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IV.

LA VIÑA- Actualidad

Miércoles, 25 de agosto de 2010 - josemari20 46 1 visualizaciones

Normalmente creemos cosas que no son. Y esto ocurre precisamente cuando no


entendemos el verdadero sentido del mensaje. Por ejemplo, en el caso de que "los
últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos", se nos plantea lo siguiente:
¿Para ayudar a mi hermano he de retrasar mi camino para que ande al lado mío? ¿No
será más bien que él, por ser tan pobre, llegue a ser el primero en el reino de los cielos?
¿No tendría yo, más bien, renunciar a todo para hacerme pobre como él y entonces sí
poder andar juntos? Tú no puedes seguir mis pasos porque tienes tus propios pasos,
tienes tu propio camino. Has tu obra. Es lo mismo que decimos: que los últimos serán
los primeros y los primeros serán los últimos. Por lo tanto, si quiero ser primero he de
hacerme último y servidor de todos. Pero, al hacerme servidor de todos, me estoy
haciendo primero y, a la vez, último. Ya lo dijo Jesús: "Soy principio y fin de todas las
cosas".

Como en el misterio de la Trinidad, donde son Tres Personas distintas y Un Solo Dios
Verdadero, Jesús lo interpretó más claramente: "Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Y las tres personas distintas son: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Por ende,
corresponde a Dios Padre el Camino; a Dios Hijo, la Verdad; y a Dios Espíritu santo, la
Vida.

Porque el Espíritu Santo argüirá al mundo de justicia, porque no creyeron en Él. Y


ahora que creen, no practican su obra. Le conocieron, vivieron a su lado, compartieron
sus más íntimos secretos; lo compartieron todo. Y estaban completamente unidos.

Más, sin embargo, en un momento dado, los Apóstoles le abandonaron; pero sólo para
que Las Escrituras se cumpliesen. Además, Él ya lo había dicho antes que sucediese:
"Tomad y comed todos de Él, porque éste es mi Cuerpo que 'será entregado' por
vosotros". Y allí, en el lugar que lo dijo, nada más estaban los Apóstoles con Él. No
estaba el pueblo, pues precisamente lo dijo en fracción del Pan. Sabemos muy bien que
uno d ellos le había d entregar. Pero, en realidad, lo hicieron todos; porque nadie
practicó sus enseñanzas en el momento de la Gran Tribulación. Nadie procuró llevar el
camino angosto, nadie procuró hacerse pobre con el más pobre y hacerse enfermo con el
más enfermo.

Es como el asunto de aquellos que se fueron al Templo a orar. Uno de ellos, rezaba de
pie: "Es que yo soy perfecto. Soy el más puro entre los puros". Mientras aquel otro,
agazapado en un rincón daba golpes en el pecho: "Cuántas cosas me hacen falta para
perfeccionarme y cuán lejos estoy de Ti".
Porque, en verdad, estamos muy lejos de Dios, de la presencia de Dios. Y Jesús lo dijo
muy claramente: "Yo y mi Padre somos Uno". En cuyo caso, no podemos negar al Hijo
como tampoco podemos negar al Padre. Porque el que niega al Hijo niega al que Le
envió. Y el que niega al Hijo y al Padre, niega al Espíritu Santo. Porque el espíritu santo
tomará de parte del Verbo (Jesús), el que se hizo carne y habitó entre nosotros, todas
Sus enseñanzas y las dará a conocer. Y argüirá al mundo de pecado porque no le
conocieron. ¿Acaso no sabéis que Dios se hizo carne y habitó entre nosotros? Sabemos
que la muerte es el pecado. Más Jesús venció a la muerte. Nosotros también podemos
vencer sobre la muerte. Podemos ir al Ades y volver, porque es el Dios verdadero el que
nos impulsa a hacer todo ésto. No olvidemos que no somos nosotros los que pensamos
ni los que decimos las cosas ni tampoco vosotros los que escucháis; es Dios, que habita
en nosotros, quien escucha por vosotros. Hay que tener en cuenta que Jesús, siendo
verdadero Hijo de Dios y hacernos hermanos y copartícipes de Su misión, se hizo el
más pequeño de todos. Por eso, Él lo decía claramente: "Y aún el más pequeño es más
grande que él".

