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V. Sobre la definicién de economia politica, y sobre el método de investigacién mas adecuado para la misma Desde una visién superficial de la naturaleza y objeti- vos de las definiciones cabria imaginar que la definicion de una ciencia ocuparia en el orden cronolégico el mis- ‘mo lugar que normalmente ocupa en el didéctico, Asi como un tratado sobre cualquier ciencia habitualmente comienza con un intento de expresar en una formula breve lo que la ciencia es y en qué difiere de otras cien- cias, podria suponerse que el disefio de una formula de ese estilo naturalmente precede al cultivo fructifero de dicha ciencia. Pero las cosas no han sido asi ni de lejos. Casi inva- riablemente la definicién de una ciencia no ha precedido ala creacién de la misma sino que ha venido después. Como las murallas de una ciudad, no ha sido normal- mente erigida como receptaculo de edificios que podrian set construidos en el futuro sino para circunscribir un conjunto ya existente, Los seres humanos no midieron el terreno del cultivo intelectual antes de empezar a sem- 144 Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economia politica 145 brarlo; no dividieron primero el campo de la investiga- cién humana en compartimentos regulares y pasaron después a recolectar verdades con objeto de depositarlas en cada uno de ellos; procedieron de modo menos sis- temitico. A medida que se fueron acopiando los descu- brimientos, bien de a uno o bien en grupos resultantes, dela continuada prosecucién de un curso de investiga- cién uniforme, las verdades sucesivamente acumuladas se cohesionaron y aglomeraron conforme a sus alinida- des individuales. Sin ninguna clasficacién intencionada, los hechos se clasificaron a si mismos. Llegaron a ser asociados en la mente de acuerdo a sus semejanzas ge nerales y evidentes; y los agregados asi constituidos, como debian ser a menudo referidos como agregados, acabaron por ser denotados con un nombre comin. Cualquier cuerpo de verdades que ha adquirido de tal manera una denominacién colectiva fue llamado ciencia. ‘Transcurrié mucho tiempo hasta que se pens6 que esa lasificacién fortuita no cra suficientemente precisa. En un estadio més avanzado del progreso del conocimiento las personas percibieron la ventaja de discernir si los hechos que habfan sido agrupados de esa forma se dis- tingufan de todos los demas hechos merced a algustas propiedades comunes, y cuiles eran éstas. Los primeros intentos de responder a dicho interrogante fueron nor malmente muy torpes y las definiciones consiguientes cextremadamente imperfectas Y lo cierto es que casi no hay indagacién en todo el cuerpo de una ciencia que requiera un grado tan elevado de analisis y abstraccién como la investigacién de lo que Ia propia ciencia es; en otras palabras, cudles son las pro piedades comunes a todas las verdades que la componen y qué distingue a tales verdades de todas las demas. En Consecuencia, muchas personas profundamente versa: das en los detalles de una ciencia quedarian perplejas si 146 John Stuart Mill debieran presentar una definicién de la ciencia misma que no fuera susceptible de fundadas objeciones logicas. No cabe exceptuar de esta observacién a los autores de Jos tratados cientficos elementales. Las definiciones que aus obras incluyen acerca de las ciencias en.su mayoria no son ajustadas —algunas resultan demasiado amplias, tras demasiado estrechas— 0 no son suficientemente profundas y se limitan a definir la ciencia por lo acci- ental, no por lo esencial, por alguna de sus propiedades que quizé pueda ciertamente servir de sello distintivo, pero que es demasiado insignificante como para haber Ponducido por sf misma a los seres humanos a conferir a Ia ciencia un nombre y una jerarquia en tanto que obje- to de estudio independiente. La definicién de una ciencia debe ser situada en la clase de verdades sobre las que Dugald Stewart pensaba Cuando advirtié que los primeros principios de todas las ciencias pertenecen a la filosofia de la mente huma- na*, Su comentario es justo: los primeros principios de {as ciencias, y sus definiciones, han compartido hasta el presente la vaguedad e incertidumbre que han perme Go esa rama del conocimiento, la mas dificil e inestable de todas. Si abrimos cualquier libro, incluso de mate- mnaticas o de filosofia natural, es imposible no quedar impactado por la nebulosidad de lo que se nos presenta como nociones preliminates y bésicas, y por la forma su- mamente insuficiente en la que estan razonadas las pro- posiciones que se nos exhiben como primeros princi- © Dugald Stewart (1753-1828), economista y moralista escocts, ca ted de iloea moral en la Universidad de aire, sucesor ‘ie Adam Ferguson y amigo y primer bidgrafo de Adam Smith. Sus ta- bajos mis importantes son Elements of the philosophy of the buman pupa, en tes volimenes publicados en 1792, 1815 y 1826, y Outlines ef mon piosopby, de 1793, Aqui Mill lude al primer volumen de los Elements. (Nota del Editor) Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economia politica 147 pios, en marcado contraste con la lucidez de las expli- caciones y lo concluyente de las pruebas una vez que el autor entra en los detalles de su tema. ¢De dénde pro- viene esta anomalia? ¢Por qué la certeza reconocida de Ios resultados de esas ciencias no se ve perjudicada por la falta de solidez de sus premisas? ¢Cémo puede ser «que una superestructura tan firme sea edificada sobre un fundamento tan endeble? La solucién de la paradoja estriba en que lo que se denominan primeros princi- pios en realidad son principios tiltimos. En vez. de ser el punto fijo del que se cuelga la cadena de demostraciones que sostiene todo el resto de la ciencia, ellos son el esla- én mas remoto de la cadena. Aunque son presentados como si todas las demés verdades se dedujeran de ellos, son las verdades que se descubren en tiltimo lugar, el co- lofon del estadio postrero de la generalizacién, o del proceso de analisis final mas sutil al que cabe someter a las verdades especificas de la ciencia, unas verdades es- pecificas que han sido establecidas previamente pot me- dio de la evidencia correspondiente a su propia natura- leza. Tgual que las demés ciencias, la economia politica ha permanecido desprovista de una definicién construida sobre principios rigurosamente ldgicos, ¢ incluso de algo ms sencillo de conseguir: una definicién que se ajuste cexactamente al objeto definido. No es probable que, al menos en este pais, ello haya ocasionado que las fronte- ras genuinas de la ciencia hayan sido confundidas o tras- pasadas; peto si ha provocado —quiza deberfamos decit {que estd vinculada a— concepciones imprecisas y a me- nudo err6neas sobre el modo en que dicha ciencia ha de set estudiada ‘A continuacién vamos a verificar dichas afirmacio- nes mediante un examen de las definiciones mas am- pliamente aceptadas de esta ciencia. 148 Jobo Stuart Mill 1. En primer lugar, en lo referido a la idea vulgar de Ja naturaleza y objeto de la economia politica, no incu- rririamos en una grave equivocacion si dijéramos que responde a algo de este estilo: la economia politica es una ciencia que ensefia 0 pretende ensefiar de qué ma- nera una nacidn puede enriquecerse. Esta nocién se ha- Ila en cierto grado avalada por el titulo y organizacién que Adam Smith eligié para su inestimable obra. Deci- dié llamar a un tratado sistemético de economia politica Una investigacion sobre la naturaleza y las causas de la ri- queza de las naciones, y los temas son presentados en un orden que se adecua a dicha vision de los ptopésitos de su libro. La definicién en cuestién, si puede llamarse asi lo gue no aparece en un conjunto de palabras sino que debe descubrirse a través de un proceso de abstraccién desde cien formas corrientes de hablar del asunto, pare- ce expuesta a una objecién decisiva: confunde dos ideas estrechamente conectadas pero esencialmente distintas, la ciencia y el arte. Estas dos ideas difieren mutuamente como la inteligencia de la voluntad, 0 como el modo gramatico indicativo del imperativo. La primera se ocu- pa de los hechos, la segunda de los preceptos. La ciencia es una coleccidn de verdades; el arte es un cuerpo de re- alas 0 criterios de conducta. El lenguaje de la ciencia es: esto es, esto no es, esto ocurte, esto no, El lenguaje del arte es: haz esto, no hagas esto otro. La ciencia com- prende un fendmeno y procura desentrafiat su ey. El arte se propone un fin y busca los medios para llevarlo a cabo. Por consiguiente, sila economia politica es una cien- cia, no podré ser una coleccién de normas pricticas; aunque debe ser capaz de servir de base para reglas priicticas, salvo que sea una ciencia totalmente inttil La ciencia de la mecénica, una rama de la filosofia natu Ensayos sobre algunas cuestiones dsputadas en economfa politica 149) ral, establece las leyes del movimiento y las propiedades deo que se denomina las fuerzas mecinicas. El arte de Ja mecéinica prictica ensenia cémo recurrir a esas leyes y propiedades para incrementar nuestro control sobre la naturaleza exterior. Un arte no seria un arte si no se fundara sobre un conocimiento cientifico de las propie- dades de su materia; sin ello no seria filosofia sino em- pirismo; seria éureipia. y no tézyn, en el sentido de Pla t6n, Entonces, las reglas para que una nacién incremen- te su riqueza no son una ciencia sino el resultado de una ciencia, La economia politica no instruye por si mis- ma sobre cémo hacer rico un pais, pero toda persona ca- lificada para enjuiciar los medios de enriquecer una na- cin debe ser primero un economista politico. 