Está en la página 1de 31
JOHN RUSKIN (1819-1900) fue durante Sesenta afios una de las grandes figuras de referencia del pensamiento europea. Su nostalgia por el pasado y su postura estt ‘o, moraly religiosa antimoderna dieron Tugar 2 obras como Las Siete Lamparas de lavArquitectura 0 Las Piedras de Venecia, En esta linea se inserta La Biblia de Amiens (1880-1885), el pro en el que Ruskin eligio la catedral de Amiens como piedra de toque de su particular ajuste de cuentas con la sociedad industria MARCEL PROUST (1871-1922) fue durante tn tiempo un ferviente admirador de Ruskin Y all Te llev6 a waduci al frances (a Bibl Se Amiens, acompananda su traduccion (publiceda en 1908) de numerosas notas y ‘Un extenso prefacio que, como todas las Paginas proustianas, obra enseguida vida propia masala del tema inmediato que lo habia motivad, convirtgndose en una de las mas interesantes reflexiones estetias del Proust anterior a la Recherche. La presente edicign reune la obra original dle Ruskin y el texto de Proust y se acompa- fia de un estudio introductorio de JUAN CALATRAVA, profesor de Historia de la Arquitectura dela Universidad de Granada JOHN RUSKIN. La Biblia de Amiens LecruRAS Serie HE de Arte y dea Arautectura fru nuts ie Bb fie on Cataract, 2008 Rew lefons Ahene Essa Jonge Guseeo sees op aytesb 86-0 sv te Bes 86.6 dept HHB85- 2006: JOHN RUSKIN La Biblia de Amiens prefacio de MARCEL PROUST edicién de JUAN CALATRAVA = [ABAD A EDITORES| DOS PEREGRINOS ¥ UNA CATEDRAL: RUSKIN, PROUST, AMIENS” Juan Carataava or del 2X fueron, como es bien sabido, una época prodige en aconteci= Si las ltimas décadas del siglo x1xy los primeroe rmientos culturales de todo tipo, una gran mayoria de los mis~ mos puede leerse como un intenta de respuesta a la gren ‘euestin ala que la revolucion industrial y el imparable pro= eeso de urbanieacion habsan otorgado wn lugar central: la relacién dela sociedad moderna con su pasado y con las for ‘mas tradicionales de a vida. Las oposiciones binaris del tipo rte/industria, hstoria/modernidad, téenica/naturaleza, geniero/arquitecto, ciudad/eampo, artesano/abrero, repro ubilided teenien/objeto individusl, masa/artsta, ete», eons tituyen el hilo conductor de los grandes debates de ideas de estas décadas marcadas por eambios driticosy acelerados, Exte contesto de *crisis> (en el estricto sentido etimol ico del término) el telon de fondo sobre el que se desarso- lia el diglogo que agus presentamos, por primers eral lector + Eee emcee opin NEC 004 cen castellano, entre dos de los ma grandes mares eer de esta Europs convuls: John Ruskin y Maree] Proust. Se rata, por supuesto, de un dislogo de un tipo muy particular, ya que sus interlocutor, entre los que habia una separacién de dos gene raciones, musica lleguron a conocerse (aunque hubiere side perfectamente posible, ya que cuando Ruskin muri6, Proust tenia veintinueve on), por mis que Proust imaginara haberlo visto pertonalmente durante su vista a Ia exposicion Rem brandi en Amsterdam en octubre de 1898. Sin embargo, ‘cuando, en ls afos finales del siglo X1x, el joven Marcel Proust coment a interesarse(o, mas bien, a deslumbrarse) por los texcrtos del penssdor britinico, no hizo més que responder ala interpelaciin genériea que, desde Is década de 1830 hasta rusrie, sobrevenida exactamente en el cambio de siglo, em 1900, no dejé Ruskin de lanza asus eala ver mis numerosos Ieciores para que 4e implicazen en Ia reforms = wn tiempo ‘moral yeséties de a sociedad moderna. "acide en 1819, hijo de wn rico comerciante de vinosyico- res (con estrechas relaciones con bodegueros del sur de Espa fia), John Ruskin’ avo una amplisima formacign hurmantsticay 1 Lenn dese de ain eit Ln ‘Song pce pci ERSTE oe emir Rane oe ee eet cmoee Lee oy Bo en Peco HeyACaaAemen te CU ek Huon aa poe Patten ane tae pho coon onl ey Se merece tab hc race atte erika ‘Contage tng; Bite), Def aon Or. 996, Sie ha i a Saal ts Eirini ginal a ten ss bo no Satta operon skate SEGe isle pes yindemnieneawebeornen TLS ena ae recent aT: MO 7 cientifics (y no t6lo erudita, con ettudios en Oxford, sino punteada por numerosos viajes de los que nos ha quedado el Tegado de un inmenso corpus de nous ydibujos). scomparads, sin embargo, desde el principio, de unas exacerbadas preoeu~ paciones religiosse que serian ya para siempre inseparables de sus reflexiones estéticas, arquitecténicas, histSrcas, econ6~ smico-sociales 0 literaries. As, el conjunto dela obra de Rus~ in, 20a cual aa el eampo tratado en cada uno de tus excritos, ‘ti profundamente marcado por sus continuas lectures relee= tras de la Biblia, libro que acompan siempre aa tinersrio vital einteletual, convistiéndose en elerstal a partir del casl contemplé ¢ interprets todot los fendmenot de una sociedad ‘en plens transformacidn yala que se rents bsicamente seno. Sin embargo, como muchos otros de sus contemporineos in sleses, desde el punto de vista cultural esa relgiosidad no fue ‘excluyente ni fanatics sno que persiguid siempre a incegracion del otro gran pilar dela formacion de as elites briténics vito anas: Ia cultura elésies. Ruskin, que tena un amplisimo cono~ ‘imiento de los escritores griegos y latinos (@ lor que. por ‘supuesto, lef en su idioma original), resulté particularmente rmarcado por el pensamiento de Platén, que entendia conciia~ ble con las Eserturas. Ast debe entenderse también, en materia ‘etticn, nt esfuerzo continuado por integrar el arte eliicoanti~ {gue en las lecciones del arte cristiano ~un aspecto desu obra sobre el que tambien insistirs expecialmente el propio Proust~. Este énfasis de Ruskin en lo religioxo no