tiene ninguna relevancia en nuestra presente historia).

De todos los señores de Poniente, ninguno sufrió tanto de estas prácticas como Corlys Velaryon,
Señor de las Mareas, cuyas flotas le habían hecho tan adinerado y poderoso como cualquier hombre
en los Siete Reinos. La Serpiente del Mar estaba determinada para acabar con la regencia de Triarchy
sobre Los Peldaños de Piedra, y en Daemon Targaryen encontró a un compañero dispuesto, ávido
por el oro y la gloría que le traería la victoria en la guerra. Eludiendo la boda del rey, pusieron sus
planes en Pleamar en la isla Marcaderiva. Lord Velaryon lideraría la flota, el Príncipe Daemon el
ejército.

Las fuerzas de las Tres Hijas los excederían en gran número… pero el príncipe también traería a la
batalla a su dragón Caraxes, el Blood Wyrm, y sus fuegos.

La batalla empezó en 106 CA. El Príncipe Daemon no tuvo dificultades en congregar un ejército de
aventureros sin tierras y segundos hijos, y ganó muchas victorias durante los primeros dos años del
conflicto. En 108 CA, cuando por fin se vio cara a cara con Craghas Crabfeeder, lo mató de un solo
tajo y lo decapitó con la Hermana Oscura.

El Rey Viserys, indudablemente complacido por haberse librado de su molesto hermano, apoyó sus
empeños con regulares infusiones de oro, y por 109 CA Daemon Targaryen y su ejército de
mercenarios y asesinos controlaron todo, salvo dos de las islas, y las flotas de la Serpiente del Mar
habían tomado firme control de las aguas entre ellas. Durante este breve momento de victoria, el
Príncipe Daemon se declaró Rey de Peldaños de Piedra y el Mar Angosto, y Lord Corlys puso una
corona en su cabeza… pero su “el reino” estaba lejos de afianzarse.

Al siguiente año, el Reino de las Tres Hijas despachó una nueva fuerza de invasión comandada por
un capitán errante Tyroshi de nombre Racallio Ryndoon, ciertamente uno de los pícaros más

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curiosos y extravagantes en los anales de historia, y Dorne se metió en la guerra aliándose con
Triarchy. La batalla se reanudó.

El Rey Viserys y su corte seguían imperturbables. Según consta en las crónicas, Su Gracia dijo:
“Dejaré a Daemon jugar a la guerra. Lo aleja de los problemas.”

Viserys era un hombre de paz, y durante estos años en Desembarco del Rey había una ronda
interminable de fiestas, bailes, y torneos, donde los bufones y cantantes anunciaron el nacimiento
de cada nuevo príncipe Targaryen. La Reina Alicent había demostrado ser tan fecunda como bonita.

En 107 CA, dio a luz un hijo saludable, nombrándolo Aegon, como el Conquistador. Dos años
después, regaló una hija para el rey, Helaena; en 110 CA, presentó a Su Gracia un segundo hijo,
Aemond, que se decía era la mitad del tamaño de su hermano mayor, pero dos veces más feroz.

Todavía la Princesa Rhaenyra continuó sentándose al pie del Trono de Hierro cuando su padre
presidia la corte, y Su Gracia empezó a traerla también a las reuniones del Pequeño Concilio. Aunque
muchos señores y caballeros buscaron su favor, la princesa sólo tenía los ojos para Ser Criston Cole,
su joven galán el escudo jurado.

“Ser Criston protege a la princesa de sus enemigos, ¿pero quién protege a la princesa de Ser
Criston?”, la Reina Alicent preguntó un día en la corte.

La amistad entre Su Gracia y su hijastra había demostrado ser efímera, para ambas.

Rhaenyra y Alicent aspiraban a ser la primera dama del reino… y aunque la reina le había dado no
uno, sino dos herederos masculinos al rey, Viserys no había hecho nada para cambiar el orden de la
sucesión. La Princesa de Rocadragón seguía siendo su heredera, con la mitad los señores de
Poniente juramentados para defender sus derechos. Aquéllos que preguntaron, “¿Qué de la
decisión del Gran Concilio de 101?”, vieron que sus palabras caían en oídos sordos. El asunto había
sido decidido, por lo menos hasta donde concernía al Rey Viserys; no era un problema que Su Gracia
deseaba volver a tratar.

Todavía, las preguntas persistieron, incluso de la misma Reina Alicent. El más insistente entre sus
partidarios era su padre, Ser Otto Hightower, la Mano del Rey. Presionado demasiado lejos respecto
del tema, en 109 CA Rey Viserys despojó a Ser Otto de su cargo y nombró en su lugar al taciturno
Lord de Harrenhal, Lyonel Strong. “Esta Mano no me intimidará con bravatas,” proclamó Su Gracia.

Incluso después de que Ser Otto había regresado a Antigua, el “grupo de la reina” todavía existía en
la corte; un grupo de poderosos señores amigos de la Reina Alicent y a favor de los derechos de sus
hijos. Contra ellos había el “grupo de la princesa.”

El Rey Viserys amaba a su esposa e hija y odiaba el conflicto y la disputa. Trataba todos los días de
mantener la paz entre sus mujeres y favoreciendo a ambas con regalos y oro y honores. Durante el
tiempo que gobernó, mantuvo el equilibrio, los banquetes y torneos como antes, y la paz prevaleció
a lo largo del reino… aunque había algunos, de vista aguda, quiénes observaron a los dragones de
una parte chasqueando y escupiendo llamas a los dragones de la otra parte.

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En el año 111 AC, se celebró un gran torneo en Desembarco del Rey por el quinto aniversario de
bodas del rey y la reina Alicent. En el banquete inaugural, la reina lució un vestido verde, mientras
que la princesa iba llamativamente vestida en el rojo y negro de los Targaryen. Esto no pasó
desapercibido, y desde ese momento se convirtió en costumbre referirse a los “verdes” y los
“negros” al hablar del bando de la reina y el de la princesa, respectivamente. En el propio torneo,
los negros salieron bastante mejor parados cuando Ser Criston Cole, que llevaba el favor de la
princesa Rhaenyra, derrotó a todos los paladines de la reina, incluyendo a dos de sus primos y a su
hermano pequeño, Ser Gwayne Hightower.

Todavía había un hombre allí quién no vestía de verde, ni negro, sino oro y plata. El Príncipe Daemon
había vuelto a la corte finalmente. Llevando una corona y llamándose el Rey del Mar Angosto,
apareció sin ser anunciado en el cielo sobre Desembarco del Rey en su dragón, rodeando tres veces
las tierras del torneo… pero cuando por fin aterrizó, se arrodilló ante su hermano y ofreció a su
corona como prueba de amor y lealtad. Viserys le devolvió la corona y besó Daemon en ambas
mejillas, otorgándole la bienvenida a casa, y los señores y el pueblo llano saludaron alegre y
estrepitosamente, cuando los hijos del Príncipe Baelon Targaryen se reconciliaron. Entre esas
ovaciones la más alborozada era la de la Princesa Rhaenyra que se emocionó por el retorno de su
tío favorito y le pidió que se quedara un rato.

El Príncipe Daemon permaneció en la ciudad durante seis meses, e incluso reasumió su asiento en
el Pequeño Concilio, pero ni la edad, ni el destierro habían cambiado su naturaleza. Pronto Daemon
se unió de nuevo con sus antiguos compañeros los Capas Doradas y retornó a los establecimientos
a lo largo de la Calle de Seda, dónde había sido un patrocinador estimado. Aunque trató a la Reina
Alicent con toda la cortesía debido su posición, no existía ni rastro de calidez entre ellos, y se dijo
que el príncipe era notablemente indiferente con sus niños, sobre todo con sus sobrinos Aegon y
Aemond, cuyos nacimientos lo había empujado aún más abajo en la línea de sucesión.