Cimentémonos: no podemos servir a dos señores. Si amamos al mundo, no amaríamos a


Dios. Y no es necesario odiar a Dios. No es necesario llevar una vida de discordia con
Él. Porque Dios es perfecto, es puro; Dios es el que nos lleva a camino de perfección.
Ya lo dijo Jesús: "Sed prefectos como vuestro Padre celestial es perfecto". No dijo
'como Yo soy perfecto' ni dijo que se tratara de un padre terrenal. Jesús dio a conocer la
obra de su Padre, la obra de Dios. Para Jesús 'el Sí mismo' no significaba nada: "Aparta
de mi este cáliz -el cáliz de salvación-, más que se haga Tu voluntad y no la mía". Pero
no; nosotros vamos por el mundo y, el que consiga más dinero, ése es el poderoso; el
que logre captar la atención, ése es el que piensa; el que más logre distraer a los demás
mediante palabras y gestos, ése es el primordial. Y nos olvidamos de tantas cosas que
Jesús nos ha enseñado. Nos olvidamos que Jesús fue escarnecido. ¡Ah, pero nosotros no
queremos ser escarnecidos! ¡ Nosotros queremos tener la gloria del padre, queremos
tener el paraíso terrenal y celestial al mismo tiempo; pero 'no queremos luchar por Él'! ¡
Claro, eso sí; que me den el Reino de los Cielos!

Bien, ¿para seguir a Jesús no hemos de dejar a nuestro padre, a nuestra madre, a
nuestros hermanos, a nuestros hijos, a nuestras propiedades? Es la muerte el momento
de la separación. Porque allí "ni se casarán, ni tendrán hijos...". ¿Y en la vida? "El que
no deje estas cosas por amor de Mí, no es digno de Mí", ya lo dijo Jesús. Y si o somos
dignos de Jesús, tampoco los somos del Padre. Pero veamos bien: ¿somos capaces, de
hecho, de coger ese camino de asceta y renunciación? No, yo creo que no. Creo que
dejamos correr el tiempo que pase muy lentamente y, cuando vengan a juzgarnos, ya
decidirán. Eso sí; si recojo el tormento eterno... ¡Dios mío! ¿No eres acaso Tú el
Misericordioso? ¿Pero no lo dijo Jesús muy claramente? "Alejaos de Mí, malditos de
Mi Padre, porque tuve hambre y no me disteis de comer -y no era precisamente un Pan
terrenal el que Él pedía-; tuve sed -Fuente de Agua Viva-, y no me disteis de beber;
desnudo estaba -"¿no es el cuerpo más que el vestido?"-, y no me vestisteis".
Realmente, ¿cuáles son nuestras obras? ¿La Comunidad Humana, en sí, tiene obras? Y
si la tiene, ¿cuáles son? "Por sus frutos los conoceréis". "Me confesáis con los labios
pero vuestro corazón está lejos de Mí". ¿A cuántos hemos ayudado en este año? ¿En el
que pasó? ¿En el otro anterior? A muchos, eso sí. ¿Tenemos, acaso, un fondo que
podamos distribuir entre los pobres? "Pobres siempre habrá, pro a Mí no siempre me
tendréis". ¿Distribuimos, quizá, camisas que no nos hagan falta o pantalones que nos
sobren y, haciendo un paquete, lo entregamos a las Casas de Caridad? No, no hacemos
ninguna de esas obras. Pero eso si; ¡yo quiero tener el reino de los cielos! ¿Y cómo lo
vamos a tener si no tenemos obras? Es que estamos tan lejos del Padre y Él es tan
grande que lo tenemos aquí, dentro. Está dentro de nosotros. En nuestro corazón.