constituye, sin ‘embargo, wna mera particularidad biografica personal, sino la manifestacion de un fenémeno cultural global bien encus- sable en el denso clims ideologico de Is Inglaterra veto riana, muy marcada por las remificaciones de un complejo debate teologico en el que las vejas diferencias historices centze papistas, protestantes, diversos credas reformados, ‘etc: enia shora a superponeree el nuevo gran problema dela religiosided moderna; el papel de la religion en ls {industrial yurbana™. La pujansa del movimiento elesologico, de especial importancia para la arquitectara, o las tentativas (anas en su conjunto, pero especialmente perseguidas por Ruskin) de sproximacién entre protertantismo y caolicismo ante el enemigo comin del moderno materialismo urbane no ton sino algunos de los spectos mas conoeidos de esa eferves~ cencia religioss cuyos hilos entrecrusados « menudo reultan ddesenteafables tan solo por los expecialists en la materiay que lmpregns a une gran parte de la cultura victorian “Tras algunas incursiones tempranas en el terreno de la arquitecura, lo esencial dels idea de Ruskin er exta mate ‘a quedé fijado en el expacio de menos de cinco ahos en dos ‘obras que le aseguarian una gran notoriedad yl introduei- rian de leno enel debate arguitecténico decimonénico: Te Sean Lampe Aituctre(1849) 9 The Sone of ee (1851-1859), En alas se podtan encontrar prfeciamente expends los dos rasgor fundamentales de la aproximacton rskiniana ala arquitectura: In consideracién de la misma como un hecho tvenclalmenteartitico, igado sobre todos Invision pietrlea, yo como un hecho de orden tecnico o estructural, yel peso ‘plestante de Tas consideraciones de orden moral y religioro Sobre los anslsis extrictamente eteicosy arquitesténicos + ccna gn a, re et tempest et ‘Ele dimstade ry npn Se Royo Arce, * Ea ones 4 SS enantio antemn tr ieee mencnnes once mr rot 9 Asem primer lug, rene liters predominante de Vio- Uete-De (el argitecio que sempre ba sido empareado sbusvamente~ como prdot de Ruskin" en las histori cand nica: de Ta arqitectura contemporinea) pot los aspectos cstracturalesy In leeiones de racionalidad construct que la Arqutectura medieral pods ofrecer alos arqultectos de siglo XIX, Ruskin siempre contemplaré In anquiteccora desde un punto devia predominantementepictSrico. Sw visibn no erla Propla del ojo analatico de un arquitecto-ingenier, sino Ia ‘sin exten que otongs sus priordades a lon aspecton orna~ rentals dels edificios el reestimient, la disposicin de lou dornor. si eartcter de porta de programa esultsrieos, pietsrios © musiariosy, sobre tod el color (uns evestin, Candente en los debates arguteténics de mediados del x2). Frente «a idea vitruvianay esc (lfendida en a Inglaterra de €poca por arquitecios tan sefalados como Charles Robert Cockerell), que entinde I belles arquitectnia ante todo como el retultado de la rmonia de unas proporcionesuniver= sale, Ruskin insists siempre no solo ene earicter rlativo de {odo sistema proporcional (de hecho, slempre pens que, frente ala seca proporciin matemstcs del lsicismo, el gtico venecina o francés ofrcian multiples ejemplos de otto ipo de ‘Lanse M Wine a tor ce Lana {iit s9n Bajo. seeing Res he gme e fh nS neato a 3100 een Qu hee tee each Aer t000 Sb Moe: fe See St pastes panne pide o> ‘eo ng or, bcans 2008 7936 6 GEN ees eed epee etn 1 Giga sep De Zar, on ben of 89 Hard ‘orf Bo Mooceow ste: pee emp nD Mace Teta), Tots oN ty Fa oe Lond, 986. Tpecns ian daar Bs sArnecal aon, eo Arcee, Shp asa ABE Ie Hasceasteoenn | & 2 voter proporciones mis ¢emotivs®) sing sobre todo en el valor del ‘ornamente come principal fuente de expresividad de la arqui~ tectura, Como resume I, Sola-Morales, Ruskin es ante todo En ete sentido, hay que destacar el hecho de que el interés de Ruskin por la erquitectura no fue nunca ni exclusive ab Aeterminado por pardmettos profesional, lo que le leva a ‘cuparsin higar muy expecial en Ia evolucion del pemsamiento arquitecténiea del glo xix, del cual, peseatodo, forma parte importante, aunque desde Iuege no con et influencia bra smadora que tan s menudo re ha sugerido. En efeeto, sunque su pensemiento pudo tener, en determinsdos momentos, una tmplia repercusién sabre alguns de lor principales protago~ nistas del debate arquitecténico decimonsnico, aunque sus Libros fueron muy leidos y discutidos y rus conferencias © intervenciones publicas eguidat y debate 5 con apasiona: siento, toda una serie de estudios recientes propone reducir ‘sur justat dimensiones la iden habitual de an Ruskin coma profeta indiscutido y fervientemente admirado por toda la cultura arguitectoniea y artistes dela Inglaterrs victoria moutedadonos, por el contratio, eémo las provocadorsstesis rrskinjanarsuscitaban tanta eriticas como adhesiones y como cllo no er sino wn sintoma de la enorme complefidad interna de una cultura que a menudo ha sido vista de un modo mét bien reduccioniaa, ‘Como se ha dicho, su interés por la arquitectura no fue ni cexclusivo ni profesional. Lo primero, porque two que com: petie con otros grandes intereses ruskinianos que en diver fases de su trayectoria intelectual pasaron a primer plana: sobre todo, la pintura (con la prolongada redaceién de los su~ 8 Loe Souk Mona, aoe Rain cmraemesyoucronama mest vies 13 cesivos volimencs de su monumental Maden Pant, sus esta dios histaricos sobre lot pintores venecinnos, su scendrada defenas de la obra de Turner ~explictamente evocado en The Bie of Amiens 0 sus estrechas relaciones con algunos de los pintores prerrafaelistas), pero también la historia, las artes plicaday, la economia polities, las