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57 58 2 EL HOMBRE CREADO EN CRISTO, SEGUN EL -NUEVO’ TESTAMENTO BIBLIOGRAFIA La creacion en el Nuevo, Testamento ‘O. Cuttmann, La creazione mel Nuovo Testamento; Protestante- simo 20 (1965) 193-206; P. pe Haes, Die Schdpfung als Heitsmys- terium, Mainz 1964, 247-277; H. M. Férer, Creati in Christo Jesu: RSPT 30 (1941-1942) 96-132; E. Harsie, Schépfung und Heil. Mainz 1964, 64-115; G. W. H. Lampz, La doctrine néofestamentai- re de ta création: Verbum Caro 19 (1965) 15-28; F. Musser, Crea- cién en Cristo: Mysteriun: salutis, 2. Cristiandad, Madrid 1969, 505- 311; B. Rey, Créer dans le Christ Jésus. La creation nouvelle selon saint Paul. Paris 1966; J. ZIMMERMANN, Trinitét, Schipfung, Uber- natur, Regensburg 1949. La primacia de Cristo en el universo creaac H. U. von BALTHAsar, Karl Barth. Kola 1951, 355-372; G. Bir- rt, Fine delVincarnazione e¢ primato di Cristo: SC 88 (1960) 241- 260; J. F. Bonneroy, Fi primado de Cristo. 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También es necesario considerar las diversas opi- niones que hay sobre el origen, la fndole literaria y la cons- truccidn ritmica de esta pericopa®. Finalménte, ¢s menester estudiar la exégesis literal. de cada una de las palabras por medio de. algun comentario >. Habrd que fijarse espectalmen- te en las siguientes palabras: «imagen», <«primogénito» (v. 15); «primero en todo» (vy. 18); «plenitud» (v. £9). De Ja exégesis literal emergen los siguientes temas: a) El Padre invisible, festo es, inaccesible), cuya infini- ta perfeccién estd dindmicamente presente en Cristo (cf. Sal 68,17; 2 Cor 5,19). b)- Cristo, en virtud de la plenitud recibida, principio dindmico de [a creacién y de la re-cteacién, El apdstol con- sidera la persona de Cristo en su unidad teandrica, sin fijar su atencidn en la diversidad de las naturalezas. ¢) El sundo, no solamente como una multitud de co- sas diversas (t& T&vta), sino como un tode (mé&ong Ktt GEwG), que tiene su principio fueta de si, y que tiene ne- cesidad del-influjo continuo’ de, este ‘principio, bien sea para permanecer en el ser, o bitin pata tender hacia su cumplimien- to final (cf.Col 1,27, donde Cristo es llamado «esperanza de ja gloria»). . Cf A. Wieennauser, Introducetén al Nuevo ‘Testamento. Herder, Barcelona 71966, 300-305. 2 Ch Bauzarint, Tetroduzione alla Bibbia 4/2. Torino 1964, 54-59. o Dacquino, Mo messaggio della salvezxa, 5. Torino 1968, 681-686. 2 Por ejemplo, Zeppa, MépEsreLix (en La sainte Bible, de P1- ROT-CLAMER), STAAB, etc. 62 63 d) La creacidn es entendida, por una parte, como una operacién eficaz divina, y por otra, como el universo estruc- turado, correspondiente a esta operacién y resultante de ella. La parte de Cristo en ja creacidn se describe por medio de tres preposiciones: Sia, év, cig. Estas expresiones pue- den considerarse de tres maneras: a) Singulermeute: Cristo es alfa y omega (Apoc 1,8; 21,6; 22,13}, quien produce el universo y por cuyo amor existe y se desarrolla. b) Complexivemente: dado que estos tres prefijos for- man una unidad que repetidamente se usa precisamente co- mo una unidad, su conjunto tiene que tener un sentido que trasciende la suma de cada uno de ellos. Cristo no sdlo ha producido al.mundo en su devenir, sino que ademas le da unidad come Tavtoxpétwp, haciéndolo subsistir en una unidad estable y estructurada. Considerando el concepto de «alienacién de Dios» y «reconciliacién con Dios» (v. 20-21), se comprende cémo Cristo lo «contiene» todo, en cuanto que le da sentido al universo, atrayéndolo a si. c), €onsiderando finalmente que la triada Bia, ev, cig nunca se le aplica al Padre, sino solamente a Cristo (cf. Rom 11,36; 1 Cor 8,6), parece como si se quisiera indicar con