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hoy ~ ~ “4 . 6th, ae. INAS DE EGIPTo & SECRETO DEL PODER #&# TERESA BEDMAN Disefio cubierta: Carola Cerezo Fotografias: Archivo personal de la autora Nota a la documentacién grafica: Se ha hecho todo lo posible por encontrar a los duefios del copyright de las imagenes. Los editores tendrén sumo gusto en incorporar en postetiores ediciones los adecuados reconocimientos no presentes en la actual, asi como la tetribucion correspondiente a los derechos de las mismas, Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra estd protegido por la Ley, que establece penas de prisi6n y/o mul- tas, ademas de las correspondientes indemnizaciones por daios y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiarea, dis- tribuyeren 0 comunicaren publicamente, en todo 6 en parte, una obra literaria, artistica 0 cientifica, o su transformacién, interpretacién o ejecucién artistica fijada en cualquier tipo de soporte 6 comunicada a través de cualquier medio, sin la pre- ceptiva autorizacion © del texto, Teresa Bedman, 2008 © OBERON. Grupo ANAYA, S.A., Madrid, 2003 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid; teléfono 91 393 88 00 www.oberoneds.com ISBN: 64-96052-16-8 Depdsito Legal: M-24.887-2008 Impreso en Graficas Muriel, Getafe (Madrid) Nota de la autora: Los términos egipcios incluidos en esta obra han sido fonetizados al espafiol con arregio a los criterios de la Gransdtica Heipcia. Iniciacion a la lengua clisica escrita en sistema jeroglifico, Madrid, 1999, de la que también es autor F. J. Martin Valentin. Los datos cronolégicos han sido elaborados con base en la cronologia basica recogida en el British Museum. Dictionary of Ancient Egypt. London, 1997, 310-312, de I. Shaw y P. Nicholson y The Hicsos. CoNTENIDOS INTRODUCCION.... CariTuLo UNO. LA MUJER REAL EN LA EPOCA TINITA Y EN LA DINASTIA IIL. «LAS QUE CONTEMPLAN AL HORUS-SETH» «00.00... Del mito a la historia: La diosa Isis la reina Neith-Hotep La reina Meryt-Neith .. la reina Ny-Maat-Hepet La vida cotidiana de las mujeres reales en la corte tint Cuadro I.. CariruLo Dos. LAs REINAS DE LA DINASTIA IV. DE Mi A Jent-Kau-es [ El Imperio Antigu Las reinas llamadas Mer-es-Anj Las reinas llamadas Hetep-Her-e Las reinas llamadas Ja-Merer- Neb Cuadro II... Carfruto Tres La DAMA RubyYE-DyEDET ¥ EL MITO DEL PAPIRO WESTCAR. Los Hijos DE Ra... La reina Jent-Kau-es I. CariruLo Cuatro. LA MUJER TOMA EL PODER. ENTRE LA REINA [PUT Y LA SOBERANA DE LAS Dos TIERRAS NITOKRS....... 3 El final de la dinastia V en manos de Jas mujeres reales... La reina Juit.... Lesireinas llaraadas, Anis en-es ; Mery Ra. Los servicios del fiel Uni.. El clan de Anj-en-es Mery-Ra Il... La misteriosa reina Nitokris, soberano elective de Egipto .. Cuadro IIL... 27 27 29 32 36 39 41 8 49 49 50, 50 51 52 54 57 REINAS DE EGIPTO CapfruLo Nueve. LAs CONCUBINAS REALES ASALTAN EL PODER. CaprfTULO CINCO. LA CRISIS DE LA IGUALDAD DE LA MUJER. EL FINAL DEL IMPERIO ANTIGUO... Los setenta reyes que reinaron setenta dias La mujer real en el Primer Periodo Intermedio... CAPITULO Seis. EL RENACIMIENTO EGIPCIO DURANTE EL IMPERIO MEDIO. DE LA DAMA NEFERU A LA FARAONA SOBEK-NEFERU..... Las reinas de la dinastfa XI Winlock descubre a las reinas de Montu- Hote I La fundacién de la dinastfa XII..... De Morgan y las esposas reales de Se-ny-Useret III. Los hallazgos de Flinders Petrie... La reina del Alto y del Bajo Egipto Sobek-Ka-Ra La confirmacién de la linea legitima a través de las reinas.. Cuadro IV .... Capfruto SieTe. LAS MUJERES DE TEBAS EXPULSAN A LOS EXTRANJEROS...... Los reyes hicsos, la peste de Egipto La gran Teti-Sherit.... Una herofna de leyenda: la reina Iah-Hotep IL... CaprfruLo OcHo. La DINASTIA DE LA REINA AHMES NEFERTARY. HATSHEPSUT, FARAON. ‘Alimosis-Nlefertary, lareEapoua tel diese La casta divina de Ahmosis-Nefertary La Estela de la Donacion.. El titulo de «Esposa del dios» La dinastia XVIII se asienta Hatshepsut, la primogénita de Amon El reinado de Hatsehpsut y Thutmosis II] Los valedores de la reina: Hapu-Seneb y Sen-en-Mut . Hatshepsut y Sen-en-Mut: Una historia de amor imposible Cuadro V.. La creacion del Palacio de Mi-Ur.. Las intrigas del gineceo .. Mi-Ur, la colmena de Egipto. Mut-em-Uia: de «Ornamento Real» a «Esposa del dios» El misterio de la Teogamia, un regalo para Mut-em-Uia.. 89 90 Wn 93 98 95 96 101 102 104 108 109 109 112 116 118 120 CONTENIDOS sFue Thutmosis IV el verdadero padre de Amen-Hotep Il Cuadro VE. CariTuto Dikz, EL MATRIARCADO DE ATON.... La Gran Esposa Real Tiy...... Sat-Amon, Gran Esposa Real y primogénita de Amen-Hotep I La reina Nefert-Ity y la Esposa muy Amada Kiya. La seina-rey AnjetJeperu-Ra Meryt-Aton ..... El epilogo de El Amarna, la reina Anj-es-en-Amon. Cuadro VII Cuadro VII. CaptTULO ONCE. LAS MUJERES DE SANGRE AHMOSIDA ENTREGAN EL PODER A LOS REYES RAMESIDAS...... La reina Mut-Nedyemet, «La dulce Mut» La desconocida reina Ta-Nedyemy, el eslabén perdid La dara que fue convertida en reina: Tuya, la madre de Ramsés Il. La teina Nefertary Meryt-en-Mut...... La Gran Esposa Real de Ramsés If, la reina Isis-Nofret Bent-Anat, hija y Gran Esposa Real de Ramsés II. Meryt-Amon, hija y Gran Esposa Real de Ramsés Il Otras hijas-esposas de Ramsés IL... El final de ta dinastia: decadencia e intrigas ‘de harén Los acontecimientos histéricos del fin de la dinastia Cuadro IX....... CartTuLo Doce. LAs MUJERES PROTAGONIZAN EL FINAL DEL IMPERIO NUEVO. Las Divinas ADORATRICES DE AMON.. Ramsés Ill y sus esposas reales. La decadencia atenaza a Egipto. El complot contra Ramsés TIL Egipto se fractura.... Las Divinas Adoratrices de Amén mantienen la unién. de las Dos Tienas.... CONCLUSION .. CRONOLOGIA... NOTAS...... BIBLIOGRAFIA .... INDICE ONOMASTICO 122 127 129 130 186 141 144 146 155 156 157 158 164 167 169 177 181 183 184 185 189 191 191 193 195 199 211 213 225 239 245 1 REINAS DE EGIPTO. 