clencias 0, finalmente, lox ctcritos autobiogréficos. Precisamente por ello, en segundo lugar, tampoco se teat6 Ge un interes diectamente liga a las preocupaciones profe sonales de los arquitectos, enfrentados por entonces, sobre todo, a tres grandes problemas: el de lor nuevor materiales y tipologias. el del sestilo» (es decir, la busqueda de un estilo arquitectGnico adecuada a la sociedad moderns, o incluso la ‘cuestién de Ia pertinencia o no de Ia propia nocién de ‘cestilo®) yel de la redefinicion de las competenciss profeio- rales (en polemics relacin con los cada ver més poderosos ingenieros). Tales problemas preocuparon a Ruskin solo de manera secundaria, en Ia medida en que te secuencias de orden moral. Sin duda es cierto que ls radical diferenciacin que establece entre earquitectura® y ¢cons= truccidne, reservando la primera de estas denominaciones Glo a aquellas construcciones que tienen, ademas, ave, e4 decir, lementos no directamente wiitarios, podiainseriarse Ge lleno en los esfuerzos de un gran sector de la profesion anquitecténica por establecerjustamente en ete plus represen tudo por el arte® el umbral de diferencia (y de deslinde de ‘competenciat) con los ingenieros. Sin embargo. et ides dela arquitectura como terreno de lo innecestrio y exe absoluto Aesinterés por lo construetivo en modo slguno pueden encua~ drarve en la defensa de Ia arquitectura histérica y de ls rejos stile an su rentido més tradicionalistay cadémico, ni hacer tin mir de Ruskin un defensor de un eclecticieme arquitet6- lea que slempre rechaz6. 4 mean Del mismo modo, x4 apasionado interés por las eatedrales ities de Ile-de-France y de Normandia® (en general. y {alvo ejemplos muy coneretos,considerabs el goieocomtinen~ {al como muy superior en expresivdad artical de as Ila Briinicas) celta, clertamente,inescindibe del debate gene= salen torno alos etilony, ms expeifcamente de a polemics ‘en tormo al ptr, pero en modo slguno puede reduczse ‘os terminos exrietrnente arguitectoneos del neogotico Sk ‘con bastante frecuencia xe postula una relacion directa entre Ruskin ye oth rl britanico(y, ciertamente, en el sustrato incelectual de sw obra ocupa un lugar muy importante el debate contemporaneo no tanto sobre el gotico como estilo histdrico cuanto sobre le ps lidades de su integracion en la ciudad moderna"), lo cierto es, sin embargo, que las conside- raciones de Ruskin en torno als arquitecturagotie presentan ‘un alto grado de originlidad que ls individualizan claramente fen elueno de este debate goticisn. La cuestion de I wiizacion -moderna del gotico ~que Ruskin rechszaba como propuesta _general~ renulta marginal dentro de unas consideraciones que, ‘como se ha repetido, son msde orden moral que propiamente “Arquitectonica, por mds que sus argumentor se srticulen en. torno a un edificio, ana eatedral. Su alta valoracion del goteo cen general y, en particular, su interés por el gtico veneelano y por la catedralesfrancesas debe entenderse, ante todo. como la ‘rstaliein de u ides, cada ver ms radicalizada, de la arqui- tecture como despliegue de arte que habla los sentidos, alas NUTS adie Roms hms. ov Cay pte ate Base tayee onan, Amie, 25% 9 vo [Fone Pecans tee neat a Catri Ki chau Woane a bayer fen Lose RM Sete ty ae i ene Get seep avant ao emocionesy, en definiiva, al alma, yno como hecho construc~ ‘vo titer determinado por las simples exigencias de a fica de lar necesidades materiales ‘Lo importante no son, pues, los aspects etilisticos 0 cont truetivos, sin la moral de Ia arquitectara, la moral que quedaré -n expresada en as «siete lamparat®, en esos siete prinei~ por que, mas que replas de orientacidn para la actividad pro~ fesional, resultan ser los unicos gults que pueden shuminar al larquitecto-artins en medio de la oseuridad de una époen que, pete a todos sus progresostécnicos (o mis bien a cause de los samo) rezulta tenebrosa. No es casual, entonces, que Rus- lin eligiera para denominar a estos verdaderos mandamientot 4e la arquitectura Ia metsfora de ls luz, pero de una luz que ya nada tiene que ver con Ia luces del progreso triunfelmente fxgrimidas por la razon ilustrada, sino que avume Is forma (evocadore de wna actitud de trabajosa, humilde y vacilante busqueda, entre tinieblas dificulrosamente alumbradas, y lena, por lo dems, de claros ecosbilicos) dels se inp. ‘Aunque sea imposible ahora reumir la gran variedad de ideas y de tesi coneretas en que re deslosan las mismas, su simple denominacién (advoceein, ew podriamos decit) nos puede ‘dar na clara idea de eusn les se encuentra la obra de Ruskin de constituir una reflexign directamente diseiphinar sobre lor principales problemas contemporancos dels profesion arqul- fectSnica: von Ine limparas del Secrificio. a Verdad, Ia Fuerza, 1a Bella, la Vida, el Recuerdo y la Obediencia. “Tales limporas fueron las que a lo largo de toda Ta segunds ctapa dela obra de Ruskin se coneretaron en una rida arqui- tecténica marcads por una profunda aversion hacia la ciudad contempordnes y hacia la mayor parte de sus manifestaciones| larguitectonicas y urbanistcas, asi como por una particular vision del pasado en clave pricticamentesagrada. La arquitee- ‘ura producida por la moderna sociedad industrial adolece, 6 wuateaumiom pra Ruskin, de los previsibles pecados de anonimato, anifor- ‘nidady materialism, Es una argitectura que ex de todary moot de nadie, que ha sido producida (independientemente de cul teams forma o sa “estilo») slo por el afin individual de gloria ‘ode gananciay no por el impulzo epiritualcolectivo, lo que se traduce, paradojicamente, en una condenable