2. Ladefinicién admitida con mas generalidad entre las personas instruidas y que es presentada en la intro- duccién de la mayoria de los tratados sobre la disciplina cs Ia siguiente: la economia politica nos informa acerca de las leyes que regulan la produccién, la distribucién y el consumo de la riqueza. A esta definicién se le sucle adjuntar una ilustracién familias, y se dice que la econo- mia politica es al estado lo que la economia doméstica es ala familia. Esta definicin esti libre de la falta que detectamos en la primera, Claramente advierte que la economia politi caes una ciencia y no un arte, que versa sobre leyes de la naturaleza y no sobre maximas de conducta; nos ensefia cémo son las cosas por si mismas, y no nos aconseja de qué manera debemos adaptarlas para conseguir alguna finalidad especifica. Pero aunque la definicién es en este sentido inobjetable, nada parecido puede afirmarse de la ilustracién que la acompaiia, que mas bien retrotrae la mente a la vaga nocién popular de economia politica, que ya hemos descartado. La economia politica es real mente una ciencia, y asi lo pone de manifesto la defini 150 John Stuart Mill ci6n, pero la economia doméstica, en la medida en que pueda ser reducida a principios, es un arte. Consiste en reglas, en maximas de prudencia con objeto de garanti- zar a la familia un suministro estable de lo que sus nece- sidades requieren, y de obtener, con cualquier monto dado de medios, la mayor cantidad posible de comodi- dades y placeres materiales. Es indudable que el resul- ado beneficioso, la gran aplicactén prictica de la econo- ‘mia politica seria aleanzar para la nacién algo similar a lo que la economia doméstica mas perfecta consigue para una sola familia, Pero suponiendo que este objetivo se concretase, existiria entre las reglas que permitirian lo- grarlo y la economia politica la misma diferencia que separa el arte de la artilleria y a teoria de los proyectiles, © las reglas de la agrimensura y la ciencia de la trigono- metria. La propia definicién, aunque no esta expuesta a la misma objecién que la ilustracién anexa, esti lejos de ser irrecusable. Pero ante ninguna de ellas, consideradas como punto de partida de un tratado, tenemos mucho que objetar: En un estadio muy temprano del estudio de la ciencia, cualquier cosa mas exacta seria inutil y por tanto pedante. En una definici6n inicial, la precision cientifica no es indispensable; el objetivo es insinuar en la mente del estudiante, casi da igual por qué medios, al- ‘gin preconcepto sobre cudl es el sentido de la bisqueda y-qué conjunto de temas esta a punto de recorrer. Como simple anticipacién 0 ébauche de una definici6n, desti- nada a indicar al estudiante lo maximo que pueda com- prender, antes de empezar, de la naturaleza de lo que se le va.a ensefiar, no disputamos la {érmula aceptada, Pero si reivindica el ser admitida como la definitio 0 linea fronteriza cabal, que resulta de una profunda ex- ploracién de toda la extensin de la disciplina, y si pretende marcar el sitio exacto de la economia politica Ensayos sobre algunas cuestiones dsputadas en economia politica 151 entre las ciencias, entonces su pretensién no puede set aceptada, “La ciencia de las leyes que regulan la produccién, la distribuci6n y el consumo de la riqueza". El término ri- queza esti rodeado por una nebulosa de connotaciones fluctuantes y vaporosas, que no permitiré ver a través de ella nada con nitidez. Utlicemos en su lugar una perifrasis. La tiqueza se define como todos los objetos tities 0 agra- dables para los seres humanos, excepcién hecha de los ‘que pueden ser obtenidos en cantidades indefinidas sin trabajo alguno, En vez. de todos los objetos algunos ex- pertos aiiaden: todos los objetos materiales, pero la dis tincién no es pertinente para nuestro presente propésito. Por cefiirnos sdlo al caso de la produccién: si la eco- nomia politica comprendiese las leyes de produecién de todas las cosas o todas las cosas materiales titiles 0 agtadables para las personas, seria arduo determinar sus limites, porque como minimo incluiria todo o virtual- mente todo el conocimiento fisico. Los cereales y el ga- nado son cosas materiales, y sumamente dtiles para la humanidad, Las leyes de produccién de los primeros abarcan los prineipios de la agricultura; la producci6n del segundo es el objeto del arte de la ganaderia que, en la medida en que es verdaderamente un arte, debe fun. darse sobre la ciencia de la fisiologia. Las leyes de pro- duccién de los articulos manufacturados comprenden toda la quimica y toda la mecénica. Las leyes de pro- duccién de la riqueza extraida de las entrafia de la tierra no pueden desarrollarse sin recurrir a buena parte de la geologia. ‘Cuando la extensi6n de una definicién sobrepasa tan manifiestamente lo que aspira a definir, debemos supo- net que no se pretende que sea interpretada literalmen: te, aunque las limitaciones con las que deba ser enten- dida no sean explicitas. 132 John Stuart Mill Quizés pueda afirmarse que la economia politica se ocupa sélo de las leyes de produccién de riqueza que sean aplicables a todas las clases de riqueza, mientras que las referidas a los detalles de actividades o empleos expecfcos consinyen el objeto de otras cencias ttl . Ahora bien, si entre la economia politica y la ciencia fisica no mediara mas diferencia que ésa, podemos esti- pular que dicha distincin jamas habria sido formulada En ningiin otro campo del conocimiento existe una di- vision parecida. No distinguimos en la zoologia o la mi- neralogia dos partes, una que trata sobre las propiedades comunes a todos los animales o todos los minerales, y otra que abarca las propiedades particulares de cada ¢s- pecie concreta de animal o mineral. La raz6n es obvia: no hay ninguna difergncia cualitative entre las leyes ge- tiles dete naturaleza sitindl o seinehehy ab prope. dades peculiares de las especies coneretas. Existe una analogia tan estrecha entre las leyes generales y las par- ticulares como entre una ley general y otra ley general; de hecho, lo comin es que las leyes particulares sean el resultado compuesto de una pluralidad de leyes genera- les que se modifican recfprocamente. Por consiguiente, tuna separaciGn entre leyes generales y particulares me. ramente porque unas son generales y otras particulares seria contraria tanto a poderosas razones de convenien- cia como a las tendencias naturales de la mente. Sila si tuacién es distinta para las leyes de produccion de la riqueza, ello debe obedecer a que en este caso las leyes generales difieren cualitativamente de las particulares, Pero si es asf, entonces la distincién radical es esa dife- rencia cualitativa: deberiamos averiguar en qué consiste y basar nuestra definicién sobre ella Asimismo, las fronteras reconocidas que separan el campo de la economia politica del de la ciencia fisica no Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economia politica 153 corresponden en absoluto a la distincién entre verdades refetidas a todas las clases de riqueza y las referidas solo a algunas clases. Las tres leyes del movimiento y la ley de Ia gravedad son comunes a toda la materia, hasta donde ha llegado la observacién humana; ellas deberfan formar parte dela economia politica, puesto que integran las le pes de produccién de la riqueza. Dicha ciencia alberga ‘numerosas investigaciones que son tan especiales y se re- fieren tan exclusivamente a tipos especificos de objetos materiales como cualquiera de las ramas de la ciencia fi- ‘ca, Fl andlisis de algunas de las circunstancias que re- gulan el precio de los cereales tiene tan poco que ver fon las leyes comunes a la produccién de toda riqueza como cualquier seccidn de la sabiduria del agricultor. El estudio de la renta de las minas o las pesquetias, o del valor de los metales preciosos, genera verdades que se felacionan directamente sélo con la produccién de un tipo especial de riqueza, y sin embargo se acepta que su ubicacién correcta es la ciencia de la economia politica. La auténtica distincién entre economia politica y la ciencia fisica debe set buscada en algo més profundo que la naturaleza de su objeto de estudio que, por cierto, fen gran parte es comtin a ambas. La economia politicay Jos fundamentos cientificos de todas las artes itiles tic- nen en realidad el mismo objeto de estudio, a saber, las ‘cosas conducentes a la comodidad y el placer de las per sonas, y sin embargo se trata de ramas del conocimiento totalmente diferentes. 