12 MAK MEDITERRANEO Alejandra muy, vetinsd eg] Heraciepais VY Onitrinee penx 2” OASIS DE BAHARIYA Boni Hasan Antinonpols Khernenu/Ashinunein (Heemopeti MAR ROJO. Fund eb Gabol® Mei OASIS KHARGA eas etthab . SDcicehBohet Hicreosmpotis Dar e:Mtedinse’, ORemwsseun serbia uns Templo de Amen KARNAK , xine © Tomiphn de Mat (fe Korn Omi NOR Pawo sece Hletanting dy Asin TEAS od Mapa de Egipte. INTRODUCCION Es FRECUENTE ENCONTRAR PUBLICACIONES en el Ambito de la egiptologia que traten el mundo femenino. Por Jo tanto, se podria pensar que este libro es un nuevo catélogo de reinas egipcias mas o menos familiares para el piiblico. Sin embargo, Reitas de Egipto: e/ secreto del poder, quiere poner de manifiesto gue dichas soberanas fueron algo mas que consortes reales, o madres de reyes, figuras femeninas sentadas a la izquierda del rey como simples compafieras de eternidad. En realidad las reinas egipcias, o las mujeres que estuvieron muy cetca de Jos reyes aunque no Ilevasen aquel titulo, fueron las verdaderas deposita- tias del poder, pues eflas daban por via del nacimiento la fegitimidad nece- saria al principe futuro rey— para poder sentarse en el trono!. Si sabemos contemplar la historia, mds allé de lo que nos cuentan las ins- eripciones oficiales, dedicadas exclusivamente a magnificar Ia figura de los reyes, veremos que en Egipto existié una casta especial de mujeres que per- petuaron a través de su descendencia el mito de la reina madre por excelen- cia: la divina Isis. Ello resulté specialmente evidente durante el Imperio Nue- vo cuando la mujer asumié un protagonismo independiente, Ilegando a tener una enorme influencia sobre los acontecimientos politicos de Egipto. Veremos a lo largo de Ja obra como, en épocas de profunda crisis, seran precisamente estas mujeres -soberanas explicitas o implicitas— las que asu- man el poder, sacando al pais del caos y de la oscuridad. Ejemplos tenemos muchos. Citemos, por el momento, algunos de los nombres mds conocidos entre los de aquellas mujeres cuyas historias surgi- ran con fuerza en las paginas que siguen: las Meryt-Neith, Sobek-Neferu-Ra, lah-Hotep, Sat-Amon, Nefertary o Meryt-Amon. 13 REINAS DE EGIPTO 14 Muchas de ellas son personajes cuyo rastro ha sido recuperado a duras penas entre los restos de una tumba o en las inscripciones de algan monu- mento. Sin embargo, gracias a ellas comprenderemos que fue una ley no escri- ta la que se aplicé para ordenar la sucesién al trono. En Egipto, los faraones Jegitimaron su poder a través del desposamiento con una Hija Real. La rea~ leza siempre tuvo dos componentes igualmente importantes: el masculino, como ejercicio externo del poder divino, y el femenino, auténtico fundamento imprescindible que apoyaba la existencia de! primero. He aqui el por qué las auténticas «custadias del trano de Egipto» fue- ron las mujeres, en tanto que esposas y madres de reyes. Aunque tal poder no siempre fuera explicito, estuvo presente a io largo de toda la historia egipcia. Este principio fundamental se repetiria, en una especie de caden- cia regular, desde fas primeras dinastias hasta la conquista de Egipto por Alejandro Magno. Esta es la historia de [as mujeres que fueron las guardianas y depositarias del trono de las Dos Tierras; quizds, sus auténticas duefias. TERESA BEDMAN Madrid, 7 de febrero de 2008 e-mail: bedman@telefonica.net CAPITULO UNO La mujer real en la época tinita y en la dinastia III. «Las que contemplan al Horus Seth» DEL MITO A LA HISTORIA: LA DIOSA Isis Al comienzo sdlo existia el grande, inmévil e infinito mar universal, sin vida y en absoluto silencio. No habia ni alturas ni abismos, ni principio ni fin, ni este ni este, ni norte ni sur. De las primeras sombras se desprendieron las tinieblas y aparecia el caos. De este ilimitado y sombrio universo surgio la vida y, con ella, la estirpe de los dioses. Cuenta la mitologia solar que el creador de todo fue Atum, el padre de los padres. En su infinita sabiduria deseé y materializo una separaci6n entre s{mismo y las aguas primordiales, dejando emerger la primera tierra seca en forma de colina a la que los egipcios llamaron la «colina benben». Entonces Atum creé a los otros dioses. Recogié su propio semen en la mano, y tragandolo se fecunds a sf mismo. Vomitd, dando vida a Shu y a Tefnut, el viento y la humedad. Asi, él fue padre y madre al mismo tiempo Shu y Tefnut se unieron entre sf generando al dios Gueb, la tierra, y a la dio- sa Nut, el cielo. Los relatos mitolégicos contaban que «Gueb, la tierra, y Nut, el cielo, estaban permanentemente separados, después de haber sido crea- dos por su padre, Shu, el aire». Los egipcios, muy ingeniosos, contaron que ambos dioses estaban sepa- rados durante los trescientos sesenta dias que, para ellos duraba un aio. Gra- cias a un juego, el dios Thot enganando a los dioses, consiguié ganar cinco dias més, llamados epagémenos., durante los cuales, los dioses Gueb y Nut se unieron fisicamente y engendraron a sus cuatro