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20 Pratogo 4 yuchacer de muchos afios como profesor de estos temas; en Ia experiencia gue e tezide del modo como muchas promociones de estudiantes han entendido estas ‘cuestiones, en las aulas y fuera de ella, y,finsimente, en la discusién continuada que he mantenido con mis colaboradores, compafieros, y colegas que estudian, investigan y se interesan por la historia de la psicologia. a Mencién especial merece el profesor J. Brozek, que puso a mi disposicién su gran saber, sus recursos y los de la Universidad de Lehigh en Bethlehem (USA) con la mayor generosidad, durante el verano del pasado ano, 'Y, en fin, mi gratitud a mi colaboradora Fania Herrero, que ha asumido con incref- ble eficacia y competencia la tarea de la edicién computarizada del libro. Bllo ha hecho posibles las adiciones y cambios que ahora presenta, incluidos sus indices, mediante los cuales he tratado de poner el libro a la altura del tiempo presente. : Desearfa haber acertado en la labor, y dejar asi en las manos de los que se intere- san por Ia historia de la psicologfa un instrumento itil, preciso, informativo, donde resulta todavia posible ofr las voces mismas de sus protagonistas, Helio Carpintero © Eiciones Pismide 1 La historia de la ciencia La psicologia como ciencia La psicologta del siglo xx es una ciencia en expansidn. No se sabe bien dénde estén sus limites, Entra en terrenos que parecen propios de la biologta, la fisiologta 0 1a bioguimica; por otro extremo enlaza con la sociologia, la antropologia, la lingiifsti- ea; hoy esté muy relacionada con las ciencias de la computacién. ‘Como veremes, son muchos los psicélogos que cuestionan la unidad de esta ciencia, proponiendo distinas soluciones. En buena medida es verdad que carece de un cuerpo te6rico que integre en un sistema tinico todas las cuestiones concretas. Hay orientacio- res tedricas y précticas muy diversas, con Jenguajes que no son absolutamente idénticos. A pesar de todo, hay una conciencia de unidad entre los profesionaies que la cultivan. Esto hace de ellos un grupo social delimitado por cierto rasgos, y les permite conside- rar su campo de trabajo como tn érea de conocimniento definida y bien diferenciada, Esa unidad se funda en dos puntos: 1. La psicologfa se considera como una ciencia empfrica, positiva, que utiliza el +», método cientifico para obtener sus conocimientos. 2. Su objeto de estudio estd integrado por fendmenos empfricos, positivos, que constituyen la experiencia y el comportamiento de los organismos vivos, parti- 1) © eularmente de los seres humanos. _ Amibos aspecios ocupan un lugar central en Ia imagen dominante entre los psie6- {00s de nuestro tiempo, aunque no falten voces discordantes en el conjunto (Rosenz- © xtig; 1992) Ademés, cabe considerar la existencia de un tercer factor unificador, que seria la propia historia de la psicologfa. Los saberes que forman esta ciencia han llegado a la ifuaci6n presente a través de una serie de pasos que constituyen su historia, gracias = #105 cuales se ha adquirido la diversidad de técnicas y de orientaciones que hoy existen. 2/Al interpretar Ia psicologia como ciencia se ha tendido también a afirmar, més © menos claramente, dos tesis complementarias. 22. historia de las teas psicodgicas La primera es que la psicologfa ya no formarfa parte de la filosotia, frente ala cual habria logrado una total independencia, Esta idea esté relacionada con el hecho de ido durante siglos una psicologia que estabs incluida dentro del conjunto de saberes propios de la filosofia, como ocurre, por ejemplo, en la Escolistica, Precisa- mente es esta situacidn contra la que se revolvieron los iniciadores de la psicologia como ciencia en el siglo xix. La segunda es que la psicologia, por su método, coincide con el resto de las cien- cias empiricas. Como tal, procira construir un cuerpo tedrico de generalizaciones infe- ridas a partir del andlisis de ciertos hechos; de esas hipdtesis deduce consecuencias que pueden probarse empiticamente; aplica, cuando ello es posible el experimento y, cuan- do no, alguna forma valida