ella un influjo en el devenir, en el subsistir y en la evoluciéiy del mundo, que es propio de Cristo. Suponiendo esto, queda jus- tificada la «trasconceptualizacién» por Ia que Cristo es ila- mado causa eficiente, ejemplar y final’ de Ja creacién. Esto no significa que 5ia« quiera decir precisamente una causalidad eficiente, que €V se refiera a Ja causalidad formal y ejemplar, y €(¢ esté en relacién con la causalidad final, Es mds bien todo el conjunto de estas tres particulas el que significa todo el conjunto de esta triple causalidad. Heb 11-4 También en esta pericopa’ se habla def Hijo en su rea- lidad concreta, esto es, de Jess, el Verbo encarnado (Hebr + Para ef coniexto de esta cita en el conjunto de fa carta y fa exégesis de estos versiculos, cf. Introduziene alla Bibbia 5/2, 0. ©. 64 65 2,9), sin distinguir entre lo que le compete en cuanto Dios ¥ Jo que le corresponde en cuanto hombre. El, en el centro de ta pericopa (v. 3a), es descrito en categorias propias de Ja especulacién sapiencial, como patticipante de la perfeccién paterna en el-ser y en el obrar. Las palabras «resplandor de su gloria e impronta de su esencia» tienen que interpretarse a la luz de Sab 7,23-27. Esta glorificacién de Cristo esté en medio de otras dos afirmaciones que se refieren a la funcién de Cristo: una en el v. 2b (por quien también hizo Jos mun- dos), y otra en el v. 3b (el que sostiene- todo con su pa- labra podetosa); por la exptesién «sesticnes (pé pov), cf.-Is 46,3-d, en-la versién de los LXX. Esta doble afirmacién teferente a la actividad de Cristo esta .encuadrada a su vez én- tre dos alusiones a la glotia inicid! y final de Cristo: una en el v. 2a (a quien instituyé heredero de todo) y otra. en el v. 3c (se sentd’a la diestra de la majestad en las alturas). Asi pues, la estruccura de Hebr 1;1:4 es andloga a la-de Fp 2,'5-10. Cristo posee la gloria divina, realiza la creacién - y la re-creacién y de esta forma posee su gloria bajo wn nue- vo ‘aspecto. Cristo se presenta como autor del-mundo, en cuanto que lo ‘ha hecho, lo sostiene y lo purifica, La alusién a Sab 7;21-30 contiene con mayor claridad que Cot I la ca- tegoria de la ejemplaridad, de ‘Cristo respecto’ al mundo: ‘en efecto, los términos Gwavyogue (reflejo o irradiacién) y XG&paxtiip (la impronta que deja el sello) significan que Cris- to refleja e irradia la belleza del Padre sabre el mundo. Jn 1, 1-17 + : Es preciso en primer lugar estudiat la estructurd y un co- mentario al prdlogo de Juan*, 4187-256 cn general, 228-231 sobre nuestra pericopa (BALLARINI); If messageio detla selverza 3, 0. ¢., 811-837 en general, 817-819 sobre 1,1-4 (Zevpa}, con la literatura que alli se cita; especialmente cl co-, mentario de C. Spica. 3 Cf., por ejemplo, M. E. Boismarn, El prdloga de san: Juan. Fax, Madrid 1967; Cu. Demke, Der sogenannte LogossHymnus int fobanueischen Protag> Zeitschrift ftir meutestamentliche Wissenschaft 58 (1967) 45-68; A. Feuitiet, Le prologue dw quatribme évangile 66 67 En dicho prélogo se afirma que todo ha sido hecho por medio del Verbo (v. 3). A esta afirmacién corresponde, en la segunda parte del prélogo, otra afirmacién, segtin la cual la ley ha sido dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad, esto es, la fiel benevolencia de Dios, se ha realizado por medio de Jesucristo {v. 17). Puesto que en ningun otro lugar del evangelio de Juan se habla de la fun- cién creadora de Cristo, es preciso explicar Ja afirmacién del prélogo segiin el contexte de ideas dentro del cual ha sido concebida, que es precisamente el de la funcidn creadora de la sabiduria (Prov-8,22-31; Sab 7,22-8,1) y el de la funcién cteadora de la palabra de Dios (Is 40,26; 44,24-28; 48,13- 16; etc.)