Hay quien acepta a Jesús, pero no acepta a Dios "porque es muy grande". O sea,
concibe a Jesús pero, a la vez, rechaza a Dios. Rechaza, en principio, la Obra de Dios.
Porque Jesús vino por Dios; única y exclusivamente. Si no hubiera sido así, Jesús no
habría venido a este mundo. "Porque Mi testimonio es Verdadero". Además, lo tenía
dentro de Sí. Pero esa persona que rechazaba, en definitiva, a Dios, no se daba cuenta:
sus ojos aún estaban cerrados, pues aún no había descubierto la Verdad. Y su
entendimiento aún no llegaba a captar tan inmensa grandeza. O sea, en principio, lo que
esa persona veía era que aceptaba a Jesús porque habitó en la Tierra, tuvo flaquezas
humanas y mil cosas más. Pero le era imposible conocer a Dios. ¿Y Jesús no vino a la
Tierra para hacernos conocer a Dios? ¿Entonces fue vano su proceder? Yo creo que no.
Creo, que el que realmente conoce a Dios, lo conoce todo: porque es muy sencillo.
Vosotros pensáis que se trata de un gran ser que no puede caber en el corazón humano.
El error estriba y consiste en que lo comparamos con el Universo entero. "El escabel de
sus pies". ¿Y su Poder Infinito? Y su Poder Infinito. ¿Y acaso eso no es la Casa de
Dios? ¿El Universo no es la Casa donde habita el Padre? Pero habita en nuestro
corazón, ¿no? No lo entendéis. ¿Y acaso el Infinito no es Su Hogar? ¿Su Hogar no es el
Infinito donde habita el Padre? "¿Cómo puede, pues, un hombre nacer de nuevo?".
Porque, francamente, lo que pensamos es que, como cuando éramos pequeños nos
íbamos ambientando, poco a poco, a las cosas que íbamos conociendo. Y cada vez
descubríamos un mundo: un paraíso terrenal, cada vez más amplio. Entonces
pensábamos que Dios habría de ser eso. Y lo hacíamos material. Pero Dios no es nada
material. Dios es Espíritu. Y sólo en espíritu podemos conocer a Dios. ¿Entendéis? Y no
pretendamos, jamás, alcanzar un paraíso terrenal; porque no lo hallaremos. El paraíso
terrenal ya se dio a los hombres y a la Humanidad; y lo rechazaron. No lo quisieron.
Como rechazaron a Jesús en su tiempo. "¿Acaso no sabéis que la piedra rechazada por
el constructor vino a ser piedra angular?". No supieron disfrutar de Su Gran
Benevolencia. Y ahora lo que se nos presenta es un Paraíso Celestial. ¿Y vamos a
rechazarlo simplemente porque no conocemos Su Camino? Dejemos esa soberbia,
alejándola de nosotros. Es la forma de 'acercarse a Dios'. ¿No habéis oído que "atrapará
al sabio en su astucia" y que "las cosas del reino fueron dadas a los pequeños"? LO que
agrada a Dios es ver curvada la cerviz. "¿Y acaso la Casa de Mi Padre no será llamada
Casa de Oración?". Hablaba de Su propio Cuerpo: el Universo es Mi Casa.

Sinceramente, ¿hasta cuándo será reprobada nuestra actitud? ¿Hasta cuándo podremos
empezar a aprender? "Porque enviará al Espíritu Santo y después de ésto vendrá el Fin".
Pero no es el fin, todavía. Porque son tres personas distintas y un solo Dios. Un solo
Dios. Dios es El Único del cual emanan todas las cosas. Por Él y para Él fueron creadas.
Nosotros no contamos para nada. Bueno -me diréis-, ante la grandeza de Dios... ¿Pero
cuál grandeza? Acaso no es "manso y humilde de corazón"? "Yo y Mi Padre Somos
Uno". Cuando encontramos un pobre por el camino nuestro, ¿le damos acaso la capa?
¿O le invitamos a comer a un restaurante? ¿A nuestra casa, por ejemplo? ¿O nos
hacemos quizá amigos de él y le preguntamos sobre su salud, sobre su vida o
posiblemente sobre qué le trajeron los Reyes o qué recibió el día de su cumpleaños?
Porque lo que trae los Reyes Magos a los pobres es un año más de vida, salud y gracias
a Dios. Porque los pobres, en carne propia, comprenden el mensaje de Dios. ¿Acaso
Jesús no escogió a sus discípulos entre pescadores y los hizo pescadores de hombres?
¿Acaso nos quedamos en el mar de la vida, a mitad de camino hacia el Padre,
simplemente porque la mano que se nos extiende no la podemos ni queremos ni
tenemos fe suficiente para alcanzarla? El Hijo no existe sin el Padre. No podemos tomar
al Hijo y dejar al Padre. Pues un Reino no puede estar dividido. Ni está el Hijo contra el
Padre ni el Padre contra el Hijo, sino que los Dos y aún los Tres -con el espíritu Santo-
forman Uno. Un Solo Dios. Un Solo Espíritu. Una Sola Fe. Un Solo Bautismo.
¿Queremos acaso hundirnos en ese mar de la vida? Nunca es bastante. ¿Qué
pretendemos realmente? ¿A dónde queremos llegar? ¿Cuál es nuestro propósito? ¿Cuál
nuestro destino? ¿No es en Dios? ¿Cuál es nuestro compromiso con Dios?
Cuestionémonos estas cosas, hagámonos estas preguntas y entonces, y solo entonces,
podremos vislumbrar aquella Luz. Y, una vez hallada, no la perdamos jamás en nuestra
existencia.