de comprobacién que permita la verificacién o falsaci6n de la teorva, Sigue abierta la cuestién de si su lugar esté con las ciencias biolégicas 0 las cienoias sociales. Probablemente hay que situarla entre ambos grupos. Como en niues- tro tiempo cada vez tienen més importancia las cuestiones interdisciplinares, esa posi- ccidn representa sin duda un elemento mas de interés para su estudio y desarrollo. Ebbinghaus dijo de la psicologia que ten‘a un largo pasado y una breve historia. Se referfa de este modo a la contraposicién entre su larga etapa filosofica y la més recien- te de indole cientffica, Ebbinghaus decfa eso en 1910 (Ebbinghaus, 1910, 1); hoy quiza ya no sea tan cierto como lo fue en su momento. Lo interesante es que la psicologya, ‘como las demés ciencias, como todo lo humano, tiene una dimensién hist6rica, que es Ja que aquf vamos a examinar, La historicidad de la ciencia Las ciencias empfricas son saberes conceptuales que se ocupan del conocimiento de las leyes que rigen los cambios y relaciones entre los hechos de la experiencia. Pre~ cisamente por eso su punto de partida esté en la observacién y registro de los hechos cconeretos, y su término esté ena formulacién de hipstesis de carécter general que puc~ dan yerificarse o falsarse mediante otros hechos. Augusto Comte (1798-1857), recogiendo ideas que ya expuso en cl comienzo de la edad moderna el canciller inglés Sir Francis Bacon (1561-1626), estableci6 las funcio- nes de la ciencia en una formula sintética: «ciencia, de donde previsién; previsién, de donde acciény. Son, pues, tres las funciones fundamentales: conocimiento, prediecién y aplicacién técnica (poder). Es, pues, un saber que hace posible una intervencién jhumana sobre los mismos fenémenos que estudia (Comte, 1907, 35). En sintesis, toda ciencia contiene, de un lado, hechos; de otz0, proposiciones mas 0 menos generales con que referirse a es0s hechos. Los hechos son «actuales»; pueden repetirse, y pueden ser examinados una y otra vez. Fsto hace de la ciencia un conoci~ ‘miento aparentemente ajeno al tiempo histérico, Se suele considerar como histérico algo que esta referido esencialmente a un tiempo determinado, que ocurrié una vez y no puede volver a durse. En consecuencia, se opondrfan la ciencia y la historia al ser la primera un saber de lo repetible, mientras que la segunda serfa una descripcién de lo inrepetible. Lenistora dela ceca 23 ‘Sin embargo, en los titimos afios la condicién hist6rica de la ciencia, como Ia de todo lo que hace el hombre, se ha vuelto cada ver. mas evidente para los investigadores ¥y tebricos de la ciencia misma, enfrentados con la cuestién desde diversos angulos. Se hha ido imponiendo la idea de que la ciencia es una construccién humana, y por eso mis- oes algo histérico y social, como lo ha puesto de relieve la filosofia contempotinea, de Dilthey a Ortega. Cambio histérico, paradigmas y psicologia En gran medida, es un logro que solemos hoy todos atribuir a Thomas Kuhn el haber difundido el convencimiento de que las construcciones te6ricas de la ciencia son esencialmente un producto humano hist6rico. Kuhn (Kuhn, 1971) ha desarrollado la idea de que en In historia de la ciencia encontramos una sucesién de paradigmas. Estos son modelos de interpretacién de fenémenos, que son compartidos por un grupo o una comunidad de investigadores, y que dejan abiertos ciertos problemas para su ulterior elaboracién, o To que es igual, que ‘us posibilidades como modelo no estén agotadas. Se comparte una serie de elemen- tos, Entre éstos se incluye un problema o caso resuelto que funciona como modelo de solucién de cuestiones tedricas, una serie de conceptos generales, terminos simb0- licos, valores, tecnologfas, que forman lo que se ha llamado uns «matrizdisciplinar» (Kuhn, 1979), Mientras un paradigma esta en vigor, hay continuos incrementos de detalle y ampliaciones de contenido, constituyendo este proceso un caso de «ciencia normal». Sin embargo, en ciertos momentos aparecen mutaciones o cambios del modelo: son las ‘revoluciones cientificas» en las cuales se procede a sustituir un modelo 0 «paradig- rma» viejo, incapaz de dar razén de algtin hecho descubierto, por otro nuevo. En gene~ ral, este titimo es independiente y ajeno al anterior, pues, como han notado muchos autores, no hay un camino l6gico que lleve de uno 2 otro. Las tesis de Kuhn, discutidas y, para muchos, superadas (Barker y Gholson, 1984) han tenido la virtud de fomentar Ia reflexi6n en torno a estos problemas. Su idea de la existencia de modelos 0 paradigmas ha hecho comprensible a los ojos de todos el caricter hist6rico del pensamiento cientifico; su idea de que se van sustituyendo unos por otros ha hecho perceptible el caricter temporal que tienen todas las hipstesis e interpretaciones en ciencis, AL intentar aplicar estos conceptos tanto a la psicologia, como a otras ciencias sociales, han empezado a aparecer desajustes e inadecuaciones (Gholson y Barker, 1985). En psicologia, en efecto hay una gran pluralidad de doctrinas,y falta desde lue- 0 una secuenciaci6n rigurosa de las mismas. Esto ha llevado a muchos a buscar %6r- rmulas que permitan un mejor acomodo a los datos de este campo. Ha habido quienes, como Palermo (Palermo, 1971) han crefdo posible interpretar el estructuralismo de ‘Wundt y e! conductismo como dos paradigmas bien definidos, La mayoria, sin embar- 20, no ve asf las cosas. Algunos han hablado de que estos conocimientos estarfan en tuna situacidn preparadigmética, sin Uegar a tener unidad teérica bisica (Warren, 1971), o tal ver. multiparadigmatica (Caparrés, 1978), existiendo simultineamente 24 Historia de as ideas pscolsoicas modelos tedricos diferentes. Como R. I. Watson escribi6, «o bien el primer paradigma de la psicologia no ha sido descubierto todavia, o bien todavia no ha sido reconocido ccomo tal» (Watson, 1967) La reflexién epistemolégica, por lo demés, no se ha detenido en estos afios recien- tes, Kuhn fue eriticado por ofrecer un concepto de paradigma poco riguroso (Master- ‘man, 1970). Otros conceptos han ido apareciendo en su lugar. Imre Lakatos (1978) ha propuesto ver el desarrollo cientifico como el resultado del avance de una serie de ssprogramas de investigacién», que pueden ser varios y coexistir juntos, cada uno con un niicleo te6rico propio y unas hipdtesis periféricas que van resolviendo las dificulta- des y haciendo avanzar ei conocimiento. Laudan (1981), por su parte, ha hablado de la cexistencia de familias de teorfas, que formarfan una tradiciGn de investigacién, dentro de la cual cabrfan cambios conceptuales y variaciones que permitirfan una interpreta- cién mis flexible de la evolucién del pensamiento (Barker y Gholson, 1984). En el campo de la psicologia es evidente que han existido grandes perfodos o eta- pas relacionados entre sf de forma evolutiva, y sometidos a una interaccién dialéetica (Buss, 1979). Ademés, dentro del periodo contempordnco, hay unas escuelas 0 mode- los tedricos que exigen ser contemplados segin un esquema complejo y fle interpretacién, lo que hace de su historia un caso singular. (Tortosa et al., 1998). Psicologia y ciencia positivista La aproximacién de la psicologia hacia una visién histérica del saber cientifico ha estado propiciada por los cambios que han tenido lugar en el campo de la propi epistemologfa. Junto a la influencia de las ideas de Kuhn y de sus criticos hay ademiis que anotar el efecto de otros impulsos que provienen de la reciente filosofia de Ta ciencia, y que estén afectando profundamente al conocimiento psicol6gico (Pinillos,1 980) La concepcisn positivista de la ciencia supone que ésta consistiria en una serie de generalizaciones que se obtienen por un proceso de induccién que ejecuta el cientifico 2 partir de la observacién de puros datos, y que esos datos pueden validar o falsar, sin ins, ta teorfa. En cambio, la posicién mas reciente ha subrayado que la elecci6n de una construc~ cin cientifica en lugar de otra no es nunca el resultado de una pura seleccién meciini- ca, Por una parte, las teorias no estin completamente determinadas por los datos, y ala hora de seleceionar una entre varias posibles entra en juego una serie de valores episté- micos (como la fertilidad de la teorfa, su