* Por una parte, el Padre crea como si contempla- se su propia sabiduria, en la que esté contenido el plano de ese mundo que él Ilama a la existencia y que se realiza a tra- vés de la creacién, especialmente en el hombre (Sab 9,1-4); por otra parte, el Padre crea, por medio de Ja palabra, de modo que la palabra de Ja creacién es instrumento activo de la produccién del universo (Gén 1). En el prdélogo de Juan, las funciones de la Sabiduria y de la Palabra son atribuidas a la persona de Cristo’. De este modo, se describe aqui un movimiento progresiva, a través del cual el Padre, por medio del Verbo creador, y del Verbo encarnado, teniendo por ejem- plar al Verbo, lo produce y lo dirige todo hacia la plena par- ticipacién del Verbo. Temas de estudio _ 4. Observar en el articulo de A. FEULLLET, citado en el ndme- ro 59, cémo el autor emplea diversos textos paralelos para ilustrar Ta funcién creadora del Verbo. 2. Estudiar, con Ia ayuda de la obra de B. Rey, citada cn cl ndmero 57, la unidad dindmica de toda Ja cteacién en Cristo, des- de el primer instante de su existencia hasta ia gloria final. Bruges 1968; P. LamarcHe, Le prologue de Jean: RSR 52 (1964) 417-437; A. WIkenHauser, El evangelio segéa san Juan. Herder, Barcelona 1967. © Cf. D. Mottar, Biblia de Jerusalén, nota en este lugar, 7 Cf. P. E, Bonnarp, La Sagesse en personne annoncée ef ve- ate, Jéses-Christ. Paris 1966, t41-147" 68 69 REFLEXION ESPECULATIVA La sagrada Escritura, como los Padres griegos, piensa so- bre todo en Ja persona; subraya por tanto la unidad en cris- tologia, y acentéa fa pluralidad en Ia doctrina trinitaria. La reflexién occidental, por el contrario, se concentra en Ia nat turaleza, y por eso acentia en cristologia la dualidad, y en la Trinidad su unidad. Precisamente por esto, el pensamien- to occidental ha necesitado con mayor urgencia distinguir cla- ramente en qué sentido la funcién creadora pertenece a la divinidad —es decir, al Verbo en cuanto increado—, y en qué sentido le pertenece a la bumanidad —al Vetbo en cuanto encarnado—. Desde ambos puntos de vista, el pensamiento teolégico especialmente escolastico distinguia el aspecto de la causalidad eficiente, de la causalidad final y de la causalidad ejentplar. EL Verbo increado, creador La creacién, como toda operacién con la que Dios, causa eficiente, produce alguna cosa fuera de si, .es comin a las tres divinas personas, de las que como de un solo principio pro- cede el universo creado (cf. D 501, 800, 1330, 1331). Sin embargo, aunque la naturaleza es comin a las tres personas, cada una de ellas Ja posee segiin su propiedad: el Padre como ingénito, generante e inspirante; el Hijo, como generante y espirante; el Espiritu Santo, como espirado por el Padre y el Hijo. Lo mismo hay que decir también de Ia accién crea- dora. Esta observacién se ha empleado can frecuencia para explicar la expresién cldsica, segiin la cual todo ha sido crea- do por el Padre a través del Hijo en el Espfritu Santo *. En efecto, la accién comtin creadora esté en el Padre sin ser re. cibida de ningiin otro, en el Hijo esta recibida del Padre, y en el Espfritu Santo recibida det Padre y del Hijo*. Més atin, puesto que en Dios la accidn intelectiva no puede estar en el Padre sino en cuanto que engendra al Verbo, ni en el * San Acustin, Ia Job. tract, 20, 9: PL 35, 1961; De Trinit. 1, 6, 12: PL 42, 827. 