La Princesa Rhaenyra era una cuestión diferente. Daemon se pasó largas horas en su compañía,
esclavizándola con cuentos de sus aventuras y batallas. Le regaló perlas y sedas y libros y una tiara
de jade, diciendo que había pertenecido a la Emperatriz de Leng; le leía poemas, cenaba con ella,
navegada con ella; la entretuvo imitando a los verdes en la corte, burlándose de la Reina Alicent y
sus niños. Alabó su belleza, declarando que era la doncella más hermosa en todos los Siete Reinos.
Tío y sobrina empezaron a volar casi a diario con Syrax y Caraxes, en carreras hacia Rocadragón.

Aquí nuestras fuentes divergen. El Gran Maestre Runciter dice que los hermanos riñeron de nuevo,
y el Príncipe Daemon partió de Desembarco del Rey para regresar a los Peldaños de Piedra y sus
guerras. No menciona la causa de la riña. Otros afirman que fue la Reina Alicent quien instó a Viserys
que alejara a Daemon. Pero el Septon Eustace y Champiñón relatan otro cuento… o más bien, dos
cuentos. Eustace, el menos lúbrico de los dos, escribió que el Príncipe Daemon sedujo a su sobrina,
la princesa, y tomó su virginidad. Cuando los amantes fueron descubiertos en la cama juntos, y
conducidos ante el rey, Rhaenyra insistió que ella estaba enamorada de su tío y solicitó a su padre
la licencia para contraer matrimonio. El Rey Viserys no quiso oír hablar de esto, sin embargo, y
recordó a su hija que el Príncipe Daemon ya tenía una esposa. En su furia, mandó confinar a su hija
en sus aposentos, y ordenó a su hermano que partiera, y que ambos jamás deberían hablar de lo
que había pasado.

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El cuento relatado por Champiñón es mucho más depravado. Según el enano, era a Ser Criston Cole
a quien la princesa anhelaba, no al Príncipe Daemon, pero Ser Criston era un verdadero caballero,
noble y casto y atento a sus votos, y aunque él estaba en su compañía día y noche, nunca hizo algo
más que besarla, incluso nunca dijo que la amaba.

“Cuando te mira, ve a la chica pequeña que eras, no a la mujer que te has vuelto,” le dijo Daemon a
su sobrina, “pero yo puedo enseñarte cómo hacer que te vea como una mujer.”

Empezó dándole lecciones de besos, afirma Champiñón. De allí el príncipe siguió mostrándole a su
sobrina donde era mejor tocar a un hombre para producirle placer: un ejercicio que a veces
involucró al mismo Champiñón y su supuestamente enorme miembro. Daemon instruyó a la chica
en cómo debía desvestirse de manera incitante, amasando sus tetas para hacerlas más sensibles, y
voló con ella en el lomo del dragón a las desoladas rocas en la Bahía de Aguasnegras, dónde - sin ser
inadvertidos - se desnudaban y la princesa podría practicar el arte de darle placer a un hombre con
su boca. Por la noche él la sacaba de contrabando de sus cuartos vestida como un escudero y la
conducía a los burdeles en la Calle de Seda, dónde la princesa podría observar a los hombres y
mujeres en el acto de amor, y aprender “las artes femeninas” de las rameras de Desembarco del
Rey.

Champiñón no dice cuánto tiempo continuaron estas lecciones, pero el Septon Eustace difiere, él
insiste que la Princesa Rhaenyra seguía siendo doncella, porque ella deseaba conservar su inocencia
como un regalo para su amado. Pero cuando por fin ella se acercó al “caballero blanco”, usando
todo lo que había aprendido, Ser Criston se horrorizó y la rechazó con desprecio.

La historia completa se difundió pronto, gracias a Champiñón. El Rey Viserys se negó a creer una
palabra al principio, hasta que el propio Príncipe Daemon confirmara que la historia era cierta.
“Dame a la chica por esposa,” supuestamente le dijo a su hermano. “¿Quién la tomaría ahora?” En
cambio el Rey Viserys lo envió al destierro, decretando que nunca debería retornar a los Siete Reinos
so pena de muerte. (Lord Strong, la Mano del Rey, argumentó que el príncipe debía ser
inmediatamente asesinado como traidor, pero el Septon Eustace recordó a Su Gracia que ningún
hombre es tan maldito como el que asesina a los de su propia sangre).

En consecuencia, estas cosas son ciertas. Daemon Targaryen regresó a los Peldaños de Piedra y
reasumió su lucha por esas rocas yermas barridas por las tormentas. El Gran Maester Runciter y Ser
Harrold Westerling, Lord Comandante de la Guardia Real, ambos murieron en 112 CA. Ser Criston
Cole fue nombrado Lord Comandante de la Guardia Real en el lugar de Ser Harrold, y los
archimaestres de la Ciudadela enviaron al Maester Mellos a la Fortaleza Roja para asumir la cadena
del Gran Maestre y deberes. De todos modos, Desembarco del Rey volvió a su tranquilidad de
costumbre durante dos años… hasta 113 CA, cuando la Princesa Rhaenyra cumplió dieciséis, tomó
posesión de Rocadragón como su propia sede, y se casó.

Mucho antes de que cualquier hombre tuviera algún motivo para dudar de su inocencia, la cuestión
de elegir a un consorte conveniente para Rhaenyra había sido la preocupación del Rey Viserys y su
concilio. Grandes señores y briosos caballeros aleteaban alrededor de ella, como polillas alrededor
de la llama, rivalizando por su favor. Cuando Rhaenyra visitó el Tridente en 112, los hijos de Lord
Bracken y Lord Blackwood se batieron en duelo por ella, y el hijo más joven de la Casa Frey fue aún

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más osado pidiendo su mano abiertamente (Frey el Tonto, fue llamado después de esto). En el oeste,
Ser Jason Lannister y su gemelo Ser Tyland rivalizaron por ella durante un banquete en Roca
Casterly. Los hijos de Lord Tully de Aguasdulces, Lord Tyrell de Altojardin, Lord Oakheart de Roble
Viejo, y Lord Tarly de Colina Cuerno cortejaron a la princesa, igual que el hijo mayor de la Mano, Ser
Harwin Strong. Su apodo era Breakbones (Rompehuesos), era el heredero de Harrenhal y afirmaba
ser el hombre más fuerte en los Siete Reinos. Viserys incluso mencionó la boda de Rhaenyra con el
Príncipe de Dorne, como una manera de atraer a los dornienses al reino.

La Reina Alicent tenía su propio candidato: su mayor hijo, el Príncipe Aegon, el medio hermano de
Rhaenyra. Pero Aegon era un niño, la princesa diez años mayor. Es más, ambos medios hermanos
nunca se habían llevado bien. “Razón de más para unirlos en matrimonio,” la reina argumentó.
Viserys no estaba de acuerdo. “El muchacho lleva la sangre de Alicent,” le dijo a Lord Strong. “Ella
lo quiere en el trono.”

La mejor opción, finalmente convenida entre el rey y el Pequeño Concilio, sería el primo de
Rhaenyra, Laenor Velaryon. Aunque el Gran Concilio de 101 se había decretado en contra de su
reclamación, el chico Velaryon seguía siendo el nieto del Príncipe Aemon Targaryen, bendita su
memoria, y el bisnieto del Viejo Rey, con sangre de dragón en ambos lados de su progenie. Tal pareja
uniría y fortalecería la sangre real y recobraría la amistad de la Serpiente del Mar con su poderosa
flota con el Trono de Hierro. Una objeción fue elevada: Laenor Velaryon, de diecinueve años nunca
había mostrado algún interés en las mujeres. En cambio se rodeaba de guapos escuderos de su
propia edad y se decía que prefería su compañía. Pero el Gran Maestre Mellos alejó esa
preocupación con la mano. “¿Y qué?” se supone que ha dicho. “No me agrada el pescado, pero
cuando es servido, me lo como.” Así fue decidido.