poder unificador...) que estan mas allé de los datos mismos (Howard, 1985). Ademés, los datos no son nunca datos puros, sino que son resultados de unas observaciones, que en el momento de ser hechas ya estaban influidas por una determinada linea teérica desde la cual han sido realizadas, En cier- to sentido los ‘datos’ dependen de Is teorfa (Brown, 1977; Jones, 1994); es siempre una previa hip6tesis lo que mueve a observar determinados fendmenos, y a buscar ciertas ‘conexiones y perspectivas, y son ciertos valores, expectativas y cosmovisiones los que en gran medida van moldeando el proceso de construccidn de la teorfa (Overton, 1984). Desde la reciente perspectiva cpistemol6gica se Hega a ver las teorias cientifi- © Ediciones Pirdmide La Pistova dele cieneia. 25 cas como «artefactos sociales, producto de intercambios entre individuos que han acontecido histéricamente» (Gergen, 1985, 267). ‘Como dice Pinillos, «el método manejado por la psicologfa naturalista no agota las, posibilidades de la racionalidad cientffica» (Pinillos, 1980); de varias formas, ¢ impul- sados por motivos convergentes, los te6ricos de la ciencia han progresado en la linea el reconocimiento de la historicidad de aquella Dimensiones histéricas de la ciencia Alla altura de nuestro tiempo, parece claro que la ciencia es hist6rica, porlo menos, cen ts sentidos, cada uno de los cuales es complementario de los otros. En primer lugar, toda ciencia implica un progreso del conocimiento sobre un deter- ‘minado objeto. La investigacién va acumulando informaci6n que se suma’a la que se posee. A lo largo del tiempo, la ciencia se enriquece por adicién: ésta es ya una forma del cambio, que se corresponde bastante bien con el concepto kuhniano del progreso dentro de un perfodo de ciencia «normal En segundo lugar, la ciencia sustituye explicaciones heredadas, insuficientes, por otras més perfectas. Ocurre en ocasiones que la imagen que se posee de un campo de fenémenos se transforma de rafz; asf ocurrié con Ta aparicién de la astronomia de Copémico, la del evolucionismo en biologéa, 0 la de la teorfa de la relatividad, entre otros casos. Son cambios a los que se refiere Kuhn como «revoluciones», que produ- cen una efectiva sustitucién de unas teorfas por otras; ésta es una variacién por sustitu- cin, una mutacién de «paradigmay 0 modelo conceptual. En tercer lugar, la ciencia es hist6rica porque en ella el pasado, condensado en for- ‘ma de usos mentales, interpretaciones, lenguaje, presiones ¢ intereses que existen socialmente en la actualidad, determina las posibilidades rigurosamente cientficas. Se ha dicho que «la posibilidad es la forma misma de la realidad hist6rica (Marias, 1947, 79); en este sentido, la ciencia consiste en ser un sistema de posibilidades cog- nitivas y operativas que el hombre posee en forma social y que se va modificando en funciGn del tiempo hist6rico. Esta forma de historicidad se refiere, pues, al condicio- namiento que ejercen unos sistemas conceptual e interpretativos respecto de las Iine~ as de desarrollo posterior. Cada teorfa tiene unas posibilidades y unas limitaciones tan- 10 en su sentido explicativo como operativo y, en cada caso, 0 en cada tiempo, los sucesivos investigadores estn condicionados por el marco intelectual que crea el sis- tema de ideas dentro del cual se estiin moviendo. La ciencia como organizacién La condici6n bist6rica de la ciencia queda evidenciada por el hecho de la naturale- za social del conocimiento. Como sistema cognitivo y operativo, la ciencia es un pro- acto humano, influido por las creencias, las necesidades y exigencias de cada época (Danziger, 1993). Es un producto que explotan y del que se benefician cuantos ejercen profesionalmente actividades relacionadas con ella. Es también algo que adquicren quienes comienzan aprendiéndola y luego son capaces de hacerla avanzar solucionan- (© Biiiones Pride 26 Historia de las ideas pscolégicas do los problemas pendientes y poniendo esas soluciones a disposicién de la comunidad cientifica. Mas en general, es un sistema social que vehicula la produccién de conoci- ‘miento (Campbell, 1988). Las