9 STh 1, q. 45, a. 6 70 71 64 El hombre, criotuza de Dios Verbo sino en cuanto que es engendrado por el Padre, y el acto de la voluntad ne puede estar en el Padre yen el Brijo sino en cuanto que espiran al Espiritu Santo, ni en el Espi- ritu:Santo sino en cuanto que es espirado por el Padre y por el Hijo, santo Tomdés puede-decir que Jas procesiones divi- nas son necesarias para la producciém de las criaturas por el hecho de que la creacién tiene cofno causa ptopia al enten- dimiento y a la voluntad de Dios ® Les Padres reconocieron en el Verbo la sede de jas ideas divinas e ilustraron su participacién en la creacién, sitvién- dose de Ia causalidad ejemplar", Santo ‘Tomds recogis y or- ganiz6 la ensefianza tradicional, fundandose especialmente en la docirina de san Agustin. En la Trinidad, el Verbo pro- cede del Padre, en cuanto que el Padre se conoce a si mis- me a todas. las demds cosas; por tanto, el Verbo. es como la primera idea en la que éstdn.contenidas todas las otras. El Padre dice al Verbo, y al decis al Verbo, dice en él todas las cosas posibles y.existentes. Las cosas posibles estdn repre- sentadas en el Verbo necesariaménte; los seres realmente exis- tentes, en cuanto tales, estan representados en el Verbo Hi- ~ brémeite, porque Dios libremente los ama"; Por tanto, pue- de. decirse que el Padre crea’ todas las cosas en el Verbo, cofno en.su causa ejemplar suprema, y en el Espfritu Santo, en el que el Padre se ama a sf tnismo y pot ello a toda criatuta que participa de su propia bondad. EF omundo ha sido creado para coniinicar una participa- cidn finita dé la belleza, contemplada por-el Padre en el Ver- bo, y amada por el Padre y el Hijo en el Espititu Santo. Si Je Hamamos 4 Ja. perfeccién, a cuya comunicacién se -tiendé ent la.aceién, «fin», se puede decir que el Verbo es finde la cteacign, ya que Ja Trinidad acta por amor a la belleza con- cebida en. el Verbo, queriendo realizarla fuera de si". t S8Th.1,-q. 45, a. 7 ad-3. » Sobre ‘la nocién de la causatidad ejemplat, cf. 1. 98-106. 2° STh 1g. 34, a. 3, & Th 1, q. 37, a. 2 ad 3. 4 Sobre ‘ta nocién de la causalidad final, cfm. 107-118. 72 73 74 La creacién enel Nueto Testamento 65 El Verbo encarnado, creador Todo esto puede trasferirse en cierta manera también al Verbo en cuanto encarnado. Naturalmente, la humanidad de Cristo no es causa eficiente de la creacién: semejante con- cepcién implicaria la existencia de la naturaleza humana de Cristo antes de la encarnacién, y se abriria de esta manera el camino a especulaciones abstrusas, de indole gnéstica. Pero, si admitimos que la encarnacién fue querida por Dios no solamente para reparar el pecado, sino que ha sido la ra- z6n propia de Ja cteacién, podremos decir que es causa efi- ciente del mundo aquel, Verbo que en Ja plenitud de Ios tiem- pos se-encarna; més ain, que es causa eficiente en cuanto que se encarna, 0 sea, al querer prepararse mediante la creacién la «carne» que habria de asumir. . La relacién entre el Verbo encarnado y la creacién que- da, sin embargo, més clara bajo el aspecto de la causalidad final y ejemplar. En efecto, Dios quiere la existencia de aque- Ila participacién de su infinita bonded que se realiza en Cristo, crucificado y glorioso. Cristo es la cabeza del cuerpo mistico, y ef Padre se complace en.la imagen de todo el.cuet- po y quiere la existencia de la humanidad, para que Cristo sea primogénito entre muchos hermanos {Rom 8,29). Ade- més, el género humano exige Ja existencia de] mundo mate- rial, cuya cima constituye. En este sentido puede decirse que Dios quiere todo el -universo par amot a Crista, empezando desde. el primer movimiento de la materia hasta su total ple- nitud escatolégica. Por consiguiente, la naturaleza humana del Verbo es la clave de inteligibilidad de todo e] universo. Cristogénesis'en la cosmoagénesis La doctrina cxpuesta en los niimeros 69-73 aumenta cier- tamente la claridad conceptual dela funcién creadora del Verbo, pero no es verdad que aumente lq inteligibilidad de] misterio, ya que al separar los dos puntos de vista correlati- vos, puede impedir también una sintesis sin la cual es im- posible hablar de una inteligencia de la fe. Por