preceredad no tanto fines cuanto moral ¢ incluso estética: Frente ala ides de urn en el tempo representada por la arquitectura redicio= nal, I contemporines resulta en el fondo, pese a todos lor progresostéenicas en el campo de lo que Viti lam laf fn, tan efimera como el propio acelerado consumo de bienesy {de ideas que caracteria al nuevo imperio de la mercanc ‘De ahi la complejarelacion del pentamiento ruskiniano con Ta arquitectuca del pesado y con la propia idea de tadieién, ‘entendida siempre por él no en sus aspectos mas formales © superficiales sing en nu sentido etimoligica, con toda la sacrali~ ‘dad del derecho ancestral, de tad, es decir, entreg ytrans- tmision de un legido. Fs en este punto donde se sitsan sus reflexiones en torna al por entonces novedoso problema dela restauracién arquitertonies. En efecto, es en extas décadas con rales del siglo 21x cuando surgen, ante la conciencia del peli- gro desu desaparicion, el propio concepto de patrimony todas las cuestiones inherentes texte nuevo territorio conceptual” definicion de los objetora proteger tiporygrados de protec dn, erterioe de rettauracién o conservacin, ete. La posture de Ruskin en esta materia e ha hecho famosa a partir de un ralentendido: sus supuerta polemicas con Viollet-le-Duc, que nunca tuveron logar y que contituyen mda bien une sim plificacion posterior de un debate mucho més complejo de lo ‘que permite sugerie esta especie de duelo entre dor cabezat de else enn de. Cn pap encase oem cele 2008 ex reenmos caro een at ts o accion, En cualquier caso, es certo que, frente a la posture decididamenteintervencionssta del arqutecto francés, Ruskin ‘ropugnaré un radical abstencionlsmo que proscribe prétien- ‘mente tods interenein de restauraciony limita las actuaiones smodernas al consolidacin y conseraciga (y am con reveras, ya que todo edificio tiene una vide que inevtablemence leg a tu fin, momento en el que debe dejéreele morir . Dicha serie, de la que se legs a ereri- bree el libro robre la catedral de Amiens, hubris constado de diez volmenes, en cada uno de los cuales una catedral rea el je en torno al eual se articular la reflexion entre religion, ante y sociedad. Se trataba, sobre todo, de un proyecto didée- ‘ico, de intervencién préetia en el terreno dela fermacién Iistrico-moral de los emauchachos y muchaches que han sido tostenidos sobre pilas bautismales®, como rena el propio titulo, yen explicitaoporicién a los modernossirtemss edu- ceativor™. La «Biblia de Amiens no ef, en el texto rusk ‘iano, sino el resultado dltimo de un large proceso histérico, fl de Is formacion de Francia desde los limos siglos del Imperio romano y el del paralelo arentamiento del crisis pismo, temas extor lor que se dedican largas digresiones. As, ‘ils eatedral de Amiens era un libro en sentido generico, se ‘convertfa tambien, en un segundo momento, en wna clase uy conereta de libro: casi un «libro de testo, aquel en al que los ovens tenian aun una altima oportunidad de apren- der, detde el conocimiento de tu historia, leceiones eternas plastnadas en piedra por Is piedad de wus ancestrosy de recha- 8 del moderna de riglos y representa la permanencia, Is duracion secula continuidad de lar generaciones, el producto mismo del suelo anutricio, su conteapunto es el otro tipo de «monumento» representativo de los tiempos modernos: el ferrocarril. La catedral y Ia etacion de ferrocsril ron Isr dos platmacioner Lipleas de sus repectias épocaty sociedades,y de nada le vale ‘ren, simbolo maximo de ese seudo progreso maquinista {que mats la parte mis eepiritual del hombre, el hacer material- ‘mente posible un sucédanco moderno de peregrinacign ala catedral. Ciertamente, cl tren nos lleva s Amiens (shora en, ‘unts condiciones de culpable confort bien distintas alas pena- lidedes afrontadas por los antiguos peregrinos), pero ello no le permite expiar su condicidn de emblems de todo lo contra- solo que representa la catedeal: prsa, desarraigo, supeef- calidad, materialiemo, ignorancia, ausencia de espiritu de scrificio.. Ast, lnvisita moderna a Amiens sys, anter incluso de llegar a la eatedral, cl sintoma de una pérdida, y Ruskin ‘opone al vsjero apresurado, sujeto alos horariosy los ritmos del ferrocarril, la contrafigurs ideal del «paseante que ni picede ni cuenta su tiempo. ‘A llegar a Amiens desde Calais, el paisaje que se descubre desde eltren ex el panorama fabril de los alrededores de la ‘stacion, mareados por un tipo moderno, industrial, de sueie- ad y degradacion (~... extendiéndove on sus explendores cenicientos oleosos ca un cuarto de milla fuera de a iw dad»), La oposicion a la ciudad moderna, en sus aspectos materiales yconstructivos también, sobre todo, en sus formas de vida, ex uno de lox hiloe conductores del pensemiento ras~ Kiniano y un fema que resparece en La Biblio de Amine en diver- sas ocasiones. Esa eludad lena de ©... ctvernastaminadas por ur electric, calentadas por conducciones de vapor y en las aque el drenaje se confin ros subterrineos® no ofrece al visi- ante que contempla Amiens desde el tren més que una vision fe chimenest (na hy dada de que on ea fngen ents pre Seated recurde de tere vite dble de on Cora con Icn que Angus W-N. Pugs baba plasma vialmentc en 1898 le eontrpouen ene cluded medi! moderna), Entre tl bosque de chineneas de Amie, one n enbrgo verde repens soa gue no ume, Tinaree sn hume,edfeo no uilitaro pero no po ell nut esa nguje de ln cnteda, heroic sperrinte de va tlmpe mefor que ve mentions om ple on slo poe sgalt trammiend eterno mente dl abajo, I reliiondedy Sept comune “Jose ene cont dela exact kina del bajo