hijos: Osiris, Seth, Isis y Neftis, nacidos en este orden. La enéada divina habia sido creada. REINAS DE EGIPTO. Osiris, el primogénito, habia heredado de su padre Gueb la tierra para gobernarla. La diosa Isis, cuyo nombre significa «el trono», «la sede», se unié a su hermano, Osiris, para sostener ese poder, estableciéndose asi la primera pareja real de Egipto. Si él era el rey, sobetano de la tierra, ella iba a ser su tro- no, la sede eternarnente estable desde donde ejercer la realeza sobre Egipto. Ademas, Osiris era el dios de la vegetacién. Ensefié a los hombres a cul- tivar los campos. A Seth, por el contrario, se le habia concedide el don de la caza. Por tal raz6n, sus dominios eran los desiertos y sus subditos, cuantos animales habitaban en ellos. Pero los hombres estaban més agradecidos a Osiris, porque gracias a él, los campos estaban siempre verdes, tenfan abun- dantes cosechas y sus hijos no pasaban hambre. Por éstas razones, Seth pen- 86 que los dioses, perjudicandole, habjan favorecido més a Osiris; entonces, surgieron de lo mas profundo de su corazén tertibles sentimientos de envi- dia y odio hacia su hermano que le {levaron a conspirar contra él y, final- mente, a matarlo. Isis, al ver el cadaver inerte de su esposo, se desesperé de dolor. Abrazé aquel cuerpo sin vida, mientras por sus mejillas corrian amargas lagrimas; cuenta alguna de fas leyendas osirianas que, al contacto con Osicis, las lagri- mas de la diosa devolvieron la vida a Osiris. Entonces, ambos dioses se unie- ton, fundiéndose en un profundo y amoroso abrazo. Concluido este uJtimo gesto de amor, Osiris debié alejarse de Isis para gobemar el reino de fos muet- tos. De aquélla unién péstuma naceria el futuro rey de Egipto: el dios Horus. Al enterarse Seth de que Horus habia nacido y heredado a su padre, fa rabia y los celos se apoderaron nuevamente de él. Comenzé a buscar al nifio para darle también muerte. La diosa, para salvar a su hijo, tuvo que huir del valle. En su desesperada marcha, lleg6 hasta el Delta, donde el rio Nilo desem- bocaba en el mar. Los altos y profundos bosques de papiro, que alli crecian par todas partes, dieron su proteccién a ambos fugitives, y Seth nunca con- siguié enconirarlos. Mientras tanto, durante el tiempo que madre e hijo permanecieron ocul- tos para salvar la vida, Seth habja reclamado a la Asamblea divina el trono de Egipto y, gracias a Ja intervencién en su favor de algunos de ellos, habia conseguido gobernar el doble pais, es decir, el Alto y Bajo Egipto. Los afios fueron pasando y el nifio Horus creci6, Convertido en adulto, reclamé a su tio Seth el trono que habia pertenecido a su padre Osiris. Ante la negativa de Seth a entregarselo, tio y sobrino se enfrentaron en un feroz, duro y largo combate. CAPITULO 1 Por su parte, la diosa Isis hablé al Consejo de los dioses en favor de su hijo, utilizando toda su sabiduria de mujer. Por medio de sus artes de encan- tamiento se hizo con el poder magico del dios sol, Ra; convencié a la Asam- blea divina para que ayudasen a su hijo, llegs incluso a amenazarles si no lo hacian, bajo el aspecto de la terrible expandidora de las enfermedades y, final- mente, consiguid que su hijo, el joven dios Horus, fuera reconocido por todos ellos como el primer rey de Egipto en sucesidn de su padre, el dios Osiris. LA REINA NEITH-HOTEP Hasta aqui el mito y la leyenda divina. Después de que sucedieran todos estos acontecimientos entre los dioses, los egipcios creian que se inicié el reinado de los hombres. Desde los tiempos més remotos de la unificacién egipcia, el poder se atribuyé al rey. Este papel de gobernante, Ifder y Seftor de las Dos Tierras, el Alto y el Bajo Egipto, estaba intimamente unido al de la mujer como transmisora de la legitimidad dindstica. Ya desde la época tinita (hacia 13100 a.C.), surgieron en la historia de Egipto, figuras como las de la reina Neith-Hotep, presunta esposa del rey Aha y madre del rey Narmer, artifice de la unificacién egipcia durante la dinastia 1. Algo parecido sucedié con la reina Meryt-Neith, cuyo monumento funerario, sugiere la importancia que ya tenia a la muerte de su esposo, el rey Dyet, cuando el hijo de ambos, el futuro rey Den, era todavia un nifio de corta edad. Sdlo la idea de que la rea- leza era transmitida a través de la mujer justifica la existencia de una regen- cia durante la minorfa de un futuro rey. Este ejemplo se repetira multiples veces a lo largo de la historia egipcia. La unificacidn de las Dos Tierras de Egipto fue un acontecimiento histérico de primer orden fruto de un larguisi- mo proceso religioso, politico, y militar, que se desarrollé en las ultimas fases del llamado periodo predinastico. Seguin las tradiciones egipcias a las que se refieren los historiadores Mane- ton? y Herodoto® hubo un rey unificador llamado Menes, que procedia de una ciudad del sur llamada Tinis (de ahi el nombre de dinastia tinita), que fue fundador de Ja ciudad de Menfis. Los arquedlogos identificaron a este rey con Narmer, el primer nombre que aparecia en las listas reales de la dinastia 1. Se cree que unifico el Alto y el Bajo Egipto bajo una sola estructura de poder y desposo a una reina, cuyo nombre ha llegado hasta nosgtros desde aque- llos tiempos tan remotos. Se trata de la reina Neith-Hotep. No conocemos 17 REINAS DE EGIPTO 18 Dibujo de la tumba de la reina Neith-Hotep en Nagada, Spencer, J. Early Egypt. The rise of Civilisation in the