El Rey y el Concilio habían omitido consultar a la princesa, sin embargo, Rhaenyra había demostrado
ser la hija de su padre, con sus propias nociones sobre con quien deseaba casarse. La princesa sabía
mucho y más sobre Laenor Velaryon y no deseaba ser su novia.

“Mis medio hermanos serían más apropiados para él,” le dijo al rey (la princesa siempre se cuidó de
referirse a los hijos de la reina Alicent como medio hermanos, nunca como hermanos). Y aunque Su
Gracia razonó con ella, le imploró, le gritó, y la llamó hija ingrata, ninguna palabra suya logró
convencerla… hasta que el Rey planteara la cuestión de la sucesión. Lo que un rey había hecho, un
rey podría deshacer, señaló Viserys. Ella se casaría tal como ordenó, o nombraría como su heredero
a su medio hermano Aegon en su lugar. Entonces la princesa dio su aquiescencia.

El Septon Eustace dice que ella se arrodilló y rogó por su perdón, Champiñón afirma que ella discutió
con su padre. Pero ambos están de acuerdo que al final ella consintió casarse.

Y aquí de nuevo nuestras fuentes difieren. Esa noche, Septon Eustace informa, que Ser Criston Cole
se introdujo en la alcoba de la princesa para confesarle su amor. Le dijo a Rhaenyra que él tenía un
barco aguardando en la bahía y le pidió que huyera con él al otro lado del Mar Angosto. Se casarían
en Pentos o Tyrosh o Antigua Volantis, dónde no incumbían las órdenes de su padre, y a nadie
importaría que él hubiera traicionado sus votos como un miembro de la Guardia Real. Su proeza con
la espada y daga eran tales, que no dudaba que pudiera entrar en servicio de algún príncipe
mercantil. Pero Rhaenyra se negó. Era la sangre de dragón, le recordó, y nació para mucho más que

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vivir como la esposa de un vulgar mercenario. ¿Y si podía despreciar sus votos como Guardia Real,
por qué los votos matrimoniales significarían más para él?

Champiñón relata un cuento muy diferente. En su versión, era la Princesa Rhaenyra quien fue a Ser
Criston, no él a ella. Lo encontró en la Torre de la Espada Blanca, cerró la puerta, y se quitó su capa
para revelar su desnudez. “Conservé mi virginidad para ti,” le dijo. “Tómala, como prueba de mi
amor, ahora. Significará poco o nada para mi novio, y quizás cuando él comprenda que no soy casta
podría rechazarme.”

Todavía, a pesar de toda su belleza, sus súplicas cayeron en los oídos sordos de Ser Criston, un
hombre de honor y fiel a sus votos. Desdeñada y furiosa, la princesa se puso su capa y salió afuera,
en la noche… donde por casualidad se encontró con Ser Harwin Strong, que volvía de una noche de
juerga en los guisados de la ciudad. Breakbones había deseado a la princesa durante mucho tiempo
y no había tenido ninguno de los escrúpulos de Ser Criston. Así que fue él quien tomó la inocencia
de Rhaenyra, derramando su sangre de doncella en la espada de su masculinidad… según
Champiñón que afirma haberlos encontrado en la cama por la mañana.

Como quiera que pasara, desde ese día en adelante, el amor que Rhaenyra Targaryen había sentido
por Ser Criston Cole se volvió aborrecimiento, y el hombre que había sido hasta entonces el
compañero constante de la princesa y su campeón, se volvió el más amargo de sus enemigos.

No mucho tiempo después de esto, Rhaenyra navegó hacia Marcaderiva, acompañada por sus
criadas (dos de ellas eran las hijas de la Mano y hermanas de Ser Harwin); el bufón Champiñón y su
nuevo campeón, el mismísimo Breakbones.

En 114 CA, Rhaenyra Targayen, Princesa de Rocadragón, tomó por esposo a Ser Laenor Velaryon
(armado caballero una quincena antes de la boda, ya que se juzgó necesario que el príncipe consorte
sea un caballero). La novia contaba diecisiete años, el novio veinte, y todos estaban de acuerdo que
formaban una guapa pareja. El banquete de boda se celebró durante siete días de fiestas y justas.

Entre los competidores se encontraban los hermanos de la Reina Alicent, cinco Hermanos Jurados
de la Guardia Real, Breakbones, y el favorito del novio, Ser Joffrey Lonmouth, conocido como el
Caballero de Besos. Cuando Rhaenyra otorgó su lazo a Ser Harwin, su nuevo marido se rió y dio uno
de suyos propios a Ser Joffrey.

Ser Criston Cole se cambió al bando de la Reina Alicent. A su Gracia le complació concederle su favor.
Llevando su símbolo, el joven Lord Comandante de la Guardia Real derrotó a todos los retadores,
luchando con furia negra. Dejó a Breakbones con una clavícula rota y un codo destrozado (lo que
indujo a Champiñón llamarle Brokenbones después de esto), pero fue el Caballero de Besos quien
sintió la parte más plena de su furia. El arma favorita de Cole era el morningstar, y los golpes que
llovió sobre el campeón de Ser Laenor hicieron crujir su yelmo y lo dejaron inconsciente en el barro.
Llevado ensangrentado del campo, Ser Joffrey murió seis días después sin recuperar la conciencia.
Champiñón relató que Ser Laenor pasó todas las horas de esos días al lado de su cama y lloró
amargamente cuando se murió.

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El Rey Viserys también estaba bastante furioso; una celebración alegre se había vuelto la ocasión de
pesar y recriminación. Se dice que la Reina Alicent no compartió su disgusto, sin embargo; poco
después, ella le pidió a Ser Criston Cole ser su protector personal. La frialdad entre la esposa del rey
y la hija del rey era muy visible; incluso los invitados de Las Ciudades Libres tomaron nota de ello en
las cartas enviadas a Pentos, Braavos, y Antigua Volantis.

Después de esto, Ser Laenor regresó a Marcaderiva, dejando muchas preguntar de si su matrimonio
habría sido consumado alguna vez. La princesa permaneció en la corte, rodeada por sus amigos y
admiradores.

Ser Criston Cole no estaba entre ellos, después de haberse integrado completamente al grupo de la
reina, los verdes; pero el voluminoso y temible Breakbones (o Brokenbones, como lo llamaba
Champiñón) ocupó su lugar, volviéndose la cabeza de los negros, siempre al lado de Rhaenyra en
los banquetes y bailes y caza. Su marido no elevó ninguna objeción. Ser Laenor prefirió las
comodidades de Pleamar, dónde pronto encontró un nuevo favorito en un caballero de la casa
llamado Ser Qarl Correy.

Después de esto, aunque se unía con su esposa en los importantes eventos de la corte, dónde su
presencia era esperada, Ser Laenor pasó la mayoría de sus días lejos de la princesa. Septon Eustace
dice que ellos compartieron la cama no más de una docena de veces. Champiñón concuerda, pero
agrega que menudo Qarl Correy compartió esa cama también; despertando a la princesa para
observar a los hombres retozando entre sí – él cuenta – y de vez en cuando ambos la incluían en
sus placeres. Todavía Champiñón se contradice, pues en otra parte afirma que la princesa dejaba a
su marido con su amante en esas noches y buscaba su propio solaz en los brazos de Harwin Strong.
Cualquiera sea la verdad de estos cuentos, pronto fue anunciado que la princesa estaba
embarazada.

