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. 2 = Universidad Auténoma de Baja California nm au 8 AGLIILAR hablado y del espaiiol escrito, puesto que a partir de dichas mani~ festaciones se inicia la comunicacién entre dos mas hablantes, La comunicacién oral y la escrita son dos modalidades de la lengua que se sitvian en planos distintos pero no disociados. De di- chas formas de comunicacién verbal, la modalidad oral puede ser utilizada por los hablantes de cualquier nivel sociocultural. Fs la modalidad mis espontanea y dinémica de la lengua, se adquiere de modo natural como lengua materna (I1) y se sirve, a su vez, para la comunicacion de elementos paralingiiisticos (gesto, ademén, mi- tnica, movimientos, modulacién de voz, entonacién, etcétera) y de elementos deicticos, repeticiones, insistencias y elipsis contextual. La modalidad escrita, aunque existe una constante imbrica- cién de lo oral en lo escrito y al revés, amplia las posibilidades de Ia oralidad, Para escribir se requiere una actitud mas reflexiva y rigurosa. Las formas de expresion escritas son tan variadas como Jas de la oral, aunque la escritura es mucho mas exigente social y culturalmente en el manejo del repertorio léxico, Ja propiedad gra- matical y la correccién ortografica. El texto escrito suele estar uni- do a una perfeccién normativa, puesto que es producto de un pro- ceso de claboracién. No todos los hablantes de una lengua utilizan la escritura con normalidad, ya que su practica exige un cierto gra- do de cultura y un ejercicio activo y constante Saber escribir nace con la intencién de ayudar a redactar; de ampliat los procedimientos de generacion y precision de ideas, de documentacion y de planificacién; de seleccionar los elemen- tos de union adecuados; de relacionar de forma conveniente el con- tenido del tema con la expresién, el registro y el estilo elegidos segiin la situacién comunicativa y la tipologia del texto, y de apren- der a aplicar las técnicas de revision y correccion para lograr la re- dacci6n y la disposici6n exigidas en cualquier presentacion escrita. -_ — Caprruta tT La lengua espanola 1.1, LA LENGUA ESPANOLA Y¥ SUS HABLANTES Fs obvio que la lengua espafiola —como cualquier otra lengua ha- blada por los seres humanos— pertenece a todos sus hablantes por igual sean estos pobres o ricos, o ni pobres ni ricos, sino todo lo contrario —como, en su momento, escribié Miguel Mihura—; vivan en aldeas, en pueblos o en ciudades, en el Ilano, en la mese- ta 0 en las montafias, junto al mar o en el interior; hayan nacido en Madrid o en México D. F, en Sevilla o en Buenos Aires. El siste- ma lingiiistico que denominamos espatiol —aunque por diversos ma- tices politicos o tradiciones culturales sigue denominandose por muchos de sus hablantes castellano— nos pertenece por igual a quie~ nes nos hemos educado en él, seamos ancianos, jévenes © nifios (hombre o mujer) y desempefiemos en la vida la profesi6n de mé- dico, de periodista, de militar, de profesor, de abogado, de quimico o el oficio de pastor, de zapatero, de frutero, de albanil, de mecé- nico, de electricista... En principio, pues, todos los hablantes de espafiol participa- mos de una misma lengua, aunque al hablarla percibimos con niti dez que no todos nos expresamos oralmente de la misma manera y que, por consiguiente, presentamos rasgos diferenciadores clara~ mente perceptibles en la entonacién, en el acento, en Ja pronun- ciacion fonética (por ejemplo, muchas personas, la inmensa mayo- ria de entre los que hablamos espaiiol, no distinguen entre los sonidos sy cy as{ pronuncian de igual manera casa/caza. Dicha rea- lidad la conocemos con el nombre de seseo (consiste en pronun- ciar como una ese tanto la graffa s de la palabra casa como la grafia z contenida en la palabra caza): en el sielo (por en el cielo); en mu- 21 PBPANTARENTO BE BORDACIO AGRIEREA WADE cha menor extensién territorial, y con escaso prestigio social y cul- tural entre los hablantes de espaiiol, se oye el ceceo que consiste en