Nile Valle. Londres, 1993, 60. demasiado de su vida aunque en ella resalta la figura de la esposa y madre real en aquélla época. Su nombre, cuyo significado es «la diosa Neith esta en paz», indica que serfa originaria de! Delta, en el Bajo Egipto. Ser desposada por Narmer, un rey del Alto Egipto, implicaria la existencia de algiin tipo de pacto de paz entre el sur y el norte, hasta entonces terriblemente enfrentados. Este acuer- do permitié cimentar la unificacién de estas dos grandes regiones naturales bajo un solo rey. Lo cierto es que la reina Neith-Hotep fue enterrada en el cementerio real de Nagada, en una tumba semejante a las otras alli existentes*. Su hijo, el Horus Aha, sucesor de Narmer, ordené que se construyera para su madre ese gran monumento funerario®, La tumba de una importancia tal que, en principio, se pens6 serfa la del rey Narmer-Menes, finalmente, se atribuyé a nuestra reina. Asi pues, Neith-Hotep fue una esposa principal del rey por lo que tuvo que poseer el titulo de «La que vé a Horus y a Seth»®. Con él se resaltaba la gran importancia que debi tener respecto a otras mujeres del harén. Ella era la que podia contemplar directamente, a solas, al soberano identificado con los dioses Horus y Seth que simbolizaban las fuerzas enfrentadas entre el norte y el sur. Sus excepcionales exequias confundieron a los arquedlogos, quienes al principio pensaron que se trataba de un rey. Neith-Hotep habia estado por encima del resto de la corte y al mismo nivel del propio monarca, Esta gran CAPITULO 1 consideracién fue otorgada a la reina gracias al nacimiento de su hijo, el «Horus Aha», que més adelante serfa el sucesor del primer rey de la dinastia. De esta manera la reina madre fue reconocida como la segunda causa de la unificaci6n egipcia, la base sobre la que se establecerian los principios suce- sorios de la monarquia. LA REINA MERYT-NEITH En los albores de la civilizacién egipcia, durante la dinastia I, surge el nom- bre de Meryt-Neith, que fue coronada como soberano de Egipto. Concreta- mente, parece que fue el quinto soberano de la lista de los reyes tinitas. Pero, realmente, squién fue esta mujer? Cuando Sir Flinders Petrie, el gran arquedlogo britanico, descubric su tumba en Abidos, en la necrdpolis real de Umm El Kaab, durante el invier- no de 1899-1900,’ también penso, como habia sucedido con Neith-Hotep, que se trataba del enterramiento de un rey, no del de una reina. Reconsinucci6n de la tumba de la reina Meryt-Neith en Abidos. Spencer, J. Early Egypt. The tise of Civilisation in the Nile Valle. Londres, 1993, 82. 19 REINAS DE EGIPTO Fstela de la reina Mei funerario en Abidos. Museo Egipcio de El Cairo. LE.A.E. sith, De su complejo Las primeras conclusiones de Petrie eran Idgicas puesto que, aunque la tumba care- cia de los restos ceramicos caracteristicos de las tumbas de reyes, sus dimensiones y calidades constructivas eran tales que no desmerecian para nada de las de los otros soberanos. Ademas, nadie creyé que se encontrarfa el enterramiento de una mujer en un cementerio real donde solo habia hombres. Entre los restos del monumento de Meryt-Neith habia también dos magnificas estelas en las que aparecia inscrito su nom- bre. Cuando fueron leidas se pens6 que se trataba de un personaje real y, aunque no contenia el «nombre de Horus» dentro del Serej (representacion jeroglifica de la facha- da del palacio real), Petrie creyé que el per- sonaje era un rey llamado Mer-Neith, que habria ocupado el tercer puesto en las listas de la dinastia I. Sin embargo, a la luz de los hallazgos, se comprobé que la inscripcién debia leerse «Meryt-Neith», literalmente «la amada de la diosa Neith» y que, por tanto, se trataba de un nombre femenino. Esta teoria inicial se vid con- firmada por abundantes descubrimientos posteriores. Alrededor de la tum- ba aparecieron setenta enterramientos pertenecientes a nobles y funciona- tios de la corte. Estelas con el nombre de la soberana, numerosos vasos de piedra y un friso de leones esculpido en un dintel de caliza, hicieron com- prender la magnitud del hallazgo® También fueron localizados sellos de jarras con el nombre del rey Uad- vit (Dyet), lo que hizo pensar a los arquedlogos que Meryt-Neith podria haber sido su esposa. Ademas, en las inmediaciones de la tumba de la reina se des- cubrid otra de dimensiones més reducidas que se atribuyé al soberano”. CAPITULO I Los hallazgos relacionados con Meryt-Neith continuaron. Se descubrié su templo funerario en Abidos, en las proximidades del recinto del templo del dios Osiris!. Las dudas sobre el hecho de que !a reina hubiera llegado areinar de modo efectivo se despejaron a la vista del descubrimiento de su barca solar y de la tumba n° 3503, en la necr6polis de Sakara, donde se encontraron mds vasos de piedra y sellos de jarras con su nombre. La con- firmacién definitiva de que Meryt-Neith fue la primera reina de Egipto se produjo cuando se descubriéd muchos aftos después la «Lista real de la Impronta de Abidos», que contiene una relacién oficial de reyes a partir de un cilindro-sello procedente de la tumba del rey Den. En ella consta la ins- cripcion «...la madre del rey Meryt-Neith»!!y queda probado que la reina habja sido esposa del rey Dyet y madre del rey Den (Udimu), su sucesor. Es evidente que Meryt-Neith ejercié la regencia en nombre de su hijo menor, con las prerrogativas y poderes de un soberano. Es decir, que durante el tiempo