Pero no digamos: ¡Oh, nuestra vida es efímera! ¡Yo me voy a dar a los placeres y a los
lujos que nunca nos dejarán contentos, mientras el Espíritu de Dios nos deje alegres,
felices y contentos! No digamos: ¡Mientras viene la Gran Tribulación, andaré en
pecado! Porque entonces vendrá el Hijo del Hombre en gran estruendo y no sabemos
cuándo, pues ni el propio Hijo lo sabe; sólo Dios. "Nadie es Bueno sino sólo Dios". De
ahí, que el Hijo sea menor que Dios. Porque es nuestra Vida Eterna. No es, en absoluto,
efímera nuestra vida pues morimos para nacer en Cristo que tiene palabras que llevan a
Vida Eterna. Nuestra vida es completamente eterna. Y nuestra posición es mantenernos
firmes cual una roca y construir nuestra casa con sensatez: sobre una roca. Y vendrán
las olas y prevaleceremos. Nuestra posición es permanecer salvos. Hacernos puros y
perfectos ante Dios. ¿Que cuesta? ¡Claro! Todo esfuerzo cuesta. Y aún mas; para
conseguir cosas celestiales. Pero no quedarnos en Sus Atributos, sino dirigirnos
directamente a Dios para comulgar con Él. Y es más: si hemos de hacernos perfectos
ante Dios, no ha de ser ante la Humanidad nuestra perfección. Porque no queremos
justicias terrenales, pues la Justicia que se avecina es la Celestial. Y será repartida entre
todos y cada uno de los componentes de la Humanidad, según sus obras. "Entonces ya
no clamaréis ni golpearéis la puerta diciendo: '¡Señor, Señor, ábrenos!'. Acaso no
profetizamos...". Porque realmente el pobre de corazón es el que verá a Dios. Y el
limpio de corazón. Y el puro de espíritu también lo verá. ¿Acaso no conocéis las
bienaventuranzas? Para vosotros han sido dadas. Y las Leyes (Ley de Moisés), leyes ya
no son; sino que lo único que existe es que Jesús ha dado la Vida por nosotros. Y
gracias Él permanecemos libres. No somos hijos de esclavos. Somos libres.
Pertenecemos a la Libertad.