53. Si contemplamos todo el campo del saber uma no, alcanzado o alcanzable, vemos que se separa de for ma evidente, y por asi decitlo espontiinea, en dos divi- siones en tan marcada oposicién y contraste que han Sido mantenidas apartadas en todas las clasificaciones de nuestro conocimiento. Son la ciencia fisica y la ciencia ‘moral o psicoldgica. La diferencia entre estos dos de 154 John Stuart Mill partamentos de nuestro saber no reside en el objeto que estudian, Aunque cabria decir con algo de verdad que las partes més simples y elementales de cada una se ocu- pan de asuntos distintos —una de la mente humana y la otra de todas las demas cosas—, esta distincidn no rige en sus secciones mas elevadas. Tomemos como ejemplo la ciencia de la politica, o la del derecho: ediré alguien que son ciencias fisicas? Y sin embargo gno es manifies- to que lidian tan plenamente con la materia como con la mente? Véase la teoria de la mtsica, o la pintura, 0 cual- quiera de las bellas artes: zquién osara declarar que los asuntos que tratan corresponden totalmente a a clase de la materia o a la de la mente? La justificacién de la distincién entre ciencia fisica y moral parece ser la siguiente. En toda la relacién del ser humano con la naturaleza, sea que consideremos que actiia sobre ella o recibe su impacto, el efecto 0 fenémeno depende de dos tipos de causas: las propiedades del objeto que actiia y las del ob- jeto sobre el que se acttia. Todo lo que pueda suceder en la accién conjunta del hombre y las cosas externas deri- va de la operacién conjunta de una ley o leyes de la ma- teria y de una ley o leyes de la mente humana. Asi, la produccién de cereales por medio del trabajo humano «sel resultado de una ley de la mente y de numerosas le- yes de la materia, Estas titimas son aquellas propiedades del suelo y la vida vegetal que hacen que la semilla ger- mine en la tierra, y aquellas propiedades del cuerpo hu- mano que hacen que el alimento sea necesario para su conservacién. La ley de la mente es que el hombre desea poser bienes de subsistencia y por eso desea los medios necesarios para procurarselos. Las leyes de la mente y las de la materia son tan di- similes en su naturaleza que el mezclarlas como partes de un mismo estudio va en contra de todos los princi- Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economia politica 155 pios de ordenacién racional. En consecuencia, se ha- llan separadas en todos los métodos cientificos. Y asi, cualquier efecto o fendmeno compuesto que dependa tanto de las propiedades de la materia como de las de la ‘mente se convierte en objeto de dos ciencias o ramas de la ciencia absolutamente distintas: una se ocupa del fe- ‘némeno en Ja medida en que dependa solo de las leyes dela materia, y la otra en la medida en que dependa de las leyes de la mente. Las ciencias fisicas versan sobre las leyes de la materia, y sobre todos los fenémenos complejos en tanto que son dependientes de las leyes de la materia, Las ciencias mentales o morales son las que versan sobre las leyes de la mente, y sobre todos los fenémenos complejos en tanto que son dependientes de las leyes de la mente. La mayorfa de las ciencias morales presuponen la ciencia fisica, pero son escasas las ciencias fisicas que presuponen la ciencia moral. La raz6n es evidente. Hay muchos fenémenos (por ejemplo un terremoto o el mo- vimiento de los planetas) que dependen exclusivamente de las leyes de la materia y no tienen nada que ver con las de la mente, Por ello numerosas ciencias fisicas pue- den ser estudiadas sin referencia alguna a la mente, y como si la mente existiera tan sdlo como un recipiente de saber, no como una causa que produce efectos. Pero ningtin fendmeno depende exclusivamente de las leyes de la mente; puesto que incluso los fenémenos de la mente misma dependen en parte de las leyes fisiol6gicas del cuerpo. De ahi que todas las ciencias mentales, sin exceptuar las ciencias puras de la mente, deben tomar en cuenta una amplia variedad de verdades fisicas y (como la ciencia fisica es habitual y muy acertadamente estudiada en primer término) puede decirse que las pre- suponen y abordan los fenémenos complejos alli donde la ciencia fisica los abandona 15¢ : Joho Stuart Mill Se vera que ésta es una exposicién precisa de la rela- cién que la economia politica entabla con las diversas ciencias que son tributarias de las artes productivas. Las leyes de produccién de los objetos que constitu- yen la riqueza son el tema de estudio tanto de la econo. mia politica como de casi todas las ciencias fisicas, Aque. llas leyes que son puramente materiales corresponden a la ciencia fsica con exclusividad; y las que son leyes de la mente humana, y so ellas,petenecen ala economia polis, que finalmenteagrega el resultado combinado Por eso la economia politica presupone todas las cien- cia fisicas; da por supuestas todas las verdades de di. chas ciencias vinculadas a la produccién de las cosas demandadas por las necesidades de las personas, o al menos da por supuesto que la parte fisica del proceso tiene lugar de alguna manera. Se pregunta a continua, cién cuales son los fendmenos de la mente vinculados In produccién y distribucién™ de esas mismas cosas: lox isblamos de produccén y dsribucin,y no, como es usual entre tos autores de eta ciencia, de produccion, distibucisn y consumo. A ust i a ecepomi pli, como concen cos mises tore no tne nada que ve cn el consumo de a rigueza, mis alla cus consderacin del mismo es inseparable dela de produc- g in. No conocemos ningunas yes dl cnsomo de la iqueza que sean el tema de una ciencia especifica: no pueden, la eyes del plier human. Los eco polite amas tao el consimo por sf mismo, sino siempre cn el propésto de nda sr de é manera as varias clases de consumo afeta la produce 3 livbucén de a rqueza. Enel apartado del consumo, los tatados dh enc oropn den sms sili ‘a distincion luctivo © improductive, 28, la exploracién cién demasiado abultada defo producido se destine una prodicidn ul. terior, 3. a teoria dela wibutacion, es dec, estos dos intercpentcy aug paga coda impuesto en particular (una cvsién de diibucton) 4 de qué manera los impuestos coneretos afectan la produccin, Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en econor toma de la ciencia pura de la mente las leyes de esos fe- némenos y analiza qué efectos se siguen de esas leyes ‘mentales cuando actian junto con las fisicas*. ‘De las consideraciones anteriores se deduce la defini- cién correcta y completa de la economia politica: “La ciencia que estudia la produccién y distribucién de la ri- ‘queza en la medida en que dependen de las leyes de la naturaleza humana”; o “La ciencia de las leyes morales o psicolégicas de la produccién y distribucién de la ri queza”. Para uso popular esta definicién es ampliamente sufi- ciente, aunque todavia no llegue a la precisién cabal re- querida para los propésitos del filésofo. La economia politica no trata de la produccién y distribucién de la ri- queza en todos los estados de la humanidad sino sélo en To que se denomina el estado social; y tampoco lo hace en la medida en que dependen de las leyes de la natura- eza humana sino sélo de un cierto ntimero de dichas le- yes. Esta es al menos la perspectiva que hay que adoptar sobre la economia politica si aspiramos a que ocupe un. lugar en una divisién enciclopédica del campo cientifico. En cualquier otra perspectiva o bien no es una ciencia en absoluto, o bien es varias ciencias, Esto resultard nt tido si por un lado efectuamos un anilisis general de las ciencias morales con vistas a asignar a la economia politica la posicién exacta entre ellas, mientras que por otro lado consideramos atentamente la naturaleza de = Tas eyes ics dea produccin de ls cont les son ambien todas presupuestas por la ciencia de la economia politica; en su ma vorts las presupone a grandes rasgot y no afizma nada sobre cls Esta obligada a especificar unas pocas (tales como por ejemplo la tasa decreciente a la que el producto della tierra aumenta cuando se incre ‘menta la aplicacin de trabajo), y as{ parece que toma en préstamo esas verdades de las ciencas fisica, a lus que propiamente pertenecen, y las incluye entee las propias. 158 John Stuart Mill Jos métodos o procesos mediante los cuales se alcanzan Jas verdades que constitayen el objeto de dichas ciencias. El ser humano que, considerado como poscedor de una naturaleza moral o mental, es el objeto de todas las ciencias morales, puede con referencia a esa parte de su naturaleza ser objeto de investigacin filosética bajo diversas hipétesis. Podemos analizat lo que cortesponde al hombre individualmente considerado, como si ningdn ser humano existiese ademas de él; podemos a conti- nuaci6n estudiarlo cuando entra en contacto con otros individuos, y finalmente cuando vive en una situacién de sociedad, es decir, cuando es parte de un cuerpo 0 agre- gado de personas que cooperan sistematicamente para lograr objetivos comunes. En este tiltimo estadio, el go- bierno politico o la sujecin a un superior comtin es un ingrediente habitual, pero no forma parte necesaria de la concepcién y en lo que hace a nuestro presente cometi- do no requiere que reparemos més en él, Las leyes 0 propiedades de la naturaleza humana que atafien al hombre como mero individuo y no presupo- nen como condicién necesaria la existencia de otros in- dividuos (salvo quizé como puros instrumentos 0 me- dios) forman parte del objeto de la filosofia pura de la ‘mente. Comprenden todas las leyes del intelecto puro y las de los deseos individuales. Las leyes de Ja naturaleza humana que ataiien a los sentimientos que en el ser humano suscitan otros seres humanos o inteligentes individuales, como tales, 0 sea los afectos, la conciencia, o el sentido del deber y el deseo de aprobacién, y que atafien a la conducta del hombre en tanto que depende o se vincula a esas partes de su natu- raleza, constituyen el objeto de otra seccién de la floso- fia pura de la mente, a saber, la seccién sobre la que se funda la moral o la ética, La moral no es una ciencia en sf misma, sino un arte: no verdades, sino reglas. Las ver- Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas én economia politica 159 dades sobre las que se basan las reglas no se detivan (como en el caso de todas las artes) de una variedad de iencias sino que las