pruindurl aldo con mer ow tabjo ue Resin la 1 Seen lan Bain agin Coma «Pind ans fa Yoceeg casa Mah pp ana Rh Pope ROTEL oa semen eH oy oe con In peques catedral de Rouen ya la que tanta stencion dedicars mss tarde Proust) donde resulta eepectalmente significative la compara «ign entre Amiens y Venecia, en una relacion ideal que se igora anonims exculpida en la fachads de Ia mantiene s tod lo largo del texto on mulkitud de referencias Le similited entre ambas ciudader no ests slo (ni principal mente) en el hecho aneedético de que ambas tengan canales, sino sobre todo en el espiritu.Inborios compartido (lAmiens] fue una obrera, como la princess adristice), que rl que de verdad atorga valor contemporinen asus arqul- tecturss. Sélo ast puede entenderse, como ae ha visto, el hecho, sorprendente slo en apariencis, de que sus reflesiones tee cena acer historia de Ia cluded, entendids como centro espiitual en el {que resulta especialmente visible In formacion de Ia nacién francesa, que. los ansliss de estructura arquitectonica a lo Viollet-le-Duc, En efecto, hay que decir que toda la primers mitad de The BieofAmien es, antes que nada, un libro de historia en el que re narra Ia formacién de Ia nacién francesn a partir de la fusion entre ol noble cardeter «franco? y las lecelones de un cristianiamo que por entonces estaba dotado ain de toda eu fuersa primigenin. Las figuras de San Fermin (cl santo patrn de Amiens), San Martin, Clodoveo, Santa Genovers o Santa Clotilde articulan un relato en el que, para Ruskin, poco importa que el detalle de los hechos narvados no ocurriese at en realidad a condicién de que tales hechos legendarios las Istorias dela caps de San Martin, dl vaso de Soisons, ete.) povesn un valor metafbtico y expresivo de loa valores morales 4 esa Francia original, Pero esta historia mitica dela Francia tardorromana y paleocristiana (muy diferente a la visibn de esta Gpoca plasmnada, en au The Hor ofthe Decline and Fllofthe Roman Empire, por un Edward Gibbon que en diverse ocsiones (Chet Ea 6 pions cs shora objeto de la critics ruskiniana y que constituye el rmodelo negative de un tipo de historiografts contra el que se Alia Ruskin por haber desterado de la historia el papel de lor valores espiritusles)repulta tan contradictoria como la propia personalidad de su autor. Si Ruskin persiguis siempre el poder hacer compatibles rus extensisimos conceitientos cien- tificas y humanticas con la idea de que ©... arte, historia y filosofia no son més que una parte de Is sabiduria celeste® shora despliega ante nuestros ojos un spabullante saber geo srifica, geoldgico © historica, que trata de reconstrutr la his- toria de las invasiones rbaresy sus condicionantes ecol6gi cos, pero aslo para rechazar inmedistamente cualquier tipo de determinitme lo Thine y sentenciar que se trata de wna his~ sds por la Providencias. Ello le lleve, che rentemente, en uns de sus habituales y largesdigresiones, « (ovis «... gobes , esta- blece ya el enlace con el papel esencial jugado por IB sl mundo occidental a través dela figura de San Jeronimo. En tun exirsordinario ejercilo de cartografia histories (tan nece~ sario es, nor dice, disponer de «mapas veridicas del mundo® como de «mapas veridicos de nuestros propios corszones®), Ruskin divide al mundo antigue en tres grandes ronas (. ¢Quign construye la eatedral de Amiens?, se pre= srunta, Ysu respuesta condensa, programsticamente, la idea de ‘una historia regia por la Providenciay el anhelo de aproximar cllegada clisico y el arte cristiano: «Dios y el hornbre, es la primeray més fil respuesta. La construyeron ls estrellas en ma ‘ours, ylasnaciones. La Atenea de lor griegos trabajo aga, y el Padze de lot dioses romanos, Japiter. y Marte el Guerdian. El tile trabajé agus, y el franco, el caballo normando, el pode- oxo ortrogodo yelconsumide anacoreta de Idumen® Lacxte~ ral ae ala, ai, ante todo como perpetus leccién y advertencia (ronumene) para la sociedad contemporinea, en su condicion desimbolo de una época, nostdgicamente anorada, de unidad, ‘espiritualidad y predominio de los interees comunitarios sobre los individuales Cuando Ruskin finaiz6 en 1885 la publicacion de The Bible of Awiers, extabs bien Iejos de soxpechar que #4 ibro tha a cone cer apenas diez afos despues una especie de segunda vida gra cias atu entusiata recepeién en Francia, dela mano de un todavia joven Marcel Proust. En efecto, los atts que transcu ren entre 1900 y 1906 ~un periodo decisivo en el tr prous~ iano y, por ende, en la getacion de la Recherche estén marea~ dos por el enorme impacto eausado en elescritor francés por 1 conocimiento de las obras de Ruskin, Aunque pueda resal- tar excesivamente reductora Ia denominacidn de eta época como «periodo ruskiniano®, no cabe duds de que lelectra “aun tempo dificutoasy gorosa, como se verd~ de las refle~ ions exttiens y morales del eitco briténico conatituys uno de Jos més importantes hechos intelectuales de ese Proust tont-Prut”. Del mismo modo, algunos so después, una ver roto el hechizo, tambien adquirirs todo el valor de un punto de ino retorno el momento, perfectamente aprecable en el propio temo de itroduccion a La BiledAnis, en que Prous deseubre un ‘punto fundamental de desacuerdo que Ie Hevars,finalmente, a smarcat sus distancing, en definia, a romper de manera clegente ‘con Ruskin en ls misma pagina en que levinde homenaje. Proust ya conocia Ia pertondlidad de John Ruskin antes de interesare a fondo por sus ideas. Sin duda, no pedi ignorar tl intends que la faceta de reformado socal del pensador bri- nico habia despertado en Francia en la persona del filésofe