presiones sociales, la importancia de determinadas apli- caciones para el poder politico 0 para la industria, o los grupos sociales, interfiere y condiciona su marcha, Tanto interna como externamente la ciencia es una realidad hist6rica. Internamente, porque sus hipstesis, y los fenémenos observados en funcion de esas hipotesis, dependen del nivel hist6rico en que son considerados; externamente, porque la relacién que media entre la ciencia y la sociedad es una relacién variable que sélo se puede determinar en Ia historia (Van Strien, 1993). Un modo de interpretar ese sistema de tensiones y fuerzas que regulan a produc- ccién cientifica consiste en ver la realidad de la ciencia moderna como una organizacién amplia, peculiar, pero sumamente eficaz, destinada a producir conocimiento (Sklair 1977; Carpintero y Peir6, 1981, cap. 2). Se trata de un modelo interpretative con un interesante valor heuristico, En efecto, una organizacin «es la coordinacién racional de las actividades de un cierto nimero de personas, que intentan conseguir una finalidad y un objetivo comin y explicito, mediante la divisién de las funciones y del trabajo, y 8 través de una jerar- {quizacién de 1a autoridad y de la responsabilidad» (Schein, 1978, 19). Es, pues, una realidad estructural, dotada de una finalidad, que emplea para el curmplimiento de la ‘misma una pluralidad de elementos, ya sean individuos o grupos, armonizados y coor- dinados racionalmente, ordenados para cumplir sus fines mediante ciertos procesos desarrollados en el tiempo (Peird, 1983). E] modelo de «ciencia-organizaci6n» permite descubrir la existencia de esos mis- ‘mos factores o elementos organizacionales en Is realidad de la ciencia moderna, con- dicionando en ésta su existencia y evoluciGn, La pluralidad de elementos tiene como correlato aqut la diversidad de cientificos, de grupos y escuelas; en ciencia existe una diversificacién 0 especializacién de funciones que también se da en toda organizacién: hay armonizacién o unidad entre los distintos factores, que resulta de la existencia de ‘una meta comin (el descubrimiento de conocimientos), y del uso de un método tam- bién comin: los modelos tesricos, las técnicas de investigacién. Sobre todo, la unidad resulta de la existencia de una informacién compartida y comunicada con toda preci- sin: a veces se ha llamado a la ciencia conocimiento comin, public knowledge (Ziman, 1968) y ciertamente, el proceso de indagaci6n no termina sino con la exposi- cidn publica de lo descubierto, de modo que otros puedan repetirlo, comprobarlo, y tomarlo como base para nuevos progresos. Hay en la ciencia, como en otras organiza- ciones, un sistema de liderazgo, que se manifiesta bajo la forma de la autoridad ¢jerci- da por aquellos cientificos que han realizado logros relevantes y han conquistado asf cl aprecio y el reconocimiento de sus colegas. También hay mecanismos motivaciona~ Tes que impulsan a los individuos y grupos a competir en la tarea investigadora, a obte- ner recursos y a Satisfacer demandas de los estamentos que pagan y consumen la pro- duccién cientifica. En efecto, lo que unos investigadores hallan, interesa de mil maneras a los otros cientificos, y a la sociedad en general en que estén todos integra~ dos (Van Strien, 1993). A unos sirve para avanzar en el camino de la teorfa; a otros, para desarrollar aplicaciones que terminen por modificar el mundo humano; la ciencia, La historia de a ciencia 27 en nuestros dias, est indisolublemente vinculada con la préctica. Los sistemas de comunicacién entre cientificos, tanto formal como informal (revistas, congresos, semi- narios, etc.) hacen posible Ia existencia de un saber piiblico, intersubjetivo, cuyos logros son repetibles y replicables por otros grapos una vez que son conocides los datos iniciales y el camino metodol6gico seguido (Rosenaweig et al., 2000), Esta concepcién organizacional, entre otras cosas, hace posible estudiar esos dife- rentes elementos a través de indicadores que aparecen en el conjunto de la informacién publicada. De este modo el andlisis de ésta arroja luz sobre Ia estructura de un campo