principales, y las que més estre- chamente se corresponden con ese arte en particular, pertenecen a una rama de la ciencia de la mente. Por iltimo, hay ciertos principios de la naturaleza humana que estan especialmente conectados con las ideas y sensaciones generadas en el ser humano porque vive en un estado de sociedad, es decit, forma parte de tuna unién o agregado de seres humanos con un objetivo o varios objetivos comunes. Es verdad que son escasas las leyes fundamentales de la mente humana que co- rrespondan especificamente a este estado, puesto que la ‘mayoria entran en accién en los otros dos estados. Pero las leyes sencillas de la naturaleza humana que operan en ese campo més amplio dan lugar a resultados de un ca- ricter suficientemente general e incluso (cuando se los compara con los fendmenos atin mas complejos, de los que son causa determinante) suficientemente simple como para que puedan ser denominados, aunque en un sentido algo mas impreciso, leyes de la sociedad, o leyes de la naturaleza humana en el estado social. Esas leyes, 0 verdades generales, constituyen el objeto de una rama de la ciencia que puede con propiedad designarse con el t- tulo de economia social: y de forma algo menos feliz con el nombre de politica especulativa 0 ciencia de la politica, en contraste con el arte de la misma. Esta ciencia guarda Ja misma relacién con el cuerpo social que la anatomia y la fisiologia con el cuerpo fisico. Demuestra por qué principios de su naturaleza el hombre es inducido a en- trar en un estado social, cémo esa faceta de su situa- cién actiia sobre sus intereses y sensaciones, y por medio de ellos sobre su conducta; cémo la asociacién tiende progresivamente a volverse mas estrecha y la coopera- cidn se extiende a mas y mas objetivos; cules son estos 160 John Stuart Mall objetivos y qué variedad de medios pueden por regla ge- eral promoverlos; cudles son las miiltiples relacionce gue se establecen entre los seres humanos como conse. cuencia normal de la unién social; cudles son las que cambian con los distintos estados sociales; en qué orden historico dichos estadlos se sucecen mutuamente; y cud. les son los efectos de cada uno sobre la conducta y el ca. racter del hombre Esta tama de la ciencia, sea que prefiramos llamarla economia social, politica especulativa o historia natural de la sociedad, presupone toda la ciencia de la naturale- za de Ja mente individual, puesto que todas las leyes que analiza esta iltima ciencia entran en accion en wn estado de sociedad, y las verdades de la ciencia social son exposiciones de la manera en que esas leyes senaillas se aplican en circunstancias complejas. La filosofia pura de la mente, en consecuencia, es una parte esencial, o preliminar, de la filosofia politica. La ciencia de la eco nomia social abarca toda Ja naruraleza humana en la medida en que influya sobre la conducta de! hombre en sociedad, y puede ser por ello denominada politica especulativa, porque representa el fundamento cientifico de la politica prictica, o el arte del gobierno, una parte del cual es el arte de la legislacién'. Esa esta importante divisién del campé de la ciencia que uno de los autores que més correctamente han con. cebido y més copiosamente han ilustrado su naturaleza y 7 De ctencia dela legislacin es una expresion incorrect yengaio sa. La legislacin es hacer eyes. No hablamos nunca dela sientis de ‘cer ninguna cosa, Incluso la ciencia del gobierno seria una expreson objetable, sino fuera porque el gobierno es a menudo interpretado va, {gamente como si no significara el acto de gobernar sino al estado o ondlcién de er gobernado o de vivir bajo un Estado. Una expresicn Preleribl seria lade ciencia de la sociedad politica, rama principal de a ‘mas amplia ciencia de la sociedad descrta en el texto Ensayos sobre algunas cuestionesdisputadas en economéa politica 161 sus limites —el Sr. Say*— ha elegido denominar ee tia politica. Esta gran amplitud en el significado de di- cho término ge hala sostenida por su etimologia, pero las palabras “economia politica” hace tiempo ya que han dejo de tener un sentido tan ato, Cada ator te ne derecho aula las palabras que costituyen sus he rramientas del modi que juzsue mis conducent ls ebjativos generales dela expasicsn de a verdad, pen ejercita tal siete erooeee ala sic ¥ ee Ser haber incurrido en este caso en | Bae base tires oocceopon alan! seifado de un nombre que era apropiado para un cometido es- 0 (y para el cul, en consecuencia ra meneser hallar un sustituto) con vistas a transferirlo a un objeto para el cual era sencillo encontrar una denominacién ais ristica. A en Cin “econemia politica" no es la cienca de a poiicn espe culativa sino una rama de dicha ciencia. No trata t¢ ay la paturleza humana en tanto que es modifica por el tado social, ni el conjunto de la conducta del hombre en sociedad. Se cupa del ser humano exclusivamente como un ser gue desea poser riquezy que es capa analiza la efcaciacomparatva de los meds para al- canzat dicho fin, Slo predice los fenémenos del estado queens creme Sr es etre wee nee Sa ese ere es 102 John Stuart Mill social que tienen lugar como consecuencia de la biisque- da de la riqueza. Hace-abstraccién total de cualquier otra pasién 0 motivacién humana, excepto las que pue- den considerarse como principios antagénicos perpe- tuos con respecto al affn de riqueza, es decir a aversion al trabajo y la aspiracién al disfrute presente de costosas complacencias. Las considera en sus céleulos, en cierta medida, porque no son como los demas deseos: no en, tran ocasionalmente en conflicto con la persecucién de la riqueza sino que la acompafian siempre como una ré- mora o impedimento, y por tal raz6n estén inseparable mente mezcladas en su anélisis. La economia politica es. tudia al hombre concentrado en la adquisicién y consu. mo de riqueza, y procura demostrar cuél es el curso de accién al que el ser humano, al vivir en un estado de so. ciedad, se veria impelido si esa motivacién, salvo en el grado en que resulta frenada por las dos motivaciones contrarias permanentes ya mencionadas, fuera la regla absoluta de todos sus actos. Bajo la influencia de ese de- seo, muestra a Ja humanidad que acumula riqueza y la emplea en la produccién de otra riqueza, promulga leyes para impedir que los individuos usurpen la propiedad de los demas mediante la violencia 0 el fraude, adopta di. versos artficios para incrementar la productividad de su trabajo, estipula la divisién del producto por acuerdo bajo el influjo de la competencia (la propia competencia esta gobemnada por determinadas leyes, que son por con. siguiente las iltimas reguladoras de la divisién del pro. ducto), y emplea determinados expedientes (como l di. nero, el crédito, etc.) para facilicar la distribucién, La ¢conomia politica considera que todas estas operacio- hes, aunque muchas de ellas son realmente el resultado de una pluralidad de motivos, derivan exclusivamente del deseo de riqueza. La ciencia procede entonces in, vestigar las leyes que gobiernan esas diversas operacio. Ensayos sobre algunas cuestiones dsputadas en economia politica 163 nes, bajo el supuesto de que el hombre es un ser deter- minado por el imperio de su naturaleza a preferir en to. dos los casos mésriqueza antes que mence riqueza, sin otra salvedad que la representada por las dos motivecio. es contrarias ya especificadas. Esto no quiere decit que tin economista politico haya sido nunca tan absurdo como para suponer que la humanidad esta realmente ast Constituida, sino que ésta es la manera en que la ciencia debe necesariamente proceder. Cuando un efecto dat pende de una concurrencia de causas, estas causas deben ser indagadas de a una, y sus leyes investigadas separa. damente, si pretendemos obtener a través de las cannes Ip fapacidad de predecir o controlar el efecto, dado que la ley del efecto esta compuesta por las leyes de cada una de Jas causas que lo determinan, La ley de la fuerza corr Peta y la de la tangencial deben ser conocidas antes de Poder explicar y en algunos casos predecir el movimien. lar cémo actuard bajo la mukiplicidad de descos y aver siones que operan simultaneamente sobre él, debemos conocer cémo actuaria bajo la influencia exclusiva de cia remota de ningdin impulso aparte del puro afin de it humanos para la produccién de riqueza, en la medida en {que esos fenémenos no resulten modificados por la per- secucién de ningiin otto objetivo.” ‘Aungue la anterior es una definicién correcta dela eco- noma politica en tanto que porcién del area de la ciencia, Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economia politica 165 el autor didéctico sobre este tema naturalmente mezclara en su exposicién las verdades de la ciencia pura con todas las modificaciones pricticas que estime més conducentes @ la utlidad de su trabajo. Podré pensarse que el intento precedente de trazar tuna definicién de la ciencia mas estricta que las habi tualmente aceptadas es de poco provecho, 0 que s6lo sirve para un panorama general y una clasificaci6n de las ciencias, y no conduce a una mejor elaboracién de la ciencia concreta en cuestién. No pensamos asi, y por esta razén: la consideracién de la definicién de una cien- cia se halla inseparablemente conectada con la del mé- todo filosofico de dicha ciencia, la naturaleza del proceso mediante el cual se desarrollan sus investigaciones y se alcanzan sus verdades. ; ‘Ahora bien, en cualquier ciencia existen diferencia de opinién sistematicas, y esto vale