Gabriel Sésiles, promotor del pensamiento «solidarita® y de las universidades populares y traductor de diversos textos y| ‘extractor de Ruskin que fueron publicados en el Bultin de = rion pou action marae de Paul Desjardins. Pero, sobre todo, Prost ruvo que recordar, aunque fuese yaa einteafios de dis- tanci, [a gran conmocidn que, entre los medios inteletuales no sélo britinicos sino también franceses, habia causado el proceso que en 1877 habia enfrentado a Ruskin contra James Whistler", un pintor al que Marcel conacta personalmente Groped ne eect See ete EERnoP etic so omens [secre pet By Leona, «Pou Ruki, Recwritons Seine cera Re eae (AST Raton honey, Pr 2008 pet a, Ghee a akecari tect SUS Reese uaceeome Ber aMtttinclewcseats sprains] ok Ronis pe, Rope cektes maior mere » he ee ae Foetal rm a pone desde 1897, del que su gran amigo Lucien Daudet habia sido discipulo y al que apreciaba como artista. Fl recuerdo de exte cenfrentamiento entre Ruskin y Whistler no eajeno, sn duda, Al eseaso entusiame que slente Proust por Is opiniones rusk nlanas sobre artistas ontempordneos (salvo quirds en el 380 ‘de Turner). Como expresaria con claridad en su propio pre- facio x La Bille dia, en vu opinién Is importancia de Ruskin no eth en su relaeién con el arte contempordneo tino en ta tyudarnos a comprender el arte del pasado: «Podemos hoy olvidar los servicios que rindio « Hunt, Rossetto Milla, pero nolo que hize por Giotto, Carpaccio o Bellini, Su obra divina tno fue suteta vvos, sino resucitar muertor® Sin embargo, el hecho mas relevante en el despertar del interés de Proust por los excritos de Ruskin fue, sin dud, la lectura del libro de Robert de la Sizeranne Ruskin ct align dela ‘aut, publicado tambien en 1897 (y previamente, como serie de artculos entre 1895 y 1897, em Ia Reus der Dru Mend). ito . El exfuerzo de Proust tenders, bien al contrario, a destacar la individuslidad y orignalidad del pensamiento ra [iniano ya diferenciarlo de manera etrica de los divers exte- telemos fir-de-tes como dice explictamente en en prefcio a LeBiledAmies, le autentica religi6n de Ruskin no fue la belle, sino la religion misma. No obstante,pese aque Proust noahorra en rus nota introductorias algun punto de fina critica hacia Ia obra de Robert de La Sizeranne, ambos mantuvieron amistoess relaciones, que te prolongaron incluso después del enfria- * fgniwe, ee ALY. hb Poem, 8008 pple. esroconiesyaucitoumsonmes.re 33 imlento del interés de Marcel por Ruskin a parti de 1905, como demuestra el hecho significative de que en 1908 La Size- ‘anne dedicara un ejemplar de su recién publicada antologia de Pag chovies de Ruskin al excelente tradvctor de Sésame Lies y de La Bilt de Ase Proust comensé su fervorossIsbor de traduccién de la obra de Ruskin en 1899, Aunque alguns obras del briténico podian ya leerse en francés en ls ltimos aos del siglo XIX y primeroe el siglo 208 (se enconteaban ya disponibles las versiones france- sas de Leet lonpsderchtactre, Lepr de Vn, Lees de Sit More 0 Let matin & Fonnce)™, Proust leyé también (con gran ‘eafuerto, dado su eseaso conocimiento del idioms) a Ruskin en inglés, incluyendo, més tarde, los primeros valimenes de la ‘monumental edicion britanica de The Work ofJobn Ran, que se ‘comens6 a publicar en Londres en 1903, que, hats 1912, new iniria la préeticstotalidad de los exertox ruskinianos en nada menos que 39 tomo. Por lo dems, et conacide el papel ) tering por veneer es retcencs ine. Finalmente, ln ver~ sin francets de La Bille dA vio I ar en febrero de (904, pero iba ye acompeneds adem de una lags intoduceion de Prous en la qe reunion (por lo dems, de una maners un tanto desordenada que seguramente no hubsera desepreda al siempre eotico Ruskin) todos los exon anteriormentecitados. Allo anadié Proust un profuso aparito de notes « pie de liga, alunas delrglsima extension La eaduccin, que en tm principio ib a evar dedicad « Reynaldo Hahn, fe final- 6 eae mente encaberds por una dedicatoria a Adrien Proust padre de Marcel, que habia faleido cl 26 de noviembre de 1903- Ens Pfr, Proust reconstua a htris misma de ups por Ruskin, «un tanta ariel al prinepio pero tan pro= funda luego. En un claro precedente del papel capital que lot canis de a memoria ban derpudea atin In chrkede tenprrs, root eos upon kina come algo ycerrndo 1 diel de reconstrir no podemmos aber « despert lat amas {el paado, nos dice, evo sal menos ecoger ni cena. con In memoria helads que de ee coms hemos conterado>. Ta publicacion completa del prefaio, con su Pst-Srpum, dejaba ver y.con claidad, deade el registro deexa «memoria heladae, como ala nical entrogsenturants habia nanitsido tuna consieracion siempre favorable pero cia vee mas een y ‘rates den obra de Ruskin, fat suis estando presente en Jas eflestonesprousanas como muestra et hecho de queen lox snimeroa de de mars, 15 de abrily 15 de mayo de 1905 de Lt -Anuetla Ye se publica, bajo el tal de Le Tor des os, la pri rere parte dela raduccin de oto elebre escrito del brié- co, Sane and Lies (publiadoorignamente en 1863) Elis de Junto aparecisen la paginas dela Rrasone are, ajo ule de eSur la leetae> prefaio de Proust para est segunda trax dtuccionruskiniana™. Mas tarde, el § de mayo de 1908. seh fen La Chronique drt del cart a taduecion de Les Bors de Vins, raliands por m prima Mathilde Peigné yedtada con un prefacio de Rober de a Szeranne. “Mis adelante, en febrero- marzo de 1908, la todevia muy aka ero mito tempo ya ditanciada exima de Frown por Raskin 4 pasar en cl hecho de ser el pensndorbritinic une de ot ‘ores legos paras elaborcion de los debs pach con low egal