Por ende, no nos apartemos de la batalla que nos da la vida; tengamos la idea constante
en el presente; y aceptemos con una sonrisa las dificultades que nos brinda a cada paso
el alegre marchar. Aceptemos la esencia de las cosas. Como la abeja busca el néctar, no
andemos en muchas flores; porque lo que atrae a las abejas no es el aroma ni su
colorido, sino el néctar fructífero de las flores. No nos quedemos en cosas vanas y
superfluas. Que si nos hieren, no nos hieren; sino que nosotros nos herimos.
Precisamente ocurre cuando no extraemos la esencia del sentido vital. Por ello, cuando
os presente un mensaje, dejad a un lado las cosas que os mortifiquen y aceptad sólo
aquéllas que transmitan vida. Porque la vida debemos llevarla paso a paso, instante a
instante, para poderla culminar. No es que la vida nos trate mal -a todos-, sino que
nosotros nos comportamos así con ella.
Normalmente hacemos críticas a quien no corresponde. Y, en otro caso, desprestigiamos
el contenido de una obra por el adorno que ésta contiene; es decir, siempre nos
quedamos en cosas vanas y superfluas. Y es más: siempre buscamos aquellas cosas que
tienen mayor representación, mayor imagen y mayor carácter emotivo. Pero estas cosas
sólo deben prepararnos para la esencia del mensaje. Ya lo dijo Jesús en otro tiempo:
"Me dejaréis solo y ninguno de vosotros estará conmigo, sino que cada uno tomará su
propio camino". En otra parte también dijo: "El que no está conmigo, está contra mí".
Por eso hemos de aclarar nuestras ideas: ¿Con quién estamos? ¿Con el mundo o con
Jesús? ¿Con Dios o con el Demonio? "No se puede servir a dos señores". Y quien ama
al mundo es porque odia a Dios. ¿Odiáis vosotros a Dios? Y Jesús dijo: "Yo vencía al
mundo". Luchamos contra un mundo vencido. Os cuesta desprenderos de ésto. Sólo
esperáis a que la muerte os lo arrebate. Y no os digo que no seáis buenos, sino que
podéis ser mejores. En esto consiste vuestra salvación. El camino de salvación:
aprended a ser desprendidos. Siempre decimos: "Mi casa, mi familia, mi hogar, mi
coche, mi mujer, mi marido"; y tomamos posesión de todo ello. Pero nada nos
pertenece. Y cuando nos dicen: "Yo", entendemos: "Nosotros". Y cuando nos dicen:
"Nosotros", entendemos: "Yo". Pues entendamos Yo, cuando nos dicen "Yo"; y
entendamos Nosotros, cuando nos digan "Nosotros". Estamos muy desorientados. Le
damos importancia a las cosas que no las tienen, mientras las verdaderamente
importantes no significan nada; y las rechazamos. Preferimos tener nuestro pan de cada
día (material, por supuesto) y no tomamos el Pan Espiritual de Salvación. Preferimos
tener nuestras cosas (materiales, sin duda) y no tener ninguna Espiritual. Y se os repetirá
una y mil veces, pero como no os conviene, no lo haréis. ¡Porque, claro, he construido
mi hogar, mi negocios, mis cosas; tengo mi coche, mi trabajo, mi mujer, mis hijos! ¡Y
estas cosas son las importantes para nosotros! "Niéguese a sí mismo". Jesús, al ser Hijo
de Dios -"Hijo de Dios", que es muy grande-, pudo venir como un Emperador que
gobernase al Universo entero. ¡Pero vino humildemente y nos sirvió a todos! Y nosotros
aceptamos esas cosas de palabra, pero no de hechos. ¡Tenía poder del Cielo sobre las
cosas terrenales y no convirtió el pan en oro; pudo llegar a ser eminentemente rico y fue
colgado entre malhechores! Más: ¿Qué culpa tenía Él? ¿Sólo demostrar que Su Reino
no era de este mundo? ¿Sólo demostrar que las cosas a Él no le atañían más que las
espirituales? ¿Sólo demostrar que aunque todos le dejasen, Él no estaba solo porque
estaba con el Padre? ¿A qué vino Jesús realmente a la Tierra? ¿Cuál fue Su verdadera
Misión? ¿Quizá nos quedamos nosotros -y cuando digo "nosotros", somos todos- en las
cosas vanas y superfluas de Su existencia? ¿Cuál fue el contenido vital de Su Mensaje?
Vino, única y exclusivamente, a transmitirnos que Él era Hijo de Dios. Que Él y el
Padre eran Uno. Que el Padre era mayor que Él. Que lo que un Hombre hizo, cualquier
otro lo puede hacer; y aún mayores porque va al Padre. Que somos Hijos de Dios y si
Hijos, coherederos por Cristo en la Cruz.