que duré la infancia del futuro rey Den, ella fue el efectivo rey de Egipto, De ah la razon de que fuera enterrada en Abidos y, ademés se constru- yera en su honor otra falsa tuma o cenotafio en Sakara, como era la costumbre para los otros reyes de la época. Asi pues, Meryt-Neith fue la mas importante Esposa Real del rey «Serpiente» (Dyet), quien habia muerto dejando un nifio de corta edad con todos los derechos para sucederle como rey del Egipto casi recién unificado. Cabe imaginarse lo que esta mujer tuvo que luchar para defender los dere- chos de su hijo. No olvidemos que la unificacién de las Dos Tierras, el nor- tey el sur de Egipto, se habria Ilevado a cabo muy pocos ahos antes, bajo el La Lista de Abides de la iumba del rey Den. De Dreyer, G. «Ein friihzeitlichen Konigsnekropole von Abydos». MDAIK, 43 (1987), 36. Fig.3. 21 REINAS DE EGIPTO 22 reinado de un rey llamado Narmer-Menes, después de un largo proceso de combates y luchas entre clanes del Alto y del Bajo Egipto. La regencia ejercida por Meryt-Neith en nombre del futuro Horus Den, debid suponer el reconocimiento de la autoridad moral que amparaba y daba apoyo a la legitimidad real. Este fundamental pilar que sostenjan el edificio de la incipiente monarquia unificadora de Egipto estuvo indudablemente representado por esta mujer. Los feroces guerreros, jefes de los clanes del sur, se sometieron sin dis- cusi6n para reconocerla como reina, atin siendo descendiente de un sobe- rano del norte (puesto que su nombre, compuesto con el de la diosa Neith del Delta, delata su origen nortefio). Ellos la aceptaron como si de un rey se tratase. Meryt-Neith desempeiié de nuevo el papel de la gran Isis pro- tegiendo al heredero, el pequefio ¢ indefenso Horus. Ella fue la primera rei- na que gobernd Egipto en igualdad de condiciones, como los reyes que la habian precedido. Sin embargo, en la Lista real del Horus Kaa, tltimo rey de la primera dinastia, ya no fue incluida entre los soberanos de la unificacién, lo que pare- ce indicar que, tras su muerte, y a pesar de haberse concedido a si misma el innegable derecho real a ser enterrada como un rey var6n, fue excluida del censo oficial de los reyes de Egipto. El poder en Egipto siempre se ejercid siguiendo como modelo los esquemas de los relatos mitolégicos. Asi, la mujer era la madre divina que habia dado vida al Horus reinante. Sin ella no habria reyes, pero tampo- co se la permitirfa exhibir ptblicamente su condicién de poseedora del poder real. LA REINA Ny-MAAT-HePET Repasando la historia egipcia y el relevante papel de las mujeres reales duran- te el periodo tinita, destaca el nombre de otra reina, esta vez, de finales de la dinastia II. Se trata de la reina Ny-Maat-Hepet, cuyo nombre significaba «el tim6n pertenece a Maat». Lo poco que sabemos de ella se halla en una impronta de sello procedente de la tumba en Abidos del rey Ja-Sejemuy, el tiltimo de esta dinastia. Su nom- bre también se ha encontrado en un sello procedente de una mastaba situa- da en Beit Jallaf y en otras improntas del reinado de Netchery-Jet (Dyeser), CAPITULO I el segundo soberano de la dinastia III. Ny-Maat-Hepet llevé los titulos de «Madre del Hijo del rey» y «Madre del Rey del Alto y del Bajo Egipto». Fue esposa del ultimo rey de la dinastia y madre del fundador de la siguiente. Esta reina influy6 de manera decisiva en los acontecimientos que conduje- ron a la extincién de la dinastfa II y el nacimiento de la II]. Ny-Maat-Hepet fue el eslabon que conecté el final del periodo tinita y con el principio del grandioso Imperio Antiguo. Su hijo construiria la primera piramide escalo- nada conocida. Las improntas de sellos halladas en las tumbas del tiltimo rey de la dinas- tia Il y el primero de la III, en las que esta incluido el nombre de esta mujer real muestran que tuvo consideracin de rey como habia sucedido con Meryt- Neith. Sino gobemé en solitario, como es el caso de sus antecesoras, al menos no cabe duda de que, gracias a ella, la realeza continud vigente en Egipto. Ademas, su nombre sugiere otras muchas ideas. Asf como la diosa Maat, hija de Ra, simbolizaba el orden del universo en forma de ley eterna e inmu- table que no se podia alterar que el nombre de esta reina estuviera compuesto con el de la diosa dice mucho del papel que desempeno: ser el timon perte- neciente al principio divino de la justicia con el que se rige firmemente el rumbo de la creacidn y también, el de la realeza. Que no hayamos encon- trado su tumba no significa que no existiera. Es facil imaginar el magnifico monumento funerario en forma de mastaba, en cuyas cercanfas se alzarfa un. templo para darla culto. Tal habia de ser la minima dignidad que esta impor- tantisima mujer debia gozar en su vida ultraterrena. LA VIDA COTIDIANA DE LAS MUJERES REALES EN LA CORTE TINITA La condicién social de la mujeres durante el periodo surgido de la unificaci6n no alcanz6, en términos generales, al alto nivel de independencia que verian los tiempos posteriores. No obstante, no cabe duda de que las mujeres de estirpe real tuvieron privilegios que las convertian en seres especiales dentro dela sociedad egipcia de la época. Integradas dentro del palacio real debian disponer de sus propias dependencias en él. Podemos imaginar aquellas mag- nificas estructuras construidas con adobe macizo, fresco en verano y calido en invieno, cuyas fachadas, de un blanco esplendente, se pintaban también con vivos