pronunciar, a diferencia de quienes sesean, como una ce tanto fa gra- fia s contenida en la palabra casa como la grafia = de la palabra caza: voy a caza (por voy a casa); también se halla muy extendido entre los hablantes de espaiiol el fendmeno fonético y fonolégico cono- cido con el nombre de yegvmo: consiste en la pérdida del sonido representado por las letras // (la elle) que aparece en la palabra //a- ve en favor de una variedad de sonidos representados por la letra y ( griega): asf se pronuncian de igual manera palabras escritas con II (lluvia) y palabras escritas con y (yo), se igualan, pues, en la pro- nunciacion las grafias // ey: pollo pasa a pronunciarse como /poyo/ (animal, cria que nace del huevo de la gallina, que pasa a pronun- ciarse /gayina/) y poyo (banco de piedra, yeso u otra materia...). —Mire usted —me decia el arriero, deteniéndose—: :Ve aquella lo- ma que parece vejiga de puerco? Pues detrasito de ella esté la Media Luna. Ahora voltié para alla. Ve la ceja de aquel cerro? Véala. Y aho- ra voltié para este otro rumbo. 2Ve la otra ceja que casi no se ve de Jo lejos que esté? Bueno, pues eso es lt Media Luna de punta a ca- bo. Como quien dice, toda la tierra que se puede abarcar con la inirada. ¥ es de él todo ese terrenal. El caso es que nuestras madres nos malparieron en un petate aunque éramos hijos de Pedro Péra- mo. ¥ lo mas chistoso es que él nos Hlevé a bautizar. Con usted debe haber pasado lo mismo, zno? —No me acuerdo. —,Vayase mucho al carajo! —2Qué dice usted? —Que ya estamos llegando, sefior. (Juan Rulfo: Pedro Paramto, México, Fondo de Cultura Econémica, 1955). Diferencias entre quienes hablamos espaiiol también encon- tramos —tanto al hablar como al escribir—, aunque no en demasia en la norma estandar de la lengua, en variantes de uso perfecta- mente aceptables, por ejemplo, existe un ntimero amplio de ha- blantes que no utiliza la posibilidad que ofrece el paradigma verbal entre el pretérito y el perfecto («esta mafiana compre/ esta mana- na he comprado) al elegir en todos los casos el pretérito (compré, en todos los casos), otros hablantes de espafol eligen vos tencs en 22 Jugar de tv tenes o prefieren Tea fo en Ja expresion «a Juan le vir; en el nivel sinvictico, la diversidad de eleccion, por parte de los ha- blantes de espafiol, es ciertamente escasa en la norma de cultura: en nuestra casa 0 en la casa de nosotros, encima mio o encima de mit, ustedes son bien recibidos frente a vosotros sois bien recibidos, son opciones que, en un principio, percibimos como pertenecientes le- jtimamente a claras coordenadas geograficas: América frente a la eninsula. Las diferencias, en todo caso, vienen dadas en la ma- yorfa de los casos por el uso determinado que, de las diversas op- ciones que presenta la lengua, llevan a cabo los grupos humanos se~ giin su agrupamiento geografico, pero atendiendo siempre a su nivel cultural; en cualquier situaci6n de habla, siempre se tiene en cuenta ‘el prestigio social y cultural de dichos grupos humanos. Sin em- ‘pargo, en la eleccion del Iéxico es donde con mis claridad se per- cibe li diversidad de los pueblos 0 sociedades que hablamos espa- iol: «salgo en el prdximo aero o salgo en el proximo avidin y, por supuesto, en la entonaci6n, en el acento, en la pronunciacién cuan- do elegimos para comunicarnos el plano oral de Ta lengua. La fonética, el acento y la entonacién —incluida la curva me- Jédica—de quien esto escribe (en el caso de que estuviera emplean- do para comunicarme con ustedes la expresion oral) pertenecen al grupo o modalidad de espafiol que denominamos nortefio, por ex- tensiGn castellano. Diferente seria la percepcién por parte de uste- des si lo que les cuento por escrito fuera leido por cada uno de us- tedes: solamente percibirfan diferencias por la eleccién 0 no de determinados rasgos morfoldgicos («los sofases son muy caros> © ‘clos sofés»), por la presencia 0 no de rasgos sinticticos («el hijo de ellos, de ustedes» 0 «vuestro hijo») y, sobre todo, por la inclusion de unas