Más, para merecer todo esto, ¿dónde está nuestro sacrificio? ¿Dónde nuestra lucha? Sin
embargo, nos quedamos con las cosas superfluas al pensar que era hijo de María, al
pensar en la Anunciación. Nos quedamos con las cosas superfluas al pensar cómo fue
maltratado, ultrajado. Nos quedamos con las cosas superfluas al pensar cómo caminaba
sobre las aguas. Nos quedamos con las cosa superfluas al pensar cómo hacía milagros.
Pero no nos quedamos con las cosas esenciales al desconocer lo que transmitió a los
Apóstoles de Sus propios Labios. Hemos de tener en cuenta que Dios se hizo Hombre y
Habitó entre nosotros. ¿Habita ahora? ¿Lo sentimos realmente en nuestro corazón?
¿Forma parte de nuestro cotidiano vivir? Jesús dijo: "Porque voy al Padre y no me
veréis más". También dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es Bueno, sino sólo
Dios". O sea, que Su único objetivo aquí en la Tierra era tener presente a Dios. Para
todo. Aún para aquella decisión en el Monte de Los Olivos que le costó Su existencia
humana. Sin embargo, hablaba en parábolas. Más, en la despedida, habló de Sí Mismo.
Y si de Sí, del Padre. Allí se encontró Su verdadero Mensaje: Ya que el sol brilla para
todos, nacer y morir es natural; ¿lo es el vivir? Vi, entre las enseñanzas que a través de
la Historia nos ha dado Jesús, que unas las hemos cumplido y otras no. Hemos cumplido
aquéllas que estaban más de acorde con nuestro proceder -egoísta-, mientras las más
importantes -quizá- las hemos dejado de lado porque nos estorbaban. Sin embargo,
seguimos andando (viviendo), ya que el Sol brilla para todos. Y Dios existe, tanto para
los justos como para los injustos.

Es probable que al reunirnos en Comunidad, como Humanidad, tengamos muy presente


a Dios; pero una vez acabada la lectura -por decirlo de alguna forma literal-, le
olvidamos. Y nos volvemos a dar a nuestras charlas, pero sin permanecer con las
enseñanzas que cada día nos instruye la propia vida. Porque es la Palabra de Dios Viva
la que habita en nosotros. Pero que no sea por un instante, sino para siempre; que no sea
tarde el aceptar esa Palabra. De hecho, el Camino es sencillo al ser angosto; al no pedir
nada. Porque la puerta se cerrará tras de Sí al no habitar y querer saber lo que hay detrás
de la puerta. Y ya no podremos volver; sólo conocer el Paraíso de Dios. Pues la muerte
de Jesús no fue para salvar a los justos. ¿No es de Médico lo que necesitan los
enfermos? "En Dios no hay acepción de personas". Dios dará a cada uno lo suyo.
Realmente Dios es Sabio y nosotros, ignorantes; pero es aceptando esa ignorancia como
nos hacemos sabios. Pidamos a Dios esa Sabiduría y poder estar con Él. Porque es un
Derecho que pertenece al Padre. Ya lo dijo Jesús: "De mi cáliz beberéis, pero el sentaros
a la derecha o izquierda de Mi Padre sólo a Él pertenece darlo". ¡No debemos aspirar a
tantas cosas! Porque nos quedaríamos con ninguna. No debemos seguir muchos
caminos, pues Camino es sólo Uno. Los Humanos nos preocupamos de nuestro aspecto
exterior, pero descuidamos el aspecto espiritual. ¡Sólo en espíritu puedo conocer a Dios!
"Los espirituales, andad espiritualmente". No tenemos que dudar en ningún momento,
sino seguir el Camino con todas sus consecuencias; hasta el final. Pero no sigamos a los
falsos profetas que harán señales y prodigios. Más, "la única señal que será dada será la
de Jonás" -dijo Jesús-, quien permaneció en el vientre de la ballena al igual que el Hijo
del Hombre permaneció en el vientre de la Tierra. Y resucitó de entre los muertos y
subió al Cielo para que nosotros también estemos con el Padre. El Camino de Dios está
dentro de nosotros; lo que pasa es que lo buscamos fuera, haciéndolo material. Debemos
buscarnos a nosotros mismos y encontrar nuestro camino; y una vez hallado, no
apartarnos ni a ala derecha ni a la izquierda. Procurad perfeccionaros al máximo en ese
Camino, pues sólo en espíritu podemos conocer a Dios.

