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Borges y Los Juicios A Las Juntas Militares
Borges y Los Juicios A Las Juntas Militares
He asistido, por primera y ltima vez, a un juicio oral. Un juicio oral a un hombre
que haba sufrido unos cuatro aos de prisin, de azotes, de vejmenes y de
cotidiana tortura. Yo esperaba or quejas, denuestos y la indignacin de la
carne humana interminablemente sometida a ese milagro atroz que es el dolor
fsico. Ocurri algo distinto. Ocurri algo peor. El rprobo haba entrado
enteramente en la rutina de su infierno. Hablaba con simplicidad, casi con
indiferencia, de la picana elctrica, de la represin, de la logstica, de los
turnos, del calabozo, de las esposas y de los grillos. Tambin de la capucha.
No haba odio en su voz. Bajo el suplicio, haba delatado a sus camaradas;
stos lo acompaaran despus y le diran que no se hiciera mala sangre,
porque al cabo de unas "sesiones" cualquier hombre declara cualquier cosa.
Ante el fiscal y ante nosotros, enumeraba con valenta y con precisin los
castigos corporales que fueron su pan nuestro de cada da. Doscientas
personas lo oamos, pero sent que estaba en la crcel. Lo ms terrible de una
crcel es que quienes entraron en ella no pueden salir nunca. De ste o del
otro lado de los barrotes siguen estando presos. El encarcelado y el carcelero
acaban por ser uno. Stevenson crea que la crueldad es el pecado capital;
ejercerlo o sufrirlo es alcanzar una suerte de horrible insensibilidad o inocencia.
Los rprobos se confunden con sus demonios, el mrtir con el que ha
encendido la pira. La crcel es, de hecho, infinita.
De las muchas cosas que o esa tarde y que espero olvidar, referir la que ms
me marc, para librarme de ella. Ocurri un 24 de diciembre. Llevaron a todos
los presos a una sala donde no haban estado nunca. No sin algn asombro
vieron una larga mesa tendida. Vieron manteles, platos de porcelana, cubiertos
y botellas de vino. Despus llegaron los manjares (repito las palabras del
husped). Era la cena de Nochebuena. Haban sido torturados y no ignoraban
que los torturaran al da siguiente. Apareci el Seor de ese Infierno y les
dese Feliz Navidad. No era una burla, no era una manifestacin de cinismo,
no era un remordimiento. Era, como ya dije, una suerte de inocencia del mal.
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