Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Es indiscutible que todos los colombianos, lectores o no, hablamos con admiracin y
conocemos la figura de Gabriel Garca Mrquez, y con justo razn; el nico premio
nobel indiscutible para nuestra nacin, el nico que ha conseguido durante aos
infinitamente comentado, aunque escasamente ledo. Hace poco ms de dos aos llego
por primera vez a mis manos la obra de Garca Mrquez, comienzo leyendo Cien aos
de soledad, la lectura tiene en mi personalidad efectos tal vez comparables con mis
primeras lecturas de Jules Verne, Bram Stoker, o Rider Haggard. Le la novela con
inusitada fascinacin, con un dichoso encanto que termino por abrirme las puertas de un
estar dentro de una realidad fracasada, donde la violencia vista y leda tantas veces, era
el nico comienzo, el nico final y la nica salida. Luego por un venerable azar de los
irracional, de los hechos que suceden sin un porque, de los sucesos que son tan antiguos
intelectualidad y sus tristezas. Aunque solo sea para abrir los ojos del lector, la realidad
La novela no es ms que una odisea, un viaje constante hacia el futuro, muy poco
paradjicamente siguen siendo las mismas, Cien aos de soledad es una de ellas,
publicada en 1967, cincuenta aos despus sigue estando vigente, all para que los
lectores del mundo se ganen sus pginas. Es una lectura que resulta necesario seducir,
hablar con ella hasta grandes horas de la madrugada, sacarla incluso a dar un paseo en
tiempos de tranquilidad, es tan solo de esa forma que la novela irradia la realidad de su
Hace unos das conversaba sobre el tema de las relecturas, mi interlocutor, vagamente se
quejaba por lo predecible que puede ser una segunda lectura de Cien aos de soledad, en
este momento pienso que tiene razn, y es una de las mayores virtudes de la obra, como
es un reflejo nuestro que nos llama, que nos invita a reconocernos; como no encontrar
entonces, las lneas de nuestro rostro, la picarda maliciosa de nuestros ojos, las speras
curvas de nuestras manos curtidas por el trabajo de la tierra que acaso sea la
veces se nos vuelca en una sola imagen nica e indivisible de la realidad, esa contada
por nuestros abuelos en las tardes de verano que se prolongaban durante horas en las
noches balsmicas, entonces era como ir a conocer el hielo, porque esas fantasas