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PERSONA . Revista Iberoamericana de Personalismo Comunitario
n11, ao IV, 2009
tristeza y desesperacin, recibe generalmente pre- tuvo que mediar el peso racio-cordial de la palabra
guntas y pedidos de este tipo: Dios, a m, me ama? revelada por el Dios Persona de la tradicin judeo-
Me voy para arriba o para abajo? Padre, me da la cristiana, muy especialmente en la palabra del Hijo
bendicin de Dios? No me ayuda a salir de este lu- que consolida definitivamente el ordo amoris que ja-
gar?, no aguanto ms esta vida...3 ms debi ser descuidado ni ultrajado.
En verdad, las actuales ticas del cuidado4 no Una sociedad que no opte en sus prioridades
vienen a decir nada nuevo, nada en lo esencial. Slo constitucionales, programticas y ejecutivas por una
vienen a corroborar esta inferencia fundamental: si tica social del cuidado es una sociedad que no me-
la esencia de la persona radica en el amor, el cuidado rece llamarse humana. Si el ethos -el lugar, la mora-
es su conducta debida. Con lo cual actualizan y vigori- da, y tambin el hbito del hombre- no se hace ethos
zan un aspecto aletargado de la conciencia tica de tico signado por el cuidado que efecta y fortalece
la humanidad cuyo deber ser no puede soslayar el el ordo amoris, no slo habremos involucionado las-
cuidado como prctica humana elemental. Para ser timosamente como humanidad sino que habremos
justos con la historia, habra que decir que la univer- abortado la posibilidad de salvar a las futuras gene-
salidad e importancia del cuidado no conllevan no- raciones que ya caminan a nuestro lado, y con ellas
vedad en tanto mandato y prctica gestados en la a nosotros mismos. Vale recordar estos conceptos
espiritualidad occidental -cuyos primeros siglos de elocuentes de suyo: las personas somos co-entes,
existencia no estaban divorciados de la filosofa-, ha- gente que camina junta, pero adems somos trans-
bindose desarrollado a la par por varones y mujeres entes, gente que busca el ms all yendo con los
desde la Grecia antigua. All la voz de Scrates, atenta dems6.
a la realidad, interpelaba a los jvenes en la calle di-
cindoles: Es preciso que se ocupen de s mismos5.
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)RXFDXOW0La hermenutica del sujeto. 'tD]&Pedagoga de la tica social. Ed.
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