para todas las cien- cias morales o mentales, la economia politica entre ellas; en cualquier ciencia existen entre los que indagan sobre el tema lo que se aman habitualmente diferencias de principio, distintas de las divergencias sobre cuestio- nes de hecho o de detalle; y la causa estriba en una di- ferencia en sus concepciones sobre el método filos6fico de la ciencia. Las partes en conflicto se guian, cons. ciente o inconscientemente, por visiones contrarias acerca de la naturaleza de la evidencia més apropiada para el asunto, No sélo difieren en lo que cteen ver sino en el area de la que obtienen Ia luz mediante la cual creen que lo ven De las formas en que esta diversidad de método acos- tumbra a manifestarse, la més universal es la antigua contienda entre lo que se denomina teoria y Io que se llama practica 0 experiencia. En cuestiones sociales y politicas hay dos tipos de pensadores: los de una seccién, 166 John Stuart Mill se autodenominan individuos practicos y califican a los otros de tedricos, un titulo que éstos no rechazan, aun- que en absoluto lo sefialan como algo especifico de ellos. La distinci6n entre ambos grupos es muy amplia aunque el lenguaje empleado a propésito de la misma es un ex- ponente sumamente incortecto, Una y otra vez se ha demostrado que quienes son acusados de despreciar la realidad e ignorar la experiencia trabajan y declaran tra- bajar plenamente sobre los hechos y la experiencia, mientras que quienes repudian la teoria no pueden dar un paso sin teorizar. Pero aunque las dos clases de ana- listas no hacen sino teorizat,y ambas no consultan otra guia que la experiencia, media una diferencia entre ellas y €8 una muy importante: los que se llaman individuos pricticos requieren una experiencia especifica, y razonan por entero hacia arriba desde hechos particulares hasta una conclusién general, mientras que los que se titulan tedricos aspiran a cubrir un area mas amplia de expe- riencias y, tras argumentar hacia arriba desde hechos concretos hasta un principio general que incluya un campo mucho mas extenso que el del asunto bajo discusién, proceden a razonar hacia abajo desde dicho principio general hacia una variedad de conclusiones especiticas. Supongamos por ejemplo que la cuestién radica en si es probable que los monarcas absolutos empleen los poderes del Estado para el bienestar de sus stibditos o para su opresién. Los practicos procuraran determinar esta cuestién por medio de una induccién directa de la conducta de monarcas despéticos concretos, tal como testimonia la historia. Los tedricos remitiran el asunto para que sea dirimido no sélo por la prueba de nuestra experiencia con los reyes sino de nuestra experiencia con los hombres. Argilirén que una observacién sobre las tendencias manifestadas por la naturaleza humana en Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economia politica 167 la diversidad de situaciones que han afrontado los seres humanos, y especialmente la observacin de lo que tiene Jugar en nuestras propias mentes, nos autoriza a inferir que un ser humano en la posicién de un rey déspota hard un mal uso del poder, y que esta conclusion no perderd nada de su certeza incluso si los reyes despoti. os nunca hubiesen existido, o sila historia no nos pro- porcionara informacién alguna sobre la forma en que se hubiesen comportado. EI primero de es0s métodos es un método de pura in- duccién, y el segundo es un método mixto de induccién y raciocinio, Cabria lamar al primero el método a pos- teriori, y al segundo el método a priori. Somos cons- cientes de que esta tiltima expresi6n es a veces utilizada Para caracterizar un supuesto modo de filosofar que no pretende basarse en absoluto sobre la experiencia. Pero no conocemos ningiin modo de filosofar, al menos sobre temas politicos, al que quepa razonablemente aplicar esa descripcién. Por método a posteriori entendemos que no exige como fundamento de sus conclusiones la mera experiencia sino una experiencia especifica. Por método a priori entendemos (lo que se entiende comin. mente) el razonar a partir de una hipétesis supuesta, lo que no es una practica limitada a las matematicas sino ue estd en la esencia de cualquier ciencia que admita cl razonamiento general. La verificacién de la propia hi- Potesis « posterior, es decir, examinat silos hechos de al giin caso concreto son conformes a la misma, no integra la labor de la ciencia en absoluto, sino la de la aplicacion de la ciencia En la definicién que hemos intentado plasmar acerca de la ciencia de la economia politica, la hemos caracte- rizado como una ciencia fundamentalmente abstracta, y su método como el método a priori. Y asi es induda, blemente su naturaleza tal como ha sido comprendida y 168 John Stuart Mill ensefiada por todos sus maestros més distinguidos, Ra- zona, y como argumentamos debe necesariamente raz0- nar, @ partir de supuestos, no de hechos. Se construye sobre hipétesis, estrictamente anélogas a las que, con el nombre de definiciones, constituyen la base de las de- mis ciencias abstractas. La geometria presupone una definicién arbitraria de la recta, “que tiene longitud pero no ancho”. Del mismo modo la economia politica presupone una definicién arbitraria de la persona como un ser que invariablemente hace lo que puede para con. seguir Ia maxima cantidad de cosas necesarias, conve- nientes y lujosas, con la minima cantidad de trabajo y sa- ctificio fisico con que puedan ser obtenidas en el estado. existente del conocimiento. Es verdad que esta defini. cién del ser humano no esti formalmente indicada en ninguna obra de economia politica, mientras que la de- finicién de recta si figura al principio de los Elementos de Euclides; y en la medida en que como asf aparece co- trerd menos el riesgo de ser olvidada, podemos lamentar el que no aparezca. Lo propio es que lo que sea supues- to en cada caso particular sea definitivamente presenta do en toda su extensién ante la mente, al ser de alguna manera expuesto formalmente como una maxima ge- neral. Ahora bien, nadie que esté familiarizado con los tratados sisteméticos de economia politica pondrd en cuestién que toda vez que un economista politico de- ‘muestra que al actuar de una manera particular un tra- bajador puede manifiestamente obtener salatios mayo- res, un capitalista beneficios mas altos, o un terrate. niente una renta més abultada, él concluye sin dudar que actuaran ciertamente de esa manera. La economia Politica, entonces, razona desde premisas supuestas, des- de premisas que pueden estar por entero desprovistas de fundamento fictico y que no se pretende que estén uni- versalmente conformes con el mismo. Las conclusio- nes de la economia politica, en consecuencia, igual ue las de la geometria, s6lo son ciertas, como ae oe minmente, en abstracto, es decir, sdlo son clei : supuestos determinados, en los que sélo se ames 3 cuenta las causas ee —ausas comunes a toc isos en consideracidn. : Hi debra sar neat po leone ol co. Silo niega, entonces y slo entonces esta eit o El método a priori que se le atribuye, sung = on del mismo probase que toda su ciencia es inuti — ~ ser, como veremos seguidamente, el ny pried be diante el cual puede discernirse la verdad en alae seccién de la ciencia social. Todo lo ae se ponies que esté en guardia para no adscribir a goes atest basadas en una hipétesis una certeza ee eae realmente les corresponde. Seran verda eat side mi alguno slo en una situacion puramente a wee Ja medida en que los hechos empiricos se apat —? hipétesis debera admitir una desviacin jegmaponcliet te de la letra estricta de su conclusién; en caso Sonne slo sera cierto en las cosas que ha Ce et es mente, no en las cosas que existen en Ja realic ‘ . a es verdad en el plano um aoe lnasecees | plano concreto con las a Glands una causa pasnineis exinagesinintS 9 i iciria infaliblemente ut a Pan ce medfeporoae currentes se ajustard correctamente al resultado pro i realidad. i “Hace dla emer on nent verdaderas para las rectas, angulos y gri or ee aaa humana puede trazar. Pero nadie postula q} epee motivo las conclusiones de la geometra carece ell dad, o que seria mejor olvidarse de los H ementos de Ey clides y contentarse con la “practica” y la “expe 170 John Stuart Mill Ningiin matematico pensé jamais que su definicién de recta correspondia a una recta de hecho. Igualmente, ningiin economista politico imaginé nunca que los seres humanos auténticos no tenian otro objeto de deseo que la riqueza, 0 ningtin objetivo que no cediese ante la mas insignificante motivacién de tipo pecuniario. Pero esta- ban justificados al suponerlo en razén de su argumento, puesto que estudiaban solo aquellas partes del compor. tamiento humano cuyo objetivo directo y principal es la ventaja pecuniaria, y puesto que, como no hay dos casos dividuales exactamente idénticos, jamas se podrian establecer méximas generales sin dejar fuera de la consi- deracién algunas de las circunstancias de los casos con- cretos, ‘Vamos, empeto, més allé de afitmar que el método a Priori es un modo legitimo de investigacién filosofica en las ciencias morales; declaramos que es el tinico modo. Sostenemos que el método a posteriori, o el de la experiencia especifica, es totalmente ineficaz en di- chas ciencias en tanto que medio para arribar a algin cuerpo estimable de verdad valiosa, aunque puede ser provechosamente aplicado para asistir al método a Prior’ e incluso forma un suplemento indispensable para el mismo. Existe una propiedad comiin a casi