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PRESCINDIR DEL PETRÓLEO PARA SALVAR LA REPÚBLICA

Lo primero que hay que aclarar es que no propongo que Venezuela deje de
vender petróleo. Sostengo, por el contrario, que si queremos salvar la
República, deberíamos colocar en el mercado externo todo el petróleo que
producimos, y al mismo tiempo, cuanto antes, comenzar a suplir las
necesidades energéticas de nuestro desarrollo recurriendo a las llamadas
fuentes alternas o renovables: sol y viento, principalmente.

¿Por qué afirmo esto?

1.- Porque todo indica que la hora final de los hidrocarburos está muy cerca; el
accidente de la British Petroleum en el Golfo de México, el de la plataforma
gasífera de PDVSA en las costas venezolanas y otros que no han encontrado
sin embargo tanta resonancia mediática, como el recientísimo de Repsol en el
Mediterráneo, constituyen severas advertencias sobre la gravedad del asunto,
como lo fue Chernobil para la energía atómica.
Por si fuera poco, el llamado Peak Oil que ya prevén los estudios
prospectivos anglosajones más conservadores, sitúa el inicio del declive de la
producción mundial de hidrocarburos en un plazo de 30/50 años, el tiempo de
una generación, el arco de la vida de nuestros hijos.
La humanidad se encuentra ante la más importante disyuntiva desde que
en el Neolítico consiguió domeñar el fuego: o satisface las necesidades
energéticas que pedirá en lo sucesivo el desarrollo económico global y la
justicia social internacional, con la energía de las llamadas fuentes alternas y
renovables, o se encamina al desastre civilizatorio y ecológico, es decir, a su
propia destrucción como especie.

2.- Porque con la excepción de los Estados Unidos, cuya Constitución no


contempla la propiedad Estatal del subsuelo, casi todos los países petroleros
son autocracias, con excepciones como tal vez México y algún otro,
explicables por la poca monta que aún tiene relativamente para ellos el
negocio petrolero. Circunstancia que ha hecho afirmar a Pilar Rahola,
periodista del diario La Vanguardia de Cataluña, que “…el petróleo (….) da
miles de millones de dólares a dictaduras atroces que los utilizan para
esclavizar a sus pueblos y fomentar el terrorismo“,
3.- Porque por su escasez y su irregular distribución en la estructura
geológica planetaria, lo que ha favorecido azarosamente a algunos países, y
por las dificultades tecnológicas inherentes a su explotación, los
hidrocarburos dieron vida a esas pantagruélicas concentraciones de poder
técnico-financiero transnacional que son las petroleras, irónicamente llamadas
hace mucho años por Enrico Mattei las “siete hermanas del petróleo”, aliadas
con demasiada frecuencia de aquellas autocracias y corresponsables cuando
no instigadoras de golpes de estado y crímenes a lo largo y ancho del planeta.
4.- Porque contrariando los vaticinios de Marx, que la llamó
despectivamente pequeña burguesía, desdeñando cualquier papel que pudiera
desempeñar en los cambios “revolucionarios” que pronosticaba como
“inevitables”, ha sido precisamente la clase media la que ha actuado,
ampliando irresistiblemente sus rangos, el proceso de construcción de las más
democráticas y progresistas Repúblicas democráticas contemporáneas,
aquellas que más lejos han llegado en la realización secular de los ideales de
“liberté,egalité et fraternité” postulados por la Revolución Francesa.
5.- Porque la República fundada por la muy peculiar clase media
venezolana, nacida tardíamente en los años treinta del siglo pasado en el
ingente esfuerzo administrativo requerido por la redistribución de los recién
estrenados dineros de la renta del petróleo, luego del brillante debut que
culminó con el rescate para la ciudadanía de buena parte de las mayorías
secularmente preteridas y dispersas sin esperanza en un territorio hasta
entonces en estado virginal, también cedió a la tentación totalitaria, y en los
años setenta, en la estela aún viva de la tradición colonial hispana que hace del
estado el propietario del subsuelo, es decir, con la estatización - que no
nacionalización - de la industria de los hidrocarburos - con PDVSA, en fin,
como instrumento - preparó el terreno a la deriva totalitaria que nos trajo a la
autocracia que hoy tenemos, tan siniestra como las más.
6.- Porque esta autocracia, para imponerse cabalmente está necesitada
de liquidar todos los centros de poder asociados al mundo privado y, con ello,
- como en Cuba - borrar en bloque del panorama social la clase media y todo
el complejo productivo no petrolero construido en la llamada Cuarta
República, de manera de transferir todo el poder económico, y por ende el
político, a manos del autócrata. Y como el Estado no tiene estructuralmente ni
aptitud ni vocación para producir, ni es posible decretar desde el gobierno la
libertad de iniciativa creadora que reside en el origen de toda riqueza
colectiva, como demuestran las fallidas experiencias históricas del socialismo
castrador y totalitario, y, especialmente, muy cerca de nosotros, la muy
desdichada circunstancia cubana, ello significa que más pronto que tarde,
cuando nos alcance el inevitable fin de los hidrocarburos, quedará a nuestros
hijos un país sumido en la más crasa miseria; bajo un sistema de gobierno tan
criminal como el de Robert Mugabe en esa dizque República llamada
Zimbawe.
7.- Porque a la vuelta de veinte o treinta años las actuales instalaciones
petroleras venezolanas y todas aquellas que logren construirse de entre las que
insensatamente ofrece el autócrata a cuanto colega quiere doblegar o seducir,
habrán sido convertidas en chatarra por el desarrollo tecnológico en marcha,
como ya ocurrió una vez con Manaos y la industria brasilera del balatá luego
de la invención del caucho sintético.
8.-Porque las mencionadas fuentes primarias renovables cuentan hoy
con tecnologías capaces de competir eficientemente con las energías fósiles en
la producción de electricidad, como prueban los miles de kilowatios hoy
instalados en todas partes del mundo; y como confirma de manera palmaria la
reciente concesión por parte del gobierno de USA, campeón de los
hidrocarburos, a la empresa Abengoa, de España, de un contrato para la
construcción de una planta de Concentración Solar en el estado de Arizona,
con capacidad de 280 Mw , disfrutando de un crédito del gobierno Federal de
mil cuatrocientos millones de dólares.
9.- Porque Venezuela, además del excelente complejo hidroeléctrico
construido por los gobiernos llamados puntofijistas , que satisface un 70% de
la demanda eléctrica nacional, pero luce vulnerable ante la natural alteración
de los ciclos anuales de lluvias, dispone como pocos países de esas fuentes –
sol y viento - en los más de cien mil kilómetros cuadrados de los Llanos
Centrales y en los dos mil del litoral e islas caribeñas, con las cuales podría
suplir de inmediato el 30% restante y mucho, mucho más, para acabar de
montar una industria energética primaria tanto o más importante que la del
petróleo y alimentar en consecuencia por siglos el desarrollo productivo del
país.
10.- Porque la industria automotriz planetaria está ya preparada para
colocar masivamente en el mercado vehículos movidos exclusivamente con
energía eléctrica y solo espera porque las redes carreteras de los países sean
complementadas con suficientes centros de servicio para de recargar - o
cambiar - las baterías en tiempos parecidos a los que se emplean hoy para
llenar un tanque de gasolina.
11.- Porque los vehículos eléctricos tienen un 80% de eficiencia, cuatro
veces más que los de combustión, cuyo máximo es de 20%; es decir, que en
los primeros la mayor parte de la potencia se convierte en tracción, mientras
que en los segundos casi toda se pierde en los mecanismos que se encuentran
entre la fuente de poder y la rueda, lo que a su vez redunda, en términos del
mercado energético correspondiente, en una vasta economía de escala, cercana
al 75%.