colores verde cobalto, ocre y rojo. Desconocemos la estructura inte- tior de estas residencias reales; sin embargo si sabemos como era su apa- 23 REINAS DE EGIPTO 24 riencia exterior, gracias a los textos jeroglificos y las fachadas de las masta- bas, que imitaban las viviendas de los vivos. No obstante, podemos imagi- nar como serfan estas fastuosas y sdlidas moradas, al menos en comparacién con las de los particulares. Algo nos puede aportar también la contemplacién del magnifico conjunto palacial simbélico, materializado en piedra, a imita- cién del barro, el ladrillo, la madera y los haces de palmas, que qued6 sdli- damente plasmado en el conjunto funerario del Horus Netchery-Jet (Dyeser). Hablamos del célebre recinto que rodea a los edificios simulados y a la pird- mide escalonada de Sakara. Un pequefio ejército de servidores, masculinos y femeninos, eran los encargados de atender las necesidades de estas muje- res. Eran humanas, pero con el indiscutible privilegio de estar en contacto permanente con el dios viviente sobre la tierra. Ellas eran las que podian ver al Horus y al Seth. Ellas eran las madres y las esposas de aquellos reyes que tuvieron un poder sin igual sobre la faz de la tierra. Es seguro que estas mujeres condicionaron las decisiones cotidianas del tey de Egipto. Conscientes de que el poder residia en sus vientres, ellas indu- cirfan a sus hijos e influirfan sobre sus esposos. Si, en algtin momento, el sobe- rano faltaba, ellas representarfan la esencia del poder. La tiltima palabra seria siempre la suya. CAPITULO 1 4asaAq + yeda}H-300/\-AN | @ An-wales-vj -] & @ uasqueg +4 rr An-wiales-dejoH] @ ? rr °Pn @? & @ jehiewes “| & @aspeuy “] ie | WPNAGEN rr Spouses @ ? re Sun @ ? rre4en-An @ 2 rr WN-Pd @? @lqUe Sol 4 ved +7 jped psodsq UDID @ Oa +4 LO wha4 i a ow 4 | por | | daqoy-yieN @ 42UU0N 25 CAPITULO DOS Las reinas de la dinastia IV. De Mer-es-Anj I a Jent-Kau-es I EL IMPERIO ANTIGUO Durante el Imperio Antiguo (hacia el 2686-2181 a.C.), el sistema que garan- tizaba la perpetuacidn de la estirpe real, se reprodujo o, més bien, continud. Lareina Meryt-ef-es, llevo los titulos de Gran Esposa del rey Esnefru y Gran Esposa del rey Kheops, lo que parece indicarnos que se desposd con ambos, padre e hijo. Conforme a la tradicién egipcia, hay que descartar que Kheops hubiera podido casarse con su propia madre. Asi pues, parece que el rey pre- tendia conseguir la legitimidad que sélo aquella mujer podia entregar para alcanzar e] trono. Durante la dinastia IV (hacia el 2613-2498 a.C.) la organizacién social crea- da en la época tinita llegé a su maximo esplendor y desarrollo. El rey era con- siderado como un dios viviente. Fue la era de las grandes pirémides, momen- to que conocié un alto momento civilizador en el arte, la sociedad y la politica. Este seria el modelo que imitarian una y otra vez los egipcios de épocas pos- teriores. La importancia de las mujeres en estos momentos de tan alto refina- miento, estuvo en consonancia con las manifestaciones culturales del periodo. El papel de la mujer real se habia consolidado, reafirmando la gran influencia adquirida durante los periodos de formacién histdrica de Egipto. Ya desde esta época podria haber existido el titulo de «Mano del dios», uti- lizado con profusién mucho mas tarde, durante el Imperio Nuevo. Unido al de «Esposa del dios» evocaria de manera clara el proceso de a masturbacién llevada a cabo por el dios Atum en el acto primigenio de la creacién. Los egip- cios, siempre tan aficionados a conferir personalidad divina a los actos basicos de la naturaleza, atribuyeron esta cualidad a «da Mano del dios Atum». Por ello, 27 REINAS DE EGIPTO 28 Jos sacerdotes concibieron una nueva diosa, llamada «Nebet-Hetepet», nom- bre que significa «La Sefiora de la satisfaccidn». Ella fue en lo sucesivo la «Mano del dios», siendo considerada por ciertos relatos cosmogénicos madre de la pri- mera pareja de dioses : Shu y Tefnut!?, A imitacién de la diosa, el titulo fue inmediatamente adoptado por las esposas reales que eran primogénitas del soberano. Ellas eran «Herederas» de esta esencia divina, En adelante, la espo- sa principal del rey Ilevé siempre los titulos de «Heredera», «Mano del dios» y «Gran Esposa Realn'5. Ella era la encargada de incentivar el apetito sexual del dios sobre la tierra, el faraon. En ausencia de mujer directamente descendien- te del rey y de la reina principal, el derecho al trono se transmitia por otras mujeres que, necesariamente debfan llevar en sus venas sangre de estirpe real EI periodo que medio entre el final de la dinastia Illy la fundacion de la IV, vio un interesante proceso politico que se apoyaba en la estructura de la familia real y de las mujeres que llevaron los nombres de Mer-es-Anj, Hetep- Her-es y Ja-Merer-Nebty. Sus padres fueron reyes, y sus madres, hijas de reyes. Eran la estructura trenzada que daba soporte a la dinastia. Fueron la realeza a la sombra. Sin ellas, ningtin rey podria haber tomado el trono.Tam- bién sabemos que Esnefru lego a ser rey gracias a su uni6n con la reina Hetep- Heres, hija del rey Huni (hacia el 2637-2613 a.C.). Los titulos de estas muje- res indican que sus duenas figuraban entre las elegidas para transmitir la legitimidad real. Conacemos el de «Aquella que ve al Horus-Seth», o la «Espo- sa del Horus», 0 también, «Aquella que se une al Senor de las Dos Diosas (Uadyet-Nejebet)», Pasaban de madres a hijas. Aunque