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By Juan Re-crivello
La mirada entre ambos provoco un chispazo y, el alumno dijo en voz alta: ¡es
que la pregunta tiene miga!. Como un tsunami la risotada de todos fue en
aumento. Pues bien, intentaremos dar una aproximación. Los clásicos
entienden por escasez “aquello que implica que no pueden conseguirse todos
los objetivos de la sociedad a la vez, de manera que debe seguirse una política
de prioridades” (1). En terminología anglosajona, tenemos necesidades y
deseos ilimitados, mientras los recursos son limitados (2).
En el jardín del Edén, Dios había creado el árbol de la ciencia y del mal y el
árbol de la vida. En este huerto vivían Adán y Eva porque “Dios le otorgaría al
hombre todo aquello que necesitase para tener gozo, placer y armonía, de este
modo no le faltaría nada”. Para la Biblia, nos encontramos ante dos situaciones
que consideran el tema que nos ocupa, nos habla como la vida material está
asegurada –de nuestros dos protagonistas- y un segundo aspecto, que es
posible vivir eternamente.
En esta sociedad ideal, ¿no existen prioridades?. Si. El comer una fruta del
árbol prohibido acarrea la expulsión del Edén.
«De todo árbol del huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del
bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente
morirás» (Génesis 2:17)
Es así como regresamos al sitio original, descubrimos que este ejemplo mítico
no estaba librado de la relación de medios y fines. La sociedad de resultados
está implícita en el origen del pasado cristiano.
En cambio, para otro autor como Martinez Coll, la razón de la “escasez está, en
primer lugar, en la limitación de nuestro tiempo de vida y la imposibilidad de
producir y transmitir toda la información que nosotros tengamos y otros
individuos pudieran necesitar”(4). Lo que en buen romance, la sociedad de la
información en la que vivimos con su abundancia de bit en la red, se enfrenta a
la limitación de tiempo en la escala humana.