Por todas estas razones sostengo que la clase media, al frente de las
fuerzas opositoras, para no desaparecer en la colectivización a la cubana que
quiere imponer el autócrata con el arma petrolera y salvar la República
fundada hace ochenta años por la primera generación de sus líderes:
Betancourt, Villalba, Caldera, Pérez Alfonzo; etc., está obligada hoy a renovar
los postulados que le dieron vida, sobre todo en cuanto se refiere a la
consideración de los hidrocarburos como palanca financiera única para el
desarrollo nacional.
Postulo, en síntesis, que, mientras dure la demanda global de energía
fósil, todo el petróleo (y el gas) que hoy producimos debe ser colocado en el
mercado externo para sacar el mayor provecho monetario de este fin de fiesta
de la Edad Fósil; mientras que el gasto interno de energía deberá ser
satisfecho con la electricidad que estamos en condiciones de producir
sobranceramente, sin desembolso por parte de la República, con las
privilegiadas fuentes alternas de que disponemos: la intensa radiación solar de
Llanos Centrales y los potentes vientos alisios de las costas de nuestro
Caribe, financiadas ambas con los abundantes capitales internacionales que
andan en busca de proyectos como estos para ser invertidos.
Esta decisión nos va a permitir, en el plano económico y en el corto
plazo, dos o tres años, convertir en divisas los hidrocarburos que hoy
consumimos en la generación termoeléctrica; y en el mediano, 15/20 años,
hacer lo propio con los 750.000 barriles de gasolinas quemadas diariamente
por los quizá cuatro millones de automóviles que circulan por nuestras calles,
sustituyendo paulatinamente los motores de combustión por los eléctricos;
todo esto para un incremento global del ingreso por exportación de tal vez el
30/40% sobre la cantidad que vendemos actualmente.
Dinero suficiente para cancelar en el corto plazo la gravosísima deuda
pública que de otra manera heredarán nuestros hijos de la irresponsabilidad
chavista, y para dotar de recursos las universidades y centros tecnológicos de
modo de nacionalizar las tecnologías necesarias para los cambios industriales
que acarreará el programa.
En plano político, puesto que ni los vientos ni el sol están asociados al
subsuelo sino al alcance de quien quiera ejercer el derecho a la propiedad
privada del suelo – es decir, todos los venezolanos - estaríamos creando un
contrapoder no gubernamental a PDVSA, lo que sin dudas redundará en
beneficio de un nuevo equilibrio entre el mundo privado, hoy tan venido a
menos, y el omnímodo Estado venezolano.
De paso, como corolario, culminado el programa, habremos rescatado
nuestros llanos y costas de la sub-utilización a que han estado históricamente
condenadas. Una nueva conciencia geográfica del país surgirá de esta
elemental transformación, una nueva plataforma para dar un liberador impulso
a la diversificación final de la economía del país.
Para terminar, quisiera referirme, razonando como el arquitecto que a
pesar de todo nunca he dejado de ser, a una previsible consecuencia urbana
que seguramente tendrá la adopción de la electricidad como sustituto del
carbón: se trata de que como los motores eléctricos ni queman combustible ni
usan aceites, nuestras ciudades perderán gradualmente ese aspecto grasiento y
sucio de hollín que las ha caracterizado desde que tengo memoria de ellas.

Elías Toro

La Tiama, 9 de julio de 2010

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