determinadas lexias (altoparlante/altavoz, garaje/cochera) en detrimento de otras, segiin la diversidad de hablas locales asen- tadas en el vasto territorio hispdnico. La manifestaci6n escrita de Ja lengua, al ser igual para todos los hablantes de espafiol, ha difu- minado en gran parte muchas de las perceptibles diversidades de habla que estén presentes en la lengua espafiola y, por supuesto, ha potenciado su unidad y difusién. Por cierto, Jos hablantes de la mo- dalidad de espafiol que denominamos castellano (en sentido hist6~ rico y dialectal) estamos en franca minoria demografica en el con- junto del idioma espaiol, El presente y porvenir del espaiiol se encuentran en las diferentes modalidades de las variantes andalu- zag asentadas en América. Es decir, en el espanol hablado en Amé- 23 Semen agunue rica, en donde en la actualidad son més de trescientos cincuenta mi~ llones de hablantes. Y, también, los hablantes de espaiiol solemos presentar dife- rencias de uso (aparte de las descritas anteriormente, circunscritas a la variante territorial o nacional de nuestro de nacimiento y al espectro social y cultural al que se pertenezca), debidas esencial- mente a la instruccién o falta de instruccién, a una buena o defi- ciente (0 nula) escolarizacién: «mesmo» (por mismo), «melitar> (por militar), «sordao» (por soldado), «andé> (por anduve), «me se ha perdido el dinero» (por se me ha perdido e] dinero)... Los ha- blantes cultos de una lengua solemos distinguir diferentes «regis- tros» a la hora de hablar una lengua (desde el que utilizamos en la intimidad en casa con nuestros familiares: padres, hermanos, hi- jos, hasta el que usamos con nuestros compafieros de trabajo, o el que podemos utilizar en puiblico al dictar una conferencia) que, nor- malmente, van asociados a nuestra forma de entender las relacio- nes humanas y al grupo social al que pertenezcamos por profesién y cultura: por ejemplo, la extensién del «tuteo» en toda situacién y ante cualquier persona, el empleo de las Ilamadas «palabras mal- sonantes» 0 «groserias»... son aceptados por unas sociedades y no, por otras. ‘A mi, en estos momentos que me estoy dirigiendo a una co- lectividad plural, desconocida y que, por otra parte, pretendo in- formarles —o, en cualquier caso, [lamar su atencién— sobre as- pectos de la lengua, no se me ocurriria proferir ninguna palabra malsonante por mucho que aparezcan escritas en excelentes no- velas, en las de C. J. Cela por ejemplo, y vayan teniendo poco a poco su acomodo.en el Diccionario de la Real Academia Espafio- la; ni tampoco podria tratarles a ustedes indiscriminadamente de «tt», Su empleo —tanto las palabras malsonantes 0 groserias co- mo el uso indiscriminado de ti— no es un problema lingiiistico si- no social y cultural. Pero en cualquier otra situacion més disten- dida, entre mis amigos universitarios o de trabajo, si podria utilizar palabras malsonantes y, por supuesto, emplear el «tuteo» en toda su extensién. La cultura en general, y la cultura lingiifstica en par- ticular, son las encargadas de limar diferencias y de establecer el marco adecuado en la comunicacién humana por medio de la len- gua. La cortesja, la llamada buena educacién, formalizan deter- minados usos lingiiisticos que empleamos para iniciar una con- versacidn («Por favor, me puede indicar...»), para disculparnos TA EINE UA TSPAROLA («Perdona, no me he dado cuenta...»), para despedirnos («Adiés»), para iniciar un didlogo, un saludo («Hola»)... 1,2. TRADICIONALMENTE SE DECIA QUE EL ESPANOL HABLADO TN VALLADOLID, EN BURGOS... ERA MEJOR, MAS PURO, QUE EL ESPANOL HABLADO EN SEVILLA, EN MALAGA... gPURDE HOY MANTENERSE TAL AFIRMACION? Hin modo alguno. El idioma espafiol es uno, pero presenta varias normas de cultura, todas ellas validas y comtinmente aceptadas por Ja comunidad de hablantes de espafol. No se puede asignar a una wona geografica (o zonas geograficas) del vasto territorio en donde cl espatiol es la lengua oficial el «

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