cientfico determinado. La literatura cientifica hace posible conocer no sso las teorias, sino los aspectos sociales del quchacer cientifico (Carpintero y Peiré, 1981). La rea dad de la ciencia incluye, de un lado, los productos tedricos obtenidos; de otto, los fac- tores institucionales, que hacen posible la produccién, la publicacién y la difusion de Jos conocimientos (Gundlach, 1998). Lacciencia es, aun tiempo, sistema de conocimiento y accin institucional. Incluso tos saberes més teéricos son, desde este punto de vista, productos sociales (Danziger, 1993), que van transformando las ideas del hombre, y en multitud de casos Te van ofte- ciendo otras formas de adaptacién y de cambio de su propio mundo, Son saberes tec- nol6gicos que han de ser vistos dentro de un amplio marco contextual hist6rico y social (Caparrés, 1984), El modelo organizacional permite ver y analizar la profunda unidad ‘que hay en la ciencia entre su estructura —la dimensi6n de orgenizacién— y su fun- cién —el sistema de conocimientos producidos—. Esa interrelacién da todo swsenti- do a la condiciéw hist6rica de la ciencia moderna. ‘Examinaremos ahora brevemente el problema del origen y el de la evoluci6n de la ciencia en Ta historia, El origen hist6rico de la ciencia en la filosofia La ciencia actual, que ha configurado de un modo profundo la historia de occiden- te, tiene su origen en Grecia, en una época que puede situarse en torno al siglo via. C. China, Egipto, Mesopotamia, aleanzaron a poseer gran nimero.de conocimientos matemiticos, astronémicos, médicos. Sin embargo, suele admitirse que Ja. tradicién intelectual de la ciencia de occidente se inicia en Grecia, se expande en tomo-al Medi- terréneo, pasa a los drabes y de ahi a los pueblos cristianos surgidos sobre el suelo del Imperio Romano, que consti uropa, Iuego Occidente. Se trata de un mundo pro- sgresivamente europeizado —en Asia, América o Africa—, Io que equivale a decir un ‘mundo integrado en un proceso hist6rico del que la ciencia y las téenicas que en ella se fundan han sido elementos esenciales. La ciencia occidental ha surgido en Grecia, en el momento en que'se-ha producido un triple fenémeno convergente, interdependiente El primero es la aparicién de una determinada creencia acerca de la realidad: la de «que los fenémenos que integran el mundo de experiencia no dependen de unas volun- tades personales, las de los dioses, sino de la: consistencia y estructura que poseen las cosas mismas. Esta creencia llevé a algunos hombres a buscar en el fondo de las cosas, 2B Historia do las ideas psicokgicas 9 «naturaleza», la raz6n de los hechos, que antes se ponia en los dioses. El mundo, interpretado antes religiosamente, se presenta ahora como una «naturaleza» (physis) de la que brotan y se forman asf las cosas naturales (Zubiri, 1943; Marfas, 1947), El segundo es la aparicién de una «actitud te6rica» ante esa naturaleza en el hom- bre. “Teoria” quiere decir contemplaciGn (theorein); es una actividad que procura no ‘modificar los objetos, sino al contrario, legar a saber c6mo son ellos por sf mismos, sin Que el hombre ios altere. La actitud teérica procura que se manifieste la realidad tal como ella sea, respetando integramente las condiciones de la objetividad. Eltercer factor ha sido el descubrimiento de la raz6n, Cuando el hombre adguiere Ia conviecién de que hay , y se pone ante ella en actitud «terica», admi: te también que posee una capacidad 0 facultad —Ia razdn (I6gos)— que le permite conocer Ia estructura objetiva de Ia realidad. En la nueva situaci6n, el conocimiento de Ta naturaleza depende del esfuerzo humano y no exige una revelacién sobrenatural acerca de las cosas, como venfa sucediendo a través de ordculos en la religién griega (Marfas, 1993). ; Naturaleza, teorfa y raz6n, constituyen el trasfondo del inmenso logro que fue la aparicién de la ciencia en Grecia (Zubiri, 1943). Representan tres creencias a las que Ieg6 1a humanidad en un tiempo y un lugar determinados y sobre las que, en gran ‘medida, nos seguimos apoyando, La ciencia es, en su origen, una actividad que explica el mundo mediante la raz6n