Nacido en 114 CA, el niño era grande, fuerte, con el pelo marrón, ojos castaños, y una nariz
respingona (Ser Laenor tenía la nariz aguileña, pelo blanco plateado, y ojos purpúreos que
denotaban su sangre de Valyria). Laenor quería nombrar al niño Joffrey, pero su padre, Lord Corlys,
se opuso. En cambio al niño se le dio el nombre tradicional de Velaryon: Jacaerys (los amigos y
hermanos lo llamarían Jace).

La corte todavía estaba regocijándose con el nacimiento del niño de la princesa, cuando su
madrastra, la Reina Alicent, también entró en la labor, entregando a Viserys su tercer hijo, Daeron…
cuyos colores, al contrario de Jace, testificaron su sangre de dragón.

Por la orden real, los infantes Jacaerys Velaryon y Daeron Targaryen compartieron una nodriza hasta
que fueron destetados. Fue dicho que el rey esperaba prevenir cualquier enemistad entre los dos
chavales volviéndolos hermanos de leche. En ese caso, sus esperanzas demostraron ser tristemente
infundadas.

Un año después, en 115 CA, sobrevino un evento trágico, de la clase que forma el destino de los
reinos: “la perra de bronce” de Piedra de las Runas, Lady Rhea Royce, se cayó de su caballo mientras
practicaba cetrería y estrelló su cráneo en una roca. Tardó nueve días antes de sentirse bastante
mejor para finalmente dejar su cama… sólo para derrumbarse y morir en una hora. Un cuervo se

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envió debidamente a Bastión de Tormentas, y Lord Baratheon despachó a un mensajero por barco
a Roca de Sangre, dónde el Príncipe Daemon todavía estaba tratando de defender su magro reino
contra los hombres de Triarchy y sus aliados de Dorne.

Daemon voló en seguida al Valle. “Para poner a mi esposa en su reposo,” dijo, aunque pareciera que
abrigaba la esperanza de reclamar sus tierras, castillos, e ingresos. En eso falló; La Puerta de Runas
pasó en cambio al sobrino de Lady Rhea, y cuando Daemon apeló en el Nido de Águilas, no sólo su
demanda fue rechazada, sino que Lady Jeyne le advirtió que su presencia en el Valle no era
bienvenida.

Después, volando de regreso hacia los Peldaños de Piedra, el Príncipe Daemon aterrizó en
Marcaderiva para hacer una visita de cortesía a su antiguo compañero en la conquista, la Serpiente
del Mar, y la Princesa Rhaenys.

Pleamar era uno de los pocos lugares en los Siete Reinos dónde el hermano del rey podría estar
seguro de no ser rechazado. Allí su mirada cayó en Laena, la hija de Lord Corlys, doncella de veintidós
años, alta, esbelta, y absolutamente encantadora (incluso Champiñón se deleitó con su belleza,
escribiendo que ella “era casi tan bonita como su hermano”), con una gran melena con anillos de
plata y oro cayendo más allá de su cintura. Laena había sido la prometida a la edad de doce a un
hijo del Señor de Mar de Braavos… pero el padre había muerto antes de que ellos pudieran casarse,
y el hijo pronto demostró ser manirroto y necio, malgastando la riqueza y poder de su familia antes
de ir a Marcaderiva. A falta de un medio elegante para librarse del compromiso, pero reacio a
proseguir con el matrimonio, Lord Corlys había pospuesto la boda repetidamente.

Los juglares nos harían creer que el Príncipe Daemon se enamoró de Laena. Los hombres con una
inclinación más cínica creen que el príncipe la vio como una manera de controlar su propio descenso.
Una vez considerado como el heredero de su hermano, había bajado en la línea de sucesión, y ni los
verdes, ni los negros tenían un lugar para él… pero la Casa Velaryon era bastante poderosa como
para desafiar ambas partes con impunidad. Cansado de los Peldaños de Piedra, y libre por fin de su
“perra de bronce,” Daemon Targaryen le pidió la mano de su hija a Lord Corlys en matrimonio.

El desterrado novio de Braavos seguía siendo un impedimento, pero no por mucho tiempo; Daemon
se burló de él tan salvajemente en su cara, que el chico no tuvo otra alternativa que retarlo para
que defienda sus palabras con acero. Armado con Hermana Oscura, el príncipe hizo una breve faena
con su rival, y se casó con Lady Laena Velaryon una quincena después, abandonando su reino y la
dura tarea de escarbar en los Peldaños de Piedra. (Otros cinco hombres le siguieron como los Reyes
del Mar Angosto, hasta la breve y sangrienta historia de ese salvaje “reino” mercenario, que acabó
para el bien de todos).

El Príncipe Daemon supo que a su hermano no le placería oír de su nuevo matrimonio.


Prudentemente, el príncipe y su nueva novia se alejaron de Poniente poco después de la boda,
cruzando el Mar Angosto en sus dragones. Algunos dijeron que volaron a Valyria, desafiando la
maldición que colgaba encima de ese baldío humeante, para descubrir los secretos de los señores
dragón del Antiguo Feudo Franco. La verdad era menos romántica. El Príncipe Daemon y Lady Laena

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volaron primero a Pentos, dónde fueron agasajados por el príncipe de la ciudad. El Pentoshi temía
el creciente poder de Triarchy al sur y vio en Daemon un valioso aliado contra las Tres Hijas. De allí,
el príncipe y su novia cruzaron hacia Antigua Volantis, dónde disfrutaron de la cálida bienvenida
similar. Luego volaron a Rhoyne, a Qohor y Norvos. En esas ciudades, muy distantes de las penas de
Poniente y el poder de Triarchy, su bienvenida era menos arrebatada. Sin embargo, en todas partes,
grandes muchedumbres volteaban al vislumbrar a Vhagar y Caraxes.

Los jinetes de dragones estaban una vez más en Pentos, cuando Lady Laena supo que esperaba un
hijo. Evitando el extenso vuelo, el Príncipe Daemon y su esposa se establecieron en una casa fuera
de los muros de la ciudad como invitados de un magistrado de Pentos, hasta el nacimiento del bebé.

Entretanto, en Poniente, la Princesa Rhaenyra había dado a luz al segundo hijo por el año 115 CA. El
niño se nombró Lucerys (Luke). Septon Eustace nos dice que Ser Laenor y Ser Harwin estaban al lado
de la cama de Rhaenyra esperando el nacimiento. Como su hermano Jace, Luke tenía ojos castaños
y el pelo marrón, en lugar del plateado de los príncipes Targaryen, pero era un niño grande y lozano,
y el Rey Viserys estaba encantado con él, cuando el niño fue presentado en la corte. Estos
sentimientos no eran compartidos por su reina.

“Siga intentando,” le dijo la Reina Alicent a Ser Laenor. “Quizás puede conseguir que uno se le
parezca.”

Y la rivalidad entre los verdes y negros se acrecentó, alcanzando el punto finalmente, cuando reina
y princesa escasamente podían soportarse. Después de esto la Reina Alicent permaneció en la
Fortaleza Roja de Desembarco del Rey, mientras la princesa pasaba sus días en Rocadragón con su
campeón, Ser Harwin Strong. Se decía que su marido, Ser Laenor, la visitaba “frecuentemente”.

En 116 CA, en la Ciudad Libre de Pentos, Lady Laena dio nacimiento a gemelas, las primeras hijas
legítimas de Daemon Targaryen. El príncipe nombró a las niñas Baela (como su padre) y Rhaena
(como su madre). Cuando ellas cumplieron seis meses, las niñas y su madre navegaron a
Marcaderiva, mientras Daemon voló al frente con ambos dragones.

