Viernes, 10 de septiembre de 2010 - josemari20 46 3 visualizaciones
Quisiera ahora poder tener un amor
para inspirarme y creer que sería apoyado.
Más, como siempre, sin conocer unos labios
junto a los tuyos, veo a los demás amarse y me digo: son afortunados.
Pero... ¿Puedo yo serlo?
Creo que no he nacido para ello; porque si así fuese, con mis años de joven ya conociera a qué sabe un beso.
Así, ahogo mi amor en mi ignorancia,
expreso la inocencia latente que sobresaltada vaga por la eternidad.
Cuántas veces te he oído decir: ¡Pruébalo! Y cuántas otras te reprimiste.
Porque cuando la timidez
asalta tu vida y te encierra en ella misma, te ofrece un vasto mundo de imaginación compuesto, pero lo nefasto encuentras al cerciorarte que la realidad que tú creías no puede ser.
Al llevar la timidez entro de mí
y absorbiéndome me envuelva con su fragancia con inusitada distancia de la entera humanidad. Soy una isla vacía en que la aridez del sol regala soledad. Así, nadie te da un beso de amor.
Parece borra el pasado
antiguas nostalgias, que ahora te llevan errante y vagabundo. Mil imágenes agolpan tu frente, donde pudiste ser confidente, pero nunca se ve un beso ardiente.
Estrujas en tu memoria e intentas sacar de tu cabeza una imagen siquiera de un beso sencillo fuera.
Cuando esta sencillez venga a tus labios
secos por el viento, totalmente calcinados, procura suavizarlos antes para no asustar a tu amante.
¡Vida! Como verdugo has llegado a mí
trayéndome inconsecuencias malogradas y haciendo de mí una persona triste y quemada por el tiempo, dándome una edad otoñal en que mi refugio es el viento. ¡Gracias vida porque existo sin saber que existo!