humana, Era parte del esfuerzo racional por comprender el universo que representaba 1a filosofia, y se alej6 de las explicaciones religiosas del mundo, o de sus interpreta- ciones estéticas. La filosofia y la ciencia compartfan igual conviccién acerca de la -naturaleza», la «teorfa» y Ia «raz6n>. Sin embargo, la primera se habfa de preguntar Por la totalidad de lo real y su posible fundamento, mientras que la ciencia, o mejor las Ciencias, comenzaron por reconocer la diversidad de objetos y acotaron ciertos aspec- {0s 0 parcelas, cuya estructura particular procura cada una descubrir. Mientras una filo- sofia excluye otras, porque representan maneras diferentes de interpretar la realidad, luna ciencia necesita de las otras, porque seleccionan facetas distintas y complementa rias del mundo objetivo. De ahf que se haya tendido a ver el mundo cientifico como un «sistema de las ciencias», donde éstas aparecen como diversas y complementarias, El curso histérico de la ciencia Ciencia antigua y ciencia moderna Hemos visto que la ciencia occidental se ha originado dentro del mundo grecolati- no, allf donde se alumbré Ia actitud racional y teética ante las cosas. Pero es ciencia ha ido variando, incluso modificando Ia propia idea de ciencia. ‘Hay una «ciencia antigua frente a una «ciencia moderna». No son lo niismo, tier- famente, pero tampoco son independientes, porque la segunda recoge-de'la aitigua la actitud cognoscitiva, y porque, de manera explicita, se construye a través dé una eriti- ca hacia la primera. La aparicién de la fisica moderna, en el Renacithiento, seifala‘e] La historia dela concia 29 fa, el Discurso del método, de bio. Dos de las obras capitales de la nueva filosofia, el ° Descartes (1637), y el Novum Organon Scientiarum (0 Nuevo Método para las Cien cias), del canciller de Inglaterra Sir Francis Bacon (1620), se hacen cuesti6r del méto- peutic i ; oe “Como contraponer la ciencia antigua ala moderna? Recojamos esqueméticamen- te algunos rasgos (Marfas, 1972; Lain y Lépez Pifiero, 1963). . Enfrentada con los fenémenos la ciencia antigua busca causas o principios que 5 S. Yr cicatfcoenonces quire pasar del paren, ofendeno, a suraz en a.cosa misma, uehay que dscubri, hacer patent poner enlaserdad. Su a sido: ,qué son de verdad las cosas eee ee ae er no de fenémenos; quiere descubrir el orden y sucesiGn con que se presentan, y las relaciones de dependencia que median entre ellos. El enunciado de estas, relaciones constituye una «ley». Su pregunta es acerca de cdmo ccutren los, nos. ; 2. Laelencta ‘antigua pretendi6 ser descripcién de la naturaleza. Utiliz6 amplia- mente la observacisn y en ese sentido fue empirista. La esencia de las cosas, de Ja que habia que deducir los fenémenos, estaba construida a imagen y seme- janza de las apariencias sensibles. Asf, el opio tenfa virtud dormitiva en’su ‘esencia, como se ponia de manifiesto porque hacia dormir; el colérico posee en su interior un principio, leer, o bili amarillacuya calidad el cals, por to que debe abundar en fuego, que enciende las acciones del sueto. Los ele- menos expicatvos estabaninmeditamente vinculados aos hechos, y bteni- teriori, sacados por generalizaci6n de la experiencia. EP cencia odes uc tene como model ca, ya no bea elemen- tos explicativos semejantes a cosas. La ciencia emplea simbolos, y ademés, simbolos matemateos. Frente a os fendmenos, construe mentanent una hipétesis de tipo matematico; de ella se infieren o derivan determinados resul- tados empiricos en una situacién, y puesta en préctica mediante el experimen- to, se confirma 0 rechaza Ia hipéiesis. La fisica, dice Ortega, es «an saber a priori, confirmado por un saber a posteriori» (1957, IV, 527). : El saber a priori es una teorfa matemética, que-no necesita parecerse a los hechos a que se refiere aunque los representa simbélicamente, Estamos aie un modelo, un sistema de constructos, que permite predicciones cuantitativas en el plano de la experiencia, de modo que mientras las predicions se cum plan, el modelos tendo pr vi, Esta prucha experimental x e1-adoapos terior de la tora, Mientras falta, i tora apron