el desarrollo de la dinastia IV gravité sin duda alrededor del gran Kheops (2589-2566 a.C.), no es menos cierto que la misma fue pujante en la medida que el conjunto de las mujeres que integraban la familia real estu- vieron en paz entre sf. Cuando surgieron las luchas y los enfrentamientos entre las mujeres de la familia real, comenz6 un irremediable proceso de deca- dencia. El rey Kheops tuvo dos esposas reales de importancia equivalente que dieron origen a la familia que gobernaria Egipto durante cerca de ciento cin- cuenta afios. Fueron sus hermanas, las reinas Meryt-It-es y Henut-Sen; las dos, hijas de Esnefru. La rama familiar de la primera tuvo como descendien- tes, a través de las reinas llamadas Mer-es-Anj y Hetep-Her-es, a los reyes Ra-Dyed-ef (2566-2558 a.C.) y Shepes-es-Ka-ef (2503-2498 a.C.), que fue el Ultimo de la dinastia IV. Por via indirecta también fue descendiente suyo el rey User-Ka-ef (2494-2487) , que funds la dinastia V. La rama familiar de CAPITULO DOS Henut-Sen, con sus sucesoras, fueron las reinas a quienes se impuso el nom- bre de Ja-Merer-Nebty. De ella procedian los reyes Khefren (2558-2532 a.C.) y Mikerinos (2532-2503 a.C.). Cuando las descendientes de Meryt-It-es y las de Henut-Sen se enfrentaron entre si, pugnando por controlar y poseer el tro- no por medio de sus hijos, la dinastia se derrumb6. Esta es la mejor prueba de que ellas fueron el verdadero centro del poder en Egipto. Las REINAS LLAMADAS MER-ES-ANJ Mer-es-Anj significa «Aquel que vive (el rey), la ama». ;Que hermoso nom- bre para una mujer! Con él, probablemente, se quiso expresar la especial pre- ferencia que sus portadoras debian gozar cerca del soberano. Ademas, pare- ce légico pensar que cuando este nombre se le imponja a una nifia era porque, desde su nacimiento, estaba destinada a ser futura esposa del rey. Esta idea gueda plenamente confirmada a la vista de las relaciones familiares y de parentesco que, sabemos, unieron a las princesas llamadas Mer-es-Anj, des- tinadas a ser reinas. La primera que conocemos, Mer-es-Anj I, fue la madre del rey Esnefru (2613-2589 a.C.), el primer soberano de la dinastia IV. Aunque habia sido una esposa secundaria del tiltimo rey de la dinastia II[, Huni, proporcion6 al rey el vastago var6n para sucederle en el trono. Emparentada con los anteriores monarcas, estaba destinada por via secundaria a ocupar el trono de Egipto junto a su esposo y medio hermano. El nombre de Mer-es-Anj I esta inclui- do en la «Piedra de Palermo» y se la menciona junto a su esposo Esnefru en un grafito existente en Meidum Todo ello indica la alta importancia de esta mujer dentro de la realeza!*. Otra de las mujeres que llevé el nombre de Mer-es-Anj (II) fue hija de la reina Meryt-It-es y del rey Kheops, el constructor de la gran pirémide. Esta reina fue enterrada en la necrdpolis Guiza, en una magnifica mastaba!®. Su espléndido sarcofago, (hoy en el Museo de Boston), nos ha proporcionado el conocimiento de los tftulos que Ilevé en vida. A través de ellos la reina se nos muestra como «Esposa Real» ¢ «Hija Real de su propia carne» (del rey)! El segundo de dichos titulos nos indica que fue hija biolégica del gran Kheops, mientras que el primero es la prueba inequivoca de que estuvo uni- da en matrimonio como esposa principal con el rey Khefren, hijo y sucesor del anterior. 29 REINAS DE EGIPTO. 30 Relieve de fa reina Mer-es-Anj III en su mastaba de Guiza. La tercera Mer-es-Anj que conocemos fue una princesa hija del principe Ka-Uab (el primogénito del rey Kheops) y de la hermana del primero, la rei- na Hetep-Her-es II. La importancia que esta mujer tuvo en la corte real se pone especialmente de relieve en la hermosa capilla que su madre hizo excavar para ella en la roca, cerca del barrio de mastabas de Guiza. Esta capilla, una de las mejor conservadas en el cementerio de Guiza, nos ilustra muy detalladamente acer- ca de quien fue su duefia. El sarcéfago que contenia sus restos se habia hecho a partir de un bloque de granito negro. En principio, fue preparado para su madre, la reina Hetep-Her-es Il, aunque luego serfa retallado y entregado CAPITULO DOS como regalo a la reina Mer-es-Anj IIT. Cuando los arquedlogos lo descubrie- ron, contenia parte de los huesos del cuerpo de la reina, los cuales, una vez estudiados, permitieron conocer que tendria alrededor de cincuenta afios cuando murié. Desposada con Khefren, dio a éste cinco hijos, de los que nin- guno lego a ser rey. Esta desdichada hija del principe Ka-Uab, nunca renuncié a lo que el destino le habia arrebatado. Su padre deberia haber sido el sucesor al tro- no después del rey Kheops. Pero, sin embargo, Ka-Uab perecié victima de algiin complot. Entonces, ella debié ver como su tio, el principe Ra-Dyed- ef (2566-2558 a.C.), despos6 a su madre, la princesa Hetep-Her-es II, para recibir de sus manos el gobierno de Egipto. En su capilla, Mer-es-Anj III se hace llamar «Hija Real del cuerpo de su padre», es decir, hija biolégica del rey, Pero, si su padre no llego a cenir la corona, lo cual sabemos con cer- teza, squé significa que su madre hiciera construir para ella esta hermosa capilla funeraria insertando ese titulo entre los que constan alli por toda la eternidad? La gran brecha estaba abierta. Probablemente, madre e hija estuvieron muy unidas ante la adversidad de una injusticia cimentada sobre el asesinato del pricipe Ka-Uab. intaciones de posibles mujeres de la familia