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Ensayo Final – Discurso de Sócrates

A lo largo de “ El Banquete” podemos apreciar una curiosa variedad de discursos acerca del
amor tratado como el dios Eros. En cada uno de estos discursos se hacen notar ideas, mitos, posiciones
contrastantes, correcciones de una posición a otra y un sin fin de aspectos interesantes y
controversiales. Al final de todos estos Sócrates da su propio discurso el cual viene a objetar los
anteriores.
Sócrates se introduce de una forma perspicaz, primero comienza exaltando el discurso de
Agatón (el orador anterior) al describirlo como “espléndido y variado”1, luego se declara de forma un
tanto descarada como incapaz de dar un tan excelente discurso, pues dice: “reflexionando yo,
efectivamente, que por mi parte no iba a ser capaz de decir algo ni siquiera aproximado a la belleza de
estas palabras, casi me echo a correr y me escapo por vergüenza”. Incluso para parecer más inocente
pregunta a Fedro si aún podía dar su discurso.
Claramente Sócrates se tramaba algo, pues de forma sarcástica luego de elogiar a Agatón
procede a realizarle unas cuantas preguntas que le conducirían finalmente al mismo a una contradicción
de lo que con anterioridad había dicho. El joven poeta venía de proferir una completa alabanza al amor
llena de belleza, ternura y delicadeza. Sin embargo, no tuvo salida al darse cuenta que con sus propias
respuestas había llegado a este punto de contrariedad de sus propias palabras, de modo que no le quedó
más que aceptarlo. Con respecto a esta situación Gómez Robledo la reconoce y comenta en “El Amor
Platónico: Los Seis Grandes Temas de su Filosofía” que “con esto cae de golpe, antes aún de que pueda
darse cuenta el pobre de Agatón”2.
Como se describió anteriormente, el personaje principal al que se convence de esto es a Agatón
quien acababa de decir exactamente lo contrario. En este proceso de convencerse a sí mismo con sus
propias respuestas, Sócrates deja ver de nuevo su perspicacia, pues cuando Agatón reconoce que no
puede contradecirle, debido a que obviamente negaría lo que ya había afirmado en su discurso, este
responde: “En absoluto, es a la verdad, querido Agatón, a la que no puedes contradecir, ya que a
Sócrates no es nada difícil”.
Por otro lado¸ Sócrates toma la idea del previo orador de la obra acerca de iniciar su discurso
describiendo a profundidad la naturaleza del objeto a discutir, en este caso el amor, para luego hablar de

1 Banquete 198b, Editorial Gredos.


2 Gómez Robledo (1974), El amor platónico en Platón: los seis grandes temas de su filosofía, México, FCE.
sus obras3. Siguiendo esta idea, luego de realizar lo anteriormente descrito, procede a exponer su teoría
acerca del amor, la cual se analizará a continuación en contraste y junto al comentario de Gómez
Robledo.
Al comenzar la descripción de la naturaleza del amor, Sócrates dirige sus oyentes a las
siguientes conclusiones. Primero, el amor es en esencia a algo. Segundo, se desea lo que no se posee,
por tanto, de lo que se carece, pues de lo que ya se tiene no hay necesidad. De este modo, juntando
estas dos conclusiones se llega a la tercera y es que Eros (el amor) no es bello ni bueno, pues el amor
anhela estas cosas y tiende a ellas.
Posterior a realizar las anteriores conclusiones, Sócrates comienza a desplegar su teoría del
amor mediante una conversación que narra de sí mismo con una profetiza llamada Diotima. Aunque no
se conoce con certeza si fue un personaje real o ficticio, Gómez Robledo comenta: “finge Sócrates que
todo cuanto va a decir se lo dijo a él un personaje legendario y misterioso”. De allí se entiende que el
autor pertenece al grupo de personas que consideran a Diotima un personaje irreal y, por lo tanto, sólo
una forma del orador presentar sus ideas añadiendo un toque de misterio e intriga.
Dejando a un lado la incertidumbre que rodea a la profetiza, a través de esta narración se
introduce una idea acerca de la naturaleza de Eros que no se había contemplado y que es
completamente discordante a los anteriores discursos. Esta idea es que Eros no es un dios ni un
hombre, sino que está en la mitad de estos. Se dice que es entonces un demonio que tiene por función
comunicar y mediar entre los hombres y los dioses. Este aspecto es comparado por Gómez Robledo
con los ángeles de la teología judeo-cristiana.
Une vez definida la naturaleza de Eros, en la narración se define la genealogía de este dios,
además de un relato de cómo fue concebido. Cómo es de esperarse, al estar entre los dioses y los
hombres, este es producto de la unión de un dios y una mortal. Poros y Penía, respectivamente.
Personajes, al parecer también inventados según Gómez Robledo, de hecho, este autor ofrece toda una
explicación acerca de la correcta traducción de los estos nombres con la cual pretende demostrar que
son elegidos totalmente a propósito. Posteriormente, continúa comentando acerca de los atributos que
Eros hereda de sus padres. Por ejemplo, por su padre está en busca de lo bello y de lo bueno, es sabio,
rico y valiente, mientras que por su madre es sucio, anda descalzo y duerme en el suelo.
El autor del comentario en cuestión compara a Diotima y Agatón por su hablidad para
componer “letanías del amor” y destaca a Diotima en sustancia dentro de estas, mientras que de Agatón
dice que sólo compuso un “florilegio retórico”.

3 Banquete 199c, Editorial Gredos.


Por otro lado, Gómez Robledo realiza un interesante análisis de la naturaleza intermedia entre lo
divino y lo mortal de Eros. Resalta que Diotima se detiene para enfatizar que el amor está en un estado
intermedio entre el conocimiento y la ignorancia. A este estado lo reconoce como filosofía, tal como la
conocemos. En este punto del discurso comienza a desplegarse el sentido espiritual del amor platónico,
asegura el autor. Finalmente, concluye algo bastante interesante y es que el amor es filósofo, pues
estos no son del todo sabios, ni del todo ignorantes.
Gómez Robledo da un clara explicación de la abstracta idea de Diotima acerca de la generación
y la procreación. Según este autor, la procreación es la única unión entre lo inmortal y lo mortal, pues
mediante la reproducción el humano se hace inmortal ya que de alguna forma se restituye a sí mismo
en sus hijos. De esta manera se convierte la mortalidad asociada a cada ser humano en una especie de
inmortalidad colectiva.
Aunado a lo anterior, este autor de apoyo reconoce la polémica al rededor de la naturaleza
inmortal e inmortal del amor, la cual no pareciera tener relación, sin embargo, defiende la concordancia
entre los discursos de Platón, la cual es puesta en tela de juicio por otros escritores. Declara que Platón
mantiene su doctrina de la inmortalidad del alma y reconoce la mortalidad del hombre, como venía
haciendo en otros discursos. Con respecto a este asunto termina concluyendo el autor: “No se trata, en
otras palabras, sino de explicar la emoción de eternidad que lleva consigo la pasión amorosa aun en su
forma más rudimentaria”.
En conclusión, Gómez Robledo a través de “El Amor Platónico: Los Seis Grandes Temas de su
Filosofía” aclara ciertos aspectos de las doctrinas establecidas en El Banquete y específicamente del
discurso de Sócrates. Además resume de forma concisa ciertos aspectos resaltantes de este último
discurso. Sin embargo, parece centrarse en la cúspide de los aspectos principales dejando de lado un
par de aspectos un tanto menos importantes, pero también interesantes.

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