De Pleamar, envió un cuervo a Desembarco del Rey, informando al rey del nacimiento de sus
sobrinas y solicitando la licencia para presentar a las niñas en la corte y recibir una bendición real.
Aunque su Mano y el Pequeño Concilio argumentaron acaloradamente en contra, Viserys consintió,
porque el rey todavía amaba al hermano, que había sido el compañero de su juventud. “Daemon
ahora es un padre,” le dijo al Gran Maestre Mellos. “Él habrá cambiado”.

Así fue como los hijos de Baelon Targaryen se reconciliaron por segunda vez.

En 117 CA, en Rocadragón, la Princesa Rhaenyra parió otro hijo. Por fin, a Ser Laenor se le permitió
darle el nombre de su amigo caído, Ser Joffrey Lonmouth. Joffrey Velaryon era tan grande y
saludable, de cara roja, como sus hermanos, igual que ellos, tenía el pelo marrón, ojos castaños, y
rasgos que algunos en la corte llamaron ordinarios. Los susurros empezaron de nuevo. Los verdes
creían firmemente que el padre de los hijos de Rhaenyra no era su marido Laenor, sino su campeón,
Harwin Strong.

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Cualquiera sea la verdad de estas alegaciones, no existía nunca ninguna duda de que el Rey Viserys
todavía consideraba que su hija le seguiría en el Trono de Hierro, y sus hijos la seguirían a su vez.
Por el decreto real, cada uno de los chicos Velaryon recibió un huevo de dragón en la cuna. Aquéllos
que dudaron de la paternidad de los hijos de Rhaenyra susurraron que los huevos nunca saldrían
del cascarón, pero el nacimiento a su vez de tres los jóvenes dragones, desmintieron sus palabras.
Los pequeños dragones se nombraron Vermax, Arrax, y Tyraxes.

Y Septon Eustace nos dice que Su Gracia sentaba a Jace en sus rodillas en el Trono de Hierro, mientas
presidia la corte, y se oyó cuando dijo, “Un día éste será tu asiento, niño”.

El parto exigió su precio en la princesa; el peso que Rhaenyra acrecentó durante sus embarazos,
nunca la dejó completamente, y cuando nació el niño más joven, ella se había vuelto robusta y
gruesa de cintura; la belleza de su niñez de fue marchitando, aunque solo contaba con veinte años.
Según Champiñón, esto sólo sirvió para ahondar su resentimiento contra su madrastra, pues la
Reina Alicent permanecía delgada y elegante con casi el doble de su edad.

Los pecados de los padres a menudo se transfieren a los hijos, los hombres sabios han dicho; y para
el caso, también los pecados de las madres. La enemistad entre la Reina Alicent y la Princesa
Rhaenyra pasó a sus hijos, y los tres hijos de la reina, los Príncipes Aegon, Aemond, y Daeron,
crecieron siendo amargos rivales de sus sobrinos Velaryon, resentidos por haberles robado lo que
consideraban su primogenitura: el propio Trono de Hierro. Aunque los seis muchachos asistían a las
mismas fiestas, bailes, y juegos, y a veces entrenaban juntos en el patio con los mismos maestros
de armas y estudiaban con los mismos maestres, el encierro sólo sirvió para alimentar su antipatía
mutua en lugar de ligarlos como hermanos.

Aunque la Princesa Rhaenyra sentía antipatía por su madrastra la Reina Alicent, se encariñó más y
más con su cuñada Lady Laena. Así que con Marcaderiva y Rocadragón tan cercanos, Daemon y
Laena visitaron a menudo a la princesa, y ella a ellos. Muchas veces volaban juntos en sus dragones,
y Syrax, “ella-dragón” de la princesa, produjo varias nidadas de huevos. Rhaenyra anunció los
esponsales de sus dos mayores hijos con las hijas del Príncipe Daemon y Lady Laena en 118 CA, con
la bendición del Rey Viserys. Jacaerys tenía cuatro y Lucerys tres, las chicas dos. Y en 119 CA, cuando
Laena anunció que esperaba de nuevo un hijo, Rhaenyra voló a Marcaderiva para asistirla durante
el parto.

Y entonces la princesa estaba al lado de su cuñada en el tercer día de ese maldito año 120 CA, el
año de la Primavera Roja. Después de un día y una noche de labor de Laena Velaryon se tornó pálida
y débil, pero finalmente nació el hijo que el Príncipe Daemon tanto deseaba; pero el bebé era torcido
y malformado, y murió dentro de una hora. Su madre no le sobrevivió durante mucho tiempo. Su
fatigosa labor había agotado todas las fuerzas de Lady Laena, y la congoja la aminoró aún más,
debilitándola, antes del ataque de fiebre de postparto.

Como su condición se empeoraba firmemente, a pesar de los mejores esfuerzos del joven maestre
de Marcaderiva, el Príncipe Daemon voló a Rocadragon y regresó con el maestre de la Princesa
Rhaenyra, un hombre mayor y experimentado, famoso por sus habilidades como sanador.

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Tristemente, el Maestre Gerardys vino demasiado tarde. Después de tres días de delirio, Lady Laena
murió a la edad de veintisiete. En su hora final – se comentó – Lady Laena bajó de su cama y salió
del cuarto, e intentó localizar a Vhagar para poder volar una última vez antes de morir. No obstante,
sus fuerzas le fallaron en la escalera de la torre, y fue allí donde se derrumbó y murió. Su marido, el
Príncipe Daemon, la llevó de regreso a su cama. Después, la Princesa Rhaenyra se sentó con él
durante la vigilia junto al cadáver de Lady Laena y lo confortó en su dolor.

La muerte de Lady Laena fue la primera tragedia de 120 CA, pero no sería la última. Sería el año
cuando muchas de las tensiones y celos largamente fermentados a fuego lento, que habían plagado
los Siete Reinos, finalmente llegaron al punto de hervor; un año cuando muchos tendrían motivos
para lamentarse y rasgarse las vestiduras… aunque ninguno más que la Serpiente del Mar, Lord
Corlys Velaryon, y su noble esposa, la Princesa Rhaenys, quién podría haber sido una reina.

El Señor de las Mareas y su señora todavía estaban lamentando la pérdida de su querida hija, cuando
el Desconocido vino de nuevo, para llevarse a su hijo. Ser Laenor Velaryon, el marido de la Princesa
Rhaenyra y el padre putativo de sus niños, fue asesinado mientras asistía a una feria en Spicetown,
apuñalado a muerte por su amigo y compañero Ser Qarl Correy. Los dos hombres habían estado
riñendo antes de que aparecieran las dagas, le dijeron los mercaderes de la feria a Lord Velaryon
cuando vino para recoger el cuerpo de su hijo. Por entonces Correy había huido, hiriendo a varios
hombres que intentaron impedirlo. Algunos afirmaron que en la costa un barco había estado
esperando a por él. Nunca fue visto de nuevo.

Las circunstancias del asesinato siguen siendo un misterio hasta el momento. Gran Maestre Mellos
sólo escribió que Ser Laenor fue asesinado por uno de sus propios caballeros de la casa después de
una pelea. Septon Eustace nos proporciona el nombre del asesino, y declara que los celos eran el
motivo del asesinato; Laenor Velaryon se había cansado del compañerismo de Ser Qarl y se había
enamorado de un nuevo favorito, un joven y guapo escudero de dieciséis. Aparecieron y se
desarrollaron rápidamente, como siempre, teorías más siniestras, sugiriendo que el Príncipe
Daemon le pagó a Qarl Correy para disponer del marido de la Princesa Rhaenyra, lo subió a un barco
para llevarlo lejos, entonces le cortó la garganta y lo arrojó al mar.

