“Psicología y diversidad sexual: ¿La institución se acerca a la sociedad civil?”
Históricamente, la sexualidad como ámbito de la libertad humana ha estado sometida a
las instituciones que capturan su esencialidad estableciendo su verdad en los límites de la exclusión, lo positivo, lo prohibido y por supuesto, la transgresión. Una y otra vez la sexualidad ha entrado en conflicto con las instituciones, poniendo en duda sus imaginarios y discursos, estableciendo así un campo de disputa sobre la verdad de la condición sexual humana. La Iglesia y la Religión, el Derecho y el saber Psiquiátrico, la Familia tradicional y la Ciencia en general, son instituciones de poder que develan de uno u otro modo una verdad normalizada de la sexualidad. La psicología no es ajena a este posicionamiento. La psicología como herramienta discursiva y como institución, permite la clasificación y la normalización de la sexualidad. La psicología se permite hablar sobre la sexualidad como una disciplina, un saber, una técnica, muchas veces bajo el amparo de la ciencia, omitiendo así el posicionamiento político que subyace a su discurso. La ciencia como ideología permite esta abstracción, por ejemplo, naturaliza la sexualidad estableciendo un determinismo biológico binario como si en ello no estuviera ya implicado un posicionamiento político sobre la condición humana, un modelo de sociedad e Historia en permanente conflicto. En base a todo lo anterior, quisiéramos replantearnos la pregunta sobre el posible acercamiento entre la institución y la sociedad civil que tendenciosamente hemos puesto en el título de nuestro coloquio. Quisiéramos de un modo más tendencioso aún develar cómo las instituciones de poder son ajenas y opuestas a los intereses de la sociedad civil, de qué modo la ciudadanía ha entrado en conflicto con los intereses de la dominación y de qué modo un posible acercamiento no puede sino estar mediado por el conflicto y la disputa. Para mostrar esto, basta un ejemplo. Históricamente, la despatologización de la homosexualidad como trastorno mental no se determinó luego de un “descubrimiento de laboratorio” o por el “riguroso uso del método científico”, este hecho fue motivado por una serie de protestas amplias, masivas y de gran connotación publica promovidas por las comunidades homosexuales en los Estados Unidos, las cuales se oponían a que su orientación sexual fuera percibida bajo el estigma de la alteración mental. Todo este contexto de presión social y política determinó que se produjera un debate al interior de la Asociación de Psiquiatría Americana, donde finalmente por medio de un referéndum se decidió democráticamente, en base a una votación, suprimir la homosexualidad como categoría diagnóstica del Manual Diagnostico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM) en el año 1973. De esta manera, podemos evidenciar históricamente cómo la decisión científica sobre un hecho presuntamente objetivo (categoría diagnóstica) está mediado en su constitución por elementos éticos, políticos y sociales, y son las organizaciones, comunidades, ciudadanos y ciudadanas los que lucharon por su dignidad y derechos en base a un conflicto inherente, por un lado la institución como campo de saber y acción de dominación, por otro lado, la ciudadanía como lugar de resistencia y transformación. En definitiva, no son las instituciones las que determinan un campo de realidad de una vez y para siempre, una y otra vez la sociedad civil como voluntad histórica puede subvertir la realidad impuesta. El desarrollo histórico es siempre el riesgo de la lucha, y debemos ser los/as sujetos de la psicología, los movimientos y organizaciones sociales de la diversidad sexual, la ciudadanía en general, vale decir, los sujetos históricos y concretos, los que debemos hacer camino por la construcción de un mundo donde la diferencia sexual sea aceptada como diferencia; no mañana, sino hoy.