de la reina Mer-es-Anj Ill, en su mastaba de Guiza 31 REINAS DE EGIPTO. Muerto el tirano Ra-Dyed-ef, se entregé el trono a otro hijo de Khe- ops, el principe Ja-ef-Ra, el Khefren de los griegos. Pero, para poder tomar posesién del mismo con arreglo a las leyes sagradas de Egipto, este rey necesité desposar a su sobrina Mer-es-Anj III, la mujer més directamente emparentada con Kheops. Ella murié durante el primer mes de [a estacion seca (shemu), del primer ano del reinado de su hijastro Mikerinos (hacia el 2532 a.C.). La ironfa del destino quiso que ninguno de sus cinco hijos pudie- se suceder al rey Khefren. Todos ellos muricron antes de que lo hiciera este monarca LAS REINAS LLAMADAS HETEP-HER-ES. Hetep-Her-es significa «Aquella cuyo rostro esta en paz». Seguramente, el nombre de estas reinas hace referencia a alguna divinidad femeni- na, quizas la diosa Hat-Hor. Las tres muje- res que llevaron el nombre de Hetep-Her- es formaron parte esencial de la columna vertebral de la dinastfa IV. La primera entregé la realeza a Esnefru y fue madre de Kheops; la segunda, did el trono a Ra-Dyed-ef y fue madre de otras dos importantes reinas, Mer-es-Anj III (hija de Ka-Uab) y Hetep-Her-es III (posible hija de Ra-Dyed-ef). Finalmente, la ultima pudo haber sido desposada por Mikerinos. “Se puede advertir con facilidad \ como la dinastia tenia unos firmes cimientos femeninos sin los cua- les el edificia no se habria man- tenido en pie. La Reina Hetep-Her- es I. A partir del dibujo de Reisner y Smith, Hetepheres, 1995. CAPITULO DOS Silla de mano de la reina Hetep-Her-es |. De su tumba ew Guiza. Museo Egipcio de El Cairo. Hetep-Her-es I fue, ya se ha dicho antes, la esposa principal del rey Esne- fru y madre del gran Kheops. Cabe incluso la posibilidad de que fuese una de las hijas del ultimo rey de la III dinastia, Huni Parece, pues, claro que Hetep-Her-es facilito la subida al poder del fun- dador de la dinastia IV. Lo curioso es que apenas sabriamos nada de esta gran mujer, si no hubiera sido por una de esas casualidades que de vez en cuan- do se producen en el mundo de la arqueologia, para dar un brillo espectacu- lara la historia del Antiguo Egipto. En la fria mafiana del 2 de Febrero de 1925, uno de los fotégrafos de la mision norteamericana que trabajaba en Guiza a las rdenes de Reisner, trataba de colo- car su maquina para tomar unas fotos cuando el firme del suelo cedié bajo una de las patas del aparato. Esto sucedia junto al angulo noreste de la mas septen- trional de las tres pequeiias piramides auxiliares de la de Kheops. Lo sucedido fue que, a causa de la maniobra, el fotégrafo habia perfora- do, por casualidad, una masa informe de yeso destinada a cerrar la entrada de una tumba a la que se accedia a partir de una galeria. El fotdgrafo avisé a Alan Rowe, responsable de la misin en ausencia de su director, George Reisner, Este comprendis inmediatamente la importancia del hallazgo. Orde- né que una cuadrilla de obreros limpiara la boca de la entrada a la galeria, lo que dejé al descubierto doce peldaiios, y después, un camino que, tras algu- nos metros, desembocaba en un pozo completamente Ileno de cascotes y tie- tra, Todo indicaba que podia tratarse de una tumba inviolada. La emocion era intensisima. 33 REINAS DE EGIPTO. 34 Brazaletes de la reina Hetep-Her-es 1 De su tumba en Guiza. Museo Egipcio de El Cairo. Cuando se hubo limpiado el pozo de los cascotes que lo cegaban, a més de siete metros de profundidad se descubrié un nicho que contenia los res- tos de un bévido envuelto todavia en una estera de cafias, junto a dos jarras de vino. E18 de Marzo, una vez alcanzado el fondo del pozo, a veintiséis metros de la superficie, se descubrio finalmente lo que parecia ser el techo de la céma- ya funeraria. A través de sus ranuras los arquedlogos pudieron vislumbrar asom- brados cémo brillaban desparramados en el suelo de la estancia multiples obje- tos de oro. Desgraciadamente, hubo que esperar diez meses hasta que Reisner regtes6 de Estados Unidos para proceder a la apertura de la camara. Llegado el dia, en enero de 1926, se procedié a desvelar el secreto que después de més de cuatro milenios guardaban en aquél lugar las entrafias de Ja meseta caliza de Guiza. E] suelo estaba recubierto por millares de frag- mentos de oro e incrustaciones que se habian desprendido de los muebles del ajuar funerario cuando la madera, al caer al suelo podrida, se hizo afiicos. Un hermoso sarcéfago labrado en un bloque de alabastro, estaba situado en la parte este de la cdmara. Reisner y su equipo se dieron cuenta de que a pesar de las pequefias dimensiones de la habitacién y de su tosca ejecucién, su due- fo (o duefia) tendria que haber sido un personaje de gran importancia. Después de un mes de minuciosos trabajos para documentar todos los objetos de la tumba, se produjo un nuevo descubrimiento que devolvié a la vida al misterioso personaje: en un armaz6n de madera carcomida por el tiempo, se podia leer la siguiente inscripcién fragmentada: «a madre del rey del Alto y Bajo Egipto [....] Hetep-Her-es» . No habia duda, los excavadores pensaron haber descubierto la sepultu- ra real inviolada més antigua que se conocfa. Pero, atin les esperaba una sor- presa mayuscula. Cuando se procedié a la apertura del sarcofago, que toda- via conservaba sus precintos originales, se pudo comprobar uno de los grandes

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