tesracoensroucreuL ammmoutaens 37 ‘que Prout deseribis al fre Lemoine (un sonade escindale en torn a una falsfiecion de dismantes)mitando en ctda ato la manera en que supuestamente lo hubieran comentado diverios ‘excrtores Balzac, Saint-Bewe, los Goneourt, Michelet, Flas bert... Ruskin ys no era para Prous el profet, sino un eseritor _admimado pero contemplado con el mismo desspego con el que se pod analzaratodoslos dems, Aunque ati elaboradoaimi= Laci de Raskin, Bad def d ito ern efi Lemire, 0 se publiaraen vida de Marcel”, ene ncira Prov algun rt- ote fins ironia cities hacs sus props raducciones ruskiniana Pero, volviendo al deslumbramiento de la épocs en que bonds Is traduceisn, el interés espectfico de Proust por la Bie “FAniens, dentro de la areplia obra de Ruskin, tiene también que ver, como él mismo confesara en la arta 2 Allred Vallete antes citada. com el tema directamente francés de esta obra: In cir= cunstanca felis de que Ruskin hubiese dedicudo sus reflexiones| aa gran catedral pearl fcltaba la tranamisin desu mensaje spiritual y enti al publico frances Por exo, la ¢catedeal> ruskiniana no era un mero pretentoy sino que ven ear en terreno abonado. Hay que recordar, em este ventido, que el tema de laatia era ya on la Francia de at “tims décadas del siglo 1x y prineipios del 2x uno de los jes pprneipale en torno alos que ee artculab el gran problem cul- tural de la relacién entre historia y modernidad, ente el patei~ ‘monio espiritual milenario de a nacin y el avance arollador del nuevo univerto de rmercancia y de la metrSpolis capitalists. Desde que Vitor Hugo intuyera con el «Ceci tuera celay de [Nare-Dome de Pos desarrllos que en época ain no etaban mia {que esborades (0, ain mas ates, desde Chateaubriand, su Giie ds rome y Ins primeras versiones del neogético) aca —en sa doble einseparable fceta de tol arquiteeténiea y de mera {Ss prime in mpm go pra ee 958, en plan Escenas (Sees teed eet rrr ceeencnnervoucaromamieonmosranens 99 de la tradicton, Is historia yo espiitu de la nacion habia ideo adquiriendo un protagonismo cultural ereciente, agigantinde su mito a medida que se acentuaba su anacronismao heroico yt papel «resitente>. La catedral econvertin as en el desparrade surgimiento dela Francia modert ‘en receptdeulo prilegiado de todas las nostagias para una sociedad que ae planteabs cada ver més crudamente el interrogunte sobre el papel de Is historia ‘yderusmtoren el nuevo mundo urbano industrial. La traduccién de La BibledAnins por Proust no es, en este sentido, un hecho aislado ni reducible al simple rango de etapa enue proustiano en el que tanto la arquitectars como, me coneretament, Ia catedral gozurén de una atencign cada yer ‘mayor harta culminar en Ia Rchrehe™. Su publicieiin en 1904 es casi equidistante, por ejemplo, de otros tres eftalados hitos y porta argu rmentos suplementarios al alejamiento de Proust ~y, desde Taego, antes que €l, del propio Reskin~ de la imagen ingenierl de una cetedral consiruida por las matemétiasy el eileulo, hhecha de nervadura, arbotantes, bovedas, arqueris, columnas yy muros pars proponer, por contra, un tipo de edificio que tiene més que ver con el mundo del arte y de espritu que con cl dela ciencia,en el que més que ls elementos constructivos importan los programas decorativos y que se construye ante todo come partador de eras paginas de piedea eseritas por los cexcultores en sus fchadas y capiteles. Proust entiende, as, la al como un muieo vivo, como una gran obra de arte ‘aracterizada no por la dlociacién entre arguitecturay artes visuales sino por la perfecta armonia entre ellas (esa misma trmonie que buscaba para su propia obra literaria: no ovide mos que en diversas acsiones comparé la excrtars de la Rcher= ed tenf fens justamente com la ediicacin de uns catedra. 45 J:aurae, ade de Mae Pout enes Pile Me, Gap Ba ‘sci rgyt Kes shes amt ccrommenrouctanu nam mensmon 43 Alconceder, come Ruskin, una importanela excepeional a In catedral de Amiens, Proust le otorga una individualided aque la desmarca, sin embargo, de manera explicita del gené~ Heo ectureelade Vielor Hugo. «El pértico de Amiens no 68 tan bro de piedra, uns Biblis de piedra, tan adlo en el sen tido vago en que lo habria calificado Victor Hugo: er ‘Ia Biblia’ en piedra®s y recuerda, significativamente, en una nota pic de pagina, cGmo Ruskin ealificaba a Notre-Dame de Paris de hex dels litersturs francens®. Es ean muy expecial ‘*Biblig en piedra> lo que Proust quiere poner, bajo el amparo de Ruskin (y de manera coherente com la ides origi~ inal dela obra de dite), al aleance del publico frances. En este tentido, no es uno de lor menores puntos de interés de ea largo texto introductorio la reflexion que contiene acerca del papel del trductor, es decir, de u propio papel come inter= tiediario y embajedor de Ruskin, Dicha funcidn no et en modo alguno meremente instrumental, sino que se emparenta directamente con la figura del crtico, que asa vex comparte muchos de los ragos del genso creador. La tarea de tal critico no es otra que eayudar al lector a emocionarie® ponienda de relieve los rasgos exenciales mediante lor que un escritor he logrado creary ofrecernos una concrecion determinada de Ia belles. El eritico no er, pues, un fio ducecionador sin punto Alguno en coman com el artista las claves de cuya bellera excla~ rece, sino que participa « su propio modo pero de manera intenss de esa propia belles y de los rasgos inequivocos del genio, Su terrenc no es tanto Ia exatitud del juiio cuanto el propio terrtorio comin de la bellera, yas: «Suponiendo que Ruskin se haya equivocsde alguna ves, como