todas las ciencias morales, que las distingue de muchas de las fisicas, y es que rara vez podemos realizar experimentos en ellas. En quimica y en filosofia natural no sdlo podemos ob- servar lo que acontece bajo todas las combinaciones de circunstancias que agrupa la naturaleza sino que tam- bién podemos intentar un ntimero indefinido de com- binaciones nuevas. En escasas oportunidades podremos hacer otro tanto en la ciencia ética y casi nunca en la ciencia politica. No podemas probar formas de gobierno y sistemas de politica nacional en pequefia escala en Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economia politica 171 nuestros laboratorios, y disefiar nuestros experimentos segiin pensemos que nos puedan conducit mejor al pro- _ares0 del conocimiento. Por consiguiente, estudiamos en esas ciencias la naturaleza en condiciones sumamente desventajosas, al estar limitados al reducido ntimero de experimentos que tienen lugar por su propia cuenta (por asé decirlo), sin ninguna preparacién ni manejo por nuestra parte; en condiciones, asimismo, de gran com- plejidad y nunca totalmente conocidas por nosotros, con el grueso de los procesos ocultos a nuestra observa- cién, La consecuencia de este defecto inevitable en los ma- terials de la induccién es que rara vez podemos obtener Jo que Bacon llamo de forma arcaica pero adecuada un experimentum crucis. En cualquier ciencia que admita un campo ilimitado de experimentacién arbitraria siempre puede conseguit- se un experimentum crucis. Al poder cambiar todas las circunstancias, siempre podemos adoptar medidas efica- ces para determinar cuiles son importantes y cules no. Supongamos un efecto B y que la cuestin estriba en sila causa A contribuye de alguna forma al mismo. Realiza- ‘mos un experimento en el cual todas las circunstancias son alteradas excepto A: si el efecto B se produce de to- dlas maneras, entonces A es su causa. O en vez de dejar A y cambiar las demés circunstancias, las mantenemos y cambiamos A: si el efecto B en tal caso 0 se produce, nuevamente tenemos que A es una condicién necesaria de su existencia, Cualquiera de esos experimentos, ade- cuadamente realizado, es un experimentum orucis: con: vierte la presuncién que teniamos antes sobre la existen- cia de una conexin entre A y B en una prueba, al refutar cualquier otra hipétesis que podria explicar los hechos. Con muy poca frecuencia podra hacerse esto en las ciencias morales, debido a la inmensa multitud de cit- 172 Jobn Stuart Mill cunstancias influyentes y a nuestros magros medios para cambiar el experimento. Incluso al considerar una mente individual, el caso que suministra mayores posibilidades de experimentacién, no conseguiremos a menudo obtener un experimento crucial. Por ejem- plo, el efecto de una circunstancia particular de la educacién sobre la formacién de la personalidad pue- de ser probado en una variedad de casos, pero casi ‘nunca estaremos seguros de que dos casos cualesquie ta difieten en todas sus otras circunstancias salvo en la “inica cuya influencia deseamos estimar. Esta dificultad existe en un grado mucho mayor en los problemas de los estados, donde incluso el niimero de los experi- ‘mentos registrados es muy escaso en comparacién con la variedad y multiplicidad de las circunstancias de cada uno. Por ejemplo zcémo podremos obtener un experimento crucial sobre el efecto de una politica comercial restrictiva sobre la riqueza nacional? Debe- ‘mos encontrar dos naciones iguales en todo, o al me. os que posean en exactamente el mismo grado to- das las cosas que conducen a la opulencia nacional, y que adopten exactamente la misma politica en todas las demas areas, y difieran tan sélo en que una de ellas adopta un sistema de restricciones comerciales mien. tras que la otra adopta el libre comercio. Este seria un experimento decisivo, similar a los que podemos con. seguir casi siempre en la fisica experimental. Induda- blemente, seria la prueba més concluyente de todas, si pudiéramos realizarla. Cualquiera puede reflexionar Sobre cus infinitamente numerosas y variadas son las circunstancias que directa o indirectamente influyen 0 pueden influir sobre el volumen de la riqueza nacio- nal, y a continuacién preguntarse: equé probabilidad existe de poder encontrar en el mis prolongado giro de los tiempos dos naciones que concuerdan y puede Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economia politica 173 is circuns- demostrarse que concuerdan en todas esas circu > -ancias salvo una? ; an ts Siendo, pues, vana la esperanza de artibar ala verdad ni en economia politica nen ningin otro 9 deparas eto iencii i \diendo a los hechos de la ciencia social aten: hos del con .da la complejidad con 4 creto, ataviados con to: clans turaleza los a todeado,y procurando extraer una ley general por medio de un proceso de induccién pos com. paracon des detalles, no eda oro metodo i, “ 1 stracta’ fori, la “especulacion abst Fi Pinungue el area de la politica no proporcio a bats ficientemente amplias para una induccién satisfactor - mediante una comparacion de los detalles, las causas si aden en todos los casos sometese a experimentai Pipecifica, Esas causas son las leyes de la rurale i tana las circunstanisextemasquc pueden eximular ia a accion. Los des Ja voluntad humana hacia 3 esos dl hom conducta hacia la que lo impe bre y la naturaleza de la con que lo impe: a stra observacién. Jen estan al alcance de nue ycion, Tabi »bjetos que excitan est ;odemos observar los o z Los materiales de este conocimiento pueden er C08 des por cada uno principalmente «paride sf mismo, rT i6 le las difere tuna consideracion adecuada ene {uno mismo y los demés, que la experiencia puede reve lat. Al conocer, pues, con exactitud las propiedades de : ién, podemos razonar un las sustancias en cuestin, podemos fazonar con unt i las partes més demost certidumbre como en 2 as de ia jer conjunto supue fisica, a partir de cualquier fo upusso de ci fancis « frivolidad si esas instancias. El asunto seré mer canstancissupuestas no guardan semen algun con i ua es hasta cierto punto co- reales, pero si la conjet s ° tere tp difiere de a realidad mis au eno di onces las conclusiones correc- wre difiere del todo, entonces : famente deducidas de dos supuestos constituyen una verdad abstracta, y una vez completadas con el aia 74 John Stuart Mill © sustraccién del efecto de las circunstancias no ealcu- Jadas son una verdad concteta y pueden ser aplicadas en la practica. Tal es el caricter de la ciencia de la economia politica segiin sus mas habiles expositores. Para transformarla en perfecta como ciencia abstracta, la combiriacién de cir- cunstancias que supone, para rastrear sus efectos, debe- ria incorporar todas las circunstancias comunes a todos los casos, y asimismo todas las circunstancias comunes a cualquier clase de casos que sea relevante. Las conclu- siones correctamente deducidas de esos supuestos seran tan ciertas en abstracto como las de las matematicas, y sern una aproximacién tan estrecha de la verdad abs- tracta a la concreta como sea posible. Para aplicar los principios de la economia politica a tun caso especifico es menester tomar en cuenta todas Jas circunstancias individuales del caso; no sélo exami: nar a cuales de los conjuntos de condiciones contem- plados por la ciencia abstracta cortesponden las condi- ciones del caso en cuesti6n, sino también qué otras cir- cunstancias pueden existir en este caso que al no ser co- ‘munes con ninguna clase de casos amplia y claramente definida no han caido bajo el mbito de la ciencia. Estas circunstancias han sido denominadas causas perturba- doras. Y es s6lo aqui donde un elemento de incerti- dumbre penetra en el proceso, una incertidumbre in- herente a la naturaleza de estos fenomenos complejos y que proviene de la imposibilidad de estar plenamente seguto de que todas las circunstancias del caso concre- to son conocidas por nosotros en suficiente detalle, y que nuestra atencién no se aleja indebidamente de nin- guna de ellas Se trata de la Gnica incertidumbre no sélo de la eco- nomia politica sino de las ciencias morales en general. Cuando las causas perturbadoras son conocidas, su Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economia politica 175 consideracién no va en detrimento de la precisién cien: tifica ni constituye desviacién alguna del método a priori. Las causas perturbadoras no son abandonadas al cuidado de la pura conjetura. Igual que la friccidn en la ‘mecénica, con la que han sido a menudo comparadas, pueden haber sido al principio tratadas como una pura deduccién inasignable que se efectita a ojo a partir del resultado suministrado por los principios generales de la ciencia, pero con el tiempo muchas de ellas han sido integradas en el seno de la ciencia abstracta misma, y se ha visto que su efecto admite una estimacién tan rigu- rosa como la de los efectos més notables que ellas mo- difican. Las causas perturbadoras poseen sus propias leyes, igual que las causas que son por ellas perturba das poseen las suyas; y a partir de las leyes de las causas perturbadoras puede predecirse a priori la naturaleza y cuantia de la perturbacién, igual que la operacién de las leyes més generales que ellas modifican o alteran, aunque en realidad seria mas adecuado afirmar que ambas son concurtentes. El efecto de las causas espe- ciales es entonces afiadido o sustraido del efecto de Jas generales. En ocasiones esas causas perturbadoras son citcuns- tancias que operan sobre la