Un caballero de la casa de nacimiento relativamente bajo, Correy fue conocido por tener apetencias
de un lord y la bolsa de un campesino, y se dijo que era despilfarrador además, apostando sumas
extravagantes, que presta una cierta creencia a la necia versión de los eventos. No había ninguna
prueba, ni entonces, ni ahora, aunque la Serpiente del Mar ofreció un premio de diez mil dragones
de oro para cualquier hombre que podría llevarlo a Ser Qarl Correy, o podría entregar al asesino
para la venganza de un padre.

Ni siquiera éste era el fin de las tragedias que marcarían ese año terrible. La siguiente ocurrió en
Pleamar después del entierro de Ser Laenor, cuando el rey y su corte llegaron a Marcaderiva para la
pira fúnebre, muchos en la espalda de sus dragones. (Tantos dragones estaban presentes, que
Septon Eustace escribió que Marcaderiva se había vuelto la nueva Valyria).

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Todos conocen la crueldad de niños. El Príncipe Aegon Targaryen tenía trece años, la Princesa
Helaena doce, el Príncipe Aemond diez, y el Príncipe Daeron seis. Aegon y Helaena eran jinetes de
dragones. Helaena voló en Dreamfyre, ella-dragón que había llevado a Rhaena una vez, “la novia
negra” de Maegor el Cruel, mientras que su hermano Aegon montaba al joven Sunfyre, que era el
dragón más bonito sobre la tierra. Incluso el Príncipe Daeron tenía un dragón, el bonito ella-dragón
azul llamado Tessarion, aunque tenía que montarlo todavía. Sólo el Príncipe Aemond, permanecía
sin dragón, pero Su Gracia tenía esperanzas de rectificar eso, y esperaba que quizás la corte pudiera
permanecer en Rocadragón después de los entierros. Podría encontrarse una abundancia de huevos
de dragón debajo del Monte Dragón, y varios dragones recién nacidos también. El Príncipe Aemond
podría tener su oportunidad “si el muchacho es bastante valiente”.

Aemond Targaryen, incluso a los diez, no carecía de valentía. La burla del rey picó, y él resolvió no
esperar a por Rocadragón. ¿Para qué querría algún endeble dragoncillo, o algún tonto huevo?

Justo allí en Pleamar había un dragón digno de él: Vhagar, el dragón más viejo, más grande, más
terrible del mundo. Incluso para un hijo de la Casa Targaryen, siempre existe el peligro de acercarse
a un dragón extraño, particularmente un dragón viejo, de mal genio, que había perdido a su jinete
recientemente. Su padre y madre nunca le permitirían acercarse a Vhagar, Aemond lo sabía. Así que
se aseguró de que no lo supieran, saliendo de su cama al alba, mientras todavía dormían y bajó al
gran patio exterior, adónde alimentaban a Vhagar y los otros dragones en los establos. El príncipe
había esperado montar a Vhagar en secreto, pero cuando se deslizó hacia el dragón, la voz de un
chico sonó. “¡Apártate de ella!”

La voz pertenecía al más joven de sus medios sobrinos, Joffrey Velaryon, un muchacho de tres.
Siempre inquieto, Joff había salido furtivamente de su cama para ver a su propio joven dragón
Tyraxes. Asustado que el muchacho levantara la alarma, el Príncipe Aemond lo abofeteó, gritando
que debía callarse, entonces lo empujó hacia atrás en un montón de mierda de dragón. Cuando Joff
empezó a gritar, Aemond corrió hacia Vhagar y trepó en su espalda.

Después él diría que tuvo tanto miedo de ser cogido, que se olvidó de asustarse de ser quemado y
comido.

Llámelo intrepidez, llámelo locura, llámelo suerte o la voluntad de los dioses, o el capricho de los
dragones. ¿Quién puede conocer a la mente de tal bestia? Nosotros sabemos esto: Vhagar rugió, se
alzó tambaleándose en sus pies, se agitó violentamente… entonces destrozó sus cadenas, y voló. Y
el chico, el príncipe Aemond Targaryen, se volvió jinete de dragón, volando dos veces alrededor de
las torres de Pleamar antes de bajar.

Pero cuando aterrizó, los hijos de Rhaenyra estaban esperando a por él.

Joffrey había corrido para llamar a sus hermanos cuando Aemond tomó el cielo, y Jace y Luke habían
acudido a su llamada. Los príncipes Velaryon eran jóvenes—Jace de seis, Luke de cinco, Joff de tres—
pero eran tres, y se habían armado con las espadas de madera del patio de entrenamiento. Ahora
cayeron sobre él con furia. Aemond luchó, rompiendo la nariz de Luke con un golpe, le quitó la
espada a Joff, crujiéndola en la nuca de Jace, poniéndolo de rodillas. Cuando los muchachos más
jóvenes corrieron alejándose de él, ensangrentados y machucados, el príncipe empezó a burlarse
de ellos, llamándolos Strong.

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Jace era bastante mayor para asir el insulto. Él voló de nuevo hacia Aemond, pero el muchacho
mayor empezó a aporrearlo salvajemente… hasta que Luke, viniendo al rescate de su hermano, sacó
su daga y acuchilló la cara de Aemond, extrayéndole el ojo derecho. Cuando llegaron los caballerizos
para separar a los combatientes, el príncipe se retorcía en la tierra, aullando de dolor, y Vhagar
también estaba rugiendo.

Después, el Rey Viserys intentó establecer la paz, requiriendo que cada uno de los chicos ofreciera
una disculpa formal a sus rivales, pero estas cortesías no aplacaron a sus madres.

La Reina Alicent exigió que debiera extirparse uno de los ojos de Lucerys por el ojo que le había
costado a Aemond. Rhaenyra no permitiría eso, pero insistió que el Príncipe Aemond debería ser
interrogado “firmemente”, hasta que revelara donde había oído que a sus hijos llamaban “Strong.”
Porque llamarlos así, evidente, era equivalente a decir que eran bastardos, sin derechos de
sucesión… y que ella era culpable de alta traición. Presionado por el rey, el Príncipe Aemond dijo
que era su hermano Aegon, quien le había dicho que ellos eran Strong, y el Príncipe Aegon sólo dijo,
“Todos lo sabemos. Simplemente míralos.”

El Rey Viserys acabó finalmente con el interrogatorio, declarando que no oiría nada más. Ningún ojo
se quitaría, decretó… pero si alguien—“hombre o mujer o niño, noble o plebeyo, o de la realeza”—
nuevamente se mofase de sus nietos como “Strong”, sus lenguas se arrancarían con pinzas calientes.
Su Gracia ordenó que su esposa e hija se besen e intercambien votos de amor y afecto, pero sus
sonrisas falsas y palabras vacías no engañaron a nadie, salvo al rey.

En cuanto a los chicos, el Príncipe Aemond dijo después, que ese día perdió un ojo y ganó un dragón,
y lo consideraba un intercambio justo.

Para prevenir que el conflicto se extendiese, y acabar con éstos “viles rumores y bajas calumnias,”
el Rey Viserys decretó que la Reina Alicent y sus hijos regresarían a la corte, mientras que la Princesa
Rhaenyra debería confinarse en Rocadragón con sus hijos. De aquí en adelante, Ser Erryk Cargyll de
la Guardia Real serviría como su escudo jurado, y Breakbones regresaría a Harrenhal.

Estas decisiones agradaron a nadie, escribe Septon Eustace.

Champiñón objetó: por lo menos un hombre se entusiasmó por los decretos: Daemon Targaryen,
pues Rocadragón y Marcaderiva se encontraban muy cerca, y esta proximidad le daría la gran
oportunidad de confortar a su sobrina, la Princesa Rhaenyra, con el desconocimiento del rey.