Desde la más remota antigüedad, los hombres hablaban directamente con Dios,
profundizando en el aspecto divino. Y esa fue una de las cosas que Jesús practicó. Y por
eso fue condenado a muerte, porque se hizo Uno con Dios. Más Jesús no pidió la
Legión de los Cielos para hacer Justicia. Para que reconocieran la Gloria del Padre, no
exigió que fueran barridos todos los habitantes terrícolas, porque el Diluvio Universal
ya se dio una vez y la señal del arco iris es para que no haya ningún otro Diluvio
Universal más. Ya que por mucho correr no llegarás primero, si llegas, atente a la
Voluntad de Dios (las consecuencias). Fue Dios, en carne propia, quien se hizo Hombre
y habitó entre nosotros. Es más: Jesús ya estaba con el Padre antes de que el Mundo
fuese. "Hagamos al hombre a Nuestra imagen y semejanza". Lo que nos muestra
siempre es, en el principio y fin de todas las cosas, la Trinidad, el gran misterio al que
ahora ya tenemos acceso. A los pobres peces no saben lo que les espera. Antes de la
llegada de Jesús, será enviado un mensajero: ese mensajero ya se dio en Juan Bautista.
Normalmente entendemos las cosas que queremos entender, sin esforzarnos por las
cosas que transmiten Vida. ¡Más el que murió fue un Justo! ¡Más no murió; sino que fue
resucitado por Dios entre los muertos para permanecer en todos y cada uno de nosotros!
¡Porque por Él entendemos al Padre! ¡Él es el Mediador de la Nueva Alianza: Él es
Jesús, por cuya aspersión de la sangre, que es Él mismo, habla mejor que la de Abel! Y
la sangre de Jesús clamó desde la Tierra, donde era inmolada la víctima, el chivo
expiatorio. He aquí que Jesús vendrá con Poder Infinito, más no le pertenece a Él el
Juicio; sino que el Juicio es del Padre, ya que "la venganza es mía, dice el Señor". "Mi
Padre es Mayor que Yo". La caridad acepta ese compromiso: el de permanecer en la
existencia de Dios. Aceptemos las cosas que Dios quiere para nosotros y no aceptemos
las coas que nosotros queremos para nosotros. Empezando por el desprendimiento de
nosotros mismos, de nuestra forma de ser, de nuestra carne, nuestro cerebro, nuestros
pensamientos, de lo más íntimo de nuestros secretos; desprendernos absolutamente de
todo para que empiece a llenarnos el Mensaje de Jesús. Y no vacilemos en dar ese paso,
pues Dios es lo Primero; y por Él y para Él fueron hechas las cosas. "¿De qué vale al
hombre ganar el mundo si pierde su alma?" "El que no está conmigo, está contra mí". Y
Dios Padre y Dios Hijo son Uno. Y no es preciso estar en contra de Dios, sino tenerlo
de nuestra parte. Pero sabed pedir. Sabed para qué lo tenemos de nuestra parte. En
principio, para nada material nos será aceptado; pues Dios Es Espíritu y sólo en espíritu
podemos conocerle. No podemos pretender que nos socorra en todas las empresas -
espirituales- que emprendamos; no podemos pretender que Dios las haga brillar, y darlo
por hecho. No hagáis planes que después no podéis cumplir. Pues Dios, al que quiere
quita y al que tiene le será dado aún más. Así que, una vez que sigamos el Camino de
Dios y hayamos triunfado, sólo cuando hayamos triunfado, le glorifiquemos para que de
Dios sea toda la Obra; pues a Dios pertenece el Honor y la Gloria por todos los Siglos.
No nos alleguemos a cosas temporales, que las cosas humanas pasan; pero la Gloria de
Dios permanece para siempre; pues "para lo que imposible para el hombre, para Dios es
posible". De hecho, lo que nos parece imposible -y es posible- es que Dios, siendo tan
Grande y Perfecto, pueda caber en un corazón humano y pecador. "¿Donde está, muerte,
tu aguijón?" El acogernos a Dios es única y exclusivamente para hacer Su Voluntad. Él
es el Sabio. El Guía Perfecto. Y si hacemos Su Voluntad es para Gloria de Dios.
Estamos en el Buen Camino al reunirnos con Dios, a escuchar la Palabra de Dios,
participando en congregación (de los justos perfectos). Y así nos unimos. Y unidos
andaremos. Se dispersarán las ovejas y cada uno tomará su propio camino, pero el
rebaño será apacentado.