caece de iterpetacién empirica, y es un mero sistema de simbolos; cuando se poseen las pruebas, cuerpo tedrico sigue siendo una hiptesis aceptada que cualquier experimen to futuro puede poner en cuestidn, e incluso forzar su rechazo y sustitucién por otra. 30 Historia de las ideas psicoligicas 3. Para terminar, la ciencia antigua fue esencialmente tedrica. Se enorgullecta de ser un conocimicnto desinteresado, inttil. La ciencia moderna, orientada a la prediceién, ha hecho posible la creacién de una técnica, que est basada en ella y pertenece a su misma raiz. Ahora cl saber esté esencialmente relaciona- do con la industria humana y, en general, eon los procesos de transformacién del mundo. Estudios de historia de la ciencia Los estudios de historia de la ciencia se han desarrollado extraordinariamente en los tiempos recientes, y de formas muy diversas. En unos casos, ha interesado analizar los cambios conceptuales que relacionan enire sf diversas teorfas; éstos son estudios «intemalistas». Otros, en cambio, se ocu- pan de examinar los aspectos sociales y las interacciones que la ciencia ha tenido con otras instituciones y grupos sociales: son los llamados estudios «extemalistasy. Ademés, se distingue entre aquellos andiisis que subrayan la relaciéa de los hechos pasados con la situacién presente de la ciencia (epresentismo»), ¥ aquellos otros gue la cioncia 31 informacién, lo que supone un increment tal de trabajos y estudios que obliga a utili- zar medios informéticos para el manejo de ta documentacfén y para su tratamiento efi- ceaz. Aparecen problemas como el dei répido envejecimiento de las obrasen que se dan aconocer ideas y hallazgos; el de la desigual productividad de los cientificos (una serie de estudios muestran que los diez méximos productores en un cierto campo produ- cirfan 1a mitad de Ios trabajos aparecidos en ese campo); el ereciente nivel de trabsjo en colaboracién dentro de las ciencias positivas, y la correlacién que siempre aparece ‘entre la formacién de equipos grandes de investigadores que trabajan en colaboracién, y el mayor volumen de recursos econémicos destinados a la investigacién (Lopez Pitiero, 1972). La aplicacién sistemiética de estas técnicas a los estucios histiricos en el principio. adn muy Sentido de este estudio Se ha escrito mucho acerca de la utilidad del conocimiento de la historia de una ciencia (Tortosa, Mayor y Carpintero, 1990). No vamos a entrar en ese problema. Es claro que la ciencia es una realidad hist6rica, y la historia de Ta ciencia permite el co- ‘nocimiento explicito y riguroso del devenir de la propia ciencia. La historia cumpie, por una parte, Ia finalidad de servir de memoria de la ciencia, Hace posible la toma de conciencia, por parte del cientifico, del cardcterhist6rico, no dcfinitivo, de sus conceptos, asf como del peso que ejerce el pasado inmediato sobre Jos planteamientos actuales. Le permite, ademas, ver que ¢l modelo te6rico dentro del que el investigador viene movigndose representa una trayectoria de investigacién entre otras posbles; se han abierto ciertos caminos pero al mismo tiempo se han obturado 0 desatendido otras posibilidades de investigacién 0 de conceptuaci6n que tal vez sea importante explorar. De este modo, la historia de la ciencia potencia la libertad del cientifico, al aumen- tar la objetivacién de su propia ciencia y al permitirle una contemplacién critica de su propia actividad. Al hacer presente el pasado, la historia permite observar la Kinea de progreso y, 10 ‘que es atin més importante, el sentido u orientacién de las investigaciones en curso. Finalmente, la historia muestra el alcance que sobre un pensamiento tienen las pre- siones y condicionamientos de todo orden —intelectual, social, politico, ideal6gico—, que inciden sobre el curso de la ciencia misma. De esta manera, se puede cobrar con~ ciencia de ellos, y construir asf una visiGn critica y reflexiva de la realidad, alerta ante Jas inclinaciones y sesgos introducidos por la época y la sociedad en que cada cientifi- co esté inmerso. (© Eficiones Piraide

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