Aunque Viserys I reinaría durante nueve más años, las sangrientas semillas de Danza de Dragones
ya se habían plantado, y en 120 CA era el año cuando empezaron a germinar.

Los siguientes en perecer fueron los dos mayores Strong. Lyonel Strong, Lord de Harrenhal y Mano
del Rey, acompañó a Ser Harwin, su hijo y heredero en su retorno al gran, a medias destruido castillo
en la orilla del lago. Poco después de su llegada, se incendió la torre dónde dormían, y ambos
murieron, padre e hijo, junto con tres de sus guardias y una docena de sirvientes.

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La causa del fuego nunca fue determinada. Algunos lo achacaron a la simple, fatalidad, aunque otros
murmuraron que la sede de Harren el Negro era maldita, y sólo traía la maldición a cualquier hombre
que la poseía. Muchos sospecharon que el fuego era intencional. Champiñón sugiere que la
Serpiente del Mar estuvo detrás de eso, como un acto de venganza contra el hombre que había
hecho cornudo a su hijo.

Septon Eustace, con más verosimilitud, sospechaba del Príncipe Daemon, quitando a un rival en los
afectos de la Princesa Rhaenyra. Otros apuntan a que Larys Patizambo podría haber sido el
responsable; con su padre y su hermano mayor muertos, Larys Strong se volvió Lord de Harrenhal.

La peor posible reflexión fue promovida por ningún otro que el Gran Maestre Mellos, pensando que
el mismo rey podría haber dado la orden. Si Viserys hubiera pensado que los rumores sobre el linaje
de los hijos de Rhaenyra eran ciertos, podría haber deseado quitar del medio al hombre que había
deshonrado a su hija, para que no revelase la bastardía de sus hijos.

Entonces, la muerte de Lyonel Srong era un accidente infortunado, ya que la decisión de su señoría
de acompañar a su hijo de regreso a Harrenhal había sido imprevista.

Lord Strong había sido la Mano del Rey, y Viserys había confiado en su fuerza y consejo. Su Gracia
había alcanzado la edad de cuarenta y tres, y se había vuelto bastante robusto. Ya no tenía el vigor
de la juventud y sufría de gota, articulaciones doloridas, dolores de espalda y pecho, que iban y
venían y a menudo le dejaban con el rostro enrojecido y sin aliento. La gobernación del reino era
una tarea desalentadora; el rey necesitaba de una Mano fuerte, capaz de echarse sobre las espaldas
algunas de sus cargas.

Brevemente consideró enviar a por la Princesa Rhaenyra. ¿Quién mejor para gobernar con él que la
hija que él quiso le sucediera en el Trono de Hierro? Pero eso significaba que la princesa y sus hijos
deberían regresar a Desembarco del Rey, dónde más conflictos con la reina y su propia cría habrían
sido inevitables. Consideró a su hermano también, hasta recordar los problemas anteriores del
Príncipe Daemon en el Pequeño Concilio. Gran Maestre Mellos le hizo pensar en traer a algún
hombre más joven, y sugirió varios nombres, pero Su Gracia escogió a alguien conocido, y llamó a
la corte a Ser Otto Hightower, el padre de la reina que había llenado ese cargo antes para Viserys y
el Viejo Rey.

Apenas Ser Otto llegó a la Fortaleza Roja para asumir el cargo, una noticia llegó a la corte: la Princesa
Rhaenyra había vuelto a casarse, esta vez con su tío, Daemon Targaryen. La princesa contaba
veintitrés, el Príncipe Daemon treinta y nueve. El rey, corte, y el pueblo llano, todos se sintieron
ultrajados por la noticia. La esposa de Daemon, y el marido de Rhaenyra habían muerto
escasamente seis meses; casarse de nuevo, tan pronto, era un insulto a sus memorias, Su Gracia
declaró enojado. El matrimonio se había realizado en Rocadragón, de repente y en secreto. Septon
Eustace afirma que Rhaenyra supo que su padre nunca aprobaría el matrimonio, por eso se casó de
prisa, para hacer que él no podría prevenir la boda. Champiñón pone un motivo diferente: la
princesa estaba nuevamente embarazada, y no deseaba el nacimiento de un bastardo.

Y así, este terrible año 120 CA acabó como había empezado, con una mujer en labores de parto. El
embarazo de la princesa Rhaenyra tuvo un resultado más feliz que el de Lady Laena. Parió a un

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pequeño, pero robusto príncipe, con ojos de un púrpura oscuro y de pelo pálido plateado. Lo
nombró Aegon. El Príncipe Daemon tenía un hijo viviente de su propia sangre por fin… y este nuevo
príncipe, diferente de sus tres medio hermanos, era sin ninguna duda un Targaryen.

En Desembarco del Rey, la Reina Alicent tuvo un ataque de furia, cuando supo que el bebé había
sido llamado Aegon, tomándolo como un desaire contra su propio Aegon… qué lo era ciertamente.

(De ahora en adelante, nos referiremos al hijo de la Reina Alicent como Aegon el Mayor y el hijo de
la Princesa Rhaenyra como Aegon el Joven).

Verdaderamente, el año 122 CA debería haber sido uno año feliz para la Casa Targaryen. Pronto, la
Princesa Rhaenyra le dio a su tío y esposo un segundo hijo, al que llamaron Viserys, como su señoría.
El niño era más pequeño y menos robusto que su hermano Aegon y sus medio hermanos Velaryon,
pero demostró ser un niño precoz… sin embargo, surgió un detalle un poco ominoso: el huevo de
dragón que se puso en su cuna, nunca salió del cascarón. Los verdes creyeron que era un mal agüero
y no eran tímidos al comentarlo.

Después ese mismo año, en Desembarco del Rey también se celebró una boda. Siguiendo la antigua
tradición de la Casa Targaryen, el Rey Viserys casó a su hijo Aegon el Mayor con su hija Helaena. El
novio contaba quince años de edad, un chico perezoso y algo enfurruñado, nos cuenta Septon
Eustace, pero poseedor de saludables apetitos; un glotón en la mesa, bebedor de cerveza y vino,
que se complacía en pellizcar y acariciar a todas las sirvientas a su alcance. La novia, su hermana, de
trece años. Aunque más gorda y menos guapa que la mayoría de los Targaryen, Helaena era una
muchacha agradable, feliz, y todos estaban de acuerdo en que sería una excelente madre.

Y lo fue, y rápidamente. Apenas un año después, en 123 CA, la princesa de catorce años dio
nacimiento a gemelos, un niño que nombró Jaehaerys y una niña llamada Jaehaera. El Príncipe
Aegon tenía herederos propios ahora, proclamaron alegremente los verdes en la corte. El huevo de
dragón se puso en la cuna de cada niño, y pronto nacieron dos crías. Todavía no todo estaba bien
con estos nuevos gemelos. Jaehaera era diminuta y de lento crecimiento. Ella no lloraba, no sonreía,
no hizo ninguna de las cosas que un bebé debería hacer. Su hermano, aunque más grande y más
robusto, también era menos perfecto de lo que se esperaba de un príncipe Targaryen, con seis
dedos en su mano izquierda, y seis dedos en cada pie.

Una esposa e hijos hicieron poco para refrenar los apetitos carnales del Príncipe Aegon el Mayor,
que engendró a dos niños bastardos en el mismo año, junto con sus gemelos legítimos: un niño con
una chica, cuya virginidad compró en la Calle de Seda, y una niña con una de las criadas de su madre.