Ahora bien; ¿amamos a Dios? La pregunta es actual. Para amarte necesito conocerte; y
para conocerte, sentirte. Empecemos por conocer quién es Dios y dónde está para
después, a través del sentimiento, saber si le amamos. "Apacienta Mi Rebaño". Pues
bien, quien nos dio un conocimiento más perfecto de la verdad fue Jesús, pues es La
Verdad. Es más: en el principio Era El Verbo (Jesús), el Verbo Era Con Dios y el Verbo
Era Dios. Era Con Dios. Conocemos la Palabra de Dios mediante Jesús, el Mediador de
la Nueva Alianza, para que ahora ya no estemos en un paraíso terrenal sino que la Tierra
Prometida es un Paraíso jamás pisado por pie alguno: un Paraíso Celestial, donde las
miríadas de los Ángeles hacen morada. Jesús dijo: "Yo y Mi Padre Somos Uno". Y nos
enseñó quién era el padre cuando aprendimos a orar: "Padre Nuestro". Sin embargo, allí
nos habla de "Mi Padre", cuando dice que "Somos Uno". Jesús nos dice también que Su
Padre es Mayor que Él. Que "Donde Yo voy, no podéis venir vosotros". Que "Voy al
Padre y no Me Veréis más". Sin embargo, también nos dice: "Voy al Padre a prepararos
morada". Hemos visto ciertos aspectos en la vida de Jesús y hemos dejado de lado los
momentos en que nos habla del Reino Celestial. Y precisamente con un propósito muy
claro: si hemos de amar a Dios, no nos hemos de quedar en Sus Atributos; sino
dirigirnos directamente a Él para comulgar con Dios y fundirnos en Su Amor, cual
Planetas se funden en el Sol. Ahora bien, sabemos que Jesús nos amó porque dio la vida
por la Humanidad. Y aquí está la esencia de Su Mensaje: en concreto, ¿somos capaces
de dar nuestra vida por Jesús? ¿Podemos negarnos a nosotros mismos, cargar con
nuestra cruz y seguirle? Porque tanto amó Dios al mundo que dio a Su Hijo Unigénito
para salvar al mundo de una vez para siempre. Cimentémonos: para amar a Dios
necesito conocerle; y para conocerle, sentirle. ¿Sentimos a Dios? Creo que esto es lo
más seguro: que le sentimos. Ahora, quien no ama, no conoce a Dios. Está muy claro:
¿Amamos a Dios? Tratemos de contestar estas dos preguntas. Osea, si realmente
sentimos a Dios y si, a través del sentimiento, llegamos a amarle. Busquemos la base.
¿Cuál es el principal mandamiento de la Ley de Dios? -no la Ley de Moisés- "Ama a
Dios sobre todas las cosas con toda tu alma, con todo tu corazón y con toda tu fuerza; y
al prójimo, como a ti mismo". Porque "quien dice que ama a Dios y odia a su prójimo,
no Le ama". "Porque si amáis a los que os aman, ¿dónde está vuestro mérito? ¿Dónde
vuestra lucha?". "Bendecid a los que os maldicen y orad por los que os persiguen".
profundicemos un poco más en el aspecto de amar a Dios. Sabemos que el que no ama,
no conoce a Dios. Bien. Normalmente amamos a las personas que nos aman o nos han
amado. "Dejad que los muertos entierren a los muertos". "Deja tu casa, tus padres, tus
hermanos y sígueme". Fue lo que dijo Jesús. Honestamente, ¿lo hacemos realmente?
Creo que no. Que tenemos un sentimiento muy arraigado a la tradición. "Quien no
renuncie a todo esto por amor a Mí, no es digno de Mí" -ya lo dijo Jesús. Sin embargo,
vemos, a través de la vida de Jesús, que no amó a alguien en concreto; sino que Su
Amor lo dirigió a toda la Humanidad. Magdalena le amaba, pero no dice si Jesús le
amó. Los Apóstoles le hablaban de un predilecto, pero Él nunca dijo que fue su
predilecto. Es decir, que Su Amor y Su Concepto sobre el Amor, no era un amor banal,
tradicional; era un Amor Sublime: "porque Te Alabo, Padre". Se dirigió, Su Amor, en
principio, a Dios: "Que se haga Tu Voluntad y no La Mía"; y luego, se dirigió a la
Humanidad con Su Redención. Pero, ¿era recíproco ese Amor hacia la Humanidad?
Porque decía: "Venid a Mí, benditos de Mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de
comer; desnudo estaba y me vestisteis; en la cárcel y me visitasteis. ¿Y cuándo hicimos
eso contigo? Cuando con uno de los que me aman, lo hicisteis". Quiere decir que
Amaba a Dios para entregar Su Vida por la Humanidad y Amó a la Humanidad para
Glorificar a Dios.

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