eso hemos de superar Ia fase analitica de estas reflexiones, volviendo a 7 componer Jos, dos aspectos que hemos aclarado nocionalmen- te dentro de Ja comprensién de la realidad concteta, En esta sintesis coneretizadora nos podemos servir de los esquemas intuitivos elabotados por Teilhard de Chardin °. Las considetaciones precedentes demuestran que la antro- pologia tealégica no’ és tinicamente una confirmacidn de la an- tropologia filoséfica por medio de la fe. En efécto, si el Verbo ehcatnade es el término hacia donde procede concéntricamente todo el universo, ef fenémeno humano encuentra su tltima explicaciéh solamente cuando se le considera a la luz del mis- terio de la encarnacién *. Asi pues, la encarnacién de Cristo, su muerte y su resurreccidén, no son ‘solatnente hechos histd- ricos contingentes, sin los cuales la realidad humana no exis- tirfa de hecho pero seguirfa siendo perfectameérite ¢omprensi- ble en el orden ideal. Lo mismo que el hombre no es inteli- gible sin relacién.con Dios que lo-ha-creado, fo conserva, y del cual depende todo su desarrollo, tampoco es perfectamente inteligible sin relacién con Cristo, por el cual, et el cual y hacia el cual lo ha creado, lo conserva y lo dirige hasta la plenitud escatolégica. La relacién del fendmeno humano con Cristo noes por consiguiente algo extrinseco a la realidad humana. Esta realidad no puede ser comprendida: adecuada- mente sin relacién con Cristo. Por eso estén ordenados a Cristo no solamente los que creen en él, ni solamente: lus que han acogido su Espiritu sin conocer explicitamente su evangelio, sino absolutamente todos los hombres, incluso aquellos que no Jo aceptan. Precisamente ‘porqué el género humano contiene en si al Verbo encarnado, Cristo —aunque habite en un pequefio dngulo del universo— es el centro y la cima de todo el universo material, mds ain, est4 por en- cima del universo de los espititus puros. 8 Sobre la concepcién teilhardiana del «Cristp, cdsmico» cf. P. SMULDERS, La visién de Teilhard de Chardin. DDB, Bilbao 1967, capituto 9; Cr. F. Mooney, Teifhard de Chardin y el misterio de Cristo, Signeme, Salamanca 1967; E. Rtpeau, La pensée du pere Teilhard de Chardin. Paris 1965, 339-346; B. pe Soxacss,. Teilhard de Chardin. Quercy 1966, 354-362. ts Cf. K. Rawner, Para la teologia de la encarnaciéy: Escritos de teologia, 4. Taurus, Madrid 1964, 139-157; Ip., La créstologta 76 Temas de estudio 1. Datse cuenta de qué modo la representacién de Cristo Pan- tokrater expresa de uma manera figurativa la docttina de este capi- tulo (17). 2. Examinar, tomando como base a F. Szand, Le Christ eréateur chez saint Ambroise. Roma 1968, hasta qué punto se han empleado Jos elementos de la filosofia helenista en fa doctrina patristica so- bre Ja funcién creadora de Cristo. 3, Analizar la concepcién trinitaria de la creacién en santo To- mds, sirviéndose de E. Baiuieux, La création oeuvre de la Trinité selon saint Thomas: RT 62 (1962) 29-50. 4. Reconstruir Ia_doctrina del concilio Vaticano II sobre la funcién creadora de Cristo, analizando y comparando los textos si- guientes: LG 3 y 7; DV,3; AA 5 y 7; AG 3; G§ 45 y 57. 5. Preguntazse qué es lo que afiade este capitulo a las excelen- tes. formulaciones de K, Ratiner-H. Vorcrimrer, Cristocentrismo: Diccionario de teologia, 144. 6. Consuftando algunas de las obras citadas en el n. 74 sobre Ja teorfa teilhardiana del «Cristo. césmiico», determinar las. relacio- nes qué hay entre cl pensamiento de Teilhard y el expresado en este capitulo. dentro de una concepcién evolutiva del mundo: Eserites de teolo- gia 5, 181-219. 7 Puede tomarse como base a C, Carizzt, Partokrator. Saggio di esegesi letterario-iconografico. Roma 1964.

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