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Los rboles entran en interminables batallas con el viento.

El viento insiste en penetrarlos, en rodearlos para despus dejarlos reducidos a


base de lluvias de hojas secas.

Algo quiere crecer en mi. Pero dejarlo crecer sera condenarme, tengo ganas de
ser un rbol y permitir que me cambies. La realidad es que no soy un rbol.
Soy yo. Y puedo decidir irme. Puedo resguardarme de nuestra tormenta, la que
terminara siendo solo ma. Yo reducida, herida, en pedazos.

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