conducta humana por me- dio del mismo principio de la naturaleza humana con el que trata la economia politica, a saber, el deseo de i- queza, pero dichas circunstancias no son lo suficiente- mente generales como para ser tomadas en considera- cin por la ciencia abstracta. Todo economista politico puede aportar muchos ejemplos de perturbaciones de esa suerte, En otras ocasiones la causa perturbadora es otra ley de la naturaleza humana, Estos casos nunca pueden caer dentro de la provincia de la economia po- litica y corresponden a alguna otra ciencia: aqui el mero economista politico, que no ha estudiado otra ciencia 176 John Stuart Mill aparte de la economia polit chen . eee are si intenta aplicar su cien- nc ee cant aor po de cuss petarbadoras, asa bes lak au operan a tras de amis ey de a nat taleza humana dela gue brotan os pincipios generals de a clencia elas pueden siempre ser integrada cl esfra dela lena shatracta si merene la pena hacerlo; SE ao adecuadamente en consideracion con rite, lo que hacemos es algo mis que una Pues adivinalén, estamos siguiendo el método de la Ciencia abstract hasta los detalles més pros, inser aa f ipétesis una nueva y atin mas compleja MAS Ips 0 spentn spleen lementari¢ in ore spleen Ss io Petia ise rien itica y en todas las otras n Giencia moral ese rico modo de eee co, y que el método a posterior o el de la expe. a cera ae es esa pees Seana ee a Send ease reac oe Bt cs se Be te Shr mir nformidad con la clasificacién de los efe i, poo ge mp atpeinrnie es or Cnr sles me as Bepapurencis isas y frecuentemente sucede que varias : Se recmeaen epee 5 -gtin los principios de la ciencia de la mecdnica, acca epee ett ee tne ce oie et em es soos ones earn iat ings es neo sey coke Tec Imente cierto que cada arte corres; falas Ses cre menos muchas ciencias diferentes. a nner TEnsayos sobre algunas cuestiones dsputadas en economia plea 177 riencia especifica es inaplicable a esos campos come rerio pata legar a la verdad, podremos demostrar que maeaitlrimo metodo es a pesar de todo de gran valor en fa Finelas morales, no como medio para descubri la tas ct cino para verifcarla y para reducir al minimo la yerct(dumbre antes aludida, que deriva dela complej- ait ide cada caso particalar y de la dificutad (por no de- Geimposibilidad) de estar seguros «prion de que hemos tunide en cuenta todas las circunstancias significativas S, cetamos convencidos de que conocemos todos los hheehos del caso en cuestién, s6lo obtendriamos una peagea ventaja adicional de la experiencia especifice Dadas las causas, podemos saber cual sera su efecto sin paobar de hecho cada combinacién posible; como ls ‘causas son sentimientos hhumanos y circunstancias exte- riores que pueden estimularlos, y como ellos en su ma- yorla nos son o pueden semos familiares, podemos » vets de esa familiaridad juzgar su efecto compuesto pin mas seguridad que de cualquier evidencia que Pus Sei er extraida de las complicadas ¢ intrincadas cls- oe etancias de un experimento real. Si una autoridad in- falible nos revelara el conocimiento de las causa part taleres que operan en un caso cualquiera, entoncesyal ircatra ciencia abstracta fuera perfecta, nos converti- nesta profetas. Pero las causas no son asi reveladas hay que buscarlas mediante la observacién, y la obser: wits gn bajo condiciones de complejidad puede ser int terfecta, Algunas de las causas pueden trascendet la Perevacion; muchas pueden eltidirla, salvo que este nos buscaindolas especialmente, y solo el habito de la ries vacién prolongada y minuciosa nos puede pro- pporeionar tuna preconcepcion tan ‘acertada de Jas causas po probablemente encontremos como para induct nos a buscarlas en el sitio adecuado. Pero el caracter del Chrendimiento humano es tal que el hecho mismo de 178 Jobn Stuart Mill pfestar una intensa atencién a una faceta de una cosa tiende a retirar a atencién de las otras facetas. Por con- siguiente, afrontamos el grave peligro de advertir slo tuna porcién de las causas que en realidad actéan. En tal contexto, cuanto mas precisas sean nuestras deduccio- nes y més tajantes nuestras conclusiones en abstracto (esto es, haciendo abstraccién de todas las circunstan- cias, salvo las que integran la hipétesis), menos probable es que sospechemos que estamos equivocados. Nadie puede estudiar cuidadosamente las fuentes del pensa- miento falaz sin ser consciente de que la coherencia y la nitida concatenacién de nuestros sistemas filoséficos est mucho més expuesta de lo que habitualmente pen- amos a presentarse como evidencia de la verdad de di cho pensamiento. De ahi que no podremos ser demasiado cuidadosos en la verificacién de nuestra teoria mediante la compa- racién, en los casos particulares a los que tengamos ac- eso, de los resultados que nos habria llevado a predecir con los informes més confiables que podamos conseguir acerca de los resultados reales. La discrepancia entre nuestras anticipaciones y los hechos efectivos es a me- nudo la Gnica circunstancia que puede atraer nuestra atencién hacia alguna causa perturbadora importante que habfamos pasado por alto. Mas atin, con frecuencia nos revela errores de planteamiento atin mas serios que la omisién de lo que cabrfa llamar con justicia una cau- sa perturbadora, Muchas veces nos muestra que la base misma de todo nuestro argumento es insuficiente, que los datos a partir de los cuales hemos razonado s6lo comprenden una parte y no siempre la parte mas im- portante de las circunstancias a través de las cuales el resultado viene realmente determinado, Tales descuidos son cometidos por pensadores muy diestros e incluso por tna clase de gentes atin mas raras: los buenos ob- Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economia politica _1 servadores. Es un tipo de error al que se hallan espe cialmente expuestos aquellos cuyas perspectivas son mas amplias y filos6ficas, porque en idéntica propor- ci6n sus mentes estén més acostumbradas a trabajar sobre las leyes, cualidades y tendencias comunes a gran des clases de situaciones, que corresponden a todo lu- gary tiempo, y sucede a menudo que las circunstancias virtualmente exclusivas del caso o tiempo en cuestién tienen una cuota mucho mayor en la determinacién de dicho caso. Por consiguiente, aunque un filésofo se convenza de que no se pueden alcanzar verdades generales en los problemas de las naciones por la via @ posteriori, no por ello le incumbe menos el examinar y escudrifiar en la medida de sus posibilidades los detalles de cada experi- mento especifico. En caso contrario puede que sea un excelente profesor de ciencia abstracta, porque una per- sona puede ser muy titi si indica correctamente los efec- tos que se seguirin de ciertas combinaciones de cir- cunstancias posibles, cualquiera que sea la comarca de la vasta regién de casos hipotéticos en donde puedan en. contrarse dichas combinaciones. Guarda con respecto al legislador la misma relacién que existe entre el mero gedgralo y el navegante prictico, a quien informa sobre la latitud y longitud de toda suerte de parajes pero no le dice cmo averiguar dénde esta navegando, Pero si no hace més que eso, entonces debe mantenerse al margen de la politica practica y no debe tener opiniones, o slo manifestarlas con suma modestia, sobre las aplicacio nes que deberian realizarse de sus doctrinas en las cir- cunstancias vigentes. Nadie que pretenda establecer proposiciones para orientar a los seres humanos, por perfectos que sean sus saberes cientificos, puede prescindit de un conoci- miento practico acerca de las formas efectivas en que se 180 John Stuart Mill desarrollan los asuntos en el mundo, y una amplia ex- petiencia personal de las ideas, sentimientos y tenden- cias intelectuales y morales concretas de su propio pais y su tiempo. El genuino estadista practico es el que com- bina esta experiencia con un profundo conocimiento de la filosofia politica abstracta. Cualquiera de esas no- ciones sin la otra lo transforma en imperfecto e impo- tente si es consciente de la deficiencia, y en obstinado y presuntuoso si, como resulta mas probable, es total- mente inconsciente de la misma. Tales son, pues, los oficios y empleos respectivos de los métodos « priori y a posteriori —el método de In ciencia abstracta y el de la experimentacién especifi- ca— tanto en economia politica como en todas las otras ramas de la filosofia social. La verdad nos compele a manifestar nuestra conviceién de que entre aquellos que han escrito sobre estos asuntos y entre aquellos para los cuales han escrito son pocos los que han pon- derado cada uno de esos métodos en su justo valor y que los han mantenido a cada uno sistematicamente en sus apropiados objetivos y funciones, Una de las pecu- liatidades de los tiempos modernos, la separacién de la teoria y la practica, de los estudios especulativos y los asuntos externos del mundo, ha conferido un sesgo equivocado a las ideas ¢ impresiones tanto del estudio- so como del hombre prictico. Cada uno de ellos mi- nusvalora la seccién de los materiales del pensamiento con la que no est familiarizado. Uno desprecia todas las perspectivas generales y el otro desdefia los detalles, Uno deriva su nocién del universo a partir del pufiado de objetos con los que ha podido familiarizarse en el transcurso de su vida; el otro, al tener la demostracién de su parte, se olvida de que es sélo una demostracién nisi —una prueba que en todo momento es susceptible de ser descartada por el solo afiadido de un hecho ala _Ensayos sobre