Y en 127 CA, la Princesa Helaena dio nacimiento a su segundo hijo, a quien se le dio el huevo de
dragón y el nombre Maelor.

Los otros hijos de reina Alicent se habían convertido en hombres. El Príncipe Aemond, a pesar de la
pérdida de su ojo, se había vuelto un espadachín hábil y peligroso bajo el tutelaje de Ser Criston
Cole, pero seguía siendo un mozo salvaje y rebelde, impulsivo y rencoroso. Su pequeño hermano,
el Príncipe Daeron era el más popular de los hijos de la reina, tan listo, como cortes y más apuesto.

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Cuando cumplió doce años en 126 CA, Daeron fue enviado a Antigua para servir como escanciador
y escoltar a Lord Hightower.

Ese mismo año, en la Bahía de Aguasnegras, la Serpiente del Mar estaba herida por una fiebre súbita.
Cuando cayó en cama, rodeado por los maestres, se presentó el problema acerca de quién debería
sucederle como Señor de las Mareas y Amo de Marcaderiva si la enfermedad se lo llevaba. Con sus
legítimos hijos muertos, legalmente sus tierras y títulos deberían pasar a su nieto Jacaerys… pero
desde que Jace, probablemente, ascendería al Trono de Hierro después de su madre, la Princesa
Rhaenyra instó a su suegro nombrar, en cambio, a su segundo hijo Lucerys. Lord Corlys también
tenía seis sobrinos, sin embargo, y el mayor de ellos, Ser Vaemond Velaryon, protestó, alegando que
la herencia por derecho debería pasar a él… en razón de que los hijos de Rhaenyra eran los bastardos
de Harwin Strong. La princesa no tardó en contestar esta acusación. Envió a Príncipe Daemon para
asir a Ser Vaemond, decapitarlo, y entregar su cadáver a su dragón.

No obstante, ni siquiera esto acabó con el asunto. Los hermanos más jóvenes de Ser Vaemond
huyeron a Desembarco del Rey con sus esposas e hijos y allí lloraron por justicia y pusieron sus
reclamos ante el rey y la reina. El Rey Viserys se había vuelto sumamente obeso, con rostro
encarnado, y apenas tenía la fuerza necesaria para subir los escalones del Trono de Hierro. Su Gracia
los oyó en absoluto silencio, luego pidió quitarles las lenguas, a cada uno. “Fueron advertidos,”
declaró, cuando se alejaban arrastrándose. “No oiré más estas mentiras”.

Todavía, cuando estaba descendiendo, Su Gracia tropezó y extendió la mano para asirse, y una hoja
dentada, que se destacaba del Trono, le rebanó la mano izquierda abriéndola hasta el hueso.
Aunque Gran Maestre Mellos lavó el corte con el vino hirviendo, y envolvió la mano con tiras de lino
empapadas en ungüentos curativos, pronto le sobrevino la fiebre, y muchos temieron que el rey
pudiera morir. Sólo la llegada de la Princesa Rhaenyra de Rocadragón cambió el curso, trayendo a
su propio sanador, Maestre Gerardys, quien actuó rápidamente, amputando dos dedos de la mano
de Su Gracia para salvar su vida.

Aunque muy debilitado por su sufrimiento, el Rey Viserys pronto reasumió la regencia. Para celebrar
su recuperación, se celebró un banquete el primer día de 127 CA. El Rey ordenó que la princesa y la
reina debieran asistir, con todos sus niños. Como muestra de amistad, cada mujer lució el otro color
y se pronunciaron muchas declaraciones de amor, para gran placer del rey. El Príncipe Daemon
brindó con Ser Otto Hightower, y le agradeció su leal servicio como la Mano, y Ser Otto, a su vez,
alabó el valor del príncipe, mientras los niños de Alicent y Rhaenyra se saludaron entre sí con besos
y cortaron juntos el pan en la mesa. O es lo que relatan las crónicas de la corte.

Por la tarde, después de que el Rey Viserys había salido (Su Gracia todavía se agotaba fácilmente),
Champiñón cuenta que Aemond Un-ojo brindó con sus primos Velaryon, hablando con falsa
admiración de su pelo marrón, los ojos castaños… y fuerza [en inglés: Strong]. “Yo nunca he conocido
a nadie tan fuerte como mis dulces primos,” declaró. “Brindemos por estos tres muchachos fuertes”.

Todavía después, según los informes del bufón, Aegon el Mayor se sintió ofendido cuando Jacaerys
le pidió un baile a su esposa Helaena. Se intercambiaron palabras furiosas, y los dos príncipes

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podrían haber llegado a los puñetazos, si no fuese por la intervención de la Guardia del Rey. Si el
Rey Viserys estuvo al tanto de estos incidentes, no lo sabemos, pero, a la mañana siguiente, la
Princesa Rhaenyra y sus hijos regresaron a su propio asiento en Rocadragón.

Después de la pérdida de sus dedos, Viserys I ya no se sentó nunca más en el Trono de Hierro.
Después de esto rehuía el salón del trono, prefiriendo atender la corte en su solar, y luego en su
alcoba, rodeado por los maestres, septones, y su fiel bufón Champiñón, el único hombre que todavía
podría hacerle reír (dice Champiñón). Su Gracia recuperó algo de su viejo vigor, cuando Gran
Maestre Mellos falleció y fue reemplazado por Gran Maestre Gerardys, cuyas pócimas y tinturas
demostraron ser más eficaces que las sanguijuelas que Mellos había preferido. Pero tales
recuperaciones demostraron ser efímeras, y la gota, el dolor de pecho, y la falta de aliento
continuaron preocupando al rey. Con su salud fallando, Viserys dejó - cada vez más - la gobernación
del reino en su Mano y el Pequeño Concilio.

Cuando los Siete Reinos dieron la bienvenida al año 129 después de la Conquista de Aegon con
hogueras, fiestas, y bacanales, Rey Viserys I Targaryen estaba muy débil. Sus dolores de pecho se
habían vuelto tan severos, que ya no podía subir un tramo de escalones y debía ser llevado a la
Fortaleza Roja en una silla. Por el segundo mes del año, Su Gracia había perdido el apetito y había
estado gobernando el reino desde su cama… cuando se sentía bastante bien para gobernar. En
Rocadragón, entretanto, la Princesa Rhaenyra estaba, una vez más, esperando un nuevo hijo. Ella
también tomó reposo, con su marido, el príncipe pícaro, a su lado.

En el tercer día del tercer mes de 129 CA, la Princesa Helaena llevó a los tres niños para visitar al rey
en sus aposentos. Los gemelos Jaehaerys y Jaehaera tenían seis años, su hermano Maelor sólo dos.
Su Gracia se quitó un anillo con perlas de su dedo pulgar y se lo dio al bebé, y a los gemelos les contó
la historia de cómo su bisabuelo y homónimo Jaehaerys el Viejo Rey había volado en su dragón al
norte del Muro para derrotar a un inmenso ejército de salvajes, gigantes, y wargs. Los niños
escucharon atentamente. Después el rey los despidió, alegando fatiga. Entonces Viserys de la Casa
Targaryen, el Primero de Su Nombre, el Rey del Ándalos, los Rhoynar, y los Primeros Hombres, Señor
de los Siete Reinos y Protector del Reino, cerró sus ojos y se durmió.

Nunca despertó. Su Gracia había cumplido cincuenta y dos años y había reinado sobre la mayor
parte de Poniente durante veintiséis años.

La historia sobre las osadas acciones del Príncipe Daemon Targaryen, negros crímenes, y muerte
heroica en la carnicería que siguió, es bien conocida por todos, por lo que acabaremos nuestra
historia aquí.

Después estalló la tormenta, y los dragones bailaron y murieron.

FIN.

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