eritico, en Ia cxactaapreciaién del valor de una obra, la belleaa de ws juicio crréneo e+ a menudo més interesante que lade la obs jungeda yyse corresponds con algo que, siendo distinte de dit, no et menos precioso™, “ aw cares ‘Que In elacign del trductor con su autor no es instrumen tal sino que esti mareada por una especie de hermanamiento spiritual nos lo demuestra, desde el principio, el apecto de verdaders pergrinacén que asume para Proust el itinerario 3 [Amiens en busca del expritu de Ruskin. No se trata tan slo de proporcionar al pablico francés un libro, una letur, sino de Srusctar en el lector el deseo de ir a patar una jornada a Amiens» y edarle los medios para ello>. De hecho, la reelabo- racion de los texto proustianos sobre Ruskin en Pach Mian- erpresentars ya explicitamente a La Biled’Amins como guia aun tempo pricticayespiritualen esta our dpe oust se presenta asf mismo en el contesto de a crecente Dbanaldad del turismo cultural, cays superfiialidad critica con. otcreromesrucarananem moirtanins 45, duress como wn nuevo tipo de peregrine, el que encuentra rms verdad en lor lugares que el genio ams y frecuents ys los que debi sus ideas que en tanta cans natal 0 edificioslgades {tru persona por el pura azar de haberlos habitedo alguna vex Elvinje al fonda del pensamiento ruskiniano no se dirige, pues, ‘Inglaterra (a Coniston, a Oxford oa Sheffield) sino a Vene~ sa (Ruskin aparece como mentor del viaje ineltico de Proust 1 Venecia en unts cleeunstanelas en las que erefa que mix ‘tas estaban contados®®), Amiens, Rouen, ete. (algo. por lo emis, coherente con Ia eritica proustiana contra ere fti- chimo del que, como enseguida veremos, tampoco conside~ abs Proust libre nil mismo Ruskin). Elitinerario de Prowst fen Amiens es, pues, una verdadera «peregrinacion rarki- iniana®. Los itinersrios de aprosimacion ala ctedral son exac- tamente los deseritos por el britinico,e incluso lor mendigos «que lessltan sla puerta de a iglesia som tan vijos que podian ser los mismos en los que Ruskin habia personificado la directa relacion de a catedeal con la virtud de la cad Elticmpo se sedimenta en distinte capasen eta peregrina- cn, ya que Proust ve en Ruskin lo que Ruskin vio en las excul- tures de Amiens. Las piedras de a catedrl zon, asi, depositariae de divers estratos de esprit idad. el alma prienigenia de la Francia de los origenes del erstanismo en los sighs Vy Vt, el lima de los hombres del siglo xt (que habla con +... un Jen _punje solomneen el que cada carter ex una obra de arte y que ya nadie comprende>) y, inalmente, el alma del propio Rus- in, quien ales shors para Proust el rango de un quintojro- {is (profeta incluso en los rigos dea locur final, entre cuyae bbramas continga apegado a la Virgen Dorada de Amiens) a 6 T Date, Pot: akin Jean ed de enon oui grariCotde rated Combos nh Tinh Iie Sen nine Pong 6 umeama nadir alos eustro esculpidos en I fachada de Amiens (ounque leaeritor francés ae apresure a aclarar, en una nota a ple de gina, que habla sdlo en sentido espiritual y que no propone fen modo alguno la ereccion de wna eta « Raskin) ‘Todo el prefacio proustiano, y muy especialmente el epigrafe I, supone un intento de earacterizacion global de la figura de Ruskin dentinado a demostrar el eardtercoherenteyunitario (a pesar de su forma a menudo cabtica y dspersa) de su pensax iniento, defenderle de lat seussciones de contradictoriedad, pero, por encima de todo, a desmarca las reflexionesexético- ‘morile dl britanico de tod Is amplia corriente del extiismo fi-de-sce, un exteticismo con el que tan tenaas y compleja rela ‘iones mantuva el propio Proust tanto en su obra come en lot svatares de su biografia. El Ruskin que se ofrece a los leetoret franceses no eat, un exeta que consagra na vide = It contem= placién voluptuoss dels obras de arte. De hecho, Proust man~ ‘vo estrechas relaciones con el prototipo de esta clave de este Aecadente, el conde Robert de Monteaquiow, que aparece ‘ado, sin carlo por nu nombre, nla anéedots de las ores pin- tadat con la que Proust ejemplifica el fetichisma extética™. Si Ruskin puede ser para los hombres de principios del siglo 2X ‘una mina inagotable de espritalidad (#Es tan rico que no nos restau pulabras; nos le day no las recupern+), para Prout ot 4 mismo tiempo un ariete contra ete diletanismo que le rode= abs por todas partes y hacia el que él mismo sentia una iresati= ble atraccion no exenta de una conciencia culpable que le impalaba a trstar de diferenciare ata costa del misma, Ra ‘kin nada tiene que ver con estas actitudes la belleza no fue, para 2 Mansion pans. prc pe, mpl psi Gir tac CuemvonrTonwetae had Megane Mand hea Punt iw thaws ep, ab Bee foo sets Cie sereeemncroucaroninemnouraies 47 41 el fin sino el medio para Iegar alo trascendente. El Ruskin ‘de Proust ex ante todo el hombre de la religiosidad universal l ultimo profes, caper de reinventar la untdad exencial del pen samiento frente ala fragmentacién moderna, de reunie are, , el amor de Proust por Ins entedrales medieraler Aajaba de eneusdrarse en el marco ruskiniano yseinsetaba ye nel terreno del debate francés contemporineo en torne ala conservacign arqultectnica ysusalores® fworce Dos PeREGRINOS ¥ UNA CATEDRAL: RUSKIN, PROUST, AMIENS 5 por von Clara PREFACIO 59 de Mancet Prover 1. FrO1000 59 1. Norae-Daye oe Aun sxc RosKiN 6 im Jon Rusu 9 APS 16 La BIBLIA DE AMIENS 133, Prefacio 135 I. Aorillas de las corrientes de agua 139 Notas aeaptuot ior N.Bajo el Drachentfels 175, WL El domador de leones 213, \W.Interpretaciones 253 LM [ABAD ACDITORES =| [crus esscunecr Ps]

También podría gustarte