algunas cucstiones disputadas en economia politica T° fiar las ale- ip nar y escudrifiar las al hipétesis— y en vez de exami gaciones que se le plantean las niega. Para esta acid uenta cof una aprecable excuse merced al inutlided i descansan habitualme: del testimonio sobre el cual u Tos hechos presentados con objeto de ivalidar ls con clusiones de la teorfa, En estas materias comple los hombres no ven con sus ojos sino con sus gpiniong lor seran las esta rreconcebidas: de escaso valor tun hombre interesado 0 apasionad,y Bo suele pat fio si jos de asombrosas tun afio sin que haya ejemp) bedades hombres respetables se hostig con las que grupos de ho : sgn mutaamente publicandolas como si fuera heshos basados ens conocimiento persona Un eon bo entira llamado a inves esto y paciente se sentira Il euestdn no porque alguien afrme que ss yerdad sia ser verdad. jorque en su naturaleza puede n fie declaraciones de los oponentes no como evidencia i indicaci jue apuntan a la » sino como indicaciones que ; Gomo sugerencias para el curso adecuado de sus pro Investigaciones. a : : Pi aro mientras el ilgsoloy el individu pci pelo i s, mucho habremos de buscar tean con medias verdades, mu: buscar a leuien que situado en una may antes de encontrar a alg una mayor i d ibarque en su conjunto lo q eminencia intelectual al © lls solo ven parcialmente, que loge que ls antic Ciones del ilésfo gun ls obsevaciones dela person. encia concreta de la persona ractica, y que la experiencia con: ; Prfetica advierta al flsofo sobre dénde hay aque agregar guna cosa a su teoria, ae NET ejemplo mis memorable de lo tiempos modemos de un hombre que unié el espirtu fllos6tico con Tos empefis de la vida activa, y que se mantuvo totalmente spartado de la parcialidad y los prejuicios tanto de} tndioso como del politico priictico, fue Turgot, prodig hho sélo de su tiempo sino de la historia por su sorprem 1m John Stuart Mill dente combinacién de las excelencias mas opuestas y, a juzgar por la experiencia habitual, mas incompatibles*. Aunque es imposible plantear ningin criterio me. diante el cual un pensador especulativo en economia politica 0 en cualquier otra rama de la filosofia social pueda cerciorarse de que es competente para juzgat so- bre las aplicaciones de sus principios a las condiciones existentes en su pais 0 en cualquier otro, pueden suge- rirse algunos indicadores cuya ausencia bastari para que sepa con seguridad que no es competente. Como mini- mo su saber tiene que permitirle explicar y dar cuenta de lo que es, porque en caso contrario no sera capaz de juzgar lo que debe ser. Por ejemplo, si un economista politico esta perplejo ante fenémenos comerciales re- cientes o presentes, si encuentra algtin misterio en el es- tado actual o reciente de la actividad productiva del pais que su conocimiento de los principios no le permi- te desentrafiat, puede estar seguro de que algo falta en su sistema de opiniones para volverlo una gufa confiable cn las circunstancias existentes. O bien algunos hechos que determinan la situacién del pais y el curso de los acontecimientos le son desconocidos, 6 si los conoce no sabe cuales habrin de ser sus consecuencias. En éste iltimo caso su sistema es imperfecto incluso en tanto que sistema abstracto: no le permite rastrear correcta. mente todas las consecuencias de las premisas supuestas Aunque vaya por buen camino al atrojar sombras de duda sobre la realidad de algunos de los fendmenos que * Anne Robert Jacques Turgor (1727-1781), economista politico y muy notable figura de la Tustracién francesa, fue intendente de Li ‘moges y Contréleur général, equvalente a ministro de Hacienda, de Francia entre 1774 y 1776. Conocié a Adam Smith y el escocés fue i uido por la principal obra de Turgo, las Reflexions sur la formation et 1a distribution des ricbesses, de 1766. (Nota del Editor) Ensayos sobre algunas cuestionesdisputadas en economia politica 183, debe explicay, su labor no esta completa atin: debe mos- trar cémo ha surgido la creencia que estima infundada y cual es Ja naturaleza genuina de las apariencias que con. ron un barniz de probabilidad a las alegaciones que la investigacién probs inciertas. Una vez. que el politico especulativo ha finalizado su trabajo —y lo ha desarrollado concienzudamente, no con el anhelo de ver completado su sistema sino con el de completarlo él mismo— puede creerse cualifieado para aplicar sus principios en la orientacién de la prac. tica, pero deberd de todas formas seguir ejercitando idéntica disciplina ante cada nueva combinacidn de he. chos que aparezca. Deberd tener ampliamente en cuen. tala influencia perturbadora de las causas no previstas, y Vigilar cuidadosamente el resultado de todos los experi. mentos, con objeto de que cualquier residuo de los he chos que sus principios no le hicieron esperar y no le permiten explicar pueda transformarse en el tema de un analisis nuevo y brindar la ocasién para una conse- ‘cuente extensidn 0 correccidn de su enfoque general. EI método del filésofo practico consiste, pues, en dos procesos, uno analitico y otro sintético. Debe analizar el estado de la sociedad en sus elementos, sin abandonar ni perder ninguno en el camino. Después de remitirse a la experiencia del hombre individual para descubyit la [ey de cada uno de dichos elementos, esto es, para discernit cuales son sus efectos naturales y cudnto del efecto se deriva de cuanto de la causa, de no mediar alguna otra causa contrartestadora, viene la operacién de sintesis: agrupar todos esos efectos y a partir de lo que son sepa. radamente recoger el efecto que se derivaria de la accion simultanea de todas las causas. Si todas estas operacio, nes pudiesen ser efectuadas a la perfeccién, el resultado seria la profecia; no obstante, como solo pueden ser rea. lizadas con una determinada aproximacidn a la correc, 184 John Stuart Mill cin, los seres humanos nunca pueden predecir con cer- teza absoluta sino apenas con un grado mayor 6 menor de probabilidad en funcién de que estén mejor o peor informados acerca de las causas —que hayan averiguado con mayor o menor precisi6n a partir de la experiencia la ley que corresponde a cada una de esas causas cuando actiian por separado— y que hayan recapitulado el efec- to agregado con mas o menos cautela, Incluso con todas las precauciones indicadas seguiré latiendo el peligro de caer en perspectivas parciales, pero al menos habremos adoptado las mejores garantias frente a ese riesgo, Todo lo que podemos hacer por aiia~ didura es procurar convertirnos en criticos imparciales de nuestras propias teorias, y liberamos en lo que po. damos de lo que pocos investigadores se hallan plena- ‘mente exentos: la renuencia a admitir la realidad 6 rele. vancia de cualesquiera hechos que previamente no ha- bfan considerado en sus sistemas 0 no habian dejado tun sitio para ellos en los mismos. Si todo fenémeno fuese por regla general el efecto de no mas de una causa, el conocimiento de la ley de di cha causa, en ausencia de un error l6gico en nuestro ra. zonamiento, nos permititia predecir confiadamente to. das las circunstancias del fenémeno. Entonces, si hu- bigsemos examinado atentamente nuestras premisas y nuestra argumentacién sin descubrir fallo alguno, po. driamos aventurarnos a no dar crédito al testimonio que pudiese ser planteado para mostrar que las cosas han sa- lido de forma distinta de lo que habrfamos podido pre. decir: Si las causas de las conclusiones erréneas fueran siempre patentes ante los razonamientos que conducen ellas, la inteligencia humana seria un instrument vasta. mente mis fidedigno de lo que es en realidad. Pero el examen mas minucioso del proceso mismo nos servira de poco para descubrir que hemos omitido parte de las Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economia politica 185 premisas que debiamos haber integrado en nustro re zonamiento, Lo normal esque los efectos venga deter nado po i aoe occas do por alto una de ellas, podemos a era tir de todas las demas, y hundirnos atin mas hel ero Noes promis ean verdaderasy nce tea argumentacin correcta, pero el resultado careceria devalor par el eas, Por consiguiente, siempre cabe a guna pequeta duda en nuestras concusiones practcas Una buena clisciplina mental nos puede proteer frente 4 premisas false ysazonamientos defectosos pero ante el peligro de pasar por alto alguna cos el vigor del a Giocnio y el cultvo del intelecto no pueden servi més auc de muy imperfecta proseccién, Una persona puede tar autorizada a confiar en que todo Jo que su mente ha contemplado xeniamente, pero nadie puede asegurar de que no exist ninguna cost aque no haya visto. No puede hacer més que contenarse con verifiar que ha visto todo lo visible para cuales uiera otras personas que se han ocupado del : Goneste propdsito debe procurarsituarse desde poss, pectiva de elas y afanarse denodadamente pt fe abjeto como lo ven ella, y no cejar hasta en ba in la apariencia que flota ante ellas a su propi poe ealidades o ha demostrado nitidamen- te que se trata de una ilusién 6ptica. Los principios que hemos expuesto no 5 en eo to extrafios a la comprensién ordinaria; pu de que bo cs tén totalmente ocultos para nadie aunque babituamen- te sean vistos a través de una bruma. Pos ee ae presenta aka parte de os mismos en una lraseo Tega bajo a gue paecen ser los axioms mis fair pexlemos haber advert a, os investiadores frente tina generalizacién demasiado amplia y haberles

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